TURISMO Y PEREGRINACIONES EN PANAMÁ Preparado por : Lic. Daisy M. Ampudia F.
Dentro del marco del “Día Mundial del Turismo” estamos celebrando el I Congreso de Pastoral de Turismo en nuestro país y después de las ponencias que nos han precedido nos corresponde presentarles a ustedes el tema “Turismo y Peregrinaciones en Panamá”. Dado que ya se ha compartido sobre el término de “turismo” no nos vamos a detener en profundizar directamente en este concepto; pero si es viable, observar que al investigar en internet, sobre esta concepción y muy especialmente de “turismo religioso”, es sorprendente lo que suscita este concepto específico. Es decir, nos encontramos, ante una evidencia que tanto a nivel de los profesionales del turismo como a nivel eclesial nos interpela porque nos situamos ante una realidad compleja y ambigua.
Es así entonces, que procuraremos dejar en claro con cierto nivel de precisión las concepciones de Turismo y Peregrinaciones de modo que podamos ver su incidencia a nivel pastoral y eclesial, así como dentro de los términos de nuestra sociedad civil. Sin más preámbulos, analizaremos de inmediato estos dos conceptos que conllevan una experiencia religiosa que subyace en el ámbito de lo sagrado. Así entonces, esta reflexión es un primer paso, para ir ahondando en este tema que conlleva muchas incidencias.
1. Precisiones Conceptuales 1. 1. Concepto de Turismo Religioso Se entiende al turismo religioso “como el entrecruzamiento simultaneo de dos manifestaciones culturales: la religión y el turismo, dando lugar a una práctica social cuya principal característica es el desplazamiento colectivo de personas” (1) El Padre Josep-Enric Parellada,osb, Director del Departamento de Pastoral de Turismo, Santuarios y Peregrinaciones de la Conferencia Episcopal Española, después de muchos análisis ha llegado a la siguiente definición que nos ha parecido muy acertada: “Por turismo religioso se comprende aquel tipo de turismo que tiene como motivación la visita de lugares sagrados (santuarios, conventos, monasterios, iglesias, ermitas, catedrales,…) o participación en celebraciones religiosas (Semana Santa de Sevilla, por ejemplo…) para descubrir el “genius loci”, es decir, la esencia religiosa, el mensaje que transmiten, el valor histórico y la belleza artística. Esto no excluye, sino que comprende en muchas ocasiones la oración, la celebración de los sacramentos” (2)
Entonces, tenemos que dentro del Turismo en general, hay un turismo con especificaciones muy concretas en el que el sentido religioso permite que un conjunto de personas compartan la atracción y el interés que le asignan a esos “espacios convocantes” (basílicas, iglesias, catedrales, etc.). Entonces, la atracción del lugar junto a sus deseos y fervor componen la dinámica por la cual se concreta la apropiación, uso y consumo del espacio. El turismo religioso en muchos lugares del mundo (Italia, México, Medjugorie entre otros) se ha ido incrementando a través del tiempo. En nuestro país todavía estamos incipientes, pero parece también un fenómeno que comienza a tomar fuerza. En efecto, cada vez más son las personas que por promesas personales o agradecimientos se desplazan hacia lugares religiosos dentro y fuera del país.
El turismo religioso representa uno de los principales flujos de turistas a nivel mundial. Por ejemplo, la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en México, Distrito Federal, recibe millones y millones de turistas y peregrinos durante el año. Otro punto de referencia es Medjugorie al que diariamente llegan miles y miles de peregrinos a tener un encuentro con Dios y con la Virgen María.
En nuestro país, Panamá, como veremos más adelante, podemos referirnos a Alanje, Atalaya, Portobelo entre otros.
Quisiéramos destacar que el turismo sea cual fuere su especificación, como hecho social que es, genera una diversidad de impactos en las poblaciones receptoras de visitantes, pero en el caso del turismo religioso, muchas veces su desarrollo no implica una gran generación de beneficios materiales, como también, en muchos casos falta una acción pastoral que permita que el peregrino, el turista, no se quede en una religiosidad popular, sino que trascienda a una vivencia espiritual en crescendo.
