MI DINERO: Tu Revista de Finanzas Personales Nro.27 (Julio 2013)

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MI DINERO Tu Revista de Finanzas Personales

Número 27 | Julio 2013

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ISSN 2174-176X

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el valor de lo “gratis”

niños & adultos

más

educación financiera para niñOS ¿nada es gratis? ¿todo tiene precio? economía para gente madura trabajar gratis o plantar lechugas

empresas duros a cuatro pesetas

novedades

patio de recreo EL JUGLAR FINANCIERO finanzas con amigos

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primerA revista digital gratuita DE finanzas personales

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EDITORIAL

Minidocs Tu Editorial® www.minidocs.es - Alicante - Madrid - Buenos Aires Directora Editorial Verónica Deambrogio

Hola de nuevo! Aquí estamos con un interesante número cubierto de reflexiones ( y dudas existenciales) sobre el valor de lo gratuito.

editorial@minidocs.es El editor de la revista no necesariamente comparte las opiniones expresadas por colaboradores y/o autores.

Como directora de esta revista, que ya lleva más de dos años de andadura, a veces me toca tomar decisiones difíciles o trascendentales, que afectan el futuro de la publicación. Generalmente tú no las notas o no terminas de percatarte pero muchas de esas decisiones definen nuestro futuro.

Derechos reservados Minidocs® Está obra está sujeta a la licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visitehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/. (Minidocs®). Reservados todos los derechos. ISSN 2174-176X

Como siempre soy sincera contigo, en este momento necesito tu ayuda, porque muchos de nosotros nos encontramos en una etapa de nuestra vida en la que el tiempo es un bien tan escaso que tenemos que analizar correctamente y concienzudamente en qué lo invertimos.

Sólo tienes que dedicarnos 2 minutos de tu vida, para responder la encuesta que encontrarás en este enlace:

www.minidocs.es/encuesta.html Tus respuestas nos ayudarán a diseñar el futuro de esta publicación (mejorarla, agregarle más contenido, más funcionalidad, a invertir en tecnología para que sea interactiva y se pueda leer en cualquier dispositivo, etc.) o simplemente nos servirán de aviso para que nos dediquemos a otra cosa, mariposa :-) ¿Podemos contar contigo? Hoy tienes la oportunidad de ser parte de nuestra historia. Haz click aquí

Es por lo anterior mencionado, que antes de tomar una decisión, necesitamos saber qué opinas.

Saludos y ya te contaré los resultados el próximo número! Un abrazo

Copyright Minidocs® 2011. Minidocs no es propietario de los derechos de las imágenes pero posee la licencia para su utilización otorgada por Clipart.com, y Shutterstock que al igual, prohibe su uso, copia, reproducción, y utilización de las mismas, sin su correspondiente autorización por escrito.

Verónica Deambrogio

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ÍNDICE

VERONICA DEAMBROGIO (Argentina, 1975)

Editorial

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Colaboradores

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Índice

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El valor de lo “gratis”

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Duros a cuatro pesetas

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MARÍA INÉS SARMIENTO (Colombia)

Trabajar gratis o plantar lechugas

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Psicóloga, docente universitaria, formadora de formadores, especialista en educación financiera para niños, reputada autora y conferencista internacional.

¿Nada es gratis? ¿Todo tiene precio?

9

Empresaria, Consultora en Finanzas Personales, Directora de Addkeen Consulting, Minidocs Tu Editorial y del programa educativo Educación Financiera para Todos para España y Europa.

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MIGUEL MARTÍNEZ CLEMENTE (España, 1973)

El Patio de recreo

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Ten peor coche que tu vecino: la libertad financiera

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El señor de los ladrillos

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Contacto

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Asesor Financiero Personal y Consultor de Gestión Empresarial. Consultor experto en administración y finanzas para pymes y profesionales.

NOS PATROCINA:

CRISTINA CARRILLO (España,1966) Economista, abogada y divulgadora del sentido común financiero. Directora de Addkeen Consulting para Latinoamérica.

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Opinión

El valor de lo “gratis”

Educación financiera para todos

Verónica Deambrogio

@verodeambrogio facebook.com/verodeambrogio facebook.com/educacionfinancieraparatodos http://www.educacionfinancieraparatodos.com E-mail: editorial@minidocs.es

E

ste artículo que quiero compartir hoy contigo surgió como producto de una reflexión personal, digamos “existencial”, que tuve al respecto de mi actividad hace un tiempo atrás. Como ya sabrás, si eres asiduo lector o lectora de esta revista, me apasiona difundir la educación financiera, pero no tanto en el sentido de divulgar las habilidades que uno aprende sobre el manejo del dinero, sino más bien desde los beneficios que, estar educado financieramente, otorga al individuo y a su calidad de vida. Sin embargo, hay días que a pesar de que disfruto aportando mi granito de arena para mejorar la vida de las personas, no dejo de preguntarme si en realidad vale la pena.

¿Aprecian las personas lo que hacemos? ¿Le es útil? ¿Sacan provecho del conocimiento que ponemos a su disposición? ¿ Valen la pena las horas que dedicamos escribiendo, recopilando información, publicando etc. y que restamos a nuestros seres queridos o actividades personales? En definitiva... ¿ Es la difusión de la educación financiera en realidad una pelea contra los molinos de viento más que una manera de aportar valor a las personas? Un pensamiento me llevó a otro, y mi reflexión inicial derivó en tratar de descubrir el valor de lo gratuito. Y aquí estoy, compartiendo contigo lo que he descubierto. Una cosa que tengo claro y que todos los estudios del comportamiento demuestran, es que todos tenemos aversión al riesgo. Unos en mayor medida, otros en menor, pero el hecho en sí de que exista la posibilidad de perder nos provoca más miedo que la alegría que nos otorga la probabilidad de ganar.

Y como todos tenemos miedo a equivocarnos, adoramos el término “gratis”, “gratuito” o “sin coste”. Gratis es la palabra mágica que nos alivia inmediatamente de la carga de decidir, porque libera a nuestro cerebro del desgaste energético que provoca analizar y tomar una decisión. Gratis es la expresión que nos impulsa a presionar la tecla de “download” o “descarga” cuando creemos que algo podría interesarnos o ser de utilidad, aunque no le prestemos atención alguna, una vez finalizada la misma. Gratis es el vocablo que nos alienta a beber una bebida o saborear una comida que de otra manera jamás hubiéramos osado probar. En definitiva, gratis es el “conjuro mágico” que nos libera del miedo que hablaba anteriormente, porque gracias a él, no existe riesgo de perder. ¿Qué inconveniente, desventaja o ries-

go (de coste) puede tener algo que no hemos 3 pagado para obtenerlo? Y ahora la pregunta del millón...¿Valoramos lo gratuito en la misma medida que lo haríamos si tuviéramos que pagar dinero por ello? Es vox populi que uno valora más lo que le ha costado algo a cambio para conseguirlo. Que si algo nos cuesta mucho esfuerzo tendremos más cuidado en mantenerlo y que todo lo gratuito terminamos despreciándolo porque en nuestra mente no tiene valor, pero...¿es verdad esta creencia popular? Vamos por partes, primero: ¿A qué llamamos valor? Segun Philip Kotler, el padre del marketing moderno: Valor es la estimación que hace el consumidor de la capacidad total del producto para satisfacer sus necesidades, lo que podríamos resumir en la siguiente fórmula: Valor = beneficios totales - costos totales. www.revistamidinero.com


El valor de lo “gratis”

Opinión

Es decir, como consumidores analizamos los beneficios que nos otorga un producto que pueden ser tanto tangibles como la utilidad, calidad, tecnología, etc., como intangibles: prestigio, status, felicidad etc. y los restamos con el coste de comprarlo. Si los beneficios que apreciamos son superiores al dinero que tenemos que pagar a cambio de ellos, lo consideramos valioso, ya que nos aporta más de lo que nos quita, en cambio si el coste es superior a sus beneficios, lo percibiremos como de poco valor y cualquier precio que pidan por él, nos parecerá caro.

“valor” porque no tiene las cualidades que nosotros en particular podemos apreciar como valiosas en un restaurante: una amplia carta de vinos, un ambiente refinado, una música clásica de fondo, etc.

Sin embargo, como yo creo que en la mayoría de las decisiones somos más emocionales que racionales, me incli4 no más por la definición del diccionario. A diferencia de la satisfacción, que es el resultado entre las expectativas y la experiencia vivida, el valor es una cualidad o conjunto de cualidades por las que una persona o cosa es apreciada o bien considerada.

Volviendo a mi pregunta inicial: ¿Valoramos lo gratuito en la misma medida que lo haríamos si tuviéramos que pagar dinero por ello?

O sea, que visto desde este punto de vista, el valor es algo muy subjetivo que tiene que ver más con una percepción personal que con una definición universal, y que no es igual en todas las circunstancias de nuestras vidas, ni para todas las personas. Para explicarme mejor voy a poner un ejemplo: podemos tener una experiencia satisfactoria o sentirnos satisfechos en un restaurante chino del cuál no teníamos ninguna expectativa positiva y que nos sorprendió con una comida sabrosa y sin embargo no lo consideramos algo de www.revistamidinero.com

En conclusión, el valor es algo subjetivo producto de una percepción personal y generalmente, como no tenemos un medidor interno de valor, necesitamos referencias externas que nos sirvan para comparar las ventajas de una cosa en relación con otra, estimando su valor en función de ello.

Lamentablemente, y muy a pesar de las miles de personas del mundo que dedicamos nuestro tiempo en crear contenido y ofrecer productos gratuitos, yo creo que no, pero no sólo porque no nos ha costado dinero, sino también porque muchas veces no nos ha costado tiempo, esfuerzo ni dedicación conseguirlo. Está comprobado que la dificultad para obtener algo hace que esto sea más codiciado, por lo que no sólo el dinero es un factor determinante para que un producto sea valioso en nuestra mente, sino también lo difícil que nos ha resultado acceder a él. ¿Conclusión? Aunque esta reflexión me ayudó muchísimo a entender el valor y las percep-

ciones, no terminó de resolver mi duda existencial con respecto al valor que esta revista gratuita tiene para ti, por lo que necesito tu ayuda. Sólo tienes que dedicarnos 2 minutos, que es poquísimo tiempo a cambio de las muchas horas que nosotros invertimos para que hoy tengas esta revista ante ti, y responder la encuesta que encontrarás en este enlace: www.minidocs.es/encuesta.html Tus respuestas nos ayudarán a diseñar el futuro de esta publicación (mejorarla, agregarle contenido, más funcionalidades, invertir en tecnología para que sea interactiva y se pueda leer en cualquier dispositivo, etc.) o simplemente nos servirán de aviso para que nos dediquemos a otra cosa, mariposa :-) ¿Gratis o no? ¡TU DECIDES ! Hasta el próximo número. Verónica Deambrogio


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Opinión

Duros a cuatro pesetas

Suma y sigue

Miguel Martínez Clemente

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l título de este artículo hace referencia a un dicho español, que va cayendo en desuso porque ya no usamos la peseta como moneda, que se emplea para señalar que nadie regala nada. Lo gratis realmente no existe, siempre tiene un coste oculto. Otra versión haría referencia a que lo barato siempre sale caro, aunque no siempre es así. La cuestión es que la percepción de valor de las cosas tiene mucho de psicológico, más que de una decisión meditada y razonada. De lo contrario, no podríamos explicar cómo la juventud en España, con un 52% de desempleo, hace colas interminables para comprar el Iphone 5 con un precio entre los 650 y 850 €, son capaces de pasar 3 noches durmiendo en el suelo a la intemperie después de pagar entre 60 y 100 € por una entrada para ver a su cantante favorito, o pagar 25 € por asistir a una fiesta masificada que puede acabar incluso en tragedia como ocurrió en el Madrid Arena. Y no solo jóvenes, porque tenemos a respetables padres de familia, que trabajan duro y no llegan a final de mes, pero que no les tiembla la mano para abrir su billetera y pagar 350 € por asistir a ver un clásico del futbol como puede ser Madrid-BarÇa. Las respetables madres no quedan al margen, porque igualmente se esforzarán en ahorrar agua, pasarán buena parte de su tiempo en el supermercado comparando precios, pero no dudarán en ir a su peluquero preferido para pagar 30 o 50 € por lucir un peinado bonito. De esto podemos obtener como conclusión que el precio de nuestro producto, para competir, no tiene que ser muy barato o regalarlo. La gente reacciona por impulsos, por emociones, que le hagan sentir más importante, sexy,

delgado, especial, divertido, etc. El gran reto es determinar quién es ese público objetivo que esté dispuesto a pagar por lo que ofreces. Si tienes que llegar a ofrecérselo gratis, está claro que no es tu cliente. Otra cuestión es que, englobado en una estrategia de marketing, decidamos ofrecer parte, una muestra, o una degustación gratis, cuya finalidad es la de atraer al cliente para que compre. Mucho cuidado al implementar este tipo de campañas, porque si regalamos algo y el cliente escapa sin comprar nada, ya sea en ese momento o en un futuro, si no lo hace en ese momento, debemos procurar que el prospecto (futuro cliente) de alguna forma quede registrado en nuestras bases de datos para ofrecerle nuestros productos en un futuro. Un caso que refleja claramente cómo rentabilizar lo gratis, e incitar a la compra, es el de las compañías telefónicas que operan en España. Utilizan los terminales como gancho para vender. Los ofrecen a un valor cero, a cambio de contratar una tarifa, generalmente muy elevada, y comprometerse durante un periodo largo de tiempo a permanecer como cliente de la compañía. Es el ejemplo claro de que nadie da “duros a cuatro pesetas”. El mismo terminal, según la tarifa que contrates te puede salir a pagar más o menos, incluso gratis. ¿Gratis?. Por supuesto que no. Lo vas a pagar en cada factura mensual, y bien pagado.

Escenario 1: A la chocolatina de inferior calidad se le puso un precio de 2 centavos de dolar. A la de calidad superior se le marcó un precio de 27 centavos. Una diferencia entre ambas de 25 centavos que se mantendría durante todo el estudio. La respuesta de los consumidores fue equilibrada, porque aproximadamente el 40% prefirieron comprar la chocolatina barata y el 45% compró la cara. El resto decidió no comprar nada. Escenario 2: Se baja el precio en un centavo a cada producto. A pesar de haber reducido el precio los consumidores de uno y otro producto no cambian su elección. Tímidamente, un reducido porcentajes de consumidores cambiaron su elección. Escenario 3: Manteniendo la diferencia de 25 centavos entre un producto y otro, se vuelve a bajar 1 centavo el precio, situando el precio de venta de la chocolatina de inferior calidad en cero (gratis). En este caso cambia la tendencia, siendo un abrumador 90% de consumidores los que optaron por la chocolatina más barata o, mejor dicho, gratis..

Se hizo un experimento con dos marcas de chocolatinas entre consumidores. La primera marca es muy económica (barata) y a la vez de una calidad inferior. La segunda marca es más cara y de una calidad superior. Se presentaron 3 escenarios posibles a los consumidores:e www.revistamidinero.com

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Duros a cuatro pesetas

El punto lo ponen cuando le preguntan a los consumidores el grado de satisfacción en la relación calidad-precio. En una escala de 1 a 5, los consumidores pusieron una puntuación de 4,10 al producto de peor calidad a un precio cero (gratis); mientras que la puntuación obtenida en la misma chocolatina de peor calidad con un precio, aunque fuera barato, fue de 2,82, muy próxima a los 2,78 obtenidos por la chocolatina de mayor calidad y más cara. Se pueden sacar muchas conclusiones de este estudio. A priori podríamos decir que cuando los consumidores tienen que pagar por un producto, si la calidad es un factor determinante para su elección, el hecho de presentarle un producto más barato no va a variar su elección. Por tanto, en un negocio, es fundamental tener claro a qué perfil de cliente nos vamos a dirigir para ofrecerle el producto que demandan al 6 precio que estarían dispuestos a pagar. También es evidente que rebajar el precio de un producto no va a atraer más clientes, pues si el consumidor tiene que pagar por algo va a buscar primero la satisfacción de sus necesidades, ya sea esta disfrutar de la calidad al degustar un producto, o cualquier otra. Y por supuesto, si regalamos algo, aunque sea de una calidad baja, tendrá una alta demanda, pero la percepción de la gente será que no vale nada. Es decir, los consumidores dieron una puntuación muy alta a la relación calidad-precio, cuando era gratis, porque lo que estaban comunicando es que ese producto no tenía ningún valor para ellos. Si hubieran tenido que pagar por ello, no la hubieran elegido y, en consecuencia, la puntuación hubiera sido muy inferior o nula. En definitiva, queda claro que nadie da “duros a cuatro pesetas” y los consumidores lo saben. Gratis si, pero como parte de una estrategia de marketing www.revistamidinero.com

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para dar a conocer nuestros productos o servicios, captando la atención del cliente y que este entre en nuestras redes de marketing. De lo contrario, ofrecer un producto muy barato o gratis, te saldrá muy caro. Saludos cordiales. Miguel Martínez Clemente


Opinión

Trabajar gratis o plantar lechugas

Economía para gente madura

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as cosas tienen el valor que les damos. En vida, Van Gogh no consiguió vender más que un triste cuadro, y algunos historiadores aseguran que para el comprador fue una obra de caridad más que una verdadera operación comercial, porque el pintor estaba ya rozando la indigencia. En cuanto murió, su cuñada inició una exitosa campaña de marketing y comenzó a vender los cuadros del difunto Vincent como churros. En las últimas décadas, sus obras acostumbran a batir récords en las subastas. ¿Tanto han cambiado los gustos en 100 años? Obviamente, no.

