Arabena, Pablo - El Morocha

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EL MOROCHA

de Pablo Arabena


Introducción El día que mataron a “El Morocha” Por Pablo Grassso En Mendoza, un 16 de agosto de 2003, en una casa de la Cuarta Oeste cuyos fondos daban a una churrasquera, un joven de cuerpo largamente historiado –Matías Andrés Cerón, alias “el morocha”-, emprendió la que sería la última de sus fugas. Hasta ahí el mero saldo, vertiginoso y abrumador en su llana espectacularidad, de la crónica roja. El que fuera considerado el enemigo número uno de la sociedad mendocina había sido finalmente eliminado y la ciudadanía, recuperada la tranquilidad de sus noches y rehecha en apariencia la maltrecha economía de su conciencia (nada enturbia tanto la percepción como la verificación inmediata de una violencia sin sentido), volvía a dormir el sueño venal los justos. La literatura necesita de la presencia del mito para existir. La noticia del día, vagamente objetiva, y el sueño proliferante de la ficción, son como las caras opuestas de una misma y vapuleada moneda. A este muchacho nacido en el Barrio San Martín, fanático de los dibujos animados, las telenovelas, los chalecos antibalas y las 9 mm, le fue dado ocupar un lugar extraño en la cima de un Olimpo imposible. Fue fantasma, aparición demoníaca, mito barrial enclavado en el fragor toxicómano de las esquinas; ocupó –de ahí la naturaleza inasible de su ubicuidad- por varios años la agenda policial; y supo poner como pocos en evidencia el grado de impostura discursiva de psicólogos, sociólogos y políticos, quienes, perplejos y al borde del colapso nervioso, buscaban desentrañar los por qué de tanta sangre fría (“el chico no respetaba la vida propia ni la ajena; sabía que lo iban a matar”), sin reparar en causas ni motivaciones profundas. “El Morocha” fue sin duda el otro, el marginal de referencia, la comidilla ejemplar de despenseros ociosos, guardia cárceles lascivos y vendedores de diarios. Los niños en las escuelas supieron de sus sangrientas correrías y de los épicos enfrentamientos entre bandas contrarias (y un día devino mujer, fue pájaro, pez espada, alimaña; flotaba como una nube oscura sobre los árboles del Parque o se escondía debajo de la cama a la espera de que te durmieras). Pero hay otra historia, un revés de esa trama que vuelve insistentemente a ese cuerpo joven (las zapatillas de marca relucientes y con trozos de barro aún fresco, en un 2


primer plano) desangrándose bajo una churrasquera. (Pienso en la resonancia que posee la palabra “churrasquera” y en la recurrente aparición de la carne –sí, como un permanente fiord- en el horizonte de la literatura argentina. Verbigracia: morir bajo bandera, morir en un campo de batalla, morir en una pulpería, morir en el exilio, morir –civilmente- bajo un bombardeo, morir en duelo criollo, morir “emparrillado” en los bajos del departamento de investigaciones, morir, en fin, en un matadero real abrumado por las aguas turbias de una inundación incontenible.) Y es en ese revés, en ese pliegue oscuro –acabezado-, donde se inscribe El Morocha de Pablo Arabena. El argumento plantea un “después” de la muerte oficial, burocrática y periodística de Cerón, desafiando los límites de lo representable (véase las reflexiones en torno al ilusionismo reflexivo del autor) al hacer de un asesino/ ladrón/convicto (es decir, de un sujeto indeseable) un personaje literario (aunque la vida de “El Morocha”, en perspectiva, parezca ahora el desmadrado fruto de una mente rocambolesca). Desafío porque busca reflexionar sobre los orígenes de la violencia y la marginalidad, además de indagar en los modos en que el lenguaje, bajo un determinado contexto sociopolítico, da cuenta de ellas. Obra que escapa a las rígidas coordenadas del realismo tradicional y que nos remite a un contexto enrarecido (como de pesadilla goyesca), donde gravitan las sombras de los asesinos místicos de Jean Genet y las del vasto y polimorfo martirilogio cristiano. Así, un Cerón ¿muerto? deambula por una suerte de limbo suburbano sin encontrar la salida, en busca de respuestas a interrogantes que incluso él mismo ignora tener. No faltará el Caracol/Virgilio de babas eternas ni el blanco coro de conejos sociópatas que lo acompañen en su extraño periplo. Ojalá el lector penetre en sus páginas como quien ha sabido regresar del otro lado y tiene el valor para contarlo.

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El Morocha

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NOTA

En el año 1984 nació en el barrio San Martín, de la ciudad de Mendoza, Matías Cerón, alias El Morocha. Creció con odio y temor en un entorno dantesco y dio inicio, de una manera muy decidida y violenta, a su carrera delictiva. Su banda se disputó el dominio de territorios en el barrio provocando escenas de batallas sangrientas. En un camino de venganza y poder, Matías cometió asesinatos, asaltos, al menos una toma de rehenes, y distintos tipos de fugas de aquellos lugares donde lograron encerrarlo. Tenía devoción por el gaucho Cubillos y pronunciaba unas oraciones secretas. Fue el enemigo público número uno de la provincia. Alrededor de él comenzó a rodar el rumor de la ubicuidad. Decían que lo habían visto al mismo tiempo en lugares distintos. Finalmente la policía lo hirió de muerte cuando intentaba escapar en un asalto. En el mes de agosto del año 2003.

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Personajes: -El Morocha-. -Un Caracol Gigante-. -Cinco Conejos-.

Introducción Vemos al Morocha huyendo en la noche Sobre los techos de las casas Es muy ágil en sus movimientos Dispara con sus dos armas hacia atrás Contra la policía que también le dispara. Dice sus oraciones y salta elegante; Cae a un jardín con perfecta flexión. Observa que está herido en la ingle. Está desangrándose. Comienza a perder fuerzas. Desfallecido se esconde bajo una churrasquera. Dice sus oraciones y muere.

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Comienzo (Morocha y Caracol. En el laberinto)

Altas paredes son estructuras ruinosas de un laberinto. Un caracol gigante con sombrero de policía continuamente segrega viscosidades y espuma. Cerca de él está sentado el morocha. Ambos en silencio. Un hilo de viscosidades llega hasta donde el morocha había comenzado a escribir en la tierra. M: Ya no tires tu baba caracol. C: Lo siento no lo puedo evitar. M: No es posible, debe haber alguna forma, algo que se pueda hacer. Aunque te parezcan mentiras, yo estaría dispuesto a hacer cualquier cosa… lo que fuese con tal que no segregues más tu porquería. Este laberinto es demasiado triste como para encontrar los restos de tu baba. Es una doble condena. El otro día tuve la sensación de la salida; aún alumbrado por la rojiza luz del ocaso, di con un pasillo que nunca antes había visto. Mi corazón se hinchó, la sangre me latía, caracol, como después de un crimen. Estaba vivo como la primera vez que salía de prisión. ¿Has tenido alguna vez la sensación de libertad? (El Morocha mira a caracol que le responde con silencio), bueno, yo la he tenido muchas veces. Pero esta libertad que sentía, cochina porquería, es la madre de las libertades. Creía por un momento que había encontrado la salida. Entonces fui avanzando pasillo tras pasillo con ese noble… ¿sabes lo que significa esa palabra? (El morocha mira a caracol que le responde con silencio), con ese noble sentimiento. ¡Y de pronto en un rincón! Veo los restos de tu baba. ¡Qué terrible! Me sentí mal, muy mal. Me sentí abandonado. Abandonado por la posibilidad de libertad, de la libertad, la madre de las libertades (mira a caracol que le responde con silencio esta vez con un poco de culpa). Entonces no hay derecho viejo, tenés que ver la manera de frenar tu porquería. C: Lo siento no lo puedo evitar. M: Qué, así no más, ¡será cuestión de la naturaleza! C: Me parece que sí. Que es eso. La naturaleza. (Breve silencio). M: Vamos caracol, tonto caracol de laberinto, caminemos. (El caracol llega muy lentamente hasta donde está El Morocha). C: Esperemos un momento, estoy cansado. M: (Recita) ¡Cansado! Sí ¡Cansado! Cansado sobre todo de estar siempre conmigo, de hallarme cada día, cuando termina el sueño, allí donde me encuentre con las mismas 7


