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PUNTO COM

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POR MELISSA TOVAR GUERRERO FOTO @JUANCARLOSGUERREROBELTRÁN

ROGER FEDERER:

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“Yo podría llegar a ser el mejor jugador de mi época, pero nunca el mejor de la historia”

Llega la versión actualizada de la biografía sobre Roger Federer, escrita por el periodista suizo René Stauffer, quien lleva más de veinticinco años siguiendo la carrera deportiva de uno de los más grandes del tenis.

¿Cuántos tienen el privilegio de conocer a la leyenda antes, mucho antes, de que se convierta en un referente utópico en su ámbito? Pocos. ¿Cuántos aprovechan este honor para dejar un registro escrito del viaje del héroe, sin ambages y con honestidad? Quizás, muchos menos. El experimentado periodista René Stauffer supo que los años en los que cubrió las competencias infantiles de tenis adquirían relevancia porque, en aquellos contextos, estaban los cimientos de los hitos y las proezas que fue construyendo el mítico Roger Federer.

Decidió escribir acerca de los entrenamientos y partidos del deportista, hasta que, eslabón por eslabón, ciudad por ciudad, de cada fracaso a cada redención, fue erigiendo el monumento que ha hecho Federer del tenis. Para todos sus admiradores ha sido fascinante verlo jugar. Para Stauffer ha sido un lujo retratar su vida pública, presenciar sus momentos más personales y el consolidado andamiaje familiar que ha sostenido en lo más alto a la estrella del país de los relojes.

Stauffer conoce tanto y tan bien a Federer que se permite ciertas libertades durante la narración de su biografía: salta de un hecho fundamental a otro, sin la duda de confundir al lector, porque sabe cómo conservar el hilo conductor que le da consistencia a la historia. Del momento en el que conoció a Mirka Vavrinec, su esposa y partner en el extenso camino hacia la conquista del Olimpo del tenis, pasa a los partidos que se le escaparon de las manos a Federer, por puntos mínimos, y que han puesto a prueba una y otra vez su capacidad de resiliencia. De los orígenes familiares y los viajes de sus padres, pasa a las amistades de infancia más significativas; de su carácter competitivo y su implacable responsabilidad para entrenar todos los días, pasa a explicar el temperamento volátil e impredecible que tantos dolores de cabeza le costó dominar a Federer.

Contar la vida del otro sin que las interpretaciones propias interfieran en la narración implica exigencias en la escritura que Stauffer sortea con habilidad. El lector siente que navega por écfrasis, un recurso literario que emula cuadros de la vida del tenista a los que el periodista les otorga movimientos porque estuvo ahí y recuerda cómo se desarrollaron esas situaciones. Consigue concentrar la atención en Federer y en su familia, en sus contrincantes y en sus tormentos de salud, en las temporadas llenas de adrenalina y en las estaciones de sosegadas recuperaciones, porque Stauffer sabe desde el principio que las imágenes que queremos conocer son las que pintó el tenista con su talento.

Leer sobre una leyenda viva reúne el asombro por sus triunfos, la admiración por sus orígenes y el aliciente por continuar verlo hacer historia. Para comprender cómo Roger ha llegado a convertirse en Federer, esta biografía es esencial. Páginas 318

BITTERSWEET

Después del éxito de Quiet, su ópera prima, la escritora estadounidense Susan Cain regresa por todo lo alto con un elogio a la melancolía, en un mundo que le teme a la tristeza.

Cain pone su mirada donde los demás quieren echar tierra. Investiga sobre las emociones, las interrelaciones que nos constituyen en nuestra humanidad y habla de ellas, las nombra, las visibiliza y nos enseña a observar su belleza donde solo creíamos que había desencanto y dolor.

En esta obra fragmenta la tristeza y el derecho a experimentarla; hace un recorrido histórico por los aportes que –desde la filosofía y la psicología– se han hecho con relación a los estados de ánimo; explica el concepto que ha construido de agridulce, entendido como una inclinación melancólica, con habitar la oscuridad y la luz como el único modo para trascenderla, como el deseo de volver a casa. Desde su perspectiva, lo agridulce es una fuerza callada, una añoranza, un modo de ser que nos enseña a responder al miedo para convertirlo en arte.

Lo consigue sin caer en lugares comunes de victimizar a quien siente más de lo que la sociedad permite; argumenta las profundidades de estos estados del alma desde los aportes científicos y sus correspondientes manifestaciones en la música y el arte. De hecho, intercala los capítulos con retratos, fotografías y pinturas por medio de los cuales dilucida cómo han sido la melancolía y la tristeza las que nos han permitido conservar retazos de nuestra humanidad cuando el terror de las guerras ha destruido todo a nuestro alrededor, y la falta de comprensión hacia el prójimo ha erradicado cualquier esperanza de empatía y comprensión. La autora cuestiona las culturas que desdeñan las propias lágrimas, como si no fuesen elementos fundamentales para la salud mental. Además, reivindica el sufrimiento como un indicador de lo que en verdad nos importa, tanto, como para que hagamos algo al respecto. Reflexiona sobre la fragilidad como un bastión que alberga el potencial de nuestro conocimiento interior para integrarlo con el entorno. La lectura de Agridulce es oportuna por su gran contenido teórico, porque interactúa con el receptor por medio de los cuestionarios para que reconozca los conceptos y es un aliciente para permitirnos sentir, sin el temor de ser censurados. En tiempos en los que “debemos” ser clones de lo que dictan las tendencias, este libro es un reconocimiento a dejar que la voz de nuestras almas hable desde la melancolía que nos constituye como personas. Páginas 334 www.edicionesuranocolombia.com

ARQUITECTURA

Terraza del Museo de Arte Ackland en Chapel Hill

ARQUITECTURA

ESPACIO COMUNITARIO, VANGUARDISTA Y PROGRAMABLE

Ubicado en la Universidad de Carolina del Norte, pARC se convierte en un hito transformador que utiliza todo tipo de juegos para adaptar las áreas comunales en superficies más inclusivas y equitativas.

POR V2COM / FOTOS TOM WALDENBERG / RYAN SWANSON

Brooklyn, Estados Unidos. pARC se compone de una serie de arcos interconectados para formar un espacio programable abierto que cobra vida a través de las interacciones de sus usuarios. El estudio Urban Conga creó la intervención a través de una serie de talleres de diseño participativos con la comunidad y representantes del museo, para servir como un puente que une la agenda del museo con los habitantes y visitantes del sector, sirviendo como una extensión a las conversaciones, los eventos, las enseñanzas y la programación que existe actualmente dentro de Ackland.

El diseño muestra que se puede utilizar el juego como una herramienta en la democratización de las instituciones, al sacar el arte del pedestal y permitir que las personas se apropien de la obra y del espacio. La instalación se convierte en una plataforma comunal transformadora para que todos los usuarios interactúen con el museo, con la universidad y entre ellos, de nuevas maneras. pARC imita y contrasta con la arquitectura de estilo georgiano del museo. El diseño toma esta composición colonial simétrica y la divide en una serie de arcos interconectados

ARQUITECTURA

que parecen crecer desde el suelo para enmarcar varios espacios sociales y permitir a los usuarios aportar su propia identidad en la obra, en el museo y en el espacio circundante.

Es un espacio comunal flexible que evoca infinitas formas de jugar, reunirse, actuar, enseñar, conversar e incluso tomar una siesta. El gesto espacial asume la identidad de su usuario y utiliza su diseño jugable para romper las barreras sociales, y generar una conexión comunitaria dentro del espacio.

El color de la obra se diseñó en coordinación con el cambio de marca de Ackland para ayudar a atraer a la gente al museo, y servir como conector para su nueva misión.

El trabajo utiliza estándares de diseño universales para convertirlo en un espacio inclusivo que cualquiera puede usar. Debajo del césped se encuentra un sistema de malla sostenible que facilita el acceso de sillas de ruedas dentro del espacio y, al mismo tiempo, permite que el césped crezca a través de él.

