
60 minute read
El Cerro del Gallo Itzayana González Santos
Desde las tumbas Alfalfa Ficción / Cuento Iconografía / Fotografía
América Nava
Advertisement
Me apasiona la fotografía, tanto digital como análoga. Mi meta es estudiar fotografía profesional, también me interesan mucho las carreras de antropología o etnología, así que tal vez en el futuro mezcle mi carrera de fotógrafa con una de estas carreras. Actualmente estoy en área 4 y puedo decir con mucha felicidad que pertenezco totalmente a ella. Soy una persona que siempre está tratando de comprender el mundo y al ser humano. Creo que esta es una de las razones por las que me gusta tanto la fotografía, pues, me permite conocer desde muchísimas perspectivas al mundo y a su gente. Lo que me motiva a estudiar foto es que hay millones de cosas que contar a través de imágenes. Una fotografía puede causar tantísimas sensaciones, y el trabajo de un fotógrafo es intentar que esto siempre se logre.
Fotografía: América Nava. Serie: “Colores, olores y sabores de una tradición.” Técnica: fotografía: Año: 2020 Autora: Alejandra Delgado, serie: “Días normales”, técnica: fotografía digital, año: 2020. 16 16 Coapan Coapan
Desde las tumbas Ficción / Leyenda
La leyenda del Colegio Ingrid
Por María José Gómez Romero
Te voy a contar una historia, una historia que me impresionó cuando me la contaron...
En un vecindario se encontraba una antigua casa donde vivía un viejo alemán de 75 años llamado Shmidt, un señor amargado al cual le gustaba tocar el piano. Los mitos sobre esa casa y el señor Shmidt abundaban por todo el vecindario: decían que su casa estaba embrujada.
Una noche lluviosa, seis niños salieron a jugar fútbol y, en una ocasión, la pelota salió volando hacia la casa del señor Shmidt. Los niños decidieron saltarse la barda para recuperar la pelota y, mientras el señor Shmidt tocaba su piano, los niños comenzaron a explorar la casa para confirmar los mitos que la gente contaba.
Cuando el señor Shmidt se percató de esto, tomó un rifle y empezó a buscar a los niños. Con odio y coraje, los mató uno por uno y, al darse cuenta de lo que hizo, se disparó en la cabeza.
Esa noche lluviosa sólo sobrevivió un niño. Un niño que se escondió en el sótano y quedó traumado de por vida, un niño que juró cuidar de esa casa hasta que muriera. Años después, la casa se vendió y el colegio Ingrid se inauguró en ella. Junto con la casa venía un señor, el cual empezó a trabajar como conserje del colegio. Ese amable señor que mantiene limpio el colegio, era el niño que sobrevivió esa terrible noche lluviosa, era el niño que no podía hablar por el trauma que vivió, era el niño que juró cuidar de esa casa por toda su vida.
Y si crees que no es verdad lo que te conté, ve al baño de los profesores y quita el tapete que está a un lado del excusado, ahí verás una puerta. La puerta que te lleva hasta el sótano, la puerta que le salvó la vida al niño en esa noche lluviosa.
Desde las tumbas Ficción / Leyenda
El Cerro del Gallo

Por Itzayana González Santos
En mi pueblo algo perdido, “Santo Domingo Tonahuixtla”, ubicado en Puebla, se cuenta desde hace algunos años que por la media noche una señora muy bella con patas de gallo recorre el pueblo (poco poblado), sola y cantando unas muy bonitas melodías. Se dice que, cantando llamaba la atención de sus víctimas, una hermosa mujer con una voz así de preciosa es casi imposible de creer.
Cuenta mi tío que él la vio, “es muy bella, pero al verla a los ojos te hipnotiza, sigues su canto hermoso sin darte cuenta, llevándote hasta un cerro muy cerca del pueblo llamado “el cerro del gallo” una vez ahí se transforma en un gallo enorme y horrible, haciendo que te enfermes”. Se dice en el pueblo que, aquel que sobreviva es porque realmente es muy valiente, mi tío se siente afortunado por seguir con vida porque aquel día que iba con uno de sus amigos de la vida, al reaccionar y regresar a su casa contrajo una enfermedad haciéndolo morir al mes, todos dicen que los que dan con ella, contraen distintas enfermedades, así llevándolos a su destino final.
Desde aquel día, mi tío ofrece cada año una ofrenda muy tradicional del pueblo, al cerro, por permitirle seguir con bien.
Desde las tumbas Ficción / Cuento Ficción / Poesía
Pétalos de fuego
Por Angelus Ricardo Rosas Amado
Voy recorriendo este camino de pétalos de fuego con el calor de un suspiro, lo recorro sin compañía de esperanzas ni rencores.

Mis recuerdos aunque difusos, siguen conmigo sin miedo al arrepentimiento.
Y el peso de mi cuerpo ha desaparecido, sin embargo, en mi ser cargo mi vida y mis acciones. ¿Es acaso este el camino a mi muerte?
Desde las tumbas Ficción / Cuento Ficción
El Mictlán nos espera
Por América Isabella Sosa Hirota
Era 1 de noviembre, la noche fría, oscura, con niebla espesa y una brillante luna que nos observaba a todos; lograba un ambiente solitario a pesar de las risas de los niños que se divertían con sus disfraces. Yo, que caminaba por los estrechos callejones de Romita (Guanajuato), andaba sin cuidado y absorta en mis pensamientos. Sin embargo, como dentro de un balde de agua, escuchaba la música dentro de las casas y las voces de los adultos que, generosos, les daban unos cuantos dulces a los niños que corrían en el punto céntrico del colorido pueblo.
Decidí alejarme un poco más del bullicio y adentrarme en las oscuras calles. Mientras caminaba reflexionaba sobre la discusión con mi madre, había sido algo muy tonto pelear por la forma en la que el abuelo cuidaba la enfermedad de la abuela, realmente nosotras no podíamos hacer nada para cambiarlo a menos que la abuela se fuera a vivir con nosotras y estaba claro que ella se negaba.
Ya era hora de volver a casa… vivo en la calle de Berriozábal y la forma más fácil de llegar era caminar por la calle 16 de septiembre. Conforme me acercaba a la calle Rocha, sentía cada vez más viento, uno tan frío que calaba los huesos, pero tan cálido que te envolvía como en el abrazo de un ser querido. Sabía que no era buena idea seguir caminando por el mismo lugar, pero la curiosidad se apoderó de cada nervio de mi cuerpo y empecé a caminar más rápido sin hacer caso a mi razón.
Llegué a aquella misteriosa calle pero no había nada, bajé la mirada y pensé - habrá sido el clima de la noche-, desilusionada seguí 20 Coapan
Desde las tumbas Alfalfa Ficción / Cuento Iconografía / Dibujo
Autora: Karol Alhelí González Nava Técnica: ilustración digital Año: 2020
Tengo 15 años, soy de la Escuela Nacional Preparatoria N° 5 “José Vasconcelos” y estoy en el grupo de cuarto 438. Uno de mis pasatiempos y pasiones favoritas es dibujar, plasmar todo lo que tengo en mi mente, ya sean imágenes o sentimientos en mi tableta y papel; en este caso, plasmé una imagen mental que tenía de la Catrina llevando las almas de los difuntos a su nuevo “hogar”. Quiero dedicarme en mi adultez a la animación 2D y a las ilustraciones, ya que eso me gusta hacer y me entretiene.

Desde las tumbas Ficción / Cuento
caminando hacia mi casa. Al levantar la vista vi a un gran hombre entrar a la casa de Doña Celia, el hombre era alto, como de dos metros, delgado, de piel casi negra, tenía un penacho y llevaba un xoloitzcuintle a su lado. Me pareció extraño que entrara a esa casa ya que yo conocía muy bien a Doña Celia y no había visto nunca a ese hombre, -será algún pariente lejano- murmuré y pasé de largo. Volví la mirada, por un segundo vi que él tenía la cara descarnada, creí que la oscuridad me estaba jugando una mala pasada y di vuelta en la calle Berriozábal.
Esa noche me reconcilié con mi madre y decidimos que al día siguiente iríamos a ver a los abuelos para desayunar con ellos. El día 2 de noviembre nos despertamos muy temprano, compramos un pan de muerto de la mejor panadería del pueblo y nos dirigimos a casa de mis abuelos. En la panadería nos comentaron que Doña Celia había fallecido la noche anterior por un infarto, recordé los sucesos de la noche y abrí los ojos como platos, las ojeras se me agrandaron y oscurecieron, mi piel se volvió pálida y sentía un escalofrío que recorría mi espalda. Pero decidida, me rehusé a que ese suceso arruinara mi día. rior estuve fuera de casa, ya que todos se enteraban mos para comprar algunas medicinas de mi abue, luego regresamos a ese ambiente pacífico que tanto daría tanto en visitarlos de nuevo. Al salir de la casa sentí el mismo viento de la noche anterior e instintivamente volteé hacia la casa de mis abuelos, de nuevo palidecí y la adrenalina se apoderó de mí. Vi al hombre alto que entró a casa de Doña Celia y ahora entraba a la casa de mis abuelos. Corrí hacia él, lo tomé del hombro con fuerza y lo hice voltear hacia mí. Tan difícil creerlo, aunque estuviera frente a mis ojos y tan loca pude volverme, pero fue mi decisión correr hacia él, vi su cara descarnada y delgada, sus manos como garras y sus penetrantes ojos que parecían saber todo sobre mí, sabía que era Mictlantecuhtli.
Desperté al día siguiente en mi habitación. Mi madre dijo que la noche anterior corrí hacia la casa de mis abuelos y al instante perdí el conocimiento. Yo recordaba todo perfectamente y le conté a mi mamá, por supuesto ella no lo creyó y me dijo que tenía que relajarme. ¿Pero cómo podía relajarme si había visto al mismo dios del inframundo entrar a casa de mis abuelos? Esa misma mañana, antes de desayunar, mi abuelo llamó, la abuela había fallecido. El dolor no cabía en mi cuerpo, al igual que la
Llegamos y mi abuelo abrió la puerta, él por Escapé de mi casa y realmente no recuerdo poco no me reconoció ya que hacía un año no lo bien que pasó en mi vida, ahora solo me pregunto veía. Enseguida nos abrazó, puso el pan de muerto en qué momento, dónde y por qué. ¿Por qué me en su mesa y gritó – Sonia, querida, Elena y Dulce convertí en esto? De tener una vida con infinitas llegaron – mi abuela salió de su habitación con una posibilidades, sentimientos, actividades; me convermanta enredada en el cuerpo, abrazó a mi mamá tí en prisionera de algo que yo no quería, tomé un y luego a mí. – No salgas a la calle en la noche mi físico parecido al del hombre que se llevó a Doña Dulcecito, no es seguro– me dijo en un murmuro Celia y a mi abuela, ahora él no se molesta en tomar que solo yo escuché, me soltó y me sonrió. No era de las almas de los moribundos, me las encarga a mí y extrañarse que mi abuela supiera que la noche ante- debo hacerlo sin protestar. de todo en este pueblo. Después de eso desayuna- Lo único que siento ahora es miedo. No puemos, bromeamos, nos divertíamos como nunca. Sin do entenderlo y temo que nunca lo entenderé, pero darnos cuenta ya eran las tres de la tarde, como no él siempre me dice que la muerte es un balance con queríamos irnos fuimos por la comida y aprovecha- la vida y nosotros lo controlamos. incertidumbre y el odio. nos gustaba. El día se fue volando y sin previo aviso Desde pequeña me atrae la literatura y las artes, siempre intentaya era de noche. ba escribir historias o cuentos, pero nunca los di a conocer por miedo o vergüenza a las opiniones que las personas pudieran teMi abuelo nos acompañó a la puerta y nos hizo prometer, especialmente a mí, que no me tarner. Actualmente me doy cuenta de que, si me gusta, la mejor forma de mejorar es darlos a conocer para recibir retroalimentación.
Autora: Adriana Arvizu Sin título Año: 2020 Alfalfa Iconografía / Dibujo
Soy Adriana Arvizu, tengo 17 años. Nací el 15 de enero del 2003 , en la CDMX. Me gusta mucho dibujar y escribir breves relatos y cómics, en especial de terror y de super héroes.

Desde las tumbas Ficción / Cuento
Foto de cottonbro en Pexels

La decisión
Por Ana Karen Medina Lezama
Dentro de mi familia nada es normal, siempre pasan cosas extrañas y esto no fue la excepción. Mi bisabuela antes de morir me reveló algo que nadie sabía, ni siquiera sus propios hijos. Mis bisabuelos Guadalupe y Nemesio vivieron a finales de la época de la Revolución en un pueblito de Veracruz, donde los tiempos eran difíciles y no había dinero, mis bisabuelos estaban desesperados por no tener que darles a sus ocho pequeños, más el que venía en camino; un día que mi bisabuelo fue a trabajar al campo, el dueño lo mandó llamar y como él sabía sobre la situación de la familia, le dijo: “ Escuché que no tienes nada para darle a tus hijos”, a lo que mi abuelo asintió ; “te daré un barril lleno de monedas de oro, si matas a mi enemigo, ese desgraciado que se llevó a mi mujer”; mi bisabuelo necesitaba el dinero, así que aceptó la propuesta, nadie supo del asesinato y Nemesio fue recompensado.
Un año más tarde, un día en la mañana, él despertó dentro de una cueva oscura, conforme pasaban los días, él seguía despertando en el mismo lugar, hasta que vio una luz, resplandeciente como los rayos del sol; se acercó, apareció un hombre alto y fuerte, portaba ropa de charro con adornos de oro; y este se comenzó a reír, miró fijamente a los ojos de mi bisabuelo hasta dejarlo sin habla, hasta que habló con una voz imponente y gruesa, dijo: “ Buenas Nemesio, sé que no me conoces pero yo a ti sí, conozco todo tu pasado…
¿Recuerdas que mataste por un par de monedas?”, mi bisabuelo atónito no podía ni siquiera abrir la boca; el hombre le dijo: “la esposa del hombre que mataste, busca venganza de aquel que haya matado a su amante y sabes, me vendió su alma con tal de ver muerto al culpable”, en ese momento mi bisabuelo se dio cuenta que en realidad era el diablo; “pero yo no soy tan malo como la gente lo dice, te daré la oportunidad de que me des a tu hijo menor y no te mataré, además te daré 20 barriles de monedas de oro o lo que tú desees”, la propuesta era tentadora, pero él contestó: “No te daré a mi hijo ni siquiera por oro o cualquier otra cosa”; el diablo siguió insistiendo y la respuesta era la misma.
El diablo quería atacar a mi bisabuelo, pero él corrió y llegó hasta donde su casa, donde estaba mi bisabuela cocinando, por el miedo se desahogó contándole lo ocurrido, lo llevaron hacer una limpia con la bruja del pueblo, ella dijo: “deben irse lejos, antes de que el diablo los encuentre o tus hijos pa-
garán las consecuencias”, todos juntos se vinieron a la capital y construyeron una pequeña casa, pasó el tiempo y eran felices, sus hijos crecieron y fueron tomando sus caminos; hasta que llegó la enfermedad, mi bisabuelo le dio cáncer y estaba muriendo, toda la familia se reunió para despedirlo, era una noche fría, él estaba recostado en su cama, afuera de la casa se escuchó un gran estruendo pero no le tomamos mucha importancia, las luces se apagaron; mi abuelo comenzó a gritar diciendo: “¡Lárgate de aquí, déjalos en paz, ellos no tienen nada que ver!”, esas fueron sus últimas palabras que escuchamos, todos estábamos aterrorizados por lo que había sucedido, mi abuela soltó en llanto y al regresar las luces mi tío el menor estaba tirado en el suelo, llamaron una ambulancia pero ya era tarde, mi tío estaba muerto. Desde las tumbas Ficción / Cuento
Yo salí de la habitación y al final del pasillo se podía ver una sombra de un hombre, del cual se escuchaba una risa macabra, tanto fue mi temor que me desmayé y no supe nada después de eso, al despertar mi madre me dijo que mi tío y mi abuelo habían fallecido; fuimos al velorio y mi familia me preguntaban: “¿qué viste?, ¿por qué gritaste de tal forma?”, yo les conté, pero no me creyeron. Mi abuela ya tiene cinco años que murió y nadie sabía de esto, hasta ahora que me armé de valor para contarte esto a ti que estás leyendo .

Desde las tumbas Ficción / Poesís
Mictlán
Al estar yo meditando, me empecé a preguntar: la muerte, ¿qué es la muerte? y empecé a llorar. La muerte y la vida van de la mano, sin vida no hay muerte y sin muerte no hay vida. ¿A dónde vamos?, yo no lo sé.
Muerte, difuntos, ánimas, espíritus. Tonalli, Teyolía e Ihiyotl, palabras que suenan raras y tienen el mismo sabor a muerte que sintetizan el principio del fin.
Para los que viven en el más allá, en la región de los muertos, no es tiempo de dolor, ni lágrimas, ni arrepentimientos.
Mejor recíbelos cantando, orando con alegría y amor, a todos los fieles difuntos: extiende el mantel blanco con su rica sal para que no pierdan su regreso al más allá, quítales la sed con agua, te lo agradecerán. Por Ximena González Villalobos*
La fe y esperanza es la guía a su antiguo hogar, la cruz con sus cenizas los invita a meditar y puedan así llegar su almas arriba del altar.
En Mesoamérica los muertos formaban su calaverita, en un santuario con velas donde nunca faltaba el aire pues soplaba sin cesar, con papel picado y petate invitaban a descansar.
Pero también querían pasar al río Chiconahuapan para que sus almas felices fueran cruzar y llegar al Mictlán.
Aquel inframundo de nuestros ancestros en donde ya descansan en paz.
Mujer de sueños grandes y profundos como lo es la literatura. Mi nombre es Ximena González Villalobos, soy estudiante del sexto año de preparatoria y mi pasión por la poesía empezó gracias a mi abuela Dolores, quien con sus asombrosos conocimientos alumbró mi vida de rimas y versos. .
Autora: Alejandra Pérez Salazar Título: “Catrina, disfrutando su último día” Técnica: acrílico sobre tela Año: 2020 Desde las tumbas Alfalfa Ficción / Cuento Iconografía / Pintura
Tengo 17 años y curso el último año de preparatoria. Una de las cosas que disfruto en el mundo son los días soleados e ir a lugares donde abunde la naturaleza, me gusta vivir una vida tranquila. Tengo una página de dibujos en Instagram, @artt.dibujos, no estoy muy activa pero trato de usar cualquier técnica de dibujo.

Desde las tumbas Alfalfa Ficción / Cuento Iconografía / Fotografía
Autora: Daniela Estefanía Nápoles Hernández* Serie: “La huesuda chiapaneca” Técnica: Fotografía digital Año: 2020
*Daniela Estefanía Nápoles Hernández

Nací en la Ciudad de México el 18 de julio de 2003; soy una chica alegre, llena de vida.
Soy aficionada de las artes y considero que tengo habilidad para realizarlas. A pesar de que no he tomado clases de maquillaje profesional, mi amor por la pintura y el maquillaje, me han llevado a realizar creaciones increíbles y tengo mucho deseo de seguir superándome en este ámbito.

Desde las tumbas Alfalfa Ficción / Cuento Iconografía / Fotografía



Desde las tumbas Ficción / Cuento
Mi yo

Por Ximena Contreras Gutiérrez*
<a href=’https://www.freepik.es/fotos/fondo’>Foto de Fondo creado por freepik - www.freepik.es</a>
Esta historia que te voy a contar pasó a inicios de mi segundo año en la prepa, algo que hoy en día no me puedo explicar a mí mismo y en cierto modo me hizo volverme loco, aunque supongo que todo el mundo lo está, ¿no lo crees? Pero empecemos, un día antes de entrar a clases estaba un poco nervioso, pues era una nueva etapa: nuevos compañeros y una historia nueva en donde vuelvo a ser el protagonista, en donde no sé qué vaya a pasar si soy sincero.
En cuarto grado me fue bien pero eso está en el pasado, aunque aún cierro los ojos y me imagino de nuevo a mí en el salón con mis amigos y con mi novia, sin embargo esos son recuerdos porque al abrir mis ojos estoy de nuevo en mi habitación preparando todo para el siguiente día, ya que es el inicio de mi segundo año de prepa, esa noche debo reconocer que me dormí intranquilo, pero con una emoción que hacía que no pudiera conseguir el sueño tan fácil. Finalmente, sin darme cuenta me sumergí en un sueño profundo, deseoso de lo que fuera a pasar en la siguiente jornada. Mi alarma sonó exactamente a las 6:00 a.m., me desperté con una gran dificultad, me arreglé, tomé mi mochila y sin darme cuenta ya estaba manejando hacia la escuela. Entré y me dirigí a mi primera clase, creo que era salud. Estaba tan nervioso que las piernas me temblaban al pasar por los pasillos recién iluminados para llegar a las extensas escaleras, y por fin al subirlas busqué mi salón. Sin dificultad lo encontré. Fui uno de los primeros alumnos en llegar, me senté adelante, como acostumbraba hacerlo en cuarto. Estaba tan nervioso que no me di cuenta de que alguien se había sentado al lado de mí, pero pronto lo supe, ya que este chico tocó mi hombro. Al voltear a verlo me sorprendí, pero también llegó a mí un sentimiento de miedo ya que tenía un gran parecido a mí, excepto por sus ojos, ya que eran de un color más claro que los míos. Eran de un café muy claro, podría decir que un color mieloso. Cuando logré calmarme, puse atención a lo que me decía este chico parecido a mí: me pidió amablemente un bolígrafo ya que me dijo que había perdido el suyo. Yo le dije que tenía uno extra y empezamos a hablar hasta que llegó el profesor, ahí
decidí ponerle atención al maestro para guiarme de cómo es que iban a ser las cosas en su materia.
Al finalizar la clase, el profesor pasó lista, pero después de decir mi nombre, pasó algo que me pasmó: volvió a repetirlo, era mi nombre exactamente con el mismo apellido, sin embargo, esta vez no fui yo el que contestó, fue el chico que estaba al lado mío. Me sorprendió tanto que volteé y le sonreí, aparte de comentarle que no había conocido a ninguna persona que se llamara como yo y que nos llevaríamos muy bien. Él me contestó con un sí.
Al salir del salón estaba acompañado de mi compañero tan peculiar y de repente llegaron dos amigas que conocía del año pasado. Se acercaron, eran Elizabeth y Mariana. Me saludaron y yo les presenté a mi homónimo. Las dos sólo sonrieron. Seguimos hasta nuestra próxima clase, platicando de cómo sería nuestro profesor de matemáticas. Entramos al salón y todos nos sentamos y prestamos atención a la clase, debo admitir que ahí las dos horas se me pasaron como cuando el agua pasa entre los dedos, tal vez por qué me interesé en la forma tan particular de cómo iba a enseñar el profesor de matemáticas.
Cuando salí del salón solo iba acompañado de este compañero tan particular que llamaba más mi atención porque cada vez que hablábamos de un tema coincidíamos demasiado. Afortunadamente le tocaba inglés conmigo, así que no me sentí tan solo, pero al llegar al salón y al sentarnos pasaron los minutos y la profesora no llegaba, por lo que decidimos irnos de ahí. Llamé a Elizabeth para saber en dónde estaban. Ella me contestó al tercer tono.
Elizabeth, ¿dónde estás? Estoy con Laura, en el gimnasio.
Al colgar la llamada, yo invité a este nuevo amigo que hice y el aceptó sin pensarlo dos veces. Cuando nos dirigíamos al gimnasio, él me preguntó: Y, ¿cómo te sientes en este nuevo comienzo? Bueno, me siento emocionado, aunque nervioso a la vez.
Sí, te entiendo, yo igual. Desde las tumbas Ficción / Cuento
<a href=’https://www.freepik.es/fotos/arbol’>Foto de Árbol creado por freepik - www.freepik.es</a>
Desde las tumbas Ficción / Cuento
Nos reímos demasiado. Cuando llegamos al gimnasio pasamos el tiempo platicando de nuestro año anterior. Yo les conté algunas cosas que hacía con mis amigos y que tenía novia e iba en otro salón (porque no nos inscribimos juntos por diversas cosas), y ahí fue cuando me sumergí en mis recuerdos y dejé de escuchar todo lo de mi alrededor y en mi llegó la melancolía.
Cuando salimos del gimnasio, todos decidimos salir por algo de comida, pues aprovechamos que teníamos otra hora libre más y podíamos ir completamente tranquilos. Llegamos al pasillo donde venden toda la comida y mientras estaba pensando en lo que podría comer, me encontré con mi novia Paulina. Ahí le presenté a todos mis nuevos amigos, incluso a mi homónimo que fue al que más hice énfasis. Ella tuvo una risa nerviosa pero no me extrañó ya que siempre la tiene cuando está nerviosa o algo la incomoda. Ella se fue apresuradamente ya que tenía clase y se despidió de todos. Cuando decidimos qué comer casi no hablamos mucho porque todos teníamos demasiada hambre.
Así transcurrieron todas mis clases de salón en salón, platicando con esta persona tan parecida a mí (no solo físicamente si no también en pensamiento). Cada vez me provocaba más misterio el parecido, quería saber si podría ser un pariente mío (aunque lo dudaba). Pero pronto resolvería esta incertidumbre al llegar a mi casa. Le comenté todo esto a mi madre y ella me contestó que no tenía ningún pariente así. Por lo que esa idea se fue apartando de mi mente y eso hizo que mi curiosidad creciera aún más. Sin embargo, con el paso de la semana me fui llevando mejor con él ya que nos dábamos consejos mutuamente y nos ayudábamos en las materias. Se fue convirtiendo en mi mejor amigo rápidamente por lo bien que nos entendíamos, más no sabía lo que iba a pasar. Pero me estoy adelantando con la historia.
Conocí a muchos amigos durante la segunda semana. También salimos a varias partes, principalmente al cine y a comer, pero todas estas eran ideas de mi homónimo y yo estaba de acuerdo con todo, ya que, por lo que dije éramos muy parecidos. No salíamos solos sino con todos nuestros amigos, pues todos convivíamos e incluso, él estaba en todos mis equipos de la escuela. Así transcurrió todo un mes, pero de pronto un miércoles todo cambió. El que se hizo mi mejor amigo dejó de ir el primer día de la siguiente semana. Imaginé que estaba enfermo, pero después de que pasó una semana pensé lo peor. Tal vez le había pasado algo malo, así que investigué con mis profesores, pero todos me decían que no sabían quién era este chico del que tanto les preguntaba. Pero cómo no iban a saber, ¿acaso estoy loco?, ¿cómo no van a saber de quién hablo? Esos fueron mis pensamientos cada vez que los profesores me contestaban lo mismo. Entonces decidí hablar al número que él me había dado, pero era muy extraño ahora, ya nadie contestaba.
Un día estaba con todos mis amigos y les pregunté si sabían algo de Luis, pero ellos se reían y me decían que por qué estaba hablando de mí mismo. Yo solo me enojaba (pues claro, cómo no me iba a enojar si simplemente se burlaban de mí como si estuviera loco). Me llegué a cuestionar si lo estaba, pero al pasar la idea en mi mente me negaba a eso inmediatamente, pues cómo iba a inventar a alguien que yo mismo había visto y convivido. Hasta que llegó ese día.
Ese viernes entrando a la escuela estaban todos mis amigos y parecían muy preocupados por mí, no solo por cómo actuaba sino porque últimamente estaba fatal ya que casi no dormía (por investigar en dónde estaba mi mejor amigo), ya casi no comía (ya que esas cosas no me importaban, estaba demasiado ocupado indagando en el asunto) y debo admitir que por un momento seguía sumergidos en mis pensamientos.
Hasta que escuché la voz de uno de mis amigos diciendo que estaba loco, yo lo miré con enojo, pero Elizabeth me dijo que me sentara. Ella me contó todo: me dijo que nunca existió otro Luis, todas las salidas las planeaba yo, los trabajos los hacía yo, que hablaba solo muchas ocasiones, pero que eso no les preocupaba al principio porque les parecía gracioso.
En ese momento me perdí, me paré rápidamente, sin darme cuenta ya estaba corriendo y
Alfalfa Iconografía / Dibujo
sentía toda la brisa fría en mi cuerpo, me detuve justamente atrás de la biblioteca de la escuela, me senté, tenía ganas de llorar, me sentía demasiado aterrado por todo lo que me habían dicho, ya que todo empezaba a tener sentido, ahí me di cuenta de la horrible verdad.
Mi corazón latía demasiado fuerte, parecía que me iba a desmayar en cualquier momento, de repente me faltaba la respiración, en mi pensamiento estaban los recuerdos claros, nunca existió ese amigo era solo yo y mi cruel mente que solo estaba jugando conmigo, ahí estaba yo en ese lugar oscuro sentado al borde del colapso, de repente sentí una mano en mi hombro, volteé y estaba mi otro yo, él me sonrió y solo me dijo mirándome con esos ojos cafés melosos.
Ya llegué, tranquilo, ellos son los locos.
* Tengo 17 años. Mi pasión por la lectura y escritura comenzó desde pequeña. Mis grandes inspiraciones en la vida para empezar a crear mis historias fueron mi madre Leticia Gutiérrez y mi tía Imelda Contreras porque ellas siempre me demostraron que no hay que ser una princesa en apuros en nuestras historias. Así que cada historia que realizó se las dedico a ellas y a las princesas que no necesitan a un príncipe azul.

Desde las tumbas Desde las tumbas Ficción / Poesís Ficción / Poesía
El POETA y la MUERTE
Por Yael Aldair Catalán Domínguez*
Aquel poeta al cual la muerte le contaba sus secretos, aquel que armaba grandes duetos, ha quedado hoy obsoleto a pesar de su afluencia implementada con vehemencia y, de vez en cuando, tristeza. Aquel poeta al cual la muerte le contaba todos sus secretos, se olvidó de recordar el tiempo.
Foto de cottonbro en Pexels * Me gusta leer y escuchar música, toco algunos instrumentos. Qusiera estudiar Letras Hispánicas en C.U y también producción musical y poder vivir de ambas. Aunque las dos carreras me gustan me apasiona más la música.
Desde las tumbas Ficción / Poesía
Eco..
Por Érika Hernández Sánchez
Como cada año, salgo a buscar a mi madre, en medio de risas, cempasúchil, flores de nube y calaveritas de azúcar. Hasta ahora no la he podido encontrar.
La gente murmura acerca de sus apariciones y lamentos, en fiestas como estas es cuando la ven más por el pueblo, a veces, la miran pasar afuera de sus ventanas y otras perciben el eco de su voz que se cuela en el aire de sus habitaciones, cuando le rezan a sus muertos.
En vano sigo su llanto, su eco. Sé que no me busca a mí, sino a los otros, a sus hijos, a los que asesinó, a mí solo me abandonó en el río, bajo los sauces. Quiero encontrarla para decirle que la quiero, que descanse, porque, como yo, está muerta y necesita una ofrenda.
* Érika Hernández Sánchez estudió la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Actualmente cursa la Maestría en la Enseñanza de la Educación Media Superior en la misma casa de estudios y es profesora de Literatura en la ENP “José Vasconcelos”. Ha cursado diplomados y talleres de cine. Le gusta escribir poesía, relatos y guiones.
Desde las tumbas Ficción / Leyenda
La excepción
Por Rosa María Rangel Mondragón*
En la Preparatoria 5, donde estudio el último año, es una tradición colocar en la explanada principal las tradicionales ofrendas de Día de muertos, tanto para hacer memoria de los que ya se nos han adelantado durante el año en curso, como por competir con los otros grupos de la maestra Rangel, para demostrar quién tiene mejor organización, quién lo hace con mayor originalidad o cuál de nosotros prepara la presentación a los jueces de manera más profesional.
En este año de pandemia, también esa actividad comienzo a extrañar, aquí sentada frente a la computadora, que se ha vuelto mi escuela dentro de la casa. Para estas fechas, en los años anteriores, ya mi grupo debía tener muy claro el esquema para montar la ofrenda, la lista de materiales, así como también quién se encargaría de cada una de las pequeñas actividades que darían a nuestro salón uno de los tan ansiados premios que la maestra nos prometía si obteníamos cualquiera de los 3 primeros lugares. Pero este 2020, así como no ha habido otras actividades, tampoco habrá ofrenda real, si acaso, una virtual, pero no será lo mismo, pues la emoción de planear el tema, escoger los materiales, redactar el discurso de presentación y luego desmontar la ofrenda y llevarnos lo que por rifa nos tocara, no tiene comparación con ninguna plataforma escolar, por más avanzada que ésta se encuentre.
Recuerdo que, los años anteriores, unos días antes del montaje de nuestra ofrenda, siempre le pedíamos a la maestra que nos contara lo que un día, hace como veinte años, le pasó a ella y a su grupo 458 en el salón A-08. Aunque ya nos sabíamos el relato y lo sentíamos muy nuestro desde cuarto año, en que la profesora nos lo contó por primera vez, siempre, en cada ocasión que nos lo volvía a narrar, había algún detalle que hacía parecer a la historia diferente a nuestros oídos, por más que la profesora Rangel nos recordara que ya nos sabíamos muy bien esa leyenda que hacía, a todos sus alumnos, tener un sentimiento de identidad y arraigo a la preparatoria, pues sentíamos que éramos expertos en ella, que nos pertenecía y nos hacía diferentes a todos los demás alumnos, por lo que la contábamos con mucha emoción a cuantos nos prestaran atención el día del Concurso de disfraces o por las noches de octubre, cuando nos encaminábamos por los solitarios pasillos hacia la salida de la escuela.
Bastaba con que le insistiéramos dos clases seguidas para que la maestra, inmediatamente, volviera a contarnos cómo su alumno de recién ingreso
Desde las tumbas Ficción / Leyenda
Foto de Craig Adderlay en Pexels

a la prepa llegó, un miércoles, a su clase de 17:50 a 19:30, un poco más de media hora tarde. Por todos es bien conocido que a la maestra le interesa mucho enseñarnos la responsabilidad y la puntualidad, por lo que permite la entrada al salón con un límite de diez minutos, después de iniciada la sesión, so pena de que, si le tocamos la puerta e interrumpimos su clase, nos pondrá no una, sino dos faltas, así que sólo los primeros días los menos atentos a su indicación hacían eso, pero delante de él veíamos cómo la maestra, sin decir una sola palabra, se acercaba con tranquilidad a su lista, ponía la sanción prometida y continuaba con la clase como si nada hubiera pasado. Todos aprendíamos la lección y no nos quedaban ganas de que pasara lo mismo cuando algo o alguien nos detenía después de las 17:50 fuera del salón. Mejor era, como ella misma nos decía siempre, ir a la biblioteca a terminar alguna tarea o, de plano, tomar rumbo a las canchas para sacar la frustración de no haber entrado a la clase, encestando el balón.
Sin embargo, la maestra se topó un día con su alumno “excepción”, como ella misma nos decía: --“si alguna vez tienen problemas para entregar algún trabajo, para asistir al museo o hacer alguna investigación; si no tienen dinero para comprar algo de comer, gastaron el dinero del pasaje de regreso a casa o, si por mala suerte, los asaltaron caminando desde Miramontes a la Prepa, acérquense y contarán con mi ayuda, por ser su caso una “excepción” a la regla habitual.”— —Un miércoles, --empezaba a contarnos la maestra, mientras todos dejábamos lo que estábamos haciendo en ese momento para ponerle atención-- llegó media hora tarde a la clase uno de mis alumnos, quien se veía ese día extrañamente delgado y más bajo de estatura para su edad y para como yo lo recordaba habitualmente. Se plantó tras la puerta cerrada y tocó con mucha timidez, mientras se dejaba ver a través del cristal. Yo escuchaba los toquidos pero no interrumpí lo que estaba escribiendo en el pizarrón, mientras seguía exponiendo el tema. Unos segundos después, volvieron a oírse los toques suaves, como de alguien que no quisiera interrumpir y, así, pasaron unos minutos hasta que abrí personalmente la puerta para darle la lección de puntualidad consabida y no permitirle entrar, pero al ver su rostro lleno de sudor y tierra, como si hubiera corrido diez vueltas seguidas a la pista de atletismo, lo dejé pasar como “excepción,” para después hablar con él en privado y hacerle ver que no eran horas ni forma de presentarse a interrumpir el tema de las funciones de la lengua que tanto trabajo costaba a sus compañeros entender.
Cuando terminó la clase, le llamé y pedí que se acercara a explicarme por qué había llegado tarde y en esa situación, a lo que me contestó un poco confundido, como no sabiendo él tampoco la razón exacta, que lo disculpara, que había llegado a esa hora porque venía en su bicicleta desde casa y en el camino había tenido un percance con un vehículo
Desde las tumbas Ficción / Cuento
que lo arrolló, pero me prometía que no volvería a llegar a deshoras. Me impactó mucho su respuesta y fue entonces cuando empecé a observarlo con más detenimiento: toda su ropa estaba sucia, como si se hubiera revolcado en la tierra, seguramente debido a que cayó al pavimento. Tenía algunos rasguños y sangre en el brazo derecho, además de que, curiosamente, ambos tenis estaban con las agujetas desatadas, por lo que le dije que si ya había ido a la enfermería a que lo revisaran, pero me dijo que no, que había preferido venir directamente a la clase; luego, le pregunté si se sentía bien, a lo que me contestó que sí, que al caer de la bicicleta padeció un agudo dolor en el pecho pero que ahora ya no sentía nada; mi siguiente pregunta fue qué había pasado con su bicicleta y me dijo que había quedado lejos de él, totalmente doblada, que alcanzó a verla un instante cuando un hombre la levantó para ponerla sobre la banqueta y que los autos pudieran seguir transitando por la avenida, pero que ya no le importó recogerla pues lo que él más quería en su mente era llegar a la clase, por eso, en cuanto pudo levantarse en pie, empezó a correr hacia la Prepa y, luego, hasta el salón. Lo que le parecía curioso, -me compartió mirando hacia lo lejos- es que en la puerta principal de la escuela ninguno lo detuvo ni le pidió su credencial, como era habitual, por lo que creyó que nadie se había dado cuenta de su presencia, a pesar de que se tropezó con el filo de la puerta y creyó haber hecho ruido, pero los prefectos siguieron en su plática, sin demostrar el haber escuchado o visto algo.
Después de decir esto, se hizo un momento de silencio, como si ambos estuviéramos asimilando lo extraño del evento. Lo vi fijamente a los ojos y él me devolvió la mirada durante unos segundos; en ese momento, pude ver en su mirada que buscaba alguna respuesta de mi parte para poder darle lógica a esa extraña excepción que había vivido hacía casi un par de horas. Lo único que acerté a preguntarle entonces fue cómo se iría a casa sin su vehículo y me contestó tranquilamente que caminando. Por su puesto, nunca permití eso a ninguno de mis alum-

