Labrapalabra # 7

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labrapalabra Biblioteca Piloto del Caribe

Número 7 • Septiembre de 2010

EL FÚTBOL EN PALABRAS de escritores

HOMERO ARIDJIS

ENTREVISTA CON EL ESCRITOR MEXICANO

FERNANDO NOY POESÍA INÉDITA

Tobias wolff BALA EN EL CEREBRO

TRUMAN CAPOTE

BUITRE CON ADEMANES DE PALOMA


2010 Festival Internacional de Poesía en el Caribe Barranquilla del 22 al 26 de septiembre • Río y mar de palabras • Poesía del Caribe en el bicentenario • Cuba, Brasil, Perú, México, Costa Rica y Colombia • 40 poetas locales, regionales, nacionales e internacionales • 25 recitales, talleres y charlas


LABRAPALABRA

Índice

Número 7 • Septiembre de 2010

homero aridjis: El grito de la jirafa

En los albores de la verdadera máscara Una mirada reflexiva al mundo del teatro.

El escritor mexicano habla sobre su obra y su activismo ecológico.

Por Paul Brito

Pág. 14

fernando linero: entrevista al natural El poeta samario responde sobre el oficio de escribir.

Por Robinson Quintero Ruiz

Pág. 12

Por Tania Maza

Pág. 6

narrativa: Los soldados Por John Better Familia disfuncional Por Beatriz Eugenia Gallego 2 cuentos cortos Por Carlos de la Hoz Raspe y gane Por Christian Barandica Superhéroes de domingo Por Karen Adrians

Pág. 18-24

2046: La mística poética de Wong Kar Wai

bala en el cerebro

La explicación de lo que podría significar esta enigmática cinta oriental

Un cuento del escritor norteamericano.

Por Tobias Wolff

Por Diego Braude

Pág. 9

Pink Floyd, La caja registradora ¿Cómo fue aquel tiempo en que la mítica banda inglesa publicaba sus mejores álbumes? Aquí está la respuesta.

Por Pedro M. Martínez

Pág. 10

Pág. 20 se abre el telón La fama en la televisión no significa siempre farándula. A veces significa talento.

Por María Victoria Socarrás

Pág. 16 1


LABRAPALABRA

Índice

Número 7 • Septiembre de 2010

truman capote, buitre con ademanes de paloma chorro de quevedo, el lugar donde bogotá late

narrativa gráfica

A pesar de su aparente fragilidad, el autor de A sangre fría, sabía como dar golpes bajos.

Un paseo ilustrativo por uno de los lugares más emblemáticos de la capital.

Más imágenes salidas de una fértil imaginación.

Por Carlos Yusti

Por Roberto Rodríguez

Pág. 36

Pág. 46

Por Sadhú Nicolay Abril

Pág. 26

poesía e imágenes

itinerario de vuelo Cine y libros

Pág. 29 Cuando no sepas qué escuchar

Steven segal: el hombre del renacimiento

Recomendaciones musicales.

¿Que hay detrás de las patadas, los huesos rotos y las pésimas películas de esta estrella de cine? La respuesta podría no ser obvia.

Pág. 33

Por Juan José Castillejo

Pág. 40 2

frases de fútbol Unas cuantas palabras que revelan el sentir de reconocidos escritores sobre el deporte más popular del mundo.

Pág. 30

Encabezados por el argentino Fernando Noy, con un par de poemas inéditos, Lauren Mendinueta, Domingo Bolívar, Ruth Castelar, Esmir Garcés y Juan Carlos Céspedes, nos entregan lo mejor de sus poemas.

Pág. 48


Director

Carlos Polo

Asesora

Cielo Támara

Comité Editorial

Colaboradores

Edición y Diagramación

Miguel Iriarte Aníbal Tobón Robinson Quintero Ruiz Alex Polo Cristina Ruiz Devinso Jiménez John Better Juan José Castillejo

Libertad y Orden

MINISTERIO DE CULTURA REPÚBLICA DE COLOMBIA ESPACIO CONCERTADO

ISSN 2011-1576 labrapalabra@gmail.com Barranquilla - Colombia 2010 Impreso en JBT Litografía Julio Barraza T. Editorial En nuestro séptimo número cabe resaltar el esfuerzo continuo de los que quedan, el interés de mantener viva la revista a pesar de adversidades, lo importante es el valor de la honestidad, del trabajo sin pretensiones, ni competencia. Hace un par de años eran sólo ideas e intenciones buenas, pero cada vez demostramos con esfuerzo y su debido proceso que hemos alcanzado un logro importante y reconocimiento de todos los que hoy en día nos leen. Gracias a la Biblioteca Piloto del Caribe por permitir semestre a semestre cumplir con este compromiso. Para los que no lo creyeron este es nuestro séptimo número, sólo queda invitar a nuestros lectores a que nos sigan y que su interés continúe creciendo. En este número: crónicas, reseñas musicales, poesía, cine de alto calibre, artistas plásticos, escritores reconocidos, y mucho más. Compartimos contigo Labrapalabra N° 7 “Que se abra el telón…”

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Í n d i c e

a u t o r e s

Juan Carlos Céspedes

Tobias Wolff

Es una especie de gran gurú de las letras de Cartagena. Hace parte del grupo literario la Generación Fallida y es responsable de la creación de la Revista Virtual La Urraca. Ganador de premios y varias menciones, Le gusta compartir parte de su tiempo con los amigos. Es abogado, columnista del diario La Verdad de Cartagena. Pertenece a la Junta Directiva de la Asociación de Escritores de la Costa, y es en la actualidad Presidente del Parlamento de Escritores e Intelectuales del Caribe Colombiano.

Autor norteamericano de novelas y relatos cortos que se caracteriza por su escritura minimalista y minuciosa en los detalles. Narra historias cotidianas (con retazos autobiográficos), con lenguaje de la calle y sentido del humor. El divorcio de sus padres, la errancia desde niño con su madre por muchas ciudades, la expulsión de un colegio de élite, los trabajos modestos y cuatro años en el ejército en Vietnam lo han llevado a ser un gran escritor de todos los tiempos.

Pedro M. Martínez

Christian Barandica

Veterano periodista y escritor español. Cuando joven, le gustó participar en maratones, aunque confiesa que sólo era para ver las piernas de las competidoras. Usa sus dos apellidos para poder diferenciarse de su padre. Su propósito en la vida es ir de safari a África y hacer una crónica sobre el comportamiento sexual de los leones. Ayuna el primer sábado de cada mes, el vino nunca falta en su casa por ningún motivo.

Cumplir años no le preocupa en lo más mínimo. Su curriculum vitae no contiene los pasatiempos más importantes para él: el cine y la música. Lo suyo es observar los detalles elementales de la realidad. Posee una caligrafía paciente y el fútbol no es el eje de su vida como muchos piensan. Le gustaría ganarse el pan de cada día escribiendo relatos y ensayos; pero reconoce que esto es una dolorosa utopía.

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Esmir Garcés

Lauren Mendinueta

Nunca se doblega ante una página en blanco. Espera ganar un par de premios literarios este año para poder salir de algunas deudas baratas. Casi siempre deja poemas escritos en hojas de cuaderno en los cubículos de los cibercafés. El último CD de Enrique Bunbury se lo robó a una tipa despistada que lo invitó a escuchar música en su apartamento. Tiene más de 30 fotografías de Sofía Loren a blanco y negro para a veces levantar su estado de ánimo.

Comunicador Social con Énfasis en Comunicación Comunitaria, Editor, Promotor Literario. Presidente del Comité de Literatura del Huila (2005), Exconsejero Nacional de Literatura por la Zona Suroccidente ante el Ministerio de Cultura (20052006) y Consejero Departamental por el Área de Literatura ante la Secretaría de Cultura y Turismo del Huila (2005-2007). Cofundador del Encuentro Nacional de Escritores “José Eustasio Rivera”. Ganador del primer Concurso Nacional de poesía de la UIS 2010.

Nació en Barranquilla, Tiene dos hijos, Laura Andrea y José Alejandro. Empezó a escribir poesía en 1997 cuando trabajaba como bibliotecaria en Fundación, Magdalena; desde entonces ofrece talleres de promoción y creación literaria para niños y jóvenes. Ganadora de diversos premios y menciones a nivel nacional y en el extranjero. Actualmente reside en Palma de Mallorca, donde colabora para una prestigiosa revista literaria.

Ruth Castelar

Fernando Noy

Carlos de la Hoz

Tania Maza Chamorro

Rebelde por naturaleza, le gusta la noche y repasa los puntos cardinales de la bohemia en su natal Barranquilla. Sus textos expresan su abierta pasión por el desgarramiento interior en los seres humanos. Sabe que hay en el mundo un par de cosas que no se pueden hacer con ropa. Le gusta quedarse sola en su hogar, mientras el silencio y ciertos aromas le dan cuerda a su extremada imaginación.

Este poeta argentino creció entre indios mapuches y Tanguito, entre un pueblo sin bachillerato y Buenos Aires. Noy, que según dicen, es una de las “mujeres” favoritas de Fito Páez, se formó en el teatro y el ambiente de liberación sexual de los 70’s. La puesta en escena de Perlas quemadas, es su proyecto teatral más reciente. Bueno, eso y su libro inédito Piedra en Flor, del cual nos regaló dos poemas para este número.

Barranquillero hasta los huesos. Busca crear un método eficaz para que la literatura en los niños no sea un martirio. En sus textos deja ver su alta pasión por Borges y Cortázar. Nunca ha ido a una corrida de toros. No cambia la butifarra por el sushi. A los 12 años intentó enamorar a su profesora de inglés, desde entonces las catástrofes del amor lo asedian como perros de presa.

Lleva el teatro y la poesía metidas en la sangre. La desconcierta mucho el comportamiento del dolor. Cree que escribir poemas en un ascensor atestado puede ser motivo de una hecatombe mundial. Nunca viaja junto a una persona que lleve consigo un computador portátil. Ha trabajado largas temporadas en la capital; pero actualmente reside en su natal Corrralito de Piedra.

Robinson Quintero Ruiz


Sadhú Nicolay Abril

Diego Braude

Carlos Roldán

Paul Brito

John Better

Regresa con toda la vitalidad y la creatividad que le imprimen sus textos a las páginas de esta revista. Barranquillero, periodista, vivió por un tiempo en España. Ganador de varios premios literarios a nivel nacional y en el extranjero. Estudió Ingeniería Industrial e hizo un postgrado en Procesos Editoriales en la Universitat Oberta de Catalunya. En 2003, fundó en esa ciudad, con Felipe Villa, el periódico impreso Mundo Hispano, reconocido con el Premio Galatina 2007-2008 al mejor medio especializado.

Su libro, Locas de Felicidad, es una guía indispensable para conocer el lado B de Barranquilla y Bogotá. Su fruta predilecta no es el banano. Nunca se le ocurriría imitar a Natalia París. La última vez que fue a un velorio fue porque necesitaba tomar una taza de café bien cargado para poder aplacar la resaca de una mala noche de copas. Nunca se pierde las repeticiones de los seriados ochenteros. Ganador del Concurso Nacional de Poesía, Universidad Metropolitana en este 2010.

María Victoria Socarrás

Bogotano amante de su ciudad a la que llama “La gran Atenas suramericana”, piensa que esa denominación más que mandada a recoger, está mandada a renovar. Lamenta los problemas de Colombia, pero ve en el optimismo fundamentado una solución. Maneja una página internacional en torno a su país. También le gustan las artes dramáticas, gráficas y maneja cuatro idiomas. Es una persona espontánea y reflexiva a la vez, valora en una mujer sus especialidades culinarias.

La colaboración argentina en este número de nuestra revista. El cine es un gran adimento en su cocina. Escribir es uno de sus vicios predilectos. La fotografía es otro de sus puntos débiles. Prefiere a las mujeres de corta memoria, porque cree que el amor es un artefacto fuera de uso. Viajar en motocicleta le ha dejado más de siete cicatrices en las piernas. No piensa dejar de fumar mientras el horizonte en atardecer corre su telón frente a sus ojos.

Otro de los integrantes fundamentales de esta revista, conforma al lado de su esposa Victoria Bernal y al batero Alvaro Barbosa, un colectivo audiovisual llamado VCRolab. Tiene grabado un álbum titulado Mecánica Orgánica, una obra conceptual que propone un sonido basado en el rock, la música popular tradicional de Colombia, trip hop y la música minimalista. Es el encargado de hacer volar a nuestros lectores con sus recomendaciones musicales.

Karen Adrians

Domingo Bolívar

Beatriz Eugenia Gallego

Juan José Castillejo

Carlos Yusti

Roberto Rodríguez

Antes era una aficionada a los juegos de mesa, ahora se relaja escribiendo historias irónicas acerca de los superhéroes de los comics. Hace algunos años atrás intentó impulsar la campaña 24 horas escuchando jazz y blues, para que las personas se olviden por un rato de sus tantos problemas cotidianos. Aprovecha sus ratos libres lanzando piedras al cielo para descubrir si está hecho de vidrio.

La poesía de Julio Florez es su mejor equipaje de mano. Lo sacan de casillas los rótulos literarios y los escritores que se proclaman integrales. Tenía una alta condición para las matemáticas, la química y la filosofía; pero optó por ser un turista descomplicado de la realidad. Aunque le duelen las mentiras de los políticos, se abstiene de hablar profundamente acerca de este tema, lo suyo es netamente la literatura.

Detesta escribir en ayunas. Admira y considera valiente a los escritores que se encierran por un largo rato para poder terminar cualquier nuevo proyecto. Desconfía de las personas que escuchan los programas radiales de La F.M. y La Luciérnaga. Sabe que un día aburrido comienza cuando uno se debe quedar quieto en casa. Todas las mañanas se levanta escuchando canciones de Edith Piaf.

Considera que nadie debería celebrar el día de amor y la amistad, sino más bien hacerle el amor a todas las novias de los malos amigos. Su frase de cajón es: es justo ser un extraño, mucho más si te gusta montar en bus. Abandonó el calor de su hogar en Valledupar por ir en pos de nuevas historias desde el vientre de la fría capital. Nunca invierte en ropa de cualquier marca, lo suyo son los pulgueros y las ofertas.

Otra de las colaboraciones desde el extranjero para este número de nuestra revista. Venezolano, amigo de los libros ajenos. Nunca se rasura los días domingo. A veces viaja en avión para poder controlar su miedo a la muerte. Dice que sus nietas son su nuevo pasatiempo divertido para no envejecer del todo. Sus textos siempre están coloreados con una carga de cinismo y humor negro.

Frecuente colaborador de esta revista. Detesta la mediocridad y la competencia desleal. Hincha declarado de la libertad creativa. La última vez que se cortó el cabello fue hace 10 meses. Le gustaría clonar a Dalí y a Picasso, para ver que tipo nuevo de extraterrestre aparece en el mundo de la pintura. Continúa engalanando las páginas de Labrapalabra con su narrativa gráfica.

Nació el 1 de mayo en la ciudad de Santa Marta, es adicta a la música de Aiko, Michael Jackson, Fonseca, Coast Connection, Juan Gufo entre otras. Nunca tuvo muñecas Barbie, los relojes le producen insomnio y las comidas rápidas le producen pesadillas, aunque nunca elude una buena porción de pizzas o lasaña. Reside en Bogotá y el cine, la poesía y el teatro la transportan a otro mundo como a Alicia, la del país de las maravillas.

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En los albores de la verdadera mรกscara

Por Tania Maza Chamorro 6


“La escena es un lugar físico y concreto, que habla su propio lenguaje concreto, hay una sustitución de la poesía del lenguaje, por una poesía en el espacio. El teatro es un arte del espacio, y solamente pensado sobre los cuatro puntos del espacio, puede tocar la vida. En el espacio habitado por el teatro, las cosas encuentran sus resonancias.” Antonin Artaud A Rodolfo Valencia, autor, actor y director de teatro cartagenero, quien, a pesar de haber sido asesinado cruelmente, habitó el espacio de la escena, llevándonos a escuchar su poesía.

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e pregunto si como teatristas estamos siendo conducidos a una poética teatral que comulgue con el espacio de la escena y en el mismo podamos tocar la vida, encontrar las resonancias de las que hablaba Artaud —no son fáciles— pero podemos ser conducidos a ellas si —y sólo si— colocamos el oído en la dirección correcta; quizá esta no sea la que deseamos fervientemente pero sí la que el público de este tiempo necesita, una resonancia en la que habiten actores y actrices, como diría Sarah Kane, la desaparecida dramaturga inglesa; que puedan ir más allá, mucho más allá del grito, del movimiento mecánico, de la contorsión corporal o del recitado anodino de un texto. La gente comienza a preguntarse si el arte que nació en Grecia, en medio de las festividades de Dionisios, está siendo contrastado y aún más retado por el auge de las nuevas tecnologías; observamos en festivales —es el caso del Iberoaméricano de Teatro de Bogotá— como cada día el actor es reemplazado por proyecciones y voces en off robóticas, que provienen de los laterales del escenario. Habitamos en medio de un teatro que sufre un proceso de hibridación y de interdisciplinariedad del que nos habla muy bien José A. Sánchez en su libro Dramaturgias de la imagen, convivimos en la actualidad con diversidad de trabajos basados en la dramatización o la escenificación de la creación plástica (o musical) con la intervención de actores y actrices y otros elementos con una deriva más teatral; esto no podría superarse según el autor sino con políticas teatrales orientadas a situar el teatro como un referente socio-cultural en el imaginario colectivo; políticas teatrales que consideren los públicos diversos que conforman el cuerpo social y, en consecuencia, promuevan la creación, distribución y exhibición de las más diversas creaciones escénicas, performances incluidas. Es decir, todos los teatros son necesarios, también el que no nos gusta. En ese sentido, hacer teatro nos conduce por un laberinto en el cual, parafraseando a Diderot, la excelencia está basada en la paradoja entre el dominio de una técnica y las resistencias que se impone el verdadero artista de no entregarse totalmente a ella. En el teatro del siglo XXI, estamos llama-

“No se trata de cambiar los resultados sino de una revolución en la materia del quehacer teatral que permita los errores, los fracasos y los tanteos que todo nuevo modo de producir sentido debe necesariamente afrontar para expresar una nueva época y una nueva vida”. Enrique Buenaventura dos a tener el alma del verdadero actor, en la que, como diría Johan Huizinga, en su Homo Ludens, es como la piel del marinero donde las cicatrices son trofeos. Escuchar las resonancias cuesta, teniendo en cuenta que nuestro teatro —me refiero al teatro moderno colombiano— aún no ha cumplido un siglo. El nacimiento del movimiento teatral moderno en Colombia se desprende de 1945, cuando Gustavo Rojas Pinilla trae la televisión a nuestro país; en forma paradójica, la gente que hacía radio en ese entonces pasa a hacer televisión. La ausencia de actores en la misma hace que Rojas Pinilla traiga a uno de los más grandes maestros del arte dramático mundial: Seki Sano. La influencia de Seki Sano en la formación actoral de los nacientes histriones, desencadena una gran persecución por parte del mencionado presidente, en virtud de las ideas socialistas del maestro de teatro. Los actores entonces salen de la televisión y fundan sus propios colectivos teatrales, se acompañan además de grupos universitarios de teatro, que luego consolidarán el actual movimiento teatral colombiano. Cabe mencionar entre estos a Ricardo Camacho, en la Universidad de Los Andes, que luego fundaría, en 1973, el Teatro Libre de Bogotá, y Santiago García, en la Universidad Nacional, que funda uno de los más destacados grupos de la nación: La

Candelaria. Habiendo recreado un poco la historia del teatro en nuestro país, quiero hacer una reflexión alrededor de las formas de creación teatral. Llamamos así a las maneras diversas como los grupos y directores teatrales asumen el montaje de sus puestas en escena y el manejo organizacional de sus salas, actores y festivales.

¿Cuál es la mejor forma de creación teatral en nuestro país?, ¿la creación colectiva? En Colombia, el teatro va comprometiéndose ante la urgente necesidad de cuestionamiento de los hechos: hablamos de que durante la violencia, que se recrudeció en los años 50’s, en el país se aceleró el ritmo de expropiación de tierras a las comunidades campesinas e indígenas, en varias zonas del país. En este marco histórico-social, nace la Creación Colectiva como una forma de creación teatral, en la que según Enrique Buenaventura, director del Teatro Experimental de Cali, precursor de la misma: “El actor que participa en la Creación Colectiva puede colaborar con la producción del texto narrativo, participar como interprete de situaciones, de acciones, de personajes e investigar la verdad histórica para afirmar su identidad. La actuación es el discurso elaborado por el actor sobre el estado del mundo”. Discurso que es dirigido al espectador, y de allí, nace su compromiso como intérprete del espectador y de sus intereses. Es decir, se establece una relación entre el público y el actor, quien expresa la problemática del momento y “el estado de las cosas a través de un lenguaje teatral adecuado a la situación. Este discurso debe conmover al espectador no por lo novedoso de la técnica sino por la forma de expresarlo.” Representantes de la Creación Colectiva colombiana son Santiago García, director del grupo teatral La Candelaria, y Enrique Buenaventura, del TEC de Cali, quien nos legó una amplia y maravillosa dramaturgia y todos sus postulados sobre el método de la Creación Colectiva y la dramaturgia del actor. La Creación Colectiva es una forma teatral que garantiza la creación grupal. Enrique Buenaventura, dramaturgo y director de teatro, precursor del método en nuestro país, consideraba que la misma era una condición indispensable para la creación de una dramaturgia nacional y latinoamericana y para la renovación del teatro en general, para salvarlo de este síndrome mortal que son las repeticiones “multinacionales” de un éxito. El maestro afirmaba: “no se trata de cambiar los resultados sino de una revolución en la materia del quehacer teatral que permita los errores, los fracasos y los tanteos que todo nuevo modo de producir sentido debe necesariamente afrontar para expresar una nueva época y una nueva vida.”

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¿La hegemonía del director? Ricardo Camacho, por su parte, director del Teatro Libre de Bogotá, es partidario de la hegemonía del director. En sus propias palabras, considera: “Es muy fácil en un país sin tradición teatral, donde no hay formación, caer en la trampa ideológica para no enfrentar los problemas del oficio. Por ello, en la década de los 70’s se puso de moda esa cosa terrible que es la Creación Colectiva. Al principio fue una especie de solución temporal para enfrentar el hecho de que no hubiera obras que se refirieran a la realidad nacional. Lo malo es que la práctica de la creación colectiva se entronizó como principio creativo, y se inventaron métodos de creación colectiva, de manera que al poco tiempo, en todo el mundo, se consideró al teatro colombiano como el paradigma de la Creación Colectiva. Y eso ha sido terrible. Y produjo una crisis tremenda. Porque era una concepción ideológica que no correspondía a la realidad, ya que siempre había alguien en el grupo que decidía y cosía la colcha de retazos”. Con respecto a la solución de este problema que gira en torno básicamente a la creación teatral, podemos decir que nuestro país es hoy por hoy uno de los productores teatrales de América: primero, gracias a las obras producto de la Creación Colectiva, y segundo, a la afluencia de grupos como el Teatro Libre y La Candelaria. No se trata de saber qué forma de hacer teatro es mejor, se trata de vernos al ombligo y pensar en otros términos. El teatro es un espectáculo que organiza diferentes lenguajes sonoros y visuales, uno de los cuales es el lenguaje verbal. Debemos insistir en que el teatro es el discurso del espectáculo en el momento mismo en que se relaciona con el público, y los creadores de ese discurso son fundamentalmente los actores. El papel de la dirección no es otro que el de crear las condiciones propicias a esa creación, condiciones objetivas, es decir, metodológicas y subjetivas, estimulantes e incitadoras y el de estar atento a la totalidad, a la organicidad de la estructura, la cual escapa al actor por razón de su inmersión en la continuidad, entendida esta como la secuencia de escenas o situaciones que constituyen el discurso escénico.

¿Nuevas dramaturgias? Primero, aclaremos lo que entendemos, en esta discusión, como dramaturgia. No nos referimos únicamente al texto teatral, sino a la forma a través de la cual el director plantea su puesta en escena o el actor escribe en el escenario a través de su partitura corporal y gestual, lo que conocemos como dramaturgia del actor. En ese sentido, una nueva dramaturgia es la que propone, por ejemplo, la semióloga Julia Kristeva, en su intento por lograr una dramaturgia de carácter dialógico en su

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semiótica. Una dramaturgia que, utilizando muy diversos niveles de comunicación, proceda a una interlocución a saltos; que pretenda alternar en el otro eje, el paradigmático: combinación de estilos y lenguajes. No sólo con la intención de buscar un estilo nuevo y original o por lo menos a tono con las búsquedas más actuales de la escena teatral, sino para encontrar medios expresivos en el teatro que interpreten de una manera más ambiciosa nuestra compleja realidad. Una dramaturgia más rica en referentes y alusiones a nuestra cultura, a nuestros lenguajes escondidos. Otro tipo de nueva dramaturgia sería la propuesta por Gilberto Martínez, entendida esta como la construcción de la escena, elaborada a partir de un proceso de pensamiento que conduzca a una estética de la evolución de la producción del texto. La interesante dramaturgia de la recepción es planteada por el maravilloso director y dramaturgo español José Sanchis Sinisterra, para quien un espectáculo, una obra, no es una emisión unilateral de signos, no es una donación de significados que se produce desde la escena a la sala —o desde el texto hacia el lector—, sino un proceso interactivo, un sistema basado en el principio de retroalimentación, en el que el texto propone unas estructuras indeterminadas de significado y el lector rellena esas estructuras indeterminadas, esos huecos, con su propia enciclopedia vital, con su experiencia, con su cultura, con sus expectativas. Y de ahí se produce un movimiento que es el que genera la obra de arte o la experiencia estética. El interrogante se abre entonces a los hacedores del arte teatral, la Creación Colectiva, la hegemonía del director o las nuevas dramaturgias. Son respuestas que cada uno encontrará y vislumbrará para hacer sentir al espectador la poética teatral de la que hablaba Artaud: el espacio poético de la escena está abierto para directores, actores, actrices, hacedores de este arte complejo y maravilloso que vio la luz en medio del vino; no sólo trabajamos para ganar pero como diría el crítico teatral Michel Vais: “el espectáculo resultará vencedor si propone un cambio relativo de las costumbres, es el teatro que despierta al dormido, calma al agitado, controla la respiración de toda una sala y en el que el tiempo deja de existir”.

Invitación Tal vez el camino de la resonancia artauniana esté cerca, para los teatristas generadores de la creación, en la que habitaremos la escena y escuchemos por fin una verdadera poética de la misma; que sea una dramaturgia frágil; sin entender esta como una dramaturgia débil, sino maleable, en la que entendemos que el problema no está en las palabras ni en las imágenes, sino en el uso que hacemos de los elementos de significación, porque ni la palabra ni la ima-

Enrique Buenaventura

“El espectáculo resultará vencedor si propone un cambio relativo de las costumbres, es el teatro que despierta al dormido, calma al agitado, controla la respiración de toda una sala y en el que el tiempo deja de existir”. Michel Vais gen son en sí mismas buenas o malas. Son instrumentos, y su mayor o menor bondad dependerá de su uso, de las finalidades y funciones que cumplan. Estamos pues llamados como gente de teatro y gente que va al teatro, a develar y escuchar ese espacio poético de la escena, en el que todos nos encontramos, para seguir ensayando la vida; el reto está en encontrar el lugar físico y concreto donde hallaremos los albores de la verdadera máscara. BIBLIOGRAFÍA —GONZÁLEZ, Sergio. Algunas Notas Sobre el Teatro Actual y sus Tendencias. Acto Latino, 1998. —JARAMILLO, María Mercedes. Nuevo Teatro Colombiano: Arte y Política. Medellín, Universidad de Antioquia, 2000. —REYES, Carlos José. Colombia Hoy. EL TEATRO. Las Últimas Décadas de la Producción teatral colombiana. —MARTÍNEZ, Gilberto. Teatro Alquímico. Medellín, Universidad de Antioquia, 2002. —SÁNCHEZ SINISTERRA, José. “Por una dramaturgia de la recepción. En: Revista No. 243. Medellín, Universidad de Antioquia. —Revista Primer Acto No. 293, junio 2002. Cuadernos de Investigación Teatral. —GARCÍA, Santiago. Teoría y Práctica del Teatro: Sobre el teatro no aristotélico en el Nuevo Teatro Colombiano. Bogotá, Ediciones Teatro La Candelaria, 1994.


logran, etc. Pero, indefectiblemente, y esto aparece como una obsesión de Wong, la posibilidad de encontrarse nuevamente con el amor empieza recién cuando la persona logra soltar, aflojar, dejar que los recuerdos sean recuerdos, es decir, aceptar el fluir vital que implica que la vida está llena de tropiezos que son simplemente parte de ese avanzar hacia uno mismo.

P 2046:La mística

poética de Wong Kar Wai Por Diego Braude

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ué es 2046, en el fondo nadie

lo sabe, porque nadie ha regresado para contarlo. En 2046, nada cambia, y de ahí su atractivo; quienes toman el tren hacia ese misterioso lugar, lo hacen buscando recuperar aquello que perdieron, sea lo que sea. En 1997, cuando Hong Kong pasó a China, el gobierno chino aparentemente prometió que no habría cambios durante los próximos 50 años. El último año sin modificaciones sería, entonces, 2046. Wong Kar Wai se sintió atraído por el número, pero sobre todo por la idea de “no cambio”. En sus films hay una constante insistencia sobre una suerte de metafísica del tiempo que se escurre junto con quienes hemos sido, quienes somos y seremos. La promesa del gobierno chino no hizo más que dar una vuelta más de tuerca al mundo de Wong: ¿cómo sería un lugar donde nada cambia? ¿Es posible no cambiar?

Lo más sencillo es presentar a Chow Mo Wan (Tony Leung) como un escritor de poca monta que comienza a escribir una novela como forma de purga personal. También está la tentación de hacer las conexiones posibles con In the mood for love, el film anterior de Wong, por la presencia de nombres y hechos que parecen continuar lo que dejaron ahí. Desde lo narrativo en el film, lo que ocurre es la ida y vuelta entre la escritura y la vida de Chow, entre la ficción y la realidad, y las conexiones no son indispensables para ver el film. El amor es el eje, sí, como siempre. Pero

Wong, acá, se pregunta de forma aún más profunda sobre su naturaleza huidiza, sobre la capacidad de los seres humanos de poder darlo y recibirlo, de ir al frente y sobreponerse a la caída, de poder seguir. En ciertas tradiciones chamánicas se dice que cuando una persona parece absorbida por la melancolía es porque una parte suya ha quedado atrapada en algún momento doloroso de su pasado. Entonces, hay que llamar a esa parte, traerla de vuelta, para que la persona esté completa de nuevo y pueda seguir. Chow, desde sus escritos, llama a ese fragmento suyo que está viajando a 2046. Cuando el corazón se quiere proteger, instintivamente se cierra, se enfría. Este escritor de poca monta viaja a Singapore, a Hong Kong, en búsqueda de ese yo, el que podía, el que sabía amar, y que ha perdido. Chow además es un jugador, que cree en las casualidades como señales a apostar. Una mujer que tiene el nombre de otra mujer en Singapore es el comienzo. Ya en Hong Kong, verá repetirse de su pasado un rostro que a su vez lo lleva a otro número que también vuelve, 2046. En el film, 2046 es el número de una habitación del Oriental Hotel, donde Chow termina viviendo (aunque él lo hará en la 2047). Habitado por sucesivas mujeres, Chow volverá continuamente al 2046, en una suerte de regresión constante en búsqueda de aquello perdido (él vive en un número más adelante, pero se empeña en volver al anterior, aunque simultáneamente se empeñe en alejar una y otra vez a esas mujeres). Para Wong Kar Wai, el amor es algo maravilloso y misterioso en su relación con los seres humanos: están aquellos que nunca lo han sentido y tienen pánico de hacerlo, aquellos que lo han perdido y no saben cómo recuperarlo, aquellos que lo

ara un film de Wong, es indefectiblemente necesario crear un mundo, el universo propio del film. Se lo ha asociado al realismo mágico, y es probable que algo de eso haya, en tanto los personajes se mueven por historias y ambientes que dan la idea de un mundo cerrado en sí mismo (la estructura que cierra es la del propio Wong como autor omnipresente). En un universo de personajes en busca del amor, se oscila entre los colores cálidos y los fríos y duros (siempre saturados ambos tipos). La irrealidad de sus intensidades está tan relacionado con la percepción que Wong tiene de Hong Kong (incluso el de 1966, como es el de 2046), como con esa diégesis propia donde se mueven sus historias. La reconstrucción detallista del Hong Kong sesentista se contrapone al CGI del mundo futurista que Chow describe, a su vez cruzado por una caracterización teatralizada de los personajes del futuro en su distanciamiento frente al mayor realismo de la vida cotidiana. El mundo del futuro es tan decadente en sus brillos y texturas lisas y artificiales como el del presente de Chow, caracterizado por la falta de exteriores (salvo una terraza donde todos suben como a mirar hacia lo que desearían alcanzar). En 2046, los cuartos son pequeños, cerrados, sin vista a la calle. El contraste en tamaño está dado por los salones de fiesta que frecuenta Chow, aunque estos tampoco miran hacia fuera. Los primeros permiten la interacción física de los personajes, correr levemente el velo de las máscaras que utilizan. Los segundos son simplemente el lugar de transición, el lugar de la máscara. Entre el tren que va eternamente sin llegar nunca a 2046 y esa vida, no hay demasiada diferencia. El continuo uso de luz artificial (que cumple un rol tanto estético como metafórico) no hace otra cosa que reforzar la añoranza de la luz del sol. 2046 es inconstante en su timing con respecto a films anteriores de Wong Kar Wai, pero se inscribe dentro de la búsqueda poética de su creador. Wong es uno de esos directores que hacen renacer la discusión sobre el cine de autor. Si bien 2046 es el resultado de un enorme trabajo colectivo, técnico y actoral (lo que hace más borrosa la noción de un autor único), lo cierto es que el espíritu de Wong sobrevuela todo el film; es su identidad, su búsqueda, su visión obsesiva en la narración y la construcción visual y sonora del relato, la que baña ese trabajo colectivo.

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Pink Floyd La caja registradora Por Pedro M. Martínez

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uimos a ver la película The Wall en un cine de estreno de la Gran Vía madrileña. Uno de los amigos que me acompañaban, comentó a la salida que era «como 2001, pero a lo bestia» y asentimos intentando comparar la magnífica película de Kubrick, con el chorreo espectacular de imágenes que habían abrasado nuestras retinas en la sala de proyección, sin contar, por supuesto, con la música que había desbordado al patio de butacas, gracias a una excelente instalación de sonido montada al efecto. Y es que Pink Floyd ya no era un grupo marginado; se lo merecía todo: hasta se permitía un discreto olor a jazmín en el bar del vestíbulo del cine. En aquellos años, casi todo lo grande provenía de Gran Bretaña. Pink Floyd había llegado a España también tarde, pero no por ello dejaba de arrasar aquí como en el resto del mundo, aún cuando no tuviéramos la posibilidad de contemplar el magnífico espectáculo audiovisual con el que Pink Floyd presentó oficialmente The Wall, en el Arena de Los Ángeles, en febrero de 1980. Inconvenientes de vivir en provincias. Pink Floyd se puede traducir como “fluido rosa”. Y más de uno por aquellos años 80’s juraba que el nombre era la descripción de como se «veía» salir de los bafles la músi-

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ca del conjunto, después de haber tomado un trippie. Sin entrar en el tema de esta u otras visiones de parecido corte, lo cierto es que el nombre de Pink Floyd fue escogido por Syd Barrett, un guitarrista delgaducho que salía con la mirada perdida en las fotos, y que tenía en su casa dos discos de blues de Pink Anderson y Floyd Council. Barrett había entrado en el grupo cuando este todavía andaba cambiando de nombre (Sigma 6; T-Set; Abdabs, entre otros) sustituyendo a Bob Close, casi en el justo momento que todo comenzaba a ir bien. A finales de 1965, Pink Floyd Sound actúa en un club de Londres, con Barrett a la guitarra y voz; Roger Waters (bajo y voz); Nick Mason (batería) y Rick Wright (teclados): había nacido el mito. Barrett permanecerá durante los dos años siguientes en Pink Floyd, nombre que adoptan definitivamente para un extraordinario concierto en el UFO Club, sumando crisis y enfrentamientos. Unos meses antes de su marcha, sin embargo, aparece el primer L.P. del grupo The Piper at the Gates of Dawn (parido en su casi totalidad por Syd) cuyo contenido vanguardista deja en pañales a todo lo que giraba en aquel momento. En enero de 1968, David Gilmour se incorpora a la banda y dos meses después Barrett es expulsado «amablemente» del grupo. A Sacerful of Secrets (1969), el segundo álbum que publican, cuenta todavía con la colaboración de Barrett quien, además, hace

valer todavía su inspiración en la composición de la banda sonora del film More (en Ibiza, durante años, se pudo ver la jeringuilla que decoraba uno de los escenarios del mismo) pero Ummagumma, un doble publicado también este año, apunta ya el futuro de los del fluido. Son tiempos de grandes obras (Beatles, con Sgt. Pepper's y los Who con Tommy) y este doble LP resulta controvertido pero marca la definitiva evolución del grupo de la mano de Waters, que creía en el riguroso estudio de la música sin concesiones exageradas a la experimentación y en el diseño de los efectos sonoros más espectaculares, consecuencia del gusto de éste por los conciertos masivos y espectaculares. En 1970, Waters y compañía no tienen demasiado suerte con el director de cine Antonioni, quién depura el libreto musical escrito para la película Zabriskie Point en beneficio de temas de The Grateful Dead o The Kaleidoscope. A Pink Floyd sólo le quedan tres canciones en la película, pero superan el revés: Waters tiene el corazón muy duro y se embarca en contar una aventura médica con relación a este órgano que al final se llamará Atom Heart Mother, una suite orquestal, de altísimo nivel sonoro que confirma el extremo perfeccionismo al que está llegando el grupo. El «disco de las vaquitas», como se le llamó coloquialmente en nuestro país, arrasa: en el verano de 1970 reúnen a más de veinte mil personas en Hyde Park (Lon-


música entre las ruinas vacías de un teatro romano tiene, sin embargo, una capacidad de comunicación conceptual y enganche con el gran público envidiable. Sin olvidar la banda sonora de La Valée o el LP Nice Pair, me atrevo a dar el salto hasta The Dark Side of The Moon. Los mimbres de la cesta ya estaban montados y esta se convirtió en una magnífica y espectacular caja registradora: la conjunción de una espléndida inspiración y el toque técnico, impecable, de Alan Parsons (luego autor de discos propios) alumbraron uno de los discos que están presentes en el inconsciente colectivo de este planeta. Me parece no exagerar: ¿quién no ha escuchado Money? El efecto sonoro de la caja registradora que se escucha en esta pieza, era el no va más de la época. «Cansado de tumbarte bajo el sol y quedarte/en casa mirando la lluvia/eres joven y la vida es larga y/hoy hay tiempo que matar/y luego te das cuenta un día de/que tienes diez años más tras de ti/nadie te dijo cuándo correr/llegaste tarde al disparo de salida». En la letra de Time, una de las canciones de El Lado Oscuro de la Luna (lo que muchos llaman también «oculto») encontramos una de las principales claves del éxito de Pink Floyd: la asociación perfecta de una espléndida grabación sonora con la expresión del desarraigo y la soledad, sentimientos que marcaron para siempre a su generación y que siguen estando presentes en la sociedad actual. Pink Floyd lleva vendidos alrededor de 25 millones de copias de este disco, y esto no puede achacarse tan sólo a la maquinaria promocional de la industria del disco. dres) que se quedan con la boca abierta ante el espectáculo que incluye, además, la novedad del sonido cuadrafónico. Son momentos dulces para la discográfica del grupo y EMI lanza Relics, un refrito de viejos temas no publicados y que, en muchos casos, confunden al público dada la considerable distancia que media entre ellos y la última obra. Pero bisnes es bisnes y todo funciona a las mil maravillas. ¿Todo?; casi todo: los progres empiezan a dejar al conjunto de lado. Los conciertos de Pink Floyd, prosiguen mientras las dudas de los más «avanzados» se agudizan: en 1971, presentan su disco Meddle en América, Europa, Japón y Australia. Meddle es, seguramente, el disco más injustamente tratado de esta época del conjunto, a pesar del éxito de estos conciertos de divulgación: considerado como una especie de transición, aporta, no obstante, la excelente suite Ecos que es un compendio de virtudes sonoras y estilísticas, amén de un recorrido por lo profundo de cualquier sima, marina o de otro tipo más personal. Ecos es un puente «hacia» y no un regreso «a», una involución, como se intenta difundir en aquellos momentos. El disco genera, casi de manera ectoplásmica, Pink Floyd: Live at Pompeii, una película a mayor gloria del grupo que resume de manera perfecta la contradicción del mismo; a medio camino entre la psicodelia y el onirismo casi surrealista, la

Pero quedaban aún tres genialidades más: Wish you Were Here (1975); Animals (1977) y The Wall (1979). Ojalá estuvieras aquí, el primero de ellos, no oculta la melancolía por la ausencia de Barrett, pero, ¿quién no recuerda el pasado, después de nueve años de música frenética?, especular sobre el título del LP y el supuesto agotamiento musical de Waters y compañía, en mi opinión, es reducir al ridículo otra muestra del genio de unos músicos que supieron fundir las teorías más avanzadas con una música de corte perfeccionista. Wish you Were Here asombra por su cuasi perfección estilística y sus sonidos etéreos que transmiten la potencia del sueño mágico y/o psicodélico. Sin embargo, las críticas, parecieron hacer mella en Waters, así que se sacó de la manga Animals, un disco más «atrevido» musicalmente hablando y una descarnada crítica social que comparaba a determinados individuos con animales, enmarcado todo ello por las cuatro chimeneas, ominosas, terribles, de la Battersea Power Station, una industria del sur de Londres, en donde se izó un inmenso globo que reproducía un cerdo y que sirvió para una alucinante reunión periodística y la posterior confección de la portada del disco. Waters, afortunadamente, no cejaba en su sentido del espectáculo: Animals supuso otro bombazo y la celebración de unos conciertos colosales, hipnóticos e irrepetibles; el láser, la utilización de globos, la perfección del sonido y las proyecciones, son el símbolo de una estética

¿Quién no ha escuchado Money? El efecto sonoro de la caja registradora que se escucha en esta pieza, era el no va más de la época. audiovisual original y seguramente irrepetible en estos tiempos del individualismo digital. Y me queda uno: The Wall, la ciclópea producción de Waters, en donde no ahorró ya nada en parafernalia, tecnología punta de los mejores estudios de la época, grandes coros... y ese helicóptero que planea, inquietante, sobre el oyente. Podemos discutir sobre los miedos infantiles de Waters, pero la magnífica producción de The Wall demuestra, a mi entender, la grandeza y las posibilidades de la música moderna electrónica, deudora del rock, como no, pero inmejorable vehículo para la búsqueda de nuevas formas de comunicación y transmisión de imágenes al espíritu del oyente; imágenes que, a fin de cuentas, son sentimientos y… cultura sobre nuestra existencia.

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e quedo aquí, con el recuerdo imborrable de aquella película que vi en un cine de estreno, en la Gran Vía madrileña. Quedaría mucho por contar todavía, pero la página se me acaba. Pink Floyd ha seguido «fluyendo» hasta este año del cambio de siglo: The Final Cut, A Momentary Lapse of Reason y The Division Bell... y ofreciendo magníficos espectáculos (Venecia, Berlín) pero paseando, también, el decaimiento vital y creativo de una banda que supo revolucionar la música electrónica contemporánea y la estética misma de los conciertos masivos. El tiempo pasa para todos. Inevitablemente. Y ¿cambiaste un papel principal en la guerra por un papel protagonista en una jaula? Ojalá, ojalá estuvieras aquí. Sólo éramos dos almas perdidas que nadan en una pecera. Año tras año. Corriendo siempre sobre el mismo viejo camino. ¿Qué hemos encontrado? Los mismos miedos de siempre. Ojalá estuvieras aquí. (Wish you Were Here/Watters & Gilmour)

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FERNANDO LINERO: ENTREVISTA AL NATURAL La primera vez que vi al poeta Fernando Linero Montes fue en un recital en vivo, a dos mil setecientos metros de altura y a novecientos cinco kilómetros de distancia de su natal Santa Marta. Pero sólo bastó escucharlo leer sus textos y pude descubrir que el poeta y el hombre se balanceaban sobre esa delgada cuerda que es la vida elemental de quienes, por voluntad propia, residen en el extenso país de la poesía. En sus poemas hay un aliento vivo de la brisa y el mar, las amistades y las evocaciones, el amor y la música, el olor de todas las infancias y el dulce retorno a los seres queridos. En pocas palabras, su poética está enraizada a esa comunión persistente con todo aquello que nos rodea.