En el turismo el sujeto principal es el turista, que el P. Parellada define como: “Los hombres y las mujeres de un tiempo concreto, que viven o malviven de las circunstancias económicas, sociales, políticas, culturales y religiosas de su medio, que de forma voluntaria y temporal, y por motivos de ocio, descanso, cultura, religión o salud, dejando su lugar de residencia habitual se desplazan hacia otros lugares los que se encuentran con unos espacios, un patrimonio y unos acontecimientos históricos pasados y presentes en el que viven o malviven otros hombres y mujeres” (3) Téngase en cuenta que el turista puede ser inclusive un niño, un adolescente, un anciano que se desplace a un determinado lugar fuera de su residencia habitual.
Tal como expresa el P. Parellada “El turismo es siempre posibilidad de encuentro entre personas, con la naturaleza, con los pueblos, con su historia, con su arte. Pero siempre encuentro, porque sus protagonistas son los seres humanos” (4) Y esa posibilidad de encuentro entre personas, también se da en el encuentro con Dios que tienen las personas que se desplazan a otros lugares para tener una experiencia religiosa e interior que les lleva a profundizar en lo divino y en la gracia que emana de nuestro Señor. Después de estas pinceladas sobre el concepto de Turismo muy específicamente religioso, dejamos aquí la reflexión de este apartado que nos sirve para tomar conciencia de la importancia de fortalecer la Pastoral de Turismo. Todo lo que veremos en adelante será acerca de las Peregrinaciones.
1. 2. PEREGRINACIONES
Vamos ahora adentrarnos en la conceptualización del término Peregrinación. “Etimológicamente es una palabra griega per-epi-demos ("extranjero", ó "no residente") definiendo al peregrino o al viajero eventual. En latín la palabra es peregrinus se refería a la persona que viajaba por países extranjeros o a aquélla que no tenía derecho de ciudadanía. Surgió como una composición de dos vocablos peragros que describía a la persona que camina (cruza) a través del campo, fuera del lugar de su residencia, lejos del lugar de origen (peregre -"en el extranjero", "no en casa"). El término peregrinatio significa una estancia fuera del país, una visita a los países extranjeros. En realidad fue tan sólo en el siglo XII cuando el vocablo peregrinatio empezó a designar ya unívocamente la práctica religiosa de visitar lugares sagrados (5)
La peregrinación se revela como un acto típicamente religioso, enraizado intrínsecamente en la dimensión del homo religiosus. Según los fenomenólogos de la religión “la peregrinación se define como un acto de sacralización” en el sentido que “en un universo cerrado” respecto al resto del mundo, se convierte en un todo: iniciando un movimiento espacial de por si sacralizante, que tiene como meta un lugar santo en el que es necesario estar presente en determinadas fechas, fijadas en un calendario sacro, observar un ritual perfectamente fijado, que consagra el nuevo estado sacralización de quien ha llegado a la prueba o al encuentro de lo sagrado” (6)
Entonces, estamos hablando de peregrino y del santuario cristiano que son el sujeto y objeto de la peregrinación. Todos somos peregrinos en este mundo y caminamos hacia la patria celestial, pero en el espacio y tiempo, muchas veces peregrinamos porque toda la vida nos habla de un constante caminar hasta llegar a un destino final. Nuestras vidas están marcadas por un constante peregrinar: al trabajo, a la escuela, al deporte, a paseo, a buscar lo que necesitamos. La vida de fe también es un constante caminar en el esfuerzo de parecernos cada día más a Jesucristo. La peregrinación es un desplazamiento grupal o comunitario a un templo o lugar significativo para la vida cristiana; más que un desplazamiento físico expresa ante todo nuestro caminar interior hacia Dios; los sacrificios que comporta desde la preparación, dejar tareas cotidianas, el esfuerzo, cansancio, gastos y caminar con otras personas son expresiones que estimulan nuestro caminar espiritual: del mal al bien, de la indiferencia a la participación activa, del desconocimiento a saber dar razón de nuestra fe, del individualismo a la vida fraterna, de la lejanía a la cercanía y adhesión a Dios.
En todas las épocas y culturas peregrinar ha sido una expresión profunda del ser humano; una manera sencilla rica en expresiones que manifiesta necesidades, súplicas, alegría, gratitud y anhelos de superación tanto en lo material como en lo espiritual; allí están los desfiles, calendas, caminatas festivas para compartir la alegría. Desde la fe, la peregrinación está cargada de valores, enseñanzas y actitudes básicas para toda persona que con sinceridad reflexiona y recoge lo que en ella acontece, más para quienes peregrinan días a pie. La peregrinación es una escuela de enseñanzas prácticas para la vida. Solo avanza y se supera el que hace de su vida una peregrinación; el que está dispuesto a esforzarse, a sudar con trabajo honesto, a revisarse para no estancarse ni desviarse.