Desde las tumbas Ficción / Cuento
nos debido a la hora y menos lo iba a hacer ahora que veía al chico un poco desconcertado, así que saqué un billete y le dije que tomara un taxi pues estaba golpeado, que le contara todo lo sucedido a su mamá y que mañana fueran a ver al médico para que lo revisara, aunque él me insistió varias veces en que no le dolía nada, nada.
El viernes de esa misma semana, a las 19:30, volví a tener clase con el grupo 458. Estábamos trabajando con el diccionario, buscando palabras homófonas, cuando se oyeron tres toques al otro lado de la puerta del salón. Volteé la mirada hacia el cristal pero no se veía nadie, aunque los golpes eran fuertes y constantes. Pedí al alumno más cercano que abriera la puerta para averiguar quién era y qué era lo que quería. Se apareció ante nosotros una señora de edad indescifrable, con mandil de trabajo y zapatillas de plástico muy gastadas, baja de estatura y extremadamente delgada. Llevaba, también, un rebozo negro muy luido que apenas le tapaba los brazos descubiertos y, sin el menor asomo de timidez, se dirigió a mí por mi apellido, al mismo tiempo que me pedía permiso para dar un mensaje a todos. Me pareció muy extraño que supiera quién era yo, pero imaginé que se habría colado por la entrada para pedir dinero, cosa nada extraña en esa época en la Prepa y que habría oído algún comentario que me mencionaba, afuera del salón. Con frecuencia, adultos entraban a la Preparatoria con una mochila al hombro, diciendo a los prefectos que cuidaban la puerta principal de entrada que eran padres de familia, que venían a la dirección, a conocer la situación escolar de sus hijos; entonces, los dejaban pasar sin problema y, ya adentro, deambulaban por los pasillos y hasta se atrevían a interrumpir las clases para vender sus productos o pedir ayuda económica, contándonos una sarta de mentiras que los delataba rápidamente como charlatanes y embusteros. Ésa fue la primera idea que tuve de la mujer que estaba subiendo rápidamente a la tarima de mi salón, así que me acomodé en la silla para escuchar, escéptica pero intrigada, qué nos vendría a decir.
Comenzó por contarnos, con una tranquilidad sorprendente, que su hijo, alumno del grupo 458, había tenido, el miércoles de esa semana, un accidente de tránsito camino a la Prepa, que ocurrió sobre la misma Calzada del Hueso, por eso lo pudieron trasladar rápidamente a la Clínica 32, donde los médicos trataron de salvarle la vida pero que, desgraciadamente, murió. Quería, además, invitarnos a que la acompañáramos a los rosarios que le estaba haciendo a su hijo en su casa ella sola, pues no tenían más familia que el uno al otro, todos los días a las 7:30 pm, hora justa en que los doctores le dijeron que falleció.
Después de escuchar su relato, todos nos quedamos estupefactos. ¿Habría muerto el chico después de salir del salón, el miércoles a las 7:30? O, ¿acaso fue el jueves y la señora se había equivocado de día? Todos lo habíamos visto llegar el mismo miércoles, tocar a la puerta y quedarse sentado en el salón (eso sí, sin útiles y muy callado) durante casi una hora y media; luego, la mayoría vio cómo habló conmigo, me contó su percance, me aseguró que ya no le dolía nada, aunque parecía estar como queriendo asimilar lo que le había ocurrido; le di entonces dinero para el taxi y se despidió de mí, agradeciéndome el favor y saliendo lentamente del salón, como si los pies le pesaran más que de costumbre, como no queriéndose ir. La madre no parecía asombrada por lo que le referimos todo el grupo y yo, tan sólo exclamó, a manera de respuesta: —con razón traía un billete de 100 pesos en su bolsillo, cuando yo le di en la mañana nada más los 10 pesos de siempre, por si tenía alguna urgencia.—
Ese viernes, —concluyó la maestra Rangel— un alumno que nunca volvería a ver me dio a mí y a su grupo, el 458, una lección de vida y de lo que es la muerte cuando viene de repente, mientras estamos ansiosos por llegar a un sitio.—
Como dije antes, esta historia que hizo famosa a la generación y a su maestra de Lengua española en la Prepa 5, no ha dejado nunca de hacer volar mi imaginación pero, sobre todo, darme la seguridad de pertenecer a una preparatoria llena de vida y de tradiciones, de extraños eventos y seres que pueblan sus salones y pasillos, atorados entre una dimensión y otra.
*Rosa María Rangel Mondragón. Maestra en Letras Hispánicas que labora en la ENP-5 desde hace 32 años en el Colegio de Literatura, turno vespertino.
Desde las tumbas Ficción / Cuento
La leyenda de los niños en la barranca
Por María Fernanda Davalos García
Mi bisabuelita me contó esta maravillosa leyenda que pasó en la Alcaldía Xochimilco. Nosotros vivimos en el pueblo de San Lorenzo Atemoaya, al lado de un jardín de niños.
Esta leyenda se remonta a hace aproximadamente 35 años, cuando apenas la población se estaba asentando y se empezaban a construir las primeras casas; entre dichas casas también se comenzó a construir el kínder con el apoyo de los pobladores.
Era un pueblo muy tranquilo y lo habitaban personas muy humildes y de buen corazón, lo malo es que estaba en un cerro, y casi aún no había tanta población, así que eran muy pocos los niños que iban a ese jardín; solo aquellos de casas cercanas o pueblos de alrededor.
Un día la directora del Kínder decidió hacer su primera excursión, la cual ya estaba planeada desde meses atrás, pero no se había llevado a cabo por la falta de recursos tanto de la escuela como de los padres de familia.
Era un agosto, en un fin de cursos cuando por fin se logró realizar.
Ya estaba todo listo; llegó el día, afuera esperaban dos autobuses grandes y de gran capacidad, los niños subían cantando canciones de excursión y felices, con sus loncheras en las manos.Sin embargo, no duró mucho esa felicidad…
Como el pueblo donde estaba era un cerro, al querer ir al centro de Xochimilco, tenían que bajar para llegar a la avenida principal, pero ésta aún no estaba cercada y en buen estado. Así que, al bajar el autobús, perdió el control de los frenos y esto provocó que se volcara en aquella cuenca del cerro.
Todos los niños, incluyendo las maestras, perdieron la vida.
A los pocos años de aquel suceso se colocó una cruz en la subida del cerro que hasta hoy en día sigue ahí, cada día de muertos esa cruz se adorna con dulces y globos.
Hace algún tiempo, mi abuelito regresaba muy tarde de trabajar, más tarde de media noche, y me contó que un niño vestido de blanco lo venía cuidando y lo dejó hasta la puerta de la casa.
Desde ese momento se cuenta y se narra que el alma de los niños no ha podido descansar en paz por la muerte que les dieron y, por lo que me contó mi abuelito, pude llegar a la conclusión que la inocencia y la pureza del alma de los niños sigue y seguirá aun así después de su muerte.
Título: Male Por: Nadia Itzel Reyes Domínguez* Alfalfa Iconografía / Pintura
* Tengo 16 años. Curso el quinto año de preparatoria. Desde pequeña me ha llamado la atención el dibujo y la pintura, por esta razón me gustaría estudiar la carrera de artes visuales.

Desde las tumbas Ficción / Poesís Ficción / Minificción
Después de la muerte
Por América Isabella Sosa Hirota
¿Cómo hago para no ser olvidado? -- preguntaba él antes de volver a nacer, a lo lejos escuchó una voz que le decía – Sé tú mismo y deja huella amable en cada persona que conozcas --. Después de eso se vio envuelto en el llanto de un bebé, su propio llanto.

Desde pequeña me atrae la literatura y las artes, siempre intentaba escribir historias o cuentos, pero nunca los di a conocer por miedo o vergüenza a las opiniones que las personas pudieran tener. Actualmente me doy cuenta de que, si me gusta, la mejor forma de mejorar es darlos a conocer para recibir retroalimentación.
Calaverita Literaria
Desde las tumbas Ficción / Calaverita
Por Alexa Giselle Andrade Ruiz*
En una noche fría, lluviosa y tenebrosa estaba la calaca muy cerquita de la fosa; buscando a quien llevarse, se comía unos buñuelos cuando de pronto fue a dar a la prepa Vasconcelos.
Derecho fue volando al cuatrocientos setenta y cuatro pero nadie había ahí,ni ahí ni en el teatro. Entonces sorprendida se dirigió a las canchas; sólo encontró un grillito que saltaba a sus anchas.
Con ojos bien abiertos dijo:“esto es una guasa”, pero ignorante estaba del programa “Aprende en Casa”.
Entonces se murmuró: “¡Esta enfermedad con mi ánimo acabó!” Mejor yo me retiro al panteón…Allá todos me esperan adornando las entradas y no es como aquí; no se andan con burradas”.
Vuela ya murcielaguito, a la catrina ve avisar que el día de los muertos apenas va a llegar, que deje ya la escuela y se vuelva al cementerio porque esta cuarentena de verdad es algo serio.
Dile, por favor, a la maestra de español que esta calavera me quedó ya del cocol, que espero que no se fije en mi letra tan pegada, pues era ya muy noche y estaba desvelada.
* Nací el 1 de octubre del 2005 en la Ciudad de México, una de mis pasiones es leer y escribir. Me gusta también escuchar música, en especial de los años ochenta en inglés. Actualmente soy estudiante de la preparatoria número 5 y me gustaría llegar a ser licenciada en Psicología.
José Vasconcelos Alfalfa Erudición / Ensayo Iconografía / Dibujo
Autora: Inaya Flores Medina Soy estudiante de 5° año en la ENP 5. Dibujo para mostrar quien soy y cómo me siento, para conectar conmigo misma y plasmar mi creatividad en un lienzo, porque para mí dibujar es un escape hacia un mundo donde no hay reglas y todo es posible.

Desde las tumbas Ficción / Leyenda
Leyenda
Por Alma Sofía Morales Rodríguez
En mi colonia antes vivía una señora de edad avanzada a la que llamaban Doña Tere. Ella era una señora muy amargada y todos los niños al verla decían: “ahí viene la bruja”, porque ella los trataba mal y los pellizcaba cuando agarraban su pan o su carrito (según me contaron].
Doña Tere se dedicaba a vender pan y era muy grosera con sus clientes, pero hacía un pan muy rico. Ella salía todos los días con su corneta para vender su pan en un carrito, su último rondín era a las diez de la noche. Una noche lluviosa, ella estaba en unos departamentos que hay cerca de mi casa, y un joven borracho la atropelló quitándole la vida. Nunca encontraron al muchacho, pero encontraron a la señora la madrugada del día siguiente. Y desde hace años, en la madrugada, se escucha el toque de su corneta; hasta yo la he llegado a escuchar a lo lejos, más o menos a las tres o cuatro de la mañana.
Mi abuela me cuenta esa historia desde que yo era chiquita y me dice que la señora anda en pena porque quiere terminar de vender su pan.