narices y con las mismas piernas… (Largo silencio). Eso fue un poema. Lo escribió un hombre que debe haber sufrido la prisión. ¡Ehh! Qué te parece. En otros versos dice que le gustaría acariciar el suelo con un vientre de oruga. C: ¿Por qué? M: Estaba loco. C: Pobre. M: De ninguna manera, cosa inmunda. Ya sabemos del acuerdo que hay y de la fuerza de imposición. Pero no te lo voy a explicar por que nunca aceptarías entenderlo. Vamos caminemos. C: Hacia dónde. M: A recuperarlo, es la única manera en la que podremos salir. C: A recuperar el qué. M: La sensación. Lo que nos hacía sentir dignos de avanzar. ¿Sabes lo que significa esa palabra? C: (Lo mira y responde con silencio). C: No hay salida. Y aunque la hubiese no te dejarían salir. M: Si alguien me lo intenta impedir, lo mato. C: No se puede. No se debe. M: Sí se puede, imbécil. Lo sabés. Si que se puede.

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1984 Una breve historia (Cinco conejos. En el laberinto)

Los conejos están reunidos en círculo, sentados y muy atentos al relato que hará uno de ellos. Conejo: Hace mucho tiempo un grupo de personas se instalaron a vivir en un basurero. Entonces se les unió un sacerdote y comenzaron a construir sus casas. De a poco edificaron un barrio que avanzó y se fue haciendo cada vez más grande. Y donde se instalaron también todo tipo de vicios y criminalidades. El mismo año en que murió el sacerdote, que tanto había ayudado con su trabajo y con su esperanza, nació un niño que traería muerte y venganza a toda la ciudad. Creció en ese mismo barrio pero a los cortos años se lanzó con dos pistolas y un collar de granadas y todo lo asediaba y a todos asustaba, se disfrazaba de mujer y era un niño muy frío para asesinar. Ha venido esta noche… ¡Nos ha venido a visitar! (Gritos)

(Salen todos los conejos espantados en distintas direcciones).

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El espacio (Caracol. Morocha. Laberinto).

M: ¿Qué es este lugar? C: ¿Qué lugar? M: No me hagas enojar caracol. Qué lugar va a ser, éste lugar. Este laberinto. C: Es el lugar en donde estamos. (Lo dice sinceramente, con inocencia y seguro) M: Caracol tiene candor, pero el tonto no sabe donde vive. ¿Al menos sabés hace cuanto que estas acá? C: ¿Cómo hace cuánto que estoy? M: ¿Sabés al menos si esto es la muerte? ¡Baba! C: No, la muerte no es por que yo estoy vivo. Eso sí lo sé, la muerte es otro lugar. No está aquí de eso estoy seguro. M: Lo que pasa es que a mi me han matado y si esto no es la muerte, entonces ¿qué lugar es? C: La muerte no es. Tal vez estés muerto, si te han matado, en otro lugar. Aquí estas vivo. Este es el lugar en donde estamos. El lugar de todos nosotros. M: Y por qué estás tan seguro de afirmar algo que no tiene sentido. C: Para mi tiene sentido. Y no sé por que lo sé, pero sé que es cierto. M: Nunca te has preguntado de dónde has salido. Si tenés padres… has sido pequeño o siempre has estado grande y estúpido como ahora. C:……, si te digo la verdad me parece que te vas a enojar. M: Por favor, voy a tratar de no enojarme. C: La verdad es que no sé por qué me decís caracol, no tengo la más mínima idea de lo que es un caracol. Sólo conozco la humedad de este laberinto, tampoco sé por qué me tratas tan mal. Se que no estoy muerto porque siento que existo, y que soy parte de algo que es enorme y múltiple. (Morocha se ha quedado asombrado, tieso). (Breve silencio). M: De verdad no sabés que es un caracol. C: De verdad. M: Sos muy raro. C: Vos también. Escuché lo que te dijo el conejo, sobre si sos un hombre o una mujer. M: Soy un hombre que se viste de mujer para poder escapar. Soy en verdad una mujer que me libera. Un hombre mujer en perfecta armonía que se escapa de todos. (Largo silencio) C: ¿Qué es un caracol?

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Los conejos de la caridad (Tres conejos. Morocha. Caracol. Laberinto).

