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El teléfono de Dios

Con el avance de las telecomunicaciones en el mundo, hoy es posible hacer una llamada a cualquier persona en algún lugar del mundo. Aún más con la pandemia que demostró la importancia de estar conectados y comunicados a pesar del distanciamiento social. Esto no solo generó un incremento exponencial de las video llamadas y herramientas de colaboración en el teletrabajo, sino que aumentó la necesidad de mantenernos comunicados con el otro.

Según datos de Hootsuite, mandar mensajes de texto, chatear y usar mensajería instantánea ha aumentado un 34% durante la pandemia. Por eso, cada que nos ocurre algo es natural que deseemos hacer una llamada o enviar un mensaje de texto, sin embargo, siempre está la posibilidad de que nos dejen en visto o que nos respondan horas después. Esto no pasa con Dios, pues su línea celestial es inmediata y está disponible las 24 horas al día durante todo el año.

Con las comunicaciones tan globalizadas hemos olvidado que también podemos comunicarnos con Dios. Nosotros sus hijos tenemos una línea directa con Él, por eso, no necesitas esperar a que te atienda, no existe una contestadora, no hay intermediarios que intercedan en tu comunicación con el Padre. Solo hace falta una pequeña llamada de tu parte para que Él te responda personalmente.

¿Cuál es el número telefónico de Dios?

Sin más rodeos, vamos a revelar el teléfono de Dios: 33:3 – 7:7

Tal vez no es una línea telefónica al que podemos marcar en nuestro celular o mandar un SMS. Sin embargo, la Biblia tiene varios versículos que sirven como marcación rápida para hablar con Él. Este número en particular hace referencia a dos versículos bíblicos para contactar a Dios:

Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes. Jeremías 33:3.

Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Mateo 7:7.

En ambos versículos Dios nos dice que está disponible para escucharte, encaminarte, darte a conocer cosas y darte lo que le pidas. ¿Cómo se hace esto? La oración es el medio de comunicación más rápido y efectivo para llegar a tener una conversación con tu Padre Celestial. Hasta Jesús oraba y hablaba con Dios mientras estuvo en la tierra, y por eso nosotros también debemos orar sin cesar como dice 1 Tesalonicenses 5:17.

Cuando usas el teléfono de Dios, es decir, cuando usas la Biblia, el Espíritu Santo empieza a formar parte de esa conversación y permite que se haga más efectiva la comunicación con Dios. De esta forma, nuestra relación con nuestro Padre Celestial se hace más fuerte y Él empieza a formar parte de todas las áreas de nuestra vida. Todos esos temas de conversación que esperas ansiosamente charlar con tu mejor amigo son temas que también le interesan a Él.

Oración = comunicación directa con Dios

El pastor Darío Silva-Silva en su libro “Las puertas eternas” comenta que una llamada efectiva con Dios debe darse desde el corazón. “El recinto más íntimo no es, por cierto, la alcoba, sino el corazón: La Biblia no llama corazón al simple músculo que bombea la sangre a todo el cuerpo, sino al ser esencial del hombre; Esa «morada interior», que dijera Teresa de Jesús, es el verdadero cuarto privado a donde Jesús anhela que te retires a hablar con el Padre en oración”.

Dios quiere que lo busquemos de una forma sincera, con un corazón dispuesto a escucharlo y a seguirlo. No necesitas estar en apuros para acudir a Dios. “Lástima que cristianos de hoy, en muy buen número, hayan hecho de la oración una simple puerta de emergencia para salir de apuros. Cada vez que se encienden las alarmas de incendio, terremoto, huracán, inundación o terrorismo, corren presurosos a cruzar la puerta de la necesidad de afán, para huir de la catástrofe. Muy pocos hoy velan y oran como corresponde”, enfatiza Silva-Silva.

Debemos ser intencionales al momento de comunicarnos con Dios y no verlo como alguien lejano y misterioso que nunca responde a nuestros llamados, ni como alguien que solo está para atender nuestros problemas. Por eso, es necesario que aprendamos a orar y pedirle a Dios que nos enseñe a hacerlo, así como los discípulos se lo pidieron a Jesús en Lucas 11:1-4. Cuando oramos, crece nuestra relación con Él. Lo mejor de todo es que Dios siempre nos va a contestar y además nos da sabiduría, fortaleza y entendimiento y cada cosa que le pidamos en oración nos la dará según Su voluntad.

Una frase célebre de Martín Lutero es: “Tengo tanto que hacer hoy que pasaré las tres primeras horas en oración”. Así como buscas un momento del día para saludar a tu familia, responder correos, llamar a un amigo, escribir un WhatsApp, también debes disponer de tiempo para conversar con Dios. Hasta Daniel prefirió pasar una noche con los leones que perder un día sin oración. ¿Qué es lo que te detiene para marcar al teléfono de Dios?

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