Dossier 19

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Dame un malvado y te daré un titular [ give me a villain and i will give you a heading ] palabras clave: periodismo, prensa chilena, prensa internacional, villanos keywords: journalism, Chilean press, international press, villains

Por Alberto Luengo

A

mediados de los años ochenta, cuando muchos periodistas sobrevivíamos a duras penas en el gris horizonte de la prensa chilena, fui corresponsal durante varios años para el diario español El País, por ese entonces un verdadero faro de la prensa democrática en español. Cobraba por cada artículo que me aceptaban, así que cada vez tenía que buscar algún tema de interés para los españoles. Un día en que no sabía qué despachar, llamé desesperado a mi editor en Madrid y este me dio una fórmula salvadora: «Tú pon en la primera línea la palabra “Pinochet” y te garantizo que cualquier cosa que sea te la compramos». Esa fue mi primera revelación acerca del valor del villano en el periodismo. A la gente le gusta vivir en un mundo de malos y buenos, de héroes y villanos. Son los dos arquetipos básicos en cualquier relato, sea real o de ficción. Si el periodismo tiene el deber de simplificar un tema lo suficiente para que cualquier persona lo pueda entender, entonces construir la estructura de la información en torno a la idea de un villano, así como la de un héroe, es la piedra angular para captar la atención del público. Alguien a quien odiar y alguien a quien admirar: esa es la base de toda estructura dramática. Puestos a elegir, la mayoría de los periodistas prefiere tener un buen villano que a un héroe, entre otras cosas porque el primero tiene más

desarrollo dramático y la atención del público se sostiene por más tiempo que aquella dispensada a los buenos. Una campaña para echar de la banca de la selección chilena a un mal entrenador, convirtiéndolo en un villano nacional, es mejor negocio para la prensa que defender a uno bueno, porque a este será difícil justificarlo ante una derrota. Por la misma razón, seguir las andanzas macabras de un asesino en serie es más negocio para la prensa que cubrir los esfuerzos que hace la policía para capturarlo. Amin, Pinochet, Orrego

El primer villano universal del que tengo recuerdo en mi vida profesional fue el dictador africano Idi Amin Dada, que simbolizaba todo lo que se podía despreciar en la esfera del poder. Si bien había otros dictadores o líderes mundiales detestables, muchos de ellos eran malos para algunos y buenos para otros, como Fidel Castro o Richard Nixon. Pero Idi Amin era negro, violento, grosero, corpulento y feo, y no tenía el apoyo de ninguna de las potencias de la Guerra Fría. Sobre él se podía escribir cualquier cosa terrible impunemente. Así que se convirtió en el villano universal. El «aprendiz de Hitler» o el «carnicero de Kampala», como fue llamado por una prensa encantada de atacarlo, gobernó Uganda con mano brutal entre 1971 y 1979, causando un estimado de 500.000 muertes. En pocos años se labró tal


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