Dossier 19

Page 55

53

[dossier]

En la cancha se ven los malos [ sports to meet your match ] palabras clave: fútbol, rugby, boxeo keywords: soccer, rugby, boxing

Por Esteban Abarzúa

L

a situación dramática del deporte ha sido capaz de producir cimas de incuestionable valor patrimonial, como la siguiente frase del futbolista chileno Luis Chavarría después de un compromiso contra Uruguay, en noviembre de 1996: «Estoy contento por mi debut, lo hice bien y, gracias a Dios, Francescoli salió lesionado». Chavarría, natural de Monte Águila, un hombre salido del Chile profundo, describió de esta manera un hecho que además resume su palmarés deportivo: en su primer partido por la Roja le pidieron bajo cuerda que le hiciera una futbolera demostración de cariño al mejor hombre de los rivales, y él cumplió con creces. Francescoli abandonó el juego por un golpe suyo y, lejos de ser reprobada, su conducta quedó tipificada como objeto de culto en aquel narcisismo nacional hipertrofiado que se viste con los colores de la Selección. Chavarría es un héroe del género picaresco, pedrourdemaliano y atarantado si se quiere, pero héroe al fin. El discurso acomodaticio de los medios de comunicación favorece el modelo: eso que no se hace, si es un poquito, no le hace mal a nadie. En el uso del lenguaje la malicia sustituye a la maldad sin mojar la camiseta. La lógica del bien y del mal en el imaginario deportivo, cuando saca sus trapitos al sol, abunda en estas dualidades espurias, indeterminadas y vacilantes. En primer lugar, el Estado-nación exige una lealtad muy fuerte, detonante y exclusivista, tanto en la actividad ejecutiva como en el proceso

de identificación que la circunda. En Argentina, después de Maradona, los goles con la mano también valen, y en Chile, durante el caso Rojas, las teorías conspirativas llegaban poco menos que a la Casa Blanca. En el fútbol, la figura del rival como enemigo de la patria suele durar lo que dura un partido, pero a veces va más allá y a nadie le extraña demasiado cuando ocurre: la postal de los chilenos apedreando la embajada de Brasil en 1989 ya es un ejemplo clásico de estas perversiones. En este punto es justo preguntarse si estas condiciones, propias del fútbol, se reproducen en los demás deportes. En el rugby, por ejemplo, junto con la normativa se inventó el third half (tercer tiempo), una antigua tradición en la que los rugbiers de los dos equipos en disputa se reunían para disfrutar una cerveza y una comida, con el fin de controlar las pasiones y los sentimientos negativos que genera el enfrentamiento. En las islas británicas, por cierto, hay un dicho alusivo a las obligaciones morales del rugby y el fútbol, que tienen el mismo origen: «El fútbol es un juego de caballeros jugado por villanos y el rugby es un juego de villanos jugado por caballeros». Entre estos deportes de contacto, el que en principio tiene más violencia simbólica (el fútbol) supera en agresiones explícitas al que desarrolla en mayor medida la violencia física (el rugby). Hay un trasfondo histórico y social muy claro a partir de estas diferencias. Ambos deportes surgieron de una práctica medieval llamada


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.