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Caótica belleza
El premio Nobel de Literatura siempre regala alguna sorpresa. En las quinielas, Louise Glück no era la favorita; no obstante, destacó por una razón: su talento para transformar en arte las fisuras más profundas de la naturaleza humana.
EscribE Emilio Paz
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“Por su inconfundible voz poética que, con una belleza austera, hace universal la existencia individual”, anunció la Academia Sueca al otorgar su máximo galardón a la poeta estadounidense. Posiblemente, los más enamorados del género ya conozcan su obra, pero cuántos podrán haber apreciado sus convulsionantes líneas con el corazón. Soy escritor y, sinceramente, poco había leído sobre ella. Comencé a indagar, y encontré una sencilla revelación. Glück es mucho más que un premio (o ramillete de premios en su caso). Es la evidencia concreta de que nuestra condición humana tiene para ofrecer mucho más que un arte superficial. Así, sus textos presentan un microcosmos desde su propia sencillez.
No se aleja de las palabras llanas ni de las experiencias negativas, sino que las transforma en composiciones que albergan las viejas herramientas de la poesía. Una lírica que logra construir con la carga precisa de figuras y artilugios literarios. De su infancia sabemos que nació en 1943 en la ciudad de New York, y creció en Long Island. Las experiencias personales forjan su poética con la intensidad de un universo que comienza caótico para establecerse en el orden. De esta manera, nos conduce a los recodos de la mística central de una escritura que recoge elementos cotidianos: soledad, relaciones familiares, crisis personales, el divorcio, la muerte, el desamor. Cuestiones urgentes y existenciales propias del individuo. Por ello, cuando leemos a Louise, estamos ante una bitácora que nos devuelve nuestro reflejo. Una lírica que logra amalgamar con figuras clásicas, mitos y analogías, los cuales se consuman en un corpo luminoso que trasciende sus propias palabras.
La vida personal de la poeta debería quedar en el sincretismo, pero esta se ha vuelto un tema recurrente. La anorexia y los parajes del psicoanálisis son propias de su experiencia. ¿Cuál es la palabra justa? ¿Cuál es esa galaxia de dudas que se anteponen a la creatividad? Pues es esa misma naturaleza individual. Posiblemente, aquí radica una de sus fortalezas: anteponerse a las crisis. No cae, sino que, con el corazón en la mano, escribe. Este no es un secreto; ella misma co-
menta cómo debió lidiar con la creación de Praderas, obra que germina en medio de la crisis matrimonial. Louise encontró belleza en medio del dolor, experimentando una catarsis que tradujo en miles de líricas clásicas que se clavan en la retina del lector. Leerla es contemplar el libro de la historia humana. En este punto, caemos en la pronta curiosidad de que emplea herramientas de la mitología griega, la clásica de occidente y fuentes teológicas de origen judío y bíblicos.
Rozando cada jaula de desánimo, transforma el caos en algo cotidiano, natural y bello. Lo íntimo no escapa de lo espontáneo, pero madura bajo la atenta vigilancia de un tiempo que transcurre lento. La escritora estadounidense trasciende el simple desapego. Es cuna de sencillez en medio de los reflectores que rodean a los otros. Personalmente, al leerla no me siento pequeño, sino que me sitúo ante una persona tan igual a mí, a pesar de lo distante y abrumante. Louise Glück se ocupa de las cuestiones más importantes de la naturaleza humana y ese es un lenguaje universal. Es una forma de plasmar la belleza de lo humano. //
OFICIO SOLITARIO EscribE diEGo alonso samalvidEs HEysEn
S/. 49
Mejor el fuego
José Carlos Yrigoyen
S/.55.99
Alonso Cueto Caballero es un escritor peruano que ha cultivado diferentes subgéneros narrativos, desde la novela policíaca a la novela de indagación psicológica basada en temas como la vigencia del pasado y las ambiguas leyes de pertenencia a la familia. Su obra ha sido traducida a 16 idiomas y distinguida con diversos premios.
-Alguna vez confesó en una entrevista que ha aprendido a estar en soledad, ¿este ejercicio ha contribuido en su obra literaria?
Sí, la soledad es esencial para mí. Mi esposa y mi hijo lo saben bien. Lo fundamental es estar a solas con los personajes, con lo que ellos ven y sienten. Solo apartándome del mundo real y entrando en el de ellos, para que sea real, puedo sentir que escribo con sinceridad. Sin embargo, también es cierto que la soledad es un asunto personal y que uno mismo puede fabricarla. Puedo estar solo en medio del ruido y de la gente a veces mientras pienso en las historias que escribo o que quiero escribir.
-Los escritores tienden a tener aficiones subyacentes a la literatura. En su caso, ¿cuáles son estos vicios terrenales que han despertado su imaginación?
La música siempre porque es el arte más parecido a la literatura. Ocurre en el tiempo, usa terminos como ritmo, compás, tono. Aspira a cubrir el universo con sonidos así como la literatura aspira a cubrirlo con palabras. La música es el arte más antiguo y el más sofisticado y a la vez el más extraño. Es el que más ha logrado desprenderse de la realidad. Escucho algunas de mis obras preferidas –las de Brahms, Mozart, Bach, el vals criollo, jazz, algunos boleros-, sin parar. En estos últimos tiempos estoy fascinado con Ravel y también con el jazz latino de César Peredo.
-A sus 66 años, ¿cómo se siente Alonso Cueto? ¿qué cree que ha cambiado desde su primera publicación?
Más cansado, pero aún lleno de fuerzas. Creo que el secreto es pensar que todos los días empieza algo. Lo más importante es que las esperanzas sean más importantes que los recuerdos. Felizmente tengo una gran familia y algunos amigos a mi lado. Una señal de buena salud es la buena compañía. Hay el mito de que un escritor tiene que llevar una vida desordenada y aventurera. Creo que las aventuras se pueden vivir mejor en la mente y el corazón desde una vida ordenada. Escribir es un ejercicio para el que hay que estar en forma. Ser escritor se parece en eso a ser deportista. La imaginación también es un músculo.
Las Palabras de Chabuca
Alberto Rincón Effio
Año: 2020 Editorial: Planeta Nº pág: 140
S/. 49
Vizcarra Martín Riepl
Año: 2019 Editorial: Planeta Nº pág: 152
ELEFANTE DEL PERIODISMO Por Diego Alonso Samalvides Heysen*
Guillermo Thorndike fue en vida escritor, periodista, padre, amigo y luz de quienes empezaban a moldear sus primeros textos. Un hombre excéntrico, histriónico y apasionado que avizoró en el oficio periodístico una forma de librarse de sus tormentos y más entrañables ansiedades. Llegó a la revista Caretas a los catorce años con una crónica bajo el brazo sobre el descubridor de América que encandiló a Enrique Zileri y desde entonces no soltó la pluma. Tuvo que abandonar paulatinamente la literatura para adentrarse de lleno al que sería su nuevo mundo: el periodismo. Se pasó la vida entre viejas salas de prensa, humo condensado, máquinas de escribir y manos veloces. Guillermo elegía el titular, la bajada y reconstruía el cuerpo del texto. Las noticias eran una arquitectura vasta en su mente que poco se asemejaba a la de un periodista común y silvestre. Las ideas en él fluían de forma natural y era común verlo sentado en su sillón dando indicaciones a los redactores inexpertos. Su capacidad para contar historias permitió que se ganara a pulso el respeto de todos. Guillermo se paseó por los principales medios de comunicación dejando escuela en la prensa escrita. Periodista incansable, escritor sin horarios y compañero nocturno de tertulias. Thorndike escribía por placer o instinto. Sus manos no descansaban nunca. Si no escribía estaba fumando, pero uno de sus máximos placeres consistía en realizar ambas actividades en simultáneo. Las palabras cobraban un color y tonalidad diferente cuando engalanaban su papel periódico. Tengo una imagen vivida sin haberlo conocido, explorando sus textos y consejos a través del director de esta
