Yubai No.16

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Año 4. núm. Ió, octubré-d¡ciembre, 1996

Bufadora

Baja California: Nuestra historia

(coedición SEP-UABC)

lnlorme sobre el Dishifo

Norte de Ia

Baja Californin

Modesto C. Rolland

Este informe es un análisis muy preciso de los problemas econórnicos y pofticos del distrito con propuestas prácticas para solucionarlos.

El olro México. Biogrffi de Baja Californin

Femando Jordán

Femando Jordan vino a esta tieffa y escribió este libro estremecedor con el cual redescubrió su existencia al resto de la nación.

l.t revoluciín del desierto.

Baja California, 1911

Lowell L. Blaisdell

El autor sigue paso a paso las acciones que dieron origen a la polémica sobre el fi libustuismo en Baja Califomia. ,

Baja Caffi rnia. .Com e ntario s políticos

Braulio Maldonadr Srández

Reúne las reflexiones de este hombre que es, hasta la fecha, un personaje alrededor del cual surgen las más acaloradas discusiones y controversias.

M¿moña administrativa ilel gobierno ilel Distrito Norte de la Baja Californin 1924-1927 Abelardo L. Rodríguez

La memoria administrativa es un documento interesante en la historia de Baj a Califomia. A la fecha es el único texto en la región que sintetiza la actuación y las perspectivas de un periodo de gobiemo.

PUBLICACIONES: De venta en übreías y recintos universitarios o on el Departamento de Editorial en avenida Álvaro Obregón y Julián Canillo s/n, edificio de Rectoría. Tels. 52-90-36 y 54-22-00, ext. 327 l.

brimos esta edición con la furia y la energía de La Bufadora. Pero no es la misma que, rodeada de asombrados turistas y lugareños, escupe agua con violencia. Es más bien un pretexto para hablar de los opuestos cornplementarios de la condición humana, del amor-odio, de la vida-muerte.F,s La Bufadora de Hugo Salcedo, quien es entrevistado por Sergio Rommel Alfonso. Además, notas y comentarios de Virginia Hemrández -quien este verano llevó a escena la obra completan este breve pero valioso espacio dedicado a ese proyecto teat ral.

En este mismo contexto de valores opuestos, M aricrtz Jiménez desarroila su ensayo "La fragmettación y la luz. Fotografia de Julio Hugo Figu eroa Zacatenco". donde convierte en palabras esas imágenes en plata y gelatina.

En la afluencia de letras, discure latinta de dos autores cuyo discurso literario, hasta cierto punto, es también opuesto.

Por un lado, la crudeza descriptiva de Rafael Arriaga nos hace navegar en lo alucinatorio y fantástico; por el otro, Javier González presenta una leve prosa de delicada sensualidad.

En el "Manantial de voces", aparecen presencias vitales con los textos de Alfredo Espinoza, Noé Carrillo, Femando Yizcarra, Angelina Tang y Maricruz liménez.

Un alegre juego es el cuento de Belén Adriana López, quien de nueva cuenta acude a las páginas en "Letras primas".

La separata de esta edición brinda estancia a la Academia de San Carlos, que ofrece -como es de esperarse- una valiosa propuesta plástica.

El cine, los libros, la experiencia creativa, el teatro, son reseñados y comentados como ejercicio para la crítica en "Cauces", quepropone ser, número tras número, un espectro de visiones sobre el arte y la cultura. Y

ri¡r*§¡;a-)

Lic. LUIB Javler Garavito E¡iaB Rector

M.C. Roberto de Jesús Ve.dugo Díaz

Secretario general

M.C. Juen José Sevilla carcía

Vicer¡ector zona costa

C.P. Victor Manuel Alcá¡tar Eariquez

DAecto¡ gene¡al de Extensión Unive¡sitaria

Revista Univenitana

COORDINACIÓN GENERAL

Luz Mer(edes López Bar¡ cra ASISTENTE DE COORDINACiON

Edna Cabrera

EDITOR LITERARIO

Tomás Di Bella

DISEÑO EDITORIAL

Benito Galtán Mo¡eno

CAPTURA Y FORMACIÓN

Paulina Wong He¡nández

Ifubai,*il

EDITORA RESPONSABLE

Rosa Ma-ria Espinoza

CONSEJO

EDITORIAL UABC

Horst Matthai, Escuela de Huma¡idades; Sergio Gómez Montero, lnstituto de Servicios Educativos y Pedágógicos (rsEp); Jorge Mafijnez Zepeda, Instituto de Investigaciones Históricas; Raúl Navejas, Iostituto de Investigaciones de Ceog¡alia e Hist oria.

COMITE EDITORIAL

Sergio Rommel Alfonso Guzmá¡, Aidé cdjalva, Gabriel T¡ujillo, Roberto Castillo Udiarte.

ASESORES DE ARTE

y&bai Año 4,número 16, octubre-diciembre de 1996. Reüstat¡imestral publicadapor 1a Universidad Autónoúa de BEa Califomia. Los articulos firmados son responsabilidad de su auto¡. Se autoriza 1a rep¡oducción tota-l o pa¡cial de 1os materiales publicados siemprey cuando se cite la fuente. Certiircado de ücitud de título número 7432. Ce¡tiiicado de licitud de contenido flúm. 5346. Reserva de título de Derecho de Autor núm- 2846-93. Ti¡aje I 50O ejemplares. Dist¡ibucióni Prbl¿a, Constitución 1 120-A zona cent¡o, Tüua¡a, tel. 88-36-04, en Túua¡a, Tecate y Rosarito; Distribuidord de Baja Califarnia,calle Segunda 342-A zol¡a centro Ensenada, tel. 8-11 90. e¡ Ensenada \, San Qulntin,8.C., y La Paz, B.C.S. ¡mpresión: lmparcolor. Mina ¡ he)ip" Salido núme.o 25, C.P. 83000, tel. (62) 17-10-4O, Fax {62) t7-4O-15, Hermosillo, SonoÍa. Co¡¡espondencia: Reuisfr¿ uniuersitaría Coordlnac¡ón general UABC Rectoña. Av. Oblpgon v Julra¡ Calrlilo s/n MexicaLi, B.C., 2110O, tels. (65) 52-90-36, y 5a-22 OO, exts. 3274 y 327 6.

4

La Bufadora:

U¡ta conuersación a dos tiempos

Sergio Rommel Alfonso Guzmán

Rubén García Benavides, Edgar Meraz, Héctor Alsávez y Carlos Coronado Ortega {Mexicalil; Ma¡1uel Bojórkez y Frarlcisco Chávez Corrugedo (Tiiua¡a); Álvaro Blancarte y Floridálma Alfonzo (Tecate); Alfonso Ca¡dona {Ensenada). Rumho q la Puesta.

en escena. de La Bufadora

Virginia Hernández

La

Hugo Salcedo o Espejo de agua

Javier Go¡rzález

Maricruz Jiménez Flores Ella es un aolcán

Obra o1ástica

Plá.sticas (Academla de SanCarlos) Afluencias

Rafael Arriaga

Manantial de voces

Alfredo Espinoza, Noé Carrillo I&f.artitez, Fernando Yizcarra, AngelinaTang, Maricruz Jiménez Flores

a 0 II l,etras primas

Belén Adriana [Ápez Y. Cauces

Notas, reseñas y comentarios

Fotógrafos: Enrique Botello, Julio Hugo Figueroa Zacatenco. Rocio Alejandra Villanueva y el Taller de Fotografi a Alternativa.

Portada: Taller de Documentación Visual, Escuela Nacional de Artes Plásticas.

LA BUFAD

UNA CON TIEMPOS E R5AC IÓN

Sergio Rommel Alfonso Guzmán*

RA.

ace poco más de cuatro años que Claudia y yo visitamos juntos -por púmera vez- La Rtfadora. Cargábamos entonces coI,I menos años, pero con más irreverencia. "Tomar cubas lo mismo que el amor y la fe en el fuíro" eran nuestros defectos de juventud (al decir de Bermúdez, el fascinante personaj e de La Suerra de Galio de Agullar Camín). Lo si¡¡uen siendo en buena parle) cor'r excepcion del brandy, pero...

Enlonces tomamos fotos con una pequeña Polaroid made in Taiwan, Comimos churros azucarados y compramos camisetas, las cu¿les resultaron después demasiado grandes. Recorrimos. con paciencia propia de cocodrilos, uno a uno los estanquillos repletos de baratijas. Vez lras vez suc umbimos a ld insislencia eficaz de comerciantes, que ofreciéndonos a precio de gan¡¡a su utilería, poco a poco se fueron quedando con mi prima vacacional de verano. A1 final, exhaustos y felices, nos abrazamos y besamos larSamente entre las rocas húmedas y frías. Un rostro de La Bufadora se nos había mo.strado.

Hoy, la visita es distinta. Caminamos absortos y callados, con las imágenes de la puesta en escena de La Bufadora (obra de Hugo Salcedo) rebotando dentro de nuestras cabezas.

