En busca de la ciudad contemporánea

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En busca de la ciudad contemporánea1 Alberto Gutiérrez Lacombe2 Barranquilla, Colombia. algulac@gmail.com Artículo de reflexión - Recibido: 2 de mayo de 2012 - Aprobado: 20 de mayo de 2012

Resumen En este artículo se plantea un recorrido hacia una definición coherente de la ciudad contemporánea y se presenta una reflexión acerca de cómo, desde un principio, el ser humano ha tenido una relación muy íntima con la naturaleza y cómo transformó su entorno para habitarlo a su antojo. El hombre es un ser social, es un ser ambiental, lleno de sensaciones y percepciones que influyen en su comportamiento. Pero por cuestiones históricas y de seguridad nos reunimos y vivimos en ciudades, las cuales se han degenerado, convirtiéndose en lugares fríos, sin emociones, negativos y completamente grises. Cuando el hombre, organizando sus ideas y sus acciones, disminuyó la cantidad de trabajo físico para incrementar el trabajo intelectual y moral, en otras palabras, cuando creó una estructura para hacer progresar su existencia, entonces en ese punto surgió la ciudad. La persona, consciente o inconscientemente, empieza a conformar espacios habitables y espacios para desarrollar la comunicación y el aprendizaje junto a otros hombres.

Palabras clave Ciudad, arte urbano, escala, estética, identidad del lugar. 1 Artículo producto de la investigación para optar al grado de Arquitecto, Universidad Autónoma del Caribe. 2 Arquitecto, Universidad Autónoma del Caribe. Se desempeñó como jefe de mantenimiento de la Fundación Zoológico de Barranquilla.

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FINDING THE CONTEMPORARY CITY Abstract This article presents a journey towards a coherent definition of the contemporary city and intends to ponder about from the beginning, man has had a close relationship with nature and how it transformed their environment to inhabit at will. Man is a social being, is a being ambient, full of sensations and perceptions that influence their behavior. But historical questions and we met up and live in cities, which have degenerated, becoming cold places, without emotions, negative and completely gray. When man, organizing their ideas and actions, decreased the amount of physical work to increase mental and moral, in other words, when creating a structure to advance its existence, then at that point did the city. The person consciously or unconsciously, begins to form living spaces and spaces to develop communication and learning with other men.

Keywords City, urban art, escale, aesthetic, identity of the place.

EM BUSCA DA CIDADE CONTEMPORÂNEA Resumo Neste artigo, se faz um recorrido até uma definição coerente da cidade contemporânea e, se pretende fazer uma reflexão sobre como, desde um princípio, o ser humano tem tido uma relação tão íntima com a natureza e como transformou o seu entorno, para habitá-lo a seu bel-prazer. O homem é um ser social, é um ser ambiental, cheio de sensações e percepções que influenciam o seu comportamento. Mas por questões históricas e de seguridade decidiu reunir-se e viver em cidades, as quais se degeneraram, convertendo-se em lugares frios, sem emoções, negativos e completamente sombrios. Quando o homem, organizando suas ideias e suas ações, diminuiu a quantidade de trabalho físico para incrementar o trabalho intelectual e moral, em outras palavras: quando criou uma estrutura para fazer progredir sua existência, então, nesse ponto surgiu a cidade. A pessoa, consciente ou inconscientemente, começa a conformar espaços habitáveis e espaços para desenvolver a comunicação e a aprendizagem junto a outros homens.

Palavras-chave Cidade, arte urbana, escala estética, identidade do lugar.

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Introducción Pensar en el concepto de ciudad es una labor interminable y merece hacerse con mucha seriedad. Bellagamba (2002) expresa que para reflexionar acerca de este tema se hace obligatorio alejar del pensamiento común la idea de ciudad como algo dado, cuya existencia es una condición obvia de la vida humana, o que pertenece al orden de las leyes naturales. El mismo sentido de familiaridad y ver la ciudad como algo habitual hace que el habitante pierda la noción del espacio tan importante que está experimentando. La ciudad es un proceso constante de transformaciones, evolución y hasta de equivocaciones. En la actualidad las reflexiones sobre la ciudad nos llevan a invocar conceptos no solo desde lo arquitectónico o desde la perspectiva del urbanismo, sino también desde la economía, la antropología, la sociología, entre otros. A través de nuestra historia, los conceptos de Ciudad y Urbanismo fueron cambiando; en palabras de Juan Duprat, la ciudad sería aquel espacio receptor y propiciador del desarrollo de actividades humanas, teniendo también una gran influencia sobre la vida

de los grupos. Un panorama evolutivo nos muestra la gran gama de formas y funciones que se encuentran desde las ciudades mesopotámicas hasta la ciudad industrial, y nos obliga a recorrer un camino de una doble influencia. Un movimiento dialéctico entre el hombre y el medio, que torna aún más problemática la búsqueda de una definición de ciudad, como imprecisos los intentos que por definirla se hicieron. (Bellagamba, 2002)

El concepto de ciudad contemporánea En el primer congreso virtual de arquitectura, de diciembre de 1999, Henry Talavera Dávila, en su ponencia “Arquitectura y Futuro”, expresó que (...) la ciudad nace junto con la comunidad; cuando esta crea un espacio colectivo de identidad, por lo tanto la esencia del fenómeno urbano es la comunicación. Esto quiere decir que la ciudad es un compendio de referentes espaciales de contactos humanos (espacios colectivos de identidad) que son la calle, la plaza, el parque, etc. (Talavera, 1999)

Otros pensadores, como por ejemplo

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María Elena Ducci, en su libro Introducción al Urbanismo, opina que (...) la ciudad es muchas cosas a la vez: un lugar de trabajo para el campesino que deja su tierra, un lugar de estudio para el niño o el joven estudiante, un lugar donde se venden y compran toda clase de cosas, un lugar donde la gente asiste a diversiones, un lugar donde se concentra la miseria y la riqueza, y el lugar donde viven los artistas, los ladrones y todo tipo de gente. La ciudad es todas estas cosas y más, es diferente para distintas personas y grupos. (Ducci, 1989)

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De igual manera, Reissman (1972) expresó que la ciudad es en sí misma y fundamentalmente un lugar de intercambio. En los últimos tiempos la ciudad fue percibida como un crisol de culturas, razas, personas y pensamientos, dominada por la heterogeneidad fundamentada en las pautas y principios funcionalistas del movimiento modernista, que han manejado el espacio urbano como el residuo que queda después de haber trabajado el espacio rentable o privado, produciendo espacios poco legibles, sin identidad y una imagen mental urbana no unificada. Ahora, desde un punto de vista más antro-

pológico, la ciudad también es la máxima realización social, es expresión de ingenio y de los más avanzados ideales del hombre, es un ente social, geográfico y económico, la ciudad es arte, belleza subliminal y arquitectura, como comenta Aldo Rossi en su conferencia en el primer foro internacional sobre espacio público Urbano realizado en Bogotá, en la Universidad de los Andes, en 1986,: La ciudad no es solo el lugar de determinadas funciones: tráfico, habitar, trabajar; no es solo una serie de esquemas, esa malla que tanto gustaba a los arquitectos de la Bauhaus o de modo diverso a Le Corbusier, sino que es el lugar donde se desarrolla la vida del hombre. (Rossi, 1986)

Pero en lo que todos están de acuerdo es que en la ciudad lo importante es el manejo del espacio urbano, del espacio público y del espacio privado. En la organización espacial de las ciudades existen diversos modos de distinguir los ámbitos de uso común y otros de uso privado, esta diferenciación posee una dimensión casi universal, particularizada por la calidad y la cantidad de espacio público y su relación con la población y su cultura.


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Para el arquitecto Alberto Saldarriaga es difícil imaginar un asentamiento urbano en el cual no exista una noción de espacio común, la que concretiza el sentido de lo público arraigado en su comunidad. En ese sentido define cuantitativamente aquello que ha de configurar el territorio de todos y el de cada uno de los ciudadanos, a diferencia del espacio privado que se delimitó con el muro casi hermético de la fachada y se desarrolló en los predios individuales dispuestos en el interior de las manzanas. Pensar sobre espacio público nos obliga a reflexionar acerca de su importancia y su uso complejo, como recurso o producto, como símbolo cultural, como filtro ambiental, como inversión de capital o como receptáculo de actividades. En el espacio público todos somos iguales, no hay diferencia de raza, sexo, religión, clases sociales; es el sitio en donde el ser humano se encuentra y se manifiesta. El espacio público es vivido como esparcimiento, esto es como espacio social regido por la distancia... es un espacio diferenciado, pero las técnicas practicas y simbólicas que los organizan espacial o temporalmente, que

lo nombran, que le recuerdan, que lo someten a oposiciones, yuxtaposiciones, complementariedades, que los gradúan, que los jerarquiza, etc., son poco menos que innumerables, proliferan hasta el infinito, son microscópicas, infinitesimales, y se renuevan a cada instante. No tienen tiempo para cristalizar, ni para ajustar configuración espacial alguna. (Delgado, 2002)

Otro concepto es el de Humberto Molina, quien comentó: El espacio urbano es el dialogo de las cosas, de los volúmenes con los espacios descubiertos; es el diálogo de la calle con la plaza, de la fachada con el otro lado de la calle, o la ciudad. No puede ser el diálogo de las cosas entre sí y no podríamos entenderla realmente si no la entendemos también como no solo el escenario, sino la forma particular que toma la vida de los hombres que se relacionan en unos tipos determinados de sociedad. (Molina, 1986)

Esto nos encamina a pensar que el espacio urbano y el espacio público no son sinónimos (no significan lo mismo). Para Manuel Delgado Ruiz, espacio público es aquello que se repite en todas las ciudades (calles, plazas, parques), todo lo tangible y físico; por otra parte, el espacio

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urbano es creado por el transeúnte. Con esto entendemos que el espacio público y el espacio urbano son complementarios. ¿Para qué serviría un espacio público sin transeúntes? Una cosa es una ciudad con espacio público creada por urbanistas y planificadores y otra muy distinta es la misma ciudad usada por los transeúntes; son las acciones sociales y culturales de los mismos habitantes, como fuerzas decisivas, las que terminan impregnando los espacios con sus cualidades y atributos. Ahora bien, el espacio público ha generado nuevas necesidades y nuevas demandas, lo que ha inspirado una serie de posiciones, muchas de ellas antagónicas, a nivel de teorías y propuestas de acciones o propuestas urbanas y públicas; el concepto del espacio abierto o espacio libre expuesto en la carta de Atenas, en la cual se establecieron las funciones de la ciudad como lo eran: habitar, recrear, trabajar y circular, ha sido reemplazado por el espacio público urbano, término ligado históricamente al arte urbano; lo que quiere decir ligado a un tipo específico de plazas, de calles, de columnatas y a una forma de vida particular y cultura urbana.

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En la era moderna se produjo la disolu-

ción del espacio público como manifestación, perdiéndose entonces el espacio para las personas. El espacio público ha vuelto a ser diseñado y moldeado para convertirse en el escenario fundamental de la vida citadina, como es la teoría del arte del paisaje de Oscar Prager, quien tuvo en cuenta el arte del paisaje, como él mismo lo llamaba, afirmando que el paisaje y el espacio público están en contacto íntimo e intenso con la vida del hombre, incluyendo todas las relaciones con el mundo externo. Con él, el hombre puede, si quiere, crear el marco perfecto para la vida perfecta. El arte del paisaje comprende el diseño de paisajes artificiales, jardines, parques dentro del espacio público, lo que significa crear espacios ambientales virtuales sorpresa dentro de la misma ciudad. Otro precursor de la aplicación del diseño urbano ambiental fue Kevin Lynch. Este señala que la planeación de ambientes urbanos debe orientarse hacia la construcción de ciudades que resulten altamente legibles; es decir, la ciudad y sus partes deben ser fáciles de reconocer, sobre todo en el espacio público, como un patrón unificado de elementos ambientales con lo cual estamos de acuerdo,