Quien peregrina «ora» con los pies y experimenta con todos los sentidos que toda su vida es un único gran camino hacia Dios. [Cf. CIC 1674] Se nos dice que: “Ya en el antiguo Israel se peregrinaba al Templo de Jerusalén. Los cristianos retomaron esta costumbre. De este modo, especialmente en la Edad Media, surgió un verdadero movimiento de peregrinaciones a los lugares santos (especialmente a Jerusalén y a las tumbas de los apóstoles en Roma y Santiago de Compostela). Con frecuencia se peregrinaba para hacer penitencia, y a veces la peregrinación no estaba libre del falso pensamiento de que había que justificarse ante Dios mediante una acción autotorturadora. Hoy las peregrinaciones experimentan un renacimiento único. Los hombres buscan la paz y la fuerza que brotan de los lugares santos. Están cansados del individualismo, quieren salir de la rutina diaria, liberarse de lastres y ponerse en marcha hacia Dios”. (7) En un artículo de Marcelino González Tejedor sobre Las Peregrinaciones encontramos que: “Las Peregrinaciones iniciaron en la Iglesia antes de la paz otorgada por el emperador Constantino en el 313, aunque aumentaron considerablemente cuando la Iglesia gozó de paz y libertad en el Imperio Romano.
Las más antiguas tenían como destinos Roma, Tierra Santa y Santiago. ¿Qué significa para la Iglesia? El Concilio Vaticano II nos recuerda que el cristiano es ante todo un peregrino y que la Iglesia es un pueblo caminante. La Peregrinación nos ofrece la posibilidad de reencontramos con nosotros mismos. El cristiano no se suele ir solo, se une a otros. Pero, hay algo más. Una peregrinación no es sólo un viaje cultural. Es mucho más que una diversión, mucho más que una aventura. No sólo se ven monumentos admirables. Es mucho más que una contemplación. Se abren los sentidos. Tocar las piedras para sentir y palpar, como si hablaran, como si nos contaran los secretos, las emociones, las alegrías y los sufrimientos de las personas que han pasado por esas tierras. La peregrinación es un camino de oración, de encuentro, de vida. ¿Cuál es la espiritualidad? El peregrino deja la propia tierra para ir lejos. El peregrino camina más allá de lo inmediato. Deja atrás algo suyo. Deja atrás su familia y se abre a un mundo nuevo. Se abre a la trascendencia. Se adentra en un camino que tiene dos actitudes esenciales. La austeridad, comparte la experiencia de sentirse en camino a Dios y a los demás. La segunda, es la generosidad. Se olvida de sí mismo para escuchar a sus compañeros de viaje. Renuncia a sus comodidades por el bien común.
El sentido de la peregrinación para el cristiano lo resume la Palabra de Dios. La carta a los Hebreos dice: “Por la fe, Abraham, obedeció y salió para un lugar que había de recibir en herencia. Salió sin saber donde iba. Por la fe peregrinó por la Tierra Prometida como en tierra extraña, habitando en tienda. Esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” Por eso, peregrinar es mucho más que viajar, es ponerse en camino para ir al encuentro de Dios, junto con otros….” El peregrino cuando regresa ya no es el mismo. Algo ha cambiado en su vida. Ha aprendido a salir de sí mismo, ha visto nuevos lugares, otras culturas, otras maneras de vivir. Cuando regresa se da cuenta de que entonces comienza la auténtica peregrinación. Vivir cada día como un regalo de Dios para los demás” (8).
La Peregrinación nos ofrece la posibilidad de reencontramos con nuestra propia historia cristiana, nuestra realidad transitoria en este mundo. Pero la nota característica es la forma festiva y gozosa de estas peregrinaciones, que ha de recordarnos que nuestro peregrinar hacia Dios no debe, ni puede ser lastimoso ni triste. Así pues, las peregrinaciones favorecen la práctica de los valores cristianos, estimulan un culto integral a Dios (ver, oír, cantar, escuchar, tocar, convivir, etc.) Nos dispone a ser agradecidos y ante todo nos recuerda nuestra común subsistencia y la necesidad de una salvación comunitaria. Pero, la Iglesia no es la única que realiza peregrinaciones, esto también sucede entre los judíos, los musulmanes, los budistas, etc., y los valores constantes son: la purificación, la renovación y la iluminación. Para la Iglesia, además de esto, la peregrinación cumple con un sentido social: Manifestar públicamente la pertenencia a la Iglesia.