Los conejos de la caridad se acercan a Morocha y caracol y les preguntan si necesitan algo. Morocha les contesta que necesitan un crimen. Caracol opina que necesitan otra cosa. Los conejos de la caridad avanzan en un carro. Un conejo mueve el carro con una soga. Dentro del carro, otros dos conejos viajan vestidos de obispos. Uno de los conejos: Venimos a ver qué está pasando. ¡ah! Ver si necesitan algo. ¡eh! Nosotros podemos escucharlos ¡y! ayudarlos en todo lo que necesiten ¡oh! aconsejarlos en lo que podamos ¡uh! Acompañarlos en su dolor. Otro conejo: ¡Calla conejo! Escuchemos el silencio del hombre y el insecto. Fíjate si no vibran acaso estas paredes, y luego dime si no oyes, el grito de este sordo testigo de la desventura. Por sus ojos, me atrevería a decir que el dolor se anida desde los primeros meses. Y si hay algo que no haya sido odio en su alimento; ha sido indiferencia, y, a mi entender, queridos colegas, no hay nada que hacer se pueda en estos casos. Retirémonos recordando la fábula del conejo que descongeló la serpiente. Salvemos nuestras almas. El conejo que queda: El conejo que es presa resiste sigiloso debajo del arbusto soportando la lluvia. No intenta huir sino hasta que se sabe al alcance de la muerte. Recién entonces intenta escapar realmente de algo. (Al otro conejo) Te desconozco, conejo, escapándote de la miseria. El otro conejo: piérdense las riquezas guardadas para el mal de su dueño. Piérdense esas riquezas en un mal negocio. Y a los hijos que ha engendrado no les queda nada en las manos. El conejo que queda: El zorro condena a la trampa, no a sí mismo. El sabio y el necio tienen el mismo final. Quien desea y no actúa engendra la plaga. Pronto todo caerá y lo demás habrá sido alimentarse de viento. Uno de los conejos: (Al conejo que queda). Recibe entonces de mi devoción, esta daga, y muéstrame la sangre del profeta. Que si de hecho la vemos, beberemos de ella, y no seguiremos otra ley, que la de su ritmo engendre. Así se extenderá tu acto, hacia quienes nos atrevamos a beber. El conejo que queda: (Acepta la daga). Bien dices conejo que tiras de la cuerda. El humo es importante. Los árboles también son importantes. Por eso existen los árboles y el humo… (El conejo que queda extiende la daga al Morocha que sacrifica al conejo que tira de la cuerda. Los otros dos conejos se retiran de escena lentamente. Caracol llora angustiado sobre el cadáver. El Morocha bebe litúrgicamente la sangre del conejo). 11


¡Uh! Caracol está ubicado en el proscenio. Una luz cenital lo sigue en sus lentos movimientos. El espacio está oscuro y no deben verse referencias físicas del laberinto. Caracol (Al público) Yo soy el caracol o la espiral, Yo soy el caracol o la espiral Que está dentro De tu cocotera Estoy en la terraza De tu cabeza -de tu cabeza arrazaEstoy como una plaza En un pueblo pequeño -desiertaPero nunca muerta -desierta(en una soledad abandonada) Desierta y ofendida Hasta la tristeza.

Por haber sido Tan ingratos Conmigo. Una plaza abandonada En un pueblo pequeño. (Luces sepias comienzan a iluminar las paredes del laberinto)

-desiertaPero Nunca Muerta…!

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Diálogo sobre la palabra (Caracol, Morocha. Laberinto).

M: Una palabra es un sonido, es un sonido y una idea. Una palabra es un sonido y una idea y una forma. Una palabra es una forma, la forma de la palabra, y esa forma tiene como cualidades el sonido y la idea. ¿Qué te parece caracol? C: Puede ser. M: ¡Perfecto! Puede ser. Puede ser tiene forma de puede ser. Cuando digo puede ser, el sonido de esa palabra es. Por el contrario su idea no está completa, es una posibilidad. La posibilidad de ser. De alguna manera puede ser no es. De esa palabra, de esa frase, elijo la forma. Por que ni sonido, ni idea, tienen valor para mí. Quizás tal vez ni forma. C: No entiendo. M: Es así… cada uno elige cualidades distintas de las mismas palabras… Es complejo caracol, tal vez no lo comprendamos nunca. C: Puede ser va chiquita deforme sin aliento. Puede ser va sedienta con hambre puede ser que tenga frío. Puede ser acalorada se afloja la corbata. Con el puño de la camisa seca su frente. Está insomne, puede ser que algo la atormente. Puede ser su misma imposibilidad. Puede ser ella. M: Eso fue hermoso caracol. C: Gracias.

