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La montaña de fuego
Cuando llegó el primer invierno a la tierra de los ciervos, todos los seres vivos empezaron a sufrir el frío. Entre estos estaba el Coyote, que pensaba que ya no sufriría tanto si podía obtener una chispa de la montaña de fuego. Aquí aparece un elemento muy interesante porque muchas mitologías y leyendas antiguas hablan de estas montañas de fuego.
El Coyote logró convencer al pájaro carpintero de que volara por encima de la montaña de fuego con un manojo de ramitas en sus garras. Cuando las chispas saltaban sobre las ramitas, se incendiaban y el pájaro carpintero devolvía el fuego. Pero tenía que evitar a la gente del fuego que podía verla y dispararle con flechas de fuego.
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Habiendo llegado por encima de la montaña, el pájaro carpintero vio a los dos monstruos asignados por el hombre de fuego para proteger las llamas que se asemejaban a dos moscas gigantes. Como los ojos de estos monstruos nunca se cerraron, notaron al pájaro carpintero y dispararon chispas sobre ella. El pájaro carpintero dejó caer el manojo de ramitas y voló hacia atrás.
Este fragmento de la mitología navajo es interesante porque muchas mitologías hablan de montañas de fuego o montañas de metal. En general, se dice que en el interior de las montañas moran dioses metálicos, cuando han llegado al mundo humano. Estas montañas están custodiadas por seres monstruosos, los guardianes de los dioses, y en el momento en que los dioses desean irse, desaparecen junto con sus montañas de hierro.