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Renunciar es ganar
El cambio es una constante en nuestra vida, por eso aprender a renunciar a aquellas cosas materiales e intangibles es fundamental para disfrutar de las bendiciones que Dios nos da día a día, enriquecer nuestro espíritu y obtener la verdadera ganancia en el Cielo.
Alguna vez has jugado Jenga, ese juego de mesa donde hay una torre formada por bloques y cada jugador debe ir quitando piezas para construir una torre más alta? Cuando una pieza del Jenga se va, sentimos que en cualquier momento se derrumbará todo lo que hemos construido. Así sucede con nuestra vida, creemos que al renunciar a una de esas piezas vamos a perderlo todo, pero en realidad es una oportunidad para seguir avanzando y crecer. Sin embargo, nos da miedo mover esas fichas y nos da aún más miedo cuando alguien más está quitando las piezas y no podemos hacer nada por evitar que caiga toda la torre. Preferimos entonces mover las fichas sueltas, irnos a lo seguro, pues nos aferramos a que la torre mantenga su estado normal y ganar más fácil. Pero, cuán impresionante es aquella torre que a pesar de que la han movido y retirado sus piezas, se ha vuelto más alta e interesante por su ingeniosa estructura que la mantiene en pie. Hasta de las caídas se debe aprender, pues es otra oportunidad para construir una torre nueva. La zona de confort es todo aquello que hemos construido para sentirnos confiados y a gusto pues nos da seguridad, certidumbre y certeza. Cuando algo de la zona empieza a cambiar, el ser humano entra en alerta. Hoy, en un mundo tan cambiante, es común que queramos aferrarnos a lo que conocemos pues sentimos que estamos seguros allí, pero Dios nos da y quita cosas para que aprendamos a cultivar lo que es realmente importante: un carácter firme en Cristo. Pero ¿por qué renunciar es tan difícil? Entre las razones por las que una persona rechaza el cambio está el miedo a perder lo que dejamos atrás, a perder el control, a fracasar, el sentimiento de culpa y rechazo por no tener lo mismo que los demás o por decepcionar a alguien, entre otras miles de razones. Incluso, a veces inventamos excusas con tal de seguir igual. ¿Cuántas cosas estaremos perdiendo por mantenernos encerrados en una zona que no nos ofrece nada nuevo?
Dios nos da y quita cosas para que aprendamos a cultivar lo que es realmente importante: un carácter firme en Cristo.
El temor al cambio
Salir de nuestra zona de confort y renunciar a lo que tenemos nos produce un temor al cambio pues nos enfrentamos a lo desconocido y dejamos de tener el control de las cosas que suceden. Cuando nos aferramos a las cosas materiales y a lo que es cómodo, es cuando más incertidumbre y miedo se produce, porque perdemos aquello que alguna vez nos hizo feliz. El novelista británico, Arnold Bennet, dijo un vez que “cualquier cambio, incluso un cambio para mejorar, va siempre acompañado de molestias e inconvenientes”. Muy cierto, cuando las cosas parecen no ir a nuestra manera, nos genera miedo y malestar, pero por mucho que intentemos evitarlo, las cosas terrenales tienen el tiempo contado.
Como dato curioso, la psicología tiene un término para el miedo al cambio: neofobia o fobia a las nuevas experiencias, que deriva del griego “neos” (nuevo), y “fobos” (fobial). Esta fobia se desarrolla cuando una persona genera altos niveles de estrés y ansiedad al momento de enfrentarse a una situación nueva. Renunciar se le hace algo aún más complejo porque requiere de un estado mental estable que le permita tomar decisiones sin afectar su equilibro emocional. En estos casos, se recomienda un acompañamiento psicológico para enfrentar el cambio.
La llave del despojo
“El que no le entrega todo a Dios, perderá todo en manos de Dios. A veces, por múltiples y humanas razones, nos reservamos algunas cositas, así sean emociones como el temor. No se debe hacer tal cosa. Hay que despojarse de todo, para poder recibir todo de Dios. Cuando Job entendió que Dios nos libra de todos los temores, fue restituido como podemos constatarlo en su propio libro”, dice el Pastor Darío Silva- Silva en su libro “Llaves del poder”. Con lo anterior se refiere a la llave deldespojo, una herramienta que todo ser humano debe adquirir para aprender a renunciar y dejar ir tanto lo material como lo intangible, pues en nuestro corazón, pensamiento y conducta también hay cosas que no le agradan a Dios y que no permiten nuestro crecimiento personal y espiritual. Colosenses 3 nos explica a qué cosas debemos renunciar para llevar una vida santa, entre ellas: a la inmoralidad sexual, a la avaricia, el enojo, la ira, la mentira. Pero también debemos renunciar al pasado, al pensamiento negativo, a la queja, a poseer la verdad absoluta, al prejuicio, a la culpa y las imposiciones sociales. Examina tu corazón y ora para que el Espíritu Santo te muestre a qué cosas debes renunciar.
Seguir a Cristo es renunciar al mundo
Debemos renunciar al mundo si queremos tener a Dios en nuestras vidas, porque quien es amigo del mundo es enemigo de Dios, tal y como dice Santiago 4:4. Vivir por fe significa renunciar a la antigua naturaleza humana para que Cristo viva en nosotros y podamos tener una vida bienaventurada. Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria. Colosenses 3:1
Debemos renunciar al mundo si queremos tener a Dios en nuestras vidas, porque quien es amigo del mundo es enemigo de Dios, tal y como dice Santiago 4:4. Vivir por fe significa renunciar a la antigua naturaleza humana para que Cristo viva en nosotros y podamos tener una vida bienaventurada. Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria.Colosenses 3:1-4.