6 minute read

La Educación espiritual no se delega

Buscan identidad y aceptación

Los niños imitan con facilidad, por eso debemos tener mucho cuidado, pues ellos nos van a copiar en todo. Si usted tira, rompe, insulta, saca la cabeza y grita, ellos lo van a hacer. Y luego hay gente que dice: “es que él se parece mucho a mí”. ¡No! Él se parece al Señor, lo estoy enseñando a que se parezca al Señor y obviamente nosotros como padres tenemos que aprender, pulirnos primero para poder enseñarles a ellos, para que vean en nosotros un muy buen ejemplo.

Son inexpertos

Se equivocan fácilmente porque no conocen muchas cosas de la Palabra de Dios. Es nuestra responsabilidad frente a Dios enseñarles a conocer y comprender la Palabra de Dios; guiarlos, dirigirlos, decirles cómo se hacen las cosas con paciencia. No vamos a evitar que se equivoquen, va a pasar que se equivoquen muchas veces, pero con amor volvemos a darles la instrucción.

Efesios 6: 4 dice: Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor. Pero para poderlos instruir y disciplinar correctamente, debemos conocer a nuestros hijos, cómo los diseñó Dios inicialmente. Para esto hemos resaltado algunas características de cómo son nuestros hijos:

Buscan amor y protección

Dios nos diseñó para ser amados, por eso ellos siempre están esperando recibir amor de parte de nosotros. Muchas veces cuando los vemos muy altos, pero tienen doce o trece años, no los volvemos a abrazar ni consentir, pero ellos continúan a la espera de ese amor. No podemos olvidar que nuestros hijos siempre necesitan sentirse amados y protegidos y esto debe comenzar por casa, pues de lo contrario va a ser una carencia que intentarán llenar por fuera de la forma menos adecuada. Debemos recordar que ellos cambian físicamente, intelectualmente, pero esa sensación, ese abrazo y anhelo de amor lo deben recibir en todas las etapas de sus vidas.

Son inmaduros

Esto no les permite tener control sobre sus emociones: se tiran al piso, hacen rabieta, se ponen tristes pero debemos enseñarles a través de la Palabra de Dios que podemos controlar las emociones. Dios nos dio estas emociones porque somos humanos y las tenemos para poder amar, expresar los sentimientos pero debemos enseñarles que estas no nos controlan, sino que nosotros controlamos las emociones. No agredimos porque estamos enojados, no nos empujamos. Esto podemos y debemos enseñarlo a través de la Palabra de Dios porque cuando no lo hacemos, a futuro recogeremos lo que no enseñamos en estas etapas.

No tienen conocimiento

Como nuestros hijos apenas están aprendiendo pueden ser engañados fácilmente, tomar muy malas decisiones, sufrir, terminar metidos en problemas… Como papá uno siempre se pregunta ¿por qué? Pues porque no conocen, están aprendiendo y es nuestra responsabilidad llenarlos de ese conocimiento. El colegio, las instituciones, la iglesia, nos presta esa ayuda, pero es mí responsabilidad. Dios no va a llamar al director de Roca Kids, ni va a llamar a la directora del colegio, lo va a llamar a usted. ¿Qué hizo con su hijo? ¿Qué le enseñó? Lo que nosotros les enseñemos acerca de la relación con Dios y la Palabra es lo que los acompañará eternamente, esas son las bases en las que van a formar un hogar, con quién se van a casar; pero si usted es solo intelectual y cree que lo más importante es dejarles estudio y educación está en una mentira. Lo más importante es dejarles fundamentos espirituales que los acompañarán eternamente y les permitirán tomar buenas decisiones.

Áreas para educar

Los padres debemos enfocarnos en educar a nuestros hijos en tres áreas importantes: la espiritual, emocional y la relación con los demás. En la medida en que la educación espiritual esté muy bien fundamentada, ellos van a poder controlar sus emociones, no van a ser adultos depresivos, ni van a golpear a su esposa, ni a gritar a sus hijos y así mismo van a poder relacionarse con otros. Los obstáculos para educar son muchos, nosotros siempre tenemos una excusa: el trabajo, la tecnología, etc. Decimos “estoy ocupado”, pero mi hijo quiere hablar conmigo. No les dedicamos tiempo porque necesitamos trabajar, no sacamos tiempo. A veces estamos trabajando para otras personas pensando en nuestra familia, pero realmente nuestros hijos siempre están de últimos en la lista. Otro consejo importante es sembrar. Siembren para ustedes mismos, pues en la medida en que yo dedique tiempo a mis hijos, cuando yo esté mayor, ellos van a dedicar tiempo para mí. Y la última, debemos ser buenos hijos de Dios para poder ser buenos padres de nuestros hijos. Primero somos hijos. En esa medida, cuando nosotros nos relacionamos muy bien con Dios y aprendemos que Dios nos perdona, que tiene paciencia con nosotros, nos corrige, nos pone a prueba y que quiere cambiar cosas de nosotros, así mismo nosotros podremos actuar con nuestros hijos: amándolos, perdonándolos, siendo muy persistentes en la educación, en todo lo que ellos tienen que aprender. Ser padres es una labor hermosa, hay muchas personas que no pueden tener hijos, nosotros tenemos el privilegio, valoremos el tiempo con ellos, escúchenlos así estemos muy ocupados, ellos tienen mucho que decir.

Nacen espiritualmente muertos

Los niños nacen separados del Señor, pues vienen con el pecado original, por eso tienen esa tendencia a desobedecer y hacer lo que no está bien. Nuestra responsabilidad delante de Dios es encaminarlos nuevamente en Su Palabra. Como padres queremos que estén bien físicamente: bien alimentados, protegidos, que no les falte nada; pero espiritualmente trabajamos muy poco sobre la relación con Dios y esa es la que los va a acompañar eternamente. Cuando nosotros no los educamos espiritualmente, no les inculcamos que amen al Señor, lo conozcan y sigan, ellos van a crecer muy bien física e intelectualmente. Fuertes y muy bien capacitados, pero muertos espiritualmente.

¡Ánimo papás!

Sabemos que nuestros hijos a veces hacen cosas que no nos agradan, pero Dios nos dio las herramientas, nos ha ayudado; no criemos a nuestros hijos esperando que a futuro recojamos o que ellos vengan a mantenernos después. No es ese el objetivo, ámenlos incondicionalmente sin esperar nada a cambio, el Señor pondrá ese amor especial en sus corazones por nosotros y ese respeto que merecemos a futuro. ¡Ánimo!

This article is from: