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Los posibles futuros
Probablemente, antes de que concluya 2023, año del que ya contamos 6 meses de actividades, la temperatura media del planeta se coloque 1.5º Célsius por encima de la era preindustrial.
¿Qué significa esto? Según los pronósticos de los expertos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, esto implicaría lluvias, huracanes, tifones, inundaciones, frentes fríos y ondas de calor más intensos de los que ya se han vivido en el último lustro en todo el mundo, con consecuencias aún impredecibles para el equilibrio de los ecosistemas y afectaciones directas sobre las personas con menor poder adquisitivo.
Las economías de todo el mundo tendrán impactos negativos ante escenarios de este tipo. Por ejemplo, en la Ciudad de México, una de las más grandes y pobladas del mundo, las actividades agrícolas representan cerca de 0.1 % del PIB nacional y son fundamentales para el sostén económico de grupos de bajos ingresos, además de que ocupan una parte substancial del suelo. Ante el aumento de 1.5º C en la temperatura media del planeta, “las pérdidas en el valor de la producción por hectárea serían en el horizonte climático lejano de entre 10 y 22%”, según datos del informe Impactos y Costos Económicos del Cambio Climático CDMX, desarrollado por la Secretaría de Medioamiente de la Ciudad de México.
Un recurso indispensable para la vida, el agua, es de los que mayores impactos están registrando ante el calentamiento global. Si bien la Tierra está conformada en dos terceras partes por agua, se sabe que sólo 0.0001 % de dicha agua es dulce, es decir, adecuada para consumo humano. Uno de los principales fenómenos que permiten la disponibilidad de agua dulce son las precipitaciones o lluvias, que ante el calentamiento global también están cambiando considerablemente.
La predicción de los científicos del clima sobre las precipitaciones que se esperan entre mayo y septiembre de 2023 es que se reduzcan en partes de Indonesia, la Amazonía y América, mientras que en el norte de Europa, Alaska, el Sahel, norte de Siberia y partes de Australia, serían mayores.
Como se vivió durante 2022 en el estado de Nuevo León, la disminución en las precipitaciones provocó que la capital del estado y municipios aledaños experimentaran una temporada de escasez pronunciada durante varios meses, fenómeno que podría presentarse con mayor frecuencia ante las predicciones apenas citadas.
Y si atamos cabos podríamos caer en la cuenta de que si hay menos lluvias, el caudal de los ríos sería menor, lo que derivaría en disminución en la generación de energía de las centrales hidroeléctricas, por ejemplo.
Podría pensarse, por otro lado, que el aumento en la temperatura sería aprovechado por los sistemas termosolares.Y en parte es posible. No obstante, mayores temperaturas también provocan que las personas busquen maneras de obtener confort por medios artificiales.
De hecho, diversos países de Europa, que históricamente eran usuarios de equipo de calefacción durante el invierno, han comenzado a incrementar su demanda de sistemas de aire acondicionado, ante veranos más calurosos y temporadas de calor atípicas en épocas del año que no solían presentarlas.
La brutal ironía de todo esto es que los sistemas de climatización, como lo hemos mencionado en diversas ocasiones previas, son de los principales responsables del calentamiento global, tanto por el uso de refrigerantes que incrementan el efecto invernadero como por el consumo de energía que demandan.
Los posibles futuros que están por venir se han esbozado ya, tanto en la literatura de ficción como en la de no ficción. Parece ser que lo que nos falta saber en este punto no es tanto el cómo sino el cuándo.