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El discurso de la caridad (Un conejo y Morocha).

El Morocha se encuentra por algún lugar de este laberinto frente a un púlpito y se queda observando a una distancia prudencial. Se sienta sobre un cubo que está cerca de él. Aparece el conejo asesinado y despliega unos papeles sobre la mesa del púlpito. El conejo asesinado: Espero no haberle hecho esperar demasiado. Hummm... Uckm. Uokckk. Humm… (Acomoda su voz y bebe de una botella pequeña que saca de su chaqueta. La guarda). Es verdaderamente una pena que usted se haya comportado como lo ha hecho. Todos nosotros estamos muy alarmados y es por eso que ha venido hasta aquí. Es usted uno de los casos más extremos y es conveniente para todos nosotros que analicemos casos como el de usted… ¡Extremos! Una vez que se ha llegado a un extremo es difícil ir más allá de ese extremo, sin embargo usted ha ido más allá. Lo digo por su temita de vestirse de mujer. ( Se agarra las orejas, hunde su hocico en el pecho. Llora. Se tranquiliza). En fin… lo que nos queda es regresar a un lugar medio, replegarnos hacia el centro, apagar el exceso y recuperar un poco la cordura, calmarnos. (Saca la botella, acomoda su voz, bebe). He sido asesinado por usted. En verdad he sido entregado por mis compañeros conejos ¡y usted me ha asesinado! (El conejo lo mira directamente a los ojos). (Largo silencio). (El Morocha no puede levantarse del cubo ni hablar, como dentro de los efectos de una pesadilla. La voz del conejo se distorsiona un poco ahora) C.A: ¡Usted me ha asesinado y déjeme decirle que no es la primera vez que me mata. Lo ha hecho antes de distintas maneras. Por supuesto que a tiros y por supuesto que a cuchillazos, chuzasos, puntazos o como más le guste! Y yo me pregunto señor (Bebe un trago corto) ¿Cómo vamos a poder ayudarlo si usted nos está matando permanentemente? ¡¿se puede ayudar a quien permanentemente nos mata?! (Se escuchan las campanas de una iglesia. El conejo se tranquiliza, vuelve en si).Claro hermanos que se puede. El amor es más fuerte y estamos reunidos en el amor. El perdón libera de su mal al oprimido, convirtiéndolo en un dócil testigo de la gracia… (Se escuchan disparos)… ¡pero si reincide en su criminal obsesión!… (Se escuchan las campanas)… no nos queda otra cosa que dar más amor y más perdón al oprimido para que… (Se escuchan disparos)… de una vez por todas se deje penetrar por la… (Sonidos de un tren que pasa a gran velocidad).

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Una Carta (El Morocha, solo. Laberinto).

Entre las altas paredes del laberinto El Morocha escribe y lee en voz alta una carta a su novia. Se refiere a las circunstancias en la que fue tomado prisionero, luego de recibir un disparo en la mano, mientras tenía a su novia de rehén. Morocha: - ¡Hola Locura de mi vida! (Camina sin sentido por el laberinto) Locura de mi vida loca… (Se asegura estar solo. Recorre el lugar buscando a caracol o algunos de los conejos). _...Nunca dudaste que no te podía lastimar… Supiste que no te iba a hacer daño, Y mi amor fue tan grande Que se ha dejado ver Hasta con los policías (Observa a su alrededor) Que me dispararon en esta mano con la que te toco… Y mi amor fue tan grande Que lo han podido ver…

;- Y en esto me agarraron! (Se arrodilla y extiende la cabeza y los brazos hacia arriba) (Se observa las manos) Pero me escapé disfrazado de MUJER Me escapé de sus rejas como una MUJER Recuperé Mi libertad vestido de MUJER

¡Y NINGUNO ME PUDO VER!