Cada arco sirve como una vista enmarcada o reflectante del contexto circundante para que el usuario mire el área a través de un lente diferente. A medida que recorre la obra, comienza a darse cuenta de que su movimiento cambia los colores de los paneles, lo que genera distintas vistas filtradas del contexto que los rodea.

La instalación no solo responde al usuario sino también al entorno al reflejar y refractar el contexto circundante a través de sus lentes dicroicas, al mismo tiempo que proyecta sombras sobre el suelo y sobre los propios paneles. El trabajo utiliza la luz tanto durante el día como en la noche, como una herramienta para evocar el juego y el asombro en el espacio.

Durante el día, el usuario puede interactuar con el sol para proyectar sombras sobre los paneles o cambiar los colores reflejados en el espacio. Esta interacción genera una conexión entre la persona y el sol, y muestra cómo sus acciones comienzan a crear una reacción dentro del lugar. Por la noche, este mismo efecto se presenta mediante el uso de luces rojas, verdes y azules que permiten a los visitantes mezclar los colores con sus sombras en los paneles. El juego de sombras sobre la obra se convierte en otra forma para que el usuario pueda empezar a divertirse con la obra y el espacio.

ARQUITECTURA

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EL COLOR DE LA OBRA SE DISEÑÓ EN COORDINACIÓN CON EL CAMBIO DE MARCA DE ACKLAND PARA AYUDAR A ATRAER A LA GENTE AL MUSEO Y SERVIR COMO CONECTOR PARA SU NUEVA MISIÓN.

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Cliente: Museo de Arte Ackland y Universidad de Carolina del Norte 2022

Chapel Hill, NC – EE. UU. / Diseñadores: The Urban Conga

Psicogenealogía de la princesa DIANA

FOTOS MUSEO FRIDA KAHLO / PIXABAY DE GALES

“Todo el mundo debería conocer su árbol genealógico. La familia es nuestro cofre del tesoro o nuestra trampa mortal”. Alejandro Jodorowsky

POR MARTHA LUCÍA RAMÍREZ SUÁREZ EXPERTA EN PSICOENERGÉTICA Y EN PSICOGENEALOGÍA

El 1 de julio la hermosa y carismática Lady Di hubiese cumplido 61 años y, a pesar de que ya han pasado casi 25 años desde su fallecimiento, el mundo la sigue recordando por su glamorosa belleza, su dulzura, su capacidad para amar y demostrar ese amor a través de actos altruistas hacia los más desfavorecidos. Su extraordinaria gracia la llevó a cumplir sus proféticas palabras: “Me gustaría ser una reina en el corazón de las personas, pero no me veo siendo la reina de este país”. Por ello, tras conocerse la noticia de su trágica muerte, el Primer Ministro, Toni Blair, en un discurso dijo: “Era un ser humano maravilloso y cálido. Aunque su propia vida a menudo se vio tristemente afectada por la tragedia, tocó la vida de muchos, en Gran Bretaña y en el mundo, con alegría y consuelo… Ella era la Princesa del Pueblo y así será para siempre como permanecerá en nuestros corazones y en nuestros recuerdos”.

Y es que la bella princesa a lo largo de su trayectoria pública se mostró siempre humana, sin ocultar sus sentimientos frente a las circunstancias que vivió, rompiendo con los esquemas rígidos que le imponía la realeza británica, en el desempeño de su rol como esposa del heredero al trono. Mirando, en retrospectiva, son muchas las personas que se han preguntado por qué una mujer tan auténtica, excelente madre, con un corazón tan generoso y empático tuvo que pasar por circunstancias tan adversas, que le generaron mucha tristeza hasta llevarla –en algunas épocas– a la depresión y hasta al intento de suicidio. ¿Por qué, cuando parecía que por fin se sentía plena, libre y amada llegó un desenlace fatídico, dejando a sus hijos huérfanos de madre a tan temprana edad? ¿Por qué un destino tan trágico, para una mujer que encarnó el sueño de miles de mujeres de casarse como en un cuento de hadas, con el príncipe azul y también inspiró a millones de británicos a sentirse cercanos a la realeza de su país?

