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Colombia mejora su lugar en la lista de persecución

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Rodrigo es un pescador cristiano que vive con su esposa en el departamento del Chocó, región selvática y fronteriza de Colombia con Panamá, conocida por ser uno de los tres lugares donde más llueve en el mundo.

Debido a lo remoto que es, el pueblo no tiene calles asfaltadas, la presencia de la Policía y demás autoridades colombianas es escasa. La principal forma de moverse es por lancha, navegando caudalosos ríos como el Atrato, Baudó y San Juan. Es por esto que Rodrigo ha hecho de la venta de gasolina su forma de vida. Pero no se trata de una vida fácil.

La comunidad indígena mayoritaria en la zona donde vive Rodrigo lo rechaza por causa de su fe. Ha sido excluido social y económicamente debido a su negativa a participar en los rituales animistas que son comunes entre los nativos. A esto se suma que para que su negocio pueda funcionar, debe pagar extorsiones ocasionalmente a los grupos de guerrillas y paramilitares que dominan la región.

La historia de Rodrigo ejemplifica perfectamente las dos principales amenazas que han convertido a Colombia en el país más peligroso para ser cristiano en Sur América, de acuerdo a su posición durante los últimos cuatro años en la Lista Mundial de Persecución que elabora cada año Puertas Abiertas.

Superado solamente por Nicaragua entre los países Latinoamericanos en el ranking más reciente, Colombia pasó del puesto 22 al 34, superando a naciones como Venezuela, donde se supondría que su gobierno autoritario y socialista puede hacer más difícil la libre profesión de la fe cristiana.

¿Cómo se convirtió entonces Colombia, un país de tradición democrática y mayoría católica, en el más peligroso para ser cristiano en su región?

Ted Blake, director de Puertas Abiertas en España, explica a ChristianityToday que se debe principalmente a la violencia que azota desde hace décadas las regiones rurales del país. “Colombia es un país donde hay dos tendencias: por un lado hay mucha libertad en las grandes ciudades, y los cristianos allí ni siquiera son conscientes de la persecución que ocurre en las zonas rurales del país”, dice Blake añadiendo que “en esas zonas rurales están los grupos armados, ya sean guerrilleros o paramilitares, que no permiten nada que se haga sin su beneplácito, el cual se obtiene mediante el cobro de vacunas (extorsiones)”.

La segunda forma de persecución en la Colombia rural, según explica Puertas Abiertas, es ejercida por grupos indígenas que tienen autonomía para establecer sus propias normas en los territorios que se les han entregado. Con frecuencia, estas normas prohíben la conversión a la fe cristiana, lo cual es castigado con la expulsión de la comunidad, la expropiación de terrenos o la exclusión económica.

El país de Suramérica ocupa el puesto 34 en la Lista Mundial de Persecución de Puertas Abiertas

Pero la violencia ejercida por grupos narcotraficantes y la opresión de las comunidades indígenas no son los únicos motivos de este tóxico ambiente que experimentan los cristianos colombianos. De acuerdo a Puertas Abiertas, ha venido en aumento también la intolerancia secular que se siente con cada vez más fuerza en las ciudades capitales del país gobernado actualmente por su primer presidente de izquierda en la historia, el exguerrillero Gustavo Petro.

Sedes de grandes iglesias cristianas en Bogotá, la capital ubicada en el centro del país, fueron vandalizadas por manifestantes encapuchados en 2021 durante las jornadas de protesta popular post-pandemia denominadas como el estallido social, el cual se extendió por tres meses paralizando la economía a nivel nacional.

¿Inconsistencias en la metodología?

Paradójicamente, Colombia es uno de los países más avanzados de la región en cuanto a legislación para la protección de líderes religiosos, el respeto y la inclusión social de creencias diversas, desde que en 1991 se reconoció en la Constitución la libertad religiosa, de conciencia y culto como un derecho fundamental en este país tradicionalmente católico, apostólico y romano.

De ahí que informes como el de Puertas Abiertas sean vistos con cierto escepticismo entre las autoridades colombianas. Lorena Ríos, exdirectora de la Oficina para Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior y actual Senadora de la República por el partido cristiano Colombia Justa Libres, duda de la metodología que llevó a incluir al país en la Lista Mundial de Persecución.

“La violencia en Colombia ha afectado a múltiples iglesias y creyentes”, admite Ríos entrevistada por Christianity Today. “Sin embargo la causa de la violencia no siempre ha sido por cuestiones de fe, sino por situaciones aledañas, ya sea políticas (participación o apoyo a algún candidato), de liderazgo social (pastores que denuncian corrupción o amenazas de grupos), o temas personales (negocios y deudas). Pero no obedece exclusivamente a un tema de persecución por ser cristianos”, añade.

De hecho, la oficina de Ríos elaboró un completo análisis en el año 2021 donde exponía sus inquietudes ante lo que calificó como “inconsistencias en la metodología” de Puertas Abiertas para evaluar los niveles de persecución religiosa en Colombia. En este reporte, el Gobierno colombiano manifestaba su incertidumbre al ver que el país había pasado del puesto 41 al 30 en el listado de los más hostiles hacia los cristianos en el mundo.

“Esta abrupta variación no tenía sentido porque el 2020, debido a la pandemia, fue un año en el que se presentaron menos ataques contra cristianos en el país”, comenta Ríos añadiendo que “incluso Puertas Abiertas admitió que debido a las restricciones impuestas por el COVID-19, el 2020 no había sido un año común en la recopilación de datos”.

Ante estas críticas Ted Blake responde defendiendo la confiabilidad de la metodología usada para elaborar el informe anual de Puertas Abiertas. “Es un estudio muy riguroso. No pretende ser tendencioso de ninguna forma. Intenta ser lo más equilibrado posible y recibimos retroalimentación cada año que nos permite ir mejorándolo constantemente”, dice. El método ha venido evolucionando desde 1993, cuando empezó a realizarse la encuesta. Actualmente se basa en una serie de cuestionarios que son aplicados tanto a población cristiana como no cristiana en cada país, y luego la información es clasificada en una escala de 100 puntos o niveles de persecución, para ser finalmente verificada por parte del Instituto Internacional para la Libertad Religiosa (IIRF, por sus siglas en inglés).

“Medimos los niveles de opresión a los cristianos en cinco ámbitos: vida privada, ámbito familiar, ámbito social, ámbito nacional y ámbito eclesial. También tenemos en cuenta la violencia corporal o material experimentada por los cristianos”, argumenta Blake, haciendo énfasis en que “es allí donde le va más mal a Colombia, porque un asesinato de un cristiano por causa de su fe o un ataque a una iglesia, hace que el país suba varios puestos en la lista”.

Más allá de ocupar la posición 34 en el listado de Puertas Abiertas, la tendencia mostrada por el país es preocupante. Luego de entrar al top 50 en 2019 ocupando el puesto 47, Colombia ha ido escalando posiciones. La posición más baja fue la 22 en 2023, llegando a ser así la nación más peligrosa para los cristianos en toda Latinoamérica. A pesar de la leve mejoría en el último listado, la puntuación de 68 sobre 100 obtenida en 2024 también evidencia un nivel de persecución muy alto, el segundo en la escala de tres niveles de Puertas Abiertas.

Un fenómeno regional

“Las formas de persecución en Colombia y México son muy similares”, sostiene Blake. “Los grupos narcotraficantes extorsionan, secuestran y asesinan a líderes cristianos en ambos países, al mismo tiempo que los grupos indígenas ejercen presión al excluir económica y socialmente a los cristianos”.

México, al igual que Colombia, ha venido escalando posiciones en los últimos cinco años: desde el puesto 39 donde debutó en 2019, hasta llegar al 37 en 2024. Una tendencia creciente en la persecución religiosa ha venido experimentando también Nicaragua, que ascendió del puesto 50 al 30 en 2024, pero debido a motivos diferentes: la obsesión del dictador Daniel Ortega en contra de la iglesia católica, a cuyos líderes califica como opositores a su régimen.

¿Qué pueden hacer entonces los cristianos colombianos y latinoamericanos frente a esta situación?

Sorprendentemente, Ted no sugiere que oremos para que cese la persecución. “Jesús nos enseñó que quien le siga, va a ser perseguido. Es algo que debemos esperar que suceda”, dice Blake. “Levanten más bien la voz en dos sentidos: a Dios pidiendo para que fortalezca a los cristianos de tal manera que se mantengan firmes en medio de la adversidad. Levanten también la voz ante los gobernantes, para que intervengan defendiendo los derechos de los cristianos que sufren tantas injusticias”.

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