Cristina Carrillo Rivero

@addkeen @addkeen_eng cristinacarrillo.addkeen http://ar.linkedin.com/in/cristinacarrillo http://www.addkeen.net E-mail: info@addkeen.net

Sin entrar en el trasfondo psicológico de los personajes, es muy divertido ver cómo Sergio, el comprador, defiende sin cesar los méritos del cuadro en blanco, que su amigo Marcos califica sin tapujos como “una mierda”. Sergio se muestra muy ofendido: “Me gustaría saber qué entiendes por “una mierda”. ¿”Una mierda” con relación a qué? Cuando se dice que tal cosa es una mierda, es que se tiene un criterio de valor para apreciar esa cosa”. Nos encontramos con que, ante un lienzo en blanco, hay dos posibles posturas: uno está dispuesto a gastarse una millonada por tenerlo en el salón, y el otro no lo colgaría en su casa ni aunque se lo regalasen, porque le parece “una mierda”. Por otra parte, para los que nos dedicamos a la educación financiera es inevitable convivir con el amor que el prójimo siente por lo “gratis”: nadie está dispuesto a pagar por obtener educación financiera. Claro que, cuando ofreces talleres o recursos gratuitos, tampoco los aprovechan.

La obra de teatro de un autor vivo más representada en todo el mundo es Arte, de Yasmina Reza; probablemente muchos de nuestros lectores han tenido la ocasión de disfrutarla en alguna de sus versiones. Cuenta la historia de tres amigos que casi destrozan una relación de quince años a raíz de la “inversión” realizada por uno de ellos: cinco millones por un cuadro… completamente blanco. Con unas finas líneas transversales, eso sí.

Así que, mezclando el lienzo en blanco con mi experiencia como educadora financiera, he elaborado otra de mis fantásticas teorías. Atención, que aquí va: Lo que no nos interesa lo suficiente como para pagar por ello, tampoco nos interesa cuando es gratis. Le he dado muchas vueltas y creo que se trata de una ley universal. Alguien podría objetar: “Eh, no, mucha gente piratea libros y

música de Internet porque les interesa muchísimo y lo disfrutan, pero no quieren pagar por ello”. En primer lugar, creo que tal afirmación requiere muchos matices. El pirateo es un tema complejo y hay infinidad de situaciones diferentes. Hay muchas personas que directamente no pueden permitirse pagar los elevados precios de la música y los libros. O a lo mejor pueden pagar algo, pero no todo lo que les gustaría. Por otra parte, como lectora empedernida llegó un punto en el que me harté de comprar libros con muy buena pinta y muy recomendados, que además de resultar un tostón insufrible ocupaban muchísimo sitio en mi casa. Cuando me cambié de país doné los más plúmbeos a la biblioteca pública, y los que valían la pena se los dejé en “herencia” a mi hermana. Después de enfadarme durante mucho tiempo conmigo misma por la acumulación de basura encuadernada, cambié de política: primero los leía (no entremos en detalles sobre el procedimiento de adquisición) y, si me parecían buenos, los compraba. Lo hice varias veces, de hecho. Hoy no siento ningún complejo a la hora de piratear toda la saga de Harry Potter, porque en España quedaron las colecciones completas en español e inglés: yo ha he pagado de sobra mi tributo a la señora Rowling. En resumen, valoro extraordinariamente el talento y el esfuerzo y no considero que deba ser “gratis”, pero hay muchas expresiones “artísticas” en música, literatura y cine que son el perfecto equivalente al lienzo en

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Trabajar gratis o plantar lechugas

blanco. Para mí, el pirateo es como un “periodo de prueba”: si después de las primeras diez páginas descubro que ni loca se me ocurriría comprarlo, lo dejo en el acto. Lo cual me reafirma en mi teoría inicial: si no estoy dispuesta a pagar dinero por esas obras, tampoco me interesa dedicarles ni un minuto de mi vida.

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Por otra parte, algunos de los descargadores piratas que conozco (no todos) son simplemente “acumuladores compulsivos”. La sensación de conseguir cosas gratis resulta tan satisfactoria que los dispositivos se quedan encendidos durante la noche haciendo descargas masivas. Obviamente, luego no tienen tiempo de ver las películas ni de escuchar tantas horas de música, porque están muy ocupados buscando más cosas para descargar… lo que nos lleva a concluir que el interés no lo genera el elemento en sí, sino el hecho de su gratuidad. De nuevo se confirma mi teoría: lo gratuito no nos interesa por sí mismo. Pero, ¿y cuando no hablamos de cuestiones relativamente accesorias, sino de otro tipo de bienes o servicios? Muchos profesionales dedicados al coaching, el desarrollo personal o la educación, se lamentan de la creencia generalizada según la cual los profesionales de lo “intelectual” o de lo “espiritual” son perfectamente capaces de vivir del aire. Por eso muchas personas hacen uso de las sesiones gratuitas de muestra, pero muy pocas se animan a pagar por unos servicios que, en el fondo, no valoran.

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Opinión

Hace no mucho tiempo tuve una esclarecedora conversación con una buena amiga. Es de las que considera que la ética y el dinero están reñidos sin remedio, y no acaba de entender muy bien la utilidad del tema al que dedico mis días. Por mi parte, hace mucho que desistí de la labor apostólica-financiera. Creo que cada persona tiene su ritmo de aprendizaje, y si alguien considera que no merece la pena dedicar tiempo, esfuerzo y dinero a mejorar sus habilidades en el manejo del dinero, no voy a darme de cabezazos contra las paredes tratando de “hacerle ver la luz”. Me interesan mucho más las personas que tienen claro que en esta vida no hay nada escrito y que el dinero es una herramienta que hay que saber manejar, igual que se aprende a utilizar un taladro eléctrico o un programa de ordenador. Le estaba comentando a mi amiga que cuesta bastante que la gente se anime a apuntarse a los talleres, incluso cuando el precio es meramente simbólico. Con todo convencimiento, ella me plantea: “Es que si lo que tú haces es tan imprescindible para mejorar la vida de la gente, deberías darlo completamente gratis, ¿no?”. Decidí responderle “a la gallega”, es decir, con otra pregunta: “¿Por qué llevas a tus hijos al colegio?”. “¡Porque necesitan tener una educación, por supuesto!”. “Y cuando te pones enferma, ¿vas al médico?”. “¡Por supuesto, qué pregunta, la educación y la salud son temas esenciales!” “Entonces supongo que los maestros y los médicos deberían trabajar gratis,

nuestro esfuerzo queda completamente perdido en el ciber-espacio.

¿no? Qué egoísmo el suyo, cobrar por atenderte cuando estás enferma y por educar a tus hijos…”. Me parece que vio el punto, porque ahí quedo la conversación. Aunque, por supuesto, no cuento con haberla convencido. Para ella, la educación financiera está al mismo nivel que el proceso de reproducción de las mariposas: le importa un comino. El problema es que muchos colegas y personas con genuino interés por la educación financiera asumen con la misma naturalidad esta idea del altruismo obligatorio. Hace poco, una persona encantadora y muy valiosa, dedicada a la formación (en otras áreas) me decía que su hobby era difundir la cultura financiera… “¡por supuesto, de forma gratuita, porque lo que yo quiero es ayudar a la gente!”. Ahh… Entendido. Ya se han disipado todas mis dudas. No es posible vivir de la educación financiera, por muy necesaria que resulte, porque como es tan importante tenemos que proveerla gratis. Tengo la desgracia de acumular años de estudio y experiencia en un campo que nadie demanda (por lo que no están dispuestos a pagar) pero que todo el mundo necesita (por lo que es mi obligación trabajar gratis). Creo que voy a tener que replantearme mi vida en breve, porque aún conservo la absurda costumbre de comer a diario. Tal vez debería invertir en algunas macetas y montar un mini-huerto orgánico en casa. Al menos, dispondría de lechugas.

En realidad, creo que el problema es que, en el fondo de nuestro corazón, somos conscientes de que nadie demanda nuestro “producto” y, por lo tanto, hacemos de la necesidad virtud y lo ofrecemos gratis. Sin embargo, considerando mi teoría tengo serias dudas de que valga la pena: si me dirijo a personas que no lo consideran lo bastante valioso como para pagar por ello, ¿realmente van a sacar algún provecho de lo que les damos gratis (más allá de satisfacer el “síndrome del descargador compulsivo” que nos lleva a acumular documentos y recursos gratuitos a los que no dedicamos jamás un segundo pensamiento)? Me parece que no, que no ayuda mucho. Es posible que alguien lea estos artículos, que los que escribimos en esta revista nos esmeramos en elaborar mes tras mes sin retribución alguna, y piense “mira qué simpáticos”. Pero no tengo ni la menor idea de si tienen efecto alguno en las vidas de los suscriptores; más bien sospecho que, más allá del día de la descarga,

Por mi parte, hoy despido y doy por cerrada esta sección de “Economía para gente madura”, porque a pesar del desánimo y de mi inminente propósito de ponerme a plantar lechugas, sigo dando vueltas a los temas que más pueden ayudar a nuestros lectores. Parece que los “Consejos prácticos para ahorrar e invertir” despiertan más interés, así que recogemos la sugerencia del ganador de nuestro desafío, Santi Vivas, y a partir del próximo mes abrimos nueva sección, en la que también esperamos contar con vuestras consultas. Cristina Carrillo Rivero


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Opinión

¿Nada es gratis? ¿Todo tiene precio?

Educación financiera para niños

María Inés Sarmiento

¿Sabías qué? María Inés Sarmiento Díaz es también autora de la colección completa digital de educación financiera para niños “Cómo enseñar a los niños sobre el dinero” que encontrarás en www. minidocs.es

Q

uiero comenzar este escrito compartiendo algo que sucede muchas veces en mi vida y que algunos autores llaman “sincronía”. Significa que te suceden algunos eventos de manera conjunta y cercana en el tiempo, como si estuvieran alineados. Frente a ellos solemos decir “¡Qué coincidencia!”, pues parece que se juntaran y se dieran con algún propósito. Este escrito creo que es producto de una de esas “sincronías”. Todo comenzó hace mes y medio, cuando comencé a trabajar en un equipo en el cual hay un especialista en finanzas con quien hemos hecho una buena amistad. Un día él hizo el siguiente comentario: “Todo tiene precio”. Yo le dije que no estaba de acuerdo y durante este tiempo hemos hablado al respecto, cada uno presentando sus argumentos. De pronto, Verito me invita a que este mes escriba en la revista algo acerca de que nada es gratis y que todo tiene precio. Y, además, uno de mis hijos se sienta a mi lado y me dice algo contradictorio: “No todo tiene precio, pero nada es gratis”. ¿Coincidencia? No lo sé.

