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Nuestra razón, proteger la salud de Nariño
Diana Paola Rosero es médica de la UCC, especialista en Seguridad y Salud en el Trabajo de la Universidad de Nariño y Magister en Salud Publica del mismo centro educativo. Posee diplomados en formulación y evaluación de proyectos, así como en contratación estatal. Con más de 10 años de experiencia en el sector, se ha desempeñado en diferentes instituciones de salud como médica y como especialista del sistema de gestión de seguridad y salud en el trabajo, al igual que como coordinadora de programas de enfermedades crónicas y coordinadora médica. Ha sido también docente del programa de AIEPI- Atención Integral de Enfermedades Prevalentes de la Infancia en facultades de medicina, líder de proceso en seguridad y salud en el trabajo en la alcaldía de Pasto y miembro de juntas directivas de los departamentos de Nariño y Putumayo. Fue secretaria de Salud del municipio de San Juan de Pasto desde 2016 hasta 2019, donde fue reconocida por diferentes estrategias generadas en pro de la salud pública, entre ellas, el Proyecto Bien Nacer para disminuir los casos de niños con bajo peso al nacer.
Directora del Instituto Departamental de Salud de Nariño, Diana Paola Rosero.
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En marzo del año pasado se emitió en Nariño la alerta amarilla hospitalaria cuando se confirmó el primer caso de covid-19 en Ecuador. Por ser un departamento fronterizo con ese país andino, las autoridades debieron extremar las medidas para evitar una expansión mayor del virus en el lado colombiano. La emergencia sanitaria condujo entonces al fortalecimiento de la red hospitalaria y del laboratorio público de salud de la región.
Con la llegada de la pandemia desde el instituto se realizaron las gestiones necesarias para que los hospitales y clínicas pudieran enfrentar la crisis sanitaria con mayores insumos, medicamentos, oxígeno, camas hospitalarias, ventiladores, bombas de infusión y personal médico preparado, proceso en el que se contó con el apoyo del Ministerio de Salud y Protección Social. Según su directora, Diana Paola Rosero, se trató de un trabajo bien manejado entre el Instituto de Salud y el gobernador de Nariño, que con recursos propios adquirió equipos biomédicos y demás elementos para “poder expandir diferentes servicios, entre los que se encuentran las unidades de cuidados intensivos e intermedios y la hospitalización. Así logramos dar respuesta a semejante
Gobernador de Nariño, Jhon Rojas; directora del Instituto Departamental de Salud de Nariño, Diana Paola Rosero, y el gerente del Hospital Civil de Ipiales, Giovanni Andrés Fajardo Rojas. cluyó insumos y talento humano¨, afirma la funcionaria, quien destacó que el laboratorio de salud pública fue uno de los primeros habilitados a nivel nacional.
emergencia sanitaria que estamos viviendo¨. Y es que al inicio de la pandemia, Nariño contaba con 147 camas UCI para todo el departamento y hoy en día ya son más de 300 las que se tienen, de las cuales se han destinado 235 para salas Covid y el resto para otros servicios médicos. ¨Teníamos 55 unidades de cuidados intermedios y ahora tenemos 76, mientras que de hospitalización teníamos 1.247 y ahora contamos con 1.462. Organizamos al departamento en redes buscando tener capacidad en diferentes zonas. Tuvimos la posibilidad de contar con camas de cuidados intensivos en ciudades donde nunca antes se habían tenido como en San Andrés de Tumaco, Túquerres y de cuidados intermedios en La Unión¨.
Fortalecimiento hospitalario
El instituto entregó a todas las 68 E.S.E del departamento elementos de bioseguridad que se gestionaron ante el Ministerio de Salud, la Unidad de Gestión del Riesgo y las entidades privadas. ¨Nosotros logramos gestionar cerca de 10.000 millones de pesos gracias a las donaciones que se recibieron desde la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Ministerio de Salud, la Red de Voluntarios y otras instituciones de carácter público y privado que nos ayudaron”, señala la funcionaria, quien consideró importante fortalecer un poco más la sensibilización, educación e información para una hospitalización temprana a las personas que tienen edades avanzadas o enfermedades que pudieran complicar su estado al entrar en contacto con el covid-19. ¨Es importante tener en cuenta que en materia de coronavirus lo principal es el autocuidado y por eso la importancia de educar y enseñarle a la gente que el lavado de manos, el distanciamiento social y el uso adecuado del tapabocas es lo primero que se debe fortalecer ante esta crisis¨.
Vacunación en Nariño
Diana Paola Rosero está convencida de que la ventaja de haber organizado al departamento en cinco nodos, le permitió a Nariño tener una organización estratégica para todo lo que se venía en materia de salud con la pandemia. ¨Tenemos un equipo en cada uno de los nodos o redes para poder atender a cada población y brindarle a todo el territorio puntos estratégicos para el plan departamental de vacunación. También logramos preparar la red de frío que se fortaleció con equipos que gestionamos de manera articulada y con convenios que realizamos, por ejemplo, con la Universidad Cooperativa con la que gestionamos el préstamo del ultra congelador, lo cual in-
Planes de acción en marcha
En el departamento se implementó la estrategia PRASS de manera articulada con el Ministerio de Salud trabajando de manera conjunta con EPS, Dirección local de Salud de cada municipio y el Instituto departamental de Salud para hacer un rastreo masivo en los diferentes entes territoriales. También se creó una campaña de sensibilización para lograr que la comunidad se educara y se fortaleciera de esta manera la vigilancia epidemiológica. ¨Hicimos varios proyectos en el marco del covid-19 en los que realizamos diferentes gestiones teniendo en cuenta que nuestro gobernador Jhon Rojas abrió la posibilidad de que a través de las regalías, se destinen más de 21.000 millones de pesos para financiar la salud”.
