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En esta edición 04
EDITORIAL
26
Una realidad que no cabe en mil palabras 05
FAMILIA CATÓLICA
Abril - Ciclo B Mayo - Ciclo B 30
¡Si yo sabía…! ¿Choque de dos sistemas? 08
16
24
De la danza al claustro: pasos en dirección al cielo
42
PAPA FRANCISCO
46
CARTAS AL DIRECTOR
La mala formación doctrinal “nos pasa la costosa y dolorosa factura”
PAN DE LA PALABRA
Reflexiones bíblicas para los domingos y fiestas principales del año.
ENTREVISTA
Donde hay religiosos Hay Alegría
CALENDARIO LITÚRGICO
FAMILIA NUMEROSA
Una madre sin televisión SEMANA SANTA
La luz de la resurrección 50
QUE NO TE LA CUENTEN
¿Por qué surgieron las cruzadas? 56
NOVELA
El secreto del pa’i Julio Capítulo II Abril / Mayo 2015 | Formación Católica | 1
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EL PAPA EN PARAGUAY
FORMACIÓN CATÓLICA
Bienvenido Mensajero de la Alegría y la Paz
STAFF
JÓVENES
Jefe de redacción: Lic. Raquel Almada
10 Consejos a la gente joven de Benedicto XVI
Redactores: Cristian Alfonso, Andrés Ferreira, Charles Vera, Juan Bautista Cardozo.
EDUCACIÓN DE LOS
Corrección: Lic. Luis Chávez
HIJOS
Fotografía: Emhil Aquino y Sergio Portillo
La familia en llamas
Ventas: De Jesús Ramírez, Fredy González y Hna. Sandra Morel.
LITURGIA
La comunión de rodillas y en la lengua 77
80
CONSEJOS DE UN CURA
90
Web: Icon Publicidad Lic. Letisia Arce Aquino +595 973 225358 ventas@formacioncatolica.org
VOCACIONAL
Comunidad Misionera de Jesús libreria@cmjesu.org
PENTECOSTÉS
ORACIÓN
Asociación Stella Maris editorial@formacioncatolica.org facebook.com/FormacionCatolica.org
Opiniones y contribuciones Envíenos sus sugerencias o historias interesantes. Email: editorial@formacioncatolica.org Website: formacioncatolica.org Facebook: facebook.com/formacioncatolica.org Twitter: twitter.com/fcatolica
Himno al Espíritu Creador de Dios
Foto de tapa
RECOMENDADOS
®2015 - Propiedad de la Asociación Stella Maris. Se prohíbe la reproducción total o parcial, en cualquier forma, sin autorización de los respectivos autores.
Película / Libro / Sitio web 92
Colaboradores: Gregorio Cataldi, Padre Javier Olivera.
Distribución
Novena de preparación para pentecostés 86
Diseño y maquetación: Marcelo Aguinagalde
Sugerencias de un cura para vivir la Semana Santa Ven y sigueme 84
Director General: Padre Jorge Miguel Martínez
Ágata Cecilia Aquino (6) encendiendo su vela con el Cirio Pascual en la noche santa de Pascua.
LOS CRISTIANOS
La opinión de los autores no refleja necesariamente la opinión de la dirección de la revista.
TAMBIÉN RIEN
Impreso en Paraguay por Gráfica Boreal S.A. - Editora. Agradecimientos especiales en esta edición Hermanas del Monasterio de la Visitación de Santa María de Ciudad del Este ISBN 978-99967-780-0-1
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02 Abril / Mayo 2015 | Formaci贸n Cat贸lica | 3
Editorial
UNA REALIDAD QUE NO CABE EN MIL PALABRAS
C
ada tapa de revista tiene su propia historia. Luego de la imagen de la primera edición, que mostraba el rostro piadoso de una mujer paraguaya en actitud orante, nos propusimos seguir mostrando el mismo rostro católico de nuestro pueblo creyente. Y entonces, le tomamos la fotografía a esta niña que devotamente participa en la Vigilia Pascual. Queremos que nuestra tapa refleje los valores más profundos de nuestra educación católica. Valores que no son otra cosa que virtudes cristianas. Por eso, cada tapa habla y hablará de esas virtudes que pavimentan nuestro camino al cielo. En cada tapa se podrá ver, como en un resumen profundizado -si se nos permite esa paradoja- de la vida cristiana bien vivida. Invitaré siempre, entonces, a mirar con atención la tapa de nuestra revista, para entender el mensaje que queremos transmitir y el resultado que buscamos lograr. Ciertamente, una imagen habla más que mil palabras. Pero mil palabras no son suficientes para describir toda la realidad. Por eso, aquella imagen de la venerable viejita piadosa, o esta de una niña devota en los albores de su vida, no hablan necesariamente de todo el espectro de la espiritualidad cristiana. Sin embargo, reflejan aspectos muy trascendentales de la misma, que no se pueden dejar de lado, so pena de “licuar la fe”. Espero que disfruten de esta segunda entrega de nuestro humilde trabajo. Padre Jorge Martínez Director editorial Contáctese con nosotros editorial@formacioncatolica.org facebook.com/formacioncatolica.org twitter.com/fcatolica
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Familia Católica ¡Si yo sabía…! ¿Choque de dos sistemas?
¿HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE O HASTA QUE LOS DEFECTOS APAREZCAN? Por Gregorio Cataldi
Sistema es, dicen los que saben, “conjunto de partes que actúan interdependientemente, formando un todo unitario”. Deduzco, por tanto que, matrimonio es unión de dos sistemas. Naturalmente, no tengo respaldo científico de lo expresado, puesto que ni soy psicólogo, ni filósofo. Es mi opinión basada -quizá- en más de 36 años de casado. Abril / Mayo 2015 | Formación Católica | 5
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O ES NECESARIO SER EXPERTO para concluir que dos personas - cada cual con su impronta personal - supone tropiezos en la calidad de la interacción matrimonial. Ejemplos los vemos y sentimos cada día, con nosotros y con otros. Veamos ciertos perfiles del cónyuge: - El Romántico. Vive su vida “en las nubes, haciendo pipí angelical, mientras toca el arpa”, como diría aquel profesor. Su pareja, en cambio, “pisa tierra” y debe afrontar la vida. El romántico se siente “incomprendido” porque su “medio limón” no es sensible, ni se acordó del día “de”… ya saé loo; “oikóma katú la oga kái” (ya lo sabes; y se produce el problema de la casa). - El papá guazú. Este tipo de cónyuge se considera como el “gerente general del universo”. Es el progenitor, proveedor, profesor, contenedor, gobernador, salvador. Domina a su pareja velando y gobernándola, sin dejar de ser cariñoso y benévolo. Su palabra es “ley”, y su cónyuge “debe aprender” a ser obediente para ser “feliz”.
- El Racional. Las emociones no deben influir en la vida conyugal. La vida en común debe ser lógica, ordenada, razonada, cumpliendo cada quien, responsablemente, sus obligaciones. Este tipo de cónyuge está dispuesto a brindar con paciencia las lógicas explicaciones de cada acontecimiento. Cumple cabalmente sus compromisos y no logra comprender, por qué el otro no hace lo mismo. Nada de interminables suspiros mirando al cielo, ni llantitos estériles. - El del síndrome de realeza medieval. Este tipo de ejemplar actúa evitando en lo posible compartir la vida íntima, aunque diga lo contrario. Por la razón que fuere, quiere que el otro respete su forma de pensar, sus sentimientos y su “independencia”, es decir, su forma de “ser”. Comparte momentos con su cónyuge, con los hijos, con amigos, con el perro…pero evita el trato íntimo. Duerme en cuarto separado, como los antiguos monarcas. - El piloto o domador. Es quien desea dirigir todas las actividades de su cónyuge. Quiere que el cónyugue
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piense, hable y haga lo que se le indica, como lo haría un entrenador de potros. Los habitantes de la casa deben ser “pilotados-domados”. No perdona ningún error, por mínimo que sea; ni el ínfimo descuido tolera. Basta haber tropezado con algo para criticar, juzgar y condenar. Es como una “locomotora” que guía vagones. ¿Con cuál de estos tipos de conducta me identifico? Quizá tenga un poco de todo. Así las cosas, de ahora en adelante, me propongo observar mejor a mi cónyuge, expresar mi admiración por sus cualidades, habilidades, por su entrega en la tarea del hogar, por la deliciosa comida y por aguantarme tanto tiempo. Ciertamente, todos tenemos aspectos positivos y es muy gratificante que la persona que amamos sepa que lo reconocemos. Pero no solo hoy, sino, muy a menudo, para que se haga costumbre. De este modo ya no habrá motivos para lamentarse con el consabido: ¡sí yo sabía… no me hubiera casado! Luego, el matrimonio, antes que el fin del amor, sea el principio que dure hasta que la muerte los separe. ☐
El matrimonio, antes que el fin del amor, sea el principio que dure hasta que la muerte los separe.
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Entrevista a una religiosa contemplativa, Hna. Teresa María de Jesús
DE LA DANZA AL CLAUSTRO: PASOS EN DIRECCIÓN AL CIELO La sociedad actual otorga a las personas fama, prestigio y estatus social, así como otras condecoraciones y reconocimientos por su trayectoria dentro de un campo laboral importante. Una reconocida maestra de danza de Ciudad del Este cambió todo eso, y mucho más, por una vida sencilla, austera y de oración en el claustro de un Monasterio.
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Entrevista
N
o hace muchos años era posible observar en un barrio de Ciudad del Este un imponente y llamativo cartel que tenía pintado al lado del nombre, la silueta de una bailarina de danza clásica. Era uno de los institutos artísticos de mayor trayectoria en la sociedad altoparanaense, y con una muy peculiar y abnegada maestra: Beatriz Fátima María Ramos Savio; más conocida como Bettina Ramos; quien desde los años 90 y hasta hace un par de años, era la profesora de danzas más famosa de la región. La madre de Beatriz Ramos era amante del arte y la cultura, motivo por el cual pretendía que su pequeña aprendiera las expresiones del arte corporal. Por eso, cuando cumplió 6 años, la llevó a la Escuela Municipal de Asunción, donde Beatriz incursionó por primera vez en el mundo de la danza. Beatriz Fátima María siempre fue conocida con el nombre de Bettina, pués el diminutivo de Betty ya se usaba para nombrar a su madre, quien también se llamaba Beatriz.
Como la joven bailarina era muy dedicada, los profesores comenzaron a ver en ella cualidades sobresalientes; por lo que cuando cumplió 13 años fue asignada para enseñar a las pequeñas de entre 5 y 7 años. Incluso antes de mudarse, ya con 16 años, Bettina viajaba los fines de semana a Ciudad del Este para enseñar a algunas niñas en el Centro de Recepción de Visitas de la Itaipu Binacional, como un preludio del lugar donde la providencia quiso que tomara la decisión más importante de su vida.
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Con el ballet, la música clásica y el arte, Bettina percibía que algo superior la llamaba. Para ella el arte de la danza aproximaba a las personas a algo mayor, como un don que se conecta con el espíritu. A la edad de 18 años, Bettina recibió la licencia de Profesora superior de danza clásica con la Prof. Gilda Ruiz de Segovia y de danza española y paraguaya con la profesora Sussy Sacco. Cuando cumplió 19 años, la joven maestra se instaló definitivamente en Ciudad del Este para dar inicio a su vida profesional y hacer lo que siempre quiso hacer: Bailar. Como toda joven idealista, tenía grandes sueños: quería desarrollarse como bailarina profesional y presentarse en grandes festivales. Pero como sucede con todos, ella no se imaginaba aún que Dios tejía un camino distinto. Premios y medallas, presentaciones en imponentes escenarios como en los de Madrid (España) y Punta del Este (Uruguay), eran las páginas que escribía dentro de su historia la destacada bailarina. Bettina era considerada una de las pocas danzarinas del país que tenía la habilidad
de sujetar las famosas 12 botellas en la cabeza; sin dudas era una brillante bailarina. Como maestra de danzas, recibió premios internacionales como Mejor Coreógrafa, Mejor Profesora, becas a nivel internacional y reconocimientos de la Gobernación del Alto Paraná y la Municipalidad de Ciudad del Este, por su trabajo en el campo de la cultura y el arte.
zón de Jesús. Pero el hecho crucial que dió un giro a su vida fue un accidente automovilístico que sufrió con algunos familiares y del que todos salieron ilesos. Muchos amigos, luego de lo ocurrido, la invitaron a acercarse a Dios con más fuerza; tal es así, que ella aceptó la invitación de la madre de una alumna para asistir de una celebración eucarística en la Catedral de Ciudad del Este. Concurrió a
“El hecho que dió un giro a su vida fue un accidente automovilístico del que salió ilesa.” Para la profesora Bettina, el orden, el respeto y la disciplina eran las lecciones que toda alumna de su academia debería aprender. Ella misma incluso se describe como una persona exigente y perfeccionista, estricta y segura de sí misma. Tenía un carácter fuerte y muchos la consideraban como una persona indoblegable. De cuna católica, gracias a su abuela Mercedes, Bettina era de misa dominical. Siempre tuvo una especial devoción al Sagrado Cora-
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la invitación, pero sintió que había algo más que ella podía hacer; comenzó a comprender que todo el obrar del ser humano debía estar sujetado a la confianza y la misericordia de Dios. Con el tiempo, Bettina fue conociendo las grandes maravillas de nuestro buen Dios y cada vez más, se iba enamorando de Jesús y su Iglesia, tiempo en el que percibió que Dios la llamaba a dar más, incluso todo: “el que llega a conocer a Jesús ya no puede seguir en lo suyo, sino que debe dar todo por aquel que ama sin límites”.
“Bettina percibía que algo superior la llamaba”
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Y fue así que el 5 de abril del 2013, después de haber pasado por algunas experiencias vocacionales, Bettina Ramos, hoy Hna. Teresa María de Jesús, se incorporó al Mo-
exigencia de vivir su consagración a Dios. “Desde mi conversión, mucho antes de ser religiosa incluso, comencé a trabajar ciertos aspectos de mi perso-
“La figura pública «Bettina Ramos» quedó en mi pasado como un bello recuerdo” nasterio de la Visitación de Santa María. Cambió todo lo que había ganado y recibido durante su vida profesional por una vida sencilla y humilde en los corredores del claustro. Ya no son las coordinaciones corporales y las exigencias en la enseñanza las que le preocupan, sino la
nalidad: traté de desterrar mi lado negativo -porque muchos me tildaban como <mala>: buena profesora, pero demasiado exigente. Llegó al punto en que varias alumnas mías se retiraron de la academia. Fuí comprendiendo de a poco que era posible llegar a la disciplina y el orden con dulzura y
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mansedumbre”. Dice una Bettina en cuyo rostro se nota el esfuerzo de un alma enamorada de Cristo. “Porte elegante, mirada altiva, voz potente, exigente, original y creativa en el arte corporal. Una excelente maestra que cuidaba celosamente de su arte y se ocupaba de todos los detalles para que todo saliera con la máxima limpieza.” Así la recuerda su ex alumna, Claudia Carolina, hoy también religiosa en otra comunidad. “La figura pública <Bettina Ramos> quedó en mi pasado como un bello recuerdo y un momento en el que Dios me permitió transmitir grandes enseñanzas a muchas niñas y jóvenes” dice la Hna.
Teresa mientras mira a lo lejos a través de la ventana. Con perfecta claridad cuenta que desde su entrada a la
de Dios más intensamente, es una felicidad plena. La Hna. Teresa María de
“Mi vida de religiosa es una bella experiencia donde experimento todos los días
“Pondré la misma tenacidad que alguna vez invertí en la danza, para llegar a convertirme en una perfecta esposa de Cristo” vida monástica ama con más intensidad a todas las personas con las que alguna vez se ha cruzado en la vida: “Desde que experimenté en mi vida la gracia y la misericordia de Dios, comencé a vivir el amor de otra manera”. Para ella, la vida consagrada es una fuente inagotable de amor, es vivir el amor
Jesús tomó hábito de novicia el 19 de marzo del 2014. Alejada de la música y los festivales, vive junto a otras catorce hermanas, sumergida en la oración y la contemplación, actividades propias del carisma de la congregación a la que Dios la llamó a pasar los últimos días de su vida y el lugar que ella considera como la antesala del cielo.
una gran felicidad” nos dice cuando ya terminábamos la entrevista; y como un sello final del testimonio que nos daba, nos asegura: “Pondré la misma tenacidad que alguna vez invertí en la danza, para llegar a convertirme en una perfecta esposa de Cristo”. ☐
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Papa Francisco Resumen de la Carta Apostólica del Papa Francisco con ocasión al Año de la Vida Consagrada
DONDE HAY RELIGIOSOS HAY ALEGRÍA Cuando vemos por las calles a religiosas con largos velos que van desgranando las cuentas del rosario entre sus dedos o cuando vemos a un sacerdote vestido de sotana, reconocemos en ellos, aquella frase del recordado Papa, hoy Santo, Juan Pablo II: “El consagrado es el que afirma y vive en sí mismo el señorío absoluto de Dios, que quiere ser todo en todos”, entonces percibimos que ellos son los verdaderos “Testigos de la Alegría”, nombre de la Carta Apostólica del Papa Francisco con ocasión al Año de la Vida Consagrada. Abril / Mayo 2015 | Formación Católica | 17
Q
ueridas consagradas y queridos consagrados Os escribo como Sucesor de Pedro, a quien el Señor Jesús confió la tarea de confirmar a sus hermanos en la fe (cf. Lc 22,32), y me dirijo a vosotros como hermano vuestro, consagrado a Dios como vosotros.
las necesidades de la Iglesia. La experiencia de los comienzos ha ido después creciendo y desarrollándose, incorporando otros miembros en nuevos contextos geográficos y culturales, dando vida a nuevos modos de actuar el carisma, a nuevas iniciativas y formas de caridad apostólica.
He decidido convocar un Año de la Vida Consagrada haciéndome eco del sentir de muchos y de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica, con motivo del 50 aniversario de la Constitución dogmática Lumen gentium
2. Este Año nos llama también a vivir el presente con pasión. Para los fundadores y fundadoras, la regla en absoluto ha sido el Evangelio, cualquier otra norma quería ser únicamente una expresión del Evangelio y un instrumento para vivirlo en
“La esperanza de la que hablamos no se basa en los números o en las obras, sino en aquel en quien hemos puesto nuestra confianza” sobre la Iglesia, que en el capítulo sexto trata de los religiosos, así como del Decreto Perfectae caritatis sobre la renovación de la vida religiosa. Dicho Año comenzará el próximo 30 de noviembre, primer Domingo de Adviento, y terminará con la fiesta de la Presentación del Señor, el 2 de febrero de 2016. I. OBJETIVOS PARA EL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA. 1. El primer objetivo es mirar al pasado con gratitud. Cada Instituto viene de una rica historia carismática. En sus orígenes se hace presente la acción de Dios que, en su Espíritu, llama a algunas personas a seguir de cerca a Cristo, para traducir el Evangelio en una particular forma de vida, a leer con los ojos de la fe los signos de los tiempos, a responder creativamente a 18 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
plenitud. Su ideal era Cristo, unirse a él totalmente, hasta poder decir con Pablo: «Para mí la vida es Cristo» (Flp 1,21); los votos tenían sentido sólo para realizar este amor apasionado. Nuestros ministerios, nuestras obras, nuestras presencias, ¿responden a lo que el Espíritu ha pedido a nuestros fundadores, son adecuados para abordar su finalidad en la sociedad y en la Iglesia de hoy? ¿Hay algo que hemos de cambiar? 3. Abrazar el futuro con esperanza quiere ser el tercer objetivo de este Año. Conocemos las dificultades que afronta la vida consagrada en sus diversas formas: la disminución de vocaciones y el envejecimiento, sobre todo en el mundo occidental, los
problemas económicos como consecuencia de la grave crisis financiera mundial, los retos de la internacionalidad y la globalización, las insidias del relativismo, la marginación y la irrelevancia social. Es preciso levantar nuestra esperanza, fruto de la fe en el Señor de la historia, que sigue repitiendo: «No tengas miedo, que yo estoy contigo» (Jr 1,8). La esperanza de la que hablamos no se basa en los números o en las obras, sino en aquel en quien hemos puesto nuestra confianza (cf. 2 Tm 1,12) y para quien «nada es imposible» (Lc 1,37). II - EXPECTATIVAS PARA EL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA ¿Qué espero en particular de este Año de gracia de la Vida Consagrada? 1. Que sea siempre verdad lo que dije una vez: «Donde hay religiosos hay alegría». Estamos llamados a experimentar y demostrar que Dios es capaz de colmar nuestros corazones y hacernos felices, sin necesidad
“Los religiosos siguen al Señor de manera especial, de modo profético” de buscar nuestra felicidad en otro lado; que la auténtica fraternidad vivida en nuestras comunidades alimenta nuestra alegría; que nuestra entrega total al servicio de la Iglesia da plenitud a nuestra vida. Bien podemos aplicar a la vida consagrada lo que escribí en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, citando una homilía de Benedicto XVI: «La Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción» (n. 14). Sí, la vida consagrada no crece cuando organizamos bellas campañas vocacionales, sino cuando los jóvenes que nos conocen se sienten atraídos por nosotros, cuando nos ven hombres y mujeres felices. Igualmente, su eficacia Abril / Mayo 2015 | Formación Católica | 19
apostólica no depende de la eficiencia y del poder de sus medios. Es vuestra vida la que debe hablar: una vida de la que se trasluzcan la alegría y la belleza de vivir el Evangelio y de seguir a Cristo. 2. Espero que «despertéis al mundo», porque la nota que caracteriza la vida consagrada es la profecía. Como dije a los Superiores Generales, «la radicalidad evangélica no es sólo de los religiosos: se exige a todos. Pero los religiosos siguen al Señor de manera especial, de modo proféti-
3. Los religiosos y las religiosas, al igual que todas las demás personas consagradas, están llamadas a ser «expertos en comunión». Espero, por tanto, que la «espiritualidad de comunión», indicada por san Juan Pablo II, se haga realidad y que vosotros estéis en primera línea para acoger «el gran desafío que tenemos ante nosotros» en este nuevo milenio: «Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión».[Carta ap. Novo millennio ineunte, 6-1-2001, n. 43.] Estoy seguro de que este Año trabajaréis con seriedad para que el ideal de
“Les pido salir de sí mismos para ir a las periferias existenciales: Id al mundo entero” co». Esta es la prioridad que ahora se nos pide: «Ser profetas como Jesús ha vivido en esta tierra... Un religioso nunca debe renunciar a la profecía» (29 noviembre 2013). Espero, pues, no ya que mantengáis vivas unas «utopías», sino que sepáis crear «otros lugares» donde se viva la lógica evangélica de la entrega, de la fraternidad, de la acogida de la diversidad, del amor recíproco. Monasterios, comunidades, centros de espiritualidad, pequeñas ciudades, escuelas, hospitales, casas-familia y todos esos lugares que la caridad y la creatividad carismática han dado a luz –y que seguirán dando a luz con creatividad adicional– deben convertirse cada vez más en fermento para una sociedad que se inspire en el Evangelio: en la «ciudad en el monte», que dice la verdad y el poder de las palabras de Jesús.
