Revista Cazadores Nº 46

Page 1

Año X - Nº 46 / 2,50 €

Caza en Canadá

El corzo por testigo Recuerdos monteros Album de temporada

Programas de Montería



46 Revista

Sumario

4

Año X Nº 46 2010/2011

Recuerdos de temporada

Edita: R.R.D. Director Rafael Ruiz Colaboran en este número: Juande Agredano, Pedro Ampuero, Rorry Barbudo, Rafael Mir, Gerardo Pajares, Javier Pardillo, Iván Parrillo, Alfonso Roldán

16

Con el corzo por testigo

Fotografías Alfonso Roldán, Rafael Ruiz Departamento de publicidad Tel. 679 787 333

20

Diseño y Maquetación Fran Ferrer Rafael Ruiz Redacción Antonio Gaudí, 4 -2ºB 14005 Córdoba Tel. 957 08 66 66 Movil. 679 787 333 revistacazadores@hotmail.com revistacazadores@gmail.com www.revistacazadores.com Imprime Digital Asus, S.L.

Cazando con arco en la Columbia Británica

30

Cazando en Canadá Expedición a las Montañas Mackenzie

Depósito Legal CO/1363-2001

42

Con otro visor

El Gamo

Autor foto de portada: Pedro Ampuero

Cazadores no se hace responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores en los artículos firmados. Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción por cualquier medio o soporte de los contenidos de esta publicación, texto, fotografía y dibujos en todo o en parte, sin permiso expreso del editor.

43

Programas de Monterías

3


Recuerdos de temporada

4


Con el transcurrir del tiempo algunos de los recuerdos que hoy guardamos en nuestra mente se desvanecen. Sólo los más arraigados permanecen imborrables. A veces una simple palabra nos hará recordar una conversación, una fugaz instantánea hará revivir todo un lance y una simple foto nos traerá la nostalgia de aquel compañero y amigo. Rafael Ruiz

5


Los Lagares Una de las primeras monterías de la temporada fue en Los Lagares, una finca que los hermanos Chastang se quedaron para disfrutarla con los amigos. En ambas manchas se dieron dos interesantes monterías. A ella acudieron una gran cantidad de amigos y sobre todo gente joven, un autentico éxito de convocatoria. Uno de las personas que más disfrutó fue José Chastang junto a su nieto, quien fue testigo de cómo su abuelo echaba al suelo un par de venados. Uno de los mejores venados fue para José Quintana tras haberlo fallado a cascaporro el director de esta revista.

Hetaku Safaris 6


Las Carboneras Otro bombazo de montería el del año pasado en Las Carboneras a pesar del excesivo calor. La volvió a montear “el Cura Ventura” de Cinegética Malagueña con 78 . Un total de 121 venados, 90 ciervas y 4 marranos. Destacó el puesto de los hermanos Pardillo con 7 venados y 3 ciervas, el de Manolo Domingo con 5 venados, y el ocupado por Bernabé y Javier Vizcute con 3 venados y 5 ciervas. Carboneras promete este año de nuevo, está que “se sale” y ojalá vuelva a ser sonada en cuanto a los resultados.

7


El Valle Fue organizada por la propiedad montando 62 puestos y cuyo resultado fue de 42 venados y 11 jabalíes. Algunos de los venados fueron muy bonitos como el de Tomás Jurado. Se cobraron dos cochinos homologables, un plata de Jesús Molina Santa María Estuvimos presentes en esta finca del Parque de la Sierra Cardeña Montoro durante el primer fin de semana de temporada. Entre los 30 puestos sorteados se contabilizaron 45 venados, 18 gamos y 17 jabalíes, utilizándose a 14 rehalas. En la montería participó un grupo de cazadores franceses, haciéndose novio

8

y un bronce de Carlos “el de La Marquesa”. Hubo monteros que hicieron un buen puesto como Julio Puertas con 4 venados y 1 cochino, o como Antonio León Cabezas con 3 venados y 1 cochino. La propiedad quedó muy satisfecha.

algunos de los hijos. Luis Jiménez, padre e hijo, hicieron un magnifico puesto cobrando tres bonitos venados. Chema obtuvo un bonito venado y Rafael Canals disfrutó haciendo un puestazo con varios cochinos.


El Pedrejón En la Sierra de Hornachuelos se Montego El Pedrejón, co-organizado o colaborando mutuamente José Morales y Quinito. Fue un día de excesivo calor que dificulto el deseado trabajo de los perros. Destacó el venado abatido por Rafael Cobos Roches en el 3 del colmenar. Álvaro Maestre acompañado de Ana de la Orden consiguió un venado y un cochino. Otros que disfrutaron fueron Antonio Domínguez y Carlos Ruiz quienes se quedaron con un venado y fallaron otro. El Peco La peña Lances y Agarres Montego a principios de temporada esta mancha “El Peco” de Mezquetillas. Son un grupo muy compacto y el buen ambiente está garantizado. Los hermanos Murillo echaron un día estupendo e hicieron un buen puesto, así como Antonio Leal que junto a su compañero cobraron dos venados y dos cochinos. También nuestro amigo Juande Agredano anduvo fino cobrando un cochino y un venado junto a José Morales.

9


Molino Don Zoilo Por fin tuvo su puesta de largo esta finca, propiedad de José María Sanz, que tanto mimo esta poniendo en ella tras una minuciosa gestión de cinco años sin cazarla. Quiso que fueran sus amigos quienes tuvieran el privilegio de estrenarla dándola de invitación. Se dio un pupo de cuatro cochinos y en las advertencias se dijo que no se tirase a lo primero que entrase porque había muy buenos trofeos, como así fue. Hubo un movimiento constante de cochinos

10

durante toda la montería y el tiroteo fue constante. Un servidor abatió cuatro, tres de buena tablilla y otro con el arco que resultó ser una hermosa cochina. Otros afortunados fueron Álvaro Sanz que estuvo acompañado por Alfonso Rojas Manzanero, también Pepe Sanz y Miguel Núñez Ponce, “marqués de Ubrique”. Tras la recogida de todas las reses, el buen ambiente procurado por la familia Sanz hizo que la tarde noche se alargara en el interior de la casa


Las Escobas Otro clásico de Monteros del Sur es esta montería de Las Escobas. Ubicada dentro del Parque de Hornachuelos esta mancha tiene un fuerte apretón de monte, lo que le da defensa a las reses y sobre todo a los cochinos. Esta vez sí que se cogió a los cochinos dentro, y vaya que se notó por el tiroteo que tuvieron los rifles durante toda la mañana. Destacaron algunos venados de bonito porte y algún cochino destacando dos, uno de ellos cobrado por Antonio Velasco. Sergio Sanz y Oscar también cobraron un cochino y u par de venados cobraron Antonio Ángel Marín y “el Picolo” y Juan Hinojosa. Echamos de menos al antiguo guarda y a su libreta, donde anotaba lo que cada día iba viendo en la finca desde meses antes a la montería. Lo sucedió en el cargo su sobrino a quien hay que felicitar por tan estupendo estreno.


Cerro del Fraile En un día de excesivo calor monteó el Club Monteros del Sur esta finca clásica de su programa. Con la experiencia demostrada durante años en esta finca la organización estuvo impecable, tanto en sorteo y salida de armadas como en el transcurso de la montería. El Club cuenta entre sus socios con propietarios de excelentes rehalas, lo cual es siempre una garantía, pero además estuvo reforzado por la actuación de Joaquín Vadillo que quiso entrar en una suelta. Se abatieron una media bastante buena de venados destacando varios como el conseguido por Juan Martínez Ruano. La Jarosa Son ya varios años los que esta sociedad de Los Califas llevan dando esta cercana finca de La Jarosa. En un día de calor como el que hizo se tuvo el detalle de proveer algunos puntos con agua para que los perros se refrescasen. Todo un acierto de la organización. Se cobraron 22 cochinos y 1 venado, destacando marranos como el abatido por Enrique Garnica, Antonio Aguilera y Rafael Ruiz de la armería Cenaliman. Esta vez la directiva tuvo su recompensa por su esfuerzo en que todo saliera bien.

12


Las Erillas Enhorabuena a Peña de Monteros por la montería de Las Erillas. Hubo una gran cantidad puestos que hicieron su cupo de tres venados muy bonitos como Eduardo Terry y Rafael Santiago. Esteban Morón y Antonio Sánchez cobraron 4 cochinos, dos de ellos machos de tablilla y 1 venado. Fran Vallejo y Antonio Morales cazaron 3 venados y una cochina. Andrés Bojollo y su hijo abatieron 1 venado y 2 cochinos. Francisco Fernández también hizo el cupo. Evaristo Dios disfrutó de un buen puesto haciendo su cupo y abatiendo además 2 cochinos, uno de ellos un navajero bonito. Entre los cochinos destacados estaban los conseguidos por José Mª Cubero y otro sensacional de Andrés Pérez. José Antonio López “el Picolo” también hizo su cupo con 3 venados muy parejos y bonitos.

13


Los Almendros Divertida montería la de Los Almendros que cinegética Malagueña organizó en el término municipal de Fuente Obejuna, esta vez la junta fue el mismo día a las 8:30 en el campo de fútbol de Argallón. Con una temperatura que no superaba los 7 grados, comenzó el sorteo de los 65 puestos y acto seguido fueron partiendo todas las armadas de cierre hasta la citada finca, de la que nos separaba algo más de 15 minutos de trayecto. Esta vez se contó con 21 rehalas para batir la mancha ya que estaba algo cargada de ciervas. El tiroteo fue incesante y los puestos espectaculares, la mayoría de los puestos lo componía un tiradero muy amplio y abierto con monte de cabeza. El resultado final fue lo esperado, otro triunfo que se apunta Cinegética Malagueña con 26 venados, 9 cochinos y 33 ciervas. A destacar el cochino que será posible homologación oro de Pedro Alarcón, el venado de Manuel González y otro venado de Alfonso García del Pino. Hubo puestos de varias reses como el de Pedro Alarcón en el 6 de La Culebra que además de abatir un espectacular macareno no se le fueron otros 2 cochinos y 1 venado, o también el de Mariano en la armada de La Culebra con 3 venados y 1 cierva. De los 26 venados destacaban 4 ó 5 muy bonitos.

14



Con el corzo por testigo

Gerardo Pajares Bernardo de QuirĂłs

La caza del corzo en rececho de primavera es una modalidad Ă­ntima y solitaria en la que el cazador se enfrenta al bosque y a sus habitantes sin testigos: es el cazador, el corzo y las circunstancias.


Esta característica singular de la soledad en el lance la que nos obliga doblemente a ser honestos con nosotros mismos. En otras formas sociales de caza, donde la cuadrilla es fedataria de nuestras andanzas, donde el éxito individual se somete al colectivo, donde la estrategia es común y compartida, caben otras valoraciones y este carácter social y convergencia del lance es garante de la honestidad y del valor de cada oportunidad de caza. Por el contrario, cuando vagamos solos en la madrugada intentando descubrir al cauto corzo podemos vernos impelidos a utilizar subterfugios, a olvidar la necesaria ética del cazador comprometido con la conservación -¡cuántas veces justificamos ante ecologistas y otros parientes aquello de que el cazador es el primer conservacionista de la fauna, para ver luego lo que vemos!-.

