REVISTA DIEZ - NÚMERO 53

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Fotografía: Fernando Molinari Revista catorcenal, hecha en la tierra de los cositías con la bendición de Tata Lampo. Editor responsable: Alejandro Benito Molinari Torres Contacto: albemoto@hotmail.com

Comitán, ciudad que habla de vos


DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. CONTENIDO: 3.– EDITORIAL: A lo que no se comprometió. 4.– ZAGUÁN: ARENILLA: Instrucciones para caminar despacio. 6.– PATIO: Las fotografías de la quincena. 13.– DE DIEZ: LAURA. 14.– BALCONES: Desde el cielo una

29.–CORREDORES: Trenzando recuerdos. Autora: Rosa Hortensia Aguilar Trujillo. 36.– SITIO: Una carta de Omar Ruiz Gordillo. 41.– ACTUALIDADES. 47.– TAPANCO. 49.– MOJOL. 50.– DE DIEZ: LAURA.

Laura Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.


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EDITORIAL A lo que no se comprometió

Òscar Eduardo Ramírez Aguilar, presidente municipal de Comitán, rindió su último informe el 16 de diciembre, a las cinco de la tarde, en el Teatro del Pueblo, de las Instalaciones de la Feria. Su lema fue: “Comitán, una ciudad mejor. ¡Compromiso cumplido!” ¿Es Comitán una ciudad mejor? En fomento al arte ¡no! La Dirección de Desarrollo Humano fue la encargada de promover actividades relacionadas con los actos culturales . El Jefe del De-

partamento, Profr. Miguel Ángel Argüello Hidalgo, mostró más deficiencias que hallazgos. Se sabe que lo “que natura non da, Salamanca non presta”. Argüello Hidalgo no supo estar a la altura de la encomienda y decepcionó en su encargo. Sin un programa definido, dicha oficina únicamente llenó espacios para tratar de justificar su existencia. Tal vez el nombramiento de Miguel Ángel fue uno de esos compromisos de campaña que los políticos adquieren. Es una pena que muchos “buscachambas “ van a la cargada en tiempo de campaña, hacen la talacha y luego piden su “hueso”. Es una pena que los presidentes pongan a gente improvisada en tareas vitales. Se sabe que la promoción del arte no es prioridad para los gobiernos mexicanos y el local de Comitán no fue la excepción. Òscar Eduardo tuvo otras prioridades e ignoró este renglón tan importante para el desarrollo sano de su juventud. ¿Óscar Eduardo cumplió con su compromiso? En realidad, en promoción del arte, él nunca se comprometió. No se comprometió porque, por lo regular, los políticos no tienen al arte dentro de sus dones naturales. El aire que respiran contiene otras esencias. Pueden, ¡Dios mío!, vivir sin el cristal majestuoso del arte. ¿Viven?

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ZAGUÁN

ARENILLA Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.


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ARENILLA

Instrucciones para caminar despacio

1.- Acostumbrarse a jugar ajedrez con fichas de dominó (lo contrario no es recomendable). 2.– Imaginar que uno es amigo de la comiteca Lety Bonifaz y que juega al juego de Marcelo Ebrarb. Asistir todos los domingos al boliche y hacer “chuzas” tirándole a Los Pinos. 3.– Escuchar un compacto que tenga todas las canciones de Cornelio Reyna interpretadas por la Filarmónica de Londres. 4.– Pensar la palabra más encanta-

DORA y ponerla a dorar en el horno donde se cuecen los verbos intransitivos. 5.– Beber champaña en un vaso de unisel y un poco de posh en una copa especial para coñac. 6.– Acudir a todas las citas jugando el clásico juego de “gallo, gallina, gallo, gallina…” 7.– Jugar a que la vida es simple y sencilla. Cancelar las neuronas cada vez que se aparezca un tsunami mental. 8.– Creer en el Más Allá, siempre y cuando los del Más Acá prometan que nunca seguirán las huellas que dejemos como prueba de vida. 9.– Solicitar todos los anillos de compromiso y fundirlos. Con el oro resultante mandar a hacer una estatua en honor a La Fidelidad y a La Lealtad perennes. 10.– Revisar todos los cabellos hasta descubrir cuál es el travieso que riega la nieve sobre el saco negro de los que padecen caspa.

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PATIO

Las fotografías de la quincena Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.


DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. FOTOGRAFÍA DE LA QUINCENA ¿Y por qué tenés los ojos tan saltones?

¿No viste el trasero que tenía la chava que se sentó? ¡Ay, Dios, ay, Dios!

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¿Pasto artificial real? Esto sí es un real artificio.

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Disculpe’ste señor cartero, se trata de jugar a que encuentre el número de la casa.

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¿Y no, de casualidad, repara’ste alhajas ortográficas?

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¿Las gracias son por la “compresión” del agua?

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EN LA DIEZ ¡SIEMPRE MANTENEMOS LA CALMA!

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BALCONES

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BALCONES

Desde el Cielo una hermosa Mañana Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.


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Desde el cielo una hermosa mañana

“¡Ya no pueden! ¡Sí podemos! ¡Ya no pueden! ¡Sí podemos!”. Este es el grito de los peregrinos. Son las ocho de la mañana y “las antorchas” acuden al templo de la Virgen de Guadalupe, en Comitán. El atrio del templo está lleno de grupos que esperan su turno para entrar. Las playeras, llenas de polvo y hollín, tienen estampado

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Desde el cielo una hermosa mañana

el nombre de las regiones de donde proceden: Palenque, Chiapa de Corzo, Tuxtla, San Cristóbal, Teopisca, Oaxaca, ciudad de México y muchas más. Una muchacha se sienta y se quita los zapatos, tiene los pies llenos de ampollas. “Hemos corrido toda la mañana”, dice y trata de sonreír envuelta en su cansancio. Al lado de la entrada del templo, tres teporochos están

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Desde el cielo una hermosa mañana

sentados en el suelo. Se pasan la botella de “charrito”. La beben como si fuera agua. Chusy dice que los peregrinos cada vez son más. Paco dice que es reflejo de la crisis que agobia a la patria. El pueblo busca un asidero y lo encuentra en la Morenita. “¡Ya no pueden! ¡Sí podemos!”, es el grito de motivación. ¡Sí, ya pudieron! De hecho están a la puerta del templo, sólo esperan que los grupos avancen. “Agua de piña, agua

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Desde el cielo una hermosa mañana

de arroz, la Virgen María está con Dios”, gritan, sonríen, levantan un pie y se lo soban, se limpian el sudor de la frente con la mano. Quienes llevan la antorcha le avientan pedazos de estopa para alimentar la flama. Los teporochos se pasan la botella. Uno de ellos tiene una gorra con la imagen de la virgen estampada en la visera.

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Desde el cielo una hermosa mañana

Uno de los teporochos dice: “Somos bolos de a peso” y ríe. Mientras los grupos avanzan poco a poco. Algunos peregrinos avanzan hincados. Uno de sus compañeros les coloca cartones a su paso, como si les indicara el camino a seguir. “Manzana, campana, la Virgen nos acompaña”. Otro grupo se une a la fila. “Vamos a bañarnos a tu casa. Yo sé que tu vieja

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Desde el cielo una hermosa mañana no dice nada”, dice el teporocho de la cachucha y el otro dice que sí, que siempre que lleguen con respeto y que lleven algo de comer, “llevemos unas guayabitas”. La calle está llena de gente. Sobre las banquetas están los vendedores con su oferta de tacos de carne asada, tortas, imágenes, veladoras, refrescos, ponche, arroz con leche, tamales de bola y de hoja. Los ana-

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Desde el cielo una hermosa mañana fres compiten con las antorchas con sus lenguas de fuego. Se escucha un coro casi irreverente: “Zeta, zeta, zeta, la Virgen se respeta”. Algunas personas del público cuchichean. Los teporochos dan otro trago a la botella. “En cortina”, dice uno de ellos y como si supiera que los lectores de la DIEZ necesitan una explicación, él abunda: “Me dicen El Cortina porque siempre digo que vamos en corto, en cortina”. Una persona saca una cámara, toma fotografías a los peregrinos que están en el

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Desde el cielo una hermosa mañana atrio, a la muchacha tiznada que lleva la antorcha y al teporocho que bebe. Se molesta. “Es contra la ley tomar fotos. Si no estamos robando. El lunes hablo con el licenciado Cosío, de Gobernación, aquí en cortinas”, dice El Cortinas, pero luego se conforma y dice: “Ahí nos pasan el periódico donde aparezcamos”. Los peregrinos se infunden entusiasmo. Ya cumplieron el cometido. “¡Viva Tuxtla! ¡Viva!, ¡Viva Comitán! ¡Viva!, ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Viva!”. Así toda la mañana. Un grupo tras otro. El padre, en una capilla anexa echa

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agua bendita a los fieles, pero a las nueve se retira. Los fieles siguen llegando, hora tras hora. Quienes salen del templo se sientan en el atrio, algunos dormitan sobre las bancas de cemento, otros, de plano, se tienden en el suelo y el sueño les gana. La jornada ha sido larga. “Ache i, ache a, esta antorcha ya se va”, gritan por un lado, mientras por el otro lado, se escucha: “Ache i, ache o, esta antorcha ya llegó”. Los teporochos se levantaron y se

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fueron. “Vamos a hacer perjuicio, sin robar”, dijo uno de ellos y se guardó la botella, casi vacía, adentro del saco lleno de manchas de grasa y aceite. Pareciera un peregrino que caminó horas y horas desde un lugar muy lejano. Y tal vez sea así. Nadie sabe qué tan largo es el camino que conduce a la expiación. Los teporochos caminan abrazados y uno de

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ellos insiste en llevar guayabitas a su vieja, para que no les diga nada y les permita darse un baño. “¡Ya no pueden!”, se oye el grito. Ya llegaron, ya cumplieron, ¡ya pudieron! Ahora a esperar el próximo año. Su fe les alcanzará para llegar a ese tiempo y a este lugar.

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CORREDORES

TRENZANDO RECUERDOS

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Trenzando Recuerdos Rosa Hortensia Aguilar Trujillo Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.


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Trenzando recuerdos “…Tropezamos con las indias que tejen pichulej, sentadas en el suelo. Conversan entre ellas, en su curioso idioma, acezante como ciervo perseguido”. Balún Canán, Rosario Castellanos.

Recuerdos tejidos con palma real El lunes 6 de diciembre de 2010, tía Piedad, quien vive en La Independencia, me invitó a su casa. Nos sentamos en el corredor para que ella se calentara con el sol, porque dice que sus huesitos ya no aguantan estos fríos. Se envolvió en su chal y empezamos a platicar de cómo era la vida cuando era niña. Tía Piedad nació en 1947, en esos tiempos, los habitantes de La Independencia tenían como trabajo principal la elaboración del pechulej. El pechulej es una rueda de un ancho de dos dedos, elaborado con palma real, con la cual se hacía un trenzado de siete puntas. Según recuerda tía Piedad, hábil trenzadora de la palma, se hacían dos

ruedas, una elaborada con cuatro brazadas de palma y otra con catorce brazadas, ambas con un ancho de dos dedos. La palma real era traída de la Tierra Caliente (Tzintul, Santa Inés, Campana, Santa Martha o de la finca La Trinidad, ubicada donde termina el cerro de Tzimol). Los hombres iban por la palma real que transportaban a lomo de burro o, muchas veces, sobre la espalda. La traían en manojos. La palma real medía, aproximadamente metro y medio; la transportaban verde. Ya en los hogares se rajaban las pencas y se secaban al sol y se lavaba con agua caliente (no muy caliente, porque se corría el riesgo de quemar la palma),

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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. esto último con el fin de suavizarla. El secado llevaba de cuatro a cinco días dependiendo que hiciera buen sol, al cabo de los cuales la palma adquiría su característico color blanco. ¿Y en qué meses hacían el pechulej? “Ay, niña -responde, tía Piedad-, se hacía todo el año, con eso ganábamos nuestro dinero. Todos los días se trabajaba. Las familias completas hacían el pechulej en las casas, sólo en Cuaresma es cuando nos encuevábamos.” ¿Cómo que se encuevaban? Tía Piedad ríe, su rostro se ilumina y sus manos empiezan a trenzar las barbas de su rebozo. “Ay, era bien alegre. En la Cuaresma hacía mucho calor, por lo que la palma se quemaba si se dejaba en los patios, así que nos íbamos a las cuevas a trabajar la palma.” ¿Y en qué cuevas se iban, tía? “En las de aquí de La Independencia. Habían tres, aquí en el barrio de San Fermín (este barrios se ubica en el centro de la población). Se encontraban en las huertas de las casas, ahora ya las rellenaron, pero cuando yo era niña, ahí nos metíamos a trabajar”. ¿Y eran cuevas muy grandes? “Preciso que sí, eran amplias como una sala, medían como unos seis

Sombrero tejido con palma real por seis metros. Ahí trabajábamos unas diez personas, nos metíamos desde temprano. La cueva donde yo iba era la de doña Enriqueta. Entraban puras muchachas, ahí llegábamos las que nos invitaba la dueña. Llevábamos nuestro pozol, frijol y tortillas para comer ahí mismo. Yo, como era yo pue’ niña, cualquiera me daba de comer, y trenzábamos y trenzábamos la palma, hasta las cuatro o cinco de la tarde, hora en que salíamos de la cueva.” Oiga, tía, ¿y como cuántos pechulej hacía al día? “Yo era rete buena trenzando, mi mamá me decía que todavía no caminaba yo cuando ya sabía yo trenzar. En el día hacía yo veinte ruedas. Ah (suspira, tía Piedad), nuestra vida era bien dura, niña, porque en el día lo que se hacía de trabajo era para mantener a la familia. Cuando crecí pos quería yo comprar ropa, porque me hacían burla porque siempre llevaba yo la misma, caso teníamos mucho, en-

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Monedero tejido con palma real tonces, mi papá me daba palma, porque dinero caso tenía, aunque quisiera darme, caso se podía, y con la palma que me regalaba entonces yo trabajaba en la noche haciendo más pechulej, de las ocho de la noche a las dos de la mañana, y para que no nos agarrara la tiricia nos juntábamos varias muchachas para platicar. Mis juntas eran la María y la Trini, y nos turnábamos de casa para no desvelar a las familias. Y así juntábamos dinero para poder estrenar vestido en la feria de San Fermín, el 7 de julio, porque ese es día pue’ de fiesta.” ¿Y dónde vendían el pechulej? “Nos lo compraba gente de Comitán. Mi familia lo vendía con una señora que se llamaba Fidelia.” ¿Esta señora Fidelia venía a La Independencia a comprar? “No, nosotros lo llevábamos. Las familias, cada ocho días, íbamos a Comitán, a hacer la venta de nuestras cosas y comprar lo

que necesitábamos.” ¿Y cómo era el día que les tocaba ir a Comitán? “Nos levantábamos bien tempranito, íbamos por leña y a traer agua al pozo. Aquí hay dos, el Pozo Chilo y el Pozo Tzijunte (el primero se encuentra ubicado a siete cuadras de la iglesia de San Fermín y el segundo a un costado del parque recreativo de La Independencia). Traíamos el agua en cántaros y los que tenían burro, pos en ellos los cargaban. Como cuando era yo chiquita sólo dos vestidos tenía yo, lavaba yo uno y me ponía yo el otro todos los días, entonces, ese día que íbamos a Comitán, me bañaba yo y me ponía mi vestido, el que menos zurcidos tuviera. Echábamos nuestras tortillas, hacíamos nuestro itacate, cargábamos nuestras canastas con lo que íbamos a vender: frijol, maíz, chayotes, cuezas… y maniatábamos la gallina. Metíamos en nuestra morraleta el pichulej y en una bolsa aparte palma lista para trenzar y empezábamos a caminar. Como caminando a buen paso nos llevaba de hora y media a dos horas llegar a Comitán, en el camino veníamos trenzando la palma. Todo el camino quedaba regado de pedacitos de palma

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Trenzando recuerdos que íbamos cortando. Si alguien no sabía llegar a La Independencia con que siguiera todo donde había pedacitos de nuestra palmita ¡podía llegar al pueblo! Los compradores de pechulej nos esperaban donde ahora termina San José Obrero, ahí por donde está un puente. Ahí vendíamos el pechulej, por la rueda chica nos pagaban diez centavos y por la grande de quince a veinte centavos. Una vez que vendíamos el pechulej seguíamos caminando y, antes de entrar a Comitán, hacíamos un alto en los magueyales, ahí hacíamos nuestras necesidades, para no entrar con pendiente al pueblo y ofrecíamos de casa en casa lo que llevábamos para vender, cuando ya habíamos terminado de vender íbamos a comprar nuestra panela, café, sal y jabón de bola o negro.” ¿Jabón de bola o negro? “Sí, era el jabón que usábamos, lo “Pechulej”, reconocimiento que entrega el Grupo ha-cían en Comitán. Lo Recuerdos y Amistad, del Distrito Federal y Chiapas. En el año 2004, Tony Carboney recibió dicho galardón por comprábamos con don Eleuterio Reyes o con “su narrativa costumbrista” don José Ángel Trujillo, eran los jaboneros, lo hacían con cebo de res y le ponían ceniza. Cuando tenía yo como unos nueve o diez años nos empezaron a vender el jabón en polvo Doña Blanca y ya dejamos de usar el jabón de bola. Después de comprar nuestras cosas regresábamos a La Independencia, y ahí veníamos de regreso trenzando, trenzando la palma. Cuando llegábamos de seguro ya teníamos más pechulej para vender en la próxima ida a Comitán; entrábamos cuando ya estaba pardeando la tarde, como a eso de las seis, cansados pero bien contentos por las cosas que traíamos a la casa.”

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Trenzando recuerdos

Pero, ya tiene tiempo que dejaron de hacer el pechulej, ¿verdad, tía Piedad? ¡Ah, sí, niña! Ya tendrá unos treinta años. Es que dejaron de comprarlo pue’. Y cambiaron los tiempos, se acabó la palma real, ya no hay como antes. Ahora todavía algunos lo siguen haciendo, pero ya son muy pocos y la palma que se usa es la palma chica. Mi suegra todavía lo hace, pero ya es muy difícil conseguirlo. Era bien alegre ir a vender el pechulej. A mí me tocó todavía que me llevaran en carro, porque en ese tiempo caso había tantos como ahora. En 1965, creo yo, fue que uno de aquí de La Independencia tuvo su carro, era una camioneta. El señor era tío Mingo. Yo me subí dos veces a su carro, porque cobraba un peso por el viaje y dos veces me di el lujo de ir a vender mi pechulej en su carro.” Tía Piedad suspira y se queda en silencio, mientras sus manos que han trenzado todas las barbas del rebozo, ahora, afanosas, trenzan sus cabellos. Me despido de ella y ahí se queda, trenzando, trenzando sus recuerdos, mientras los rayos de sol iluminan y calientan su frágil cuerpo.

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SITIO

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Una Carta de Omar Ruiz Gordillo Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.


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Como nada, el año termina. Inician los preparativos para reunirse con la familia, para añorar a los que no vendrán y para orar por los que ya no están aquí junto a nosotros. Detesto la navidad, esa que se ha vuelto consumista, en la que todo se reduce a hornear un pavo, comprar regalos, vinos, y a preparar habitaciones para los que vienen. Añoro esa navidad en que, junto a mi madre y hermanos, hacíamos "hojuelas", juntábamos ramitas para hacer "arbolitos" del nacimiento

y comprábamos carneritos de algodón para sustituir a los que ya tenían sólo una o tres patas. Con ternura desempolvábamos a los animales, como el burro y el buey, o el elefante, el caballo y el camello que nunca distinguíamos porqué tenía una o dos jorobas. Recuperábamos el "pasto o lamita" que habíamos guardado sobre piedras y regado todo el año, arrastrábamos macetas para darle al nacimiento una forma de pueblito: nada que ver con el lugar donde nació Cristo, pero era nuestra

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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. particular forma de festejar que tuviese un año más. Y era un orgullo "cargar" al "niño Dios". ¡Vaya que si no era uno feliz! Añoro el hecho de que "El viejito de la noche buena" (hoy expuesto en Sears, París Londres, Coopel, lleno de nintendos, Blue toos, etc.) nos trajera un solo regalo, uno solo, uno... había muchos niños en el mundo como para pensar que nos podría traer dos o más... y no importaba que fuese un camioncito, una muñeca a mis hermanas o una pistola igual a la de "Roy Rogers" (no por eso me volví "bélico"). El nacimiento y navidad eran hechos en familia, había valores. Ahora los hay, pero a veces escucho cómo en las familias les da vergüenza dar gracias a Dios por la comida, o les da pena ponerse de pie y cantar el Himno Nacional, o ceder el asiento a los mayores... en fin, ese es otro tema. Será por eso que la navidad, ahora, no me gusta como se celebra. Claro, por favor, eso no quiere decir que no me guste que mi familia se reúna. Me gusta ver a mis hijos, a mis amigos; desearles lo mejor para el año próximo, desearles que tengan salud, aunque a mis amigos ya les duele el cuerpo como a mí y lo achacamos a que hicimos ejercicio durante más de 10 minutos; me gusta desearles que tengan tranquilidad, lo cual es el mejor deseo hoy en día; y desearles que tengan trabajo, el que sea ¡pero que tengan trabajo!... y que lo hagan a conciencia, bien hecho, alegres, dando el ciento por ciento de cada uno. Hace años teníamos la grata costumbre de enviar tarjetas de navidad, idílicos paisajes con arbolitos, con nieve (nunca he visto caer nieve, pero se disculpa, somos de tierra templada). Hoy en día ya no se envían tarjetas, es más, quise enviarlas pero ya no tengo las direcciones postales (los empleados de correos mexicanos se lamentan de que sus servicios y empleos están por desaparecer) pero tengo todas las direcciones virtuales, es decir, de correo por Internet. Así que amigos, hermanos, primos, prometo enviarles una idílica postal virtual. Prometo no tener mala cara cuando sea el intercambio de regalos y de abrazos y de deseos de "una feliz navidad y próspero año nuevo"; pero recuerden que, para mí, siempre será preferible recordar que los quiero y que, en tiempos como estos, me acuerdo y doy gracias a Dios, sea cual sea su nombre y aspecto (puede ser Buda, Cristo, una estrella, el sol, una flor, el silencio, el sonido, etc.) por tener

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su amistad y su cariño. Aunque siga añorando mis felices años de niñez y el nacimiento y las hojuelas y rezar el rosario a Cristo y gritar vivas por su nacimiento. Los estima, o los quiere, según les quede el saco... Omar

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A C T U A L I D A D E S

La poeta María Luisa Macal García presentó su poemario El pulso de la vida en el Centro Cultural Jaime Sabines, de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.


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A C T U A L I D A D E S

COAPAM celebró el Segundo Concurso Regional de Oratoria “Una reflexión por el agua”. Alumnos de educación secundaria participaron en dicho acto, celebrado en el Teatro de la Ciudad. El primer lugar fue para el representante del municipio de La Trinitaria, el segundo lugar correspondió a la representante del municipio de Las Margaritas, y el tercer lugar fue para la representante del municipio de La Independencia. El cuarto y quinto lugares correspondieron a representantes del municipio de Comitán.

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A C T U A L I D A D E S

El Centro Cultural Rosario Castellanos presentó una muestra de los avances logrados en los talleres de Danza Regional y Música. En el atrio del templo de Santo Domingo actuó el grupo de danza y en la Casa Museo Dr. Belisario Domínguez actuaron los estudiantes del Taller de Música. En la foto de la izquierda: la Directora del Centro Cultural Rosario Castellanos y el Maestro Titular del Taller de Música.

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A C T U A L I D A D E S

La Academia de Música de la Maestra Lucía Martínez presentó un concierto en el Teatro de la Ciudad. Los asistentes disfrutaron de una velada inolvidable.

Programa radiofónico “Crónicas de adobe” - XEMIT—Comitán. En la emisión del martes 14 de diciembre, participaron: Tony Carboney y Elvira Hernández. La primera, en su Serie de Personajes Inolvidables, habló acerca de doña Virginia Pérez Rojas (Virginita, la inyectadora) y de doña Ana María Román (la Maestra Anita); Elvira invitó a un maratón artístico a celebrarse en el auditorio del Centro Cultural Rosario Castellanos, para recaudar juguetes en beneficio de niños de comunidades rurales. En la foto: Tony, Enrique Guzmán Monzón (conductor de IMER) y Elvira.


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A C T U A L I D A D E S

La comunidad del Colegio Mariano N. Ruiz realizó la tradicional peregrinación al templo de Guadalupe. En el parque central se dieron cita los grupos que salieron de Quijá, Los Sabinos y San Sebastián.

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TAPANCO

Tony Carboney posee una libreta donde un amante de la poesía copió una serie de poemas. Acá compartimos algunos poemas de Rodulfo Figueroa, que copió con esa letra maravillosa que usaban a principios del siglo XX.


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MOJOL

Fotografía de Ángel Gabriel Penagos Gordillo

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Tenemos una

voz única, porque hablamos de

vos

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¡Siempre estamos por encima! Nos vemos en el 54.

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