7 minute read

Centro Amaranta: Procesos, transiciones y cambios

Procesos, transiciones y cambios

Advertisement

Muchas veces escuchamos en nuestras iglesias palabras como “estoy en un proceso”, o bien, “¿qué nombre le pondrías al proceso que Dios te está llevando a vivir?”. Hoy me gustaría que conversemos de “la transición”, esos procesos en donde salimos de un lugar para entrar a otro nuevo. Si hoy estás pasando por esto, ya sea por una decisión que acabas de tomar, por un proyecto en el que decidiste involucrarte o porque la vida te ha impuesto un nuevo desafío, es mi intención que este artículo pueda serte útil de alguna manera. Si esta es tu situación, entonces ¡acompáñame en esta reflexión!

L o s t i e m p o s d e t r a n s i c i ó n normalmente se gestan en el cambio, en esos momentos en que somos llevados de un estado a otro, ya sea por un proceso personal en el que hemos decidido sumergirnos, o bien, por un proceso que la vida misma nos lleva a vivir, como podría ser: el paso del colegio a la universidad, de la universidad al mundo laboral, de la soltería al matrimonio, de la vida en pareja a la maternidad, de la maternidad al nido vacío, o incluso podría ser una de transición dolorosa como una separación. Si nos ponemos a pensar, rápidamente llegaremos a la conclusión de que el cambio no es

Paloma Gajardo, Psicóloga

sólo algo que ocurre en la vida, sino algo que está constantemente ocurriendo. La transición es entonces “el proceso de cambio”.

Personalmente me gusta ver la vida, como un constante paseo, donde avanzamos, retrocedemos, paramos, n o s p e r d e m o s , d a m o s r o d e o s , regresamos, encontramos de nuevo el camino y a veces descansamos; un paseo donde hay tiempo para todo esto y donde es inevitable ver que “el cambio está constantemente ocurriendo”. También será importante recordar que Jesús es el camino siempre nuevo y siempre bueno por donde decidimos aventuramos ir, atravesando ríos, subiendo y bajando cerros, o bien navegando mares profundos, con la certeza de que lo mejor está aún por venir.

Sabemos que muchas veces el cambio nos asusta, porque por esencia está cargado de incertidumbre, -¿vamos a lograrlo? ¿qué pasa si no resulta? ¿y si pierdo algo importante? ¿y si nunca más vuelvo a sentirme tan bien como me sentía? ¿y si retrocedo?- , y que la transición muchas veces nos resulta incómoda por remover nuestra estabilidad, pero sabemos también que ésta es un paseo donde Jesús puede ser la luz que nos acompaña al caminar; la “presencia constante”, esa que nos hace saber que no e s t a r e m o s n u n c a m á s s o l a s , independiente de los muchos retos que la vida nos demande enfrentar.

Muchas veces, al experimentar cambios fuertes en nuestras vidas, se nos hace difícil afrontar los nuevos desafíos que estos implican; parte de nosotras se aferra a la seguridad que teníamos en el escenario anterior y otra parte anhela avanzar hacia “lo nuevo” y poder entonces mirar hacia atrás sabiendo que logramos “cruzar el río” sin mayores problemas. Esta contradicción que sentimos, donde una parte de nosotras pareciera querer “avanzar” y otra quisiera quedarse donde ha estado hasta ahora, es propia del cambio, y es necesaria para que logremos adaptarnos y acceder a las nuevas oportunidades que nos esperan

“después del río”. Es importante aceptarla y darle micrófono, para así escuchar los miedos que aparecen y lo bueno que podría ser nuestro escenario si lográsemos atravesar esta etapa de forma exitosa.

Me gustaría agregar aquí, que para que la transición nos lleve a un estado diferente, y así se produzca el cambio al que la vida, Dios, o nosotras mismas nos estamos desafiando, es necesario experimentar una transformación en nuestra forma de pensar, poder decir: “antes pensaba así lo que estoy viviendo, pero ahora ya no lo veo más así”, y como bien sabemos, el Espíritu Santo es quien, como un compañero fiel, moviliza esto en nosotros, iniciando, acompañando, guiando y celebrando nuestros procesos de cambio a través de los medios más creativos; pudiendo hacerlo al conversar con una amiga, en tus tiempos con Dios, en un momento de adoración, en una prédica, asistiendo una película o ¡incluso ahora al leer este artículo!

A continuación, me gustaría explicarte las distintas etapas del cambio (o del “proceso de transición”) por las que cada una de nosotras pasa, con el fin de que esta información pueda ayudarte a caminar el paseo al que estás siendo invitada, sin presionarte ni resistirte,

sino fluyendo en éste cual río en su cauce. Según Prochaska, el proceso de cambio consta de seis etapas bien d e fi n i d a s q u e e x p l i c a r é a continuación, pero antes voy a pedirte que pienses en la situación de “transición” que estás viviendo, para entonces identificar en qué etapa de cambio te encontrarías. ¿La tienes?, bueno entonces ¡aquí vamos!: 1. La pre-contemplación: “No logro ver la necesidad de cambio y me resisto a éste por no desearlo ni verlo como necesario”. Si te encuentras aquí, te invito a abrirte a la posibilidad de que el cambio al que estás siendo desafiada pueda ser un aporte para ti. Para esto, te sugiero responder estas dos preguntas: 1) Si tuvieses la absoluta certeza de que enfrentar esta situación de cambio fuese absolutamente bueno para ti y para los que te rodean, porqué lo sería?, 2) Si tuvieses la absoluta certeza de que no enfrentar esta situación de cambio y p e r m a n e c e r e s t á t i c a f u e s e absolutamente perjudicial para ti y para los que te rodean, porqué lo sería? 2. La contemplación: “Estoy analizando los costos y beneficios asociados a “lo nuevo”. Me encuentro en la contradicción de desear el cambio, y paralelamente desear mantenerme como estoy, y como he

estado hace algún tiempo”. Si te encuentras aquí te invito a aceptar la contradicción en la que te encuentras y expresar tus razones para cambiar y para no cambiar. Luego de enlistar dichas razones te sugiero realizar el siguiente ejercicio: Reflexiona ¿qué sería lo peor que pudiera pasar si decidiera no enfrentar el cambio que me interpela? ¿Cómo me afectaría esto a mi, y a los que me rodean si decidiera no enfrentar este desafío de cambio? Y por último: Si quisiera deliberadamente empeorar mi situación, ¿qué tendría que hacer para lograrlo?, ¿qué resultados obtendría? 3. La preparación: “Me he conectado emocionalmente con las desventajas de permanecer estática en el estado anterior y me ha generado rechazo y desagrado. Me he conectado también con las ventajas asociadas al nuevo e s c e n a r i o y m e h a g e n e r a d o expectativas y deseos de cambiar. Se produjo en mi una convicción personal que me está llevando al compromiso de caminar en dirección al cambio en r e l a c i ó n a l d e s a f í o q u e e s t o y enfrentando”. Si te encuentras en esta etapa, es importante que realices un c o m p r o m i s o p e r s o n a l y q u e l o exteriorices también contándoselo a otro para así fortalecerlo. Te invito a realizar el siguiente ejercicio: Desarrolla un plan de estrategias para caminar por esta

etapa de transición: ¿qué harás distinto?, si no lo logras, ¿qué otra cosa podrías hacer?, y si eso tampoco funciona, ¿qué harás para esta vez sí “cruzar tu río”? 4. La acción: “Estoy caminando en dirección al cambio, y estoy actuando diferente a como lo hubiese hecho anteriormente en la misma situación desafiante”. Si estás en esta etapa, será importante evaluar los cambios por los que has transitado, para así repetir aquellas conductas que te han servido y desechar aquellas que no. Reflexiona: ¿Qué cambios me han ayudado a avanzar en este tiempo de transición? ¿Qué actitudes, palabras o conductas no me han ayudado a avanzar? 5. La mantención: “Ya he producido cambios en mi actitud, conducta y forma de pensar en relación al desafío que estoy enfrentando. Estoy manteniendo lo que me ha servido para “cruzar mi río”, y estoy

evaluando nuevas alternativas de acción en caso de volver a tener pensamientos, actitudes o conductas anteriores”. Si te encuentras en esta etapa, reflexiona: ¿En qué ocasiones no he logrado avanzar hacia la meta que me propuse en la etapa de preparación?, ¿qué otra cosa podría h a c e r p a r a l o g r a r l o e n e s a s ocasiones? ¿Cómo puedo mantener m i s l o g r o s ? ¿ C ó m o p u e d o incrementar mis logros en relación a mi forma de pensar mi situación, y de actuar en mi situación? ¿Qué tendría que hacer para incrementar mis logros? 6. La finalización: “He asimilado totalmente una nueva forma de p e n s a r y d e a c t u a r, l a s h e transformado en hábitos y ya no necesito esforzarme para aplicarlas”. Si estás en esta etapa, puedes descansar y saborear el disfrute de haber llegado “al otro lado del río”, ahora yo te pregunto: ¿Cómo te vas a celebrar?

This article is from: