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EL OCASO DE CR7
Por Valeria Burga Bobadilla*
«Todavía me quedan seis o siete años, y quiero acabar mi carrera en lo más alto, con dignidad, en un gran club», confesó Cristiano Ronaldo en 2015, cuando aún era el flamante goleador del Real Madrid. «Esto no significa que piense que irse a Estados Unidos, Qatar o Dubai no esté bien, pero yo no me veo ahí», añadió. El deporte rey manifiesta giros inesperados. Pese a la caída en picada de su rendimiento futbolístico, el portugués se ha convertido en el deportista mejor pagado de todos los tiempos con un salario astronómico de 200 millones de dólares anuales.
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Sin embargo, esta exuberante cifra la obtendrá en Al Nassr de Arabia Saudí, que no corresponde a los equipos de élite que acostumbra. Mi columna anterior fue dedicada a Lionel Messi tras haber ganado la Copa del Mundo. Sería impropio no hacer lo mismo con quien fue, durante años, su indudable rival: CR7. Una historia de picos y descensos que estuvieron marcados por disciplina y hartas dosis de egocentrismo. No cabe duda de que Cristiano fue una máquina de anotar goles, ganar partidos y trofeos. Compitió al máximo nivel hasta llegar a la tercera década de su vida, lo cual es sumamente meritorio. Con el tiempo, el esférico ya no traspasaba la portería y los entrenadores lo sentaban en el banquillo. Siempre he considerado que su error más grande fue retirarse del Real Madrid para ir a Juventus, donde no pudo obtener la sexta Champions League. Después pasó por Manchester United, pero eso solo empeoró las cosas tras despotricar en contra del equipo y el director técnico. Lo más deplorable ha sido su derrota en el Mundial de Qatar 2022 pues, sorpresivamente, Portugal cayó 1-0 ante Marruecos en cuartos de final. Ofuscado por ser suplente en Manchester United, también lo fue con su selección. Partiendo de una postura netamente moral, parece una situación injusta para un futbolista que entregó lo mejor en el campo de juego desde su génesis. Aunque muchos esperaban el retiro, Ronaldo niega que su salida de Europa lo acerque al ocaso. De lo contrario, señala que «firma un contrato único porque es un jugador único». Luego de haber fichado para Al Nassr de la Saudi Pro League, tuvo sus primeros minutos en el All-Stars de la Riyadh Season frente al París Saint Germain de Lionel Messi, Kylian Mbappé y Neymar. Marcó un doblete en dicho amistoso. En un encuentro de grandes estrellas, resulta interesante que aún podamos apreciar destellos del juego de CR7. Sin embargo, su debut oficial con el club árabe ante Al Ettifaq pasó sin pena ni gloria. Un partido insípido donde intentó marcar goles sin éxito. Ganaron 1-0, pero con la ausencia de Ronaldo en el marcador. No se puede decir más. El ego de Cristiano lo hizo antipático hasta el punto de no poder digerir su decadencia. Pero hay que admitir que es un goleador con más de 800 tantos que lo convierten en leyenda. Desde el exilio, vale la pena rescatar el privilegio que significó disfrutar nueve temporadas de la competencia entre Messi y CR7. Una rivalidad intensa y fructífera que marcó la historia, pues estimuló a Leo a convertirse en el mejor de todos los tiempos y dignificó a Ronaldo como un profesional extraordinario. Sin lugar a dudas, el portugués es un astro que tuvo una despedida digna con la camiseta blanca, alzando la Liga de Campeones y cinco balones de oro. Hoy, su carrera se acorta en el horizonte dando paso a nuevas figuras. Tengo que decirlo. Cristiano es un futbolista excepcional con un solo problema: él mismo.
*Editora General