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Las ciudades se diferencian por las cualidades que permiten formar imágenes ambientales legibles. Las ciudades difieren en su capacidad para llamar la atención, para ser reconocidas y organizadas en imágenes mentales unificadas. (Lynch, 1985)

5. Claridad de unión. Las uniones deben ser muy visibles.

Así mismo, Lynch (1985) ofrece varias sugerencias de diseño para construir ambientes más legibles, tomando como elementos básicos las sendas, bordes, hitos, zonas de confluencia y distritos. Además identifica diez cualidades fundamentales que caracterizan al diseño legible que son:

7. Alcance visual. El alcance visual debe aumentarse ya sea en forma real o simbólica.

1. Singularidad. Su aspecto debe ser muy contrastante para poder diferenciarlo de su fondo ambiental.

9. Orden temporal. Los elementos deben estar vinculados de acuerdo con una secuencia temporal.

2. Simplicidad. Los elementos ambientales deben ser claros y simples en su forma geométrica y el número de sus partes.

10. Nombres. La identificación de las características debe facilitarse por medio de nombres, significados y referencias distintivas.

3. Continuidad. El elemento debe tener continuidad en los bordes, en las características superficiales y en la forma.

Desde la antigua Roma existe el concepto de que cualquier lugar posee un espíritu propio. “Genius Loci” significaba para los romanos que cada ser independiente y cada lugar tiene su espíritu guardián, el cual los acompaña desde su nacimiento hasta su muerte, determinando su carác-

4. Dominio. Una parte del conjunto debe predominar por su tamaño, interés o intensidad.

6. Diferenciación direccional. La dirección debe ser indicada por planos inclinados, elementos asimétricos o límites radiales.

8. Conciencia de movimiento. La sensación de movimiento puede lograrse mediante señales visuales y cenestésicas.

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ter o esencia. Esto nos demuestra que el hombre antiguo reconoció la importancia de tener buena relación con el “Genius o espíritu” de localidad en donde vivía. “En el pasado, la sobrevivencia dependía de una buena relación con el lugar, tanto en forma física como psicológica” (NorbergSchulz, 1995). También existe el concepto del carácter del lugar y de la relación entre la cultura y ese carácter, y la relación del hombre con el lugar. Para esto se ha utilizado la palabra morar, que significa que cuando el hombre está ubicado en un espacio, está expuesto al carácter del ambiente, involucrando funciones psicológicas como la orientación y la identificación. NorbergSchulz (1995) comentó que al tener clara su existencia y poder fundamentarla, el hombre debe poder orientarse él mismo y debe saber dónde está y debe poder identificarse con el medio; esto significa que debe conocer el lugar tanto como se conoce a sí mismo.

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Volviendo al trabajo de Kevin Lynch y su teoría de imagen de la ciudad, esta conforma una estructura espacial que sirve de orientación al ser humano, dándole al mismo tiempo seguridad emocional. “Una

buena imagen del medio da a su poseedor un sentido importante de seguridad emocional.” (Lynch, 1960). Para otros especialistas en el tema como Camilo Sitte, es difícil separar los temas de ciudad y arte; el desarrollo del diseño urbano debería tomar como base los conceptos de la escala y estética humana, construir ciudades según principios artísticos, convirtiendo el espacio público en esculturas, obras de arte y retratos pintorescos de reflejos de situaciones cotidianas de sus habitantes. Contradiciendo con esto, cierto grupo de arquitectos resaltan la función y la materialización de la ciudad como una máquina. Espacialidad y significado serán las consecuencias de una concepción racional y constructiva, al igual que la materialidad y la tecnología, las cuales serán explicitas y brutales, tanto en sus propiedades físicas como mecánicas. Esto implica un diseño urbano instrumentalizado, aplicado a una ciudad eficiente, funcionalmente zonificada y construida. Son importantes la vialidad y el transporte, ejemplo de esto fue la ciudad funcional del CIAM, en la cual los términos de zonificación, áreas homogéneas, áreas desarticuladas y transporte individual, se hacen importantes. Ahora bien, la ciudad latinoamericana


