Empezando por el final

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Empezando por el final_Nยบ 0_Enero / Marzo 2013




The Walking Dead: Se trata de sobrevivir

Staff

Sofía Tellez @SofTellez Mario Flores @MareoFlores

Ginger Vodka Atomic Ángel Valenzuela @MetaFicticio

Apocalipsis en Pantalla; la máquina de esperanza de Hollywood Julieta Navarrete @Julietiux

Río Binario: Literatura y tecnología Agustín Fest @ad_fest

Prepping a la Mexicana Gibrán Aquino @elmogwai

Paludosa Lux Juan Pablo García ggart@hotmail.es

Director General Alberto Espinosa alberto.espinosa@revistaesnob.com

Editora Alejandra Vergara alejandra.vergara@revistaesnob.com

Diseño y Cosas Bonitas Alejandra Centeno alejandra.centeno@revistaesnob.com

Redactores Dante Franco dante.franco@revistaesnob.com Montserrat Pérez mon.perez@revistaesnob.com

Colaboran en este

número


final

Empezando por el Acá hacemos todo al revés: pasamos de la versión de la revista en línea a la impresa y en nuestro número inicial nos ponemos apocalípticos. Todo patas pa’rriba, así nos gusta. Hojeando las siguientes páginas encontrarán, aquellos familiarizados con nuestro sitio (revistaesnob.com), contenidos de igual calidad pero desarrollados con mayor calma ya que no están constreñidos por la necesidad de lo breve e inmediato que genera Internet. Ese es un poco el motivo de esta versión de Revista Esnob: ofrecer tanto a nuestros autores como a nuestros lectores un espacio más amplio de diálogo donde puedan distenderse y moverse con mayor calma y tranquilidad. En este primer número encontrarán artículos y reportajes relacionados, ni más ni menos, que con el fin del mundo: gente preparándose para él, zombies y películas sobre meteoritos gigantes que se estrellan contra la Tierra. Los escribimos aún con el impulso que nos dejó el fin de 2012 con sus locas teorías apocalípticas. Aunque, también, pensando en aquellos que quedaron cansados del tema, encontrarán contenido sobre otras cosas: la relación de la Literatura con la tecnología, la historia detrás de la tela de tweed o un cuento sobre un chico en una situación un poco confusa. En fin, este es el primero de los que esperamos sean una cantidad inverosímil de números y, a nombre del equipo de Esnob, los invito a leer y disfrutar porque el mundo (en algún momento) se va a acabar. Alejandra Vergara Editora

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El_índice

Prepping a la mexicana: ¿Cómo y para qué se preparan? / p. 22

p. 8

p. 16

p. 34

Como en los Simpsons

Ginger Vodka Atomic

La noche de las bandas vivientes

Sociedad

Literatura

Música


The Walking Dead, se trata de sobrevivir / p. 10

Río binario: Literatura y tecnología p. 18

La historia del Tweed p. 30

p. 38 p. 40 p. 42 Apocalipsis en pantalla

Paludosa Lux: La Ciénaga Definitiva

Shut up and take my money!

Entretenimiento

Literatura

Literatura


Como_en los Simpsons

Como en los

Simpsons cuando... Por Alejandra Vergara

8 / Esnob / Enero 路 Marzo 2013


isa encuentra un esqueleto de ángel que pronostica que el fin se acerca (“La escéptica Lisa”. Episodio ocho, temporada nueve), el 21 de diciembre y las profecías mayas resultaron ser —¡Oh, sorpresa!—un fraude. Así como en el capítulo un centro comercial se aprovecha del morbo y la fobia apocalíptica para hacerse publicidad, la idea del fin del mundo le sirvió a un montón de personas para “hacer su agosto”; en especial a ciertas cadenas de televisión de paga, a un puñado de esotéricos charlatanes y, seguramente, a la zona turística de la Rivera Maya. Sin embargo, la gran mayoría nos mantuvimos como Lisa: escépticos. Han sido ya tantas las veces que nos han cantado aquello de que el mundo llegará a su fin y que lo presenciaremos, en primera fila, desde una silla plegable en la azotea de nuestra casa, que ya cuesta creer que realmente nos tocará ver algo así. Sin embargo, en esta ocasión, el furor fue tanto que incluso la NASA tuvo que hacer una campaña para desmentir todos los extraños fenómenos que se pronosticaban para el 21 de diciembre (a diferencia del capítulo de los Simpson, donde el científico al que acude Lisa determina que las pruebas no fueron concluyentes para luego confesarle que nunca hizo tales pruebas). Y es que, al igual que con la llegada del año dos mil con sus cafeteras que se revelarían y tomarían el control del planeta, este flamazo apocalíptico tuvo muchísima difusión. Me pregunto si aquellos que comenzaron con los rumores del fin del mundo lo creían en realidad (como un montón de Flanders aterrorizados ante el juicio final) o si, desde el inicio se pensó como un fenómeno comercial (como los dueños del centro comercial que le permiten a Lisa hacer las excavaciones pensando ya en sembrar el esqueleto del ángel). Quiero pensar que más bien fue la primera opción, me genera mucho menos repugnancia. Sin embargo, no es una cosa inusual eso de hacer negocio con la credulidad de la gente, así como Homero decide empezar a cobrar por ver al ángel mientras vende aureolas luminosas y ceniceros santos, hay muchos estafadores que encuentran en la fe ajena una buena fuente de ingresos, pienso, por ejemplo, en el no tan lejano y bochornoso caso del hada de Guadalajara, donde la gente hacía filas larguísimas para ver a un muñequito de plástico metido en un frasco de vidrio con alcohol. Si bien somos muchos los que, amparados en la lógica, la ciencia y el sentido común, nos indignamos con estos fraudes, hay también una gran cantidad de gente que tiene sus dudas al respecto o que, incluso, cree ciegamente en este tipo de cosas. Lo que cabría preguntarse es si toda esa gente que dice creer en esta clase de fenómenos realmente tiene una fe ciega o si saben, muy en el fondo, que las probabilidades de que ocurra una cosa como un fin del mundo al estilo película de Hollywood y que ellos puedan presenciarlo, son realmente pocas. Supongo que ocurre más bien lo segundo, que su fe es más bien un deseo de ser testigos de algo importante e inusual, es por esto que, supongo, rechazan cuanto argumento lógico o científico se le ofrezca ya que, como bien dice Ned Flanders en el capítulo:

La ciencia es como un hablantín que arruina la película contándonos el final”.

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Por Sofía Tellez / Ilustración de Mario Flores

¿Acaso no nos balanceamos al borde de la desesperación? ¿No estamos en el filo del cuchillo entre la tristeza y la felicidad, la esperanza y la desesperación, el optimismo y el pesimismo, la fealdad y la belleza? Eso es lo que define el drama, y a todo el arte. Eso y coger. El amor romántico, tal vez. O el sexo. Pero en realidad, al analizar cualquier buena historia, hay uno de estos componentes." Frank Darabont

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Tv_the walking dead

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12 / Esnob / Enero · Marzo 2013

uando Darabont sostuvo en sus manos The Walking Dead, supo que estaba frente a un cómic que contenía varios de los elementos que describe como necesarios en toda buena historia, así que decidió que valía la pena hacer del cómic una serie de televisión. Aunque ésta no estaría completamente apegada a la narración original, Darabont tenía toda la intención de seguir los lineamientos de Robert Kirkman, el creador de la historieta. No fue fácil convencer a un canal de dedicar una hora de su programación a la semana a una premisa como esta: un retrato del fin del mundo como lo conocemos, a manos de hordas de muertos vivientes, hambrientos, violentos y urgidos de hincar el diente en cualquier cosa de sangre caliente. Después de algunos años con The Walking Dead bajo el brazo, Darabont acudió a AMC, que mostraba cierto interés por el proyecto apocalíptico. No parecía algo tan disparatado después de que este canal ya había realizado propuestas televisivas con tramas novedosas y de desenvolvimiento lento pero con momentos intensos; por ejemplo, el show sobre un maestro de química que, al verse arrinconado por su inminente muerte, decide dedicarse a fabricar y eventualmente a traficar metanfetamina (Breaking Bad). AMC también es el hogar de la serie ambientada en los sesenta que gira en torno a un publicista egocéntrico y tremendamente atractivo... Mad Men. Así que el proyecto de Darabont lleno de esperanza, desesperación, pesimismo, sexo y muertos vivientes había aterrizado más o menos en el lugar correcto. El principio: un policía camina desconcertado por Cascade Palmetto Highway, en un pueblo cercano a Atlanta. Las calles desiertas proyectan un abandono prolongado y los cuerpos mosqueados dentro de los autos amontonados unos tras otros dan a entender que esto no es nuevo: el proceso de descomposición del pueblo tiene al menos algunas semanas de haber comenzado. Antes de escuchar la música de los créditos de apertura, la primera de las decenas de criaturas que veremos caer inertes después de recibir un balazo en la cabeza es despachada, a pesar de ser una pequeña niña con su pijama y un osito. En este primer capítulo hay un breve vistazo a cómo era la vida del policía desconcertado, Rick Grimes, antes de que se desatara el fin del mundo. Solía tener los problemas básicos de cualquier