Los invito a que abordemos el “análisis del destino” de la princesa de Gales, a la luz de la psicogenealogía, esta herramienta alternativa de las ciencias humanas que explica las circunstancias de las vidas de las personas, identificando dobles en el árbol genealógico, patrones repetitivos originados por mandatos y lealtades familiares, interpretando hechos recurrentes en un intento por descifrar los orígenes de los eventos adversos, generadores de sufrimiento que impiden la felicidad y el pleno desarrollo del potencial humano.

Diana Frances Spencer, más conocida como Lady Di, fue la cuarta hija del matrimonio conformado por Edward John Spencer, VIII conde de Spencer, y de Frances Ruth Roche. La princesa nació un año después del fallecimiento de su hermano John, quien solo vivió 10 horas después de su nacimiento. Este hecho, a la luz de la psicogenealogía, hizo que ella fuera psíquicamente una sustitución de su hermano, situación que se agravó teniendo en cuenta que la familia Spencer anhelaba un hijo varón que continuara con el linaje del apellido y las expectativas estaban puestas en ese cuarto embarazo. Por eso, cuando Diana nació, la familia sufrió una gran desilusión y, cuentan las biografías, ella duró una semana sin nombre, es decir sin reconocimiento por parte de sus padres por haber nacido mujer.

Pasado este tiempo decidieron ponerle Diana –en honor a una antepasada del linaje Spencer– y Frances –en honor

al primer nombre de su madre y de su bisabuela Frances Work–. Es en ese momento cuando encontramos el origen de los sufrimientos padecidos por la princesa de Gales, en la vivencia de experiencias difíciles para ella y para su entorno, ya que en esta situación confluyeron tres poderosas líneas de mandatos, órdenes familiares y lealtades a su clan. Veamos:

1. El hecho de haber sido rechazada desde el nacimiento por su condición de mujer y que tuviera en el subconsciente la orden familiar de sustituir a su hermano fallecido hizo que, con esta información, buscara ocupar el puesto de otro y no ser reconocida afectivamente por los que consideraba su clan familiar. Por ejemplo, ella sustituyó a su hermana mayor, Elizabeth Sarah, ya que fue esta quien inicialmente fue cortejada por el príncipe Carlos. Sin embargo, Diana finalmente ocupó ese lugar y se casó con él. También llegó a ocupar el sitio de Camilla Shand en el corazón de Carlos de Inglaterra y, a pesar de que se casó con él, la historia ha comprobado que nunca pudo acceder a ese sitio, por el rechazo afectivo inicial.

Posteriormente, la princesa se apersonó de su rol público como futura reina de Inglaterra comprometiéndose activamente con causas humanitarias, atrayendo la atención y el amor de los ciudadanos, opacando la labor del príncipe –ocupando su lugar, según la familia real– y ganándose, por esta causa, el rechazo y la animadversión de los miembros de la Corona.

2. Al tener el nombre de su madre y de su bisabuela Frances recibió también las historias de infidelidad, separación y renuncia de sus antepasadas. La bisabuela Frances Work era una neoyorquina destacada en la sociedad de su país, hija de un reconocido y acaudalado corredor de bolsa, y casada con Jacobo Roche, un noble inglés convertido en el tercer Barón Fermoy, miembro del Parlamento del Reino Unido. Con él tuvo 4 hijos y se separó a los 32 años, para casarse con un húngaro instructor de hípica, de quien tuvo que separarse tras las amenazas de su padre de desheredarla.

Esta situación nos recuerda el famoso escándalo real donde se evidenció el romance de la princesa Diana –estando casada aún– con su profesor de equitación, James Hewitt, de quien tuvo que alejarse por la implacable presión de la familia real, repitiendo la historia de su bisabuela norteamericana.