Cazar carrileando. A nadie se le oculta lo extendido que está eso de cazar desde el coche. Sí, ya sé, eso lo hacen otros, nosotros nunca. Lo cierto es que cada primavera, invitados por la creciente red de caminos de concentración parcelaria e impelidos por los potentes motores de los ubicuos 4x4, miles de vehículos a motor recorren sin descanso kilómetros y más kilómetros de pistas y caminos intentando descubrir, antes que nadie, el tesoro de un corzo enorme, envidia de propios y extraños. En ocasiones este tráfico no se limita a las horas de caza sino que se extiende a las horas del descanso nocturno, aderezando el rifle desenfundado en el vehículo

con faros y focos de gran potencia para tomar ventaja y matar el corzo antes de que vea el sol. Celebran con chanzas y chirigotas los matadores nocturnos de corzos sus andanzas sin reconocer públicamente su forma de actuar si no es para escarnio del sufrido cazador, que sí lo es, respetuoso con las normas y con la decencia, que entiende que esto de cazar tiene más de reto con el monte que con uno mismo. Estaremos de acuerdo, de que al margen de que esto es ilegal y peligroso, es una forma poco honrosa de actuar para alguien que se llame cazador. La habilidad del que caza radica en ser capaz, con unos medios limitados, de llegar a una distancia adecuada de

CURSOS INTENSIVOS Todos los permisos profesionales ( B+E , C , D , C+E...) Permiso B en 5 tardes o mañanas Curso Transporte mercancías peligrosas 1ª Sección: Cruz Conde, 24 Tel. 957 47 55 83 2ª Sección: Av. Rabanales, 21 Tel. 957 25 49 82 3ª Sección: Sta. Emilia de Rodat, 3 Tel. 957 26 54 62 4ª Sección: Av. Almogávares, 72 Tel. 957 40 01 31 5ª Sección: Av. Fuensanta, 8 Tel. 957 43 33 05 6ª Sección: Arcos de la Frontera, 22 Tel. 957 44 20 95 7ª Sección: Av. Carlos III, 6 Tel. 957 26 73 85 8ª Sección: Av. Cervantes, 64 (Montoro) Tel. 957 16 17 02

17


una pieza, valorarla si es oportuno, y si cumple con lo que se debe cazar, procurar tomarla de la forma más rápida y a la vez deportiva de hacerlo. Sólo así cobra interés el trofeo o el logro de capturarlo, si es fruto de una habilidad, de una capacidad intrínseca del cazador y no de la tecnología. Claro que tecnología desde que se toma una piedra y se talla ya hay, pero me refiero a un compromiso razonable. Las leyes, que suelen encajarse en lo razonable, prevén que la caza deba hacerse sin coches, sin focos, sin trampas y autorizan aquellos medios, que yendo con los tiempos, permitan una razonable oportunidad a las presas.

18

El lance frente a la captura. En estas prisas que muchos tienen o tenemos por tener se olvidan o nos olvidamos de que lo importante no es el fin sino el medio. Personalmente me encuentro mejor mientras cazo que cuando he cazado. La emoción del lance, la vibrante entrada, el momento de decidir que sí o que si no, son con mucho lo mejor de la caza, que se culmina, claro está, cuando llegas al animal bien muerto, le miras y te dices ¡Ahora sí que eres mío! Creo que ningún trofeo naturalizado transmite la emoción, por grande que sea, que nos ofreció el animal vivo en un lance limpio y bien vivido. Por eso creo que las formas son

importantes, no sólo pueden decir del cazador, que ya digo que en esta solitaria modalidad el trofeo es testigo mudo para terceros, sino que ellas, las formas, son antes que nada una vía de reconocernos a nosotros mismos como hijos del monte, elementos del sistema vivo, y sobre todo manera de reconocernos honestos con nuestras presas. Pero este mundo parece que nos condena a las prisas. Siempre hay una excusa para correr. Un negocio, la familia, otro permiso, más corzos, qué se yo. El caso es que, en este trance de cazar contra reloj que hoy se impone, en más ocasiones de las que quisiéramos los disparos o no tiene la precisión debida o la munición no hace con propiedad su trabajo. A lo largo de los años he constatado que en esto del rececho de corzo se disparan muchos, pero que muchos tiros. Seguro que más de los que nos gustaría reconocer. Tiros arriesgados por lejanos, tiros inseguros por apoyos incorrectos, tiros a animales huyendo, a plena carrera, tiros entrematados en el trasluzón del monte, tiros con municiones duras e incorrectas, rifles mal ajustados, etc. En muchas de estas ocasiones, en las que tenemos poca seguridad de haber podido acertar decidimos con apremio que hemos fallado y que lo que toca es buscar con prontitud el siguiente. Si esto lo hacemos desde o en las proximidades del coche unimos un justificante más intentando poner tierra de por medio con el oprobioso fallo y las funestas consecuencias de haber hecho públicas nuestras aviesas intenciones a todos los parientes del corzo “presuntamente” errado. Así las cosas, cada primavera, miles de corzos son disparados sin que se compruebe si fueron o no heridos. Luego se eleva a categoría aquello de que un corzo fallado es un corzo desaparecido que no da más la cara, afirmación que yo mismo mantengo si bien tiene mucho que matizar. Con los años y la experiencia, y con la asistencia de mis pequeños amigos peludos, he ido comprobando que se fallan menos corzos que los que se piensa. Bien sea porque la mayoría de los rifles están bien regulados o porque las distancias menguan cuando las mide quien no dispara, lo cierto es que algunos de esos fallos estrepitosos se convierten en letales heridas. La gran lástima es que muchos de estos corzos sirven solo de pasto para carroñeros. Creo que la ética, a la que tantas veces aludimos cuando cazamos, y más cuando hablamos de caza, dicta que antes de proseguir con la caza de otra pieza debemos dejar cobrada la precedente, o al menos marcar con


claridad si está herida y por donde huyó para, llegado el caso, solicitar el concurso de un perro especializado o proceder a la búsqueda tras el reglamentario tiempo de enfriamiento del animal herido. Una pieza herida merece todo nuestro esfuerzo, nunca se debe cejar en su búsqueda. En mi experiencia si hacemos las cosas bien casi todos los corzos heridos se cobran, pero eso exige haber comprobado previamente que nuestro disparo ha causado o no una herida, cualquiera que sea, y si lo hubiera hecho actuar con la diligencia oportuna. Pretender que por poca sangre o discontinua el corzo va “poco” herido es pueril y solo sirve para engañarnos a nosotros mismos. Creo que debemos tener presente que cualquier pieza de caza que dejemos herida, por nimia que nos parezca su herida, debe ser considerada como muerta. El cobrarla o no dependerá ya de otros factores, pero debemos asumir que sus oportunidades de supervivencia están sumamente comprometidas. No veo como podemos defender nuestro papel de conservadores dejando animales heridos sin realizar todo los esfuerzos a nuestro alcance, y cada

cual sabe valorar los propios. Otra cosa es engañarnos. La caza es desde la noche de los tiempos una forma de demostrar las destrezas humanas, la capacidad de resolver con éxito los problemas que la naturaleza nos plantea en nuestra ancestral condición de depredador.

Puede que cazando corzos, muchos corzos o muy grandes, engañemos a otros utilizando trampas y atajos. Puede que cazando con prisa y con poco respeto a la pieza logremos cubrir paredes y páginas de revistas. Sólo me pregunto si habremos sido honestos con nosotros mismos. El corzo es testigo.

19


20


Cazando con arco

en la Columbia Británica

Pedro Ampuero Castellanos Fundador de la web Cazandoconarco

Parecía que nunca fuésemos a llegar pero por fin, después de alimentar con un par de leños la estufa de la “cabin”, pudimos meternos al saco con más ganas que nunca. El viaje fue largo, llegar hasta el corazón de las montañas rocosas en la Columbia Británica nos había llevado su tiempo. Concretamente tres vuelos de avión, dos de avioneta, dos en coche y más de tres horas a caballo. ¿La recompensa? Haber llegado a uno de los parajes más bellos y remotos de la tierra

21


Empezamos fuerte Nos levantábamos todos los días a las cinco de la mañana para desayunar y coger la “trail” cuando aún estaba oscuro para cazar, generalmente, a dos horas a caballo del campamento, a veces incluso más. Queríamos llegar a la zona de caza temprano, que era cuando, con el frío, los wapities y alces presentaban una mayor actividad. El primer día desayunamos todos juntos en la cabaña principal, unos huevos revueltos con un poco de bacon, preparados por nuestra entrañable cocinera Kyla, la mujer de Allen, el guía de mi padre. Junto a él, Brad, el que fue mi

guía durante los diez días de la cacería. Mientras disfrutábamos de un ligero café americano, Tyler, el “wrangler” del campamento, se encargaba de recoger a los últimos caballos desperdigados por el valle, que se dejaban sueltos por la noche para que pastasen tranquilos. Cazamos los cuatro juntos. Al cabo de un rato sobre los caballos, entramos en uno de esos valles de libro (bueno, creo que no había ningún valle allí que no fuese de libro). Un amplio río cristalino serpenteaba sin prisa su cuenca, rodeado de un frondoso bosque de verdes coníferas, que se mezclaban con las amarillas hojas de los abedules. Más arriba, el bosque se convertía progresivamente en extensas praderas que se juntaban, ya en lo alto, con la nieve que habían dejado las últimas nubes. El contraste de colores era maravilloso. Fue en esa última línea de árboles donde empezamos a oír los primeros wapitis, palabra india cuyo significado es “ciervo que anda”, algo que pudimos comprobar a lo largo de la cacería. Un par de llamadas fueron más que suficiente para revolucionar a todo aquel valle, y pudimos así disfrutar de ese berrido tan peculiar y, sobretodo, tan distinto al de

22


nuestro venado. Parece mentira que lleguen a pesar cuatrocientos kilos. “De repente, vemos un grupo de wapitis por encima de nosotros faldeando la ladera. El macho del grupo es impresionante. Así que, sin dudarlo mucho, nos cubrimos con una loma y comenzamos, Brad y yo una frenética carrera ladera arriba. Conseguimos asomarnos casi sin aliento, pero para entonces, como no, ya nos habían sobrepasado. Con el corazón a punto de estallar, le hacemos señas a mi padre para que suba rápido, el wapiti esta subiendo por la ladera de enfrente y tiene que intentar aprovechar la oportunidad, ya que para esta zona es un wapiti espectacular. A los pocos minutos llega al lugar

donde estamos los tres, ya en posición con los spotting scopes, justo a tiempo para ver asomar en un clarito al wapiti. Sin perder tiempo busca acomodo mientras, el majestuoso animal esta a unos trescientos metros cruzado, ¡hay que tomar una decisión ya! Brad y Allen le dicen que tire, pero mi padre, al ser el primer día, anda con dudas. Es precioso, y la experiencia dice que dejar escapar este tipo de oportunidades lleva a que el último día de la cacería te arrepientas profundamente. Sin dudarlo le digo que le tire, y sabiendo que, a diferencia de los guías, yo no tenía ningún interés en que matase el primer bicho rápido, le dispara. El tiro es certero y antes de que el animal quiera darse cuenta la bala ha hecho su trabajo. ¡Bárbaro!.” Un wapiti 6x6 fabuloso, robusto, largo, no se podía pedir mucho más para uno de la Columbia Británica. ¡Empezábamos fuerte! Más adelante apreciamos lo acertados que habíamos estado tirándole. El Valle de los Alces (Moose Valley) El tercer día nos trasladamos a un campamento volante con la idea de quedarnos allí cinco días. Llevábamos seis caballos de carga, tres con todo lo necesario para los cinco días, y otros tres para traer carne en el caso de que cobrásemos algún animal. Por el camino aprovechamos el tiempo para tentar a los wapitis de la zona, e incluso llegué a tener una oportunidad con uno de ellos, que tras entrar al reclamo, y

después de una pequeña aproximación, conseguí tener a cincuenta metros. Creo que hubiese sido capaz de darle, pero decidí bajar el arco al no sentirme a gusto. Ya tendríamos más oportunidades, no había que precipitarse. Fueron siete agotadoras horas de caballo las que tardamos en llegar al campamento volante, pero ya se sabe ¡sarna con gusto no pica! Al día siguiente a las seis de la mañana, aún de noche, ya estábamos subiendo monte arriba por una estrecha senda entre los pinos. Hacía un frío de narices, había despejado por la noche y la helada era de impresión, pero venía bien para despejarse por las mañanas. Para cuando empezaron a salir los primeros rayos de sol por la cumbre de “Sleeping Chief Mountain”, ya estábamos en el terreno de caza. Todavía no habíamos visto ni un alce. “Poco después de meternos en un bosque de pequeños pinos, Brad echa el freno al caballo y de la nada, aparece, a poco más de sesenta metros, un alce espectacular, moviendo las palas de un lado para otro. Más abajo le contesta otro. ¡Increíble! Enseguida me bajo de Crazy Coyote como puedo, echo mano al arco y un par de flechas, y me pongo rápidamente a recortar la distancia. En un par de minutos sólo nos separan cuarenta metros. Por detrás, Brad reclama al alce para retenerlo en el lugar, más abajo, se siente como otro macho contesta. Esto no puede estar pasando, ¡pensaba que sólo era posible en los libros!