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fraternidad perseguido por los fundadores y fundadoras crezca en los más diversos niveles, como en círculos concéntricos. También espero que crezca la comunión entre los miembros de los distintos Institutos. La comunión y el encuentro entre diferentes carismas y vocaciones es un camino de esperanza. Nadie construye el futuro aislándose, ni solo con sus propias fuerzas, sino reconociéndose en la verdad de una comunión que siempre se abre al encuentro, al diálogo, a la escucha, a la ayuda recíproca, y que nos preserva de la enfermedad de la autorreferencialidad. Al mismo tiempo, la vida consagrada está llamada a perseguir una sincera sinergia entre todas las vocaciones en la Iglesia, empezando por los presbíteros y los laicos, con vistas a «fomentar la espiritualidad de la comunión, ante todo en su interior y, además, en la comunidad eclesial misma y más allá aún de sus confines» (Juan Pablo II, Exhort. ap. post. Vita consecrata, 25-3-1996, n. 51.).
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4. Espero de vosotros, además, lo que pido a todos los miembros de la Iglesia: salir de sí mismos para ir a las periferias existenciales. «Id al mundo entero», fue la última palabra que Jesús dirigió a los suyos, y que sigue dirigiéndonos hoy a todos nosotros (cf. Mc 16,15). Espero de vosotros gestos concretos de acogida de los refugiados, de cercanía a los pobres, de creatividad en la catequesis, en el anuncio del Evangelio, en la iniciación a la vida de oración. Por consiguiente, deseo un adelgazamiento de las estructuras, la reutilización de las grandes casas con vistas a obras que respondan en mayor medida a las exigencias actuales de la evangelización y de la caridad, la adecuación de las obras a las nuevas necesidades. 5. Espero que toda forma de vida consagrada se pregunte sobre lo que Dios y la humanidad de hoy piden. Los monasterios y los grupos de orientación contemplativa podrían reunirse entre sí, o estar en contacto de algún modo, para intercambiar experiencias sobre la vida de oración, sobre el modo de crecer en la comunión con toda la Iglesia, sobre cómo apoyar a los cristianos perseguidos, sobre la forma de acoger y acompañar a los que están en busca de una vida espiritual más intensa o tienen necesidad de apoyo moral o material. Lo mismo podrán hacer los institutos caritativos; los dedicados a la enseñanza, a la promoción de la cultura; los que se lanzan al anuncio del Evangelio o desempeñan particulares ministerios pastorales; los institutos seculares, con su penetrante presencia en las estructuras sociales.
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III - HORIZONTES DEL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA 1. Con esta carta me dirijo, además de a las personas consagradas, a los laicos que comparten con ellas ideales, espíritu y misión. Alrededor de cada familia religiosa, y también de las Sociedades de vida apostólica y de los mismos Institutos seculares, existe una familia más grande, la «familia carismática», que comprende varios Institutos que se reconocen en el mismo carisma. Os animo también a los laicos, a vivir este Año de la Vida Consagrada como una gracia que puede haceros más conscientes del don recibido. Celebradlo junto con toda la «familia», para crecer y responder juntos a las llamadas del Espíritu en la sociedad actual. En algunas ocasiones, cuando los consagrados de varios institutos se reúnan entre sí durante este Año, intentad estar presentes vosotros también como expresión del único don de Dios, con el fin de conocer las experiencias de las demás familias carismáticas y de los demás grupos laicales, y con el de enriqueceros y apoyaros mutuamente. 2. El Año de la Vida Consagrada no sólo afecta a las personas consagradas, sino a toda la Iglesia. Me dirijo, pues, a todo el pueblo cristiano, para que tome conciencia cada vez más del don de tantos consagrados y consagradas, herederos de grandes santos que han fraguado la historia del cristianismo. ¿Qué sería la Iglesia sin san Benito y san Basilio, san Agustín y san Bernardo, san Francisco y santo Domingo, sin san Ignacio de Loyola y santa Teresa de Ávila? La lista sería casi infinita, hasta san Juan Bosco y la beata Teresa de Calcuta. Os invito a todos a estrecharos alrededor de las personas
consagradas, a alegraros con ellas, a compartir sus dificultades; a colaborar con ellas, en la medida de lo posible, en el perseguimiento de su ministerio y de su obra, que son, a fin de cuentas, los de toda la Iglesia. Hacedles sentir el afecto y el calor de todo el pueblo cristiano. 3. Con esta carta me atrevo a dirigirme también a las personas consagradas y a los miembros de las fraternidades y comunidades pertenecientes a Iglesias de tradición diferente a la católica. La Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica ha programado iniciativas para favorecer el encuentro entre miembros pertenecientes a experiencias de vida consagrada y fraterna de las diferentes Iglesias. Aliento calurosamente estos encuentros, para que crezca el conocimiento mutuo, la estima, la colaboración recíproca. 4. Tampoco podemos olvidar que el fenómeno de la vida monástica y de otras expresiones de fraternidad religiosa existe también en todas las grandes religiones. No faltan experiencias, incluso consolidadas, de diálogo intermonástico entre la Iglesia católica y algunas grandes tradiciones religiosas. Deseo que el Año de la Vida Consagrada brinde la ocasión para evaluar el camino recorrido, para sensibilizar a las personas consagradas acerca de este ámbito, para preguntarnos qué nuevos pasos dar hacia un conocimiento recíproco cada vez más profundo y con vistas a una colaboración en tantos campos comunes del servicio a la vida humana.
5. Por último, me dirijo a mis hermanos en el episcopado. Que este Año sea una oportunidad para acoger cordialmente y con alegría la vida consagrada como un capital espiritual para el bien de todo el Cuerpo de Cristo (cf. Lumen gentium, 43), y no sólo de las familias religiosas. En este contexto, os invito, a los pastores de las Iglesias particulares, a un desvelo especial en la promoción, en el seno de vuestras comunidades, de los diferentes carismas –tanto de los históricos como de los nuevos–, sosteniendo, animando, ayudando en el discernimiento, acercándoos con ternura y amor a las situaciones de sufrimiento y de debilidad en las que pueden hallarse algunos consagrados, y sobre todo iluminando con vuestra enseñanza al Pueblo de Dios acerca del valor de la vida consagrada, con vistas a que su belleza y su santidad resplandezcan en la Iglesia. Encomiendo a María, la Virgen de la escucha y la contemplación, la primera discípula de su amado Hijo, este Año de la Vida Consagrada. A ella, hija predilecta del Padre y revestida de todos los dones de la gracia, nos dirigimos como modelo incomparable de seguimiento en el amor a Dios y en el servicio al prójimo. Agradecido desde ahora con todos vosotros por los dones de gracia y de luz con los que el Señor nos quiera enriquecer, acompaño a todos con la Bendición Apostólica. Vaticano, 21 de noviembre 2014, Presentación de la Santísima Virgen María. ☐ S.S. FRANCISCO
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Cartas al director
LA MALA FORMACIÓN DOCTRINAL “NOS PASA LA COSTOSA Y DOLOROSA FACTURA” Estimado Padre:
D
espués de haber leído la primera edición de la Revista Formación Católica -un material muy interesante por cierto- me atreví a escribir estas líneas para expresarle mi alegría y preocupación. Voy a comenzar por la pena, para sentirnos mejor cuando hablemos de lo bueno y buscar así el norte más conveniente. Iniciare por una de las preocupaciones que siempre tengo latente y que es la que con el paso de los años nos pasa la costosa y dolorosa factura a todos -digo esto por sus nocivos efectos: me refiero a la mala formación de nuestra gente en el campo de la catequesis. Nuestros niños y jóvenes son muy mal formados en algunos lugares de nuestra diócesis y porque no decir también en muchos sectores del país; ciertamente la familia es la Iglesia doméstica donde el niño aprende las primeras oraciones y algunas vagas costumbres cristianas que observa en sus padres. Pero 24 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
si justamente los padres son los que vienen de esa formación deficiente a la que me referí al comienzo, ¿cómo podrán educar a sus hijos en la fe? La catequesis no sólo es pobre en sentido doctrinal, porque muchos no aprenden ni siquiera a santiguarse o conocen las oraciones mínimas, sino porque tampoco existe un seguimiento de las mismas autoridades eclesiales. El párroco muchas veces no se inmiscuye en este sector, deja ese “trabajo” pastoral en manos de los laicos, y muchos de ellos tienen poca preparación, aunque estén llenos de buena voluntad. No sé si comparte conmigo padre, pero estos niños y jóvenes son los adultos del mañana, son la generación que en el futuro deberán trasmitir la doctrina y las tradiciones católicas a los más pequeños, y si hoy ellos no están preparados debidamente, ¿qué podrán trasmitir a las futuras generaciones? Esto es algo triste y preocupante que está en el aire, en el ambiente, en nuestra sociedad.
Pero consciente de esta realidad, también observo que no todo está perdido. Vimos cómo se ordenaron más sacerdotes en los últimos años, los cuales están comenzando un lindo trabajo de evangelización, pero eso está a medio camino. Considero que este material que lleva en su nombre un gran compromiso, el de formar a la población católica, es lo que nos estaba faltando, principalmente a personas como yo, que ya llevamos mucho caminar encima, pero que aún nos falta mucho para llegar a la meta final, como dice San Pablo. El lado positivo de la carta Por falta de formación no es posible distinguir lo sacro de lo es que me siento feliz por haberprofano (FOTO: Irreverencia en la Misa con las hostias que fueron me cruzado con aquella amable pasadas de mano en mano en Manila) joven en el centro, y que ella a la vez, se haya atrevido a ofrecerme esta revista, la que -confieso- al comienzo se, será algo difícil, pero la iniciativa suya es la valoré negativamente; pero al recorrer las muy admirable. páginas pude apreciarla y comprobar lo interesante que son las notas publicadas en la Con la certeza que seré una de las primeprimera edición. Esta revista contiene en sí un ras en comprar la siguiente edición, me despialto contenido doctrinal y mucha “formación do de usted y de todo su equipo de trabajo. ☐ católica” que servirá a todos: a nosotros los abuelos, a los padres de familia, a los formaMargarita de Palacios, del Barrio Santa Ana, dores, catequistas y líderes laicales, también Ciudad del Este. a los jóvenes y adolescentes. Aunque nuestra gente no tiene en sí la cultura de leer, ni revistas, ni libros y mucho menos buscan formar-
Envíe sus comentarios y opiniones a nuestra revista. editorial@formacioncatolica.org
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Calendario Litúrgico
Abril - Ciclo B Del calendario litúrgico oficial del Paraguay. Conferencia Episcopal Paraguaya.
MIÉRCOLES 01: Miércoles Santo. Miércoles de la Preparación. Morado Isaías 50,4-9a / Salmo 68,810.21-22.31.33-34 / Mateo 26, 14-25 JUEVES 02: Jueves Santo. Blanco Misa Crismal: Isaías 61, 1-3a. 6a. 8b-9 / Salmo 88, 21-22. 25. 27 / Apocalipsis 1, 4b-8 / Lucas 4, 16-21 Misa Vespertina de la Cena del Señor / Lavatorio de los Pies: Éxodo 12.1-8.11-14 / Salmo 115,12-13.1516bc.17-18 / Corintios 11,23-26 / San Juan 13,1-15 VIERNES 03: Viernes Santo. Primer día del Triduo Pascual. Celebración de la Pasión del Señor. Día Penitencial: Ayuno y Abstinencia obligatorios. Isaías 52,13–53,12 / Salmo 30,2. 6. 12-13. 15-16. 17. 25 / Hebreos 4,14-16; 5,7-9 / San Juan 18,1–19,42
SÁBADO 04: Sábado
Santo. Segundo día del Triduo Pascual. Día Penitencial. Ayuno y Abstinencia recomendados en Solidaridad con la Virgen. En la Noche del Sábado Santo - Vigilia Pascual de la Noche Santa. Blanco: Génesis 1,
1-2,2 / Salmo 103, 1-2a. 5-6. 10. 12-14ab. 24. 35 O bien Salmo 32,4-7. 12-13. 20. 22 Génesis 22, 1-18 / Salmo 15, 5. 8-11 Éxodo 14, 15-15, 1a / Salmo: Ex 15, 1b-6. 17-18 Isaías 54, 5-14 / Salmo 29, 2. 4-6. 11-12a. 13b Isaías 54, 5-14 / Salmo 29, 2.4-6. 11-12a. 13b Isaías 55, 1-11 / Salmo: Is 12, 2-6 Baruc 3, 9-15. 32-4, 4 / Salmo 18, 8-11 Ezequiel 36, 17ª. 18-28 / Salmo 41, 3. 5bcd; 42, 3-4 O bien, cuando se realizan bautismos durante la vigilia Salmo: Is 12, 2-6 O bien Salmo 50, 12-15. 18-19
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Se entona Solemnemente el Gloria
Romanos 6, 3-11 / Salmo 117, 1-2. 16-17. 22-23 / Marcos 16, 1-8 DOMINGO 05:
Pascua de Resurrección del Señor. Solemnidad de las Solemnidades. Tercer día del Triduo Pascual. Blanco Misa del día: Hechos 10, 34a.
37-43 / Salmo 117, 1-2. 1617. 22-23 / Colosenses 3, 1-4 O bien 1 Corintios 5, 6b-8 / Secuencia / Juan 20, 1-9 O bien en la Misa Vespertina:
Lucas 24, 13-35
LUNES 06: Lunes de la Octava de Pascua. Blanco Hechos 2,14. 22-33 / Salmo 15, 1-2a. 5. 7-11 / Mateo 28, 8-15 MARTES 07: Martes de la Octava de Pascua. Blanco Hechos 2, 36-41 / Salmo 32, 4-5. 18-20. 22 / Juan 20, 11-18
MIÉRCOLES 08: Miércoles de la Octava de Pascua. Blanco Hechos 3, 1-10 / Salmo 104, 1-4. 6-9 / Lucas 24, 13-35 JUEVES 09: Jueves de la Octava de Pascua. Blanco Hechos 3, 1-11 / Salmo 8, 2a. 5-9 / Lucas 24, 35-48 VIERNES 10: Viernes de la Octava de Pascua. Blanco Hechos 4, 1-12 / Salmo 117, 1-2. 4. 22-27a / Juan 21, 1-14 SÁBADO 11: Sábado de la Octava de Pascua. Blanco. Hechos 4, 13-21 / Salmo 117, 1. 14-16. 18-21 / Marcos 16, 9-15 DOMINGO 12: 2do. Domingo de Pascua - Domingo de la Divina Misericordia. Octava de Pascua. Blanco. Hechos 4, 32-35 / Salmo 117, 2-4. 16-18. 22-24 / 1 Juan 5, 1-6 / Juan 20, 19-31 LUNES 13: Feria. Blanco Hechos 4, 23-31 / Salmo 2, 1-9 / Juan 3, 1-8 MARTES 14: Feria. Blanco Hechos 4, 32-37 / Salmo 92, 1-2. 5 / Juan 3, 7b-15 MIÉRCOLES 15: Feria. Blanco Hechos 5, 17-26 / Salmo 33, 2-9 / Juan 3, 16-21
JUEVES 16: Feria. Blanco Hechos 5, 27-33 / Salmo 33, 2.09.017-20 / Juan 3, 31-36 VIERNES 17: Feria. Blanco Hechos 5, 34-42 / Salmo 26, 1. 4. 13-14 / Juan 6, 1-15 SÁBADO 18: Feria. Blanco Hechos 6,1-7 / Salmo 32, 1-2. 4-5. 18-19 / Juan 6, 16-21 DOMINGO 19: 3er. Domingo de Pascua. Blanco Hechos 3, 13-15. 17-19 / Salmo 4, 2. 4. 7. 9 / 1 Juan 2, 1-5a / Lucas 24, 35-48 LUNES 20: Feria. Blanco Hechos 6,8-15 / Salmo 118, 23-24. 26-27. 29-30 / Juan 6, 22-29 MARTES 21: Feria. Blanco Hechos 7, 51-8, 1a / Salmo 30, 3cd-4. 6. 7b. 8a. 17.21ab / Juan 6, 30-35 MIÉRCOLES 22: Feria. Blanco Hechos 8, 1b-8 / Salmo 65, 1-3a. 4-7a / Juan 6, 30-35 JUEVES 23: Feria. Blanco Hechos 8, 26-40 / Salmo 65, 8-9. 16-17. 20 / Juan 6, 44-51 VIERNES 24: Feria.
Blanco. San Fidel de Sigmaringen. Pb. y Mr. (ML). Rojo Hechos 9, 1-20 / Salmo 116, 1-2 / Juan 6, 51-59 SÁBADO 25: Fiesta de San Marcos, Evangelista. Rojo 1 Pedro 5, 5b-14 / Salmo 88, 2-3. 6-7. 16-17 / Marcos 16, 15-20 DOMINGO 26: 4to. Domingo de Pascua Domingo del Buen Pastor. Blanco. Día del Obispo en Paraguay Hechos 4, 8-12 / Salmo 117, 1. 8-9. 21-23. 26. 28-29 / Juan 10, 11-18 LUNES 27: Santo Toribio de Mogrovejo, Ob. (MO). Patrono Episcopal Latinoamericano. Blanco Hechos 11, 1-18 / Salmo 41, 2-3; 43, 3-4 / Juan 10, 1-10 O bien de la Memoria: 2 Timoteo 1, 13-14; 2, 1-3 / Salmo 95, 1-3. 7-8a. 10 / Mateo 9, 35-38 MARTES 28: Feria. Blanco. San Pedro Chanel. Pb. y Mr. (ML). Rojo Hechos 11, 19-26 / Salmo 86, 1-7 / Juan 10, 22-30 MIÉRCOLES 29: Santa Catalina de Siena. Vg. y Dra. (MO). Blanco Hechos 12, 24—13, 5a /
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Salmo 66, 2-3. 5. 6. 8. / Juan 12, 44-50 O bien de la Memoria: 1 Juan 1, 5-2, 2 / Salmo 102, 1-4.
8-9. 13-14. 17-18a / Mateo 11, 25-30 JUEVES 30: Feria.
Blanco. San Pio V. Pp. (ML) Hechos 13, 13-25 / Salmo 88, 2-3. 21-22. 25. 27 / Juan 13, 16-20
Mayo - Ciclo B Del Calendario litúrgico oficial del Paraguay. Conferencia Episcopal Paraguaya.
VIERNES 01: Feria. Blanco. San José Obrero. (ML) Hechos 13, 26-33 / Salmo 2, 6-12a / Juan 14, 1-6 O bien (ML) de San José, Obrero: Génesis 1, 26-2,3 / Colosenses 3, 14-15. 17. 2324 / Salmo 89, 2-4. 12-14. 16 / Mateo 13, 54-58
co Hechos 14, 27-31a / Salmo 144, 10-13ab. 21 / Juan 14, 27-31a MIÉRCOLES 06: Feria. Blanco Hechos 15, 1-6 / Salmo 121, 1-5 / Juan 15, 1-8
SÁBADO 02: Feria. Blanco Hechos 13, 44-52 / Salmo 97, 1-4 / Juan 14, 7-14
JUEVES 07: Feria. Blanco Hechos 15, 7-21 / Salmo 95, 1-3. 10 / Juan 15, 9-11
DOMINGO 03: 5to. Domingo de Pascua. Blanco Hechos 9, 26-31 / Salmo 21, 26b-28. 30-32 / 1 Juan 3, 1824 / Juan 15, 1-8
VIERNES 08: Feria. Blanco. Nuestra Señora de Luján (ML). Blanco Hechos 15, 22-31 / Salmo 56, 8-9. 10-12 / Juan 15, 12-17
LUNES 04: Fiesta Trasladada de los Apóstoles Felipe y Santiago. Rojo 1 Corintios 15, 1-8 / Salmo 18, 2-5 / Juan 14, 6-14
SÁBADO 09: Feria. Blanco Hechos 16, 1-10 / Salmo 99, 1b-2. 3. 5 / Juan 15, 18-21
MARTES 05: Feria. Blan-
DOMINGO 10: 6to. Domingo de Pascua. Blanco
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Hechos 10, 25-26. 34-36. 4448 / Salmo 97, 1-4 / 1 Juan 4, 7-10 / Juan 15, 9-17 LUNES 11: Feria. Blanco Hechos 16, 11-15 / Salmo 149, 1-6a. 9b / Juan 15, 26-16, 4 MARTES 12: Feria. Blanco. Santos Nereo y Aquiles y San Pancracio Mrs. (ML). Rojo Hechos 16, 22-34 / Salmo 137, 1-3. 7c-8 / Juan 16, 5-11 MIÉRCOLES 13: Feria. Blanco. Nuestra Señora de Fátima. (ML) Hechos 17, 15. 22—18, 1 / Salmo 148, 1-2. 11-14 / Juan 16, 13-15 JUEVES 14: Fiesta de San Matías, Apóstol. Rojo Hechos 1, 15-17. 20-26 / Salmo 112, 1-8 / Juan 15, 9-17 VIERNES 15: Feria. Blan-
co. San Isidro, Labrador (ML) Hechos 18, 9-18 / Salmo 46, 2-7 / Juan 16, 20-23 SÁBADO 16: Feria. Blanco. San Luis Orione, Pb. (ML). Día de la Vida Consagrada en Paraguay Hechos 18, 23-28 / Salmo 46, 2-3. 8-10 / Juan 16, 23b28 4 DOMINGO 17: Solemnidad de la Ascensión del Señor. Blanco Hechos 1, 1-11 / Salmo 46, 2-3. 6-9 / Efesios 1, 17-23 / Marcos 16, 15-20 LUNES 18: Feria. Blanco. San Juan I, Pp. y Mr. (ML). Rojo Hechos 19, 1-8 / Salmo 67, 2-5ac. 6-7ab / Juan 16, 29-33 MARTES 19: Feria. Blanco. Hechos 20, 17-27 / Salmo 67, 10-11. 20-21 / Juan 17, 1-11a MIÉRCOLES 20: Feria. Blanco. San Bernardino de Siena, Pb. (ML) Hechos 20, 28-38 / Salmo 67, 29-30. 33-36c / Juan 17, 11b-19 JUEVES 21: Feria. Blanco. Hechos 22, 30; 23, 6-11 / Salmo 15, 1-2a. 5. 7-11 / Juan
17, 20-26 VIERNES 22: Feria. Blanco. Santa Rita de Cascia, RL. (ML) Hechos 25, 13b-21 / Salmo 102, 1-2. 11-12. 19-20ab / Juan 21, 19-25 SÁBADO 23: Feria. Blanco Hechos 28, 16-20. 30-31 / Salmo 10, 4-5. 7 / Juan 21, 19 Vísperas de Pentecostés. Rojo Génesis 11, 1-9 /O bien: Éxodo 19, 3-8a. 16-20b / O bien: Ezequiel 37, 1-14 O bien: Joel 3, 1-5 / Salmo 103, 1-2a. 24. 27-28. 29bc-30 / Romanos 8, 22-27 / Juan 7, 37-39 DOMINGO 24: Solemnidad de Pentecostés. Rojo Hechos 2, 1-11 / Salmo 103, 1ab. 24ac. 29b-31. 34 / 1 Corintios 12, 3b-7. 12-13 / Juan 20, 19-23 LUNES 25: Comienza la segunda parte del Tiempo Ordinario, 8va. Semana. Feria. Verde San Beda del Venerable, Pb. y Dr. (ML). San Gregorio VII, Pp. (ML). Sta. María Magdalena de Pazzi, Vg. (ML). Blanco Eclesiástico 17, 24-26. 29 / Salmo 31, 1-2. 5-7 / Marcos 10, 17-27
MARTES 26: San Felipe Neri, Pb. (MO). Blanco Eclesiástico 35, 1-12 / Salmo 49, 5-8. 14. 23 / Marcos 10, 28-31 O bien de la Memoria: Filipenses 4, 4-9 / Salmo 33, 2-11 / Juan 17, 20-26 MIÉRCOLES 27: Feria. Verde. San Agustín de Cantorbery, Ob. (ML). Blanco Eclesiástico 36, 1. 4. 5. 1017 / Salmo 78, 8. 9. 11. 13 / Marcos 10, 32-45 JUEVES 28: Feria. Verde. Jueves después de Pentecostés. Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.(ML). Blanco Eclesiástico 42, 15-25 / Salmo 32, 2-9 / Marcos 10, 46-52 VIERNES 29: Feria. Verde Eclesiástico 44, 1. 9-13 / Salmo 149, 1-6a. 9b / Marcos 11, 11-25 SÁBADO 30: Feria. Verde Eclesiástico 51, 12-20a / Salmo 18, 8-11 / Marcos 11, 27-33 DOMINGO 31: Solemnidad de la Santísima Trinidad. Blanco Deuteronomio 4, 32-34. 39-40 / Salmo 32, 4-6. 9. 1820. 22 / Romanos 8, 14-17 / Mateo 28, 16-20. ☐
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Pan de la
Palabra
Reflexiones bíblicas para los domingos y fiestas principales del año. Puedes utilizar estas meditaciones en homilías, reflexiones y grupos de estudio.
Abril Jueves, 2 de abril de 2015 - Ciclo B Jueves Santo Misa Vespertina de la Cena del Señor - Lavatorio de los Pies Éxodo 12.1-8.11-14 | Salmo 115,12-13.15-16bc.17-18 | Corintios 11,23-26 | San Juan 13,1-15
posible la rutina o el aburrimiento?, ¿cómo permanecer indiferente ante ese amor que sobrepasa toda medida? «Es la Pascua, el Paso del Señor». En cada misa es Cristo mismo quien pasa junto a nosotros, quien desea entrar –si le dejamos– para quedarse con nosotros.
«Los amó hasta el extremo». Estas palabras son la clave para entender el Triduo Pascual, la pasión y muerte de Jesús, la Eucaristía... Todo ello es expresión y realización de ese amor hasta el extremo que lo ha dado todo sin reservarse nada, que se ha hecho esclavo por nosotros. Es ese amor el que está presente en cada misa y en cada sagrario: ¿cómo es
Pasa Cristo para hacernos pasar con Él de este mundo al Padre. Si la vivo bien, cada misa me introduce más en Dios, en su seno y en su corazón. La misa me introduce en el cielo, aunque siga viviendo aún sobre la tierra. «Haced esto en memoria». Estas palabras son el encargo de perpetuar la Eucaristía en el tiempo y el espacio.
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Pero no sólo eso, incluyen el mandato de vivir la misa, de hacer presente en nuestra vida todo lo que ella es y significa: «les he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con ustedes, vosotros también lo hagáis». La misa nos hace esclavos de nuestros hermanos y nos impulsa a amarlos hasta el extremo. «Él dio la vida por nosotros: también nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1Jn 3,16).
Viernes, 3 de abril de 2015 - Ciclo B Viernes Santo Celebración de la pasión y muerte del Señor. Isaías 52,13–53,12 | Salmo
30,2. 6. 12-13.15-16.17.25 | Hebreos 4,14-16; 5,7-9 | San Juan 18,1–19,42
«Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos». Todo el relato
de la pasión según san Juan especialmente el prendimiento y el diálogo con Pilatos manifiesta la soberanía y majestad de este Jesús que había dicho: «Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente» (Jn 10,18). Verdaderamente Jesús reina desde la cruz. Ahora se cumple lo que Él mismo había anunciado: «Yo cuando sea levantado de la tierra atraeré a todos hacia mí» (Jn 12,32). La multitud inmensa de los redimidos es fruto de esta eficaz atracción del Crucificado. «Está cumplido». Jesús ha llevado a cabo perfectamente la obra que el Padre le encomendó (Jn 17,4). Ha realizado el plan del Padre, ha cumplido las Escrituras, nada ha quedado a medias. La Redención es un hecho
consumado y sólo falta que cada hombre acepte dejarse bañar por su sangre y acuda a beber el agua que brota de su costado abierto. En Cristo estamos salvados. «Mirarán al que atravesaron». Si los que miraban la serpiente de bronce en el desierto quedaban curados (Nm 21,4-9), ¡cuánto más los que miran con fe al Hijo de Dios crucificado! (Jn 3,1415). San Juan nos invita a esa mirada contemplativa llena de fe. Esta mirada de fe permite que se desencadene sobre nosotros el infinito amor salvador que se encuentra encerrado en el corazón del Redentor traspasado por nuestros pecados.
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Sábado, 4 de abril de 2015 - Ciclo B Vigilia Pascual Génesis 1, 1-2,2 | Salmo 103, 1-2a. 5-6. 10. 12-14ab. 24. 35 | Romanos 6, 3-11| Marcos 16, 1-8 «HA RESUCITADO». Así, con mayúsculas, aparece en el Leccionario. Esta palabra es común a los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) y aparece por tanto en los tres ciclos. Es la noticia. La Iglesia vive de ella. Millones de cristianos a lo largo de veinte siglos han vivido de ella. Es la noticia que ha cambiado la historia: el Crucificado vive, ha vencido la muerte y el mal. Es el grito que inunda esta noche santa como una luz potente que rasga las tinieblas. ¿En qué medida vivo yo de este anuncio? ¿En qué medida soy portavoz de esta noticia para los que aún no la conocen? «Consideraos muertos al pecado y vivos para Dios». La resurrección de Cristo es también la nuestra. Él no sólo ha destruido la muerte, sino también el pecado, que es la verdadera muerte y causa de ella. La resurrección de Cristo es capaz de levantarnos para hacernos llevar una vida de resucitados. Ya no
somos esclavos del pecado. Podemos vivir desde ahora en la pertenencia a Dios, como Cristo. Podemos caminar en novedad de vida. «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular». Las lecturas del A.T. son una síntesis de la historia de la salvación, que culmina en Cristo. El Resucitado es la clave de todo. Todo se ilumina desde Él. Sin Él, todo permanece confuso y sin sentido. ¿Le permito yo que ilumine mi vida? ¿Soy capaz de acoger la presencia del Resucitado para entender toda mi vida como historia de salvación?
Domingo, 5 de abril de 2015 - Ciclo B Pascua de Resurrección del Señor Hechos 10, 34a. 37-43 | Salmo 117, 1-2. 16-17. 22-23 | Colosenses 3, 1-4 | Juan 20, 1-9 Las hazañas del Señor «No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor». Podemos escuchar en labios de Jesús resucitado estas palabras del salmo responsorial. El Padre ha querido que pasase por la muerte. Pero ahora ya vive. Vive para siempre. Cristo resucitado es
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«el que vive» (Ap 1,18), el viviente por excelencia, el que posee la vida y la comunica a su alrededor. Vive en su Iglesia. Y vive «para contar las hazañas del Señor». Desde el día de su resurrección proclama a los hombres, a sus discípulos, las maravillas que el Padre ha realizado con Él resucitándole. Cristo resucitado testimonia en su Iglesia la gloria que el Padre le ha dado, el gozo infinito que le inunda, el poder que ha recibido de su Padre constituyéndole Señor de todo y de todos. Para toda la eternidad Cristo es el Testigo más perfecto de las hazañas del Señor, del poder y del amor que el Padre ha derrochado en Él resucitándole de entre los muertos y sentándole a su derecha (Ef 1,19-21).
«La piedra que desecharon los
arquitectos es ahora la piedra angular». El despreciado, el humillado, el crucificado es ahora fundamento de todo. Cristo resucitado es y será para siempre el que da sentido a cada hombre, a cada sufrimiento, a cada esfuerzo, a la Historia entera. Sólo en Él la vida cobra consistencia y valor, pues «no se nos ha dado otro Nombre en el que podamos salvarnos» (He 4,12). Todo lo construido al margen de esta piedra angular se desmorona, se hunde. Ser cristiano es vivir cimentado en Cristo (Col 2,7), apoyado totalmente y exclusivamente en Él. «Este es el día en que actuó el Señor». La resurrección de Cristo es la gran obra de Dios, la maravilla por excelencia. Mayor que la creación y que todos los Prodigios realizados en la antigüedad. Hemos de aprender a admirarnos de ella. Hemos de aprender a gozarnos en ella: «sea nuestra alegría y nuestro gozo». La resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra alegría. «Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente», pues es un acontecimiento humanamente inexplicable. Pero un acontecimiento que sigue presente y activo en la Iglesia, pues la resurrección de Cristo no ha cesado de dar
fruto. Hoy sigue siendo el día en que el Señor actúa… La gran noticia Lo mismo que a las mujeres la mañana de Pascua, la Iglesia nos sorprende hoy con la gran noticia: el sepulcro está vacío. Cristo ha resucitado. El Señor está vivo. El mismo que estuvo colgado de la cruz el viernes santo. El mismo que fue encerrado en el sepulcro. ¿Soy capaz de dejarme entusiasmar con esta noticia? «Vio y creyó». La resurrección de Cristo es el centro de nuestra fe. Nosotros no creemos en ideas, por bonitas que sean. Nuestra fe se basa en un acontecimiento: Cristo ha resucitado. Nuestra fe es adhesión a una persona viva, real, concreta: Cristo el Señor. Y la Pascua nos ofrece la posibilidad de un encuentro real con el Resucitado y de la experiencia de su presencia en nuestra vida. Los discípulos corrían. Este apresuramiento significa mucho. Es, ante todo, el deseo de ver al Señor, a quien tanto aman. Es el deseo de comprobar con sus propios ojos que, efectivamente, el sepulcro está vacío, que la muerte ha sido vencida y no tiene la última palabra. Es el entusiasmo de quien sabe
que la historia ha cambiado, que la vida tiene sentido. Es la alegría de quien tiene algo que decir, de quien quiere transmitir una gran noticia a los demás. La resurrección de Cristo no nos deja adormecidos. Es la noticia que nos sacude y nos pone en movimiento. Nos hace testigos y mensajeros del acontecimiento central de toda la historia de la humanidad.
Domingo, 12 de abril de 2015 - Ciclo B Domingo II de Pascua - In albis o “De la Misericordia” Hechos 4, 32-35 | Salmo 117, 2-4. 16-18. 22-24 | 1 Juan 5, 1-6 | Juan 20, 19-31 Durante el tiempo pascual desaparece el evangelio de Marcos y sólo volvemos a encontrarlo en la solemnidad de la Ascensión del Señor (Mc 16,15-20). En realidad la ascensión queda narrada en un breve versículo (el 19). Sin embargo, es significativo que este hecho quede enmarcado entre el mandato misionero universal (vv. 15-18) y la prueba de su cumplimiento (v. 20): Cristo, el Señor glorificado, ejerce su señorío invisible en la acción visible de su Iglesia que evangeliza –«actuaba con ellos y confirmaba la palabra con los
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signos»–. ¡Señor mío y Dios mío! «Reciban el Espíritu Santo». He aquí el regalo pascual de Cristo. El que había prometido. «No les dejaré huérfanos» (Jn 14,18), ahora cumple su promesa. Jesús, que había gritado «el que tenga sed que venga a mí y beba» (Jn 7,37), se nos presenta ahora en su resurrección como fuente perenne del Espíritu. A Cristo resucitado hemos de acercarnos con sed a beber el Espíritu que mana de Él, pues el Espíritu es el don pascual de Cristo.
«Señor mío y Dios mío». La actitud final de Tomás nos enseña cuál ha de ser nuestra relación con el Resucitado: una relación de fe y adoración. Fe, porque no le vemos con los ojos: «Dichosos los que crean sin haber visto»; fe a pesar de que a veces parezca ausente, como a los discípulos de Emaús, que no eran capaces de reconocerle aunque caminaba con ellos (Lc 24,13ss). Y adoración, porque Cristo es en cuanto hombre «el Señor», lleno de la vida, de la gloria y de la felicidad de Dios. «Se llenaron de alegría al ver al Señor». La resurrección de Cristo es fuente de alegría. El encuentro con el Señor resucitado produce gozo. Su presencia lo ilumina todo, porque Él es el Señor de la historia. En cambio, su ausencia es causa de tristeza, de angustia y de temor. También en esto Cristo cumple su promesa: «yo lo volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar» (Jn 16,22). ¿Vivo mi relación con Cristo como la única fuente del gozo auténtico y duradero?
Domingo, 19 de abril de 2015 - Ciclo B Domingo III de Pascua 34 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
Hechos 3, 13-15. 17-19 | Salmo 4, 2. 4. 7. 9 | 1 Juan 2, 1-5a | Lucas 24, 35-48 Presencia de Dios que lo llena todo «Se presentó Jesús en medio de sus discípulos». Jesús resucitado está presente en medio de los suyos, en medio de su Iglesia. Está presente en los sacramentos: es Él quien bautiza, es Él quien perdona los pecados... Está presente de manera especial en la Eucaristía, entregándose por amor a cada uno con su poder infinito. Está presente en los hermanos, sobre todo en los más pobres y necesitados. Está presente en la autoridad de la Iglesia... La vida cristiana no consiste en vivir unas ideas, por bonitas que fueran. El cristiano vive de una presencia que lo llena todo: la presencia viva de Cristo resucitado. Y el tiempo de Pascua nos ofrece la gracia para captar más intensamente esta presencia, para acogerla sin condiciones, para vivir de ella. «Creían ver un fantasma...» Aun creyendo en la Resurrección del Señor, pueden asaltarnos las mismas dudas que a los discípulos. Como a Jesús resucitado no le vemos, podemos tener la impresión de algo poco real, algo ilusorio, como si fuera
un fantasma, una sombra. Pero también a nosotros nos repite: «Miren mis manos y mis pies: soy yo en persona». Nos remite a las huellas de su pasión. Verdaderamente padeció, verdaderamente murió, verdaderamente ha resucitado. Es Él en persona. El mismo que recorrió los caminos de Palestina, que predicó, que curó a los enfermos… El Resucitado es real. Vive de veras. Y mantiene su realidad humana. El tiempo de Pascua conlleva la gracia para conocer con más hondura la belleza de la realidad humana del Señor a la vez que su grandeza divina.
«Les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras». Sin Cristo la Biblia es un libro sellado, imposible de entender. Como a los primeros discípulos, también a nosotros Jesús resucitado nos abre el entendimiento para comprender. Él es el Maestro que sigue explicándonos
las Escrituras. Pero lo hace como Maestro interior, porque nos enseña e ilumina por dentro. Sólo podemos entender la Escritura si la leemos en presencia del Resucitado y a su luz. Sólo escuchándole a Él en la oración, sólo invocando su Espíritu, la Biblia deja de ser letra muerta y se nos ilumina como palabra de vida y salvación.
Domingo, 26 de abril de 2015 - Ciclo B Domingo IV de Pascua Del Buen Pastor Hechos 4, 8-12 | Salmo 117, 1. 8-9. 21-23. 26. 28-29 | Juan 10, 11-18 Amor que da la vida «El Buen Pastor da la vida por las ovejas». Da la vida. No sólo la dio. La da continuamente. Jesús Resucitado permanece eternamente en la actitud que le llevó a la muerte. Ahora ya no muere. No puede morir. Pero el amor que le llevó a dar la vida es el mismo. Y eso continuamente. Instante tras instante Cristo es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, que da su vida por mí. Su amor «hasta el extremo», el que le llevó hasta la cruz, ha quedado eternizado mediante la resurrección. Su vida de resucitado es un acto continuo, perfecto y eficaz de
amor a su Padre y de amor a los hombres, a cada uno de todos los hombres. Él mismo es el Amor que da la vida. «Por su nombre se presenta éste sano ante vosotros». Su entrega es eficaz. Su amor es capaz de transformar. Al morir por nosotros nos sana. Al entregar su vida engendra vida. Es el nombre de Jesucristo nazareno el único capaz de salvar totalmente, definitivamente. La acción del Buen Pastor una vez resucitado se caracteriza por la fuerza, por la energía salvadora. La Resurrección pone de relieve que el amor del Buen Pastor no era inútil o estéril, sino muy eficaz. Las conversiones y sanaciones realizadas por medio de los Apóstoles lo atestiguan.
«¡Somos hijos de Dios!» También en esto se manifiesta la fuerza de la Resurrec-
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ción. En su victoria, Cristo nos arrastra a vivir su misma vida de Hijo, su misma relación con el Padre. Somos hijos en el Hijo. En Cristo somos hijos de Dios. En la Vigilia Pascual hemos renovado las promesas de nuestro bautismo y el mejor fruto de la Pascua es un aumento de la vivencia de nuestro ser hijos de Dios. Confianza plena. A la luz de la Pascua, el evangelio de hoy nos invita a contemplar al Resucitado como Buen Pastor. Cristo Resucitado continúa presente en su Iglesia, camina con nosotros. Conduce a su Pueblo: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). Y como Buen Pastor es el Señor de la historia, que domina y dirige todos los acontecimientos:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra» (Mt 28,18). Nuestra reacción no puede ser otra que la confianza plena: «El Señor es mi pastor, nada me falta... Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo» (Sal 23). Y es el Buen Pastor que da la vida por las ovejas. La resurrección nos grita el valor y la eficacia de la sangre de Cristo que nos ha redimido. Nosotros somos fruto de la entrega de Cristo. A diferencia del asalariado, a Cristo le importan las ovejas, porque son suyas; por eso da la vida por ellas. Y ahora, ya resucitado y glorioso, sin derramamiento de sangre, Cristo vive en la misma actitud de entrega. Ahora le importamos todavía más, porque nos ha comprado con
su sangre (Ap 5,9). Más aún, Cristo Buen Pastor no sólo da la vida por nosotros, sino que nos enseña y nos impulsa también a nosotros a dar la vida. La resurrección nos habla con fuerza de que la vida se nos ha concedido para darla, de que vale la pena gastar la vida para que los demás tengan vida eterna, de que el que pierde su vida ese es el que de verdad la gana. Dando la vida colaboramos a que las ovejas que son de Cristo pero no están en su redil escuchen su voz de Buen Pastor, entren en su redil, se sientan amados por Él y experimenten que Él repara sus fuerzas y sacia su sed.
Pan de la
Palabra
Mayo
Domingo, 3 de mayo de 2015 - Ciclo B Domingo V de Pascua Hechos 9, 26-31 | Salmo 21, 26b-28. 30-32 | 1 Juan 3, 18-24 | Juan 15, 1-8 36 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
Permaneced en Mí «Permaneced en mí». Este mandamiento de algún modo resume toda la vida y actividad del cristiano. Por el Bautismo hemos sido injertados en Cristo (Rom 6,5). Como la vida del sarmiento depende de su unión a la vid, la vida del cristiano depende de su unión a Cristo. Nuestra relación con Cristo no es a distancia. Vivimos en Él. Y Él vive en nosotros. Por eso Él mismo insiste: «Permaneced en mí». Esta unión continúa con Cristo es la clave del crecimiento del cristiano y del fruto que pueda dar. Toda la vida viene de la vid y nada más que de la vid. «Sin mí no podéis hacer nada». El que comprende de verdad estas palabras cambia por completo su modo de plantear las cosas. Cada acción realizada al margen de Cristo, cada momento vivido fuera de Él, cada palabra no inspirada por Él... están condenados a la esterilidad más absoluta. Deberíamos tener horror a no dar fruto, a malgastar nuestra vida, a perder el tiempo. «... Lo poda para que dé más fruto». Dios desea que demos fruto, y fruto abundante –Jn 15,16–. Para ello es necesario «permanecer en Cristo» mediante la fe viva, la caridad ardiente, la espe-
ranza invencible, mediante los sacramentos y la oración continua, mediante la atención a Cristo y la docilidad a sus impulsos... Pero hay más. Como Dios nos ama y desea que demos mucho fruto, nos poda. Gracias a esta poda cae mucho ramaje inútil que estorba para dar fruto. El sufrimiento, las humillaciones, el fracaso, las dificultades, los desengaños... son muchas veces los instrumentos de que Dios se sirve para podarnos. Gracias a esta poda caen muchas apariencias, nos enraizamos más en Cristo y podemos dar más fruto.
Su misma vida El misterio de Cristo y de su Resurrección es de una fecundidad inagotable. Los autores sagrados no encuentran palabras ni imágenes para expresarlo. No hemos de imaginar a Cristo fuera de nosotros. Gracias a su glorificación Él vive en nosotros
y nosotros vivimos su misma vida. Por el Bautismo hemos sido injertados en Cristo y vivimos su misma vida, lo mismo que los sarmientos tienen la misma vida que reciben de la vid. Por eso, el mandato de Cristo es muy sencillo: «Permanezcan en mí». La vida cristiana, aunque parezca compleja, es en realidad muy simple: se trata de permanecer unidos a Cristo continuamente. En san Juan, permanecer en Cristo supone vivir en gracia, pero no sólo; implica además una relación personal y una intimidad amorosa con Él cada vez más consciente y más continua. Esto es de una importancia enorme. Y san Juan lo subraya con una lógica y una coherencia implacables: «Lo mismo que el sarmiento separado de la vid se seca y no tiene vida ni da fruto, vosotros separados de mí no podéis hacer nada». Es preciso aprender esta lección de una vez por todas. Nuestro fruto no depende de las cualidades humanas, sino de la unión con Cristo. Dios desea que demos fruto abundante –y en ello es glorificado, y para eso nos poda, para que obtengamos más fruto–, pero nuestra fecundidad, nuestro dar fruto en la vida personal, en la Iglesia y en el mundo,
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está en proporción a nuestra santidad, a nuestra unión con el Señor Resucitado. Sin ella no haremos nada, ni daremos fruto abundante ni duradero; y si los hay, serán frutos aparentes, que se evaporan como la neblina mañanera.
Domingo, 10 de mayo de 2015 - Ciclo B Domingo VI de Pascua Hechos 10, 25-26. 34-36. 4448 | Salmo 97, 1-4 | 1 Juan 4, 7-10 | Juan 15, 9-17 Permanezcan en mi amor «Permanezcan en mi amor». En esta Pascua Cristo nos ha manifestado más clara e intensamente su amor. Y ahora nos invita a permanecer bajo el influjo de este amor. En realidad podemos decir que toda la vida del cristiano se resume en dejarse amar por Dios. Dios nos amó primero. Nos entregó a su Hijo como víctima por nuestros pecados. Y el secreto del cristiano es descubrir este amor y permanecer en él, vivir de él. Sólo la certeza de ser amados por Dios puede sostener una vida. No sólo hemos sido amados, sino que somos amados continuamente, en toda circunstancia y situación. «El que ama ha nacido de
Dios». Dios infunde en nosotros su misma caridad. Por eso nuestro amor, si es auténtico, debe ser semejante al de Dios. Pero Dios ama dando la vida: el Padre nos da a su Hijo; Cristo se entregó a sí mismo, ambos nos comunican el Espíritu. La caridad no consiste tanto en dar cuanto en darse, en dar la propia vida por aquellos a quienes se ama; y eso hasta el final, hasta el extremo, como ha hecho Cristo y como quiere hacer también en nosotros: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos». El amor de Cristo es de este calibre amplitud. Y el amor a los demás que quiere producir en nosotros también. Como yo os he amado «Yo les he elegido». Nuestra fe, nuestro ser cristiano, no depende primera ni principalmente de una opción que nosotros hayamos hecho. Ante todo, hemos sido elegidos, personalmente, con nombre y apellidos. Cristo se ha adelantado a lo que yo pudiera pensar o hacer, ha tomado la iniciativa, me ha elegido. Ahí está la clave de todo, ahí está la raíz de nuestra identidad. Y es preciso dejarnos sorprender continuamente por esta elección de Dios, «Él nos amó primero» (1Jn 4,19).
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«Como yo os he amado». Quizá muchas veces meditamos en el amor al prójimo. Pero tal vez no meditamos tanto en la medida de ese amor, en ese «como yo». La medida del amor al hermano es dar la vida por él como Cristo la ha dado, gastar la vida por los demás día tras día. Mientras no lleguemos a eso hemos de considerarnos en déficit. El cristiano nunca se siente satisfecho como si ya hubiera hecho bastante. «El amor de Cristo nos apremia» (2Cor 5,14). Y lo maravilloso es que realmente podemos amar como Él porque este amor «ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado»(Rom 5,5). Cristo resucitado, viviendo en nosotros nos capacita y nos impulsa a amar «como Él».
Domingo, 17 de mayo de 2015 - Ciclo B Solemnidad de la Ascensión del Señor Hechos 1, 1-11 | Salmo 46, 2-3. 6-9 | Efesios 1, 17-23 | Marcos 16, 15 Actuaba con ellos El breve texto de san Marcos nos presenta a Jesús como un ser llevado «al cielo», es decir, al lugar propio de Dios, y un «sentarse» a la derecha de
Dios. Efectivamente, el misterio de la ascensión significa que el que por nosotros tomó la condición de siervo, pasó por uno de tantos y se humilló hasta la muerte de cruz (Fil 2,6-10), ahora ha sido exaltado, enaltecido, constituido «Señor». Cristo en cuanto hombre se ha sentado en el trono de su Padre (Ap 3,21), ha recibido todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18) y ha sido constituido Señor del Universo ante el que toda rodilla se dobla.
Sin embargo, ascensión no significa ausencia de Cristo. A renglón seguido de narrar la ascensión de Jesús, san Marcos subraya que «El Señor actuaba con ellos». Ciertamente Cristo ha dejado su presencia visible, sensible. Pero sigue presente. Y lo manifiesta «cooperando» con la acción de los discípulos. En estas breves palabras queda resumido todo el misterio de la Iglesia. Toda ac-
ción de la Iglesia –y de cada cristiano en ella– no es algo simplemente humano, sino acción de Cristo a través de ella. Cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza... Por tanto, todo nuestro empeño ha de ser buscar la sintonía con Cristo para que realice esa cooperación y nuestros actos sean también suyos y tengan un valor inmenso: «El que cree en mí hará las obras que yo hago y aún mayores» (Jn 14,22). De ahí la importancia de los signos, que indica el evangelio. Los signos manifiestan que la Iglesia es más que palabras, es hechos. Mediante ellos se ve la acción del Señor. Ya no se tratará de coger serpientes en las manos, pero hay que preguntarnos cómo hoy nosotros podemos ser «milagro» –es decir, signo que se ve– para aquellos con los que vivimos.
Domingo, 24 de mayo de 2015 - Ciclo B Solemnidad de Pentecostés Hechos 2, 1-11 | Salmo 103, 1ab. 24ac. 29b-31. 34 | 1 Corintios 12, 3b-7. 12-13 | Juan 20, 19-23 «Reciban el Espíritu Santo». El gran don pascual de Cristo es el Espíritu Santo. Para esto ha venido Cristo al
mundo, para esto ha muerto y ha resucitado, para darnos su Espíritu. De esta manera Dios colma insospechadamente sus promesas: «Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un Espíritu nuevo» (Ez 36,26). Necesitamos del Espíritu Santo, pues «el Espíritu es el que da la vida, la carne no sirve para nada» (Jn 6,63). El Espíritu Santo no sólo nos da a conocer la voluntad de Dios, sino que nos hace capaces de cumplirla dándonos fuerzas y gracia: «Les infundiré mi Espíritu y haré que caminen según mis preceptos y que guarden y cumplan mis mandatos» (Ez 36,27).
«Sopló sobre ellos». Para recibir el Espíritu hemos de acercarnos a Cristo, pues es Él –y sólo Él– quien lo comunica. Él mismo había dicho: «El que tenga sed que venga a mí y beba» (Jn 7,37). Es preciso acercarnos a Cristo en la oración, en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía,
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para beber el Espíritu que mana de su costado abierto. Y es preciso acercarnos con sed, con deseo intenso e insaciable. De esta manera, Cristo no nos deja huérfanos (Jn 14,18), pues nos da el Espíritu que es maestro interior (Jn 14,26; 16,13), que consuela y alienta (Jn 14,16; 16,22). «Como el Padre me envió, así os envío yo». Jesús afirma al inicio de su ministerio que ha sido «ungido por el Espíritu del Señor para anunciar la Buena Noticia a los pobres» (Lc 4,18). Y a los apóstoles les promete: «Recibirán la fuerza del Espíritu y serán mis testigos» (He 1,8). Jesús nos hace partícipes de la misma misión de anunciar el evangelio que él ha recibido del Padre y lo hace comunicándonos la fuerza del Espíritu Santo. El Espíritu nada tiene que ver con la lentitud, la falta de energías, la pasividad; es impulso que nos hace testigos enviados, apóstoles.
Domingo, 31 de mayo de 2015 - Ciclo B Solemnidad de la Santísima Trinidad Deuteronomio 4, 32-34.
39-40 | Salmo 32, 4-6. 9. 1820. 22 | Romanos 8, 14-17 | Mateo 28, 16-20 A muchos cristianos el misterio de la Trinidad les echa para atrás. Les parece demasiado complicado y prefieren dejarlo de lado. Y sin embargo las páginas del Nuevo Testamento nos hablan a cada paso de Cristo, del Padre y del Espíritu Santo. Ellos son el fundamento de toda nuestra vida cristiana.
Explicar el misterio de la Trinidad no es difícil, es imposible, precisamente porque es misterio. Pero lo mismo que un niño puede tener gran familiaridad con su padre aunque no sepa decir muchas cosas de él, nosotros podemos vivir también en una profunda familiaridad con el Padre, con Cristo, con el Espíritu Santo y tener experiencia de estas Personas divinas. No sólo podemos:
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estamos llamados a ello en virtud de nuestro bautismo. No es un privilegio sólo de algunos místicos. Podemos conocer al Padre como Fuente y Origen de todo, Principio sin principio, fuente última y absoluta de la vida, no dependiendo de nadie. El Hijo es engendrado por el Padre, recibe de Él todo su ser: por eso es Hijo; pero el Padre se da totalmente: por eso el Hijo es Dios, igual al Padre. Nada tiene el Hijo que no reciba del Padre; nada tiene el Padre que no comunique al Hijo. El ser del Hijo consiste en recibir todo del Padre y el Hijo vuelve al Padre en un movimiento eterno de amor, gratitud y donación. Y ese abrazo de amor entre el Padre y el Hijo es el Espíritu Santo «El Espíritu todo lo sondea, incluso lo profundo de Dios» (1Cor 2,10). El Espíritu nos da a conocer a Cristo y al Padre y nos pone en relación con ellos. Las Personas divinas viven como en un templo en el hombre que está en gracia. Estamos habitados por Dios. Somos templo suyo. Vivimos en el seno de la Trinidad. ¿Se puede imaginar mayor familiaridad? Todo nuestro cuidado consiste en permanecer en esta unión. ☐
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Familia Numerosa
Abrirse a la vida como co-partícipes de la acción creadora de Dios.
UNA MADRE SIN TELEVISIÓN ¿Ellos no tiene televisión acaso? Es la pregunta que surge generalmente cuando decimos que una madre tuvo muchos hijos. Esta cuestión es fruto de lo que una sociedad egoísta y desconfiada de Dios dicta como pauta de comportamiento: tener pocos hijos para disfrutar de la vida. Pero esta pregunta tiene algo de verdad. Porque mujeres como Marta, con seis hijos, son mujeres que dedicaron menos tiempo a las cosas superficiales de la vida -como ver TV- para dedicarse a hacer la voluntad de Dios, confiando en Él. 42 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
SER MADRE DE MUCHOS HIJOS NO
O
ES UN TAREA FÁCIL.
bviamente, requiere sacrificio, entrega, amor incondicional y mucha fe para superar las pruebas y los embates de la vida. No en vano hasta el calendario civil tiene una fecha anual para recordarlas. Nuestro país contó con una notable época en la que numerosas mujeres vivieron a pleno su maternidad, llegando a criar algunas hasta a 17 hijos, a pesar de las precarias condiciones de vida y un austero soporte tecnológico. Para la sociedad actual, un solo hijo es considerado lo mejor para un matrimonio; otros son más osados y dicen: Dos es el número ideal. Para Marta y Eduardo en cam-
bio, es Dios quien decide cuántos hijos deben venir al mundo en cada matrimonio.
afamados juegos universitarios, debido a su gran pasión por el deporte.
Marta Liz Giménez se casó con José Eduardo Rivas a los 17 años y cuando cumplió 18, fue madre por primera vez. Eduardo José David, el primogénito de la familia, nació con 3 kilos en parto normal. “Ver al niño que llevé en mi vientre durante tanto tiempo fue un instante único, que marcó mi vida y la llenó de una alegría indescriptible”, comenta Marta, sentada en la sala de su casa, donde nos recibió para esta entrevista.
En aquel entonces, Eduardo y Marta coincidieron en esto: “Para que la familia esté completa era necesario tener una hija, de tal modo que se complete el matrimonio de Papá, Mamá, la nena y el varón”; la “parejita” como se conoce en el Paraguay. Y nació Melissa; y el matrimonio creyó que ya nada hacía falta. “Con el nacimiento de la nueva integrante, nosotros quisimos no tener más hijos, pues decíamos que todo estaba en su perfecto lugar”.
“No éramos nosotros los autores de la vida, sino Dios” ¿QUÉ SIGNIFICA SER MADRE? Muchas mujeres creen que la maternidad es solamente un periodo en el que se sufre ciertas variaciones corporales, hormonales, emocionales y se pierde por completo la estética del cuerpo femenino por causa del bebé que llevan durante nueve meses en el vientre, y cuando llegan los niños, todo el tiempo es invertido en el cuidado y crianza de los hijos y muchas cosas se dejan de lado. Para Marta en cambio, “la maternidad es un don de Dios; cada mujer se hace cooperadora de él en la creación, dando vida a un nuevo ser”. Pensada así la cosa, sólo la fe puede explicar su determinación y valentía. Con 19 años y su pequeño en brazos, la joven madre, aficionada al handball, se inscribe en la Universidad. “Mi tiempo se distribuía equitativamente entre trabajar, cuidar a mi hijo, ser ama de casa y estudiante universitaria”. Además participaba como atleta de los
Con las vueltas de la vida y los designios de Dios, la pareja tuvo un giro inesperado, y por medio de un retiro espiritual ambos comprendieron su rol dentro del matrimonio. “Entendimos que no podíamos impedir ni forzar por medios antinaturales la fecundidad matrimonial. Pudimos comprender que no éramos nosotros los autores de la vida, sino Dios, quien en su inmensa providencia envía a cada familia los hijos que deben tener.” Comenzaron entonces a estar totalmente abiertos a la vida. En el transcurso de los años la familia Rivas Giménez fue creciendo y llegaron a ser una auténtica familia católica. Y así, fueron acoplándose los demás integrantes de la prole con Marta Gabriela, Luana María, Fátima Adriana y el pequeño Juanri, como cariñosamente es llamado Juan Rafael, el último de los hijos. ¡PERO CÓMO HACÍAN LAS ABUELAS PARA MANTENER TANTOS HIJOS! Muchas mujeres se preguntan hoy ¿Cómo nuestras bisabuelas y abuelas podían concebir entre 8, 10 o 12 hijos? ¿Cómo resolvían las cuestiones alimentarias, la educación, la vestimenta y la salud, tanto de la madre, como de los que llegaban al mundo? Sin saber cómo encarar la cosa, estas mujeres de la actualidad reducen al mínimo la cantidad de hijos que Abril / Mayo 2015 | Formación Católica | 43
pretenden concebir, alegando que si tienen pocos hijos, será para brindarles una mejor calidad de vida.
“Tener muchos hijos nunca fue un impedimento para que pueda realizarme como profesional” Con el paso de los años y la cantidad de hijos, la mujer valora el don de la maternidad, dice Marta: “Cada hijo siempre fue una nueva experiencia.” La sexta vez que Marta, tuvo la dignidad de llevar un nuevo ser y cooperar con Dios en 44 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
la obra creadora, fue cuando ya había alcanzado los 41 años, a pesar de que la ciencia médica no recomiende los embarazos a esa edad. Pero Marta confió en Dios, quien es el que verdaderamente hace todas las cosas y tuvo a su último hijo sin muchas complicaciones. UNA MADRE MULTIFACÉTICA El día a día de Marta es ajetreado. Hay que levantarse temprano y ayudar a los chicos que deben ir a la escuela: preparar el desayuno, los uniformes, la ropa del marido y otras cosas; todos deben estar impecables antes de salir de casa. Pero todo comienza con la oración de la mañana. Luego, a cumplir las obligaciones trabajo, las tareas domésticas y la atención a los chicos con sus respectivas tareas escolares. A su paso por la Universidad, Marta se graduó como Licenciada en Ciencias Contables. Hoy ejerce perfectamente su profesión y comenta que “tener muchos hijos nunca fue un impedimento para que pueda realizarme
como profesional y cumplir mis demás tareas de madre y esposa”. Con ella se destierra el famoso mito que es repetido por muchas mujeres en la actualidad: Una madre con muchos hijos ya no puede ser una mujer exitosa en el campo profesional. Marta enfatiza que no hay nada que la maternidad haya truncado en su vida; más bien, ha sido el motor que la impulsó a esforzarse en poder tener una profesión y mediante ella brindar a sus hijos lo necesario
desenvuelven por la vida tratando de combinar la vida profesional, la maternidad, su condición de esposa y la educación de sus hijos. Para Marta cada uno de sus hijos es un pedazo de su vida. Su vida partida en seis. ☐
“Mi apostolado y mi gran misión como madre es llevar a mis hijos a la vida eterna” para su formación espiritual e intelectual. A pesar de las contradicciones sociales, las críticas de los amigos y la típica frase paraguaya cuando ya van muchos hijos en una familia “¿Ustedes acaso no tienen televisión?” Doña Marta y Don Eduardo siguieron adelante en la crianza y educación de hijos sin nunca dejar de confiar en Dios y su providencia. VIVIR PARA EL CIELO “Mi apostolado y mi gran misión como madre es llevar a mis hijos a la vida eterna.” Claro, eso no impide que aquello de “dar la vida por cada hijo” también implique despertarse de noche, de madrugada o simplemente no dormir cuando los hijos se enferman. Todo es por amor y con amor. “El amor que cada madre siente por sus hijos, es único y no puede compararse con los demás amores que existen.” Como esta abnegada madre, existen muchas mujeres heroicas que anónimamente se
NOMBRE DE LA PAREJA:
Eduardo José Rivas y Marta Liz Giménez FECHA DE MATRIMONIO:
17 de noviembre de 1989 HIJOS Y SUS ACTIVIDADES:
1. Eduardo José David Rivas Giménez (24), estudiante de Administración de Empresas. 2. Liz Melissa Rivas Giménez (21), estudiante de profesorado en Lengua Inglesa. 3. Marta Gabriela Rivas Giménez (13), alumna del 9no. Grado. 4. Luana María Rivas Giménez (7), alumna del 3er. Grado. 5. Fatima Adriana Rivas Giménez (5), alumna del 1er. Grado. 6. Juan Rafael Rivas Giménez, 1 año y seis meses. Abril / Mayo 2015 | Formación Católica | 45
Semana Santa La alegría del cristiano
LA LUZ DE LA RESURRECCIÓN “De qué nos serviría haber nacido, si no hubiéramos sido rescatados”.
En la noche de la Vigilia Pascual, en medio de la oscuridad, se yergue luminosa, frente al templo, una gran fogata; de ese fuego bendito se enciende el cirio pascual, y de éste, todas las velas de los fieles. Esta luz que vence a la oscuridad, es la luz de Cristo que venció al pecado y a la muerte, la misma que alumbró a la humanidad desterrada, la misma que iluminó el sepulcro de Cristo en el momento de la resurrección y que habita en cada hijo de Dios, desde su bautismo. Por eso, la luz de la resurrección que el cristiano contempla en la noche de Pascua, es la mayor de sus alegrías; la alegría de ver a su Dios que se hizo hombre y murió por él, resucitar de entre los muertos.
L
a Pascua es el tiempo litúrgico más importante del año por el gran misterio que contiene y celebra: “la resurrección gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo de entre los muertos”. Pues toda la fe de la Iglesia está fundada en la resurrección de Cristo. Ya bien lo decía el Apóstol San Pablo que si Jesucristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra predicación y
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vana nuestra fe. LA PASCUA JUDÍA En el Antiguo testamento, se ve prefigurada esta importante celebración, desde que los judíos, por manos de Moisés, dejaron la esclavitud de Egipto y cruzaron a pie el Mar Rojo, empezando su éxodo hacia la tierra prometida. Los judíos celebran el 14 del mes de Nisán o mes de las espigas, la Pas-
cua, o paso de la esclavitud a la libertad; esta celebración judía es el símbolo de aquello que en la Iglesia se celebra: el paso de la esclavitud de la muerte por el pecado a la libertad de los hijos de Dios. La celebración de la Pascua judía consistía en una cena: tenían que sacrificar un
“En la Pascua real y definitiva Jesucristo será el cordero que se sacrificará” cordero de un año, sin manchas, y comerlo sin quebrar ninguno de sus huesos. De la misma manera, en la Pascua real y definitiva, Jesucristo será el cordero que se sacrificará y a quien, como lo canta David en sus salmos, no le han roto ninguno de sus huesos. En esta cena pascual, comían además panes ácimos, es decir, sin levadura, y cuatro copas de vino. Prefigurando el banquete eucarístico que envolverá la celebración de los misterios pascuales en la Santa Misa. Durante esta cena, en la cual participa-
ba toda la familia, el padre, o el hijo mayor en ausencia del padre, contaba a los más pequeños los prodigios que hizo Dios con el pueblo de Israel, sacándoles de Egipto, abriendoles el mar rojo, enviándoles maná para que se alimentaran, haciendo brotar agua de la roca, dándole la tierra prometida, y la victoria sobre sus enemigos. Así también la Iglesia, con la liturgia, canta las proezas que Dios ha hecho con sus hijos, a quienes ha dado el mismísimo cielo.
te, la celebración de la Pascua fue desarrollándose en cuanto a los ritos pero no en cuanto a su esencia que fue y será la misma en todos los siglos pasados y venideros. El Misterio Pascual es celebrado desde entonces y cada vez con mayor solemnidad, con mayor reverencia, fruto de una mayor fe, de un amor mayor a Dios Padre, para que todo el que crea en él se salve.
LA PASCUA CRISTIANA
Jesucristo, al resucitar un día domingo, santificó ese día, así como Dios santificó el séptimo día de la creación. Dios Padre había santificado el
Después de la Ascención de Jesucristo a los cielos y tras la venida del Espíritu Santo, los apóstoles salen de su encierro y predican la resurrección de Cristo, formándose así las primeras comunidades cristianas, que se reunían generalmente en lugares ocultos -como en catacumbas- para la fracción del pan, liturgia que celebraba el “Dies Domini” (Día del Señor), o sea domingo, “día en que Cristo venció a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal” (Plegaria Eucarística I). Centraban así el culto a Dios en la resurrección de su Hijo, conscientes de que es el Misterio que da sentido a su fe. Con la posterior posibilidad de construir templos y testimoniar la fe libremen-
LA PASCUA SEMANAL
“Dios Hijo, santificó el primer día (el domingo), como inicio de la nueva creación” último día, como término de la creación del universo. Pero Dios Hijo, santificó el primer día, como inicio de la nueva creación que se abría por medio de la gracia y de la fe en
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Cristo. Es por eso que los domingos la Iglesia celebra los misterios de la fe, con la máxima de las solemnidades. Es un día de profunda y verdadera alegría pascual, la alegría de la resurrección de nuestro Señor. La misa dominical constituye el centro de la semana, la acción litúrgica y de piedad obligatoria para todo católico en su virtud de sacerdote, profeta y rey, desde el momento del bautismo.
La Pascua es el tiempo para el cual nos fuimos preparando durante cuarenta días, con ayunos, mortificaciones y sacrificios. Y como las cosas podemos medirlas por el tiempo y por el grado de preparación, una preparación intensa de cuarenta días, que es lo que la Iglesia nos pide cada año en la Cuaresma, nos habla de cuan importante es el acontecimiento que celebramos cada año en la Pascua. Tan central es este misterio que la Iglesia lo celebra con una octava, es decir que todos los días de la semana desde el domingo de
primera, según una venerable tradición, que vió a Jesús resucitado y glorioso, por ser ella la que más esperaba este hecho anunciado. Ninguna otra noticia puede ser comparada a esta: que Jesucristo, nuestro Rey y Señor, que quiso sentarse en el trono de la cruz, muriendo en él, resucitó, volvió a la vida, con sus propias fuerzas o por su propia virtud. Ninguna penuria, ni ningún sacrificio, ninguna tentación nos apartaría del amor de Dios, si meditáramos más en la Resurrección de Cristo. Porque ella acompaña una
“La Pascua es el tiempo para el cual nos fuimos preparando durante cuarenta días” LA PASCUA ANUAL Pero la pascua semanal, tiene su sentido de ser a partir de la Pascua anual. La solemnidad de las solemnidades, la fiestas de la fiestas, la alegría de las alegrías. Es una alegría que se extiende por cincuenta días, es decir, siete semanas, como símbolo de plenitud e imagen de eternidad, por ser el 7 el número de la perfección, de la divinidad, de la plenitud, de eternidad.
Pascua hasta el siguiente domingo, son como si fueran un solo día. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO Jesucristo resucitó al tercer día después de su muerte, volviendo a unirse a su divinidad su cuerpo y alma, ahora glorificados, para nunca más morir. Lo testimoniaron primero los ángeles, luego las mujeres, después los apóstoles; todos ellos lo pregonaron a los cuatro puntos cardinales. Pero fue la Virgen la
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promesa: “nuestra propia resurrección”. Si meditáramos más en la resurrección de Cristo, se acrecentará nuestro deseo de resucitar con Él. Y en pos de esa resurrección no habrá sacrificio que no aceptaremos gustosos. Porque lo que el mismo Jesucristo hizo -abrazar la cruz- lo hizo porque sabía que iba a resucitar. Bendito sea Jesucristo que no se quedó inmóvil en el sepulcro, sino que victorioso salió de él. ☐
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Que no te la cuenten
¿POR QUÉ SURGIERON LAS CRUZADAS? Por Rvdo. P. Javier Olivera - www.quenotelacuenten.com
Muchas veces en nuestro tiempo escuchamos decir que el fenómeno de las Cruzadas ha sido una barbarie de los cristianos medievales que intentaron imponer sus ideas a fuerza de espada. De este modo, no sólo se viola la justicia sino también el buen sentido histórico[1]. La verdad es que donde sin duda se expresó mejor el espíritu de la Cristiandad fue en el decurso de las Cruzadas.
H
ubo, por cierto, en el desarrollo de las mismas, acciones realmente deplorables, como parece ser inevitable en el obrar humano, pero el impulso general fue siempre noble y ennoblecedor, un impulso que hacía al hombre sentir la nostalgia del Oriente cristiano y de la tierra de Cristo. Los orígenes Para entender el porqué de las Cruzadas debemos trasladarnos con la mente al mundo oriental, o mejor, a lo que acontecía en el Imperio Bizantino. Durante mucho tiempo, las relaciones entre Bizancio y el Islam, poderosa herejía originada en el siglo VI, habían sido relativamente cordiales, hasta el punto de que los Emperadores podían participar sin dificultades en la reconstrucción del Santo Sepulcro, que estaba en manos de los musulmanes, y enviaban trigo a la Siria islámica. Pero hacia el año 1000 la situación cam-
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bió radicalmente con la aparición de una tribu proveniente de las estepas del Aral[2], que aprovecharía la decadencia en que se encontraban por aquel entonces los muelles árabes de origen persa y la disgregación de su Imperio en principados provinciales. Eran los turcos, de talante guerrero como pocos, que habían encontrado un caudillo de leyenda, el príncipe Seldjuq; así fue como, con los seldjúcidas (o seléucidas), se retomó la dormida Guerra Santa musulmana. A mediados del siglo XI entraron en la Mesopotamia y sin encontrar mayor resistencia conquistaron Bagdad. La campaña seguía adelante y Bizancio ya estaba en la mira. Durante esa ofensiva, que fue bastante prolongada, los cristianos sufrieron dos reveses particularmente dolorosos. En 1064 se derrumbó la Armenia cristiana, el primer reino que se había convertido completamente al cristianis-
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mo en Oriente. Quizás los bizantinos no la defendieron como debieron hacerlo, posiblemente influidos por el hecho de que los armenios eran monofisitas[3]. La otra gran desgracia acaeció en el año 1071 cuando los turcos sitiaron Mantzikert, uno de los últimos bastiones armenios todavía en poder de Bizancio.
recciones posibles. En 1076, los turcos penetraban en Jerusalén, noticia que conmocionó a todo el mundo cristiano. Luego fueron ocupando el Asia Menor, entremezclando sus posesiones con las de los cristianos bizantinos. En 1081, el turco Solimán se proclamó Sultán, poniendo su capital en Nicea, donde antaño había sesionado el famoso Concilio. Dicho Sultanato perduraría hasta 1302.
“Los turcos se han llevado cautivos a muchos cristianos; han destruido las iglesias de Dios o las han empleado para sus propios ritos. ¿Qué más hemos de deciros?” Acudió en su socorro el emperador Román Diógenes quien tras luchar heroicamente acabó siendo capturado por los turcos. La derrota de los bizantinos fue un acontecimiento sintomático, ya que demostró hasta qué punto el Imperio de Oriente se había vuelto incapaz de seguir siendo el baluarte seguro de la Cristiandad como lo había sido hasta entonces. Solo podría relevarlo la joven Cristiandad occidental. Como bien escribe Daniel-Rops: “la Cruzada fue la respuesta a la dimisión de las fuerzas bizantinas: 1095 estaba en germen en 1071 y el derrotado Román Diógenes reclamaba a Godofredo de Bouillon”[4]. Y así sucedió, en efecto. El nuevo emperador Miguel VII se dirigió humildemente al Papa Gregorio VII pidiéndole ayuda militar. El Papa asintió con presteza, exhortando en ese sentido a los Príncipes cristianos; pero todo fue en vano. El momento político era muy difícil y apenas consentía un esfuerzo conjunto. Mientras tanto los turcos, viendo expedito el camino, seguían avanzando en todas las di52 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
La situación era gravísima. Occidente no podía permanecer impasible. Fue entonces cuando el Papa Urbano II reunió un Concilio en Clermont, Francia (1095), donde se hicieron presentes los principales prelados y nobles de la Cristiandad, y solicitó la formación de un cuerpo expedicionario contra el Islam. Ante la voz del Papa, la asamblea entera se puso de pie, y prorrumpió en un grito clamoroso: “Dieu le vult!” (¡Dios lo quiere!, en francés antiguo), que resonó por toda la meseta de Clermont; clamor que recogió el Pontífice para convertirlo en la divisa de la empresa. La gente comenzó a cortar retazos de los mantos y cortinas para hacer con ellos cruces de tela roja, que los voluntarios cosieron sobre el hombro derecho de cada soldado. Cuentan que esa misma noche se llegó a acabar la tela roja en Clermont. He aquí el discurso pronunciado: “De Jerusalén y de Constantinopla llegan tristes noticias… Una raza maldita, salida del reino de los persas, un pueblo bárbaro, alejado de
Dios, ha invadido las tierras cristianas y las ha devastado. Estos invasores son árabes y turcos. Han avanzado por el Imperio de Constantinopla hasta el Mediterráneo, hasta el estrecho conocido por el Brazo de San Jorge (…). Los turcos se han llevado cautivos a muchos cristianos; han destruido las iglesias de Dios o las han empleado para sus propios ritos. ¿Qué más hemos de deciros? ¡Escuchad! Los invasores ensucian los altares, circuncidan a los cristianos y derraman la sangre de la circuncisión sobre los altares o las pilas bautismales. Guardan sus caballos en las iglesias, que ya no son consagradas al servicio de Dios. Ahora los turcos torturan a los cristianos, cubriéndolos de flechas u obligándolos a arrodillarse y a inclinar la cabeza para ver si sus guerreros pueden cortarles el cuello con un solo golpe de su espada. ¿Qué vamos a decir de las violaciones de las mujeres? Hablar de ello es peor que permanecer callados. Vosotros caballeros, estáis llenos de orgullo y os lanzáis contra vuestros hermanos ¿Es éste el modo de servir a Cristo? Digamos la verdad, aunque nos avergüence. Esta no es forma de vivir. Si queréis salvar vuestras almas tenéis que cambiar de proceder. Marchad a la defensa de Cristo. Vosotros que estáis en la lucha constante, haced la guerra a los infieles. Vosotros que sois ladrones, convertíos en soldados. Guerread por una causa justa. Trabajad por una compensación eterna”. Con gran éxito comenzaron a responder todos al grito de “Dieu le vult!”. El Papa Urbano permanecía en silencio, con el rostro levantado.
“Dieu le vult!” Por todas partes se oían gritos y se agitaban los brazos. Luego el Papa se dirigió nuevamente a ellos pues tenía algo más que decir: “Cuando dos o tres personas se reúnen en mi nombre, Yo estoy en medio de ellos”. Si Dios no
hubiera estado en el espíritu de todos vosotros no habríais gritado así. Por lo tanto, os digo que Dios os ha inspirado ese grito. Y ese debe ser vuestro grito de guerra. Cuando marchéis contra el enemigo, decid: ¡Dios lo quiere! Y más aun, todos los que realicen el viaje deben llevar una cruz sobre su cabeza o pecho. Dejad que el rico ayude al pobre. Que no os detengan las riquezas, ni el amor a vuestros familiares. Recordad el Evangelio: “Todo aquel que por Mi causa abandone casa, hermanos, padres, esposa, hijos o tierras, recibirá cien veces más y gozará de la vida eterna”. Poneos en marcha hacia el Santo Sepulcro; arrancad aquellas tierras del poder de la raza maldita y guardadlas para vosotros… Jerusalén… Allí murió Cristo por nosotros; allí fue enterrado. Y en el sepulcro continúa realizándose el milagro anual. Pues –os digo lo que bien sabéis– todos los años, durante la Pasión, las lámparas se encendían sin intervención humana en la
“El camino es corto, la lucha breve, el premio eterno” oscura iglesia. Y ahora, solo unos cuantos han presenciado el milagro; las lámparas continúan encendiéndose milagrosamente. Esto debe servirnos de estímulo ¿Quién tendrá el corazón tan duro que no se conmueva con tan gran milagro? Id y no temáis. Vuestros bienes quedarán a salvo, y arrancaréis al enemigo tesoros aun mayores. No temáis morir donde Dios ha muerto por vosotros. Si alguno muere durante el camino o en su lucha, le serán perdonadas sus culpas. No temáis la tortura, pues con ella ganaréis la corona del martirio. El camino es corto, la lucha breve, el premio eterno”[5]. Abril / Mayo 2015 | Formación Católica | 53
De aquí vino la denominación de “cruzados”, o “señalados con la cruz”. Porque no fue sino el signo de la cruz el que guiaría a aquellas falanges. Después de la conquista de Jerusalén, la Vera Cruz (la reliquia de la Santa Cruz de Cristo) los precedería en los combates; y el canto de guerra de los cruzados sería un himno litúrgico referido a la cruz, el Vexilla Regis prodeunt, que se entona en las Vísperas de la
“No temáis morir donde Dios ha muerto por vosotros”
servar de sacrílegas profanaciones aquellos diez pies cuadrados de tierra que habían recogido, durante unas horas, el despojo terrestre de su Dios”. Y así la Cristiandad se puso en marcha, abriéndose una página admirable de su historia. Según Régine Pernoud, las Cruzadas representan uno de los puntos culminantes en los anales del medioevo, una aventura única en su género, llevada a cabo por voluntarios procedentes de todos los pueblos de Europa, al margen de cualquier organización centralizada[6]. ☐
Pasión y en las fiestas de la Cruz, compuesto cuatro siglos atrás por Fortunato, el obispo poeta. El grito de guerra que atronara en Clermont se propagó por toda la Cristiandad, desde Sicilia a Alemania y desde España hasta la lejana Escandinavia, con una capacidad de convocatoria que superaría incluso las previsiones del Papa, y se mantendría en el aire por lo menos durante dos siglos. “Vióse a muchos hombres – dice Michelet– asquearse súbitamente de todo lo que habían amado, y así los barones abandonaron sus castillos, los aldeanos sus campos, para consagrar sus esfuerzos y su vida a pre[1] Seguimos principalmente aquí a Alfredo Sáenz, La Cristiandad y su cosmovisión, 228-247. [2] Propiamente su dominio se extendía a una gran superficie comprendida en el cuadrilátero Siberia, Afganistán, Mar Caspio y Turkestán. [3] La mayor parte de los armenios sobrevivientes se fueron a Capadocia, donde establecieron una nueva Armenia que más tarde se haría
A prestar vida y acero Que es tiempo de calidad Y es tiempo de restaurar Es trance de combatir Y es hora de decidir Y ocasión de despertar. (Ricardo Corazón de León)
presente durante el transcurso de las Cruzadas. [4] Daniel-Rops, La Iglesia de la Catedral y de la Cruzada, Luis de Caralt, Barcelona 1956, 496. [5] Cfr. Harold Lamb, Historia de las Cruzadas (2 vol), Juventud Argentina, Buenos Aires 1954; las negritas son nuestras. El discurso de Urbano está tomado de los extractos de cuatro cronistas, probablemente ellos
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lo oyeron en Clermont en lengua vernácula y luego lo tradujeron al latín. Para hacerse una idea gráfica de las Cruzadas, recomendamos los hermosos grabados de Gustave Doré, en Las Cruzadas (Ilustraciones), Edimat, Madrid 2005, pp. 208. [6] Régine Pernoud, Los hombres de las Cruzadas, Swan, Madrid, 1987, 13.
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Novela
No soy novelista ni hijo de novelista. No pretendo escribir una obra para simple recreación de los lectores, aunque en ella haya elementos de humor. Tampoco pienso que me haré rico con este trabajo. Me propongo describir un modelo, una forma ejemplar, un prototipo que reproducir.
El secreto del pa’í Julio De Juan Bautista Cardozo RESUMEN DEL CAPÍTULO I Víctor, un feligrés de a pie de la parroquia Santa Lucía, se apresta para asistir a una misa más en el templo de su barrio. Describe con aire de misterio la impresionante personalidad de su cura párroco, que si bien vive concentrado en Dios, es capaz de darse cuenta incluso cuando Víctor llega tarde a la Eucaristía. 56 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
V Capítulo II.
Alejadillo o condenadillo
D
ebo decirles que la figura del pa’i Julio no deja de ser impresionante para mí, no por su misterio, que tanto no es ese el punto –salvo en el misterio de su éxito–, sino por su admirable franqueza.
– ¿Le puedo ayudar en algo?
Quizá el caso de mi primer encuentro con él pueda ilustrarlo mejor:
El secretario, como si hubiese recibido una descarga eléctrica, se puso de pie:
Llegué un día hasta la secretaría de la parroquia sin marcar cita, porque pensaba que los curas no tenían mucho que hacer y seguramente siempre estaban en la Iglesia. Estacioné el coche enfrente del templo, y bajándome tomé una caja grande de cartón que estaba en el asiento trasero. Entré como pude a la secretaría. Estaba el secretario parroquial, que se quedó observándome con mirada atónita, y me dijo con voz amable:
– Mil disculpas. Coloque, por favor, su caja aquí sobre la mesa.
Yo estaba con el rostro casi escondido detrás de la caja y con cierto esfuerzo pude responderle: – Sí… Primeramente, un lugar dónde poner esta caja, por favor.
– Gracias –repliqué– ¿Se encuentra el sacerdote? No había terminado de hablar cuando un hombre de piel trigueña, cabellos negros y vestido de un largo y negro traje, aparece intempestivamente en la oficina, casi pasando de largo. Parecía estar apurado, rumbo a hacer otra cosa. Estaba vestido de sotana, pero en ese momento yo no tenía
SINOPSIS
íctor es un hombre normal. Es un profesional y está casado con Mariana. Tiene dos hijos adolescentes. Es católico semi-practicante, un recién convertido que lucha por vencer sus defectos y pecados. Su esposa a veces le dice que es un fanático y exagerado. Víctor, sin embargo, no le presta mucha atención, porque está convencido de su fe desde que en la parroquia de su barrio se encuentra un sacerdote joven, que lo convenció de llevar una vida más devota: el pa’í Julio. La vida de Víctor había cambiado, como la de muchos otros en aquel lugar: las misas llenas, los jóvenes contentos, una fe renovada y activa. Víctor como otros se preguntaban: ¿Cuál es el secreto del pa’í Julio? ¿Qué lo hace tan atractivo? ¿Qué hace que tenga éxito en medio de tanto fracaso eclesial, de tanta mundanización? Víctor se propone descubrir y darnos a conocer cómo el padre Julio logró mover a tanta gente, cómo logró tener éxito en la empresa más difícil de nuestro tiempo: la vida cristiana. Víctor tratará de desentrañar “el secreto del pa’í Julio.
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la más pálida idea de qué era aquello. No sabía si era un sacerdote –porque hacía algún tiempo habíamos visto en casa una de esas películas que hablan mal de los sacerdotes, y el protagonista, que era el peor, vestía de sotana– o si aquel hombre era otra cosa. Lo cierto es que lo identifico como tal cuando el secretario toma la palabra diciendo: – Padre, este hombre lo necesita. – Pues aquí me tiene. ¿En qué le puedo ayudar? Estaba tratando de salir de mi asombro cuando le digo: – Buenos días, padre. Quería que me bendiga unas imágenes y unas botellas de agua que traje. Aquí están en la caja. Abrí la caja y comencé sacar varias imágenes del Divino Niño Jesús; eran de diversos tamaños. Las coloqué todas sobre la mesa del secretario, y al lado de las mismas coloqué las botellas de agua. – Entonces, ¿querés que las bendiga? –preguntó el sacerdote. – Sí, padre –respondí. El sacerdote se retiró de la oficina y yo me pregunté: “¿Por qué no le hace una señal de la cruz y ya está? ¿Qué habrá ido a traer?”. Al instan-
te el padre volvía vestido con una especie de camisón blanco que le llegaba casi hasta las rodillas –confieso que casi me río en su cara–, luego supe que se llamaba sobrepelliz; y de su cuello colgaba algo como una bufanda larga, pero de tela blanca. Se llama estola –¿Ven? Ya voy entendiendo esto de la Liturgia-; y en su mano traía un librito negro. Y con rostro y voz solemne, el cura comienza a rezar –o algo así– en un idioma desconocido para mí. Intercalaba de vez en cuando con el castellano y luego volvía a pronunciar palabras misteriosas. Una y otra vez trazó varias cruces sobre las imágenes. Al llegar el turno de preparar el agua bendita, la cosa no terminaba más. Creo que la habrá bendecido unas veinte veces. Mezcló sal con el agua y siguió haciendo oraciones. Yo, que estaba más bien acostumbrado a una señal de la cruz sencilla y luego el cura se retiraba, me encontraba estupefacto con tamaño ritual ¡Yo sólo quería que se me bendigan las imágenes y el agua! ¡No hacía falta tanta ceremonia! Pero el cura no parecía molestarse con mi cara de espanto y fastidio, y siguió con el ritual hasta el final. Cuando hubo terminado, cerró el libro y apenas besada la estola que había sacado del
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cuello dijo: – ¡Ya está! – ¡Qué largo! –repliqué irreverentemente. – Sí, es cierto. También se puede hacer con el rito breve. Pero prefiero hacerlo completo, pues creo que así la fe de los que miran se fortalece. Y respondí haciendo aquel gesto con el que estiramos la boca cerrada para abajo, como diciendo: ¡Y si vos decís! – ¿Cómo te llamás? – Víctor, pa’i. – Mucho gusto, soy el padre Julio. ¿Dónde vivís? – Vivo aquí cerca. A unas seis cuadras. – Ah, que bien. Y ¿para qué tantas imágenes y agua bendita? – La cuestión es la siguiente: hace poco tiempo tuve un grave problema en mi trabajo. Casi quedé en la calle. Y recé mucho y le pedí a Dios que me ayudara. Le prometí que si me hacía salir de esa, iba a distribuir entre mis compañeros unas imágenes del Niño Jesús. – ¿Y el agua bendita? – Ah… el agua bendita. Lo que pasa es que en mi trabajo hay mucha mala onda, mucha envidia. Y quiero darles a mis
compañeros el agua bendita para ver si así son menos envidiosos. En este instante el pa’i Julio tuerce la ceja por la barbaridad que acababa de escuchar. Por favor, no me acusen: en ese momento yo no entendía nada de la religión. – ¿Mala onda? –preguntó pasmado el padre Julio– ¿Vos creés que con agua bendita se puede espantar la mala onda? – ¿¡No sé!? Eso me dijeron. – Te explico. El agua bendita sirve para lo siguiente: primero, perdona nuestros pecados veniales cada vez que, con devoción, nos santiguamos con ella. En segundo lugar, sirve para alejar las tentaciones del demonio donde se la asperja. Y finalmente, sirve para que nos recuerde nuestro Bautismo. A ver, ¿cuál de estas cosas coincide con eso de “espantar la mala onda”? ¡El cura me estaba tomando un examen! Y yo estaba apunto de aplazarme. Le dije entonces: – Y la mala onda ha de ser producida por el demonio. No sé. ¡Digo! El pa’i Julio me sonrió, y yo pensé para mis adentros: – dije cualquier cosa. Ahora el cura me va retar. – Más o menos –responde el
padre– El agua aleja al demonio, sí. Pero la “mala onda” como tal no existe. Eso que vos llamás “mala onda” es el ambiente que se produce entre las personas cuando las mismas no procuran en todo la voluntad de Dios. Está bien que regales a tus compañeros agua bendita. Vas a hacer una obra muy buena. Pero la “mala onda” no existe. Lo que existe es el demonio, y nuestra carne, la debilidad de nuestra naturaleza y el pecado. Lo demás es superstición. – ¡Aplazado! –pensé de mí. Hacía unos 20 años que dejé el catecismo y era la primera vez que comprendía esto. Pero el padre no estaba contento. – Y… ¿solés venir a Misa? – A Misa… no tanto. Pero rezo, pa’i –dije, intentando minimizar mi situación– Rezo todos los días antes de dormir. Y siempre hablo con Dios. A mi manera. Más bien no es que rezo, sino que oro. No me gusta tanto rezar, sino orar: hablar con Dios a mi manera. Hoy que pienso en esta respuesta hasta casi me da vergüenza. Ya saben, ¡la influencia de la mentalidad moderna y pagana es fuerte! – Así que no tanto a Misa – preguntó el sacerdote, asin-
tiendo con la cabeza. – Y no pa’i. Ando un poco… alejadillo –dije, encogiéndome de hombros. Y el padre, inclinando la cabeza y frunciendo las cejas como quien trataba de entender algo ilógico, estocó: – ¿Alejadillo? Yo diría… ¡condenadillo! –blandiendo una media sonrisa. Aquello me cayó como un balde de agua fría. En veinte años no había escuchado de la boca de un sacerdote, en ningún lugar, ni en las homilías, ni en las predicaciones, algo sobre la condenación. Quizá algún sacerdote le recuerde tremenda verdad a sus fieles. Pero yo no lo había escuchado en mucho tiempo. Y, efectivamente, había casi olvidado la posibilidad de la condenación eterna. También yo podía condenarme y, de hecho, si continuaba en el camino de la religiosidad mediocre y si, principalmente, seguía faltando a Misa, muy probablemente terminaría, como dijo el padre, “condenadillo”. He escuchado, en diversas oportunidades, de boca de los curas, que no se debe hablar mucho de la condenación y del infierno. Pero, sin embargo, se cuenta en los Evangelios unas 70 las veces que Jesucristo habla del in-
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fierno o de la condenación. ¡Casi habló más veces del infierno que del cielo! Y seguramente lo hizo por causa de nuestra debilidad y dureza de corazón. De hecho, aquel puñal que me estocó el padre Julio me hizo rever toda mi vida. Sí, efectivamente mi acercamiento a la Iglesia era solamente por cuestiones materiales, y para poder mantener mi trabajo. ¡No podía salvarme en esas condiciones! ¡No podía ser yo tan mediocre en la práctica de la religión! Y, obviamente, tenía que volver a asistir los domingos a Misa. Luego de la tremenda y lacónica lección –que recuerdo agradablemente hasta el día de hoy– solo atiné a responder con una media sonrisa y desviando la mirada. Una
sonrisa vergonzante, como de aquellos que no saben qué responder. – Te espero, cuando puedas, en la confesión. Así vas a poder comulgar de nuevo. –dijo el pa’i Julio. – Si, pa’i. Voy a venir cuando tenga un tiempito –Y comencé a cargar, como pude, las imágenes y botellas a la misma caja enorme con que las traje. Me parece que hay que hablar más de estas cosas. Al menos para que los débiles y desatentos –como yo– se sientan impelidos a esforzarse más por su salvación. Le estoy agradecido al pa’i Julio por esa bofetada. Creo que ni las imágenes, ni el agua bendita en cantidades industriales me hubieran ayudado tanto como esas palabras.
Luego de esto, decidí cambiar de vida. – Si querés que bendigamos tu casa o negocio, avisá nomás. Podés llamar aquí a la secretaría y marcar el día. Uno de los sacerdotes irá a visitarte. – Ok, pa’i. Gracias por el ofrecimiento. Voy a anotar el teléfono y les aviso después. Nos despedimos y me volví al trabajo, de donde había salido para hacer bendecir imágenes y agua, y a donde volvía con la conciencia de mi posible condenación. El padre, en cambio, volvió prontamente a otros quehaceres. Vivía muy ocupado. También yo viviría desde entonces muy ocupado, como el pa’i Julio, ocupado en mi salvación.
EN LA PROXIMA EDICIÓN DE NUESTRA REVISTA Capítulo III.
En la Iglesia como un niñito. La vida espiritual pasa por la infancia, la infancia espiritual, que consiste en la confianza total en Dios, de quien es ministro el sacerdote. Víctor comienza a entender que él debe ser como un niño para poder crecer. Son los mismos niños quienes le han enseñado a confiar en Dios, y en el pa’í Julio. 60 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
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Visita del Papa a Paraguay
BIENVENIDO MENSAJERO DE LA ALEGRÍA Y DE LA PAZ Los días 10 al 12 de julio de 2015 el Papa Francisco visitará el Paraguay en una gira pastoral. La Iglesia católica de nuestro país se prepara para una gran experiencia de fe y devoción, luego de casi 30 años de la visita del Papa San Juan Pablo II a nuestras tierras. Los Obispos locales emitieron la siguiente carta en preparación para tan importante evento.
CARTA DE LOS OBISPOS AL PUEBLO PARAGUAYO POR LA PRÓXIMA VISITA DE SS. EL PAPA FRANCISCO AL PARAGUAY Bienvenido mensajero de la alegría y de la paz
C
on inmensa alegría y profunda emoción nos disponemos a preparar nuestros corazones, nuestro hogar y familia, nuestras comunidades eclesiales y nuestra Nación para recibir al Papa Francisco, mensajero de la alegría y de la paz. Él sale de Roma y viene al Paraguay para encontrarse con nosotros y confirmarnos en la fe en Jesucristo. El Papa Francisco ha mencionado varias veces su gran aprecio hacia el Paraguay por su his-
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toria, su cultura y su gente y especialmente ha expresado su gran estima por la mujer paraguaya. Esta visita misionera del Vicario de Cristo se constituye en un tiempo de gracia y de esperanza para nuestro pueblo y para nuestra Iglesia en el Paraguay. El Santo Padre sabe y aprecia que le hemos dedicado un Trienio a la evangelización de las familias, en un esfuerzo mancomunado de todas las diócesis del Paraguay. Con el lema “Misión
Permanente en el Paraguay Evangelizar la familia” la acción pastoral prioritaria con la iglesia doméstica, base y fundamento de la sociedad, es confirmada por el Papa Francisco que ha puesto a toda la Iglesia en el mundo en camino sinodal para discernir y asumir los desafíos pastorales de la familia hoy.
de Dios: la honestidad, la solidaridad, la fraternidad, la concordia, la justicia y la verdad. Todo esto solo será posible si cumplimos con el mandamiento fundamental de nuestra fe que consiste en amar a Dios y al prójimo, y así demostrar nuestra fidelidad a la Iglesia y nuestra lealtad a la Patria.
Recemos por esta visita apostólica y misionera del Sucesor de San Pedro. Los obispos les exhortamos a una preparación espiritual, en forma sencilla, a nivel personal, familiar y comunitario, para que esos días con el Papa Francisco sean jornadas de muchas bendiciones para todo nuestro pueblo.
La visita apostólica del Papa Francisco nos alienta en la esperanza de que propiciará una profunda transformación interior, que sólo será posible mediante una auténtica conversión a Cristo, asumiendo y viviendo sus enseñanzas, sus actitudes y los valores del Reino de Dios (cfr. Mt 4,17).
Para que la conversión sea posible, los obispos nos comprometemos a revisar nuestro ser y quehacer como Iglesia; nuestra evangelización, nuestro testimonio, nuestras estructuras y nuestros métodos pastorales. Queremos asumir la propuesta del Papa Francisco y acompañarlo en su sueño: ¡que toda la Iglesia sea más misionera! Nuestra Iglesia en Paraguay ha de crecer en cantidad, en calidad y en santidad. Para ello será necesario impulsar una nueva evangelización.
Es posible crecer en perfección. Aprovechemos este momento de gracia para todos. Les invitamos a unirnos en la oración del Padre Nuestro, pidiendo que venga su Reino y que se haga su Voluntad, y recemos el Ave María todos los días y la oración por nuestro querido Santo Padre, el Papa Francisco, preparando su visita.
Los paraguayos debemos sentir el efecto transformador de esta visita apostólica del Santo Padre en todos los aspectos de la vida. Esperamos un cambio de mentalidad y de estilo de vida. Muchos aspectos de nuestras costumbres deben mejorar. Nuestra fe debe ser práctica, viviendo la palabra del Señor, especialmente a partir de este tiempo de cuaresma que hemos iniciado. Es necesario asumir el Evangelio para que nuestro modo de pensar y de actuar refleje los valores del Reino
El Papa Bergoglio nos visita en el año dedicado a la Vida Consagrada al servicio del Reino de Dios. Anhelamos que su presencia, su carisma y su testimonio, junto con los pastores de nuestra Iglesia local, suscite en el seno de las familias paraguayas buenas y santas vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa.
Que Dios Todopoderoso en el amor y la misericordia nos bendiga en este momento histórico que vive nuestra Iglesia y nuestra Nación. Nos encomendamos a la maternal protección de la Virgen de los Milagros de Caacupé y a la intercesión de San Roque González de Santa Cruz y Compañeros mártires. Les saludamos y bendecimos a todos. Los Obispos del Paraguay Asunción, 20 de febrero de 2015.
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Jóvenes
10 CONSEJOS A LA GENTE JOVEN DE BENEDICTO XVI Si queremos consejos para la gente joven, qué mejor que pedírselo a alguien que fue joven. Y si esta persona además es sabia y erudita, tanto mejor. Y si es es el Papa,aún mejor. Por eso, aquí están los 10 consejos que el Papa Emérito Benedicto XVI dio a los jóvenes del mundo. 1) DIALOGAR CON DIOS Alguno de vosotros podría tal vez identificarse con la descripción que Edith Stein hizo de su propia adolescencia, ella, que vivió después en el Carmelo de Colonia: “Había perdido consciente y deliberadamente la costumbre de rezar”. Durante estos días podréis recobrar la experiencia vibrante de la oración como diálogo con Dios, del que sabemos que nos ama y al que, a la vez, queremos amar. 2) CONTARLE LAS PENAS Y ALEGRÍAS Abrid vuestro corazón a Dios. Dejaos sorprender por Cristo. Dadle el “derecho a hablaros” durante estos días. Abrid las puertas de vuestra libertad a su amor misericordioso. Presentad vuestras alegrías y vuestras penas a Cristo, dejando que él ilumine con su luz vuestra mente y toque con su gracia vuestro corazón. 64 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
3) NO DESCONFIAR DE CRISTO Queridos jóvenes, la felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía. Sólo él da plenitud de vida a la humanidad. Decid, con María, vuestro “sí” al Dios que quiere entregarse a vosotros. Os repito hoy lo que dije al principio de mi pontificado: “Quien deja entrar a Cristo en la propia vida no pierde nada, nada, absolutamente nada de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren de par en par las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera”. Estad plenamente convencidos: Cristo no quita nada de lo que hay de hermoso y grande en vosotros, sino que lleva todo a la perfección para la gloria de Dios, la felicidad de los hombres y la
salvación del mundo. 4) ESTAR ALEGRES: QUERER SER SANTOS Más allá de las vocaciones de especial consagración, está la vocación propia de todo bautizado: también es esta una vocación a aquel ‘alto grado’ de la vida cristiana ordinaria que se expresa en la santidad. Cuando se encuentra a Jesús y se acoge su Evangelio, la vida cambia y uno es empujado a comunicar a los demás la propia experiencia (...). La Iglesia necesita santos. Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad. Os invito a que os esforcéis estos días por servir sin reservas a Cristo, cueste lo que cueste. El encuentro con Jesucristo os permitirá gustar interiormente la alegría de su presencia viva y vivificante, para testimoniarla después en vuestro entorno.
5) DIOS: TEMA DE CONVERSACIÓN CON LOS AMIGOS Son tantos nuestros compañeros que todavía no conocen el amor de Dios, o buscan llenarse el corazón con sucedáneos insignificantes. Por lo tanto, es urgente ser testigos del amor contemplado en Cristo. Queridos jóvenes, la Iglesia necesita auténticos testigos para la nueva evangelización: hombres y mujeres cuya vida haya sido transformada por el encuentro con Jesús; hombres y mujeres capaces de comunicar esta experiencia a los demás. 6) EL DOMINGO, IR A MISA No os dejéis disuadir de participar en la Eucaristía dominical y ayudad también a los demás a descubrirla. Ciertamente, para que de esa Misa emane la alegría que necesitamos, debemos aprender a comprenderla cada vez más profundamente, debemos aprender a amarla. Abril / Mayo 2015 | Formación Católica | 65
Comprometámonos a ello, ¡vale la pena! Descubramos la íntima riqueza de la liturgia de la Iglesia y su verdadera grandeza: no somos nosotros los que hacemos fiesta para nosotros, sino que es, en cambio, el mismo Dios viviente el que prepara una fiesta para nosotros. Con el amor a la Eucaristía redescubriréis también el sacramento de la Reconciliación, en el cual la bondad misericordiosa de Dios permite siempre iniciar de nuevo nuestra vida. 7) DEMOSTRAR QUE DIOS NO ES TRISTE Quien ha descubierto a Cristo debe llevar a otros hacia él. Una gran alegría no se puede guardar para uno mismo. Es necesario transmitirla. En numerosas partes del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece que todo marche igualmente sin él. Pero al mismo tiempo existe también un sentimiento de frustración, de insatisfacción de todo y de todos. Dan ganas de exclamar: ¡No es posible que la vida sea así! Verdaderamente no. 8) CONOCER LA FE Ayudad a los hombres a descubrir la verdadera estrella que nos indica el camino: Jesucristo. Tratemos nosotros mismos de conocerlo cada vez mejor para poder guiar también, de modo convincente, a los demás hacia él. Por esto es tan importante el amor a la sagrada Escritura y, en consecuencia, conocer la fe de la Iglesia que nos muestra el sentido de la Escritura. 9) AYUDAR: SER ÚTIL Si pensamos y vivimos en virtud de la comunión con Cristo, entonces se nos abren los ojos. Entonces no nos adaptaremos más a seguir viviendo preocupados solamente por nosotros mismos, sino que veremos dónde y cómo somos necesarios. Viviendo y actuando así nos daremos cuenta bien pronto que es mucho más bello ser útiles y estar a disposición de los demás que preocuparse sólo 66 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
de las comodidades que se nos ofrecen. Yo sé que vosotros como jóvenes aspiráis a cosas grandes, que queréis comprometeros por un mundo mejor. Demostrádselo a los hombres, demostrádselo al mundo, que espera exactamente este testimonio de los discípulos de Jesucristo y que, sobre todo mediante vuestro amor, podrá descubrir la estrella que como creyentes seguimos. 10) LEER LA BIBLIA El secreto para tener un “corazón que entienda” es formarse un corazón capaz de escuchar. Esto se consigue meditando sin cesar la palabra de Dios y permaneciendo enraizados en ella, mediante el esfuerzo de conocerla siempre mejor. Queridos jóvenes, os exhorto a adquirir intimidad con la Biblia, a tenerla a mano, para que sea para vosotros como una brújula que indica el camino a seguir. Leyéndola, aprenderéis a conocer a Cristo. San Jerónimo observa al respecto : “El desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo” *** EN RESUMEN... Construir la vida sobre Cristo, acogiendo con alegría la palabra y poniendo en práctica la doctrina: ¡he aquí, jóvenes del tercer milenio, cuál debe ser vuestro programa! Es urgente que surja una nueva generación de apóstoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces de responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a difundir el Evangelio por todas partes. ¡Esto es lo que os pide el Señor, a esto os invita la Iglesia, esto es lo que el mundo aun sin saberlo - espera de vosotros! Y si Jesús os llama, no tengáis miedo de responderle con generosidad, especialmente cuando os propone de seguirlo en la vida consagrada o en la vida sacerdotal. No tengáis miedo; fiaos de Él y no quedaréis decepcionados. BENEDICTO XVI
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Educación de los hijos Se vuelve necesario construir escuelas -católicas- accesibles a todos.
LA FAMILIA EN LLAMAS Carta abierta de un ex-rabino converso al catolicismo. Por Jean-Marie Élie Setbon
«Nuestra casa está en llamas y nosotros miramos para otro lado». Esta famosa frase pronunciada por el Presidente Chirac al inicio de un discurso en Johannesburgo en 2002 revino a mi mente en estos días, pues ella reflexiona bien, según mi parecer, sobre la situación a la cual estamos confrontados hoy en la Iglesia al respecto de la familia.
S
í, querido Papa Fran- conocerá o no la legitimidad Horacio Bojorge, SJ cisco, queridos car-Por del matrimonio homosexual? denales, queridos Ciertamente, la cuestión de la obispos, queridos sacerdotes homosexualidad es impory todos nosotros, queridos tante, pero ¿La Iglesia debe laicos; dejemos de mirar para dar la impresión de que ella otro lado, abramos los ojos a podría modificar su doctrila realidad: ¡La familia está na y poner en contradicción por arder! Y nosotros, ¿Qué la Palabra de Dios, a fin de hacemos? Nosotros nos ocu- responder a las expectativas pamos de otras cosas. No- del mundo? Nosotros no tesotros nos ocupamos de lo nemos porqué padecer en la que preocupa al mundo, de sociedad ni estar influencialo que el espíritu del mundo dos por ella. San Juan escribe, desea saber: ¿La Iglesia, re- en su primera carta : «Ellos, 68 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
son del mundo, por eso hablan el lenguaje del mundo; y el mundo los escucha. Pero nosotros, nosotros somos de Dios.» (1Jn 4,5). La Iglesia está fundada sobre Cristo, sobre Jesús, y si nosotros leemos los Evangelios con atención, nos daremos cuenta de que el discurso de Jesús, su comportamiento, cada uno de sus actos, van más allá de la razón humana y son inaceptables para la sociedad de la época. ¡Él no busca agradar al
mundo! Cuando Él anuncia el Pan de Vida y cuando declara: «El que coma mi carne
“No es el momento de discusiones; hay que encontrar soluciones” y beba mi sangre tendrá vida eterna (…) Pues mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida» (Jn 6, 54-56), no adapta su discurso en función de lo que dicen o piensan los que lo escuchan; estos judíos que murmuran respecto de Él y se exclaman : «¿Cómo puede éste darnos de comer su carne?» (Jn 6, 52). ¿Acaso Él intenta recuperar a sus discípulos que lo abandonan, luego de haber escuchado estas palabras? La vocación de la Iglesia es la de llevar la Luz al mundo, ser una madre, una educadora para todos los pueblos. Esa es su misión hoy día, y esa será su misión mañana. También, la pregunta que yo le hago, Santo Padre, y a todos ustedes, queridos obispos, que participan del Sínodo sobre la familia es la
siguiente: ¿Cómo creen que podrán salvar a nuestros niños de la teoría de género que va a impregnar cada vez más en nuestra sociedad, así como las enseñanzas dadas en las escuelas, comprendidas las maternales y elementales, a la edad en la que, tales como esponjas, ellos lo absorben todo? ¿Dónde, en qué escuelas, vamos nosotros inscribir a nuestros hijos en los siguientes años? Yo pienso notablemente en las familias de las periferias parisinas, del 93, del 94, o del 95, en las familias obreras, y en todas aquellas, del resto de Francia, que no poseen los medios para en-
“El ghetto ya existe, ¡Pues la teoría de género es una ideología que nos es impuesta en todas partes!” viar a sus hijos a escuelas en donde estos puedan encontrar refugio ante esta ideología. ¿Cómo la inteligencia de un niño que escucha un
discurso en la escuela puede estructurarse? ¿Cómo puede el niño crecer con este total disfuncionamiento? No es el momento de discusiones, ni de experimentos; hay que encontrar soluciones concretas. Yo pienso, desde mi perspectiva de judío converso, que se vuelve necesario construir escuelas, maternales y elementales, accesibles a todos, tanto geográfica como económicamente. Constantemente se escucha que favorecer el desarrollo de escuelas católicas sin contrato se convertiría en un ghetto. Pero el ghetto ya existe, ¡Pues la teoría de género es una ideología que nos es impuesta en todas partes! ¿Cómo encontrar dinero?, me dirán ustedes. Vayan y vean qué hacen los judíos para construir sus escuelas. ¡Encontrar dinero nunca fue un problema para ellos cuando se trata de salvar a sus niños! ¿Por qué lo sería para nosotros, católicos? Discutamos, reflexionemos, hagamos funcionar nuestras redes, nuestras influencias… Confiémonos también a San José y a Dios nuestro Padre que nunca abandonará a sus hijos. La familia cristiana, en su primer rol, es el lugar en donde Cristo se da y en donde se efectúa la transmisión de la Palabra por la Iglesia y por el mundo. ¿Qué ayudas concretas nos proponen ustedes a
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nosotros, padres, que vamos a educar a nuestros hijos en el contexto actual? ¿Cómo
“La transmisión primera es obrada por el padre de familia” proponen ayudar a los laicos a transmitir de manera inteligente lo que ellos creen a sus hijos? Formar a los padres y madres a transmitir la Palabra de Dios, las enseñanzas de la Iglesia así como los elementos de la filosofía y la teología a sus hijos me parece esencial en el combate que tenemos que librar. Hoy en día, a menudo escuchamos que los católicos deben volver a encontrar sus raíces judías. Y bien, justamente, observamos a las familias judías: ellas no ocupan solamente a las escuelas, a la sinagoga y al rabino para educar a sus hijos. La transmisión primera es obrada por el padre de familia. ¿Los obispos de Francia, volverán del Sínodo con proyectos concretos que podamos todos juntos, sacerdotes y laicos, poner en
su lugar con el objeto de salvar a nuestras familias? No podemos contentarnos, para formar laicos, con el hecho de proponerles a participar de retiros organizados por tal o cual comunidad. Estos son muy enriquecedores, pero ya no constituyen armas suficientes. Habría que, según mi parecer, organizar seminarios para laicos, compatibles con su empleo del tiempo, que les permitiría no solamente recibir un saber, sino también poder transmitir lo aprendido en la casa. Me gustaría, para terminar, llamar su atención sobre la cuestión de los catequistas y de los responsables de la Pastoral. Me parece igualmente primordial que estos últimos puedan beneficiarse de una verdadera formación y que los programas a abordar sean redefinidos en el objeto de asegurar a nuestros niños un bagaje sólido y no solamente una simple «cultura religiosa» como lo escuchamos hoy en día. Además de que la tendencia en la Iglesia sea la de privilegiar el voluntariado por falta de medios, permítanme lamentar el hecho de que los catequistas no sean remunerados por su tan precioso trabajo. En efecto, «todo obrero merece su salario» nos lo dice Jesús (Lc Por Cristian Alfonzo 10, 7) y una medida tal permitiría valorizar aún más la labor que cumplen para con
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nuestros niños. Una vez más, si nosotros invocamos a San José para estas necesidades, no nos dejará faltos de ayuda para encontrar los fondos necesarios. Mis proposiciones les parecerán probablemente radicales, pero estoy convencido de que, en el contexto actual,
“Para formar laicos, no podemos contentarnos, con proponerles participar de retiros” no tomar medidas fuertes sería como construir nuestra casa sobre la arena. Yo le he escuchado decir, querido Papa Francisco, que cada uno podría dar su palabra sobre el tema de la familia. También, tengo la esperanza de que me perdonará por haber expuesto mi parecer; que eso no se vuelva contra mí. Espero que mi carta sea leída y comprendida por la mayor cantidad posible de fieles de la Iglesia Católica. Agradezco por ello a cada persona que la difundirá en su alrededor.
E
l autor de esta carta tiene una historia conmovedora contenida en su libro «De la kipá a la cruz» (Rialp), que cuenta la historia de un judío (él mismo) que se convierte al catolicismo después de un proceso largo, complicado, casi agotador, sin duda, un camino de pura coherencia. Desde los 8 años, Jean Marc –que cambiaría después su nombre al bautizarse- es atraído ardientemente por el crucificado. Era un niño judío francés, rodeado de amigos cristianos y de iglesias, y con una familia judía que apenas practicaba. Pero él es un hombre muy religioso y, a pesar de sus inclinaciones cristianas, decide seguir una de las sociedades judías más radicales, actuando como rabino muy convencido. El año 2004, su esposa fallece de cáncer y Setbon se queda de «padre en el hogar» con siete hijos. Fueron años de auténtica precariedad material: el rabino y sus hijos tuvieron que esperar tres años para disfrutar de su primer día, solo uno, de vacaciones. Fue el 6 de agosto de 2007 en una playa normanda. La visión del mar le produjo extrañas sensaciones. Se atreve a relacionarlo con la muerte, ese mismo día, del cardenal Jean-Marie Lustiger, que también emprendió el camino del judaísmo al catolicismo. De vuelta a París, las sensaciones se intensifican. Setbon no para
de hacerse la señal de la Cruz. Esta vez sí, su conversión va a ser definitiva. Inicia una preparación al catecumenado en las Hermanitas de Belén en París. No fue fácil. Según declaró a la revista Famille Chrétienne, él quería conocer a Cristo pero le contestaban: «Sí, pero la Iglesia piensa esto, esto y esto…». Elaboró entonces una lista de objeciones que presentó a Cristo: «Señor, el rabino está harto: o me ayudas o lo dejo todo». La respuesta vino poco después, cuando se topó con una imagen de la Sábana Santa. Le dijo al Señor: «Deja de jugar al escondite o estallo. No me muevo de aquí hasta que no me hagas una señal». En ese mismo instante, el rostro de Cristo le volvió a mirar y... «Llegó la Luz: creí todo, acepté todo, incluida la Iglesia: el Señor me abrió a la inteligencia de las Escrituras». El 14 de septiembre de 2008, Setbon fue admitido en la Iglesia mediante el sacramento del bautismo. Abril / Mayo 2015 | Formación Católica | 71
Liturgia Estar de rodillas es un acto de humildad antes de recibir a Cristo en toda su plenitud
LA COMUNIÓN DE RODILLAS Y EN LA LENGUA Tomado del Blog LA BUHARDILLA DE JERÓNIMO
La más antigua práctica de distribución de la Comunión fue, muy probablemente, la de dar la Comunión a los fieles en la palma de la mano. Sin embargo, la historia de la Iglesia evidencia también el proceso, iniciado tempranamente, de transformación de esta práctica. Desde la época de los Padres, nace y se consolida una tendencia a restringir cada vez más la distribución de la Comunión en la mano y a favorecer la distribución en la lengua.
E
l motivo de esta preferencia es doble: por una parte, evitar al máximo la dispersión de los fragmentos eucarísticos; por otra, favorecer el crecimiento de la devoción de los fieles hacia la presencia real de Cristo en el sacramento. A la costumbre de recibir la Comunión sólo sobre la lengua hace referencia también santo Tomás de Aquino, el cual afirma que la distribución del Cuerpo del Señor pertenece sólo al sacerdote ordenado. Esto, por diversos motivos, entre los cuales el Doctor Angélico cita también el respeto hacia el sacramento, que “no es tocado por nada que no esté consagrado: y, por eso, están consagrados el corporal, el cáliz, y también las manos del sacerdote, para poder tocar este sacramento. A ningún otro, por lo tanto, le es permitido tocarlo, fuera de casos de necesidad: si, por ejemplo, estuviera por caer al suelo u otras contingencias similares” (Summa Theologiae, III, 82, 3).
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A lo largo de los siglos, la Iglesia siempre ha tratado de caracterizar el momento de la Comunión con sacralidad y suma dignidad, esforzándose constantemente por desarrollar de la mejor manera, gestos externos que favorecieran la compresión del gran misterio sacramental. En su atento amor pastoral, la Iglesia contribuye a que los fieles puedan recibir la Eucaristía con las debidas disposiciones, entre las cuales figura el comprender y considerar interiormente la presencia real de Aquel que se va a recibir (cf.Catecismo de san Pío X, nn. 628 e 636). Entre los signos de devoción propios de los que comulgan, la Iglesia de Occidente
estableció también el estar de rodillas. Una célebre expresión de san Agustín, retomada en el n. 66 de la Sacramentum Caritatis de Benedicto XVI, enseña: “Nadie come de esta carne [el Cuerpo eucarístico] sin antes adorarla [...], pecaríamos si no la adoráramos” (Enarrationes in Psalmos, 98,9). Estar de rodillas indica y favorece esta necesaria adoración previa a la recepción de Cristo eucarístico. En esta perspectiva, el entonces cardenal Ratzinger había asegurado que “la Comunión alcanza su profundidad sólo cuando es sostenida y comprendida por la adoración” (Introducción al espíritu de la liturgia). Por eso, él consideraba que “la práctica de arrodillarse para la santa Comunión Abril / Mayo 2015 | Formación Católica | 73
tiene a su favor siglos de tradición y es un signo de adoración particularmente expresivo, del todo apropiado a la luz de la verdadera, real y sustancial presencia de Nuestro Señor Jesucristo bajo las especies consagradas” (cit. en la Carta This Congregation de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, del 1° julio de 2002). San Juan Pablo II, en su última encíclica, Ecclesia de Eucharistia, escribió en el n. 61: “Al dar a la Eucaristía todo el relieve que merece, y poniendo todo esmero en no infravalorar ninguna de sus dimensiones o exigencias, somos realmente conscientes de la magnitud de este don. A ello nos invita una tradición incesante que, desde los primeros siglos, ha sido testigo de una comunidad cristiana celosa en custodiar este «tesoro». [...] No hay peligro de exagerar en la consideración de este Misterio, porque «en este Sacramento se resume todo el misterio de nuestra salvación»”. En continuidad con la enseñanza de su Predecesor, a partir de la solemnidad del Corpus Domini del 2008, el Santo Padre Benedicto XVI comenzó a distribuir a los fieles el Cuerpo del Señor, directamente en la lengua y estando arrodillados.
NORMAS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL PARAGUAYA PARA LA RECEPCIÓN DE LA EUCARISTÍA. Tomado de la agenda litúrgica de la CEP. (En la agenda grande, Pág. 25 y en la pequeña, en la Pág. 185.) ¿Cómo hay que recibir la Sagrada Comunión? Redemptionis Sacramentum.90-92. Cf. OGMR 60-61 Los fieles comulgan de rodillas o de pie, según lo establezca la Conferencia de Obispos, con la confirmación de la Sede Apostólica. Cuando comulgan de pie, se recomienda hacer, antes de recibir el Sacramento, la debida reverencia, que deben establecer las mismas normas. No es lícito negar la sagrada comunión a un fiel, por ejemplo, sólo por el hecho de querer recibir la Eucaristía arrodillado o de pie. Aunque todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la sagrada comunión en la boca, si el que va a comulgar quiere recibir en la mano el Sacramento, en los lugares donde la Conferencia de Obispos lo haya permitido, con la confirmación de la Sede Apostólica, se le debe administrar la sagrada hostia. Sin embargo, póngase especial cuidado en que el comulgante consuma inmediatamente la hostia, delante del ministro, y ninguno se aleje teniendo en la mano las especies eucarísticas. Si existe peligro de profanación, no se distribuya a los fieles la comunión en la mano.” ORDENAMIENTO GENERAL DEL MISAL ROMANO 160 No está permitido a los fieles tomar por sí mismos el pan sagrado, ni el cáliz sagrado, ni mucho menos que se lo pasen entre sí de mano en mano. Nota: La Conferencia Episcopal Paraguaya establece que los fieles comulguen (Nota del Editor.: Es lícito comulgar también) de pie y permite que se reciba en la mano con la confirmación de la Santa Sede Apostólica.
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Para vivir la Semana Santa Misiones Juveniles Católicas.
Sugerencias de un cura para vivir la Semana Santa
SUGERENCIAS DE UN CURA PARA VIVIR LA SEMANA SANTA POR PADRE JORGE GUADALIX - Editado por J.M.M. - Tomado de Infocatolica.com
A cada cual Dios le concede vivir la Semana Santa como Dios le da a entender y le parece. Y ya sabemos que no es igual vivirla como un cantante estacionero que como una viejita en el último pueblo de nuestra campaña, como niño en el centro de Asunción, jóven en una Pascua Juvenil o matrimonio en la casa de los padres. O sea, todos iguales en lo fundamental de la devoción y la fe, pero con sus propios matices.
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esde ahí, se me ocurre ofrecer pistas. Por si sirven, que tampoco pretenden otra cosa. Hasta las voy a ir enumerando. 1. Una buena confesión. Porque hay que comenzar por lo básico. Si aún no hemos tenido tiempo, seguir que desde hoy encontraremos multitud de celebraciones penitenciales con confesión y absolución individuales y confesores en muchas iglesias. Lo primero y principal. Es que si no comenzamos por ahí… pues qué quieren que les diga. 2. Vamos a intentar acudir el domingo de Ramos a la procesión. A participar y cantar con los ramos en la
mano. En la semana santa “hay que meterse”. 3. Existen unos pequeños libros, llamados comúnmente “semanillas” con el oficio de toda la semana santa y además oraciones para la piedad popular. Se encuentran en cualquier librería religiosa y son utilísimos para seguir todas las celebraciones. 4. Intenten acudir a la misa crismal. Sobre todo por lo que impresiona ver a tantísimos sacerdotes con su obispo renovando su sacerdocio. Oigan, que es una cosa muy seria. 5. La asistencia a los oficios no es precepto, pero sí clave para vivir el misterio pascual. Todo tiene su en-
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canto. Una enorme celebración catedralicia, por ejemplo, nos hace sentirnos iglesia universal. Una pequeña celebración en la parroquia, aunque seamos pocos, tiene el encanto de ir viviendo el misterio en la pequeñez y la pobreza. 6. Procure ofrecerse en su parroquia para esos días. Son muchas cosas y siempre hacen falta colaboradores. Seamos generosos. 7. Preciosa costumbre la de visitar monumentos en la mañana del viernes santo. Además de eso, me atrevo a sugerir la permanencia en alguno de ellos un tiempo largo, y si es en la noche – madrugada, mejor. Noche, silencio, contemplación, meditación en esas horas de prendimiento y pasión. La noche es siempre mágica. 8. Me parece imprescindible participar en algún via crucis. Es una devoción muy tradicional que siempre ha ayudado a recordar y venerar el misterio del calvario y la cruz. 9. No despreciemos las procesiones con la viejísima reflexión de que son puro folklore. ¿Quién soy yo para juzgar? Cada procesión supone una mezcla de fe, historia, devoción, tradición, memoria de los mayores, ofrenda
al Señor. En cada una de ellas caminan con el Señor y con María mucho dolor, mucha esperanza, mucha fe, mucha vida. El folklore lo hacemos si nos conformamos con una visión exterior estética. Es Cristo quien pasa llevado por la fe de muchos hermanos y hermanas y muchas generaciones de devotos. 10. La belleza y el simbolismo de la vigilia pascual son del todo excepcionales. Si recomiendo vivamente acudir a todos los oficios, el de la vigilia me parece del todo imprescindible: fuego, luz, agua, Eucaristía… Es Cristo que ha resucitado. No nos lo podemos perder. 11. Aunque se haya asistido a la vigilia pascual, bien puede acudirse a la misa solemne del domingo de Pascua. Es el domingo de los domingos. 12. Hagan una comida de domingo de Pascua a lo grande. Lástima que todo quede para Navidad. Comida de mantel de la boda, vajilla buena, cristalería de la abuela y ese vino guardado para una buena ocasión. Qué más les voy a decir: silencio, oración, vida, iglesia… Posiblemente los lectores podrán sugerir más cosas. Yo aporto lo que se me ocurre desde mi experiencia de cura. Como siempre, por si sirve…
JORGE GONZÁLEZ GUADALIX Sacerdote diocesano de Madrid. Se presenta y se define como cura. Licenciado en teología pastoral, lleva más de treinta años ejerciendo su ministerio en parroquias de la diócesis, algunos de ellos como párroco rural. Arcipreste varias veces, ha pertenecido por dos legislaturas al consejo presbiteral de Madrid y al consejo diocesano de pastoral. Como añadido a su labor de párroco ha hecho un poco de todo: coordinador de pastoral de un colegio de más de dos mil alumnos, director espiritual de un gran colegio mayor, profesor de religión, profesor de teología pastoral... internauta y bloguero por libre y desde ahora en Infocatólica . Si quieren ponerse en contacto con él: parroquiamogas@telefonica.net
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Vocacional Es necesario formar apóstoles de las vocaciones.
VEN Y SIGUEME Fuente: “LAS VOCACIONES. Encontrarlas, examinarlas y probarlas” del Padre EMVIN BUSUTTIL, S.I.
Bien pronto nos daremos cuenta de que todos pueden y con facilidad ser apóstoles de las vocaciones porque, las más de las veces, el gran trabajo de “suscitar” vocaciones consiste en dar a conocer al joven que él tiene señales de vocación. Lo que importa es descubrir las vocaciones y revelarlas a los jóvenes, los cuales muchísimas veces la llevan en el corazón sin darse ellos cuenta.
TENGAMOS LAS IDEAS CLARAS Nuestro trabajo no es el de “fabricar”, por decirlo así, las vocaciones o el de atrapar a los jóvenes o el de saberlos atraer, conducir o dominar. ¡Nada de eso! Para trabajar en este campo lo primero que se necesita es sinceridad. De ninguna manera queremos al que no es llamado, porque tal vez obtendríamos un apóstata o un infeliz. Por tanto, es ridículo darnos el tono de personas que saben lo que hacen, de propagandistas influyentes o de padres de vocaciones. El único Padre y Creador de vocaciones es el Señor de la mies, Dios, que un día pudo
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decir a sus apóstoles: “No me elegisteis vosotros a Mi, sino que Yo soy el que os he elegido a vosotros”. Nosotros podremos ser simplemente los ayudantes del joven para que él, iluminado por Dios y sostenido por El y un poco por nosotros, pueda advertir y caer en la cuenta de que es un llamado. Sé de un joven que quería hacerse religioso pero sus superiores no querían admitirle porque les parecía que tenía poca firmeza de carácter. En cambio fue admitido un compañero suyo que mostraba más entusiasmo, habilidad y firmeza. Muchos Padres muy serios y graves decían de este último: “Si éste no tiene vocación no la tiene nadie”.