revista, quien tuvo la oportunidad de trabajar con él. Cuánto me hubiese gustado tener la vida ajetreada en las antiguas salas de redacción y aprender de los maestros del periodismo a contrarreloj. El ejercicio periodístico se ha tornado individual. Se extinguieron las salas de humo y conversaciones intelectuales. En cambio, nos colocaron pantallas digitales y teclados sofisticados. Nos dieron café y nos quitaron el ron de quemar. El periodismo se transforma y adapta a los cambios. Se ha dicho hasta el cansancio que van a desaparecer los diarios desde hace años, pero siempre habrá un mercado para las personas que sienten las noticias desde el tacto. Para el siglo pasado resultaría impensable creer que ahora tenemos todo a un clic. Este hecho ha permitido que exista una mayor cantidad de información. Sin embargo, no toda es fidedigna. Un cúmulo de fake news se aglomeran en internet. Las banderas políticas flamean, los juicios de valor se anteponen, la polarización se ha normalizado. El periodismo sufre los rezagos de una época que parece devorarlo todo. Pero cuando nos creemos vencidos aparece Guillermo con su legado en más de 30 libros sobre el oficio. Es el maestro para todos los que intentamos escribir historias. Libretas, lapiceros, cigarrillos y un par de anteojos: objetos que retratan al “Rey Midas del Periodismo”. Su pluma mantiene vigencia a once años de su muerte. Husmeo entre sus textos buscando esa precisión utópica. Nadie mezcló el carácter noticioso del periodismo con la versatilidad de la literatura como él. Era uno de esos tipos que nacen una vez cada siglo y que llegan al mundo para dejar huella.
Christian Martin es un destacado periodista argentino radicado en Europa. Su audacia y profesionalismo le permiten informar a toda América Latina sobre los recientes avances científicos de la ansiada vacuna contra la COVID-19.
EscribE PiEro m. FlorEs Quiroz.
Periodismo todoterreno
Desde Reino Unido, realiza su profesión con honestidad y un esencial respeto al público. El periodista recuerda el reto que significó, al inicio de la pandemia, informar a la audiencia lo que acontecía en Londres, una de las ciudades más grandes y desarrolladas del viejo continente. “Fue angustiante, principalmente, por la intriga que se generaba y el propio desconocimiento del caso. Sin embargo, mi país adoptivo tiene instituciones de vanguardia que de inmediato se pusieron a trabajar en una vacuna desde el mes de enero”, reveló en exclusiva a la revista Cocktail.
Su labor traspasa fronteras continentales, y dedica horas del día a informarse. Como reportero de calle, denominación con la que él mismo se identifica, accede a información de primera mano desde el mismo lugar de los hechos. En ese sentido, comenta que el mayor desafío es transmitir la información de manera
transparente. A ello se le suma la barrera idiomática existente. “Tengo la desventaja de estar lejos de nuestra gente, pero cerca de la zona donde suceden los acontecimientos importantes. Estoy viviendo la pesadilla”, confiesa.
Sin embargo, Martin posee la capacidad de adaptarse a nuevas situaciones constantemente. Conoce más de 100 países. Sabe que conocer a su público es imprescindible para dirigirse a ellos. Los contactos realizados por gran parte de Europa y el dominio de cinco idiomas le permiten verificar información rápidamente con fuentes confiables. Actualmente, es el único periodista latinoamericano con conexión directa y acceso cada dos o tres semanas a la Universidad de Oxford. “La sensación es de optimismo desde abril. La vacuna funcionará de manera segura y eficaz, pero se debe entender que se está realizando un trabajo de años en meses. Hay temas que son difíciles de probar desde el punto de vista científico. Trato de transmitir lo que me dicen las autoridades”, expresa.
Antes de las cámaras de televisión y micrófonos, el rugby era protagonista en su vida. Creció en San Isidro, al norte de Buenos Aires, donde este es un deporte tradicional. En 1994, se marchó de su país rumbo a Francia. “El rugby me ha forjado como persona por los valores y principios fundamentales. Los aprendizajes de aquella época los aplico en mi vida”, confiesa. Si bien ha vivido más tiempo en Reino Unido, siempre tiene presente a Argentina. Además, expresa su deseo de regresar a Perú puesto que Lima, Cusco y las ciudades peruanas que ha podido conocer le resultaron fascinantes.
Christian se ha desempeñado como corresponsal para Fox Sports y forjó su reconocimiento, sobre todo en Latinoamérica, debido a sus brillantes coberturas deportivas. No obstante, también ha trabajado en medios ajenos a ese rubro como la British Broadcasting Corporation (BBC). El cambio llegó a su vida de manera inesperada. De esta manera, asume su nueva etapa en ESPN después de tantos años trabajando en Fox Sports. Aquello debido a que la cadena fue vendida a la compañía Disney. “Es un nuevo reto. Vamos a ver cómo nos integramos y esperemos que, en un año tan duro por la pandemia, no sean muchos los que se queden sin empleo”, afirmó.
Su amplia trayectoria le han permitido cubrir tensas situaciones como lo fue el caso de su compatriota Emiliano Sala, futbolista fallecido en el Canal de la Mancha tras un accidente de avión que conmocionó el mundo del deporte rey. Actualmente, Christian Martin afronta cada mañana el largo sendero pandémico, arriesgando su salud para brindar información veraz. Su propósito es transmitir el formidable trabajo de los científicos en la realización de una vacuna que, sabe, significará para el mundo una luz al final del túnel. //
Destrozando mentes
Sin duda, el estrés es uno de los mayores problemas que enfrentamos. Aquella palabra marca nuestro vocabulario. Sin embargo, seguimos plasmándolo de manera negativa y nuestra angustia crece. En ese sentido, la pandemia ha significado una experiencia que no ha hecho más que agudizar aquella situación.
En siete años de experiencia docente confieso que siempre ha estado presente la presión del gobierno, los padres y la misma institución por brindar un servicio de calidad. ¿Cuántas veces hemos criticado el sistema educativo del país? ¿Cuántas otras vemos en las redes sociales el problema general del umbral de disconformidad con respecto a la labor docente? En ocasiones, se cree que el vacío es el magisterio. No obstante, encontramos que las falencias son transversales a los diversos agentes que rodean al educando: padres de familia, docentes y sociedad. Entonces, ¿por qué tendemos a culpabilizar a los profesores? Propongo un ejemplo: Pepe es un menor de diez años, quien ha sacado bajas calificaciones en la
En la actual coyuntura, la convivencia diaria, trabajo virtual, temor generalizado, y una cultura de descarte nos obligan a replantear la necesidad de aceptar la ansiedad y el miedo que nos rodea como parte de la cotidianeidad. Estos sentimientos se extienden al sector educativo.
EscribE Emilio Paz
mayoría de cursos del colegio. Sus padres, naturalmente, están preocupados y consideran que las estrategias empleadas por sus docentes no son las adecuadas. Impulsados por ello, agendan una cita con el psicólogo. Este observa las calificaciones y nota que, peculiarmente, el alumno obtiene altas calificaciones en arte y deportes. El especialista habla con los adultos, quienes le comunican su temor a que su niño no se desarrolle igual que los demás. El mundo es competitivo, dicen; Pepe debe ser óptimo en todas las materias.
¿Por qué nos preocupa el éxito y desarrollarnos a la misma velocidad de todos? Ahora que todo se ha reducido al ámbito de lo virtual, con clases a distancia (y en condiciones desiguales), encontramos que esta situación se ha vuelto más agobiante. Los padres de familia deben compartir con sus hijos los medios tecnológicos para el trabajo y el estudio; los docentes cambian sus estrategias; y el plumón y la pizarra son suplantados por el móvil o la computadora. Los tiempos y las herramientas han mutado, pero el estrés se mantiene. Deserción escolar en crecimiento, condiciones desiguales de educación a distancia, posibilidad de una nula probidad académica.
Los estudiantes encontraban en el colegio un refugio para compartir sus problemas con amigos y, en situaciones especiales, aquella confianza se extendía hacia los docentes. Ahora, deben convivir con sus padres y demás familiares en espacios reducidos. Los primeros meses de convivencia en cuarentena fueron oportunidades para compartir en familia. Ha pasado el tiempo y la rutina es tediosa. El miedo al contagio, a las proyecciones educativas, al futuro académico, y al estrés de los trabajos son una carga pesada. A ello se le suma la nula empatía de las autoridades gubernamentales quienes, sin considerar las circunstancias actuales, solicitan los mismos requerimientos de siempre: planificación, evaluación, examen, calidad, totalidad de beneficiarios, etc.
