2 de septiembre de 2012 Comitán de Domínguez, Chiapas
Maestro Bernardo Villatoro (parte 2) CASA DE CITAS, de Héctor Cortés Mandujano ******** Reseña literaria, de Mar Pérez
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Contenido 5.– EDITORIAL: Alas para volar. 6.– ZAGUÁN: Galería. Thomas Anshut, en Comitán. 13.– PATIO: CASA DE CITAS. Palabras que tantean. Autor: Héctor Cortés Mandujano. 28.– BALCONES: EL MAESTRO JULIO AVENDAÑO RECUERDA AL MAESTRO BERNARDO. 31.– SITIO: Entrevista con: SONIA CONDE DURÁN Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez.
40.– TAPANCO: RESEÑA DE LA NOVELA YO TAMBIÉN ME LLAMO VINCENT. Autora: Mar Pérez. 43.– ACTUALIDADES. 47.– MOJOL MARIPOSITAS DE ALGODÓN Autora: Natalia Culebro Robles. 50.– En nuestro próximo número: Entrevista con: DANIEL SABORÍO
Editor responsable: Alejandro Molinari alejandromolinaritorres@gmail.com
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¿EL MEJOR LUGAR PARA DISFRUTAR?
CENTRO TURÍSTICO LOS ROBLES CHUCUMALTIC KILÓMETRO 3.5—CARRETERA A UNINAJAB
TELEFONOS: 5963006, 1014913, 6322874, 1106312 Lada 963.
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En febrero de 2011 inició el Centro Comiteco de Creación Literaria. En este mes de septiembre de 2012 concluirá el Primer Ciclo. La Universidad Mariano N. Ruiz ideó este proyecto y el C.P. José Antonio Aguilar Meza, Presidente Municipal de Comitán, auspició y alentó su creación. Queda el dato para la Historia del Arte en este pueblo. En octubre, el Centro inicia el Segundo Ciclo, auspiciado ya por el Ayuntamiento Municipal de Comitán 2012-2015, encabezado por el Licenciado Luis Ignacio Avendaño Bermúdez. El Centro Comiteco de Creación Literaria se ha significado como un espacio decisivo para el estímulo de la apreciación literaria en la región. Para este Ciclo se tiene considerado invitar a los mejores creadores de Chiapas, así como invitar a destacados escritores de otros estados del Sureste y de la ciudad de México. Socorro Trejo, destacada poeta y experimentada conductora de talleres literarios, iniciará el Circuito de Talleres y Conferencias Magistrales. Durante el mes de noviembre tendremos la presencia de Mario Nandayapa, quien ostenta un Doctorado en Literatura, por la Universidad de Chile. Para el mes de diciembre está programada la visita de Héctor Cortés Mandujano, Premio Nacional de Novela y autor de la gustada sección CASA DE CITAS que se publica en esta revista. Tiempos de luz presagia el porvenir. ¡Que todo sea por el bien de Comitán!
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...nueve y DIEZ. ¿Ya López Obrador?
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¿Entonces La Gaviota no volverá a hacer telenovelas? ¡Ay, no, no! ¡Me da, me da…!
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¿Ya te enteraste que Peña Nieto fue declarado, legalmente, Presidente de México?
¡Callate y seguí trabajando! Ante la falta de huevos cuando menos que cosechemos papas.
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¿Y contra qué o quiénes va a ser la Marcha?
En protesta por las Marchas, de los 132 y de los Noroñas.
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Abuelito, ¿vas a comprar huevos?
¡Ay, padre Nati, cómo nos haces falta! *
*El padre Nati fue un sacerdote que cuando una beata preguntó si iba a haber misa contestó: “A güevo, hija, a güevo!”.
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Informes: 6326661 De lunes a viernes, de nueve de la mañana a una de la tarde.
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Palabras que tantean
Héctor Cortés Mandujano
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Y la voz que se pone de nuevo a tantear, sin saber lo que busca Samuel Beckett, en El innombrable Samuel Beckett propuso varios monólogos de vuelo errático con sus novelas Molloy (1951), Malone muere (1952) y El innombrable (1953). La primera, ya comentada en una Casa de citas anterior, es el soliloquio doble donde las palabras se mueven como por sí solas, sin que la persona que habla (Molloy primero y luego Moran, su buscador, su doble) muestre interés en seguir una lógica discursiva. Estas tres novelas, que Beckett decidió escribir en francés (su obra anterior, que incluye Esperando a Godot, lo hizo en su inglés materno) para obligarse a utilizar pocas palabras, para que su estilo fuera muy llano, no presentan grandes cambios de discurso de una a otra. Dice Frederick R. Karl en el prólogo a El innombrable (Alianza Editorial, 1988: 23): “A menudo Beckett utiliza las palabras al igual que el pintor abstracto usa de las líneas: nada más que para el significado del color y de la forma”. En Malone muere (Alianza Editorial, 2002) de nuevo, como en Molloy, habla un hombre en las últimas, con la ilógica que puede tener alguien a quien ya no importa que se le entienda (p. 8): “Dejadme decir para empezar que no perdono a nadie. Os deseo a todos una vida atroz y luego las llamas y los hielos de los infiernos y un honroso recuerdo en las execrables generaciones venideras”. Dice que es tal vez nonagenario (p. 15): “No sé cuánto llevo aquí. Sé que ya era muy viejo antes de llegar. Me digo nonagenario, pero no puedo probarlo”, y lo afirma porque (p. 16): “Mi cuerpo es lo que se llama, quizás a la ligera, impotente. No es ya capaz de nada, por así decirlo. A veces añoro poder arrastrarme”. Ya se ha vuelto inservible incluso el sexo (p. 79): “Mi sexo, quiero decir el mismo tubo, y especialmente la punta, por donde saltaban, cuando yo era virgen, chorros de semen que iban a darme a plena cara, uno tras otro, pero tan inmediatos el uno del otro que parecían un único chorro continuo”. El final (sin el consabido punto) es la palabra que enuncia el vacío total (p. 150): “Eso es nunca “eso es eso es “nada”
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El innombrable (Alianza Editorial, 1988) es otra vez un hombre que hace, según el citado prologuista (p. 8), “la crónica de sus fastidiosas odiseas. Sus narraciones, sin finalidad ninguna —precisamente su misma esencia es la ausencia de todo objetivo—, son aventuras egocéntricas” del pasado, “dado que su presente ya no les aporta placeres”. El inicio es angustioso (p. 37): “¿Dónde ahora? ¿Cuándo ahora? ¿Quién ahora?”, y es de nuevo alguien que sólo espera la muerte (p. 51): “Acabar sería maravilloso, quien quiera que yo sea, donde quiera que yo esté”. La visión pesimista sobre la vida se resume en esto (p. 53): “Todo mentiras. Dios y los hombres, el día y la naturaleza, los impulsos del corazón y los medios de comprender, soy yo quien cobardemente los ha inventado, sin ayuda de nadie”. No importa lo que diga y él lo sabe (p. 66): “¿Qué iba a decir? Es lo mismo, diré otra cosa”. Sin que lo sepa a ciencia cierta, la voz de El innombrable nos cuenta que no tiene piernas ni brazos, tal vez ni dientes; sin embargo, no deja de pensar en el sexo (p. 87): “La tumefacción del pene. Hombre, el pene, ya no me acordaba de ella. Qué lástima que ya no tenga brazos, pues algo podría haber sacado de eso. No, mejor es así. A mi edad, volver a masturbarme sería indecente. Y, además, no daría nada. Aunque, después de todo, ¿qué sé yo? A fuerza de tracciones con buen ritmo, pensando con todas mis fuerzas en el culo de un caballo, en el instante en que se alza la cola, quien sabe, acaso llegara a cualquier cosita. ¡Cielos, se diría que se mueve! ¿Quiere decirse que no me han cortado?” Los cuatro personajes de esta trilogía (en Molloy hay dos) son casi nada más una voz que se mueve hurgando en el recuerdo, que no sabe para qué hablar ni qué callar ni qué decir (p. 150): “Soy todas esas palabras, todas esas extrañas palabras, este polvo de verbo, sin suelo en el que posarse, sin cielo en el que disiparse, reuniéndose para decir, huyéndose para decir, que yo las soy todas, las que se unen, las que se separan, las que se ignoran”. *** La historia es una mula que nunca deja de corcovear E. Serna Sobre un moribundo en ficción, muerto en la realidad, trata El seductor de la patria (Editorial Planeta de Agostini, 1999), de Enrique Serna. Antonio López de Santa Anna es
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contado aquí por una diversidad de voces y de documentos que tratan de hacer el retrato completo de este hombre mujeriego y caprichoso que fue el poder máximo en México (como presidente explícito o como patrón de quienes lo representaban en la presidencia) durante mucho tiempo. No es tarea fácil y pese a que Serna es un gran narrador, creo que el personaje se le va de las manos. Esta novela no es uno de sus grandes logros, pero se lee con la amenidad y la buena hechura inherente a todo cuanto he leído de este esplendido escritor mexicano. Hay una adecuación al lenguaje de esos tiempos (Santa Anna nació en 1794 y murió en 1876) y para referirse al acto de orinar el personaje escribe en una carta (p. 42): “Mi compañero se detuvo a hacer aguas menores”. Lo mismo ocurre con los dichos (p. 46): “Cuando la suerte es chaparra, ni aunque la monten en zancos”. Santa Anna conoce a Guadalupe Victoria. Esta es su impresión (p. 76): “Al acercarme para saludarlo noté que le faltaba la oreja derecha y recordé las leyendas que circulaban sobre sus ataques de epilepsia. Tal vez la monstruosidad fuera una condición necesaria para el heroísmo”. Pese a su insaciable sed erótica, se casa con una muchacha ingenua (p. 136): “Hice muy bien en casarme con una mujer de rancho, porque las señoritas empingorotadas de México, a los once años saben más que las culebras, y como la cabeza se les llena de humo de tanto leer novelitas francesas, a la menor oportunidad engañan a sus maridos”. Por favores sexuales de Luisa Fernández, dice la novela (p. 202), “Antonio concedió la independencia al estado de Aguascalientes porque ella se lo pidió en la alcoba: la prueba es que el nuevo escudo de la provincia tendrá como emblema unos labios de mujer, en recuerdo de su augusta libertadora”. A Santa Anna, hombre de acción, iletrado, molestaba en mucho la actitud de cultísimo Lucas Alamán. Él, en una reunión, frente al presidente, propuso reducir a la mitad la nómina de generales (p. 410): “Señor Alamán, le dije, olvidé mi sombrero en mi despacho, haga el favor de traérmelo. Colorada la nariz, Alamán me miró con odio, titubeó un instante y luego se levantó a cumplir con mi encargo, entre las risillas burlonas de los concurrentes. Cuando volvió con el sombrero, ya habíamos cambiado de tema. La humillación surtió efecto, pues ni él ni su gente volvieron a meterse con los militares. Había comprendido que en México los libros no mandan”. En un informe secreto de James Gadsden, embajador de Estados Unidos en México, fechado el 16 de agosto de 1853, se lee (p. 430): “Nadie en Estados Unidos puede imaginarse el grado de corrupción al que han llegado los gobernantes de México. Aquí nadie acepta un cargo público si no es con la meta de enriquecerse a corto plazo”.
