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Revista catorcenal, hecha en la tierra de los cosit铆as con la bendici贸n de Tata Lampo. Editor responsable: Alejandro Benito Molinari Torres Contacto: albemoto@hotmail.com
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Comitán, ciudad que habla de vos
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. CONTENIDO: 3.– EDITORIAL: 2011, año de bendiciones. 5.– ZAGUÁN: ARENILLA: Con la luz en las manos. 10.– PATIO I: Exposición de Remedios Varo, en Comitán. 17.– DE DIEZ: ISABEL 18.– PATIO II: Fotografías de la quincena. 24.– BALCONES: Casa de Citas. Autor: Héctor Cortés Mandujano. 33.– CORREDORES: El Centro de Comitán. 55.– SITIO: De Quincho. 59.– ACTUALIDADES. 63.– TAPANCO: Con broche de oro. 64.– MOJOL. 65.– DE DIEZ: ISABEL
Isabel
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EDITORIAL
2011, año de bendiciones
¿Se vale soñar despierto? En tiempos de violencia, de irresponsabilidad, de desidia, de mediocridad y de desesperanza, ¿se vale soñar en un país diferente? ¿Se vale creer que Comitán merece un proyecto editorial diferente? ¿Algo que tenga un color diferente al rojo violento con el que acompañamos el desayuno de todos los días? ¿Es posible decir a nuestros niños y a nuestros jóvenes que la sombra la genera la luz? Si la luz está presente en nuestro cielo y en el corazón de la mayoría de comitecos, ¿por qué el desánimo nos ata? ¿Por qué no advertimos que si a los niños y jóvenes les enseñamos a sembrar niebla cosecharán pesadillas? Hace un año soñamos con este proyecto y hoy, en el umbral del 2011, llegamos al número 55. El interés de nuestros lectores y la colaboración generosa de amigos escritores y de las chicas de DIEZ nos permiten ser ya ¡una realidad! Somos casi casi perfectos. Hemos roto con el paradigma de viejo profesor que advertía: “El diez es para Dios, el nueve para el Maestro y el ocho para el alumno”. Con humildad hemos sacado, cada semana, un maravilloso y redondo ¡DIEZ! Comitán no merece menos. A las nueve estrellas que conforman su cielo, ahora se agrega la certeza de ser un pueblo de DIEZ. Mientras Dios lo permita DIEZ será este sueño con ojos abiertos. En enero de 2010 vislumbramos el rumbo, ahora sabemos que estamos en la senda correcta. ¡Queremos lo mejor para nuestro pueblo y nadie nos desviará de la ruta!
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ZAGUÁN
ARENILLA
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ARENILLA
Con la luz en las manos
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ARENILLA
Con la luz en las manos Nora me preguntó hace años si me gustaba la luz negra. ¡No!, le dije. Siempre he creído que la luz debe iluminar, por esto, me gusta la luz blanca, por encima de las luces de colores y, por supuesto, de la luz negra. Fernando tiene en sus manos el prodigio de la luz, de la luz blanca, del blanco del yeso que luego toma el color de la pátina del bronce y del tiempo. En sus manos está el caldero donde la luz juega escondidas con las sombras. Fernando tiene manos grandes, manos acostumbradas a manejar la cuerda con que se amarran los toretes en el rancho; manos acostumbradas a manejar el manubrio de la moto Harley-Davidson. Pero cuando, como él dice, le nace el
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ARENILLA deseo del arte, pone “manos a la obra”, esculturas que, al principio poseen la blancura del yeso, de la luz (¡de la luz blanca!). Fernando Armendáriz es un artista escultor comiteco y, en la actualidad, pasa una parte del año en Comitán y otra en Cuernavaca, ciudad donde vive Gaby, su hermana. Si alguien le pregunta a Fernando por qué parte de su tiempo lo dedica a la escultura, él, como si nombrara al mundo dice que busca el arte porque es el
Con la luz en las manos “encuentro de la estética con la ética. Las dos buscan los principios que dan civilidad”. Fer es un convencido de que los seres humanos debemos estar “cerca de los principios que elevan el espíritu”. Por esto el artista siempre está pendiente del llamado. Trabaja únicamente cuando el deseo aparece, “porque si se vuelve obligación dejas de ser tú y te conviertes en otro”. A Fer le gusta ser él, cuando conversa busca las palabras exactas, deja que la pausa se columpie en la hamaca. Hay algo como un instinto de encontrar la palabra justa. Está contagiado por su oficio, ya que la escultura busca la sustancia exacta, aquélla que a la pieza la hace única. La obra de Fer, sobre todo, está en colecciones particulares; pero hay algunas obras que están expuestas en espacios públicos, y que son bustos de personajes importantes de Chiapas. Un busto de Salomón González Blanco, ex gobernador de Chiapas, está expuesto en el Salón de Actos, de La Trinitaria; asi-
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. mismo, en fecha reciente, el busto que realizó de don Eduardo L. Tovar Armendáriz fue colocado en la entrada del nuevo hospital de Comitán. Fernando estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, en la ciudad de México y, como todos los artistas, ha recorrido un camino lleno de piedras. Cuenta que hace años, cuando hicieron la remodelación de la Casa de la Cultura de Comitán, él presentó a Roberto Fuentes Domínguez, presidente municipal, el busto -en yeso, todavía– de Patrocinio González Garrido, quien era el gobernador de Chiapas y había ordenado dicha remodelación. Fernando hizo antesala y cuando entró a la oficina de Roberto Fuentes, él vio de lejos la pieza y, serio, dijo: “Tiene un aire”. Roberto ignoró la propuesta. Pero Óscar Bonifaz conoció la pieza y, de inmediato, dijo: “La quiero para mí”. A partir de ahí, la historia tomó un rumbo diferente. El día de la entrega de la remodelación, Bonifaz colocó la pieza en el centro del escenario del teatro de la Casa de la Cultura. Hubo los discursos de rigor y, al final, Oscar había preparado una presentación muy a su estilo. A una orden de Bonifaz las luces del teatro se apagaron, el telón se abrió y una luz cenital iluminó la escultura en yeso. Doña Patricia Ortiz Mena, esposa de Patrocinio, se puso de pie y aplaudió. Para Fernando ese fue un instante mágico. Roberto Fuentes seguía sentado en un asiento donde la penumbra lo cobijaba. Roger Grajales, quien era Presidente del Congreso Local, le dijo a Fernando que pasara a su oficina, ahí le encargó hacer la obra en bronce. La pieza fue regalo de cumpleaños y, Fernando cuenta, el ex gobernador la tiene en la sala de su residencia particular. Si Nora conociera la obra de Fernando, estoy seguro que coincidiría conmigo en que la mejor luz del universo ¡es la luz blanca!
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PATIO I
Exposición de Remedios Varo, en Comitán Comitán, ciudad que habla de vos
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¡Uf, cuánto estambre tenés en tu corazón! ...y también tengo bolas de estambre.
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. ¡No, no, ya lo dije! ¡Vos y tus compas pagan doble si quieren que yo les corte el pelo!
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. ¿Sabe a tierra mojada mi piel? ¡No, no! ¡Hmmm, tiene un sabor como de salvadillo con temperante!
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¡Listo!… ¡Listo!... …¿Y ahora cómo le hago para hacer viento?
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Cuando me dijeron que la lectura me haría crecer, ¡nunca imaginé esto!
