Revista La otra voz año 1, número 2

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La otra voz


Índice

Salmo 140

30 David Anuar González Silencio Luis Leobardo Hernández

Andrés Bustamante

Impaciencia del verano Cristian Celis

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José Luis Cortéz

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Aldo Pablo Fernández

Niños héroes

David José Márquez

Ciudad de perros

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A veces te pienso todo el tiempo 12

Negro brillante

La pelea

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Iván Medina Castro

Huésped

Ars amatoria

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El pueblo

Paola Orozco Narváez

El placer de hacerlo

48 52

Ezequiel Campos

26 Francisco García De Jesús

Desconexión Jorge Enrique Montoya

Aristas

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Ampliación del concepto de lectura: el principio de acción y el encuentro con el Otro como persistencias

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Estéfany Villegas López

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Humanismo que se transforma

Andrés Bustamante Ortiz

El autor artefacto en Garabato, de José Castillo Baeza

Antonio Tec Cauich

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Experiencia de tutoría a distancia de un estudiante de movilidad académica, de la Universidad Autónoma de Guanajuato a la Universidad Autónoma de Yucatán

Iván Fuentes Villegas

Consumo e impacto de los videojuegos en niños de escolaridad primaria

Eunice Ceballos Chalé, Marcos Chi Moo, Carlos Koyoc Argáez, Mariano Sáenz Cabrera

Vértices

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Aristas

Ars Amatoria AndrĂŠs Bustamante


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AndrĂŠs Bustamante Ortiz (1993) Estudiante de la licenciatura en Letras Latinoamericanas en la UAEMex.


C

obijada por una cómplice arboleda una pareja se equipara más a una amorosa estampa en el libro de mitología que a un par de púberes inexpertos en el arte originario. La inteligencia del mundo así lo expone para reflejar la ineludible condición que compartimos, definir la gracia de ese juego al que le debemos la vida. En la edad misteriosa, me alcanzó esa antiquísima epidemia que guarda el pensamiento en un cajón del cielo, que trastoca el lenguaje y que brota como la esperanza en las flores cuando la primavera se cree perdida. Hoy resuelven que en la última estela de la dicha, va pendiente la tristeza. Mas yo encuentro en la sofisticada

evolución, el deleite de tener envueltos los sentidos en un ardor iluminado. Rematé la misantropía y compré un palacio para siempre en cada fin de semana. Juntos mordemos el fruto en el árbol de la ciencia: recuperamos el paraíso. Impacientes nos comemos las palabras del otro y compartimos la desnudez como el vino sobre la mesa. Una frase bonita se amodorra en tu oído, antes de que caigas como la última gota en la ventana de la noche. Como la rosa, cuando mi belleza alcance la senectud en tu mirada, agradecido volveré a la infancia, tierra fértil para ser amada

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Aristas

Impaciencia del verano

Cristian Celis


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Cristian Celis (1993) Actualmente cursa la licenciatura en Antropología Social. Ha publicado en algunas revistas y la mayoría de sus escritos han sido colaboraciones con otros artistas de diversas disciplinas, como ilustradores y actores de teatro. En Deletéreo ha participado en una exposición de banners en el museo a los Hermanos López Rayón en Tlalpujahua, Michoacán (Festival de cine Feratum) en 2013. En 2014 con apoyo del FONCA CONACULTA, publicó un libro homónimo, y dos revistas: #0 y Cicatriz. Ha publicado en revistas de la Universidad Autónoma de Yucatán: Revista Ícaro y Poetas en la Academia, en 2014. deletereo.com.


N

o tengo prisa, esos troncos casi sin vida florecerán en el verano. … Amor, como ese sol subterráneo floreces, como él te vistes de verdes y doradas transparencias. Brotan como las flores tus pechos sobre el agua. Tú no lo sabes pero de lejos han venido las aguas para tocarte, no temas ni tiembles al tocar el fondo y espanta unos cuantos peces con tus pies diminutos pero no a mis manos que alegres buscan tu estremecimiento son peces también que tornan tu cara de colores

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Aristas

A veces te pienso todo el tiempo

JosĂŠ Luis CortĂŠz


13 José Luis Cortéz Campos (1995) Estudiante de la Licenciatura en Letras Latinoamericanas den el Universidad Autónoma del Estado de México. Estudiante y profesor de apoyo en el Colegio Nacional de Edcación Inclusiva (Toluca). Actualmente actor, director independiente y colaborador con el movimiento cultural teatral perteneciente a la Compañía Teatral Cómplices. En 2011 fue representante del Estado de México en el Encuentro Nacional de Arte y Cultura y en 2012 ganador de la presea Xochipilli Macuilxochitl, otorgado al primer lugar en la modalidad de declamación del mismo concurso organizado por la Dirección General de Estudios Tecnológicos Industriales. Oriundo de Metepec, pueblo mágico, y nominado al Premio Estatal de la Juventud en 2014, se desenvuelve en el ámbito cultural desde 2010. Actualmente cuenta con un diplomado en creación literaria avalado por el Estado de México, con un libro en desarrollo.


A

veces te pienso todo el tiempo imaginando tu andar sobre la desnuda alfombra

(juguetona acariciando tu blanca piel blanca nube de piel cordero de algodón pulido »son tus piernas vacilantes alfombra de mis besos mustios y vacíos, cargados con el peso del deseo. »También del amor es la piel la alfombra »También del amor es cobija el alma Y deambulas con estruendoso silencio por mi mente al ritmo lento (lentísimo) del cantar furioso como las gotas de la lluvia -como las lágrimas del cielocomo el trinar de las aladas gotas tibias

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-de salivaque recorren el paisaje de tu cuerpo. »También de besos es alfombra la humedad de tus mares »También de besos es alfombra la marea de tu piel. Sentado en mi propia tumba -calladoen la alegre inopia que me produce el sinsabor de tu ausencia

15 devoro cadáveres oxidados y huesos (polvorientos con sabor al insípido olvido de besos (fantasmas las tumbas no siguen muertas ya, el presente las carcome »Nombre de mujer amada »Nombre de luna hecha dama »Nombre de nombre amoroso »Nombre de suspiro tardío »Nombre de esperanza temprana


»Tu nombre y mi presente muriendo lento muriendo muriendo muriendo lento (despacio amor de sin razón amo rosa A veces te pienso todo el tiempo »También de sueños es alfombra mi amor también de amor también de amor (de amor

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son alfombras mis caricias

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Aristas

Negro Brillante

Aldo Pablo Fernรกndez


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Aldo Pablo Fernández (1992) Nacido en la Ciudad de Puebla, es estudiante de la carrera en Lingüística y literatura hispánica, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Elige principalmente el cuento político, logrando colocar algunos de sus trabajos en revistas literarias estudiantiles como Drama en Gente, de Puebla, o CuestionArte, del Estado de México. Actualmente ha dejado momentáneamente su labor literaria para dedicarse a la música en teatro y la docencia del arte.


L

I

a primera vez que escuché sobre La Bestia no pasaba de los siete años. Mi padre, cuya cara ya no recuerdo, contaba a mi madre la facilidad con la que llegaría a los Estados Unidos a través de ese tren y que una vez allá nos enviaría dinero cada fin de semana; así yo no tendría que trabajar nunca. Mi madre sólo arrojó una lágrima de preocupación al notar su determinación y un mes después lo veríamos salir de la casa para nunca más volver. No volvimos a saber de él. A partir de ese día debí dejar las clases y comenzar a trabajar con mi madre el día entero. Antes, al salir de la escuela, dedicaba toda la tarde a ayudar a mi padre con el cultivo de Cardamomo. Él me platicaba que un día nos haríamos ricos, que en la India el Cardamomo era muy caro y que un día exportaríamos toneladas y toneladas hacia allá. Mi padre era, para mí, un hombre muy sabio y siempre quiso que yo también lo fuera. No había podido ir

a la escuela -todo lo que sabía lo había aprendido mediante la experiencia- y por eso se alegró cuando pudo meterme a clases en la primaria rural; en ningún momento pensó en sacarme para trabajar. Pero nunca nos hicimos ricos con el Cardamomo, por el contrario, comenzamos a vivir cada vez peor. Cuando él se fue y después de esperar dos meses un poco de dinero o mínimo alguna noticia -y no hallarla-, mi madre y yo decidimos abandonar el pesado cultivo anterior y comenzamos con el de brócoli y la col. Todo iba cada vez peor. Crecí viendo el esfuerzo de mi madre y la aparición de sus arrugas. Decidí que no soportaría verla trabajar más así, que tenía que ayudarla más. Cuando le mencioné que me iría a buscar trabajo a los Estados Unidos me rogó con desesperación que no lo hiciera, que aquí podríamos salir adelante. Yo sabía que no. De modo que el recuerdo de La Bestia volvió a mi mente después de trece años en los que ni siquiera se apareció por asomo. Le tenía un miedo incierto: mi padre se había ido así, pero no encontraba una mejor posibilidad para llegar hasta Estados Unidos. Preparé mi morral y me marché.

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II

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Conocí a Mónica hace unos días. Tiene dieciocho años y escapó de su casa con el mismo ideal que yo: llegar a Estados Unidos. Su cabello es largo y descuidado, no es alta pero tampoco demasiado pequeña y es atezada hasta el alma, pero, sobre todo, tiene los ojos más maravillosos que he visto: un par de grandes y penetrantes ojos negros y brillantes que, desde el momento que los vi y para siempre, se me quedarían en la mente. Cuando nos encontramos no dudamos que el otro tenía las mismas aspiraciones fronterizas, así que no nos hemos separado. Apenas ayer llegamos a Chiapas, ya en México. Ésa, según me platica Mónica, ha sido la parte fácil. Ella sabe más de este camino porque su padre sí completó su viaje; en cartas, le ha hablado sobre el recorrido. Está fascinada con la vida que él tiene ahora y me cuenta de todo. Es increíble, yo sólo pensé en el dinero, nunca en una vida distinta, como ella. “Ahora tenemos que buscar las vías” dice de pronto y la pura idea me revuelve el estómago. Pasamos la noche buscando la vía en cuestión hasta que no podemos más y nos quedamos dormidos en la banqueta de algún poblado. En la

madrugada nos despierta el sonido de la gente. Hay más personas con morral buscando la vía: hombres, mujeres, niñas y niños, no hay distinción de edad, ni de sexo para el sueño americano. Los seguimos. -El tren me asusta- me dice, mirándome con sus ojos negros, ahora profundamente tristes. -El tren se llevó a mi padre- respondo -Nunca volví a saber de él. Me mira por primera vez asustada. Nos quedamos callados. Ahora me duele el estómago del terror. Pronto aparece la vía. Está vieja y oxidada, y huele a aceite derramado y sueños rotos. Un hombre de bigote tupido, manco y de rostro descuidado nos dice a todos los que estamos ahí que el tren no tarda en pasar, que cuando lo veamos tenemos que saltar con mucho cuidado y rogar a Dios que podamos agarrarnos de cualquier cosa. Vomito al instante. Mónica sólo cierra los ojos un momento. Comienza a arrepentirse; yo quiero volver a mi casa.

III

Ahora lo digo: no pude reponerme pronto de lo que vi el día en que sal-


tamos a La Bestia. El tren llegó antes de que pudiera interpretar lo que tenía que hacer y, en ese instante, todos se acercaron a la vía. No había notado, hasta ese momento, cuántos éramos los que intentaríamos subir. El dichoso tren era más grande, mucho más grande de lo que pensé y no venía lento. Creí que se me pasaría, que no tendría que arriesgarme, que lo dejaría ir y que podría volver a casa. Sentí un instante de pesar, pero sobre todo, de alivio. Sin embargo, con un grito Mónica me regresaba a la vida para darme cuenta de que era el momento de saltar. Ella lo hizo apenas un segundo antes que yo y pudimos apoyarnos en el enlace de dos vagones. Un poco más adelante una persona más trató de saltar a ese punto, pero chocó conmigo y cayó directo a la vía. Mónica comenzó a llorar desconsolada. Yo volví a vomitar. No hablamos en todo el día. Estábamos parados, pegados al vagón, deteniéndonos de los fierros salidos y comenzábamos a cansarnos. Pero yo no notaba ese cansancio, por más que intentaba pensar en otra cosa no podía eliminar la imagen que acababa de ver. En la noche, Mónica se dio cuenta

de que la gente que sí había logrado subir, que eran muchos menos que los que lo intentaron, prefería estar en el techo del tren. Lo imitamos. Una vez arriba pudimos acostarnos, aunque debimos turnarnos para dormir para vigilar que el otro no resbalara. A la mañana siguiente nos llegó la noticia de que cinco personas, que no tenían a una Mónica que les cuidara el sueño, habían caído. Ese viaje se convertía poco a poco en una terrible pesadilla.

IV

Su piel. Gotas de lluvia rozándola, resbalando a través de su piel. A través de la piel que roza mi piel y la empapa. Y la noche que es partícipe y que mira, siempre callada, siempre aprendiendo. Y sus ojos; la profundidad, la desaparición de sus ojos en un parpadeo eterno. Y su boca, apenas abierta, lo suficientemente abierta. Y te amo. Y noche.

V

Me gusta demasiado. El amor tiene la misteriosa y siempre contraproducente capacidad de despistar a las mentes más avispadas e ingresar hasta en los corazones más severos.

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No vine aquí para enamorarme, está claro para mí, pero sus ojos, al hablarme, me parecen la cosa más bella que me ha pasado en la vida. Un rayo fugaz anuncia una severa tormenta. El trueno, verdaderamente más estremecedor en el techo de un tren, provoca en Mónica un susto casi infantil. La abrazo para tranquilizarla pero pronto caemos en la cuenta de lo peligroso que es lo que estamos haciendo; la lluvia hace resbalar a otra persona. Nos tendemos en el techo agarrados de los pequeños bordes de los ductos de ventilación.

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Qué Dios nos ampare. No hay peor destino. Sin importar la lluvia, vemos a lo lejos el movimiento provocado por el terror. Un grupo armado está asaltando el tren. El grupo, que afortunadamente para nosotros atacó sólo a los primeros vagones, se llevó a muchas personas con ellos; los llevaron a la fuerza. A otros los mataron sin piedad ahí mismo. Quizá mi padre haya sido de esas personas que bajan. -¿Qué pasa con ellos, Moni? ¿Qué les harán? – pregunto ingenuamente. -Lo quieres saber por tu padre, ¿verdad? Algún día lo sabrás.

De pronto, descubro miedo en esos ojos negros que miran algo detrás mío. Al voltear, siento un brevísimo estado de tranquilidad por descubrir un evidente uniforme de policía y luego otro y otro, pero pronto yo también siento el miedo. Es otro asalto. Ahora nos toca.

VI Estábamos demasiado cerca de nuestro destino cuando ocurrieron los asaltos. Lo sabíamos porque poco antes la gente comenzaba a alegrarse por haberlo logrado. Nosotros también estábamos alegres y yo comenzaba a imaginar una vida en Estados Unidos junto a Mónica y sus ojos negros. Pero el sueño terminó repentinamente cuando vinieron los hombres con uniforme. Nos bajaron agresivamente del tren. No nos bajaron a todos: escogieron a algunas personas y las bajaron; ahí íbamos Mónica y yo. Agresivamente nos tiraron al borde de la vía y nos despojaron de todo lo que llevábamos. Agresivamente desnudaron a las mujeres y, enfrente de todos los demás, perpetraron la actividad más repulsiva que ha inventado el estúpido humano. Yo traté de defender a Mónica pero luego de recibir una enorme cantidad de golpes, perdí el conocimiento.