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*** “No hay más heroísmo que la debilidad”, dijo Thomas Mann, según cita Juan García Ponce en Entre las líneas, entre las vidas (Océano, 2001: 47), un libro escrito a partir de la revisión de biografías de autores fundamentales: Proust, Mann, Joyce, Faulkner, Nabokov, Beckett, Camus y Truman Capote. No sé si es que ya conozco lo suficiente de todos, pero las líneas de García Ponce poco ampliaron lo que sabía. Más bien recordé cosas, como ésta sobre la actitud de uno de los novelistas más influyentes, más imitados: William Faulkner, quien (p. 19) “siempre se empeñó en considerar su verdadera profesión la de agricultor (farmer) y como tal se registró en el hotel de Estocolmo cuando fue a recibir el premio Nobel de literatura”. *** Me gustó mucho la versión fílmica de Expiación, sobre la novela de Ian McEwan. Leí ahora Amsterdam, de este autor inglés y, aunque el inicio parece otra cosa (en un funeral se encuentran tres amantes y el esposo de Molly; los cuatro saben de sus amoríos con la muerta), la novela, cuyo final no me gusta, explora los tortuosos caminos de la amistad (Clive, músico, y Vernon, director de un diario) y de la ética. Estos amigos, ex amantes de Molly, discuten porque a Vermon le entregan las fotos de Julian Garmony, un político de derecha, vestido de mujer. Las fotos las tomó Molly, quien también fue su amante. La idea de Vermon es publicarlas en el diario. A Clive le parece que lo privado de un hombre público merece respeto. Dice (p. 103): “—¿Cuál es exactamente el crimen de Garmony para que haya que sacarlo a la luz pública? “—Su hipocresía, Clive. Estamos hablando del flagelador, del linchador, del apóstol de los valores familiares, del azote de emigrantes, de quienes piden asilo político, de quienes van vagando de un país a otro, de los marginados… “—Eso no viene a cuento ahora –dijo Clive. “—Por supuesto que viene a cuento. […] “—Si está bien ser un travesti, también está bien que un racista sea travesti. Lo que no está bien es ser racista.” Contactos: hectorcortesm@hotmail.com
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Presentación del libro: NOTICIAS DEL ARCHIPIÉLAGO de Javier Espinosa Mandujano ******* Viernes 7 de septiembre—6 de la tarde. Patio Central del Colegio Mariano N. Ruiz—Primaria. (Frente al Santuario del Niñito Fundador). Vino de honor
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4a. calle norte oriente No. 10 Comitán de Domínguez, Chiapas
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Bernardo R. Villatoro
Julio Avendaño recuerda al Maestro Bernardo.
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“El profesor Bernardo Villatoro fue el prototipo de un hombre autodidacta, que parte de cero y por esfuerzo propio va escalando conocimientos; sobre todo, en el enriquecimiento de su lenguaje oral. Muy conocedor del significado de las palabras. Nos impartió la cátedra de Educación Cívica, pero entre clase y clase él intercalaba ciertos conceptos que quedaron grabados en nuestra mente. Podemos decir que se adelantó a muchas situaciones. Él hacía hincapié en el avance de la Cibernética, le agradaba mucho platicar sobre el futuro que vislumbraba, como actualmente lo estamos viendo en cuanto a cuestiones de robótica y de tantas invenciones sofisticadas en el ámbito de la Cibernética. Hizo que amáramos la filosofía, como se dice por ahí Las buenas máximas son el germen de todo bien, fuertemente impresas en la memoria nutre la voluntad. Él nos hacía reflexionar en muchas máximas para enriquecer y fortalecer nuestro Yo interno. “Básicamente eso es lo importante en la personalidad del Maestro Bernardo: hacernos pensar, hacernos reflexionar, hacernos meditar en muchas situaciones vivenciales, en nuestro entorno. Era una prédica no exenta de moral, pero también sembraba la duda. Nos dejaba a veces preguntas al aire para que nosotros continuásemos pensando en un tema. Escasamente se ve ese tipo de situaciones dentro de personal docente. La mayor parte de los maestros dan su materia nada más, lo que tienen que impartir por obligación basándose en el programa, pero el Maestro Bernardo se apartaba de eso. Algo así hacía Sócrates con sus discípulos ¡dar a luz! Sócrates, hijo de una partera y de un escultor. Dar vida a las ideas, dar luz a las ideas, creo que es lo más meritorio del maestro Villatoro. “ (El Maestro Julio Avendaño expresó estas palabras, una tarde de agosto de 2012).
