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Gastronomía|Sanos, satisfechos e independientes
from Magis 489
GASTRONOMÍA | KALIOPE DEMERUTIS
SANOS, SATISFECHOS E INDEPENDIENTES
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Ser independiente en la cocina ofrece beneficios, principalmente porque es posible cocinar de manera saludable, y ser autosuficiente también comienza con la capacidad de cuidar de nosotros mismos. Tomar las riendas de nuestra cocina no sólo nos permitirá escoger los ingredientes que más nos gustan, también podremos ahorrar y desarrollar nuestras habilidades creativas.
No hay que renunciar a cocinar por sentir que no somos hábiles o que no sabemos cómo. Cocinar para uno solo puede parecer cansado, pero si nos organizamos podemos ser los más independientes cocineros. Existen muchas herramientas para aprender a cocinar, como blogs, videos, libros, aunque sugeriría improvisar: no es necesario preparar algo complejo, la sencillez es la clave. Pero vamos por partes, primero lo primero: los utensilios.
Se puede arrancar con un equipo básico que, claro, incluya una estufa —y si tiene horno, mejor, pero éste no es imprescindible—. Lo que no debe faltar es una buena sartén, un pocillo para calentar agua, una olla pequeña o mediana para caldos, una vaporera pequeña, un comal, una licuadora o procesador de alimentos —uno de mango para manipular manualmente también es una buena alternativa—; un pelador, un colador, un juego de tazones, un par de buenos cuchillos manejables y con buen filo, un cucharón, una palita de madera… esto, de entrada, será más que aceptable. Con este sencillo conjunto de herramientas culinarias es suficiente para armar una buena cantidad de recetas fáciles y prácticas.
Paso dos: planificar y organizar. Es posible sentarnos a pensar qué tanto comeremos en la semana y salir a comprar con esto en mente; así, desperdiciaremos menos y, si lo deseamos, iremos sólo una vez a la quincena al mercado. Esta práctica incluso ya tiene un nombre en el mundo gastronómico: batch cooking, que es la idea de planificar semanalmente cada una de las comidas y elaborarlas todas en un solo día y guardarlas.
Comenzamos por calcular cuántas veces comemos al día, qué preferimos en cada horario, y de esa manera podemos contar las piezas de fruta, de verdura, de carne, huevos, pescado, pollo, cereales que necesitaremos. Lo ideal es elegir ingredientes que podamos aprovechar para los máximos platos posibles. Lo que sigue es optimizar los procesos; por ejemplo, podemos pelar la fruta y picar la verdura, hacer salsas, aderezos o purés, cocer pasta o lentejas, y guardarlo todo en contenedores herméticos en el refrigerador, para usarlo conforme lo vamos necesitando, sin pasarnos de ocho o diez días. Con esta lista semanal no se trata de ser rígidos y no salirnos del guion, sino de tener los ingredientes que nos permitan ser flexibles y que sean versátiles para usarlos tanto en el desayuno como en la cena: por ejemplo, una buena bolsa de espinaca lavada y desinfectada, que igual podemos usar en una ensalada, en un emparedado, en una omelette, o para hacer una crema para una pasta, o en un taco con panela. Las bolsas de vegetales desinfectados, como los floretes de brócoli o coliflor, son buenas aliadas: los podemos comer salteados con ajo y un poco de aceite oliva, o bien en la pasta o en las ensaladas, e incluso como guarnición de la proteína. La fruta congelada es básica para quienes gustan de licuados, yogur o avena.
El congelador es un gran cómplice: podemos cocinar el fin de semana y guardar en porciones en el congelador, o comprar la proteína —como pollo, pescado o carne— y porcionarla y congelarla para cada ocasión.
Cuanto más sencilla sea la receta y cuantos más ingredientes coincidan en los diferentes platos, menos tiempo nos tomará prepararlos. El objetivo es que, con poco esfuerzo, tengamos toda la semana cubierta.