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Portaviones INS Vikrant, Reina del Océano Índico

¿Dónde están los portaaviones en momentos de crisis? Es la primera pregunta que hacen los políticos de países desarrollados. Pero aunque pareciera chiste, esta frase encierra una gran verdad, pues a ninguna nación —por poderosa que sea— no le sirve el hecho de poseer inmensos navíos de guerra —con el altísimo costo económico y político que representan—, si no contará con ellos en el momento en que los requieran.

Sabemos que estas gigantescas embarcaciones jugaron un papel fundamental en el desenlace de la II Guerra Mundial, particularmente en el teatro de operaciones del Pacífico. Emergieron de esa contienda como el tipo de navío más determinante, reemplazando a los acorazados que hasta entonces habían sido los reyes del mar. Incluso antes del inicio de ese conflicto habían quedado obsoletos, ante el inexorable avance de la tecnología aeronaval.

PORTAAVIONES, INDICADOR DE PODERÍO NAVAL

En las décadas siguientes, los portaaviones se volvieron un indicativo de primer orden para evaluar el poderío naval en el orbe. De hecho, son pocas las marinas de Guerra que poseen navíos de esta clase. Podemos clasificar en dos grandes grupos a las naciones que los han poseído. Los países que se han conformado con comprarlos de segunda mano, en el mejor de los casos, mandarlos fabricar por encargo a alguna empresa extranjera.

Las grandes potencias militares con la capacidad económica y tecnológica para construirlos, amén de la voluntad política para hacerlo. En este grupo destaca la Armada de los Estados Unidos de América, cuya flota está constituida por doce portaaviones nucleares de las clases Nimitz y Gerald Ford. Es por mucho, la más grande y moderna del orbe, a tal grado que ni juntando los portaaviones de las diferentes marinas del mundo, se podría igualar el número con que cuentan los norteamericanos.

Lo anterior puede parecer desproporcionado, pero hay que señalar que son pocos los países cuya situación geopolítica les demanda una marina de guerra con presencia en todos los océanos del planeta —conocidas de manera semioficial como “marinas de aguas azules—. Incluso aquellas naciones que aún cuentan con colonias, y por ende, con la necesidad de defenderlas en un casus belli, como Francia o el Reino Unido, cuentan respectivamente con uno y dos portaaviones operativos.

Es entendible que sus gobiernos prefieran mantener un número muy reducido de estas embarcaciones, aunque eso sí, con la tecnología más avanzada.

India, con arsenal nuclear ¿Por qué un país como la India, hasta hace pocos años sumida en la pobreza y marginación, tomó la determinación de diseñar y construir un portaaviones con tecnología de última generación, con los exorbitantes costos que ello conlleva? Trataremos de dar respuesta en los siguientes párrafos.

En principio, debemos considerar el hecho de que, desde que logró su independencia de Gran Bretaña en 1947, la India se ha visto envuelta en al menos cinco conflictos armados, la mayoría con su vecino Pakistán y China, por lo que no es de extrañar que sea uno de los únicos diez países con arsenal nuclear.

Es poseedor del cuarto ejército más numeroso del mundo, lo que deja en claro que, si bien estas conflagraciones han tenido un impacto mediático menor al de, por ejemplo, las guerras árabes-israelíes, es innegable que el subcontinente indio es una de las regiones más conflictivas del planeta.

Otro factor a tener en cuenta, es el hecho de que la Armada de la India tiene un largo historial en la operación de portaaviones en su flota, ya que apenas diez años después de obtener su independencia adquirió su primer navío de esta clase a su antigua metrópoli, la Gran Bretaña, el HMS Hércules, construido originalmente para integrarse a la Marina Real Británica durante la II Guerra Mundial, pero el final de dicho conflicto provocó que pasara a reserva en 1947 todavía sin terminar, siendo vendido a la India diez años después y entregado en 1961, recibiendo el nombre de

Vikrant, que significa “valiente”, en lenguaje sánscrito. Esta embarcación estuvo equipada originalmente con cazas a reacción Hawker Sea Hawk de fabricación británica y turbohélices franceses de guerra antisubmarina Breguet Alizé, con los que tuvo una participación decisiva en la guerra Indo-Pakistaní de 1971, pasando a retiro en enero de 1997.

Después del primer “Vikrant”, en 1986, la India adquirió a Gran Bretaña el ex HMS Hermes, el cual había tenido una destacada intervención durante la Guerra de las Malvinas, rebautizándolo como INS “Viraat” (Gigante, en sánscrito). Este portaaviones contaba con una rampa de despegue (skyjump) de doce grados de inclinación, utilizada por las 16 aeronaves British Aerospace Sea Harrier, capaz de transportar, además, diez helicópteros de distintos tipos.

Con la posterior compra a Rusia del ex Almirante Gorshkov en 2004

—rebautizado INS Vikramaditya en honor a un legendario monarca hindú—, queda claro que para la India ha sido imperativo tener siempre, por lo menos un portaaviones plenamente operativo, en su flota.

Otro factor relevante es el hecho de que, si bien sigue siendo un país desigual en términos socioeconómicos —el 1% de la población posee la quinta parte del PIB, mientras que más del 50% de su población bladores vive en condiciones de pobreza—, en los últimos años ha gozado de gran éxito financiero al grado de ocupar la tercera posición entre las economías más grandes del mundo y la sexta por PIB nominal.

La combinación de rápido crecimiento económico y poblacional —es el país más poblado del mundo, superando a China desde abril de 2023—, con añejos conflictos militares no resueltos del todo y un permanente estado de tensión regional, hacen que la India haya optado por una ambiciosa modernización de sus fuerzas armadas. A sus gastos de defensa destina un promedio anual de 76 mil millones de dólares, superior al presupuesto militar de Rusia, Francia o el Reino Unido, siendo siete veces superior al de su vecino Pakistán, según datos del Banco Mundial.

Tal elevado gasto militar se refleja en un extenso programa de modernización, que incluye la adquisición de nuevos vehículos blindados, equipados con misiles antitanque, radares, motores para su flota de cazas Sukhoi Su-30, y la adquisición de corbetas de última generación para su marina de guerra.

Podemos considerar que “la joya de la corona” del programa militar de India es sin duda, la construcción del portaaviones INS “Vikrant”, bautizado así en honor a su predecesor.

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