Por Robinson Quintero Ruiz

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l verlo, lo asocié por su pinta descomplicada y cabello largo con uno de aquellos muchachos militantes de izquierda en los años setentas. Su voz y su poesía llenaron el recinto en un pequeño patio en la Casa de Poesía Silva en Bogotá. Era octubre de 1992. Las celebraciones por lo del Quinto Centenario del descubrimiento de América eran el pan servido en la mesa. Una amiga, quien me acompañó al recital, estuvo de acuerdo que en la poética de Linero había inmerso un sentimiento de afabilidad y vitalidad, pero que también nos acercaba a la huidiza condición de quienes aman y viven con dolor. No un dolor que mata, sino uno que edifica. Fue una tarde lluviosa como todas las tardes en la fría capital. El cielo gris inmovilizado encima de nosotros. Una especie de cielo prestado, un cielo impenetrable; pero la poesía de Linero nos cayó como una taza tibia de café a todos los presentes. El curso de los días se agitó, a veces a cuenta gotas y otras veces como un tren expreso. Diecisiete años después de aquel primer encuentro, he vuelto a constatar que los textos y la puesta en escena de este poeta samario están vigentes y de una vitalidad sin precedentes. Fernando Linero expresa en uno de sus poemas que nació en Santa Marta un

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cuatro de octubre del año 1957, que aún vive con Lele, su esposa y la madre de sus dos mejores creaciones: Daniel y Camila, que aún tiene como mascota a un perro a quien cuidar con esmero y una cofradía singular de amigos que han sangrado junto a él, palabras de toda índole para poder mantener intacta la esperanza de que la muerte no sea más que un espejismo. Al filo de un medio día lleno de brisa, sol y mar en Riohacha, Guajira, volví a tener el privilegio de compartir con Fernando Linero el nuevo vuelo de su poesía. La charla estuvo amenizada por unas cervezas y como música de fondo el último trabajo discográfico de Jorge Oñate. La conversación giró en torno a algunos proyectos que el poeta tiene preparados para este año 2.010, con su pausado hablar y con la sencillez que siempre lo ha caracterizado, Fernando Linero platica sin ninguna clase de recelos acerca de su nuevo libro de poesía, Experto en tachaduras, el cual contiene el hilo conductor de sus obras anteriores, donde hay trazos de lo irreparable, lo inesperado, pero también hay rasgos de una vida vivida a plenitud, ya sea desde una frase escrita en una pared a manera de consigna o en la música universal que se desprende de los habitantes naturales que se mezclan unos a otros en las calles, tabernas, entre los autos y los

edificios, en el último paisaje del día. Así de irrevocable y habitual es la poética de este escritor y músico samario. El poeta Fernando Linero aún sigue siendo el tipo que se asombra con el viento que deambula la noche y la simplicidad y el entusiasmo que día tras día nos arroja la poesía. Cursó estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de La Salle y música en el Conservatorio de la Universidad Nacional de Colombia. Ha sido pianista de las orquestas de Lucho Bermúdez, Camagüey, Internacional Los Caribes y la Kongas, entre otras; director musical del I y del II Festival Universitario de Jazz de Bogotá; productor y director del taller de música «Hazlo con arte» del Instituto Distrital de Cultura (IDCT) y Turismo, y jurado del Concurso Internacional del Joropo de Villavicencio en su versión del año 2007. Organizó y coordinó los proyectos literarios «Un país que sueña», de la Subgerencia Cultural del Banco de la República en 1984, y «Poesía al parque», del IDCT en 1996. En 2002 publica su producción musical El poeta canta dos veces, con la colaboración del cantante cubano Chiqui Tamayo y de los más prestigiosos poetas colombianos: María Mercedes Carranza, Darío Jaramillo Agudelo y Juan Manuel Roca, entre otros. Ha publicado los libros de poesía Sonata del sonámbulo, La risa del saxo, Guijarros,


Aparte de amor, Palabras para el hombre y Lecciones de fagot. Linero, a través de su largo recorrido, persiste en ser partícipe de este maravilloso juego donde puede hacer casual y precariamente malabares y actos de magia con las palabras y la poesía. Este poeta samario aprendió al pie de la letra la gran lección: los poetas son fundadores del ser; son, por lo mismo, los depositarios de los mitos fundacionales de un linaje, de una familia y más tarde de un pueblo, son los únicos capaces de revelarnos el origen y la esencia en cuya pérdida andamos arrojados en una existencia que nos vela su manifestación. La poesía es el nombrar fundacional del ser y de la esencia de todas las cosas, un decir por el cual sale a lo abierto por primera vez todo aquello con lo cual luego tratamos en el lenguaje cotidiano. Por eso la poesía nunca toma el lenguaje como una materia prima preexistente, sino que es la poesía misma la que posibilita el lenguaje. Es así como el poeta no es el que escribe poesía, sino el que habita poéticamente el mundo. El morar fundante del poeta consagra un modo de vida ya ido, pero que el reproduce y recrea constantemente, todo esto en la esperanza de que algún día seremos leyenda. Para la muestra un botón, este poema de Fernando Linero encierra todo el curso y la esencia del habitar poético en un mundo como el actual. Sobre largos días He perdido un río donde brillaban estrellas, un camino de árboles jubilosos. Ahora mi padre me escucha desde la vasta mansión de la muerte. Sobre largos días escucha mi sollozo monocorde, la piedra que depura mi alma. Variados son los vientos que liman la corteza de la vida. El más lejano desamparo de súbito hace mar a raudales. Sobre aciagos días mi padre me escucha. Sabe que sólo soy un hombre. Entrevista al natural ¿Qué lo motivó a escribir poesía desde temprana edad? Si bien desde niño mi aptitud más firme, aparentemente, era la de ser músico, entrando a la adolescencia descubrí, desde el instinto, que el sentido de lo que soy estaba muy ligado al oficio del poeta. Comprendí que la poesía era propia de mi existencia, que no era un asunto de elegir o no. De ese modo el destino me obligó a navegar en un río de dos vertientes. ¿Qué tipo de escritor se considera Fernando Linero? En realidad no sabría dar una definición de

mi perfil en términos de creación. Escribo por vocación. Supongo que ello determina en mucho el tipo de escritor que soy. Para mí es muy importante el contacto. Considero que el acto de escribir está ligado inevitablemente al afecto por la vida y por los otros. En ese sentido las claves de mi escritura se encuentran en el universo del ser humano: ese animal fantástico y sagrado. Lo mío no exige miradas muy especializadas. Concibo desde la sencillez. Sólo quiero ser un poeta legítimo, llevar a cabo un trabajo sensato a través del cual tenga la opción de proyectar mis deseos. ¿Piensa que la poesía es un artefacto fuera de uso o en vía de extinción? La poesía es un modo de vida, mediante ella no sólo “decimos el universo” como señala mi amigo el poeta Rafael Del Castillo sino que también descubrimos nuestra manera de habitarlo. Así las cosas, sospecho que, en tanto que exista el hombre, la sociedad no va a poder deshacerse del artefacto —para muchos incómodo— de la poesía. ¿Cómo es el proceso creativo de Fernando Linero? El verdadero poeta nunca se sienta a escribir el poema deliberadamente. Particularmente no tengo una metodología, un proceso creativo predeterminado. Trabajo primero con el corazón luego le agrego algo de oficio. Es un asunto casual que simplemente sucede y es tan sutil que casi nadie —hablo de aquellos con quienes comparto mi cotidianidad— se percata de ello. ¿Se siente un alquimista de la realidad? En el fondo todo poeta tiene algo de alquimista puesto que su accionar, al igual que el del alquimista, se fundamenta en gran medida en la combinación de elementos: las artes, la historia, la física, la semiótica, la mística… etc. Por otro lado la poesía y la alquimia comparten esa condición de protociencia en el sentido concebido por Thomas Kuhn “…campos en los que la práctica produce conclusiones contrastables pero que sin embargo, se parecen a la Filosofía y las artes en su modelo de desarrollo”. ¿El oficio de escribir poesía es para usted una especie de autoterapia? Creo que si. Para el poeta, la poesía es un alivio de su esencia, de sus pasiones, de sus ansiedades. Es un trance espiritual que aleja los demonios y las ambiciones para elevarlos por medio de la palabra. Cuando uno escribe lo que pretende de algún modo es entrar en contacto con su historia personal, darse luces en el maremágnum del ser. De tal modo que, independientemente de lo que el poeta piense sobre el asunto, escribir versos es una especie de cura que él mismo se aplica. Una prueba de ello es que uno no escribe cuando está bien sino cuando tiene una molestia, cuando algo lo jode. ¿Cómo es un día normal en la vida de Fer-

La poesía es una herramienta útil para espantar el pensamiento de la muerte, pero también —ya sabemos que el poeta es un ser desvalido— para soportar la malparidez o, como decía mi amigo Joe Madrid, el comemierdismo del contexto. nando Linero? Igual al de un ser humano común y corriente. La condición de poeta —como ya lo había dicho antes— no se percibe en mi ejercicio de lo cotidiano. ¿Está de acuerdo con Juan Gelman, quien expresa que la poesía es una herramienta útil en contra de la muerte? Estoy de acuerdo con Gelman, la poesía es una herramienta útil para espantar el pensamiento de la muerte, pero también —ya sabemos que el poeta es un ser desvalido— para soportar la malparidez o, como decía mi amigo Joe Madrid, el comemierdismo del contexto. ¿Opinas que hay lecturas imprescindibles para un joven escritor? Para quien quiera trabajar en el quehacer de sombrerero, por ejemplo, es natural que corresponda estar al tanto de la pericia de los decanos del oficio. Así mismo se aprende a escribir leyendo a los maestros. En este sentido creo muy importante para un pichón de poeta, que antes de ponerse a escribir lea poesía —Rimbaud, Trakl, Seferis, Pessoa, Elliot, Vallejo, Whitman… — narrativa, crítica, ensayo, historia y algo de ciencia. Los latinoamericanos somos un pueblo subalimentado y subeducado, ¿por qué creer entonces que vamos a producir arte, sin una ilustración previa especializada? ¿Para finalizar, cuál es tu opinión respecto del nuevo panorama de la poesía colombiana? Existen trabajos interesantes. Creo que se están gestando cosas buenas. En términos generales cuando leo a los jóvenes poetas colombianos encuentro un verbo en buen estado de salud, robusto y lleno de entusiasmo. Eso de por sí, es algo muy alentador.

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Homero Aridjis es uno de los escritores más prolíficos de México. Poeta y narrador nacido en 1940, su obra ha recibido prestigiosos reconocimientos como el Premio Xavier Villaurrutia en 1964, el Premio Roger Callois en 1997 por todo el conjunto de sus libros y dos veces la beca Guggenheim. Ha sido profesor de literatura en las universidades de Nueva York, Columbia e Indiana; ésta última le otorgó un doctorado Honoris Causa en Humanidades. Además de ser un gran escritor, es un audaz activista ecológico, fundador del Grupo de los Cien, del cual es presidente, integrado por artistas e intelectuales comprometidos con el medio ambiente. En nombre de este grupo, recibió el Premio Global 500 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Fue embajador en Suiza y los Países Bajos y actualmente lo es para México ante la Unesco. Es presidente emérito del PEN Club Internacional.

combativos y demostrativos dirigidos contra los políticos; su objetivo también era despertar la conciencia ciudadana. Ya cuando habíamos ganado el caso, de pronto viendo la ballena que sale del agua y nos mira, pude escribir un poema: El ojo de la ballena, pero era un escrito totalmente fuera del activismo, creado sobre la base de una sensibilidad más íntima. PB: En el discurso ecológico encuentro con frecuencia un cierto egocentrismo al valorar la vida animal y vegetal en función de la humana, es decir, te dicen que hay que preservar el medio ambiente para poder resguardar la vida humana, ¿no sería mejor valorar la vida animal y la vegetal en función de ellas mismas? HA: Ése es el principio que tengo. El mismo derecho a la existencia que tenemos nosotros, lo tiene por ejemplo un león... PB: ¿Pero hasta dónde tienen el mismo derecho, hasta dónde se puede equiparar la vida humana con la vida animal? HA: No es necesario. Así como nosotros pertenecemos a la especie humana, ellos pertenecen a otras especies, y por lo tanto compartimos el mismo espacio terrestre, el espacio vital. No estamos comparando quién es más inteligente, quién es más útil. El ser humano evidentemente domina el mundo, pero el derecho a la existencia de los animales, de las plantas, de todo lo que nos rodea, es algo que todavía no podemos comprender. Por ejemplo, ¿por qué está ahí un colibrí o por qué está allí un tigre? Los vemos, los podemos estudiar, pero su razón de existir no la conocemos, como no conocemos nuestra propia razón de existir. Son valores vitales, existenciales, que no comprendemos. Entonces fíjate: la base del activismo parte más de ese misterio, de ese enigma, que de la racionalidad de cualquier teoría ambientalista.

Activismo vs. metafísica

Paul Brito: En el discurso ambientalista se manejan muchos lugares comunes. Cuando tú en la teoría, en tus escritos, discurres sobre activismo ecológico, ¿qué aportas a ese discurso? ¿O no es necesario aportar nada sino subrayar lo que ya está dicho? Homero Aridjis: Como poeta yo era un poeta muy contemplativo, pero cuando tú entras en la defensa del medio ambiente tienes que ser alguien muy activo. No puedes quedarte divagando qué puedes aportar al discurso sino concentrarte en la causa. Se trata de activismo y no de metafísica. Debes enfrentarte a gente muy poderosa y agresiva: políticos, empresarios, gente que quiere hacer negocios con el medio ambiente, con la naturaleza. Debes enfrentarte a esos poderes y saber que estás arriesgándote. Hace un tiempo el gobierno mexicano quería hacer conjuntamente con la Mitsubishi una salinera, la salinera más grande del La Santa Muerte mundo: laguna San Ignacio, donde nace y crece la Ballena Gris. Ellos calculaban PB: Háblanos de tu novela La Santa Muerestar ganando 80 millones de dólares al te. año y de pronto tú les cancelas el proyecHA: Está basada en un culto donde se le Fotografías de Kanaka Menehune to. Por supuesto, se enojan. Te conviertes santifica. Hoy en día hay muchos altares en su enemigo jurado. Eso es parte del activismo. De eso se trata. en México, muchas iglesias, capillas, dedicadas a ella. La imagen más extendida es un esqueleto vestido como novia, con peluca y PB: ¿Cómo se puede combinar literatura con ecología? una mano sosteniendo una balanza con dinero. El origen de este HA: Yo he tratado de dividir el activismo ecológico con cosas muy culto se remite a los cultos de sacrificio humano de los antiguos concretas, es decir, separarlo de mi actividad literaria, salvo cuan- mexicanos, a sus ceremonias de adoración a los muertos. Pero con do el activismo me inspira. Por ejemplo, cuando defendía la Balle- sincretismo con la iglesia cristiana. Es un cuadro muy curioso: el na Gris, yo escribía artículos sobre el tema, muy llenos de datos, pueblo se vuelve hacia la muerte como imagen sagrada para que les

Por Paul Brito

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solucione sus problemas vitales al no encontrar apoyo en el gobierno ni en la iglesia convencional. Ellos dicen que después de Dios no hay imagen más poderosa que la de la muerte. PB: ¿La visión de la muerte o su cercanía puede ser una forma lúcida de apreciar la vida y de escribir poesía, literatura? HA: Desde que yo tenía diez años la presencia de la muerte ha sido muy fuerte, a raíz de un accidente que tuve de niño. Casi morí y resucité como otro. Quizá por eso me atrae ese tipo de cultos y valoro todo lo que tiene que ver con la vida. La visión de la muerte te ofrece una mirada despojada y profunda, una óptica descarnada frente a la vida. La vecindad a la muerte te aparta de frivolidades y te aleja del ridículo. Es la forma más aguda de realismo. Al buscarla investigando para mi novela, llegué a entrar en un barrio popular de Ciudad de México muy peligroso al que llaman Barrio Bravo y cuando estaba en la capilla enfrente de aquella impresionante representación de la muerte con sus veladoras y ofrendas, de repente sentí dos miedos mezclados: miedo a la muerte, a la imagen tremenda, y miedo al barrio, a su gente, a la muerte real. Ese temor indeciso entre la muerte concreta y la abstracta es el punto de partida de mi libro. Señores absolutos PB: También en la literatura has tocado otros temas. Por ejemplo, en La leyenda de los soles criticas el lado patético del poder y en una ponencia mencionabas la pomposidad de los políticos en general y su falta de compromiso. ¿Los políticos latinoamericanos pueden llegar a ser aun más ridículos? HA: Son el resultado de nuestra cultura. El caso de los mexicanos viene de los que eran los tlatoanes aztecas, que eran los señores tipo emperador, señores absolutos, totalmente antidemocráticos: señores absolutos de la vida y de los recursos. A través de la historia se transforman usando una fachada democrática, pero siguen siendo los mismos señores tlatoanes. PB: Ya que nos metimos en territorio político, ¿qué tan conveniente sería una integración latinoamericana aprovechando los muchos referentes culturales que compartimos? HA: Yo creo que la aspiración sería como la Unión Europea, que cada país mantenga su independencia, su historia, su independencia cultural, pero compartir el comercio y luchar por intereses comunes. Lo que sucede es que América Latina tiene un lastre histórico paternalista muy grave. En el caso de México cambiamos la Corona Española por los franceses y luego a éstos por los norteamericanos. Un amigo me comentaba un día: "Lo que importa no es cambiar de collar sino dejar de ser perro". Ese ha sido el mal en América Latina: que no ha sabido unirse

para defender sus intereses económicos, políticos, culturales. Por ejemplo, antes yo podía leer directamente libros de colombianos, chilenos, peruanos, pero ahora hemos caído otra vez en un neoliberalismo cultural. Para leerlos tengo que leerlos en su edición española, gracias a la estupidez y a la miopía de nuestros funcionarios culturales, de nuestros gobiernos. El grito PB: En tu novela ¿En quién piensas cuando haces el amor? el personaje principal es una mujer alta que sobresale como testigo y que por eso mismo está aislada, ¿puede ser eso una especie de metáfora del escritor y su amenazado papel en esta sociedad? HA: Yo estuve tentado de ponerle otro título a esa novela: El grito de la mujer jirafa. Estamos viviendo en un mundo dominado por los medios de comunicación masiva, en que las mismas empresas televisoras e industrias del entretenimiento dominan los medios y propagan sus productos por todos lados: venden el cantante idiota, la actriz idiota, la película idiota. Y ese predominio de los criterios de mercado sobre los de calidad ha pasado también al mundo editorial afectando mucho a la literatura seria, porque nos estamos llenando de la llamada literatura light, de literatura trivial y efímera. Y a la gente común y corriente la confunden porque cree que el libro que más vende en los terminales de autobuses y en los aeropuertos, en los supermercados, en las tiendas de autoservicio es verdadera literatura. Lo mismo pasa con el cine. Una película de Hollywood es anunciada globalmente en muchas ciudades a la vez, pero eso no significa que sea buena; lo que significa es mucha inversión, mucho poder de distribución y de promoción, y ante eso la pequeña industria: el cine independiente, la literatura independiente, tiene muy pocas posibilidades de crecer. Esto se torna aun más grave en zonas como América Latina, cuyos países se están volviendo países consumidores pero de lo que viene de afuera y de lo que viene determinado en otras partes, de manera que a los grandes editores no les interesa hacer descubrimientos literarios, descubrir por ejemplo el gran poeta joven de Bogotá, de Buenos Aires, etc. No les interesa ese negocio. PB: ¿Cómo se puede contrarrestar eso? ¿Cuál sería en ese caso el grito de la jirafa? HA: El talento. Hay mucha originalidad en la literatura latinoamericana, continuamente están saliendo escritores nuevos, talentosos, que brillan por sí solos sin la necesidad de la lumbre artificial del mercado, escritores que se hacen oír espontáneamente sin los monstruosos altavoces de promoción y distribución. El grito de la jirafa.

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Se abre el telón Por María Victoria Socarrás 16


Esta es una historia de la vida real sobre el mundo imaginario de la gloria; sobre la lucha que traspasa las fronteras de lo imposible. Se trata de un sueño que martilla a la conciencia despierta y dormida hasta crear un sendero de vida por donde caminen los huesos elegidos sin dejar el corazón a un lado, porque solo el amor y la pasión verdadera harán que se forjen desde las entrañas para afuera los propios anhelos. Estoy hablando de los huesos de Iván López, reconocido y talentoso actor cuya trayectoria ha dejado huella en el teatro, con ocho montajes entre ellos Hamlet y Macbeth, en el cine con La Guaca, y en la televisión en producciones como La Hija del Mariachi, Novia para Dos, Las Noches de Luciana, la serie del Regreso a la Guaca, quien en la actualidad esta interpretando el papel de Nicolás Camacho en la telenovela del Canal RCN Amor en Custodia, y por el cual mereció el reconocimiento del publico como Revelación del Año en la pasada entrega de los premios TV y Novelas; que además es un ser humano increíblemente genuino que no ha perdido su esencia ni tiene pensado hacerlo, con un corazón tan gigante como para abrazar la fama y no dejar de sonreírle a la gente que lo reconoce. Es un hombre agradecido con el público que lo ve, admira y acepta su trabajo y con la vida que aprobó su franca lid por ser actor. Iván Darío López es un bogotano con raíces caldenses que decidió abandonar a temprana edad el seno de su familia al ritmo del pronunciado afán de su destino. Es actor desde los quince años y para sostenerse económicamente trabajo en muchas cosas. Solo hasta los 22 años toma la decisión de estudiar actuación e ingresa a hacer la carrera en la escuela del Teatro Nacional. Cuenta habérsela financiado haciendo eventos de protocolo y publicidad para el exterior. En este momento tiene 29 años, es signo Virgo, y las sorpresas que en adelante le guarda el universo, seguro son incalculables. Para Iván López su trabajo es un aprendizaje interno y constante para ser cada día que pasa una mejor persona, es una oportunidad para transmitirle a los demás mensajes positivos y dejar una real resonancia de su oficio e ingenio, tiene bien clara su misión en esta tierra y la desarrolla con un

“Detrás de la fama si hay un actor”

Iván López amor y un respeto infinitos tal cual los proyecta. Esas son los principales objetivos de la actuación para Iván López. El teatro para el es una necesidad recurrente. Trató en un principio de enfocarse de tiempo completo en las tablas, ahora siempre intenta volver. Indudable es que Nicolás Camacho, el guardaespaldas chiquito de la Mansión Delucci en Amor en Custodia, como algunos le dicen, se ha robado el show, inclusive en muchos niños que le manifiestan querer ser como él. Iván López dice que para poder interpretar a Camacho, su primer protagónico, tuvo que hacer doce pruebas y como le gustan los retos y las cosas difíciles, ganarse el personaje fue tarea fácil, y como también él dice, cuando todo se hace con el corazón y mediando los mejores sentimientos las cosas salen bien. “Héroe, galán y fama” son tres palabras

para describir a Camacho pero no a Iván López que esta hecho solo para lo grande, y no para imponer modas que pasen rápido de moda, no precisamente porque sea exigente sino más bien porque da lo que recibe en su justa medida, porque jamás olvida de donde viene ni para donde va y porque es un hombre que día a día combate con lo que muchos llaman ego. Iván López es mucho más que Camacho, que un galán de telenovela, que un famoso por las calles bogotanas, es un actor de verdad tras el telón de la popularidad, o como menciona F. Nietzsche en su libro La Gaya Ciencia: “son los artistas, especialmente los de teatro, los que han proporcionado ojos y oídos a los hombres para oír y ver con algún placer, lo que cada uno es, vive y quiere. Ellos son quienes nos han enseñado la estimación del héroe que se oculta en cada uno de estos hombres corrientes, nos han enseñado el arte, como uno puede verse héroe a si mismo a lo lejos y al mismo tiempo de manera sencilla y clara, el arte de ‘situarse en escena’ uno para si mismo. Solo así hemos llegado a descubrir algunos pequeños detalles de nosotros. Sin ese arte no hubiésemos llegado a ser nada como primer plano de observación, ni a vivir plenamente fascinados por esa óptica que nos hace aparecer lo próximo y lo ordinario como inmensamente grande, como la realidad misma…” Iván López insiste que detrás de la fama si hay un actor, él lo es en el significado amplio del término y habrá de Iván, de su hermosa sonrisa y de su traslúcida mirada que parpadea al compás de los movimientos de su corazón para mucho más rato, en las tablas, en las pantallas grande y chica, en los andenes capitalinos o en la ventana de su apartamento mirando al firmamento dándole gracias a Dios, en espera de recoger una nueva cosecha, un nuevo proyecto.

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los soldados (Una versión homoerótica del primer capítulo de la novela La Casa Grande, de Álvaro Cepeda Samudio)

Por John Better Fotografía de Vivek Patankar 18


10: 45 pm —¿Crees que llueva esta noche? —No sé. Ojalá que no, ya ha sido bastante con los aguaceros de los últimos días, además hay luceros y dicen que cuando salen no seguirá lloviendo. —Si, eso dicen… oye, ¿trajiste cigarros? —Sólo tengo de estos. —¡Mierda! Estos fósforos están mojados. —Yo tengo mechera. Toma. —(…) —¿Que tal está? —¡Uff! Buena, ¿quién te la trajo? —Mi novia, en la última visita. —Buena chica tu novia. —No empieces otra vez. —¡HEy! —¿Qué? —¿Crees que se han dado cuenta de lo que hemos hecho? —No creo, ¿por qué? ¿Has oído algo? —No, pero esta mañana en las duchas castro me miraba raro y Quintana también. —A ti todo el mundo te mira raro aquí. —¿Pero crees que nadie se ha dado cuenta? —No. —Eso espero…

11:38 pm —¿Qué fue ese ruido? —Espera, no te muevas, ¡que no te muevas! ¡Shhhhh! Cállate, hablemos en voz baja. —¡Ahí está otra vez! —¡Espera, no, no oigo nada. —(…) —(…) —¿Sabes que creo? —¿Qué? —Que estás retrabado, eso debe ser un conejo. —O una culebra buscando un conejo. —Ya sabes que la otra semana viene el presidente. —Si, es lo único de lo que se habla en el batallón. A lo mejor me tome una foto con él. —No jodas cabrón, una foto con ese triple hijueputa. —(…) —¿Ahora de qué te ríes? —De nada, debe ser esta yerba. Préndete otro. —No.

12:00 am —¿Seguro que nadie se ha dado cuenta? —No insistas ya con esa mierda. —(…) —Pero no me mires así. —Cómo sabes que te estoy mirando, está oscurísimo. —No preguntes webadas. —Entiendo… mañana es domingo al fin, se me hizo eterna esta

salida. —Fue un mes duro este. Mucho agite. —¿Y qué piensas hacer mañana? —Pasar con Cristina. Llevarla a cine y luego a bailar. —(…) —(…) —¿Tienes sueño? —No, algo de sed. —Toma, bebe un poco. —No joda esta vaina no es agua. —No dije que fuera agua.

11:08 am —Ahí está ese ruido otra vez. —Yo no oigo un culo, solo grillos chillando. —¿Te gustan cierto? —¿Qué? —Los grillos. Siempre dices que te gusta como chillan. —Ah si, es como música. —A veces canto cuando estoy solo. —¿En serio? eso nunca me lo habías contado. —(…) —¿No te oigo bien, qué dices? —Estoy cantando. —No conozco esa canción, ¿de quién es? —No sé. —Pero sigue, no te calles. —No me acuerdo más. —Hey, espera, ¿oíste eso? tienes razón hay algo que se mueve por aquí cerca. —¿Ya lo sentiste? —Si. —Mejor estémonos quietos.

