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Contenido 5.- EDITORIAL: Fin de cursos. 6.– ZAGUÁN: ARENILLA: La patria. 9– PATIO: Dossier fotográfico: ALEJANDRA LAGUNA. Fotógrafo: JORGE MARTÍNEZ. 16.– BALCONES: Casa de Citas Volar Autor: Héctor Cortés Mandujano. 24.– CORREDORES: Piedra de Toque Regreso de Rosario Castellanos (VI de VII) Autor: Ricardo Cuéllar Valencia. 31.– SITIO: Antes de la función. 42.– ACTUALIDADES. 45– MOJOL. 49.– ALEJANDRA LAGUNA.
Revista catorcenal, hecha en la tierra de los cositías con la bendición de Tata Lampo. Editor responsable: Alejandro Benito Molinari Torres Contacto: alejandromolinaritorres@gmail.com
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EL LUGAR IDEAL PARA DISFRUTAR LO MEJOR DE LA VIDA CENTRO TURÍSTICO LOS ROBLES CHUCUMALTIC
Alberca y chapoteadero. Tina de masajes. Restaurant—bar. Paseos a caballo. Senderismo. Área de camping. Espeleoturismo. Ingreso para nadar en la Laguna Chuculmatic (buceo y snorkel). Kilómetro 3.5 Carretera que conduce al Balneario San Francisco Uninajab. Informes: TELS: 01 963 63 2 28 74 Y 9635963006
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Visitanos ¡No te arrepentirás!
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EDITORIAL
FIN DE CURSOS Los encontramos en las calles, en las plazas, en los cafés, en los antros: son los chavos con playeras pintadas. ¡Son las playeras del recuerdo de fin de cursos! Ahí están los mensajes de bienaventuranza. Quienes permanecieron juntos por varios ciclos escolares se separan al pasar a un nuevo nivel escolar. La distancia se hace mayor entre quienes acceden al nivel profesional. Muchos cambian su residencia y acuden a otras ciudades. Se sabe, ese vínculo de amistad que se procuró permanece para siempre, pero no permanece inalterable. ¡Ya jamás volverá a ser igual! De pronto las vocaciones encuentran otros intereses y otras amistades. Quienes fueron ―inseparables‖ deben separarse y jamás vuelven a tener la luz que los unió. Por esto, cuando menos en una playera queda impreso el mensaje de que una vez en la vida hubo un puente que cruzaron día a día. De pronto, sin saber bien a bien cómo se da el derrumbe, las orillas quedan separadas, se ven de lejos, se reconocen, de vez en vez se acercan, pero ya nunca, nunca, vuelve a ser igual.
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ZAGUÁN
ARENILLA
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¿Qué mira el ruso, qué el chino, cuando elevan la mirada? Sobre los techos de sus casas ¡ven su bandera! Así, el hombre que habita estos territorios ¡mira su bandera! Una franquicia que sirve para colgársela al cuello a la hora del fútbol, del tequila, de la pirotecnia y del llamado luminoso de la patria. El finlandés, el alemán y el chileno miran ondear su bandera y ese aleteo se les instala en el pecho, en el lado izquierdo de su corazón. La bandera es, así nos lo enseñaron en el patio de la escuela, la piel de quienes anhelan un territorio. ¿Por qué no alguien nos enseñó que encima de esos trapos están los cielos? ¿Qué miran los pájaros cuando miran hacia arriba? ¿Qué los alces, los venados? ¿Qué los ríos, los valles, las piedras, el polvo, los hombres que no tienen más patria que su corazón?
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Las cajitas de Molinari
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PATIO
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¡A! del blanco de la blusa, ¡A! del canela de tu piel, ¡Ah, de tus pechos y de tu mirada! ¡Hágase la oscuridad para hallar la A del alba! La A de Alejandra, la del mar, la de la laguna y de tu costado, acostada. ¡Ah, de tus labios, brizna de flama! A de la hora en que tus amados buscan por debajo de tu puente y se meten a tus aguas. ¡Ah, del amarillo de la pared, de tu cuerpo, de tu alma! La A en que te derramas cuando te das al aire y al agua. La de tus amados cuando eres amada, ¡amada!
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Teléfono: 01-963-6326661 e-mail: albemoto@hotmail.com www.universidadmnr.com.mx
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BALCONES
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Seres que vuelan hay muchos en la literatura griega (dioses, fundamentalmente), en Skakespeare, en los clásicos; la literatura del siglo XX y XXI decidió que esas fantasías recurrentes de hombres volando ya no eran vigentes; sin embargo, y lo pienso a vuelapluma, están ―Un señor muy viejo con unas alas enormes‖ y la ascensión de Remedios, la Bella, en Cien años de soledad, de García Márquez, y Mr. Vértigo, de Paul Auster. Habrá, por supuesto, varias más que no conozco. Que los hombres vuelen se volvió en nuestros racionales siglos más bien asunto de la literatura infantil y el cómic donde sí hay muchísimos ejemplos. En la cinta de dibujos animados Río (2010, dirigida por Carlos Saldanha; entiendo que en portugués e inglés no lleva acento: Rio; aquí, para ayudar a la ignorancia, decidieron conservar el puntito en lugar de poner tilde) se cuenta la historia de Blue, un guacamayo azul que, casi salido del cascarón, es llevado por traficantes de aves a EUA y adoptado por una niña con quien vive hasta que ambos son adultos; por azares del destino, llegan (ella viene por primera vez, él regresa) a Río de Janeiro. El único inconveniente es que este último ejemplar de su especie no sabe volar. Sobre ello está centrada gran parte de la historia. En un encuentro de escritores, hace años, conocí a Vicente Alfonso (ganó el Premio Nacional de Novela Policíaca IPAX, con su Partitura para mujer muerta y tiene un buen puñado de historias reunidas en El síndrome de Esquilo), de Torreón, quien tenía mucho interés de venir a Tuxtla porque, me dijo, iba a entrevistar a los descendientes de un campesino famoso por sus rumbos: fue tan fuerte su sueño por volar que un día se agarró de la cola de un avión y sólo fue descubierto, aterido y sin soltarse, cuando el aparato ya andaba por las nubes. No
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recuerdo muy bien, pero creo que después lo ayudaron a viajar y, tal vez, hasta a tomar el control en algún vuelo. No recuerdo. Vicente tiene un hermano gemelo, a quien no conozco, que escribió sobre este hombre una muy divertida y muy bien planteada obra de teatro, que ganó el Premio Nacional de Obra de Teatro para Niños INBA 2007: El vuelo de Cliserio (CONACULTA, 2008), donde, al margen de Cliserio Reyes, son entrañables el pato Fender (dice a la novia de Cliserio, p. 63: ―eres insensible, ¡más cruel que Yoko Ono! […] Tu corazón es un raspado de limón: amargo y bien frío‖) y López, un viejo cacto con el que discute Cliserio (p. 24): ―Bueno, López, ¿y qué tiene de malo querer volar? Al final, ¿no es cierto que nos trae a todos una cigüeña de París? ¿No nos llevan a todos las golondrinas, pues? Volando llegamos y volando nos vamos ¿qué no? ¿Por qué no volar en el intermedio?‖ Casi al final de la obra Cliserio (p. 68) ―va sujeto al fuselaje del avión‖, vuela. El carnaval de Río (donde se resuelve el nudo central de la película) y el vuelo me hicieron recordar Piezas de carnaval (Instituto Mexiquense de Cultura, 2005), de Hans Sachs (1494-1576), poeta y zapatero alemán que escribió más de 80 piezas de carnaval en las que criticaba las costumbres de su época. En ―El bachiller en el paraíso‖ una mujer extraña a su primer marido, ya muerto, puesto que, en comparación con el segundo, era muy generoso. Llega un bachiller que dice haber andado por todo el mundo. Ella le pregunta por el paraíso y le pide, ya que dice conocerlo, que le cuente de su esposo muerto; él responde (p. 102): “Dígame, al menos, cuál era su talla…/ qué ropas eligió para el deceso…” Una vez que la mujer le da sus datos, el bachiller improvisa sobre cómo vive el gordo en aquellos rumbos del cielo (p. 104): ―Allá también se paga la comida/ ¡y el hombre, pobre, no tiene ni un quinto/ para comprar un pan y algo de tinto!‖ La mujer (p. 105): ―¿Podría hacerme un gran favor, llevarle/ algunas cosas que quiero mandarle?‖ No es poco lo que envía (p. 106): ―¿Será bastante si le mando un par/ de botas gruesas aún sin estrenar,/ cuatro camisas, cuatro pantalones,/ un abrigo de lana y tres calzones?/ Viene también su bolsa, su cuchillo/ y hasta algo de perfume y jaboncillo‖. La mujer, cree, pues, que el engañoso bachiller puede volar.
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Ya asentados en Chiapas, en Crónicas I, en serio y en broma. Sucedió en Comitán (Editorial Cáscara de los pensamientos, Chiapas, 2005), Fernán Pavía Farrera cuenta una historia con título larguísimo: ―Muy especial y completo testimonio donde se relatan las vicisitudes que le acontecieron a ‗Don Chico que vuela‘, durante su muy utilísima existencia‖. El niño, que luego será don Chico, es bautizado como Francisco Román y Castellanos, y aunque hay párrafos que sólo son comprensibles para los chiapanecos (p. 54: ―se acudió a la leche fresca de burra, pues la de la vaca le producía enlechadura con voltura, cólicos y deposición, a tal grado que se le escaldó la entrepierna, el jonís y la redecita‖), se cuenta el día en que don Chico, sin testigos, voló. Era el 28 de agosto de 1925 (p. 78): ―Alcanzó a ver chiquitos a su mujer y a sus hijos, que estaban entretenidos con las gallinas en el traspatio de la casa […] Un soplido de viento lo hizo inclinarse de ladito y desesperadamente arreció sus aleteos poniendo todas sus fuerzas, pero ya no alcanzó a elevarse más; la punta del ala pegó contra las trancas del potrero y don Chico dio tremenda machincuepa, pero alcanzó a meter los pies por delante y quedó sembrado entre el zacate aguachinado‖. No voló más, nunca más. Sin embargo, el texto emblemático sobre ―Don Chico que vuela‖ (así se llama la breve ficción) es el escrito por Eraclio Zepeda en Andando el tiempo, su tercer libro de cuentos (aunque mis citas corresponden a la antología De la marimba al son y otros cuentos, Juan Pablos-Unicach, 2000). En él se cuenta, en segunda persona, la historia de don Chico, quien viendo lo montañoso de su pueblo (p. 74) ―dijo dándose un manotazo en las rodillas: ―—Si no es tanto lo encogido de estas tierras, sino lo arrugado. Montañas y montañas acrecentando las distancias. Si a este estado lo plancharan le ganábamos a Chihuahua… ¡Y ya vuelto llano a caminar más rápido! Pero así como estamos, sólo vueltos pájaros para volar quisiéramos‖. Después de su acondicionamiento físico, sus pruebas, la fabricación de sus alas, don Chico anuncia que va a volar. Se celebran las fiestas patrias y la gente ve que en el campanario está ya el hombre a punto de emprender su hazaña. Alguien toca la punta de su ala izquierda y le hace varias preguntas; la última cambia el rumbo de los acontecimientos (p. 77):
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―—¿Al cielo llegará, don Chico? ―—Al cielo mismo. ―La cara de aquel que preguntaba se iluminó: ―—Por vida suya, don Chico, llévele al cielo este queso a mi mamá que se murió con el antojo.‖ Aceptar el queso es el error clave de este personaje singular, pues entonces, en procesión, el pueblo le lleva distintos encarguitos para sus muertos. El resultado es previsible. Volar con tanto sobrepeso es imposible. Sobre mujeres que vuelan sólo se me ocurre el difundido fragmentito del extenso poema en prosa ―Espantapájaros (al alcance de todos)‖, de 1932, del poeta argentino Oliverio Girondo (Obra completa, CNCA, 1999: 78). Se volvió famoso porque lo repiten varias veces en la cinta El lado oscuro del corazón, de Eliseo Subiela, 1992, donde por cierto sale como actor el también poeta y narrador, también ya desaparecido, como Girondo (los dos ya volaron), Mario Benedetti. En el texto no habla de una mujer que específicamente vuele, pero se infiere que hay algunas que lo hacen. Aquí va: ―No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezca con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!‖ *** Anduvimos toda una semana, gracias a la invitación amable y generosa de la Unicach, en una gira de presentaciones de mi libro Los versos y la sangre, vida y obra de Efraín Bartolomé. La organización fue impecable y tuvimos experiencias maravillosas con los públicos de Cintalapa (el presidente municipal, muy atento; Efraín se reencuentra, emocionado, con una de sus maestras de primaria), Comitán (breve y fraternal el discurso de Alejandro Molinari; loca y divertida la cena con
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Luz del Alba Velasco), San Cristóbal (qué gran audiencia, cuánto respeto, cuánto cariño; animada cena con Sergio Rodríguez, Jesús Morales Bermúdez y Miguel Lisbona) y Tuxtla Chico (presidente municipal en el público, gente muy amable y agradecida; cena divertida con Enrique Orozco, su esposa y la recién conocida y amabilísima Martha Vázquez Lacroix). Menciono la presencia de presidentes municipales, porque es emblemático su desdén a todo lo que huela a libros. Hay que mencionar las excepciones. Volvemos a Tuxtla. En Tonalá, y a instancias de Rodrigo Ramón Aquino, motor principal de nuestra visita a su pueblo, decidimos tomar unas cervezas y conocer y comprobar si las botanas son tan buenas como le han dicho a nuestro amigo tuxtlachiquense (no conozco el gentilicio de los oriundos de Tuxtla Chico, sólo el que de broma le queda al pelo a Rodrigo: mini tuxtleco). Entre otros nos acompaña el poeta Efraín Bartolomé, quien como siempre, invariablemente, va vestido de blanco; se detiene en la puerta de entrada, abre los brazos y mira a lontananza. Rodrigo toma la foto para su archivo personal, y a mí, por el contraste, se me ocurre el pie: ―El poeta blanco en El perro negro‖.
Contactos: hectorcortesm@hotmail.com
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CORREDORES
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PIEDRA DE TOQUE
Regreso de Rosario Castellanos (VI de VII) Ricardo Cuéllar Valencia
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. TLATELOLCO EN LA PALABRA DE R. CASTELLANOS En su conferencia la investigadora Andrea Reyes continúa destacando que: No se publicó ningún otro ensayo de Castellanos durante todo el mes de octubre, y no era claro cómo funcionaba la censura de los periódicos en aquel entonces. Sin embargo, han salido indicios, como las palabras que José Agustín citó de Julio Scherer en Tragicomedia mexicana 1, en la víspera de la masacre: La prensa recibió “línea” para justificar la acción del gobierno y condenar a los estudiantes “que habían disparado contra los soldados”. “Aquella noche”, cuenta Julio Scherer, “en un telefonema urgente me había advertido el secretario de Gobernación que en Tlatelolco caían sobre todo soldados y a punto de colgar el teléfono había dejado en el aire la frase amenazadora: „¿Queda claro, no?‟‖ (Tragicomedia mexicana 1: la vida en México de 1940 a 1970 262) Lo que quedó claro fue que la vida política en México había empeorado definitivamente. Cuando volvió a aparecer un editorial de Castellanos en el Excélsior, el 23 de noviembre del mismo año, fue en torno a un tema literario, y sólo
mencionó en el primer párrafo los ―meses de congoja y sobresaltos en los que hemos visto a la inteligencia enfrentada contra la fuerza y paralizada en sus funciones propias‖, pero no dijo más. El artículo siguiente, del 14 de diciembre, pareció explicar el comentario tan limitado, porque confirmó un ―acuerdo tácito‖ en México acerca de quienes no sólo tenían el derecho de no estar conformes con lo existente, sino aun de hablar de tal inconformidad, y ese ―acuerdo‖ llevaba tres condiciones: ser mexicana de nacimiento, creer que ―vivimos en el mejor de los mundos posibles‖, y no haber recibido ninguna beca, porque ―de lo contrario sus palabras tienen el amargo sabor de la ingratitud‖ (192). Aunque no lo dijo, con ese criterio la autora obviamente se descalificaba para poder hablar (condiciones dos y tres), y terminó el artículo: ―bastan estas pocas reglas para que juguemos el juego sin condenarnos, de antemano, a perder‖ (Las reglas del juego: para poder hablar en México" 192) y allí dejó de comentar. Fue evidente que Julio Scherer y Excélsior estaban obedeciendo ―la línea‖ que el secretario de Gobernación, Echeverría les había indicado, y la autora estaba aclarando las limitaciones que le im-
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. ponían con este editorial. Su indignación ante la falta de información sobre los acontecimientos del 2 de octubre se mostró claramente el 4 de enero de 1969, cuando, en un ensayo, solicitó en forma de carta a los Reyes Magos, cambiar el tradicional regalo por la verdad: Nadie entendió nada y es por eso que, acompañando estas cuartillas con testimonios de buena conducta, me permito solicitarles a ustedes una explicación: ¿Qué ha pasado aquí? ¿O es que aquí no ha pasado nada? ¿Se puede llamar democrático a un régimen en cuya cúspide reina el misterio y en que la verdad es patrimonio de unos cuantos iniciados que cuando hablan es como por enigmas? (Carta a los Reyes Magos: el rumor vence a la verdad" 213) Castellanos no podía creer la ofuscación, el rehusarse a nombrar los hechos cometidos, explicar los eufemismos de la demagogia, identificar los verdaderos riesgos. Irónicamente, la autora no dejó escapar ni a los Reyes Magos del clima de sospecha que reinaba en el país: Volvamos a nuestro punto inicial de partida: México. ¿Que ignoran a lo que me estoy refiriendo? No se atrevan a repetir desacato tal porque yo sería la primera en pedir para uste-
des, por más Reyes Magos que sean, la aplicación del artículo 33 por extranjeros indeseables. (211) La acusación de infiltración extranjera, nunca respaldada por ninguna evidencia, ― las pancartas de los estudiantes sólo apoyaban a revolucionarios de otros países en la lucha contra el imperialismo ― seguía siendo el fantasma amenazante de los demagogos. La autora empleaba las únicas herramientas que tenía: sus palabras, la ironía, su insistencia en la importancia del diálogo, para responder al ultraje que había sacudido al pueblo mexicano. Los acontecimientos de la noche de Tlatelolco dejaron una profunda llaga en la conciencia de México, y Rosario Castellanos fue uno de los intelectuales que los afrontaron. Después de Tlatelolco, en una colaboración en 1969 con otros seis pensadores mexicanos, la autora definió detalladamente y reafirmó su ―ética humanista‖ en contraste con ―la corrupción intelectual‖. Declaró que el pueblo requería ―el bienestar, la cultura, la paz, el autogobierno, el progreso‖, y que estas metas exigían: varios puntos fundamentales: el culto de la verdad, [. . .] el rechazo de la falsedad y el autoengaño, en primer término. La independencia de juicio, o sea el
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. hábito de convencerse por sí mismo con pruebas y de no someterse a la autoridad. Para ello es indispensable poseer coraje intelectual, amor por la libertad y sentido de la justicia. (La corrupción intelectual 202) Tales son los principios que ella defendía en sus críticas al gobierno. En noviembre de 1970, dos años después de la masacre, Castellanos se refirió a las condiciones que al fin le permitían hablar directamente de Tlatelolco, porque el Presidente Díaz Ordaz había hablado de los sucesos recientemente, y aun así señaló la insuficiente información de la ―conjura internacional‖ supuestamente culpable y la falta de pruebas. Resumió que ―tenemos que dar asentimiento a estas explicaciones‖ porque ―no tenemos acceso‖ a la verdad (Castellanos, Rosario, "La amnistía: necesidad de estar seguros y tranquilos" 605-6 /d). En el mismo artículo, Castellanos respaldó el reclamo por la amnistía para los muchos encarcelados desde la noche de Tlatelolco. Afirmó que ―No, ninguno de nosotros ni dentro ni fuera de la Universidad, estará tranquilo mientras no estemos convencidos de que en el caso de los maestros y estudiantes presos se ha hecho justicia‖ (606). Las acciones del gobierno el 2 de octubre y la complicidad de los
medios de comunicación engendraron la denuncia. Su preocupación por la demagogia y el patrioterismo continuó en otras circunstancias. Julio Scherer recordó que el día en que se inauguraron los Juegos Olímpicos, el 12 de octubre de 1968, apenas diez días después de la matanza en Tlatelolco, ―por toda la ciudad, grupos de jóvenes tocan cláxones y se entregan a la práctica exorcista de repetir sin término el nombre del país: ‗¡¡MÉ-XI -CO!! ¡¡MÉ-XI-CO!! ¡¡MÉ-XICO!!‘‖ (Parte de guerra: Tlatelolco 1968 242) En 1970, en correlación con la presencia de la Copa Mundial en México, el coro se repitió y apareció en las bardas, las mantas y los gritos populares. Esto provocó una pregunta en la mente de Castellanos, por ser ―un fenómeno de contagio, no de comprensión‖, y quería que alguien le contestara ―diciéndome con claridad qué es México‖ (México, México: contagio, no comprensión" 496). Dijo que el hecho de que sea el lugar que la vio nacer no era suficiente para otorgarle tanta importancia: No, seamos más rigurosos. ¿México es la historia hecha por nuestros antepasados y heredada y enriquecida por nosotros para nuestros hijos? Entonces ¿por qué cuando se investiga esa histo-
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. ria no se trata de llegar a la verdad sino de dar pábulo a las pasiones que nos dividen, que nos enfrentan en bandos inconciliables, que nos mantienen en un estado de ignorancia que llenamos con mitos y frases célebres que pronunció un héroe al que no hay que acercarse mucho si no se quiere descubrir que es de petate? Estaba en desacuerdo con la demagogia del gobierno, especialmente la falsedad sobre los ultrajes tan recientemente cometidos contra sus propios ciudadanos. Veía claramente que el dejarse ir con los lemas de la multitud, en particular el patrioterismo, era un camino falso y dañino: ―Porque eso de repetir las sílabas de un nombre sin saber a lo que se está aludiendo me parece, por lo pronto, absurdo. Y después, pero no mucho después, peligroso‖ (497). Podría ser que el hecho de haber estado en Europa pocos años después de la Segunda Guerra Mundial (1950-1952), de haber visto con sus propios ojos los restos del daño hecho a sus ciudades, de haber oído del nacionalismo y la demagogia de los nazis por un lado y la resistencia por el otro, hubiera influido en su concepción del mal que podía fomentar el nacionalismo. La autora escribió varios ensayos sobre el peligro que representaba el nacio-
nalismo ciego, y señaló un editorial de Salvador Elizondo acerca de los excesos cuando se daba rienda suelta al nacionalismo. Resumió que, como otros instintos, el nacionalismo pretendía tener un origen lícito, pero, ―a semejanza de todos los otros instintos a los que no ilumina la inteligencia, se equivoca‖ (Nacionalismo y tolerancia: prudencia hoy, victoria mañana" 88). Y era necesario iluminar todo con la inteligencia. La ceguera del patrioterismo era peligrosa para otra gran tradición mexicana de tolerancia y apertura a los exiliados de países de habla hispana. La aportación valiosa de los exiliados al mundo cultural de México, y el hecho histórico de haberlos recibido con los brazos abiertos en el país eran un gran orgullo para Castellanos. Años después en una ocasión en que se encontraba lejos de México, ya embajadora en Israel, y vio llegar a una delegación de jóvenes mexicanos del Club Deportivo Israelita de México, la autora corroboró su profunda esperanza en la humanidad: Sanos, confiados, felices. Mirándolos a todos, escuchándolos hablar yo sentí un secreto orgullo: el de que mi país sepa ser también la patria de quienes se han acogido a su hospitalidad y han continuado su linaje en nuestro territo-
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. rio. El de que quien se establece entre nosotros no padece la “extrañeza” de ser un extraño entre quienes se sienten iguales. Y deseé fervientemente que cada vez más nos empeñemos en borrar las diferencias de los que algunos, después de Hitler, todavía se atreven a llamar la raza; o la religión o la lengua o las costumbres para que sólo prevalezca un sentimiento fraterno de solidaridad. El espíritu internacionalista infundió en su obra el reconocimiento del valor innegable de todo ser humano.
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SITIO
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Mientras en las butacas se escucha un rumor como de ola trasnochada, una voz anuncia ―Primera llamada, primera llamada‖. Los espectadores esperan, sentados, con movimientos ligeros en pies y manos que juegan a entumirse. Nadie sabe qué tiempo habrá entre la primera llamada y la tercera. En Comitán la gente acostumbra llegar tarde a los espectáculos (costumbre nefasta); por lo tanto, las llamadas se espacian hasta que el organizador supone ya no llegarán más espectadores. Mientras los espectadores se acomodan en las sillas y se apoyan en las coderas para reacomodar las nalgas, en los camerinos y en el escenario -que permanece oculto detrás del telón– existe un escándalo de enjambre. Todo mundo grita, se cambia de vestido, se pinta el rostro, mueve los brazos y las piernas, medita en medio del bullicio, cierra los ojos y dedica la actuación a la persona amada, pide la bendición divina, hace buches con un poco de tequila para domeñar los nervios. Son dos polos opuestos que ocurren en el mismo instante, lo único que hace de puente es la incertidumbre. Los espectadores esperan un deslumbre y los actores desean deslumbrar, pero mientras tanto el único des-
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lumbre es el de los focos veladores que dan paso a los camerinos. Pronto se iluminará la escena y todos los reflectores estarán dirigidos sobre las personas que actuarán. Se ha dicho hasta la saciedad cómo un actor aparece detrás de una máscara. El actor se inviste con una personalidad que no le corresponde, que no es la de todos los días. El actor, como si se tratase de un traje, avienta su carácter y retoma otro. ¡Cuántos actores brillantes no son tímidos y apocados en la vida real! Es pues, en este momento que precede al inicio del espectáculo, cuando el actor termina de cubrirse con una personalidad prestada. ¿En dónde se encuentra ese hilo que permite el prodigio? Más que en los camerinos y en los ensayos previos, el prodigio está enredado en el escenario. Cuando una voz en ―off‖ anuncia: ―¡Segunda llamada, segunda llamada!‖ el prodigio está a punto de aparecer. En ese instante, los espectadores dejan los vasos de café en el lobby y entran a la sala dispuestos a presenciar el espectáculo. Los actores terminan de maquillarse, las mujeres se arreglan el sostén, se ven al espejo, se acomodan el vestido y el principiante vuelve a hacer otra gárgara de tequila. En medio de la bulla hay una niebla que enmohece las gargantas secas.
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Los grandes y experimentados actores de todo el mundo reconocen que antes de subir a escena los domina una especie de nervio ante la incertidumbre. Este nervio lo produce el temor de no hallar a tiempo el hilo que produce el prodigio de ¡convertirse en otro! En la sala hay movimiento, los espectadores se acomodan en sus asientos; los actores también se acomodan en sus asientos, se colocan el cinturón de seguridad (según ellos) y se disponen a emprender el viaje más intenso que jamás ha realizado el hombre. La magia de la escena está a punto de ¡aparecer! Las manos sudan, los rostros tienen una certeza que se oculta debajo de sonrisas fingidas. Una serpiente helada se regodea en la columna vertebral de cada actor. Son un grupo, pero cada uno está más solo que nunca. Alguien está sentado en una esquina del escenario, tiene el rostro oculto entre las manos. Es el ritual previo. Lo que tanto tiempo requirió para ensayo, ahora se ha disuelto. No hay pasado, todo es presente, este momento en que las luces están a punto de deslumbrar. Un empleado del teatro se coloca al lado del telón y coloca las manos en las cuerdas que accionan el sistema de poleas. Se escucha: ―¡Tercera llamada, tercera llamada. Comenzamos!‖.
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Estamos llenos de cultura.
¿Cuándo venís a Comitán a llenarte de luz? Consejo Ciudadano de Cultura Municipal
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Honorable Ayuntamiento de Comitán y Universidad Mariano N. Ruiz ¿Te gusta escribir? El Centro Comiteco de Creación Literaria es ¡para vos! Ser parte del Centro no tiene algún costo económico. Lo auspicia el Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012. Sesionamos los miércoles en la sede del Centro, frente al Santuario del Niñito Fundador.
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A C T U A L I D A D E S
Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, visitó las instalaciones del Colegio Mariano N. Ruiz e impartió una conferencia acerca de valores espirituales al personal docente de dicha institución. La visita pastoral la realizó el martes 28 de junio.
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A C T U A L I D A D E S
CRÓNICAS DE ADOBE
Hugo Humberto Morales Zúñiga, médico sexólogo y candidato al Doctorado en Educación, asistió al programa del martes 28 de junio, para tratar el tema: ―Diversas expresiones sexuales de Comitán‖, ahí salieron a bailar ―Los Enagüitas‖, grupo de travestidos de los años sesentas. Esos hombres vestidos de mujeres se dedicaban a delinquir. A los chiquitíos se les decía, en las casas, que eran ―Robachicos‖. En la fotografía: Genaro Aguilar, Daniela Rodríguez Campo y Hugo. Dany pronto viajará a Puebla para estudiar la carrera de periodismo. ******************************************* Todos los martes, de tres a cuatro de la tarde: www.imer.gob.mx
Comitán, ciudad que habla de vos
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Domingo 26 de junio de 2011. Exitosa Carrera de San Juan - 2011. Participación de corredores internacionales y mexicanos.
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Fotografías: Fernando Molinari
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Marvey Altuzar Figueroa, durante muchos años laboró como Directora de la Radio ―Brisas de Montebello‖. El pasado 28 de junio se despidió del auditorio. Ella radicará en la ciudad de México. El Consejo de Redacción de DIEZ le desea lo mejor de la vida.
Llueve, llueve mucho. Así lo dicen los meteorólogos y así lo presiente el cuerpo. Los patios de las casas están húmedos y las gallinas tienen las plumas mojadas. Casi no hay viento, es raro, los árboles están llenos de gotas, porque no hay viento que les tire el agua. Este es un tiempo de agua, lo advertimos en el moho que crece sobre los objetos. Por esto, pregunto: ¿también las palabras se enmohecen, se enmohecen las voces de mi pueblo? Yo no sé si al igual que en los huesos de los ancianos, las voces también tienen dolor cuando es tiempo de lluvia; yo no sé si al igual que en los campos, en las voces brotan hongos en esta temporada. Advierto, a lo lejos, que en la radio Brisas de Montebello también hay un aire de humedad, el mismo que cubre a los pinos y a los tanates llenos de orquídeas. Advierto, a lo lejos, que Marbey orquídea tiene, también, húmedo el corazón. ¿Será que el agua nos llega por contagio, por ósmosis, por generación espontánea? Llueve, llueve mucho. No sé si los pájaros pueden volar en medio de la lluvia. Lo único que sé es que las aves buscan resguardo debajo de una cornisa o de un tejabán, pero ¿las orquídeas? Los expertos aseguran que estas plantas son epífitas porque crecen al amparo de otras plantas. Marvey orquídea ha contravenido esta sentencia, ella ha crecido no al amparo de otros, ¡ha crecido para dar amparo! Por esto, cuando llueve, ella se expone al agua y al viento. ¿Qué sucede con Marvey Sol cuando se humedece? ¿El agua resiste el prodigio de la flama? Marvey orquídea, Marvey Sol, Marvey viento, Marvey lluvia, Marvey palabra, te pregunto, así ―al
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aire‖, la humedad de tu corazón ¿seguirá bendiciendo nuestros campos? Llueve, llueve mucho. El viento no corre. Las gallinas están ocultas debajo de un árbol que chorrea agua. ¡Ah, cómo se desgaja el agua de las frondas de los árboles y de los techos de las casas ! Tal vez por esto, también, nuestros rostros y nuestras manos y nuestros corazones tienen nostalgia de agua. Somos como pájaros en busca de resguardo. Nuestro aleteo es débil, la lluvia es una piedra dura de cargar.
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Platicá conmigo ahora, porque en el
82 ya no estaré.
Alejandra Comitán, ciudad que habla de vos