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¡Con razón!

Desde hace ya muchos años nos gusta el fútbol de afuera. Lo preferimos. Es una realidad.

Ese prólogo de la final de Millos Nacional me devolvió el fervor. Esa semana anterior a la final del Campín se dejó ver el calor de los hinchas. En las calles los carros con banderas pitando arrancaron el sonar del pito de mi carro. Hasta ganas de comprarme la camiseta azul me dió, si no fuera por esos letreros tan malucos que tienen.

la Champions, que las ligas de Italia, España y La Premier. Qué fútbol, qué estrategias, qué jugadores. Por ellos abandonamos el fervor por el campeonato colombiano hace ya por lo menos 20 años desde que “por arte de magia” los equipos nacionales fueron conformados por jugadores extranjeros espectaculares que elevaron su nivel de forma exponencial.

Nacional de Medellín, incluso, se dió el lujo de ganar la Libertadores de la época con un equipo de puros criollos. Con Higuita, Leonel y otros inolvidables nacionales.

Pero de resto. Que pena señores. Estamos en el 2023. Pleno siglo 21 y es lo que tenemos ahora.

QueY la tapa. Lo que nunca me imaginé que haría: Pagué por ver los dos partidos, el de Medellín y el de Bogotá por señal de tv cerrada (falta mucha información de los operadores para manejar bien la plataforma) y declaro públicamente que volví a caer en el ostracismo rampante.

La final, final, en el Campín, emoción aparte. Fué uno de los espectáculos técnicos más pobres que he presenciado en muchos años. De unos 100 pases que se hicieron los dos equipos para tratar de hilvanar algo, 85 fueron errados. Millonarios no se acercó al arco rival en el primer tiempo y Nacional claramente mostró su temor de abandonar con riesgo su área.

Era la final del campeonato y aun así fueron los 45 minutos más pobres técnicamente hablando que haya podido presenciar. Los paisas consiguieron su gol antes de finalizar el primer tiempo gracias a un muy buen ataque, el único, desde la franja izquierda que completó su centro delantero por encima del esfuerzo de la defensa azul. Si Millonarios no cambiaba de mentalidad se llevaban para Medallo la estrella y casi lo consiguen.

Solo un rebote afortunado que llegó a los pies de Llinás, permitieron que este, afanosamente, rematara a menos de 3 metros frente al arco empatando el partido.

Al sentirse de cara a los penaltis, los dos equipos apagaron sus motores. Dejaron transcurrir los minutos pensando en los tiros desde los 12 pasos.

Y ahí comenzó la fiesta de la mediocridad. El primero de Nacional por encima del travesaño, el primero de Millos igual, los porteros tapaban, los delanteros erraban. Uno de los mejores cobradores de penaltis del Nacional atacó el penúltimo tiro y lo hizo con tal displicencia, que la bola lenta, extremadamente lenta, llegara mansita a las manos del portero azul.

Campeón Millonarios. Orgullo mucho, admiración cero.

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