Perfiles (Nº 2)

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Ediciรณn #2 | Enero - Junio 2020

Una amenaza fantasma P. 4


Enero - Junio de 2020

índice Eventos

dESCARGA AQUÍ

La amenaza que se olvida

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Artes

Señora Blanca de Gerlach

8-9

Bibliotecología y Archivología

Reflexiones sobre las Ciencias de la Información

10-11

Comunicación Social

El Helicoide: un espacio que conduce a la resiliencia

12-17

Educación

Economía de la Educación

Filosofía

La telaraña de Dios

Historia

Sobre la existencia del pasado

Psicología

La concepción de lo real

18-21 22-27 28-33 34-39

Proyectos estudiantiles

ExpoCrearte - Artes

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Escuelas

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Edición #2

Editorial Confinados desde mucho antes

Anderson Ayala

Ya se ha dicho mucho sobre la pandemia del COVID-19, y no es éste el espacio para caer en referencias médicas. Lo es, más bien, para bosquejar sus implicaciones sociales, culturales y políticas, porque las económicas se hacen ya conocidas tras la paralización total de muchas actividades productivas.

y ahora estamos en la hegemonía de un sistema totalitario que no pretende detenerse, aunque haya quienes, extrañamente, pretendan ver alguna benevolencia que más nadie detecta. Pero como nos ha mostrado la historia, al final la Libertad siempre vencerá al despotismo y, ahora, al socialismo.

En Venezuela la pandemia tuvo particulares efectos políticos de la mano de una epidemia previa, que se propagó desde 1999: el virus del socialismo, resurgido de las cavernas del Foro de Sao Paulo. El COVID-19 fue la justificación perfecta, bajo argumentos de salubridad e higiene públicas (que no existen en el país hace años), para que la cristalización de ese virus socialista decidiera cercenar de manera definitiva las muy pocas libertades de que gozábamos.

En esta revista encontrarás producciones textuales de los estudiantes de todas las Escuelas de nuestra Facultad. Uno o un par de humanistas por Escuela presentarán un texto ahora por semestre, sea elaborado para alguna materia en el transcurso del período académico, o surgido de un momento de iluminación. Los únicos requisitos son que el texto (ensayo, monografía, artículo, etc.) se sustente en calidad y contenido, que se enmarque en el área o campo de estudio de su escuela y que sea de investigación, análisis, reflexión o hasta resumen.

Confinamiento forzoso, cierre de todo tipo de comercios, paralización del transporte -aéreo y terrestre-, debacle de unos servicios públicos estatizados y ahora sin posibilidades de entretenimiento (a través de una empresa como DirecTV). Esas condiciones no son nuevas, muchas ya las teníamos desde antes, y solo se han agravado desde la “detección” del primer caso en marzo. Basta compararlas con las de una persona privada de su libertad y se verá que, en efecto, parecemos estar solo de otro lado de la celda, pero en la misma celda propiamente. Lo que hemos perdido en los últimos dos meses son los reductos finales que teníamos de Libertad,

Pero eso no es lo único. En Perfiles hay un espacio para que se anuncien los proyectos que tengan los estudiantes de la FHyE; hay una sección destinada a presentar los perfiles -o entrevistas a ellos- de personajes únicos de la Facultad, sean profesores o estudiantes; y hay, por último, un espacio dedicado a exponer eventos que se puedan dar en las Escuelas. Como agregado final, esta edición no se incorporó la sección extra de orden laboral, al no haberse completado la capacidad mínima requerida para su anuncio conjunto.

Pueden participar los estudiantes de las 10 Escuelas de la FHyE. Si quieres unirte, escoge algún texto que hayas hecho en el período académico en curso y envíalo cuando puedas al correo revistaperfilesfhye@gmail.com. No hay límite por participante. Los mejores textos serán seleccionados para el número semestral. ¡Corre la voz!

Dirección General: Anderson Ayala. Edición y diagramación: Anderson Ayala. Colaboradores: Mary Sojo, Jesús Briceño, Kimberlyn

Duarte, Josué Calazan, Melanie Moreno, Francisco Porras, Romina R. Tripone, Rosely Márquez, Joan S. Araujo, Fabio Cardoso, David García, Eguzki Bastardo.

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Eventos

La amenaza que se olvida

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Anderson Ayala (Comunicación Social) - Décimo semestre

n fantasma se pasea por los desolados pasillos de la Ciudad Universitaria de Caracas. Los meses de confinamiento nos han hecho no tenerlo presente, pero no podemos dejar que pase inadvertido. Hay todavía una clara pretensión roja de intervenir la Universidad Central de Venezuela, y ello nos impele a pensar desde ya las respuestas que deben darse ante los distintos escenarios que surgirán, tal vez este año, cuando las universidades puedan retomar sus actividades presenciales. La inconstitucional sentencia 0324 del TSJ oficialista solo dio paso a la nueva sentencia 0047, que lejos de ablandar o de suprimir las autoritarias disposiciones anteriores, busca institucionalizarlas. Basta leer la sentencia para ver que se mantiene aún las mismas condiciones impuestas para realizar elecciones, tales como la ampliación de tres a cinco sectores electorales, la paridad igualitaria del voto entre estos y el cambio de los parámetros para que la elección sea válida. Es decir, no hubo ningún triunfo aquel jueves 27 de febrero, cuando se recibió la noticia de que la 0324 era “suspendida” por el mismo TSJ que la emanó. Todo lo contrario, el mismo fantasma se envolvió en un nuevo manto más “dócil” y ahora se presenta como una simple “exhortación”, con el seguimiento y vigilancia de quien se dice Ministro de Educación Superior.

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El confinamiento no puede ser excusa para que pase inadvertida toda esta amenaza. Que veamos e imaginemos los pasillos, aulas y espacios vacíos no debe hacer que olvidemos el peligro que se atraviesa. La amenaza nunca se había materializado tanto como ahora en los últimos 20 años, y por ello hay que tener presente la situación de posible tensión, conflictividad y caos que se atravesará cuando las universidades venezolanas reinicien sus actividades presenciales. Aunque en estos momentos esté casi repletamente vacía, la Universidad Central de Venezuela tiene en sus estudiantes y profesores la mejor ‘arma’ de que pueda disponer, y por ello debe construir una respuesta infranqueable ponga fin a toda esta situación: unas elecciones universitarias como dicta la ley, sin injerencias externas y con garantías democráticas. Ello sin olvidar, no obstante, que el proceso debe entenderse inmerso en una institución científica y no política. Si no se tiene todo ello presente, la improvisación volverá a reinar en una situación que para nada debería dar lugar a ello. A la luz de la evidencia histórica, la pretensión totalitaria de acabar con las universidades es absolutamente real, y este tiempo de confinamiento es su aliado más importante justo ahora. Olvidar todo esto ya sería una derrota crítica, y por ello no debemos hacerlo.


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Aula Magna de la UCV en 1959. Fuente: Revista LIFE.

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Imagen de la extensa pancarta que se colgĂł en el Rectorado de la UCV aquĂŠl jueves 28 de febrero, durante la gran asamblea universitaria.



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Artes

Señora Blanca de Gerlach Mary Sojo – Cuarto semestre Análisis del Retrato de la Señora Blanca de Gerlach. Pintura de Luisa Richter, artista venezolana de origen alemán. Óleo sobre tela (1972). Se halla actualmente en la Galería de Arte Nacional, con sede en Bellas Artes.

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esde una perspectiva personal, el rostro de la “Señora Blanca de Gerlach” refleja una mirada triste; su expresión taciturna transmite un sentimiento nostálgico cargado de imágenes y vivencias que ahora son simples recuerdos, apreciables solo en su memoria... eso que fue y no volverá a ser. Toda la pintura de Luisa Ritcher gira entorno a ese ambiente lúgubre y atestado de añoranzas. Cada gesto de la señora, desde su forma de sentarse hasta sus brazos y piernas cruzadas, irradian resignación; es el momento de aceptar la realidad que le ha tocado vivir y que ya no puede cambiar. Además, se une el color negro del vestido como un símbolo más de tristeza, como si en ese preciso instante atravesara una gran pérdida o dolor que la llevase a reflexionar sobre la vida, sobre el tiempo que pasó y que quizá no aprovechó; tiempo que ahora se refleja en cada uno de sus recuerdos, como una larga película dramática de esas que conmueven los ojos y hacen replantearse una situación. Cada aspecto de la pintura, cada trazo del pincel sobre la tela va dirigidaoa un escenario melancólico que, acompañado de las arrugas de la vejez, se torna en una imagen del futuro donde la Señora Blanca de Gerlach recuerda el pasado con la añoranza de volver a él. Una melancolía que se transmite y llega al espectador.