12:30 am —Empieza a hacer frío. —Me queda algo de aguardiente en el termo. —¡De una! —(…) —Siempre tienes alguna sorpresa guardada. —Así es. —(…) —(…) —¿Qué haces? —Es nuestra última noche juntos. —Espera y me acomodo bien. Ahora si, dale. —Sabe a maíz… sabe como a… —Cállate y sigue. Uff… —Te gusta como te la… —¡Que sigas y te calles! Uff, eso es, así está bien... Cómo me gusta tu pelo. Me enloquece como huele tu pelo, se siente como las espinitas de esos cactus bebés que vimos aquella vez en el Huila. Así es, despacito, que lindo eres mi lanza, sigue así que ya voy llegando. Nadie en el batallón se ha dado cuenta de nada, no te preocupes. Abre bien esa boquita que ahí vengo mi lanza, ahí voy llegando, ahí llego, ¡uff! ¡Y toma esto de recuerdo, toma esto hijueputa para que no se te olvide!!! ¡Toma una y otra y otra más! ¡Ayyy! Que calientita tienes la sangre, ¿qué dices? No te oigo, quieres otra cuchillada más, ¡toma! ¡toma! ¿Otra más? Todas las que quieras. ¿Qué es eso? Ahí está ese ruido de nuevo. ¿Quién diablos anda por ahí, quién anda ahí? —Yo —Me asustaste, hubieras silabado, esa era la señal —Ya no digas más, empecemos; toma el machete y dale de una.

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Familia Disfuncional

Por Beatriz Eugenia Gallego

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a no tengo deseos ni de abrir los ojos y eso cuando logro dormir después de treinta gotas de valeriana, dos Fluoxetinas y una dosis de Alprazolán, las otras noches son peores, cavando en los mismos problemas de hace cincuenta años, ahora si estoy por creer lo que dicen: que nos cayó la maldición de un cura, ¡eh! Es que no puede ser toda la vida alpargatiando. De niños, mi papá de moza en moza, y mi mamá día y noche, teja, salte matones para sostenernos, si no hubiera sido por mis abuelos paternos que seguían paso a paso la tragedia familiar y nos dieron una casa bien ubicada, quien sabe cuanta mierda más hubiéramos comido. Era un rancho viejo, de los techos caía el comején en los frijoles con cidra, plato establecido en nuestra casa, el corredor de chambrana como el de una finca descubierto, cuando el cielo se desplomaba parecía el diluvio universal y hasta los asientos del comedor flotaban mientras entre todos escurríamos el agua y el frío nos helaba hasta los huesos. La casa tratamos de arreglarla, ¡pero que va!, eso era como perfumar una alcantarilla, en definitiva era un rebujo de perros, con decirle hermano que me daba pena hasta que me visitaran, pero a pesar de todo, ese rancho lo bendigo porque me permitió vivir como la gente, bien relacionado. La situación mejoró cuando mi hermano mayor consiguió trabajo y empezó a llevar la obligación, sobre todo en el tiempo que el viejo se tiraba su cana al aire y se le convertía en peluca que tejía hasta dos y tres años, la mente se le ponía en blanco y disfrutaba sus romances con todo el encanto de una luna de miel. Pero que va, todo el mundo se mama y el pobre güevón sacó la mano, ahora se limita a darle una cuota a mi mamá y a pagarle la salud. Bueno, claro que conmigo fue un bacán, me dio todo lo que él no pudo tener. Una vida de niño rico, ahora el hombre se da golpes de pecho por que dice que se cagó en mí sin querer, pero no herma-

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no yo también la recagué, me metí en más deudas de las que podía y por eso en últimas el man borró con las patas lo que hizo con las manos y me he vuelto para él un trapo viejo que sólo saluda cuando me necesita. Eso no es nada, para colmo de males me pidió el favor de que le cuidará la casa una noche e iba yo de buena fe como otras veces, cuando se atravesó ese perro del Jaiber y me entusiasmó a dar una vuelta, hasta ahí supe de mí, porque unas viejas que conocimos nos echaron escopolamina e hicieron su botín. ¡Pero que va!, este pueblo es más chismoso que un putas, se regó la chiva dizque que era que yo había planeado esa fiesta con tarjetas y todo, ya se imagina la reputación me quedó por el piso y todo desocupado que me encontraba; quería entrarme en conversación para saber más a fondo sobre la supuesta orgía, con decirle que hasta en el hospital estuve a punto de morirme, mientras mi hermano no le importaba si no el robo, le creyó mas al tipejo ese del Jaiber que a su propia sangre. Como le parece que se fue con él y la mujer dizque a buscar esas perras a Ibagué y de la piedra que llevaban, bajando La Línea se accidentaron y el carro quedó vuelto chatarra; ¡ah! es que ese güevón es muy arrebatado. Gracias amigo por escucharme, cuando uno esta en la mala, todo el mundo le voltea el culo, hasta se hacen los pendejos para no brindarle ni un tinto. Ahí están mis hermanas también sin trabajo, separadas y la única que está bien entre este grupo de lamentos la tenemos ahorcada, ella me ha puesto varios negocios pero en todos he fracasado, dicen que tengo un maleficio, pero donde que bruja no he ido, nada de eso sirve. Estoy cansado de vivir, que calvario tan tenaz, Jesús no fue el único que cargó la cruz; yo llevo siete años arrastrándola, no me he pegado un tiro porque me falta calor en las pelotas; dicen que empeñar es una sal y en estos días fue lo último que me tocó hacer para darle la cuota a esa mujer que se me metió por los ojos, aún recuerdo cuando mi hermana me decía “no mariquié tanto que va salir embalado” y preciso, ahí me cuadraron el muchacho con prueba de ADN y que tal.


Sabe, esta mañana se me apretó el corazón de escuchar a mi hermana menor, esa ha sido la más sufrida de toda esta familia, siempre rechazada. Y es que es verdad que uno se dedica a verle defectos a la gente y no las cualidades, pero ella merecía tener una vida distinta, era tan linda, pero ahora tiene la tristeza marcada en el rostro; aún taladra en su memoria una boda fracasada o mejor, cancelada días antes, diez años perdidos de juventud y un accidente recordado día a día por una cicatriz que atraviesa su rodilla; luego se casó, pero la suegra la cogió de tema y el tipejo resultó ser un nagüetas manejado por la mamá y como se imaginará hermano, ese matrimonio se acabó, ella me dijo: “que vamos a hacer, todo el mundo sin un peso y yo con todas estas enfermedades, fui la más de malas, todo lo heredé”. Se le desgajaron las lágrimas, aunque trató de disimularlo, ella tenía ira, se le habían dañado sus ventas, todo porque otra de mis hermanas no le pagó un pedido para consignar a tiempo; decidió volverse una ludópata, ¡esa por plata vende hasta la madre! No quiero ir ni a misa, estoy mamado de hacer novenas: que la desatanudos, que la de la Sagrada Familia, que el rosario. ¡No que

A veces aprieto los dedos sobre mi cara y grito haciendo eco ¡hijueputa, a que me desperté!, acordarme de todas las deudas y sin con que pagarlas. Vea hombre, nosotros no queremos vivir más, todos estamos hartos, lo mejor es irnos juntos, así se hace un entierro en conjunto y a los que nos quieran dar cristiana sepultura, no les queda tan duro y después que se lleve el diablo al demonio y con este país ingrato que hagan lo que quieran, en últimas más de uno está como nosotros, de culos p’al estanco, rogando que desaparezca toda la mierda; haber si así cuando yo tenga gusanos de metro, las nuevas generaciones tienen una vida más digna.

Raspe y Gane

1 2× Por Carlos de la Hoz

va!, Dios se olvidó de esta familia, todos los días para atrás como el cangrejo, lo poco que consigo güevón, lo meto en chances, Baloto, loterías; pero no, el que juega por necesidad pierde por obligación. Ahora estoy más preocupado, veo a mi mamá muy mal, pálida, desanimada y con todos los problemas encima; si se muere, nos tiran a la calle como perros, con mascotas y todo, porque mi hermano tiene una parte en la casa y la otra es de varios dueños. “Yo le pido a Dios que mi mamá no se muera. Que viva dentro del rancho como estampita siquiera”

(manual para no ganarse un sorteo de lotería)

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Un trompo que da vueltas Un trompo que da vueltas es sólo eso: un trompo que da vueltas. Nada más. Este sencillo y minúsculo artefacto (así lo habría llamado Julito Cortázar, un vecino de esta cuadra en la que habito desde hace algún tiempo) no podría alterar ninguna existencia ni trastocar ningún mundo. Bastaría con contemplar cada uno de los actos que preceden su girar para comprobarlo: una cuerda que se enrolla a su alrededor, una mano que lo lanza y... ¡zas! se inicia su armónica danza. Lo dicho: un trompo que da vueltas es sólo eso… ¿De dónde proviene, entonces, esta creciente ansiedad que se apodera de mí con cada nuevo giro?

Miedo Un hombre cualquiera le señala en la calle. Es apenas un gesto, tal vez fortuito, pero lo cierto es que no puede evitar cierto temor. Visiblemente preocupado, regresa en seguida a casa, y allí se encierra sin atender a nadie. Asegura puertas, ventanas, descuelga el auricular. Por las noches, la imagen del hombre que le señala se hace más nítida, lo obsesiona, no le permite conciliar el sueño. El miedo se apodera de él, y lo lleva a una desesperación tan insoportable que toma, entonces, la decisión de quitarse la vida. Otro día, en medio del espeso rumor de cuerpos que van y vienen por la calle, el hombre vuelve a señalar a alguien, que le responde con una sonrisa. Mientras camina, este último piensa: “Aún queda gente simpática por estos lados de la ciudad”.

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Por Christian Barandica

al vez se haya dado cuenta que todo mostrador, vitrina, o quiosco se engalana con la excentricidad de los billetes de lotería, juegos de balotas, rifas y sorpresas. Pero entre estos, la que más ha atraído la atención del público son las boletas raspe y gane: nadie sabe qué sorpresa nos depara, por lo cual aumenta la tensión y, al mismo tiempo, despierta aún más el interés del comprador: quizá el mejor invento del siglo XX. Considere inútil la necesidad de llorar ante una situación como ésta: resignarse no es la solución, aunque desarraigarse de este mal hábito no es fácil. Primero, identifique el boleto: sus colores, las frases que lo invitan a comprar aquél juego de azar. Puede notar una laminilla fácil de raspar en el lado inferior del papelito: quién sabe qué se oculta en el. Visualice, como si tuviese visión de

rayos X, lo que hay detrás de ello. Si bien esto es posible, no se lo crea: todo lo discernible que esté más allá de sus narices es fruto de su imaginación. A continuación saque una moneda de su bolsillo: algún centavo oxidado o una placa metálica que sirva para frotar ligeramente la lámina. Evite no desperdiciar aquel centavito: puede comprarse un chicle y parecer un americano entre la muchedumbre. Pero antes de realizar aquella labor tan exhaustiva, debería advertírseles a los poseedores de boletos con letras mayúsculas y en negrita no leer el reverso: créame que no le desearán buena suerte; simplemente son apartes, restricciones y condiciones para hacer efectivo el premio. Repito, no lo lea: esto puede reprimir las esperanzas, aunque para qué, si no va a ganar nada. Ahora sí: proceda a raspar firmemente, pero con delicadeza,

la lámina plateada que esconde el resultado de su porvenir económico. Vamos, siga frotando, no se rinda. Raspe cada sección de la casilla con esmero y dedicación. Deguste cada cifra, sienta que la suerte está de su lado. Cuando vea algún numerito apropiado, entusiásmese. Si éste no es el caso, siga intentándolo, pues las apariencias engañan: suele ocurrir que un 8 se disfraza de 3, o que un 1 se maquilla como un 7. ¿Ya tiene la respuesta? Si no ganó ni las gracias por participar, no se preocupe: en el mundo hay millones de personas como usted que patalean por no solucionar sus problemas monetarios de una manera tan fácil pero irónica. Si ganó, sea generoso: hay escritores que aún esperan publicar sus textos —regáleme una parte del premio para publicar mi primer libro de cuentos—. No se le olvide guardar dinero, y siga jugando.

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Bala en el cerebro Por Tobias Wolff 22


nders llegó al banco poco antes de la hora de cierre, así que por supuesto la cola era interminable y quedó ubicado detrás de dos mujeres que, con su estridente y estúpida conversación, lo pusieron de un humor asesino. De cualquier manera nunca estaba del mejor humor, Anders —un crítico literario conocido por el cansado y elegante salvajismo con el que despachaba casi todo lo que reseñaba. Aunque la cola serpenteaba siguiendo la cuerda, una de las cajeras puso un cartel de “caja cerrada” en su ventanilla, caminó hacia la parte de atrás del banco, se apoyó contra un escritorio y empezó a hacer tiempo con un hombre que ordenaba papeles. Las mujeres delante de Anders interrumpieron su conversación y observaron a la cajera con odio. “Ah, qué bien”, dijo una de ellas. Se volvió hacia Anders y agregó, confiada en su complicidad, “Uno de esos toquecitos humanos que nos hacen volver por más.” Anders había acumulado ya su propio odio contra la cajera, pero inmediatamente lo desvió hacia la quejosa presumida que tenía delante. “Es tan injusto”, dijo. “Trágico, realmente. Si no están amputando la pierna equivocada o bombardeando un pueblo ancestral, están cerrando una ventanilla.” Ella defendió su posición. “No dije que fuera trágico”, dijo. “Sólo creo que es una pésima manera de tratar a los clientes.” —Imperdonable —dijo Anders —El cielo tomará nota. Ella aspiró y ahuecó sus mejillas, miró más allá de él y no dijo nada. Anders vio que la otra mujer, su amiga, miraba en la misma dirección. Y entonces los cajeros dejaron de hacer lo que hacían y los clientes giraron lentamente y un silencio invadió el banco. Dos hombres con pasamontañas negros y trajes azules estaban parados al lado de la puerta. Uno de ellos apretaba una pistola contra el cuello del guardia. Los ojos del guardia estaban cerrados y sus labios se movían. El otro hombre tenía una escopeta recortada. “¡Todos callados la boca!”, dijo el hombre con la pistola, aunque nadie había dicho una sola palabra. “Si alguno de los cajeros acciona la alarma son todos difuntos. ¿Entendieron?” Los cajeros asintieron. —Bravo —dijo Anders —difuntos—. Giró hacia la mujer que tenía delante —Excelente guión, eh. La inexorable y aguerrida poesía de las clases peligrosas. Ella lo miró con los ojos húmedos. El hombre de la escopeta empujó al guardia hasta hacerlo arrodillar. Le dio la escopeta a su compañero, tomó con firmeza las muñecas del guardia y le esposó las manos en la espalda. Lo derribó al piso con una patada entre los omóplatos. Luego tomó la escopeta otra vez y fue hacia la puerta de seguridad ubicada al final de la hilera de cajas. Era alto y pesado y se movía con una peculiar lentitud, casi con apatía. “Ábranle”, dijo

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su compañero. El hombre con la escopeta abrió la puerta y avanzó despacio por detrás de los cajeros, entregando a cada uno una bolsa de plástico. Cuando encontró la ventanilla vacía miró al hombre de la pistola, que dijo, “¿De quién es esta caja?” Anders miró a la cajera. Ella puso una mano en su garganta y giró hacia el hombre con el que hablaba. El hombre asintió. “Mía”, dijo ella. —Entonces mueve ese culo feo y llena esta bolsa. —Ahí tiene —le dijo Anders a la mujer que tenía delante— Se hace justicia. —¡Tú, genio! ¿Te di permiso para que hables? —No —dijo Anders. —Entonces cierra el pico. —¿Escucharon eso? —dijo Anders —Genio. Parece sacado de Los Asesinos. —Por favor, cállese —dijo la mujer. —¿Eres sordo? —El hombre con la pistola fue hasta donde estaba Anders. Le clavó la punta de la pistola en el estómago. —¿Tú piensas qué estoy jugando? —No —dijo Anders. Pero el cañón le hizo cosquillas como un dedo rígido y tuvo que esforzarse para no reír. Para aguantarse se forzó a mirar al hombre a los ojos, que eran claramente visibles detrás del pasamontañas de la máscara: celestes, y con los bordes rojizos. El párpado del ojo izquierdo temblaba. El hombre suspiró y exhaló un penetrante olor a amoníaco que sacudió a Anders más que todo lo que había sucedido hasta ese momento, e hizo que comenzara a desarrollar un sentimiento de incomodidad cuando de pronto el hombre lo aguijoneó otra vez con la pistola. —¿Te gusto, genio? —dijo —¿Quieres chuparme la verga? —No —dijo Anders. —Entonces deja de mirarme. Anders fijó sus ojos en los mocasines del hombre. —No ahí abajo, acá arriba —Metió la pistola bajo la barbilla de Anders y la empujó hacia arriba hasta que lo dejó mirando el techo. Anders nunca había prestado mucha atención a esa parte del banco, un viejo edificio pomposo con pisos, pilares y mostradores de mármol y arabescos dorados sobre las ventanillas de las cajas. La cúpula en el techo estaba decorada con figuras mitológicas envueltas en togas a cuya fealdad regordeta Anders apenas había echado una mirada hacía muchos años y luego había declinado a prestar atención. Ahora no tenía más opción que estudiar el trabajo del pintor. Era peor de lo que recordaba, y todo había sido ejecutado con la mayor seriedad. El artista tenía unos pocos trucos en la manga y los usaba una y otra vez: cierto tono rosado en la parte inferior de las nubes, una tímida mirada hacia atrás en las caras de los cupidos y los faunos. El techo estaba atiborrado con variados dramas, pero el que captó el ojo de Anders era el de Zeus y Europa —retratados, en esta versión, como un toro cla-

vando la mirada en una vaca desde detrás de un montón de heno. Para hacer sexy a la vaca el pintor le había torcido las caderas sugestivamente y la había dotado de unas largas pestañas lánguidas a través de las cuales observaba al toro en una sensual bienvenida. El toro esgrimía una sonrisa afectada y sus cejas estaban arqueadas. De haber existido un globo de historieta saliendo de su boca habría dicho “Cuchi cuchi”. —¿De qué te ríes, genio? —De nada. —¿Te parezco gracioso? ¿Tú piensas que soy un payaso? —No. —¿Tú piensas que puedes joder conmigo? —No. —Sigues jodiendo y te vuelvo un colador cabrón. Anders estalló en una carcajada. Tapó su boca con ambas manos y dijo “Lo siento, lo siento”, y luego resopló por la nariz a través de sus dedos y dijo “un colador, oh Dios, un colador“, y en ese momento el hombre de la pistola levantó la pistola y le disparó a Anders en la cabeza. a bala impactó en el cráneo de Anders y atravesó su cerebro y salió detrás de su oreja derecha, dispersando astillas de hueso hacia la corteza cerebral, el cuerpo calloso, y más atrás, hacia los ganglios basales y hacia abajo en el tálamo. Pero antes de que todo esto ocurriera, la primera aparición de la bala en el cerebro desencadenó una cadena chisporroteante de reacciones iónicas y neurotransmisiones. El peculiar origen de estas reacciones les imprimió un patrón peculiar, reviviendo azarosamente una tarde de verano de hacía cuarenta años, y que hacía mucho tiempo había sido olvidada. Luego de impactar el cráneo, la bala se movía a 300 metros por segundo, una marcha patéticamente lenta y glacial comparada con los relámpagos sinápticos que estallaban a su alrededor. Una vez en el cerebro la bala cayó bajo el control del tiempo cerebral, lo que le dio a Anders tiempo suficiente para contemplar la escena que, en una frase que Anders hubiera aborrecido, “se representó frente a sus ojos”. Vale la pena notar lo que Anders no recordó, dado lo que sí recordó. No recordó a su primera amante, Sherry, o lo que más había amado locamente en ella, antes de que comenzara a irritarlo: su desvergonzada carnalidad, y especialmente la forma cordial que tenía de dirigirse a su miembro, que ella llamaba Mister Mole, como en “Oh, parece que Mister Mole quiere jugar” o “¡Juguemos a las escondidas con Mister Mole!” Anders no recordó a su esposa, a quien también había amado hasta que lo cansó con su rutina, o a su hija, ahora una malhumorada profesora de economía en

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Dartmouth. No recordó estar parado frente a la puerta de la habitación de su hija mientras ella regañaba a su oso de peluche diciéndole que se había portado mal y describía los escalofriantes castigos que le esperaban a Garras a menos que cambiara su comportamiento. No recordó una sola línea de los cientos de poemas que había memorizado en su juventud para poder erizarse la piel a voluntad: ni “Silencioso, en la cima de una montaña en Darien”, ni “Oh Dios, hoy escuché”, ni “¿Todas las bellas? ¿Dijiste todas? ¡Oh Dios! ¿Todas?” Ninguno de estos versos recordó; ni uno. Anders no recordó a su madre moribunda diciendo de su padre “debería haberlo apuñalado mientras dormía”. No recordó al profesor Josephs contándole a la clase cómo los prisioneros atenienses en Sicilia podrían haber sido liberados si recitaban Esquilo ni cuando el mismo Josephs recitó Esquilo, a continuación, en griego. Anders no recordó como sus ojos habían ardido con esos sonidos. No recordó la sorpresa de ver el nombre de un compañero de universidad en la solapa de una novela no mucho tiempo después de la graduación, o el respeto que sintió después de leer el libro. No recordó el placer de respetar.

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Tampoco recordó Anders haber visto a una mujer arrojarse a su muerte desde un edificio enfrente del suyo días después del nacimiento de su hija. No recordó haber gritado “¡Dios, ten piedad!”. No recordó haber chocado el auto de su padre a propósito contra un árbol, o las patadas en las costillas de tres policías en una marcha contra la guerra, o despertarse riendo. No recordó cuando comenzó a mirar los libros apilados en su escritorio con recelo y desdén, o cuando empezó a detestar a los escritores por escribirlos. No recordó cuando todo empezó a recordarle otra cosa. Esto es lo que recordó. Calor. Un campo de béisbol. Pasto amarillo, el mundo de los insectos, él mismo reclinado contra un árbol mientras los chicos del barrio se reúnen para armar un partido. Él observa mientras los demás discuten el talento relativo de Mantle y de Mays. Han estado preocupados por este tema todo el verano y se ha vuelto tedioso para Anders: una opresión, como el calor. Entonces llegan los últimos dos muchachos, Coyle y un primo de él de Mississippi. Anders nunca ha visto al primo de Coyle antes y nunca lo volverá ver. Anders dice hola con los otros y no le presta más aten-

ción hasta que han elegido equipo y alguien le pregunta al primo en qué puesto quiere jugar. “Parador en corto”, dice el muchacho. “Parador en corto es la mejor posición que es”. Anders gira y se queda mirándolo. Quiere escuchar al primo de Coyle repetir lo que acaba de decir, pero sabe que no debe preguntar. Los otros pensarán que es un creído, burlándose del chico por su gramática. Pero no es eso, no es eso para nada: es que Anders está extrañamente exaltado, iluminado por esas dos palabras finales, su sorpresa y su música. Entra al campo en un trance, repitiendo esas palabras para sí. La bala ya está en el cerebro; no será demorada por siempre, su avance no se detendrá. Al final hará su trabajo y dejará el cráneo agujereado, arrastrando una cola de cometa de memoria y esperanza y talento y amor hacia el mármol del salón. Y eso no podrá evitarse. Pero por ahora Anders todavía puede hacer tiempo. Tiempo para que las sombras que se alarguen en el pasto, tiempo para que el perro le ladre a la pelota que vuela, tiempo para que el muchacho en el sector izquierdo del campo golpetee su guante, negro de transpiración y suavemente entone, Que es, que es, que es.


superhéroes de domingo Por Karen Adrians

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Ilustración de Little Friends of Printmaking

ola, mi nombre es... bueno, ya todos lo saben, soy Batman. —Hola Batman —contestan todos al unísono. Que miedo, que asco, odio estas presentaciones. —Estoy aquí porque me gusta golpear travestidos, cualquier clase de pecado me sabe a podrido. Me gusta herir a los pecadores (gordos, travestis, y santurrones) porque así siento que estoy vivo y que hago algo bueno por mí y por ellos. Digamos que es una contribución. En fin, la verdad es que también me gustan los travestis ¿a quién engaño? me gusta su facilidad para no esconderse tras un disfraz sino desdisfrazarse mostrando quienes son. Mis padres nunca me dejaron ser quien era, igual no era culpa de ellos. Nunca hay que poner los codos en la mesa, ni hablar con la boca llena, los gays padecen de una enfermedad mental, no hay que decir siempre las verdades. Todas estas cosas que le enseñan a uno en la escuela. Me gusta caminar por la 72 en las noches, respirar y observar; ver que pasa por allí, por acá y debajo de los semáforos… por acá adentro todo es diferente. Como arroz con mango, una cosa que no tiene limites ni comparaciones. No me gusta que me miren con lástima, me gusta que me miren con miedo. Pero que más da, al final todos saben que estoy solo. Odio los domingos, me saben como a banana con Ketchup. No bebo, ni fumo, los superhéroes no estamos hechos para los vicios. Los domingos limpio la casa, limpio los pecados, los míos y los de ellos, los limpio a ellos, como quien dice limpio conciencias. Es mentira eso de que tengo dinero y que mis padres murieron. Los medios inventan cualquier cosa, la verdad es que soy estrato 3, soy vegetariano. De lunes a miércoles trabajo con la policía bus-

cando criminales y esas cosas aburridas, me gusta ver realities y las caricaturas sobre mí. Es triste lo sé. Mis padres viven no sé donde, desde la última vez que intenté envenenarlos con una ensalada de hongos se mudaron y nunca me enviaron la dirección. Soy religioso católico apostólico romano, en las películas dicen que soy budista o que mierda, pero no es verdad. Soy un católico ferviente, participo en los grupos misioneros y la iglesia se sostiene con mi sueldo, me gusta. Cuando salgo de la misa a las 8 de la noche cada domingo me encuentro por allí a Superman, el no va a la iglesia pero parece que vive cerca, una vez me preguntó si quería salir con él, me pareció raro pero luego entendí que se sentía solo y quería beber cerveza, pero como dije, los superhéroes no estamos para los vicios. Y Superman… ¡bah! él es otra cosa.

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a Ciudad Gótica está en todas partes, ciudades caóticas, ciudades pecadoras, ciudades con alcantarillas, con ratas y con cables sueltos por allí. Las calles llenas de disfrazados, ¡un carnaval, que ironía! Me gustan las chicas silenciosas, esas que nunca hablan, las que piden lo mismo que yo en los restaurantes y que salen de la iglesia mirando sus zapatitos. Pero alguien me rompió el corazón, es la verdad, soy un hombre de una sola mujer, y ella se llevó todo... absolutamente todo, decía que era bisexual, luego que quería una relación abierta... yo todo lo acepté, al final se fue... con un travesti que le recordaba mucho a su primera novia. No entiendo; las mujeres están locas y más éstas que experimentan con todo. Nunca le pegaré a una mujer, por eso es mejor golpear travestis, y sé que algunos dejan que los golpee por placer. Los domingos todos están encerrados, no hay muchos clientes en la calle, por eso sé que todos ustedes están aquí por mí y por dinero. Así que ¿Quién es el primero? Prometo no golpear tan fuerte.

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Chorro de Quevedo, el lugar donde Bogotá late Por Sadhú Nicolay Abril

La plazoleta más enigmática y mística en las que he estado, fuera de los límites que muchos trazan de la ciudad, como la 82 ó 93. Es como si desde antes de mi llegada estuviera atrayéndome como un imán a un alfiler. Desde lejos se puede sentir el ambiente bohemio y de fiesta, uno que tal vez sea imposible de encontrar, con igual intensidad, en cualquier otro punto de la ciudad.

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n la calle 13 con carrera segunda se encuentra la plazoleta del Chorro de Quevedo, en pleno corazón de Bogotá, La Candelaria, o como dirían algunos, el Corazón de Colombia. Me dirijo a ella desde el lado norte, por un tramo angosto y empedrado. “¡Me trajiste al callejón del pecado!”, le dice con acento refinado y angustiado, una señora de edad a quien parece ser su nieta adolescente. Su nombre real es Callejón del Embudo, y su descripción puede ir más allá de una mera mirada superflua. La afluencia de jóvenes es realmente alta, en este callejón se ve sobre todo mucha presencia de metachos, pues buena parte de los bares que aquí se encuentran son para los seguidores de este tipo de música, el metal. Tiendas de barrio, artesanías y hasta un restaurante japonés, dan la bienvenida a quienes por allí transitan. Puerta tras puerta, se ven letreros como “Sí hay chicha”, “Chicha en totuma”. Los jóvenes toman de esta bebida que, al menos aquí, simbólicamente le sigue dando guerra a la cerveza. Fue esta bebida importada la que acabó con la popularidad de la chicha a principios del siglo XX, cuando sus empresarios ayudados por los gobiernos de turno, ponían en duda la salubridad de la bebida a base de maíz y en cambio exaltaban las propiedades benéficas del alcohol proveniente de la cebada. El último café del callejón, llamado “La Casita”, cuelga en las paredes imágenes de la Bogotá de la primera mitad del siglo pasado, además de algunos cuadros pintados al óleo alusivos a la ciudad, que según sus trazos parecen pintados por un niño de 12 años. Detrás de la barra de ese café aparece un señor que me da la bienvenida al lugar, le pregunto si conoce alguna persona que sepa de la plazoleta. Inmediatamente coge el teléfono para hablar con su hermano. “Hola mamá, ¿será que mi hermano Luís está por ahí?, dígale que si puede venir un momento para que nos hable sobre la historia del Chorro”. Pienso que sería interesante discutir los sucesos del chorro con una persona joven. A los diez minutos llega Luís y, contrario a lo que yo pensaba, es un señor de aproximadamente 35 años. Es curioso pensar en la idea de que aun viviera con su madre. Luego de decir que venía de pintar, me muestra orgulloso los cuadros del lugar: sarcásticamente finjo interés, sorprendido de que el pintor que parecía tener 12 años, era en realidad casi un cuarentón. Andrés, guía turístico de la Candelaria, me comenta que aquí fue donde se fundó Bogotá entre 12 chozas. No hay documentos que permitan validar esa afirmación, que incluso es controvertida por importantes académicos de la ciudad, quienes piensan que sería absurdo pensar en que Bogotá se fundara en un lugar empinado como aquel. Al pasar los años, el padre Quevedo, obsequió una fuente para los habitantes del lugar, logrando facilitar el acceso al agua para los campesinos. La actual fuente no es la misma que este clérigo donó —de quien toma nombre la plazoleta— pues fue destruida en 1896. En el año de 1969 ésta fue remodelada y en ese mismo año se construyó una capilla en el

costado sur del chorro, de nombre Ermita de San Miguel del Príncipe, cuyas funciones eran evocar la primera misa celebrada en Bogotá. Esta capilla fue construida bajo el modelo de la ermita del Humilladero, un rancho de paja edificado en la esquina noroccidental del actual parque Santander, al interior de la cual, el 6 de agosto de 1538, Fray Domingo de las Casas ofició la primera misa. Frente a La Casita veo a un señor que atiende un local de postres típicos y que resalta por su edad en medio de tanta juventud pues aparenta acercarse a los 60 años. Le

El “tombo” procedió, seguramente para encontrarle marihuana, que por suerte él no tenía; bueno, al menos no en ese momento. compro una torta de queso, y al oírlo hablar, su acento me recuerda la finura del hablado capitalino, aunque muchos no crean que algo así se pueda ver en el sector extranórdico de la ciudad. A medida que me acerco puedo escuchar la voz fuerte pero cansada de uno de los cuenteros de turno, que frente a la diminuta iglesia de la plaza, atrae a los jóvenes, en su mayoría universitarios, para dedicarles un pedazo de inspiración capitalizada en narrativa. Lucas lleva tres años contando historias en el Chorro. Un día un danés, alto, mono y ojiazul vino a hacer su show de malabares con fuego y se presentó diciendo: “Soy de Dinamarca y me siento muy feliz de estar aquí”; Lucas, al terminar su intervención, lo hizo así: “Soy Lucas de Cundinamarca y también estoy muy contento de estar aquí”. De esta manera este cuentero me muestra cómo un tipo tan pinta como el danés y él, un “morocho pequeño” cundinamarqués, compartían con amistad momentos como ese en el lugar de trabajo de Lucas. Así mismo recuerda con curiosidad la noche en la que, luego de su “función”, con una corbata de cinturón y una capa color vino tinto, “la pinta de un cuentero”, según él, iba al segundo piso de la casa esquinera donde está el bar que suele frecuentar, diagonal al chorro pasando la estrecha carrera primera, al lado de la tienda rasta de la plazoleta, en la que se consiguen afiches, botones, morrales, prendas de vestir, accesorios y decoraciones alusivas al reggae, a Bob Marley, al León de Babilonia, a Jamaica, y a toda la cultura, ideología y estilo de vida que estos elementos conllevan. Justo antes de subir las escaleras de aquella casa esquinera y frente al espejo ubicado junto a los escalones, le dice un policía: —Me permite una requisa me hace el favor.

El “tombo” procedió, seguramente para encontrarle marihuana, que por suerte él no tenía; bueno, al menos no en ese momento. —¿Qué tiene ahí? —le preguntó el policía. —Las huevas. —¿Y qué más? —… La verga. Inmediatamente el “tombo” dejó de agarrar, pero a Lucas le quedó la curiosidad de si ese “man” se metió de policía para servirle a la comunidad o para poder palpar. Para él, el chorro representa la comunión de todos los bogotanos. A un costado están los uniformados, y a veinte metros el rastro de mariacannabis. El bar del que me habla Lucas es El Taller, un sitio al que su dueño se atreve a llamarlo aun como salón, y no un pub como ya muchos lo hacen con sus respectivos negocios perdiendo su identidad local, lo que sería una herejía en el Chorro. Uno de los volantes de este lugar habla de un estilo republicano, pero lo que más veo es su estilo estrambótico. Por ejemplo, el piso del baño que se puede ver sin necesidad de entrar por su puerta estilo lejano oeste, es una mezcla de cemento y botellas de licor. Su decoración es como un Andrés Carne de Res, recargado pero creativo. Difieren en que El Taller es capaz de remitirlo a uno, inmediatamente se entra, a la Bogotá de nuestros abuelos, con sus sillas de cuero rojo y mesas de madera. No se dejan de descubrir con cada mirada nuevos objetos que nos trasladan a otra época: la caja registradora, botellas de gaseosa, fotografías, planchas y teléfonos. Hasta el televisor a color, se asemeja con su marco de madera a los primeros que llegaron a Colombia. A demás de su decoración, su lista de cocteles nos transporta a antaño, con bebidas como: “Bobo del Tranvía” o “Loca Margarita” entre otros nombres que se relacionan igualmente con la plazoleta, aunque tal vez la más llamativa sea “Tumba Locas”, una mezcla de vodka y chicha. No solo por el sector, sino por su herencia, descubro en este salón lo bohemio que atrae frecuentes tertulias así como turistas de todo el mundo. Desde 1950 acogió a la ya extinta Sociedad de la Protección Mutua, fundada en 1893. La vida en el Chorro de Quevedo sigue. Alrededor de esa fuente de agua, que contradictoriamente está seca, se mueven dos malabaristas en un monociclo lanzando pinos, como de bolos, al aire. Al lado de la diminuta iglesia de amarillo pálido, que realmente es la Ermita San Miguel, se encuentra un pequeño local de artesanías, que vende uno que otro café, aromática o canelazo gracias a una greca que tienen allí. A sus afueras un grupo de jóvenes juegan póquer en una banca acomodada frente a ella. Visten sombreros puntiagudos y trajes que de lejos parecen como de antaño, me da la sensación de estar en un cuento de los Hermanos Grimm, o de J. R. R. Tolkien. Me siento en la fuente y doy un vistazo general a la plazoleta, es raro, es como un mundo distinto y Bogotá su periferia. Cuando se está allí de alguna manera se siente la colombianidad, pero como el tiempo parece haberse detenido, hay momentos en el que

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uno cree estar en cualquier otro lugar menos en una populosa metrópoli como Bogotá, un lugar alejado del sinuoso ruido de esta ciudad, a pesar de estar en el corazón de ella.

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hí estoy mirando al arco, emblema de esta plazoleta, una vez conocido como el monumento a la locura, donde figuras de personajes de la Bogotá de la primera mitad del siglo XX lo adornaban. De esta obra de Javier Olave, recordando locos como el Bobo del Tranvía, el Conde Cuchucute, la Loca Margarita entre otros, ya no queda nada. El Distrito ha dicho que las esculturas están en mantenimiento, pero hasta el momento, la memoria no repuso lo que una vez fue el Monumento a la Locura de la Bogotá del siglo XX. El Distrito remodeló la estructura, lo que antes era un pálido arco de color azul, blanco y naranja, ahora está pintado de vino tinto y color crema. Ahora, aunque arreglado, sólo queda su estructura de doce huecos, simbolizando cada una de las chozas con las que se fundó Bogotá. Se antepone así al caférestaurante y postres Rosita, con mesas a sus afueras de manteles a cuadros rojo y blanco, camufladas entre los huecos del arco. Escucho un acento argentino, junto a mí está una mujer de aproximadamente 27 años, de belleza argenta, platina, gaucha, de cabellera mona y ojos claros. Su cabeza está adornada por un sombrero tan redondo como singular. Es el sombrero Bombín, llamado también Hierro, diseñado en un principio para proteger a quienes montaban su caballo y cuyas cabezas eran golpeadas por las ramas de los árboles. Es el mismo sombrero que lució Chaplin, las indígenas bolivianas, que también lo usan, e igualmente está presente en la cultura del tango. Viendo a Florencia con su sombrero Bombín y sus trajes, a medida que voy descifrando su personalidad bohemia, y aunque es argentina, me doy cuenta de lo mucho que pertenece a esta plazoleta. Hacía muchos años Florencia quería conocer Colombia, sus compatriotas que visitaron estas tierras le hablaban muy bien del país, y ni qué decir de los colombianos que conoció allí. Hace unos años estuvo en Colombia, y fue San Agustín el lugar que más la atrajo, donde estuvo por tres meses. Para ella, “viajar es como un vicio”, por lo que ahora, y luego de visitar Chile, Bolivia, Perú y Ecuador, vuelve al país con el que tanta conexión siente. Mientras teje una manilla con gran destreza, ella me comenta que ha logrado costearse el viaje con la venta de artesanías. Al costado sur de la plaza está el Café Pequeña Santa Fe, donde se vende esta bebida con todo tipo de ingredientes y combinaciones: irlandés, con un toque de güisqui; árabe, que viene saborizado de canela con algo de brandy; arriero, con gotas de aguardiente; campesino, endulzado con panela. En una de las paredes a las afueras de este lugar, vecino a su similar Café Color Café en frente de la ermita, hay un letrero que llama mi atención: “Callejón de las Brujas”. Allí se encuentra el restaurante El Gato Gris. Afuera, las paredes blancas, los marcos de madera, los floreros y la rústica puerta que

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Callejón del embudo

De esta obra de Javier Olave, recordando locos como el Bobo del Tranvía, el Conde Cuchucute, la Loca Margarita entre otros, ya no queda nada. invita a entrar, hacen pensar en el periodo colonial. Sigo con la sensación de estar en uno de los cuentos de los Hermanos Grimm, y antes de empujar la puerta me imagino una larga barra llena de duendes y gnomos que beben y celebran mientras una luz tenue los ilumina. Entro solo para conocer el lugar, porque uno como este vale la pena compartirlo con alguien especial. Al fondo se ven distintas salas que en un ambiente acogedor invitan a quedarse, integradas por pequeñas colchonetas azules y mesitas como de juguete, donde quienes se sientan a comer los creps, sopas, ensaladas y picadas del lugar, lo hacen al estilo asiático, casi a la altura del piso. Descubro luego unas escaleras de madera, tan singulares como estrechas. A simple vista podrían parecer comunes, pero realmente son un signo de la cultura de ese lugar, es indescriptible, sin embargo es la muestra de lo bohemio, el placer de lo simple, de lo rústico y lo diferente. La música del guitarrista que toca en vivo acompaña mis pasos hasta el último piso al ritmo de un rocksito suave de Andrés Calama-

ro, y mientras me aguanto las ganas de un vino tinto al lado de una de las fogatas del lugar, llego a la azotea. Es el clímax de estar en El Gato Gris, donde el frío y oscuro cielo bogotano se fusionan con los edificios que desde allí se ven. En tiempos de la Colonia, vivía en esta casa una hermosa y adinerada mujer española. Todos los días salía al balcón de su casa y acariciaba un gato gris al que le tenía mucho cariño. Un día, mientras mimaba al animal en ese balcón típico español, conoció a un orador. Ella estaba casada, pero eso no le impidió frecuentar a este juglar con el que días después se fugaría, y nadie más sabría de ella. El Gato Gris es uno de los restaurantes de mayor visita en el barrio más antiguo de Bogotá, La Candelaria, conocida igualmente como la Zona C. En este restaurante es común ver las tres edades y las distintas clases: jóvenes universitarios, ejecutivos elegantes y los abuelos de la ciudad. Así mismo quienes llegan al lugar, pueden elegir su ambiente. En el primero piso, las mesas próximas a la entrada son perfectas para comidas de negocios, las salas en cambio acogen a quienes vienen en plan de amigos. Al segundo piso va la familia y come en el balcón de la casa, o si se prefiere un plan romántico pueden citarse en uno de los sofás de cara a la ventana. La azotea es ideal para planes más íntimos. Aun así no es camisa de fuerza sentarse donde uno no quiere, y puede hacerlo en cualquier lugar de la casa sin importar el plan, todo depende en qué mesa se sienta uno mejor. Visitar la plazoleta del Chorro de Quevedo es como recorrer todo a la vez, es encontrarse con otra época, otro estilo de vida. Justo al lado de El Gato Gris está Balón de Verde, un café-bar de música jazz con shows en vivo, lugar que contrasta con la irónica unidad del Chorro; locales de rock en español, metal, reggae e igualmente música colombiana. Siempre hay algo distinto para ver junto a esa fuente seca, frente al arco de lo que alguna vez fue el Monumento a la Locura en el “pueblito rolo” de Bogotá. Al Chorro no le pasa el tiempo, pero a mí sí y tengo que irme. Salgo por el callejón del Embudo y enmarcado por uno de los arcos del desaparecido Monumento a la Locura, veo desde allí los edificios residenciales de color curuba en la calle 19 junto a la estación de Las Aguas de Transmilenio. Ese contraste me hace sentir que estoy por abandonar este refugio, este mundo aparte. En efecto así es, casi se convierte en una sensación física el momento en el que salgo de este callejón. Es como si una burbuja me impidiera con fuerza salir de este lugar, aunque finalmente sede y estalla, abandonándome a la enorme ciudad. Pero el Chorro y su oferta de salir de la rutina, de lo común, siempre estarán allí, definitivamente sé que volveré.


Itinerario de vIAJE La soledad de los números primos Con tan sólo veintiséis años, Paolo Giordano se ha convertido en el fenómeno editorial más relevante de los últimos tiempos en Italia. La soledad de los números primos, su primera novela, ha sido galardonada con el Premio Strega 2008, el más importante de Italia y ha conseguido un éxito sin precedentes para un autor novel: más de un millón de ejemplares vendidos. Esta verdad matemática encerrada en el título de la novela es la hermosa metáfora que el autor ha escogido para narrar la conmovedora historia de Alice y Mattia, dos seres cuyas vidas han quedado condicionadas por las consecuencias irreversibles de sendos episodios ocurridos en su niñez. Desde la adolescencia hasta bien entrada la edad adulta, y pese a la fuerte atracción que indudablemente los une, la vida erigirá entre ellos barreras invisibles que pondrán a prueba la solidez de su relación. La sutileza de los rasgos psicológicos de los personajes, así como la hondura y complejidad de una historia que suscita en los lectores las reacciones más variadas, resaltan la admirable madurez literaria de este joven autor a la hora de asomarse, nada más y nada menos, a la esencia de la soledad. Es una gran obligación tener que decir que, evidentemente, la novela enamora. Sus personajes, su ternura y sobre todo el sufrimiento de Mattia y Alice no dejan al lector indiferente. Giordano refleja magistralmente muchos aspectos íntimos de la vida real, las relaciones que no siempre tienen finales felices y la amargura de los recuerdos que condicionan las vidas de la gente. Trasmite una empatía con el lector, que hace que nos veamos reflejados y miremos un poco en nuestro interior. Es difícil ser objetivo con una historia como esta; los demonios despiertan y nos volvemos vulnerables ante nuestros propios fantasmas. Un libro imposible de leer desde la distancia. un año pésimo Dominic Molise tiene 17 años, es feo, bajo y desgarbado, su familia está en la ruina y él aspira a ser un gran lanzador de béisbol. Los acontecimientos de su vida predicen su glorioso porvenir: se le aparece la Virgen María, su brazo privilegiado le habla; y cuando el padre quiere hacerle comprender la realidad de la vida, Dominic le roba una hormigonera oxidada para costearse el viaje a la celebridad. Un año pésimo es un diálogo inconcluso con el padre, trata de la decadencia de la familia y del redescubrimiento de los sentimientos familiares. Y como factor determinante, la voz cínica, delirante y cruelmente autoparódica de un protagonista-narrador irritado con el mundo y consigo mismo. La novela de Fante que concentra en estado más puro los recursos y características de su narrativa. Fante modela toda la humanidad posible en estos seres indefensos ante su destino, luchando frenéticamente por cambiarlo, mientras hunden sus pies en la nieve cada vez más. Su pasado como guionista de cine nos regala cambios de escena vívidos, sentidos e impactantes, nos encontramos ante una pantalla inmensa, la pantalla de la vida real en los años cincuenta americanos. Constituye un verdadero privilegio leer este libro soberbio.

El SECRETO DE SUS OJOS Ganarse un premio Oscar puede ser un arma de doble filo. Por un lado están los que desconfían de este galardón, juzgando sin siquiera ver, todo lo que venga con esta etiqueta. Y por el otro están los que el Oscar atrae como un imán, pero que después salen de los cines decepcionados por lo exageradamente alto de las expectativas. Este no es el caso de El secreto de sus ojos, del director argentino Juan José Campanella, estrenada el mes pasado en Colombia y ganadora en este 2010 del Oscar a mejor película extranjera. Se trata de una historia de cine negro que no se satura con la realidad latinoamericana, sino que por el contrario, se mezcla perfectamente con el fútbol, el humor y el amor, porque a pesar de la premisa del cine negro, esta sobre todo es una historia de amor verdadero. La cinta cuenta con una excelente dirección, diseño de producción y las actuaciones (encabezadas por el consagrado Ricardo Darín) son de primer nivel. El secreto de sus ojos es casi perfecta, se merece el oscar y sorprenderá a quienes no creen este premio, pero sobre todo, no decepcionará a los que confían demasiado en ellos.

ROBIN HOOD Hay un chiste viejo y malo que resume la esencia de Robin Hood: el paladín encapuchado se acerca a una anciana y le dice “soy Robin Hood, robo a los ricos para darle a los pobres” luego le entrega una bolsa llena de oro. La anciana, al ver toda esa fortuna grita “soy rica, soy rica”, a lo que el héroe responde “soy Robin Hood, robo a los ricos para darle a los pobres” y le roba el oro. Eso resume todo. Hood es un pequeño rebelde en un pequeño bosque que ayuda a los suyos haciendo lo único que sabe hacer: robar. Robin Hood no es un mito de discursos, sino de carisma y hechos. En la nueva versión de este personaje, el director Ridley Scott, famoso por Blade Runner, vuelve a hacer equipo con Russell Crow, a quien ya había dirigido en Gladiador. Lo raro es que en esta cinta todo recuerda a Gladiador: el peinado de Crow, su barba, su transfondo épico, los discursos. Aquí Robin Hood ya no se dedica a salvar a los desvalidos de Nothingham, sino que quiere salvar al mundo entero. La película se toma demasiado en serio y de los alegres compadres de Sherwood queda poco. Es como si el guión se hubiese escrito pensando en Gengis Khan; además se echan de menos más escenas con otra de sus mayores gracias, el arco y la flecha.