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adopta estos conceptos urbanísticos sin ningún estudio previo de adaptación. No es lo mismo una ciudad europea (ciudad de países industrializados), que la ciudad latinoamericana (ciudad artesanal), donde los fenómenos del abrupto crecimiento demográfico, las continuas migraciones a causa de la violencia y del miedo, generan tipologías diferentes en todo el aspecto urbano. Lo que surge entonces son ciudades fragmentadas, con focos de polarización, conceptos de estratificación (que promueven el resentimiento social) y la desaparición del espacio público. Aparecen los conjuntos cerrados en ciudades que deberían ser abiertas por la misma idiosincrasia de sus habitantes, así como las viviendas enrejadas, ya sea por miedo al exterior o por el equivocado concepto de la ostentación. (....) Otro caso de aberrante miedo a lo colectivo, es el enrejamiento de las ciudades caribeñas; lejos están las terrazas que solo tenían a las acacias por límite visual en la calle; ahora esta ha sido reemplazada por las rejas de hierro y aluminio, y esta costumbre de enrejar viviendas y conjuntos cerrados se ha proyectado a los edificios institucionalizados y religiosos. Hay que pro-

tegerse a toda costa de la inseguridad. Bajo este nuevo proceso urbano el ciudadano queda aislado en su vivienda de la vida de la calle y de los vecinos que lo rodean”. (Buendía, 2000)

Otra tendencia en el manejo del espacio público fue la de Aldo Rossi, el cual en su libro La arquitectura de la ciudad realza el protagonismo del monumento y del espacio público, los cuales generan espacios articulados, de carácter especialmente significativos, para resaltar una unidad de barrios y entes opuestos. Rossi (1971) advierte que desde el momento en que son fundadas, las ciudades tienen la oportunidad de crecer a partir de planes, basados en ciertos elementos como lo son las parcelaciones o la calle corredor, la cual sustenta al espacio público convirtiéndose en elemento urbanizador y estructurador. La ciudad y su espacio público deben acomodar propuestas de diferentes épocas para establecer una necesaria y buena relación entre ellos. Pero entonces, ¿de qué sirven todas estas teorías, si existe una problemática de grandes dimensiones en el uso y en la concepción del espacio público? El modelo utópico de la ciudad, donde el espacio público sería

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más abundante y envolvería a los edificios residenciales que ya no conformarían manzanas cerradas, sino que serian bloques exentos, insertos en un paisaje ilimitado y teóricamente verde, se convirtió en una visión de la vida social pública que no se identifica con el conjunto de las calles de la ciudad y menos con un espacio público singular. La planificación del espacio público viene intrínseca en la planificación de la ciudad como proyecto. Rowe (1978) expone que los arquitectos han creído en una arquitectura de fantasía, de ciencia y libertad, que debe ser terapéutica, y que la ciudad debería responder a esto y ser terapéutica también y ser planificada de esa manera. El espacio público está siendo creado para suplir las necesidades de la proliferación de la red arterial vial (el uso del automóvil) que las autoridades municipales y regionales no han sabido encauzar, esto según Ramón López de Lucio en su ensayo “El espacio público en la ciudad europea” (2000). En última instancia, el espacio público es absorbido por la vivienda familiar.

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El antiguo paseo por la ciudad ya no es necesario: todo se puede tener, con-

templar, oír y disfrutar, sin traspasar la puerta de la casa de cada cual, gracias a la varita mágica que es el mando a distancia de la televisión. Que si se conecta a Internet permite incluso la interactividad, la charla de café virtual entre lugares muy alejados del planeta. En resumen, las perspectivas del espacio público posmoderno apuntan en un doble sentido: hacia su contracción virtual dentro del ámbito de una privacidad de ser amueblada por televisión y PC, y hacia su concepción instrumental, vaciada de contenidos sociales y degradada hasta su conceptualización como «no-lugares». (López de Lucio, 2000)