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Llorens

Vemos el laberinto desierto. Detrás de las altas paredes se escuchan las siguientes voces: Voces1 -Los conejos hacen el show Cantan y bailan como un coro Voces2 -Primero la casa de los hombres Después la casa de Dios Voces1 Los conejos hacen el show Cantan y bailan como un coro Voces2 -La casa de Dios tan lejos De la casa de los hombres Voces1 -Los conejos hacen el show Cantan y bailan como un coro Voces2 -Y los hombres sin casas dentro De la casa de Dios, -¡sin casas!Voces1 -Los conejos hacen el show Cantan y bailan como un coro. Voces2 -Primero la casa de los hombres Después la caza de los hombres. (Silencio). (En un amanecer de luces sepias se encienden las paredes del laberinto).

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Sus oraciones (El Morocha, Caracol, un Conejo. Laberinto.)

El Morocha se viste de mujer trepado sobre un cubo. Caracol lo observa asomado a medias tras los muros del laberinto. Atraviesa la escena un conejo con tutu y zapatillas de baile haciendo movimientos clásicos y contemporáneos. Conejo: (Canta) Hojas de parra en el sexo de las esculturas Un aporte de la vitivinicultura a la moral Bebamos para que la virtud apague la orgía Hojas de parra en los genitales desnudos… El Morocha se viste lentamente sobre el cubo. Sus movimientos son flotantes. El conejo se desplaza de un lado a otro cantando y bailando. Caracol observa asombrado detrás de los muros. El Morocha: -Que mis enemigos no tengan ojos para verme Ni orejas para escucharme Que no tengan boca para hablar Ni manos para agarrarme… Caracol tiembla desesperado y comienza a segregar gran cantidad de viscosidades. Al conejo se le dificulta su danza. El Morocha: -Que mis enemigos no tengan ojos para verme Ni orejas para escucharme Que no tengan boca para hablar Ni manos para agarrarme…

Caracol continúa segregando gran cantidad de viscosidades que han comenzado a quemar como un ácido el cuerpo del conejo que se retuerce de dolor en el piso. El morocha ha terminado de vestirse de mujer y saluda a Caracol.

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Buscado (Caracol, dos Conejos. Laberinto).

C: La verdad es que hace tiempo que no lo veo. Cnj: No des más vueltas caracol. C: Es en serio, yo no puedo haberlo escondido en ningún lugar. Estaba buscando una salida. Cnj: No des más vueltas caracol, hablá. C: Es en serio estaba buscando una salida. Se quería ir. Le dije que de aquí no se podía ir, pero él insistía. Cnj: ¿Se quería ir? C: Sí, le dije que este es el lugar en donde estamos. El lugar de todos nosotros pero no se si no me escuchaba o no me entendía o no me quería entender. Cnj:¿Y dónde es que se ha ido? C: Ni idea, le dije que de aquí no se podría ir. Que para salir de aquí lo tenían que sacar. Cnj: ¿Se habrá ido? C: ¿De dónde? ¿Del lugar en donde estamos? Cnj: ¿…………..? C: No se puede ir. Lo tienen que sacar. Este es el lugar en donde estamos todos nosotros.

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¿El hombre es el mal?

UNA DE LAS ELABORACIONES QUE PUEDE LLEGAR ATENER LA IDEA DE ESTE DRAMA ES UN DESARROLLO DE LA ESCENA DE ADAN ABANDONANDO A EVA EN SU DESOBEDIENCIA. LA RECONSTRUCCION DE ESTA ESCENA EXIGE LA SOLEDAD DE ADAN EN EL PARAISO Y LA DESCRIPCIÓN DEL EXILIO DE EVA EMBARAZADA. EL NACIMIENTO DE UN HIJO Y DE UNA HIJA. LA CRIA HASTA LA ADOLESCENCIA Y EL INCESTO DE EVA Y SU HIJO. Y LUEGO TAMBIÉN EL INCESTO ENTRE HERMANOS. LA PROGENIE DE LOS HIJOS DE EVA Y UNA TRADICIÓN DE RENCOR ACUMULADA HACIA EL PADRE ADAN. LA ORGANIZACIÓN Y BÚSQUEDA DEL PARAISO DE LOS HIJOS DE EVA. HALLAZGO DEL PARAISO PENETRACIÓN Y ENFRENTAMIENTO CON ADAN. DISCUSIÓN SOBRE EL ORIGEN DE LOS HIJOS DE EVA. DESCONOCIMIENTO DE ADAN SOBRE ÉSTOS. HIPÓTESIS SOBRE LA SOSPECHA QUE LA HAYA ENGENDRADO UN DEMONIO. DISCUSIÓN LUCHA FINAL CATASTRÓFICO.