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frases DE FÚTBOL El pasado mundial de Sudáfrica confirmó (como si fuese necesario) que el fútbol es el deporte más amado del planeta. Aun así, muchos lo consideran como una simple expresión de la vulgaridad. ¿Pero qué piensan los escritores de este juego? A continuación un puñado de sus frases. 30


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“El fútbol es popular porque la estupidez es popular” J.L. Borges

“El fútbol me recuerda viejos e intensos amores, porque en ningún otro lugar como en el estadio se puede querer u odiar tanto a alguien” Francoise Sagan 32


“No veo el fútbol como una forma de alienación moderna, lo siento más bien como una poesía colectiva” Edgar Morin

“¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales” Eduardo Galeano 33


“Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol” Albert Camus

“El fútbol es un deporte de los más apropiado para niñas rudas; pero no apto para jóvenes delicados” Oscar Wilde 34


“Ese juego nefasto incita a la violencia porque es violento en sí mismo: se juega con los pies, y pocos movimientos hay tan feroces como el que supone dar una patada” Guillermo Cabrera Infante

“El intelectual debe interesarse por todo lo que está vivo, y el fútbol lo está” Camilo José Cela 35


Truman Capote, Buitre con Ademanes de paloma Por Carlos Yusti

“Los escritores, cuando menos aquellos que corren auténticos riesgos, que están dispuestos a jugarse el todo por el todo y llegar hasta el final, tienen en común con otra casta de hombres solitarios: los individuos que se ganan la vida al billar y dando cartas”. Truman Capote

Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy Homosexual. Soy un genio". Así se expresaba Truman Capote en un texto de su libro, soberbio y exquisito, Música para camaleones. Pero aparte de todo eso fue un periodista con implacable talento, un gran observador de la vida, un perverso escrutador de lo cotidiano o como él mismo lo expresaba haciendo referencia al oficio de escritor: "Hay que aprender tanto, y de tantas fuentes: no sólo de libros, sino de la música, de la pintura y hasta de la simple observación de todos los días". Fue sin lugar a dudas un buitre que hurgaba en la carroña existencial de la gente adinerada. Era un buitre, con ademanes de paloma, que fascinaba a enemigos y admiradores por igual. No obstante Capote era displicente y estaba sólo interesado en vivir y escribir. Mi primer encuentro con este escritor sucedió con la lectura de su novela A sangre

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fría, que relata un asesinato múltiple en una apartada localidad de Kansas. A pesar de lo truculento del hecho real la novela se desarrolla con morosa maestría y Capote, luego de una tortuosa investigación, narra los pormenores de un crimen absurdo haciendo gala de un sentido periodístico inigualable. Con respecto a las críticas que recibió la novela él mismo escribió: "Mucha gente pensó que yo estaba loco por pasarme seis años vagando a través de las llanuras de Kansas; otros rechazaron de plano mi concepción de la ‘novela real’, declarándola indigna de un escritor serio”. Lo cierto de este asunto es que para el año 1966 el libro vendió más trescientos mil ejemplares. Estuvo en la lista de las novelas más vendidas del New York Times, por el lapso de treinta y siete semanas. Otros escritores, como Norman Mailer, utilizaron la formula de la novela real para escribir algunos de sus libros, asegurando con ello también éxitos de venta. Aunque ya había publicado dos novelas, Otras voces, otros ámbitos y Desayuno en Tiffany, algunos libros de artículos publicados en The New Yorker, escrito uno que otro guión de cine y un libro de reportajes, Se oyen las musas, sería con A sangre fría que alcanzaría cierta notoriedad pública. De pronto el escritor estuvo en el protagonismo mediático más rutilante de la movida cultural de esos años: portadas de revistas, entrevistas por la T.V. y por la prensa, charlas en las universidades, fiestas en la alta


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sociedad con sus estrellas de cine y ricachones de rigor. Era un ser que deslumbraba a todos con su amanerada inteligencia y su delicada perspicacia como conversador. Sobre este deslumbramiento que provocaba como escritor y como ser social hay un texto, también perteneciente a Música para camaleones, titulado Deslumbramiento, que proporciona claves algo fantásticas. Capote mezcla en dicho texto relato imaginativo con realidad y narra un episodio de su niñez. Cuenta el escritor que pasando una temporada con unos parientes en Nueva Orleans sintió, igual que todo el mundo en la localidad, una fascinación por la señora Ferguson, quien parecía estar dotada de poderes mágicos y debido a esto era consultada por las mujeres para "enderezar a maridos descarriados, obligar a declarar su amor a novios indecisos, devolver el cabello perdido, recobrar fortunas"; en fin de convertir los deseos de las personas en realidad. A través del hijo de la señora Fergunson, Skeeter, se concreta un encuentro entre la maga y el escritor, que para ese entonces era a lo sumo un niño de ocho años. El pago era un collar de la abuela, una baratija sin valor que tenía una enorme piedra amarilla. Capote roba el collar y acude a la cita. Le confiesa a la señora Fergunson, que quiere ser bailarín de Claqué, que desea fugarse, ir a Hollywood y salir en películas. Así mismo confiesa que quiere ser una chica en vez de un chico. La señora Fergunson obliga al muchacho a mirar la cuenta amarilla del collar y repite baila deslumbra baila deslumbra baila deslumbra. Verdad o ficción literaria lo sorprendente es que Truman Capote fue en vida un excelente bailarín de claqué, estuvo en Hollywood, debutó en alguna película, escribió guiones de cine y en cuanto a deslumbrar lo hizo a través de su trabajo literario.

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a escritura, aparte de su bello rostro de niño perverso y de su golfa inteligencia, le permitió codearse con la crema de la cultura cinematográfica y literaria; le permitió tutearse con muchas personalidades del jet-set y de la política. Todos sabían que era un chismoso con mucho genio, pero así y todo lo atraían a su lado y le contaban algunos secretos profundos. Truman Capote fiel a su fórmula de observación directa convertía todo en material literario de altos quilates estéticos. Sin embargo los retratados en sus textos periodísticos y en sus novelas se sentían traicionados y heridos en sus orgullos. También sabían que la sabandija traicionera era un gran escritor y que no se equivocaba y que por otra parte lo que escribía poseía gran profundidad psicológica y enorme destreza metafórica. El retrato que escribió sobre Marilyn Monroe, Una adorable criatura, es un ejemplo fidedigno de su maestría para dibujar con palabras a sus amistades y conocidos. Escribe el texto sobre la Monroe como si se tratara de una

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Capote, en 1948

escena teatral o de una corta escena de cine. Primero describe el escenario. Luego pasa a describir a los personajes. Después entra en escena Marilyn. Desarrolla diálogos con la actriz e intercala sus ácidos comentarios. Poco a poco la despoja de su aura de diva y la presenta vulnerable. No falta en el escrito ironía, mucho menos una especie de poética desnuda, de parábola alejada de toda retórica, pero delicadamente emotiva y controversial. Como escritor ya consagrado buscaba sintetizar mucho más su estilo. Su última novela, al parecer inacabada, Plegarias atendidas (cuyo título lo toma de una frase de Santa Teresa: "Se derraman más lágrimas por plegarias atendidas que por las no atendidas") Fue una novela difícil. Eliminó capítulos completos, escribió otros nuevos. Quería seguir arriesgando a la hora de escribir, quería jugarse el todo por el todo. Capote había escrito que si en A sangre fría, intentó mantenerse encubierto en Plegarias atendidas, se situó en el mismo centro de lo narrado y reconstruyó conversaciones banales con personas de su entorno inmediato: el masajista, el conserje, un antiguo compañero de colegio, el dentista. Con esta estructura se empleo a fondo con todo lo aprendido acerca del arte de escribir. La novela es un gran mosaico de escritores, actrices, millonarios, chulos y homosexuales. Todos descritos con crueles pinceladas de malicia y buena estética literaria. Truman Capote era un truhán con exquisito talento. Sin prejuicio alguno supo burlarse de sí mismo y de toda aquella tropa de personas que intimaron con él. En una autoentrevista se interroga de qué tiene miedo y se responde con una frase mortalmente afectada: "De sapos verdaderos en jardines imaginarios". En la misma entrevista cuenta una anécdota que vale la pena transcribir: "Por ejemplo, la otra noche estaba sentado con unos amigos en un bar atestado de gente en Kay West. En una

La señora Fergunson obliga al muchacho a mirar la cuenta amarilla del collar y repite baila deslumbra baila deslumbra baila deslumbra mesa vecina, había una mujer medianamente bebida con su marido, completamente borracho. Al poco, se me acercó la mujer y me pidió que le firmara una servilleta de papel. Al parecer, eso no gustó al marido; vino dando bandazos a nuestra mesa y, después de abrirse la bragueta y sacar todo el aparato, dijo: Ya que está firmando autógrafos, ¿por qué no me firma esto? Las mesas de alrededor se quedaron en silencio, así que muchísima gente oyó mi respuesta: ¿No sé si cabrá mi firma, pero quizá pueda ponerle mis iniciales?". Lo de buitre no es una metáfora. Truman Capote escribió que si reencarnara le gustaría hacerlo en un pájaro, preferiblemente en un buitre: "Un buitre no tiene que molestarse por su aspecto o capacidad para gustar y seducir; no tiene que darse aires. De todos modos, no va a gustar a nadie; es feo, indeseable". Fue un buitre que gustaba y seducía. No era un santo. Fue un notable escritor. Era un amigo de doble filo. Supo como nadie que la escritura era una manera de ponerse en evidencia, que era una exigencia alejada de toda frivolidad. Que la literatura no era otra cosa que un despertar de su capacidad para deslumbrar, para bailar al ritmo de las palabras con una soltura implacable, sobrevolando a sus aires como un buitre, pero con un vuelo de calibrada y grácil suavidad.


Cuando no sepas que escuchar Por Carlos Roldán STEVIE WONDER Cantante, compositor, productor, multi-instrumentista y activista social. Ha vendido más de 100 millones de discos, recibido 24 Grammy, un Oscar (por I Just Call to Say I Love You) está en el Salón de la Fama del Rock & Roll desde 1989 y ha publicado alrededor de 43 álbumes, además de singles y bandas sonoras. Es uno de los músicos más reconocidos de la escuela de la Motown, donde comenzó a los 11 años de edad y a los 13 publicó su primer gran éxito, Fingertips, grabado en vivo durante un concierto con el talentoso Marvin Gale en la batería, lo que lo llevó a ser compositor de la compañía y luego productor. A los 21 años deja expirar su contrato con Motown, por un desacuerdo por el control creativo con el que manejaban a los artistas. En 1972 consigue un contrato multimillonario con toda la libertad creativa y graba Music of my Mind, en el cual, por primera vez en la historia, un cantante se hacía cargo de todos los instrumentos, la composición, la producción y los arreglos; irónicamente el disco salió con el sello Motown. Stevie Wonder es uno de los precursores de la música con sintetizadores, influenciando a muchos otros productores e intérpretes. Ha grabado diferentes estilos como soul, R&B, soul psicodélico, funk, reggae... También ha cantado al lado de grandes artistas como Ray Charles, Michael Jackson y Paul McCartney entre muchos otros. En Internet hay una vasta cantidad de canciones y videos en los que se puede recrear la historia creativa de este genio de la música, no se lo pierdan. Silvio Rodríguez Hace varios días se celebró el Tercer Congreso Iberoamericano de Cultura en Medellín. En el marco del congreso hubo varias actividades como conferencias, ruedas de negocios y presentaciones en vivo de grupos nacionales e importantes artistas internacionales, gratuitas para toda la ciudadanía. Un concierto que disfruté enormemente fue el de Silvio Rodríguez (creo que es redundante decirles quien es). El gran trovador cubano, revolucionario de izquierda, nos deslumbró con sus versiones en vivo de canciones como Pequeña serenata diurna, Playa Girón, Desangrado son, Gaviota, El Necio, El Escaramujo… y tuvimos el placer de ver su montaje musical con una excelente banda compuesta por baterista, bajista, otro guitarrista, un intérprete de tres cubano y una intérprete de flauta y clarinete. Tengo que admitir que no soy partidario de mezclar el arte con la política y por esta razón había dejado de seguir a Silvio Rodríguez y su música; pero la lección recibida en Medellín me reveló a un gran cantautor con una fuerza y vitalidad increíbles, con humildad pero bien posicionado en escena y con una voz tan joven como siempre; es increíble escucharlo y saber que es una persona mayor, pues canta como un adolescente. Para finalizar no podía quedar mal con su público y le dio gusto a miles de personas que pedían en coro tres canciones emblemáticas de su carrera musical: La Maza, Ojalá y Unicornio.

Prince Prince Rogers Nelson nació en Minneapolis, Minnesota el 7 de junio de 1958, cantante, compositor e intérprete, grabó su primer disco en 1978 en el cual compuso e interpretó todas las canciones e instrumentos. Ha grabado alrededor de 35 discos, varios de los cuales han tenido su correspondiente película como el súper éxito Purple Rain, obra con la cual vendió más de 15 millones de discos y rompió marcas de taquilla, lo que le hizo merecedor de tres premios Grammy y un Oscar. Trabajó para la Warner Bros. con completa libertad creativa hasta el 2000. Prince es una de las figuras más emblemáticas y reconocidas del pop; sin embargo ha compuesto canciones en diferentes estéticas como rock, soul, funk y new wave. En los años 90 cambió su nombre por un símbolo que hace alusión a la mezcla entre géneros masculino y femenino, apoyando su apariencia andrógina y estilizada, pero en el nuevo milenio retomó su nombre más conocido: Prince. Su capacidad creativa es sumamente amplia y vanguardista, ha sido un músico que no se ha estancado artísticamente, sin miedo a experimentar publicando algunos discos de muy bajas ventas con evidentes exploraciones sonoras omitiendo las expectativas del público y de la crítica y siendo un artista convencido de su obra, innovándola constantemente. Jorge Drexler ¿Se acuerdan de aquel uruguayo que ganó el premio Oscar por mejor canción inédita para la banda sonora de Diarios de Motocicleta con la canción Al Otro Lado del Río? Tal vez recuerden que no lo dejaron cantar su canción y en su lugar la interpretó Antonio Banderas; sin embargo entonó su melodiosa voz a capella ante el público del evento al recibir la estatuilla dorada. Así comenzó el concierto de Jorge Drexler (otro de los invitados al Tercer Congreso Iberoamericano de Cultura) a diferencia de tantos shows que entran con fuerza ensordecedora, el cantautor entonó Al Otro Lado del Río sin acompañamiento alguno. Este músico, compositor y médico otorrinolaringólogo tiene un repertorio que ha sido interpretado por grandes figuras de la canción Iberoamericana como Ana Belén, Pablo Milanés, Miguel Ríos, Ketama, Ana Torroja, el israelí David Broza, Neneh Cherry, Rosario Flores, Jovanotti, Paulinho Moska, el uruguayo Jaime Roos, la tanguera Adriana Varela y el Bajofondo Tango Club. Ha grabado 11 álbumes como solista (para los que creen que es un artista nuevo). En vivo es muy sobrio y tranquilo; sus canciones hacen una lectura del mundo actual. Su banda es un formato de batería, percusión (el percusionista toca varios instrumentos) bajo, trompeta, saxo y trombón. Drexler canta y toca la guitarra. En Internet se hay mucha música suya; también pueden visitar su sitio web www.jorgedrexler.com.

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Steven Seagal: el hombre del Renacimiento Por Juan JosĂŠ Castillejo

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obert Rodríguez, el director de Sin City, El Mariachi y pupilo de Quentin Tarantino, rodó su última película en Austin, Texas durante el verano de 2009. Machete es el nombre de la cinta y es una especie de homenaje a las películas de explotación de los 70’s y 80’s, pero lo verdaderamente llamativo de este trabajo es su bizarro casting: Jessica Alba, la hermosa latina, Lindsey Lohan, la ex-estrella adolescente y bomba mediática, Danny Trejo, el chicano de pecho tatuado y actor fetiche de Rodríguez, Don Johnson, el galán de la vieja serie Miami Vice, Robert De Niro, la leyenda del cine y Steven Seagal, ese tipo que rompe huesos como si fuesen galletas, que muchos aman, que muchos más odian y que todos conocemos a pesar de que sus películas se emiten generalmente los lunes festivos, cuando todo el mundo está durmiendo, de paseo, abarrotando las taquillas de un multiplex o viendo una buena película en algún canal de cable. Machete se estrenará en septiembre y será la primera cinta de Seagal en los últimos diez años que se exhibirá en las salas de cine y no irá a parar directamente en los estantes de las tiendas de video. Machete podría ser el renacimiento de este ícono del cine de acción. Los seis carriles de la tradicional Avenida Congress de Austin están cerrados por un inmenso cordón de seguridad. Los fanáticos se acercan todo lo que pueden e intentan obtener una fotografía. Dentro del cordón se ven cámaras, rieles, grúas, reflectores, cables, micrófonos, gente corriendo por todas partes, preparando la escena que está a punto de comenzar. Justo en ese momento Steven Seagal entra en el set, paseando con arrogancia sus 1,93 de estatura y sus 126 kilos de peso por en medio de todo el montaje cinematográfico. Lleva una chaqueta estilo militar de cuello redondo color café, unas diminutas gafas oscuras, unas texanas negras que lo hacen ver aun más alto y un gran anillo de oro en el dedo meñique de su mano izquierda. Camina hasta acercarce al director. Robert Rodríguez le da unas indicaciones y señala algunos puntos de la escena. Seagal asiente con despreocupación y se acerca a un sector perfectamente iluminado que hace estallar el color de su piel

bre que se paseaba con displicencia pisando los cables de electricidad segundos antes. Es tan singular la inexpresividad de Seagal, sus gestos de ladrillo, que se ha convertido en leyenda. En el mundo del casting, esta particularidad, este fenómeno de actores que solo tienen la capacidad de interpretarse a sí mismos, se conoce como Seagalismo. Sin embargo, lo verdaderamente sorprendente es que Seagal, el actor del gesto inmutable, tenga en su vida personal tantas y diferentes facetas, tantas caras, tantos nombres: artista marcial, filántropo, músico, activista de diversas causas, productor, director, empresario, coleccionista, tulku, sheriff… Aprovechando un receso en el rodaje, Seagal entra a su tráiler a descansar un poco. Adentro, la estética oriental, contrasta con el diseño frío e industrial del tráiler. Después de unos segundos de silencio, Seagal toma una hermosa guitarra acústica Martin D-45 color miel, la acomoda sobre su barriga y el instrumento se pierde en la mole de su cuerpo. Empieza a tocarla con sus manos inmensas y las cuerdas lanzan un blues doloroso de John Lee Hooker, llamado Time is Marchin’. Su voz es áspera, aguda y afinada. Seagal tiene una particular forma de rasgar la guitarra; lo hace exclusivamente con su pulgar derecho. A pesar de su torpe técnica, la melodía fluye. De repente, se detiene. —No puedo dejar el blues, yo vengo de allí —Dice y rasga las cuerdas de nuevo. Se detiene, un poco pensativo —Yo nací en Detroit, en un vecindario negro, donde la gente venía del lejano sur para trabajar en las plantas de acero. No supe que era blanco hasta que cumplí doce —Sonríe y los ojos se le cierran totalmente hasta que parecen dos líneas pintadas con marcador negro sobre su piel colorada y gruesa como la cáscara de una toronja. Seagal jamás vivió en Detroit. Aunque si nació en el estado de Michigan, fue Lansing, una ciudad ubicada a unos 125 kilómetros de Detroit, donde su mamá, Patrizia tuvo a su único hijo varón. Pero el pequeño Steven era asmático, así que cuando cumplió cinco, abandonó el frío y húmedo norte para viajar con sus tres hermanas y sus padres más de 2000 kilómetros hasta llegar a Fullerton una pequeña ciudad en el sur de la soleada California, donde su papá, Stephen, después de enseñar matemáticas, recorría el inmenso césped que está a la entrada de la escuela Buena Park

bronceada. Todo el equipo técnico está en la posición correcta, esperando la orden para que toda la maquinaria se dispare. La palabra ¡Acción!!! rompe a través del megáfono. En centésimas de segundo Seagal se convierte en Torrez, un brutal narcotraficante de mirada fría y gestos pausados. Pero algo no funciona, Torrez, el narcotraficante, el matón, el tipo duro y peligroso, camina, habla, mira y gesticula igual que Steven Seagal. Nada, absolutamente nada, diferencia a Torrez del hom-

y lo llevaba a casa, mientras su mamá trabajaba en el hospital como tecnóloga médica. No es extraño escuchar a Seagal hablando de un pasado, a menudo neblinoso, en el que siempre se mezclan por igual, realidad y ficción. Este tipo es básicamente una contradicción y ha convertido su vida en una colcha de retazos donde cada parte, verdad o mentira, complementa y al mismo tiempo contradice todo lo que él es. Seagal es un hombre empeñado en demostrar que no le teme a nada ni

“Yo nací en Detroit, en un vecindario negro, donde la gente venía del lejano sur para trabajar en las plantas de acero” a nadie, un bravucón que se propuso usar el cine para demostrar que su vida es más interesante que las historias que él protagoniza. O dicho de otra manera: sus películas son una especie una autobiografía por entregas. Nico de 1988, fue la primera película en la que Seagal actuó y también su primer protagónico. Aunque recibió críticas mixtas, su estilo, un híbrido de Charles Bronson y Bruce Lee, empezó a llamar la atención del público. Nico fue el primer filme de Hollywood que utilizó las técnicas de pelea del Aikido. Seagal interpretó a Nicola Toscani, un duro policía italiano de cabello engominado que lucha contra los más viles criminales de Chicago, un hombre de familia, que siendo muy joven, viajó hasta Japón, donde aprendió Aikido y trabajó con la CIA, de la cual huyó por no estar de acuerdo con sus “métodos”. Osaka era una ciudad de árboles verdes y arquitectura tradicional que estaba siendo inundada por edificios minimalistas de fachadas como espejos cuando Seagal llegó allí con su cuerpo extremadamente delgado de tan solo diecinueve años y empezó sus estudios de Aikido, un arte marcial que busca defenderse sin dañar al oponente. Seagal, que enseñaba inglés para pagar sus gastos y tocaba la guitarra en sus ratos libres, se convirtió en maestro de este arte marcial, asumió el nombre de Take Shigemichi, que quiere decir “camino a la prosperidad” y fue el primer occidental en tener su propio dojo (lugar de entrenamiento) en Japón. Miyako Fujitani era una mujer bajita, menuda y reservada. Su padre fundó un dojo que después fue a parar a manos de su esposa y que ella después heredaría a su hija Miyako, cinturón negro en Aikido, quien después viajaría a una exhibición en California, donde conocería a un hombre alto, delgado y

encantador llamado Steven Seagal, con quien se casaría ese mismo año en Japón. Eso fue en 1974. Después Seagal heredaría el dojo de su esposa. Un año después nació el primer hijo de la pareja, Kentaro. Allá afuera el sol de Austin azota la Avenida Congress y el ajetreo de cámaras y luces no se detiene. Acá adentro del tráiler hace frío, sin embargo Seagal se ha puesto una camisa sin mangas de seda púrpura, con cuello redondo

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do vio a Kelly LeBrock y escuchó como salía de sus labios carnosos ese acento entrecortado de Inglaterra. Aunque nació en New York, Kelly LeBrock creció en Londres. A los 16 años regresó a la Gran Manzana e inició su carrera de modelaje. Allí trabajó para Dior y protagonizó un par de cintas que la convirtieron en un símbolo sexual durante un corto tiempo. Seagal, un hombre sin fama, se llevó para su cama a la mujer con la que muchos soñaban. Antes de cumplir un año de conocerse, Seagal, a quien no le gusta perder el tiempo, le pidió matrimonio y tuvieron a la primera de sus tres hijas, Annalizza. Ella se dedicó al hogar y dejó el cine por unos años, pero luego su carrera se vino abajo. Todos culpan a Seagal de eso. Pero antes de LeBrock, Seagal conoció a alguien que tendría mucha más influencia en su vida: Julius R. Nasso, un enamorado del cine que después de graduarse como farmaceuta, obtener un Ph.D. y crear su propia compañía de suplementos médicos, decidió dejar su próspero negocio y entrar en el mundo de Hollywood. Su primer trabajo en el cine fue como asistente de Sergio Leone, el director italiano Seagal y Kelly LeBrock en 1991. Fotografía, revista Life de western-espaguetis como El Bueno, el Malo y el Feo, en su de estilo oriental que deja ver unos brazos mítica película Érase una vez en América. fuertes y con celulitis. Piensa un segundo an- Leone no entendía porqué un rico empresario tes de contestar. trabajaba por 35 dólares al día. Sin embargo —Yo era un tenaz hijo de puta, era temeNasso era perfecto para ayudar a Leone en su rario. Saltaba directo en sus caras. historia de gangsters, pues conocía muy bien Seagal se refiere a las caras de los Yakuza, los bajos fondos de Brooklyn. Nasso tenía relos tatuados mafiosos japoneses. Fujitani dice laciones cercanas con los Gambino, una de las que su ex-esposo jamás tuvo ningún encuencuatro familias que manejaban el crimen ortro con la Yakuza. “Una vez echó a unos bo- ganizado de New York. rrachos del dojo”. También niega que él haya —¿Qué puedo decir…? Fue como Atracconocido a “gente poderosa de la CIA” para la ción Fatal pero sin sexo —Dijo Nasso, recorque hizo algunos trabajos “especiales”. dando el día que conoció a Seagal. Después abandonó a su familia en Japón Se volvieron inseparables. Nasso se cony viajó a Hollywood para perseguir su sueño: vertiría en su vecino y en padrino de dos de ser una estrella de cine. En 1983 abrió el Tenssus hijos. Seagal, orgulloso, le decía a todo el hin Dojo y poco a poco, personas del medio cimundo, que Julius era un primo lejano con el nematográfico se hicieron sus alumnos. Unos que había crecido en las sucias y duras calles años después se divorció de Fujitani. Luego de Brooklyn. Así nació Nasso/Seagal Producempezó a trabajar como coordinador de artes ciones, que le permitió al actor tener aun más marciales en Nunca Digas Jamás, de la saga control sobre sus películas. de James Bond. Fue en una de esas prácticas En Buscando Justicia, de 1991, Seagal dio donde Seagal rompió la cadera del eterno 007, vida a Gino Felino, un incorruptible policía Sean Connery. La cadera rota de Connery, sus italiano que creció en Brooklyn, entre calles habilidades como artista marcial, esa pose de sucias, carros con motores de ocho cilindros, sabio del lejano oriente y su seguridad arrocrack, putas y mafiosos con trajes a la medigante, le dieron a Seagal una reputación que da. La cinta fue un modesto éxito. Seagal collamó la atención de Michael Ovitz un recomenzaba a ser notado por el gran público, a nocido agente de talento que creía que podía ser tomado más en serio por los estudios y a hacer una estrella de cualquiera (literalmente, utilizar su cola de caballo como un sello persode cualquiera). Ovitz llevó a Seagal a la Warnal. En esta historia, Felino, a pesar de ser un ner Bros. Los tipos quedaron tan impresiona- tipo rudo y de apariencia peligrosa, tiene gran dos con la exhibición de lucha de Seagal, que debilidad por los animales. pronto firmaron un contrato. Seagal mira el reloj que está en una de las paredes del tráiler. Dentro de unos minutos —Ella es mi destino —Dijo Seagal cuantiene una escena con Jessica Alba.

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—En mi casa tengo varios animales. He adoptado algunos. Silvestre y Gap, son mis gatos, y Gruff, Cole, Tyson, Hamlet y Chaos, son mis perros —Seagal sonríe genuinamente al recordar a sus mascotas —En Osaka, un tiempo después de mis peleas con los Yakuza, estaba practicando en el dojo, cuando de repente entró un perro. Era increíble lo blanco que era ese perro, man, tendrías que verlo para creerlo. Era tan blanco que casi brillaba. Era un perro misterioso. Parecía que no tenía dueño, así que lo adopté. Unos días después, por la madrugada, el perro empezó a ladrar desesperado, como si quisiera decirme algo, entonces me levanté y me di cuenta que el dojo había sido incendiado. Como pudimos logramos apagar el fuego. Luego fui a buscar al perro y le di las gracias. Al otro día lo busqué por todas partes, pero jamás lo volví a ver… Vestido con un smoking negro que tenía una cinta blanca con un broche dorado en vez del tradicional corbatín negro, Seagal fue a la ceremonia anual de PETA (Personas Por la Ética en el Trato de los Animales) en 1999 para recibir el Premio Humanitario, por su ayuda a los animales. Unos meses antes, había salvado a un grupo de perros callejeros que iban a ser ahogados en Taiwán y había participado en campañas en contra del uso de la piel. —Nuestro sistema judicial no sirve de mucho, tiene demasiados defectos y solo es útil para que las grandes compañías sigan haciendo sus negocios. Así que la única manera como podemos detener a estas personas y obligarlos a que dejen de hacer lo que hacen, es avergonzándolos. Es que siendo francos, cuando tienes una entidad que está haciendo dinero, es difícil detenerlos. Entre más dinero tienen, más visibles son, y entre más visibles son, más vulnerables son a la exposición en la prensa… Ya tengo que salir —Dice mientras mira el reloj.

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a Warner ya se había convencido de la capacidad de Seagal para convocar grandes audiencias, así que su quinta película, Alerta Máxima, contó con un buen presupuesto. Erika Eleniak, protagonista de Guardianes de la Bahía, Tommy Lee Jones y de nuevo Andrew Davies, el director de Nico, trabajaron con él. La cinta recaudó, sólo en los Estados Unidos, cinco veces el costo de producción. El protagonista era Casey Ryback, el letal cocinero de un portaviones (quien lógicamente estuvo vinculado a la CIA). Instantaneamente su estilo de pelea se convirtió en marca registrada: brazos luxados, dientes escupidos, cabezas desprendidas de sus cuerpos, personas que son lentamente desnucadas, ojos fuera de sus órbitas y una de sus favoritas, objetos filosos incrustado en un cráneo. En ese momento Seagal era una estrella, las mujeres lo adoraban, sus fanáticos querían ser como él y cobraba más de diez millones por trabajo. Pero no solo vivía como una estrella, sino que hablaba como tal: “Espero que un día pueda ser reconocido como un gran escritor y actor, en vez de como un símbolo sexual”.


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xceptuando a Medio Muerto, del 2002, todas las películas de Seagal han sido clasificadas bajo la letra R: para mayores de 18 años, cosa que no es de extrañar, porque todas las escenas de acción tienen el realismo y talento que les hace falta a las escenas dialogadas. Cada vez que Seagal lanza a uno de los malos contra una vitrina, cada vez que patea a alguien en el pecho, cada vez que los deja caer de espaldas como si fuesen un bulto inánime, uno siente que está viendo una pelea de verdad y no una escena en la que una patada voladora se ve repetida estéticamente en una edición a cámara lenta. Los movimientos de Seagal son captados en planos abiertos que dan la sensación de que lo que se vemos, es lo que está pasando. Según varios dobles de acción, Seagal va más allá de lo que está presupuestado en las coreografías de las peleas y ha golpeados en los testículos a varios de ellos. Él dice que lo hace para probar si los dobles tenían puesto algo que los protegiera. Seagal ya tenía más de cuarenta años y se paseaba inquieto por uno de los sets de Alerta Máxima. Estaba muy molesto porque las escenas no lucían como quería e insultaba a todos los dobles; retándolos, diciéndoles que ninguno de ellos era capaz de doblegarlo, que ninguno tenía los pantalones. Nadie se atrevió a pronunciar una palabra, hasta que apareció un tipo robusto y pelirrojo, como de 60 años, y aceptó el reto. El pelirrojo era Gene Lebell, quien había trabajado como doble en más de 350 películas y programas de televisión, y que además era campeón de Judo, boxeador, luchador profesional, había peleado con osos y era un maestro en varias disciplinas marciales. Lebell era un tipo de temer. Todos en el set sabían quien era el pelirrojo, excepto Seagal, que plantó sus ojos a medio cerrar sobre aquel viejo con cara de judío. Pero el viejo fue más rápido, apareció detrás de su oponente, lo tomó por el cuello, se lanzó de espaldas contra el piso y empezó a estrangularlo con una llave especial. Seagal, tirado de espaldas sobre el cuerpo del viejo, intentaba golpearlo en los testículos, pero sus manos no alcanzaban. El aire empezó a escasear y su cara se fue poniendo morada hasta que se desmayó. Cuando se recuperó, acusó a Lebell de haberlo tomado desprevenido, así que exigió una revancha. Todo se repitió de la misma forma. Una llave en el cuello, dos cuerpos que cayeron pesados sobre el piso, el aire empezó a escasear... Solo hubo un detalle diferente. Cuando Seagal estaba a punto de desvanecerse, una pequeña mancha húmeda empezó a crecer uniformemente en la entrepierna de su pantalón blanco, hasta que una gota de orina cayó sobre el piso. Los producto-

res de Alerta Máxima persuadieron a Seagal de no tomar acciones legales, para evitar un alboroto publicitario. A Lebell se le exigió no hablar jamás del tema so pena de ir a los tribunales. Cuando se le pregunta sobre ese día, Lebell sonríe maliciosamente. Terreno Salvaje, la historia de un hombre que tiene que luchar contra una poderosa compañía petrolera, contó con un peso pesado como Michael Caine, pero solo obtuvo pér-

Cartel norteamericano de la película Alerta Máxima

didas. Ese fue su primer fracaso en taquilla. Seagal, actuó, produjo y dirigió esta violenta historia con moraleja medioambiental en la que su protagonista, Forrest Taft, además de ser un ex CIA, es “El Elegido” de los Inuit (una ancestral tribu de Alaska) para que los salve de la debacle ecológica y espiritual. La película fue lanzada en febrero del 94, época en la que Seagal declaró que su madre Patrizia, descendía de indios cherokee. La verdad es que su madre es hija de inmigrantes irlandeses y su padre Stephen, era judío. En la galería todos hablaban de arte mientras tomaba cocteles de colores neón. Después de charlar con algunos agentes de Hollywood y contarles que su sueño era ser actor, Seagal caminó por varias salas sin prestarles mucha atención a las obras; hasta que encontró un cuadro del que no pudo quitar la mirada. La pintura estaba llena de colores vivos, sobre todo rojo y verde, y en ella había un pueblito con iglesia y una mujer ordeñando y un hombre que llevaba una hoz sobre su espalda y una mujer patas arriba tocando el violín y

una cabra blanca de ojos inmensos que miraba a los ojos a un hombre verde, amable y ciego. Esa noche, cuando regresó a casa, no pudo dejar de pensar en el hombre verde y ciego que sostenía un árbol en su mano, no pudo dejar de pensar en esa pintura, no pudo dormir bien. Esa noche Seagal se inventó a sí mismo, dejó de ser Steven Seagal (pronúnciese Sé-Gull) para convertirse en Steven Seagal (pronúnciese Si-Gall, con acento en la A). De ahora en adelante su apellido sonaría parecido al del pintor que tanto lo impresionó. La pintura era Yo y La Villa, del artista ruso-judío Marc Chagall. Cuando Stephen Seagal, su padre, murió en 1990, su único hijo varón no asistió al funeral. Andrew Davis no quiso dirigir la segunda parte de Alerta Máxima. ¿La razón? El año anterior Davies había estrenado El Fugitivo, junto a Harrison Ford. La película había sido nominada a siete premios Oscar, incluyendo mejor película. Seagal obviamente no pertenecía a esas ligas, así que Davies lo dejó atrás. Aunque Seagal nunca tuvo un periodo que pueda considerarse “dorado”, tenía suficiente poder como para ser un trampolín, que usaban, o actores de la vieja guardia que querían reactivar su carrera, o directores buscando una oportunidad, o jóvenes starlets que buscaban hacerse notar. Katherine Heigl, la hermosa rubia de la famosa serie Gray’s Anatomy, en ese entonces con apenas 16 años, hizo el papel de la sobrina del ya famoso y mortal cocinero ex navy SEAL, Casey Ryback, personaje al que Seagal describe así: “Podría herirte, pero no quiero, así que solo déjame cocinar”. Alerta Máxima 2, trajo al héroe de acción por caminos familiares. Los huesos astillados y los objetos filosos incrustados en un cráneo, volvieron a darle a Seagal un respiro en la taquilla. Heigl, en una entrevista concedida en el 2007, dijo esto de Seagal: “Él era un hombre muy interesante y estaba pasando por un divorcio, yo era joven e inocente y no había conocido personas así. Él era muy Hollywood, y audicionaba mujeres para el papel de una muchacha que yace en la playa sin brasier. Había una fila de mujeres alrededor del tráiler que simplemente entraban y le mostraban las tetas”. En Alerta Máxima 2, nunca hubo una escena en la playa. Un niño, Dominick y dos niñas, Annaliza y Arissa, quien fue bautizada en honor a la niñera, quedaron de su matrimonio con Kelly LeBrock. Los papeles del divorcio se firmaron en 1996. Ese mismo año Seagal tuvo otra hija, Savannah, con la mujer que había sido la niñera de sus tres hijos, Arissa Wolf. Los problemas de peso de Seagal comenzaban a ser notorios. Sus pequeños ojos empezaban a perderse en su cara. De aquí en adelante, Seagal y sus personajes estarán siempre vestidos con gabanes larguísimos o camisas

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anchas de manga larga y corte oriental. En The Glimmer Man, su siguiente película, Seagal es un excombatiente de Vietnam, que ha abrazado el budismo como la única salida para escapar de su oscuro pasado. La cinta fue un fracaso; el segundo en dos años, y la gente de Warner empezó a impacientarse. The Glimmer Man, no solo se convirtió en un hito para Seagal por su pobre taquilla, sino porque fue la última película en la que un personaje de Seagal fue golpeado. Es cierto que él nunca buscó acumular tensión con la típica escena en la que el héroe es machacado hasta el límite de su aguante, para después sacar fuerzas de donde no tiene y derrotar a su némesis, pero al menos en sus primeras cintas, sus personajes sangraban una que otra vez. Pero ya no, de aquí en adelante Seagal se olvidó del héroe y se convirtió en un superhombre que destroza a todos sus oponentes sin siquiera despeinarse. Esta escena resume la esencia del filme: Jack Cole saca su billetera lentamente frente a los ojos incrédulos de varios matones rusos que lo apuntan con pistolas automáticas. Antes de que Cole, con un rápido movimiento de su muñeca, degüelle a tres hampones en una fracción de segundo con su tarjeta de crédito “especial”, les pregunta si puede pagarles con plástico. Al final de la escena, Cole observa a uno de los hampones desangrándose, con el cuerpo atravesado por varillas metálicas, y siente un profundo arrepentimiento, porque como el buen budista que es, detesta la violencia. Todo es tan absurdo, que parece lo que habría hecho Gandhi si se hubiese dedicado a dirigir películas de acción clase B. En este punto, donde se han encontrado tantos lugares comunes entre el actor y sus personajes, es imposible no preguntarse: ¿se parece Seagal a sus personajes, o ellos a él? Infierno Bajo Tierra, lanzada en el 97, no atrajo al público ni por su mensaje ecológico, ni por sus escenas de acción, ni porque Seagal le mostró al mundo por primera vez, que tocaba la guitarra. Fue su tercer fracaso en línea y la Warner no renovó su contrato. A pesar de todo, Seagal continuaría insistiendo en llevar su mensaje espiritual y ecológico a su público.

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ara esta época Seagal ya había abrazado el budismo y Su Santidad Penor Rinpoche, uno de los monjes de más alto rango del Tíbet, lo acogió como uno de sus alumnos. En 1997, Seagal, vestido con una túnica amarilla, fue parte de una ceremonia sagrada llevada a cabo en el Monasterio Namdroling de la India. En esa ceremonia, Rinpoche, nombró a Steven Seagal, tulku, lo cual quiere decir que el actor fue escogido por Chungdrag Dorje, un antiguo monje tibetano del siglo XVII, para reencarnar en él y así poder continuar con su labor religiosa y espiritual. Ese día Steven Seagal fue bautizado de nuevo bajo el nombre de Terton Rinpoche, cuyo significado es Joya Preciosa. —Yo nací clarividente, yo nací muy diferente. Los budistas creemos que todos los seres vivientes tienen la naturaleza de Buda dentro de ellos, lo que significa que todos somos, algo así como, tú sabes, Dios —Seagal se

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levanta de la silla en la que lo estaban maquillando y camina hacia una inmensa luz que parece un sol en miniatura y donde el director lo espera junto a Jessica Alba para rodar la siguiente escena. Cuando el mundo conoció la noticia, la reacción, más que de sorpresa, fue de indignación y rabia ¿Cómo un tipo como Steven Seagal, un tipo sin talento, vanal y de comportamiento errático, podría ser un hombre sagrado? ¿Seagal, el hombre que tan solo en nueve películas mató a 189 hombres? En vista de la situación, Rinpoche escribió una carta pública explicando que las películas de Seagal eran solo obras de ficción y entretenimiento que nada tenían que ver con la verdadera labor de su alumno. Pero Seagal estaba dispuesto a labrarse una nueva imagen. Estaba convencido de su nuevo camino. Esa noche, hacía más calor de lo habitual en Miami. Seagal llegó a la cita con un collar de cuentas que los budistas usan Durante una ceremonia budista para meditar llamado Mala. Entró a una mansión de estilo español rodeada de palmeras y caminó hasStallone vio lo que sucedía y dejó a las rubias, ta el patio, donde la música se iba haciendo ubicó a uno de los guardias y le gritó para que más fuerte hasta convertirse en una salsa. En lo siguiera. Caminó lo más rápido que pudo la terraza lo esperaba el dueño de la casa y para detener a Van Damme, que se acercaba organizador de la fiesta, su amigo, Sylvester a Seagal, ignorando las súplicas de la moreStallone. Se saludaron con un fuerte abrazo. na. Pero él siguió sentado, tranquilo, hasta Steven dio un paseo por la inmensa terraza y que Van Damme se le acercó. Stallone llegó fue saludando a varias personas hasta que se un segundo después. El guardia, llamó a un encontró con Jean-Claude Van Damme y lo compañero. saludó con aprecio. Seagal se sentó en un gran —Te espero ahí —Dijo Van Damme, señasofá de paja tejida en el que había dos rubias lando el césped detrás de la terraza. tan bronceadas como él. Stallone se acercó —Cálmense muchachos —Stallone tocó el y conversaron sobre el buen ambiente de la hombro de Van Damme, que se sacudió con fiesta y sobre el maravilloso clima de Miami. rabia. Seagal se puso de pie. Van Damme se Cuando Van Damme hablaba con una morena veía pequeño a su lado. hermosa de cabello rizado que celebraba todo —Relája… lo que él decía, Seagal le gritó desde el sofá. —¿¡Que me relaje¡? —Gritó Van Damme —¡Hey! francesito, ¿Porqué no peleamos casi temblando de la rabia —Me pones en ria ver quién es mejor? dículo delante de todos… —En la casa nadie Van Damme lo miró, soltó una carcajada hablaba, todos estaban mirándolos, esperany siguió hablando con la morena. do una pelea cinematográfica. —No te rías, sabes que puedo patearte el Van Damme saltó la reja de caoba que seculo cuando quiera. paraba la terraza del césped y le exigió a SeaVan Damme se sintió incómodo y miró a gal que lo siguiera. la morena ofreciéndole disculpas, la tomó por —Dile que se calme un poco —Le suplicó un brazo y se alejaron un poco. Seagal sonrió y Seagal a Stallone. siguió conversando con Stallone. Unos minu—¿Pero qué puedo hacer? —Dijo Stallone tos después, Seagal pasó al lado de Van Damcon su boca torcida —Hey, Jean-Claude, cálme y mirando a la morena, dijo suavemente: mate, sal de ahí. —Puedo hacer pedazos a tu amigo en un Van Damme seguía esperando, pero Sesegundo —Y siguió caminando hasta la cociagal dio la vuelta, lo miró y puso las manos na. Van Damme volvió a sonreir apenado. sobre su pecho en posición de oración. Seagal salió de la cocina con un vaso de —Te pido disculpas. Lo siento mucho jugo de naranja y regresó al sofá, pero Stallo—dio la vuelta, inclinó la cabeza en señal de ne y las rubias se habían levantado y hablaban despedida y caminó hacia la salida por entre con el DJ. Seagal le dio un sorbo a su jugo de el silencio y la decepción de los invitados que naranja y sonrió. querian verlos pelear. Van Damme, molesto y —Oye, francesito ¿Me tienes miedo? sorprendido, miró a Seagal e intentó seguirlo, El actor belga dejó de bailar de inmediato. pero Stallone y los guardias se lo impidieron.


Pasaron dos horas hasta que se fue del lugar. ¿Cobardía de Seagal o simplemente como el buen budista que es, se rehusó a usar la violencia? En su próxima película también se rehusó a usar la violencia. No fue una buena decisión.

En vivo, con su banda Thunderbox

“Yo nací clarividente, yo nací muy diferente. Los budistas creemos que todos los seres vivientes tienen la naturaleza de Buda dentro de ellos, lo que significa que todos somos, algo así como, tú sabes, Dios”. Seagal caminó hasta un bar cercano y cuando estaba a punto de entrar, vio a Van Damme, corriendo furioso hacia donde él estaba y precipitó su entrada al lugar. —¿Porqué no arreglamos esto como hombres? —Le gritó Van Damme totalmente desencajado. Seagal lo ignoró y entró al bar. Van Damme quizo entrar, pero se lo impidieron. —Quítenme las manos de encima —Le dijo a los guardias conteniendo la respiración. Van Damme se alejó un poco y empezó caminar de arriba a abajo por la acera del bar. Sudaba, caminaba, se impacientaba, volvía a caminar. Pasó una hora y siguió esperando. Cada vez que alguien salía del bar, se levantaba y buscaba a Seagal entre la gente. La rabia fue cediendo y el sueño ayudó a calmarlo.

El Patriota, de 1998, marcaría un punto de giro aun más fuerte que la pérdida del contrato con Warner Bros. La primera escena de acción, aparece a los 41 minutos y no involucra a Wesley McLaren, el inmunólogo que interpreta Seagal y que tiene que salvar a USA de un mortal virus de laboratorio. Si, la cinta tiene peleas al más puro estilo Seagal, pero no es una película de acción, más bien se trata un western-hippy-ecológico. Seagal se estaba esforzando por alejarse del cine violento —tal vez lo único que sabe hacer bien— pero la cinta también fue clasificada para mayores de 18. El Patriota fracasó rotundamente y fue la primera de su larga lista de películas que fueron a parar a las tiendas de video sin exhibirse en las salas de cine.