23


Únicamente veo una infinidad de puntas que asoman por lo alto de un pequeño pino. Necesito tres pasos más, ¡sólo tres! Hago esfuerzos por no perder la cabeza, hasta que por fin el alce se decide a mover ficha. Da un par de pasos más y se descubre, con sus dos metros de altura en la cruz, puntas por todos lados, esa mirada... pero, entre sus zonas vitales y yo, ¡hay un pino! Me va a dar algo. Esperando ese último paso, se da media vuelta y desaparece al trote. Sin dudarlo mucho, y viendo que se trataba de un alce precioso, mi padre aprovecha una paradita que hace para mirar atrás, y le lanza ciento sesenta grains desde su 7mm. Le ha pegado, pero con las mismas desaparece sin poder ver dónde, ni repetir un segundo tiro.” Estábamos comentando la jugada y dándonos abrazos, intentando liberar algo de toda la tensión acumulada, hasta que nos interrumpió el sonido de otro alce acercándose. Así que dejamos a mi padre y a Allen en el lugar del tiro, para pasarnos tres horas intentado ponernos a tiro del otro alce. En ningún momento lo conseguimos.

24

Volvimos al lugar del tiro para encontrarnos el cuadro que no queríamos ver. Llevaban un buen rato siguiendo la sangre, y habían llegado a un punto en el que esta se perdía. Mala pinta. Dos horas con la nariz en el suelo nos sirvieron para avanzar doscientos metros, pero la cantidad de sangre era mínima. Para colmo mi padre, que iba un poco adelantado, levantó el alce encamado y no pudo rematarlo. Su impresión fue que iba muy entero. El disgusto fue enorme, no hay nada peor para un cazador que dejar un animal herido. En vista de lo sucedido subimos a un punto elevado para intentar ver al alce desde arriba. No hubo suerte, vimos un montón de alces pero ninguno era el que buscábamos. Esto significaba que para mi padre la cacería había terminado, ya que alce herido contaba como muerto. Un mal trago. La otra cara era que había alces por todos lados, todos estaban en celo siguiendo a las hembras, las hembras llamaban a los machos, los machos se peleaban por ellas, y nosotros estábamos allí, en el alto de una loma con el spotting

scope, pensando nuestro siguiente movimiento, que nos podía llevar el resto de la tarde. El mejor día de caza de nuestra vida, teñido por el mal sabor de boca de la precipitación. Finalmente nos decidimos a hacerle la entrada al macho más bonito de todos. El problema era que con él, estaban otros dos machos buenos, no legales, y cinco hembras. ¡Casi nada! En la Columbia Británica, en esa época del año, para que un alce sea legal, tiene que tener en al menos en un cuerno, o tres luchaderas o diez puntas contando las luchaderas. Una medida que reduce en gran porcentaje las probabilidades, pero con la que te aseguras de que el alce será más que representativo. Empezamos a reclamarle desde más cerca. Pareció surtir efecto la llamada, y poco a poco, con la cabeza baja y moviéndola de lado a lado, el alce empezó a venir. En su lento y desgarbado caminar hacia nosotros, emitía un sonido muy peculiar con el badajo que, junto con estos minutos que me daban tiempo a pensar en todo lo que estaba pasando, iban consiguiendo que los nervios se me disparasen. Desgraciadamente, una vez más nos fue imposible romper la barrera de los cincuenta metros, y el alce desapareció entre los pinos como si de un corzo se tratase. Volvimos de noche cerrada por la trail. Nos quedaban dos horas por delante hasta el campamento, y con el único ruido de los pasos y la respiración de los caballos, regresamos en silencio cada uno reflexionando en sus cosas. El frío se sentía especialmente en la mano que sujetaba las riendas de cuero, y las rodillas empezaban a resentirse de tantas horas encima de los caballos,


pero sólo hacía falta levantar la cabeza y mirar al cielo para olvidarse de todo. La noche era espectacular y el día había sido increíble, qué animal tan grandioso es el alce. Así es la caza La caza es impredecible, puede que este sea su mayor encanto y la razón por la que todos nosotros aún sigamos saliendo al campo con la misma ilusión del primer día. Cada día es distinto. Llegó el ecuador de la cacería y volvimos al valle de los alces, pero a pesar de que nos dejarnos los ojos con los prismáticos, solo vimos un par de hembras.¿A dónde se habían ido? El día transcurrió despacio, poco movimiento y ni rastro de los alces de ayer. Volvíamos a poner los píes en el suelo y a saborear

lo que es una cacería en los extensos terrenos del norte. El otro día había sido algo excepcional. Ya entrada la tarde, conseguimos localizar dos palas blancas a unos dos kilómetros de distancia, nos pareció bonito, aunque enseguida lo perdimos de vista sin poderlo juzgar como Dios manda. De todas formas decidimos intentar acercarnos antes de que se hiciese de noche. En algo más de una hora estábamos por la zona en la que le habíamos visto. Quedaba apenas una hora de luz, y aun estando a más de dos horas del campamento, decidimos atar los caballos e intentar una incursión en el pinar, a ver si con algo de suerte conseguíamos localizarlo. Cualquier guía no pone tanto empeño y esfuerzo como lo hizo Brad,

creo que son admirables las ganas que puso en mí, y por ello le estaré eternamente agradecido. ¡Chapeau! “Allen se queda cerca de los caballos reclamando, intentando así arrancar una contestación con la que nosotros poder guiarnos para ponernos a tiro. Vamos los tres, primero Brad, luego yo y por último el Jefe, que no quería perdérselo. Paso a paso nos movemos por el bosque de pinos, buscando las zonas con musgo para poder avanzar sigilosamente. Cada pocos pasos, paramos a escuchar… Nada, no se le oye. Seguimos avanzando hasta que, de repente, nos quedamos los tres congelados. ” ¿Moose?” “I think so”. Nos ha parecido escucharle. Avanzamos y oímos otro tímido “grunt”, definitivamente es el alce. Cada vez le oímos más y más cerca, la tensión sube y en cuanto alguno rompemos una ramita, se cruzan miradas asesinas. Le oímos claramente moverse entre los árboles, frotando los cuernos con las ramas y, de vez en cuando, contestando a Allen que seguía abajo reclamando. El bosque es cerradísimo y no se ve a más de treinta metros, tenemos que guiarnos de oídas. Al cabo de casi una hora de entrada, por fin tenemos el primer contacto visual. Brad se pega al suelo como una lapa, y discretamente levanta un dedo para señalar una dirección. No quiero ni mirar, ¡Qué tensión! Tardo unos segundos en reconocer sus patas, es tan alto que su cuerpo queda ya en la zona en la que empiezan las ramas, y no lo habíamos visto hasta ahora, ¡Sólo está a veinticinco metros! Me preparo, pero no hay un tiro claro, hay ramas por todos lados y no quiero arriesgar. Hay que esperar.

25


Empieza a moverse, y aprovechando sus movimientos nos movemos nosotros también. El jefe se queda atrás, (bueno, le dejamos) cuanto menos jaleo armemos mejor. La situación comienza a ser un poco frustrante, no parece que en ningún momento vaya a presentarse un tiro claro, y tarde o temprano se acabará percatando de que no avanza solo, además nos estamos quedando sin luz. Por suerte, parece que Allen ha tenido algo de éxito y consigue dirigir al alce hacia una zona más abierta. Es entonces cuando, tras llegar a una zona más despejada, vemos aparecer el alce entre los pinos, ¡Impresionante! Echo rápidamente la mano al medidor de distancia. Son tan grandes que acostumbrado a los corzos, me cuesta una barbaridad calcular la distancia a ojo. Cincuenta metros, ¡demasiado lejos! Me empiezo a girar para comentárselo a Brad, cuando a mi derecha, entre los árboles, veo un alce enorme cuarteado mirándonos atentamente. ¡¡¡La leche!!! Le miro a Brad de reojo pidiéndole el visto bueno, y la expresión de su cara lo dice todo, ¡ya estoy tardando! El medidor me da cuarenta metros, esta vez sí. Tenso el arco suavemente, a la vez que el alce se empieza a girar para irse. Son en estos momentos cuando toda la práctica se agradece, los movimientos salen automáticamente, y para cuando me quiero dar cuenta, la flecha ya esta volando hacia el codillo del alce. Al impacto el alce pega una carrera y le perdemos de vista entre los árboles.

26

Brad reclaman

do

Brad se pone muy nervioso, me dice que el tiro ha sido muy bajo y pega un pequeño silbidito para que venga mi padre a rematarlo con el rifle. Yo le digo que no, que estoy convencido de que el tiro es bueno. Ha sido bajo, pero la sensación ha sido buena, justo en el pliegue del codillo. Enseguida llega mi padre con los ojos fuera de sus orbitas, se lo dejo muy claro,”Ni se te ocurra tirarle.” Es entonces cuando de repente oímos la respiración profunda, estertórea, como encharcada, del alce moribundo. A

continuación, le oímos derrumbarse entre los pinos. No puede ser, ¡Ha caído! ¡Pellízcame que esto no puede estar pasando!. En menos de un minuto se ha venido abajo. El alce con arco, ¡Un sueño hecho realidad! Necesitamos un poco de tiempo para asimilar lo que acabamos de presenciar, y justo cuando estamos apunto de hacerlo, oímos a Allen gritar desde abajo, “Jouse!.Your moose! Shoot!”, “¡Papá!, ¡El otro es el herido!, ¡¡Tírale!!” Una vez más el Jefe tarda poco en colocarse, y de dos certeros disparos


acaba con lo que había comenzado el día anterior. Miro a Brad y lo único que me sale es:”This is crazy!” (Se notan tantos años estudiando inglés en el extranjero).” Efectivamente, fue toda una locura. Dos alces en menos de un minuto, a menos de cien metros el uno del otro, padre e hijo juntos, uno con el arco, otro el herido, a caballo en la Columbia Británica… ¡¿Que más se podía pedir?! Todavía seguimos intentando asimilarlo, las sensaciones vividas en esos momentos son indescriptibles. Así es la caza, en el momento menos esperado la cacería te da un giro, aunque no hubiésemos pensado nunca que de tal magnitud. Entre una cosa y otra llegamos aquel día tardísimo al campamento, pero aun así lo celebramos a lo grande con un poco de limonada en polvo. A la mañana siguiente preparamos cuatro caballos para sacar toda la carne de los alces. En América es obligatorio sacar siempre los cuatro cuartos, lomos y solomillos. Con el cérvido más grande del mundo esto lleva su tiempo, y si son dos ni os cuento. Aprovechamos también para sacar unas fotos. Al desollarlo comprobamos que la flecha le había entrado por las costillas y se había quedado clavada en la pata opuesta sin llegar a salir, por el camino le había cortado la parte inferior del corazón y las arterias que salen de este. Mi viejo compañero de batallas, un Mathews Switchback de 70 libras, y la punta de tres filos Muzzy Mx-3 habían cumplido su misión a la perfección. Los dos alces eran muy distintos, el de mi padre, palmeado y con muchas luchaderas; el mío, abierto y largo. A modo de curiosidad, decir que según se van

