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Capriccio no. 5, por Mónica Sánchez Escuer - Poemas

Capriccio no. 5

Por: Mónica Sánchez Escuer

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Queda la vergüenza y una cuerda rota enredada en la punta del arco. La rasposa respiración. Y el capriccio no. 5 ahogado entre mis piernas. No moriré a tiempo si espero la condena. La burla. Hacer algo: partir la boca en risas, el ojo en rayas, el cello en cachos. O fugarse. Abandonar el delito en ese cuerpo que huye. Ese otro capricho que se pone de pie y en su gesto me grita: “ya no lloverán claveles en ningún escenario”.

“No podrás”, augurabas. “El violín es violín y no cello”.

Hoy tu docta pluma se correrá en algún otro vientre. Y desatarás decires –mi inquisidor y avezado labrador de columnas de chisme–. Y tratarás de colgarme con esta cuerda rota. Pero las más cruentas críticas vendrán, lo sé, del oscuro pasillo de mis palabras: “te lo dije”, “su corazón es sólo eco y su oído absoluto, un tímpano de hielo”. Entonces, la rabia. Y la mano que sacude el arco. Y la cuerda que cae. Y Paganini vuelve y con tres cuerdas te grita: “el cobarde eres tú.”

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