3 minute read

Contra la trombosis, ponete en movimiento

Next Article
Serie S

Serie S

Con la pandemia de Covid, el mundo se vio obligado a tomar medidas arcaicas, como la cuarentena y el distanciamiento social, que funcionaron cuando aún no teníamos disponibles las vacunas.

Durante ese tiempo de confinamiento y cuidados más estrictos que se extendió por casi dos años, en guardias y consultorios comenzó a registrarse un aumento de las trombosis venosas superficiales y profundas de los miembros inferiores, precisamente en pacientes no contagiados, aquellos que más habían permanecido en sus casas.

Advertisement

Y a la falta de movimiento que indujo el encierro se le sumaron las sedentarias actividades de ocio de la pandemia: mirar series, leer en la cama, pasar largos períodos frente a la computadora.

Pero ¿qué es la trombosis? ¿Por qué aumenta su incidencia con la inmovili- dad? La sangre es un tejido líquido muy espeso, ya que casi el 50% de sus componentes son sólidos (glóbulos rojos, blancos y plaquetas) y se encuentran dispersos en la fase líquida (plasma).

La sangre necesita estar en movimiento para poder fluir por las arterias como un líquido, oxigenar los tejidos con el oxígeno que transporta la hemoglobina y llevarse los desechos celulares a través de las venas. Que la circulación de la sangre se vuelva más lenta puede provocar trombosis.

En dinámica de fluidos, la sangre se comporta como un líquido no newtoniano, es decir, su viscosidad depende de la velocidad. Si la velocidad disminuye mucho, se puede formar un “coágulo interno” o trombo.

La sangre se pone en movimiento en el sistema circulatorio por la energía mecánica del corazón, que la impulsa les del S.XVI, se consideraban animales de mucha fortaleza: las legiones romanas habían usado los “tordillos negros” -que corresponden a nuestro moro- para conquistar un imperio. color era apreciado por las damas: Solanet dice que Manuelita Rosas tenía uno, su preferido para pasear por Palermo.

El más famoso moro argentino fue el de Facundo Quiroga, aquel caballo que predecía la suerte en la pelea. Según la tradición, el Moro no se dejó montar por su dueño antes de la batalla de La Tablada, advirtiéndole así que no debía pelear aquel día.

En Córdoba se decía que el país no tendría Constitución hasta que don Estanislao López (gobernador de Santa Fe enemistado con el riojano), le devolviera sus caballos, entre ellos, el famoso Moro: luego de la derrota de Quiroga en Oncativo, había ido a parar a sus corrales y jamás se lo devolvió, lo cual los enemistó de por vida.

Doradillo también era el de una heroína de la que, en las provincias, poco sabemos: doña Carmen Machado de Deheza, que se unió a la revolución de 1839 contra don Juan Manuel. Esta dama, provocativa, se presentó en el campo de batalla luciendo un traje celeste y montando un overo al que le había trenzado la crin con cintas de aquel color.

“En Córdoba se decía que el país no tendría Constitución hasta que Estanislao López le devolviera a Facundo Quiroga su famoso caballo Moro.”

En general, cada estanciero tenía tropilla de un solo pelo, privilegiando los de tonos oscuros o muy claros: zainos, moros, negros, colorados y los muy codiciados gateados, y bayos, a los que se distinguía en sus muchos matices: blanco, huevo de pato, encerado -los más codiciados- y dorados.

Imagino yo que Eduardo Farrell regala a Ignacia una yegua doradilla, porque ese con cada latido dentro del sistema cerrado de cañerías que conforman las arterias, las venas y los capilares.

Durante la época de Rosas, el pelaje que predominaba en Buenos Aires fue el colorado, pues por proclama se instruía al paisano que acudiese a los actos del Restaurador montados en caballos de ese tono, con las testeras punzó.

En Córdoba, la guardia del gobernador López Quebracho montaba caballos blancos, que contrastaban con los pantalones punzó de sus jinetes. Sabemos, por cartas a su hijo Victorio, que solía salir de la ciudad por las tardes “para despejarse” sobre soberbio tordillo.

Si se toma una foto del sistema circulatorio en cualquier momento dado, se va a encontrar el 13% de la sangre en las arterias, el 64% en las venas, el 7% en los capilares, 7% en el corazón y 9% en los vasos pulmonares.

Es decir, casi el 70% de la volemia (cantidad total de sangre de un individuo) está siempre en las venas. Las venas llevan sangre carboxigenada (“sucia”) al corazón para que este la envíe al pulmón a renovarse con el aire respirado.

Va de anécdota:

1) Los términos atribuidos a los pelajes se empleaban de varias formas: “pangariar” (de pangaré, descolorido en la panza y bajo el hocico), significaba clarear, amanecer; 2) “Zaino”: falso, artero, poco confiable.

La sangre venosa de los miembros inferiores es la que mayor dificultad tiene para llegar al corazón porque debe vencer la ley de la gravedad: si se permanece sentado durante mucho tiempo o tirado en un sillón, se dificulta aún más ese retorno venoso.

En cambio, la actividad de caminar produce la contracción de los músculos gemelos (pantorrillas), que impulsa la sangre venosa hacia arriba facilitando el retorno venoso.

*Jefe del Servicio de Cirugía Cardiovascular en el Hospital El Cruce

This article is from: