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VAMOS EN EL MISMO BARCO
from Edición 344
Ley General de Educación SuperiorTodos debemos (deberíamos) de saber la importancia que tiene la educación superior en un país, gracias a su buen desarrollo se tiene el avance y progreso científico, que impacta en todos los ámbitos de la sociedad; además, la universidad es por naturaleza la formadora de personas para el trabajo y para la vida. En resumen, la educación superior es la pieza central del desarrollo de la persona para explotar todas sus potencialidades en beneficio de la comunidad y de la grandeza de una nación. En meses pasados se presentó la iniciativa de la Ley General de Educación que busca llenar un hueco importante que dejaban los ordenamientos en la materia.
Sin lugar a duda la autonomía universitaria mencionada en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es uno de los baluartes filosóficos de nuestra vida universitaria, pero no ha sido trabajado en las leyes y por ende menos hecho realidad.
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La mencionada ley pretende garantizar la autonomía mediante la participación de los consejos estudiantiles y académicos en las reformas a los estatutos ya la vida académica, para garantizar que los actores más importantes sean escuchados y no se hagan reformas internas que sean regresivas. Sin embargo, las instituciones educativas son controladas por las autoridades estatales y federales al tener la autoridad de nombrar directamente a sus rectores y personal de importancia.
Mientras no tengamos las formas democráticas en todas y cada una de las universidades para la elección de sus autoridades, la autonomía universitaria será mero oropel la autonomía en la fiesta de la democracia. Siempre se ha dicho y se seguirá diciendo que la mejor educación es el ejemplo.
Y la vida universitaria siempre será el antecedente de una administración pública porque, a final de cuentas, todos los rectores y autoridades pasaron por las aulas de una universidad. Educar desde la vivencia y praxis son los dichos de muchas escuelas, por lo que lo ideal hubiera sido una reforma que garantice plenamente la autonomía universitaria en todos sus sentidos y de una forma amplia. Lo anterior hubiera sido un mensaje más contundente para garantizar el crecimiento de la incipiente vida democrática nacional.
Dice un viejo dicho popular: “Por algo se empieza”, así que debemos seguir trabajando por una vida universitaria en plenitud que incida directamente en el desarrollo social de nuestro amado México. medida de la experimentación y de la capacidad de respuesta gremial de los docentes para exigir condiciones realmente seguras para el regreso a clases y no simulaciones que operativamente son imposibles de llevar a cabo en una escuela. Marzo otro poco Reza el viejo adagio: “Febrero loco, marzo otro poco”.
Con esas bajas expectativas iniciamos marzo, misma fecha en la que cumpliremos un año de un fatídico encierro orillado por la más cruenta pandemia de la historia moderna de la humanidad. Ya casi un año de vivir bajo la zozobra de un virus invisible, pero tan mortal que no ha dejado familia que no haya sufrido sus embates.
Aún cuando la frase tiene como sentido de referencia el clima, pero la realidad nos dice que aplica para todo. Con la cristalización de la vacuna en diciembre se pensó que la pandemia llegaría a su fin en pocos meses, sin embargo en febrero se suspendió la entrega de dosis a México por la voracidad de las potencias económicas por no permitir la salida de vacunas a países vecinos , lo cual complicó todo el proceso de fin de la pandemia no sólo por el retraso de los planes de vacunación, sino porque con ello se abre posibilidad que el virus de la Covid-19 mute y por lo tanto se pierda efectividad en las vacunas actuales . Gracias a esa falta de solidaridad, empatía y entendimiento de una pandemia, febrero fue muy loco para todos por la instauración de la desesperanza debido al cansancio colectivo por los estragos de un prolongado confinamiento. Durante marzo veremos si los arribos de las vacunas que se han podido conseguir con países verdaderamente solidarios son las suficientes para poner fin a la pandemia. Sin embargo, no es tiempo de echar las campanas al vuelo porque una cosa es terminar con una pandemia, pero otra muy diferente es terminar con la enfermedad de la Covid-19. Es decir, la pandemia como tal (capacidad de súper contagio) pudiera en el mejor de los casos minarse en los próximos meses, pero sus estragos seguirán estando en la sociedad actual.Durante toda la pandemia el acaparamiento, voracidad y falta de empatía estuvo: Primero, con los insumos para evitar los contagios y segundo, con las vacunas. Siempre actuamos de una forma egoísta que también somos culpables de este febrero y marzo loco. Solo espero que algún día controlemos este terrible mal, para que podamos sentarnos a dialogar sobre lo sucedido, para poder recuperar un tan urgente aprendizaje que nos permita vivir mejor como sociedad a todos y no solo a unos cuantos. ¡Vamos en el mismo barco!