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Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez
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Sonia Conde es una mujer alegre. Desde pequeña ha cultivado su talento en el arte musical. Ha sido docente, desde hace treinta y dos años, en un jardín de niños ubicado en el barrio de El Cedro, de esta ciudad de Comitán. Por la tarde imparte clases de música y canto en su Academia. Disfruta compartir con el mundo ¡su pasión por la música! Sus manos se fusionan con el órgano, el teclado y el piano. El acordeón y ella son uno solo. Su corazón danza al ritmo de las congas, los bongoes. Cierra los ojos y se concentra en sentir la piel de la marimba, la suavidad del xilófono, las cuerdas de la guitarra, la voz del bajo. Si algo disfruta ¡es eso!, crear y sentir la música. Al respecto, responde las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las líneas que definen el pentagrama de su vida? Puntualidad, responsabilidad, amigos, la convivencia, y el tocar: hacer música. ¿Por qué la música y desde cuándo? Empecé a tocar desde los cinco o seis años. Tiene que ver mucho el ambiente donde uno crece, el ambiente en el que aprendemos a convivir. Yo crecí en un ambiente de músicos, mi abuelo era músico. De ahí surgió el gusanito de la música y ahí comencé con la inquietud de la guitarra, que fue el primer instrumento que quería tocar. Aprendí sola. Posteriormente tuve un maestro de acordeón, pero ya estaba yo en Secundaria. Mis primeros pininos fueron con el acordeón, la guitarra y el piano. ¿Qué significa la música para usted? Es un gran espacio donde puedo realizar lo que a mí me gusta. Un lugar donde me identifico y puedo crear; un espacio que me permite hacer y decir lo que yo siento. Me gusta componer, me gusta arreglar. Tengo mucha música infantil y tengo mucha música instrumental mía, también. La música es ese espacio importante donde uno aprovecha el ratito de la creación, es una gran compañía y es un gran medio de expresión y de apreciación. ¿Cuál es su música favorita? A mí me gusta mucho la música popular, la música instrumental, el jazz. Hay muchos géneros bonitos. La música en sí es muy bonita. Cada género tiene un rato para escucharse, una tarde en domingo puedo oír música clásica, dependiendo el ambiente, un día que esté lloviendo puede ser una musiquita clásica suave. Hay música cuya característica es el mensaje, como la música latinoamericana. Pero en sí, toda la música es bella. ¿Cómo ha sido la experiencia dando clases de música? Ah, muy bonito. Fíjate que a mí me ha gustado mucho esto de la docencia y más que nada en
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el ambiente de la música. En mi escuela preescolar abordamos un poco lo que es el arte en sí: plástica, visual, música, danza y teatro. En la tarde abordo el acordeón, la guitarra, el bajo y el canto. Es una experiencia muy bonita, porque es algo que me gusta hacer y me satisface mucho el transmitir algo que sé, algo que domino y más satisfacción me da el hecho de que haya niños pequeños, jovencitos y adultos que empiecen hacer sus experiencias musicales también. A la larga vas escuchando la primera canción que se les puso, ya va saliendo, como que quiere y como que no, pero la constancia y la práctica es la base de la música, es lo que nos permite llegar a la cima, en el momento de decir ¡ya salió esta canción! ¿Por qué impartir a los niños arte? La música es algo importantísimo. A nivel preescolar se ha comprobado que las actividades artísticas favorecen el aprendizaje, abren muchos procesos que se dificultan con los niños y si los metemos a una actividad artística pues vemos que ese aprendizaje se hace más fácil para ellos a través del tiempo. A las mamás les comento que en nuestro país ya tenemos muy buenas escuelas de música. ¿Es importante que los padres ayuden a sus hijos a cultivar este talento? Sí. Siempre hay que apoyar a sus hijos en la vocación que ellos manifiesten, siempre y cuando este dentro de la lógica, dentro del orden. Hay que apoyarlos, porque de alguna manera eso ayuda a que se realicen como tal. Muchas veces los papás relacionan el estudiar música con la parranda, con los desvelos, con la mala vida, que sus hijos van a estar de bar en bar y eso los llevará al vicio, al alcoholismo. La música no es una carrera menos importante, y no por el hecho de que uno es músico no le va a poner responsabilidad. Desde ahí hay que ubicar un poquito a los papás. Muchos estudian para músico porque quieren tocar en una orquesta, sin embargo, a veces el trabajo que uno quisiera no lo tenemos mientras no haya fiestas o eventos, y a veces no son bien pagados. Actualmente ya hay muchas oportunidades para que un músico, con su documento bien respaldado por la institución donde hizo su carrera, dé clases de música en una escuela, en diferentes niveles, independientemente de su quehacer como músico sobre la práctica. Es cosa de irlo compaginando con la docencia. ¿Es importante la disciplina? Claro. Cuando ya salió una canción no hay que olvidarla, diario hay que tocarla. Por ahí hay un dicho, y se ha comprobado muchas veces, que de todas las artes, la música es la más envidiosa. Podrás dejar de dibujar y cuando dibujes ahí estará: podrás dejar de actuar; podrás dejar de bailar, pero si tú dejas de tocar un instrumento durante un tiempo y lo vuelves a retomar ya no te sale igual. Es muy cierto. Una cosa es que tengas la habilidad, la facilidad y el
