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FRENO DE ANSIAS NOVILLERAS

En los próximos meses se celebrarán las elecciones para la alcaldía, diputados y gobernador. En medio de una cruenta pandemia que polariza la opinión pública y que hace del proceso electoral como el más diferente de la historia democrática, sin embargo no sólo la Covid-19 matiza la jornada electoral de rareza, sino que las impensables alianzas y el clásico “chapulineo” de candidatos hacen cuestionarnos sobre el verdadero valor de los partidos políticos.

Se supone que un partido político tiene como fin agremiar a quienes buscan el ejercicio del poder, pero dicha unión debe tener como eje principal el congeniar en las ideas que se manifiestan en una plataforma electoral, que debería ser la guía de navegación en los inquietos mares de la política mexicana. Por lo anterior, el Estado transfiere prerrogativas a los partidos; es decir, el costo financiero de la democracia los pagamos los ciudadanos directamente con nuestros impuestos. Y aunque el problema principal no sea el financiero, porque se entiende que la democracia tiene un costo, pero su ausencia nos saldría más caro, sí cause una mayor mella en la opinión pública la idea de que los partidos políticos con sus actores operen en términos no muy transparentes para la sociedad y con un elevado costo para el erario. Entonces la ideología de un partido político es su razón de ser y principio inquebrantable, mismo que le permite exponer sus ideales a la sociedad y que se cristalizan en propuestas de mejora en beneficio del bien común. Sin embargo, en estas elecciones vemos y somos testigos silenciados que todos los partidos políticos desprecian su ideología y se encuentran en meros membretes que se prostituyen al mejor postor con el único afán de llegar al poder olvidándose de los ideales y de la gobernabilidad. Todo lo anterior puede ser muy dañino para el futuro de nuestro amado México porque lamentablemente en cada elección es más común que tengamos que recurrir al ejercicio del voto por el menos malo.

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Se requiere una reforma política que frene las ansias de poder de unos cuantos con mecanismos que realizar la participación política de nuevos actores que engrandezcan nuestras posibilidades de un mejor futuro, con plataformas electorales que sean el eje rector del progreso y desarrollo de nuestro amado México, mediante una gobernabilidad que permita ver los frutos de políticas públicas bien intencionadas y mejor ejecutadas. ¡Ya es tiempo de que gane el pueblo y no los políticos de siempre!

La tercera oleada Nuestro amado México lleva un año confinado, de luto y con una serie de problemas económicos ocasionados por el azote de la cruenta pandemia. Sin embargo, la esperanza renace con la llegada y aplicación de casi 8 millones de vacunas contra la Covid-19, por lo que la expectativa de crecimiento económico, regreso a clases y recuperación de la poca normalidad se hace presente y nos ilusiona con el fin de una pesadilla. Pero en la vieja Europa la tercera oleada de la pandemia inicia su recorrido y amenaza con llegar a América. Los fantasmas de la temida pandemia se apoderan de las conciencias y disminuyen la confianza de los consumidores porque un mercado temeroso podría retrasar todos los planes de 2021. Por lo anterior, la carrera es contrarreloj para vacunar a la mayor cantidad de personas vulnerables para disminuir la tasa de mortalidad. Cada país, entre ellos México, busca afanosamente el conseguir el mayor número de dosis para protegerse antes de la inminente llegada de la amenaza.

El comportamiento de la pandemia ha sido desbaratador de toda esperanza. Al principio pensamos que los efectos eran pasajeros, que no deberíamos tantos muertos y que la segunda oleada jamás llegaría, así que la amenaza es latente de una tercera oleada que ya ha hecho de las suyas al mandar a algunos países a cuarentena de nuevo.

La campaña nacional avanza lentamente en nuestro país, se ha tenido que afrontar una serie de eventos desafortunados que han impedido lograr los objetivos. El acaparamiento de vacunas y la falta de solidaridad de algunas potencias económicas pueden favorecer a la tercera oleada, lo ideal hubiera sido que se apagaran los focos infecciosos del mundo para minar la considerablemente la potencialidad del virus de mutar a nuevas cepas y su capacidad infecciosa, pero al tratar de protegerse excesivamente se abre la puerta a la tragedia porque tarde que temprano les impactará. Por otro lado, el retiro de algunos lotes de vacunas por sus efectos secundarios complica mucho la vacunación para los países al hacerse mucho más escaso el fármaco.

La moneda está en el aire: ¿Llegará la tercera oleada? Lo cierto es que en el mejor de los casos seguimos con una gran incertidumbre por lo que se nos podría venir de nuevo, pero ignorar el tema sería mucho peor en el sentido de que quedaríamos mal parados ante una eventual llegada de la tercera oleada. Lo mejor que podemos hacer es seguir cuidándonos con extrema precaución y prepararnos para lo que venga.

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