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arenas de josé ignacio
A tan solo metros de playas casi vírgenes, en un entorno natural muy atractivo se encuentra Posada Arenas de José Ignacio, concebida con un perfil íntimo, lo suficientemente alejada del pueblo, solo se escuchan el sonido del mar y el viento durante las apacibles noches.
En el 2009, Fernando Sosa y Esther Elizalde, dos uruguayos amantes de la buena gastronomía, el arte, la literatura y el mar, deciden apostar a un estilo de vida más tranquilo y encuentran en Arenas de José Ignacio su lugar de ensueño.
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“Más que un emprendimiento comercial, nos motivaba la idea de crear un espacio de intercambio. Muchas veces, la Posada ha sido la puerta de entrada a extranjeros que vienen por primera vez al país y nosotros su primer contacto. Y es maravilloso saber que después de su experiencia en la Posada, se van maravillados y con ganas de volver”. El primer cliente que tuvo la posada, en el 2009, vuelve año a año y aun hoy “elige Posada Arenas pues ya lo siente como un hogar”.
Es la calidez del lugar, de sus dueños y del equipo de trabajo lo que los clientes más destacan, ya que se sienten verdaderamente como en casa. Es la meta que buscaban los dueños al idear su proyecto.
Fernando, arquitecto, diseñó Mariana Sosa la Posada inspirado en el +598 99 51 55 00 entorno natural, buscando posadarenasdejoseignacio@gmail.com la fluidez del espacio y su @posadarenasdejoseignacio integración con el bosque. A través de amplios ventanales, la línea entre el interior y el exterior se desdibuja. Los espacios están interconectados: el lobby, la galería exterior, el jardín. No obstante se preserva el espacio de intimidad en los balcones y patios privados de cada cuarto, para quien lo prefiera. “Es para nosotros un orgullo recibir el reconocimiento de la gente que valora el espacio, incluso de importantes colegas que tuvimos el placer de hospedar.”
Cada una de las doce habitaciones lleva el nombre de un escritor uruguayo (Juana de Ibarbourú, Benedetti, Delmira Agustini, entre otros) y se ofrecen ejemplares de sus obras en español, y de algunas en inglés. “No fue fácil encontrar traducciones, pero nos pareció importantísimo acercar a los extranjeros a nuestra cultura y literatura” – cuenta Esther.
Desde hace ya tres años, quien dirige la Posada es Mariana, hija de Fernando y Esther. También de profesión arquitecta y fotógrafa, gestiona el emprendimiento con la misma calidez, carisma y profesionalismo, y aporta un aire fresco y renovado que sigue cautivando a los visitantes que llegan.