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don genéticamente, como en mi caso, y otra cosa es la destreza que yo debo tener, la práctica. Como músico tengo que hacer mis espacios para estudiar, por lo regular en las tardes estoy ocupada, pero siempre hay un espacio; me pongo mis audífonos y me pongo a ensayar. Voy avanzando en lo que tengo que practicar. Cada quien conoce sus limitaciones, ya podemos distinguir qué tipo de música nos falta perfeccionar un poco. Usted es muy afortunada por tener en estos tiempos a una nana ¿verdad? Si. Yo era muy pequeñita, tenía como dos años. Ya no recuerdo mucho de esos años, mis tías y ella me cuentan cuándo fue que llego acá. Ya lleva con nosotros cincuenta años. Nos crió a mi hermana, a mi primo, y a mí, los que estuvimos acá. Ella siempre fue nuestra dama de compañía. Como dices, ya es muy raro tener nanas en estos tiempos. Muchas veces nadie tiene esta fortuna. Todavía la tengo, está mi nana conmigo, es de la familia. Ella es la que queda al frente de la casa mientras me voy al trabajo y ahí está, trabajando. Fue ella quien descubrió la travesura de Paco, mi lorito. ¿Cómo fue la anécdota de Paco? Resulta que cuando empezó la remodelación del Centro Histórico, no recuerdo bien qué año, a la fachada le iban a dar una manita. Empezaron los trabajos, a quitar cosas, tejas, vigas, y todo eso. Los albañiles entraban y salían. Este lorito que tenemos, como todos los loritos, imita lo que oye. Son repetidores, son unas grabadoras muy buenas que se memorizan todo, y pues ya ves que el lenguaje tradicional de los albañiles suena un poco pesadón. Resulta que vengo del trabajo y mi nana me dice: ‘fíjate Sonia que hay un problema’; ella todo lo dramatiza mucho ‘¡hay un problema!’ y yo, ¡María santísima! ¿qué será?; y ya me dice ‘el Paco anda diciendo un montón de majaderías’ ¿Cómo? ‘Si, hay lo vas a oír’. No faltó. Después de comer empecé a oír en el fondo, verga, verga, verga, verga, sonaba como si estuviera probando sonido, bueno, probando, probando. Y dice mi nana ‘mirá, mirá, hay está ya lo que aprendió el Paco’. Efectivamente, toda la tarde fue juguete nuevo esa palabra, lo repetía y lo repetía. Aquí hay ratos en que los niños trabajan con audífonos, entonces me libraba yo un poco porque no lo oían; esa era la pena de mi nana, como entran y salen niños, entran y salen mamás, ¡pues cómo con esas palabritas! Al otro día que el maestro albañil vino tempranito, lo abordé en la puerta de calle y le dije, sabe qué maestro, le quiero pedir un favor, ‘dígame usted maestra’, es que ya ve usted que sus albañiles platican muy amenamente a la hora del desayuno, que los frijolitos, que si la coca, todo muy alegre, pero le quiero recomendar de que no hablen tan fuerte porque allá atrás hay un lorito que ya se aprendió todo lo que dicen sus albañiles y pues está muy feo que diga esos disparates y como acá hay una escuela, en la tarde entran niños, entran mamás,
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imagínese usted, ‘hay no maestra, no se preocupe usted, yo le voy a decir a estos ¡vergas! que ya no estén molestando y que se fijen para hablar’. Así quedó. Esa fue la anécdota del lorito, pero serían unos tres o cuatro días y se le quitó, como lo ha dejado de oír, aunque a veces nos da sorpresas, porque se acuerda de palabras que ya no se dicen. ¿Se siente satisfecha con lo que hace? Bastante. Como músico me siento satisfecha y también con el granito de arena que he ido poniendo a lo largo de estos 32 años en la escuela. Ya he recorrido muchas generaciones, que ahora ya son papás; los que fueron mis alumnos ya están llevando a sus hijitos, aquellos traviesos que eran antes, ahora son unos señores, muy serios, ya toman bien su papel. Estuve diez años en Las Margaritas, en la Técnica Agropecuaria, fue otra experiencia bonita, es otro nivel, es otra edad. Allí estuve trabajando con flauta dulce, ese es el instrumento de secundaria. Hicimos varios grupos de flauta dulce con guitarras, un grupito instrumental. Me ha dejado muchas satisfacciones el ser maestra, el realizarme como músico, y ahí seguimos. Sonia asegura que no sólo de la vista nace el amor, también del oído. Todo lo que realiza y la hace sentir bien ¡es lo que le da ritmo a su vida! Resaltó la importancia de la convivencia en familia y concluyó invitando a los papás para que lleven a sus niños a escuchar la marimba al parque, los jueves, para sembrar la semillita de la costumbre y nazca ese gusto por la música y lo disfruten a lo largo de su vida.
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Mar Pérez. Estudió Literatura en la Universidad de Guadalajara. Publica en Suplementos Culturales de revistas y periódicos, en Jalisco. Radica en Ciudad Guzmán, Jalisco.
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Colección Hechos en Palabras Conaculta - Gobierno del Estado de Chiapas 42. Letras nuevas (2012). Yo también me llamo Vincent, es una inquietante novela en la que nada es lo que parece aunque el final, desolador, se anuncie, desde las primeras páginas. Alejandro Molinari (Comitán, Chiapas, 1957), un escritor de oficio involucra al lector en una trama en apariencia desordenada, que resulta ser un caos perfectamente calculado, una metanovela que contiene otra novela con cuentos insertos, por lo que se deberá permanecer atento para no caer en trampas lúdicas hábilmente diseñadas. La que se anuncia como la historia principal: un autor pretencioso y reconocido en su ambiente local que planea escribir una novela en la que narrará la historia ficticia de Van Gogh y Paul Gauguin en una visita que los pintores realizarían a Comitán, es un guiño al capítulo XVIII del Génesis, relativo a Sodoma, que termina siendo el punto de partida de las otras historias. Lo que parece una reseña con tintes de añoranza de la memoria y vida diaria de los comitecos resulta ser una denuncia velada a la corrupción y la mediocridad literaria; aquello que en apariencia es la descripción de una curiosa costumbre de los escritores del municipio,
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el contratar lugareños en calidad de “personajes” para que “posen” mientras se realiza el texto, es una forma de denunciar la pérdida de dignidad, la impunidad y la injusticia. Yo también me llamo Vincent nos regala personajes tanto entrañables como siniestros: la madre que está dispuesta al mayor de los sacrificios por su hijo y cuando se baña en inmundicia de cerdos expía sus culpas y después se encuentra a sí misma, reluciente; un joven cuya vulnerabilidad e inocencia recuerdan a “Macario”, de Juan Rulfo (El llano en llamas), el desamparo de su condición y la indiferencia de los lugareños lo conducirán a un trágico fin; un acaudalado y excéntrico escritor que utiliza su sordera para ejercer el autoritarismo y una forma poco usual de esclavitud. El creador de esta novela realiza un desdoblamiento de sí mismo en dos personajes: el profesor universitario que percibe la realidad e intenta de manera inútil que el peso de la justicia caiga sobre el culpable de un homicidio, independientemente de su linaje y condición social, y el escritor, testigo involuntario que nada puede hacer para modificar lo ocurrido, sólo narrar. En Yo también me llamo Vincent Molinari se vale de los más variados recursos humorísticos, como la ironía y el sarcasmo, para dejar clara su postura con respecto a los cacicazgos, el abuso de autoridad, la explotación y la falta de justicia que, hoy por hoy, siguen lastimando a su estado natal. Alejandro Molinari es periodista, promotor cultural y autor de la novela Dios también resuelve crucigramas y el libro de cuentos Un ángel llamado Pavitto.
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Programa del martes 21 de agosto de 2012. Invitado de honor: Lic. David Esponda Argüello. El Lic. Esponda habló de variados temas. Entre éstos propuso que el Teatro del Pueblo, de las Instalaciones de la Feria lleve el nombre de Irma Serrano, como reconocimiento a la trayectoria artística de este personaje emblemático de la cultura mexicana, que nació en nuestro pueblo. En la fotografía: David, Paty y Genaro. *********
Crónicas de Adobe también se escucha por Internet www.imer.gob.mx Martes, de 3 a 4 de la tarde.
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Se instauró la Academia de Poesía, de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Tal acto se celebró en días pasados, en la ciudad de México, en la sede de la Sociedad. El poeta Roberto López Moreno fue nombrado Presidente de dicha Academia. DIEZ, la Revista Digital de Comitán, se congratula por tan merecido reconocimiento a quien, asimismo es Premio Chiapas, y le envía un abrazo. DIEZ ha tenido el privilegio de publicar poemas y ensayos del galardonado.
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Natalia Culebro Robles. Estudia Mercadotecnia y Comunicación, en el Tecnológico de Monterrey, Campus Querétaro.
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Amor. Quizá uno de los temas más sobrevalorados. Quizá no. A lo largo de los años el término “amor” se ha desmoronado a un sin sentido. En la actualidad ¿cuál es el verdadero significado que una persona le da a esta palabra, de gran trascendencia para el mundo a lo largo del tiempo? Hace más de cien años, el famoso dramaturgo Jacinto Benavente dijo: “Al amor lo pintan ciego y con alas. Ciego para no ver los obstáculos y con alas para salvarlos.” El día de hoy le preguntas a un joven que te diga una frase de amor y probablemente te conteste “Quisiera ser mariposa con alitas de algodón, para entrar en tu pecho y robarte el corazón.” El punto es que los jóvenes de hoy no piensan en amor como algo pasional y sincero, sino como algo divertido y pasajero. Para dejar más clara esta idea, basta tomar como punto de partida dos obras que demuestran el significado de un amor que nunca se debió haber perdido: “Romeo y Julieta” escrita por William Shakespeare y “La sombra del viento” por Carlos Ruiz Zafón. Analizando estas dos obras, se verá que el valor del amor se ha destruido al paso de los años. Comencemos con un fragmento del libro “La sombra del viento”: "Quiero volver a ser un hombre respetable, ¿sabe usted? No por mí, que a mí el respeto de este orfeón de monas que llamamos humanidad me la trae flojísima, sino por ella.". Este fragmento se lo dice Fermín a Daniel. Un personaje que había pasado por una vida llena de horrores, de tragedias y de tristezas. Después de conocer a Daniel se vuelve un hombre nuevo y respetable y, como lo dice, todo lo hace por ella. Vayamos un poco más profundo, donde no sólo el respeto y la galantería importaban, sino la vida misma. Tomemos un fragmento de la famosa obra Romeo y Julieta como referencia: “¿Qué? ¿Ruido? Seré rápida. Puñal afortunado, voy a envainarte. Oxídate en mí y deja que muera.” Julieta murió por Romeo y Romeo por Julieta. Estos personajes ficticios tan solo tenían 14 años, y se puede pensar que es un poco irreal que tan jóvenes hayan muerto por amor, pero como su creador dice: “El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las tonterías que cometen.” Retomando la obra “La sombra del viento” se puede observar a su vez un acto de amor que lleva toda esta obra a una trágica historia. La historia de Julián Carax y Penélope Aldaya, dos jóvenes enamorados viviendo su amor sin importarles el mundo que los rodeaba, separados por una gran tragedia que lleva a ella a su muerte y a él a su fin. Sin embargo ellos nunca se rindieron. Hoy en día, estas obras parecen
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ser tan lejanas de la realidad y tan fantasiosas debido a que todos esos sentimientos, esas pasiones, se han ido esfumando en un mundo material, en un mundo lleno de prejuicios, de apariencias. Tomando como ejemplo un tema de suma importancia en los jóvenes: el sexo. Tiempo atrás, esto era algo que solo se compartía con una y la única persona, algo sagrado. Hoy en día vemos sexo en todos lados: en la televisión, en la música, en nuestro propio círculo de amigos. Me pregunto: ¿cuándo algo sagrado se convirtió en un juego de placeres y diversión? ¿Cuándo los hombres dejaron de ver a las mujeres como damas cual rosas? Como dijo un escritor ¿cuándo dejaron de ser centinelas de su belleza, y explotadores de sus placeres? ¿Cuándo las mujeres dejaron a un lado su dignidad? El amor conlleva una serie de valores que deben estar presentes en todas las personas: el respeto, la honestidad, la dignidad y el cariño. Valores que nunca debieron debilitarse. Valores que no deben de perderse para evitar que con el paso del tiempo no queden más que recuerdos vagos de cómo el amor era el motor del mundo. Valores que nos hagan y recordar que el amor es algo más que “maripositas de algodón”.
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EN NUESTRO PRÓXIMO NÚMERO
Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez
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