Por su parte, Frances Ruth, su madre, se separó a los 31 años del padre de la princesa, uniéndose en segundas nupcias a Peter Shand Kydd, un rico heredero y de quien se separó, porque él no soportó la presión mediática –al aparecer– como el padrastro de la futura reina de Inglaterra, repitiendo la historia de su tocaya abuela. Si vamos a la historia de la princesa Diana Frances encontramos que también se separó a los 31 años, como su madre y su bisabuela, y estaba saliendo –al momento de su muerte– con el multimillonario empresario y heredero Dodi Al Fayed, quien al parecer tenía listo el anillo de compromiso. Los separó la muerte, debido a la presión externa de los medios, repitiendo las historias de sus predecesoras.

3. Con un mayor impacto en el psiquismo de la princesa de Gales, vemos cómo su primer nombre Diana se lo pusieron en honor a Diana Spencer, duquesa de Bedford, nacida también en julio de 1710. La “pequeña Di”, como le decían cariñosamente, quedó huérfana de madre a los 6 años y pasó al cuidado de su abuela, ya que su padre se casó nuevamente y la niña no se llevaba bien con su madrastra. Una situación similar experimentó Lady Di, quien a sus 6 años vivió la separación de sus padres y fue enviada a un internado. Su padre también contrajo segundas nupcias y ella tuvo muchos problemas con su madrastra, por lo que relataba la “infelicidad de su infancia”, ya que su padre obtuvo la custodia y la alejó de su madre Frances Roche.

Sarah Churchill, duquesa de Marlborough, la abuela de Diana Spencer, era una mujer muy adinerada e influyente debido a su estrecha amistad con la reina Ana de Gran Bretaña, y arregló un matrimonio secreto entre su nieta Diana Spencer y Federico Luis de Gales, príncipe heredero al trono, hijo del rey Jorge II de Gran Bretaña. Este matrimonio no se logró por la intervención directa del Primer Ministro Robert Walpole, dejándolas frustradas.

Sin embargo, 250 años después fuimos testigos de la más deslumbrante y pública boda de Lady Diana Spencer con el príncipe heredero al trono Carlos de Gales, cumpliendo el sueño frustrado de su doble en el árbol genealógico. Lady Diana Spencer, la duquesa, era descrita como una joven alta, rubia y atractiva, además de comprensiva y caris-

“SIEMPRE ME SENTÍ DIFERENTE, SENTÍA QUE ESTABA EN EL LUGAR EQUIVOCADO”. DIANA DE GALES

mática, parece que se estuvieran refiriendo a nuestra princesa Diana de Gales. Su antecesora era amante de la música y de la ópera, al igual que la princesa que siempre mostró interés por los conciertos y la danza.

Lady Diana, la duquesa, finalmente se casó con Lord John Russell, heredero del duque de Bedford, quien estaba ansioso por tener un hijo. Sin embargo, la duquesa Diana perdió a su primer hijo, John, tras sufrir un accidente de carruaje, falleció al siguiente día de su nacimiento, como le pasó al hermano de Diana de Gales que tenía su mismo nombre. Recordemos que la princesa Diana sufrió un accidente durante su primer embarazo, cuando cayó por las escaleras, del cual salieron ilesos ella y su bebé. La condesa Lady Diana quedó embarazada y perdió al niño tras un aborto espontáneo, ella no dejó descendencia mientras que la princesa Diana –en un mecanismo que, desde la psicogenealogía, se llama “de reparación”– dejó dos varones, los príncipes Guillermo de Cambridge y Enrique de Sussex. Para concluir estas historias de dobles en el árbol y de repetición de eventos de antepasadas, vemos cómo la duquesa Lady Diana Spencer murió muy joven repentinamente a causa de una enfermedad pulmonar, al igual que su descendiente Diana princesa de Gales, quien también murió en un fatídico accidente de tránsito que le ocasionó graves lesiones, especialmente en el pecho y en el corazón. La abuela de la duquesa Lady Diana, en su inmenso dolor por la pérdida de su nieta adorada, culpó a su esposo de su súbita muerte. El pueblo del Reino Unido, sumido en un inmenso duelo por la pérdida de su adorada princesa Lady Diana, culpó a la Casa Real.

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fernandojaramillo.art

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