![](https://assets.isu.pub/document-structure/201104153140-ac4ac3d53d449ba3dc14de846dae71c6/v1/ae541a7a9067e3fcefad55ab7d0661a7.jpg?width=720&quality=85%2C50)
3 minute read
Habituación en época de pandemia EL DÍA DEL PSICÓLOGX
Habituación en época de pandemia
Cuando acontece una situación desconocida y que conlleva consecuencias para nada agradables, se activa en nosotros la respuesta de miedo. El miedo es una de las emociones básicas de todo ser vivo y, por más mala fama que tenga, cumple una función esencialmente vital: protegernos del peligro y garantizar nuestra supervivencia. ¿Qué sentimos cuando se hace presente el miedo? Se liberan las hormonas responsables de preparar al cuerpo para el escape o huida, el cortisol y la adrenalina, generando de esta manera un aumento en el ritmo cardíaco, dilatación de las pupilas, sudoración y un cambio en el tono muscular. A mediados de marzo del 2020 algo completamente desconocido y amenazante para la integridad humana estaba dando sus primeros pasos: el SARS-CoV2 que causa el denominado COVID-19. si miramos en el retrovisor, podemos identificar que nuestra primera emoción fue el miedo. Cuando acontece una situación de esta envergadura lo que ocurre en el organismo en un primer momento es una suerte de respuesta de sensibilización, es decir que nos activamos, nos ponemos en alerta ante el nuevo estímulo, por ende, nos encontramos más predispuestos a seguir al pie de la letra las recomendaciones para hacer frente a la pandemia, como lo fueron los primeros meses de la cuarentena. Este es un proceso de adaptación fundamental, presente en todo organismo que busca adecuarse a su entorno. Al principio de todo esto, nos resultaba más sencillo quedarnos en nuestras casas, aislarnos, reducir a casi cero el contacto social. Se escuchaba en todos
Advertisement
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201104153140-ac4ac3d53d449ba3dc14de846dae71c6/v1/2583c32100869635ed3014cbd4b315f5.jpg?width=720&quality=85%2C50)
lados y en todos los medios “la gente tiene miedo”. ¿Qué se escucha ahora? “la gente está harta”, “estamos hartos”, “estoy harto”. Posiblemente quien esté leyendo esto ahora también se sienta hastiado. Ya han pasado más de 200 días desde aquel anuncio presidencial en el que se nos llamaba al resguardo en los hogares. Podría decirse que lo que estamos atravesando ahora es una etapa opuesta a la sensibilización: la habituación. Ahora bien ¿qué es la habituación? Dicho proceso se refiere a la reducción en la intensidad de la respuesta ante un estímulo determinado que es repetido en el tiempo, en este caso la cuarentena. Entonces se podría decir que hemos llegado a un punto en el cual nos hemos habituado, habituado al estrés y al miedo. Desde mi punto de vista profesional, considero que esto puede estar jugándonos a favor y en contra. A favor porque en cierta forma manejamos mejor los temores y las ansiedades en torno a la enfermedad, y en contra, porque la misma habituación hace que las respuestas de miedo disminuyan, y a veces esa disminución puede ser demasiada. O ¿acaso no vemos grupos de personas que se juntan en espacios reducidos, sin distanciamiento ni tampoco otra forma de bioseguridad? ¿Acaso no es cada vez más común llegar al lugar de trabajo y sin pensarlo, saludar con un beso y un abrazo? La habituación, al igual que la sensibilización, es una respuesta adaptativa y necesaria; pero en este contexto actual hay que saber reconocerla y actuar en consecuencia. Nos estamos acostumbrando al riesgo, y eso, actualmente no es un buen indicador. Al empezar a bajar la guardia, somos más propensos a la exposición, y mientras más nos exponemos, más se dispersa el virus y comprometemos la salud pública. Una persona sin miedo es peligrosa. Aunque lo creamos o no, lo ideal siempre es tener una pequeña dosis del mismo. Nos encontramos ante la falta de políticas públicas orientadas a no sólo frenar el contagio, sino a contemplar el aspecto más descuidado en esta pandemia: la salud mental y la comprensión del comportamiento humano en situaciones de crisis. Estamos rodeados de estadísticas, de números, de probabilidades, pero no nos están informando bien acerca de cómo gestionar a nivel cognitivo y emocional el aislamiento. Debemos dar lugar a estos debates, nos corresponde darles espacio a las consecuencias psicológicas del aislamiento, y a partir de ahí, innovar en nuevas formas de acción y prevención. Recordemos que somos seres sociales por naturaleza y, esa necesidad, está irrumpiendo cada vez más. Mi recomendación, como profesional de la salud mental, es no descuidar los nexos con nuestros círculos sociales; mantener el contacto, pero de forma consciente y responsable; innovar en distintas formas de acercamiento social. La nueva normalidad nos invita a crear y recrear espacios, tanto externos como internos.
Lic. Costa Paz Florencia
Psicóloga 3855942841 costapazflorencia@gmail.com