Y no obstante, al cabo de tres meses, el joven volvió a su casa. Tristezas, melancolías terribles, el estar lejos de su madre... no lo pudo soportar. Rogó, se aconsejó, se esforzó... todo fue inútil. Volvió de nuevo al colegio. Me asusté por el primero, no fuese que perdiera también él la vocación. Sonrió a mis temores y me dijo: “Ciertamente, si el Señor no me ayuda, me pasará lo mismo, pero rogaré. Por lo demás no me ha afectado nada la defección de mi amigo”. Al final del año volvió a insistir y esta vez fue admitido pero no quería mandársele sólo al Noviciado. Se temía que le sobreviniese cualquier crisis. Aún no les parecía bastante fuerte y decidido. Por lo tanto, los superiores introdujeron esta vez una novedad en las costumbres y admitieron al Noviciado a otro joven de 4to. de Bachiller de 15 años, brioso, vivo, tenaz. “Así—se decían—dará ánimos al otro y le asegurará la perseverancia”. A los tres meses de Noviciado éste último enfermó y tuvo que abandonar la vida religiosa. Y aquel del que todos temían ha perseverado; han pasado ya diez años y no da señal alguna de vacilación. ¡TODO ESTO PARA DEMOSTRARNOS QUE NUESTRA “PRUDENCIA” PUEDE EQUIVOCARSE! Cuando uno no es llamado, es completamente inútil insistir. No basta decir: “Aquél sería un óptimo párroco; qué carácter para
misionero; tiene cara de santito; es inteligente, reposado, bien formado: ¡sería un sacerdote...!; ¡una vocación estupenda!”. Dirigía a un joven: carácter maravilloso, voluntad firme, serio pero al mismo tiempo alegre. Los que le conocían pensaban, mejor dicho, estaban persuadidos de que al final se haría religioso. Era sincero y con toda sinceridad y lealtad hizo sus Ejercicios Espirituales para conocer si realmente Dios le llamaba. Oró, se aconsejó con bastantes Padres, todos estimados por su santidad y don de consejo: ¡nada! No sintió absolutamente nada, o mejor, no acertaba a convencerse de que fuese llamado a la vida religiosa. “Si Dios me llama —decía—, yo le sigo en seguida y sería feliz; más aún, todos los días ruego mucho para hacer bien la elección de estado pero no puedo convencerme de que tengo vocación”. Le respondí sonriendo: “Está tranquilo; has hecho lo que debías hacer; continúa rogando para que Dios te ilumine. Y si Él te quiere, ya te lo dará a conocer de un modo claro”. ¡ES INÚTIL! LA VOCACIÓN ES OBRA DE DIOS, y como en todas las demás obras de la gracia cuando ya parece que se ha hecho todo y la cosa va bien, hemos de confesar que ‘somos siervos inútiles’. Y decimos esto por no quedar por mentirosos. Por esta razón es vano el querer atribuirse el mérito de cualquier vocación, es injusto exagerar, forzar o empujar con razonamientos puramente humanos. Seamos sinceros y desinteresados; no trabajamos por nosotros sino por Dios, por la felicidad del joven y por la salvación de las almas. Si no hay vo-
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cación no la podremos inventar, y si hay vocación no podemos prescindir de ella, ni aun cuando se trate de un joven que quizá le tengamos poca simpatía o no parece que sea el tipo que responde a la idea que nos hemos formado en nuestra cabecita, que muchas veces es muy pequeña. IDEAS FIRMES QUE DEBEN TENER LOS QUE TRABAJAN POR LAS VOCACIONES 1. Su propia vocación es una cosa bellísima Un sacerdote, un religioso que no ama su vocación, que no tiene aprecio a su estado y casi como que va tirando el freno, nunca podrá trabajar por las vocaciones. Más aún, obstaculizará semejante trabajo. Un día me dijo un religioso que él nunca había animado a un joven a seguir su modo de vida, y lo decía gloriándose de ello. Yo, que todavía era jovencito, me dije para mis adentros: “¡Y se gloría! Se ve que no ama su vocación”, y como consecuencia me guardé mucho de hablarle de mi ideal que acariciaba hacía ya tiempo. Si no se ama la propia vocación, si la vivimos con tibieza y casi como soportándola por algún temor o esperanza humana, ¿cómo se puede hacer sentir o hacer ver a los demás lo bello que es el servir a Dios?... Ni siquiera seríamos sinceros si lo hiciésemos así. 2. Son muchos los que tienen vocación No es preciso ir a buscarlos muy lejos o a otros sitios. Los tenemos entre nosotros. No nos damos cuenta porque la vocación es un tesoro escondido que se ha de descubrir y por regla general en un ambiente favorable sale a la superficie y se da a conocer. 82 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
Jesús, ciertamente, no puede dejar a su Iglesia sin sacerdotes, y a la par que Ella se desarrolla, ellos han de aumentar. Y con todo, sucede lo contrario. Los católicos crecen y los sacerdotes disminuyen. Faltan vocaciones. ¿Es que tal vez Dios no llama? ¡Sería absurdo! Dios que quiere el fin (la salvación del mundo) ha de dar también los medios (las vocaciones). Pues entonces querrá decir que muchas vocaciones quedan estériles, ahogadas, no seguidas, y sin embargo, hay, debe de haber, vocaciones. San Juan Bosco decía que más del 30 por ciento de nuestros jóvenes católicos tienen vocación. Una vez quise comprobar si San Juan Bosco exageraba. Era Profesor en una clase de Bachiller. Enseñaba, entre otras materias, italiano y tenía dieciocho alumnos. Les di como composición el tema “Mi porvenir”. Pues bien, de dieciocho, doce me hablaron de vocación sacerdotal, religiosa o misionera. Existe otra cosa cierta, y es que si el Señor ha de llamar jóvenes a su escuela y a su sacerdocio, ciertamente no irá a buscarlos entre los paganos o herejes sino entre los católicos. No hay que maravillarse, pues, si alguna vez los seminarios o los noviciados parecen demasiado llenos. “¿Qué haremos con tantos sacerdotes?”, se oye decir. Estos tales no creen sino que los sacerdotes únicamente van a ser necesarios en su tierra. ¿Y para todo el resto del mundo que todavía es esclavo del demonio y que es el gran “ciego del camino”?. Son muchos y aún diría muchísimos los jóvenes católicos que son llamados a la vida religiosa pero (y estamos frente a otra convicción necesaria) pocos conocen que la tienen y poquísimos los que la siguen. Sobre esta convicción se basa principalmente el trabajo
que se ha de hacer en este terreno.
respuesta alguna.
La vocación, como las demás inspiraciones de Dios, puede pasar inadvertida sin dejar un profundo surco, puede no ser entendida porque el corazón del joven está distraído, puede ser ahogada por tentaciones o pecados, puede ser desechada por egoísmo o por creer que es demasiado difícil.
HE AQUÍ, PUES, NUESTRO TRABAJO:
De hecho, los jóvenes buenos, todos aman al sacerdote y muchos comprenden que su existencia es necesaria para las almas y para la Iglesia. Saben que Jesús llama a los jóvenes para seguirle y comprenden que estos tales son afortunados, pero frecuentemente no pasan de estas ideas teóricas al juicio práctico que concluye: “¿Y por qué no me hago yo sacerdote?” y de esa manera llegar por lo menos a la SOSPECHA de que en ellos puede darse la vocación. Y cuando esa pregunta les está hecha por otros, la mayoría de las veces se azoran y después dicen: “¡No lo he pensado nunca!” o “Para el sacerdocio Dios llama a los santos”, o también: “No tengo vocación”. Y si se les insiste preguntando: “¿Pero tú sabes lo que es vocación?”, muchas veces no se obtiene
1) Preparar el ambiente, para que en él se pueda desarrollar la vocación si Dios se digna darla. Si lo chicos no rezan, no tienen vida sacramental y no practican las virtudes, no escucharan el llamado de Dios. 2) Saber individualizar a los jóvenes que probablemente son llamados, y darles a conocer su vocación de tal manera, sin embargo, que los dejemos libres, que sean ellos y no nosotros los que decidan. 3) Examinar y probar su vocación y asistirles hasta que hayan llegado a alcanzar su ideal. Esto es lo que iremos diciendo en este pequeño trabajo. Están en un error los que piensan que ha de ser el joven el primero que ha de hablar de la vocación. Alguna vez, y quizá muchas veces, he de ser yo sacerdote, yo religioso, yo amigo, el que rompa el hielo y estimule al joven a darse cuenta del tesoro latente que lleva en su corazón. Abril / Mayo 2015 | Formación Católica | 83
Pentecostés Es necesario formar apóstoles de las vocaciones.
NOVENA DE PREPARACIÓN PARA PENTECOSTÉS TOMADO DE DEVOCIONARIO.COM
La novena del Espíritu Santo es de suma importancia para todo cristiano, ya que fue la primera que celebraron los Apóstoles con la Virgen María en el Cenáculo. Allí aguardaron con recogimiento y oración su venida y recibieron sus abundantes y maravillosos dones.
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uego de la ascensión del Señor, los apóstoles tuvieron una honda experiencia del Espíritu Santo en sus vidas. De esa experiencia nació la Iglesia. Preparémonos para la fiesta de Pentecostés; oremos y reflexionemos en torno a este misterio de amor.
confirmado y ha puesto en tu corazón, como prenda suya, el Espíritu Santo, como te enseña el Apóstol.”
POR LA SEÑAL, ETC. PÉSAME, DIOS MÍO, ETC. - CREO EN DIOS PADRE, ETC.
V./ Envía, Señor, tu Espíritu. R./ Y se renovará la faz de la tierra.
“Recuerda, pues, que has recibido el sello del Espíritu; espíritu de sabiduría y de inteligencia; espíritu de consejo y de fortaleza; espíritu de ciencia y de piedad; espíritu del santo temor; y conserva lo que has recibido. Dios Padre te ha sellado; Cristo el Señor te ha
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(San Ambrosio, Tratado sobre los misterios, 29-30)
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Oremos: Oh, Dios, que aleccionaste los corazones de tus fieles con la luz de tu Espíritu Santo, haz que, guiados por este mismo Espíritu, saboreemos las dulzuras del bien y gocemos siempre de sus divinos consuelos. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
4º DON Ven, Espíritu Santo, por tu don de Fortaleza, fortalécenos con tu gracia contra los enemigos de nuestra alma, para que podamos obtener la corona de la victoria. Gloria al Padre...
1º DON Ven, Espíritu Santo, por tu don de Sabiduría, concédenos la gracia de apreciar y estimar los bienes del cielo y muéstranos los medios para alcanzarlos. Gloria al Padre... 2º DON Ven, Espíritu Santo, por tu don de Entendimiento, ilumina nuestras mentes respecto a los misterios de la salvación, para que podamos comprenderlos perfectamente y abrazarlos con fervor. Gloria al Padre... 3º DON Ven, Espíritu Santo, por tu don de Consejo, inclina nuestros corazones a actuar con rectitud y justicia para beneficio de nosotros mismos y de nuestros semejantes. Gloria al Padre...
5º DON Ven, Espíritu Santo, por tu don de Ciencia, enséñanos a vivir entre las cosas terrenales para así no perder las eternas. Gloria al Padre... 6º DON Ven, Espíritu Santo, por tu don de Piedad, inspíranos a vivir sobria, justa, y piadosamente en esta vida, para alcanzar el cielo en la otra vida. Gloria al Padre... 7º DON Ven, Espíritu Santo, por tu don de Temor de Dios, hiere nuestros cuerpos con tu temor para así trabajar por la salvación de nuestras almas. Gloria al Padre... ORACIÓN Oh Dios, que has unido las naciones en la confesión de tu nombre, concédenos que los que han renacido por el agua del bautismo, tengan la misma fe en sus corazones y la misma piedad en sus ac-
ciones. Oh Dios, que enviaste el Espíritu Santo a los apóstoles, oye las oraciones de tus fieles para que gocen de la verdadera paz, quienes por tu gracia, han recibido el don de la verdadera fe. Te suplicamos, Oh Dios, que tu Santo Espíritu encienda en nuestros corazones esa llama que Cristo trajo a la tierra y deseó ardientemente fuera encendida. Inflama, Oh Señor, nuestros corazones con el fuego del Espíritu Santo, para que te sirvamos castos de cuerpo y limpios de corazón. Enriquece, Señor, nuestros corazones, derramando con plenitud tu Santo Espíritu, por cuya sabiduría fuimos creados y por cuya providencia somos gobernados. Te suplicamos, Oh Dios Todopoderoso y Eterno, que tu Santo Espíritu nos defienda y habite en nuestras almas, para que al fin, seamos los templos de su gloria. Te pedimos, Señor, que según la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos lleve al conocimiento pleno de toda la verdad revelada. Por Cristo Nuestro Señor. R./ Amén.
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Oración Veni Creator Spiritus
HIMNO AL ESPÍRITU CREADOR DE DIOS Por Cristian Alfonso Veni, creátor Spíritus, mentes tuórum vísita, imple supérna grátia, quæ tu creásti, péctora.
Ven, Espíritu Creador, visita, las almas de los tuyos colma de la superna gracia los corazones, que Tú mismo creaste.
Qui díceris Paráclitus, donum Dei Altíssimi, fons vivus, ignis, cáritas, et spiritális únctio.
Tú que eres llamado nuestro Consolador Don de Dios altísimo, Fuente viva, Fuego, Caridad, y espiritual Unción.
Tu septifórmis múnere, dextræ Dei tu dígitus, tu rite promíssum Patris, sermóne ditans gúttura.
Tú derramas los siete dones, Tú, el Dedo de la diestra de Dios, Tú, solemne Promesa del Padre, Tú, que con tu Palabra enriqueces nuestras lenguas.
Hostem repéllas lóngius, pacémque dones prótinus; ductóre sic te prǽvio,
Al enemigo aleja de nosotros y la paz danos prontamente; y así, siendo Tú mismo nuestro guía,
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Hostem repéllas lóngius, pacémque dones prótinus; ductóre sic te prǽvio, vitémus omne nóxium.
Al enemigo aleja de nosotros y la paz danos prontamente; y así, siendo Tú mismo nuestro guía, evitemos todo lo nocivo.
Per te sciámus da Patrem noscámus atque Fílium; te utriúsque Spíritum credámus omni témpore.
Haz que por Ti sepamos al Padre y que conozcamos también al Hijo; A Ti, el Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo.
Deo Patri sit glória, et Fílio, qui a mortuis surréxit, ac Paráclito in sæculórum sǽcula. Amen.
A Dios Padre sea la gloria, y al Hijo, que de los muertos resucitó, y al Paráclito por los siglos de los siglos. Amén
Es aún reciente la imagen del cónclave que eligió como Papa al Cardenal Bergoglio. Los cardenales ingresaban a la Capilla Sixtina mientras se entonaba la Letanía de los Santos; cuando todos los cardenales ingresaron y se colocaron en sus respectivos lugares escuchamos una melodía sublime y bella. Era el “Veni Creator Spiritus”, un Himno que invoca la presencia del Espíritu Santo.
L
a composición de este himno se remonta al siglo IX. La Iglesia la eligió como Himno de las Víperas de Pentecostés en la Liturgia de las Horas, y la utiliza en toda función solemne como la elección de Papas, la consagración de Obispos, la ordenación de sacerdotes, y la coronación de reyes. También se la utiliza en las aperturas y cierres de las actividades académicas de los centros educativos. El himno implora el auxilio de la tercera persona de la Santísima Trinidad; por eso la primera palabra es “Ven”, la súplica ardiente de todo cristiano. Que el Espíritu Santo venga; aquel mismo Espíritu que antes del Génesis se movía sobre las aguas. Por eso el primer calificativo que utiliza este himno es el de “creador”; es el canto de la criatura que pide que su creador more en él. Se le atribuye en la segunda estrofa otro calificativo, el de “consolador”, porque es el Espíritu de Dios el que puede consolar durante este destierro al hombre que por la desobediencia Abril / Mayo 2015 | Formación Católica | 87
inicial tuvo que sufrir. El himno lo invoca en la tercera parte como “dedo de Dios”, recordándonos el libro del Éxodo, donde los diez mandamientos fueron escritos en dos tablas de piedra por el mismo dedo de Dios, así como el mismo Espíritu Santo ha escrito con su propio dedo en nuestros corazones la ley de Dios y el deseo de estar con Él. En la cuarta parte, pedimos que la luz de ese Espíritu Divino ilumine nuestros sentidos y nuestras acciones para que estén acordes a la voluntad de Dios. En la siguiente estrofa pedimos que su auxilio aleje de nosotros lo nocivo, es decir, lo que no viene del Espíritu bueno. Finalmente, el himno se cierra con dos bellísimas estrofas de carácter trinitario, de alabanza al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, que reciben todos una misma adoración por los sempiternos y gozosos siglos. La Iglesia concede indulgencias a quienes recen (o canten) con devoción este himno de singular belleza rítmica, el día de Pentecostés, habiendo cumplido las condiciones de oración por el Papa, confesión (aunque sea unos días antes), comunión (También puede ser unos días antes), desapego de todo pecado y deseo de obtener las indulgencias. 88 | Formación Católica | Abril / Mayo de 2015
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RECOMENDADOS Â&#x2019; >3:71C:/
Un Dios prohibido
en 1936. Representa las Ăşltimas semanas de sus vidas antes de ser fusilados, gracias a los textos que dejaron escritos y que fueron utilizados como testimonio para la elaboraciĂłn del guiĂłn.
timos se encontraban dos de nacionalidad argentina a los que se puso en libertad, cuyas declaraciones fueron tambiĂŠn esenciales para conocer lo que pasĂł dentro de la casa de la comunidad claretiana.
En aquel momento, a la comunidad de Misioneros Claretianos de Barbastro pertenecĂan 9 sacerdotes, 12 hermanos y 39 seminaristas. Entre los Ăşl90 | FormaciĂłn CatĂłlica | Abril / Mayo de 2015
Es una historia de mĂĄrtires quienes, igual que los primeros cristianos, prefirieron perder la vida antes que renunciar a su fe en Jesucristo.
Basada en hechos reales, â&#x20AC;&#x153;Un Dios Prohibidoâ&#x20AC;? cuenta el martirio que 51 miembros de la Comunidad Claretiana de Barbastro (EspaĂąa) sufrieron a manos de milicianos revolucionarios comunistas a comienzos de la Guerra Civil, mĂĄs precisamente
RECOMENDADOS Â&#x2019; :70@=
ÂżAlguna Vez Pensasteâ&#x20AC;Ś? Dios envĂa a cada uno, segĂşn Su voluntad, la vocaciĂłn que le conviene para alcanzar la salvaciĂłn eterna que, normalmente, se ve comprendida entre el matrimonio y la vida consagrada. Es justamente a este Ăşltimo modo de vivir segĂşn Dios, al que se refiere el P. Javier Olivera Ravasi, en esta interesante obra que lleva por tĂtulo ÂżAlguna Vez Pensasteâ&#x20AC;Ś? En el acelerado y egoĂsta mundo en el que vivimos no es fĂĄcil mirar con los ojos de la fe aquellos proyectos de Dios para nuestras vidas. El autor de este material nos interpela y nos pregunta: ÂżAlguna vez pensaste salir de lo ordinario para hacer algo extraordinario? A pesar de la existencia de centenares de libros que hablan sobre este tema, nunca es poco lo que se pueda decir sobre la bella vocaciĂłn a la vida consagrada. Y la lectura de este material, serĂĄ como un farol que ilumina el sendero de aquellos que aĂşn no han encontrado el medio por el cual han de santificarse en este mundo.
RECOMENDADOS Â&#x2019; A7B7= E30
INFOCATĂ&#x201C;LICA
InfoCatĂłlica.com es un diario digital de informaciĂłn y opiniĂłn socio-religiosa cuyo fin y misiĂłn es la difusiĂłn de informaciĂłn, formaciĂłn y opiniĂłn basada en la doctrina catĂłlica, en todas las cuestiones y debates de
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eclesial, competencia y experiencia en herramientas multimedia, con seria preparaciĂłn doctrinal, adhesiĂłn al Papa y al Magisterio y relaciones con muy diversos ĂĄmbitos sociales y eclesiales de EspaĂąa e HispanoamĂŠrica.
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LOS CRISTIANOS LA BALLENA Una niñita estaba discutiendo de las ballenas con un agnóstico. El agnóstico le decía que era físicamente imposible que una ballena se tragara a un ser humano porque aunque era un mamífero muy grande su garganta era muy pequeña. La niña le respondió diciendo que Jonás había sido tragado por una
ballena y que por tanto las ballenas podían tragarse a un ser humano.
La niñita dijo: - Cuando llegue al cielo le voy a preguntar a Jonás. Entonces el agnóstico muy cínicamente le preguntó entonces a la niña:
Irritado, el agnóstico le repitió que una ballena no podía tragarse a ningún humano; físicamente era imposible, por mucho que la biblia dijera lo contrario.
- ¿Y qué pasa si Jonás se fue al infierno? A lo que la niña contestó: -Bueno entonces le toca a usted preguntarle.
MATEO 17 Un párroco dijo a la asamblea: “La semana que viene tengo la intención de predicar sobre el pecado de la mentira. Para ayudarles a entender mi sermón, quiero que lean Marcos 17 para la otra semana.” El domingo siguiente, cuando se disponía a pronunciar su sermón, el párroco pidió que levantaran la mano todos los que habían leído Marcos 17. Toda la iglesia levantó la mano. El ministro sonrió y dijo: “Marcos tiene sólo dieciséis capítulos. Ahora voy a empezar con mi sermón sobre el pecado de la mentira.”
TRIVIAS Era alto y de bello parecer. Y cuando lo nombraron rey Tras el bagaje se fue a esconder.
Pedro fue apóstol, San Juan evangelista, Y en qué fiesta murió, San Juan el Bautista.
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Jesús un nombre le dio, Y algunas veces fuerte lo amonestó... Y tres mil almas se salvaron Cuando un sermón predicó.
(1) Saúl. 1º. Samuel 10: 21- 23 (2) En el cumpleaños de Herodes. Mt. 14: 6- 11. (3) Pedro. Mt.16: 18,19. Hech. 2: 41
TAMBIÉN RÍEN
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