(Caracol, Morocha, Los Conejos. Laberinto)

Mo: Eva ya le ha pegado un buen mordisco a la manzana (el fruto prohibido) y le dice a Adán de lo rica que está y de las virtudes que les trae. Carl: Pero lo distinto en esta historia es que el padre Adán no se come la manzana. Se mantiene firme y no desobedece. Mo: Cuestión que crujen los cielos y la tierra y solamente es expulsada Eva del paraíso. Adán se queda dentro de la gloria de Dios, bastante solo y triste, elevando plegarias y canciones, alimentándose de frutos y hablando con los animales; detenido en el tiempo sin ninguna noción de las cosas que comienzan a ocurrirle a su ex mujer. Carl: Eva camina por una tierra estéril sin saber dónde es que se dirige, alejándose de los confines vegetales, donde había vivido tanto tiempo con su compañero, tirándose los pelos y llorando como una desgraciada entre la arena y el desierto de parajes hostiles. Mo: Una vez cansada de tantos traqueteos, se hecha a dormir y despierta dando se cuenta que está… Cnjs: ¡Pero que muy PREÑADA! Mo: Y al cabo de los meses echa a luz todas sus crías; alrededor de dos parejas de hembritas y varones. Carl: Así es que con el tiempo y mucho incesto se viene toda la progenie de sus hijos: que los Jeremías y los Sacarías, los Oseas y los Sofonías; y toda la cuestión de tribus y patriarcas. Cnj: Con el tiempo, al cabo de unos miles de años, surge una fracción nacida en el rencor acumulado hacia el padre Adán. Cnj: Eran trece hombres que envejecieron buscando el paraíso con el fin de vengar a la madre. 19


Cnj: Tanto lo buscaron que al final lo encontraron y se enfrentaron con el padre ancestral. Cnj: Así fue como este grupo de ancianos le contó toda la historia a su antiguo padre, que sorprendido de lo que escuchaba no podía creer lo que esos seres le estaban contando. Cnj: Aceptó haber estado cobarde con lo de Eva y la manzana. Pero estuvo muy claro y decidido con la cuestión del embarazo. Afirmó y juró que era imposible que él la hubiese fecundado. Cnj: Y tanto insistieron unos que sí, y el otro que no, que se fueron a las manos. Cnj: Hicieron falta como diez de esos viejos vengativos y rencorosos para matar al ancestral Adán. Cnj: Los tres que quedaron con vida salieron de los confines vegetales haciendo el mismo camino que había hecho su lejana madre. Venían cansados y desilusionados sin tener nada en claro. Cnj: De pronto se cruzaron con una serpiente. Cnj: Que se les presentó como el mismísimo Satanás. Y les contó que fue un demonio quien en aquella noche dejó preñada a Eva. Cnj: Los tres salieron corriendo del espanto. Dos se fueron en el suicidio por un acantilado. Y el tercero se hizo un eremita que se alimentaba de gusanos.

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Pasa loco mundo (El Morocha, Caracol. Laberinto).