Por todo ello, aunque parezca extraño, la pandemia no solo ha significado una nueva forma de vida, sino que aprendamos a convivir con el estrés, ansiedad, miedo, depresión y otros problemas en espacios tan sencillos como la mesa del comedor o la sala de estar. Ya no es mirarse en los rostros de los demás, sino contemplar el techo blanquecino del cuarto y catapultar el vacío de una respuesta que no se presenta. Pero también encontramos que la desvalorización docente va en crecimiento, desde el ámbito social hasta el espacio del gobierno.
Quizá la pandemia acabe en algún momento, pero el virus que acecha al sector educativo (tanto docentes como escolares) recién se ha sembrado. El estrés y el miedo al fracaso se han profundizado en nuestro léxico y vivir. ¿A dónde apuntaremos al bicentenario? Para reflexionar. //
URGENCIA NACIONAL Por César Campos
El proceso electoral en marcha traerá, como hemos advertido, una mayor cantidad de promesas demagógicas e inviables que en anteriores campañas. Ello debido a que se desarrolla bajo el chubasco de una gran incertidumbre social y económica a consecuencia del COVID-19. Los candidatos, aún quienes presuman ser serios, apuntalarán agendas inmediatistas, cómodas y sensibles al oído popular; sin embargo, alejadas de la perspectiva del mediano y largo plazo. Uno de los temas que no debería ausentarse de los programas de gobierno, debido a la creciente ola de violencia sexual registrada en los últimos meses (especialmente contra niñas y adolescentes), debe ser la promoción del aborto terapéutico seguro. Aquello nada tiene que ver con su incentivo como principio general, objeto de tantas y quizás justificadas polémicas. Me refiero a una política de salud pública consagrada en la normatividad peruana y que, además, es parte de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, reconocidos a nivel mundial. El aborto terapéutico es un procedimiento de interrupción voluntaria del embarazo menor a veintidós semanas que se realiza cuando la vida o salud de la mujer están en grave riesgo. Esta constituye la alternativa a tomarse en cuenta cuando resulta el único medio para salvar la existencia de la gestante, o para evitar graves y permanentes daños en su salud. Como ocurre con cualquier procedimiento relativo a la integridad física del individuo, el aborto seguro debe contar con el consentimiento de la mujer solicitante. Es su derecho en el plano reproductivo el poder decidir libre, informada y responsablemente; así como en el ámbito sexual el tener opción al control de su sexualidad, eligiendo responsablemente sin coerción, discri-
minación o violencia. El amparo legal se encuentra en el artículo 119° del Código Penal desde el año 1924, y en la Resolución Ministerial N° 486-2014-MINSA, mediante la cual se aprueba la Norma Técnica respectiva. Se pugna para que haya una definición explícita en torno a la defensa no solo de la salud física, sino también emocional y mental de las pacientes. También para que la mayoría de hospitales públicos cuenten con las herramientas adecuadas para brindar aquella atención. En la actualidad, son muy pocos los centros de salud que lo hacen: el Instituto Nacional Materno Perinatal, los hospitales Regional de Loreto, Regional de Pucallpa y Santa Rosa de Piura. Desde abril del 2019, la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO), a través de la Sociedad Peruana de Obstetricia y Ginecología (SPOG), ayuda a implementar en nuestro país el proyecto de abogacía del aborto seguro. Ello con la finalidad de garantizar la extensión del conocimiento y acceso de las mujeres gestantes a este derecho. Es necesario consolidarlo debido a que la cifra de abortos clandestinos e inseguros, que producen el fallecimiento de quienes lo practican, crece de manera alarmante. Más aún en el caso de niñas y adolescentes. El portal Ojo Público reveló en setiembre pasado que, entre enero y setiembre del presente año, se atendieron más de 33 mil partos de menores de edad, según el Sistema de Registro del Certificado de Nacido Vivo del Ministerio de Salud. Entre ellos, 20 niñas menores de 10 años fueron forzadas a ser madres. Este número representa cuatro veces más los casos registrados en el mismo periodo del 2019. El problema se agrava, como hemos dicho, por un aumento de muertes de la madre adolescente. Exijamos que los candidatos consideren esto en sus propuestas. Es una urgencia nacional.