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Nota
Cruce presenta su segunda edición del 2023 titulada Rutas aproximadas. En esta ocasión presentamos el arte de Anto Gamunev en la portada rindiéndole homenaje a la poeta afropuertorriqueña Julia de Burgos en el mes de su natalicio. Sobre esta gran poeta Diana Guemarez Cruz nos dice: fue avalada por poetas de la estatura de Pablo Neruda y Juan Ramón, según apunta Jack Agüeros, (1996, 2001, 2008). Su temática es muy amplia pues abordó temas sobre la mujer, el amor, la Patria, el tema racial y la negritud, la pobreza… una poeta con interés en todo lo humano, y representa al ser migrante, y viajero contemporáneo puertorriqueño que hace el tránsito de su ciudad natal a los Estados Unidos. (Yosa Vidal, 2021) (p.10).
En su ensayo “Un río como un amor, como un poema, como un espejo” Guemárez Cruz compara y contrasta “dos poemas dedicados a un río… “Río Grande de Loíza”, de la poeta puertorriqueña, Julia de Burgos, y “Río del Canto Amazónico” del poeta venezolano, Luis Gilberto Caraballo.” (p. 9).
Rutas aproximadas también cuenta con poesía, ensayos, reseñas y otras expresiones creativas. Comenzamos con la poesía de Mayra Encarnación “Quietud y encierro”, “Detritus”, “Atlas” y “Descodificación” (p. 16). Continuamos con un ensayo reflexivo titulado “Historiar y humanizar la Educación General” de parte del profesor de la UAGM, Recinto de Cupey, Martín Cruz Santos (p. 20). En este Cruz Santos nos plantea que:
Historiar la educación general en Puerto Rico es parte de una reflexión académica que considera indispensable el estudio del pasado para comprender el presente y proyectarnos hacia el futuro… la experiencia acumulada por las universidades en general arroja información valiosa para el análisis y la búsqueda de explicaciones profundas y coherentes para atender los retos de la sociedad puertorriqueña contemporánea. Las convergencias entre los saberes culturales concurrentes en la educación general y la valoración de otros emergentes deben ser tomados en consideración en el examen exhaustivo, amplio y diverso para adecuar la educación general a las expectativas, necesidades y la formación actualizada del estudiantado… La centralidad en el ser humano como sujeto del aprendizaje prevalece, claro está, pero, el carácter cambiante de las culturas clama por la movilidad de su comprensión. (p. 29)
Por su parte, Ana María Fuster Lavín nos comparte una reseña extraordinaria titulada “Un recorrido por ese misterio llamado memoria [en Inventario de Carlos Roberto Gómez Beras]” (p. 32) y Manuel Martínez Maldonado reseña la película The Menu (p. 38). Mientras que Bryan Suárez y el Proyecto Titulo V de la UAGM, Recinto de Cupey exponen una serie de fotografías captadas en la inauguración del Design Thinking Lab. En dicha ocasión se presentó el laboratorio como un espacio para el trabajo creativo y la búsqueda de soluciones innovadoras a diversos problemas sociales, económicos, educativos, medioambientales, entre otros. Esta actividad fue coordinada por la Dra. Lorna Martinez, Vicerrectora y decana/os del
Recinto de Cupey, junto al Proyecto Título V, con la participación especial del Dr. José Maldonado, el Dr. José Berrios, las doctoras Karen González, Roxanna Domenech y Teresita Ibarra y el Dr. Carlos García. La edición también expone una serie de textos creativos de estudiantes del Recinto de Cupey que formaron parte de varios talleres de lectoescritura ofrecidos por María Miguel (pp. 52-60). A modo de contextualizar los trabajos de estas estudiantes, María nos dice que “Sin pretensiones, se realizaron los talleres dirigidos a la escritura como vehículo para la sanación y comenzó la magia. Descubrimos talentos escondidos, nos permitimos abrirnos a los demás, y abrazar la tristeza y el dolor”. (p. 53)
Asimismo, este número integra otro valioso dossier de parte de Editora Educación Emergente (EEE www.editoraemergente.com) sobre el libro Poéticas de la devastación: María y el Verano 2019 de la autoría de Malena Rodríguez Castro (p. 61). Según Beatríz Llenín Figueroa, Poéticas de la devastación y la insurgencia “es su propia respuesta si consideramos que la escritura es un gesto de aproximación a la perduración, aun si siempre fracasado, y que este texto, inclasificable, de detonante ético, político y poético del afecto lo tiene todo.” (p.71). Este dossier recoge los trabajos de reconocidxs escritorxs del País: Vanessa Droz, Juan Otero Garabís, Lydia Platón Lázaro, Beatriz Llenín Figueroa, Christopher Powers Guimond y Malena Rodríguez Castro (pp.63-76). Una vez más, agradecemos a EEE por la introducción y curadoría de este magnífico dossier.
Concluimos esta edición destacando varias convocatorias relacionadas a diferentes proyectos e iniciativas de interés: el calendario de actividades del Centenario de Rafael Tufiño (pp. 80-81); la convocatoria (con una extensión en la fecha de entrega hasta el 10 de abril) a una edición especial de Cruce en colaboración con el Pato Project Foundation https://www.tppfoundation.org que busca recopilar textos (de todo tipo) que cuenten la(s) historia(s) moderna(s) puertorriqueña(s) a través del lente LGBTTQIA+ con un enfoque particular en el siglo XX (pp.78-79); una convocatoria de arte plástico bajo el eje temático de asuntos relacionados a las mujeres (p.82); y una invitación para participar en el VI Congreso de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica del Caribe 2023 (pp. 83-84).
Pueden disfrutar de este nuevo número: Rutas aproximadas en - https:// issuu.com/revistacruce.
Roxanna Domenech Cruz, directora Revista Cruce
División de Artes Liberales editorescruce@uagm.edu
Escritora independiente
David Huerta, el excelso poeta mexicano fallecido recientemente, contaba una anécdota que citaré de memoria sobre la desconexión del hombre contemporáneo, citadino con la naturaleza. Decía que él escribió un poema donde creyó describir un olmo, hasta que un amigo le advirtió que había descrito otro árbol! La anécdota ejemplifica esa desconexión entre hombre y naturaleza desde la gran industrialización, pasando por la posmodernidad. Si pensamos que al menos un 70% de la humanidad vive en las ciudades, entonces David Huerta tendría razón. Sin embargo, hay poetas contemporáneos, citadinos, modernos y posmodernos que han logrado esa conexión humana y necesaria con la naturaleza. En este ensayo voy a comparar y contrastar dos poemas dedicados a un río. Analizaré los poemas, “Río Grande de Loíza”, de la poeta puertorriqueña, Julia de Burgos, y “Río del Canto Amazónico” del poeta venezolano, Luis Gilberto Caraballo.
Pero antes daré un trasfondo de ambos poetas. Julia de Burgos (1914-1953) nació en Carolina, Puerto Rico, en el seno de una familia trabajadora. De profesión fue educadora. Vivió en ciudades casi toda su vida: Carolina, PR, Santo Domingo, La Habana y Nueva York, dónde falleció. Considerada por muchos como la poeta nacional de PR, de Burgos fue avalada por poetas de la estatura de Pablo Neruda y Juan Ramón, según apunta Jack Agüeros, (1996, 2001, 2008). Julia de Burgos fue miembro del Partido Nacionalista Puertorriqueño que dirigía Don Pedro Albizu Campos. Su temática es muy amplia pues abordó temas sobre la mujer, el amor, la Patria, el tema racial y la negritud, la pobreza. Aunque afianzada en su amado Puerto Rico escribió sobre la dictadura en la República Dominicana, sobre el fascismo en España, y dedicó un hermoso poema a Federico García Lorca. Fue pues una poeta citadina, con interés en todo lo humano, y representa al ser migrante, y viajero contemporáneo puertorriqueño que hace el tránsito de su ciudad natal a los Estados Unidos.(Yosa Vidal, 2021)
Por otro lado, Luis Gilberto Caraballo (1962) nace en Caracas, Venezuela, en el seno de una familia que fomentaba las artes en su casa. Es ingeniero de informática de profesión y ejerce los oficios de poeta y pintor desde hace 4 décadas. Ha visitado o vivido en importantes ciudades en el mundo como los Ángeles, Nueva York, Paris, y en ciudades latinoamericanas en Ecuador, Chile, y Argentina. Ha sido avalado por escritores, críticos y estudiosos de la talla de Ernesto Kahan, Antonio Miranda, María Eugenia Caseiro, Alberto Martínez Marquez, Claritza Peña, Gabriela Moreno y mi persona. Como en el caso de Julia de Burgos su temática es amplia: el motivo del viaje, el tema del conocimiento, la reflexión sobre la poesía, sobre el poeta, sobre la construcción de un lenguaje poético eficaz para hablar de lo inefable, la religión, el hombre citadino, incluso el “flaneur”. Como a Julia de Burgos nada humano le es ajeno. y aunque también está anclado en su patria, ha escrito poemas a las ciudades visitadas, a Sri Lanka, a Egipto. También como Júlia dedicó un hermoso poema a Federico García Lorca donde condena su absurdo crimen y que insertó en su monumental libro, La Gruta del Ávila de 2022. (Guemarez-Cruz 2021, 2023) Y no obstante, estos grandes poetas tienen tiempo de contemplar la naturaleza, dialogar con ella y escribir hermosos poemas a un río que no son sino espejos de sus emociones más profundas como humanos.
Lo primero que llama la atención del poema de Julia de Burgos es la alocución al río. Se dirige a él, habla con él y deja ver qué este diálogo es uno que se ha establecido desde su niñez. Cito:
Río Grande de Loiza!…Alárgate en mi espíritu Y deja que mi alma se pierda en tus riachuelo Para buscar la fuente que te robó de niño Y en ímpetu loco te devolvió al sendero.
Carlos Rojas Rosario ha visto, siguiendo las teorías de Gastón Bachelard, que el símbolo del agua es uno erótico y es un símbolo de lo femenino. En este poema de Burgos parece confirmar a Bachelard, pues el río es imagen masculina erótica y la poeta celebra esa unión de lo femenino y lo masculino en este texto. De ella con su río:
Enróscate en mis labios y deja que te Beba
Para sentirte mío por un breve momento, Y esconderte del mundo y en ti mismo Esconderte Y oír voces de asombro en la boca del viento.
Más adelante escribirá:
Llegó la adolescencia. Me sorprendió La vida
Prendida en lo más ancho de tu viajar eterno;
Y fui tuya mil veces, y en un bello romance
Me despertaste el alma y me besaste el cuerpo.
Por otro lado, Luís Gilberto Caraballo en su poema “Río del canto amazónico”, empieza su poema con un epígrafe de Pablo Neruda. Este epígrafe enmarca el poema y sin duda, establece un diálogo entre los dos poetas latinoamericanos. En dichos versos, Neruda hace la conexión entre el río y su infancia y le da una dimensión religiosa a sus aguas:
Orinoco déjame en tus márgenes
De aquella hora sin hora
Déjame entonces ir desnudo
En tus tinieblas bautismales.
Sí Julia de Burgos ve al río como lo erótico masculino, Caraballo feminiza sus aguas y las conecta con la lluvia, que es símbolo de la poesía y lo femenino en sus letras, a la vez que le da cualidades de fuerza y brío, que un poeta más tradicional asociaría con lo masculino. Escribe Caraballo;
Te siento bramar
Desde el silencio
Sauvage
Tratando con indolencia
Sigiloso río Norte, Sur
De polaridad Precámbrica.
Canto del centro amazónico, Con tus pies de mujer virgen, Esquivas raudales.
Anclo mi ansiedad
En tus riberas blancas, morenas
Y contigo sigo.
En este poema, las imágenes acústicas (canto, bramar, silencio) se subrayan y el río es símbolo de América Latina y de su poesía. También cabe destacar que hay una relación de años entre poeta y río tanto en el texto de Julia de Burgos como en el de Caraballo. Y que el venezolano parece calmar su ansiedad en el río como la puertorriqueña lo haría.
La conexión de Julia de Burgos por medio de lo erótico femenino es tan intensa que se imagina viajando con él y universaliza el poema al pensar que con el río estará bañándose con un fauno en tierras remotas. Escribe:
¿Adónde te llevaste las aguas que bañaron mis formas, en espiga de sol recién abierto?
¡Quién sabe en qué país mediterráneo alguno fauno en la playa me estará poseyendo!
Esta alusión mitológica al fauno deja ver que la poesía de Julia de Burgos rebasa el lenguaje coloquial de lo moderno ya que hace este tipo de referencias en sus letras. Y su poesía es abundante en sus símbolos, entre los cuales destacan los religiosos. Esto sería tema para otro ensayo.
Caraballo, por su parte, da una dimensión prehistórica al Río Orinoco. Ya en los versos que habíamos citado hablaba de la “polaridad precámbrica” de este. Más adelante, añadirá:
Desierto, anclaje de solares, encantado Monolitos
De la aborigen natura, Y sus jeroglíficas piedras.
Para este poeta, como para Julia de Burgos como ya veremos, el río es canto. Solo que para él es un canto a lo selvático que celebra como parte de la herencia de su Venezuela natal. Poetiza
Caraballo:
Regresas sobre tu tez con la orquídea en el labio, Conversas con el agua blanca de la lluvia.
El pavon escondido, Conduce, desliza la barca
En una noche de estrellas
Y ramas ambarinas, Ocultas resquebrajan
Su sombra de hondura.
Nostalgia de selva profusa: Atraviesa desde su origen, El canto.
Voz transida, garganta de los Escondites del armadillo Y el caimán: Descienden en su tonada, A la búsqueda de su presa limpia, En inocencia. Es la hora del canto salvajeLa habitación de su tonada.
Para Julia de Burgos el río es canto, es armonía, es memoria de la infancia y despertar como mujer, es Eros, pero al final del poema, el río es llanto. En un sesgo sorprendente, conecta este llanto al suyo por la condición colonial de Puerto Rico:
Río Grande de Loíza…Río grande. Llanto grande. El más grande de todos nuestros llantos isleños, Sí no fuera más grande el que de mí se sale Por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.
Tanto se ha identificado Julia con ese río que proyecta en él su conciencia humana y política. Al fin, había visto ese río como espejo en este elocuente y bello poema. Este espejo que cambia de color según es afectado por otros elementos naturales.
Caraballo usa muchos sesgos poéticos en otros textos, pero aquí en el Rio del Canto Amazónico insiste en el tema del canto, del río como canto de una historia salvaje, sin connotaciones negativas para este término. Más bien celebra ese canto salvaje. Celebra la selva venezolana, representada por ese río:
Se discierne
Un diálogo improvisado, El destino.
Es el cerco, el que no olvida
El delantal de aguas mestizas, la paleta
De tu sangre, dormitaba en celosía.
La luna palpa
Sus aguas,
En la ausencia del rostro libre.
Diluye,
Su emblemático enigma, En las risas en unos cantos;
A las orillas
Del Orinoco, con sus riberas
Blancas morenas, azuladas
Por la luna enclavada olorosa a selva.
En resumen, Julia de Burgos y Luis Gilberto Caraballo demuestran la conexión profunda con la naturaleza y sus patrias en estos poemas. Ambos conectan al río con sus emociones y lo ven como espejo de ellas. En el caso de Julia de Burgos, el río es representativo de ese hombre con pureza de río que es capaz de besar su alma al besar su cuerpo. Caraballo lo ve como un lugar donde ancla sus ansiedades de hombre. Ambos poetas le dan un carácter universal a sus ríos y lo conectan con lo histórico, prehistórico o mitológico (de Burgos). El cierre del poema de Julia de Burgos es más triste que el de Caraballo.
Volviendo al inicio de este ensayo podría decir que quizás David Huerta no pudo describir un olmo con acierto. Y que quizás esto es parte de lo que hemos perdido como seres de ciudad. Sin embargo, los poemas vistos nos dan la esperanza de relacionarnos mejor con lo natural. Porque dos poetas caribeños, de Burgos y Caraballo, pudieron sentir un río como un poema, como un amor, como un espejo.
Obras consultadas:
De Burgos, Julia. “Río Grande de Loiza”. http://www.elboricua.com/Poems_Burgos_ RioGrandeLoiza.html Red.
———. Song of the Simple Truth. The Complete Poems of Julia de Burgos. Translated by Jack Agüeros. First Edition. Boston: Northwestern University Press, 1996. Impreso.
Cararaballo, Luis Gilberto. La Gruta del Ávila. Prólogo Díana Guemárez-Cruz. Aguadilla, PR: Letras Salvajes, Col. Errancia del Ser, 2021. Impreso
——-. “Río del canto amazónico”. http://luisgilbertocaraballo.blogspot.com/2016/12/rio-del-cantoamazonico.html Red https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/istmica/article/view/10577/13687 Red.
Guemárez-Cruz, Díana. “La música callada, la soledad sonora: la poesía de lo inefable de Luís Gilberto Caraballo”. Próxima publicación Grupo Ígneo, en prensa. 2023.
Rojas Osario, Carlos. “Julia de Burgos: la imaginación poética del agua: un enfoque desde la poética de Bachelard”. Ístmica: Revista de la Universidad Nacional. Núm. 21: enero- julio 2018.
Vidal, Yosa. “Julia de Burgos: caminar sobre un suelo sin orillas”. Revista Santiago 23 de diciembre 2021. https://revistasantiago.cl/relecturas/julia-de-burgos-caminar-sobre-un-suelo-sin-orillas/ Red
©️ De este ensayo, Diana Guemárez Cruz
©️ Del poema del Río del canto amazónico, Luis Gilberto Caraballo
©️ De la fotografía del Río Grande de Loíza, Magda Figueroa
Universidad de Puerto Rico, Recinto de Carolina
P.D. “Oye, hijo mío, el silencio. Es un silencio ondulado, un silencio, donde resbalan valles y ecos y que inclina las frentes hacia el suelo”.
Federico García Lorca
Quietud y encierro
El silencio cabalga soledades como un alacrán baleando por tus zozobras
Se detiene en la mirada hueca y sopla la estampa de la desventura No alberga invitados No redobla las sonajas No violenta las cadenas
El silencio llueve borrascas El silencio truena las estampidas Sus tapias reverdecen a fuerza de gritos El suelo brota a golpe de estallidos
El silencio resiste espejismos (Hosca cabalgata desarmando los ardores del tiempo y la lluvia) Silencio zumbador resentido por el universo centelleado
Detritus
Llegas al trabajo. Todas te vacían el ardor de las miradas. Todos —oteadores de oficio— escudriñan hasta tus entrañas. Caminas como pieza de colección de Louvre y deshojas los clavos de las coronas. No percibes las serpientes emplumadas porque te abrigas con la bendición ancestral. Te mueves, sonríes con mohín, y repartes bendiciones al cementerio lleno de cadáveres putrefactos.
Atlas
Tiene miedo a las palabras. Compró un cajón y empezó a depositar listas interminables de palabras. Acabó con su diccionario mental. Al siguiente día, enmudeció.
Descodificaci N
Ella necesita amarse. Compró un corazón nuevo, libre de la figura paterna y con la seguridad de que la madre no latiera en las nervaduras. Amaneció con un rostro iluminado.
Historiar y humanizar la educación general
Martín Cruz Santos
Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey
“La consecuencia más grave de la crisis de educación que vive el país no se circunscribe simplemente a unas carencias evidenciables en el manejo individual de ciertas competencias de aprendizaje, sino a la crisis misma de la democracia.” (Gordon, 2014, p. 160)
Resumen
Expone reflexiones y análisis sobre la educación general en Puerto Rico. Investiga la pertinencia de esta en las universidades puertorriqueñas en la actualidad, pero con perspectivas del contexto mundial. Repasa los significados del concepto educación general y rastrea su desarrollo histórico en las universidades del País. Propone humanizar el componente educativo en cuestión.
Palabras clave: Educación general, universidad, formación cultural, humanizar, contexto histórico puertorriqueño.
Abstract
Present reflections and analysis on general education in Puerto Rico, by investigating its relevance in Puerto Rican universities today, but with world context perspectives. This essay reviews the meanings of the concept of general education and traces its historical development in the country’s universities by humanizing the educational component in question.
Key words: General Education, university, cultural formation, humanize, Puerto Rican historical context
Reflexionar a tenor con la práctica docente debe ser inherente a toda actividad universitaria de enseñanza y aprendizaje que se privilegie de serlo. Llevar a cabo la reflexión fundamentada en el conocimiento producido mediante la investigación y la experiencia acumulada es doblemente valioso. He sido profesor universitario desde agosto de 1993. La mayor parte de mi vida académica ha estado vinculada a la enseñanza y el aprendizaje de la educación general. Comprendo este proceso pedagógico humanizador en dos vías: aprendiendo y enseñando. Como bien decía el maestro Paulo Freire: “ …continúo dispuesto a aprender y que es porque me abro siempre al aprendizaje por lo que puedo enseñar también. Aprendemos enseñándonos”
(Freire, 1997, p. 31).
El archipiélago caribeño denominado Puerto Rico es el contexto social, docente, inmediato y cotidiano donde hemos estudiado, investigado, aprendido y enseñado. Desde el espacio cultural puertorriqueño me propongo reflexionar sobre la praxis de la educación general. Ahora bien, esta mirada no es ni pretende ser un estudio ni una revisión curricular sobre la educación general, lo cual rebasa los objetivos de este trabajo, a saber: investigar y reflexionar sobre la pertinencia de la educación general universitaria en la actualidad. Buscamos incursionar en el desarrollo del concepto y su trayectoria histórica con el propósito de producir conocimiento que redunde en el mayor beneficio del desarrollo académico del Programa Académico de Educación General del Recinto de Cupey de la Universidad Ana G. Méndez, donde funjo como catedrático asociado.
Una mirada al concepto de la educación general
Tradicionalmente, la educación general universitaria ha sido conceptualizada como el componente curricular que apela a los contenidos, las experiencias e interpretaciones críticas del contexto sociohistórico y cultural que interpela al ser humano. El concepto hunde sus raíces en los inicios mismos de la formación universitaria y sus precedentes europeos. Esa influencia cultural continúa presente, no sin cuestionamientos. Educación general, artes liberales y formación humanística conjugan similitudes, aunque existen diferencias entre ellas. Sabemos que es prolífica la producción de análisis, estudios específicos recientes sobre este constructo en el mundo actual. Hay en los teóricos del tema un hilo conductor: el posicionamiento de la educación general en la universidad del siglo XXI que comienza a vislumbrarse muy diferente a la que conocimos hasta finales del siglo anterior.
Educar en tiempos de crisis en un país que no acaba de encausar un proyecto político y económico es un reto mayor para la educación. Requiere repensar el contexto histórico y ampliar las perspectivas teóricas más allá de los saberes canónicos occidentalistas y pretendidamente humanistas reproducidos desde el inicio mismo de la educación general universitaria en Puerto Rico. Consideremos que el estudiantado universitario de hoy, como el de ayer, no debe conformarse con recibir respuestas anacrónicas, categóricas y definitivas de quienes formamos parte del quehacer docente y administrativo. Es necesario trascender los esquemas de interpretación preconcebidos, aunque estos nos ofrezcan seguridad y a veces prestigio, para comprender eficazmente las dimensiones de la vida universitaria de esta época.
Educar para la vida debe ser la base fundamental de la educación general. Al respecto, el educador Claudio Prieto propuso distinguir la especificidad de esta frente a la especialización disciplinaria o profesional:
Lo que hace que la educación general sea diferente de la especializada no es el contenido de por sí, puesto que todo contenido es a la vez general y especializado. Lo característico de la educación general es su enfoque del contenido como proceso antes que, como conclusión, su acercamiento a los reclamos de validez con sano escepticismo y con entendimiento del contexto histórico en que estos se dan: en otras palabras, la visión del conocimiento como proceso de creación humana en todos los contextos -- literario, filosófico, científico… El examen de hipótesis alternas, el entendimiento del proceso de creación, el análisis de las premisas del razonamiento del autor -- éstos son todos elementos del acercamiento al conocimiento como estructura del pensamiento y como cultura que a mi entender es de la esencia misma de la educación general. (Prieto, 2000, p. 3-4)
En tal sentido, determinar qué formación cultural para qué país o el porqué de la educación general coetánea son preguntas medulares subyacentes a la filosofía educativa que sustenta el proceso de la formación cultural. En todo caso, los contenidos, las competencias y los métodos de la práctica docente han de poseer un carácter integral, pertinente y actualizado que responda a las vidas de quienes se educan.
La misión de una universidad es el enunciado principal que guía su quehacer institucional y social. Todas las universidades poseen una misión. Si partimos de nuestra experiencia inmediata, la misión de la Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey “fomenta ciudadanos íntegros y comprometidos con el aprendizaje de por vida y el desarrollo socioeconómico, político, social, cultural y ambiental de la comunidad local y global” (UAGM, 2022). Tiene como meta, más allá de la capacitación profesional, promover el desarrollo de mejores seres humanos y ciudadanos. Para lograrlo es imprescindible encontrar la necesaria interdisciplinariedad y armonía entre el saber humanístico, el científicotecnológico y el informático. Ahí radica la responsabilidad mayor de la educación general, a saber:
…lograr que nuestros estudiantes adquieran y demuestren dominio en las destrezas, conocimientos y actitudes esenciales para la vida académica y profesional, tales como: comunicación oral y escrita, razonamiento científico, pensamiento crítico, asuntos contemporáneos, valores y principios que contribuyan a su fortalecimiento como ciudadanos responsables. (División de Artes Liberales, Programa de Educación General, 2022)
De modo que el concepto conlleva ampliar los acervos culturales y abrir nuevas vías para la capacidad de comprensión sociocultural de los seres humanos, ciudadanos y profesionales. En la búsqueda por alcanzar que los egresados universitarios sean personas equilibradas y con el bagaje de conocimientos y experiencias necesarias para su vida personal, social y profesional, las universidades cifran sus esperanzas en un componente curricular con fuertes influencias europeas que no está exento de debates, incluidos cuestionamientos a los modelos prescriptivos y distributivos de los cursos habidos en nuestros centros de educación superior.
La educación general bien enraizada en la realidad cultural inmediata sin perder de vista la amplitud del contexto planetario debe ser parte fundamental de las misiones institucionales para avanzar por las rutas que conducen al desarrollo humano integral. La universidad es de hecho y por vocación histórica el espacio propicio para el diálogo social, científico y filosófico, el debate respetuoso de ideas y el laboratorio de nuevas opciones para el cultivo de lo humano y social. En un mismo contexto, la comunidad universitaria, acuden al encuentro la teoría y la práctica, el saber humanístico y el científico tecnológico. Entendida y aceptada la inseparabilidad del ente profesional y el ente persona -los que estamos obligados a cultivar- la experiencia de la enseñanza y el aprendizaje, a partir de la proximidad contextual puertorriqueña, pero con perspectivas multiculturales respetuosas de la diversidad cultural, deviene en factor clave para la educación universitaria.
Al respecto cito las reflexiones expuestas por quien fuera Rector de la entonces Universidad Metropolitana (UMET), el fenecido Dr. Federico Matheu, durante una reunión con la Facultad de Humanidades en marzo de 1997, en mis comienzos docentes en esta institución: “En síntesis, las universidades en Puerto Rico tienen la responsabilidad de preparar profesionales y ayudar a formar personas. Si aceptamos estos dos roles, entrelazados entre sí, entonces las Humanidades tienen que ser un factor importante en la educación universitaria” (Matheu, 1997, p. 1). Pero esa responsabilidad enfrenta enormes presiones sociales y económicas, sobre todo, las de fuerzas visibles e invisibles del mercado de empleos. Añadía el Dr. Matheu:
Sin embargo, a pesar de la importancia que le concedemos a la formación humanística percibimos que ésta ha sido relegada a un segundo plano en nuestros centros docentes. Creemos que existe un gran desbalance a favor de la preparación profesional y técnica. Las exigencias de las especialidades han dejado poco margen para la formación humanística. (Matheu, 1991, p.1)
Peligrosamente, el margen escaso al que hacía el Rector ha menguado cada vez más en los currículos de las universidades puertorriqueñas. Crece la tendencia a la educación de especialización técnica y rápida adquisición. En palabras del filósofo y profesor universitario Pedro Subirats: “la universidad es y seguirá siendo una gigantesca industria cultural que fabrica, selecciona, empaqueta y distribuye conocimientos, para luego titularlos, con la presunción de utilidad para la vida personal y el trabajo productivo” (Subirats, 1997)
La educación universitaria clama por el carácter cabal que le corresponde. Debe lograr la necesaria transdisciplinariedad y armonía entre la educación general, la formación profesional y la función social o el compromiso ciudadano. El propósito trasciende la capacitación para las profesiones y se dirige a promover la vida de mejores seres humanos y ciudadanos. Necesitamos, sin duda alguna, ampliar nuestros paradigmas culturales con las síntesis del quehacer histórico milenario, pero también con la actualización en las tendencias emergentes. El significado de esta tarea –que considero urgente dada la crisis social y educativa por la que atraviesa el pueblo de Puerto Rico- se recoge magistralmente en las siguientes palabras iluminadoras del Apóstol de Cuba, José Martí1:
Educar es depositar en cada persona toda la obra humana que le ha acontecido; es hacer a cada ser humano resumen del mundo viviente hasta el día en que vive; es ponerlo al nivel de su tiempo; es prepararlo para la vida. (Obras completas, 1991, t.8, p.281)
Nótese que Martí utiliza el verbo “depositar”. Sabemos que las corrientes pedagógicas modernas consideran inadecuado ver la educación como un proceso bancario.2 Sin embargo, José Martí se refiere a un propósito educativo que atiende a una visión ideológica divergente de la “educación bancaria”. Discurre en relación con el educar como preparación para la vida, y una vida holística, síntesis epistemológica del devenir de la humanidad.