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En la DIEZ ¡la tierra nos queda chiquitía! Siempre vamos por más.
Isabel Comitán, ciudad que habla de vos
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PATIO II
Fotografías de la quincena Comitán, ciudad que habla de vos
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¡Ya, ya, lo que pasa es que ustedes no tienen idea de cómo están de caras las “eses” en Comitán!
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Bueno, bueno, hay bendiciones que son humanas.
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Es que esta es una caravana que viene desde Guatemala; es decir, un país bana-nero.
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Pucha, sí así está la nueva generación, ¿cómo estará la vieja? ¡Uf!
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¡Ay, Dios mío! ¿Cómo evitar la depresión ante la lectura de esto?
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BALCONES
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CASA DE CITAS
Los hijos de mis amigos
Héctor Cortés Mandujano
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CASA DE CITAS Los hijos de mis amigos En el Centro Cultural del Bosque, en el D. F., hay varios teatros. En el Julio Castillo se presentó mi obra Acteal, guadaña para 45. El lunes 4 voy, con mi amigo José Antonio Aguilar Valdez, al Galeón del mismo Centro. Se presenta Ensayo sobre débiles, de Alberto Villarreal. Texto y montaje me encantan. La obra es compleja y apunta la doble humanidad de los actores: personas y personajes. Por momentos detienen la acción y se dedican a ver en silencio al público, como si nosotros fuéramos también los que estamos actuando. Luego de varias alusiones a quienes pagamos por ver, nos involucran en decisiones cruciales. Una actriz dice a un viejo en escena que siempre lo ha amado y eso basta para que la empiecen a juzgar y pidan al público que vote para decidir a quién de los dos se expulsa del teatro. “El amor es algo serio y esta obra no se trata de eso”. Los dos personajes se defienden, nos argumentan razones. Se va la mujer. Otro de los personajes dice algo que suponen los demás actores una mentira (es decir, si se nota que miente, está actuando mal) y piden al público, otra vez, que elija al peor actor o actriz de la puesta. El público vota y fusilan a tomatazos a la actriz. Reparten tomates para los que quieran participar en el fusilamiento. Varios lo hacen. Se expulsa a uno más de los seis. Vuelven todos, casi al final, y se sientan lo más cer-
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. ca que pueden de la primera fila; nos dicen que la obra terminó y que quieren (en función de una de las líneas del texto) hablar como personas, contarnos algo que ha sido importante para ellos. Es la hora de las confesiones. Público y actores, como en una reunión de amigos, desgranan sus confidencias. Varios lloran. *** Pável Aguilar, hijo mayor de José Antonio, es director de cine. Recién egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica participó en un proyecto donde tuvo que viajar a Alemania. Allá, por distracción en una tienda (se movió de un lugar a otro y en un inicio creyeron que intentaba no pagar), fue detenido. Pensó que se trataba de una confusión, pero el asunto se volvió más serio. Lo llevaron a la cárcel. Le informaron, después, que su nombre era el de un delincuente asociado a múltiples delitos. Pável, una vez libre, decidió encontrar a su doble. Ese es el argumento de su primer trabajo cinematográfico, un documental que tituló ¿Quién soy tú?, que obtuvo apoyo de instituciones mexicanas y alemanas; hablado en cinco idiomas (español, inglés, alemán, kunkaak y náhuatl), ha participado en varias muestras internacionales. Saludo a Pável y mientras él trabaja, con Ceci, yo disfruto de su filme que recorre marchas de inconformidad en varias partes del mundo; da voz a muchas personas que luchan por lo que consideran justicia, verdad, y se asoma al estro de los seres humanos, él como muestra, que buscamos nuestra verdadera identidad. El periplo, como en el Ulises
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homérico, termina siempre con uno mismo. Hay inteligencia, agudeza, creatividad y hondura en el trabajo de Pável. *** Cecilia Vázquez Rubio, esposa de José Antonio y querida amiga, es historiadora, gran anfitriona e interminable conversadora (lo digo con conocimiento de causa: yo no canto mal las rancheras). Con ella vamos al Julio Castillo a ver mi obra Acteal. Curiosamente ella y José Antonio (esta vez él no pudo ir) vieron la puesta anterior, en 2006, en Casa del Lago de la UNAM. Me lo recuerda cuando al final hace comparaciones. Lo primero que llama la atención en esta puesta (dirige Irving J. Fuentes Jiménez, de Quintana Roo; produce Carlos Ariosto Alonzo Gordillo, de Chiapas) es la enorme cruz que gravita sobre el escenario. Me sorprende la juventud del elenco y la conversión de algunos de mis textos (pensados y escritos como canciones) a rezos. La puesta trascurre sin tropiezos y al final el regalo es que el público aplaude tanto que el elenco, luego de recibir los aplausos de cierre, tiene que volver a salir para de nuevo agradecer porque los espectadores no cesan de aplaudir. Director y actores lloran de emoción. Ceci me dice que esta puesta (la de UNAM fue con actores profesionales y dirigida por un director de prestigio) le gustó por su sencillez, por su honestidad. Vamos a felicitar al elenco y se los dice, lo que los emociona más. El departamento de José Antonio y Ceci está en el onceavo piso de un edificio en la colonia Del Valle.
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. En la mañana, desde allí, calles, casas y edificios parecen una maqueta. Cuando regresamos del teatro, en la noche, José Antonio nos tiene algo preparado. Nabani, hijo de José Antonio y Ceci, es estudioso y practicante del violín desde niño. Ahora tiene 18 años y es ya un seguro joven que no sólo estudia violín clásico; también ha recibido reconocimientos por su maestría en la ejecución de sones huastecos. Canta muy bien, además, y tiene un ángel increíble. Pues Nabani, José Antonio (quien toca la guitarra y hace primera o segunda voz) y Ricardo han formado un trío que hace presentaciones regulares. Esta vez, para celebrar el éxito de la puesta y la felicitación que un riguroso maestro dio a Nabani, nos dan una serenata de lujo. El enorme ventanal muestra las luces de la ciudad como si fueran estrellas caídas. *** Tobías es el perro de mis amigos. Es pequeño, rechoncho y tiene cara de bondad. Es amoroso y toma mis pies como si fueran un lecho inmejorable. Yo leo en estos momentos (me llevé el libro de viaje) Flush, una biografía, de Virginia Woolf, que coincidentemente trata de un perro. Su dueña, la poeta inglesa Elizabeth Barret, aparte de una serie de menciones en cartas (en las que basa la Woolf su historia), le escribió un poema. José Antonio es inteligente, culto, sensible, humano y de una enorme modestia. Sus logros
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profesionales son muchos, su escritura es envidiable, pero él normalmente desestima todo y, casi sin excepción, no se reconoce méritos. De las buenas y malas bestias que lo habitan, sigo uno de sus textos, sus preferidas “son las tristes e inconformes, las que persisten en la derrota”. Cuando canta con Nabani (lo han hecho en mi casa, en Berriozábal) es capaz de improvisar versos simpáticos de métrica perfecta; escribe sonetos de estructura irreprochable y hasta hace poco comenzó a escribir versos libres. Me dio a leer varios de sus textos. Reproduzco aquí el que le escribió al tierno Tobías:
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. Congoja En el viejo país de la Muralla, era señal de gusto exquisito obsequiar un cachorro de perro pug. Multum in parvo: Mucho cuerpo en espacio exiguo, un pug es un bulldog enano, un chihuahua atrapado por Botero. Los ávidos europeos secuestraron retoños de esa canina estirpe que ahora puebla todo el orbe. En mi casa sin muralla y de gusto inexpresable, donde la malicia merma, preside un pug de raza pura: Tobías se tensa y se relaja como yogui experto, desdeña sereno las ofensas y endulza el tiempo y el espacio con su apacible mirada. Con sólo su presencia nuestros furores se apagan y la vida ríe. Le pregunto aterrado: ¿Qué va a pasar cuando nos faltes? Él sólo ondea su cola… ***
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Joel Salazar Mendiguchía y García es médico e hijo de mis queridísimos Nelson (mi tocayo) y Yarith. Está haciendo su especialidad en Barcelona, España, en el Hospital Bellvitge (en catalán parece que significa Buena vida), al que solamente ingresan tres cardiólogos por año. Joel ingresó allí compitiendo con diez mil médicos, en su mayoría europeos. Está cursando el cuarto año de especialidad en cardiología (son cinco) y ya tiene oferta formal para trabajar en Bellvitge al terminar su residencia. Ha publicado estudios en la European Heart Journal, una de las revistas cardiológicas más importantes de Europa, pero lo que tiene henchidos de emoción a mis amigos es que Joel participó el 18 de octubre en el Congreso Mundial de Cuidado Cardíaco Intensivo (Acute Cardiac Care 2010) que se celebró en Copenhague, Dinamarca, con el tema Acute aortic syndromes: Experience in a third-level hospital (Síndromes aórticos agudos: Experiencia en un hospital de tercer nivel). Visto está que yo, más que amigo de mis amigos, debiera ser hijo. A ver si algo se me pega.