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Blanca de Gerlach (1972). Óleo sobre tela. Autor: Luisa Richter. Fuente: Galería de Arte Nacional.


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Bibliotecología y Archivología

Reflexiones sobre bibliotecología y archivología de cara al perfil del profesional en el siglo XXI

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Jesús Briceño, Josué Calazan - octavo semestre. Kimberlyn Duarte, Melanie Moreno, Francisco Porras - sexto semestre.

a demanda de profesionales de las Ciencias de la Información cada vez aumenta más. En el marco de una sociedad y una economía del conocimiento, el manejo de información y de datos a nivel masivo es una labor más que necesaria. Hasta no hace mucho, esta carrera se dividía en las dos especialidades que conocemos hoy, a saber, la Bibliotecología y la Archivología, unificadas hoy bajo una nueva perspectiva en muchos países de la región, producto de la irrupción de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), cuya aplicación práctica reformó los requerimientos, habilidades y competencias con que debe contar el profesional del área en la actualidad. A raíz de todo esto, y sobre todo de las nuevas exigencias de la sociedad y la economía, el perfil del profesional de la información ha cambiado en las últimas dos décadas. Ello ha generado un efecto dominó en los programas de estu-

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dio de las escuelas donde se dicta esta carrera, en muchas universidades alrededor del mundo. No obstante, tal evolución todavía no se hace latente en el caso de la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde la carrera aún se define por la dicotomía Bibliotecología-Archivología. El pensum curricular, de hecho, siempre ha estado rezagado en comparación con el de las otras escuelas en otras universidades de la región e, incluso, con respecto al programa de la escuela en la Universidad Del Zulia, la única otra institución en Venezuela donde se imparte esta área del saber. Al respecto, vale presentar aquí las modificaciones que ha sufrido el pensum de la Escuela de Bibliotecología y Archivología de la UCV, en función del número de actualizaciones comprendidas. El plan originario data del año 1978, con alteraciones posteriores realizadas en los años 1982, 2001 y 2005, quedando vigente hasta hoy

el programa de ese último año. Sin embargo, por su fecha de aprobación, y en virtud de los cambios sociales y económicos, es evidente que ese plan de estudios se halla desactualizado al día de hoy, causando con ello un rezago en la formación y una posterior desvaloración del profesional del área. Cuando entramos a la tercera década del siglo XXI, los cambios gerenciales y tecnológicos de hoy ejercen una fuerte presión para la renovación del pensum de estudios, al menos en el caso de la UCV. La evolución de esta carrera en el país es fundamental para el desarrollo de una sociedad del conocimiento, latente con cada vez más ahínco en las organizaciones, empresas y demás asociaciones de la vida nacional. La producción, procesamiento, acopio y transmisión de la información son procesos que fortalecen la interacción de los actores que conforman la sociedad. El manejo de la información ha to-


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mado así gran relevancia para la economía del conocimiento, dando lugar al surgimiento de nuevas profesiones y a la referida transfiguración de los perfiles existentes. En vista de esto, la Bibliotecología y la Archivología, junto con disciplinas como la Museología y la Documentación, se han fusionado de forma transdisciplinaria, para generar una ciencia emergente que toma como ejes de

estudio a la información y el conocimiento, adecuando su teoría y método a los cambios y necesidades de la sociedad moderna: hablamos, pues, de las Ciencias de la Información. Es así como han cambiado los requisitos formativos de los profesionales de la información, y por ello las dinámicas de la sociedad demandan una constante moder-

nización de los planes de estudio de las escuelas donde se imparte esta carrera. De ello no queda exenta la Escuela de Bibliotecología y Archivología de la UCV, cuya vanguardia es imperativa para que sus egresados puedan ejercer su labor en cualquier unidad de sistemas de información, sin importar la diversidad -y la versatilidad- de las organizaciones y empresas existentes.

Aula de la EBA. Foto: UCV.

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Comunicación Social

El Helicoide: un espacio que conduce a la resiliencia

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Romina Rojas Tripone - Octavo semestre

ada vez que se monta en el metro de Caracas, David Sosa siente que se encuentra en un viaje al pasado. La sensación de hacinamiento es frecuente después de haber estado 60 días detenido en el Helicoide, sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), en 2017. Los especialistas señalan que los episodios depresivos, la sensación de encontrarse perseguido, las pesadillas y la falta de confianza son algunas de las consecuencias psicológicas que dejan las violaciones de derechos humanos. Estas son las secuelas con que cohabita hoy el estudiante de ciencias políticas y presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela. Aún se dilatan las pupilas de Jorman Ortiz, estudiante de Derecho en la Universidad Católica Santa Rosa, al contar cuando soñó que le intervenían una llamada telefónica. Con una mirada de sobresalto y la cara contraída, explica, pensó que el SEBIN volvía por él. No hay día en que Jorman salga de su casa y no sienta que alguien lo persigue. Se define como un luchador social y en cada paso de rutina sus sentidos están alerta para prevenir cualquier evento. Después de estar recluido en el Helicoide por un año y cinco meses, su día a día sigue marcado por ello, a varios meses de su liberación. La psicóloga Marisol Ramírez razona que las consecuencias en personas que sufrieron violaciones a sus derechos humanos son muy generales y, por ello mismo, cada persona puede desarrollar secuelas diferentes. No obstante, sí

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enfatiza que lo más común es sufrir “estrés postraumático”, lo cual define como una “situación compleja de confusión episodios depresivos, trastornos mecánicos, tristeza profunda, sensación de ser perseguidos, entre otras”. El precio de ser un detenido político Cuando se habla de tortura es inevitable que Jorman no recuerde aquel 23 de mayo de 2018 y evada hacer contacto visual. Rememora que fue la fecha de su detención en el Boulevard de Sabana Grande, por obra de funcionarios del SEBIN vestidos de civiles. Con ojos nublados por las lágrimas contenidas, atestigua: -Pensé que me iban a matar. Confiesa que intentó huir, pero fue en vano; el precio de resistirse a una detención sin orden de arresto fue recibir golpes para que subiera a una patrulla. “La es tortura es un quiebre emotivo, perceptivo y cognitivo. Ocurre por etapas y el objetivo es vulnerar a la persona que lo sufre en todos los sentidos”, agrega la psicóloga Marisol Ramírez. Sin embargo, cuenta Jorman que jamás imaginó que, al llegar por la mañana a una de las sedes de la policía política, en Plaza Venezuela,


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El Helicoide, sede del SEBIN. Fuente: CNN.

los funcionarios subirían el nivel de violencia. Lo golpearon hasta caer la noche y le dieron varias descargas eléctricas. -No podía caminar, me dolía todo. La espalda no la resistía.

Aun así, revela con orgullo que, en medio de esa incómoda situación que lo hizo dudar por momentos, logró responder con respeto el motivo de su detención y de por qué salía a las calles. Acepta sin titubeos, con una mirada convicta, que sufrió tortura psicológica y, al mismo tiempo, fue testigo de cómo eran golpeados otros reclusos.

Señala con sus manos la parte de atrás de su espalda, a la altura de sus riñones. Con expresiones que dan cuenta de dolor mencionó que las hemorragias internas le trajeron quince días de sangrado a través de la orina, sin derecho a recibir atención médica.

El “debido” proceso Era un jueves 08 de mayo del 2014 cuando Sairam Rivas, estudiante de Trabajo Social en la UCV, se encontraba en una protesta creativa en la Plaza Alfredo Sadel. A las tres de la madrugada, bajo una intensa lluvia, un efectivo de la Guardia Nacional le pidió que saliera de la tienda.

-¿Tú no te la tiras de guarimbero? Ese fue el recibimiento que le dieron los funcionarios del SEBIN a David Sosa, al momento de solicitarle sus datos. Sin hacer contacto visual, mirando al horizonte, expresa que se sintió intimidado porque quien le llevara la contraria al funcionario podía ser víctima de golpizas.

“Encima de una mesa larguísima había droga, cuchillos, pacas de dólares… cosas que obviamente nosotros no teníamos. Nos sembraron evidencias falsas. En el informe del SEBIN aparece que me consiguieron 15 metras y un mortero”. Así lo revive ella mientras cuenta con sus dedos la cantidad de objetos que le atribuían. Su

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sonrisa se desvanece al evocar el doloroso momento cuando, al estar en una sala del TSJ, escuchaba cómo el juez emitía su privativa de libertad por los cargos de asociación para delinquir, agavillamiento y uso de menores en la comisión de un delito. Admite que le costó aceptar el hecho cuando más de 243 estudiantes eran liberados.

método de litigio estratégico que implica campañas en las redes sociales, denuncias internacionales, asambleas en la calle, entre otras”, pues es en virtud de esa visualización masiva que se logra “subir el costo político de la detención”, de forma que los cuerpos de seguridad se vean increpados.

Años después, el SEBIN volvió a capturar a otro estudiante con el mismo modus operandi: detenerlo ilegal y arbitrariamente, yendo en contra de lo establecido en las leyes venezolanas. Cuenta David Sosa que ese 23 de mayo de 2017 se encontraba en un apartamento con su novia, cuando los funcionarios tocaron su puerta y le dijeron que tenían una orden de aprehensión.

“Yo presencié cómo golpeaban a otros detenidos. Afortunadamente, yo no fui golpeado de esa manera porque desde el día uno de mi detención yo fui un caso sonado. Y los funcionarios tratan, en medida de lo posible, de tener cuidado con este tipo de perfiles”, destaca David Sosa.

-Yo creyendo que era una orden legal, abro la puerta y ellos irrumpieron sin la presencia de un fiscal que garantizara mis derechos. Así fue como pudieron sembrar el material que apareció en el expediente, comenta con voz serena y firme. Los cargos que le imputaron a David fueron: rebelión militar, traición a la patria y sustracción de equipo militar. Incluso fue juzgado por una corte militar, según cuenta con indignación y rechazo, añadiendo que se le acusó de haber tenido un uniforme militar y una granada en su casa. Las experiencias de David y Sairam son una pequeña muestra de las irregularidades que tienen los procesos judiciales en Venezuela; son la historia de miles de estudiantes detenidos. Desde el año 2014 se han incrementado las denuncias por violaciones a los derechos humanos y por el incumplimiento del debido proceso, tal como lo han demostrado diversas organizaciones (Provea, Amnistía Internacional), que han realizado informes sobre las condiciones del conflicto. Incluso, la situación es tan delicada que Alfredo Romero, abogado y director de Foro Penal, explicó que actualmente la organización tiene “un

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Ante un sistema político que busca callar las voces de quienes se le oponen, Alfredo Romero explica que una de las estrategias que se aplican para tratar de cercenar a quienes piensan diferente es, como se ha visto, impedir el derecho a la defensa que todo acusado tiene. Según puntualiza, el debido proceso en una detención consiste en “tener primero un juicio justo, una imputación basada en evidencias contundentes de conformidad con la ley y el derecho a la defensa”, y este último no se les garantiza a los detenidos políticos. Asimismo, explica que desde el 2017 se viene denunciando el incremento de la tortura por parte de cuerpos como el SEBIN y la DGCIM (Dirección General de Contrainteligencia Militar), aplicada como castigo para los detenidos políticos. Lamenta que se han vuelto frecuentes las prácticas de golpizas, descargas eléctricas, etc. Finalmente, enfatiza que los índices de detenciones arbitrarias y violaciones a los derechos humanos han aumentado de forma creciente desde el 2014, siendo 2017 el año más álgido. Puntos de quiebre “Un cementerio de hombres vivos”.


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Elaborado por Romina Rojas.

Con ojos llorosos, cuerpo contraído y tratando mantener la compostura, Jorman Ortiz cuenta el apodo que le tienen al Helicoide. Explica que es un lugar donde se tienen un vaivén de emociones: rabia, tristeza, ira, miedo. Recuerda que su primer desplome fue cuando estuvo preso oficialmente, pues la incertidumbre por desconocer qué ocurriría terminaba carcomiendo su estabilidad emocional.

Como si no bastara tener privativa de libertad, tuvo que enfrentarse a dos meses sin ver el sol y sin tener ningún tipo de comunicación mientras estuvo en Guantánamo, el nombre de su celda. Aprendió a drenar sus emociones en los pocos momentos que tuvo a solas, a sentir el frío que le llegaba hasta los huesos y a soportar la incomodidad de dormir en una colchoneta. Confiesa que lo único que quería en ese momento tan oscuro

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era mantenerse dormido todo el día para dejar de pensar, para dejar de sentir que se encontraba en unas condiciones inhumanas. Relata que su cambio de perspectiva ocurrió cuando, al ser trasladado a otra celda, reconoció en uno de los pasillos a algunos de sus compañeros de marcha que también habían sido detenidos. La alegría que desborda su rostro al contar la anécdota es indescriptible; para él, verlos fue un sinónimo de luz porque le transmitieron un espíritu inquebrantable, a pesar de las pésimas condiciones y de una detención injusta. Ese día, en ese momento, Jorman volvió a la vida, y todavía más cuando le regalaron unos libros para que entretuviera la mente. Una vez que se regresa a la vida, habiendo estado en condiciones como esas, es difícil volver a perderse. Esa es la reflexión que surge de los testimonios de Jorman, quien además narra que, en su estadía por el Helicoide, consiguió identificar su misión de vida cuando un comisario del SEBIN le permitió dirigir un taller de alfabetización para los presos. A varios meses de su liberación, con una sonrisa que invade sus pómulos, reconoce que está decido a quedarse en su país para luchar por el cambio que, a su juicio, necesita Venezuela. Por los momentos, no obstante, aclara que se mantendrá alejado del escenario político y se dedicará a estudiar Derecho e invertir su tiempo en preparación personal. Para cambiar la realidad del país, como entiende, es necesario estar formado. -Estar preso no cambió mi vida, cambiará cuando caiga el chavismo, señala David.

Aunque para David Sosa su experiencia en el Helicoide fue un capítulo más, reconoce que los 60 días que estuvo recluido, aislado de sus compañeros, le sirvieron para reafirmar su convicción de luchar por la democracia y mejorar las condiciones de vida en el país. Con tono de voz particular, confiesa que en la cárcel no pudo drenar sus emociones porque tenía que demostrar fortaleza a sus compañeros y, especialmente, a su madre. Al salir en libertad la historia fue otra: lloró y dejó ir sus emociones. Así como evitó hablar del tema, simplemente regresó a su día a día con mayor entrega, compromiso y dedicación por lo que considera su vocación: la política. Tanto David, como Sairam y Jorman son el reflejo de lo que significa ser un preso político en Venezuela: juzgados sin evidencias contundentes y sin respeto al debido proceso, sufriendo además de tratos cueles e inhumanos en las sedes de los cuerpos de seguridad. Los tres encarnan la historia de cientos de estudiantes que, desde 2014 hasta la actualidad, han sufrido el ensañamiento de un gobierno. Pero también son un claro ejemplo de resiliencia; a pesar de tanto dolor, sufrimiento, traumas y miedos, los tres tomaron una actitud optimista, esperanzadora y aferrada a sus sueños. Hoy, cuando le preguntas a cualquiera de ellos sobre su futuro y sobre lo que hacen en el presente, la reacción es similar. David puede alzar la mirada y decirlo sosteniendo el contacto visual; Jorman lo expresa con seguridad y una sonrisa que desborda su rostro; y Sairam, deja más que clara su convicción de seguir trabajando por su país, también con una despampanante curva en su boca.

Fuente: El Estímulo.

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Pasillos vacĂ­os mucho antes de la pandemia Foto: Anderson Ayala.


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Educación

Sobre la Economía de la Educación

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uede que no sea tan fácil observar en primera instancia algún aspecto común entre la economía y la educación. En el imaginario cultural, de hecho, dominan nociones cerradas para ambos saberes: la educación se piensa, por lo general, a la luz de las experiencias de aprendizaje que se dan en un aula de clase; y la economía se asocia, especialmente, con tecnicismos como las ganancias, el mercado, las finanzas, entre otros. Pero quienes consideran la universalidad de cada materia han hallado, con curiosidad, relaciones impactantes. Así, desde el campo industrial, la Teoría del Capital Humano abrió las puertas de lo que hoy se estudia como “Economía de la Educación”. En los años sesenta, según un estudio de Lassibille y Navarro (2012), investigadores como Gary Becker, Theodore Schultz e Irving Fisher dieron cuerpo al desarrollo de esta teoría, relacionando el valor que tenía la formación de los hombres con su desempeño laboral (su productividad). De hecho, según citan Lassibille y Navarro (2012), ya en 1906 Fisher señalaba la necesidad de “considerar como una inversión a la formación de los hombres”.