Nasso no estaba de acuerdo con la dirección que Seagal le había dado a su carrera, sin embargo, siguieron trabajando juntos. En la escena final de El Patriota, una inmensa lluvia roja de flores curativas cae sobre un pueblito en los escarpados paisajes de Montana. Basándose en los conocimientos que acumuló sobre plantas curativas en el lejano oriente, Seagal lanzó una bebida energética 100% natural llamada Steven Seagal's Lightning Bolt, la primera bebida energética que contiene bayas tibetanas goji, ginseng, guaraná, té verde, mate y un exótico hongo asiático, que junto a los demás ingredientes proveen, entre otros beneficios, reducción en el colesterol, fortalecimiento del sistema inmunológico, estabilización de la presión sanguínea, prevención de la vejez. Según Justin Wescoat Sanders III, periodista del Portland Mercury, Steven Seagal's Lightning Bolt sabe a “Mierda de caballo cubierta con orina de caballo”. Ese dormitorio permanece siempre un poco desordenado. Es el lugar favorito de la casa que Seagal tiene en Brentwood, un costoso suburbio de Los Ángeles y donde pasa la mayoría del tiempo que está allí; porque en ese cuarto, entre bongoes, mezcladores de sonido, amplificadores, discos y grandes alfombras de arabescos, Seagal tiene su preciada colección de guitarras, avaluada en más de cuatro millones de dólares, y según ciertos conocedores, una de las más importantes del mundo. En ese pequeño museo desarreglado, Seagal, sentado como una flor de loto, enseña varias de sus guitarras. Las que más llaman la atención son una hermosa Fender Stratocaster del 54 color caramelo, una Gibson Les Paul dorada

del 58 y una Jazzmaster del 65 que perteneció a Jimmy Hendrix. —Cuando duermes en ese cuarto sientes que estás rodeado por la música y por la historia de la música. Tenía más guitarras pero cuando me convertí al budismo no quise tener tantas cosas materiales, así que vendí la mayoría. A unos metros de la habitación que está llena de guitarras, en un cuarto mucho más pequeño que permanece cerrado, se encuentra otra colección de Seagal. Ese cuarto está lleno de pistolas Colt M1911, una semiautomática que empezó a fabricarse en 1911, y que usan todos los personajes que interpreta. Después de los anteriores fracasos, Seagal/ Nasso Producciones apostó por una cinta familiar El Príncipe de Central Park, que obtuvo una de las taquillas más bajas de la historia: la ridícula suma de 7.000 dólares. Por un tiempo siguió negándose a hacer películas violentas. Nasso no lo soportó más. —¡Vete a la mierda! —Fue lo último que le dijo a su compadre antes de acabar con su amistad de quince años y con una sociedad de diez. Era el año 2000, Nasso estaba furioso y demandó a su ex socio por 60 millones de dólares; acusándolo de rompimiento de contrato. Seagal se negó a pagar. Joel Silver, uno de los productores más poderosos del mundo, le pidió a Seagal que bajara de peso para protagonizar Herida Abierta, película que fue pionera en mezclar las artes marciales con el estilo chulo del hip-hop. La cinta se estrenó en el 2001 y fue el regreso de Seagal a las salas de cine después de cuatro años. La taquilla alcanzó más de 130 millones en el mundo entero. A pesar del éxito de la película, Seagal no pudo hacer su gran retorno. En el set de Herida Abierta se vieron merodeando algunos miembros de la familia criminal Gambino. —Tienes que doblegarlo. Porque yo conozco a este animal, yo conozco a esta bestia. ¿Me entiendes? A menos que sienta el calor —Le advirtió Nasso al mafioso Sonny Ciccone antes de la reunión. Una noche de enero de 2001, entre los muebles de nogal, los manteles blancos y una luz amarillenta que le daba cierto aire lúgubre al Gage & Tollner, un viejo restaurante en el 372 de la calle Fulton de Brooklyn, Seagal se sentó a la mesa a junto su ex socio, Julius R. Nasso, su hermano Vincent Nasso y Anthony “Sonny” Ciccone, una de las cabezas de las familia criminal Gambino. La espera de los mariscos se hacía interminable. La comida llegó después de un tiempo indeterminado. Ciccone probó su langosta y tomó el salero. —Me gusta un poco salada —Ciccone puso un poco de sal y acercó el salero al plato de Seagal —Arreglemos esto de una vez… Seagal miró un instante los brazos de cobre de las lámparas, como si quisiera ignorar a Ciccone, quien tomó un poco más de su langosta, la saboreó, tomó un poco de vino y gritó a Seagal. —¡Mírame cuando te hablo…! —Todo se congeló, todos dejaron de comer —¡Somos gente orgullosa…! Trabaja con Jules y dividiremos el pastel. (continúa en la página 56)

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narrativa grรกfica

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Por Roberto RodrĂ­guez

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Poesía e imágenes

Fotografías de Adriano Agulló 48


Fernando Noy Antigua farsa Del libro inédito Piedra en flor Locos Que se creen poetas Y fabrican libelos Preocupados Por el brillo en la tapa Van a esas presentaciones A emborracharse gratis coleccionando tarjetas telefónicas para posteriores trampas llamadas invitaciones especiales Buscan críticos cómplices desde ya les envían puntuales postales de navidad tan falsas como ellos Buscando aparecer sonriendo en los periódicos que de inmediato escanean y endosan por e.mail a todos lo que puedan con tan sólo apretar algún botón como otra bomba atómica Locos ansiando galardones o una estatua o un trofeo a toda costa rumbo al mármol impune de la gloria Locos que plagian lo plagiado en reverdecer transgénico y se creen creadores Para colmo son legión Aplaudiéndose entre ellos impunemente admiradores de esos otros dementes que también se pensaron poetas Son la lepra del verbo Poetastros diplomados De matar la poesía en vano intento.

La razón del mudo Del libro inédito Piedra en flor Cada objeto reclama su lugar precioso con la ley de gravedad como mucama Cosas aún más vivas que uno mismo como el control remoto fugitivo Los anteojos oscuros vagabundos

Las agendas suicidas El monedero dispuesto de regalarse al extravío El alicate de plata que se oxida en fervores La daga de bambú para untar pieles ya perdidas Tanta otras miles de cosas alimentándose vorazmente de nosotros sin necesidad de dar ni siquiera un mordisco No sos vos es tu tele Quien te enciende Y así sucesiva muerte. (a Pedro Lemebel)

Peso plomo Del libro La orquesta invisible No necesito nada más que esta lapicera prestada por el mozo ni otro sobre de azúcar para el café bramando en la resaca tampoco el pago de una cerveza octava. Guardo intacto el coraje de hacer un paga Dios como en los setenta por las farmacias de turno cuando la poesía anfetamínica se compraba sin receta. Viajo solo en medio de la huelga entre panzas vacías con razón vociferantes y ningún encontronazo junto al musculoso estibador mientras dura la espera en la protesta augusta que hasta cortó la calle con su semáforo chorreando lágrimas de sangre. Masacre sin piedad para los mustios habitantes de bairestremens.com. Mientras leo en cerebros de los otros viajeros. Ese, de anteojos negros, va a llegar tardísimo a su cita con el andrólogo. El que viaja a su lado sólo piensa en robar la corona de oro de la Virgen del Once pero también el busto de bronce de algún prócer para revenderlo enseguida a peso plomo,

vapuleo. Así nace esta queja sobre mi cuaderno Avon en pleno verano cuando el hospital de poetas parece aniquilado aunque nunca existiera la cura de sus males ni siquiera un cuarto gratis y fresco donde no morir de pie. Ahora, destrabada la marcha con las vitrinas de El Molino destrozadas a huevazos es cuando el maldito patrullero se sube a la vereda y como a la estatua de Santa Claus me alumbran entre dátiles aunque igual nada vieron. Mayor fue el miedo de volverte invisible. A distraerse ahora con tu milonga hacia la autopista Tacos de punta baratos hundidos en la brea hirviendo aún más que el cuerpo del que paga y al finalizar la faena regresar leyendo esos versos abyectos que has escrito. Soy el que cree en la avenida Corrientes acunadora del tango y de Tanguito que se incendia en el río justo cerca de la Casa Rosada ese postre fucsia envenenado en los cachetes. Confundo palomas con empleados de oficina usan la misma gris corbata que les impide el vuelo. Soy quien cantara a Safo además de encerar los dedos de la hidra de Lesbos con ungüentos de acero pero ahora ni consigo colarme en los recitales de Gal, Chavela o La Felipe. Igual como siempre el buen clima regresa tras la huelga a lo lejos cada vez más ajena. A causa de ella me pasé de parada pero sigo escribiendo. Es preferible el asco bien narrado a la culpa de sobrevivir triunfales. Sin tener cómo, dónde, cuándo a quién decirlo.

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Esmir Garcés Para hacer volar un cuervo, primero pienso en el aire. Un pequeño punto en el horizonte, como un grano de trigo o una semilla de cualquier fruto. Un punto es la nada, esa misma fuerza que hace abrir la almendra en la tierra. Y luego, doy paso a la imagen y nace de la cáscara el pájaro. Aletea como señal de vida, escapa de la misma palabra y su cuerpo flota entre el mar invisible. Nada sorprende al ave: grazna porque sabe que en las páginas siguientes habitan otras aves. En la página en blanco, el cuervo tiene su propio mundo y no depende de la mano del poeta. Una estela de palabras hace temblar el aire. Nada detiene su mirada, el vacío tiene su propio vértigo. La gramática va tazando su vuelo. El tiempo es un árbol de sonidos y palabras en el corazón del ave que palpita en la hoja. Todas las noches dibujo una jaula distinta. Línea tras línea, barrote tras barrote. Este ejercicio lo sé de memoria, lo aprendí en la infancia con mis abuelos y lo perfeccioné en la escuela. Lo puedo repetir cuantas veces quiera; me es fácil, poseo la destreza de encerrar los espacios, de asignarle sus colores y sus ambientes. Sólo me ha parecido difícil que los cuervos entren en la jaula.

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Lauren Mendinueta Otro nocturno de ciudad Los parques han cambiado como crisálidas. La telaraña gris flota inalcanzable Mientras la araña se deleita con mil presas. No pierdas de vista el muro Que acarició mi espalda Cuando tú Buscabas entre mis piernas las calles de la ciudad. Recuerda mirar mis pechos Las cabinas telefónicas Son perfectas para el amor. No olvides tener cuidado La ciudad se marcha Podría escapar de tus manos.

Así pasan los años Pasan los años, y aunque la vida me acusa de inmovilidad, también yo he viajado. Como una partícula de polvo he revoloteado por la casa y me he prendido a los libros. Como un insecto he reposado a la orilla de las acequias, o simplemente he sido una mujer que de tarde en tarde ha mirado hacia el mar buscando barcos olvidados por la neblina y que vuelven a la memoria, sin esperanza distinta de la muerte.

A la doble que soy Hay fotografías en las que no me reconozco. Mi yo cobarde al mirarlas me obliga a pensar que existo en una sola y no en la suma de quien soy con esa otra que me suplanta en la imagen. Cuesta creer que la desconocida también soy yo esa mujer suspendida y fea con un rostro que sin ser mío no es ajeno. Entender el mundo bien puede ser eso: aceptar que soy esa a quien desconozco.

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Ruth Castelar

Infamia

Gélido páramo

El corazón me tiembla con una fuerza telúrica como un tornado de agua como un diablo de arena.

Era su pecho el pozo más profundo un hueco de eólico tormento cavado con el pico del hastío gélido páramo de acero. Cueva que habita la más temible fiera carne de dientes lacerante desgarrando el humano sentimiento de la noble ilusión que le adoraba. Un aire glaciar su corazón provee de yerta pulsación en su latido duro granizo que paraliza con su frío. Oscura escarcha y más y más sombría que invierno oscuro del astro más lejano. Helando la pasión que era de fuego. Insensible alud de nieve quejumbrosa que destroza el amor en la avalancha arrasando el paisaje que era hermoso la basta selva del alma enamorada. Filo era de cruel estalactita estaca de témpano en su fuero roca de iceberg su corazón de hielo congelado se yergue ahí en su pecho un duro fruto donde se muerde el frío.

Aguda pesadumbre Acá está la palabra que destroza derramando la aguda pesadumbre ligera, escurriéndose en la abulia como tenue luz entre la sombra. En la espesa maraña de la fibra llanto en las venas doloroso oculta en el brillo de los ojos sorda al sonido del lamento. Hiriente con el filo de la daga escarbando el abismo en lo profundo retorciendo un visceral nudo en las entrañas solicita penetrando por la herida. Como llaga purulenta que no sana flota alegre al corazón de la agonía hambrienta en la boca de la angustia. Inmersa en el verso y en la prosa con uñas de plata me desgarra acá está la palabra que me asfixia acá está la porfía de la tristeza melancólica se oculta silenciosa en la atmósfera sutil de mi alegría.

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Sí del fuego es la ceniza y del agua es la vida, si del viento es la brisa y del mar la blanca espuma Solo del hombre es la codicia único animal que muere de la envidia única bestia que planea la muerte con sevicia cansada de la sangre baja el agua escondida la trayectoria de la bala oscuro el camino de su destino Agrietada la tierra por la herida el monte se estremece ya del lenguaje nefasto de la muerte. Vórtice de un tornado ígneo fuego como un volcán vomito que se haga justicia a pedir me atrevo para todo el que le ha hecho daño a nuestro sufrido pueblo. Aquí el miedo se volvió silencio. Tiene la muerte un jardín de huesos enterrados un abono con ceniza de cadáveres sobre éste jardín la infamia se erige y nadie se pregunta, ¿de quién es la tristeza? Escondida la boca caníbal de la muerte con sangre de los humildes se alimenta... Ayer la vi pasar con estos ojos tan míos vestida de verde y trigo con botas de militar buscando a un fulano de tal eran cientos, eran miles como agua tienen los ríos sentí un terror tan intenso cuándo vi sus ojos de infierno. Ayer, yo, la vi pasar como de los cuchillos el frío. Aun se sigue quemando el incienso para disimular el olor de la infamia pero quedó el humo con un fuerte olor a flores incienso y muerto.


Juan Carlos Céspedes Y enseguida la aurora Y enseguida anochece S. Cuasimodo Qué grande se siente la casa Y el silencio de la mecedora que atormenta los oídos Y ese vacío en la cocina donde los platos callaron sus sabores Qué espesa la voz cosida de los cuartos La ropa colgada que nunca más sabrá de tu cuerpo La desmemoria arrinconada de las zapatillas que te llevaron por nuestras vidas Qué sola se siente la casa.

Bis Ebrio en la penumbra del sillón soy mi padre escribiendo: poesía es sacar piedras del alma Y ya embriagado me quedo dormido con algunas piedras en las manos.

Si me quedo en silencio Si me quedo en silencio puedo escuchar el rumor de sus piernas Cuando viene caminando trae un idioma que me habla de sábanas desgarradas Si se sienta frente a mí y las une muy fuerte me dicen tener un bello secreto que contar A veces las cruza y su voz adquiere una sensualidad deslizante y habla de una tarde de junio en que aprendió la lectura de mis ojos.

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Domingo Bolívar Tus flores negras

La reina ha muerto He visto la mirada amarga, triste, desolada de una Reina venida a menos.

De la tumba he recogido lo amargo de tu legado como un cuervo desalmado.

He escuchado sus añoranzas del pasado que fue bueno y la he visto sonreír fugazmente… está vencida.

Bien profundo llevo adentro el aroma nauseabundo de los pétalos putrefactos de tus viejas flores negras tantas veces manoseadas e igual tantas olvidadas.

Vine a encontrarla en la caída, sus alas se han roto en pleno vuelo y solo espera feliz morir, porque morir es su consuelo.

Soy un pésimo pupilo en cuanto a guardar la forma, pero un buen maldito hijo cuya única herencia ha sido la triste esencia de tu gloria e infortunio.

Aferrada a la vida Aferrada a la vida arrastra su vida por las calles. Harapienta y con los pezones de sus ajados pechos descubiertos mirando tristes el pavimento, se aferra a la vida arrastrando su vida por las calles. Con sus llagas supurantes, con sus pies agrietados y su mirada perdida deambula por las calles aferrada a la vida. ¡Aferrada a la vida! ¡Aferrada a una mierda vida!

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Pobre Reina venida a menos, ya no cree en su propia vida si hace mucho está destrozada; ¡Ya no quiere, no quiere nada aparte de sólo morir! —Mi Reina ha muerto. ¿Estás tranquila, gozas ahora de mejor vida. Estás mi Reina allá en tu Cielo?


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Steven Seagal: el hombre del renacimiento (continuación de la página 45) Ciccone quería que Seagal siguiera haciendo películas rentables, violentas, y le exigía 150.000 dólares para la familia Gambino por cada película que hiciera en el futuro, además de 3 millones para zanjar la disputa con Nasso. Aunque un mesero que atendió la mesa aquella noche dijo que Seagal lucía “igual que en sus películas”, lo cierto es que tenía mucho miedo. Por eso declaró en el juicio que se llevó un par de años después. Su testimonio y el de muchos más, contribuyó para la causa del fiscal. Ciccone y otros mafiosos fueron condenados a veinte años. Nasso aceptó los cargos de intento de extorsión, pagó una multa de 75.000 dólares y estuvo un año en la cárcel. Después de la sentencia, Seagal visitó en la cárcel a Ángelo Prisco, un capo de la familia Genovese, para pedirle protección. La línea que dividía sus películas y su vida se hizo más estrecha. Pero ahora era la muchacha en apuros, no el héroe salvador. En 2004, Seagal sacó su primer disco, Songs from the Crystal Cave, junto a su banda Thunderbox. El álbum, producido y compuesto casi en su totalidad por el mismo, es una mezcla de pop, reggae, blues, sonidos árabes e indios, y contiene canciones tan genéricas como pegajosas, de esas que no se pueden dejar de tararear aunque empalaguen. Como invitado de lujo en el disco estuvo Stevie Wonder, quien lo acompañó con su armónica. Seagalogía: Un estudio de las películas patea-culo de Steven Seagal, es un libro de un crítico de cine que se hace llamar Vern. En el capítulo cinco, dedicado a Alerta Máxima, su película más exitosa, Vern escribe, “Un tipo rudo es más rudo si tiene una labor alterna y sensitiva”, refiriéndose a Casey Ryback, el peligroso cocinero protagonista de la cinta. Las puertas del lugar se abren y la directora lo recibe con una amplia sonrisa. Ninguno de los presentes puede creer que en realidad sea Steven Seagal, el de la televisión, quién esté visitando este pequeño orfanato de Kiev. Seagal es conducido a un pequeño salón que está lleno de niños rubios, corazones de cartón pegados en las paredes y globos multicolores. Los niños más grandes lo miran emocionados, como si compartieran un secreto. Después forman una fila que termina donde el actor está sentado con sus manos llenas de cajas forradas con papeles brillantes. Uno de ellos se sienta en las piernas de Seagal. El niño se llama Andriy, tiene seis años y pregunta que quién es el señor que lo está cargando. Todos se ríen. Los pequeños empiezan a llamarlo Tío Stevie. La tarde se hace mágica para los niños, se hace mágica para los adultos, se hace mágica para todos, incluso para Seagal, que a pesar de la alegría que se siente en el lugar, casi siempre mantiene el mismo rostro inmutable y hosco que lo hizo famoso en el mundo y una especie de mito en europa oriental. Tal vez pone esa cara para mantener el mito. ¡Corten! Grita Rodríguez a través de su megáfono. Torrez, el despiadado narco, se con-

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vierte de nuevo en Steven Seagal, quien con mucha amabilidad ayuda a bajar del capó de un BMW ochentero a Jessica Alba. Es la última escena del día. Seagal se desabotona la chaqueta y camina hacía su tráiler. Los fanáticos que aun merodean por el lugar corren desesperados e intentan conseguir autógrafos y fotos de los actores. Todos ignoran a Seagal. Todos excepto una mujer que camina solitaria con la mirada perdida y que empieza a saltar emocionada cuando lo ve. —Ese es… eeh... ah... ¿cómo es que se llama...? ¡Seagal! —Grita emocionada como si alguien le prestara atención —El de… el de… ay…. ahh… Alerta… Alerta Máxima. Seagal entra a su tráiler. Agradece el gesto de la mujer, pero no le presta atención. Cree que las cosas podrían ir mejor si no fuese por el FBI. —Las falsas acusaciones del FBI alentaron miles de artículos diciendo que yo atemorizo a periodistas y soy socio de la mafia. Este tipo de acusaciones espantan a los directores de los estudios de cine y productores independientes, y acaban con las carreras. Sin embargo Seagal no es bueno para lamentarse de sus errores. Polonia, Rumania, Moldavia, son algunos de los países de Europa Oriental en los que ha estado buscando locaciones y mano de obra barata para seguir produciendo sus películas, las cuales, a medida que pasa el tiempo se hacen imposiblemente peores. Vampiros, zombis y espadas samuráis se mezclan en Contra la Oscuridad, su penúltima cinta, en la que a pesar de ser el protagonista, solo aparece en pantalla unos cuantos minutos. Seagal parece estar cansado. Llega tarde a las grabaciones, reescribe los guiones sin permiso y sobre todo, ha traicionado el estilo de pelea crudo que lo hizo famoso. Entre más sube de peso, más insisten sus personajes en hacer malabarismos y trepar paredes como el Hombre Araña, entre más peleas hay, más dobles jóvenes, flexibles y esbeltos lo suplantan en pantalla, entre más viejo se hace, más imposibles de herir son sus personajes. Del hombre arrogante que escribía, producía y actuaba solo quedan flashes. Sin embargo, como ya sabemos, Seagal no es bueno para quedarse quieto ni para lamentarse. “Steven es grandioso con la guitarra” dijo B.B. King, cuando escuchó Mojo Priest, el álbum de blues que Seagal lanzó en 2008. Hoy Seagal es un hombre de 59 años al que sospechosamente le crece más cabello que cuando era joven, tiene permiso para cargar dos Colt M1911 en su abrigo blindado, ha sido demandado por acoso sexual y espera que Machete, junto su actual proyecto, lo saque de los estantes de las tiendas de video. Steven Seagal: Hombre de Ley, es un reality de la cadena de cable A&E que documenta su vida como sheriff en una localidad de Lousiana, labor que ha venido desarrollando a beneficio de la comunidad hace más de veinte años. Este es el proyecto de su carrera reciente que más expectativa ha despertado y pronto habrá una segunda temporada. El público se está comiendo las uñas, no pueden esperar para ver de nuevo a Seagal enfundado en su uniforme

azul, coloreado por las luces de la sirena, persiguiendo criminales de verdad a más de 100 kilómetros por hora. Esta es la oportunidad que había estado esperando toda su vida, la oportunidad para demostrarnos que su vida es menos aburrida que sus películas. Seagal sabe que una taquilla o una audiencia que avergonzaría a otros actores, sería un éxito para el. Tal vez con A&E y Machete, el renacimiento de Seagal, su retorno, está asegurado. —No. Bueno… nunca me fui, así que no es realmente una película de “regreso”. A esta hora el sol está mucho más bajo que las azoteas de los edificios de Austin y pega de frente en los rostros. En ese momento la cara de Seagal queda totalmente iluminada, y lo único que resta por preguntar es: ¿Quién es Steven Seagal? ¿El ecologista comprometido, el ególatra, el que se disculpó con Van Damme, el cobarde que lo insultó, el hombre humilde que pone rostro hosco mientras hace su labor filantrópica porque cree que eso también es una película, el abusador sexual, el mentiroso patológico, esa especie de hombre del renacimiento que hace todo lo que se propone (aunque no lo haga bien) el megalómano, el sheriff o el hombre que convirtió su vida en carne para chismosos? La respuesta obvia sería decir que Seagal es todo eso, que es varias personas a la vez. O quizás es una persona obvia y todas sus aristas no existen. Tal vez Seagal es más fácil de abarcar si se piensa en él como un montón de datos, anécdotas, números, kilos, o como una serie de fotografías inconexas: una colección de películas VHS en un perdido pueblo de Moldavia o del Caribe, un afiche amarillento de 1992 en una casa hipotecada, 3.160.000 resultados en Google, una persona que no sale un lunes festivo para poder ver una maratón de sus películas; en fin, ese tipo de cosas que la gente atesora porque aman a Seagal. Y lo aman porque es uno de los pocos “actores” del mundo que habla su lenguaje. Tal vez por eso todos lo conocemos, aunque a nadie le gusten sus películas, porque Steven Seagal es una especie de concepto básico universal, tan fácil de entender como el hecho de que el agua moja. ¿Qué piensa él de sí mismo? Antes de guardar la Martin D-45 en un estuche de cuero negro, con toda la insolencia que aún le queda, Seagal deja caer su pesado dedo pulgar sobre las cuerdas y canta Mi Dios, un blues de carretera con un toque funky, de Songs from the Crystal Cave: “Mi Dios es más grande que el tuyo/mi Dios es mejor que el tuyo/bueno, soy musulmán/soy católico, soy hindú, católico, judío/todo lo que temes de mi hace parte de ti”. —He cometido muchos errores. Pero he trabajado duro. No le tengo miedo a la muerte, pero aun más importante, no le tengo miedo a la vida. Esta vez no está mintiendo, a pesar de la frase de cajón, es imposible no creerle. Seagal se acerca a la camioneta blanca que se encarga de su transporte y se sube. Pero antes de que los faros rojos de la camioneta desaparezcan a lo lejos en uno de los carriles de la Congress, dice algo que podría explicar porqué este hombre de tantas facetas y tantos nombres, tiene un solo rostro. —El secreto no es actuar, sino ser.


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Arte poética Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío, como un amo implacable me obliga a trabajar de día, de noche, con dolor, con amor, bajo la lluvia, en la catástrofe, cuando se abren los brazos de la ternura o del alma, cuando la enfermedad hunde las manos. A este oficio me obligan los dolores ajenos, las lágrimas, los pañuelos saludadores, las promesas en medio del otoño o del fuego, los besos del encuentro, los besos del adiós, todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre. Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos, rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte.

Juan Gelman

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