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¿No hace mal aguantarnos las ganas de hacer pis?

Por Dr A MA r ÍA b E lén MA z A *

Es importante conocer cómo funciona el sistema urinario. Los riñones empiezan a producir orina, que desciende por los uréteres hasta llegar a la vejiga. Este órgano comienza lentamente a llenarse sin cambiar demasiado la presión en su interior. Cuando el volumen almacenado va en aumento, los receptores de sensibilidad que se encuentran allí avisan que se está completando la capacidad y, finalmente, que está llena y hay que orinar.

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Toda esta fase inicial es la de “almacenamiento”. Luego viene la “fase miccional”, el vaciado, en donde los músculos del suelo pélvico y la uretra se relajan, la vejiga se contrae y expulsa la orina. Y, así, el ciclo vuelve a comenzar.

En todo este proceso perfectamente coordinado, intervienen órganos, músculos, el sistema nervioso, nuestros sentidos y hábitos aprendidos.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando la vejiga nos avisa que está llena, pero posponemos el acto de orinar? Si solo ocurre alguna vez porque estamos lejos de un baño, no hay problema; pero si sucede con frecuencia, se genera un “hábito miccional retentivo”, una pésima costumbre que suele comenzar a edades tempranas y puede traer complicaciones a corto y largo plazo, por ejemplo:

*Al retener la orina durante períodos prolongados, puede contraerse excesivamente el suelo pélvico, promoviendo dificultades para iniciar la micción.

*Si no se evacúa la vejiga, los receptores de sensibilidad se van acostumbrando a altos volúmenes y, de a poco, irán avisando con menor frecuencia que hay que orinar. Se creará una vejiga alterada, de alta capacidad, que deja de llenarse y de vaciarse adecuadamente.

También puede producirse una mic - espacio o anaqueles. Y si con lo leído no hubiese quedado suficientemente seducida, me terminó de convencer esta frase: “Manguel habla de bibliotecas públicas y privadas, libros imaginarios y apócrifos, y hasta de bibliotecas que nunca existieron, o que nunca sabremos si llegaron a existir.” plirá los 101 años de fundada, todavía sobrevive, fue una especie de regalo del cielo. Esta obra no es novela, sino una especie de “paseo a través de religiones, mitologías e historias sobre el origen del Universo y el Génesis”. Tapa y edición, muy atractivas. Otro libro, y de los que me gustan, es de recetas familiares: Enharinadas . Las autoras son dos hermanas encantadoras de apellido Marbian -María Rocío y María Carolina- y parece estar editado, corregido e ilustrado por un grupo de mujeres de buenas ideas.

En mi caso, tuve la suerte de poder comprar las bibliotecas -me refiero al mueble-, algunas de hasta 5 m de alto, de una librería que cerraba, y ver por fin mis amados libros bien instalados, sin tener que preocuparme por los que ocupaban los estantes más altos: allí fueron a dar muchos que me donaban, sin que me atrajera tema ni autor, pero de buenas encuadernaciones, o escritos en alemán o francés, pero que me alegran la vista al entrar al living-comedor.

“No concibo irnos al mar, a las sierras o a los confines nevados del mundo sin unas cuantas buenas lecturas. Aquí van algunas ideas”.

Aclaro que mi padre lo hizo de techos muy altos, con la idea de armar un entrepiso que fuera sala de lectura. No pude hacerlo entonces, y hoy me he acostumbrado tanto a aquel espacio, que no pienso retomar la idea.

Otro libro que me atrajo es Supersticiones, miedo y soledad, de Luis Melnik, de la antigua Editorial Claridad, una de las preferidas de mis padres cuando yo era chica. Ver que esta editorial, que en enero cum-

Se aclara bajo el título de tapa: “Recetas para leer, cuentos para cocinar”, y doy fe de que es una atractiva propuesta desde ambos puntos de vista, agregando que está muy bonitamente ilustrado.

Me encantó la contratapa: al lado de la foto de dos jóvenes mujeres, están escritas estas palabras, que solía ser el mantra de mi madre: “No hables con la boca llena, no digas malas palabras, con la comida no se juega” ción disfuncional: la descoordinación entre la contracción del músculo de la vejiga y la relajación del esfínter.

Sugerencias: 1) Para jóvenes: pueden armar una biblioteca con cajones de manzana, yo lo hice; 2) En el libro de Melnik, consultar el diccionario esotérico; 3) En las recetas de Enharinadas, me llamó la atención la mousse de palta y chocolate.

Por esto, se recomienda orinar entre seis y ocho veces al día (puede variar según lo que hayamos comido, cantidad de agua bebida, pero si no vaciamos la vejiga desde el despertar hasta pasado el mediodía, es una alerta).

En el caso de las mujeres, hay que orinar relajando los músculos, sentarse cómoda con las piernas a más de 90°.

En los hombres, en tanto, el ciclo miccional va cambiando durante la vida adulta debido a la presencia de la prósta- ta, que puede complicar la salida de orina y generar síntomas de tipo obstructivos o de urgencia. Es por eso que requieren controles preventivos desde que estos aparecen o desde los 50 años.

En todos los casos, se recomienda evitar hacer fuerza con la panza, no apurar el vaciado y, al empezar, no cortar el chorro, más allá de aquella vieja creencia que asegura que así se fortalecen los músculos. Y ante cualquier duda, consultar siempre con un profesional especialista en el tema.

* Médica uróloga del Centro Argentino de Urología.

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