Fotografテュa de: テ]gel Gabriel Penagos Gordillo.
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Contenido 3.– CHICA DE DIEZ: TERE. 6- EDITORIAL: Hacia el 2012. 7.– ZAGUÁN: ARENILLA: ¡Luz! 10– PATIO: William Paxton, en Comitán. 17.– BALCONES: Casa de Citas Intelectuales, periodistas, madres. Autor: Héctor Cortés Mandujano. 25.– CORREDORES: Piedra de Toque Regreso de Rosario Castellanos (VII de VII) Autor: Ricardo Cuéllar Valencia. 32.– CHICA DE DIEZ: TERE. 33.– SITIO: A través del balcón. 40.– ACTUALIDADES. 44– MOJOL. 45.– CHICA DE DIEZ: TERE.
Revista catorcenal, hecha en la tierra de los cositías con la bendición de Tata Lampo. Editor responsable: Alejandro Benito Molinari Torres Contacto: alejandromolinaritorres@gmail.com
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TERE
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EDITORIAL
HACIA EL 2012
Apenas serán doce años de la transición y el pueblo está desesperanzado. En el 2000, la mayoría estaba harta del Sistema imperante, fue tal su desesperación que votó por La Derecha, por la clase empresarial. Cuando la lógica expresa que las clases medias y medias bajas se ven reflejadas en partidos de izquierda, en nuestro país, los desposeídos votaron por sus explotadores. Por esto, hoy, existe un desánimo generalizado y medio mundo voltea a ver hacia todos lados para ver si por ahí se cuela un rayo de luz. Pero ahora resulta que, envueltos en la misma confusión, el pueblo está votando por los antiguos, como si alguien pensara que ―nunca se sabe lo que se tiene hasta que se ve perdido‖. ¿O tal vez esto representa el síndrome de la mujer golpeada: al final no importa si me veja, con tal de que siga conmigo? Confusión es el signo de los tiempos. No sabemos para dónde hacernos. ¡Con uno mal y con el otro peor! Inmersos en la confusión vemos alianzas entre dos partidos que la lógica diría antagónicos ideológicamente: PAN y PRD. ¿Cuándo se pensó que dos opuestos convivirían armoniosamente sólo por la mera ambición de acceder al poder? Son tiempos de confusión y no sabemos si el 2012 presagia un mejor destino o estamos ya con un pie en el abismo. ¡Qué pena!
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ARENILLA
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¡Dios los hace y su luz Divina los junta! A veces el mundo se cubre con agua limpia. La reunión de dos seres iluminados no es frecuente. Cuando tal suceso ocurre la razón pierde sustento. No es fácil vislumbrar las cuerdas invisibles que desatan el prodigio. ¿A qué hora un artista logra captar la esencia de otra artista? Acá, la modelo tiene el arco entre sus manos y es como si tuviera el arco iris en medio del aire. ¿Cómo el artista de la lente sabe cuál es el instante donde el instrumento sublime está afinado? ¿En qué momento la mirada habla más que las clásicas mil palabras? Es difícil responder, pero, tal vez, en esta imagen hay una huella. Modelo: Brenda Ochoa Guillén. Fotógrafo: Ángel Gabriel Penagos Gordillo.
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Las cajitas de Molinari
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. ―Dos carros se dieron un trancazo...Motociclista fue atropellado a mitad del bulevar… Buscó la puerta falsa…‖ Ay, Dios, qué estresante, este periódico es pura nota roja. Tiene razón don Mingo, a partir de hoy sólo leeré la DIEZ. El problema es que aún no se inventa el Internet.
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¡Espejito, espejito!... Ay, qué coraje, con estos aguaceros. ¡Ya se volvió a ir la luz!
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¡Mejor pídesela a tu hermana!
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Teléfono: 01-963-6326661 e-mail: albemoto@hotmail.com www.universidadmnr.com.mx
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Yo no sé cómo hay quien malversa la vida… ―Abracadabra‖, de Silvio Rodríguez La Universidad Juárez del Estado de Durango publicó en 1951 un libro que traduce textualmente su título del francés: Stendhal por él mismo, firmado por Henry Beyle, nombre real de este escritor francés (1783-1842) que escribió por lo menos dos clásicos de la literatura universal: Rojo y negro (1830) y La cartuja de Parma (1839). La primera la leí hace mucho por las constantes alusiones que encontré sobre su personaje emblemático, Julián Sorel, que dio pie al escritor húngaro Stephen Visinczey para que la reformulara, en 1965, con el título de En brazos de una mujer madura; por varios de los elogiosos ensayos de Stephen al estilo de Stendhal, en Verdad y mentiras en la literatura, sobre todo, disfruté La cartuja…, una gran historia de amor. Stendhal por él mismo conjunta fragmentos de varios de sus libros, de diarios y de cartas y, al final, de opiniones que hombres ilustres han vertido sobre el personaje que en sí mismo fue Beyle, quien no se guardaba de opinar con claridad sobre temas espinosos. Cristo y la Iglesia, dice, pudieron ―casarse‖ porque eran de sexos distintos (p. 76): ―No debe haber divorcio, porque el matrimonio es un misterio, ¡y qué misterio! El emblema de la unión de Jesucristo con su Iglesia. ¿Y en qué se convertiría este misterio si la Iglesia
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hubiese tenido un nombre del género masculino?‖ Al hombre no le interesaba (p. 168) “corregir su estilo. Por muchas tachaduras que llevasen sus escritos, puede decirse que estaban siempre escritos de un tirón‖. En una carta a Balzac le cuenta que escribió La cartuja (p. 140) “en sesenta o setenta días”. No le interesaba, según los retratos que de él hacen, imponer sus puntos de vista (p. 166): ―Usted es un gato: yo soy un ratón, decía con frecuencia para terminar las discusiones‖. Este desinterés por proclamarse buen autor, fue también una declaración reiterada de Dino Buzzati (19061972), autor muy apreciado por Borges y autor de una novela que le dio justa celebridad: El desierto de los tártaros (1940). Buzzati estudió leyes presionado por su familia, pero se dedicó al periodismo desde antes de terminar su carrera y hasta su muerte. Pese a su fama como cuentista, al éxito de sus novelas y a la celebridad que le trajo El desierto… él siguió declarando, cuando lo elogiaban por su labor literaria, ―sólo soy un periodista‖. El Premio Nobel de Literatura 2000, Gao Xingjian, cuyas portadas son pinturas suyas regularmente, declaró su sorpresa cuando le fue otorga-
do el codiciado galardón por sus libros, porque en realidad él estaba interesado más en pintar que en escribir. Rulfo decía de sí mismo ―soy un aficionado‖. En fin. *** Hace años conocí en Tuxtla a Sandra Félix, ahora famosa directora teatral, cuando participé con ella en el montaje de La dama boba, de Elena Garro. Sandra me contó de su admiración por esta autora y de cómo, cuando la conoció y le dijo que trabajaba en esa obra suya, la Garro le pregunto como si ella nada tuviera que ver con en el hecho: ―¿Y de qué se trata?‖ Algo natural en una persona que afirmó siempre que escribía sus libros sin revisarlos, sin releerlos nunca. Elena Garro es una gran escritora. Es, digo, porque aunque muerta desde 1998, dejó material suficiente como para seguirla leyendo. Al margen de lo buenas que puedan ser Y Matarazo no llamó (que está a la altura, me parece, del Sostiene Pereira, de Tabucci), la bizarra Inés y la un tanto deshilvanada Testimonios sobre Mariana (por citar sólo tres de las varias), escribió en este género un indiscutible clásico: Los recuerdos del porvenir.
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En su libro de cuentos La semana de colores hay también brillantes piezas (―La culpa es de los tlaxcaltecas‖, ―La semana de colores‖, ―El día que fuimos perros‖…) que no dejan de aparecer en antologías y es, por decirlo pronto, la mejor dramaturga de nuestro país, con obras breves que resisten el paso del tiempo, y un Felipe Ángeles y Una dama boba que, sin parecerse, muestran que la mujer no sólo tocaba una nota. No creo con sinceridad que después de ella alguien pueda escribir algo tan loco, tan bello y tan profundo como Un hogar sólido (que tiene lazos de hermandad temática con Pedro Páramo). He leído muchos libros de esta mujer. Me sorprendió, sin embargo, hallarme con el volumen Revolucionarios mexicanos (Seix Barral, 1997), un libro de artículos, publicados originalmente en la revista Por qué, en 1968, que cuenta y analiza desde la vida, ideas y resistencia de Ricardo Flores Magón (Porfirio Díaz como enemigo a vencer) hasta la llegada a la presidencia y muerte de Francisco I. Madero. Lo suyo no es la objetividad, claro. Sobre Díaz cita a Flores Magón, quien escribió en Regeneración (p. 13): “Consideremos a su padre, Chepe, amansador de oficio. A los caballos que no cedían pronto a su manejo los mataba. A otros los castigaba con una estrella de acero, fija en la punta de su látigo. Deliberadamente dirigía el instrumento de tortura a la barriga. Ésta, como todos lo saben, es la parte más sensible del animal‖. El héroe esencial de la Garro es Francisco I. Madero y lo pone por encima de todos (p. 93): ―Zapata jefaturó la rebelión de Morelos con el grito lanzado por los Flores Magón en 1908: ¡Tierra y Libertad! Ese día, 8 de junio de 1911, Zapata exigía del señor Madero, que ni siquiera era todavía Presidente, que
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las tierras guardadas durante siglos se entregaran en 24 horas. Francisco I. Madero no inspiraba terror, por eso se le exigía todo y ¡al instante! Tampoco era demagogo y explicó a Zapata que el problema agrario era digno de un estudio‖. Madero, dice (p. 100), ―empezó su lucha política como hombre muy rico y cuando fue asesinado era un hombre muy pobre. Su dinero lo invirtió en hacer la Revolución‖. Lo atacaron no sólo los que debieran estar a su lado, sino también, faltaba más, los intelectuales (p. 112) ―para cobrar su gratificación dada por el grupo porfirista‖ y los infaltables periodistas (p. 182): ―La Cámara había discutido en una tormentosa sesión una partida de 30 mil pesos destinados a Cecilio Ocón, que era director del periódico La Tribuna‖. Ocón fue, entre otros, el asesino de Gustavo Madero, hermano del presidente. Aprovecha que éste, ciego (un ojo de vidrio y el otro lastimado con un pincho de espada) está rodeado de enemigos y lo golpea. Gustavo se defiende (p. 154) ―y Ocón le da un tiro en la mandíbula‖. Luego lo acribillaron. ―Un canalla se acercó a darle el tiro de gracia. Otro le arrancó el ojo de vidrio que circuló de mano en mano‖.
Leo de la serie Ronda de clásicos mexicanos (Joaquín Mortiz-Planeta, 2002) 1915, de Manuel Gómez Morin (pensé que era Morín, pero el libro omite el acento en casi todas las menciones), un ensayo bastante tibio, retórico, sobre el compromiso de los intelectuales con los postulados de la Revolución. Se lo envía a José Vasconcelos y éste le contesta con durísimas críticas a la generación 1915, que da título al breve volumen (p. 66-67): ―A ustedes les faltó proclamar que Carranza era un bandido: eso lo hicimos nosotros desde el destierro. Usted todavía no dice que Obregón es el nuevo Santa Anna y que la reelección es una infamia: eso lo estamos diciendo nosotros desde el destierro. No veo que en el grupo de Ramón López Velarde etcétera haya surgido nada nuevo: veo en él un grupo que se tapó las orejas para no oír el clamor del instante y se puso a hacer retórica en la política y en el arte: carrancismo. No han sido ustedes rebeldes. Yo les reconozco mucho talento pero nunca he podido verles lo revolucionario‖. Incluso contra sí mismo arremete (p. 67): “Al pueblo sólo se llega con actitudes definidas, con actitudes concretas. Yo soy el más mal escritor de México y sin embargo soy el más leído
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en la América‖. También, como Elena Garro, elogia a Madero (p. 68): ―no se limitó a escribir su Sucesión Presidencial: lo puso en obra: levantó la opinión: lo único que a Madero le falta para que México lo reconozca como genio es el haber sido asesino: no lo fue, por eso lo olvidamos‖. *** Tomé, para un curso que impartí hace poco, como ejemplos de novelas que usan como mecanismo narrativo el cómic (no como agregado, sino como parte sustantiva) Fantomas contra los vampiros multinacionales, de Julio Cortázar, y ni modo, pese a lo mal escrita, La ley del amor, de Laura Esquivel. Como ésta fue combatida en su momento no sólo por sus obvios defectos de escritura y concepción, sino porque parecía plagio de Un dios para Cordelia (Océano, 1995), de Malú Huacuja del Toro, leí esta novela de imaginación y agudeza. Y sí, parece que doña Laura copió mal la historia inventada por Malú. Al margen del nudo central (el amor eterno, la permanencia de un espíritu en distintos cuerpos) Huacuja del Toro suelta duros golpes a la hipocresía femenina que supone la maternidad y el matrimonio ñoño. La mamá de Cordelia descubre que su marido la engaña con su mejor amiga y su decisión es embarazarse (p. 19-20), ―una idea que aqueja a los ejemplares de su tipo: creer que ser madres las hace diferentes, y no iguales, a todas las mujeres que alguna vez, o muchas, han deseado forzar a un hombre a que las ame […] usualmente estas mujeres terminan pensando que viven junto a un dios. Una figura mítica justifica interminables sacrificios […] Otras serían tal vez más hermosas y más jóvenes, pero nunca las ma-
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dres de los hijos de un dios‖. Los hombres se casan, sugiere en otra parte, para no seguir pagando por saciar su deseo. Las mujeres que aceptan con pasividad ese mecanismo de violación institucionalizada también tienen hijos nomás porque coger produce embarazos (p. 129): ―En su sistema de ideas, los hijos no representaban más responsabilidad que la de parirlos sanos y mantenerlos vivos hasta que aprendieran a ayudarles con las tareas del hogar, que eran interminables‖. Otra idea sobre la maternidad (p. 183): ―Aquellas mujeres no parecían estar jamás contentas, y muy probablemente nunca lo estaban. Daba la impresión de que parían hijos para maltratarlos, no para criarlos ni, mucho menos, para educarlos, pues siempre andaban golpeándolos, pellizcándolos o insultándolos. En todas las calles, autobuses colectivos, comedores y colas se escuchaban amenazas, golpes, berridos de niños‖. Cordelia, falsa estrella de la música, tiene claro por qué la admiran (p. 186): “Lo que pasa es que tengo el cuerpo que las señoras tenían antes de meterse a la máquina del tiempo que las envejece: el matrimonio. Soy su pasado. Por eso me adoran. Y, para las muchachas, soy su futuro, porque no creen que lo que les pasa a sus mamás va a ocurrirles también a ellas‖. Le dicen a Cordelia que no visite a una mujer que ella conocía muy bien (p. 188): ―—No vas a reconocerla, porque tuvo esa metamorfosis. ―—¿Qué metamorfosis? ―—Esa que dijiste de las mariposas que se convierten en gusanos. ―—No comprendo. ―—Se casó.‖ Contactos: hectorcortesm@hotmail.com
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PIEDRA DE TOQUE
Regreso de Rosario Castellanos (último de VII) Ricardo Cuéllar Valencia
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. ROSARIO CASTELLANOS CUESTIONA A OCTAVIO PAZ Según la lectura de Andrea Reyes es posible poner en evidencia una diferencia crítica de Castellanos con Paz. Sostiene: Un suceso importante que reconocí al organizar los ensayos rescatados de Castellanos en orden cronológico fue la coincidencia de varios textos particularmente polémicos que fueron publicados en los pocos meses al principio de 1971 entre su nombramiento como embajadora de México en Israel y su salida del país al final de marzo. Parece ser un momento de mucha reflexión y el deseo de resumir algunas lecciones antes de irse. Por ejemplo, en enero de 1971, Castellanos se valió de su ―ética humanista‖ para aclarar sus diferencias con una de las personas más prestigiosas del mundo literario mexicano, Octavio Paz. En el ensayo, ―Indagación sobre el ser nacional: la tristeza del mexicano‖, comentó que una lectora le había escrito con admiración sobre los escritos de Octavio Paz sobre ―el mexicano y su máscara‖, y le pidió su impresión del tema. La autora no citó El laberinto de la soledad directamente ni mencionó el nombre del autor después de la introducción, pero era obvio para quien hubiera leído el texto que el ar-
gumento fue para contradecirlo rotundamente. No era poca cosa, considerando que Paz era probablemente el escritor mexicano de más renombre y poder en el mundo literario de aquel entonces. Sin embargo, Castellanos empleó ironía y humorismo para desmitificar su filosofía, y planteó un acercamiento al ser nacional mucho más racional. Su punto fundamental fue de desmentir la aseveración de Paz de que el silencio, o la soledad, o la tristeza imperaban sobre el mexicano irremediablemente. Primero, se rehusó a aceptar ninguna teoría que afirmara que los mexicanos eran muy distintos de otros miembros de la raza humana: ―Por lo pronto, vamos a mandar al diablo ese dogma tan socorrido como falso (pero, ay, tan satisfactorio para nuestra vanidad) de que somos peculiares y únicos‖ (Indagación sobre el ser nacional: la tristeza del mexicano" 6434). Castellanos sospechaba que tal creencia era simplemente el deseo de justificarse en lugar de buscar la verdadera clarificación de su propia situación. Describió el método utilizado por unos filósofos de elevar los defectos de la gente a cualidades eternas, y de hacerse pasar por cultos por la elaboración. Ofreció el ejemplo de la supuesta tristeza del mexicano, que se
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. explicaba por la traición de la Malinche o tal vez por el triste fin de Maximiliano tan guapo, ― interpretaciones contradictorias de acontecimientos no relacionados en la historia, aunque hacían buen melodrama. Tal distorsión histórica conducía fácilmente a una conclusión fatalista: ―Si sumamos esta serie de factores tenemos como resultado que somos tristes y que como, además, estamos tristes, no damos una‖ (645). La autora consideraba ridículo y pretencioso ese juego de ―máscaras‖, y exigió una nueva interpretación del mexicano que aceptara la realidad de que era un ser vivo que podía cambiar: Creo que, en el nivel en que padecemos el problema es moral pero en sus principios es intelectual. Cuando nos atrevamos a conocernos y a calificarnos con el adjetivo exacto y a arrostrar todas las implicaciones que conlleva, cuando nos aceptamos, no como una imagen predestinada sino como una realidad perfectible, estaremos comenzando a nacer. (645-6) Esta afirmación de ser ―perfectible‖ fue precisamente el argumento de Castellanos: que el silencio del pueblo mexicano no era ―predestinado‖, que el uso de ―el adjetivo exacto‖, el poder de la palabra, podía empezar a cambiar la situación,
y que no había nada de la esencia mexicana que no se podía mejorar. En febrero de 1971, Castellanos dio el discurso sobre ―La abnegación: una virtud loca‖, que mencioné el otro día, el ―grito‖ que Elena Poniatowska señaló como un día clave en la causa de la mujer en México. No lo voy a repetir aquí, pero fue parte de ese momento de mucha reflexión antes de salir del país. En marzo, faltando sólo semanas para partir a Israel, la autora volvió su atención a la importancia de cumplir con la ética de representar la verdad, aunque existía el temor de la censura. Citó a don Daniel Cosío Villegas, quien, en un editorial del día anterior, identificó el temor general en el público sobre la arbitrariedad de las fuerzas del poder. Castellanos escribió que Cosío Villegas: Afirma que nada es “más urgente que nuestras autoridades traten de medir hasta qué punto está grabada, profunda, inconmoviblemente en la conciencia de cada ciudadano mexicano la noción de que pende sobre su cabeza la espada de Damocles de un poder oficial tan fuerte y tan arbitrario que en cualquier momento puede desencadenarse sobre él un terror capaz de exterminar su persona, su familia y sus bienes”. (Censura y autocensura: el niño
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. que pone el coco . . ." 678) Castellanos reconocía el temor general de un poder oficial arbitrario descrito por su colega, aunque eso no le quitaba la urgencia de exigir más de sí misma y de los demás intelectuales. Señaló el recato, la prudencia, con que demasiados de los escritores respondían a la posibilidad de correr un riesgo con su obra: Únicamente pusimos en evidencia nuestra pusilanimidad, pero si somos pusilánimes, más vale que vayamos sabiéndolo y no que vivamos engañados pensando que si estuviéramos respirando una “atmósfera de libertad” seríamos los voceros del pueblo. Pero aquí el vocero del pueblo es el rumor anónimo que esparce nadie sabe cómo pero sí con qué eficacia, mentiras, exageraciones, amenazas, tanto más temibles cuanto más veladas. Si alguien, como por ejemplo, Elena Poniatowska, hubiera atendido esos rumores, ¿habría publicado su magnífico documental sobre La noche de Tlatelolco? Claro que no. Sin embargo, el libro está allí, en los escaparates y vendiéndose como pan caliente. (Censura y autocensura: el niño que pone el coco . . ." 679) Y concluye: A veces, yo tengo la impresión de que los mexicanos ― que tal vez no hemos
salido aún de la infancia — nos encanta, como decía Sor Juana, poner el coco para luego tenerle miedo. Y lo que al principio era juego se va transformando en realidad. Y por miedo a incurrir en la reprobación de una censura (que como no existe oficialmente la sentimos funcionar en todas partes) y que, como todas las censuras carece de imaginación, aplicamos la imaginación propia a autocensurarnos hasta el punto de que la palabra más inocente e insignificante nos parece cargada de dobles o triples intenciones. Y la tachamos. Y nos hundimos. (Censura y autocensura: el niño que pone el coco . . ." 679-680) Pero Castellanos misma no se hundía, ni tachaba sus palabras sobre la realidad de su vida en México. Aun en Israel como embajadora del gobierno mexicano, la autora no permitió que el cargo le impusiera una actitud ―pusilánime‖ sobre la responsabilidad de decir la verdad sobre su país. Pocos meses después de llegar en 1971, en un artículo sobre el gusto de recibir la valija diplomática con periódicos, revistas e información reciente de México, la autora mencionó las pocas noticias que había recibido de la nueva masacre: ―de los hechos del 10 de junio teníamos muy vaga noción‖, y reforzó su apoyo por los
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. que exigían la verdad sobre los dos atentados, el de 68 y el nuevo de 71. Reclamó saber: Algo respecto a unos halcones que volaron después “de dar a la caza alcance” y de los que nadie ha vuelto a saber. Sobre ellos preguntan, en voz alta y libre, las más responsables, las más exigentes, las más dignas conciencias de México. Y esa voz la escuchamos, y de ella nos hacemos eco, desde el sitio al que hemos sido destinados. (La valija periodística: un cordón umbilical" 80-81) Era evidente que su compromiso con la verdad superaba su obligación hacia el gobierno de Echeverría. El texto más profundo que escribió Rosario Castellanos sobre la masacre en 68 fue el poema, ―Memorial de Tlatelolco‖, que aportó al libro tan importante de Elena Poniatowska, La noche de Tlatelolco. Su denuncia de los hechos y de la censura de información fue contundente. Los sobrevivientes que erigieron la Estela de Tlatelolco en 1993 para conmemorar ―a los compañeros caídos‖ decidieron incorporar una estrofa del poema en el monumento, — precisamente la parte que señalaba el silencio de los medios de comunicación, su obediencia a la ―línea‖ dictada por las autoridades ☼:
¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie. La plaza amaneció barrida; los periódicos dieron como noticia principal el estado del tiempo. Y en la televisión, en la radio, en el cine no hubo ningún cambio de programa, ningún anuncio intercalado ni un minuto de silencio en el banquete. (Pues prosiguió el banquete.) (Obras II: poesía, teatro y ensayo 186-7) La denuncia valía mucho cuando la escribió, conmocionaba a los sobrevivientes que erigieron la Estela en 1993, y sigue siendo relevante en la actualidad. ………………………………………… Hasta los volúmenes que ahora se han publicado, los editores de su obra habían excluido la gran mayoría de las observaciones de Castellanos sobre la vida política y social en México. Sin embargo, por toda su carrera literaria la autora insistió en reflejar la realidad del país, y resistió cualquier esfuerzo por restringir la libertad de expresión o de falsificar la imagen de México con el ―patrioterismo‖. Dado su obvio interés por entrar en el diálogo político de aquellos años, el rehusar de considerar esta parte de sus ensayos es revelador. El hecho de
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. que la participación de mujeres como intelectos en la sociedad es todavía punto de disparidad, aunque menos que antes, acentúa la importancia y originalidad de lo que logró Rosario Castellanos en las páginas editoriales de Excélsior de 1963-1974, y lo que significa su producción ensayística. Ahora podemos reconocer que, además de sus obras de ficción, poesía y teatro, Castellanos aportó una voz progresista, internacionalista y comprometida al debate nacional. Estos ensayos son parte imprescindible de la batalla ante la opinión pública de México en que Rosario Castellanos fue siempre una intelectual insobornable, quien merece ser recordada para siempre en las letras mexicanas.
San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el 21 de mayo de 2011
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A nosotros, las revistas y los periódicos de CINCO nos dan mucha risa ¡y mucha pena!
TERE
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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. El hombre camina por las calles de Comitán. Cuando llega a la esquina del templo de San José encuentra unas cintas que impiden el acceso de vehículos. Pregunta el porqué y un guardia le dice que están grabando el capítulo de una telenovela. Los camiones de Televisa ocupan toda la cuadra. La tarde está nublada, un viento frío arrastra algunas hojas secas. Mientras el hombre observa, dos niñas corren y pasan por debajo de las cintas rojas que tienen el mensaje prohibido el paso. Llegan hasta un portón generoso en dimensiones, se paran de puntas -por encima de los guardias– y, ansiosas, miran hacia el interior de la casa, propiedad de Roberto Albores Guillén, ex gobernador de Chiapas. El portón tiene una de las hojas abiertas, la protegen dos guardias. En el fondo se aprecia el patio y ahí hay un movimiento inusual de técnicos con cámaras, parasoles e infinidad de cables. El hombre se acerca a otro guardia y pregunta. ―Sí, jefe, están grabando una telenovela. Mañana van a estar temprano en el Café de la Casa de la Cultura. Llegue usted para darse un taco de ojo‖. Dice que las actrices son bellas. Él acaba de ver a dos que entraron a la casa y dicen que son mujeres muy diferentes a las que hay en el pueblo. El hombre sonríe, ante tal comentario.
En la banqueta del frente hay un grupo de curiosos, con celulares y libretas. Tal vez esperan la salida de los actores para ver si tienen suerte y logran el autógrafo y la foto con el famoso, con la famosa, para luego subirla al facebook. Un señor que está en el grupo se avienta el clásico chiste con filo: ―La telenovela se ha de llamar En las puertas del infierno‖, se sabe que el apodo de don Roberto Albores es Satanás, aunque luego se popularizó más el mote que le impuso Marcos, el guerrillero de La Selva. El hombre va a donde están los guardias y mira que uno de los balcones tiene abiertas las puertas, se acerca y, maravillado, descubre que una de las paredes está tapizada de caricaturas. Los trazos de caricaturistas nacionales y estatales adornan esa pared blanca. ¡Quién lo diría! Por lo regular, las caricaturas son temidas por los políticos ya que se reconoce la fuerza que tiene el dibujo que busca la risa del lector a través de la ironía y del sarcasmo. El trabajo de los cartonistas caricaturiza al personaje y al cargo que ostenta. Pues, ¡insólito!, don Roberto colecciona dichos cartones y los tiene colgados en un lugar privilegiado de su casa. Es, bendito Dios, un homenaje permanente al talento de los creadores que continúan la senda de Posada.
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Cartón de Enrique Alfaro. El productor sale (dicen que es el Güero Castro, tal vez descendiente de aquel actor y productor de cine que produjo aquellas películas de ficheras, tan famosas de fines de los años setentas e inicio de los ochentas). Dos muchachas se acercan y él les dice: ―¡Qué hay, chicas!‖, ellas se acercan y algo le piden. Él dice que no es posible. El hombre se acerca a una persona de la producción y pregunta acerca de los actores: ―Susana González y Jorge Salinas son los principales‖, dice y agrega que a partir de agosto se exhibirá en el canal 2 de Televisa. De acá irán al ―Chiflón‖ para continuar con las grabaciones. El técnico aclara que la telenovela se llama: La que no podía amar, con lo que borra el dicho del viejo que bromeó con el apodo de don Roberto. Parece que el equipo de producción tuvo suerte porque las nubes se han alejado y el sol brilla en una tarde de oro.
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Estamos llenos de cultura.
¿Cuándo venís a Comitán a llenarte de luz? Consejo Ciudadano de Cultura Municipal
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Honorable Ayuntamiento de Comitán y Universidad Mariano N. Ruiz ¿Te gusta escribir? El Centro Comiteco de Creación Literaria es ¡para vos! Ser parte del Centro no tiene algún costo económico. Lo auspicia el Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012. Sesionamos los miércoles en la sede del Centro, frente al Santuario del Niñito Fundador.
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A C T U A L I D A D E S
Presentación de la novela El abrazo de Ixtab, a las seis de la tarde, del viernes 1 de julio, en la Sala de Exposiciones Temporales, del Centro Cultural Rosario Castellanos. Los comentarios estuvieron a cargo del poeta y narrador Mario Escobar Gálvez y del Director General de DIEZ. La poeta Marvey Altuzar fungió como moderadora. Al término de los comentarios, intervino el maestro Óscar Palacios, autor de la novela. Él insistió en el feliz pretexto para estar en la ciudad de Comitán e hizo una sinopsis de la trama y refirió las motivaciones que tuvo para escribirla. Palacios ha presentado su novela en varios estados de la república y en distintas ciudades de Chiapas.
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A C T U A L I D A D E S Después de la presentación de la novela, los asistentes disfrutaron de bocadillos y del vino de honor que fueron ofrecidos por el Notario Gerardo Pensamiento. La poeta Marvey Altuzar hizo notar que el notario se ha distinguido como un mecenas para cuestiones referentes al arte en la ciudad.
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CRÓNICAS DE ADOBE
Alejandra Laguna Irecta participó en el programa del martes 5 de julio. Ale es conductora de Radio IMER. En 1997 condujo el programa ―Eróticos Anónimos‖, ella tenía 17 años de edad. En el programa trató el tema: ―Importancia de la mujer en los medios de comunicación comitecos‖. Se recordó a la primera locutora en la radio de Comitán: Coco Saborío. En la foto: Paty Espinosa, Genaro Aguilar y Alejandra. Paty se prepara para ir a estudiar su carrera profesional. ******************************************* Todos los martes, de tres a cuatro de la tarde: www.imer.gob.mx
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Sí, se colgó porque llevaba ocho meses sin gota de agua.
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Te esperamos en el número 83 Comitán, ciudad que habla de vos