Además, los modos de vida actuales generan problemáticas socioespaciales y de violencia urbana, (...) en muchas ciudades latinoamericanas la crisis de las ciudades, en particular de sus espacios públicos, viene agravada por la mayor debilidad inversora de las distintas administraciones, en particular de las locales, y por unos esquemas de reparto más desequilibrados, con sus secuelas de marginalidad, exclusión social, inseguridad y violencia. (López de Lucio, 2000)

Es decir, no son consecuentes con la re-


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lación que debería existir entre el sentido de pertenencia del hombre y su ciudad y no han permitido sentir el espíritu propio de todo el mosaico de espacios urbanos en cual se desarrolla el ser citadino. “La ciudad pasaba a ser entendida de este modo como un organismo dotado de vida pero carente de espíritu”. (Delgado, 2002) Al acentuarse la autonomía o individualidad de la arquitectura se va redefiniendo la intervención en la ciudad y su espacio público, se agudiza el término de sentido o identidad del lugar, como ha dicho el urbanista Edmund N. Bacon (1972), que un plan basado en la identidad del lugar debe ser inicio para la concepción de una ciudad y se convierte en el marco en el cual se desarrollan las interacciones sociales, políticas y económicas necesarias para el desarrollo creador de una sociedad urbana. Una concepción científica y progresista, junto a una arquitectura más humanista e históricamente significativa se unen en lo que Colin Rowe llama las fantasías de la arquitectura moderna, en un manejo del espacio público socialmente terapéutico, joven y renovable. Todo esto es el presagio de lo que se conoce como antro-

pología urbana, y la preocupación acerca de cómo la ciudad y su espacio público generan influencias en sus habitantes. La antropología se presenta entonces más bien como una antropología de lo que define la urbanidad: disoluciones, socialidades minimalistas, frías, vínculos débiles y precarios conectados entre sí hasta el infinito, pero también constantemente interrumpidos, simultaneidades y dispersiones. La antropología urbana, esto es la antropología no de la ciudad, sino de todo lo incalculable que pudiera encontrar uno en una ciudad. (Delgado, 2002)

Y continúa Delgado expresando que la antropología urbana es lo mismo que una antropología del espacio público. Esto significa que los protagonistas de la ciudad ya no son comunidades coherentes, homogéneas, atrincheradas en su cuadricula territorial, sino los actores de una alteridad que se generaliza: paseantes a la deriva, merodeadores, extranjeros, viandantes, trabajadores y vividores de la vía pública, disimuladores natos, peregrinos eventuales, viajeros de autobús, enemigos públicos, individuos a la intemperie, pero también grupos compactos que deambulan, nubes de curiosos, masas

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efervescentes, coágulos de gente, riadas humanas, muchedumbres ordenadas o delirantes.

sorprendente fue que el individuo no tenía conocimiento alguno de lo que le estaba sucediendo.

Esto ha formalizado el significado de la ciudad vivencial y psíquica, generando investigaciones que ahondaron en el concepto de las incidencias del espacio en las personas, como lo hizo Lindsley, a quien se le denominó como el pionero del estudio del estrés urbano, tomando como causalidad en el mensaje espacial confrontando un encefalograma con estados de excitación subjetivas y conductuales, condicionadas por los diferentes tipos de mensajes arquitectónicos, o también como Covarrubias (arquitecto mexicano) quien experimentó en el laboratorio las reacciones de un individuo ante imágenes virtuales urbanas, concluyendo que este estaba en un estado de generación de ondas cerebrales alfa (somnoliento), lo cual refutó el arquitecto colombiano Henry Montealegre al realizar un estudio en pleno espacio público (calle, plaza, parque) captando mediante un encefalograma que las ondas cerebrales del sujeto en estudio al momento de hallarse cruzando una vía pública, indicaban que este estaba a punto de sufrir un colapso nervioso y una crisis de epilepsia. Pero lo más

Teniendo en cuenta todo lo antes mencionado, la idea de que la ciudad puede y debe acomodarse a propuestas diferentes y a épocas diferentes pero siempre con el mismo interés, ser beneficiosa al que la habita, toma gran importancia y significado, así como la planificación del espacio urbano debe tener en cuenta el contexto propio, el entorno y dejar que este fluya como lo haría el agua en el camino de un arroyo, modificándose, dependiendo de lo que vaya encontrando. La planificación de la plantación en el paisaje debe acentuar y estilizar el ritmo de éste. No debe tener el carácter de un concepto arquitectónico. La alameda es una forma arquitectónica. Debe ser rectilínea, tener un comienzo, la entrada, y un fin, un monumento o un edificio. Caminos sin estos requisitos arquitectónicos no son alamedas o avenidas y nunca deben ser orilladas con líneas de árboles en distancias uniformes. Esto destruye por completo el ritmo del paisaje. Un bosque o cualquier grupo de árboles nunca deben ser plantados en líneas rectas y los árboles a igual distancia, ni las curvas de


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un río o de un lago orilladas en esta forma. Tampoco se deben usar flores con este fin. (Revista Urbanismo, 2002).

La ciudad latinoamericana contemporánea En el último cuarto de siglo venimos presenciando una paulatina transformación de las ciudades y espacios en América Latina como resultado de una serie de fenómenos sociales, culturales y tecnológicos nuevos. La ciudad de América Latina se ha convertido en un lugar en donde se asalta el espacio público, lo que modifica sustancialmente el espacio social; esto trae como consecuencia el surgimiento de una espacialidad invertida, deshumanizada, compleja y engañosa. Lo verdaderamente preocupante es el deterioro y el vacío que se presenta en el espacio social, la desaparición de todo el conjunto de formas que favorecían el relacionamiento social y la vida democrática. En el caso de la ciudad de Bogotá, como lo expresó su ex alcalde Enrique Peñalosa en su ponencia “Democracia y espacio público”, realizada en el Hotel El Prado de la ciudad de Barranquilla, el día jueves 24 de abril de 2003, la ciudadanía necesita caminar y ver más gente, rodearse de zo-

nas verdes donde pueda pasear y mejore su calidad de vida. La vía peatonal demuestra respeto por la dignidad humana, construye comunidad (...) ¿ustedes han visto alguna vez una propaganda de turismo en donde haya un carro? Fíjense, yo los invito a que en el futuro, cuando ustedes tengan la oportunidad de hacer turismo, busquen un carro, nunca hay un carro!, porque los carros inmediatamente generan tensión, el turismo es peatonal. (Peñalosa, 2003)

En el contexto actual del país, se han ido presentando ejercicios de pensar y crear las ciudades utilizando nuevas herramientas teóricas, menos rígidas y esquemáticas, y por el contrario más creativas. Ejemplo de esto son los trabajos realizados en Bogotá (Mejoramiento del barrio San Benito, por Ana María Rojas y Rita Cassisi), Cali (Diseño del centro comunitario de Aguablanca), Medellín (Desarrollo urbano integral en el sector de La Ladera, por Laura Pinto) y Manizales, en la cual se experimentó en un barrio marginal con la Biociudad y la Bioarquitectura. Desde el punto de vista ambiental, la creación de espacios urbanos cada

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vez más grande está relacionada con el dominio tecnológico de espacios geográficos diferentes y, por tanto, con la modificación de múltiples sistemas... La ciudad es expresión de la relación conflictiva entre el ecosistema y la cultura que la construye, pero esta relación no se constituye por principio en una relación negativa. Respuestas creativas definen y reafirman la ventaja de la concentración urbana en la construcción y reconstrucción de la cultura. (Arias, G. & Velásquez, L., 1995)

Hablando específicamente de Barranquilla, teniendo el río Magdalena tan cerca, debería aprovecharse esta circunstancia de mejor manera. “De pronto, no necesitamos ser tan ricos para que nuestros ciudadanos puedan salir a disfrutar el espacio público, a disfrutar el río. Barranquilla tiene que comenzar a pensar en aprovechar los caños del mercado”. (El Heraldo, 2003).

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¿Cómo es posible que estando a las orillas de un río, este no sea considerado como un espacio público para el disfrute de las personas? La falta de espacialidad urbana del río demuestra la equivocada idea de ciudad que se ha tenido en Barranquilla, la cual ha confundido todos los procesos de crecimiento y desarrollo

urbano. El compromiso fundamental de hacer ciudad se tergiversó. Barranquilla es una ciudad que no podrá jamás recuperarse del gran error histórico de haber pasado los últimos cincuenta años del siglo XX, los cincuenta años más definitivos del mundo contemporáneo, negándose la extraordinaria posibilidad de asumirse cabalmente como espacio urbano moderno y de construir una ciudadanía con un verdadero espíritu de estos tiempos, por el solo hecho de haber abandonado la posibilidad de desarrollar una vida coherente frente al río. Es una ciudad que ha depilado vergonzosamente un tiempo definitivo de su historia despreciando las posibilidades de vivirse y desarrollarse en una espacialidad que solo alcanzaría su máximo sentido de plenitud contando con la experiencia que significaba el río. (Iriarte, 2000)

Siguiendo con el caso de Barranquilla, aun con la existencia de un gran número de planes, ha prevalecido la improvisación y la falta de voluntad política. Según Jorge Bermúdez3, director de Desarrollo Urbano de la Cámara de Comercio, “Barranquilla es una ciudad inhumana”. 3 En entrevista con el autor, realizada el 16 de abril de 2003.


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Uno de estos planes fue realizado por la Misión Japonesa, el cual fue un punto de partida para lograr un desarrollo sensato de la ciudad. Se plantearon seis proyectos, los cuales generarían un amplio desarrollo por la calle 30, convirtiendo a esta en una vía ideal. Además propuso un sistema de solución para los arroyos, los cuales se forman en las vías públicas cada vez que llueve, mediante la construcción, mejoramiento e instalación de drenajes y la creación de tres tanques subterráneos donde reposaría el agua de estos arroyos. Los nuevos medios de transporte transformaron la geografía del mundo, así como el auto transformó las ciudades. Las urbes se convirtieron en hogar de los vehículos de transporte individual. Muchos urbanistas opinan que los sistemas de transporte masivo deben ser parte de la solución del deterioro de la ciudad. Barranquilla no está exenta de este pensamiento, como lo demuestra el proyecto del Transmetro, el cual, según Bermúdez, mejorará la calidad de vida urbana, protegerá el medio ambiente, dinamizará la inversión en la ciudad y generará nuevas plazas de empleo formal.

Conclusiones En las últimas décadas, las ciudades en América Latina han evidenciado un crecimiento enorme de sus poblaciones, así como una gran expansión de su espacio y se han transformado en el hábitat de la mayoría de los seres humanos. Esto trae como consecuencia una disminución en la calidad de vida del ser urbano, un deterioro de los ecosistemas naturales y amplia la brecha de desigualdades económicas. Las ciudades han evolucionado y se han convertido en organismos extremadamente complejos y metamórficos, y lamentablemente en algún momento podrían perder la proporción y la escala y hasta su belleza. Si nos damos cuenta, un espacio por sí solo no es ni bello ni feo. Estos son conceptos humanos y es el individuo quien siente las formas, líneas y colores de un paisaje o cualquier espacio. Entonces la misión del arquitecto es manifestar estas formas, líneas y colores en el lugar, espacio o paisaje, reforzando algunos, subrayándolos y eliminando a su vez las influencias perturbadoras. Una arquitectura urbana en el futuro no podrá surgir con un paradigma de forma, no será moderna ni antigua,

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simplemente será distinta. Estará basada en formas que identifiquen o que creen incidencias positivas en las personas, el constante volver a intentar resolver el problema de una sociedad por una forma de construir, lo que todavía no manejan los alcaldes ni los arquitectos, menos los ciudadanos mal informados y poco escuchados. Debe propiciar el reencuentro de lo urbano con lo ambiental, generando procesos de apropiación, aprecio por la democracia y la solidaridad, consolidando sistemas de movilidad sostenible y la interrelación intraurbana.

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