Cuando reaccioné, ya no estaban los hombres con uniforme, tampoco estaban los otros hombres y sólo quedaban pocas mujeres, tendidas sobre el suelo. Vi entre ellas a Mónica y llegué hasta ella. Sus ojos ya no brillaban y ya no decía una sola palabra, ni lo haría hasta el final de sus días; estaba seria, pasmada y deplorablemente triste. Ya no era Mónica, como ninguna otra de las mujeres ya no era la misma. No había más personas y se hacía de noche. Nunca me había sentido más impotente; quería ayudar a todas las mujeres pero me era imposible. No dormí tratando de calmar a una por una, eran las más débiles, las que no habían resistido; las más fuertes ya se habían levantado e ido en busca del tren y las que no se desmayaron habían sido secuestradas por esos asquerosos hombres con uniforme. A lo lejos, unas horas más tarde, otro tren silbaba y algunas mujeres se acomodaron junto a la vía para abordarlo. No creí que Mónica y yo nos moviéramos en unos tres días, como mínimo, pero para mi sorpresa ella se levantó y caminó también hacia la vía. Me tomó de la mano y me hizo una caricia, pero luego la

soltó. El tren se acercaba y casi era el momento de saltar, pero en el último instante, ella se paró de frente a la gran Bestia y se entregó a la eternidad.

VII De modo que ése fue el sueño americano del que tanto habló mi padre. Ésa, la vida a la que Mónica asistía con tanto anhelo. Al final, pude ver a lo lejos el país tan añorado y en ese instante supe que yo también, como todos, había llegado al mismo carajo

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Aristas

Niños héroes Francisco García de Jesús


27 Francisco García de Jesús (1987) Nací en Coyuca de Benítez, Guerrero. Para mí escribir es renacer. Soy Licenciado en Economía y estudiante Lengua y Literaturas Hispánicas, ambas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente radico en el Distrito Federal y he publicado poemas y cuentos en revistas electrónicas (Ladren perros y Mono de la Universidad Iberoamericana) e impresas (Ágora de El Colegio de México, Trinchera. Política y Cultura y Revista minificción) que circulan en Chilpancingo de los Bravo, Gro, Cuernavaca, Morelos y en el Distrito Federal. Ya lo he dicho: mi movimiento literario favorito es el llamado realismo sucio. Sólo tengo dos palabras que zumban en mi corazón: sueña y vive.


¿

Que nosotros somos el futuro de Guerrero? ¡Ja ja ja! ¿Futu…? ¡Ja ja ja! Aquí jamás habrá futuro. En esta tierra sureña sólo hay hambre y muerte y buena hierba; nuestro pan de cada día. Dame un jale, vale. ¡Uf!, qué chingón. Ten, vale, pásala a los otros. Eso, así, jalen lento y profundo. ¿Mi edad? Ando en los quince, y mis vales también. Carne fresca y jugosa, mi jefe. Le aseguro que aprenderemos rápido a usar las armas. Preparen, apunten y fuego. Todos caerán como patitos de feria. Qué chingones se ven sus cuernos de chivo, pinche ruido que se avientan. Pum-pumpum-pum… Viene, vale, dame otro jale, ya me estoy inspirando. Usted no se preocupe por nuestros padres, ellos

no dicen nada. Hierba mala nunca muere, dice mi viejo. Pobre, él todavía cree en los Reyes Magos, en Dios. Pero ese Dios es blanco y barbón; nosotros somos prietos, lampiños, chaparros, apestamos a mierda de burro y a meados. Por eso nos patean el culo. ¿Estudiar? Quién quiere estudiar, mi jefe. Por acá la escuela es pérdida de tiempo. El gobierno sólo te ofrece mierda envuelta en papel de oro, te da huevos llenos de confeti, pa’ que celebres lo vacío que es tu vida. Te prohíbe tener buena comida y robarla es pecado y delito. Te llevan a la cárcel por ser un muerto de hambre y nosotros queremos lana, de ésa que cae en un dos por tres, pa’ vivir de poca madre. Verá: la vida es tan corta y miserable como la palabra fin. Usted no se alarme por los aguacates y los polis: con dinero baila el perro. ¿Descuartizar? Deber ser como si destazaras

un puerco. Cortas aquí y allá, no hay bronca. Antes se respetaba ese lema de “indio no mata a indio”. Pero ya son otros tiempos. Indio que mata a otro indio, tiene cien años de perdón, por ésta. ¿Ustedes qué dicen, vales? A güevo, así quería oírlos. Son unos cabrones. ¿Ya le jalaron a la hierba? No la desperdicien, pura calidad, ¡huelan! Mi jefe: usted nos devuelve la fe o la esperanza; a la chingada la Revolución, Lucio Cabañas y Genaro Vásquez Rojas. Puras pendejadas con esas manifestaciones, no resuelven nada. Mire cómo se matan entre sí. Por eso queremos estar en el negocio verde, en el llevar y traer. Entonces, ¿estamos listos?

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Aristas

sALMO 140

David Anuar Gonzรกlez


31 David Anuar González Vázquez (1989) Licenciado en Literatura Latinoamericana por la UADY. Estudiante de la Maestría en Español en la ENSY. Profesor de licenciatura en la UADY y de preparatoria en Universidad Tec Milenio. Becario del PECDA en 2012 con Cuaderno Cancún y en 2015 con Los escribanos de la selva. Ganador del Concurso de Cuento Corto Juan de la Cabada (2011). Ha publicado en diversas revistas académicas y culturales. Autor de la plaquette de poesía Erogramas (Catarsis Literaria-El Drenaje, 2011), del libro Cuatro Ensayos sobre Poesía Hispanoamericana (2014, CONACULTA -Ayuntamiento de Mérida - Libros en Red) y del libro de poemas Bitácora del tiempo que transcurre (en prensa).


(Al lector principal. Salmo escrito por David durante la invasión al poniente de la ciudad).

G

uárdame, Señor, del chikungunya y de todos sus hermanos pirosádicos. No nos dejes caer en las fiebres rabiosas ni en los huesos cascados de ceniza. Líbrame, Señor, de los brotes de mosquitos y de lenguas mentirosas como áspides que propalan murmuraciones salutíferas en los mítines e informes que celebran a nuestras espaldas clamorosos y zumbantes.

32

Venga, Señor, fumigaciones dilatadas. Rompe las crípticas cifras en los libros y recorta las barbas de los señores con corbata pues Tú dijiste que el hombre deslenguado no permanecerá firme en esta tierra que pisamos. Aleja de mí, Señor, la daga y los enjambres a corta-coágulos sedientos en mi colonia, porque Tú tomarás nuestra causa entre tus manos y borrarás todo recuerdo de zumbidos de la tierra. Y libertarás, Señor, a estos reinos tuyos que sucumben bajo la sombra inútil de una ciudad barbada de corbatas blancas

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Aristas

Silencio Luis Leobardo Hernรกndez


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Luis Leobardo Hernández (1989) Alumno de la Licenciatura en Letras Latinoamericanas en la Universidad Autónoma del Estado de México. Fue fundador y director de la revista Dislexia, publicación actualmente extinta. Colabora en el área de corrección de estilo en el Boletín “Aleación, Integrando ideas” de la Red de Divulgadores de la UAEM. Ha participado como ponente en diferentes congresos y en talleres de creación literaria en diferentes espacios académicos.


E

sa palabra cerca mi costado, cierra la herida. No sé cuál sea, me inunda la sencillez de su voz,

desliza el vuelo entre mis huesos, crece hasta mi boca. Se me olvida. Trato de inventarla, de moldear su forma arcaica en otra cosa. Se alimenta de mi memoria, sueña con ser dicha y abrazar algo y llenarlo de vida. La palabra no se muestra, esconde el rostro en ruinas, pocas veces asoma su silueta entre nombres inmemorables que guardo en silencio y se quiebran acuáticos. Yo miro de reojo en el espejo, intento descifrar una clave del fantasma que lo habita. Nada. Ni una palabra. Y de pronto, imperceptible, ocurre. Crece la palabra entre nuestros labios, se entraña. Como corazón enfermo la envuelve una carne dolorida, la estrujan nuestros labios marchitos y nos duele su nacimiento. Vamos abriendo a cuentagotas los oídos. Qué palabra es... No la conocemos.

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Ahora la susurras. No la escucho

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Aristas

La pelea David José Márquez Bolaños


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David José Márquez Bolaños (1983) Estudiante de Licenciatura en Literatura en la Universidad del Valle. Le escribo cartas al mundo desde el ojo de un huracán. Publico en varios blogs de mi autoría, entre ellos: “Cantos Naturales”, “Hojas al vacío” y “Poemas del éxodo” en la red social Tumblr. He participado en el grupo de Teatro Kabuki de Armenia y en la Universidad del Valle en el grupo Humo teatro.


C

ada traquetazo desintegra la victoria, el rutilar de los neones, la voz del locutor, las risas de las hienas y el sudor de todas esas bestias generan un vapor insoportable. El embate de Rinoceronte lo arroja contra las cuerdas, rebota y cada impacto del cuerno le astilla los huesos. Siente incinerarse pero no grita, sobre todo sufre por el tobillo izquierdo que amenaza derrumbe. Los ojos inundados por la sal del sudor y un poco de la sangre que se escapa a pesar de las suturas, nublan las imágenes. Se mantiene en pie gracias al recuerdo de las incansables noches en la adolescencia de chutes de heroína, cocaína con licor revueltos, de inhalar pegante y gasolina hasta quedar en las venas y las arterias y luego cortárselas porque no quería vivir y quedar vivo. Piensa que si pudo resistir esa época, esta pelea no será mayor reto. Logra esquivar un gancho, salir del rincón y conectar un derechazo certero que derriba al contrincante. El árbitro cuenta, él busca desespera-

do entre los espectadores el rostro de ella pero sólo halla miradas iracundas, la de su padre ansioso como cuando le rasgó la camisa del colegio a los cinco años porque no quería acompañarlo a los suburbios por una dosis, creyó ver la cara de su exnovia también rasgándole la camisa, a los treinta un años, porque la ceniza de sus baretos la había sacado de quicio junto con la silla que nunca arreglo. El miedo acrecentado de su infancia se hizo evidente en ese momento, cuando Rinoceronte chocó los guantes en acotación de continuar la pelea. Él mantuvo la guardia y la mirada alerta repitiendo sin cesar: “Siempre queda una reserva de energía… La fuerza proviene de la adversidad…. Siempre queda una reserva de energía… La fuerza proviene de la adversidad….” el público confiado en la desproporción de los boxeadores, reniega de la tenacidad del desconocido y se aferran a su boleto de apuestas, lo arrugan en suplica como pidiendo el milagro de un santo católico. Desde la otra esquina Rinoceronte ve un hombre alto, achicharrado por el sol, de contextura atlética y sereno pero endeble cual espantapájaros por la

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golpiza. Defraudado de sí mismo, pues era una masacre fácil de ejecutar, impaciente, lo acribilla de nuevo como una ametralladora sin penetrar la coraza maltrecha. Suena la campana, Rinoceronte bombardea con más fuerza, las costillas crujen, él aprieta los dientes, gritos de júbilo y de angustia, el árbitro intenta separarlos e inesperado sale otro derechazo con la fuerza del odio de los niños que crecen en los semáforos, y Rinoceronte no lo siente, de repente el contrataque de la bestia, y el flash de una foto, y los dientes volando con el cuerpo que se suspende en el aire un segundo para caer igual que un fusilado. El entrenador lo socorre de inmediato, se da cuenta que aún parpadea y lo levanta con enorme esfuerzo. Él, en la butaca, recuerda la sonrisa de su madre, un paraíso roto de montañas de platos sucios y ella lavando sin parar en un restaurante donde sufrían de gastritis porque a los trabajadores les daban tarde la comida. El entrenador lo cachetea, le arroja agua, le abre los ojos. Le habla, él no escucha, luego entiende que le está sugiriendo tirar la toalla porque igual iban a perder, pero él ya había renunciado al mun-

do y aun así, sus ojos como agujeros negros devoraban la tristeza del auditorio. Se levanta, las rodillas le tiemblan y el entrenador lo empuja a la mitad del rin. Embotado bajo la estampida de meteoros, truenos de luz salen de su mirada, electrochoques en el psiquiátrico, se funde, escupe un chorro de luz por la boca, ciego de iluminación, ni los paramédicos, ni la camisa de fuerza o la risa de la enfermera. Tampoco el cuartucho solitario sin internet, ni energía, ni agua, ni comida, importan

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Aristas

Ciudad de perros

Ivรกn Medina Castro


43 Iván Medina Castro (1974) Fungió como Asistente Editorial de la Revista Examen. Es licenciado en Relaciones Internacionales y ha tomado cursos literarios en la escuela de Escritores de SOGEM y Centro de Lectura Condesa, y un diplomado en Crítica y Creación Literaria en la Casa de las Humanidades de la UNAM. Ha sido convocado en diversos eventos: en 2008 por el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Tulane, en 2012 por el Departamento de Literatura de la Universidad de Caldas y en 2013 por The Department of World Languages and Cultures de la Universidad Northeastern de Illinois. Ha publicado tres libros: Saqueador de Tumbas, Espíritus de paz y En cualquier lugar fuera de este mundo.


En este país tan jodido, la gente se corrompe, se jode, enloquece.

L

a densa bruma dominaba la costera, y el bochorno del ambiente hacía sudar de manera copiosa a los habitantes de la ciudad. Amodorrado, dormitaba placenteramente en el regazo de Judith, disfrutando de las caricias en mi cabello y de la ligera corriente marina que golpeaba mi rostro. De repente, escuchamos a un grupo de tipos que iniciaban una conversación. Se nos hizo extraño coincidir con esas personas en aquel solitario malecón a esas horas de la noche, no prestamos importancia a aquel incidente y proseguimos con lo nuestro sin evitar escuchar su charla. -¿Carajo, qué pasa con el Nica que aún no llega? -preguntó an-

Jaime Bayly

gustiado el Serrano después de escupir las hojas de coca que mascaba. -De repente llega, no te inquietes hermanito. Intervino Huamán -el chibolo ése es un diestro en todos estos menesteres clandestinos. -Ya, pues. La brisa ocasionalmente refrescaba los cuerpos de cuatro hombres que impacientes esperaban sentados sobre el borde del murallón, y del susurro emitido por el arrastre de las piedras de la ribera que entre ellas chocaban tras la oscilación de las olas, era lo único que se escuchaba por momentos. -¡Chino!, enciende un cigarrillo, ya no aguanto esta espera -ordenó el Serrano sin apartar su vista de la avenida Norte.

-Únicamente tengo Incas -¿quieres? -Vamos, dale lumbre pues. -¡Miren!, allá viene el Nica con el cholo Abel -pronunció agitado Huamán. -¡Jijuna!, ¿por qué demoraron tanto en llegar? -imprecó con encono el Serrano. Calma hermanito, todo salió de maravilla. -Respondió el Nica. –Los núcleos militantes del distrito de Barrios Altos se encargaron de distribuir la propaganda; los cuadros de aniquilamiento de la Araucana están listos para detonar los explosivos una vez emitida la orden, y las células del Agustino darán un susto a los pitucos de San Isidro y de Miraflores esta madrugada. Unos milicos hacían su

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rondín por el circuito de playas en Barranco, y al notar la congregación de los individuos, decidieron aproximarse a ellos y cruzaron la vía con la luz de sus linternas cortando la oscuridad.

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-Silencio, por allí vienen esos cachacos de porquería -alertó el cholo Abel con un claro titubeo en sus palabras. -Tranquilos nomás, dijo el Serrano emitiendo una imperturbable bocanada. Cuatro uniformados, con cara aindiada y fisonomía tosca, pronto hicieron presencia enarbolando sus amenazantes armas. Uno de ellos, quien tenía el rostro maltratado por la viruela y ostentaba tres estrellas en la solapa, dio las buenas noches y solicitó a los individuos que mostraran sus documentos de identidad. Los soldados se dispersaron y fueron a realizar su labor. En el ambiente emanaba un

tufo agrio proveniente de las axilas de esos militares.

la cara del Nica. -Tú sí sabes fumar loco.

-Regálame un pucho –pidió uno de los uniformados emitiendo un fuerte olor a pisco. El Nica, tras escuchar la petición, permaneció callado con la mirada de desconcierto observando al cholo Abel. El oficial, después de sentir la demora, tambaleándose expresó: “Ya pues, no te hagas el muy bacán”.

El Nica de nuevo arrojó una flema, pero esta vez lo hizo con seguridad de uno y otro lado. Huamán se mantenía con las manos en las bolsas del pantalón. – Uno de los oficiales, al verlo, se aproximó muy cerca de él y le gritó con enojo: “Sólo los bandidos tienen esas malas costumbres de hurgarse todo el tiempo los bolsillos. Saca las manos cholo y muéstrame tu DNI”. Huamán obedeció y agachó la mirada.

Abel, pronto notó la expresión de confusión de su compañero, y respondió sin demora. -Un cigarro, carajo. El Nica, ya enterado de la demanda, escupió a un lado nerviosamente y ofreció al militar un cigarrillo de tabaco negro, sin filtro y papel arroz. -¡Incas!, sonrió el milico mostrando su dentadura manchado por el exceso de nicotina. Lo encendió, dio una larga calada disfrutando del sabor y soltó el humo en

Tras terminar los soldados de hacer su trabajo, dieron la media vuelta y se dirigieron por donde habían venido desapareciendo en la niebla. Se metieron a su furgoneta y partieron de prisa haciendo sonar su sirena. -Sinchis de mierda, murmuró el Chino haciéndose el ofendido. -Por un momento creí que nos pedirían una


coima para no llevarnos a la zona militar. -Ya pocos quedan que no lo hacen, dijo el Serrano observando al Chino con una mirada serena. Uno de ellos, quien parecía ostentar el liderazgo y que desde su aparición permaneció silencioso, intervino. -Es hora camaradas, la mecha de la guerra popular ha dado inicio. Andando. Aquellas personas seguían con su conversación, devorándole horas a la noche, cuando giré a ver a Judith, quien permanecía con la mirada extraviada en algún lugar del mar. Me animé a rescatarla de su marasmo agitando mi mano frente a sus ojos y ella volvió en sí con un sobresalto. Me preparaba a hablar y pronto con su mano derecha me tapó la boca y se llevó el dedo índice a los labios demandando silencio. Acercó su cabeza a mi oído, y en voz baja, casi imperceptible profirió: “Aún no se

han ido los senderistas”. Ante mis ojos atónitos, finalizó diciendo: “después te explico”. Ella volvió a concentrarse y yo permanecí callado durante todo el tiempo en que los senderistas concluían su reunión. Durante la conversación traté de prestar atención a los diálogos pero no entendía en verdad nada de lo que allí se estaba hablando. Segura de que ya no había nadie sobre la escollera, Judith se incorporó rápidamente, me tomó con fuerza del brazo y dijo: “Choche, vamos pronto al carro, y por ningún motivo voltees”. La fuerza del viento parecía apurar nuestro recorrido hacia el auto. Ya sobre de él, antes de dar inicio a la marcha, una intensa movilización de elementos policiales hacían chirriar las torretas, entretanto, los convoyes del ejército con sus potentes faros antiniebla alumbraban todo a su paso. Tartamudeé an-

tes de poder preguntar sobre lo que allí estaba sucediendo. Judith, finalmente prendió el vehículo y en el trayecto colocó su mano en mi pierna para iniciar con su explicación pero no hubo tiempo. En las calles todo era confusión; autos y peatones parecían andar sin rumbo. Igual que nosotros, no sabían por donde transitar, había arterias cerradas, repletas de policías y retenes marciales. Estuvimos un gran rato allí, varados hasta que el sol empezaba a despuntar. Prendí la radio para encontrar información y en todas las estaciones se escuchaba la voz de la misma locutora quien de manera mecánica y repetitiva informaba: “Un grupo de terroristas, autodenominado Ejército Revolucionario Popular, dinamitó varias torres de alta tensión saboteando las instalaciones del Estado. Además, con este hecho, anuncian oficialmente el

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comienzo de la lucha armada”. Judith, se puso aún más nerviosa por lo que escuchó. Conducía con dificultad y no dejaba de acariciarse el mentón. Decidí apagar la radio, al hacerlo, de un momento a otro la neblina se fue pero ahora estaba nublado dando paso a una tupida llovizna.

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Finalmente llegamos al barrio de Judith y a un kilómetro aproximadamente de su hogar, pudimos presenciar con sorpresa algunos perros que colgaban de los postes del alumbrado público. Judith frenó en seco. Levantó el rostro y miró absorta el vaivén de los perros con una contemplación pesada. Quedó estática, con la mirada perdida y la boca abierta. Yo permanecí mudo. No sabía qué decir. Pronto la estridencia de un claxon nos regresó al mundo, nos orillamos a la acera, y nuevamente, pero

ahora de pie, observamos sobrecogidos los canes raquíticos balanceándose con la lengua purpurina de fuera. Nos metimos en el coche y Judith aceleró tan de prisa que rechinaron las llantas y el viento silbó por las ventanas. Me atreví a dar un vistazo por el retrovisor y pude distinguir a un doberman con los ojos blancos y entreabiertos que de la lengua colgaba una pancarta anunciando: ¡VIVA EL MARXISMO-LENINISMO PENSAMIENTO MAO-TSETUNG! Llegamos a la casa de Judith empapados por la garúa. Ya en el interior, sentimos una agradable sensación de respiro. No hablamos demasiado, estábamos absortos. Nos fuimos a acostar. Lo que allí ocurría, atormentó tanto mis sueños que no dormí, creo que nadie durmió. Sonaban y resonaban las sirenas con un soni-

do monótono y agudo hasta volverse insoportable. Para el medio día, el padre de Judith me llevó hasta al aeropuerto para regresar a mi país. Estando en la sala de espera, repentinamente hubo un apagón y en cuestión de algunos minutos se restituyó la luz, los televisores del aeropuerto se reiniciaron y posteriormente en las pantallas se transmitía un mensaje del Presidente de la República: “Queridos conciudadanos, esta mañana, algunos actos de lesa humanidad han conmocionado a la nación entera. Se han perpetrado los primeros estallidos de carros-bomba, uno en el Palacio de Gobierno, y otro a pocos minutos de diferencia en el Palacio de Justicia, por tal motivo, dada la gravedad de los acontecimientos, el gobierno al que yo dignamente presido, declara el estado de emergencia”

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Huésped

El pueblo Paola Orozco Narváez


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Paola Orozco Narváez (1999) Estudiante de preparatoria en la Universidad TecMilenio campus Mérida. Participo en la puesta en escena de “Mamma mia” en el Centro Cultural Dante (2015). Tiene un blog en internet (dreamsreader.blogspot.com) desde 2014.


A

ún resuenan en mi mente sus carcajadas y cada vez que cierro los ojos, el mismo sudor frío recorre mi espalda, me tiemblan las piernas. Recuerdo el temblor de sus labios al reír, el olor de sudor en nuestra ropa, la sensación de mi piel ardiendo bajo los rayos directos del sol de aquella tarde. En aquel entonces, me encontré con un pequeño pueblo del que nadie sabía nada. Todos los días pasaba por ahí. Mi camión daba la vuelta en una curva oculta a un costado de la carretera y, tras varios kilómetros, se llegaba a Ixté. Jamás había oído hablar de él. Nadie nunca había oído hablar de él. Era, como ya dije, un pueblo realmente pequeño, formado por unas cuantas cuadras, una iglesia y un tendejón. Nunca le había prestado atención, pues sólo tardábamos unos minutos en pasarlo. Ese día, sin embargo, el camión ya iba haciendo ruidos varios metros atrás, y cuando estábamos a la mitad de Ixté, se detuvo: se quedó sin gasolina y se quemó el motor. “Caminemos”, dijimos todos. “Son sólo unas cuadras y tomamos otro autobús”. El camionero ofreció sa-

carnos de ahí rápidamente, pero después de media hora de caminar entre el calor del día, y las gotas de sudor, parecía que no nos habíamos movido. En el camino observé coloridas prendas regadas por la acera, zapatos, mochilas; en una calle cerrada, todo a lo largo, una decena de autos destartalados, sin llantas. En las ventanas de las casas, se percibían, entre la oscuridad del interior, fugaces miradas cargadas de curiosidad y temor, otras tantas de desprecio y angustia. Caminaban junto a nosotros una jauría de pequeños perros escuálidos, esperando, supongo yo, a alguien que desfalleciera para alimentarse un poco. No puede ser tan grande, pensé. ¿Por qué no hemos salido aún de aquí? Los pueblerinos nos veían extraño, como si fuéramos un desfile de locos en medio de la calle, y nosotros les devolvíamos la mirada hasta que un chico se acercó. “¿Qué hacen?”, preguntó. Todos se le quedaron mirando. “Intentamos salir, ¿No es obvio? Nuestro camión se quedó parado pero ocupamos llegar a nuestras casas y trabajos, sólo que este pueblo parece ser más grande de lo que creíamos”. El niño miró a la señora que contestó, deslizando una sonrisa por su rostro, mientras que las demás personas que se habían ido acercando

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a escuchar la historia rompieron en carcajadas. Todos quedamos atónitos ante semejante espectáculo, con la sensación del corazón sudando mientras sus latidos retumban por tu espalda, decenas de personas riendo como si les acabáramos de contar el chiste del año, señores llorando de la risa, y niños ahogándose con ella. “¿Qué les pasa?”, preguntó un hombre al cabo de unos minutos, “¿qué les ocasiona tanta gracia?”. Comenzaron a reír más fuerte. “Lo siento, lo siento, es sólo que.... ah...” dijo el niño limpiándose las lágrimas y sosteniendo su estómago. “Bueno, sucede que nadie sale de aquí”, la gente se miró entre murmullos, extrañada, “al menos no a pie”, concluyó. Por mis manos escurría un sudor frio, y de pronto mi vista, ya medio nublada, me sumió en una oscuridad aturdidora

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Aristas

El placer de hacerlo

Ezequiel Campos


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Ezequiel Campos (1994) Estudiante de la Licenciatura en Letras en la Universidad Autónoma de Zacatecas. Es poeta y crítico literario, corrector y colaborador en la revista E-bocARTE y ha publicado cuento, ensayo, poesía y reseñas de libros en las revistas Abrapalabra, Barca de Palabras (donde funge como corrector y parte del Consejo Editorial), Cuestionarte Magazine, Letras Raras, La Soldadera, Crítica del Diario NTR, como en las antologías Todos juntos hacia un mismo sinfín (IZC) y Fabulaciones (IZC).


A R. J. N.

I

ba ser mi primera vez, ¿lo tenía planeado? No lo sé, era una jovencita de dieciséis años, qué podía saber, pero me dejé llevar por el amor, por el gusto a los besos en el cuello, por la exquisita sensación de saber qué se siente que alguien te penetre con amor, con deseo, el poder sentir un orgasmo, como las demás personas lo sentían. Mis amigas me habían contado que para ellas su primera vez fue dolorosa, nada romántico, que ellos acababan de hacerlo y se salían a fumar, a hablar con sus amigos porque lo habían logrado; cuando me contaban, lloraban, porque no querían que hubiera pasado así, tantos meses de esperar la ocasión o de por fin decidirse a hacerlo

y nada que fue como lo quisieron. Yo también me asusté, cómo le haría para escoger a la persona indicada, y que aparte de ser la indicada no me defraudara; una mujer se respeta, se protege, no se juega con ella. Lo pensaba, la piel se me erizaba, aunque me excitaba al pensarlo, el sentir piel con piel, unas manos que me tocaran e hicieran volar mis pensamientos, que cuando cerrara los ojos el mundo no existiera y estuviera en otra dimensión. Así lo quería, pero tenía miedo. En el campamento tuvimos que salir a encontrar dulces como unos niños, mis amigas se perdían entre los árboles para besarse, yo encontraba dulces, les había prometido a mis hermanitos que les guardaría los más deliciosos, porque lloraron al saber que me iría algunos días y no podría cuidarlos como a ellos tanto les gustaba. Después asamos bombones

y salchichas, así como en todo campamento lo hacen, cantamos, reímos. Él me abrazaba, me dijo que con la luz de la luna me veía hermosa, que no había en el mundo nadie como yo. Cuando todos empezaban a irse a las casas de campaña me quedé un rato viendo la fogata, él se había ido a dormir, estaba cansado de tanto buscar y nada encontrar. Pensaba en los relatos de mis amigas, del dolor, de las caricias, de la decepción con sus novios, de la penetración, de hacer el amor. Por un momento sentí temor, mi madre se pondría furiosa si supiera que reflexiono sobre eso, que esperaba el momento para poder sentir lo que ella y todas las mujeres sintieron en su primera vez. Al segundo día me topé con su cuerpo, disculpa, me dijo, me tomó de la mano y caminamos por el sendero que va de los árboles al

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arroyo. Nos mojamos las manos y me dijo que me veía encantadora ahora a la luz del sol, me dio un beso en la frente y luego uno en la boca, sentí que mis huesos se quedaban inmóviles, le pedí otro y otro, así lo hizo, pero ya no sentí eso de los huesos, sino que por primera vez descubrí las mariposas en el estómago y más, sentí algo correr por mi piel que me hizo sentir fuera de mí; tenía miedo, pero me gustaba. En la noche sucedió lo mismo, encontrar los dulces, prender una fogata, comer bombones, salchichas quemadas, ir a dormir. En vez de quedarme como lo hice la noche anterior, le dije que me esperara en su casa de campaña, que quería hablar con él. Fui, no dije palabra, sólo me aventé hacia él y dejé que sus caricias hablaran, que me hiciera volar e ir a otra dimensión, como siempre lo quise; empezó a desnudarme, sentí

frío y calor. En mi mente estaban los recuerdos de ellas, diciéndome no lo hagas así, ni de esta manera, sólo te harán sentir mal cuando todo acabe. Quise quitarme eso, pero en mi mente ahí seguían. Cuando me quitó el sostén y sentí mis pezones erectos, duros, vi la imagen de mis amigas en la cama, cuando sus novios las dejaron desnudas mientras ellos cantaban victoria, o disfrutaban de unos cigarros después del acto de hacer el amor. ¿Eso será hacer el amor? Estaba ya sin bragas, esas que mi madre me compró cuando supo que yo crecía, que me convertía en una mujer. Me tocaba y era verdad que crecía, ya no era esa niña de antes, que jugaba a las muñecas y le temía dar el primer beso. Él tocaba mi sexo y me daban cosquillas, esas cosquillas que se sienten bien, que hacía que algo ahí dentro se pusiera duro como mis pezones o como su

pene. Tenía miedo. Seguían los relatos de ellas en mi cabeza, me impedían disfrutar, no quería que esto fuera como les sucedió. Pronto sentí un fuerte dolor en mi sexo, vi sangre, y su pene dentro de mí se movía lentamente, unas lágrimas salieron de mis ojos, pero no del dolor, sino de perder la niñez y ahora ser una mayor. El acto hizo que gritara un poco, que me moviera a su ritmo para ser los dos los causantes de ese placer, de esa sensación que hacía tiempo soñaba, pensaba. Esto se siente, repetía en mi mente y disipaba los pensamientos que tenía al escuchar esos relatos. Nada me importaba, sólo quería ser parte de él, que fuéramos uno mismo en este mundo, que me hiciera tener alas y subir al Olimpo, donde los dioses se sentían de igual manera. Grité, respiraba rápidamente, el aire se me iba. Lo había hecho, era mi primera vez.


Después de algunos minutos y terminar vino el terror, saldría él a cantar de alegría porque me había hecho mujer, o me dejaría por estar satisfecho de hacerlo, de venirse dentro de mí, de ahogarme en mi sudor. Nos acostamos, esperaba ese momento, por qué no lo hacía. Lo único que escuché de su boca fue: te amo, no te dejaré sola aquí, estaremos solos toda la noche, cubriéndote del frío con mi cuerpo

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Aristas

Desconexiรณn Jorge Enrique Montoya


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Jorge Enrique Montoya (1990) El texto que presenta en este número pertenece a un libro de cuentos inédito aun: http://blubuc.blogspot.com/ https://www.tumblr.com/ blog/gatoazuldeojosnegros


L

o peor de todo es no tener conexión a internet. Puedo soportar despertarme a las siete y media, puedo soportar desayunar una sopa instantánea y un Red Bull. Puedo soportar ser el engranaje más insignificante de un mecanismo estatal que se traga a sus empleados como en esa pintura de Goya. Pero cada vez que veo a mi celular sin una barra de conexión, me siento Tom Hanks acariciando la redondez de Wilson. Alguien que vive su vida al margen de la vida. Llevo un mes de independiente. No es que yo haya querido que esto sea así. Son mis viejos. Ellos dijeron: no vamos a soportar que a tu edad mantengas tus vicios y al mismo tiempo comas de lo nuestro. Mi orgullo (el orgullo de mis vicios) se resintió y yo terminé en este cuartucho. La cosa es que conseguí chamba en el Instituto Nacional Penitenciario. Ellos hacen un inventario de todo lo que tienen en las cárceles y yo meto esos datos en un sistema. En palabras eso puede sonar bonito. Hasta elegante. En la vida que yo vivo eso significa once horas en una oficina aún más pequeña que la habitación que alquilo.

Mi rutina es así: llego a la oficina del registro del INPE. La oficina está en el cuarto piso de un edificio modernista en decadencia. Donde yo trabajo no hay aire acondicionado, pero hay un ventilador de mesa que gira a una velocidad extremadamente lenta para el verano. Yo cierro mi corazón y trato de solo teclear números mientras cada poro de mi piel me grita y me trata de convencer que este es el peor lugar donde yo podría encontrar la razón de mi existencia. Yo suspiro y les contesto: ahora estoy solo. Ahora tengo que comprarme el aire. Ellos me preguntan si es aquí donde imaginaba que estaría a mi edad, pero yo enarbolo la bandera de mi mal ganada independencia y resisto. Resisto a duras penas hasta la hora del refrigerio. Nadie puede saber cuántas veces he pensado no volver al trabajo después del almuerzo. No es por el trabajo en sí. Al menos en parte. A mi edad y debido a mi anterior modo de vida, estaba acostumbrado a pasar mucho tiempo drogado o ligeramente muy ebrio. Y pasar de tener el lifestyle de Julian Casablancas a ser un perro del estado es algo que solo quisiera que vivan dos o tres tipos que detesto a profundidad. Intuyo que esto es el síndrome de abstinencia que jamás pensé que tendría que soportar. Siento una necesidad de estar distorsionado. Drogarse o beber es como ponerse un

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par de anteojos que no tienen la medida que uno lleva y que lo intensifican todo. Aguanté al inicio jalando rayitas de xanax molidas. Las pepas se acabaron y la estrechez de mi sueldo (este es mi gran problema. Mi sueldo a duras penas puede pagar mi habitación, mis pasajes y mi comida [novecientos soles al mes menos trescientos de alquiler, menos ciento treinta de pasaje, menos cuatrocientos de comida son setenta soles mensuales para beberme una cerveza y nada más]), inversamente proporcional a mis horas de trabajo y a mi hastío por ellas (hastío de las horas. ¿Se imagina alguien embruteciéndose rutinariamente mientras repite las mismas acciones, sin pasión alguna por ellas? ¿Se imagina resignarse uno a ese hecho mientras se repite a sí mismo que la vida trata así a cualquiera? ¿Se ve uno construir una vida alrededor de esa aceptación y ese hecho? Claro que no [a menos que se peque de esa sensatez mayoritaria {¿Qué quiere este vago, vivir mantenido? Carajo, ni siquiera tiene la valentía de decir su edad. Y encima adicto. Uno tiene que ser útil, aunque sea para uno mismo. El dinero es una mierda, eso todos lo saben. ¿Pero qué queda?} que es el fondo fatalidad ante los hechos {respuesta del chico: sí, el dinero es una mierda y es más mierda que sea tan necesario, pero yo no me resigno a tener que ser el pongo con corbata

de algún ejecutivo de mierda o meterme por la garganta de un monstruo burocrático/lleno de pasillos y escaleras y habitaciones llenas de fotocopiadoras y estantes con archivos y libros contables y una espantosa bocina anunciando cuantos minutos quedan de horario laboral – las bocinas se refieren al horario como la “hora loca” –/y dedicarle más de la mitad de vida a ese monstruo y no a vivir. Yo ya sé que cuando disfrutas lo que haces, el trabajo no es tal. ¿Pero qué pasa cuando un hombre disfruta hacer nada? Ningún gusto puede asimilarse al trabajo. Cuando un hombre solo quiere estar por ahí, leyendo1, absorto en la contemplación de un grafiti, paseando sin dirección mientras deja la estela de su cigarrillo. Qué pasa cuando no se quiere hacer nada. Ni si quiera se quiere hacer arte2. Porque el arte puede justificar todo el ganduleo y la pérdida de tiempo de un hombre/ revelando así que en el fondo, en la procrastinación no hubo ni el asomo, sino que hubo una búsqueda secreta, 1Porque puedo ser un vago y un adicto, pero bruto no soy (podría hacer todo un índice temático que abarcase a Henry Darger, a Lempica, a la fabricación de katanas, a la domótica, a Alan Turing, a la historia de los virus informáticos, al Zampano de Danielewski [podría incluso establecer una muy poco notada relación entre Henry Darger y el Zampano de Danielewski] pero no lo hago porque sería un ejercicio vanidosamente inútil de demostración.) 2 Cojo esta palabra con pinzas. “Arte” se ha visto muy desmejorado en estos tiempos (Sábato decía [más o menos] que las grandes palabras pasaban con todo en mayúsculas, luego pasaban a mayúscula inicial, luego a minúsculas y de ahí a comillas, nada más triste para una “gran palabra”.)


íntima y lenta, que a todos les pareció tiempo botado/¿Qué pasa cuando el hombre no dedica su vida a ninguna meta que no sea el simple y difícil hecho de vivir ?}] y entonces ese tiempo haciendo las mismas cosas vacías se tensa, se estira hasta el punto en que a uno lo llena por completo. Pero ese tiempo esta vacío de contenido y significado, esa sensación de estar lleno de nada, hastío) me hace prescindir de casi todo. Así que ahora resulta que me arranco el cabello de los nervios. Ahora resulta que fumo cigarrillos con una necesidad de cocainómano. No puedo soportar teclear filtros de información tipo: Elija la prisión a inventariar: a) Prisión de mujeres de Ausangate b) Prisión de Máxima seguridad de la Base Naval c) Prisión de reos primarios de San Juan de Lurigancho d) Prisión de reos por narcotráfico Elija el número de pabellón de la prisión o si es necesario el salón institucional a) Pabellón 1 (Seleccione sub-pabellón 1-A, 1-B, 1-C) b) Pabellón 2 (Seleccione sub-pabellón 2-A, 2-B, 2-C) c) Pabellón 3 (Seleccione sub-pabellón 3-A, 3-B, 3-C) d) Salón institucional [A1] Salón de terapia psicológica

[A2] Salón de terapia social [A3] Salón de gimnasio [A4] Salón de la Iglesia Católica [A5] Salón de Testigos de Jehová [A6] Salón de trabajos manuales [A7] Salón de control de pabellones [A8] Salón de armería [A9] Salón de control eléctrico ¿Los bienes de [A3] presentan etiquetas de inventarios anteriores? S/N ¿Reemplazar datos? S/N Ingrese el código de registro 00456b20015 Bien : Armario de metal Marca : Sin marca Modelo : Sin modelo Color : Gris Dimensiones : 1.20x0.80x1.80 Estado: [B1] Dado a baja [B2] Bueno sin uso [B3] Bueno en uso [B4] Regular sin uso [B5] Regular en uso [B6] Mal sin uso [B7] Mal en uso ¿Guardar datos? S/N Escribir todo eso queriendo no sentir cómo el cuerpo me grita pidiéndome un hit o un cigarrillo, cualquier cosa que edulcore el silencio que solo es cortado por el ventilador que gira y el sonido de mis dedos tecleando. Siete de la noche. Salida. Los primeros días tenía energía para

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buscar wifi libre por las calles, un poco avergonzado de vagabundear en camisa y corbata. Ahora solo llego a mi cuarto a intentar cocinar algo digerible y salir a un cibercafé (volví al año dos mil). He llegado a analizar mi actual estado de conexión a la red y para matar el tiempo estoy anotando ideas: Pensamientos personales respecto a conectarse a internet o usar internet con un móvil o un computador por Lucas

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Cosas que todos sabemos. El celular gana por versatilidad. Es móvil. Solo con eso ya gana. Ahora, si tienes que hacer un archivo medianamente complejo un celu te queda chico. Punto para el ordenador. El móvil satisface el uso mayoritario que se le da al internet. El ganduleo. Comparando, la pantalla de un celu es nerviosamente pequeña. Se siente uno más cómodo navegando en una ¿Aló, Manu? / Habla huevón ¿cómo estás? / Ahí soportando, viejo / ¿Qué haces? / Estaba contándole unas cosas a alguien / Oye ¿es cierto que te botaron de tu casa? / Puta, másomenos / Ya ves,

pantallota de monitor que en un espacio de unas cuantas pulgadas. Con un celular puedes compartir instantáneamente cualquier aspecto de tu tiempo real. Las computadoras incitan a explayarse, a profundizar en la navegación. El móvil es buceo rasante. Escribo estas ideas a duras penas. La verdad es que el síndrome de abstinencia abarca también a lo virtual. Nadie puede saber cuántas veces en el trabajo o en el bus o en mi cuarto la sensación de estar perdiéndome de esa interactuación, ese vivir la vida en lo virtual, me desespera tanto como las ganas de fumar un troncho o jalar una rayita más. Y ya no recuerdo cómo pasaba el tiempo antes de comenzar a navegar en internet. En fin. Todo se está volviendo muy insoportable. La sola idea de que esto tenga que seguir indefinidamente me jode hasta la desesperación. Tengo que… por drogo te botaron, carajo / Jajajaja no jodas, mierda / ¿Dónde estás durmiendo ahora? / Alquilé un cuarto por el centro / Oe brother, justo estoy buscando un com-

pañero de cuarto / ¿Que sí? / Sí brother, están alquilando un mini depa y estoy juntando gente para compartir gastos / Ahhhh / y ya pues, el Chino ya se apuntó / ¿en serio, el Chino? / Si, huevón. Habla ¿te sumas? Mira que entre los tres a ser perdición / Jajajajajajajajaja ya pues, ¿cómo hacemos?/ Vente, brother, al depa / ¿Que ya lo alquilaron? / Hace rato / Puta, recién avisan / Tú pues, que te pierdes. No llamas / Ya, ya entonces bajo ¿cuándo? / En la noche si quieres. O ahorita, depende de ti / Ya en la noche pues / Ya, anota, la dirección es..

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Vértices

Ampliación del concepto de lectura: el principio de acción y el encuentro con el Otro como persistencias

Estéfany Villegas López


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Estéfany Villegas López (1994) Estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la licenciatura de Lengua y Literaturas Hispánicas. Becaria en la misma universidad del proyecto PAPIME Escritura autobiográfica en México en el siglo XIX y XX.


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l iniciar la escritura de este ensayo1 vino a mí el recuerdo de una de las primeras lecturas que realicé a los siete años, un libro de literatura infantil llamado Alas de luz (1996)2. Mis padres, pensando que me obsequiaban una fuente de enriquecimiento personal y un estímulo para mi imaginación y pensamiento crítico -concepciones que aprendieron a atribuirle a la lectura durante su formación como pedagogos en los años ochenta-, pusieron en mis manos un cuento para niños. En éste, se narraba la historia de cómo un aguilucho que vive en una granja aprende a convertirse en águila y volar libre hasta las alturas, sorteando y aprendiendo de los obstáculos que su vida en el corral le presentaba. El recuerdo de esta lectura no sólo ha permanecido vivo desde entonces, sino que ha germinado en mí, durante un pe-

riodo de trece años. Esa “hazaña íntima”3 que tuve, mientras comprendía lo que leía, ha florecido de diversas maneras y acaso las más significativas de ellas me condujeron a estudiar letras y, además, a escribir las siguientes ideas acerca de la lectura.

1Esta ponencia fue presentada en el Primer Congreso Lectores y Lecturas para otro Mundo Posible, el 10 de febrero de 2015 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Puede consultarse, para mayor información, el sitio web <http:// paraotromundoposiblecongreso.weebly.com/>.

Para comenzar, no está de más traer al texto uno de los significados normalizados de lectura, por lo que esta ocasión recurro al Diccionario de la Real Academia Española para recordar que ahí, fuera de todo contexto, lectura tiene como primera acepción “acción de leer”. A mí, «lectura» me ha parecido uno de esos términos inconmensurables que semánticamente pueden remitir, al conferir sonoridad a lo escrito, a la preservación de la memoria, a la interpretación, a la atenuación de la línea que separa una ficción de una realidad, a la construcción de espacios propios, a la voluntad de traspasar los límites de la experiencia posible, a la esperanza de averiguar algo que pareciera oculto. En esta ocasión, partiré del significado abstracto que me brinda el diccionario e intentaré mostrar las conexiones que encuentro entre éste y otras experiencias es-

2 Alfonso Lara Castillo. (1996). Alas de luz. Distrito Federal, Edivisión.

3 Frase expresada por Eduardo Huchín Sosa sobre el proceso de lectura.

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pecíficas que, en mi opinión, también habitan a dicho concepto.

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La lectura, en tanto resultado de un hacer, conserva como constante el desprendimiento del inactivismo, es decir, un “principio de acción”4. Intuyo que esta esencial característica forma parte de los motivos por los cuales se le ha asignado al arte, algunas veces, una función terapéutica, pues estimula nuevos equilibrios en el medio interno del lector. En el prólogo a una antología de textos elaborados por personas con discapacidad física y adultos mayores, la escritora Zulema Moret dice que la lectura “brinda la posibilidad de crear otros mundos, plantearse otras soluciones, otras alternativas frente al conflicto, que es parte consustancial de un buen cuento, pero también ingrediente en el tránsito por la vida”5. En este sentido, parece que la lectura es un hacer que reconstruye los caminos de una curiosidad previa del lector y que esta actividad lo lleva a trascender el espacio del libro hasta tocar con uno nuevo, el del desarrollo humano. 4Nombre tomado de la psicología. Fierro, Alfredo. (1993). Para una ciencia del sujeto: Investigación de la persona(lidad), pp. 238-241. Barcelona, Anthropos. 5 Zulema Moret. (2013). “Tapices de palabras o el valor transformador de la palabra creadora” en Ruedas a volar. Antología del taller literario de la Escuela de Artes y Oficios para personas con Discapacidad y del Adulto Mayor. Chihuahua, Instituto Chihuahuense de la Cultura, p.6.