La Peregrinación, finalmente, no concluye al llegar al santuario o meta de la peregrinación y de participar en los actos de Litúrgicos o de devoción, o en firmar el libro de peregrinos, o de adquirir algunos recuerdos como estampitas, medallas, agua bendita, etc. Se trataba y debe tratarse todavía de " recargar las energías " de cobrar nuevo vigor e impulso para llevar y hacer presente la gracia de Dios al volver a casa. Entusiasmar y alegrar a los miembros de la familia, de la comunidad que no pudieron asistir. Se trata ante todo, de infamarnos en el propósito de extender el Reino de Dios, tal como lo manifestó el Papa San Juan Pablo II: Una nueva evangelización nueva en su impulso, nueva en sus métodos, nueva en su ardor.
1. 3. Peregrino Después de ahondar en el sentido de la Peregrinación-Peregrinaciones, nos permitimos presentar la definición de Peregrino. Entendiendo que Peregrino: “Es aquella persona que se traslada desde su lugar de origen hasta el lugar de su devoción y vuelve a su lugar de origen. Para nuestros propósitos definiremos al peregrino católico quien es el que realiza la peregrinación anteriormente descrita. Dentro de las cualidades de un peregrino se destaca que el acto de peregrinar puede ser su única forma de acercamiento formal a la Iglesia. Su peregrinación a veces la hace en compañía de su familia o amigos y algunas oportunidades esta peregrinación es una tradición pasada de generación en generación. El peregrino realiza un acto de sacrificio que se demuestra en el lugar de culto y/o durante el trayecto. El fin último que busca el peregrino es pagar una manda, lo que corresponde a una promesa realizada en el lugar de culto o a la advocación santa a quien pide favores personales principalmente de salud” (9).
2. Experiencia de Turismo y Peregrinaciones en Panamá 2.1. Generalidades Después de habernos detenido en la precisión conceptual de Turismo Religioso y Peregrinación, vamos a ahora a presentar la experiencia en nuestro entorno particular. Panamá, dentro del Continente americano, tiene características muy sui generis. Es un istmo (una porción de tierra rodeada por los Océanos Pacífico y Atlántico respectivamente) de 75,517km2 que une a Sudamérica con América Central, su territorio es montañoso y solamente es interrumpido por el Canal de Panamá. Su población es cerca de cuatro millones de personas y aun más si realmente se estuviera una estadística concreta de los extranjeros que habitan nuestras tierras.
Como la gran mayoría sabe desde que fuimos descubiertos en 1501 ha habido muchas circunstancias que han hecho del Istmo de Panamá un lugar de afluencia de personas de todo el mundo. Por otra parte, la Primera Diócesis en Tierra Firme de nuestro Continente Americano, se estableció aquí en 1513. De modo que contamos con una historia eclesial de más de quinientos años, que si bien es cierto es muy rica y ha dejado sus huellas a través de los siglos. Es desconocida para muchos. No nos vamos a detener en profundizar en estos aspectos y más bien queremos acercarnos a nuestra gran realidad actual con respecto al Turismo Religioso y Peregrinaciones.
2.2 Estructura de la Iglesia en Panamá La Iglesia en Panamá está conformada por: Arquidiócesis de Panamá (Panamá – san Carlos) Diócesis de Colón y Guna Yala (Colón-Guna Yala) Diócesis de Chitré (Herrera y Los Santos) Diócesis de David (Chiriquí) Diócesis de Penonomé (Coclé) Diócesis de Santiago (Veraguas) Prelatura (Bocas del Toro) Vicariato Apostólico (Darién)
En todo el territorio nacional existen iglesias y una cultura religiosa donde puede desarrollarse ampliamente el turismo religioso así como las peregrinaciones. Actualmente, en la Arquidiócesis hay 95 parroquias y una gran cantidad de capillas. Y destacamos las Iglesias del Casco Antiguo: La Catedral Metropolitana, La Merced, San José, San Francisco, San Felipe Neri, Santa Ana. También contamos con la Basílica Menor Don Bosco, San Mateo Apóstol, Iglesia del Carmen, Pasadena, Santuario Nacional, San Judas Tadeo en Campo Limberdt, que por sus características y punto de referencia espiritual, tienen una gran afluencia de personas.
DIÓCESIS DE COLÓN – GUNA YALA En la Diócesis de Colón, contamos con Portobelo por la devoción a nivel internacional del Cristo Negro y también es muy visitada la Catedral, la Parroquia de la Medalla Milagrosa y la de la Virgen del Carmen.