Contactos: hectorcortesm@hotmail.com
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CORREDORES
EL CENTRO DE COMITÁN
Tomado del libro: “Barrios de Comitán”, publicado en 1999. Autores: Luis Felipe Gómez Mandujano, Olga Alicia Montejo Baeza, Guadalupe García Gómez y Alejandro Molinari Torres.
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. Colgada sobre mohosa pared puede verse una foto en donde se aprecia cómo era antes el centro de Comitán. El pedazo de papel conserva la memoria. En él logra percibirse un tradicional día de mercado, con los improvisados puestos en donde se ofrece la mercancía. Uno puede imaginar esos puestos llenos de colores. Se escuchan los murmullos de los vendedores y compradores. Existe una mezcla de trajes: unos muy bien cortaditos, que son acompañados con finos sombreros; los otros son humildes vestimentas de manta, que son acompañadas con sombreros de sencilla palma. La mezcla social advierte que ese “tachilgüil” es la parte viva de Comitán. La foto es de principios de siglo. Existe una hermosa confusión de lenguas: el tojolabal se alía con el castellano y produce un particularísimo dialecto que otorga personalidad a este pueblo, el cual, aún hoy, sigue mezclando esas hermosas joyas dialectales que nos heredaron los antiguos. En el corazón y en la memoria de cada uno de los habitantes de Comitán, podemos percibir un sabor y un olor de dulce matiz que hablan de vos. El vos ha sufrido cambios. Como todos los signos del mundo, el voseo ha cambiado; en ocasiones, estuvo trepado en las más altas categorías lingüísticas: era trato de príncipes, pues resulta de una degeneración del vois castizo. Es de imaginarse a los primeros españoles que pisaron estas benditas tierras, allende el mar, hablando de las maravillas que se presentaban ante sus ojos: “¡¿Habéis visto cosa más fermosa en la vida, Señor mío?!”, “¡No, vois tenéis razón!, ¡esto es como el Paraíso!”.
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. De ahí lo heredamos. Como los comitecos tenemos el gusto por conservar nuestros principales afectos, continuamos usando el vos; a tal grado que, cuando en otras latitudes de América se ha sustituido por el tú, en Comitán seguimos tercos y empecinados en hablar de vos, hasta hacer de ese arcaísmo una esencia más viva que la propia sustancia. En algún instante, no consignado aún por la historia, el vos se volvió despectivo. Entonces, los caxlanes lo emplearon para dirigirse a los indios de las fincas. La frase “¡Limpiame los zapatos, vos!”, se ha de haber escuchado en muchas casas de los comitecos ricos. El voseo bajó de su sitio de honor y se pegó un trancazo en el suelo, que lo lastimó en su orgullo; pero, con pomadas y ungüentos, logró sanar sus heridas y pervivir, gracias al aval que otorgan las cosas valiosas que se conservan en la clandestinidad. Hubo otro instante, tampoco consignado por la historia, en que el voseo volvió a subir de escalón y se volvió un vocablo amistoso, el cual era utilizado en el trato que se dispensaba a los más íntimos. Así, el muy apretadito vos del principio y el vilipendiado vos se convirtieron en un afectuoso vocablo de verdadero pueblo. Entonces, por todo Comitán, se oyeron los apreciadísimos voseos que, al igual que los sonidos de las marimbas, llenaban de luz a este hermoso cielo que nos cobija: “¡Miralo, vos, qué cosa más chulita!”, “¡Vení, vos compa, vonós a meternos una nuestra macharnuda!” El vos se convirtió en símbolo de unión; se volvió un ritual, en donde los oficiantes eran miembros de una misma religión, la más importante del mundo, al menos para los comitecos: la de saberse parte fundamental de este pedazo de cielo vuelto tierra. Ahora, son tiempos de globalización y, por ende, de caos. Ante el bombardeo
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. cultural que propugna por nuevos modelos de desarrollo, los comitecos hemos entrado a una etapa de crisis. No sabemos qué hacer con ese vos que ha permanecido en nuestros patios, durante tanto tiempo, luchando con todas las eventuales modificaciones que los tiempos le han querido imponer. Dudamos, como en clásico chiste. Los viejos ya han olvidado para qué servía; por su parte, los jóvenes, cuando por casualidad o por milagro lo encuentran en la sopa de letras, no lo reconocen y, alarmados, piensan que es un gorgojo lingüístico que afea la sopa. Lo bueno es que algo tan fuerte no puede ser cancelado. Algún día, ojalá pronto, nos será dada la ventana del reconocimiento y podremos convertir a este voseo en algo tan digno, como, por ejemplo, los argentinos han logrado hacerlo. Mientras tanto, seguimos en la búsqueda del hilito de Ariadna, que nos permita salir de este laberinto en que nos hemos metido. Para comenzar, preguntaríamos: ¿Cómo debemos nombrar al centro de la ciudad? ¿Es un barrio? ¿Hay que decirle Santo Domingo, El centro o Centro Histórico? Al corazón político, social, comercial y religioso de Comitán, de alguna manera hay que llamarlo. Pareciera contagiado de los innumerables cambios que el propio nombre de la ciudad ha tenido: Santa María de Comitán, Balún Canán, Chonab, Comitán de Domínguez, Comitán de Las Flores... más los que se acumularon en tiempos de la Colonia y de la Independencia. Y si no decimos en estricto orden cronológico los nombres que ha ostentado Comitán, es porque, acá, el orden de los factores no altera el producto. Lo que importa decir es que Comitán ha sufrido una serie de transformaciones en su apelativo y que el centro de la propia ciudad no tiene una denominación específica.
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¿Quién otro podrá confundir el nombre del barrio de San Sebastián? ¿Se atreverá alguien a llamarlo con otra denominación? Nadie. ¿Cómo se oiría que alguien dijera: “¡Vonós al barrio de está cuajado el ‘chulul’!”. “¡Nos vemos en el barrio del parque de la Corregidora!”? Cualquiera tendría el derecho de poner la cara de: “¡¿Te sentís bien?!” Sin embargo, muchos nombres se usan para referirse al lugar en donde está asentado el Teatro de la ciudad Junchavín, la Casa de la cultura (con su auditorio Roberto Cordero Citalán) y el templo de Santo Domingo (con su salón adjunto Lino Morales); para referirse al sitio en donde están las esculturas en bronce del comiteco Luis Aguilar, premio internacional Rodin (esculturas que ya el ingenio comiteco bautizó como “Las dos Lolas”, en una primera lectura muy aldeana, pero lectura, al fin). En fin, para nombrar al sitio en donde la mayoría de Presidentes ha encontrado lugar propicio para realizar perversiones menores y cambiar (quién sabe cuántas veces), el kiosco del parque; para nombrar al espacio en el que muchas parejitas, que hoy son matrimonios logrados, se citaron para darse un beso, escondiéndose de la mirada inquisidora de esta inquisidora sociedad comiteca. “¡Nos miramos en Santo Domingo!”; “¡Al Caralampio lo encontré en El centro!”; “¡Mi restaurante está instalado en el Centro Histórico de la ciudad!”. No hay problema, todos sabemos que nos referimos al mismo lugar; y como “al lugar que fueres haz lo que vieres”, no hay necesidad de proponer que eso se norme y que exista un nombre oficial, porque seguro que la fuerza de la costumbre obligaría a cancelar un decreto de tal naturaleza, para emitir uno nuevo que dijera: “¡Las autoridades hacen saber a los ciudadanos que, a partir de esta fecha, todos podrán utilizar los nombres que han seguido empleando para referirse al espacio en donde está asentado el Pasaje Morales!”.
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. Así que, sin más argüendes, hacemos mención del lugar privilegiado en donde, en algún tiempo, se erigió la que después fue conocida como La manzana de la discordia y en donde, sobre sus ruinas, se construyó la actual plaza, con su fuentecita y toda la cosa. Los miembros de la Generación del cambio, la generación del cincuenta, de cuando se inauguró la carretera panamericana (hecho que obligó a Comitán a suspender su imagen de cándida provinciana y a adoptar un modelo híbrido de dudoso desarrollo), recuerdan que, en donde actualmente está la plaza, había un pequeño parque que tenía el piso de mosaicos pintados de amarillo y rojo. En un extremo del parque estaba un hemiciclo que recogía el agua que expelía las fauces de un león, mismo que, ahora, puede verse en El tanque de los caballos, con unos lentes azules, agregados por un anónimo artista comiteco de la pintura en “spray”. En La manzana de la discordia hubo grandes negocios que están instalados en la memoria de muchísima gente. En primer lugar, habría que mencionar a la dulcería “ARA” que, como sus iniciales indicaban, pertenecía al señor Arturo Rivera Alfaro. Esta negociación tenía la particularidad de abrir sus puertas a las nueve de la mañana y de cerrarlas a la una de la mañana del día siguiente. Cuando todos los negocios ya habían concluido sus actividades, la dulcería y tabaquería “ARA” seguía, como una luciérnaga, iluminando los portales que daban al frente del parque. Otro lugar muy famoso, sobre todo entre los aficionados a la hora del amigo, era el bar “El rincón brujo”, que era atendido por don Higinio Torija, quien luego se olvidó de todo embrujo y abrió una negociación a la que bautizó como “Cancún”. Esto lo hizo, probablemente, por cuestiones de mercadotecnia, ya que sus
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. clientes se sentían más importantes al mencionar que su borrachera del día anterior la habían agarrado en Can-cún. Ya que estamos hablando de los famosos centros espirituosos, que tanta y tan bien ganada fama han dado a Comitán, no podemos dejar de mencionar la cantina de Tío Tavo, el creador mundial de las famosas macharnudas, mismas que, en su laboratorio del Dios Baco, preparaba con puntualidad de cronómetro inglés; de tal suerte que el bebedor sentía la patada del efecto del trago, en el momento justo en que llegaba a la cantidad de cuadras que había indicado. Al momento en que el cliente solicitaba una macharnuda, Tío Tavo (menos conocido como Octavio Penagos), preguntaba: “¡¿De cuántas cuadras, mi hermano?!”, y, de acuerdo con lo solicitado, dosificaba las cantidades de la bebida emboladora. De igual manera, era famosa la botana que preparaba, porque era todo un ritual que los comensales llevaban a efecto en pequeñas mesas de madera; luego de consumir los brevísimos pedazos de chicharrón y las pequeñas rodajas de butifarra (mismas que eran cortadas con una hojita de rasurar y que, de tan delgadas, se volvían translúcidas), los compas tenían que irse pasando el platito, de donde sorbían el caldito sobrante. Don Tavo fue protagonista principal de la Época de oro de la cantina comiteca. Probablemente, las butifarras que utilizaba para su botana las adquiría en la tienda de doña Vito, señora que también por ahí tenía su negociación y que preparaba unas butifarras de antología. Acá está otra prueba de sincretismo, porque las butifarras no son más que herencia de la cocina española. Uno podría ir dando vuelta a toda esa manzana y, con ello, completar un hermoso catálogo de parte de nuestra historia, porque el centro de la ciudad se convirtió, desde los primeros tiempos, en la zona comercial por excelencia; además, vivir en las proximidades del parque hablaba de que uno era gente de la mejor estirpe social. Ahí
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. se concentraba la mayoría de los nombres y apellidos ilustres de la ciudad. Los grandes finqueros tenían residencias en el centro de Comitán. No era difícil encontrar, en El centro, casas tradicionales, aunque éstas eran de las linajudas: verdaderas joyas arquitectónicas que hablaban de la riqueza de sus moradores. Una casa de rico tenía grandes balcones en la fachada; en uno de sus extremos, una hermosa puerta de madera, la cual era el dintel para el zaguán que se abría al patio central, mismo que, generalmente, estaba lleno de plantas y era circundado por cuatro corredores, los cuales alojaban las habitaciones. Poseer una casa de cuatro corredores significaba que se era dueño de una gran fortuna. Uno se instalaba en el centro del patio, abría los brazos y, en los cuatro puntos cardinales, extendía la mirada a través de bellísimas arcadas de madera de cedro, orladas con frescas colas de quetzal y uno que otro tanate con orquídeas. Y para corroborar que en El centro vivía la gente de caché, la peluquería de mayor abolengo estaba instalada en sus inmediaciones y era atendida por don Pepe Meza, quien, como famoso torero, cortó las más dignas monteras de los pobladores ricos de este pueblo. Un poquito más allá de la peluquería de don Pepe Meza, estaba la peluquería del señor Coello, pero ésta era para gente de menor alcurnia; ahí, alguno que otro piojo debió haberse colado. Como los ricos no sólo tenían necesidad de un buen corte de pelo, sino, también, de lucir un finísimo traje, en El centro estaba instalada la sastrería de más fama. El Pierre Cardain de Comitán era don César Solís, quien se encargaba de vestir a los potentados de Comitán, utilizando las más finas telas inglesas. Ya con el traje bien probado, los ricos visitaban la sombrerería Siliceo, en donde les arreglaban sus finos sombreros de lana; finalmente, iban al taller de don Adolfo Macal a que les revisaran sus relojes de leontina.
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Había de todo. Una negociación importante que adornó La manzana de la discordia fue la Proveedora cultural, que era atendida por un amabilísimo personaje: don Ramiro Ruiz, quien tenía el don del buen trato y quien, a veces, se molestaba tantito, cuando veía que los muchachitos le andaban birlando un Memín Pinguín o una revistilla tres equis. Ahí, en esa negociación, la gente encontraba las cosas más esenciales, en cuanto a papelería se refiere; aunque no faltaba aquél que se quejaba de que sólo cosas de papel vendían. ¿Y para cenar...? ¡Ah!, no había problema, puesto que varios negocios se dedicaban a ello. Uno podía disfrutar las ya mencionadas butifarras de doña Vito, además de chalupas, tacos, panes compuestos, tamales y un interminable y riquísimo etcétera de antojitos tan propios de Comitán.
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Claro que, con tanta compra, el dinero se agotaba, por lo que a don Franklin Aguilar se le ocurrió convertirse en judío y dar dinero al premio, ya se sabe, con módicos intereses y mediante una prenda que podía ser (no se enojaba), alguna joya de oro. Como nuestro pueblo se ha distinguido por su ingenio, se cuenta que, cuando don Franklin estaba postrado en su lecho de muerte, algún familiar acudió a llamar al cura para que le impusiera los Santos Óleos. De inmediato, el cura se puso sus aditamentos celestiales y tomó un crucifijo entre sus manos. Al ver al cura, don Franklin se incorporó tantito sobre su cama y, señalando el crucifijo, gritó: “¡Lo más que doy son diez pesos!”. ¡Ah, Comitán!, por algo se dice que cuando un visitante llega a estas tierras debe dejar su honra escondida bajo alguna piedrecita de la entrada. Claro que cuando uno llega a conocer la idiosincrasia del pueblo comiteco, el enamoramiento se da de una forma natural. Además, el bendito clima de este lugar atempera a todos; incluso, a los corazones más engreídos. Los comitecos estamos hechos a semejanza de nuestro pueblo. No somos más que nuestras paredes de bajareque; no más que los encalados con baba de nopal; no más que las callecitas empedradas, con sus subidas y bajadas; no más que el fresco viento que trae los rumores de la selva; no más que un zaguán oscuro y húmedo, que se abre a un intensísimo patio paridor de luz y de flores; no más que el eco del trote de los burritos que van cargando leña, gaseositas verdes o barrilitos con agua; no más que nuestro pícaro, chismosillo y cantarino voseo; no más que las rejas de papel de china; no más que las serenatas con marimba; no más que un cómplice balcón. Sólo eso... no más, no menos.
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Muchos científicos han hurgado en los misterios del pasado, con el fin de legarnos la historia de nuestros orígenes. Así, la leyenda cuenta que, cuando los españoles llegaron a conquistar estas tierras, el lugar ya estaba poblado por nativos de la región. Los nombres de Balún-Canán y Chonab sonaban aún. Los encargados de la conquista espiritual fueron los dominicos, quienes construyeron el templo y convento de Santo Domingo. Ahora, el edificio que fue convento alberga las instalaciones de la Casa de la cultura (construcción que también ha tenido su historia, pues fue cuartel y, luego, centro educativo). Muchos comitecos de valía recordarán que ahí estudiaron, en la gloriosa Escuela secundaria de Comitán. En la fachada del templo de Santo Domingo existe una placa de metal que da cuenta de los primeros sacerdotes que llegaron a estas tierras allá por el lejano siglo dieciséis. La labor evangélica de aquellos pioneros fue continuada por muchísimos sacerdotes que vinieron a este pueblo. Como en cualquier botica, hubo de todo. De los más recientes, el pueblo comiteco recuerda al Padre Carlos J. Mandujano, un sacerdote originario de estas tierras (del barrio de San Sebastián, para mayor exactitud), que llegó muy joven, casi recién ordenado, y trató de poner orden en ese templo. Ya luego, se recuerda, en los años setenta, al padre Mejía y al padre Joel Padrón (el mismo que, ahora, anda por Simojovel y que no tiene buenas relaciones con el Estado porque no oculta sus preferencias hacia el grupo rebelde alzado en los Altos de Chiapas). El padre Joel Padrón también llegó muy joven a estas tierras y fue muy apreciado por los jóvenes comitecos de ese entonces, por sus ideas renovadoras (algo tenía ya de la Teología de la liberación). Él formó un grupo juvenil que fue de gran impacto entre la juventud comiteca; un grupo en donde, cada viernes, en un salón anexo al templo del Calvario, los chavos psicodélicos de aquel tiempo
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. llegaban a tomar café, a fumarse un cigarrito, a jugar un partido de ping-pong, a integrarse al grupo musical juvenil y, de pasada, a participar en charlas acerca de temas importantes relacionados con el mejoramiento de su cuerpo y su espíritu. El padre Joel sembraba semillitas y ¡vaya que éstas fructificaron, décadas más tarde! Para las tradicionales beatas, todo lo anterior significó un terremoto. ¡Cómo no! Imaginemos la cara de los fieles reaccionarios, aquel domingo en que, correctamente sentaditos en las bancas del templo de Santo Domingo, esperaban el inicio de la misa de doce... y, de pronto, comenzaron a escuchar una música moderna (calificada de infernal en esas épocas, misma que, hoy, causa discreto e inocente intercambio de miradas). Los cánticos religiosos estaban trasladados a la partitura de los tamborazos y guitarrazos electrónicos, los cuales sonaban muy bien en las manos de aquellos chavos de pantalón acampanado, camisa floreada y larga cabellera de hippie. “¡El anticristo!”, dijeron las beatas. No, no era para tanto, eran los signos del cambio revolucionario. A partir de entonces, los sacerdotes que han llegado a ese templo no han sido tan conservadores; y es que ellos son parte del equipo de Samuel Ruiz García, quien nunca ha ocultado su inclinación hacia la Teología de la liberación. La mayoría de la población es católica. Sin embargo, de un tiempo cercano a la fecha, han aparecido muchas religiones, que, poco a poco, van haciendo su labor de hormiguita y van ganando fieles para su verdad. No es más que la reafirmación de una verdad: “Nadie posee la verdad verdadera”. Además, mientras las religiones sirvan para el perfeccionamiento integral del hombre, que cada cual escoja la que más le plazca.
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. Pero no sólo el poder religioso se concentra en El centro. A unos pasos del templo de Santo Domingo, el poder político erige un palacio municipal, no hace mucho tiempo remodelado. Por ahí han pasado brillantes y otros no tan brillantes comitecos que se han sacrificado por el honor de servir a su pueblo desde la más alta tribuna que un comiteco puede ambicionar en su propia tierra. La lista de Presidentes municipales es extensa y variada. Hemos tenido de todo. Cada uno, en su momento, ha cumplido; y el juicio popular los ha puesto en el lugar que les corresponde dentro de las páginas de nuestra historia local. Por cierto que el Gimnasio municipal, que durante algún tiempo se llamó Rosario Castellanos (y cuyo nombre se cambió ante el reclamo de muchos comitecos, encabezados por la Cronista, que afirmaban que la eminente escritora no tenía ninguna relación con el deporte), ahora lleva el nombre de un gran promotor del basquetbol y ex presidente municipal, el profesor Roberto Bonifaz Caballero. La gente ya está más contenta, aunque no faltan los detractores que dicen que se debió haber llamado zutano o fulano de tal; pero, bueno, no a todos se les va a dar gusto. Así se llama, y en buena hora. Pero, antes de que estuviera nuestro flamante Gimnasio municipal Roberto Bonifaz Caballero, ahí existió una sencilla cancha, que era patio de juegos de la escuela primaria federal que se encontraba en donde ahora está el Centro cultural que alberga a la Biblioteca Pública Municipal Rosario Castellanos Figueroa (y acá nadie dice nada, porque está más que bien puesto el nombre. ¡Claro!, a un recinto para la lectura sí le queda el nombre de la escritora que falleció en Tel-Aviv en 1974). También, en dicho Centro cultural se localiza un museo en donde se da a conocer una interesante muestra arqueológica de los vestigios que los antiguos moradores de esta región nos dejaron de herencia.
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Otra parte importante del centro de la ciudad es el mercado Primero de mayo, el cual fue construido en 1900. Ahora, le dieron una manita de gato y lo dejaron más decente, aunque todavía tiene una manchita, por la cantidad brutal de basura que ahí se concentra y que, de pronto, hace que el mercado no sea muy bien visto. Ese mercado bien podría ser motivo de legítimo orgullo y decorosa puerta para que los visitantes fueran percibiendo, a través de nuestra rica gastronomía, las particularidades de nuestro pueblo. Octavio Paz, nuestro Nobel de literatura, afirmaba que en la comida se concentra la cultura de un pueblo. Sí, en un mercado podemos darnos cuenta exacta de las particularidades de la cultura de un pueblo, la sustancia del ser diferente.
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. ¿Qué pasa en nuestro mercado Primero de mayo? Algo habría qué hacer para que no sólo se encontraran los riquísimos atoles que acá se preparan y que son un deleite para el paladar y para el espíritu. El atole de granillo y el atole agrio (mejor conocido en el alto mundo como jocoatol) son bebidas que bien pueden equipararse a la mejor infusión que alimenta al corazón. Otro recinto de gran aprecio, que los comitecos cuidamos no sólo para nosotros, sino para todo el mundo en general, porque somos depositarios de una herencia de gran valor civil mundial, es la Casa Museo Dr. Belisario Domínguez... Un bellísimo lugar, muy bien conservado, en donde se muestra, en sus diferentes Salas, momentos fundamentales de la Historia de México, en el lapso en que la actuación de Belisario Domínguez dejó impresa una nota de valor civil en la historia del hombre. Varios quieren restarle importancia al acto en donde Belisario Domínguez se atrevió a decirle sus verdades al Presidente en turno, Victoriano Huerta, y afirman que más que un acto de valor fue un acto impetuoso... Lo cierto es que nadie más se atrevió a ello; los demás Senadores andaban agachones. La conciencia de Belisario Domínguez habló por todos los mexicanos de buena cepa. ¡Hermosísimo gesto que logró legarnos el mensaje de que los hombres debemos alzar nuestra voz ante cualquier injusticia! Por eso, Belisario Domínguez es el orgullo civil de nuestro pueblo y sólo podremos honrar cabalmente su memoria si somos dignos discípulos de su acto de valor. A quien Comitán le debe otro reconocimiento es a Rosario Castellanos, ella también vivió en el centro de la ciudad y su casa, recién remodelada, no tiene siquiera una plaquita que indique que ahí vivió tal escritora. * * Nota: En 2010, el Ayuntamiento Municipal, por fin, colocó la placa.
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. La importancia que, en el ámbito mundial, se le concede a Rosario Castellanos está fuera de toda duda. Si bien es cierto que acá, en su pueblo, no todos la leemos, sí es cierto que muchos estudiosos e investigadores de otros lados tienen un amplio conocimiento de su obra. Muchos especialistas se acercan, de vez en vez, a estas orillas del mundo, con el afán de conocer la cultura y el pueblo que tan bien tipificados están en los libros de ella. ¿Qué encuentra el experto? Encuentra toda la vida y cultura de este hermoso sitio, pero cuando pregunta: “¿En dónde vivió Rosario?”, la mayoría se mete en un berenjenal, porque lo cierto es que ni los propios comitecos tenemos una ubicación exacta del lugar. Falta, entonces, una placa en el lugar donde vivió Rosario Castellanos, para que propios y extraños tengamos ese hilito de memoria que nos vaya jalando hacia el conocimiento pleno de su obra literaria; para que los jóvenes sepan un poco más de esa escritora; para que los nuevos valores literarios reconozcan sus antecedentes y, antes de tratar de repetir lo ya dicho, le den una torcedura, para beneficio de la cultura mundial; para que los artistas incipientes conviertan esta hermosísima aldea local en toda una explosiva y revolucionaria aldea global. Uno de los ideales del hombre es encontrar el centro de los objetos, el centro del universo. Comitán puede ufanarse de que su centro ha poseído las cosas más valiosas para que el propio comiteco encuentre su particular punto nodal. Ahí, en el mero corazón del pueblo, estaba concentrada toda la infraestructura de diversión. Así, los jovencitos se iban de pinta de las escuelas de educación media superior, para, a la vez, perder y ganar su tiempo en los billares que estaban
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. concentrados en los alrededores del parque central. Dichos billares eran propiedad de Don Ramiro Rojas y estaban en la parte posterior de lo que, en el frente, era el restaurante Nevelandia, mismo que aún sigue dando batalla en un extremo de nuestra plaza actual. Pero la Nevelandia era más... En los altos del edificio estuvieron, durante algún tiempo, los estudios de la primera estación radiofónica de Comitán: la XEUI. Locutores pioneros de la radio comiteca fueron José Luis Cancino, Jorge Gordillo Mandujano, Hermilo Vives Werner, Roberto Gordillo, Jorge Ricardo Saborio, Romeo Torres Ventura y el famosísimo Piquingles, entre otros. Un aliento refresca la memoria. Vemos, entonces, que una gran cantidad de personas está reunida en el parque, frente al portal, en donde, como en gran verbena popular, la emisora promueve el programa La hora de los aficionados. Desde el balcón, los participantes se presentan nerviosos, previendo la rechifla del respetable y avientan, al cielo comiteco, sus gorgoritos, con la ilusión de que, algún día, puedan obtener fama como la que logró Pedro Infante, quien, años atrás, en la XEW, también había pasado esa prueba máxima de valor musical. Pero, además, ese segundo piso de Nevelandia funcionaba como salón de baile y, los fines de semana, se llenaba de alborotadores jóvenes que le daban sabroso al lustroso piso; por eso, la tradicional picardía comiteca modificó el nombre original del restaurante y, en lugar de llamarlo Nevelandia, se referían a él como “Gatolandia”. Así, los jovencitos y los no tan jovencitos tenían una amplia variedad de cafeterías, en donde se podían dedicar, sin mayor problema, a una de las actividades favoritas de los comitecos sin quehacer: tijeretear honras ajenas.
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. En la década del setenta, hubo un café que se llamó La pantera rosa y otro, en los altos de un edificio de dos pisos que se la daba de muy moderno, que se llamó Intermezzo; en este último, una banda musical de chavos jóvenes, venidos de la ciudad de México, amenizaba los domingos por la tarde. Además de billares y cafeterías de moda, podía disfrutarse, en el centro, el máximo espectáculo inventado por el hombre a fines del siglo pasado: el cine. Dos eran las salas que heredaron la tradición de aquellos viejos cines de que da cuenta la historia. En los años sesentas, el Cine Comitán y el Cine Montebello eran los lugares de preferencia de los cinéfilos de la ciudad; es que ya no había más. Ahí se generaron grandes anécdotas. Los domingos, muchísima gente asistía a la misa de las siete de la mañana que se celebraba en el templo de Santo Domingo; a la salida, un simpático panzoncillo, empleado de don Rafa Pascacio (dueño de los cines), repartía los programas donde se anunciaba las funciones del día. En unos papelitos tamaño media carta y de color amarillo o, a veces, de color rosa o azul, venía la programación de los cines Comitán y Montebello. Dos películas por sólo cinco pesos. Muchos niños y jóvenes aprovechaban su domingo para ir a la matiné. Por dos conseguibles pesos, recibían, a cambio, las imágenes de tres películas en glorioso blanco y negro. Ya más tarde, había que volver a la función vespertina. En el cine Montebello, regularmente, exhibían películas extranjeras. Los nombres de James Dean, Brigitte Bardot, Silvana Mangano, Charlton Heston, Gary Cooper, Marilyn Monroe, Sofía Loren y Marcello Mastroiani, eran como el pan nuestro de cada día. En el cine Comitán exhibían películas mexicanas y ahí, aparte de los riquísimos tacos que preparaba la encargada de la cafetería, doña Lola Gordillo, el espectador se codeaba con
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. las aventuras de Santo, el enmascarado de plata, Julio Alemán, Pedro Armendáriz, el Indio Fernández, Alberto Vázquez, César Costa; así como con las bellezas de esos dorados tiempos: María Félix, Angélica María, Dolores del Río, Andrea Palma, Silvia Pinal y, por supuesto, el erotismo de Meche Carreño, Julissa y, en primerísimo lugar, Isela Vega. Como no había Teatro de la Ciudad, las escuelas utilizaban el foro del cine Comitán para hacer las clausuras de cursos. Así, muchísimos niños y jóvenes de esos tiempos pudieron presumir que ellos se habían graduado en el cine, y cualquier despistado pudo pensar que esos chavos eran directores o actores de cine. Los tiempos han cambiado. Las largas filas que se hacían a la entrada de los cines han desaparecido. En la época de los sesentas, en Semana Santa, era una religiosa costumbre acudir al cine a ver las películas que, ex profeso, se exhibían. No faltó ocasión en que la representación de la Pasión se escenificó a las afueras, pues era tal la cantidad de gente que deseaba entrar al cine, que, en la calle, muchas personas se moqueteaban y quebraban las vidrieras en donde se veía el rostro sangrante de Cristo promocionando la película que narraba cómo Pilatos se había lavado las manos y había dejado a Jesucristo a merced de sus verdugos. Los cines, ahora, ya no están en el Centro; andan bulevareando y luciendo un nombre diferente: Cinemas Galaxia 2000, en una alusión clara a los avatares de la modernidad. Pero, esos nombres ya no dicen mucho de nuestra cultura. Ahora que andamos en tiempos eufóricos y atinados de remodelación, en un intento de rascar nuestra identidad, y que andamos tirando al basurero todos aquellos inso-
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. portables letreros de neón y plástico que tanto afean la imagen urbana de nuestra casa común, sería muy bueno que don Rafa Pascacio se aventara el puntacho de volver a los nombres originales o, en su defecto, de ponerles a sus cines nombres más nuestros. ¿Qué de malo tendría ir a la sala Tenam o a la sala Montebello de los cinemas Comitán Siglo XXI? Parece que nada, ¿verdad? ¿Siglo XXI? Sí, ya estamos a la vuelta de la esquina y los comitecos, mientras en otras ciudades andan carrereando para integrarse, de lleno, al estilo contemporáneo, andamos bien encaminados por rascar un tantito nuestras paredes y volver a maravillarnos con la arquitectura tradicional. Si bien es cierto que algunos nos robaron hermosas fachadas de casas, también es cierto que nadie nos podrá quitar esa topografía particularísima que tiene nuestro pueblo, ese disfrute de sus bajadas y subidas, que permite al caminante maravillarse y sorprenderse, en cualquier instante, ante el asombro que significa recorrerlas. Muchos aventurados y maravillosos hombres y mujeres realizan la hazaña de subir al Éverest, únicamente con el afán de tener esa perspectiva maravillosa de sentirse sobre la cima más alta del mundo. Acá, en Comitán, el esfuerzo no es tan grande; sin correr tantos peligros, apenas con un poco de taquicardia y con el aliento agitado, puede tenerse la dicha sin igual de admirar bellísimos paisajes, gratis y sin tantos piolets y cuerdas como los que utilizan los montañistas. Atreverse o, más bien, decidirse a realizar un recorrido a pie por las calles de Comitán es uno de los más disfrutables deleites que a algún mortal le puede ser dado. Si el caminante tiene la sensibilidad a flor de piel, encontrará, en la plaza del centro, ciertos murmullos que le recordarán que frente al templo de Santo Domingo, apenas hace unos ayeres, estaba La manzana de la discordia y que en el pórtico del
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. templo se erigían unos hermosísimos truenos que daban sombra y consuelo a los chamulas, los cuales, en temporadas de feria, venían a bendecir a sus muletos. Con sus hermosísimos trajes, llegaban en silencio y con la mirada baja; ante la fachada del templo, hincaban a los muletos y los persignaban. Esos muletos ya tenían la bendición de Santo Domingo; por lo tanto, el demonio de las bestias de cuatro patas había sido expulsado de sus trotadores cuerpos. El atrio del templo fue testigo de muchísimos momentos gratos. Baste mencionar que, en la temporada de Navidad, las catequistas del templo acostumbraban organizar bellísimas kermeses, en donde, a cambio de boletitos hechos en cartoncillo amarillo o rojo, uno podía adquirir antojables antojitos o pequeños juguetes de plástico o de madera; claro que, para poseer esos boletitos, era menester haber asistido a la doctrina, que, por las tardes, se impartía en los sagrados interiores del templo. A la salida, doña Esthercita Cancino daba boletos a todos los niños, quienes, con todo cuidado, los iban guardando en una cajita que tenían escondida, regularmente, bajo su cama. Eran tiempos de tranquilidad; de cuando todo el mundo de acá se conocía; de cuando, por las noches, se podía salir, tranquilamente, a recorrer las calles del pueblo y se podía escuchar el taconeo de las mujeres que, con chales negros, se dirigían a la misa; de cuando inseguridad era una palabra desconocida y de cuando los zaguanes de las casas permanecían abiertos, de par en par, en espera de los visitantes; eran tiempos en que los estanquillos, en donde vendían chimbos, turuletes, africanos y caramelitos de Zapaluta, no tenían más que una pequeña barandita de madera para evitar que los chuchos se metieran; eran tiempos en que la palabra confianza tenía todo el valor semántico que poseyó originalmente, cuando esa palabra simbolizaba la mano afectuosa que se ofrece a todo ser humano; eran tiempos en que sucedían cosas que, ahora, se nos hacen inexplicables, como de otro mundo, y es que Comitán era eso: un mundo fantástico injertado dentro de este caótico mundo real.
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. Comitán no hace más que reafirmar la teoría de Einstein respecto a la relatividad del tiempo. Mientras todos los mundos de afuera están trepados en veloces trenes, los comitecos permanecemos en una bellísima estación que trastoca el tiempo. La sucursal del tiempo no tiene horarios, tampoco la certeza del rumbo hacia donde dirige su destino. “No importa -dicen los tradicionales-, probablemente no tenemos que ir a parte alguna porque ya nacimos en el lugar buscado, en el espacio anhelado: El Paraíso”. Con esa misma alteridad, los recuerdos han brotado. Sin un orden lógico, la mente ha engañado al orden y se ha impuesto la idea de los fractales. De igual suerte, no todo lo acá dicho es comprobable. Tal vez, algunos torcidos inventos se han colado y han vuelto realidad simples sueños; pero es que Comitán siempre ha sido un lugar que permanece en esa etapa dulce que se sitúa entre la vigilia y el sueño; como si dijéramos, junto con el poeta, que “los sueños, sueños son” y que Comitán no es más que un eterno y plácido sueño. Al frente del parque central, en donde están los portales, estuvo, durante un tiempo, la famosa cenaduría de Tío Jul, que vendía excelentes tamales de azafrán, tamales únicos en Comitán. Sin embargo, uno de los platillos más buscados, inclusive ahora que dicha cenaduría está instalada junto al Club de Leones, son los huesos. “¡San Caralampio, bendito! -diría cualquier extraño-, ¿huesos?”. Sí, sabrosísimos huesos; ¡ah!, pero no cualquier hueso, sino huesos de Tío Jul. Los comitecos, muy orondos, con gran gusto en el paladar del espíritu, comemos esos inigualables huesos, los cuales son servidos por el eterno mesero de Tio Jul, Tavito, quien es el principal promotor de las compañías cigarreras del país porque todo el día está, muy campante, con el cigarrito entre las manos. Como campante se pone nuestro corazón cuando escuchamos el nombre de Comitán. Las campañas del templo no tienen otra misión que convocar a los fieles a misa y, puntualmente, cantar, con voz de bronce, el nombre del pueblo al que nos debemos y del que somos parte esencial: Comitán, tan, tan, tan...
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SITIO
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De Quincho
La UNICACH presenta el libro “Poesía Reunida”, que contiene la obra poética de Joaquín Vásquez Aguilar. Este libro pertenece a la Colección “Clásicos Chiapanecos Comentados”; es el segundo eslabón del proyecto “Migraciones y fronteras en la literatura”. La Colección es coordinada por Jesús Morales Bermúdez.
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En la solapa se lee: “ Intérprete privilegiado de las vanguardias y devoto de Vallejo, Joaquín Vásquez Aguilar (Cabeza de Toro, 1947-Tuxtla Gutiérrez, 1994) es autor de una obra de enorme influencia en la poesía chiapaneca reciente”.
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. “El estudio introductorio, el establecimiento del texto y las notas de la presente edición de la Poesía reunida de Joaquín Vásquez Aguilar han sido llevados a cabo por Luis Arturo Guichard (Tuxtla Gutiérrez, 1973), doctor en Filología Clásica y Profesor Titular de la Universidad de Salamanca (España), autor de numerosos trabajos de crítica literaria, ensayos y traducciones en revistas internacionales y de varios libros de poesía publicados en México y España”
El libro se puede adquirir en la librería de la UNICACH (planta baja de la Rectoría), Tuxtla Gutiérrez; y en las principales librerías de San Cristóbal de Las Casas.
Fotografías tomadas del libro. Autor anónimo.
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A C T U A L I D A D E S
El Ayuntamiento Municipal de Comitán impuso el nombre de Cuauhtémoc Alcázar Cancino al Gimnasio al Aire Libre de la Unidad Deportiva. Tal acto se llevó a efecto el miércoles 22 de diciembre, a las cinco de la tarde. Participaron como oradores el profesor Jorge Gordillo Mandujano y el profesor Ricardo de Jesús Aguilar Gómez.
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A C T U A L I D A D E S
El jueves 23 de diciembre se hizo el estreno mundial del cortometraje “Star Wars - Caminos de la Fuerza”. Un corto de veinte minutos que es un homenaje a la famosa película. La realización es muy digna, a pesar de que fue realizada con un equipo elemental. Sus realizadores se enorgullecen de que es un producto totalmente comiteco y envían un mensaje a los jóvenes para que se atrevan a hacer cortos cinematográficos. El Director, Diego Andrés Gómez Aranda, es un estudiante de arquitectura de la UNACH y dice que la realización cinematográfica es su hobby. La presentación fue en la Sala de Exposiciones Temporales del Centro Cultural Rosario Castellanos.
Actores: Diego Andrés Gómez Aranda, Roberto Mijangos Labastida, Rodolfo Gómez Aranda, Roberto Culebro Jiménez. Camarógrafos: Juan Carlos Córdova Aguilar, Luis Roberto Montejo Díaz y Valentín Trujillo Gutiérrez.
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A C T U A L I D A D E S
Presentación de Dioramas Navideños en el Museo de Arte “Hermila Domínguez de Castellanos”.
La policía turística estrena triciclos para desplazarse con mayor rapidez y brindar pronto auxilio.
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A C T U A L I D A D E S
Programa radiofónico “Crónicas de Adobe” Martes 28 de diciembre de 2010.
Participaron Rosa Hortensia Aguilar Trujillo, José Gustavo Trujillo Tovar y Efraín Albores Cancino, todos ellos integrantes del Consejo de la Crónica de Comitán. Realizaron un recuento de lo hecho durante el año 2010, a partir del primer programa que se transmitió el 16 de febrero. Como buen cronista, Pepe Trujillo comentó que el programa del 28 de diciembre fue el número 45. Reflexionaron, también, en la ventaja de que la radio pública abra espacios como éste, donde los comitecos pueden analizar los elementos que le otorgan identidad. En la foto: Rosy, Pepe, Efraín y Enrique Guzmán Monzón. ___________________________________________ “Crónicas de Adobe” se escucha a través de Internet. Todos los martes, de 3 a 4 de la tarde. www.imer.gob.mx
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TAPANCO
Con broche de oro
Óscar Eduardo Ramírez Aguilar, Presidente Municipal Constitucional de Comitán, cerró su administración con broche de oro. Otorgó el permiso para que el comercio informal colocara sus carpas frente al templo de Santo Domingo. Con esto obligó a propios y extraños a tener una panorámica sucia y denigrante del Centro. ¿Esto se merece Comitán? ¡Bueno, esto se mereció! ¡Qué pena!
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MOJOL
Fotografía de: Ángel Gabriel Penagos Gordillo
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Isabel ¿Nos miramos en el 56?
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Tenemos una
voz única, porque hablamos de
vos
Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.
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Sí, nos da pena decir que somos casi casi ¡perfectos!, pero así es. Tenemos únicamente lectores de DIEZ, escritores de DIEZ, patrocinadores de DIEZ y chicas de DIEZ. ISABEL es la chica 2011. ¡Que su luz y mirada de albahaca permanezca todo el año en tu corazón. Recordá siempre que vos sos lo más importante de tu Revista DIEZ. ¡Te deseamos un año lleno de bendiciones!
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