haciendo más viejos, los alces van perdiendo palma, ya que no tienen tanta fuerza como para rellenar todo ese espacio entre puntas. Quedándose con poca palma y puntas largas. Otra característica que revela la edad de estos, es el mechón de pelo que les cuelga de la garganta. Con los inviernos este se va congelando y rompiendo, haciéndose cada vez más corto. No hay mus Ya sólo nos quedaba mi wapiti para completar los duplex reyes caballos. Regresamos al campamento principal para cazarlos desde allí. Si aparejar caballos es lento, cuando tienes que levantar campamento, recoger todo y cargar los dos alces, es eterno. Toda la mañana la pasamos nivelando los pesos de las alforjas, atando nudos y recogiendo caballos. La cacería ya estaba hecha, no teníamos prisa alguna, ahora solo quedaba disfrutar. Fuimos cazando de camino al campamento, aunque con todo el peso que llevaban los caballos encima, no podíamos entretenernos con entradas largas. El día acompañó de nuevo, parecía mentira que estuviésemos a principios de Octubre. Por el camino vimos un par de wapitis, pero no eran legales. Para que sean legales tienen que tener al menos en un cuerno, seis puntas. Algo que para esa zona, en la que no eran tan grandes como sus primos de Arizona, no era muy común. Íbamos tranquilos disfrutando del paseo a caballo hasta que, de repente, el

penetrante berrido de un wapiti a menos de cien metros rompió la calma que se respiraba en el ambiente. ¡Manos a la obra! “No hay tiempo que perder, así que atamos los caballos a todo correr, y nos metemos poco a poco en el pinar buscando el lugar adecuado. No tardamos en dar con una pequeña campa, no tendrá más de cincuenta metros de largo por veinte de ancho, me gusta. Le mando a Brad cincuenta metros a mi derecha para que reclame, así el wapiti, que está silbando a mi izquierda, pasará por delante de nosotros con la mirada atenta en Brad. Yo me quedo con All, que será el que me dé el visto bueno al wapiti. El Jefe, diez metros detrás observando toda la operación. ¡No se pierde una! Estamos todos listos, supongo que los actores antes de que suba el telón tendrán la misma sensación que tenemos nosotros ahora mismo. Que empiece la función. Brad lanza un par de llamadas, el wapiti responde instantáneamente, ¡Ahí viene! Empieza un diálogo mágico entre ellos, y cada vez se oyen los silbidos del wapiti más y más cerca. La tensión se acumula, ninguno de los tres pestañeamos siquiera. ¡Menudo espectáculo!

27


Entre los pinos vemos cruzar un cuerno, seguido, un silbido que nos para el corazón a todos, estará a treinta y cinco metros nada más. La respiración se acelera. Un trozo de cuerpo aparece entre los árboles, viene directo hacia nosotros. ¡Como tarde mucho voy a perder la cabeza! Un par de pasos más hacen que le veamos los cuernos un segundo, All enseguida me susurra, “It´s a shooter”. Al oír eso los pelos de la nuca se me erizan, ha llegado el momento que tantas veces había imaginado. Tengo que aprovecharlo. Concéntrate Pedro, concéntrate. Sigue avanzando directo a Brad. Tenso el arco cuando pasa por detrás de unos pinos, justo antes de que se asome, totalmente cruzado en la campa. Se para a escasos veinticinco metros de nosotros, gira su cabeza y nos mira. No se me olvidará

28

nunca esa escena, el tiempo se paro unos segundos. Ya estaba listo, en un segundo le coloco el codillo entre el pin de veinte y el de treinta, y dejo volar a la flecha. “Perfect shot!” Me dice All dándome un abrazo. ¡Ha sido un tiro perfecto! Una autentica pasada…” La flecha le había atravesado completamente y se había clavado en el suelo, pasando antes por ambos pulmones. Los abrazos, euforia, tensión descargada… Estábamos los cuatro que no cabíamos en nosotros, ¡La función había sido un éxito! Dejamos pasar unos minutos antes de empezar a rastrear, el rastro era abundante, y a cincuenta metros dimos con él. Ya teníamos el caballo con el que completar la jugada. Sacamos las fotos de rigor y en vista a que no podíamos cargar con más carne, lo dejamos para el día siguiente.

En hora y media llegamos al campamento. Creo que cada cual estaba más contento que el otro, nos cruzamos miradas de complicidad, llenas de orgullo y satisfacción, lo habíamos logrado. Lo mejor de todo, haber podido compartirlo todo con mi padre. Había salido perfecto, será seguramente el viaje de nuestra vida. Los siguientes días los pasamos relajados, saboreando los pequeños momentos. Fuimos a cobrar el wapiti. Aprovechamos para pescar en el río Prophet, y salimos a disfrutar del canto de los wapitis. Así como de otras especies como alces, caribús, carneros de Stone, osos negros y grizzlis, ciervos cola blanca y mula, lobos, cabras de las rocosas… ¡Un paraíso! Hasta que tuvimos que aparejar los caballos por última vez, y coger la avioneta que nos llevaría de vuelta a casa. Volveremos... Duplex reyes caballos. ¡No hay mus!


A propósito

Sueño Jd Agredano

E

l que diga que no tiene sueño cuando se levanta para ir a cazar miente. Todos tenemos sueño y ganas de dormir algo más. Es más nos encantaría que para cazar se pudiera empezar a partir de las once de la mañana, cuando ya hemos descansado del trabajo acumulado de la semana o simplemente de la juerga del día anterior. Aunque, claro, que también con la edad uno se va levantando antes y acostando también antes, lo cual hace que todo aquel que cuente ya con cincuenta primaveras o más esta afirmación le parezca tan absurda como para no seguir leyendo. Me da igual. Yo tengo sueño y lo cuento, porque además les digo que

ya hay que tener afición para salir de casa con un grado o ninguno a la calle y comerse un par de horas de coche hasta que te colocan en un puesto y tu misión sea no dejar pasar al bicho que se pueda cazar ese día cuando a éste le de por hacer acto de presencia. Que ya puestos a relativizar las cosas, vaya aburrimiento, y puestos aún más a autocriticarnos, ya hay que ser fanáticos de algo que se basa fundamentalmente en engrandecer nuestro ego a base de puntería y temple, y armas y balas, y suerte. En cualquier caso el sueño más dañino es el del puesto aburrido, en el que pasan los perros a primera hora y después nada, y una hora después nada tampoco y si el

día esta soleado, te encuentras buscando la encina propicia para acomodar el abrigo o la bufanda como almohada, pero si es lluvioso y el puesto tedioso, el día se te hace increíblemente largo. Los hay peores, digo cazadores, que cabecean sobre las palmas de las manos con los codos apoyados en las rodillas, y los sobresaltos que le producen cuando el sueño abandona el cuerpo son casi convulsos. Yo tenía una silla inglesa de caza que cuando se rompió le di mil gracias, era dañina en este sentido, me absorbía, me envolvía y me llevaba con Morfeo a las menos de cambio. Llegó el momento en el que la maldita silla tenía tal forma hecha que la usaba en otras circunstancias distintas a la caza para descansar, porque sabía que aquella silla no me defraudaría, y así, era recogerme en sus brazos y desplomarme en segundos. Pero claro, sin duda, aquello eran otros tiempos en los que la pasión por matar un bicho y las noches de juerga luchaban entre sí con el objetivo único de hacerse con el poder y prevalecer en prioridades, y yo, en medio, que no decía que no a una copa a las tres de la mañana, soñaba a la vez con matar al día siguiente un buen cochino. Afortunadamente esa silla la rompió mi hermano el único día que se animó a ir a una montería y se empeñó durante toda la mañana en intentar nivelarla en un quebrado testero de La Isla. Digo afortunadamente porque aquello me hizo de alguna manera cambiar determinadas actitudes y realmente reconocía que era lamentable dormirme de esa manera. Ahora tengo sueño, y escribo esto en el puesto para no dormirme, sentado en una catre bastante más incómodo, comprado adrede, porque este puesto es un aburrimiento, vaya mano he tenido hoy, y me temo que será así el resto de la mañana, y mis párpados pesan y caen como si de plomo estuvieran forrados y hoy también, vuelvo a soñar que me gustaría matar un buen cochino.

29


Cazando en Canadá

Expedición a las Montañas Mackenzie

Javier Pardillo Mayor

Las Montañas Mackenzie fue escenario elegido para llevar a cabo mi sueño de conseguir el Carnero de Dall, que junto al Mountain Goats y el Oso Polar forman los tres blancos de Canadá. Por fin puede tener cerca y llegar a tocarlo uno de los grandes de la montaña y uno de mis objetivos desde que inicié mi andadura como recechista.

30


31


Sábado 14.- Sin motivo aparente me ha pegado un lumbago que no puedo enderezarme. Lunes 16.- No puedo más, tengo el cuerpo como una garrota, he tenido que ir a urgencias y me han recetado el mismo tratamiento de otras veces, la diferencia es que me han inyectado un anti-inflamatorio. Viernes 20.- Toda la semana a base de pastillas aunque estoy algo mejor, se mantiene un dolor que no me gusta, he tenido que dejar de entrenar y la fecha del viaje se aproxima, me preocupa la falta de preparación física tratándose de caza de montaña, confío que la semana que viene pueda retomar el entrenamiento. Sábado 28.- Hoy de madrugada he conseguido cazar un buen corzo, la faena es que para llegar hasta donde he podido acercar el coche había casi 1 km., con el corzo, macuto y rifle a cuestas. Por la tarde en mi casa la espalda ha vuelto a resentirse y me duele bastante, el día 2 de agosto es la partida y el 4 empezamos la caza en la montaña, sin comentarios. Lunes 30.- Sigo igual, no quiero tomar las pastillas, las tomaré a partir del día 2 si no consigo mejorar, a ver si dejando de tomarlas durante unos días vuelven a hacer efecto. Esta tarde he vuelto a entrenar y a la primera vuelta he tenido que dejarlo, la espalda me lo impide. El equipaje ya lo tengo preparado y como en ocasiones anteriores, esta noche me ha costado dormir y aún quedan 2 días para la partida. Los días siguientes sin pegar ojo. Jueves 2.- Fernando M.P. y el que escribe estas líneas salimos las 06´10, Madrid-Frankfurt-Vancouver, al llegar descontamos 8 horas con respecto a España. Primera sorpresa, en Vancouver no aparece la caja de munición, los rifles han salido por una cinta especial, cuando estamos haciendo la reclamación vemos que en la cinta de equipajes normales está nuestra caja dando vueltas. Viernes 3.- Viaje Vancouver-Edmonton. Nueva sorpresa, no aparecen los rifles, vamos a hacer la reclamación, la cinta de equipajes ya se había parado y por la cortina que la separa del exterior alguien empuja un paquete, vemos la esquina de nuestro maletín, otro trago pasado. Edmonton-Yelouknife-Norman Wells-Inuvik, en la escala de Yelouknife, Fernando se da cuenta que nos han facturado separados, él con las dos bolsas hasta Norman Wells, a mí con los rifles y munición hasta Inuvik, nos dicen que no se puede hacer nada, como van

32

al último destino están colocados al final del avión. La azafata muy amable nos asegura que en la escala de Norman Wells los recuperarán. Aparecen los rifles pero no la munición, la solución que nos ofrecen es que cuando el avión vuelva al día siguiente nos traerán la caja, solución no válida ya que esta misma tarde vuela el hidroavión que nos traslada al campamento base. El conductor que nos ha recogido nos lleva al único sitio que pueden tener munición, es un supermercado donde tienen poca cosa y de otros calibres, se ofrece para localizarla entre los cazadores que conoce y nos consigue dos cajas de cada calibre, igualmente se compromete en recoger y guardar la caja extraviada

cuando llegue. Por fin vemos la salida del pozo en que se ha convertido nuestro transporte de armas, 1 hora de vuelo con escala en otro campamento para dejar a 4 cazadores, al nuestro vamos 3. Por el camino y debido a la baja altura a la que vuelan estos aparatos, vemos algunos rebaños de carneros y se nos ponen los dientes como a las morsas. Estas montañas en las partes altas están muy erosionadas por el hielo, sin ningún resto de vegetación que les sirva de alimento o cobertura, por este motivo son fáciles de localizar aún a grandes distancias. Ningún representante de la Organización Redstone Trophy Hunts se presentó para recibirnos o poner remedio a cualquier


un árbol se engancha en mi estribo izquierdo, el caballo continúa y me levanta el pié hacia atrás doblándome la rodilla. No puedo soportar el dolor y creo que me he roto algún ligamento. En el cauce de un río seco descabalgamos para llevar al caballo por las riendas, cuando comenzamos a andar la pierna izquierda no me sujeta y me estampo contra los “cantos rodaos” que en algún momento ha arrastrado la corriente. Me chequeo, tengo un fuerte dolor en el muslo derecho y un buen chichón en la frente, parece que me ha arrollado el tren. Para hacer más “agradable” el viaje a caballo, la mitad del camino lo hicimos lloviendo, en esta época poco o mucho llueve todos los días, cuando no nieva. A la una de la madrugada con una parada para comer un sandwich, estábamos

montando el campamento Muddy Water a orillas del río Ravensthrote. No quiero comer nada necesito meterme en el saco y recomponer mi maltrecho cuerpo, después de 12 horas a caballo me duele todo. Nadie nos lo había advertido. Domingo 5.- Me despierto sobre las nueve y en el campamento no se oye nada, hago un repaso por mi cuerpo y en el trasero me encuentro dos bultos que duelen con rozarlos, menos el pelo me duele todo, agradezco que no nos hayan levantado y casi deseo no salir a cazar hasta que me recupere. El personal empieza a dar señales de vida, pregunto a Fernando cómo se encuentra y está como yo. Desayunamos y sin ninguna información de los planes de caza, de pronto preparan los caballos

www.taxidermiajoseluisfranco.com

problema que se pudiese plantear como fue el de la munición, de igual forma tampoco se presentaron al finalizar la cacería, teníamos la sensación de viajar por nuestra cuenta, como orgánica no tienen precio. El campamento base, de nombre Dal Lake, resulta acogedor aunque es un barrizal. Ponemos los rifles a tiro con la nueva munición y respiramos tranquilos, ilusos pensábamos que éste sería nuestro alojamiento durante la cacería, a la mañana siguiente llegó la sorpresa, nos dicen que preparemos el equipaje que al mediodía salimos para la zona de caza. Sábado 4.- Salimos a las 12’40, formamos una caravana de 21 caballos, 7 con jinetes y 14 de carga. Cuando llevábamos unas horas montados,

33


y nos vamos, no sabemos a dónde ni cómo, esta “gente” durante toda nuestra estancia se han mostrado insociables, carentes de cualquier conversación o palabra de información o aliento. Salimos a cazar a las 14.00 h., después de un paseo de hora y media a caballo, llegamos a un collado con un montículo donde instalamos nuestro observatorio, localizamos una cabrada de 8 anímales entre hembras y crías, otra más de cuatro individuos fuera de nuestro alcance. Cuando nos damos cuenta nuestros guías no están, los buscamos y están dormidos al otro lado del montículo (la siesta del carnero) cuando se despiertan nos volvemos al campamento, paseo absurdo y tomadura de pelo, mal empezamos. Para nuestra sorpresa estamos cazando en 2x2 y posteriormente lo haríamos en 2x1 con David aprendiz de guía, ante esta situación echamos a suertes quién tira primero, le toca a Fernando. También acordamos que si se presenta la ocasión, Fernando tirará el Caribú y yo el Lobo. Lunes 6.- Cambiamos de zona, nos dicen que echemos ropa de reserva es posible que hagamos noche en el monte. Salimos sobre las 14’00 h., después de 2 horas de caballo llegamos al destino, allí tienen localizado un rebaño del año anterior en el que hay 2 carneros cazables. Visto lo visto, cuando dicen que si te llevan en helicóptero no se caza hasta el día siguiente para dar ventaja a los animales es mentira, los rebaños permanecen en la misma zona de un año para el otro, los tienen localizados y saben el nombre y apellidos de cada individuo, de forma que si te trasladas por vía aérea lo que te evitas es el palizón a caballo. Por otro lado nosotros no cazamos en serio hasta dos días después de nuestra llegada a este campamento. Iniciamos una entrada a la 16.00h., a media ladera se pone a llover, cuando llegamos a su altura eran las 18’30, estamos mojados de agua y sudor, el más próximo de los carneros está a 520 metros y sin posibilidad de acercarnos, para nuestra sorpresa nos preguntan si queremos hacer noche arriba, nos negamos estamos mojados y no tenemos con qué guarecernos del frío y la nieve que va arreciando. Martes 7.- Acampamos con el único resguardo de una lona llena de agujeros y goteras, ha llovido durante toda la noche y las cumbres presentan un manto blanco, menos mal que no les hicimos caso porque el aire ha cambiado de dirección y de nada hubiese servido quedarnos arriba, debido al viento los carneros

34


están al resguardo en otro barranco mas cerrado, al hacer noche allí pensábamos que cazaríamos por la mañana, de eso nada aquí no se mueve nadie hasta las 14’00 horas, momento que iniciamos la entrada, a las 15’40 estamos a su altura. Los carneros están muy altos y noto la falta de entrenamiento. Steve se acerca al collado y localiza los dos carneros que tiene el rebaño, propone que nos situemos cada uno con un carnero, tirará aquel al que se le levante su carnero y el otro cuando al tiro se levanten el resto, Fernando cordialmente cede de su derecho a tirar primero, gesto que en mi interior agradezco. Nos colocamos, el suyo está a 190 metros tumbado con los cuartos traseros hacia nosotros es un blanco “blanco” perfecto, el mío está a 250 metros tumbado, cruzado, se le ve la parte alta del lomo, le comento a Fernando que las ocasiones hay que aprovecharlas, me pregunta ¿quieres decir que tengo que tirar? No, respondo dejando que sea él quien decida. Llevamos 20 minutos tumbados pero la espera puede ser de horas, caen unos finos copos de nieve y el sudor se está quedando frío, a los pocos minutos me dice, voy a tirar me estoy quedando helado. En este momento todo mi mundo se reduce a lo que abarca mi visor, suena su disparo, mi carnero se levanta y da una carrera de 40 metros, se para, se gira para mirar hacia atrás, disparo y rueda como una bola de nieve, cuando me incorporo veo a los 2 carneros rodando por la pendiente. Nos felicitamos mutuamente, parece un lance de pizarra que hubiésemos ensayado cien veces. Miércoles 8.- Día de descanso que nos viene al pelo, hoy toca aviar las pieles. En su favor decir que son muy meticulosos y utilizan bisturís desechables para desollar los animales, recojo unos nízcalos que en la zona los hay en abundancia, para mi sorpresa no los conocen y no los quieren comer, Fernando tampoco, no se fía. Esa noche paso de comer carnero y me preparo un revuelto de nízcalos con beicon que no se lo salta un calé. El carnero lo hemos comido todas las noches y lo que sobraba con algún añadido lo ponían para comer al día siguiente en sandwich. En estos días hemos podido comprobar que en estas montañas hay muy pocas aves, ninguna rapaz, tampoco hay peces en el río que hemos vadeado en innumerables ocasiones, ni en sus

afluentes o remansos de agua cristalina que bebíamos directamente. Nos habían dicho que en los campamentos tendríamos teléfono vía satélite, “haberlo haylo” pero que funcione es otra cosa. Aprovechando el día de descanso intentamos conectar con nuestras familias en España, después de muchos intentos consigo conectar con el contestador de mi trabajo y dejo recado, el resto de los días fue imposible, no conectamos con el satélite en ningún momento. Jueves 9.- Salimos en busca de los caribús sobre las 14’00, en el camino nos cruzamos con el otro cazador, han estado 3 días durmiendo en el monte con el único abrigo de las mantas de los caballos, trae su carnero pero viene descompuesto y no pronuncia ni palabra, el resto de los días no salió a cazar. A dos horas de camino nos colocamos en la confluencia de dos ríos, su zona de tránsito es un laderón entre montañas que dista de nosotros más de 2 km., con un río y un bosque espeso de pinos de por medio, en caso de localizar alguno bueno no hubiéramos llegado a su altura en menos de una hora, cuando nos damos cuenta están dormidos, (siesta del Caribú) vimos alguno pequeño, cuando les despertábamos para decírselo no les caía bien, finalmente se despiertan y regresamos. Nos siguen tomando el pelo. Viernes 10.- Salimos con David como “guía”, no encuentra la senda para llegar al sitio que le ha indicado Steve situado enfrente del campamento y vamos rompiendo monte, llegamos a la conclusión de que aparte de bruto,

35


algo no le funciona en la azotea. Sólo hemos visto hembras y crías, otra tarde más para pasear a caballo y contemplar la naturaleza, a la vuelta se pierde por dos veces y le tenemos que indicar el camino. Nos han vuelto a vacilar. Sábado 11.- Esta mañana me encuentro sin ánimos, le comento a Fernando que no tengo ganas de salir por dos motivos, el primero es que en caso de avistar algún Caribú tirará él, por otra parte al día siguiente toca regresar al campamento base y temo las horas a caballo, me contesta a la gallega, ¿y qué vas a hacer aquí solo? Tiene razón y cuando nos llaman me preparo aunque sin ninguna fe. Otra vez con David, los guías Steve y Alfred se quedan en el campamento herrando caballos, está claro que para ellos hace días que hemos terminado de

36

cazar, pero están obligados a llevarnos en busca del resto de las especies para las que tenemos licencia, cambiamos de zona pensando qué siesta tocará hoy y hasta dónde nos van a pasear. Dos horitas de camino para colocarnos en un alto que domina dos valles, a los 20 minutos y a casi 1 km. aparecen 3 lobos, van cazando acechando a un caribú que se mueve entre los pinos, nos pregunta si les queremos entrar, estamos convencidos que lo ha dicho por cumplir y que por la distancia le diríamos que no, suelto el macuto y salgo corriendo (lo que puedo) con el rifle, los prismáticos y un bastón de treeking que me deja Fernando. Llego hasta la loma por donde han desaparecido, por debajo tenemos un amplio valle pero los lobos no están, se los ha tragado la tierra. Seguimos oteando cada rincón del valle,

de pronto en una charca al fondo veo algo, echo los prismáticos y allí esta el lobo blanco (380 m.) por delante hay una vaguada y un cerrete, si consigo llegar le quitaré bastantes metros. Me doy una carrera y cuando llego lo tengo a 280 m. me siento en la ladera, pongo los codos en las rodillas, con la mano izquierda apoyo el rifle en el bastón y lo meto en la cruz. El lobo está de frente, tranquilo olfateando las huellas del Caribú, el tiro de pecho es complicado por lo reducido del blanco y la distancia, decido esperar a que se cruce y de paso recobrar el ritmo cardiaco que lo tengo fuera de control. Al cabo de unos segundos el animal se mueve unos metros por una trocha hacia mi izquierda y se para cruzado, aprieto el gatillo y da un salto hacia atrás para quedar pataleando de muerte. Al tiro aparece otro de los lobos para ver qué ocurre con su compañero. Inicia la huida en sentido contrario al nuestro, ha llegado Fernando, toma la misma postura que yo y apunta, le digo “está a más de 300, levanta un palmo”. Veo la acción con los prismáticos, dispara y el lobo no se mueve, con inmensa alegría le digo “no se mueve, lo has matado”. Distancia del tiro: 310 metros, alucinante. Otro lance para enmarcar, después


de un rececho perfecto, en la última salida y pese a la mala voluntad de nuestros “profesionales” hemos puesto la guinda a este viaje. Cuando volvemos al campamento David explica lo ocurrido y ni nos saludan, está claro que no contaban con nuestra decisión de cazar y daban por hecho que con pasearnos de 4 a 6 horas a caballo todos los días y una siesta era suficiente. De mala gana avían las pieles, los cráneos los cocerán cuando lleguemos al campamento base, aquí no queda tiempo. Domingo 12.- Como siempre salimos al mediodía, nuestro campamento queda montado, el próximo grupo tiene 6 horas más de viaje a caballo y lo hacen en dos días con noche en este. Por una ruta diferente hemos vadeado varias veces el mismo río y el camino se ha reducido total 10 horas a caballo, en muchos momentos al trote. Por el camino hemos visto fugazmente un Oso Pardo que en esta zona está prohibido cazarlos. Llegamos sobre las 11 de la noche físicamente rotos y helados de frío. Lunes 13.- Con una cama y una ducha hemos recobrado “la color” esta mañana van a cocer los cráneos de los lobos, preparan la documentación de los trofeos y nos presentan un formulario para que rellenemos. En el punto donde decía “animales avistados durante su estancia” lo falsean multiplicando lo visto por 25, formulario que no firmamos pero que seguramente lo harían por nosotros.


Cuando llega el hidroavión preguntamos por los cráneos, están en una bolsa cerrada con alambre, los abrimos y nos llevamos la desagradable sorpresa de encontrarnos uno cocido sin limpiar y el otro crudo, está claro que querían que nos fuésemos de allí sin ver cómo estaban, el chasco nos lo hubiésemos llevado al presentar los trofeos a legalizar pues no hubiesen pasado ningún control veterinario. Ya no tenemos tiempo de protestar, estamos a punto de embarcar, analizamos la situación y decidimos dejarlos allí. Nos arrepentimos de haberles dado la obligatoria propina que en ningún momento se la han merecido, “mala gente” hasta el final. Sobre las 16’00 volamos a Norman Wells con escala en el otro campamento, de los 4 cazadores sólo uno ha conseguido el Carnero y el Caribú, nos alegramos de no haber cazado el Caribú ya que está en borra y sin terminar de cuajar, no vale como trofeo. Nos recibe el personal del hotel que se encarga de todos nuestros desplazamientos en esta población (recogida y traslado al hotel, traslado para legalizar los trofeos, recogida de cites y traslado final al aeropuerto, perfecto). Aparece la caja de munición.

Martes 14.- Legalización de los trofeos, comida y vuelo a Edmonton con escala y control de equipajes en Yelouknife. Miércoles 15.- Vuelo de EdmontonToronto-Frankfurt-Madrid, palizón para olvidar, al pasar el control de pasajeros en Frankfurt interrogan a Fernando sobre el Scope, que para colmo está fabricado en Alemania, preguntan si es de visión nocturna, sin mas problemas continuamos.

Jueves 16.- 23’55 h., llegamos a Madrid, para nuestra alegría el equipaje llega completo. Después de todo lo pasado damos gracias por haber finalizado enteros y con los objetivos cumplidos con creces, lo que no nos quedan en este momento son ganas de pensar en otro viaje, supongo que cuando nos recuperemos y sólo queden en el recuerdo los buenos momentos. Quizás, quizás, quizás…


39


A mi parecer

Monterías eternas

Iván Parrillo Hidalgo Licenciado en Biología

N

o se creerán ustedes cómo se pone mi parienta cuando le comento que voy de montería y no piensen que no lleva razón. Perfectamente me comprende y sabe que disfruto sentado en una piedra o en un catrecillo horas y horas, mirando por los prismáticos o escuchando como se rompen las jaras cuando las reses se acercan hasta mi puesto. Pero la cuestión no es que me entienda o que me comprenda, es que lleva razón cuando me dice que ese día no nos veremos hasta que llegue por la noche. Mi amigo Rorry ya les dedicó a nuestras mujeres un magnífico homenaje desde “su Portillo” y es que este amigo, de nuevo lleva razón cuando comenta que a pesar de que nos vamos de montería ellas nos esperan para saber si lo hemos pasado bien y como nos ha ido el día de cacería. Cuando voy de montería y dependiendo de dónde me toque montear, me levanto temprano pongamos de media las siete. En ese momento dejo a mi mujer en la cama y yo me cuestiono: ¿Pero dónde voy con lo bien que se esta aquí debajo de la manta? Finalmente y después de titubear me incorporo, recojo los chismes y me piro al coche para pegarme mínimo una hora de coche para llegar a la Junta. Me han citado en la dicha Junta a las 8:00 y allí estoy uno de los primeros. Aún no se han terminado de colocar las mesas del desayuno y nada más hemos llegado, un postor y un secretario. Poco a poco van llegando el resto de monteros, algunas rehalas y el orgánico de esta montería ficticia que les narro. El reloj va comiéndose las horas y cuando me quiero dar cuenta son las 9:00. Me tomo un segundo café calentito que me recuerda que mi mujer sigue en el séptimo sueño y bajo manta. Charlo e intercambio conversaciones cinegéticas, de trabajo o del frío de esta mañana. Vuelvo a mirar el reloj y son las 10:00 de la mañana, he realizado la digestión del desayuno y aún no ha comenzado el sorteo de los puestos. Cuando por fin veo movimiento y suena un megáfono

40

que nos llama para el sorteo con suerte son las 10:30. Pasa el tiempo, me han sorteado y me ha tocado la Armada Eterna, junto a un viejo pino en lo alto de un cerro. Mi puesto es el cuatro y por lo tanto tengo que hacer filigranas con mi coche para poder ponerme detrás del BMW X5 del puesto tres. Son ya las 11:00 y aún no he abierto el catrecillo. El postor me indica dónde está mi tablilla, me coloco, saco el rifle y miro por casualidad el reloj: las 11:30. ¡Comienza la montería! Las primeras reses se mueven y los primeros tiros se van escuchando. Los perros se acercan con una ladra constante y persiguen locos a una cierva y su gabato. El tiempo sigue pasando y mira por dónde ya tengo abatido el ciervo de la temporada: un bonito venado de catorce puntas que hará las delicias de mi salón. Son las 14:30 y escucho el coche del postor cerca de mi puesto, doy por hecho que la montería para mí se ha terminado. Recojo y me voy al almuerzo, que se alarga casi hasta el momento en el que empiezan a llegar las reses al cemento, aproximadamente son las 17:00. Un remolque y se me salen los ojos buscando la brida que he colocado entre la luchadera y la contraluchadera de la cuerna izquierda de mi venado de catorce puntas. Pero nada, segundo remolque, un cochino, un venado, otro cochino pero mis catorce puntas no salen ni por asomo. ¡Hombre las seis de la tarde y por fin en el suelo mi venado! Me felicitan, me hago la foto de rigor, doy mis datos al taxidermista y me despidos de los amigos de esta montería. Cuando me monto en mi coche son las 19:00 y me queda una hora de vuelta a casa, para

poder regocijarme en cómo fue el lance y cómo se ha desarrollado toda la montería. Abro la puerta de mi casa y son las ocho de la tarde, mi mujer me espera para ver cómo me ha ido el día, le cuento el trofeo que he conseguido, le exagero algunos apuntes y termino sobre las ocho y media de darle las últimas pinceladas al cuadro que le pinto. Y ahora después de todo el día fuera de casa, después del madrugón, del frío…lo que le apetece a uno es quedarse en el sofá, leyendo o viendo la tele, pero como a la parienta se le antoje salir a dar un paseíto… ya la tenemos. Reflexiono y pienso que si todos fuéramos algo más puntuales a las Juntas, todo el engranaje montero podría terminar a horas algo más normales que hicieran compatibles nuestras vidas como cazadores con nuestras vidas familiares. Piensen ustedes que cuanto más tarde se coloquen los puestos, más tarde se soltarán los perros, más tarde se terminara la montería (porque nadie paga por menos de dos horas de puesto), más tarde se recogerán las reses, más tarde se irán los del catering… En definitiva, la puntualidad es una cuestión de cortesía por todos los que participamos en Iñaki Blanco ® nuestras Monterías Eternas.


“Desde mi testero Cosas de la sierra” La literatura cinegética ha brindado en las últimas décadas algunos exponentes de probada valía y relevancia. Como multitud de seguidores pueden corroborar, el cordobés Mariano Aguayo se inscribe por derecho propio en esa selecta estirpe. Autor de infinidad de escritos sobre la materia, su pluma ha captado con asombrosa profusión de matices el inefable sentimiento que embarga a quienes se acercan, con mayor o menor asiduidad, al emocionante espectáculo de la vida en la sierra. La revista Trofeo, bien conocida por los aficionados, ha contado durante años con la colaboración periódica del autor de este libro, que compila aquí algunos de sus textos más intensos y evocadores, junto a otros de carácter enteramente inédito.

El resultado es un completo festín para el lector amante de la naturaleza, que disfrutará a buen seguro de una obra que respira aroma a campo y hace revivir una pasión tan ancestral como imperecedera.

Características Nº de páginas: 208 Tamaño: 15 x 24 cm Rústica con sobrecubierta PVP: 19.95€ Editorial Almuzara Parque Joyero, Fase 3, Nave 20 Crta. Palma del Rio km.3.3 14005 Cordoba www.editorialalmuzara.com

Libros


Con otro visor

El gamo Alfonso Roldán Biólogo y Fotógrafo

(Dama dama) El gamo común o europeo (Dama dama) es una especie nativa del área mediterránea. Se diferencia del otro gran cérvido europeo, el ciervo común (Cervus elaphus), en su menor tamaño, su bello manto de pelo pardo-rojizo salpicado de motas blancas (ocasionalmente con una banda oscura en el lomo) y sus astas palmeadas. Presenta un elevado dimorfismo sexual. Sólo los machos presentan astas, que echadas hacia atrás e implantadas sobre pedúnculos muy cortos, presentan tres candiles y una ancha palma, característica de la especie. La cornamenta sufre mudas anuales, cayendo normalmente a finales de invierno para volver a crecer en primavera. La longitud de cabeza y cuerpo varía entre 129-155 cm en machos y entre 118-140 cm en hembras. Peso: 52-63 kg en machos y 28-41 kg en hembras. Dos pelajes, uno en invierno y otro en verano. En verano posee un fondo cervuno algo rojizo, moteado de manchas blancas. En ambos flancos y cerca del vientre las manchas tienden a formar una banda longitudinal blanca. En invierno la coloración se torna más oscura y las manchas blancas desaparecen. Originalmente distribuido por la Europa mediterránea y sudoeste de Asia. En España a finales del siglo XIX vivían en estado salvaje en Sierra Morena, cuenca del Tajo y Montes de Toledo. Reintroducido en Doñana a principios del siglo XX. En la actualidad ocupa numerosas áreas pequeñas y aisladas. En la actualidad, los gamos se han introducido también en Estados Unidos, Perú, Chile, Argentina, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda. Al contrario que otros cérvidos de su tamaño, no forma manadas sino que vive en grupos familiares de menos de 10 individuos, o bien lleva una vida solitaria. Un macho se une a uno de estos grupos durante la época de celo, normalmente en octubre. En junio las hembras preñadas paren una cría, rara vez dos o incluso tres.

42


PROGRAMA DE MONTERÍAS TEMPORADA 2010/2011 MONTERÍAS EN FINCAS CERCADAS FECHA

FINCA

CUPO

17/10/2010

LA CAÑADA DEL MELONAR

Venados y J libres

05/11/2010

EL CEBRIAN

4 reses ( Venados ó Muflone) Máx. 3 V y J libres.