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Rosely Márquez - Tercer año Teniendo en cuenta el valor que esta teoría supuso para la productividad, señalan Lassibille y Navarro (2012), los economistas George Mincer y George Psacharopoulos dieron sus aportes desde otra perspectiva, una más matemática y estadística, contribuyendo con el análisis de las implicaciones del capital humano. El primero diseñó la función de ingresos ‘minceriana’ para explicar la relación de los salarios con la inversión que debe hacerse en el ámbito de la formación; y el segundo, por otro lado, introdujo una tasa para medir el rendimiento interno de la educación. Cada una de estas contribuciones sirve a las reflexiones institucionales y estatales. No obstante, esta teoría no estuvo exenta de críticas posteriores, a partir del surgimiento de nuevas teorías, como la Teoría del Filtro, apoyada sobre todo en los sistemas de información. Aquí también tiene relación la Economía de la Educación, cuando se afirma que “la finalidad del sistema educativo se resume en filtrar a los individuos más aptos y en dar información a los empleadores acerca de las cualidades de sus futuros trabajadores” (Lassibille y Navarro, 2012, referenciando a Arrow y Spence,

1973). Esto sentaba las bases para un debate sobre la educación y la economía que, considerando sus partes y sus todos, se amplió por más de medio siglo. Pero también hay que decir que ambas, la Ciencia Económica y la Ciencia Pedagógica, se han compenetrado en realidades donde se explotan sus puntos de encuentro. Así pues, a partir de los argumentos y referencias a que apelan los autores Oroval y Escardíbul (1998), se pueden citar las siguientes quince vinculaciones: 1. La educación es un determinante del crecimiento económico. 2. La formación continua en los lugares de trabajo apunta a la construcción de la Sociedad de la Información y del Conocimiento. 3. La educación incrementa los niveles de conocimiento y productividad. 4. La especialización de conocimientos es fuente de eficiencia en la división del trabajo. 5. Las competencias que la educación produce en un trabajador facilitan y reducen el tiempo de trabajo.


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La Universidad de Cambridge (Inglaterra) reportó en 2019 un presupuesto de más de 2000 millones de dólares, siendo una universidad pública -y no por ello gratuita- cuyos ingresos no dependen el Estado. Foto: Infobae.

6. La educación beneficia al Estado y a los individuos, considerándose una inversión que permite aumentar el capital (capital humano). 7. Invertir en educación produce un mayor nivel de renta y de crecimiento económico. 8. Las diferencias salariales de trabajadores con diferentes escalas académicas se deben, en gran medida, a la educación. 9. La educación genera efectos externos que contribuyen al desarrollo de una nación, dado que fomenta la planificación familiar, la calidad de vida, la higiene y el razonamiento crítico, en tanto que

reduce la ignorancia y combate la pobreza, la criminalidad y la contaminación. 10. Los trabajadores son más productivos si se rodean de otros con mayor nivel educativo (con referencia a Lucas, 1993). 11. Incrementar la inversión en educación aumenta la demanda y la productividad. 12. La productividad profesional en puestos de trabajo dependerá, además, de la cultura organizacional, la tecnología disponible y el análisis de los mercados. 13. Con acuerdos entre las autoridades educativas y empresa-

riales es posible lograr una mejor asimilación, adaptabilidad y operatividad en la transición académica al mundo laboral. 14. Es relevante considerar la lógica de la planificación en la educación, considerando sus aspectos económicos y sus contextos locales, regionales e internacionales. 15. Los principios de la microeconomía ayudan en la gestión de los centros educativos, al menos en lo relativo a la administración de los recursos. Estas filiaciones entre educación y economía cimentaron el carácter científico y técnico de la Perfiles | 19


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Economía de la Educación, y es por ello que hoy se le reconoce como la materia que “aborda los numerosos aspectos e implicaciones económicas de los fenómenos educativos” (Pineda, 2000), apropiándose de “los conocimientos empíricos de la economía, y de su metodología científica, para analizar la complejidad de la educación en su conjunto” (p145). En síntesis, la Economía de la Educación busca la optimización de la práctica educativa. Tal materia abre un abanico de posibilidades para pensar los problemas relativos al trabajo y la educación que, al menos en la realidad nacional de las últimas dos décadas, se centran en el desem-

pleo, la fuga de talentos, la infrautilización, los programas escolares desactualizados, los presupuestos y ganancias escuetas, los salarios docentes insuficientes, los incrementos en la deserción estudiantil, la escasez de educadores profesionales, así como la inestabilidad y la precarización laboral. Tales nudos críticos pueden abrumar el análisis, al punto de que las respuestas y acciones impulsadas para resolverlos sean, en gran medida, estáticas y poco efectivas. Al menos en Latinoamérica todavía persisten muchos de estos, atizando hechos como el desempleo de los titulados, la inmigración de los talentos y los presupuestos y sueldos irreales.

Una reflexión seria sobre el impacto de la Economía de la Educación en el desarrollo de un país nos permitirá entender, por un lado, los beneficios que produce la relación simbiótica entre educación y economía, y, por otro, las acciones efectivas que pueden y deben impulsarse con el compromiso mutuo de parte del Estado, las universidades, las colegiaturas y hasta gremios profesionales, las comunidades, las organizaciones de la sociedad civil relacionadas y, por supuesto, de los propios individuos, para avanzar en dirección a un mejor futuro, a la luz de las teorías y modelos que se tengan para ello. Ese es el horizonte que se plantea.

Referencias:

-Lassibille, G. y Navarro, M. (2012). Un compendio de investigaciones en economía de la educación. En Presupuesto y Gasto Público (N.º 67), pp. 9-28. Málaga: España. -Oroval P. y Escardíbul F. (1998). Aproximaciones a la relación entre educación y crecimiento económico. En Hacienda Pública Española (N.º extraordinario), pp. 49-60. -Pineda, P. (2000). Economía de la Educación: una disciplina pedagógica en pleno desarrollo. En Teoría de la Educación. Revista Interuniversitaria, Vol. 12. pp. 143-158.

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El mundo se nos vino de cabeza Foto: Anderson Ayala.


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Filosofía

La telaraña de Dios Nociones sobre la divinidad de la causalidad (Spinoza) y la casualidad (Kundera) Joan S. Araujo A. - Décimo semestre 1. El único y verdadero Dios de la fatalidad o necesidad (Víctor Hugo y Baruch Spinoza)

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l filósofo Baruch Spinoza (1980) planteó un sistema racionalista de pensamiento en el que ni Dios ni el hombre son libres. El primero porque solo puede hacer lo que se sigue de su naturaleza, y el segundo porque solo puede hacer lo que las causas exteriores -cadena innumerable- le permitan. Tan radical es su manera de concebir el mundo, que sobre los hombres que creen ser libres llega a decir: “sueñan con los ojos abiertos” (p175). En este sentido, no es extraño que se plantee la cuestión sobre si la obra spinoziana es fatalista o no. Es decir, se trata de dilucidar si el determinismo expuesto por Spinoza puede entenderse como lo inevitable, lo necesario, el hado, el destino imparable del hombre. Por lo dicho de forma breve desde el comienzo queda implícito que es así, porque ni siquiera Dios posee lo que se llama “voluntad libre” (Spinoza, p80). Lo que sí cabe aclarar en este punto, es que la “necesidad absoluta” que podría adjudicar dicho filósofo a Dios y al universo, no coincide con la opinión del vulgo o de la mitología. Es decir que, mientras muchos -incluyendo a Platón en La República- consideraron que la ‘Fatalidad’ era la diosa de lo inevitable y madre de las tres Moiras (pasado, presente y futuro), Spinoza no habría creído en nada de eso, porque para él solo hay un Dios (p50) que se revela a la razón humana y no en las entrañas de los animales (p62), lo que señala que estaba en contra de la superstición y a favor de la “luz natural” (pp. 63-67). En contraposición a este filósofo, y desde el ámbito de la literatura, se halla la postura del novelista francés Víctor Hugo (2008), quien retomó el

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concepto mitológico griego de ‘Fatalidad’ y lo estableció como el hilo conductor de una de sus historias: la novela Nuestra Señora de París, más comunmente conocida como El jorobado de Notre-Dame. En tal narración, desde el comienzo se menciona la palabra griega correspondiente a la diosa de lo inevitable (la transliteración es Ananké), y es, por decirlo así, el entramado donde todos los personajes viven -y se desarrollan-. Prevalece, podríamos decir con Kundera (2009), la unidad o continuidad del tema sobre la acción o la biografía (p65). Pero, ¿acaso es posible la duda sobre el punto común a todos sus personajes? Se trata de la tragedia, del drama, del angustiante destino del corazón humano.

Retrato de Baruch Spinoza. Foto: Filosofía & Co.

Víctor Hugo (2008), en su papel de Dios para sus historias, se muestra aquí especialmente frío y calculador, ya que plantea y desarrolla una multitud de tópicos tan amplia que puede considerarse realmente una “novela filosófica”, siguiendo su propia definición (p130). En ese sentido, los dolores que unen a todos sus “egos experimentales” individuales (Kundera, 2009. p47) son distintos, pero a la vez el mismo: diferentes porque cada uno vive su particular drama, y el mismo porque todos sufren a la luz de una causa común: la Fatalidad. Esa diosa es la manifestación de la imposibilidad de hacer cualquier cosa para escapar de la necesidad del mundo, de lo inevitable. Es la impotencia del hombre frente a Dios, al universo, y frente a sus propias acciones y pasiones. No controla nada ni en sí mismo ni a su alrededor, es simplemente una marioneta del destino, o un títere cuyos hilos de movimiento se prolongan en una serie de causas innumerables que llegan hasta la divinidad. Hemos venido, en la ficción de Víctor Hugo, a amar y sufrir por ese sentimiento, y no podemos hacer nada al respecto. Somos pequeñas moscas atrapadas en la red de la araña: He ahí un símbolo de todo. La mosca vuela, está alegre, acaba de nacer; busca la primavera, el aire libre, la libertad. ¡Oh, sí!, pero va a chocar contra el rosetón fatal, sale la araña, la araña horrible. ¡Pobre bailarina! ¡Pobre mos-

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ca predestinada! […] ¡Es la fatalidad! ¡[…] Tú eres la araña! ¡[…] Tú eres también la mosca! ¡Volabas hacia la ciencia, hacia la luz, hacia el sol, sólo pensabas en llegar al aire libre, a la plena luz de la verdad eterna; pero, al abalanzarte hacia la claraboya deslumbrante que da al otro mundo, al mundo de la claridad, de la inteligencia y de la ciencia, mosca ciega, doctor insensato, no has visto esa sutil tela de araña, tendida por el destino entre la luz y tú, te has lanzado sobre ella con toda tu fuerza, pobre loco, y ahora te debates, con la cabeza rota y las alas arrancadas, entre las férreas antenas de la fatalidad! […] ¡Dejad hacer a la araña! (Hugo, 2008. p389).

2. El falso Dios de la casualidad o sinsentido (Milan Kundera)

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l novelista Milan Kundera (2009) y desarrolla la noción de Dios como “Deus absconditus” (p151) en dos de sus libros: El arte de la novela y La inmortalidad. La misma se refiere a la creencia de que Dios solo fue el inventor del universo, pero luego dejó de intervenir en el mismo, abandonándolo al caos, al absurdo y al sinsentido; en fin, es la postura que considera la creación como huérfana, y perdida en la deriva sin ton ni son. Es también el presupuesto compartido por todos aquellos hombres que consideran que cada individuo debe velar por sí mismo, y que la vida toda es solo un punto entre dos paréntesis de soledad absoluta: el nacimiento y la muerte. Si bien podría pensarse que esta perspectiva fundamenta el ateísmo, es razonable creer que no es así realmente, pues representa la base de otra postura espiritual: el deísmo. En primer lugar y, ante todo, porque el ateo niega la existencia de la única deidad, al considerarla

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Fotografía de Milan Kundera. Fuente: La Vanguardia.


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indemostrable, de forma que no admite la posibilidad de que el universo entero estuviese abandonado y olvidado por Dios. En segundo lugar, porque los deístas sí creen en la existencia de la divinidad creadora del mundo y el hombre, pero, a diferencia de la mayoría de las religiones monoteístas, consideran que Dios no se muestra en los libros revelados y sagrados de los diversos creyentes, sino que su más perfecta manifestación está en el orden, la complejidad y la armonía que constituyen la esencia de su creación, regida por leyes inviolables de la naturaleza, o por lo que antes se conocía como “verdades eternas”. Expuesto de esta manera, parece deducirse que Kundera no defiende un deísmo per se en sus obras, pero creemos que al menos uno de sus “egos experimentales” (personajes) sí lo hace: el padre de Agnes, quien hablaba de Dios como “el Creador de la computadora cósmica” (2010, p20). Aclarado esto, cabe acotar que el atrevimiento del novelista checo no acaba al plantear que la deidad abandonó su creación, sino que, contra todos (deístas y religiosos), niega el supremo orden y la sublime concordia de toda la existencia del universo, al hablar de un Dios de la casualidad como el verdadero, en oposición al Dios de la fatalidad o necesidad de la religión (Kundera, 2010. p274). Por si esto fuera poco, en cierto momento se burla con indiferencia del decálogo de la ley judía al decir que estaba incompleto por no incluir el “no mentirás” (ibidem, p135). Pero lo cierto es que dicho “undécimo mandamiento” (p134) sí se encuentra en la ley de Moisés, tal como se constata en la Biblia católica, específicamente en el libro ‘Éxodo’. Su irreverencia, sin embargo, no se conforma con esto, sino que luego incita a sus lectores a ir en contra de las dos reglas infranqueables del cristianismo: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Esto lo hace cuando explica lo que percibe como dos maneras de evadir la computadora cósmica (p306): amar a una persona más que a Dios, e irse a un convento para no vivir en sociedad (p306). Las consecuencias de ambas transgresiones son obvias, pero no está de más hacer énfasis en ellas: al amar a alguien que es finito y por naturaleza perecedero, se fundamenta la propia felicidad en la base más frágil e inestable que se pueda concebir, y con ello se desprecia totalmente a la única divinidad que dio vida a todo lo que existe. Por otro lado, al aislarse del resto de la humanidad, no se puede amar a todos como iguales, y no se les puede ayudar siempre que se tenga las posibilidades para ello, de manera que no solo se ve impedida la posibilidad de hacerles un bien, sino que incluso se les hace un mal por un egoísmo injustificable. Queda demostrado, entonces, que el pequeño Dios de la casualidad y el sinsentido que propone Kundera es una ofensa y una burla absurda, frente a la perfección y excelencia del verdadero Dios de la fatalidad y la necesidad. Perfiles | 25


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3. La telaraña de Dios

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olerus, biógrafo clásico de Spinoza, trae a colación una anécdota también relacionada con los arácnidos: “Cuando buscaba algún otro pasatiempo, se procuraba unas arañas y las hacía pelearse entre sí o buscaba algunas moscas, las echaba en la tela de una araña y contemplaba con tal placer esa batalla que hasta se echaba a reír” (Domínguez, 1995. p114). De este modo, queda todavía más patente el determinismo y la necesidad absoluta de la divinidad en su sistema de pensamiento. Todos los hombres y todas las mujeres no son más que moscas en la telaraña de Dios. Y tenemos, como bien describía Víctor Hugo (2008) en su novela (p389), la cabeza decapitada y las alas desgarradas de antemano -desde que nacemos-, porque no hay huida posible a la red de la causalidad, a la fatalidad inherente al destino humano: no hay libertad y tenemos que vivir con ello. Por eso es que Spinoza (1980) expone la potencia humana como “conciencia de la determinación”: es decir, saber que lo que llamamos “decisión” en el ámbito del pensamiento es una “determinación” en el ámbito de la extensión o de la realidad efectiva (p174). Esto se refiere a que no realizamos nuestras acciones porque lo queramos, sino que lo hacemos porque hay una serie, casi infinita, de causas exteriores que nos impelen a actuar y tener apetitos de una manera específica y no de otra. Las diferencias entre un individuo y cualquier otro están, entonces, en que cada quien permanece sujeto hasta su muerte a distintas causas o cadenas. O, siguiendo la metáfora literaria-filosófica, está en otra parte de la telaraña de Dios. Ese mismo sentido de Spinoza, aunque con mayor drama, se puede percibir en el fragmento ya citado de la novela de Víctor Hugo, donde incluso se afirma que cada hombre es la araña y la mosca, porque todos estamos sujetos a la fatalidad. Esto implica la confirmación de lo expuesto antes sobre el filósofo: que Dios tampoco es libre, y, por lo tanto, que es tan esclavo de su creación como nosotros, pequeños e ínfimos seres infinitamente imperfectos. Tanto la única divinidad que existe como la humanidad comparten, entonces, un mismo yugo que les oprime: la racionalidad del universo y sus leyes, las “verdades eternas” que dominan absolutamente toda la existencia. De modo que, para intentar establecer una diferencia, se puede decir que los hombres son miserable e infinitamente impotentes (en lo que a su libertad se refiere), y Dios es sublime e infinitamente impotente (por las mismas causas). Así, resulta que un filósofo regido por su “espíritu teórico”, y un novelista regido por su “espíritu de humor” (Kundera, 2009. p188), llegaron a la misma

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conclusión: que Dios, como nuestro Padre Universal, nos determina y nos necesita a partes iguales, a nosotros sus hijos, quienes a su vez lo definimos y lo anhelamos en todo momento. Si es verdad que la humanidad entera está vulnerable e impotente en la telaraña de Dios, también lo es que ni la divinidad misma puede escapar a sus hilos, a su red, a su fatalidad plena de necesidad absoluta. Por eso es razonable creer con firmeza aquello de que, tanto Dios como los hombres, necesitamos amor. El Padre Universal no sería nada sin sus hijos, pues solo representaría una abstracción sin contenido particular, una infinitud separada de la finitud, una perfección que no conoce ni busca curar a lo imperfecto. Pero, con más certeza aún, los hijos no serían nada sin su Padre; vagarían por el mundo creyendo en el caos, en el desorden, en la falta de sentido, y, sobre todo, en la terrible casualidad, que aborrece la necesidad. Peor todavía: los hijos sin su Padre creerían que la felicidad, el amor y la sabiduría son sueños imposibles, o que son fútiles y su búsqueda inútil. Ese es el mundo en que Kundera ha decidido vivir, o, al menos, aquel que retrata en La inmortalidad: un mundo olvidado de (y por) la única deidad. Pero, qué ironía, hasta él está consciente de que todos, Dios y los hombres, estamos enredados en los mismos hilos invisibles: “Preferirían la vida antes que el amor y volverían a caer voluntariamente en la telaraña del Creador” (Kundera, 2010. p306).

Referencias:

-Domínguez, A. (1995). Biografías de Spinoza. Madrid, España: Alianza Editorial. -Hugo, V. (2008). Nuestra Señora de París. Madrid, España: Alianza Editorial. -Kundera, M. (2009). El arte de la novela. México D.F.: Tusquets Editores. -Kundera, M. (2010). La inmortalidad. Barcelona, España: Tusquets Editores. -Platón. (2007). La República o el Estado. Madrid, España: Editorial Espasa Calpe. -Spinoza, B. (2008). Tratado teológico-político. Madrid, España: Alianza Editorial. -Spinoza, B. (1980). Ética demostrada según el orden geométrico. Madrid, España: Ediciones Orbis.

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Historia

Sobre la existencia del pasado Fabio Cardoso - Décimo semestre

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¿Existe el pasado?

sa la interrogante que sirvió como evaluación durante un semestre para la catedra de Teoría y Método de la Historia. Para responder tal pregunta, primero se debe definir conceptualmente qué es el pasado a los ojos de la historiografía, y para ello se recurre al afamado historiador francés y fundador de la Escuela de los Annales, Marc Bloch. “El pasado es por definición algo dado que ya no será modificado por nada. Pero el conocimiento del pasado es una cosa en progreso que no deja de transformarse y perfeccionarse”1 (Bloch, M. 1996. p167). Otra concepción que se trae a colación es la ofrecida por otro historiador francés, Jacques Le Goff (1991), quien entiende al pasado como “una construcción y reinterpretación constante”2 (p28). Aquí se pueden observar, entonces, dos percepciones que tienen una diferencia marcada: para Bloch el pasado no puede ser modificado por nada, mientras que para Le Goff el pasado es una reinterpretación constante. Partiendo de estas visiones, es posible ver al pasado como uno de los objetos de estudio de la historia -sea que se vea a ésta como una ciencia o como una disciplina-. El historiador busca comprender al hombre en el tiempo, el hombre entendido como individuo o como colectivo. A esta idea, Le Goff (1991) aportaría lo siguiente: Creo en definitiva que la historia es la ciencia del pasado, con la condición de saber que éste se convierte en ob-

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jeto de la historia a través de una reconstrucción que se pone en cuestión continuamente. (…) Esta interpretación entre pasado y presente es lo que se ha llamado la función social del pasado o de la historia3 (p29).

El historiador es, entonces, quien recurre al pasado -desde su propio tiempo- para reconfigurarlo. Sobre esto, ilustra mucho la máxima que dejó el historiador Edward Carr (1967) con respecto al entendimiento de la historia: La historia, en sus dos sentidos –la investigación llevada a cabo por el historiador y los hechos del pasado que él estudia-, es un proceso social en el que participan los individuos en calidad de seres sociales. (…) El proceso recíproco de interacción entre el historiador y sus hechos, lo que he llamado el dialogo entre el pasado y el presente, no es dialogo entre individuos abstractos y aislados, sino entre la sociedad de hoy y la sociedad de ayer. (…) El pasado nos resulta inteligible a la luz del presente y solo podemos comprender plenamente el presente a la luz del pasado. Hacer que el hombre pueda comprender la sociedad del pasado, e incrementar su dominio de la sociedad del presente, tal es la doble función de la historia4 (p78).

Ahora bien, en cuanto a la interrogante inicial, se debe aclarar que la respuesta debe estar enfocada desde una visión netamente historiográfica, y aún más su explicación. Sin el pasado no existi-


Partenón de Atenas, ícono de la civilización griega. Fuente: National Geographic.

ría la historia, y sin historia -entendida como una disciplina, siguiendo métodos y teorías- no existiera el pasado, ¿Qué quiere decir esto? Pues que el pasado existe, pero no como algo tangible a lo que cualquier persona pueda acceder libremente para vivirlo. Es decir, existe siempre y cuando el historiador construya representaciones de hechos históricos pertenecientes al mismo. Por medio del oficio del historiador es que se pueden reconstruir estas representaciones, utilizándose los mismos residuos que brinda el propio pasado –también conocidos como huellas históricas-. Es a través de estos restos que se puede lograr un acercamiento a los hechos, los cuales a su vez permiten la reconstrucción de los procesos históricos y su comprensión. El siguiente ejemplo puede explicar en mejor forma lo expuesto anteriormente: está más que claro que las personas no pueden acceder a un DeLorean -tal como hicieron los protagonistas de la saga cinematográfica Volver al Futuro-, y regresar al pasado con tal máquina del tiempo para vivir materialmente los sucesos acontecidos en la Plaza Mayor de Caracas, el 19 de abril de 1810. Aun

así, el historiador puede reconstruir tales hechos y traerlos a la contemporaneidad gracias a testimonios de personas que sí los presenciaron en lugar y momento. Es así que el venezolano no podrá conocer más sobre el 19 de abril de 1810 que lo que ya ha reconstruido el historiador sobre este suceso. Aun con lo señalado en el párrafo anterior, se debe acotar que, aunque el historiador pueda reconstruir los hechos del pasado mediante representaciones del mismo, la existencia del pasado per se no va más allá del proceso recién descrito. Sin los vestigios del pasado que se preservaron a través del tiempo, no se puede recurrir a la reconstrucción del mismo. Por ejemplo, a la hora de elaborar una historia del Tahuantinsuyo, el historiador solo podrá acudir en parte a vestigios arqueológicos como ruinas y utensilios (quipus, etc.), ya que la sociedad incaica era ágrafa y por esto mismo no se podría acceder a fuentes escritas, al margen de las crónicas elaboradas luego de iniciado el dominio español en sus territorios. A pesar de ello, una forma medianamente cercana de acceder a fuentes originarias sería la oralidad, de manera que tendrían que consultarse las traPerfiles | 29


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diciones de la etnia Quero (Perú), al ser esta una comunidad quechua que sufrió en menor medida el proceso de colonización, y que por ende seguiría resguardando las tradiciones incaicas lo más fielmente posible a cómo eran en el siglo XVI.

Felipe Augusto, sobre el emperador Otton IV y sus aliados. Orquestada por los historiógrafos franceses y convertida en legendaria, después del siglo XIII la batalla cae en el olvido. Conoce después resurrecciones: en el siglo XVII porque se exaltan los recursos de la monarquía francesa; bajo la monarquía de Julio porque los historiadores liberales y burgueses (Guizot, Thierry) ven en ella la alianza benéfica entre la realeza y el pueblo; y entre 1871 y 1914 como ‘primera victoria de los franceses sobre los alemanes’. Después de 1945, Bouvines cae en el desprecio de la histoire-bataille6 (p29).

Lo señalado antes es resaltado por Marc Bloch (1996) de la siguiente forma: Los exploradores del pasado no son hombres del todo libres. El pasado es su tirano. No les permite conocer sino lo que él mismo les proporciona. Nunca podremos establecer una estadística de precios en la época merovingia, porque ningún documento registró estos precios en cantidad suficiente. Nunca podremos penetrar en la mentalidad de los hombres europeos del siglo XI, por ejemplo, como lo hacemos en la de los contemporáneos de Voltaire. De aquellos no tenemos cartas ni confesiones5 (pp. 167-168).

Jacques Le Goff (1991) también ofrece un ejemplo sobre cómo el historiador reconstruye una representación del pasado, relacionada con las necesidades del mismo en el presente: Georges Duby resucita y recrea la batalla de Bouvines (27 de julio de 1214), victoria decisiva del rey de Francia,

En definitiva, la incógnita con la cual inicia este ensayo queda resuelta: el pasado existe como algo inmaterial e intangible, pero solo en la medida en que el historiador elabore las representaciones de los sucesos históricos, utilizando para ello los mismos residuos que otorga el pasado, y trabajándolos con las herramientas y métodos pertinentes. Una persona ajena al oficio de historiar no podrá acceder al pasado sin que un historiador sea quien lo reconfigure para ella, siendo esto lo más cercano a representar los sucesos del pasado en el presente. No obstante, quedan abiertas las puertas para el debate sobre la existencia del pasado y su estudio.

Referencias:

Marc Bloch, Apología para la historia o el oficio del historiador. p167. 2 Jacques Le Goff, Pensar la historia. p28. 3 Jacques Le Goff, Op cit. p29. 4 Edward H. Carr, ¿Qué es la historia? p. 78. 5 Marc Bloch, Op cit. p. 167-168. 6 Jacques Le Goff, Op Cit. p. 29. 1

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Poblado incaico de Machu Picchu, PerĂş. Fuente: Wikipedia.


Pirรกmides de Egipto, vestitigios de la Aniguedad. Foto: National Geographic.



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Psicología

La concepción de lo real ?

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Cuál es la realidad que nos interesa como psicólogos? David García - Sexto Semestre

l cuestionamiento de lo real (o lo percibido como tal) es un tema recurrente en la filosofía, pero no sólo se limita a ser trabajado ahí, sino también en la psicología. Claramente, ambas ramas de la ciencia lo abordan de forma distinta: mientras la filosofía lo trabaja por medio del razonamiento y la holística, por el lado de la psicología se le brinda una importancia práctica, en el sentido de con qué realidad ha de trabajar el psicólogo, sea cual sea su rama de especialización. Para dar respuesta a esto último, partiremos en el presente trabajo de una revisión de material bibliográfico que, a nuestro juicio, ayudará a comprender cuestiones fundamentales de este tema. Primero que nada, debemos establecer quién dictamina, percibe, establece o siente esta realidad, y de qué manera. Sobre ello, en su segunda meditación, titulada De la naturaleza de la mente humana: que es más fácil de conocer que el cuerpo, René Descartes da un abordaje al respecto a través de sus propios cuestionamientos. Partiendo de que nada es cierto, salvo la simple proposición “yo soy, yo existo”, Descartes busca caracterizar y establecer quién es ese “yo” que existe, y tras exponer que los sentidos son engañosos y por ende no validan la existencia propia, establece el pensamiento -aquella cualidad que no puede ser separada en ningún momento de nosotroscomo la verdadera explicación de por qué somos y por qué existimos. Entonces, aquel “yo” es una

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cosa pensante, establece Descartes; una cosa que duda, entiende, afirma, niega, quiere, imagina, siente y, gracias a esto, que existe. Estos dos últimos puntos son enfatizados por Descartes, ya que ambos tienen componentes falsos, pero lo importante es que permiten existir. Todo lo que imaginamos no existe verdaderamente, pero la capacidad de imaginar sí, y aunque el sentir está ligado con los engañosos sentidos, es innegable que podemos sentir (nos parece sentir calor, ejemplifica el francés). Esto es gracias a que todo objeto que percibimos no es propiamente percibido por los sentidos o la capacidad de imaginar, sino más bien por el entendimiento, porque más allá de tocarlos o verlos, los entendemos. Descartes establece así un punto de relevancia: la importancia del yo -existente y pensante-, el sujeto que percibe la realidad por medio de sus sentidos -engañosos-, por lo cual todo lo que percibe pasa por un filtro: su pensamiento. Podríamos entonces decir que el sujeto que capta la realidad es aquel que por medio de su pensamiento interpreta la información que los sentidos reciben. Definido entonces quién dictamina, percibe o siente la realidad, es indicado preguntarnos: ¿qué es lo real? Para ello, revisamos la lectura El caso de los cerebros en una cubeta de Hilary Putnam. En esta se habla, en primera instancia, del hipotético caso de que el cerebro de una persona haya


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sido extraído de su cuerpo y colocado en una cubeta de nutrientes que lo mantienen vivo, mientras sus terminaciones nerviosas son conectadas a una computadora científica que provoca en esa persona la ilusión de que todo es perfectamente normal. En la ilusión parece haber otras personas, objetos, cielo, etc., pero en realidad todo lo que la persona experimenta es resultado de impulsos electrónicos que se desplazan desde la computadora hasta las terminaciones nerviosas. Ante este caso hipotético, Putnam se pregunta entonces cómo podría el lector saber que no se halla en esa situación, y para explicarlo, presenta un segundo caso hipotético en el que, ahora, todos los seres humanos tienen sus cerebros en una cubeta, y la maquinaria a la que están conectados se encarga de realizar una alucinación colectiva. De esa forma una persona (su cerebro) podría estar hablando con otra (otro cerebro), pero en realidad la computadora es la que se encarga de que, aunque las palabras de la primera persona no llegan a los oídos de la segunda, debido a la carencia de los órganos implicados, ambas partes tengan la ilusión de escucharse y sentir los órganos en esa interacción. De cierta forma, aunque se dé la carencia de los cuerpos reales, ambas personas se comunican y no dudan de la existencia de la otra parte. En el intento de responder el cómo saber si estamos en esta situación, el autor plantea una pregunta: de ser este escenario real, al estar todos los seres humanos inertes en una cubeta como cerebros y sus sistemas nerviosos conectados a una super computadora, ¿podríamos decir o pensar que lo somos? A lo que responde que no podríamos, ya que en el hipotético caso de que hubiera personas en ese estado, no podrían referirse a lo mismo a lo que Retrato de Descartes. Fuente: Wikipedia.

nosotros nos referimos. El texto de Putnam nos permite dar respuesta a la interrogante planteada antes: lo real es lo que es real para cada quién, según su percepción y entendimiento. Esta definición puede resultar un poco confusa, pero es importante recordar que, al hablar de lo real, o de la realidad de un individuo, no hacemos alusión a las verdades fácticas de las ciencias naturales como la física, la química o la biología, sino más bien a la subjetividad de la experiencia de ese individuo. Por ejemplo, la realidad de una persona con discapacidad visual no es la misma que la de una persona con una visión excelente, aunque compartan el mismo espacio, el mismo oficio y la misma vida. Esto es porque perciben la realidad de formas diferentes, de manera que los mismos eventos pueden ser experiencias contrarias


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para cada uno. Un caso, algo tonto pero ilustrativo de ello, podría ser si sentamos a ambos sujetos en una sala de cine para ver una película muda: mientras que la persona que goza de una buena visión podrá escuchar y ver lo que sucede en pantalla, la persona con discapacidad visual sólo podrá escuchar la música o los sonidos de la producción audiovisual. Por ello, aunque fácticamente la realidad es una (que se está proyectando una película muda en esa sala), ambos individuos perciben el suceso de formas distintas. Ya habiendo abordado los temas de quién (y cómo) percibe la realidad y de qué es aquello que es real, es hora de resolver la interrogante principal del presente ensayo: ¿cuál es la realidad que nos interesa cómo psicólogos? La respuesta es: ¡todas las realidades! Para profundizar esta res-

puesta, que a primeras es muy vaga, es necesario entrar al tercer material consultado: “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, de Oliver Sacks. La lectura habla del caso del “señor P”, un músico distinguido y profesor extraordinario de una escuela de música, con aparentes problemas en las zonas visuales del cerebro, sin ningún rastro de demencia y con una vista tan buena que podía distinguir un alfiler puesto en el suelo, aunque a veces no podía localizarlo si estaba a su izquierda. El doctor “P” podía ver formas abstractas sin problemas, y podía distinguir caras en una baraja de cartas y en caricaturas, más no en la realidad: no podía identificar rostros de sus familiares, colegas, alumnos, ni incluso a sí mismo, salvo por algunas personas que podía reconocer gracias a

La Persistencia de la Memoria (1931). Pintura de Salvador Dalí, exponente del Surrealismo pictórico. Fuente: Cultura Genial.

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rasgos muy característicos, como a Einstein por su bigote y a su hermano por su mandíbula cuadrada y sus dientes grandes. Abordaba las caras sin relacionarse de ninguna forma con ellas; no las contemplaba como personas sino más bien como objetos, como rompecabezas abstractos, y tenía también una clara indiferencia a las expresiones. En un momento de la lectura, Sacks narra cómo le da una rosa roja al señor “P” y este la describe a la perfección, según sus dimensiones y su simetría, pero no es hasta que la huele que la identifica como una rosa per se. Lo mismo pasó con un guante; el señor P hizo una descripción sin igual de la forma física del mismo, pero nunca identificó como tal que aquello que sostenía en sus manos era se trataba de un guante. En otra prueba, le pidió al señor “P” que se imaginase entrando a una plaza por el lado norte, que la cruzase y que dijese con cuáles edificios se toparía, enumerando así de forma correcta aquellos edificios que le quedaban a la derecha, y obviando todos los que le quedaban a la izquierda. Luego de pedirle que repitiese el proceso, pero imaginando que entraba por el lado sur, enumeró todos los edificios del lado derecho, aunque anteriormente los ignorase, y obvió los del lado izquierdo, aunque previamente los mencionase. Lo siguiente fue que le pidió hablar de una obra literaria, y recordaba perfectamente la trama o las líneas de los personajes, pero no sus caras; aunque podía citar descripciones visuales, estas no significaban nada para él. Sin embargo, tal cosa ocurría sólo con la visualización de caras y escenarios, y prueba de ello es que el señor “P” pudo mantener una partida de ajedrez sin problemas, con la vista puesta en el tablero y los movimientos. Sacks narra posteriormente la particularidad, confirmada por su esposa, con que el señor “P” se desenvolvía en ciertas actividades cotidianas,

como bañarse, vestirse y comer: debía cantar mientras las hacía. Si algún sonido interrumpía su canción, éste caía en un estado de desconcierto, perdía de vista la comida o dejaba de reconocer la ropa, hasta que otro estímulo, como el aroma del café, lo devolviese a sí y reiniciase su canturreo. El señor “P” era también un excelente pintor, y según narra Sacks, dejó plasmado en su arte el desarrollo de su patología, pasando del realismo a lo abstracto. Perdía la capacidad de representación, mientras ganaba capacidad para lo abstracto y adquiría una mayor sensibilidad hacia los elementos estructurales (líneas, límites, contornos). Sacks concluye que, a pesar de la facilidad del señor “P” para formular hipótesis cognitivas, no era capaz de hacer juicios cognitivos, ni de relacionar lo intuitivo, personal, global y concreto. El señor “P” no sólo podía carecer de información visual, o tener un proceso de información visual defectuoso, sino que además tenía una actitud abstracta que le impedía percibir identidades o detalles individuales, privándole del juicio y del pensamiento (la facultad que nos permite entender la realidad). ¿La realidad del señor “P” era la “realidad verdadera” descrita por Sacks? No, y aun así era la “realidad verdadera” para el señor “P”. En la misma lectura se establece que el señor “P” llega a consulta con Sacks no porque él dudase de su percepción de lo real, sino más bien por una recomendación de un oftalmólogo, al cual no acudió tampoco por pensar que podía tener algún problema en su vista por su patología, sino por una preocupación de que le diagnosticaron diabetes y él sabía que eso podía afectarle la visión. Para el señor “P” nunca hubo un problema en su percepción de la realidad, jamás se la planteó como equívoca; era tan real para él como es la realidad descrita por Sacks, como es la realidad del lector de este ensayo. Sin embargo, la realidad del señor “P” estaba en discordancia con la Perfiles | 37


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“realidad verdadera”, y ésta es la que permitió a Sacks llevar a cabo un diagnóstico de la presencia de una patología en el señor “P”. Entonces, ¿por qué decir que la realidad que le interesa al psicólogo son todas las realidades? Porque el psicólogo debe considerarlas todas durante su ejercicio, es decir, la del paciente, la de los individuos en el entorno del paciente, la “realidad verdadera”, e incluso, la de sí mismo. Sin embargo, establecer que debe tener interés en todas las realidades no excluye el hecho de que debe jerarquizarlas y darle mayor importancia a del paciente, porque dentro del qué hacer del psicólogo -sea en el área clínica, en la intervención de grupos de la psicología social, en el contexto educativo o en la acción organizacional- éste va a trabajar es con esa realidad, conjugándola y comparándola con las otras, viendo sus semejanzas y diferencias, así como sus relaciones y su coincidencia. En otras palabras, en el trabajo del psicólogo siempre va a existir un dinamismo relativo a la realidad, siendo la del paciente o individuo el único elemento constante. En casos de pacientes paranoides, cuyas realidades tienen altos contenidos de sensaciones de miedo y angustia por la creencia de que el entorno resulta amenazante, no se puede dejar de lado que quizás en su cotidianidad, en la “realidad verdadera”, estos miedos y angustias sean injustificados y no haya nada por lo que deban temer o preocuparse. Aun así, el foco debe mantenerse en estas sensaciones que experimenta el paciente, y para ello resulta útil conocer la realidad de su contexto.

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En la intervención de una comunidad que tenga, por ejemplo, índices elevados de violencia y delincuencia, no puede obviarse que estadísticamente haya más problemas en esa comunidad que en otras, pero debe primar el hecho de que los miembros de la misma cataloguen de “normalidad” la cantidad de delitos a la hora de la intervención, al punto de no problematizar este hecho y querer tratar problemas diferentes. En un ambiente educativo, un estudiante puede tener fallas de concentración y motivación en sus clases, y puede saberse que en su realidad familiar hay un déficit, ya sea de inestabilidad económica o por problemas en la relación entre algunos miembros, pero debe recordarse que, si bien esto puede ser un criterio para entender sus faltas, el mismo puede estar mal orientado si no se conoce lo que el joven piensa de sus estudios. La labor del psicólogo, por más variado que pueda resultar el ejercicio de su profesión, es siempre generar bienestar (una mejora) en la vida de individuos o grupos de personas, y esto es imposible de lograr si no se conoce lo que esta persona percibe e interpreta de lo que sucede en su cotidianidad (y que debe entenderse como íntimo para él -lo real-). Toda persona, toda mente y toda realidad es en sí misma sui generis y debe de tratarse como tal. Saber cómo y cuándo hacer que una realidad interactúe con otra con la que haya una discordancia, un conflicto o incluso una afinidad, es una capacidad que tenemos el placer de conocer quienes nos aventuramos a estudiar lo simple y lo complejo de la mente, no sin ir de la mano con la enorme responsabilidad que esto conlleva.


Portada del libro “El Hombre que confundió a su mujer con un sombrero”. Fuente: Pinterest


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Proyectos estudiantiles

ExpoCrearte- Artes

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Eguzki Bastardo - Sexto semestre

a ExpoCrearte surge con la intención de enseñar el talento de los estudiantes de nuestra escuela de Artes, diferentes al resto de la universidad. Buscamos ampliar el concepto netamente teórico que tiene la escuela, y así dar vitrina a todos aquellos ucevistas que quieran exponer sus obras. Desde pinturas y dibujos, pasando por música y baile, hasta teatro y cortometrajes, sin dejar por fuera la fotografía y los escritos.

confinamiento, le permita participar a todos los artistas que deseen compartir su talento a través de nuestras redes sociales (@creaucv).

Debido a la situación que atraviesa la humanidad, con nuestra cotidianidad interrumpida de forma abrupta y las rutinas cambiadas sin aviso, la ExpoCrearte expandió sus fronteras más allá de la Escuela de Artes de la UCV, para convertirse en un espacio que, en medio del

-Angely Azocar, “Serás feliz”, 2019. -Estefanía Prada, “Viaje visual”, 2020. -María Jiménez, “Balance”, 2020. -Diana Carrillo, “Alicia en el país de las maravillas”, 2017. -Mariana Colmenares, “Confinamiento”, 2020.

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Crea UCV busca incentivar el Arte en tiempos de Covid-19, e invita a promover el talento, a imaginar y a no dejar de crear. Muestra de cinco artistas que fueron publicadas en la ExpoCrearte.


Balance. María Jiménez (2020). Escultura.


Alicia en el paĂ­s de las maravillas. Diana Carrillo (2017). Dibujo.


Edición #2

Viaje Visual. Estefanía Prada (2020). Pintura.

Serás feliz. Angely Azócar (2019). Dibujo.

Perfiles | 43


Confinamiento. Mariana Colmenares (2020). Ilustraciรณn.



Auditorio de la Facultad de Humanidades y Educación durante la inauguración de las últimas Jornadas de Investigación y Extensión (2019). Foto: Anderson Ayala.



Número dedicado a los más de dos meses de confinamiento forzoso. Edición #2 | Enero - Junio 2020 Pueden participar los estudiantes de las 10 Escuelas de la FHyE. Si quieres unirte, escoge algún texto que hayas hecho en el período académico en curso y envíalo cuando quieras al correo revistaperfilesfhye@gmail.com. No hay límite por participante. Los mejores textos serán seleccionados y subidos al número semestral. ¡Corre la voz!

Volveremos...

Estudiantes de la Escuela de Psicología, pasillo de la FHyE. Foto: Anderson Ayala.


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