hombre casado: una esposa que le exigía más atención para su familia, un hijo que criar, un trabajo arriesgado que pretendía llevar a cabo con firmeza. Fue precisamente este último punto el que lo puso en el hospital, en un coma que lo mantendría por razones inexplicables al margen de los eventos apocalípticos. Cuando Rick despierta, se encuentra con un mundo que no es el suyo. El pueblo es el mismo, pero las circunstancias no: los que mandan ahora son los muertos. Darabont, escritor y director del s01e01, juega con los conceptos mencionados en el primer párrafo. Rick llega a su antigua casa sólo para encontrarla vacía, pero descubre que faltan las fotografías familiares. El primer motor de la trama de esta serie comienza a trabajar: aquí nace la esperanza. A partir de este momento, los eventos que se suceden están motivados por la posibilidad de la supervivencia, la propia y la de la gente que está alrededor. Pero ninguna esperanza es suficiente para olvidar el hecho de que el mundo cambió para convertirse en un lugar gris, melancólico, vacío. La sensación de que ahora todo es opaco no es gratuita: la primera


temporada fue filmada en 16mm casi en su totalidad. Detrás de esta decisión hay razones artísticas (que se suman al hecho de que es mucho más barato filmar en este formato). El fotógrafo David Boyd explica por qué la apariencia granulosa de los 16 mm ayuda al desarrollo de la historia: “16mm es la opción perfecta. Sin importar si lo hacíamos en HD o en 35mm, añadíamos granulado al final para obtener esta apariencia. Esto genera el lenguaje de lo que estamos acostumbrados a ver en una película de terror. Las cosas de George Romero estaban llenas de granos. Es como ver un documental, instantáneamente entras al mundo documental de 16mm” . Aunque en TWD rara vez alguien menciona la palabra “zombie” (en algún momento del primer capítulo un niño se refiere a una de estas criaturas como “zombitch”), es difícil separarse de las criaturas con este nombre que Romero retrató a principios del siglo pasado en, por lo menos, seis diferentes cintas. Pero los protagonistas de nuestra serie usan “walker” para denominar a los que siguen caminando después de la muerte. Los muertos vivientes habían invadido con antelación la televisión. Ya en 2008 los creadores de Dead Set

hicieron esta maravillosa miniserie inglesa con un presupuesto reducido, basados en las mismas ideas planteadas por Romero en los sesenta, pero desarrolladas dentro del set de Big Brother. El resultado es excelso, tan sorprendente como hilarante... Puedo intentar concentrar los motivos del éxito de Dead Set en tres cosas: la poca gratuidad en sus capítulos, la agilidad con la que avanza la historia y la originalidad de su plot. Si hay algo que reprochar a TWD es que durante dos largas temporadas estiró el género hasta donde pudo, sin aportar realmente nada novedoso. Cuando esto ya no fue posible, lo estiró más. Hubo algunos cuantos momentos brillantes (el primer capítulo es una pequeña y genial película de suspenso en sí mismo), pero los personajes gradualmente se volvieron planos, aburridos y su supervivencia era tan irrelevante que a veces era posible saltarse un par de capítulos sin realmente perder el hilo de nada. La segunda temporada a veces se siente como un suplicio. ¿En algún momento va a pasar algo dentro de esta granja? ¿Vamos a lograr ver algo más que caras de puchero? ¿Los personajes van a dejar de tomar decisiones estúpidas que conllevan a problemáticas innecesarias y gratuitas?

The Walking Dead retrata la historia de un grupo de personas que sobreviven la multiplicación zombie, pero el show en sí mismo es un ejemplo de supervivencia. Así como cuando en la serie no se sabe quién puede morir, tampoco se sabe qué ejecutivo o creativo va a ser despedido y reemplazado.

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Tv_the walking dead

The Walking Dead es lo que mantiene vivo a AMC, pues genera más ganancias que el resto de todas las producciones originales de la televiosara juntas

A pesar de los problemas que las primeras temporadas pudieran o no tener, el programa ha sido un éxito rotundo en cuanto a ratings. De hecho, TWD es lo que mantiene vivo a AMC, pues genera más ganancias que el resto de sus producciones originales juntas. Por eso fue una gran sorpresa para todos ‘en la industria y fuera de ella’ que Darabont haya sido expulsado del proyecto tras completar la segunda temporada, supuestamente por problemas de presupuesto. Aunque aún mantiene el crédito de creador, ya no participa activamente en su producción desde finales del año pasado. Glenn Mazzara, que era su mano derecha, ocupó su lugar para la tercera temporada... sorprendentemente, la mejor hasta ahora. Con la primera parte de la última temporada, The Walking Dead reivindica toda la lentitud y redundancia con las que había abordado las anteriores. La adición de personajes nuevos (sobre todo The Governor) imprimió una nueva sensación de amenaza: ya no sólo se trata de sobrevivir a las criaturas, también los demás seres humanos son un peligro constante. A diferencia de sus capítulos predecesores, estos ocho nuevos episodios son breves

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películas de acción, drama y suspenso que gozan de actuaciones concisas y los diálogos mejor cuidados en la historia de la serie. Andrew Lincoln (Rick Grimes) hace la mejor interpretación del hombre desesperado que es desde el principio, enfrentándose por primera vez a la desolación de no poder remediarlo todo. The Walking Dead retrata la historia de un grupo de personas que sobreviven la multiplicación zombie, pero el show en sí mismo es un ejemplo de supervivencia. Así como cuando en la serie no se sabe quién puede morir, tampoco se sabe qué ejecutivo o creativo va a ser despedido y reemplazado. El primero en ser devorado por los zombies de la industria fue el director y entonces showrunner Frank Darabont. Y apenas el diciembre pasado, AMC anunció que seguirían adelante sin su sucesor, Glen Mazzara. Nada de esto parece preocupar a los suits que están recibiendo las millonarias ganancias de la serie, porque si AMC ha dejado claro algo es que lo último que muere no es la esperanza, sino la posibilidad de reemplazar a cualquier miembro del crew, comprobando que triste y efectivamente, nadie es indispensable.



El_coro

Ginger vodkaatomic Por テ]gel Valenzuela

16 / Esnob / Enero ツキ Marzo 2013


Despertó confundido en un sitio que desconocía. Luego de un par de segundos se descubrió sobre un colchón tendido directamente en el piso desnudo de concreto. Un haz de luz atravesaba por una rendija de la persiana mal cerrada, se posaba sobre el muro opuesto a la ventana y se extendía hasta alcanzar un viejo cartel de cine: A fistful of dollars. André volvió la vista hacia el otro extremo de la pequeña habitación y encontró a León durmiendo sobre una silla de madera algo desvencijada, qué considerado, su cabeza y hombro derecho apoyados en un buró sobre el que también descansaban una botella de vodka y un par de copas —vacías todas, desde luego— y un cenicero de cristal —a tope, desde luego. El olor de la noche anterior aún escurría por los muros y reptaba sigilosamente hasta invadir su olfato, su cabeza y su memoria. André se levantó con la boca seca y un ligero dolor de cabeza, buscando un vaso y un poco de agua. Abrió la puerta cuidándose de no hacer ruido y caminó en calzoncillos por el corredor mal iluminado que conducía hasta el baño y la sala. Una corriente de aire salino se coló por las rejillas y le golpeó la nuca y espalda. Se detuvo un momento para sacudirse el frío con sus propios brazos, entonces reconoció la sala: el enorme ventanal descubierto, las luminarias de cristal y la silla Barcelona donde León había permanecido toda la noche, bebiendo un ginger vodka tras otro, mientras lo observaba bailar frenéticamente "Atomic". Ahora lo recordaba todo. A no ser porque la música de Blondie había sido reemplazada por un silencio gris, todo seguía igual. Era extraño que la recámara tuviera una ambientación tan austera mientras que la sala hablaba de un hombre de gustos sofisticados. “Gana suficiente dinero, evidentemente,” pensó André. “Aunque no lo suficiente para amueblar la casa completa de una vez.” Luego se inclinó sobre la mesita de centro y tomó una caja de Lucky’s que descansaba junto a un jardín zen miniatura. Según se apreciaba, también había hecho las veces de cenicero unas horas antes. Todo, hasta la cosa más cándida, es susceptible de corrupción. André colocó un cigarrillo en sus labios y lo encendió al tiempo que se detuvo junto a la ventana que daba al jardín. El Mini Cooper rojo estaba al pie de la calzada y nada interrumpía el desierto paisaje suburbano del domingo por la mañana. André dio la primera calada. Se entretenía con un pensamiento. “Quizás acostumbra a traer visitas, pero sólo hasta la sala, por supuesto.” Un pequeño cúmulo de cenizas cayó junto a sus pies descalzos, sobre la duela de madera. “Por eso la recámara está incompleta. Allá no recibe a nadie, a menos—” “¿Qué tal la resaca?,” escuchó a sus espaldas. La voz aún delataba sueño. “Fatal,” exageró. “Oye, no te causo más problemas, estaba por marcharme.” Sin moverse un ápice, emprendió un juego de miradas y gestos, se rascó casualmente el pecho y pasó su mano lentamente por su abdomen. “No hace falta, André. Anda, quédate a desayunar, que te vendrá bien echar algo al estómago.” El joven accedió con una pena perfectamente ensayada y siguió a su anfitrión hasta la cocina. Buscó un vaso en uno

de los gabinetes y se permitió inspeccionar el contenido del refrigerador: leche de soja, jugo de arándano, jamón de pavo, vegetales... Vaya, un ortoréxico, qué remedio. Minutos más tarde, desayunaban en la terraza del patio trasero, entre jardineras de vincas blancas y lilas. André aún seguía en calzoncillos. “Lamento mucho haberte incomodado anoche, es que me puse muy mal.” “Tranqui,” respondió León. “A tu edad es muy normal que suceda.” “Es que seguro tú eres muy mayor, ¿no?,” bromeó André, visiblemente animado. “¿Cuántos años tienes?” “Los suficientes,” respondió León. Untó un pan con mantequilla de maní y se lo acercó a André en un plato de bambú. “Anda, come.” “No hasta que antes hayas respondido.” León torció los labios. “Treinta y seis.” “Dame eso,” dijo André arrebatándole el plato, sin hacer el menor esfuerzo por ocultar su sonrisa de satisfacción. Terminaron el desayuno en un silencio que André consideró cómodo. Luego se excusó para ir al cuarto de baño. Al llegar de nuevo al corredor, colocó su mano izquierda sobre el muro y caminó sintiendo el acabado de piedra laja hasta llegar a la puerta del fondo. Aquella era una casa en la que no le molestaría vivir. Se imaginó haciendo visitas frecuentes a IKEA y, por qué no, los bazares, en busca de accesorios con los cuales acentuar la recámara aún desnuda. El cartel le parecía un buen detalle. André no era particularmente aficionado al cine de Sergio Leone, pero consideraba que le daba a la habitación una apariencia vintage que le resultaba irresistible. Solo había que complementarlo con algunos libros y listo. André tomó su ropa y se vistió de prisa. Cuando volvió a su silla, se reclinó un poco y apoyó su cabeza contra la puerta corrediza de cristal. Encendió otro cigarrillo. “Es un poco extraño que tengas un gusto impecable en toda la casa pero la recámara siga sin amueblar,” comentó. “Bueno, ordené la recámara en línea y aún no ha llegado. Ya sabes, tiempos de entrega,” repuso León. Luego añadió: “En cuanto al resto de la casa, no puedo tomarme el crédito: todo lo ha hecho Elizabeth.” Silencio. “¿Tu interiorista?” “Elizabeth, mi prometida.” Silencio. “Qué callado,” continuó León, navegando con miedo de naufragar en las palabras equivocadas. “¿Sucede algo?” Notó que la mirada de André lo esquivaba, entonces agregó súbitamente: “Disculpa, es cosa tuya. No tienes por qué decírmelo si no te apetece.” André no hizo un esfuerzo por responder, por romper esos silencios tan frágiles y que sin embargo, pronto se habían vuelto en su contra, hostiles. León, por su parte, supo que ese silencio le comunicaba más que las palabras. Nadie dijo nada en el portal. “Es una lástima,” pensó André al tiempo que abandonaba la casa. “Era un baño de putamadre.”

Enero · Marzo 2013 / Esnob / 17


Río_Binario

binario Río

literatura y tecnología Por Agustín Fest

18 / Esnob / Enero · Marzo 2013


Hogaño la literatura es una cosa muy rara. Quizás siempre lo fue pero ya es más fácil darse cuenta. Internet lo descompuso todo (¿para bien o para mal?, cada quien) cuando en su capacidad de universo binario, la gente decidió depositar el conocimiento del mundo dentro de él. No sólo las teorías y las prácticas, sino también las ficciones, las historias, los rumores. Este dios tecnocrático nada desdeña, aunque muchos intenten regularlo y controlarlo, es una bestia colosal e imposible. Creo, románticamente, que para controlar a la bestia habría que poner a la misma cantidad de seres humanos que contribuyen a su desorden, aunque a esa otra cantidad, el anti-internet, le falta mucho tiempo para alcanzar a los residentes de este paraíso (e infierno) cibernético. Sencillamente los números, el tiempo, no dan. Además, siempre será más aburrido poner límites que compartir, a no ser que haya algunas aspiraciones de dictador.

Enero · Marzo 2013 / Esnob / 19


R铆o_Binario

20 / Esnob / Enero 路 Marzo 2013


Internet es un monstruo goloso, trata de contenerlo todo y dentro de su alimentación, viene un punto diminuto llamado: Literatura. Este cajón de objetos no sólo contiene los libracos libres de derechos, los tímidos libros electrónicos y los escaneados y pirateados, sino también múltiples islas binarias de gente que escribe y comparte en todos los géneros posibles: microficción, cuento, poesía, ensayo, artículo, por nombrar algunos; en todas las plataformas gratuitas disponibles: blogs, Twitter, Tumblr, notas de Facebook, sitios personales o la red social de su preferencia. Sabemos que, en su forma más burda, y para evitarnos problemas o discusiones, la literatura es plasmar algo en algún lenguaje. Incluso los dislates de una quinceañera ("antes de criticarme, intenta superarme", en un florido desplante de mayúsculas y signos de puntuación que simulan mariposas) entra en el cajón. Es ahí, que para evitarse dolores de cabeza, un lector medianamente diestro debe recurrir a la siguiente y enorme pregunta para conseguir algo de calidad: ¿Quién decide la Literatura, la buena, la entretenida, aquella que puedo leer sin sentirme avergonzado o bien, la literatura de impulso que cambia la percepción del mundo, el lente artístico, la conservación de la memoria y la documentación de lo necesario? No siempre se puede confiar en la opinión de los amigos. Algunos están casados con un autor, se lo beben como agua y quizás, ahí, se acaben sus recomendaciones; Quizás lo leen y lo recomiendan por una experiencia personalísima de lectura, que en otros no influirá del mismo modo que influyó en ellos; o sus recomendaciones rayan en lo banal, lo entretenido, lo cual no está mal pero tampoco es lo ideal, claro, cuando se busca retar un lector interior medio exigente, medio quisquilloso. No se puede confiar plenamente en los organismos literarios para responder esa pregunta, por ejemplo, con los recientes escándalos de Bryce Echenique y Sealtiel Alatriste; aún cuando alguien tomara la tarea (chupada por el diablo) de defender alguna de sus obras, el internet se cobró con la distribución de sus errores como escritores y ponen en tela de juicio, aparentemente, todo lo demás. Por otra parte, están los buenos premios literarios, los justos, los bien ganados. ¿Cómo encontrarlos si no están arrumbados en alguna bodega gubernamental o universitaria? ¿Cómo distribuirlos para que esa literatura se conozca, florezca y comparta? ¿Es posible confiar en las novedades editoriales? ¿En las portadas, las contratapas y los letreros grandes y amarillos, como mercado de verduleras, que avisan de los estrenos? Supongamos que sí, supongamos que un consumidor ya superó las islas abarrotadas de libros y a los ayudantes que intentan calar el agua antes de recomendar uno de autoayuda. Supongamos que no es de los que dicen: "Ojalá tuviera tiempo para leer" porque como dios del tiempo, al menos puede leer unas horas a la semana. También supongamos que es un lector asiduo y que, al menos, compra dos libros a la semana porque es un espécimen maravilloso, rápido, devorador y que además, la brevedad de los libracos escogidos permiten una lectura amena. Haga las cuentas, como problema en examen de física, ¿cuánto se gastó Juan si compró tres libros? ¿A poco tienen tanto para leer? ¿Y de esos que se leyó, cuáles recuerda y por qué? Ahora vámonos al otro lado, saquemos la cabeza por la otra ventana, esa que está construida a base de pixeles, de código HTML, abundantes tipografías y de estándares web. Imagine a un lector al que no le gusta perder el tiempo, quien confía en sus aparatos

y que, simplemente, cargar un libro muy grande en la chamarra es un estorbo. Un lector que tiene una serie de sitios web que visita con regularidad: una chava escribe sus recetas para bajar de peso, un hombre publica fotografías y una pequeña historia todos los días, un colectivo escribe webcómics de humor cruel, un humorista fácil como placer culpable pero que provoca hartas carcajadas para los malos días y un personaje indeterminado cuyas ráfagas poéticas remueven ciertos recuerdos infantes. Ese lector lee libros, pero lo hace en su dispositivo y son esos pequeños antojos encontrados como breves, como lectura fácil y complaciente. Por accidente, quizás, ha leído uno de Chéjov, fragmentos de Sade, cuentos de Borges y de Onetti, los cuales han despertado cierto impulso literario. Nota en los videojuegos una experiencia literaria válida, aunque le falta lenguaje y contexto para nombrarlos como tal: Los acertijos de Silent Hill con la construcción de un microcosmos a través de historias (e historias de culpabilidad y pecado que se parecen a Karamazov) o las escenas entre cortes de algún Final Fantasy en 16bits, que rememoran vagamente pasajes de Ibsen o de Maetherlinck. ¿Esos no son literatura? ¿Esos también son literatura? ¿Quién decide lo que es literatura? ¿Qué libros se deben leer, qué blogs se deben analizar, qué microficciones en Twitter se deben conservar y qué videojuegos son capaces de, sino provocar una experiencia artística, una experiencia literaria memorable? Al parecer, Internet y sus ciudadanos ofrecen solucionar el problema cuando, a la semana, alguien se le ocurre construir una lista, nacimiento y muerte de un canon, de los libros que debes leer antes de morir, los juegos que debes de jugar, los cinco blogs indispensables de este tema y del otro, o los cinco usuarios de Twitter más influyentes en su ramo. Esta abundancia de listas no existiría si la gente no sintiera la necesidad de encontrar un instructivo válido, cómodo y estrictamente apegado a sus requerimientos. Igual que yo, aunque de modo quizás inconsciente, quisieran resolver esa pregunta: ¿Quién dicta lo que es literatura? ¿Quién dicta lo absolutamente indispensable? ¿Es posible que mis gustos breves, perdidos en el océano binario, tengan la capacidad de sobrevivir al tiempo? Con esa pregunta encima, y que me pegó durante varios años leyendo blogs, leyendo libros, escribiendo mi bitácora (diez años al aire preguntándome inútilmente cuánto vale lo que escribo), jugando en mis tiempos libres, decidí simplificar la respuesta: Literatura es lo que estoy leyendo en el momento, y lo que sobrevive después del momento. Lo leído adquiere valor cuando tiempo después (días, meses, años) escribes una anotación sobre el libro que leíste, asocias el presente con el pasado cuando tuviste el libro entre tus manos (o viceversa: cuando el texto actual te saca de tu silla y explota algún recuerdo) o platicas un cuento con algún amigo como algo que te pasó. Literatura puede ser platicar de cómo Joker le contó un chiste a Batman que le hizo reír, igual que lo es contar cómo un dios le jugó una broma a Ayax y le hizo creer que las cabras le hablaban. La literatura son historias transmitidas con la capacidad de trascender el medio, y también es entender que el medio, simplemente, es una forma de conservar esas historias para cuando necesiten ser transmitidas otra vez. Lenguaje bello, precisamente construido, para alumbrar un mundo aparentemente oscuro o, quizás, producto de un diablo cruel, oscurecerlo todavía más con premoniciones y advertencias.

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22 / Esnob / Enero 路 Marzo 2013


mexicana

Prepping a la ¿Cómo y para qué se preparan?

Por Alberto Espinosa / Ilustraciones de Gibrán Aquino

Los vimos en NatGeo: estadounidenses que se preparan de distintas formas para una catástrofe que intuyen próxima. Hombres y mujeres que buscan formas de proteger su hogar para poder refugiarse y sobrevivir por meses, años inclusive, cuando llegue dicho desastre. Los vimos armando enormes despensas de alimentos conservados para tener una reserva que dure años; reforzando su hogar con el fin de que este no sea vulnerado por otros seres humanos menos previsores que ellos. Los vimos, también, diseñando planes de huida en caso de tener que desalojar; armando kits especiales para rondar un mundo postapocalíptico; aprendiendo técnicas de supervivencia, pues, si la humanidad va estar en jaque, estas personas quieren ser las últimas en morir.

Enero · Marzo 2013 / Esnob / 23


Preppers_a la Mexicana

A Los preppers o survivalists cobraron mucha relevancia a finales del año pasado como parte del furor apocalíptico que se vivió luego de que se especulara (un poco a manera de broma colectiva, según yo) que el mundo acabaría.

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l menos esta es la imagen que nos generó el programa televisivo Doomsday Preppers. El programa, desde luego, buscó los preppers más radicales, pero existen, como he comprobado, personas comunes que no tienen propiamente delirios apocalípticos y que, sin embargo, practican en mayor o menor medida el “supervivencialismo”. Los preppers o survivalists cobraron mucha relevancia a finales del año pasado como parte del furor apocalíptico que se vivió luego de que se especulara (un poco a manera de broma colectiva, según yo) que el mundo acabaría. Hubo otro suceso por aquellas fechas que sin duda colocó a los preppers en el horizonte de la opinión pública: la matanza de niños en una escuela de Newport, Connecticut. Según algunas fuentes, la madre de Adam Lanza, perpetrador de la masacre, era prepper; de ahí que poseyera las armas de las que dispuso Adam. Porque, en efecto, una parte fundamental del estar preparado es tener armas con las cuales defenderse de aquellas personas que al no haber sido igual de precavidas, querrán robar los víveres o aprovecharse de los refugios. Lo de que la señora Lanza era prepper no fue más que una especulación a partir de las declaraciones de gente que la conocía, pero la matanza de Connecticut revivió un importante debate público en Estados Unidos: el control sobre las armas de fuego, debate en el que los preppers, defensores de la libertad de poseer armas, están jugando un importante papel. El “supervivencialismo”, por motivos sobre los que reflexionaré más adelante, parece ser un fenómeno propio de las sociedades de países poderosos y desarrollados, principalmente Estados Unidos. Sin embargo, al ser México un país con una influencia cultural estadounidense tan fuerte, me propuse investigar si por acá tenemos gente que practique el prepping. Sin duda, no es una práctica común en nuestro país, parece incluso contraria a la idea que sobre nosotros mismos hemos forjado los mexicanos. Los mexicanos consideramos que, a nivel idiosincrático, somos más bien gente poco cuidadosa y previsora. La nefasta planeación urbana de nuestras ciudades sustenta un poco esta opinión generalizada que, creo, tenemos de nosotros. Sin embargo, gracias a Internet, pude encontrar foros de mexicanos que, a su manera, practican el “supervivencialismo”. Me puse en contacto con algunos de ellos para poder conocer un poco más sobre su forma de ser preppers. En concreto, logré conversar con Roberto de la ciudad de Oaxaca, y con Jesús (con quien tuve la oportunidad de charlar más a fondo) de la ciudad de Chihuahua, quienes me dieron información suficiente para forjarme una idea más aterrizada sobre el “supervivencialismo”.

Muchas veces se cree que los preppers piensan que el mundo está por terminar y se preparan para ello. Si bien hay casos en los que es así, y sin duda el discurso de algunos tiene una fuerte carga apocalíptica, normalmente un prepper no está considerando específicamente el fin del mundo. Los preppers se preparan, entre otras cosas, para desastres naturales, epidemias, desastres ocasionados por el hombre (guerra, accidentes nucleares), crisis sociales y económicas, entre otras catástrofes. Hay preppers que optan por estudiar su entorno y prepararse para situaciones posibles, mientras que otros optan por situaciones más drásticas y que a muchos nos parecen improbables. Jesús sería del primer grupo, pues hizo mucho énfasis en las contingencias climatológicas comunes en su ciudad, particularmente las heladas. Él ha adecuado su casa para estar mejor preparado para enfrentar los fríos extremos; para evitar que “las inclemencias del tiempo le cobren la factura” a su familia. Por su parte, Roberto podría entrar dentro del segundo grupo: dijo estarse preparando para una crisis financiera mundial o para algún evento que lo obligue a abandonar su hogar como un sismo o la erupción de un volcán; se prepara también para lo que llamó “la destrucción de la tecnología” o para una guerra. Aún más en específico, y esto me lo confesó en una segunda conversación, Roberto se prepara para una tormenta solar que afecte la tecnología ocasionando un caos absoluto. Tanto en el caso de Roberto como en el de Jesús, encontré que su acercamiento al prepping tuvo que ver más con un pasatiempo. Ambos se interesan por el campismo, las actividades al aire libre y la supervivencia en entornos naturales. En el caso de Jesús, su padre tenía un rancho donde tuvo contacto con niños de zonas rurales y conoció la “autosustentabilidad”, cosa que relaciona con el prepping. “Sobrevivir y progresar en la naturaleza”, dijo. Porque, sin duda, el prepping tiene algo de gente en contextos urbanos que siente el deseo (una especie de saudade) de ser hombres primitivos, capaces de sobrevivir por sus propios medios. Ambos dijeron haber empezado por el campismo y de ahí haberse acercado a literatura prepper. Aunque dar el paso de aprender a sobrevivir en la naturaleza a volverse preppers tuvo que ver con leer signos en su entorno que les alertaron sobre la necesidad de estar preparados. Para Jesús fueron las heladas que azotan su ciudad en invierno, para Roberto fue la inestabilidad política que percibe en el país así como los cambios atmosféricos. Roberto sostiene que existe un protocolo de la ONU que pide que los desastres naturales se manejen con discreción. Dijo que conoce, por Internet, que existen mucho más desastres naturales alrededor del mundo de los que la prensa reporta.


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Preppers_a la Mexicana

En esencia el prepping es una actividad individualista; Se trata del individuo que se demuestra a sí mismo que es capaz de enfrentar por sí solo las catástrofes.