Puedo pensar que la lectura no es sólo una actividad mental-individual sino también una actividad social. Como ejemplo práctico de esto cabe señalar algunos proyectos como el programa nacional “Salas de lectura” donde interviene y participa la sociedad civil, o los talleres literarios organizados en escuelas y espacios culturales con sede en distintas ciudades de nuestro país, por mencionar sólo algunas de las iniciativas. En estos espacios, las experiencias literarias compartidas y el saber construido colectivamente contribuyen a repensar las oportunidades de vida de sus participantes, pero no sólo las de ellos, sino también las de quienes conviven cotidianamente con los lectores y que son parte de su contexto. “Leer [dice Freire en su “Primera carta”] es comprometerse con una experiencia creativa alrededor de la comprensión”6 . En determinados contextos sociales, leer implica también un hacer, un traer a existencia, porque leer se ha nutrido de diversos sentidos o connotaciones, como ‘reconocer’, ‘observar’, ‘estudiar’ y ‘prepararse’. Por tanto, la lectura también presenta a los lectores nuevos de6 Freire, Paulo. (2007). “Primera carta: Enseñar-aprender. Lectura del mundo-lectura de la palabra” en Cartas a quien pretende enseñar. México, Siglo XXI, p. 31.


safíos personales y la continua comunicación con los otros. Hasta el momento, he hablado de “la lectura” como si tal frase se extendiera sobre todos los libros y los escritos, aunque particularmente sólo he referido el título del libro que leí en mi infancia. Ahora, me gustaría apuntar hacia un tipo particular de lectura que además de mostrar la relación sugerida entre lectura y el encuentro con el otro, es esencial, en mi opinión, para pensar otro mundo posible. Asimismo, antes de continuar, declaro que las anotaciones que desarrolló Paulo Freire acerca del enseñar y del aprender, y su íntima relación con la lectura, son parte medular de mis reflexiones. A los siete años, pocos eran los libros que realmente yo había leído y comprendido. Antes de leer Alas de luz mi entretenimiento principal habían sido las historias que llegaba a escuchar en las habitaciones de mi casa o en la convivencia con mi hermano y primos mayores. Siendo la única hija mujer y además la menor, mi niñez estuvo siempre bajo el cuidado amoroso, pero exigente, de personas que preferían tenerme dentro de casa, por lo que difícilmente llegué a hacer

exploraciones que traspasaran el zaguán blanco de nuestro patio. La lectura que cotidianamente hacía entonces era sobre las historias que los demás narraban. “¿Por qué a los otros les ocurren cosas tan interesantes?” pensaba y comencé a leer mi propio mundo para buscar respuestas y contraargumentos a mi pregunta. La lectura del mundo es aquella que “antecede a la lectura de la palabra y que persiguiendo igualmente la comprensión del objeto se hace en el dominio de lo cotidiano”7. En mi caso, la lectura de la palabra me ayudó también a hacer una lectura más nítida de mi experiencia de vida, así como a considerar seriamente la posibilidad de que existiesen otras maneras de vivir en el mundo. A su vez, el libro me conmovió porque en mi mundo había leído un conflicto similar al que tenía el personaje principal: no poder salir de un lugar. He querido enfatizar esta reflexión personal no sólo porque comparto la idea de que la lectura del mundo es imprescindible para la lectura crítica de la palabra (y viceversa), sino también porque depende de la lectura íntima del mundo culminar ese “prin7 Idem.

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cipio de acción”, mencionado anteriormente. La lectura se presenta como un proceso complejo porque pone ante los ojos del sujeto lector la posibilidad de apropiarse de otros mundos o bien, lo motiva a esforzarse en la construcción de uno nuevo, dado que antes ha reconocido las necesidades del propio, a partir de su relación con los otros. En mi opinión, las dinámicas en las que se insertan los procesos de lectura (tanto lectura del mundo como lectura de la palabra) suelen influir en la voluntad de proyectar esos otros mundos no sólo en beneficio personal sino en un despliegue común de las posibilidades y las oportunidades. De ahí la importancia de ver a la lectura también como una actividad social, de gestionar y de difundir los espacios en donde se lee y a partir de ello se crea algo que se disfruta colectivamente puesto que, como dijo Michèle Petit, “el deseo de leer surge a través de intersubjetividades gratificantes, y compartir es algo inherente a la lectura, como a todas las actividades de sublimación”8. Las lecturas que hacemos y que después compartimos o conversa8 Michèle Petit. (2009). “Otras sociabilidades” en El arte de la lectura en tiempos de crisis. Barcelona, Océano, p. 140.

mos, bien sea en casa, en un salón de clase, en la biblioteca, en clubes literarios e incluso en manifestaciones políticas (como se hizo recientemente en la Facultad de Filosofía y Letras, durante las jornadas de protesta a favor de la búsqueda de los 43 desaparecidos en Ayotzinapa) hacen visible la existencia de una capacidad de diálogo, así como la confianza en que ese otro que escribió, a partir de su lectura previa del mundo, tiene algo valioso que decirnos, que merece ser escuchado y que por lo tanto nos mueve a darle lectura. Además, las dinámicas compartidas de la lectura ponen en escena la voluntad de reforzar solidaridades, así como de ocasionar experiencias transformadoras a partir de la experiencia estética. Finalmente, ese “principio de acción” presente de diversas maneras en la lectura invita a la actualización de los sentidos comprendidos, a tomar conciencia de que vivimos en realidades compartidas y a la creación de otro mundo posible

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Bibliografía Fierro, Alfredo. (1993). Para una ciencia del sujeto: Investigación de la persona(lidad). Barcelona: Anthropos.


Freire, Paulo. (2007). Cartas a quien pretende enseñar. México: Siglo XXI. Moret, Zulema. (2013). Ruedas a volar. Antología del taller literario de la Escuela de Artes y Oficios para personas con Discapacidad y del Adulto Mayor. Chihuahua: Instituto Chihuahuense de la Cultura. Petit, Michèle. (2009). El arte de la lectura en tiempos de crisis. Barcelona: Océano. Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española (22.a ed.), 2001. [Versión en línea] <http://www. rae.es/>.

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Humanismo que se transforma AndrĂŠs Bustamante Ortiz


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AndrĂŠs Bustamante Ortiz (1993) Estudiante de la licenciatura en Letras Latinoamericanas en la UAEMex.


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as humanidades son tan amplias como la variedad de rostros que hay en el mundo o como los años que se encierran en las bibliotecas; son las disciplinas que se encargan del ser humano, de sus problemas hondamente individuales. A través de la lectura, la cátedra o la conversación, son la forma de dar vida en nosotros a los pensamientos más eminentes de la humanidad (cfr. León– Portilla 2006). El presente trabajo hará una recapitulación de la relevancia humanista en Occidente, particularmente en México, para después presentar parte del panorama actual. En la segunda década del siglo XXI, las humanidades se encuentran fosilizadas en el campo de los estudios universitarios y segregadas de las decisiones gubernamentales y sociales; por estos motivos, pretendo puntualizar errores significativos de estas disciplinas, así como las posibles acciones que deben emplearse en favor del desarrollo académico y personal. Sus orígenes se remontan a la conquista del mundo helénico por Alejandro Magno, hazaña cuyo legado fue la riqueza cultural y el potencial

esplendor del hombre. La palabra griega de la cual procede, philantropía, quiere decir: autodesarrollo máximo de cuerpo, mente y espíritu. Más tarde se tradujo al latín como humanitas, “amor a la humanidad”. Cicerón englobaba dentro de las “artes libres” a aquellas que le permitían al hombre desarrollar un mejor comportamiento, acompañado de un pensamiento más claro. Por esta razón el orador tenía en aquella época un valor superior al del simple pensador, ya que ponía al alcance del auditorio el provecho de sus reflexiones. Con la edificación de la Edad Media, casi todo Oriente y parte de Occidente se volvieron teocéntricos. De esta manera se entendió la vida durante aproximadamente mil años, hasta que los señores feudales aceptaron las ideas aristotélico-tomistas y, con el auge del feudalismo en el siglo XIII, tuvieron mayor participación en la legislación del gobierno; así revivió el mundo grecolatino que ayudó a regresar la mirada a los hombres (cfr. Esquivel 2004). Los primeros humanistas en México no fueron indígenas (aunque ya se podría hablar de este carácter desde la época prehispánica). Nombres como Bartolomé de las Casas o Alonso de Veracruz merecen su mención

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en esta lista, pues fueron algunos de los que se encargaron de reconocer el lado humano de los indígenas y defender sus derechos. Más tarde, Sigüenza y Góngora introdujo las ciencias modernas y la filosofía escolástica a la educación del momento. El sincretismo entre filosofía, ciencia y religión, se jugó con maestría sobre un tablero bicolor, autóctono e hispánico, en el que la mejor jugadora fue Sor Juana Inés de la Cruz.

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Durante el siglo XVIII, el humanismo novohispano se concentró en la filosofía, la tecnología y la ciencia, entregando todo su trabajo a la revaloración de la cultura mexicana frente al centralismo europeo. Al mismo tiempo, los jesuitas buscaban impulsar un humanismo criollo que demandaba recuperar el gobierno y valor de los pueblos indígenas. Desde el primer proyecto constitucional de Morelos, pasando por los movimientos insurgentes que buscaban abolir la esclavitud, repartir las tierras, poner fin a los monopolios, entre otros, se demostró una postura humanista de principios y acciones. Desafortunadamente, después de la Independencia de México se abandonaron muchos de estos movimientos porque se buscaba construir una nación de poder estatal. Sumado a esto, la influencia de los Estados Unidos acabó con el nacionalismo

criollo, los gobernantes no estaban interesados en conocer qué y cómo gobernar, y se adoptó un positivismo peleado con el humanismo. Desde entonces, la educación pasó por largos periodos de oscuridad y otros de breve esplendor, como lo podemos ver en el siglo XX y sentir en el XXI (cfr. Ruiz 2010). ¿Qué sucede con las humanidades actualmente en nuestro país? A grandes rasgos, puedo decir que se enfrentan a la inmediatez a la que nuestro tiempo nos ha acostumbrado, la incapacidad de bajar la velocidad para pensar con detenimiento. No hay cambios provechosos en las humanidades, seguimos endiosando autores que ya no son vigentes o que no nos sirven para nada, además de continuar trabajando con teorías obsoletas. Hace falta una estructuración seria y contundente de los planes de estudios. Hay que atacar los problemas de nuestro tiempo; no hemos logrado combatir a la sociedad del consumo desmedido, no hemos dejado de desear lo que no necesitamos. La ciencia nos parece un terreno ajeno, cuando debe ser nuestro pie derecho y nosotros su izquierdo. Si seguimos ensalzando las modas literarias jamás entenderemos lo netamente humano. Lo más urgente es que los alumnos despierten; en las aulas sólo encontramos tranquilidad vegetativa, pero ningún ser humano.


“Que no sabemos lo que pasa, es lo que nos pasa” dijo Ortega y Gasset. Las humanidades se han convertido en parte de la sociedad robotizada, son el campo yermo de cultivo intelectual. Si a la sociedad que depende de la tecnología, que busca lo inmediato y lo útil no le interesan, ¿por qué a nosotros tampoco? Todos los días sudamos el afán de ser la mediocridad que nos hemos impuesto. Nos hemos segregado y hemos creído con tal intensidad que estas disciplinas son una pérdida de tiempo, que en eso se convirtieron. Los humanistas eficientes están íntimamente ligados con las humanidades de calidad. “La buena salud política –afirma Tocqueville– depende del estado moral e intelectual de un pueblo. Sin humanidades los planteamientos éticos se convertirán en enfoques puramente pragmáticos o funcionalistas” (Llano 2007). ¿Qué pasaría si durante una epidemia todos los médicos estuvieran dormidos? Correríamos a despertarlos, por supuesto. Ante los recientes conflictos sociales no podemos argumentar que los médicos del hombre no trabajarán porque están convalecientes. Necesitamos que los humanistas asuman su responsabilidad y que las universidades valoren la importancia de estas áreas de estudio y trabajo: sin humanidades las universidades

son simples tecnológicos (cfr. Ezquivel 2004). Desde la primaria hasta la universidad, la educación se encuentra seriamente afectada; así que hay que invertir lo mejor de nuestras ciencias para su crecimiento. Sin importar el nivel, las escuelas deben formar individuos reflexivos, productivos, con suficiente autoestima, que posean los medios propicios para ejercitar su imaginación e independencia de criterios; capaces de ambicionar una riqueza no sólo monetaria, sino cultural. La educación debe incidir en la vida cotidiana del alumno, alcanzar su sensibilidad y el resto de las esferas en las que también se desarrolla. Los buenos alumnos serán los padres responsables del futuro, los profesores que recordamos con gusto al dejar el aula. Porque antes de ser médicos, abogados o arquitectos, todos somos humanos (cfr. López 2009). La educación es una balanza que busca el equilibrio entre alumnos y maestros. El profesor debe tener en cuenta que los alumnos son diferentes a él y entre sí, debe ser el ejemplo e impulsarlos a tomar su rol social. Necesita estar actualizado en relación con su materia y con las necesidades de sus alumnos. Mientras que el alumno debe estar dispuesto a aprender dentro y fuera de clase, poner en práctica sus conocimientos,

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abandonar la letal indiferencia y exigir sus responsabilidades.

los clichés y demás actos que no nos favorecen.

A fin de conseguir esta educación y sus beneficios, es indispensable comenzar por una autocrítica dispuesta a corregirse. Instituciones, profesores y alumnos deben cuestionar la calidad de sus decisiones y métodos, de sus acciones y actitudes. Es una prioridad entender que las humanidades no transformarán nada hasta que no se transformen a sí mismas.

Es nuestra responsabilidad mantenernos abiertos a los avances científicos más importantes, renovar nuestra visión del mundo y enriquecernos entre disciplinas. Resultaría fructífero que a lo largo de cualquier carrera universitaria se incluyeran materias sobre el desarrollo de la humanidad, la lectura de algunas obras maestras de la literatura, entendimiento básico de filosofía y un idioma para entender otra cultura. Estas clases tendrían que ser impartidas por profesores capaces de demostrar el provecho que este conocimiento otorga a la vida de los alumnos.

Si “hay una profesión universal, que es la de ser hombre”, como declaró Guyau, todo ser humano está llamado a la perfección, a dar más de sí, no sólo lo necesario; principalmente los que tenemos a nuestro alcance la cumbre del pensamiento de cada época y cultura. Aquí comienza nuestro trabajo: necesitamos reflexionar nuestras actividades cotidianas para poder llegar a ser las personas íntegras que el día de mañana podrán luchar por sociedades más justas. Una vez que se resuelvan los problemas internos entre humanistas y humanidades se podrá trabajar con seriedad en los problemas externos. Es penoso que haya gente afuera de la universidad que practica mejor la vida buena o que posee una cultura más amplia que nosotros los estudiantes. Parte de nuestro trabajo es erradicar las conductas grupales,

Este es otro de los grandes retos: entender la importancia de las humanidades y desarrollarlas en nosotros, para después demostrar a las universidades, al resto de los alumnos, instituciones o empresas, y a la sociedad en general, que vale la pena invertir en ellas. No hay que perder la esperanza ni sentirnos intimidados por las generaciones pasadas. Bien lo dijo Emerson: El mundo es joven; los grandes hombres del pasado nos llaman afectuosamente. También nosotros debemos escribir Biblias; nosotros debemos unir los cielos con la tierra. El secreto


del genio es no permitir que exista ficción alguna para nosotros, comprobar todo lo que sabemos, exigir buena fe, realidad y un propósito en el alto refinamiento de nuestro tiempo, en las artes, en las ciencias, en los libros y en los hombres; y ante todo, después de todo, mientras tanto y siempre, honrar toda verdad, practicándola (Emerson 1996: 394). La finalidad de las humanidades y sus estudiosos es pensar, decir y hacer (cfr. López 2004); y para esto no hay que dejar a la tecnología de lado, sino usarla a nuestro favor, no atenernos a las cosas dadas y seguir conociendo. La educación no es la solución a todos los problemas, pero sí nos evitará muchos tormentos en el futuro. Porque si no vivimos en el mejor de los mundos posibles, sí podemos vivir en un mundo mejor

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Bibliografía Emerson, R.W. (1989). Hombres representativos. España: Océano. Esquivel Estrada, Noé Héctor (2003). “¿Por qué y para qué la formación humanista en la educación superior?”, CIENCIA ergo sum, vol. 10, núm 003, pp. 309–320. Toluca: Universidad Autónoma del Estado de México. León–Portilla, León (2006). “Las humanidades”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, vol. XXVIII, núm. 89, pp. 23-25. Toluca: Universidad Nacional Au-

tónoma de México. Llano, Alejandro (2007). Humanidades y posthumanismo. Universidad de Navarra, http://www.unav.es/noticias/ opinion/op170207.html. Consultado en agosto del 2014. López Calva, Martín (2009). “Hacia una visión ética que renueve y sea renovada por la educación”, Perfiles educativos, vol XXXI, núm 123, pp. 80–90. México: Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación. Ruiz, Rosaura, (2010). Otras armas para la Independencia y la revolución. Ciencia y humanidades en México. México: FCE.

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El autor artefacto en Garabato, de JosĂŠ Castillo Baeza

Antonio Tec Cauich


79 Antonio Tec Cauich (1986) Estudiante de la licenciatura en Literatura Latinoamericana en la Facultad de Ciencias Antropológicas, por la Universidad Autónoma de Yucatán. Ha participado en talleres de creación literaria, y ha impartido talleres de fomento a la lectura. Ha coordinado y participado en ponencias académicas. Ha publicado narrativa en algunas revistas electrónicas como Delatripa. Narrativa y algo más y Revista Ícaro. Actualmente su investigación académica se basa en el tema poético de horror bolañeano y sus implicaciones póstumas en la novela 2666.


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edro Stepanenko es el protagonista de la novela Garabato, de José Castillo Baeza; es un estudioso de la lingüística, admirador obsesivo de Roland Barthes, quien muriera atropellado enfrente de Le Sorbonne, el mismo a quien se le adjudica haber dicho que el “autor” (artístico, literario) ha muerto. El juego preciosista en la trama de la novela de Castillo Baeza es, precisamente, la ambivalencia entre autor y lector, obra y lectura; más bien es la tenue fragilidad entre el artefacto y el garabato, sin perder de vista, aunque parezca diluirse, al artista. Si un artefacto estético se convierte en un depósito de creatividad e imaginación transmisible a un lector o espectador, ¿qué ocurre ante las probables significaciones de un garabato, como signo dadaísta, pero quizá como una codificación acerada y fortificada dirigida para pocos adeptos, cuales Glosas Emilianenses? En la narrativa del siglo XIX el autor se asimilaba como un ser superior, un dirigente de su realidad en la ficción: “acompáñame lector”, “mira este muro”, “siente este aroma”. En la narrativa mexicana contemporánea, la relación entre autor y las

realidades tiene un ejemplo bastante lúdico: como Canción de tumba por Julian Herbert, en donde el lector es cuestionado, la importancia de la credibilidad se pone en juego, y en donde la evidencia de que el artefacto estético parece tener límites se vuelve un concepto poroso. Sobre todo cuando el narrador nos dice que miente, para luego contradecirse. La propuesta de Goran Petrović en La mano de la buena fortuna resulta totalmente distinta: un joven corrector de estilo se ve inmerso en una aventura lexicográfica y estética cuando se le encarga trabajar sobre un libro de pocos ejemplares. La magia del suceso de lectura en el argumento de la novela podría sintetizarse en la capacidad de introducirse en el mundo narrado, o quizá, de leerlo de manera tangible. En el libro, los encuentros con otros lectores, las charlas con estos y los paseos por el extenso jardín central, se vuelven comunes para el lector. El cuestionamiento en este caso es: ¿cómo es posible unificar una lectura y hacerla exacta para todos los lectores? Garabato de José Castillo Baeza, nos devuelve a la proeza de la lectura imaginativa, de la lectura que construye. Toda lectura, por supuesto, implica el riesgo y la necesidad de imaginar, si no esa proeza sería inútil. Existe un mundo en la novela que resulta confuso para el lector;

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más allá de la prosa lírica, con una sintaxis no tan exigente, están Stepanenko y Julia que, más que hombre y mujer, se vuelven orfebre y artefacto. Una relación simbiótica, donde la necesidad de ser supera a la de comprender: “el Creador no garabatea, escribe” (p. 43). La linealidad de la narrativa de Castillo Baeza atentaría en contra de la intención simbólica del garabato que se vuelve signo evanescente: “Yo que estuve tan cerca de encontrar el sentido del garabato, ahora caigo en la cuenta de que el signo se ha extinguido” (p. 92). El garabato no representa el rigor preestablecido del significante en la inteligencia humana, no es símbolo sino signo móvil, elusivo. Por ello los personajes parecen convertirse en sujetos independientes, carentes de una significación en conjunto; no obstante, la inherente atracción y rechazo que permea su relación. Julia, víctima de la aparente ignorancia del Stepanenko autor de su historia mutua, se separa de él, y cae en la lejanía cronológica y espacial, matizada de manera minuciosa con la historia de la peste negra en el siglo XIV, y allí obtiene un artefacto literario en donde encuentra el pasado de su futuro. Y en las páginas del libro encuentra la voz de Stepanenko que trata de recuperarla; sin importar las geografías que la rodean, pues ante todo la litera-

tura no tiene geografías ni espacios temporales definitivos. Stepanenko, autor ignorante de sus habilidades, inmerso en sus estudios en el lenguaje originario, en los garabatos, al fin se sabe capaz. Rescatar a Julia de la literalidad parece cosa sencilla, pero no lo es: todo se vuelve un garabato, o artefacto viviente, carcelario. Volviendo a Barthes, el autor “muere”, pero más precisamente, trasciende, rompe el limbo, es creador y creación a la vez; exacto al proceso de lectura de un libro, que de ser el signo se convierte en significado que a su vez pasa a ser signo en la proyección del lector. El círculo no se complica, trasciende en la imaginación, su fin necesario. La creación se convierte en motor, en tema, en significación última en la novela de Castillo Baeza que se alinea con la metaliteratura, borgiana en cierto sentido, en donde el creador se ve inmerso en el palimpsesto de la creación: “afuera, el cielo escribió que pronto comenzaría a llover” (p. 95). Lo que nos remite a la figura divina de la creación, y nos arrastra de nueva cuenta a las Glosas Emilianenses. A la manera de Goran Petrović, el libro se convierte en vehículo más que en recipiente, sin perder su carácter de artefacto. Uno de los pasajes más álgidos es el de la peste negra, el retorno a la historia decadente de la enfermedad, en donde la razón se suma a ese en-


negrecerse de la piel, la pigmentación de la piel como garabatos, nos remite al hombre, su cuerpo como un referente depositario. La literatura salta de los libros a la piel, y el mensaje se hace intricado. Sin embargo, el juego creativo no se detiene, pues si “las letras son de Dios, el alfabeto es nuestro”. El autor, con una prosa cuidada y lírica, nos arma una de las obras más interesantes de la literatura yucateca. El riesgo en la propuesta de Castillo Baeza está en que incursiona en el mundo de la velocidad mediatizada, en el mundo de los lectores acelerados, y donde pocos son los lectores incisivos y decididamente intuitivos que pasan las páginas, por más que estas sean menos de cien, para descubrir la pera en la mesa. La literatura de Castillo Baeza parece una propuesta estética de la creación en donde la literatura, la historia, la lingüística y la religión concretan el proyecto inacabable de cualquier esteta

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Experiencia de tutoría a distancia de un estudiante de movilidad académica, de la Universidad Autónoma de Guanajuato a la Universidad Autónoma de Yucatán

Iván Fuentes Villegas


85 Iván Fuentes Villegas (1993) Originario de Abasolo, Guanajuato es un Licenciado en Educación por la Universidad de Guanajuato. Ha participados en Foros, Congresos y Encuentros Estatales y Nacionales con trabajos enfocados a tutoría, educación familiar y resultados de investigaciones en varios temas educativos. Realizó una estancia académica en la Universidad Autónoma de Yucatán. A colaborado en diferentes instituciones en el desarrollo de proyectos educativos, de igual manera se ha desempeñado en la docencia en los distintos niveles escolares. Fue miembro de los Órganos Colegiados del Campus Guanajuato y de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, su alma mater.


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a tutoría es un conjunto de espacios de oportunidad donde estudiantes y profesores pueden interaccionar entre ellos, con la finalidad de planificar, organizar y buscar, durante algún grado académico en particular, las estrategias más adecuadas que hagan más llevadera la trayectoria académica. De manera análoga, la tutoría entre iguales es una modalidad que contribuye a dicho objetivo. En esta, son los mismos estudiantes quienes se ayudan mutuamente para sobrellevar la carga académica, de modo que los resultados que se visualicen sean satisfactorios y fructíferos. Empero, ¿qué es lo que pasa con los estudiantes que realizan un periodo de movilidad académica? Con el conjunto de sus implicaciones y dimensiones, ¿será que la tutoría pierde significado para el tutorado al hallarse en otro contexto educativo? ¿Cuáles son algunas de las alternativas a implementar para dar seguimiento al proceso de tutoría? ¿Hay riesgos o ventajas en los terrenos de la tutoría a “distancia”? El siguiente trabajo dará una respuesta aproximada a partir de la perspectiva construida desde la experiencia de un estudiante que vivió un proceso de movilidad académica

nacional durante un semestre, específicamente de la Universidad de Guanajuato a la Universidad Autónoma de Yucatán, en el periodo enero-mayo 2014.

Introducción

La movilidad estudiantil es un espacio de oportunidad con el que cuentan los estudiantes, generalmente universitarios, para trasladarse de su universidad de origen a una institución educativa asociada al programa. La finalidad es realizar prácticas profesionales, cursar asignaturas específicas, o sencillamente perfeccionar el uso de una lengua extrajera o interaccionar con una cultura disímil a la propia. Todas estas actividades deben contribuir, idealmente, a la formación integral de los educandos. La Universidad Autónoma Agraria Antonio Navarro (UAAAN, 2012) expone un discurso análogo a lo dicho. Dicho discurso anota otras ventajas al realizar movilidad estudiantil, entre ellas: participación en proyectos de investigación, oportunidades de enriquecimiento a la formación profesional y ampliación cualitativa del horizonte personal, social, profesional y académico. Aunado a lo anterior, el desarrollo de habilidades transversales se fortalece durante este tipo de procesos. Por otro lado, la orientación educativa es un proceso de acompañamiento integral y sumamente com-

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plejo, dado que comprende diversas esferas o dimensiones de la vida humana, entre ellas, según anota Molina (2003), la cultural, la histórica y la académica. Asimismo, Jones (1964 en Molina 2003), escribe que ésta es una ayuda y asesoría para la toma de decisiones atinadas, sobre todo, en situaciones críticas que contemplen impacto a largo alcance. La misma autora, señala dentro de su texto algunas características adicionales de la orientación a través de las lentes de varios expertos, verbigracia: es un proceso sistemático basado en principios de prevención e intervención educativa. Sin embargo, acorde a sus necesidades, la intensión última es el desarrollo del potencial de los estudiantes durante un periodo completo de formación educativa. Dentro de la orientación educativa, la tutoría académica es una técnica o estrategia de refuerzo. La característica principal de ésta es, interpretando a Ortiz (2011), una limitación con respecto al ámbito del rendimiento escolar, dejando a la orientación educativa lo relativo a temas familiares, sociales, personales, etc. El caso de Álvarez y Suárez (2013) ilustra lo anterior, pues implementaron la tutoría individual y colectiva como estrategia para disminuir el abandono escolar en el nivel superior. Ambos métodos o, si se prefiere,

metodologías de acompañamiento, tienen modalidades alternativas para efectuarse, por ejemplo, las entrevistas, diálogos, construcción de diagnósticos y planes de intervención. Al trote de este acompañamiento, señala en su investigación Jáuregui y colaboradores (2007), se irán develando creencias, habilidades, conocimientos y conductas desiguales entre los estudiantes. Lo importante es que sean espacios de apropiación que les permitan la gestión de una formación significativa. Cabe recalcar que, estos servicios y herramientas educativas deben estar siempre ajustadas al contexto de los estudiantes, para que las dinámicas del proceso sean representativas de su situación. Esto queda remarcado en el reporte de experiencias que elaboraron Arias et al. (2011), con fundamento en su experiencia de la participación activa en este tipo de intervenciones. La tutoría no sólo se lleva a cabo mediante el proceso típico en el que un profesor asesora a estudiantes. Existe una modalidad diferente en la que estudiantes avanzados asesoran a estudiantes de grados menores. Sin embargo, este sistema de acompañamiento no se da en todas las instituciones de manera formal, se da como un proceso informal en la mayoría de los casos. La Unidad Multidisciplinaria Tizimín, adscrita a la Universidad Autónoma de Yuca-


tán, es un ejemplo singular de este modelo. De hecho, se ha planteado como una asignatura, cuyo nombre es Formación de Tutores Pares y pertenece al programa de la Licenciatura en Educación 2004. De este punto surge el presente trabajo. Gracias al Proyecto de Desarrollo Institucional de la Universidad de Guanajuato (2010) y al Modelo Educativo de la Universidad Autónoma de Yucatán (2010), el autor de este texto realizó un semestre (enero-mayo 2014) de movilidad académica y, dentro de las asignaturas cursadas está la Formación de Tutores Pares. Pero, ¿qué pasa con la tutoría tradicional de un estudiante como este y cómo la vive en la institución receptora? Se dará una respuesta a continuación, considerando las implicaciones y dimensiones implícitas en dicho proceso.

La tutoría con estudiantes de movilidad académica nacional, desde un lenguaje cotidiano ¿Qué es lo que pasa con los estudiantes que realizan un periodo de movilidad académica? En los terreros de tutoría hay una cantidad finita de actividades que referenciar, por ejemplo: selección de asignaturas, créditos, trámites administrativos, cuestiones legales, culturales (religión, gastronomía, etc.) y asuntos relacionados con el idioma

y la cosmovisión. Un estudiante que realiza movilidad estudiantil se ve en la necesidad de recrear su estilo de vida y de estudio, dado que las condiciones a las que se enfrenta son diferentes y, claro, llenas de posibilidades, siempre y cuando disponga de las herramientas necesarias para hacer frente a su nueva aventura. Es por lo anterior que la tarea de los orientadores y tutores es importante. En este caso concreto, son precisamente ellos quienes pueden ilustrar de manera creativa y pertinente el camino a recorrer de los estudiantes de movilidad. No obstante, pareciera que cuando una persona realiza este tipo de actividades formativas se ve solo en su faena. Si corre con suerte el estudiante llega, se le da información técnica sobre lo que hay que hacer y sobre lo que no, pero hasta ahí. El estudiante se ve en la necesidad de inventar sus propias soluciones y, valga señalarlo, no siempre son las más asertivas. Evidencia de ello son la infinidad de casos con poco éxito en convalidaciones o retraso académico (adeudo de materias, pese a que no se haya reprobado). No se necesita una “niñera”, se necesita alguien que dé información certera, que ayude a eliminar la incertidumbre y colabore en la construcción de una experiencia fructífera. Tampoco es necesario un individuo que esté todo el tiempo detrás de las

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personas, atosigando y sobreprotegiendo. Es una responsabilidad compartida, no se trata de que alguien solucione todos los acertijos durante el periodo de intercambio, ni mucho menos los momentos “libertinos”. El diálogo, por medio de cualquier vía, siempre es importante. Lo perjudicial es perder dicha comunicación. En este caso particular, la comunicación presencial (con profesores UADY) y a distancia (con profesores UG) fue el remedio para sortear las varias dificultades que se presentaron. Empero, cada caso es singular y debe buscar las alternativas más adecuadas a sus necesidades.

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Con el conjunto de sus implicaciones y dimensiones, ¿será que la tutoría pierde significado para el tutorado al hallarse en otro contexto educativo? De ninguna manera. Es cierto que se vuelve un poco más compleja pero no imposible. Es de conocimiento popular que cuando un estudiante viaja de movilidad o intercambio no contará con un tutor en la institución de destino. Sin embargo, la comunicación, negociación y realimentación con el tutor en la institución de origen debe permanecer, ya sea por teléfono, e-mail o fax. La finalidad es tomar decisiones basadas en argumentos profesionales, con posibles experiencias análogas con otros tutorados.

De manera complementaria, si bien es cierto que no se asignará un tutor en la institución receptora, también es cierto que el estudiante de movilidad debe buscar apoyo por cuenta propia, por lo que deben expresarse de la manera más precisa, concreta y creativa que se pueda. El tipo de asesoramiento que puede llegar a requerirse en la zona de recepción puede ser concerniente a consejos sobre técnicas de estudio, uso del tiempo libre y turismo (los viajes son ilustrativos, he ahí el sentido de la movilidad); así como tips de administración financiera (presupuestos, uso de becas y valor de la moneda: los pesos no son iguales a los dólares o quetzales); también en lo que respecta a hospedaje, seguridad, alimentación y salud (es importante recalcar la salud psicológica. Una cosa es ser independiente y otra ser un autómata, siempre hace falta una palmadita que reconforte en los momentos no tan fáciles); igualmente está el tema de la vida personal y la vida en el nuevo espacio, (así tenemos los rubros de comidas, horarios, costumbres, delincuencia en la ciudad). En todos lados, el punto es el mismo, es una cuestión adaptativa que debe digerirse con calma, cada generalidad y particularidad del sistema en la Universidad receptora. Verbigracia: no es lo mismo estudiar en Alaska que en Egipto. Valga el ejemplo para hacer gráfico el asun-


to de las dimensiones e implicaciones sin entrar profundamente en detalles excesivos. ¿Cuáles son algunas de las alternativas a implementar para dar seguimiento al proceso de tutoría? La comunicación electrónica cada vez gana más terreno en la vida de las personas. No es que sea mejor que la presencial, simplemente facilita el diálogo. Los estudiantes que realizan movilidad estudiantil deben acordar fechas con sus tutores en la institución de origen, para la realización de sesiones por video chat, teléfono, etc. También se tiene la opción de elaborar informes de actividades cada cierto tiempo y mantener la comunicación por diversos medios para la exposición de preguntas, comentarios, incomodidades, quejas o sugerencias y no esperar hasta que el periodo de movilidad finalice. Lo no tan agradable del asunto es que muchos profesores tutores no le dan la importancia y significación a su papel de orientadores, se deslindan de toda responsabilidad con el estudiante que viaja fuera o viceversa. El mismo hecho sucede con el estudiante que hace caso omiso de los consejos de su tutor, por temor a que lo controle y no lo deje vivir su experiencia al máximo, según sus expectativas. Lo anterior lleva a replantear las acciones innovadoras y

creativas en los lazos comunicativos para que no haya sesgos en la información recibida y todo el proceso fluya con más dinamismo y sin tantas complicaciones. ¿Hay riesgos o ventajas en los terrenos de realizar tutoría a “distancia”? Los riesgos son relativos en la toma de decisiones: pueden ser poco asertivas durante el proceso de movilidad estudiantil en cualquiera de sus aristas, es decir, en la sociología de la vida cotidiana, en la administración, en la cultura, etc. Las ventajas son la reinvención de modelos para sobrellevar y resolver los retos del día a día en la institución, así como el lugar de recepción para así conquistar una experiencia llena de satisfacciones. La solución a simple vista se encuentra en la comunicación, pero cada persona necesita contextualizar su situación y planteársela a sus asesores, tutores u orientadores, para que en conjunto solucionen los conflictos de manera positiva y constructiva. Para ellos es fundamental que cada agente se apropie de sus responsabilidades, de lo contrario será un juego de estira y afloja, donde las frustraciones serán mayores que los éxitos alcanzados. La experiencia y los conocimientos que proporcionan un intercambio o movilidad son extraordinarios.

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Sin embargo, es fundamental tener en mente los objetivos a realizar en todo momento para que puedan alcanzarse, de lo contrario se puede tornar hacia una experiencia de libertinaje, en el que se defraude a la institución receptora por no aprovechar los servicios prestados. Esto puede generar conflictos con la institución de origen por no haber cumplido con los compromisos establecidos. Como afirmó Thomas Carlyle: “La plática que no incita a la acción, más que soportarla, resulta un tormento escucharla”. Por otro lado Peter Drucker sostenía que “lo más importante de la comunicación es escuchar lo que no se dice”.

Conclusiones

La orientación educativa y la tutoría académica representan un papel fundamental en el proceso de formación integral de los estudiantes. A través de diversos métodos y técnicas, contribuyen al desarrollo y fortalecimiento de habilidades, competencias y conocimientos durante los años de estudio. Para que ello suceda es indispensable que se reinventen continuamente, de lo contrario sólo serán metodologías cualesquiera o actividades de relleno durante la conquista de un plan de estudios. Es primordial que se contextualicen, adecuen y proyecten planes de seguimiento e intervención con base

en diagnóstico de necesidades. Así, su impacto será significativo y representativo en la vida académica de los estudiantes. Como aconteció en el caso concreto del autor de este texto, de no haber sido por la búsqueda de alternativas para sobrellevar de manera pertinente el proceso de seguimiento tutorial, tal vez los resultados no hubiesen sido los mismos, es decir, el aprovechamiento escolar, la participación asertiva en actividades extraescolares y el registro en talleres formativos, no hubieran proyectado productos fructíferos. El vínculo que se dio entre tutoría con un profesor, por parte de la universidad de origen (UG) y, tutoría con estudiantes avanzados en la universidad de recepción (UADY), resultó efectiva, tanto que el estudiante en cuestión no registró altercados en la toma de decisiones críticas. A lo largo de la experiencia de movilidad las evaluaciones tuvieron carácter de buenas a excelentes, ello se refleja en las calificaciones y en las constancias de acreditación de actividades formativas. Sin duda, hace falta reforzar todavía el lazo entre dichas actividades. Éstas no se hubieran efectuado a no ser por la gestión del propio estudiante, o sea, este resultado fue el efecto de elegir y tomar la asignatura de Formación de Tutores Pares y de entablar comunicación con los tutores de la institución de origen, de


lo contrario no hubiese sucedido de tal manera, puesto que por parte de las instituciones involucradas no hubo acercamiento directo para formalizar un proceso de tutoría académica u orientación educativa. Se piensa que la tutoría no es necesaria, cuando en realidad es de suma relevancia, ya que los estudiantes que salen de su casa a otro lugar desconocido, precisamente desconocen la cultura, las tendencias educativas y otras características del entorno, por lo que se requiere orientación y no, en cambio, que se les deje en libertad absoluta para que hagan lo que su albedrío les mande. El meterse en líos o no cumplir satisfactoriamente con las exigencias académicas pueden visualizarse como problemas en el día a día. Finalmente, los planes de desarrollo y fortalecimiento institucional que sustentan las universidades del país deben contemplar un tratado más, uno en el cual se fortalezca la tutoría académica con los estudiantes de movilidad. A simple vista pareciera que olvidan a los estudiantes, cuando en realidad son estos los que solicitan más ayuda al estar fuera de casa. Si cada uno de los estudiantes que realizan movilidad estudiantil nacional o internacional reportaran sus problemáticas más comunes, con seguridad estarían incluidas las relacionadas con el qué hacer diario,

tales como si la carga académica no es compatible, acerca de cuestiones administrativas, relativas al idioma, a la cultura, al cambio de cosmovisión. Y no es que se pretenda que este tipo de estudiantes deban tener una “niñera” detrás de ellos, más bien el trabajo refiere al soporte de personas con más experiencia y conocedoras de otros datos que pueden resultar útiles, que inyecten confianza y hagan saber que no se está sólo en el proceso, sino que realmente hay la seguridad de un respaldo que guiará y aconsejará para tomar decisiones más adecuadas. Un ejemplo claro de lo que se podría evitar es la reprobación de materias en la institución receptora, la invalidez de equivalencias académicas, el retraso escolar por créditos o tiempos, etc. Un tutor es un colaborador que va iluminando el camino para que las experiencias formativas sean nutritivas. Así, pues, estas conclusiones no son nada terminantes, sino que pretenden alentar a la investigación educativa dentro de los márgenes de estos terrenos que bien podrían ser de tutoría a distancia, pero con recovecos propios y disímiles, con el fin de gestionar propuestas creativas e innovadoras que trasciendan saludablemente

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Vértices

Consumo e impacto de los videojuegos en niños de escolaridad primaria Eunice Jaqueline Ceballos Chale, Marcos Antonio Chi Moo, Carlos Miguel Koyoc Argáez, Mariano Enrique Sáenz Cabrera.


Eunice Ceballos Chalé (1994) Estudiante de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Yucatán. Actualmente desarrolla una investigación acerca de la influencia de los videojuegos en el desarrollo infantil.

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Marcos Chi Moo (1994) Estudiante de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Yucatán.

Carlos Koyoc Argáez (1994) Estudiante de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Yucatán.

Mariano Sáenz Cabrera (1994) Estudiante de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Yucatán. Ha publicado un artículo acerca de videojuegos y violencia en el Diario de Yucatán. Ha realizado proyectos educativos en Sanacat, Yucatán.


L

a importancia del estudio de la relación entre videojuegos y la infancia se basa en conocer si estos medios de entretenimiento tienen alguna repercusión negativa o positiva dentro de su desarrollo. El objetivo de esta investigación es conocer si existen diferencias en el consumo de los videojuegos respecto al género de los infantes, así como analizar la relación del número de horas de juego a la semana y cuatro variables relacionadas con los hábitos de consumo de videojuegos: grado de atracción hacia los videojuegos, nivel de inquietud respecto a los videojuegos, interferencia de los videojuegos en otras actividades e interferencia de los videojuegos en actividades académicas. Se trabajó con una muestra de 206 participantes (100 niñas y 106 niños), de educación primaria con edades de 6 a 12 años, con un promedio de edad de 8.9 años, y una desviación estándar de 1.7. Los resultados muestran una relación importante entre las horas jugadas de videojuegos a la semana y las actividades académicas, así como con la inquietud a seguir jugando videojuegos. También se encontró que actualmente las niñas tienden a jugar tanto como los varones, sus hábitos de juego son similares, pero existen

ligeras diferencias. En conclusión, este estudio sugiere que las horas y hábitos de juego sí tienen influencia en el desenvolvimiento escolar y social, y que las diferencias entre géneros ya no son tan marcadas como lo era en décadas anteriores.

Introducción

En la época actual los videojuegos son un medio de entretenimiento cada vez más común, los niños y jóvenes tienen acceso a esta industria que se ha expandido significativamente en las últimas dos décadas. Este incremento es más visible en países más desarrollados, así como también existen en ellas más investigaciones relacionadas a esta área, de aquí la importancia de explorar el impacto de dicha actividad en nuestro contexto inmediato. Este artículo parte de que el uso de videojuegos es común en edades cada vez más tempranas. Las empresas que se encargan de la fabricación, publicidad y distribución del videojuego toman en consideración el desarrollo emocional y psicológico de los niños para que estos una dependencia dependencia de ellos y poder conocer mejor el mercado al que entran. Debido al gran avance de la tecnología se facilita la obtención de diferentes tipos de juegos sin supervisión y control de los padres, dejando de lado los aspectos

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sociales o académicos por el uso del videojuego, y de alguna manera se ven favorecidos o afectados en el desarrollo, algo que se pretende encontrar y determinar para así poder mostrar si es favorable o desfavorable el uso de los videojuegos con los que interactúan los niños de la tercera infancia (Papalia, 2009).

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De igual manera se pretende encontrar cómo los videojuegos impactan a los niños de Mérida, Yucatán, tanto en su uso y consumo, como en los problemas que pueden generar en ellos. Se encontrarán las variables que afectan negativamente en el rendimiento de las actividades académicas, como también si los videojuegos son un factor determinante que provoca el aislamiento de los niños de edad primaria. Dentro del marco referencial, se han encontrado con planteamientos similares (qué aspectos de los videojuegos afectan negativamente a los niños) en distintas partes del mundo. Se comparará la información entre las diversas investigaciones alrededor del mundo, encontrando diferencias y similitudes con nuestro medio. Con esto, se pretende que el público interesado tenga una visión más certera sobre los daños que pueden causar los videojuegos en los niños, donde se clarificarán los aspectos en los cuales los videojuegos pueden estar afectando a los niños de escolaridad pri-

maria (como la ansiedad por jugar videojuegos, la atracción hacia los videojuegos, la interferencia en las actividades académicas o sociales que puedan causar los videojuegos y cómo influyen las horas en que los niños juegan videojuegos).

Variables

Método

La variable independiente utilizada fue el sexo, hombre o mujer, de los participantes. La variable dependiente conforman las calificaciones de la prueba, específicamente las dimensiones de inquietud, atracción, interferencia con actividades académicas u otro tipo de actividades, así como las horas de videojuegos jugadas a la semana.

Participantes

La investigación se desarrolló con 206 niños, de los cuales 106 fueron varones y 100 niñas, siendo el rango de edad de 6 a 12 años, con un promedio de edad de 8.9 años, y una desviación estándar de 1.7. Estos niños fueron seleccionados de dos escuelas de la ciudad de Mérida, Yucatán (ver tabla en Anexo 1).

Muestreo

El muestreo fue no probabilístico, por conveniencia, constituido por 106 niños varones (51.4%) y 100 niñas (48.6%), con un promedio de edad


de 8.9 años, y una desviación estándar de 1.7. Se utilizaron como participantes a los alumnos de dos escuelas primarias, una pública y otra privada, ambas de la ciudad de Mérida en el Estado de Yucatán.

Instrumento

Se usó el instrumento Cuestionario sobre Hábitos de Consumo de los Videojuegos, que consta de 24 reactivos en formato de escala Likert que va de 5 <totalmente de acuerdo> hasta 1 <nada de acuerdo>. Dicho instrumento, elaborado por Fernando López Becerra y publicado en el año 2012, fue analizado con el Alpha de Croncach con un informe de fiabilidad del 0,915. Sin embargo, cada una de las cuatro dimensiones en las que se divide el cuestionario cuenta con su respectivo grado de confiabilidad, los cuales se dividen en: grado de atracción hacia los videojuegos (0,903), nivel de inquietud respecto a los videojuegos (0,767), interferencia de los videojuegos en otras actividades (0,740) e interferencia de los videojuegos en actividades académicas (0,696). También se utilizaron los reactivos 10 (horas de videojuegos jugadas a las semana) y 12 (con quienes juegas videojuegos) del Cuestionario sobre uso y actitudes ante los videojuegos, elaborado por Alfagame y Sánchez (2003). Dicha decisión fue tomada después de comprobar la cantidad

de valores perdidos en las aplicaciones, siendo los datos más útiles los relativos a la cantidad de horas que juegan los niños.

Procedimiento

Se solicitó la colaboración de las autoridades de dos escuelas de la ciudad de Mérida, Yucatán, para aplicar los instrumentos, indicando los objetivos de la investigación y asegurando la confidencialidad de los datos. La aplicación de la encuesta tuvo una duración aproximada de 35 minutos y se realizó de manera grupal y de forma simultánea en todos los salones. Para su participación en el estudio se les avisó a los alumnos con una semana de anticipación y se le notificó a sus padres a través de ellos. Los alumnos, así como los padres, que accedieron a participar voluntariamente en el estudio fueron informados sobre la manera de contestar los cuestionarios, leyendoles de antemano las secciones del cuestionario para que en caso de que alguno tuviera una duda ésta fuera aclarada por los aplicadores de dicha prueba que se encontraban en cada salón. Al terminar de contestar las encuestas se les solicitó su disposición a que fueran tomadas sus medidas de altura y peso, pero dichos datos fueron utilizados para un estudio diferente.

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Resultados

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Se utilizó la prueba t de Student para muestras independientes con la intención de conocer si existen diferencias por sexo en el uso y actitudes hacia los videojuegos. Los resultados señalan que en la primera dimensión, grado de atracción hacia los videojuegos, no hay diferencias estadísticamente significativas encontrando una t(.225)= -.936 y con un p-valor (.351). En la segunda dimensión, interferencia de los videojuegos con otras actividades, se encontraron diferencias estadísticamente significativas, con una t(.225) = -3.049 y un p-valor (.003), teniendo una media de 3.28 en las niñas y 2.85 en los varones, hallando una mayor influencia por parte de las primeras. En la tercera dimensión, nivel de inquietud respecto a los videojuegos, también se encontraron diferencias estadísticamente significativas (t = -5.181 , p = .000), se encontró una mayor influencia en las niñas con una media de 3.01 y un 2.27 para los varones. En la cuarta dimensión, interferencia de los videojuegos con actividades académicas, no hay diferencias estadísticamente significativas encontrado una t(.225)= -1.973 y un p-valor (.050). A partir de este primer paso se concluye que sí existen diferencias estadísticamente significativas entre el uso y actitudes de videojuegos de acuerdo al sexo, al menos parcial-

mente, rechazando la hipótesis nula (ver tabla en Anexo 2). Respecto al número de horas que juegan videojuegos a la semana los niños y niñas, en la tabla x se muestran los datos encontrados (ver tabla en Anexo 3). Posteriormente se utilizó la prueba de correlación de Pearson para encontrar si existe alguna relación entre las horas de juego a la semana y las cuatro dimensiones del instrumento sobre el uso y actitudes hacia los videojuegos (1. grado de atracción hacía los videojuegos, 2. nivel de inquietud respecto a los videojuegos, 3. interferencia de los videojuegos en otras actividades y 4. interferencia de los videojuegos en actividades académicas). Los resultados señalan que no hay correlación entre el número de horas de juego y las dimensiones uno y dos. En la tercera dimensión, nivel de inquietud respecto a los videojuegos, se encontró una baja correlación estadísticamente significativa (r = -.156, p = .029). En la cuarta dimensión, de interferencia de los videojuegos con actividades académicas, también se encontró una baja correlación estadísticamente significativa (r = -.155, p =.003, p-valor (.033). Con respecto a la pregunta 14 (con quien juegas videojuegos) se encon-


tró que en el caso de los varones, prefieren jugar acompañados con amigos de su mismo sexo. En el caso de las niñas se encontró que predominantemente preferían jugar solas, sin embargo, también eligen jugar con amigas o dependiendo del juego prefiera dependiendo del juego. Si bien no se encuentra una diferencia tan marcada como en los varones, se puede observar que las niñas, a diferencia de los niños, sí están más dispuestas a jugar solas (Ver tabla en Anexo 4).

Discución

En primera instancia, se afirma que los videojuegos poseen un efecto negativos en los niños, en especial en las horas que pasan jugando videojuegos, lo que posteriormente puede causarles una adicción o un deterioro en el rendimiento académico, por lo cual se aconseja que a los niños solo se les permita el uso de videojuegos un máximo de dos horas al día (De la Garza, 2009). Se apreció que jugar con los videojuegos ya no es una actividad realizada en su mayoría por varones, las niñas cada vez participan de manera más activa en su uso y consumo. Este hallazgo señala la importancia de enfocar la atención en las niñas sobre el uso de los videojuegos, debido a que las niñas tienden a ser más susceptibles que los varones a

los efectos negativos que proporcionan los mismos. Se encontraron algunas discrepancias entre el marco teórico, uno de esos casos fue la investigación realizada por Ferrer & Ruiz San Román (2005) y los resultados encontrados en la investigación. Se encontró un contraste con el marco teórico, el cual mencionaba que la mayoría de los niños(as) juegan solos, pero se encontró en la investigación que las niñas son las que preferentemente juegan solas y que los varones prefieren jugar con amigos del mismo sexo. Esto es algo a recalcar debido a que según la investigación de Estallo (1994), el cual menciona que los videojuegos en lugar de dañar las relaciones sociales tienden a mejorarlas causando una mayor extroversión en los niños, un mayor trato con los amigos y una mayor socialización. Si bien este hecho se confirma al ver con quienes juegan los varones, que preferentemente juegan con amigos, se observa de igual manera que solo existe un 17.3% de varones que juegan solos y un 82.7 % que juegan acompañados. En el caso de los varones la acción de jugar videojuegos aparenta ser una conducta prosocial en lugar de ser una conducta de aislamiento. En el caso de las niñas existe una diferencia, ellas tienen como un porcentaje mayor el jugar solas. Esta no es una situación tan alarman-

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te, si bien encontramos un 26.6% de niñas que juegan solas (como mayor concentración en las respuestas elegidas por las niñas), hay que tener en cuenta que aún existe un 73.4% que no juegan preferentemente solas, teniendo un empate entre las que juegan con amigas (23.4%) y dependiendo el juego (23.4%). Aún se encuentra el hecho de que los videojuegos pueden provocar una conducta prosocial, pero las niñas son menos propensas que los niños a jugar con otra persona. Un detalle a tener en cuenta es la relación del sexo con relación a con quienes juegan, se observa que en el caso de los varones, ésto preferentemente juegan con niños de su mismo sexo (41.3%) pero los varones en muy pocas ocasiones tienden a jugar con las niñas (2.9%). Abordando el caso de las niñas, se encontró que ellas prefieren jugar con niñas (23.4%) más que con los varones (7.4%). Esta situación es un variable interesante a considerar: el sexo de la persona influye con quién prefiere jugar. Uno de los antecedentes encontrados en el marco teórico hace referencia a que el tiempo invertido al jugar videojuegos interfiere con sus relaciones sociales (De La Garza, 2009). Cuando se realizó la prueba de correlación entre la dimensión de inter-

ferencia de los videojuegos en otras actividades y las horas de videojuegos jugadas por semana, no se encontró una relación estadísticamente significativa. Por lo cual no se pudo corroborar la información dada por el marco teórico. Comparando los datos obtenidos a través del instrumento “cuestionario sobre uso y actitudes ante los videojuegos”, con los datos obtenidos en la investigación de Ferrer & Ruiz San Román (2005), se observó que los datos obtenidos en ambos estudios son similares en cuanto a los horas jugadas a la semana. La investigación realizada se encontró que tanto en las niñas como los varones el grupo mayor es de 1 a 5 horas a la semana, pero se tiene una mayor concentración en el grupo de las niñas (61.7), que en lo de los varones (57.3). Se encontró una posible concordancia con la investigación realizada por Valderrama (2012) en donde se mencionaba que los videojuegos tenían el potencial de mejorar tanto las relaciones sociales como el desarrollo cognitivo. Se encontró que no existe una interferencia de los videojuegos en otras actividades en donde se incluyen actividades como salir con los amigos o realizar alguna actividad extraescolar (como jugar futbol o hacer alguna actividad de corte social como podría ser ayuda


comunitaria), lo cual es importante a tener en cuenta. Si bien el hecho de no haber encontrado una correlación en la interferencia de los videojuegos con las horas de videojuegos jugadas por semana, esto no confirma que los videojuegos ayuden a los niños a tener un mejor desarrollo social, pero se confirma que los videojuegos, a diferencia de la creencia popular, no crea en los niños una desadaptación o aislamiento social. En el caso del desarrollo cognitivo no se encontró una afirmación de que los videojuegos influyen positiva o negativamente. Pero si encontramos que las horas de videojuegos jugadas si posee un impacto en las actividades académicas de los niños, pudiendo en un futuro interferir en su desarrollo cognitivo al no poseer un aprovechamiento escolar de calidad. Aunque los datos encontrados no son concluyentes en el caso del desarrollo cognitivo sí existe una posibilidad de una contradicción a la investigación de Valderrama (2012) con los datos que se encontraron en la investigación a importancia del estudio de la relación entre videojuegos y la infancia se basa en conocer si estos medios de entretenimiento tienen alguna repercusión negativa o positiva dentro de su desarrollo. El objetivo de esta investigación es conocer si existen diferencias en el consumo de los videojuegos respecto al género de los infantes, así como analizar la rela-

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ción del número de horas de juego a la semana y cuatro variables relacionadas con los hábitos de consumo de videojuegos: grado de atracción hacia los videojuegos, nivel de inquietud respecto a los videojuegos, interferencia de los videojuegos en otras actividades e interferencia de los videojuegos en actividades académicas. Se trabajó con una muestra de 206 participantes (100 niñas y 106 niños), de educación primaria con edades de 6 a 12 años, con un promedio de edad de 8.9 años, y una desviación estándar de 1.7. Los resultados muestran una relación importante entre las hora

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Anexo 1: Participantes Tabla 1.1 Grado Sexo Hombres Mujeres Total

Pública Privada Pública Privada

1º 0 0 1 0 1

2º 14 15 11 10 50

3º 17 3 11 8 39

4º 15 0 13 2 30

5º 16 8 18 4 46

6º 13 5 18 4 40

Anexo 2: Tabla X Diferencias entre hombres y mujeres en el uso y actitud hacia los videojuegos Sexo N Media Desviación t p Hombre 106 2.56 .488 -.936 .351 Atracción Mujer 100 2.62 .437 Hombre 106 2.85 1.019 -3.049 .003 Interotra Mujer 99 3.28 .990 Hombre 106 2.27 .932 -5.181 .000 Inquietud Mujer 98 3.01 1.117 Hombre 104 3.34 1.810 -1.973 .050 Interacad Mujer 95 3.78 1.239 Nota: las dimensiones interotra y interacad, se refieren a la interferencia de los videojuegos en otras actividades e interferencia de los videojuegos en actividades académicas, respectivamente.

Anexo 3: Tabla X Diferencia entre hombre y mujeres en el número de horas que juegan por semana Horas por semana Hombres Mujeres 1-5 57.3 % 61.7 % 5-10 20.4 % 21.3 % 10-20 5.8 % 6.4 % más de 30 16.5 % 10.6 %

Anexo 4: Tabla X Diferencia entre hombres y mujeres sobre la persona con la que prefieren jugar Juegan con: Hombres Mujeres Amigos 41.3 % 7.4 % Amigas 2.9 % 23.4 % Depende del juego 24.0 % 23.4 % Solo 17.3 % 26.6 % Amigos y amigas 14.4 % 19.1 %


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La otra voz Equipo editorial: Susana Barradas Rosado Daniel Can Caballero Graciela Canul Balam María José Ceh Pérez Natalia Macías Mendoza Eduardo Torres Rodríguez

La otra voz es una publicación semestral editada en la ciudad de Mérida. Las opiniones vertidas en los artículos son responsabilidad de los autores. Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos, con la mención de la fuente y el autor. ISSN: en trámite.

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107Normas de publicación Creación artística

Creación académica

a) Literaria Las colaboraciones deberán tener una extensión máxima de 8 cuartil- las. Interlineado 1.5, espacio justificado, letra Times New Roman. b) Artes visuales Las colaboraciones deberán enviarse en archivo jpeg. o png con una res- olución mínima de 300 dpi. El autor podrá incluir, si así lo desea, un texto de máximo una cuartilla, donde contextualice su proceso creativo. c) Fotografía Las colaboraciones deberán enviarse en archivo jpeg. o png con una res- olución mínima de 300 dpi. El autor podrá incluir, si así lo desea, un texto de máximo una cuartilla, donde contextualice su proceso creativo.

-Las citas y referencias deben tener el formato Chicago. En el siguiente enlace puede consul- tarse un manual de citación del CIDE acerca de este formato: <http://biblioteca.cide.edu/ar- chivos/Manual%20de%20Chicago.pdf>. -Las colaboraciones en esta sección podrán incluir fotografías, mapas, imágenes, etc., en una resolución mínima de 300 dpi. Debe aclararse la autoría de éstos, y, en caso de no pertenecer al autor del texto, citar los datos correspondientes a la fuente. a) Artículo de investigación Las colaboraciones deberán tener una extensión máxima de 15 cuartil- las. Deben contener título y resumen en inglés y español, y máximo diez palabras clave. Interlineado 1.5, párrafo justificado, letra Times New Roman.


b) Artículo de opinión Los textos deberán tener una extensión máxima de 10 cuartillas. Inter- lineado 1.5, párrafo justificado, letra Times New Roman. c) Ponencia Los textos deben tener una extensión máxima de 10 cuartillas. Deben especificarse los datos del Congreso en el que fue presentada. Interlineado 1.5, párrafo justificado, letra Times New Roman. d) Reseña Las colaboraciones deberán tener una extensión máxima de 6 cuartillas. La obra reseñada no debe tener más de dos años de haber sido publicada, y al

final debe anexarse una ficha bibliográfica. Interlineado 1.5, párrafo justificado, letra Times New Roman. e) Ensayo Los textos deberán tener una extensión máxima de 10 cuartillas. Interlin- eado 1.5, párrafo justificado, letra Times New Roman.

Huésped

La otra voz contempla un espacio para los estudiantes de preparatoria, con las mismas categorías y especificaciones presentadas anteriormente, pero con dictaminadores adecuados para el nivel académico.

Todos los trabajos deberán ser inéditos. Podrán considerarse casos especia- les. Se le dará prioridad a los trabajos que aborden temas de carácter social. Además del archivo que contiene el trabajo, deberá adjuntarse un archivo en Word que contenga lo siguiente: nombre completo, fecha de nacimiento, adscripción –en caso de tenerla–, y breve semblanza del autor. Todos las colaboraciones recibidas serán sometidas a un proceso de evaluación por dictaminadores competentes en el área. Las colaboraciones serán enviadas al siguiente correo: revista.laotravoz@ gmail.com. El autor podrá dirigirse a él en todo momento, para conocer el estado de su colaboración.

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