C: Entonces qué cosas había. Cómo era todo eso allá. Mucho más colores me dijiste. Pero cómo es eso. M: Y cuando vo nacé, nacé como en una familia me entendé, que eh como mucha personas que han vivido junta en una casa. Y ahí viene todo lo que ello son de vo, que son lo pariente. Casá… (Morocha está en cuclillas en una esquina del laberinto). C: Mmmm, más o menos. ¿Personas como vos? ¿Machos y hembras? M: Sí, macho hembra y la gilaá que a lo pibe le pinta cuando se ponen hasta la japi. En la casa chica etan todo apretao, y lo huachi se tocan y lo viejo culeaos se aprovechan. Tené que recatate solo y pirar…, entonce ahí ve la calle… y ahí hay de todo babi. C: ¿Y qué cosas te gustaban? M: Y tené la piba, la birra, los riflazos, la goma y el engome ¡manso!... las tillas, babi loco, que son un caño… la tele con lo dibu con las peli… las novelas… bocha de gilaá… C: ¿Pero a vos te gustaban otras cosas también? M: Me gustaba ver la cara de lo giles cuando le puse la postura, todo eso gile rata culiá pensaron que me la habían mandado a guardá… lo puto, pero se la tuvieron que comer. C: ¿Quiénes giles? M: Los gile que cuando mataron al papito se mandaron cualquiera… pero no esperaban que nosotro lo huachi, se pararan de mano… y tuvimo que salir a poner caño a lo tonto… pero se la dimo vieja… a todo eso chupapija que se comian el abuso… C: ………………… , ……………. M: No pasa nada con toda esa gilaá, ahora que pienso extraño mucho el agua loco… así como el agua se ve amontonada en una pileta… como se mueve el agua… que la verdad que me hubiese gustado ver el mar. Ese del agua verde como se ve en la tele… Uhh… con mansa mina… (EL Morocha deja de actuar de manera tumbera. Se incorpora y recobra la actitud que ha llevado en las otras escenas). M: ¡Listo!

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C: Si hubiese hablado más rápido no te hubiese entendido nada. O te hubiese entendido menos, porque la verdad mucho no he entendido. M: Bueno, no importa, mejor. Vamos… C: ¿A dónde? M: Caminemos. Quizás todavía podamos encontrar un lugar por donde salir. C: Es que ya te he dicho que de aquí nadie puede salir. A lo sumo te pueden sacar. M: ¿Qué lugar es este? C: Es el lugar en donde estamos. El lugar de todos nosotros. M: Otra vez con esa misma historia que al final no dice nada… C: De todas maneras hay lugares por los que todavía no hemos pasado. M: Te referís a lugares en este lugar… o… C: Sí, sí, a lugares en este lugar que estoy seguro que todavía no pasamos. M. Vamos. C: Vamos.

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El anillo (Conejos. Laberinto).

Cnj1: Si no le hubieras dado el anillo ahora no tendrías por qué sentirte bajo los efectos de algún extraño maleficio. Cnj2: Es algo que en algún momento se tiene que hacer, no es que lo hice por que sea así y nada más. En algún momento comienza a crecer como la necesidad. Entonces es como un sello mágico, pero claro que puede resultar muy mal. Cnj3: Es estúpido! Nadie me ha dicho nunca que haya resultado una cosa semejante. (Los conejos arreglan sus ropas y se peinan y acicalan entre ellos). Cnj2: No deberías estar bajo los efectos de ningún maleficio si no le hubieses dado el anillo. Cnj3: Es algo que tuvo que hacer. En algún momento esas cosas se tienen que hacer. Es como un acto mágico pero puede resultar muy mal. Cnj2: Fui un estúpido. Jamás me he enterado que haya resultado una cosa así. Cnj1: En algún momento ha comenzado a crecer la necesidad, eso no se puede detener. Cnj3: Entonces viene como un sello y se tiene que hacer. Cnj2: Es estúpido ahora no tendrías que sentirte bajo los efectos de algo extraño. Cnj1: Los maleficios se comienzan a sentir, en algún momento… Cnj3: No es que lo hubieras hecho porque es algo así y nada más. No. Cnj1: Sigamos arreglando nuestras ropas y cepillemos nuestras pieles, que más podemos hacer. Cnj3: No es que lo hubiese hecho porque sí, los efectos comienzan a sentirse. Cnj2: Hacen más placenteras nuestras cepilladas. Cnj1: Suaves sobre nuestras pieles… Cnj3: De conejos… conejos…

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Final

Tres conejos obispos se acercan a El Morocho, dos lo toman de sus brazos. Están en el laberinto y Caracol no está en la escena. Lo obligan a arrodillarse. Se burlan de él y lo castigan con pequeños látigos. Uno de los obispos le lava los pies, las piernas y los brazos. Dejan su pecho sin ropas y le tiran la cabeza hacia atrás. Con la misma daga que se había utilizado en una escena anterior, Otro de los obispos abre en su abdomen una herida de muerte. Los conejos con las paredes del laberinto fabrican la churrasquera, Donde había quedado tendido Matías Cerón en la introducción. Una vez que han terminado de ubicar el cuerpo debajo de La churrasquera, abandonan la escena.

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