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Para Roberto lo más cercano a tener amigos preppers son sus amigos con los que sale a acampar y ensayar la supervivencia en la naturaleza. Como ambos me explicaron, no conocen personalmente a otros preppers. Su acercamiento con ellos se da en línea, en foros como el que utilicé para contactarlos. El prepping parece ser una actividad que se vive en solitario. Ambos afirmaron ser cuidadosos con quién comparten su interés “supervivencialista”, pues la gente es escéptica al respecto y “los tildan de locos”. “Hablar de ser prepper es como hablar de fantasmas o de ovnis”, dijo Roberto. A mi parecer hay algo más que el rechazo social. Creo que en esencia el prepping es una actividad individualista, lo cual, a pesar de tratarse de un regreso al hombre que tiene que defenderse de la naturaleza, diferenciaría a los preppers del concepto del hombre primitivo que concebimos más comunitario. Se trata del individuo que se demuestra a sí mismo que es capaz de enfrentar por sí solo las catástrofes. Algunos preppers sostienen la necesidad de estar preparados para los desastres, pues los gobiernos serán incapaces de responder en caso de emergencias. “Se trata de quitarle una carga hasta al gobierno si lo quieres ver así, porque pues mucha gente espera tontamente que el gobierno los saque de todos los problemas, y se ha demostrado que no es así”, sostiene Jesús. Los preppers también desconfían del sistema: “estamos acostumbrados a que todo se nos dé por medio de un proveedor” y a que “todo lo consigamos de manera fácil por medio de canales que ya conocemos”. Jesús considera que hay que aprender a aceptar que las cosas no siempre saldrán como estamos acostumbrados. También parece haber cierto recelo para compartir la forma en la que se preparan. Tiene sentido, uno no quiere compartir abiertamente su estrategia. Esto lo deduzco de Jesús, quien me dijo que no sabe qué tan preparados están sus conocidos preppers estadounidenses con los que tiene contacto por Internet. Así mismo, Jesús sostiene que hay una gran reticencia entre la gente de México para compartir su conocimiento prepper: “si subes a Internet un cuchillo que descubriste y que quieres compartir, te cae el experto cuchillero y te pone una tranquiza”. En este sentido, los preppers que aparecen en la televisión mostrando sin recelo sus tácticas y aditamentos, no serían representativos del prepper común. El individualismo en el prepping parece ser un obstáculo para que se formen comunidades preppers. Sobre esto cuestioné tanto a Jesús y a Roberto, como a las personas que participan en los foros que visité. Me interesaba saber si existe tal cosa como un movimiento social prepper o si los supervivencialistas tienen formas organizativas. Si bien no puedo afirmar que estas no existan, me dio la impresión que no hay más formas organizativas que los sitios en Internet. Entre lo que pude descubrir es que existen ciertos códigos que comparten entre “supervivencialistas”. Acrónimos como TEOTWAWKI: The end of the world as we know it (el fin del mundo como lo conocemos). O siglas como WTSHTF: When the shit hits the fan (aludiendo a los resultados imprevisibles de una catástrofe), WTROL: Without the rule of law (aludiendo a una situación en la que el sistema y sus leyes ya no estén funcionando). Lo que Jesús considera como lo más cercano a la práctica de un prepping comunitario lo podríamos encontrar en los menonitas y los mormones de Chihuahua quienes, en opinión de Jesús, llevan años practicando el prepping a su manera; desde luego sin asumirse como preppers.


A pesar de la supuesta reticencia a compartir información, indagué sobre las formas cómo se preparan Jesús y Roberto y los encontré muy dispuestos a contármelo. En concreto, Jesús (quien considera que las casas en México están mal construidas, “como de mentiritas”) construyó una cisterna en el patio de su casa para tener agua en caso de que falte. Así mismo engrosó las ventanas y protegió el techo con una capa de poliuretano para aislar el frío. Igualmente, busca sustituir la tubería por un material más resistente pues eso ha fallado en su ciudad cuando hace mucho frío. También compró una estufa de leña, esto último fue lo que más problemas le ocasionó con su esposa. Finalmente, adquirió un tanque de gas extra. Pero le faltan muchas cosas, pues, para él, el prepping es un proceso que nunca termina. Existen preppers que buscan adecuar su casa como refugio; es el caso de Jesús, quien considera su casa su “último bastión”. Pero hay otros preppers que prefieren estar preparados para desplazarse; es el caso de Roberto, quien tiene una “mochila de 72 horas” (algo muy común entre los preppers). Roberto me enlistó todo lo que contiene su mochila: está diseñada para sobrevivir en la naturaleza, y podría pasar por una de campismo, salvo por la recomendación de llevar todos los documentos importantes. Sin embargo, como explicó Roberto, muchas personas llevan armas en sus mochilas, por si

son asaltados o se tienen que enfrentar a un animal. Las distintas elecciones sobre cómo ser prepper tienen que ver con una lectura sobre los riesgos en el entorno. Jesús explicó que mientras que él, en Chihuahua, opta por tener un bunker donde refugiarse del frío, a los que vivimos en el centro del país nos recomienda tener un vehículo para salir con fluidez de la ciudad y tener lo que se llama en prepping “un retiro”, un lugar fuera de la ciudad para refugiarse. Recomienda, también, llevar una mochila de setentaidós horas. Lo anterior porque nuestros mayores riesgos por acá, dice, son los terremotos y las erupciones volcánicas. Quise también indagar desde un enfoque psicológico: ¿Qué tanto se angustia un prepper ante la necesidad de sentirse preparado? ¿Se puede estar tranquilo cuando uno se plantea esta serie de escenarios cuando menos catastróficos? “Lo importante es ir avanzando poco a poco”, dijo Jesús. “Lo importante es la planeación, tiempo y dinero, y pues uno también se encomienda a sus creencias religiosas. Es una angustia sana. Te entretiene, tienes ahí tu desahogo.” Parece haber un parte divertida del prepping y una sensación reconfortante en irse sintiendo más preparado. Pero como advierte Jesús, “no te puedes preparar para todos los escenarios posibles, es un error querer estar preparado para todo, por mucho que veas en NatGeo al cuate que

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El inicio del prepping se suele situar durante la Guerra Fría, cuando la amenaza de una guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética ocasionó que muchos estadounidenses vieran la necesidad de prepararse para un inminente ataque nuclear.

se prepara para un colapso económico y tiene chorrocientasmil latas de comida y armas”. En su caso, Jesús, que es padre, no busca angustiar a sus hijos sino enseñarles que hay que estar preparados y a saber utilizar las medidas que ha implementado en su hogar así como a cuidar los recursos, los cuales pueden faltar en cualquier momento. También me comentó que los manuales militares ayudan psicológicamente. Sin embargo, mostró muchas reservas con respecto a los preppers con formación militar. Lo militar está muy ligado al prepping. Consideremos que el inicio del prepping se suele situar durante la Guerra Fría en la década de los sesenta, cuando la amenaza de una guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética ocasionó que muchos estadounidenses construyeran refugios en sus casas y vieran la necesidad de prepararse para un inminente ataque nuclear. En esta época se pusieron de moda las aterradoras máscaras de gas. El ataque nuclear nunca llegó pero la sensación de desasosiego pervivió en la sociedad norteamericana. Con el tiempo surgieron nuevas amenazas: crisis económica en los setenta, la adquisición de conciencia sobre el impacto ecológico del hombre y el sobrecalentamiento global, el temible Y2K de los tardíos noventa, los ataques del 11 de septiembre de 2001 y la amenaza terrorista. El huracán Katrina en 2004 también concientizó a los estadounidenses sobre la posibilidad de enfrentarse a desastres naturales. “El prepper gabacho tiene muchas cosas qué pensar, por las políticas internacionales de su país, tienen distintos tipos de amenazas.”, me afirmó Jesús. Muchos preppers son ex militares que al volver de la guerra sintieron la necesidad de proteger sus hogares y familias. Para Jesús, muchos de estos preppers “están dañados”, pues hacen mucho más énfasis en la parte de proteger lo suyo y utilizar armas para hacerlo. “Sólo quieren echar bala, son muy paranoicos.”, me dijo. “Pero ya no es prepping, eso ya son chingaderas”, añadió al narrar la historia de un prepper norteamericano que construyó un madriguera desde donde, escondido, busca atacar a los intrusos en su propiedad. En concreto, Jesús habló de los preppers texanos, a quienes describió como muy celosos de lo suyo. De ahí que muchos de ellos se puedan vincular con los Minutemen y con milicias dedicadas a “cazar” migrantes. Incluso considera que muchos preppers, en este deseo por cuidar lo que les pertenece, tienen un fuerte discurso anti migrante y anti mexicano. En efecto, los preppers en muchas ocasiones son relacionados en el imaginario colectivo con ideologías extremistas y actividad paramilitar. No obstante, Jesús defiende el uso de armas por parte de los supervivencialistas. “Viendo la dinámica de los preppers estadounidenses, las armas son casi un artículo de primera necesidad”, afirmó Jesús, quien considera que en una situación de desastre habrá “elementos de película zombi: la gente querrá robarte lo que tú tienes”. Jesús me dijo que lo más importante es la discreción, que no se sepa que se está preparado, pero si esta no se logra, “será necesaria la agresión, dicen los preppers americanos”. “Ahí tienes que te caiga una horda de zombis aporreándote la puerta y las ventanas” me ilustró Jesús. “De que

se muera tu abuela a que se muera la mía que se muera la tuya a la fregada”, añadió. Para Jesús se trata de una justificación que tiene lógica, por eso los preppers americanos tienen muchos tipos de armas. “Aquí nos morimos todos antes que se lleven una lata Campbells de mi alacena.”, sentenció. En este sentido, a Jesús le preocupa que en México sea tan difícil hacerse de una buena arma, las cuales considera “están en manos solamente de policías, militares y malandros”. “En Estados Unidos tienen un AK47 como weapon of choice, o una escopeta, una Mossberg. Aquí, si acaso, podrás hacerte de una pistolita 25, 22 y probablemente y si eres miembro de un campo de tiro o cazador cinegético un 30 un 30.06. Si bien no podemos tener las armas de allá acá podemos, como sea, tener una pistolita. Esto es sólo para cuando la cosa se ponga fea”. Jesús considera las armas como una herramienta fundamental para el prepping, al menos para uso disuasivo, como último recurso. “Nos asusta mucho que haya armas en las casas, pero tal como están las cosas en el país, no es para menos. Las armas son, entre comillas, indispensables en las casas.” En Estados Unidos, considera, las leyes se transgreden menos porque la sociedad civil está bien armada y se puede defender. A pesar de tener que ser cuidadoso con quién comparte sus prácticas supervivencialistas, Jesús considera necesario difundir las ideas del prepping, pues este “no es privativo de una elite”. A Jesús le gustaría crear una asociación para extender la información a mucha gente. Considera necesario que la gente se entere de esto y busque dentro de sus posibilidades estar preparada para los desastres. Busca concientizar sobre los cambios que hay en el clima y los riesgos a los que nos podemos llegar a enfrentar todos. Del programa de National Geographic Channel, Jesús se quejó de que “en el mismo programa echan por tierra los preparativos de sus protagonistas. Expones todo: tus equipos y tus loqueras y sale el experto a decir que es improbable”. Yo no pienso juzgar los preparativos de Jesús y de Roberto, sin embargo, quisiera concluir con una reflexión sobre por qué el prepping, en mi opinión, tiene menos posibilidades de éxito en México. Creo que la sociedad mexicana no tiene la misma confianza en su gobierno y su sistema como lo tiene la sociedad estadounidense. De ahí que sea más improbable que surjan voces disidentes que busquen concientizar sobre lo riesgoso de confiar ciegamente en que las cosas no van a salir mal. Aquí en México convivimos cotidianamente con las cosas saliendo mal. La violencia y el caos son de todos los días y no una amenaza casi esotérica. Otro aspecto a considerar es que, en México, un amplio porcentaje de la población no tiene siquiera una vivienda bien construida o con todos los servicios; acondicionar sus casas para una posible catástrofe parece, en este contexto, un lujo. No obstante, los medios de comunicación, las teorías conspiratorias, y la sensación de estar a punto del colapso de la civilización pueden llevar a que la práctica se difunda más en este país. De entrada, es un negocio sumamente lucrativo el de asustar a las personas para luego venderles los productos con los cuales protegerse, de esto, creo, alguien con espíritu “emprendedor” fácilmente podría intentar aprovecharse.

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La_historia de...

tweed

La

historia del Por Dante Franco

En 1835, en la finca Glenfeshie, nació el tweed. Una tela hecha para defenderse del traicionero clima del Reino Unido. Una tela que se volvió icónica y que ha sido símbolo de la modernidad siendo, a la vez, clásica. El tweed es una tela que se ha modificado junto con la sociedad y que ha reflejado los diferentes cambios culturales. Desde el entusiasmo de la era espacial, hasta el nuevo look postmoderno de los hipsters que inundan el mundo actual.

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El tweed ha sido utilizado para crear amplificadores, como el Fender Tweed, interiores de hoteles, abrigos, sacos, trajes y chamarras, gorras, guantes y bufandas. Y todo comenzó como una tela gruesa que aguantara el uso y abuso diario de las cabalgatas de caza, las borracheras inglesas y el frio endemoniado de la campiña abandonada por el sol e invadida por la niebla. El tweed, como la mayoría de las grandes cosas, comenzó de una manera humilde. Pero al más puro estilo británico, la realeza lo tomó y se convirtió en un símbolo de estatus. La realeza tenía su propio patrón, todos querían tener un patrón propio. Esto causó que una multitud de patrones comenzaran a emerger, desde el clásico Herringbone o el Príncipe de Gales, hasta los más extraños como el Lovat o el Elcho. Todo tipo de prendas se fabricaron: abrigos, guantes, gorras, trajes, sacos. El tweed estaba de moda. Los molinos de lana comenzaron a crear nuevas confecciones, colores y texturas. El tweed se había convertido en todo un fenómeno de la moda masculina. Pero no todo era eterno y el tiempo del tweed como tela esnob, terminó. Los viejos abrigos se convirtieron en una prenda de trabajo, el antiguo esplendor de los trajes dio paso a los nuevos abrigos que más que un fashion statement eran una indumentaria para protegerse del frio en temporada de caza. Los trajes de tres piezas se guardaron en el fondo del clóset.

El tweed, como la mayoría de las grandes cosas, comenzó de una manera humilde. En la década de los cincuenta, el mundo se había casi recuperado de los estragos de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría se veía en el horizonte y EE.UU. entraba a Corea. Mientras el Imperio británico se debilitaba, Chanel se fortalecía. Y mientras Christian Dior lanzaba el “New Look”, Chanel proponía la contraparte: formas cuadradas, forros de seda, contra figuras de reloj de arena, estilizadas. La casa de Chanel lanzó dos piezas icónicas: el pequeño vestido negro, considerado el modelo T de la moda femenina, bello, barato y durable; y la pequeña chamarra negra, la evolución del suéter, una pieza atemporal que dividió el átomo de la moda. La chamarra no fue bien recibida por los críticos de la época, pero el día de hoy, recibe una exposición en Londres, celebrando su estatus como ícono, recreada por ni más ni menos, que por Karl Lagerfeld: la pequeña chamarra de tweed, color negro. Una pieza que fue utilizada por Jackie Kennedy, esposa de otro exponente del tweed. John F. Kennedy, el hombre que se encargó de matar al sombrero en su inauguración presidencial, logró poner de moda de nuevo el saco de tweed, que fue adoptado por las universidades americanas y se consolidó como el estilo casi cliché del intelectual americano. Un estilo más relajado, zapatos sin agujetas, corbatas de rayas, sacos de hombros relajados y cuadrados, de tres botones en su mayoría, hechos de tweed. Había comenzado el periodo de americanización del tejido. Es posible encontrar en innumerables fotos a los Kennedy y a otros hombres poderosos vistiendo tweed. Pero destaca la figura, hasta la fecha, del intelectual(oide) higienizado, barba, lentes de pasta, saco de tweed, pantalones de color caqui y con una opinión sobre absolutamente todo y una voluntad de debatir todo lo que salga de la boca de cualquier otra persona. El tweed había entrado a la cultura popular de nuevo y se podía encontrar en colecciones de moda. La subcultura mod le adoptó. No sin resistencia de Savile Row, la máxima casa de estilo

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La_historia de... inglés. Donde los hombros acentuados, la cintura suprimida y las dos ventilas eran un axioma. El tweed sufrió un cisma: la tendencia americana, más relajada, contra la tendencia inglesa, más cuadrada y formal. Un choque de culturas que iba más allá de la ropa. Durante los sesenta, la época de la beatlemania, Fender, la conocida casa musical americana, forró uno de los mayores éxitos en amplificadores en una maya de este tejido. Channel seguía cosechando éxito con su pequeña chamarra negra, y los ingleses se seguían posicionando como los máximos exponentes de la formalidad. El tweed ya no era local, era un fenómeno mundial. Se había cimentado en la alta costura y en la elite americana, en la televisión y en el cine. Era un símbolo de la herencia cultural del Reino Unido y del sueño americano. Las diferentes casas fabricantes gozaban de fama y surgían tweeds de lujo. Entre ellos Harris Tweed, una de las pocas marcas originales que sobreviven a la fecha y que tiene denominación de origen.

Durante los sesenta, la época de la beatlemania, Fender, la conocida casa musical americana, forró uno de los mayores éxitos en amplificadores en una maya de este tejido. Pero no todo es eterno, Kennedy fue asesinado, Apollo, aquel emblemático programa que llevó al hombre a la Luna, era cosa del pasado. La Guerra Fría estaba en su apogeo. Los sacos, trajes y corbatas skinny desaparecían en favor de las playeras polo, la mezclilla y las playeras de algodón. Gary Grant pasó a ser un héroe del pasado, y Bob Dylan la figura del futuro, con su mezclilla y seda. El tweed se mantenía como parte del estilo “intelectual” y quedaría estigmatizado como una tela de “profesor”. La era del tweed parecía había terminado. La era de lo casual, comenzaba. Pero, en junio de 2010, la multipremiada serie inglesa Dr Who presentó la onceava encarnación del Doctor. ¿Su atuendo? Una corbata de moño, tirantes, pantalón negro, chelsea boots, y un saco de tweed. Inmediatamente, las ventas de artículos de tweed se dispararon. Había comenzado el regreso del tweed a la cultura pop. Robert Langdon, de Ángeles y demonios, El símbolo perdido y El código Da Vinci utiliza un saco de tweed, Nike realizó una edición especial de tenis con esta tela, el hotel de cinco estrellas en Glasgow, Blythswood Square, acondicionó sus interiores en tweed. Cada vez más y más revistas, publicaciones y diseñadores le dan su lugar. Desde una carrera llamada TweedRun (vistiendo trajes tradicionales de tweed), hasta artículos centrales en GQ, Esquire, o Mr.Porter. Diseñadores de lujo como Band Of Outsiders, Dolce & Gabbana, Michael Bastian o Brioni han adaptado al tweed en piezas que van desde los 1,500 dólares hasta los 4,575 dólares. El tweed retomó su lugar como tela de élite en la alta costura. Y una nueva ola de tiendas de diseño han comenzado a tratar de disminuir esa brecha, como ASOS, o Topman, que ofrecen prendas entre los cien y los cuatrocientos dólares. El tweed ha evolucionado, existen variantes hechas de lino en vez de algodón, colores, patrones diferentes, cortes. Pero el corazón del tweed sigue ahí. Más que un ícono cultural, un fashion statement o un símbolo del elitismo y la rebelión social, el tweed

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es un clásico. Un clásico confiable, confortable y hermoso. Existe algo en los intrincados patrones que nos transporta al pasado, a la campiña escocesa. Probablemente no saldremos a cazar nuestra cena en la lluvia, entre el lodo, pero sigue siendo una tela de confort, el tweed es el caldo de pollo del mundo de las telas y la alta costura. Ha sobrevivido a varias guerras, diferentes generaciones lo han despreciado y posteriormente alabado. El tweed, más que cualquier otro tejido, es una historia, un legado y una actitud que te puedes poner en cualquier momento. Una forma de vida que está disponible en tu tienda más cercana.

A continuación, un montón de hipsters y un viejito (hipster) usando sacos de tweed. Enjoy!

