Dulces recuerdos En estos días de aislamiento, en el tiempo que me queda libre para relajarme, me he puesto a hacer portarretratos y a organizar los álbumes con las fotografías de la infancia, en uno de estos encontré unas imágenes de las vacaciones que solíamos pasar en Usme en una casa de campo construida bellamente sobre una meseta, rodeada de pastos y flores, desde allí se podía divisar una pequeña quebrada y un río cristalino. Solíamos ir con mis hermanos a caminar y saltar piedras al río, en el trayecto que hacíamos, encontrábamos árboles, moras silvestres, árboles con cerezas, unas plantas muy curiosas y llamativas, llenas de pequeños frutos de color naranja, protegidas delicadamente en una envoltura de hojas casi transparentes, al verlas, pensaba ¡Que hermosa y apetecible se ve! Con curiosidad alguna vez, le pregunté a papá qué fruto tan especial era ese, cómo se llamaba y si se podía comer, él me dijo: se llama uchuva y sí se puede comer, desde entonces me enamoré de su sabor ácido y dulce a la vez que me dejaba en el paladar al comerla. 56 / www.revistahyc.com
Procedencia Al recordar estos momentos, me di cuenta que, a pesar que me encanta comerla, no sé mucho sobre esta deliciosa fruta, su origen, sus enormes beneficios y por qué curiosamente se le conoce como la fruta del amor en un país de Centro América. La uchuva, es una fruta originaria de América del Sur, especialmente del Perú. Acerca de la migración de esta planta hacia África, Asia y el Pacífico, es importante saber lo escrito por Julia F. Morton, escritora y botánica estadounidense, profesora de plantas tóxicas, comestibles y útiles, en su libro Fruits of warm climates donde destaca que la planta fue cultivada por los primeros colonos en el Cabo de Buena Es-
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