La educación general en Puerto Rico, como en otros países de la América Latina y el Caribe, ha tendido hacia la formación de personas habitadas por un bagaje cultural universal. No obstante, ese universalismo está permeado por la reproducción de saberes con base en el canon humanístico europeo de tangencias lejanas del trópico caribeño. Si bien podemos encontrar que el marco conceptual propuesto en las misiones universitarias plantea la necesidad de promover: el pensamiento crítico, la curiosidad epistemológica, el desarrollo de la comunicación oral y escrita, el conocimiento científico, el pensamiento histórico, ético, estético, las vivencias ciudadanas y ecológicas, y las competencias en literacidad informática, entre otras, sigue inconclusa la urgencia de superar la mentalidad colonizada de valorar como universal lo que realmente es la reproducción de modelos educativos hegemónicos. Falta repensar a Puerto Rico como parte del mundo, no como apéndice de la cultura estadunidense, porque esa visión repercute en las consecuencias de la educación general, que es abarcadora y
1 José Martí nació en La Habana, Cuba el 28 de enero de 1853. Falleció en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895 en plena guerra de independencia de Cuba frente a España.
2 El nombre de educación bancaria fue acuñado por Paulo Freire para referirse al tipo de educación domesticadora y autoritaria que ve en el alumno a un recipiente de datos, aquel en quien se depositan los datos como se deposita el dinero en una institución bancaria compleja como la vida misma. Digamos propia del ser humano, que es un proyecto inconcluso, o como dijo Eugenio María de Hostos (1839-1903): “El ser humano completo es un edificio que no se acaba nunca” (Hostos, 1874, d.1, v.1, p.117).
Históricamente las universidades han suscrito imaginarios sociales donde los roles ciudadanos y profesionales de los egresados son visualizados como personas equilibradas e integradas con los conocimientos y experiencias necesarias para la vida personal, social y profesional, de amplia perspectiva histórica y cultural; sensibles, reflexivos, conscientes de la armonía de la vida natural, humana y social. Tamaña tarea, pero no imposible. Ahora bien, la educación general no debe ser vista como una panacea social ni una imitación del polifacético humanismo renacentista, aunque sus fuentes históricas emanan de esa época.
Breve historia de la educación general en Puerto Rico
Una vez hemos auscultado a grandes rasgos el concepto de la educación general universitaria es preciso esbozar su trayectoria histórica en Puerto Rico. Claro que no surge sola, esto es, cabe rastrear sus huellas en el comienzo de los procesos educativos en la Isla. El rastro comienza con la conquista y colonización española a la par de un intento educativo primero que es registrado en 1512 bajo la tutela del primer obispo español en pisar suelo americano, Alonso Manso. Asimismo, en 1529 el célebre dominico Fray Antón de Montesinos fundó una escuela en el Convento de los Dominicos ubicado en lo que hoy conocemos como el Viejo San Juan (Ana Helvia Quintero, 2009). En ambos casos, la presencia del imaginario cristiano católico se hizo presente en las colonias como fue habitual en el origen europeo de las universidades. Recordemos como antecedente inmediato de esas universidades la educación en artes liberales con sus pilares del trívium3 y el cuadrivium4 del medioevo en las escuelas palatinas, catedralicias y conventuales. El desarrollo de la educación en la Isla fue arduo por escaso y la mayor de las veces ausente. La Dra. Ana Helvia Quintero asevera:
El currículo y la orientación de la enseñanza hasta fines del siglo XVIII se asemejaban a los prevalecientes en España y el resto de Hispanoamérica: la educación religiosa absorbía buena parte de las clases. El resto se dedicaba a la enseñanza de la lectura, la escritura y algunas nociones de aritmética; los estudios humanísticos eran superficiales y los de carácter científico prácticamente inexistentes. La enseñanza se basaba en la memorización y no se promovía el espíritu crítico. La revolución educativa y el desarrollo de la escuela pública, que surgieron en el mundo occidental con la Ilustración, las nuevas corrientes liberales y el desarrollo de los estados nacionales para fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, llegaron con atraso a Puerto Rico. (Quintero, 2009)
La mirada europea de la formación humanística acompañó tímidamente los pasos iniciales de la educación isleña y estaría presente en el futuro en la medida de una presencia institucional limitada y retrasada. Poco hubo de educación general, solo pinceladas, aunque con trazos amorfos.
Al paso del tiempo los esfuerzos por dotar a la Isla de un sistema educativo, en especial, la universidad, no dieron resultados favorables para la población. Los reclamos cívicos aumentaron en el siglo decimonónico en el marco de los destellos de la Ilustración, la Revolución Francesa y las luchas de emancipación de las colonias españolas de América. Probablemente, la fundación del Seminario Conciliar (hoy sede del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe) en 1832 es emblemática, porque constituyó el mayor acercamiento a un centro de enseñanza superior en ausencia de una universidad que nos negó el gobierno español, pese a que en Perú, Santo Domingo, México y Cuba fueron fundadas universidades desde el comienzo y durante los siglos de su dominio colonial.
3 El trívium estaba integrado por tres materias: gramática, dialéctica y retórica.
4 El cuadrivium lo integraban las materias de aritmética, geometría, astronomía y música.
Política y sociedad
Otro logro ocurrió en 1873, año de la fundación del Instituto Civil de Segunda Enseñanza, cerrado en 1874 por las autoridades españolas por considerarlo muy liberal, pero reabierto en 1882. Dos años antes fue fundado el Colegio de las Madres del Sagrado Corazón (hoy Universidad del Sagrado Corazón) cuyas alumnas eran niñas de las familias adineradas.
Hubo un intento de enseñanza universitaria de corta duración en 1887. Un acuerdo con la Universidad de La Habana propició que profesores de esa institución viajaran a Puerto Rico para impartir cursos universitarios a estudiantes en el Ateneo Puertorriqueño (fundado en 1876). Para las evaluaciones, los estudiantes viajaban a Cuba. El costo resultó oneroso a causa de la falta de un presupuesto operacional. Finalizó el experimento y con él la posibilidad de una universidad bajo el régimen español. No obstante, al final del siglo hubo dos escuelas normales para la formación magisterial dirigida a las escuelas primarias.
Con la invasión militar estadunidense a Puerto Rico en medio de la Guerra Hispanoamericana del año 1898 comenzó otro capítulo de la historia de la educación local. Las primeras decisiones políticas condujeron al cierre de las escuelas normales y del Instituto Civil de Segunda Enseñanza. El sistema educativo fue configurado a imagen y semejanza del estadunidense mediante un proceso de americanización de la nueva colonia en el Caribe. El objetivo estratégico era moldear el quehacer cultural con la escuela como aparato ideológico del estado, dicho esto en el sentido que acuñó Louis Althusser, porque propicia indagar en la ideología como mecanismo del poder político institucional (Žižek, 1994, p. 115-155).
Con el advenimiento de la institucionalidad gubernamental estadunidense, en particular, la promulgación de la Ley Foraker promulgada por el Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica el 12 de abril de 1900, es organizado el Departamento de Instrucción Pública.5 Todo el andamiaje educacional quedó estructurado con miras en la ampliación del proceso de americanización a la mayor parte del pueblo, que era analfabeta (Quintero, 2009). Sin embargo, la carencia de maestras y maestros capacitados constituía un escollo a superar. Por tal razón, el ámbito de la educación superior transmutó en prioridad con la fundación de una escuela normal en el municipio de Fajardo en 1900, precedente de la Universidad de Puerto Rico (UPR), fundada en 1903 cuando dicha Escuela fue trasladada a Río Piedras y hubo legislación para convertirla en una sede universitaria.
En este punto de la trayectoria podemos marcar un hito en la evolución de la educación general en el País. Una vez constituida la UPR, como posteriormente el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas, que inicialmente tuvo sede en Rio Piedras desde su inicio en 1905, pero con el traslado al municipio de Mayagüez en 1911, encontramos un trasfondo inmediato, es decir del siglo XX, en cuanto a la elaboración de una teoría y práctica de las artes liberales en las universidades puertorriqueñas que posteriormente desembocaría en la organización de la Facultad de Estudios Generales en la UPR en 1945, previamente Departamento de Estudios Generales (1943).
Resulta significativo el concepto que subyace al modelo de la educación general implantado en la UPR durante la dirección de Jaime Benitez Rexach, Rector y luego presidente de la Universidad entre los años 1942 y 1971, que tuvo su génesis en la Universidad de Chicago, donde Benitez curso estudios graduados y valoró e importó la visión filosófica del académico Robert Maynard Hutchins6 sobre la formación humanística. También ha sido documentada la fundamentación en el pensamiento filosófico del español José Ortega y Gasset,7 y los aportes del educador puertorriqueño Ángel Quintero
5 El nombre fue cambiado a Departamento de Educación de Puerto Rico al amparo de la Ley 68 de Reforma Educativa.
6 Robert Maynard Hutchins (1899-1977), estadunidense, filósofo de la educación, académico y presidente de la Universidad de Chicago (1929-1945) y canciller (1949-1951). Se le considera un reformador liberal de las políticas universitarias, defensor de las libertades democráticas, en especial las de pensamiento, expresión y cátedra, y el estudio de las obras literarias y filosóficas consideradas clásicas y universales.
7 José Ortega y Gasset (1883-1955), español, filósofo, ensayista y académico influyente en Iberoamérica por sus ideas humanistas y vitalistas.
Alfaro,8 por los colegas Manuel Maldonado Rivera, Waldemiro Vélez Carmona, y Carlos J. Sánchez Zambrana en un valioso estudio publicado (Maldonado, Vélez y Sánchez, 2013). La impronta de la tendencia administrativa del Rector Benitez Rexach selló de modo indeleble el derrotero de la educación general no solo en la universidad que dirigió (Acevedo, 2008). Otras universidades puertorriqueñas, las privadas bebieron de esa fuente vía el modelo de corte occidentalista de la UPR.
A propósito de las universidades no públicas, la actual Universidad Interamericana de Puerto Rico fue la pionera al fundarse el Instituto Politécnico de Puerto Rico en San Germán en 1912, después de haber sido la Escuela de Artes y Oficios cuyo origen se remonta al municipio de Lajas en 1906. Otras universidades, entre ellas Ana G. Méndez (fundada en 1949 como el Puerto Rico Junior College), surgieron en la etapa de ampliación de las ofertas educativas de la posguerra. La influencia del modelo educativo humanístico, universalista y occidentalista no se hizo esperar en dichas instituciones. El primer centro docente universitario del País formó a diversos profesionales de la enseñanza que esparcieron, mediante sus prácticas respectivas en las instancias públicas y privadas, los conocimientos adquiridos cimentados en la educación general allí aprendida.
Como un ejemplo de la influencia de Jaime Benitez Rexach en la educación universitaria del siglo XX, en mi libro titulado Afirmando la nación… políticas culturales en Puerto Rico [1949-1968] (Cruz, 2014), planteo el debate que trascendió el campo universitario a principios de 1955 cuando una lucha ideológica entre dos visiones, la occidentalista y la puertorriqueñista, tuvo a Benítez, promotor de la valoración de las raíces culturales de Puerto Rico en Occidente, como protagonista de un bando, mientras que en el sector puertorriqueñista o nacionalista cultural, con base en la Legislatura estatal, estaba el abogado y legislador Ernesto Ramos Antonini. Irradiaba el discurso occidentalista la formación humanística clásica renacentista con ribetes de la Ilustración, es decir, la discusión pública estaba permeada por el concepto del ser humano culto de carácter universalista que prevalecía en el currículo universitario de la educación general. La dicotomía entre los “grandes temas universales” versus la realidad histórica y cultural próxima no comenzó en aquel entonces, sino que ha sido concurrente desde el inicio mismo de la universidad como instancia social relevante.
Considero que el propósito ulterior de la educación general ha tenido un hilo conductor: la formación del ser humano en sus potencialidades. Pero, cabe preguntarse, ¿qué saberes, competencias y vivencias, preocupaciones, perspectivas y modos de vida interpelan a la diversidad de las experiencias culturales humanas hoy? ¿los imaginarios culturales del pasado continúan respondiendo a las expectativas del presente?
Humanizar la educación general
Puede haber una contradicción implícita en este subtítulo. Si la educación general apela al desarrollo holístico del ser humano, ha de ser ella misma partícipe de las transformaciones culturales que propugna. Por tanto, debe estar en constante revisión y abierta a los cambios necesarios que abonen a su pertinencia para los seres humanos de cada época. Sin embargo, lo constructivo de su actividad inherente no colige necesariamente de los enunciados discursivos que la cobijan. Educar al ser humano para actuar en realidades sociales cambiantes, en ocasiones de modo drástico, por ejemplo, en escenarios de crisis, requiere reconsiderar el contexto histórico inmediato en la complejidad de su ubicación en el mundo. Lo humano, reiteramos, es una construcción permanente. Muy poco coadyuvan los esencialismos de todo tipo cuyas definiciones dogmáticas congelan la producción del conocimiento con el establecimiento de un canon cuasi sagrado con pretensiones de validez para todos los tiempos.
8 Ángel Quintero Alfaro (1916-1992), puertorriqueño, educador formado en la Universidad de Chicago. Aportó al desarrollo de la educación superior universitaria en la Universidad de Puerto Rico y del sistema público durante las décadas del 1950 y 1960. En la UPR fungió como Decano de la Facultad de Estudios Generales (1950 al 1958). Se desempeñó como subsecretario del entonces Departamento de Instrucción Pública (1961 a 1964) y secretario de la misma dependencia gubernamental de 1965 a 1968.
Por humanizar la educación general sugiero propulsar el reconocimiento y respeto de la diversidad cultural, las vivencias inclusivas éticas sin pretensiones de rigor moral heterónomo, centralizar la construcción de la persona en sí misma y no en moldes preconcebidos, privilegiar la complementariedad de los saberes disciplinarios, la transdisciplinariedad colaborativa fundamentada en las deliberaciones filosóficas ahondadas en temas pertinentes a la vida críticamente vivida allí donde el aprendizaje toma posesión de modos diversos de ser y estar humanamente siendo.
Tomemos como ejemplo una de las áreas grises de la educación general, la ética, tantas veces confundida con la enseñanza de normativas morales con tangencias religiosas. Dice el filósofo y escritor español Fernando Savater que “la reflexión moral no es solamente un asunto especializado más para quienes deseen cursar estudios superiores de filosofía, sino parte esencial de cualquier educación digna de ese nombre” (Savater, 1991, p. 10). Amerita la enseñanza y el aprendizaje de la ética como parte de la educación general. Pero, cuidado, los currículos universitarios a menudo comportan riesgos contrarios al fomento de seres humanos y ciudadanos libres. Los anclajes teóricos, si bien pueden lucir articulados en los textos oficiales, en la práctica distan de la coherencia para vincular con fluidez el aprendizaje complejo, que es la vida misma.
Ética es la reflexión filosófica de la conducta moral. Un saber teórico y práctico que ayuda a vivir mejor en sociedad. En el nivel universitario es un componente imperativo que atiende dos grandes urgencias de la educación, a saber: el desarrollo de estudiantes conscientes de su realidad humana y de la importancia de la cultura general para la vida, y el desarrollo de las competencias necesarias para ejercer bien ciudadana y profesionalmente en un mundo cambiante, conflictivo. El meollo del compromiso humanizador radica en que fundamentar la conducta moral en todo ámbito es tarea de la ética, no de la imposición de normas morales o formas de ser humano preestablecidas. La relación principal entre la ética y la educación general queda sencillamente explicada en las siguientes palabras de John Stuart Mill (1801-1873): “Las personas son seres humanos antes que abogados, médicos, comerciantes, etc. Y si los formamos en lo primero, a estar capacitados y a ser sensibles, ellos mismos se harán abogados o médicos capaces y sensibles” (Reynal, 1995, p.17).
El compromiso ético y social es insoslayable en la formación universitaria. Infiero que los deberes inherentes a tal compromiso no se cumplen con la sola inclusión de un curso de ética en el currículo universitario que reproduzca los valores de una época como si fueran inmutables. Menos con añadir capítulos de ética profesional como apéndices de cursos de concentración. Tampoco se trata de reclamar la exclusividad del desarrollo humano y asumir la vocación de dirigir cruzadas moralizantes. Arthur Shopenhauer (1788-1860) escribió en su obra Los dos problemas fundamentales de la ética: “Predicar la moral es fácil, fundamentar la moral, difícil” (Shopenhauer, 1841, p 136). Corresponde a la academia la investigación ética que permita fundamentar la libertad individual. El reto ético al respecto implica la superación de las visiones apegadas a esquemas axiológicos inflexibles moldeadores de la personalidad.
La educación general se humaniza a través de la exposición analítica y problematizadora a temas, experiencias, reflexiones y el análisis ponderado de las mismas con la debida comprensión de las diferencias en el aprendizaje. Acarrea enseñar y aprender a cualificar las narrativas no disectadas de los hechos y procesos vividos por los seres humanos en épocas diversas con énfasis en la actualidad como punto de partida. La curiosidad epistemológica tiende a la problematización de la realidad, incluido el orden social, político y económico donde producimos el conocimiento. Todo cambio social transita por la inconformidad con lo establecido. Un proyecto de educación general descontextualizado es un conglomerado de cursos, clases, actividades y créditos dentro de un currículo macilento y fragmentado. Probablemente, es el resultado del excesivo hincapié en el cumplimiento de requisitos de acreditación, normas administrativas y adecuaciones al mercado. Resulta ineficaz por conformista y desfigurador de los procesos educativos a los cuales convierte en rituales.
Conclusión
Historiar la educación general en Puerto Rico es parte de una reflexión académica que considera indispensable el estudio del pasado para comprender el presente y proyectarnos hacia el futuro. Sin duda alguna, la experiencia acumulada por las universidades en general arroja información valiosa para el análisis y la búsqueda de explicaciones profundas y coherentes para atender los retos de la sociedad puertorriqueña contemporánea. Las convergencias entre los saberes culturales concurrentes en la educación general y la valoración de otros emergentes deben ser tomados en consideración en el examen exhaustivo, amplio y diverso para adecuar la educación general a las expectativas, necesidades y la formación actualizada del estudiantado. Los significados del concepto aquí tratado son polisémicos y variables, si evaluamos los cambios lógicos del devenir histórico. La centralidad en el ser humano como sujeto del aprendizaje prevalece, claro está, pero, el carácter cambiante de las culturas clama por la movilidad de su comprensión.
Las universidades, como otras organizaciones (comunidades, gobiernos, empresas, partidos políticos, iglesias, proyectos comunitarios de autogestión, ambientales, entre otros) adjudican a la cultura general -que para la academia se traduce de modo estructurado en educación general- una dimensión educativa de particular importancia social. Es un carácter humanizador, cívico y democrático que debe redundar en beneficio del desarrollo sociocultural no solo de estudiantes y de las personas que integramos una comunidad universitaria, sino de la sociedad en su conjunto.
La Universidad comporta responsabilidades sociales que no son noveles. El filósofo y académico español José Luis Aranguren aseveraba en la década de los años sesenta del siglo pasado: “La Universidad del futuro, abierta de par en par a la realidad social, tendrá que ponerse al servicio del país y no a la inversa, como hasta ahora ha ocurrido” (Aranguren, 1962, p. 29). El breve recorrido histórico presentado en este ensayo demuestra que el compromiso educativo es primordial para la edificación de una sociedad humanizada. Hubo tiempos cuando la carencia de un sistema educativo configuró la faz del pueblo puertorriqueño. El nacimiento tardío de la institucionalidad universitaria es parte de esa historia. También lo ha sido la dinámica inconsecuente de enajenar la actividad educativa la realidad socioeconómica y cultural de nuestros estudiantes y los problemas que cargan acuestas, que mucho afectan su calidad de vida, por tanto, el aprovechamiento académico, y la persistente ausencia curricular de esos temas, que no son solo especializados, en el contexto del Puerto Rico colonizado. Por ende, deben ser abordados críticamente en la educación general.
Esos y otros rasgos constituyen escollos en el camino de humanizar la educación general acorde a la materialidad cambiante y las posibilidades transformadoras de nuestros educandos. Esa es la responsabilidad primera y lo será en el futuro inmediato. Es el mejor servicio que podemos hacer a Puerto Rico. En el próximo ensayo el cometido será enfocar la reflexión en la educación general en la universidad del siglo XXI, sus retos o desafíos.
Política y sociedad
Referencias
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Un recorrido por ese misterio llamado memoria [en Inventario de Carlos Roberto Gómez Beras]
Ana María Fuster Lavín Escritora puertorriqueña
“El poeta camina encendido entre calles atestadas de esa otra ciudad hecha de signos, dudas y pasados”
CR Gómez Beras, El poeta, en Inventario, pág. 51
Escribió Juan Ramón Jiménez, “La poesía es un intento de aproximación a lo absoluto por medio de los símbolos”. El poeta debe salir a reconocer y reconocerse en la inmensidad, pero igual en las pequeñas cosas, sentir amor por la palabra en cada recoveco de sus posibilidades, como los de su propia piel, los de la razón y del espíritu. Solo unos pocos poetas alcanzan la plenitud y madurez para desnudarse de maquillajes, de frivolidades o expectativas de reconocimientos (los llamados egotrips), o de agradar con grandilocuencias disfrazadas de metáforas y vicios retóricos. Advertimos que si previamente, en la juventud del escritor, no se ha recargado de imágenes y sueños multicolores, vivido con salvaje intensidad y sensualidad, tampoco es probable que alcance esa luz a través de la grieta, que observamos y leemos aquí en obra versante de este escritor caribeño y director de Isla Negra Editores, que presentamos hoy. Al fin de cuentas, «la poesía no quiere adeptos, quiere amantes», expresó el gran Federico García Lorca.
Solo un buen Poeta, con mayúscula, logra esa madurez, plenitud y dominio del oficio cuando aspira a la simpleza, permitiendo que la punta de los dedos de su sensibilidad y sus versos acaricien la casi imposible Esencia. Proeza, solo posible para unos pocos elegidos, después de un largo trayecto en el oficio apalabrado, un valiente viaje que atravesará diversos puentes y fronteras de la vida, para entregarnos con sus manos y el corazón abierto el inventario de su memoria, no exenta de heridas. Ese Poeta definitivamente es Carlos Roberto Gómez Beras, y otra prueba contundente es su nuevo libro, Inventario, publicado durante el XXX aniversario de Isla Negra editores, 2022. Poemario estremecedor, donde ya ha fallecido lo innecesario o prescindible preparándose con su fe y sus cicatrices hacia la eternidad:
“…Caer, errar, pecar y fallar es empresa de delirios. Hablar de heridas ajenas es el premio de los tibios. Entre el decir y el hacer, una cicatriz para los valientes: la vida, sin sentido y plena.” Del poema La cicatriz, Inventario, pág. 105.
El Poeta igualmente es un ser lleno de dudas, plasmando urgentes preguntas y respuestas a través de la poesía. Sobre este aspecto, en una entrevista con el periodista cultural Mario Alegre Barrios, Carlos Roberto expresó: “La poesía siempre es búsqueda, siempre es intento… nunca es logro, nunca es conquista. Siempre es el deseo de decir algo. Cuando lo digo ya no es poesía, ya es otra cosa, poema en todo caso. ¿Y qué hay entre el intento y el logro? Un paréntesis, el silencio”.
Carlos Roberto versa aquí ese silencio que irrumpe entre el follaje del tiempo. Además, es un observador/creador lleno de deseos, inquietudes, y de una tanto tierna como (per)versa sensibilidad, que recolecta sueños ocultos en el misterio de la palabra, del alma, para finalmente “ver al tiempo/ abrirse paso/con su tenaz silencio” (pág. 121, del poema El Final). Características estas que nos inquietan y conmueven al leer la obra del también escritor, editor y catedrático de la Universidad de
Puerto Rico en Humacao. Inventario, definitivamente, es un poemario para leer a pequeños sorbos, pues su poesía nos pellizca el corazón, para dolernos e iluminarnos, y conmovernos al abrirnos su puerta a los lectores e invitarnos a sentir su vida con sus aciertos, con sus cicatrices, hacia esa muerte, tantas muertes, y hacia la fe más sublime en la sensibilidad, en la espiritualidad, y solo así es posible “emprender el camino hacia lo más adentro”:
“…Esta vez, me dije, escribiré menos sobre la vida y aprenderé a leer la fe de lo que muere” (pág. 121, del poema El Final)
Nuestro poeta, aquí, es coleccionista y creador de memorias, a modo de esas piedras que va colocando una sobre otra, de dudas y respuestas, en cada pliegue de sus versos, con la meticulosidad casi perfecta, porque la poesía tampoco debe habitarse de perfecciones. Nos dice, en fragmentos de su poema El final (final), pág. 123:
“De cada camino, fui robando una piedra. No pedí permiso a la senda ni al polvo que las cubría…. … y sólo quedábamos las piedras, yo y las memorias..”
Gómez Beras ya nos había adelantado de sus distintas y urgentes tareas del oficio del poeta, en uno de sus primeros poemarios, Paloma de la plusvalía y otros poemas para empedernidos (1996),
“Amo mi oficio crepuscular de encender almas y verlas extinguirse.”, de su poema El Coleccionista
O en su hermoso Mapa al corazón del hombre (Ed Isla Negra, 2012):
“Qué luminosa es la muerte de un poeta cuando no es golpe que mata sino herida de donde nace una rosa […] Rosa que entre la vigilia y el sueño resiste una tormenta y se desnuda ante un suspiro.” del poema Desde lo que creemos perdido.
Ahora en Inventario nos advierte que el oficio de poeta nació con el tiempo, en ese recorrer de la vida, de rasparse las rodillas y jugar a vivir y a morir,
“…Nunca fui un poeta joven. los días, claros, lentos y diversos eran mejor escondite en el juego de la vida y de la muerte” de El poeta (joven), pág. 53)
Luego de este recorrido por las etapas de su humanidad, asume su vocación y se describe como “colector de algunas sílabas” en una “frenética búsqueda” en la que su “sed es un cántaro roto”, en su desolador poema El Oficio (pág. 65) y en el igualmente impecable como doloroso y estremecedor poema, a modo de testimonio autobiográfico, El Extranjero (pág. 81), donde versa “con el polvo de los libros moldeo/una vasija para mis cenizas”. Nada es fortuito en este inventario personal, de arraigos y desarraigos; del oficio de ser poeta y el de vivir intensamente.
Curiosamente, dentro de la profundidad inquietante de este poemario, su autor se permite adentrar en la numerología y la cábala. Por ejemplo, el 7 es el número que une al 3, número de lo divino, con el 4, número de lo terrenal; al igual son 7 los días entre una fase lunar y la otra, o los días que empleó el dios bíblico en su creación. Así mismo tiene Carlos Roberto 4 poemas titulados El poeta (y sus distintas etapas) y 3 titulados El poema (en distintos desarrollos), que suman 7: mostrándonos que es un poeta terrenal que aspira a lo divino.
Al fin de cuentas, ya escribió Vicente Huidobro que el poeta es un pequeño dios y entendía que «crear un poema es como crear un árbol». Carlos Roberto ya creó su Árbol (Ed. Isla Negra, 2017), compuesto de breves poemas, y que, al igual que Inventario , es reflexivo, autorreferencial, misterioso y espiritual. Su Árbol está sembrado, abonado y germinado a base de preguntas, sobre el yo, el otro o ese universo personal de la búsqueda y el entendimiento; o las raíces de la vida, el amor o la muerte. Sin embargo, en Inventario su “existencia” está compuesta de sus certezas, dentro de lo posible en el hombre y en la poesía… con un resultado estructuralmente meticuloso, sin perder una visceralidad madura y contenida, que igualmente nos desgarra o como comentó la escritora y doctora aguadillana Johanna Recart, Carlos Roberto Gómez Beras es un “[p]oeta que conmueve la fibra más íntima”.
En este recorrido de Inventario [un libro póstumo], como el propio poeta lo subtitula, además, no pasa por alto su trabajo de editor, difícil olvidarlo teniendo en cuenta que se trata del editor y director de Isla Negra Editores, cumpliendo ya hoy sus XXXI años de publicaciones con más de setecientos títulos de diversos escritores. En Inventario , contrasta este oficio editorial con el del escritor, en un poema cargado de necesaria ironía, uno de los breves momentos del poemario en el que nos podemos permitir tomar aire, pues, irremediablemente, “las labores del editor son ingratas…”, tiene que “lavar los platos del diálogo insomne”, un trabajo banal “más allá de la entrega, invisible, que es hacer un libro” ( El editor , pág. 49). Sin embargo, “Un día, creo que fue el último/decidí hacer algo sagrado”, del poema citado El final (final) .
Al fin de cuentas este conmovedor Inventario llega luego de un Viaje a la noche (1989), en vuelo libre como Paloma de la plusvalía (1996), sobre muchos años, recuerdos y libros después a su Mapa al corazón del hombre (2012), con sus Erratas de la fe (2015) necesarias para llegar Sólo el naufragio (2018), hasta arribar a su Aposento (2019) y permitirse Un largo suspiro (2021) necesario para crear este Inventario. Estos son solo algunos de los poemarios soñados, construidos, escritos, editados y publicados por nuestro escritor, ganador de diversos premios como del Instituto de Literatura Puertorriqueña, del PEN Club Internacional de Puerto Rico, entre otros, y del que esperamos con el corazón en sus versos, nuevas publicaciones.
Este Inventario es el recorrido por un misterio llamado memoria, de esas piedras que recogemos en el camino y en la poesía misma. Es toda una travesía a través de la palabra, de la vida, de los otros, del amor, los libros, la familia, la fe, el origen y la muerte. Aquí el poeta intuye que es hora de distanciarse de todos sus roles, de la cotidianidad, a ese morir (la muerte en sus niveles de finales de vida o ciclos y estar preparado para nuevos renacimientos, pues “La muerte es una puerta”, poema La muerte, pág. 83, donde siempre necesitaremos, salud, serenidad, memoria, claridad y fe, “pero no de madero, sino de mirar al mar en furia, para despertar a los que duermen en su intento” (del poema El rezo, pág. 117). Esas piedras… del citado poema El final (final) “Por eso las coloqué/una sobre otra/tal como otro poeta/ya lo cantó en otro poema”
Me reitero, este poemario es para leer en pequeñas treguas de soledad, del espíritu, la razón y sensibilidad. Y acompañar como testigos al poeta por un camino hacia tantos destinos como el tiempo y la vida lo permitan. Comenta el poeta y crítico literario español José Luis Morante, en Inventario:
“…conviven textos reflexivos y estados de ánimo que abordan exploraciones sobre la tristeza, el sueño, la fe o los sentimientos con la evocación de presencias referenciales como la hija, la amante, la madre o esas identidades transitorias y efímeras que ponen voz a la soledad y al encuentro.” https://puentesdepapel56.blogspot.com/2022/10/carlos-roberto-gomez-berasinventario.html
Aquí, Gómez Beras, les da sentido a su vida y origen. Invoca a la fe, a lo que verdaderamente importa con una humildad tal, que para sus lectores es conmovedor. Y es que, “los dioses facilitan el primer verso; los demás, los hace el poeta”, escribió el escritor francés Paul Valéry.
Y ¿qué sucede cuando nuestro poeta Carlos Roberto, es editor, profesor, buen amigo, soñador libre y espiritual, ciudadano de distintas patrias y un buen padre e hijo? Posiblemente esos dioses observarán con beneplácito la creación de toda su mitología personal y universal, del niño que fue, del maestro, el amante, o el pescador de sueños, que contempla “cómo las olas devuelven lo que busca el dueño” del poema El sueño, pág. 115, donde nos confiesa
“Soy huérfano de tantas cosas y sólo en el sueño encuentro, de la sed, todos sus nombres”
Ese es nuestro Carlos Roberto Gómez Beras, un hombre de mucha fe, en el corazón, la creatividad, la búsqueda de la esencia misma, como elemento unificador de su camino al andar, ese viaje hacia el todo y hacia el yo desde su primer poemario, y hacia la Poesía. Bien lo leímos en Errata de fe, pág. 129:
“La poesía es la fe que, por incierta y cegadora, nos regala como en un rapto, el universo justo en el instante en que cada cosa estalla”
Ese corazón del poeta creó su universo, un Inventario de este hombre muy terrenal, sin claudicar a la salvación de su alma transportándonos a la contemplación de su legado en 56 poemas.
Para concluir, Inventario es un poemario tan necesario para el autor como para nosotros sus lectores, pero les advierto leerlo de una sentada será un deporte de alto riesgo emocional, Carlos Roberto pone dedo y la palabra en su (y nuestra) herida para permitir entrar su luz, que nos deslumbrará de ternura, dolor y amor. Les invito a todos y todas a leerlo, releerlo y permitir que su luz y poesía nos den cobijo.
The Chef: La última cena
Manuel Martínez Maldonado
Escritor independiente
Cuando al principio de este filme absolutamente negro y gracioso doce personas abordan un ferry rumbo a una isla en la que han de cenar, uno piensa en Agatha Christie. Pero una vez allí, y sin forma de escape, los comensales se topan con un chef que tiene nuevas ideas gastronómicas y, además, es un personaje del guiñol, con cuchillos y revólveres en vez de cachiporra.
Según los que irán a cenar van alineándose para abordar el barco que los llevará al distante, aislado y famosísimo restaurante Hawthorne (ficticio), sus conversaciones nos revelan que ellos también son famosos. Lo son por varias razones que se nos irán revelando poco a poco durante la cena, pero hay algo vagamente desconcertante que se refleja en sus actitudes. La cámara está concentrada en Margot (Anya TaylorJoy) y en Tyler (Nicholas Hoult), una pareja joven que, como todos los demás, guardan secretos. Cuando Elsa (Hong Chau) la maitre d’ descubre que no es la invitada original y se lo dice al chef y dueño de Hawthorne Julian Slowik (Ralph Fiennes) es evidente que el cambio altera la atmósfera del restaurante.
Las reglas del chef son estrictas e incambiables. Los platos vienen en tiempos precisos y los clientes tiene que haber terminado su palto anterior. Cada oferta es algo innovador y suculento, creado por el chef para la ocasión y usando los regalos del océano, según dice el jefe de cocina. Tyler, que es el más aficionado a las confecciones gourmet, es un fanático de Slowik y presume de sus conocimientos culinarios con Margot y ante algunos de los cocineros. Estos lo ahuyentan; ella está aburrida con los procedimientos y se rebela ante las órdenes del chef.
Según la cena progresa, vamos descubriendo secretos. Un hombre de negocios muy rico Richard Liebbrandt (Reed Birne) y su esposa Anne (Judith Light), son asiduos clientes de Hawthorne. Él ha estado nervioso desde que vio a Margot, pero no sabemos por qué. Margot también ha intercambiado miradas enigmáticas con el hombre. En otra mesa Lillian Bloom (Janet McTeer), una crítica de restaurantes que ayudó a que Slowik se hiciera famoso, está con su editor Ted (Paul Adelstein) y, hasta el tercer plato, están encantados con las creaciones del chef. Más allá, George Díaz (John Leguizamo), un actor cuyo momento de fama ha caducado, pero que sigue siendo arrogante a más no poder, está con su novia y secretaria Felicity (Aimee Carrero). Sus secretos afloran en el momento preciso. Comparten una mesa dos inversores con un ejecutivo de una compañía de tecnología y sus negocios son tan turbulentos como el oleaje que moja las arenas de la isla. Sola en una mesa está Linda Slowik (Rebecca Koon) la madre alcohólica del chef.
El director Mark Mylod y los guionistas Seth Reiss y Will Tracy han creado una historia que subvierte algunas de las tramas de Agatha Christie (And Then There Were None, también conocida como Ten Little Indians; Murder in the Orient Express y Thirteen at Dinner), pero le han dado un giro surrealista y muy original al concepto de cómo se manifiesta la venganza y cuan pueril pueden ser los motivos para ella. La cinta está llena de humor y de críticas a la vida acomodada de quienes pueden pagar $1200 por persona para ir a cenar y a tomar buen vino (¡la propina, está incluida!). La corrupción y el engaño son, en particular, dianas de las quejas del chef, quien también detesta la falta de atención a las cosas sublimes que nos ofrece la vida.
Los diálogos tienen una agudez intensa y las actuaciones de todos van demostrando cómo la ansiedad se apodera de todos sin importar cuánto dinero tengan en el banco. Brilla, sin embargo, el gran Ralph Fiennes como el chef. Imperioso, sarcástico, orgulloso, despectivo, iracundo y seductor, va sirviendo sus platos hasta servir el que lo inició en la carrera que lo hizo convertirse en el gran chef que es. Para saber cuál es hay que ver cómo lo hace y cuánto cuesta.
Inauguración del Design Thinking Lab en la UAGM, Recinto de Cupey Bryan
Redescubriéndome
María Miguel y estudiantes de UAGM, Recinto de Cupey
Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey
Últimamente, me he dedicado a la introspección, más de lo acostumbrado. Pienso que esta práctica conlleva un ejercicio bastante profundo, que me ha llevado, inevitablemente, a redescubrirme.
Recuerdo cuando, en las postrimerías del 2020 me visitó el COVID-19, en un momento histórico donde manifestar que eras positivo te convertía en un condenado al destierro. Como mandaba el protocolo, clausuraron el edificio donde laboraba y me sentí merecedora de la pena capital. Ni hablar de la maldita prueba que, aun cuando ya no representaba un peligro para la humanidad, el papel divulgaba lo contrario y no podía regresar a mis funciones cotidianas.
Finalmente, me tocó regresar a la modalidad presencial. Un recinto vacío, sin alma, sin estudiantes. Luego de 24 años trabajando con pura juventud, algarabía, musicón, matices diversos, jerigonza indescifrable, dramas y tragicomedias, me encontré sumida en un espacio lúgubre y taciturno.
Al pasar el tiempo, en mi nueva área de trabajo identificaron mi personalidad “alborotada”. Fue entonces cuando en la Oficina de Retención, para la cual laboro, me propusieron que formara un grupo de lectura, pues ya los estudiantes habían regresado, por cuentagotas, a la presencialidad y deseaban motivarlos.
Con cierto grado de suspicacia, accedí a la petición, pero propuse que me permitieran formar un grupo de lectoescritura. Sin pretensiones, se realizaron los talleres dirigidos a la escritura como vehículo para la sanación y comenzó la magia. Descubrimos talentos escondidos, nos permitimos abrirnos a los demás, y abrazar la tristeza y el dolor.
Convertimos en poesía, ensayo, dibujos, teatro, aquellas vivencias compartidas en papel. Las heridas comenzaron a cicatrizar y nació este grupo conformado por personalidades tan diversas y tan similares. Nos transformamos en una familia donde sus miembros se preocupaban unos por otros, donde no había competencia y sí, mucho apoyo. Un grupo donde el arte se convirtió en una forma cotidiana de comunicar, de expresar y de coexistir.
Actualmente, y por lo difícil que ha sido coincidir, el grupo se transformó en un chateo por Whatsap o una visita a mi área de trabajo, pues a los integrantes se les ha complicado un poco la vida, con su itinerario de clases y demás deberes. Lo más importante es que trascendimos, sin duda. En esta edición de la revista CRUCE compartimos la experiencia que vivieron algunas de las estudiantes que pertenecieron a este grupo irrepetible, para quienes el encierro y el silencio, fue una mirada hacia el interior, una catarsis, un redescubrirSe.
2020
Veinte, veinte… Lo bautizaron para pasarlo sin verte.
¿Qué? Ahora no puedo salir, si no me tapo los dientes.
¡Pero qué benditos veinte!
Compadre, ¿en la casa 24/7?
Será para volvernos todos dementes.
Mi’jo, ya va un año y aún la cabellera se mantiene.
A ver, te escucho ¿Qué tanto gritó tu mente?
Bueno, hoy me dijo que tengo la dicha de venir a verte, para contarte que el Sol saldrá siempre.
¡A la mierda el COVID!, pero cúbrete los benditos dientes
Dale, solo por la única razón de que pase; pase el año y te diga qué son para mí, los benditos 2020.
Tengamos la dicha de pasar el 2021.
Con ansias esperar el 2022.
¿Qué tal te pareció nuestro 2020?
¡Bien demente! ¡Qué veinte!
Autora:
Hisabel Vilorio (Estudiante de Enfermería)
El reloj se detuvo
Dicen que ser joven es descubrirse a uno mismo, es buscar aquello que te apasiona e intentar alcanzarlo; es disfrutar cada momento, hasta llegar al instante en donde digas y sientas que estás vivo.
Lo que no está escrito en el libro, con total claridad, es que serán más los mares negros que atravieses, que las estrellas blancas que veas en el cielo. No te avisarán que por tu hogar pasará un huracán, tu tierra va a temblar, llegarás a la universidad en medio de una pandemia. Tu nueva realidad será una simple pantalla y dependerá de una débil conexión. Serán muchas personas las que pierdas. Tu estabilidad en la vida se verá afectada y ahora serás tú el que decida lo mejor, no solo para ti, sino también para el mundo.
Es en ese momento en donde te das cuenta, de que tu reloj se detuvo. Aunque hayas continuado respirando, en esta realidad a la que llaman vida, tu entorno está basado en cubrirte con una mascarilla. Lo único que puedes intentar hacer es reparar ese reloj, para que tu yo interior pueda comenzar a trabajar en reponer lo que sientes que has perdido, durante ese tiempo en pausa.
Mi reloj se detuvo, y aún mis horas y minutos no corren. De alguna forma, mi pasado está completamente vivo en mi mente, en mis memorias, pero mi presente es tan solo un instante en blanco y negro; un momento lleno de pura desesperanza.
Cual ballena solitaria, canto en una inusual frecuencia, que provoca que nadie más me escuche. Solo los peces a mi alrededor reconocen mi presencia y de mi infructuoso intento por continuar.
Pues, solo busco reparar el reloj de mi juventud, solo intento construir la realidad de la vida que pienso alcanzar en un desequilibrado, pero hermoso ambiente al que llamo hogar, mi origen… mi Isla.
Autora: Natalie M. Báez Torres (Estudiante de Ciencias)
Klonopin
Breath!...Take one, take two. Open your mouth, drink and swallow. It’s small, insignificant, but it holds so much power over my thoughts.
In your influence, me and my thoughts sleep and rest for twelve hours. Off to a land of dreams I go. Where my worst enemy cannot go.
Let them be quiet. I need you; without you, I cannot carry on.
Help me! Help me feel nothing! Help me stay! Help me stay one more day! Because I don’t want to go. Not yet… Not yet…
Autora: Karismel Torres (Estudiante de Enfermería)
La estrella más bonita
¡Qué larga ha sido esta travesía! Por momentos parece una eterna odisea. La vida se ha vuelto una constante huída, donde la oscuridad quiere verse coronada.
El simple pensamiento del futuro aterró. La familia, los amigos, los estudios: la vida cambió. Con la sonrisa cubierta por telas de terror, la vida también siguió.
Tantas memorias. Tantos “tal vez”. Tantos abrazos no dados y palabras no dichas. ¡Qué dolor!
Aunque todavía se siente el peso de lo que atrás se dejó, hay una luz que nos llama. Es la luz de la esperanza. Es la luz de la alegría. Es la luz de la estrella más bonita. Y en lo profundo de cada pecho boricua la vas a ver.
Ella te ilumina para que puedas sonreír. Te da fuerzas para continuar. Te muestra la dicha de estar aquí.
No la evites, porque ella te sigue. No la ignores, porque ella te protege. No calles el grito que se está ahogando en tu garganta. ¡Sácalo! ¡Qué bello es ser puertorriqueño!
Caga’os de miedo pero con el “¡Wepa!” en la venas, vamos redescubriendo la patria. Una patria que está más “dura”que nunca. Una patria que “jamás de deja da”.
Vive tu vida vacilando, porque no cualquiera es boricua y serlo es un verdadero honor.
Autora: Gabriela Pardo (Estudiante de Ciencias)
Tostones
Tostón, fritura tradicional de plátano verde. ¡Qué ricos son!.. y embarrao’s en ketchup, mucho mejor. A casi todos nos gustan los tostones bien doraditos, aplastaditos, tostaditos y de plátano bien verde porque eso de que estén pintones, ¡no va! Pero, también existen otros, esos a los que los puertorriqueños nos referimos cuando hablamos de situaciones poco alentadoras, las mismas que nos oprimen, nos limitan, nos aplastan, nos aboyan, nos trituran y nos tuestan el alma. Este último año hemos tenido un tostón mundial mentado: COVID-19. ¡Bendita pandemia, como se ha sufrido! Desde fastidiosas mascarillas que por más coloridas que sean no nos han permitido ofrecer sonrisas visibles ni que se nos entienda al hablar. Que nos asfixian, que nos dan calor y hasta nos riegan el “lipstick”. ¡Que mucho molestan! Pero ..., así son de necesarias. Caramba, si esto fuese lo único pero no, las mascarillas son solo una pizca en la salina. Hay tantas cosas más allá de esas que hacen perder el norte, el centro y los sentidos como el encierro que se permite extraviarte entre el día y la noche, que te restriega en la cara una soledad que no deseas. Difícil por demás. Todo se ha trastocado, todo se ha perturbado. La pandemia es un hecho, una dura realidad, un tostón bien frío y blandito que llegó para no irse más.
Autora: Keyla Vázquez (Estudiante de Trabajo Social)
Tríada Natural
Rebuscando en nuestra historia y en la de la humanidad no he encontrado tres eventos que se puedan ubicar, los tres en un mismo tiempo y en el mismo lugar.
Estos tres fueron creados por origen natural donde los hombres muy poco teníamos que opinar demostrando su imponente fuerza y nuestra fragilidad.
Primero, llegó María aquel inmenso huracán que devastó nuestra Isla y nos quitaba la paz dejando todos a oscuras miles sin techo, agua ni pan.
Aquí comenzaba el caos grandes filas por doquier con recursos limitados sin podernos ni mover aislados e incomunicados, solo con la convicción de que esto pasaría uniéndonos con valor.
Casi tres años pasaron encaminado todo quedó más un inolvidable siete de enero sentimos un gran terror cuando nuestro amado suelo con saña se estremeció.
El miedo nos embargaba no podíamos dormir cada momento temblaba y sin poder predecir el próximo cismo y su escala o si cesaría por fin.
Y llegamos a febrero con los nervios destrozados pero este pueblo guerrero volvía con optimismo a levantarse asimismo a pesar de lo pasado.
En marzo ya era noticia el Covid se desplazaba como Pandemia llegaba a probar nuestra valía este invisible enemigo de rodillas nos ponía.
Por tercera vez probamos el poder de la Natura que sin intención alguna pareciera detener la forma de proceder del Hombre y su postura.
Brutalmente atacados fuimos por esta tríada natural de eventos que han de impactar toda una generación mostrando su corazón más allá de la adversidad.
Autora: Edna Lozada (Estudiante de MA en Psicología)