DIÓCESIS DE CHITRÉ En la Diócesis de Chitré que conforman las provincias de Herrera y Los Santos podemos destacar a la Parroquia Santa Librada en las Tablas, famosa por la devoción a esta Santa, la Catedral San Juan Bautista en Chitré, la Parroquia de San Atanasio en la Villa de los Santos entre otras.
DIÓCESIS DE DAVID En la Diócesis de David, integrada por la provincia de Chiriquí podemos mencionar la Parroquia de Santiago Apóstol, por la presencia del Cristo de Alanje el cual es muy visitado durante el año y muy especialmente en su festividad. Tenemos también la Catedral cuyo patrono es San José, la Parroquia de la Sagrada Familia, la del Sagrado Corazón de Jesús.
DIÓCESIS DE PENONOMÉ En la Diócesis de Penonomé que conforma la provincia de Coclé, es de singular mención la Iglesia San Juan Bautista en Antón por la especial devoción al Cristo de Esquípulas que se celebra el 15 de enero con la presencia de miles de devotos. También tenemos la Catedral ubicada en Penonomé, destacamos además la Iglesia de Natá de los Caballeros.
DIÓCESIS DE VERAGUAS En la Diócesis de Santiago, que corresponde a la provincia de Veraguas, tenemos la Parroquia de San Miguel Arcángel en La Atalaya en la que hay una devoción especialísima a Jesús de Nazareno de Atalaya, cuya festividad se celebra el I Domingo de Cuaresma atrayendo a miles y miles de fieles y peregrinos. También tenemos a la histórica iglesia de San Francisco de la Montaña, la Catedral Santiago Apóstol, la Parroquia San Marcelo en La Mesa.
PRELATURA DE BOCAS DEL TORO En la Prelatura de Bocas del Toro que corresponde a la provincia del mismo nombre, también se cuenta con algunas parroquias y centros de misión de interés cultural y religioso.
VICARIATO APOSTÓLICO Y finalmente, en la provincia del Darién, se cuenta con el Vicariato que también tienen parroquias y centros misioneros en los que se destaca la devoción a Santa María La Antigua, cuya fiesta celebran el 15 de agosto con gran devoción y esplendor.
Por otra parte, en nuestras investigaciones hemos encontrado un artículo de Raúl A. Bernal en el que destaca que Panamá no ha desarrollado el Turismo Religioso. También manifiesta que: “La República de Panamá posee, de hecho, un circuito especializado en materia religiosa: las provincias centrales (Herrera y Los Santos) y Veraguas, en donde existe una cultura rica en aspecto religioso. Estas tres áreas del país poseen un buen número de iglesias que datan de épocas coloniales y que constituyen un factor determinante para atraer a los amantes del pasado histórico”. (10) De tal modo, que hay una base cierta para desarrollar con mayor amplitud el turismo religioso e impulsar las peregrinaciones hacia esos lugares en donde el peregrino puede tener un encuentro con Dios.
Conclusiones Como podemos apreciar, Panamá cuenta con lugares de mucha importancia en la que se además de que los turistas o peregrinos puedan visitar, puedan por su importancia vivenciar más los aspectos sagrados, en donde la Liturgia, pueda ser puente de gracia, donde la Evangelización pueda llevar al destinatario a encontrarse con el Señor de la Vida y de la Historia. De ahí que es importante que este I Congreso de Pastoral de Turismo pueda dar como fruto un enlace entre Pastorales: Turismo, Catequesis, Evangelización, Liturgia y así lograremos que el Turismo Religioso y Peregrinaciones en Panamá puedan dimensionarse en estas vertientes:
Dimensión Cristiana Dimensión Psicológicaemocional Dimensión Bíblica Dimensión Teológica Dimensión Eclesial Dimensión Escatológica
Lo que llevaría al Peregrino a un: Camino de Evangelización Camino de Conversión Camino de Identificación Camino de Encuentro Camino de Compartir Camino Eclesial
Si realmente se realiza un turismo religioso en la que existan agentes de pastoral bien formados e informados, el turista que sólo va por interés cultural potencialmente, puede convertirse en un peregrino que no va a lugares sagrados para ver tal o cual reliquia, sino que va animado por la fuerza de Dios que lo ha hecho peregrinar esta tierra hasta tener el definitivo encuentro con Él.
GRACIAS!