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Sobre_música

vivientes

las bandas La noche de

Por Momo Bloom

Miedo a envejecer, a ser olvidado; miedo a no cumplir las expectativas o nostalgia del pasado. Los anteriores son posibles sentimientos que se entremezclan en los corazones (y egos) de tantos músicos que resucitan o se niegan a abandonar el ojo público. Una plaga de reanimación ha infestado a artistas que buscan refugio en el reencuentro de agrupaciones que parecían superadas, olvidadas o transformadas. El fenómeno no es novedoso, existen bandas que han abusado de su calidad de banda vintage o de culto, para satisfacer a sus leales seguidores y al mismo tiempo atraer y chuparle la juventud a nuevas víctimas. El caso más ilustrativo: los Doors del Siglo 21 (the Doors of the 21st Century) donde los decrépitos Manzarek y Krieger han tratado de aferrarse al éxito transgeneracional de The Doors. A fin de cuentas, estos viejos sabuesos de la música, conocen perfectamente los beneficios de dicha resurrección. Contrariamente a su compañero John Densmore, quien evitó que usaran el nombre The Doors y continúa su lucha contra el uso comercial de las melodías. El cinismo comercial se palpó de igual manera en la gira de reunión de Soda Stereo. Hace cinco años, las diferencias irreconciliables entre los miembros del trío se disolvieron para permitir “Me verás volver”, una gira por Latinoamérica acompañada de un disco compilatorio. Tal vez hubo cierta curiosidad de viejos compañeros por reunirse, pero resulta difícil creer que ese fuera el único motivo que impulsó la reunión. Puede ser que el interés monetario fuera el pretexto que juntó a los integrantes y que al redescubrirse surgiera un interés genuino.

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Sobre_música

Posiblemente una situación similar fue la de Caifanes, quienes al igual que Soda tuvieron una separación abrupta, no del todo cordial, y tras años de distanciamiento, concretaron una repentina reunión. Sin embargo, los argentinos cumplieron justo lo que firmaron: una gira y el disco, mientras que la banda mexicana regresó prometiendo una presentación única durante el Vive Latino 2011 y terminaron ofreciendo una gira internacional.

Una plaga de reanimación ha infestado a artistas que buscan refugio en el reencuentro de agrupaciones que parecían superadas, olvidadas o transformadas. Otra sospechosa reunión, donde el interés económico pareció el motor, aunque la calidad de las presentaciones y la reacción de los integrantes sugirieron un genuino interés por resucitar fue la de The Stone Roses. El guitarrista John Squire había declarado que si Ian Brown le propusiera reunirse, él se opondría. En junio de 2011, incluso dijo en una entrevista para NME que los rumores sobre una reunión sólo demostraban que sus seguidores habían alcanzado una edad en la que podían pagar boletos para un concierto, pero que llegar a juntarse por un gran cheque sería trágico. Estas declaraciones calmaban las sospechas que, aunadas a la sólida carrera solista de Ian Brown, hacían impensable una reunión. Menos de seis meses después de dicha entrevista, sucedió lo inesperado: luego de cinco años de conflicto, el guitarrista John Squire e Ian Brown se reconciliaron. En un comunicado de prensa en octubre de 2011 dieron a conocer sus planes sobre una gira por el Reino Unido. Si tomamos en cuenta los comentarios previos de Squire, y las buenas reseñas de los conciertos, me atrevo a decir que su idea de juntarse podría estar vinculada con algún tipo de maduración emocional. Tal vez Brown logró vencer sus adicciones, dejó su ego a un lado y quiso limar asperezas con su amigo de la infancia. Al igual que Alejandro Marcovich de Soda Stereo y Saúl Hernández de Caifanes, no obstante los posibles beneficios monetarios de sus giras, sus presentaciones en vivo mantienen una sensación de honestidad. Después del primer concierto de reunión, ambas agrupaciones se reencontraron con una química musical que habían olvidado o que se había corrompido al final de sus carreras. De naturaleza contraria, tenemos el caso de bandas cuyo resurgimiento, más que una reagrupación nostálgica y cordial, fue motivo de conflicto. Claro ejemplo el de New Order, quienes a pesar de ser producto de la adaptación de una banda moribunda (Joy Division), pareciera que, conforme envejecen, les cuesta soltar lo que alguna vez fueron. Tras algunos años de inactividad y esporádicas vueltas a la producción musical, formalizaron el fin en 2007. Sin embargo, hasta los términos de separación fueron un campo de batalla entre egos. Por un lado, teníamos a Peter Hook anunciando la separación y por el otro, Bernard Sumner la negaba a los medios argumentando que solamente Hook salía de la banda. Finalmente, un par de años después, Sumner declaró que no quería volver a hacer música bajo el nombre de New Order. La creación de otros proyectos de Bernard, como Bad Lieutenant, hacían creer

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que seguiría la misma fórmula post Joy Division, es decir, que los mismos integrantes se reinventarían con un nuevo proyecto. Pero, al parecer, la nostalgia musical de su excompañero Peter Hook que lo hacía revitalizar canciones de Joy Division, tentaron a Sumner. Entonces él resucitó su ambición por seguir utilizando el nombre de New Order, sin embargo, siendo fiel a su declaración, no ha creado nueva música. A diferencia de su reactivación durante el 2008, con el álbum Waiting for the Sirens' Call, actualmente la banda sólo viaja por el mundo con una gira de éxitos. A pesar de las excelentes presentaciones de New Order, debo aceptar que no se siente libre de rencores o anhelos del pasado. Más bien se siente como el plan B de Bernard Sumner por tener éxito comercial y demostrarle a Peter Hook que él también puede. La pelea de egos sigue presente, inclusive, durante sus actuales presentaciones en vivo. Como introducción al bloque de canciones de Joy Division, Sumner comenta a la audiencia que a pesar de no tener permiso para hacerlo (problemas legales con Peter Hook), tocarán esas canciones. Estas discusiones infantiles y sus caprichos egocéntricos hacen que a diferencia del crecimiento de los Roses y la cordialidad de Caifanes y Soda, la reunión de New Order se sienta inmadura. Otro tipo de resurrecciones musicales surgen de bandas

que a pesar de no haber tenido una turbulenta desintegración, conflicto mediático o incluso una separación oficial, fueron más bien sepultadas por su inactividad. Tal es el caso de Pulp, quienes mantuvieron un hiato de nueve años, mientras Jarvis Cocker exploraba mundos cinematográficos, su capacidad de solista, y Steve Mackey producía jóvenes promesas musicales como Florence + the Machine. La banda se reactivó con la agrupación original de Different Class y a diferencia de los grupos que mencioné anteriormente, en Pulp sí hay ambición por crear sonidos nuevos. Ver a Jarvis disfrutar de su música y sus compañeros, me hace confiar en que esta gira, con éxitos del pasado, no es producto de una crisis emocional sino un pretexto para recalentar motores y echar a andar de nuevo a la máquina. Considerando los casos anteriores, me permito el beneficio de la duda. El resurgimiento de bandas durante el último año, no tiene por qué relacionarse con ambiciones económicas. Sin embargo, creo que una mid-life crisis tanto personal como colectiva, puede ser motivo suficiente para retomar viejas canciones. La posibilidad de reconstruir cómo te sentías durante tu juventud, ser aclamado y energizarte con almas jóvenes o fervientes seguidores, suenan como soluciones tentadoras para sobrellevar el envejecimiento.

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Sobre_cine

Apocalipsis en pantalla;

Hollywood

la maquina de esperanza de

Por Julieta Navarrete La primera vez que vi Melancholia me quedé con la sensación de que el mundo sí iba a terminar. Lars Von Trier fue rotundo y terminó nuestro mundo en una bella colisión, no hubo científicos que salvaran vidas, no hubo arcas, sobrevivientes ni presidentes estadounidenses lanzando mensajes en conferencias de prensa, no hubo astronautas poniendo bombas para hacer explotar asteroides. Tampoco hubo historias de amor pre ni post apocalípticas al estilo Hollywood, sólo la descarnada humanidad retratada en unas cuantas personas con los sentimientos más crudos reluciendo ante lo inevitable. Por eso logró dejarme con la sensación de que el mundo llegaba a su fin. Su apocalipsis fue indiscutible. Por el otro lado, un maratón de películas de alto presupuesto, hablando sobre el fin del mundo en sus diferentes acepciones, hechas por el cobijo de una ponderosa industria no terminó de generar ese impacto porque ninguna fue capaz de concretar ese fin, ni de acabar al hombre. El cine de Hollywood se ha mostrado muy interesado en retratar estos posibles finales con variadas temáticas: amenazas de guerras nucleares, zombies, asteroides del tamaño de Nueva York que chocarán contra la tierra, desastres naturales y desaguisados religiosos. Son expertos en mostrar el durante: terribles cataclismos que inundan la pantalla con asombrosos efectos especiales, batallas demoniacas con fuego y Arnold Schwarzenegger combatiendo al mal. Pero su clave secreta es la esperanza. La hay en la familia que logra escapar en auto con un padre encarnado por John Cusack que maneja mejor que conductor de coches monstruo en arena, como en el caso de 2012 (Roland Emmerich, 2009). La hay, también, en Jake Gyllenhaal salvando obstáculos inesperados en El día después de mañana (Roland Emmerich, 2004), y decididamente

38 / Esnob / Enero · Marzo 2013


la hay en todos los dramas post apocalípticos (porque también son expertos en mostrar el después) donde el mundo ya no es lo que conocemos pero quedan sobrevivientes en pie, como Denzel Washington superándolo todo por dejar a salvo el último ejemplar de la biblia en The Book of Eli (Los hermanos Hughes, 2010). La esperanza muere al último en Hollywood y siempre habrá un estadounidense de corazón, con buenos valores y una formidable dosis de buena suerte para salvar el día. Las llamadas de atención apocalípticas siempre nos enturbian. Aunque digamos que no creemos en las profecías, siempre hay cierto recelo. Aceptemos que permitimos que la pregunta flotara en nuestra cabeza alguna vez: “¿y si ahora sí se cumple?”. El cine ha encontrado en el tema apocalíptico una manera de tranquilizar nuestras inquietudes, dejando que en poco tiempo experimentemos la angustia de la pérdida, el reflejo del pánico y que al final, quedemos con el sabor de que tenemos oportunidad de salvarnos. Durante la película, el papel activo de espectador te hace ponerte en situaciones similares, ser empático con los personajes, pero sales de la sala de cine sintiéndote en un mundo que no va a terminar, afortunado por pisar tierra firme, o en los casos más extremos, al menos sintiendo que todavía hay tiempo.

La cultura de la época pasada que dejamos atrás con 2012 y las profecías mayas se expresó en su cine y quedará en él como un recuerdo del pánico colectivo que generaron esos tiempos de cambio que continuarán en su ciclo. La destrucción del mundo es una alegoría de lo que dejamos atrás, por eso en Hollywood la humanidad sobrevive a la catástrofe. Tenemos una capacidad innata y una necesidad casi física de aferrarnos a lo que amamos y a lo que conocemos, pero cuando una fuerza sobrenatural se impone ante nosotros (o un virus que volverá zombies incluso a los que amamos, depende el caso) tenemos que dejarlo ir. No se trata de aceptar el cambio de forma taimada, se trata de enfrentar el panorama devastador que dejó este falso apocalipsis. En Hollywood la humanidad se enfrentó a su extinción y lo superó. Seguramente el tema de la destrucción del mundo y el fin de la gente, seguirá siendo excusa para superproducciones y vendrán nuevas profecías para llenar las necesidades de Roland Emmerich, director de muchos apocalipsis. El tiempo de la humanidad llegará inevitablemente a su fin en algún momento, sólo espero que, si lo hace, sea consecuencia de la llegada de un planeta azul acercándose peligrosamente a nuestro domicilio y que Lars Von Trier tenga boca de profeta en tanto a la belleza del mundo (que no de sus habitantes) en los últimos días.

Enero · Marzo 2013 / Esnob / 39


Sobre_libros

lux

Paludosa a Por Juan Pablo Garc铆a

40 / Esnob / Enero 路 Marzo 2013


Hay que atravesar rápidamente el ancho de un río atestado de ligeras embarcaciones chinas que se mueven en distintas direcciones; es así como se crea el sentido del discurso poético. Es imposible reconstruirlo preguntando a los barqueros: ellos no nos dirán ni cómo ni por qué saltábamos de una barca a otra." Osip Mandelstam

La ciénaga definitiva es un empeño por hallar aquello que se oculta tras las imágenes que el hombre crea para explicarse y explicar el mundo, así como un viaje hacia un lugar hecho de imperturbables secretos que nos enfrenta con las raíces centrifugas de la fuerza imaginante, una fuerza en la que se observa el fondo de la materia donde —en palabras de Gaston Bachelard— crece una vegetación oscura y florecen flores negras que ya traen su terciopelo y la fórmula de su perfume. Manganelli es un cartógrafo de las metamorfosis del ensueño, que desciende para encontrar eso que el mismo Bachelard denomina la hermosa monotonía de la materia. Viajamos en un corcel y su sombra es la voz del escritor, sorteando desde la proa del delirio toda su ansia especulativa; la sombra del corcel es también la sombra del agua que discurre, gotea y revienta hasta hacer libro esa búsqueda por un lugar estéril de realidad, un campo de acción virgen que será arado con infinidad de imágenes hasta hacer de ellas un pantano de luz, un lugar despojado de todo núcleo en el que el torrente del significado pasará por un primigenio laberinto líquido, en el que las bestias confluyen para asfixiar con su abrazo al sentido y al contrasentido. Habitaremos la ciénaga, dormiremos en la cama de la nostalgia de haber nacido y ya indisolubles de nuestro caballo, el de la voluntad y el destino, empezará a manar de las palabras el embriagante líquido de la incertidumbre, las formas disueltas por un grito que parece enviado desde la muerte, el oscuro suero del tiempo bajando desde el seno del vapor, lento como magma, hiriendo al absoluto con la enfermedad de la nada que se transforma en lapso y condición. Antes de cualquier vislumbre: la huida, inventar la distancia que cierre el círculo de la vida y hacer que caiga sobre el fuego una noche de cenizas, la noche del entendimiento, los vestigios de una insondable lejanía que nos abre una de sus alas en señal de cobijo. La ciénaga es un intento por definir la ciénaga y ahí está el vislumbre, la huida se ha convertido ahora un requisito para la autofagia del sentido y su inestable blasón. En la ciénaga la muerte

está más viva que la vida, existe como apariencia que esconde formas de vida inciertas; la ciénaga es un impasse, la vida es ahora una distancia inmanente que nuestro caballo sigue acrecentando como en expansión cósmica, elevando al infinito el tamaño de la habitación cuyas paredes son vapor, hasta convencernos de su inexistencia; nos sabemos ahora suspendidos en el vació, somos la ausencia, al centro del mundo del cual parten infinitos infinitos. ¿A dónde nos conduce la contemplación de la ciénaga? Llegamos, aparentemente, al mismo lugar del que salimos y hace presencia la esperada visión, el esfínter total, que no es esfínter de algún Dios sino Dios mismo: el universo son sus deyecciones, pero se entiende que más allá de ese esfínter no hay nada, ni ano ni intestinos, por lo que las heces a las que nosotros llamamos universo y que yo veo y contemplo han nacido verdaderamente de la nada. La ciénaga no es otra cosa que la defensa, la protección, lo que hace inaccesible el centro que gobierna y explica: una escatología intrauterina; ahí formamos parte del liviano cemento, somos una tumba acuosa sobre la cual habitan neófitas criaturas. La ciénaga no tolera nombre alguno, es el espacio antes del antes; la proeza ornamental de este texto es que encuentra las aristas de lo líquido; todo se altera y permanece, la ciénaga es sensible a las preguntas, se deforma con ellas para seguir huyendo; sale y entra del esfínter, haciendo de cada camino una alucinación y de cada objetivo un imposible. La ciénaga petrifica las paradojas, cavando con una pala hecha de palabras en las sucesivas capas de una máscara cuya identidad es la niebla y el escalofrío. Manganelli somete toda hipótesis a su rigor estilístico y explota el recurso magistralmente; la hipótesis está ahí como un mecanismo de resurgimiento que sustenta el carácter de la obra: ¿No es la ciénaga la paz de la descomposición que continuamente se recompone para descomponerse infinitamente? ¿No es la ciénaga el burdel de buen gusto, discreto y tradicional, en el que es imposible no hallar, uno detrás de otro, a todos los dioses, creados y no creados, empezando por el esfínter?

La ciénaga definitiva Giorgio Manganelli Siruela

Enero · Marzo 2013 / Esnob / 41


Sobre_objetos

money

Shut up and take my Tornamesa Audiowood Barky Si vamos a payasear escuchando discos de vinil, lo vamos a hacer bien. Esta hermosa y precisa tornamesa cuenta con un disco de cristal, un brazo RB303, un cartucho de polarización Rega, una plataforma de madera de Fresno con acabados en poliuretano y cera. ¿Barata? Para nada: 1,300 dólares más gastos de envío. >> audiowood.com

Coffee Joulies Hay dos cosas horribles en este mundo: el café demasiado caliente y el café frío. Es ahí donde radica el encanto de estos granos de acero inoxidable. Al introducirlos en el café, reducen la temperatura del mismo para hacerlo bebible y lo mantienen así durante horas. ¿Cómo funciona? No nos interesa. ¿Cuándo los queremos? ¡Ahora! >> joulies.com

42 / Esnob / Enero · Marzo 2013


Sandwichbike Si hay algo que me molesta de las bicicletas bonitas, es saber que no hay forma de traerlas a México. De ahí que este modelo se haya colado a nuestra selección: se puede enviar, desarmada, a cualquier parte del mundo. El nombre surge de los dos marcos con cubierta de madera que forman el cuerpo de la bicicleta, unidos entre sí por "cilindros inteligentes" y diseñados para ser resistentes y atractivos al mismo tiempo. Lo malo: Estará disponible hasta el próximo año. Lo bueno: Se puede ordenar desde YA en sandwichbikes.myshopify.com

Cord Tacos Taquitos de piel para atar cables. Hechos a mano, simples, prácticos, baratos (unos 300 pesos por 5 piezas) y bonitos. Los puedes comprar a una variedad de productores en Etsy.com

Chromebook Pixel La Chromebook Pixel de Google es la copia económica (más no barata) de las Retina Display de Mac. Cuenta con 12.58 pulgadas de pantalla touch en Gorilla Glass, un procesador Intel Core i5; 32 o 64GB de memoria RAM y hasta 1TB de almacenamiento en la nube con Google Drive. Puede ser tuya (bajo pedido) por unos 1,450 dólares.

Enero · Marzo 2013 / Esnob / 43



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