Con este presupuesto, la Dirección logró designar una inversión a proyectos dirigidos tanto al sector salud en la lucha contra el virus, la expansión del servicio de hospitalización y otros, la compra de ambulancias que está en proceso de ejecución y la mejora del laboratorio no solamente de salud pública departamental sino también de la Universidad de Nariño y el Hospital Universitario Departamental. ¨También se impulsó un proyecto para fortalecer la capacidad de respuesta frente a la salud mental de los nariñenses que como consecuencia de la pandemia se ha visto afectada¨, concluyó la funcionaria.
LOS JÓVENES SÍ TIENEN POR QUÉ RECLAMAR
Jorge Enrique Robledo Senador de la República Dignidad
No tiene antecedentes en Colombia una protesta más masiva, más larga en el tiempo y más extendida en el territorio que la del Paro Nacional que empezó el 28 de abril. Y es notorio que su sustento principal han sido los jóvenes, hombres y mujeres, en especial los de los sectores populares, pero también de las clases medias. Este paro es además la continuación del también muy fuerte de 2019, protesta que continúa por la irresponsable viveza de Iván Duque de burlarse de las peticiones ciudadanas. Cómo será la irritación, que la pandemia no pudo evitar que se expresara.
La primera causa de la vigorosa movilización juvenil son el desempleo, la pobreza, la miseria y el hambre. Entre enero y marzo de 2020, los jóvenes desempleados sumaban 2,6 millones, cifra que la pandemia aumentó en 431 mil, con un agravante: el 50 por ciento de los empleados son informales, con ingresos muy precarios. La mitad de ellos además está en la pobreza y la miseria, con las mujeres sufriendo por porcentajes mayores. ¡Y como el 31 por ciento de los hogares hace menos de tres comidas al día, son 3,9 millones de jóvenes, literalmente, aguantando hambre!
En la fuerte molestia de los jóvenes también cuenta que ellos saben que terminarán igual o peor que sus padres, a quienes les indigna ver sufrir de tantas maneras: desempleados, pobres, lesionados en su dignidad y en el inexorable rumbo hacia la peor condición, viejos y enfermos y sin ahorros ni pensión.
También subleva a los jóvenes que 4,2 millones de ellos sean ni-nis, que ni es-
tudian ni trabajan, no porque no quieran sino porque no pueden. No estudian por falta de cupos en las universidades públicas y por no poder pagarse ni las más baratas de las privadas, que además suelen ser de la peor calidad. Y los de clase media que logran terminar sus estudios universitarios –porque entre los de origen popular ello es imposible– no consiguen emplearse, con el drama de los 387 mil jóvenes que le deben cinco billones de pesos al Icetex, el instrumento del Banco Mundial con el que les cambiaron el derecho a estudiar gratis –porque los derechos dejan de serlo si no son gratuitos–, por un crédito usurero.
Además, llena de irritación a los jóvenes el sistema de salud, del que ellos y sus padres también son víctimas. Y también los moviliza saber del maltrato laboral a los 1,2 millones de médicos, personal de enfermería, camilleros, auxiliares, porque a esa edad la manipulación política no ha podido mellarles la sensibilidad social y política.
Y por supuesto que los subleva la gran corrupción de la clase política, experta en gobernar mal, contra el verdadero progreso del país –como elegidos o como nombrados–, pero con sus bolsillos repletos de los recursos públicos que les garantizan vivir mejor que los demás, a quienes el capitalismo de amigotes del país les niega la oportunidad de educarse, trabajar y prosperar, oportunidad que se supone es lo mínimo que un Estado de verdad moderno y democrático debe garantizarle a su población.
También se movilizan cada vez más jóvenes que entienden que el desastre social de Colombia no es culpa de quienes lo sufren porque sean brutos, malos trabajadores y vagos, como en su cinismo inducen a pensar los neoliberales que mal gobiernan o hacen parte de los pocos que logran acceder a los bienes de la modernidad. Pues crece la comprensión acerca de que la causa principal del desastre nacional –el capitalismo de escasos 6.500 dólares por habitante, desigual y corrupto– es una imposición del Consenso de Washington, cuyas fórmulas les impiden trabajar a tantos, a pesar de saberse que el trabajo es la base de toda riqueza y de todo progreso de un país.
Y los jóvenes también están en las calles protestando contra la represión con la que el gobierno de Iván Duque le respondió a su justo paro, incluido que ya van 51 muertos a bala, casi todos por disparos ilegales de la policía. Y también exaspera un gobierno que ni siquiera ha sido capaz de condolerse de las víctimas y menos pedirle excusas al país por una violencia que no ha debido ocurrir. Coletilla: DIGNIDAD y la Coalición por la Esperanza insisten en llamar a que el paro no se use como pretexto para dañar bienes públicos y privados, agredir a servidores públicos e impedir la circulación por las vías del país. Porque esas prácticas les causan grandes daños a la economía nacional y a todos los colombianos y desacreditan los reclamos democráticos.
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