Como no entiendo, la razón por la cual esta frase “me está persiguiendo”, ni por qué varias personas me están hablando de este tema, ni por qué me invitan a reflexionar diciéndome frases relacionadas con el mismo, me imagino que necesito aprender algo al respecto. Así que además de escribirlo para ustedes, queridos lectores, este artículo lo escribo para mí misma, para entender qué necesito aprender acerca de qué es gratis o de si todo tiene o no un precio. Y qué podemos enseñar a los niños y niñas al respecto. Antes de que continúes leyendo, te quiero preguntar: ¿Qué piensas al respecto? ¿Crees que todo tiene precio? ¿Piensas que nada es gratis? Si sólo algunas cosas tienen precio, ¿cuáles no lo tienen? ¿A qué llamamos precio? ¿A qué llamamos gratis? ¿Qué sucede en nuestras vidas cuando nos guía el pensamiento de que todo tiene precio y de que nada es gratis? O, por el contrario, ¿qué sucede en nuestras vidas cuando nos guía el pensamiento de que no todo tiene precio y de que algunas cosas son gratis? Quiero comenzar preguntando: ¿A qué llamamos precio? La mayoría de definiciones relacionan precio con valor monetario. Sin embargo, encontré una definición que va más allá: “Conceptualmente, se define como la expresión del valor que se le asigna a un producto o servicio en términos monetarios y de otros parámetros como esfuerzo, atención o tiempo, etc.” (el subrayado es mío). Pienso que, al definir el precio relacionándolo con el valor monetario, nos referimos al

que se asigna a los bienes y servicios cuando una persona o empresa los vende y alguien los compra. En este sentido, todos los productos y/o servicios que se compran y venden tienen precio, y este precio es una cantidad determinada de dinero. Por ejemplo, comprar una casa, ir al médico, comprar dulces, juguetes, útiles escolares, salir a pasear en vacaciones, etc., normalmente tienen un precio monetario. Sin embargo, hay otros parámetros para medir el precio: esfuerzo, atención, tiempo, etc. En este caso podemos definir precio como algo de valor que tú entregas (no necesariamente dinero), a cambio de obtener otra cosa que deseas. Por ejemplo, deseas obtener un título universitario. Para lograrlo, primero debes inscribirte (con dinero). Pero si tú te inscribes y 9 nunca asistes a clase, no estudias, no consultas libros y personas expertas en el tema, no entregas los trabajos asignados, etc., no podrás obtener el título. Así que, para lograr ser profesional, requieres dar varias cosas: tiempo, esfuerzo, dedicación, lecturas, trabajos, etc. De la misma manera, quieres tener muchos amigos(as). Para lograr este objetivo, requieres conocer personas, elegir aquellas con las que crees que puedes hacer una buena amistad, tratarlas bien, ayudarlas cuando te necesitan, acudir a ellas cuando tú las necesitas, confiar en ellas y que ellas confíen en ti, etc. Así, tener una amistad implica de parte tuya: tiempo, actitudes, comportamientos amigables, etc. En los anteriores ejemplos, para lograr lo que quieres necesitas dar algo a cambio. No necesariamente dinero, sino algo tuyo: tu tiempo, tu amistad, tu afecto, tu ayuda, tu esfuerzo, tu trabajo, tus conocimientos, tu experiencia, tus talentos, etc. Eso que tú das es el precio que www.revistamidinero.com


¿Nada es gratis? ¿Todo tiene precio?

pagas por lograr tus sueños y metas. Entendido así el significado de precio, he cambiado de opinión y pienso que mi amigo y mi hijo tienen razón: Todo tiene precio… aunque no siempre este precio es dinero. Es algo de valor que tú entregas, a cambio de alcanzar un sueño, un objetivo, una meta, etc. De acuerdo con lo planteado, podemos decir que nada es gratis. Pero, ¿qué entendemos por gratis? Que no se cobra o que no se paga (en términos monetarios). En este sentido, podemos decir que ningún bien y/o servicio es gratis. Si no lo pagamos nosotros, otros lo pagan. Si no lo pagamos directamente, lo pagamos a través de tributos o impuestos.

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Muchas veces encontramos ofertas que dicen: “Por la compra de este producto, reciba gratis X producto”. Por ejemplo, “por la compra de esta loción, reciba gratis este jabón”. ¿Realmente el jabón es gratis? Veamos algunas posibilidades: A) El jabón que recibimos en esa oferta puede ser un producto que no han podido vender, y utilizan la oferta como una manera de “deshacerse de él”. Quien da el jabón gratis en algún momento lo pagó, pero pierde más dinero si lo conserva que si lo regala. B) Puede parecer una oferta, pero es posible que estén cobrando más por la loción que deseamos comprar, y ese dinero extra que reciben es el precio asignado al jabón. Valdría la pena mirar el precio aislado de la loción y del jabón, para saber si realmente este último lo están entregando gratis. C) Quienes hacen la oferta disminuyen sus www.revistamidinero.com

Opinión

ganancias del producto que compramos (la loción), para obtener un precio del producto que ellos “regalan”, el jabón. D) Quizás el producto tiene una fecha próxima de vencimiento y, en lugar de perderlo, lo ofrecen en oferta para “salir de él”. Económicamente hablando, nada es gratuito. Todo tiene un precio. Cuando hablamos en términos no económicos, también podemos decir que todo tiene un precio (no monetario), pues debemos dar algo de valor para obtener lo que soñamos o alcanzar las metas que nos proponemos. Si nuestra concepción es que nada es gratis y que todo tiene un precio (no necesariamente económico), al enseñarle al niño es importante orientarlo para que diferencie entre el valor económico que tienen los productos y los servicios y el valor afectivo, sentimental, moral, etc., que tiene nuestro aporte al mundo. Los niños y niñas necesitan aprender que en este mundo no solamente “recibimos”, sino que hay gran valor en el “dar” y que cuando ellos “dan”, aportan y contribuyen al bienestar de su familia y de las demás personas que los rodean. Necesitan entender que “pagar el precio” es “dar”, y que es una forma de agradecer por todas las bendiciones que recibimos a diario. Los niños y niñas necesitan aprender que algunas de sus acciones (por ejemplo, ayudar con las labores del hogar, visitar a sus abuelitos cuando quisieran estar con sus amigos, cuidar a un hermano menor cuando sus padres salen, acompañar a una anciana que está enferma, etc.), se constituyen en la manera de agradecer

a su familia y a otras personas por todo aquello que les dan. Necesitan comprender que dar y recibir son los dos lados de una misma moneda. Que, cuando reciben, otros están dando algo suyo de valor (pagando un precio) y que, cuando dan, son ellos quienes dan algo de valor (pagan un precio) y de esta manera todos contribuimos a hacer de este un mundo mejor. Cuando damos lo que tenemos, lo que hacemos y somos, estamos retribuyendo o “pagando” al universo por la invitación recibida a esta fiesta llamada vida. Por el contrario, cuando tenemos dones para dar y, por cualquier razón, no lo hacemos, dejamos de contribuir para que nuestra vida y las de otros sean mejores. ¡Hasta el próximo número! María Inés Sarmiento


El Patio de recreo

¿Sabes el significado de gratis ? Escríbelo aquí: 11

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Finanzas con amigos

Hoy: Luis Pita

Ten peor coche que tu vecino: la libertad financiera

¿

Qué es la libertad financiera?

Es el número de meses que puedes vivir sin reducir tu nivel de gasto si hoy mismo dejas tu trabajo. Es una cifra sencilla, y que sin embargo tiene una gran importancia. Tu libertad financiera mide el tamaño de tu red de seguridad, de tu colchón financiero si hay imprevistos, si las cosas van mal o si quieres emprender una aventura profesional. Si tu libertad financiera es de 6 meses, tu red de seguridad es muy pequeña. Es como tener una Espada de Damocles sobre tu cabeza en todo momento. Sabes que si te lanzas y te equivocas, si un día tu empresa va mal y te

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Reseña del autor Luis Pita es director comercial de la empresa de e-learning Fidelia Group y un apasionado de las finanzas personales. En el libro “Ten peor coche que tu vecino” ofrece ideas muy prácticas para gestionar mejor nuestro dinero. Los resultados están a la vista: aplicando su propia receta, Luis ha logrado disponer de “diez años de libertad financiera”. Luis nos va a acompañar durante dos meses. En este número nos explicará cómo calcular la libertad financiera, hasta qué punto puede mejorar nuestra vida y cuáles son los “trucos” que él ha utilizado para conseguirla. El próximo mes sabremos mucho más de todos esos trucos. Claro que, si no te ves capaz de esperar para conocerlos, siempre puedes consultar su web http://tenpeorcochequetuvecino.com/

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echan, o si tienes cualquier problema de salud, las cosas se pondrán muy negras. Si tu libertad financiera es de varios años, ves la vida desde una perspectiva muy diferente. En mi caso, por ejemplo, mi libertad financiera es 125 meses, algo más de diez años. Si mañana dejara mi trabajo, podría tomarme diez años sabáticos antes de necesitar volver a ganar un sueldo. Esta libertad financiera me da seguridad. No tengo miedo a que un día de estos quiebre la empresa donde trabajo, o que me ponga enfermo y no pueda recibir mi sueldo. Aunque pasase lo peor, tengo diez años para encontrar una solución, y esto me da mucha tranquilidad para afrontar el futuro. Gracias a la libertad financiera que he construido estos años, puedo dedicarme a un trabajo que me encanta. Además, me deja tiempo para mi familia y para emprender proyectos que me apasionan, como escribir este libro. Me siento muy afortunado por trabajar por gusto, no por obligación. En palabras de Schopenhauer: Feliz es el hombre que puede decir: mi día me pertenece. Calcula tu libertad financiera El primer paso para construir tu libertad financiera es conocer el punto de partida, cuanta libertad financiera tienes hoy. Paso 1 Calcula cuánto dinero dispondrías si hoy mismo dejaras tu trabajo, y escríbelo aquí. Suma únicamente:

• Dinero en tu cuenta bancaria, depósitos y formas de ahorro convertibles en dinero efectivo en menos de una semana. No incluyas vender tu casa o tu coche porque no son inmediatas, y además reducen tu nivel de vida. • Paro total que cobrarías (la cantidad de subsidio multiplicado por todos los meses que te corresponderían) si dejaras voluntariamente tu trabajo. Paso 2 Calcula tu nivel de gasto mensual. Incluye los gastos fijos (alquiler o hipoteca, créditos, letra del coche, seguros, gastos fijos del hogar, colegio si tienes hijos…) y los gastos variables (comida, ropa, gastos variables del hogar, gasolina, ocio…). Si durante los últimos meses no has ahorrado nada al final de mes, eso quiere decir que tu gasto mensual es igual a tu salario mensual. No te sorprenda, es algo muy común. Paso 3 Calcula ahora tu libertad financiera: la suma de todo el dinero disponible si dejas tu trabajo hoy dividida por los gastos que tienes en un mes. Libertad Financiera = Suma de dinero disponible / Gasto mensual Para que no haya dudas, te pongo un ejemplo: supongamos que el dinero disponible si hoy dejas tu trabajo es 10.000 euros, y tu gasto mensual es de 1.000 euros, entonces tu libertad financiera son 10 meses.


Ten peor coche que tu vecino: la libertad financiera

Libertad Financiera = 10.000 / 1.000 = 10 meses Tres ventajas de tener mucha libertad financiera Tener mucha libertad financiera tiene tres grandes ventajas:

Opinión

Yo he vivido esa transformación en mi propia vida. De vivir con estrés y con miedo a equivocarme y fracasar en el trabajo, a estar completamente relajado e ir cada mañana a trabajar con una sonrisa en la cara. ¡Así da gusto vivir! Trucos para construir tu libertad financiera

1. Te permite lanzarte a cumplir tus sueños: como tienes una red de seguridad grande, no tienes miedo de tomar riesgos y de lanzarte a hacer realidad tus sueños profesionales o personales. 2. Tienes más éxito profesional: cuanto más eres tú mismo en el trabajo, más éxito alcanzas. El miedo al fracaso o a perder tu trabajo inhiben tu creatividad en el trabajo y te impiden sacar todo lo mejor de ti. Cuando eres libre financieramente desaparece completamente el miedo a que te despidan o al qué dirá de ti tu jefe, y te concentras solo en dar lo mejor de ti. Curiosamente en el momento que dejas de preocuparte de si pueden despedirte, empiezan a llegar los ascensos. Todos, incluidos tus jefes, queremos trabajar con gente segura de sí misma, que da lo mejor de sí, y que se atreve a tomar riesgos calculados. 3. Vives feliz y tranquilo: como dice Eduardo Punset, el principal obstáculo para ser feliz es el miedo. Cuando vives con una red de seguridad debajo no tienes miedo a caerte o a equivocarte. Vives tranquilo y feliz. Puedes trabajar en un puesto que a otras personas les causa un estrés enorme pero que sin embargo a ti te parece una oportunidad de aprender y crecer. En definitiva: cambia totalmente tu perspectiva de la vida, y empiezas a disfrutar cada momento.

En los siguientes blogs te voy a hablar de 7 trucos prácticos para construir tu libertad financiera desde hoy mismo: •

Ten peor coche que tu vecino.

Preahorra al menos la décima parte de tu sueldo.

Ahorra tus subidas de sueldo.

No te endeudes.

Y si necesitas endeudarte…

Genera ingresos pasivos.

Elige un buen asesor financiero.

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Puedes aplicarlos todos o solo algunos. Serás tú mismo quien decida cuáles son los más adecuados para ti y cuáles prefieres seguir.

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Opinión

E El señor de los ladrillos

l juglar financiero, fanático convicto y confeso de Tolkien, se queda dormido mientras ve en la tele la trilogía completa de El Señor de los Anillos, versión Peter Jackson (por quincuagésimo octava vez). En tan vulnerable estado, sus diferentes obsesiones se entremezclan y dan lugar a un agitado sueño, en el que se modifica ligeramente la naturaleza del famoso “tesoro” que tan celosamente protegían los hobbits. Sinopsis de la pesadilla. Probo y Max son dos simpáticos hobbits que, sin comerlo ni beberlo, se ven embarcados en una singular aventura: tras heredar de su tío abuelo una hipoteca a 150 años sobre su cueva de la Comarca, Probo se dirige al Monte del Desahucio, lugar en el que se firmó el documento hipotecario y, por lo tanto, el único sitio en el que puede ser destruido. Sin embargo, la ruta está plagada de obstáculos, debido al Ojo Omnipresente del Señor de los Ladrillos y sus aviesos secuaces que, como es lógico, desean recuperar el documento con el fin de ponerlo a buen recaudo y mantener a Probo hipotecado por siempre jamás.

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Por otra parte, Lellum, un pobre tipo consumido por décadas de cuotas hipotecarias, tan acostumbrado a cargar con el peso de las deudas que ya no es capaz de mantenerse erguido, persigue a Probo y Max durante cientos de kilómetros para hacerse con el codiciado documento, sin cesar de canturrear lastimeramente: “Mi hipoteeeeeca”. Otro personaje con mucho protagonismo es Randall, un gurú financiero que asesora a una asociación de consumidores denominada “la comunidad del ladrillo”, integrada por activistas anti-hipotecarios de variado pelaje y procedencia. Su misión es tratar de distraer www.revistamidinero.com

a las huestes recaudatorias del Señor Oscuro, para que Probo y Max puedan alcanzar su meta y finiquitar la hipoteca antes de que se inicie una oleada de desahucios colectivos. Durante su arriesgado periplo, los hobbits hacen frente a incontables vicisitudes, debido a las feroces estrategias del Señor de los Ladrillos: subidas de los tipos de interés, aparición mágica de nuevos gastos asociados a la hipoteca, traspaso de la deuda de unas entidades a otras… Como consecuencia, la hipoteca que acarrea Probo es cada vez más pesada, y sólo gracias al infatigable apoyo de Max consiguen alcanzar finalmente su destino.

llum, le arranca de un mordisco la mano que sujeta el contrato y, totalmente desequilibrado, se precipita con su trofeo por el Monte del Desahucio, sin posibilidad alguna de supervivencia, mientras vocifera feliz (por última vez): “Mi hipoteeeeeeca…”. En ese momento, ante la pérdida de la hipoteca todas las estructuras del Monte del Desahucio se tambalean y amenazan con enterrar a Probo y Max. Por suerte, aparecen in extremis dos unidades parasanitarias enviadas por el avispado Randall, que se llevan volando en parihuelas a los dos exhaustos hobbits. The End! El juglar financiero

Para prolongar el suspense, en el último instante Probo, que luce ya un aspecto tan demacrado y tristón como el propio Lellum (como consecuencia de haber arrastrado la abrumadora carga hipotecaria por montes y valles) experimenta un momento de severa confusión y decide no destruir el contrato. Definida su identidad como persona y ciudadano por años de sometimiento al Señor de los Ladrillos, no se ve capaz de afrontar un futuro libre de deudas. ¿Qué otra cosa podría hacer con sus excedentes patrimoniales? Entonces decide conservar su hipoteca e incluso ampliarla, poniendo una piscina en su jardín de la Comarca, o cualquier otro elemento superfluo pero costoso que contribuya a aumentar la deuda. Es fácil comprender que, al igual que Lellum, nuestro héroe sufre un caso agudo de “síndrome de Estocolmo hipotecario”, por el que la perspectiva de una vida sin hipoteca le resulta tan aterradora como la propia muerte. En ese momento crucial, mientras Probo se aferra a su hipoteca sin atender a las razones del desesperado Max, aparece de la nada Le-


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