José Vasconcelos Desde las tumbas Erudición / Ensayo Ficción / Leyenda
Tierra de los duendes en Tabasco
Cuentan habitantes del poblado Mazateupa que allá por los años sesenta en un lugar llamado “la Sabana”, dentro de un rancho de nombre El “Guanal”, vivía una familia a la que le gustaba criar animales de traspatio, pero lo que más le gustaba tener eran pollos, tanto que en ocasiones lograba criar hasta cincuenta o setenta pollos, más pavos, gallinas, patos y cerdos.
El lugar, dicen los ancianos del poblado, era un lugar solitario, pues no vivía nadie excepto esa familia, que no le tenía miedo a nada, pues la señora se mantenía siempre en oración, le rezaba a Dios y sobre todo a la Virgen María.
Un día, de repente sin que se supiera cómo, los pollos empezaron a caminar raro, daban traspiés y el cuello se les retorcía muy feo, unos se caían y querían levantarse, pero no podían. Esta “enfermedad” les daba casi todos los días desde que amanecía hasta que anochecía, y al caer la noche todos los pollos se encontraban bien, como si no les pasara nada. Incluso pensaban que estaban endemoniados.
La familia se extrañaba y se preguntaban por qué les pasaba eso a sus animales, ya que solo era a 46 46 Coapan Coapan Por Monserrat Martínez Velazquillo

los pollos; a los otros animales no les sucedía eso. Ellos empezaron a llamarle “los pollos cachurecos”, sin embargo, no sabían qué hacer ante tales embrujos, decían. Inclusoalgunos miembros de la familia no querían ni comer pollo porque sabían lo que estaba sucediendo con esos animales. Un día el padre de la familia decidió llamar al chamán del pueblo de Mazateupa para que viniera a ver lo que les estaba sucediendo y cuando llegó le contaron.
Entonces lo primero que les pidió el Chamán fue pozol con cacao, dos jícaras pequeñas como las que se utilizan para correr las ventosas y una cajetilla de cigarros, posteriormente se las llevó y se internó en el popal en donde realizó un ritual para alejar a los malos espíritus y para que los animales volvieran a su normalidad.
Cuando regresó del popal le informó a la familia lo que les estaba sucediendo a sus pollos: les dijo que eran los duendes los que les estaban haciendo la maldad a sus animales y que querían que se fueran del lugar, ya que era territorio de ellos y no querían que los molestaran.
Fue así que después de un tiempo tuvieron que abandonar el lugar y asentarse en el poblado. Desde entonces y hasta la actualidad nadie vive en “las sabanas” o rancho el Guanal. Solo el ganado pasta ahí. José Vasconcelos Erudición / Ensayo
Imagen: Branimir Balogović
Desde las tumbas Desde las tumbas Ficción / Leyenda Ficción / Leyenda
El Huay Chivo

Por Andrea Tec Argonza
La historia que te contaré a continuación cambiará tu vida y seguramente te dejará con una sensación de escalofríos, pues no volverás a ver a ningún animal igual.
Es muy conocido por allá en los pueblos de Yucatán que después de la medianoche, durante la luna llena, salen los demonios más aterradores que tu mente pueda imaginar.
En lo más profundo del monte, donde no existe ruido alguno más que el cascabelear de las serpientes y donde la luna se aprecia más roja que la sangre misma, al dar la medianoche salen los brujos a realizar su ritual. Encienden una enorme fogata, se reúnen en círculo alrededor de ella y se despojan de todo aquello que tengan encima.
Al encontrarse totalmente desnudos, sin más que la luz de la luna en su piel, uno por uno comienzan a dar saltos sobre el fuego; al cumplirse el noveno brinco, caen al piso convertidos en los más aterradores animales, sus ojos son rojos y llenos de odio, su piel es fría como el hielo y causan tanto miedo como el diablo mismo.
Al estar todos convertidos en aterradores animales, salen a las calles a buscar a aquellos hombres demasiado valientes, o demasiado tontos, para estar en las calles sabiendo lo que les espera. A pesar de las altas temperaturas de Yucatán, cuando empiezan a recorrer los pueblos, el aire se siente gélido y la neblina lo cubre todo, el silencio se apodera de las calles y solo se escucha el andar de las pesadas pezuñas y lo único que se logra apreciar son esos ojos tan rojos y brillantes, llenos de maldad.
Si te encuentras con un huay chivo no debes verlo a los ojos, pues si lo haces, éste se llevará tu alma y la entregará como ofrenda al ser que habita en lo más profundo de la desgracia humana, donde tu alma vagará para siempre.
Se dice en el pueblo que, aquel que sobreviva es porque realmente es muy valiente, mi tío se siente afortunado por seguir con vida porque aquel día que iba con uno de sus amigos de la vida, al reaccionar y regresar a su casa contrajo una enfermedad haciéndolo morir al mes, todos dicen que los que dan con ella, contraen distintas enfermedades, así llevándolos a su destino final.
Desde aquel día, mi tío ofrece cada año una ofrenda muy tradicional del pueblo, al cerro, por permitirle seguir con bien.
Autora: Jimena Delgado Suasnávar. Técnica: fotografía digital Desde las tumbas Alfalfa Ficción / Cuento Iconografía / Fotografía

* Tengo 15 años y soy del grupo 438, desde niña siempre me ha llamado la atención el arte, sobre todo la pintura, esto gracias a la influencia de mi abuelo ya que él es un pintor y muralista chiapaneco. Mi sueño es poder expresar emociones y hechos con la herramienta de la pintura y utilizar como lienzo lo que se me ponga enfrente, en este caso, mi rostro.

Desde las tumbas Ficción / Cuento


Tic-tac

Por Montserrat Ayala*
Ahí está otra vez ese estrepitoso sonido, cada vez siendo más y más alto tic…tac…tic…tac…
“Regresó, ¿qué está pasando, por qué volvió? ¿ahora qué hacemos?” Un sinfín de murmullos y pasos apresurados a su alrededor se escuchaban con eco.
— Sigue dormida, podemos enviarla de regreso.
— No, esperen a que despierte, chequen signos vitales, reporten toda clase de anomalía durante el último viaje, ya es la segunda vez que regresa.
La sala estaba llena de confusión, el silencio y la tensión aumentaban a cada segundo, al mismo tiempo que la pesadez y el terror de la chica recostada en aquella blanca camilla. Su débil cuerpo no le permitía abrir los ojos, ni articular cada pregunta que invadía su mente desde el momento en que cobró consciencia de estar en un lugar totalmente distinto al que ella recordaba.
— ¿Dónde estoy? — logró decir al incorporarse y recuperar un poco de fuerza debido al miedo y a la incertidumbre de estar en un sitio desconocido.
Al abrir los ojos solo lograba ver sombras moverse de un lado a otro, hasta que pudo distinguir nítidamente a hombres y mujeres en bata. — ¿Estoy en el hospital?, ¿me desmayé?, ¿por qué estoy aquí?
— Un gusto verla de nuevo, señorita Erin — dijo una señora de mediana edad, la cual parecía ser la jefa de todos los presentes en la sala.
— ¿De nuevo? ¿Quién es usted? ¿Cómo sabe mi nombre?
“Eyt, así se llama”.
— No hay tiempo para explicaciones, la enviaremos de regreso a casa, no se preocupe.
“¿Qué carajo significa eso?”, pensó. Y de pronto se encontraba nuevamente en la banqueta, esperando a que el semáforo cambiara de color para poder cruzar la avenida.
— ¿Qué acaba de pasar? — No había manera alguna en la que pudiera explicar lo que acababa de ocurrir, y cuán asustada se encontraba: ¿fue un sueño?, ¿alguna alucinación?, ¿solo un pensamiento? Todo

había sido muy real, los murmullos, las pisadas, estar acostada en esa cama, ¿una segunda vez? No podría negar que dentro de ella estaba ese sentimiento que le confirmaba que ya había estado ahí, el rostro de aquella señora lo recordaba, lo había visto antes, ¿dónde? No lo sabía, pero podría haber sido de esa “primera vez” en aquel misterioso lugar.
Al llegar a casa fue directamente hasta su recamara, tirándose en la cama dispuesta a tomar una siesta, pensar en lo sucedido le agotaba bastante.
Se encontraba mirando el techo de su habitación cuando lo volvió a escuchar tic…tac…tic…tac… y una vez más, una luz blanca apareció cegándola por un momento.
— ¡Está de regreso, está de regreso!
“Regresé”. Erin podía sentir a su cuerpo en esa extraña camilla otra vez.
— Reporte
— No se encontró ninguna falla en el sistema, los anteriores viajes han sido un éxito, pero la condición actual del sujeto AA#37 es muy grave, no creo que sea bueno mandarla de nue…
— Lo haremos — dijo Eyt interrumpiendo la declaración del hombre.
—¿Qué… hago aquí? ¿qué… es este lugar? — preguntaba Erin lentamente y con una voz apenas perceptible — ¿Cómo regresé?
—No te preocupes, regresaras a casa — volvía a decir regalándole una sonrisa que provocaba escalofríos.
Tic…tac…tic…tac… Desde las tumbas Ficción / Cuento
—¿Qué pasa, por qué no se va?

—No detecta que haya error
tic…tac…tic…tac… —El cuerpo del sujeto AA#37 no está siendo reconocido
tic…tac…tic…tac…
—La estamos perdien…— tic…tac…tic…tac…
* Tengo 17 años y curso el último año de preparatoria, en el área 4.
José Vasconcelos Erudición / Ensayo
Vaqueros Vaqueros PREPA 5 PREPA 5


Imagen: Zahir Osorio Fotografía: América Nava. Serie: “Colores, olores y sabores de una tradición.” Técnica: fotografía: Año: 2020
José Vasconcelos Erudición / Ensayo
AUTORES

LIBROS
CÓMICS PELÍCULAS
Vaqueros Prepa 5 Recomendaciones / Libro
Bernardo Esquinca: el terror que atraviesa lo cotidiano
Por Edith Vargas Jiménez*
Desde su primera edición en 2008, Los niños de paja cuenta con tres ediciones y varias reimpresiones, lo que coloca a su autor, Bernardo Esquinca, entre uno de los escritores contemporáneos más populares en cuanto al género de terror, de misterio y de lo sobrenatural en México. El éxito de Los niños de paja se debe, ante todo, a que sitúa al lector frente a atmósferas lúgubres, siniestras, extrañas y, al mismo tiempo, bien conocidas, ya que muchas de sus narraciones ofrecen hechos cotidianos y escenarios tan conocidos como la Ciudad de México.
Son nueve relatos y un epílogo los que conforman esta antología, de los cuales vale la pena recalcar el cuento largo o la novela corta (según se prefiera) que le da título al libro: “Los niños de paja” es un guiño y un homenaje al cuento de Stephen King, “Children of the corn” (1977), que ha sido llevado a la pantalla grande en varias ocasiones. En esta narración, Esquinca nos sitúa en una comunidad anglosajona residente en México, donde extrañamente existe un pueblo habitado sólo por adultos y uno donde residen sólo los “niños”, niños que nunca crecen y que sostienen una guerra parricida desde hace años. Un grupo de amigos, la noche de Halloween, un dios mexica y una bruja gringa son los elementos que intervienen en los acontecimientos que suceden durante esa celebración tan propia de los estadounidenses. Se trata de un relato que sabe jugar con el suspenso, con la atracción por lo sobrenatural, pero, ante todo, con esa capacidad que tiene el ser humano para entregarse a la crueldad.
Los demás cuentos atraviesan también atmósferas rarificadas, donde lo natural se confunde con lo sobrenatural y nos lanza el mensaje de que, en cualquier momento, se puede quebrar ese supuesto equilibrio, basta que alguien deje de soñar
con aviones o que una pitonisa nos visite de noche; basta con encontrar una rata muerta frente al departamento, visitar un hospital psiquiátrico o cuidar a enfermos de lepra; simplemente basta con observar detenidamente a una mujer o a los matrimonios que parecen tener un acuerdo tácito de desaparecer a sus cónyuges. En fin, como ya dije, basta con que se busquen las respuestas en los lugares equivocados (o quizá, los correctos).
Sin embargo, hay que aclarar que los personajes de Esquinca son todos ellos desesperanzados. La búsqueda que cada uno emprende no es por desentrañar el misterio o por superar el terror, no buscan explicaciones coherentes para los acontecimientos, sino más bien asumen la lógica de ese mundo tenebroso y terrible, más tenebroso y más terrible por las acciones que ellos mismos cometen: incendiar el ala de los enfermos de lepra, construir un monumento al incesto, o sacrificar a los propios hijos son, todas ellas, acciones de personajes que asumen el escalofriante mundo que ha construido la civilización, que incluso se sienten a gusto en él. Los personajes que habitan Los niños de paja nos invitan a sumergirnos en este libro de cuentos y tratar de salir ilesos… Vaqueros Prepa 5 Recomendaciones / Libro

Ficha técnica:
Esquinca, B. (2019). Los niños de paja. 2ª ed. México: Almadía.
* Es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM, cuenta con una maestría en Estudios Latinoamericanos por la misma casa de estudios y es especialista en Literatura Mexicana, la cual cursó en la UAM-A. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad de Chile y actualmente se desempeña como docente de la Escuela Nacional Preparatoria.
Vaqueros Prepa 5 Recomendaciones / Libro
El sentido de la muerte en el mundo prehispánico
desde la mirada de un arqueólogo
Por Leonila H. Rosete Olvera*
En esta época de celebraciones en torno al “Día de muertos”, he creído oportuno reseñar el libro de uno de los arqueólogos más eminentes de nuestro país: Eduardo Matos Moctezuma (1940- ). En 1975 publicó Muerte al filo de obsidiana. Los nahuas frente a la muerte, cuando tenía 35 años y fue uno de los primeros textos en donde plantea sus indagaciones sobre el sentido de la muerte en el pueblo mexica. Desde entonces el libro no ha dejado de reeditarse, lo que nos ratifica la vigencia de sus investigaciones.
La edición que reseño es del 2016, la cual se enriquece con el interesante prólogo de nuestro investigador emérito de la UNAM recientemente fallecido, Miguel León-Portilla, especialista en la filosofía y en la literatura del pueblo azteca.
La trayectoria profesional de Eduardo Matos Moctezuma como investigador, como académico, 56 Coapan como arqueólogo o como antropólogo es larga y destacada. Quizá lo recordamos porque en 1978 inició uno de los proyectos arqueológicos más importantes del siglo XX: el Proyecto del Templo Mayor. Gracias a sus excavaciones hemos tenido acceso, no solo al corazón de la sede del imperio mexica sino a sus prácticas culturales y a su religión.
Algunas de sus publicaciones giran en torno a sus hallazgos arqueológicos que revelan el sentido de la muerte en los pueblos mesoamericanos. El libro que hoy nos ocupa consta de una introducción y ocho breves capítulos en los que el autor desglosa, paso a paso, la cosmovisión que los antiguos mexicanos tuvieron sobre la muerte ligada a la religión y al mito, la cual se quiebra con la llegada de los conquistadores españoles, quienes imponen en estas tierras, otra religión y con ella, otra concepción sobre la muerte.
En los “Antecedentes” el autor nos muestra los hallazgos más antiguos en Mesoamérica que aluden al tema de la muerte: esculturas, máscaras, lápidas, bajorrelieves, códices, vasijas, pinturas, etc. En otro de los capítulos, el arqueólogo responde a la pregunta que seguramente nos hemos hecho sobre el sentido de los sacrificios humanos entre los mexicas; ritual que causó tanto horror a los conquistadores, según el relato de los cronistas. De manera muy clara, el autor nos plantea las creencias religiosas que sustentaron esta práctica. Nos dice que los dioses se habían sacrificado para crear al hombre y al universo (Mito del Quinto Sol), razón por la que ellos debían sacrificarse vertiendo la sangre para alimentar al cosmos y para perdurar la vida. Para ellos la muerte significa vida.
En su libro, Matos Moctezuma no solo recurre al dato arqueológico y al mito para explicar su sentido de la muerte, también completa su investigación recurriendo a la poesía náhuatl cuyo tema central es la muerte. En este capítulo el lector entiende el título del libro: Muerte al filo de obsidiana. Analizando diversos poemas el arqueólogo nos muestra que la metáfora alude a los guerreros mexicas en el campo de batalla. La muerte al filo de la obsidiana es la muerte deseada por todos los hombres, pues los guerreros son los únicos que reencarnarán en bellas aves para acompañar eternamente el camino del Sol (Huitzilopochtli). Los demás mexicas irán al Tlalocan o al Mictlán, dependiendo del tipo de muerte que tuvieron.
Al final del libro el autor nos esclarece las preguntas que siempre nos hacemos ¿Qué perdura en el México actual de las creencias prehispánicas sobre la muerte? ¿En el sincretismo religioso que se produce con la conquista, qué ritos y costumbres sobre la muerte son cristianas y cuáles son una supervivencia prehispánica?
Para contestar estas cuestiones, tenemos que sumergirnos en la lectura de este fascinate texto, que no está escrito para especialistas sino para aquellos que deseamos entender el concepto de la muerte en nuestras raíces indígenas. Asimismo, la lectura nos permite aclarar interrogantes y dudas sobre nuestras costumbres, ritos, ceremonias y tradiciones funerarias tan sorprendentes y singulares para la mirada extranjera. Vaqueros Prepa 5 Recomendaciones / Libro
Ficha técnica:

Matos Moctezuma, E. (2016). Muerte al filo de obsidiana. Los nahuas frente a la muerte. México: FCE.
* Leonila Hortensia Rosete Olvera es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y maestra en Literatura Iberoamericana por la misma Institución. Se desempeña como docente del Colegio de Literatura de la Escuela Nacional Preparatoria.
Facultad de Coapa Editorial

Esta revista digital tiene licencia Creative Commons.

Licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada3.0
Se permite la copia, ya sea de una parte o del conjunto de la edición, en cualquier formato, mecánico o
digital, siempre y cuando no se modifique el contenido de los textos, se respete su autoría, se citen las
fuentes originales señaladas en esta revista, y esta nota se mantenga.