El espacio como un todo: priman los espacios abiertos o sin distracciones, basándonos en un estilo minimalista que ayude a quedarnos con lo esencial. La luz natural, suave y tenue, debe ser a su vez protagonista. Colores y texturas: tonalidades tierra como el ocre y colores suaves serán prioritarios en la paleta cromática. Dejamos fuera las estridencias y buscamos conectar con el medio a través del tacto. Materiales naturales: tejidos naturales, plantas y materiales sin edulcorar como la madera, la arcilla o la piedra ayudarán a reforzar el hábitat haciéndolo parte de un todo. Evadirse del tiempo: los espacios deben facilitar la introspección, para lo cual eliminaremos los relojes de lugares donde no son necesarios, como por ejemplo, de la cocina. Así incitaremos a las actividades pausadas.