06/11/2010

EL ÁGUILA

12/11/2010

MONTE DO GAVIAO

13/11/2010

LA CAPELLANIA

20/11/2010

POZAS NUEVAS

04/12/2010

RESES AB ATIDAS 2009/2010

PUESTOS

GARANTÍAS

42

30 reses

50 V (1 O;3B) 31M (2O:;4P;14 B) 10J (1P)

22

2 reses

6 V Acumulativos con Mañuelas y J Libres

41V(1O,3P,8B) 18J

26

res muerta

Jabalies libres

3 AÑOS SIN MONTEAR

27

res muerta

21V(2B) 75J (30 BOCAS-1P,4B)

28

res muerta

2 V,G,M y J Libres

70V (2P,1B)30G (1P,1B) 50J(1B)

42

1 res

LAS MESAS

6J ó 5J y 1V

27 V (2B) 76 J (37 BOCAS2O,5P,12B)

26

1 res

05/12/2010

LA UMBRÍA DEL GATO

V y J Libres

41V Y 40 J

62

50 reses

11/12/2010

EL CASAREJO

3VóMóGyJ Libres

2 AÑOS SIN MONTEAR

25

res muerta

12/12/2010

EL CASAREJO

jabalies libres

3 AÑOS SIN MONTEAR

22

res muerta

18/12/2010

EL PILAR (JABALIES)

jabalies libres

3 AÑOS SIN MONTEAR

6

18/12/2010

EL PILAR

2V, 3G Y J LIBRES

3 AÑOS SIN MONTEAR

24

1 res

08/01/2011

SAO GEAO

V,M,G y J Libres

3 AÑOS SIN MONTEAR

25

res muerta

09/01/2011

SAO GEAO

V,M,G y J Libres

3 AÑOS SIN MONTEAR

25

res muerta

15/01/2011

MAÑUELAS

5 V acumulatios con El Aguila y J libres

2 AÑOS SIN MONTEAR

25

res muerta

21/01/2011

ENCOMIENDA DEL MOCHUELO

JABALIES SIN CUPO

6 AÑOS SIN MONTEAR

25

1 VENADO

60V Y 26 J

1 venado y jabalies libres

22/01/2011

RESERVADA

05/02/2011

AZAPIEDRA

3 V y J Libres

12/02/2011

RESERVADA

13/02/2011

RESERVADA

25 venados y 11 jabalíes

20 33

70 reses

JABALIES LIBRES

20

Res muerta

JABALIES LIBRES

20

Res muerta

Tel: 608 55 68 80 - 600 54 44 99 info@circulodemonteros.com www.circulodemonteros.com


Monterías Sierra de Hornachuelos

ABONO 1

Armando del Campo

31-10-10 Santa María del Olivar (Hornachuelos) Semicercado - 25 puestos - venados y jabalíes libres. Ciervas 2 cupo. 50-60 reses 27-11-10 Navas de los Corchos (Hornachuelos) 80-90 reses - Mancha El Manzorro CERCADO 4 años sin montear - 25 puestos - Cupo de 4 venados a cazar entre los días 27-11-10 y 28-11-10 + Jabalíes libres

ABONO 2

23-10-10 El Gitano (Hornachuelos) 130 a 150 reses - Venado y jabalíes libres + 70 ciervas 24-10-10 La Segoviana (Fuente Obejuna) 60-70 reses (Venados y jabalíes libre + 30 ciervas) 06-11-10 El Villarejo (Villaviciosa) 60-65 reses (Venados y jabalíes libres)

28-11-10 13-11-10 Navas de los Corchos (Hornachuelos) Zahurdillas (Hornachuelos) 70-80 reses - Mancha La Casa 60 a 70 reses - Venados, Gamos y Jabalíes SIN CUPO CERCADO 4 años sin montear - 25 puestos Cupo 4 venados a cazar entre los dos días + jabalíes libre 14-11-10 Los Lagares (Almodóvar del Río) 29-01-11 45-55 reses - Mancha Las Tinajas La Campana (Villaviciosa) Venados y jabalíes sin cupo + Ciervas cupo 25 puestos - CERCADO - Tres años sin montear Cupo 2 venados + jabalíes libres. Muflón aparte 11-12-10 Rancho de los Ciervos (Hornachuelos) CERCADO - 100-115 reses - Venados, Gamos y FUERA DE ABONO Jabalíes SIN CUPO 07-11-10 La Mesa del Castaño (Azuaga) 120-140 reses (Venado y Jabalíes libres + Ciervas)

44

Contacto: Armando del Campo Tel. 957 640 039 - Móvil 696 916 767 E-Mail: acah2002@hotmail.com Ctra. San Calixto Km 1 -14740 Hornachuelos (Córdoba)


Peña de Monteros

Lances y Agarres Fecha 30/10/10 13/11/10 19/12/10 09/01/11

Información y reservas: Teléfonos: 619713595 José Morales 629448885 Antonio Salado

A determinar

Finca Dehesa El Peco de Mezquetillas El Campillo Casasierra Navalmuñoz Reservada

Mancha Piedras Pardas

Cinegética Malagueña

Programa de Monterías Temporada 2010/2011 16/10/10 - Carboneras (1.100€) 17/12/10 - Cortes (700€)

31/10/10 - Priscalejo (650€) 29/01/11 - Usera (400€)

Programa completo 2.550 €

RESERVAS: Padre Ventura 608 765 764 – 952 276 965 Juan García 608 765 735 – 952 285 794 tlf. y fax Juan G. de la Peña 639 331 971 (Madrid) Rafael Becerra 649 695 071 (Madrid)

cazarcon@cinegetica2000.com juangarcia@cinegetica2000.com http://www.cinegetica2000.com

NOTA: Por razones internas, la orgánica se reserva la posibilidad de cambiar manchas o fechas, avisando previamente al montero.


Cinegética EL NEVALO​ TEMPORADA 2010 - 2011 17 OCTUBRE 24 OCTUBRE​ 20 NOVIEMBRE​ 5 DICIEMBRE ​ 19 DICIEMBRE​ 9 ENERO 30 ENERO 6 FEBRERO​​

LA PALOMA EL ALMENDRO y NAVASERRANO EL OREJÓN (toda la finca) EL CERREJÓN VEINTE PUNTAS PAJARÓN PINO LORENZO FECHA RESERVADA

250 450 450 450 200 300 250 300

€ € € € € € € €

PRECIO BONO 8 MONTERÍAS 2.200 € CONTACTO: MANOLO PRIETO Tel: 616900445

Cinegética LOS BARRANCOS PROGRAMA DE MONTERIAS 2010-2011 16/10/10 El Escambron (Mancha Chirivitales) Venados, jabalíes y muflones libres. 72 puestos,18 rehalas 370€ (finca abierta). 17/10/10 La Alameda (en colaboración con Monteros Maldini) Venados y jabalíes libres, ciervas con cupo. 50 puestos, 12 rehalas 360€ (fuera de acción). 06/11/10 Juan Calvillo (Mancha Los Hermanos) Venados y jabalíes libres, ciervas con cupo. 80 puestos, 22 rehalas 430€ (finca abierta). 20/11/10 La Aguja (Mancha El Burcio y Don Felipe) Cupo 2 venados, jabalíes y muflones libres, ciervas con cupo. 30 puestos,12 rehalas 560€ (finca cercada). 18/12/10 La Aguja (Mancha La Solana y El Cerro Las Piedras) Cupo 2 venados, jabalíes y muflones libres, ciervas con cupo. 40 puestos, 12 rehalas 560€ (finca cercada). 19/12/10 Juan Calvillo (Mancha La Solana y Buenos Vinos) Venados y jabalíes libres, ciervas con cupo. 50 puestos, 12 rehalas 430€ (finca abierta). 15/01/11 La Aguja (Mancha Los Jaracepales) Cupo 2 venados, jabalíes y muflones libres, ciervas con cupo. 30 puestos, 12 rehalas 560€ (finca cercada). Entre los señores 23/01/11 Peñarrios monteros que adquieran Batida de jabalíes. 63 puestos, 14 rehalas la acción completa 180€ (fuera de acción). sortearemos de regalo Accion de las 3 monterias abiertas 1100€ Accion de las 3 monterias cercadas 1500€ Accion completa de las 6 monterias 2500€

3 puestos de la batida a jabalíes de Peñarríos.

Contacto Sergio Sanz 656535823 Jose Morillo 675257646


Peña de Monteros Vallehermoso FINCAS PROGRAMA:

La Umbría Las Hoyas de Padilla La Morra El Acebuchal Las Pedrizas La Loma El Encinarejo

Teléfonos de contacto: Pepe Orta 600 05 94 98 Santiago Moreno 957 12 73 61 677 77 28 95

FECHAS PROGRAMA:

13 de noviembre de 2010 27 de noviembre de 2010 5 de diciembre de 2010 19 de diciembre de 2010 8 de enero de 2011 22 de enero de 2011 12 de febrero de 2011

El C.D. Monteros Vallehermoso se reserva el derecho a cambiar las fechas.

Sociedad de Cazadores de Hornachuelos Programa Monterías Temporada 2010-2011 NOVIEMBRE DÍA 6 7 20 21 DICIEMBRE 11 12 18 19

FINCA El Pedrejón Alto Villares y Parrilla Torilejos El Zorzalejo El Pilar del Alta Caños y Traviesas La Muela La Adelfilla

Cuota por montería: Socios no locales 445€ No socios 545€

Telefono: 672 199 120


Mi Portillo

Respiramos salud montera Rorry Barbudo Muñoz

Se nota y se siente, se palpa casi cada mañana temprana en la sierra de Córdoba. Así es, compañeros, y fieles lectores de ésta revista, que es la de todos. Algo que, aunque cuesta definir, es fácilmente perceptible cada fin de semana en nuestra sierra, y es que estamos viviendo un gran momento, o al menos eso me parece a mí. No es mi intención obviar la cansina crisis, ni echar paños calientes sobre ella para que se consiga dejar a un lado, no es eso, creedme. Lo que intento es que nos demos cuenta de la situación que estamos viviendo hoy día los amantes del campo y la sierra, y más concretamente de la montería, esa única y apasionante forma de caza.

48

Mirando hacia atrás, eso sí, desde cerca, (pues aunque han pasado ya casi once años desde que maté mi primer “venao” por tierras manchegas, tengo que admitir que habrá muchos, y mucho más capacitados por experiencia y conocimientos para hacer este balance) pienso que, a día de hoy, estamos en un gran momento. Sí, así lo creo, y a los hechos me remito. Puede que mi forma de ver las cosas no sea muy objetiva pero quiero creer que no sólo soy yo el que advierte esta situación. Estamos haciendo piña entre los monteros, ya no sólo nos encontramos cada mañana en las juntas sino que esa relación de compañeros de afición va a más. Estamos haciendo grupo y grupos.

Pero todo no acaba cuando partimos camino de vuelta en cada jornada venatoria sino que el lazo es mucho más fuerte: de verdadero compañerismo y de auténtica amistad. No se pone punto y final cuando el monte se hace asfalto. La sierra une, el campo hace a las personas y los que, nos hacemos en torno a él creamos unos lazos que difícilmente se podrán romper con el paso de los años. Hay muchas situaciones que refuerzan ese sentir de compañerismo o de equipo al que me refiero. Parémonos un poco y pensemos si guardamos o no un especial afecto y cariño por quien nos ayudó pisteando aquella res que pensamos que nunca cobraríamos y que, al momento de dar con ella, nos fundimos


en un abrazo con quien hasta entonces era un simple desconocido, pero que desde ese momento apreciamos de una manera especial; o aquel perrero que te dio la oportunidad de acompañarlo al monte y se ocupó de darte el calor necesario, además de aleccionarte en todo lo que iba ocurriendo durante el quehacer de sus valientes; o ese postor que se quedó a tu vera en el puesto y fue testigo mudo de ese lance que recordarás con el paso de los años siempre que el destino te cruce con él por la sierra. Son situaciones, momentos, experiencias vividas junto a otras personas a las que con sólo recordarlas/les provocan un sentimiento que es único en esto de la montería. Es por lo que los que cada fin de semana por “h” o por “b” tenemos la fortuna de poder echar al menos un día en la sierra, disfrutando o trabajando, vamos sintiendo ese parecer que me inunda en esta temporada. Estoy seguro que somos ya unos pocos los que estamos notando que nuestra montería está en un buen momento. De épocas doradas, plateadas y demás no puedo opinar pues no las gocé, pero lo que estoy viviendo hoy lo estoy disfrutando muchísimo. Puede ser que la crisis haya puesto su grano de arena y gracias a ella estemos haciendo piña. No lo sé a ciencia cierta. Lo único que sé es que hoy día en Córdoba nos estamos moviendo por corazón más que por pura afición, vamos a un sitio o a otro por mucho más que por el mero resultado de la jornada. Se están apreciando mucho más otros detalles, los que se forjan en torno al monte, los amigos y nuestra pasión por excelencia: La Montería. Cada uno puede sentirse responsable en su medida pues todos hemos ayudado de alguna manera. Sirvan estas líneas para animarnos y que sigamos por esta “verea”, la buena, la necesaria y la que debemos valorar, pues no es nada fácil conseguirla pero extremadamente sencillo malograrla.

49


Album fotográfico

Corzo recechado por Francisco Ojeda en León con Sorteos de Recechos de Cazadores.

Joaquín del Campo cobró este bonito venado en la montería de Alta Baja.

Sensacional trofeo de macho montés cazado por José Antonio Lovera tras un emocionante rececho.

Jorge Martínez consiguió traszv un duro rececho un buen rebeco en Los Alpes.

Fernando Serrano cazando en Hetaku, Namibia, junto a Francisco Ojeda.

Rafael Ruiz Giménez junto a su hijo obtuvo este cochino en La Morantilla.

Luis Giménez con un corzo de la pasada temporada.

Rorry Barbudo con un venado abatido en la montería de La Peña.

50

Los hermanos Murillo con un venado cazado en la montería de Mezquetillas con Lances y Agarres.


Alberto de la Rubia con un buen venado de la pasada temporada montera.

José Ignacio y Martín Moreno Meléndez-Valdés con dos gamos de la montería de Santa María.

Sensacional gamo abatido por Jose Antonio Lovera en tierras francesas.

La familia Chastang triunfó en Los Lagares, prueba de ello es lo que nos muestra Jaime.

Corzo cazado por Juan Fernández de Mesa.

Francisco Ramos, Rafaél Galán, Fernando Pliego, Alfonso Moraleda e Ignacio Ramos.

Alberto Tendero y Raafel Cruz con dos cochinos de San Bernardo.

Juan Vilela y Pepe Guerrero compartieron una inolvidable jornada de rececho a este corzo.

Francisco Vallejo y Antonio Morales ante el resultado de un buen puesto de El Jabardillo.

51


Album fotográfico

Buen venado el conseguido por Francisco Ojeda gracias a los sorteos de recechos con Cazadores.

Rafael Cuevas y su esposa con el buen ejemplar de macho montes agraciado con Sorteos Cazadores.

Rafael Santiago con su venado cazado durante la berrea con su permiso con Cazadores.

Javier del Rey con un rebeco de Fuentes Carrionas con los sorteos de Cazadores.

Fco. Serrano Montoro fue uno de los muchos agraciados en Castilla y León con Cazadores.

Buen venado el abatido por Pedro Machuca en Castilla y León con Cazadores.

Francisco Muñoz con un macho cazado en Gredos agraciado con un permiso de Sorteos Cazadores.

Andrés Velasco y el celador de caza de Castilla y León que lo acompañó en el rececho agraciado con Cazadores.

Luis Martinez con su macho conseguido con los sorteos de Cazadores en Castilla y León.

52


Ricardo del Campo obtuvo de rececho en Urbión este corzo con un permiso de Sorteos Cazadores.

Juan Navarro con su bonito macho de Gredos cazado gracias a la gestión de Sorteos de Cazadores.

Macho montés cazado en Las Batuecas por José Quintana, agraciado con un permiso Sorteos Cazadores.

José Castro acompañado por Pilar consiguió este buen venado en Castilla y León con Cazadores.

Joaquín Solanas Sanchís consiguió su venado trofeo durante la berrea con un permiso de Sorteos Cazadores.

Luis Giménez con un venado selectivo czado en Castilla y León con Cazadores.

53


Anuncios

por Mรณdulos

54


55


Anuncios

por Mรณdulos

56


Foto con pie

No Mariano, que no Rafael Mir Jordano

N

Ninguno de estos detalles ni algún otro reseñable me habría hecho salir a la palestra con el dedo índice erecto y rectificador, pero no puedo mantener la boca cerrada -o lo que es lo mismo, el ordenador apagado- ante un crimen como el que has cometido, querido Mariano. ¡Has matado a Corcheta, mi secretario alguna vez (como en la ocasión de la fotografía, “La Solana” de Ruda 1-11-84), mi proveedor de perros, mi amigo! Vamos a ver: en la finca “El Hornillo”, de Eduardo Quero, en cuya frontera segregada tengo desde 1977 mi “Tordo Viejo”, mi segunda vivienda y mi primer campo, coincidieron las siguientes rehalas: la de Pepe Ortiz con Antoñuelo como perrero; la de Manuel Navas, con Antonio Núñez Ramírez “Corcheta”; la de Santiago Echevarria senior, con Paquillo; y la de Francisco Manrique, con Miguel. Más tarde llegó la de Pepe Galo y “El Anchoa”, con un perrero cuyo

nombre no encuentra la memoria. Fue Antoñuelo y no, “Corcheta” quien murió de un tiro en “Mañuelas”, en montería en la que por desgraciada coincidencia yo participé. Aquel tiro mortal quitó a “Corcheta” de perrero, pero no de amante y conocedor de perros, condición que aun hoy mantiene. Después del accidente mortal del compañero y amigo Antoñuelo, “Corcheta” colgó el trabuco -que entonces estaba vigente- y aplicó su gran conocimiento de los perros a rastrearlos y adquirirlos para atender encargos y caprichos. A él le debo en gran parte la alta calidad de perros que mi rehala alcanzó a tener. Con las directrices de mis preferencias, encontraba “Corcheta” el perro deseado en el centro de la tierra. Que viva muchos años. Y que lo veamos tú, Mariano, y yo. Un abrazo, de éste que lo es, y que podría contar mucho de sus errores en libros propios.

foto: Rafael Mir Jordano

o pertenezco a esa especie de lectores que buscan los errores y las erratas en los libros de autores cercanos como si fueren pepitas de oro, especie humana que he retratado recientemente en un artículo de prensa, con cierta intención crítica. Por eso nunca habría puntualizado el gran libro de la rehala de Mariano Aguayo, con quien comparto amistad larga y duradera y varios cientos de lectores, señalando las malas pasadas que la memoria o las notas le han jugado: mi rehala no se la quedó mi último perrero Joselete (en cuya perrera sí dejé una camada olvidada) sino Jubel; junto a la mía no tuvo su rehala Diego Jordano, que aunque cazador discontinuo creo que jamás tuvo un perro, sino el también abogado colaborador mío Pedro Colomer Vilela, que habría tenido perfecto encaje en “La saga de los Guerra”, en la que sí es nombrado su padre, cotitular de la célebre rehala COPRI…

57


El cierre

Vender y ganar, comprar y perder

Rafael Ruiz Pongamos por cierto lo que con certeza hablamos. Hablar con certeza es estar en plena posesión de la verdad, la que nos permite afirmar, la que basada en la evidencia y sin la sombra de la duda nos da el privilegio de nuestra postura. La duda ensombrece, pero el desconocimiento y la ignorancia además daña cuando los que opinan afirman y persiguen intereses disfrazados. En el mundo de la caza, como en el resto de la cotidianeidad social, esta lleno de intereses, de mentiras y de falsas apariencias. Hay quienes incluso viven de esto. Gente sin escrúpulos y sin alma capaz de seguir engañando a cuarenta pardillos deseosos de idílicos ambientes y jornadas de caza que se pongan a su alcance. Por el contrario, también los hay con sanas inquietudes, los que ofrecen su mercancía con las manos limpias y desprovistos de atalajes, sin tantas adulaciones pero más francos en lo que ofrecen. Ganar es lícito pero hacerlo a costa del engaño no.

Estamos a punto de comenzar la temporada montera y a quién no les han ofrecido desde hace meses esta o aquella mancha para montearla. Es lógico y normal, muchos son los que quieren vender y ganar y sin embargo hay pocos que quieran comprar y perder. Por desgracia no son tiempos de bonanza y por ello todos andamos apretándonos el cinturón de la economía. Todos lo estamos padeciendo, tanto en el bolsillo como en nuestro tiempo de ocio. Los que venden, si quieren no perder, se han vuelto comprensivos con el montero y han conseguido a su vez volver comprensivos también a las propiedades de fincas. El precio final por montería en algunos casos se ha abaratado y hay incluso verdaderos especialistas del marketing con innovadoras formas de vender los puestos o la acción del programa. Hasta las peñas están más unidas que nunca para apretarle al orgánico de turno, y hay otros que tanto quieren apretar que casi ahogan, exigiendo a veces hasta por debajo del costo. En fin, son los intríngulis del melodrama. Hasta nosotros, esta humilde revista que a ustedes pretende entretener también ha sufrido las consecuencias que muy a nuestro pesar nos ha mantenido separados, tanto ustedes como nosotros nos hemos echado de menos. Pero una año más saldremos a dar la cara, a darlo todo o casi todo, por esta publicación tan nuestra, tan arraigada a nuestra Sierra y a nuestras gentes. Volveremos a estar con ustedes, ya sea cazando o en sus hogares, porque la temporada vuelve a

empezar y esta bendita afición a todos nos une de una manera especial. Por la parte que nos corresponde, este no deseado paréntesis al que nos hemos visto obligados, nos ha hecho tomar fuerzas. Si el penoso verano casi nos deja sin aliento, el otoño y el invierno al que felizmente nos enfrentamos nos va a dar de nuevo la vida, la fuerza y la ilusión para luchar contra los despropósitos y los obstáculos; y con el aire fresco y la lluvia nos lavaremos para desprendernos de la suciedad de nuestro empañado atuendo, si es que estuvo manchado alguna vez. Poco tiempo queda ya para comprobar que todo está en perfectas condiciones, que nuestras armas están dispuestas para su uso, que la documentación y acreditaciones están vigentes, y lo que es más importante, que nuestra ilusión está renovada y que intentaremos andar finos para abatir tantos cochinos como nos entren al paso. Sírvanse de disfrutar mientras otros trabajan, sean exigentes con su trabajo, sean críticos si tienen verdadero conocimiento, pero no desprecien el esfuerzo de aquellos que trabajan mientras ustedes se divierten, y no se confundan porque puede que esas personas, aún ganando un ridículo jornal o simplemente por afición se lo están pasando mucho mejor que ustedes, a los que les ha tocado pagar hasta los torreznos que se comen. La vida y la caza son a veces injustas porque mientras unos venden y ganan, otros compran y pierden. Buena suerte y buena caza.

Suscríbete y recibe la revista Cazadores en tu domicilio 50

II /

o VI

41

/ 2,

La

bo

s bre

es

s Lo

jor me

i cal o

os Osuebec

e

as ed ía e v aluc la n d nd de en A órtondo? t Or sa La stá pa

d na

l ve

¿Q

d

Cin

co

lan

ki B

Iña

co

éti

eg

ista

Art

58

ar

ale

nQ

e ra eo rof o Eletl venad

pa

el

ad

caz

cb

Consigue los números atrasados que te faltan

e

Tlf. - Fax: 957 08 66 66


59



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.