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Saramago, 25 años después

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El cielo de Winona

El cielo de Winona

Hernán Aste Salazar (Cirujano Cardiovascular

José Saramago (1922 – 2010)

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Mientras leía “Ensayo sobre la Ceguera”, de Saramago, pensé: ¡Qué le habrá pasado por la cabeza a este señor hace 25 años para haber imaginado todo ese escenario tan funesto y que hoy en día es tan real..! El relato es un paseo por la mente del hombre puesto en jaque ante la adversidad generalizada, ante la puesta a presión, y que saca la perversidad humana en su mayor expresión cuando el caos reina.

José de Sousa Saramago, escritor portugués y ganador del premio Nobel de Literatura en 1998, publicó en 1995 “Ensayo sobre la Ceguera”, una de sus más famosas obras.

La novela se centra sobre una epidemia de ceguera ocurrida en una localidad donde la desgracia empezó de pronto y, coincidentemente, como ahora, con una transmisibilidad increíblemente rápida donde el contagio se producía con el simple acercamiento de una persona a otra.

La obra muestra, en todo su recorrido, a diferentes personajes que se van quedando ciegos y que son recluidos en un antiguo hospital para enfermos mentales a fin de aislarlos y evitar que otros fueran “tocados” por un mal. desconocido e inexplicable. En ese descubrir cuando se iniciaron los contagios, se ve cómo los personajes se sorprenden por la forma súbita en que se quedan ciegos, incluido un oculista que también enferma sin encontrar explicación, pero que increíblemente su esposa nunca se contagia, mostrando inmunidad contra el mal y pasando a ser la única persona que conserva la visión, por lo cual llega a ser testigo de cómo la especie humana puede ser tan diversa, como perversa.

Hoy, en medio de una pandemia que nos aniquila, podemos entender algunas cosas de esta obra. Vivimos una situación de zozobra permanente y que, tal como narra Saramago, apareció de pronto y contagió a cuanto ser humano encontró en su camino. Aún no hemos llegado a encerrar a la gente en un gran hospital, pero hemos intentado aislar a todo aquel que signifique un riesgo. La diferencia está en que en nuestra realidad la epidemia mata, en la novela los deja ciegos, sin embargo, esa ceguera acaba matando a varios de los actores por efectos secundarios, y acaba aniquilando el alma de muchos de ellos. El aprovechamiento de la desgracia ajena es una de las cosas más viles descritas en el libro, y lo vemos hoy, 25 años después de la publicación del libro: especulación de precios, prurito por sacar ventaja del momento para ganar algo, y un desprecio por los demás mostrando irresponsabilidad absoluta de aquellos que sienten estar fuera del espectro de la enfermedad.

Saramago narra con crudeza lo que el ser humano es capaz de hacer cuando el miedo es el componente central. A veces perdiendo el sentido de solidaridad, cuando aparece ese “sálvese quien queda”, o ese “te jalo de la escalera para subir yo”. En el máximo punto de una crisis donde el sentido de supervivencia nos domina, pueden aparecer sentimientos antihumanos, autolíticos y perversos; pero también describe situaciones de compasión y compañerismo, de humildad y fe, de ayuda y de resiliencia, donde lo espiritual se impone y busca sobreponerse solidariamente.

En el máximo punto de una crisis donde el sentido de supervivencia nos domina, pueden aparecer sentimientos antihumanos, autolíticos y perversos.

La novela de Saramago también está llena de enseñanzas, como aquella que se puede aplicar para el médico, el investigador o el funcionario público, cuando escribe, por ejemplo: “Si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después en las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables…, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el

primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos”. Enseñanza que nos promueve a buscar las interrogantes que nos pueden agobiar y a veces retenernos en un punto sin saber cómo salir de él…avanzar es lo importante.

Saramago nos enseña cómo debe ser el ser humano y también cómo no debe ser, que perversidades puede cometer en su camino por saciar sus ambiciones, a veces sin importar las consecuencias que puede ocasionar.

Dios quiera que nuestra pandemia termine tal como narra la novela: un desenlace que muestra una luz al final del camino.

Nosotros aún no conocemos como terminará esta pandemia, pero tenemos fe en algo mejor. La vacunación masiva puede ser una boya de salvación, pero también tenemos que apostar por el cambio de mentalidad de nuestra especie, y que quizá esa sea la señal del cambio que está por venir; de otro modo, la selección natural se encargará finalmente.

Recomiendo la lectura de esta obra para experimentar los vaivenes del caos, para entender las pasiones humanas y emociones que nos invitan a reflexionar sobre esa insuperable última frase: “Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos”. Por tanto, a la luz de esta increíble historia, reflexionemos en la forma más racional posible: quiénes somos y quiénes deberíamos ser.

“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos”

Saramago,el Nobel que nos hacemeditar 25 años después

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