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La responsabilidad de los padres en la vida del nino

Para el nino su mundo es representado por su familia. Segun el Plan de Dios, es en el seno de la familia que el nino aprende quien es y cual es su valor como persona. (Constance 2013).

Cuando hablamos de la formación espiritual del niño, es importante que recordemos que los primeros formadores y responsables son sus padres. La Biblia nos dice: Estos son los mandamientos, preceptos y normas que el Señor tu Dios mandó que yo te enseñara, para que los pongas en práctica en la tierra de la que vas a tomar posesión, para que durante toda tu vida tú y tus hijos y tus nietos honren al Señor tu Dios cumpliendo todos los preceptos y mandamientos que te doy, y para que disfrutes de larga vida.

Deuteronomio 6:1-2.

Este y otros textos resaltan la posibilidad de la familia como la primera transmisora de la fe. Los padres deben transmitir su fe en Jesús. Deben hacer de sus hijos discípulos de Cristo. la palabra es clara: la familia debe estar involucrada en pasar la fe a la siguiente generación. Así es que el principio bíblico señala que son mamá y papá quienes deben inculcar los valores cristianos en sus hijos. Pero puede suceder que por diversas razones los padres no lo hagan y es entonces que cobra tanto valor la tarea de los abuelos en la formación espiritual de los nietos.

En los evangelios encontramos el conocido relato en el que Jesús bendice a los niños en Marcos 10:13- 14.

Es importante resaltar que Jesús se indigna cuando los adultos son un impedimento para que los niños se acerquen a Él. Los padres tienen una gran responsabilidad y aquellos que confiesan su fe en el Señor deben ayudar a sus hijos acercarse a Jesús, y no poner ningún tipo de obstáculo.

Vidas coherentes Cuando los padres muestran coherencia entre lo que dicen creer y la manera en la que viven, están ayudando al niño a acercarse a Jesús. La casa es hoy en día uno de los pocos lugares en los que la gente es realmente auténtica allí las personas expresan con libertad sin sentir la necesidad de aparentar nada. Esto es bueno, pero el problema es que en esa libertad se pueden tomar ciertas licencias que terminan siendo perjudiciales para los niños y para toda la familia. A veces no se miden los enojos, las contestaciones y tampoco las reacciones. Y si uno no reconoce que estuvo mal y no pide perdón por el daño ocasionado a los seres queridos, entonces queda el dolor… ¡Los padres son los primeros que deben reconocer cuando cometen un error y pedir perdón a sus hijos!

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Muchos niños se escandalizan al ver que sus padres se comportan de una manera en la iglesia, y de otra manera totalmente diferente en casa. Hay muchos padres con vidas incoherentes, que no reflejan en sus actitudes diarias amor ni temor por el SEÑOR. ¡Esto es muy destructivo para la vida del niño! Hay una conocida frase que dice: “tu ejemplo me habla tan fuerte, que no llego a escuchar tus palabras”. Los padres ayudan a sus hijos acercarse a Jesús cuando llevan vidas coherentes entre su fe y sus hechos. Entre lo que dicen creer y sus acciones.

Esto quiere decir que la formación espiritual no se deja elección de los hijos sino que como padres se asume la responsabilidad enseñarles acerca de Jesús. Eso no debería ser extraño ya que los padres decididamente no dejan que sus hijos elijan en muchos aspectos de sus vidas, (el pediatra, la escuela, la casa, el equipo de fútbol, etc.). Si en estos aspectos de la vida, algunos de los cuales son menores, no se les da a los hijos la posibilidad de elegir, tampoco se debe dejar que los niños elijan la fe que quieren seguir. En la etapa de formación entre los 0 y los 15 años, deben de ser los padres quienes intencionalmente forman a sus hijos en el camino del Señor.

La formación intencional también implica llevarlos a la iglesia y hacerlos participar de las propuestas educativas que la iglesia ofrece para ellos. Lamentablemente, no siempre los padres toman el com-

“Debemos hablar y compartir con nuestros hijos las cosas que Dios ha hecho en nuestras propias vidas y en la vida de la familia”.

promiso de hacerlo y, si los padres no los llevan, los niños no van.

Incluso, más que llevarlos, la cuestión es tomar la decisión de ir juntos como familia, de esa manera los hijos entenderán que ir a la iglesia, reunirse con otros cristianos alabar y adorar en comunidad del señor y aprender juntos de Jesús es algo importante y valioso.

Formar intencionalmente a los hijos en la fe también implica no delegar esta responsabilidad ni en la iglesia ni en los maestros sino asumir como padres un serio compromiso frente a Dios. Esta enseñanza intencional debe darse de los 0 a los 15 años después los hijos tomarán su propia decisión. Pero debemos ser conscientes de que esa decisión tendrá mucho que ver con los años que los padres invirtieron inculcándoles la fe. Lo deseable sería que los padres pudieran transmitirles a sus hijos una fe viva y real, fresca y cotidiana, una fe basada en la entrega diaria y la búsqueda de la voluntad de Dios para cada momento de la vida. Entonces, cuando a los hijos les toca el tiempo de elegir por ellos mismos, los padres podrán confiar en la promesa de Proverbios 22:6.

Debemos hablar y compartir con nuestros hijos las cosas que Dios ha hecho en nuestras propias vidas y en la vida de la familia. Contar y dar a conocer las veces en las que la mano de Dios se extendió para socorrer, proveer, librar, sostener y cuidar. Darles testimonio a los hijos de las múltiples maneras en las que Dios ha actuado, porque, llegado el momento, todo esto les va a ayudar a tomar la decisión de seguir a Jesús y de abrazar la fe como un día lo hicieron sus padres.

Para saber cómo compartir la fe con nuestros hijos, léase Salmo 78.

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