Hoy entielldo, con el poeta JorSe Ruiz Duenas, por qué "sólo el mar consanguineo es descriptibie". Cierro

Fotografías de Enrique Botello los ojos y escucho el bufido vioiento del mar, que en forma de gotas diminutas se acomoda en mi cara. Huele a amor y mucrte entre cl musgo atrapado en las piedras. La Bufadora ya no es la misma. Nunca será la misma. Abro los ojos ¡' recuerdo la charla que Huto y yo sostuvimos el día de a)'er, unas horas antes del estreno de su obr'¿ de teatro, presentada por el Taller Llniversitario de Ensenada, que diri¡¡e Vic§ Hernández.

'Ccntrc dc Extcttsión Un¡rc$ila a, u$c-Tcczre-

-¿Hu8o pregurltc-, cómo surgió el texto Ia Bufadord?

"l)esde que me üne a vivir a Tijuana en 1986, he visitado Ensenada porque es el sitio de mayor atracción. De hecho,ln Brladora es para míun p$nlo de üsita obligado. Lo que hice fue empezar a ver el espacio y pensar que allí se podría llevar a cabo algun¿ historia dramática. Me quedé con esa idea y fue hasta en Barcelona (ofra vez el mar) que pense en continuar este eJercicio.

"Entonces me enco¡ltr€ en los diarios con una nota lrágica de algo sucedido en Asturi as (también mar\, donde una mujer arrojó a sus hijos al acantilado por cuestiones económicas. Parecía que era $n asunto arreglado entre el matrimonio, pero finalme nte condenaron ala.m,ajer y ahora. ella está en la cárcel.

"En este caso fue como mezclat varias cosas, varias experiencias que tenían que ver con el asunto marino. lÁ Bufadoru no es rtna obra realista y está plantead.a en Ltra especie de realismo mágico, es un ejercicio dentro de ese género que yo no habia trabajado del todo. Si bien es cierto que parte de un hecho real, verídico, hay un gran ingrediente de imaginación que lo desüncula y finaimente le da otro niyel."

Pocos autores han recibido elogios tan contundelltes del maestro Emilio Carballido como Hugo Salcedo, a quien describió como 'runo de los dramaturgos que cuenta de veras en el panorama nacional" Desde El viaje de los cantorcs donde Salcedo abordo el lema de la frontera a través de la recreacíón de un incidente por demás dramático y absurdo, pasando por Bárbara Gandiaga, Yerdadero poema tnigico de clasicismo intenso y desbordante y hasta La Bufadora, Hugo Salcedo se nos muestra como un autor incisivo y profundo, obsesionado por un solo tema: la imposibilidad del amor y lajusticia en la tierra.

"Yo trato de escribir de Ias cosas que me parecen cercanas. Intento

conocer más la realidad a trayés de los ejercicios de escritura".

Buena parte de esos "ejercicios de escritura" han sido puestos en escena por Fernando Rodríguez y VirSinia Hernández, Pregunto a Hugo sobre la relación con ellos.

"Encontrarme a Fernando y a Vicky más que nada ha sido un proceso de aprendizaje. Hemos tratado de encontuar un lenguaje en común. Sumados, son los directores que más monlajes han hecho de mi obra y los resultados han sido satisfactorios.

"Para La Bufadorame alejé en la parte final del proceso de trabajo porque las bases ya estaban muy bien contempladas. Desde que Virginia pensó en hacer el montaje

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ernpezamos a plalícar. Ella me contaba cómo pensaba resolver el asunto de los actores, la escenografía, etcéfeta.

"Tuümos reuniones para discutir alternativas. Ella me sugirió cambios en cuanto la resolución del espacio. Ya cuando [egamos a un punto en el que lodo estaba muy bien, le rminé mi participación para poder dar espa. io a la creativtdad,"

Si bien "en cualquier teatro viyo, lo más importante es el ser humano, su mundo interior, su dolor, su esperanza y sus inquietudes" (Yuri Mijailoüch) el espacio en el que dicho drama se desarrolla es irrnpoúanfe para contextualizar las pasiones en las que los personajes se ' hallan inmersos. Pero ¿qté hacer cuando la frama de la obra se ubica en un ambiente impresionante?

-Hrtgo, ¿qwé marco escenográfico pensaste para La Bafadora?

"Pensaba una resolución realista que fuera en La Bufadora misma. lncluso hubo ensayos allí, pero tuümos el problema de la acústica, Reproducir lrna ambientación tan formid¿ble en un escenario resulta casi imposible. frente a eso empezamos a dar vwelo ala

imaginación y pensar en otras propuestas, como hacet vna Btan pantalla nada más y hacer la proyección de una pe1ícula.

Finalmente ino sé 1o que va a ocurrirl Hc visto diseños de la escenografía, está hecha a base de tarimas en desniveles. 7,Qué es La Bufador¡l?... Es el misterio latente, la constante interroSante entre lo conocido y 1o desconocido.

t'Las f:u.erzas qve existen, pero que no las vemos. La mecántca del universo que está implícita. Por otro lado, está el sentido del elemento femenino, de la femineidad y tambien los misterios que encier"ra.

"Pensar que una mfier dirlja el texto con una esencia femenina, coruo es éste de La Bufadora, qr;.e tiene ese encanto y tiene ese misterio.,. realmente está en muy buenas manos. No puede estar en mejores; conociendo el equipo de Virginia y toda la genfe que la todea, con Fernando en la iluminación, 1o único que espero es que empiece la función."

Si bien, et matrimonio es -al decir de la escritora chiapaneca Rosario Castellanos- "el a)'untamiento de dos bestias carnívoras", en algunos casos esta fórmula funciona bien. Tal es el

caso de Fernando Rodríguez y Virginia Hernández, piezas clave en el panorama del leatro b aj ac alif orni ano contemporáneo, Fernando y Vic§ no han esperado las oportunidades, sino que las han creado, EI primero como profesor de teatro en el Colegio de Bachilleres, coordinador del Taller Un iversitario de Teatro de Tecate y fundador y director de la Compalia d.eTeatro de Ensenada; la segunda como Coordinadora del Taller Universitario de Teatro de Ensenada (TLrrE) con producciones tan disímbolas como Pingúicay Un juglal de Pentagrán (espectáculos infantiles), hasta montajes de gran intensidad y denstdad como Mana o la sumisión, El árbol, Las dulces companíasy La Bufadora.

Vicky pregunto ¿cómo descubres y te enamoras del texfo La Bufadord?

"Hace dos o tres años Hugo Salcedo üno a Baja Californta a d,ar un curso de teatro mexicano

contemporáneo en el cual nos presentó yarios textos de diferentes autores. Entre ellos venía ¿á Bufadora. Lo leímos en el curso y punto. Se quedó gu ard.ado hasta el año pasado que vino Emilio Carballido a la ínauguración del Teatro Uniyersitario de Ensenada y, curiosamente, nos trae varias reüstas a presentar, incluida una que se lLama Primera llamada donde aparece el texto de Hugo. En la presentación se leyó un fragmento y yo digo: 'suena rico' y iqué mal 1o leyó la chaval

"Entonces, no sé qué paso que efipezamos a platícar Hugo y yo de La Bufadora, d.e La Bafadoru y de La Bufadora. Incluso llevamos a Carballido a l.,a Bufadora. Entonces digo: tBueno, vamos a trabajar el texto'.

"Todavía no estaba muy convencida, se me hacía un texto difícil, porque parece que no sucede nada. Srn parlamentos largos y de repenfe, aparecen cosas hechas de una manera no cotidiana. Mi preg],,].ta era ¿,cón1o mantener Ia tensión en una obra que es muy intima y pe4uena a la vez?

"La cuestión de la escenografía fue otro ro11o. Fueron discusiones de muchas horas. El texto dice: escenario: La Bufadora. ¿Qué hacemos? ¿lmitamos a I¿ Buf¿dora? ¿Hacemos piedritas de cartón? Yo quería una escenografía que fuera fácil de transporlar porque me interesaba que el trabajo no se quedara a-qui, que se pudiera mover.

"No sabia qué queria, lo que sí sabia es que no iba a ser La Bufadora. ¿Cómo lograr la peqlenez ante la inmensidad? Bueno, dije: 'Esto es problema de actor, ellos lo tienen que crear'.

"Luego Francisco Burgotn El Chitlo, esluyo e\ varios ensayos y empezó a d,lbujar,hasta diseñar uÍla escenografta en lres ntvclcs. Todo fue ir atando cabos, tratando de simplificar. Yo lba aLa Bl;fadora como u11a turista más, de paseo y purlto. Sin embargo) cuando me meto

al texto descubro la magia q]4e encierra, empiezo a verla como esa diosa, como esa ballena que está varada, o la mujer que se mete a las cueyas tratando de proteger de la muerte a su húo. Ahora la yeo ya como un personaje, es Ia naluraleza enfrentándose al ser humano, respondiendo a nuestra agresión, "Hoy, todos los involucrados en el espectáculo la vemos diferente. Creo que es 1o importante de la puesta en escena. Cómo descubres de otra manera un escenario nat[ral nuestro,"

A Fernando Rodríguez Rojero debemos tres de las puestas elr escena más interesantes efectuadas en el esfado. Alucinada, Susana San luan y Bárbara Gandiaga Además de su prolífica labor como director de espectáculos teatrales, colabora cercanamente con Virginia Hernández como iluminador y escenógrafo. Responsable del diseno de iluminación y otros mil detalles en I"a Bufadora. Conversamos con é1.

t'La obra la mandó Hugo no tanto con la idea de que se montara, sino de que se leyera. Que se conociera la historia y era asi, unalectura mvy rica de estos personajes. Pero luego Vic§ se anima a llevársela a escena. Yo le decia: 'Vic§, esta obra es muy complicada'. Tuvimos varias discusiones sobre eso. La obra es muy complicada porque se trata de dos personajes ubicados en un espacio físico que se llama La Bufadora y eso el autor lo deja bien claro.

"Pero ¿quién es La Bufadora en realidad? Entonces aqui ya nos meten a un terreno mítico y esto es realmente lo que a mí me interesa de la obra: lo mitológico. LaBufadora ¿quién es a fin de cuentas? Es la diosa marina que ruge, qu.e atrapa y qúe devora. Además, es una historia donde los personajes cuentan 10 que pasó hace ya mucho tiempo y esto es muy complicado para escribirlo, y para llevarlo a escena, mucho más.

" ¿C6mo hacer para que estos dos personajes se metan a una historia cuando en el escenario no está

pasando nada? No está pasando nada en cuestión accional, pero el texto es bien imporfante. los personajes al fin de cuentas están muertos y tienen una cifa en La Btfadota.

')Cómo fue su muerte? ¿Cómo frasladar ese momento dramático de ellos al momento escénico en el que estamos üendo un espectáculo? Yo creo que esta propuesla de La Bufadora es m]uy inleresante y ubica al teatro bajacalíforniano en un alto nivel. Yo no me meto en la dirección de Vic§ para nada , hago an distanciamiento tajante entre la propuesta de dirección y mi trabajo como iluminador. L)e repente Vicky me hace preguntas y yo trato de conteslarlas. L'reo que esta obra asi como está, puede llevarse a un festival."

¿,Ocltrrirá asi? ¿,res1tlfará La Bufadora premiada en la muestra' estatal de teatro o en cualquier otro festival? No 1o sabemos. De hecho no sería la primera ocasión en que la obra más apreciada por el público fuera ignorada por el jurado. Lo cierto es que {omo escribió el drarrLahtrio Edward Albee "el teatro sirve para hacer preguntas provocatiyas". Muchas de esas quedan girando en nvestra cabeza gracias a La Bufadoral

ffi[rLo .qq(?,

RUMBO A LA PUEsTA EN E5CENA DE LA BUFADORA

Yirgrnia Hernández*

Dibujos: Bocetos de la escenografia de la puesla en escena. lor [rancisco Burgoin.

namorarse de un texto dramático como eI de La Bufadora restila particularmente sencillo para aquéllos que tenemos el privilegio de

conocer e1 imponente acantilado, de poseerlo por la situación geográfica en la que nos ha tocado viür, y sobre todo, el descubrir, poco a poco, a través de la lectura de ese texto, el tDirccbru dcl Tallcr ¡lc Tertro LJn¡v¿rsjtsr¡o, u^nc,

uú-p-,.vn-n ,-.,I1, '^¿¿§"-, cLL ¡

a-)

orgullo por nuestia tierra, por su belleza y sus misterios. No es gratuito que un dramaturSo como Hugo Salcedo, se haya sentido invadido por el deseo de crear un texto que hablara de esta punta de la ierra y mar bajacaliforniano, un autor cuya sensibilidad le permitió observar más allá del mero fenómeno fisico y plasmar en unas cuantas páginas,la historia de dos seres cuyo inmenso amot f:u.e capaz de romper las barreras de la muerte; dos seres que acudieron al mismo lugar que provocara su traSedia, pero que volvió a unirlos para siempre.

Reunidos en la mesa y bien provistos de café y cigarrillos, Fernando Rodríguez Rojero, Francisco Burgoin, HuSo Salcedo y yo, nos dispusimos a hablar acerca de lo que debia ser la escenograÍia de la obra. Todos dimos nueslros puntos de vista, las ideas se discutian, pros y contras se destapaban en la mesa igual que un juego de dominó. Si por lo menos la obra se desarollata en un lugat

indefinido, pero no, el sitio era preciso: La Bufadora. ¿Habna que atiborrar el escenario de cartón pintado simulando la superficie rocosa del acantilado? ¿Un chorro de agua expulsado por potentes bombas, qae no bañara pero que se esparciera como brisa, ¿Y qui én se iba a tragar ese cuento? ¿Y si mejor se presenta allá en LaBufadora? iclarol y le pedimos por favor qll,e deje debufar dutanle una hora para q1j€ no interrumpa la escena.

Definitivamente ni una escenografía realista, ni el escenario nat[ral. El escenario vacio, dos cubos negros al certro y ya está, al fin que se ha puesto de moda, sobre todo con aquellas obras con las que se quiere viajar (Alejandro Luna podria" sacarnos del apuro , también Lo haria la Compañia Nacional de Teatro dirigida, claro, por Julio Castillo -pensé ). Me entró de pronto la nostaláiia por aquel extraordinario hacedor de mila¡¡ros en la escena. Los elementos tonales, sólo eso: el mar, las rocas, el üento, la noche, la Luna. Llegar a la esencia, ef.contrar la metáfora.

Esfirümos toda la tarde metidos en el Teatro Universilario en la sesión de ensayo a la que asisfía por primera vez el a:úfoÍ-

Alejandra -mi joven acb:rz , se desenvolvía de man eta nat\ttal, sonriendo y dándose pequeños golpecillos en la cabeza cuando oludaba los parlamentos, yo daba indicaciones, expli c ab a, ute stíonaba; el objetivo de aquella sesión era hacer

/ 1 ( un análisis del texto, escudriñ¿rlo, entender por qué s€ dicen las cosas y qué cosas se dicen. Hugo estaba sentadojunto a mi, y el tenerlo a mi lado me d.aba una gran seguridad. Se acercó y me düo a[ oÍdo que si podía intervenir, le dije que sí. No siemprc se tiene [a suerte de estarjunto al autor. ¿Quién más sino é[ puede explicar su propio texto?

Se dirigió a Atejandra aytdándole a comprcnder sus parlamentos, ella acept^ba las indicaciones, muy pendiente de mi aprobación a lo que se [e decía. No conocía a Hugo, no los present¿mos. Decidí al inicio de la sesión no descubrir la personalidad de Hu¡¡o Salcedo, quise que Alejandra se manejara libremente, sin la presión que ejerce la fígura del aator que üene a ver un ensayo y ala cual siempre quisiéramos sorprender con "nuestra maestria".

Habíamos recorrido casi La mitad de la obra, cuando alguien díjo: ('Buenas noches". Volteamos a ver a las personas que lleg aban. Conocían a Hugo y [o saludaron efusivamente. "Hugo Salcedo, ¿qué hace por aqti?". Y olleé aver a Alejandra, abría los ojos desm esurad,amente mienfras cubría su boca para ahogar un grito de asombro. Las personas se despidieron. Iuego nos echamos a reír haciendo eco a [a risilla nerviosa de Alejandra, que sóIo acertó a preguntar: "¿Tú eres Hugo Salcedo?,, Hr¡8o asintió. "iPero si eres tan jovenl". La sesión continró. A pañir de ese momento se redoblaron esfuetzos pata aprovechat cada una de las intervenciones de nuestro

visitante, qne en re alíd,ad, ya no lo era, pues logramos establecer un verdadero eqvipo de tr^bajo.

Salimos de Ensenada casi al atardecer, había flovido durante todo el día y según el reporte meteorológico, el mal tiempo seguiria duranle toda la noche. Era nuestra pnmeru salida de campo y e[ equipo estaba entusiasmado , no faltaban, por supuesto, gruesas chamarras, bufandas, guantes, Si en Ensenada hacia un frío inclemente y el üento azofaba con fverza las palmeras y los anuncios colgantes, allá en f,a Buf adora., la marejada debia ofrecernos un espectáculo impresionante. Sólo a nosotros, apasionados por el delirio de nuestra próxima puesta en escena, se nos ocurria salir bajo estas condiciones. Ella nos esperaba, estaria rugiendo bajo el poderoso influjo de las corrientes submarinas. Me pareció de pronto que aquella tormenta debia ser la que azotara la encanectda cabeza del rey har , y la cercania del

acanfllado que daba rienda suelta a nuestro entusiasmo, habria sido el Iugar preciso donde Gloucester, con las cuencas de los ojos vacías, deseara concluir con su existencia en aquel mar enfurecido, para encontrar la paz anhelada, el descanso a su tormento. De pronto, los personajes def viejo Shakcspeare cobrab¿n cn mi memoria, a siglos de distancia, su perfecta estatura, su gtandeza.

Debr ha berme avergonzado por aquellas superficiales lecturas de la clase de esaructruas dramáticas a las que asistía con LuisaJosefina Her nandez, mi enlrañable maestra. Hubiera querido relrocedcr en el tiempo, estar de nuevo en clase, modificar mis torpes comentarios en donde sólo buscaba la falla o el acierto drl dramaturgo. que se crnia o no a la poética aristotélica.

Qué lejos estaba ahora todo aquel1o, me sentia empequeñecida. ¿Cómo yo, la que se vanaglotraba de su carrera uniyersitaria,la qae discutia coll falsa modestia sobre géneros y estilos, podría ahora conducir aquel grupo de teatro universitario que c onfraba en mi, al igual que en el país de los ciegos donde el tuerto es rey? Absurdo -me dije , qué ironía recordar en ese momento el texto de Carlos Fuentes y al que se le habia etiquetado bajo esa misma ¡úbrica.

Mis compañeros cort¿ron, con su impetuosa salida de1 vehiculo, estos peÍlsamientos temerosos. Habíamos llegado a la casa del señorJosé León Toscano, uno de los primeros pobladores del ejido Punta Banda, en

donde sc ellcuelltrd L.r fiLr.tJ.¡r.a. Sabi¿¿ dc nuestra Ile¡¡.r.i-r r'|.rl.r.r prcparado jLulto coit sl¡ asi!)s,1. lrfl¿] cena dr: mariscos par,i c.l -it ilpLr Lic {eatro, que yenia a recrrlictexperiencias para aplicar. lr :rr lrabajo escÉnieo. Dcsp[Lls ri!- 1]s consabidas prescnli.iones v l(r\ coniciitarjos ¡cci c¿ de1 ntal trcntpo. tiecidrmr¡s ir ai1lcs da qLle i¡sctr|ccicr¿ dircct¿1rcl1ta a yisiirr ¡ flueslrit "p rofago isl¿l -'.

tst:rr ic¡n:¡mr.¡s ei vthiculo ¡ la entrada del pcqucñrr carlri1lo. ahora pavimcnt¿l.1o )' cuslt¡r1i¿c1,.¡ por infinidad cle cclmcrcios quc como espeios sc cncuenfran con 1c¡s nlsmos objetos ¿ la vcnta: posla1es, espeios dccorados con car¿.olcs y corlchas. grandcs crizos de afiladas púas, jarrones pinlados con motivos marinos, h;rmacas, sontl¡rcros de palnta. "Alr '-s. rnan lor. ollar, .,lr caracoles, ias diadclnas dc concha nácar", escuché clecrr a Alc¡andra metida cn una gabardina rnarrón, guantes afelpados y una larga bufanda quc cnvolvia su cucilo.

Caminaba jsnto aluan Manuel (su compañero de aventura), al q'¡e cariñosamente le decimos L)oc, pues es médico anestesiólogo y le roba tiempo a su profesión para compartír coÍr nosotros la "peste" del teatro, El parlamenfo de la obra en boca de la actriz hizo desaparecer como por encanto mis iltimos temores; lo que sucediera después ya no importaba; el texto fue preciso, la intención adecuada. Había comenzado su proceso de caracterización del personaje. Las circunsla n( ias, a pesar de ser rea les, inflri.an para que en elia se Ileyara a cabo la génesis de la emoción; estaba atr:apada, sín darse cuenta, en esa red en la que todo actor desearia estar en:,rtelto pata desarrollar sw trabajo escénico. "Eres la misma parlanchina de siempre" dijoJuan Manuel quien por cierto, tiene el mismo nombre que su persotlaje. !'Juan, ¿eres tu?" prosi.guió ella-, se abrazaron, aontinuaron asi por largo rato, srn yet:Bienza, sin prejuicios de aclorcs que lemen Ia cercanla de su comparlero. fslaban solos. Nosolros, los espectadores, dejamos de existir, los amantes del texto de Salcedo, se habían efl cortrado nuevameÍrte-

Emilio Carballido visitaria nuestra ciudad. A 1o largo de toda la república se le brindaron merecidos reconocimientos por sn excelente frayectoria en la dralr:.atll/gia mexicana. Tenía confirmada su estancia en la ciud ad de Tijuana, en donde se le ofrecería un homenaje. HuSo Salcedo, entrañable amigo de1 maestro Carballido, se encargaba de Ios preparativos para el evento. Tenia ala mano un equipo de trabajo en el que podia confiar sin lu3ar a dudas y, sin embargo, se dío ala tarea de reüsar personalmente y con cuidado, hasta el mínimo detalle: confirmación de asistencia de dramaturSos que vendrian a hablar sobre la trayectoria de Emilio Carballido, boletos de avión, reservaciones, pren sa,la placa

alusiva, la reüsión de su último texto La pr¡sioner4 que fue enviado para su impresión a Ensenada y con el cual, el maestro recibiria una grata sorpre§4.

Fue un mes de gran movimiento teatral en el estado. En Tijuana se llevaba a cabo el I Encuentro Regiollal de Teatro, convocado por el Centro Cultural Tjjuana (CECUI), e1 Centro de Aúes Escénicas del Noroeste (CAEN), el PrografiTa Cultural de las Fronteras (PCF), entre otras instituciones, y en donde se darían cita las mejores propuestas escénicas de la región, así como gr-upos inütados del .enlro del pais que ofrecerian un visión más amplia del trabajo que se desarrolla eÍI esta zona de la república,

E¡ Erserada nos dábamos ala tarea de pteparar los eventos para la inauguración de nuestro Teatro UniYersitario junto al equipo de Extensión Universi faria de Ensenada, ' a cargo del licenciado Vicente Arámburo- Trubajamos sin parar, moüdos lanto por la lrascendencj.¡ de1 evento, como por la inminente realidad del viejo sueno de los grupos ensenadenses de tenet "casa propía"

A manera personal, Hugo Salcedo, fernando Rodríguez y yo entablábamos largas charias vía telefónica, entusiasmados por todos

ü.

estos eventos que nos llenaban de gozo y qae también deberían de serlo para todos ¿quellos qte aman eL teatro y esta bellísima franja de tierra bajacalífomíana, su gente y sus costumbres. Nos desanimaba el hecho de no poder asistir al homenaje del maestro Carballido eri Tüuana y también el que Hugo Salcedo, nuestro querido amigo, estuüera ausente en nuestros eventos universitarios. ¿Por qué no poder compartir esos trascendentales momentos para la üda cultural de nueslras ciudades? La amplia üsión que caracteiza a Salcedo nos dio la respuesta: Una inütación al maestro Carbafhdo para parÍicipar en los festejos de Ensenada. Fernando y yo aplaudimos entusiasmados la idea. Por un lado, compartiríamos la inigualable experiencia de conocer y conüvir con uno de los más importantes dramaturgos de nuestro continente y, ,

por otro, su presen ci,a, que haría aun más releyante la inauguración del Teatro Universitario. La respuesta a nuestra solicitud no se hizo esperar. El licenciado Arámburo acogió de igual manera la idea y rápidarr.ente se realizaron los trámites para llevar a efecto tal empresa. Se programó en Ensenada una extensión del homenaje a f,milio Carbalhdo a través de una mesa redonda con un Srupo de dramaturSos invitados, la presentación de revistas especializadas de leatro y el texto de La prisionefa, qtrc inaugwraba la colección editorial del CAEN. Decidimos entrar al evento con la presentación de Las dulces compañías de Óscar Liera, (el tristemente ausente dt amaturgo sinaloense que diera pie al evento leatral más impodanle de la región: la Muestra Regional de Teatro del Noroeste).

El grupo del Taller Universitario de Teatro de Enserlada se senfia feliz, teniamos el honor de despedir al maestro Carballido con nuestro trabajo y avnque no 1o dijéramos abiertamente, nos invadia el nerviosismo de tener ante nosotros a ese hombre que ha üsto infinidad de puestas eÍr escena en todo el mundo; sin embargo, confiábamos en nuestro trabajo y con ese enhrsiasmo, actores, tramoyistas, iluminador, encargado de audio y todos los demás involucrados en el evento, dimos lo mejor de nosotros mismos. Al término de la función, el fiaeslr.o me abtazó fuertemente: ttHe üsto muchas puestas en escena de Las dulces compañías-me dijo pero ninguna con esa lectura que usted le ha dado al texto" Le agradecí con la mirada, acerté a decir "gracras" (nunca he sido muy elocuente en mis conversaciones). El maestro se dirigió a los camerinos para felicitar a los actores, mienlras busqué por entre la gente que iba y Yenia a Hugo Salcedo y a Fernando Rodri¡¡uez para comparfir con ellos esos emotivos momenlos y enfrenlar Id tenaz critica del autor de mi próxima puesta en escena. Sabía que ante el frabajo que Ilevamos a cabo no valen los compañerismos; §i las cosas están

mal, se dicen, por doloroso que esto resulte. Me hizo una serie de indicaciones ¿ las cuales atendi profundamente, y él lo sabía. ¿Todavia quieres que te dirjja fu obra? -pregwnté ."Yo confío en ti, en tu equipo, en la calidad y honestidad de tu trabajol' respondió. Ya en la cena (pteparada por uno de los integrantes del grupo de teatro) el maestro Carballido preguntó sobre cuál sería nuestra próxima obra. " La Bufadora de Hugo Salcedo", le dije. 7¡,Y para cvár,do está lista? _el maestro concluyó , me gustaría asistir, tienen rúl excelente dtamafi$go de cabecera y sé que realizatán w eslupendo trabajo. "Todaüa lengo que enamoraY a m' jefe con el proyecto", contesté dirigiéndome al licenciado

Arámburo que se enconfraba frente a nosotros.

Entusiásmado por el proyecto, el maestro abandonó la ciudad no sin antes hacer e1 üaje hasfa la Bvfadora y establecer el compromiso con Vicente Arámburo de llevar a escena la obra y realízar las Sestiones peilinentes para armar una gira por el sureste de la república. Creo que ese hombre tiene una estrella en la palma de su mano, una estrella que comparte generosamente con lodos Írosotros.

He tenido la suerle de contar con el apoyo de uno de los más impofiantes y talentosos directores de la región.

La inteliÉiellte lectura que hace de los textos que selecciona, sus propuestas escénicas, le han valido el reconocimiento, tanto de la familia teatral del noroeste como del público que conoce y ha .egurdo su lrabajo. Fernando Rodriguez Rojero, posee además de un gran talento como director de escena, una profunda visión estética en el difícil arte de la iluminación. fernando es parco, no habla mucho, su rostro casi inexpresivo podría no decir nada a la gente que 10 rodea, pero a mi si, que lo conozco de toda la vida.

Ha seguido conmigo paso a paso el proceso de la puesta en escena de I¿ Bufadoray sé qu€ tiene una idea muy personal sobrr la misma; sin embargo, rcsryt¿- mucho mi trabajo y se asume como miembro del equipo, sus participaciones son precisas, concretas y siempre encaminadas a lograr los mejores resultados. Sentado en su silla predilecta, §t eferara laza de café y cigarrillos, sigue atento la evolución de los ensayos; a Yeces, su mirada üstaate, casi triste, se pasea por el envarado de reflectores, licos, fresneles, pares, diablas... Muchas veces le he ercuchado esta frase de Alejandro Luna que ha adoplado como premisa: "E[ arte de iluminar radica en saber oscurece/'.

"I¿s luces dicen cosas..." parece qre me díce mientras observa, "..tefuerzan de manera visual el estado de ánimo de los personajes, de Ia srtuación a la qwe se enfrentan, crean la atmósfera adecrtada para que el actor desarrolle su trabajo, los espacios se abren o se cieran de acuerdo con lo que se quiera lograr. Podemos dirigir hábilmente la mirada del espectador haci.a un punto preciso o dej ar qte se pierda, que escudriñe sobre el escenario".

A diferencia de 1os demás integrantes del equipo, a fernando no hay que preguntarle nada, alo surno le arrancamos dos o tres frases sobre su propuesta de iluminación. Tampoco hay preguntas para nosolros, nos deja hablar sobre las ideas que encontramos, escucha y obserYa atentamente los arreSlos musicales, los bocetos de escenografía, las ideas sobre el vestuario. Nos hemos acostumbrado a esle interlocutor de escasas palabras y en quien todos confiamos porque invariablemente habrá de sorprendernos en el mome nto J uslo en que se abre el telón, en donde en una mezcla de co\or, de luz y de sombra, telas, trastos, maderas, fierros, clavos y pegamento, encuentran su resolución exacta. El espacio escénico se lransforma para permitirnos üür el efímero

momento, irrepetible, de la mágíca ilusión del teatro.

Siempre he tenido la impresión de qve Ia Bufadora es como una sinfonía. A diferencia de otras puestas en escena, en donde la música actúa como mera ambien tación, aqui deberá funcionar como hilo conductor que inte8ra la acción y Ia palabta. Luis Salazar, maestro del Centro de Estudios Musicales de la uarc, se encargó de esta dificil larea.

"Wagner dijo Salazar- qwiso que sus espectáculos fusionaran de manera natvral el drama y la música: los personajes se movian en el escenario, mientras la orquesta tocaba oc'ita ala mirada del espectador, sólo se escuchaba y veia lo que sucedía en el escenario, sin distractores de ninguna índole. No vsuahzar a la orquesta implicaba para el especfador dejarse alrapar por 1o que alli sucedía mediante el vehiculo invisible de las notas musicales, de los üolines, las flautas, las percusiones o el fagot.

Aunque el público no laviera,la orqursla estaba ahi.la música en üvo y su director que escuchaba el parlamento y accionaba, con precisión, la entrada del oboe o el contrabajo" /.

Ahora bien, en nuesfro caso no tenemos la orquesta en vivo que pudieru adelantar o atrasar wa entuada o salida, cuando e[ actor se atrasa un poco al decir su parlamento o adelanta su acción en un arrebato pasional; recurrimos a la grabación en disco compacto o cassetie, y la. mlúsica que se sugiere como permanente a lo largo de la obra.rno puede adelantarse o esperar el momento. Deberán ser los actores los que sigan con atención su partitura, estar pendientes de sus acciones, de su estado emotivo y de sus parlarnentos y reconocer a pie puntillas la evolución musical.

Punto y aparte fue I a preparación de la exposición fotográfica a cargo de Enriqne Botello, maestro del área de Fotografía de la ueEc en Ensenada. Enrique ha seguido muy de cerca la evolución de los ensayos, no recuerdo que en algún momento haya solicitado un instanle interesanle o expresivo de los actores para

Q,I,^- ,iüfi/ /"lt

capturarlo. Con su cámara enla mano, se desplaza silenciosamente de ízqaíerda a derecha, de arnbz a abajo, desde un punto distante o a unos cuantos centímetros, sin perfarbT eltrabajo de los actores. En alguna ocasión me dijo: "Tengo mucho m aterral, algunas fotograf í¿s son realmente buenas, sin embargo, aún no logro un resultado que Yerdaderamente me asombre, que me inpacte... hay frialdad en los actores, eso es lo que capta mt cámara". EI comrntario me dio weltas por varios dízs en la cabeza, por experiencia propía sé que el actor explora y madura poco a poco su personaje, que no se Ie encuentra así sin más, como por arle de magia, eso requiere de w gran esfuerzo. También se que Ia obra no fue fácil para ellos, que implicó desarrollar un ellorme trabaio ínle'rno,porque en esta obra no hay trucos espectaculares ni grandes coreografias, ni yestuarios vistosos de dónde agalrarse como muletillas; porque lo que debe suceder está dentro de ellos mismos. No son caras bonitas, cuerpos ügorosos o sorprendentes maquillajes; son afectos, emociones, pasiones, estados de ánimo, que no se tocan, se sienten, y en est¿ medida se proyectan, se ven.

Dada mí vocaciín d,e actrrz, siempre me pongo de Iado de Ios actores y les digo: /¡Lo \/an a encontrar porque e stá ahi, esperando ser descubierto, que se enamoren de é1 y lo posean, eso es lo único que pide el personaje p ara entreg rse y üür dentro de u¡tedes".

La Bufadora es asi, como su música, sus fotografias y su texto, una mezcla de hz y sombra, de blanco y negro, de cuerpos y rostros nítidos o siluetas a corttraluz, cofirc la dualídad del alma, de Ia lucidez y la locura, de la vida y de la muerte, del cúmulo de rocas que aprisionan el agua tr.arLna y delbufido y la exptosión que la liberan, del drama íntimo de los personajes ante la inmensa dimensión del vórtice marino. Y

"Los diose§ infotunio, 8OZ4r¿mOS l§áramos nos hanellviado ellos, que .lado del otro..,"

'¡' i :

tl$,

Personajes:

I¿ n¡qjer

El liirinbrt

Varior h¡ristas.

Un ,rriraddr cofistruidó eq b cims del pldafio, a arillat.del océaao. El mar golpea sin piedad entrc las ,was, eslallafido en ñtiosos tugidrx k ñfibima coftina de agua se leyantz Wr el fondo, púuciendo una brisa mistériósa ¡W no *¡a & cuh*t eI escenaÍio.

El sol x oc.ulta en el horizonfe mienbas los turistsr se hacen las últimas fotografias llashazos y iszs. üna páryia a nbtqpla abtratda la fotma en que desaparccen los rayos de luz. Comienza la osuÍidad,

Entra silenciosa La mujer. Ttzc ufl vestib vie¡o, deMidq y un jcrsey anaranjado- Llna minúsula maleta de mano. Auanza atn tentitud cadt Yez mlís cerca del pvipicio.

Mujer:kt án veiritilr€s años justos. Si es ql¡e Ie m€moria no me falla. Podri¿n ¡er'iliez más o menos. Es ig{ral. Todo se ap¿8a. Y aquí la misma brisa que a[ evapliarse se conüerle en nule, después en tormenta, luego en ag** rnarina y olTa yez se levanta

'éi,i for:na dé brisa en una historia de ñr.ns.a acahdf. han

It¿br¿I Si por 1o menos un sólo pudieran juntarse en este mirador todos esos qwe ya han de existir. Seria aquí un si ünieran a recordar breyes instantes de felicidad les parecían eternos.

Ura pareja se da un largq prclongado beso.

Mujer: ¿Cuántos hombres han qwendo atrapar con sus cámaras de fotos este mismo horizonte? ¿Cuántos suspiros? Yo también guardo celosamente mis fotografías predilectas. Como ésta. Tan ^marilla y tan arTragada de tanto lrajin. Ya descolorida por la c alídad del papel pero es igual. Tiene el mismo significado.

De su maletín extrae un ruueño portaÍetuatos que insÍala sobre la barda.

Mujer: lPeqvenrto! Aquí te tengo. Atrapado en un seSundo. f)etenido en el tiempo. Un iclickl y ya está. Conmigo para siempre. Es decir, hasta que dure el color sobre el papel. Hoy serias ya alguien mayor, qvizá casado y yo vna abtela. O a Lo mejor metido en el estudio, embebido en un montón así de tlbros para explicarte la distan cia de aqwí a. la. Luna- O quízá nada de eso. A lo mejor te habrías convertido en lraficante de armas y estarías recluido con una larSa sentencia. Con una condena de esas que dan risa, de las que te puedes morir y nacer tres veces para que te dejen salir en libertad. No se a quien se le ocurren esas cosas. Les lloras, les suplicas, imploras clemencia y te dicen "es la ley y la ley tiene que respetarse", Vaya con las leyes. Hay que aprender a ciudarse de crvzat la calle por las esquinas, de no desear a Ia mujer de lu projimo. de no robar en los supermercados, porque

Aleja¡dra Poftillo en su intetprcrrción de L! Dufadoru- Teatro U.iversirario de Eflsefad¿,jurio de I996.

pieáen\le}arte años y años que son una eteffidad. Las cosas son como son.'Obedecen a unalígica dela predestinación. Nadie hacc nada a voluntad. N¿die y yo lampoco. for mi propia mano no pude haber hecho .mal a ninguno. Y si se aseguran que yo, con la conciencia plena Io hice, si

memoría. Eso es, era yo : pero no qulero reconocerlo. Si todos dicen qse fui yo, que me vieron, ¿qué más prueb¡r se necesita? (Sonrisa triste). ¿Y cómo lo íban a ver si nadie se pasea aquí a medianoche? Sólo este bufido infernal como grito contenido. Como ' cuando te lap*n la boca para poder ejecutafte en silencio. Como portaros o bramidos del diablo. Ahorá por 10 menos están los comercios y las fondas de comida. Pero es i8ual que antes, la Sente no se asoma a esta hora. Tienen miedo a la oscuridad. Al precipicio. A los bramidos.

Ls última pareja de risfas se rctil:a en lencio. Conienzan a asomarse las e.slrellas. Es una noclrc limpisima, *. lJ-

Mujer:fue como fue y punto. De nad¿ sirven los,rrrep<nlimienlo\ aurlque tenga grabados los segundos aquí, con cincel y m arlillo. Mi cabeza es como un álbum fotográfico. Cierro los ojos y aparece lodo. Como una larSa secuencia. Como ur rosario. Y al dar vuelfas a la página, se repite y se rcpite y se welve a repelir. (Transición muy uiolentá\. ¿Es qlte no hay man*ra para detener esa furia?

iEsos bufidos infern alesl (Pau,ta). Me hice una foto aquí. Sí. Bien 1o recuerdo. Y parada ahí, mfuando a ese punto, hacia Ia cámara de fotos. Hubo también un click, muy suave, pero hubo. ¿Dónde habrá quedado esa fotografia? Se perdió entre tantos calendarios üejos.

Había venido por un par de días y me quedé. Me quedé para siempre. f)igo, hasfa qlae... Es decir...

Un hombrc e tra perc s€ nantiene efi la oscu dad. Silencio.

Mujer: ¿Eres fú,Jvan?

Homb.e: ¡,No te da miedo que puedan robatte?

Mujer: ¿Qué pLrcden quitarme? Esta maleta es usada. Adentro sólo lievo un cambio de ropa. Poca cosa.

Hombre: Hay gente que se dedica a robar a los turistas. A los grin¡¡os. Sobre todo a ellos. Son los que a.oslumbran c.rrSar con objcto" de valor. A los japoneses. A quien sea. Muchos viven del dinero de los otros. ,rtfrra¿ No soy una turista.

Hombr.::Acslahoru es difrcil distrngu ir. Mujer: Me da igual.

Hombre:El último coche hace rato que se ha ido. No queda nadie. Ni un alma.

Mujer: ¿,Piensa asvstarme? Bastaria que se acercara un poco para darse cuenta que soy una mujer mayor.

Hofibrc:Pata los Yiejos es todavía más peli¡¡roso..

Mujcr: Mi \arlerJ e\l¿ Jqul ml\mo.

Llévesela pero le advierto que no traigo mucho. No pierda su tiempo. Tenga.

HombrL.- ..puede resb¿lar.e o cael con un leve empujón. El piso está mojado.

Mujer: ¿Qué ganaría? No tento miedo. Aquí está mi cartcra. Algútt billete ha de quedar. No llevo nada valioso. Ni anillos, ni reloj. Nada

Honbre: Deberi¿ ¿compañadc algún familiar.

MaTbr. Sé ve r por mi misma. Hombre: Mry vahcnle , ¿,no? r14rrrb1. Ni tantü. iQué hazaña es tomarse un coche de alquiler y

Juán y la hujer, en una escenade la s!{..

lle¡iar? Ha de saber que los autobuses no suben.

ÍIolnbrc:Lo sé.

L{ujer:Elllonces pnes ya está.¿;Quie re que le cr¿enle? tedi un taxi y subi en él hasta r-:l final de la carretera, después de caminar un lramo entre las tiendas de curiosiCades, luego dar \uclta a la cuesta, he lle¡¡ado. I'or Yenir al paso, deteniéndome en cada comercio. me ha c¿ído la noche. Me iascinan los collares de caracoies,las diadcruas de concha nácar.

Hombre:I7ay cosas dc las pcrsonas que nunca cambian. Son las que hacen la diferencia entrc unas y otras. Ercs la misma parlanchina de siempre.

Mu.¡er: ¿Juar,'/ ¿Etes lú'l

El hombre cla un par de pasLts a la zofia ilunl¡nada, sitt entbatgo túintictle pue.tto el .¡t»nbrcrct dc liclfro .lue ¡nlpide ver su rostro con ttitidcz.

H¿nbre:tret qu( reüonoceri¿s mi voz desdc el principio.

Mu jer: Hablas de ofr,.t m&nera.

Arrastras ias palabras y yo tengo algo estropeados los oídos. Estoy un poco sorda y olvidé mis anteoJós. Sorda y ciega. Asi es complicado.

Homl,re:Tu llevas el rirmo de siempre. La misma forma al oaminar. Tc sigo desde que baja'te del taxi.

Mujcr: ¿Y lc "lB,u,rnlasl( pdra aparecer hasta la puesta del sol? fueron var ras horas las que pase en lre und tiendá y otra. Entrando y saliendo.

Hotnbre: Quería reco¡locer cada uno

te has de tus ademanes.

¡4¿r¡¿ Yo no hubiera podido corltcne rme (Atunza con lenfitud). iSanto f)iosl Esperaba ve$e más jovcn, con menos arru.qas que yo misma. Déjame mirarfe. No sé por qué pensé que nunca envejecerías. Que seguirías conservando 1u gallardía. Los músculos. lSomos unos viejos,Juanl 'le has encorvado, menos

que yo, claro. Pero finalmente encorvado.

Hombre: Si.

Mujer: La mirada más dura.

Hombre: La vrda, mttjer.'

[.\fia lars& paasa.

¡4aJ'el' Dejasfe de escribir.

Hombrc:No tenia qué co11tade. l¡ intenté de Yarias mancras pero me parecían rel¿tos sin importancia. lnlrascendeÍrtes.

Mujcr: Eso eslo de nlenos. Cuando una está sola 1o que la manticne de pic es la espcra de corresponden. ia. No existe mejor alivio que una buena dosis de estampilla.s. A veces no se puede escribir como se quisiera, lo §abemos todos. Entonces se escoge .ólo una fe, ha, una v,'z ¿l ¿no. Es rtt invierno la trejor ocasión, cuando sicntcs que te ahoga la anSustia. A v¡ri,rs dc nosolr¿s lc. fleglba solamente la ta{eta de nayidad o la fclicita;ión dc. umplcahor. Y alli estaban presumiéndola todo ei tiempo. Llna ocasión por año les servia para dejar que tlanscLrrrieran otros doce meses. Elltollces liegaba olra. No le imagrnas lo quc pucde una carta, un¿ nota cor trcs o cinco líneas.

.luaf Manuel Beltrár y Aleja¡drá Po¡tillo e¡ s!¡ trábája cón ta Dufadolr-

Hombrc:l-o síento.

Mujer: Así atuvo bien. Tam poco tengo el derecho de hacerte sentir culpable.

Hombrc: Yo si recibi tus cartas.

Mujer: (Riendo) ¿Sí? No vayas a creer todas las cosas que escribí. Algunas sí, claro, pero otras ro. A veces te contaba cosas porque sí, lo que me iba ocurriendo. Y yo me inventaba que tu me escribíasyme contabas cosas; entonces te contestaba. Como un juego. Una vez me disculpé contigo poryuehabía lardado en contestar. Otra vez copié un capífulo entero de uno de los libros que nos dejabanleer. Otra vez ya no me acuerdo qué, pero de seSuro fue otra locura. Inventé conversaciones contigo, con las cobijas, con las hojas de los árboles. Pero de verdad que crei que sí meescribias,que contestabas inmediatamente. Que traíamos al cartero \,'r¡elto loco, cargando sacos ysacos de cartas. Todo llegó a confundirseme. (Pausa). Hrbiera sido mejor no continuar molestándote. Te hubíera dejado en paz, sin tantas cartas. Sin tantos cientos de cartas- Pero no tenia a quién,. (Transición). Dime

¡.J.na cosa, J]aan, ¿Te casasle?

Hombre:No.

Mujer; ¿,No? Plu.es yo si te casé. Me inventé una carta larguisima en donde me contabas del lugar en donde Ia habias conocido, y de la fecha misma de la boda. ¿f)everas no te c¿saste?

Hombre: No

Mujer:Por eso pensé que no escribías... iPero de seguro te llevaste alSuna mujer contfol Es igual que si te casaras.

Hombre:No. Supuse que no tenía sentido prolongar una historia destruida, y lo dejé.

Muhr: lensasle que nunca saldria.

Hombre: Pensé qu.e me moriría ante s. Mujer:Te resignaste muy pronto. A los primeros cuatro o cinco años. Hombrc: Sí. (Una pausa). Luego supe que te ib¿n a reubicar y te perdí de üsta. Intencionalmente. No quise

Saca una notá de sa ca¡nisa. Ella la obsetya tetviosa.

Mujer: ¿f,a henes? En esta si que no sabía qué decirte. Cómo decirlo. Discúlpame si la lees y te parece un poco tontá. §re una carla difícil. Y es que con lanlas que me habia inventado. habia conseguido una habilidad enorme paru habllr de ctras cosas, Para hacer rodeos y constr[ir imá8enes. Esta fue una carta dificil ¡rorque lenia que ir directamenle. lJna carla franca, con una fecha concreta y un lugar especifico. Como telegrama. Sin lanta poesia. No sabia si era convenienle pedirte que ünieras. No sabia si recordarías nueslra promesa, si todavía üvirías... en el mismo sitio. Hombre:Ya no...Hace tiempo tuve qu.e cambíarme. Este sobre ha dado muchas vueltas antes de lleSar a mis l1l¿11()s_

protaSon¡t¿s de esta puesta
Desolación y ama¡Bura er

Mujer: Peto llegó. Teniamos que verflos otra Ycz, aún con eslas canas, estas mano§ tembiorosas y estas arrugas cornosurco§. Estarfrelrte a íreflte de nuevo. SiÍ frol'rteras. t,o conseguiinos. ¿No tc parece un su i:li J ¡ Ec brc:Estay ag:olado. iiace dias oue no dcscanso. Esiaba scguro <ie que cuando saireras me blrscarias, po1' eso íe11ie quc rcsr§trr y esperace. Pero lo que no sé es si quiero estar aquí. Despues dc tanfo tiempo.

A,[ujer: l)e segu.ro ro habias veirido antcs.

Hombre: §i. lt la l,u del dia. Coir el sol arriba como proyector, si. Fara esatchar de cerca a las parejas de jó'/enes que se juran artor paya siefipre. A esta hora, nuÍlca.

MEjer: Vámonos a otro sitio. Esos ruSidos me dan dolorres de cabeza.

Ella gua.rda cl poñarretrafos en la maletu y avanza a ¡a salida,

Mqer: ¿,Por qué no te mueves? ¿Piensas quedarte hasta que amanezca'l

Hombre:No hay a dónde ir. 'Iodo está cerrado y yo vivo muy lejos. Mt4ér: A camrnar por alli. Cerca de ld playa.

Hombre: F,s tgual estar en clralq[ier parte. Jamás se aplaczri esa f:lria del mar.

Mujer: Etl ta playa to hay rocas donde puedan esfrellarse las olas. I'odemos andar sobre la atena, plal i. arnos alguna cosa. Hombre; No hay nada qvé conlar De hecho ya te dije todo.

Mujer: Peto yo na. Tengo muchas cosas qué decirte. He podido viajar con Ia memoria. Un dia r. erre los ojos y amanecí en Montjuic con el aire húmedo del Medilerráneo en el rostro. Es Eiua salada pero dr otro

tipo, y otras las velocidades del üento. Sóio fue descender y ya estaba en el bamo golico, paseando por los callejones y plazoletas.

Confundiéndome entre lss flores de mil colores que venden en la P.ambla y doblando por cada uno de los pliegues de la mujer de rrarmolina que se mueve mtry despacio ccrno piez a de relqerít Bailando tanSos en compañia dc I¿ pareja que viste de negro. Batiendo palmas como rmisica de fondo para Ia gorda que car¡la susjolas aragonems. Asi pude ir a muchos sitios. A los Alpes, a Dstamhrl, a la Indja. fensarás que cs una locura pero no me conformé hasld que pude bañarle el pie derecho a luna escultura de Vishnú.

Hombre: Es igtal si 1o olvidas y no me lo cuenlas.

Mujer:lue la foma quc cncontrc para sallr de aquel sitio. Así pude con paredes, con trámites de escritorio, con el encierro y la mugre... ¿Cémo hiciste tú para Yivir?

Hombre:No sé. Es decir, no pude.

Mujer: Io hubieras in lentado.

Hambre: Quise olvidarte. Olvidarlo. Hacer otra cosa. Buscar otro empleo. Irme a un pueblo distinto. Regalé tu ropa. Quemé los manleles que

[scen3 de la óbr..,.Lru i]!,.1¡a.ió¡ esluvo ¿.a{go ¿e Itr¡¡nd. ñü|iri ez rojeh

de la

Avanza a una oríIla del precipicio. El fiar hace leuantai su cofiina de a8ua.

Hombre: Qúetes 1a han wsto cuentan que es muy hernosa. Protegid¿ por ür m¿1tio de espejos y corónada la frente con una red de corales, Ll-eva pequeñas conchitas entrelazadas con el pelo.

Mujer: ¿Por qvé nosotros, JuanT flombre: lYo q$é séI

Mtier: ?or báñaruos desnudos etr la playa. Sin ropa es más sencillo qre te huela. ¡lorque huele!,liene un olfalo increible. Asi es como üene y jamás le deja en paz.

Hombrc: i\as son mentiras. Mucha gen[e se baña igual y nada le pasa.

Deberías ver la forma en que beben los que acampan durante las vacaciones. Dan al andos de bltlrra a 10 laigo de la noche. Levantan voces para maldecir Ia ínfinídad del océano. Llevan el rencor en la mirada. Yo tengo que correrlos.

Decirles que se callen. Que se vayan. Que el mar es otra cosa. Creen que me hago el loco.

Mujer: iAqtí abajo, Juanl Fljate bien. El lugar donde salen las burbujas. En esa misma dirección. Como que intenta asomarse a la superficie.

¡Aquí estoy, infelizl ¿Me reconóces? Hoy es un día de esos. Comienzo a verle su rostro.

Hombre:No la hagas venir. Déjala. Que no venga.

EJ zire vuela su sombÍero. Llega un exlraño billo desde el mar.

Mujer: flota s obre Ia svpe? ficie. Aquí derecho. Se deslíza hacia la orllla. Hom bre :F,s :*nalancha que lleva 1as luces encendidas. Mírale bien. Es unyate que se acerca.

Majet: iNo quieras engañarmel Esella. La escolta su ejército de cangrejos. Ycó mo encandila su vestido. Es por esos pequeñísimos espejos. iY no esblanco, ahora puedo verlo mejor, es delcolorde laplata, iJuanl Mira como resplandeceen laoscuridad. Comoun banco de sardinas. Es e1la. Es la Luna reflejada en el agua que ba11a al ritmo que le impolle la marea. Al sube y baja. Es Afrodita con su c ar\taie fírado por caballos marinos. Es xtabay que viene por corrientes subterráneas desde el cenote sagrado de Chen Kun. iTírale piedrasl Espántala con hl sombrero. Quiere a[ pequeño, eso es lo que quiere. Que no se lo lleve, Juan. Que noselocoman loscangrejos,.,

Disminuye el rumor del océano. Un largo y profundo silencio.

Majer: C$ando lo encontraroll era solamente una masa de carne. Sin forma. Sin manitas. Sin sexo. La marea 1o estuvo machacando contra los dientes afilados de las rocas. Ir comenzaban a salfu escamas y una aleta alarglada ennledio de la espalda. (Larga pausa\. Dicen que lo arrojé por despecho. Otros que no, que 1r: ahorqué primero y después lo traje ya sin üda hasta las piedras. lara de(ir que por travieso se habia venido abajo. Que los celos. Que me tenías en un callejón sin salida. Que porque hablaba trrvy poco y se me veía muy poco. Que por chiflada y no saber Io qrie hacía.

Ilombre: Ag¡u.anté también las miradas de la gente. Me lié a golpes un par de veces. Entonces era fuerte y podía. A más de cuatro valientes les destrocé los labios para que dejaran de mencionarte. Eso fue antes. Al paso del tiempo ya nadie se acuerda, Yo mismo a veces me olvido. Así son las cosas. (Un silencio, lransición)-Ya cumplí mi promesa de esperarle, Ahora me marcho.

Majer: IA d6nde Yas?

Hombre:Yivo mtty lejos. Caminando quizá llegue en dos o tres días de camino.

Majer: ¿,Hay htgar para ni?

Hombre:Es ala orllla del mar. No va a gustarte. Hay muchos zancudos.

Mujer: iEstás mly pálido, ltanl Tienes el rostro casi transparente.

Hofibrc:Es natvral. Llevo muchos meses de eslar como muerlo. Casi desde que recibl lu úllimd caña. iQué bueno que te libraste del encierro!

Mujei: Lra mi, ttníca pue rta de salida. Permanecer era hacerme tronco. Hoy

qued¿ soldmenle la scnsación en el cuello. Como un cosquilleo. lgual que una caravana de hormigas. Dicet que se me rompró Ia tráquea. Y es porque, aunque estás segura de 10 que vas a hacer, cuesta trabajo afrontar el último segundo, Entonces pdlalcas y Io haces lodo más dificil.

Hombre: Me alegró saber que lo hi. isle. Me sigue alegrardo. Después ya no supe dónde le habias metido hasta qlre en el hospilal, una

enfermera me ejrtresó tu cárta. Esta La grardé en Labolsa del Pantalón que me pusreron. iun pantalon enorme! Le hice un par de dobleces para que me asomara la Purta de los z:¿palos, Y me peinaron con 8oma. ¡Qué paciencia para estarme peinandol Quedé reluciente. De fotografía. Muy bien vestidc para ro dar ]uina mala rmptesión. Me rellenaron con trozos de manta y algodones. y haces asi de cuenta que todaüa estaba completo. Porque adentro ya no hay nada. Ni riñones

Soled¿d. Elemento Frktino d. Ia Bufadon #,

ri el higado rd el párcréas. De pulmón me queda ln pedacito. §ólo llevo los pedazos de manta. qve a veces, cuando levanto la voz o toso muy fuerte, se me salen los hilitos como pl*mas. Y en lugár de piel sólo una matcha enorne aqui en el gecho. ¿Alcanzas a verla? A lo rnejor con esta oscuridad y sir1 tús lentes, no. §s una mancha como lunar gigante. Café.

Majer: ¿Te dvel.e? f)ebes aplicarte las pomadas.

Hombre: Me Las letminé todas y olvidé tu receta.

Mu¡er: (IÉve reproche). Juán, antes de irme te la dejé anotada. Recuérdalo. La apunté en la llbrela, sobre el escritorio. k doblé la esquinila para locaUzarla sin problema.

Hombrc: No la etcontré. l¿ busqué y no la encontré. Quiá Io que paso fue que la liré enfre tantas cosas. Por eso comenzaron a crefer las manchitas.

- Contigo se habian detenido, pero te fuiste y volüeron a extenderse.

Mujer: Asi son los cangrejos. Caminan y caminan y nada deliene sus tenazas.

Hombre: Si.

Mujet: "l e comieron fodo-

Hombre: Me qtedó el cascarón.

Un largo silencio.

Mujer:'lámonos.

Hombte:No vengas conmigo. Sigue tu camino, Vete olrd vez de üaje. Yo me he melto muy aburrido. DiüéÍtete.

Majer:Esfoy cansada de ircomo veleta, de un punto a otro. Quiero establecerme para siempre.

Hofibre: Coíú:rLigo no. Es decir, no es que no quiera. M( guslar¡a mucho. Pero yo no tengo n ada qve ofrecette. Estoy en una elrsen ada pequena, perdída en el mapa. A dos o tres días de camino. Hay muchos zancudos y cangrejos. Me dejaron venir a cumplir con mi promesa pero tenSo que regresar para qlle sigafl comiéndome.

Mujer:No Yayas. Que no te hagan daño. Marchemos a otro lado. Horubre:No pvedo. También a ellos Ies di mi palabra. Y si no regresó me buscarian hasta en conltarfie. Pata poder librarrne de ellos es necesario que terminen el cascarón. Ante§, es imposible.

Mujer: Entonces le esperaré.

Hombre: No lo hagas. No estoy seguro de que me dejen en paz algin dia.

Mujer:Lo harán.Yo creí quejamás saldría de1 encierro y ya ves. Iui Y üne- Estov aqui de regreso.

Honbte:Tenia Sar'as de verte. Te quise más de lo ordinario. Te quiero todavia.

Mujer:Ti sí creiste en mí, ¿verdad? Sabes que no soy una criminal ni una vieja loca.

Hornbrc: No lo eres. Esa noche te seguí. Tenía miedo de que algo pudiera sucederles. Hay muchos ladrones rondando para asaltar alos hrristas. Quise qu( te desahogaras. Que el aire te despejara los malos pensamientos. Era necesario que te

dejara sola, que los dejara. Pero te seguí de cerca, como un fantasma. Como hace rato cuando bajaste del taxi. Te seSuí sin que te dieras cuenta. No fuiste tú, mujer. Fue ella que levantó su capa de seda, como una red invisible, y se lo llevó. Esa que rrrge como fiera. ¿Cómo es que le dices?

Mujer: Xtabay.

Hombre: La LltnaMujer: Afrodifa.

Hombrc: La brisa.

Mujer: La ,'¡.taeúeHombre: Debes estat tranqllila.

Mu¡ér:De él sólo quedó una üeja fotografia. Es una que tú mismc le tomaste. Hoy sería ya alguien mayor. Han sido muchos años, siempre digo veintitrés.

Hombrc: ¿Yeinlitrcs? Más. Mucho más.

Mujer: Entonces qltizá ahoru seria solamente esto mismo. Un recuerdo. Un hombre. Una fotografía.

Hombre:Mujeu.

Mujer: Polvo- Hltmo. Nada.

Hombrc: lBobrc mujetl

Mujer:Voy a esperarfe. Te acompañaÍé hasta la ensenada y aguardaré convertida en una piedta. Así no podrán hacerme daño los cangrejos. Estaré cerca de fiparu cuando terminen de comerte. Y mientras espero, podré divertirme viendo la marea. Me reiré de su eterna obstinación por afilar los dientes de las rocas.

Hombre:Déjafa. Que exista. Que respire. Que siga btfando hasta que §e canse.

Mujei:Nada tengo contra los rugidos. Oividc los rencores del pasado.

Hombrc: Yamos a caminar mientras dmanece. la¡iremot on Ia luz del día. Vas a ver cómo nadie va a darse cuenta que caminamos. Ni los perros van a \enlirnos.

Mu¡er: lor la playa. nescalzos. r'on los zapatos adentro de mi bolsa. Los tuyos y los mios. Muy juntos.

Caminando con la arena enfre los dedos. r'on el agua salada en los lobillos, como cuando soliamos hacerlo.

l{ombre: Pors sin correr. ¿F)e acuerdo? Si emprendes carrera podría alcanzarte. Müje(: ¿Conet'? No. ya no §

Fin.l s

Estalla un rugido furioso y la brisa plateada se expande en todo el escefiafio-

Dei¿ndo át.is --lfurioso bufido

La fragmentación y la lt)2, el universo

del cuerpo

La fotografía de Julio Hugo trigueroa Zacafenco

Maricruz Jiménez X'Iores*

Fotografías de Julio Hugo Figueroa Zacatenco

¿Ya q e ¡nteftogo pot el ser, ' puedo sent¡rme seguro de qué soy?

Gabriel Marcel

* Mtti.tutJüúncz lbt.\ e.\ ¿Atutdr¡d tlclacatara ¡le Lil¿rdtúd ¿c lu tt ir.t.\iddd Aúkitnt o Me¡n pol it ú d- l, ap h¡pd. D e ¡ de hdce.tut ro dñ ó \ ft le s etu peña cono pet¡od¡.na ctll r ral. Hd p hl¡cadoc tli,e$dt r¿tirtd.\, tuplcne ¡ot trhatul¿\ | pctióclico\ ehttu e//oi El Fina¡ciero, LaAfi ción, Ovaciones, Summa.! El Dia, /¿J ¡¿,,]t?a! Casa del Tiempo, Müa Elcétera), Filo Rojo

"Larespuesta al deseo erótico asícomo al deseo, quizá más humano (menos fisico), de Ia poesia y el éxtasis (pero ;acaso exisle una verdadera dilerenuia entre la poesia y el erotismo, o entre el erotismo y el éxtasis? es un fin", escribió Georges Bataille en un texto fundamental: Las lágrimas de Eros. I\4uchos años han pasado desde la escritura de esta obra, muchos también en los que lareflexión delmundo vuelve sus ojos una y otra vez al espacio del cuerpo! como centro e imagen, luz y sombra de las mismas inte¡rogantes.

Gabriel Marcel -tal vez uno de los primeros que llevó a los terrenos de la consideración filosófica el tema del cuerpo solía decir; ''No me sirvo de mi cuerpo, yo soy mi cuerpo". Este filósofo inició la ya larga discusión entre Ia subjetividad de laexperiencia y la form a corpórea.

Cuál es la experiencia dei cuerpo, que a final de cuentas es absolutamente intraducible para el otro, inciuso para sí mismo cunfrontando con sus propias palabras. Tan ajeno, y aimismo tiempo, conocido y entrañable es elcuerpo cuando lo reconocemos. Así se abren dos universos paralelos, pero sustancialmente distintos y a veces irreconciliables: la palabra de ello da le la poesia: en su imposibilidad radica la grandezaes una aprox imac ión de Ias experiencias y las cósas, pero sólo es eso. De una u otra forma. está condenada a dar testimonio de la sensaciones de formas múltiples y finalmente inexactas (en la poesia, la belleza de la palabra se encuentra en la búsqueda incansable de la precisión y la sustancia). En realidad el único vínculo liontal entre la experiencia del cuerpo y su expresión, es la imagen.

Llegan los recuerdos de incontables imágenes, de la abundante iconografía que guarda la memoria del mundo. Y, en este sentido, ¿no es el recuerdo de la

pintura, la fotografía, la escultura o la danza -en Ias nume¡osas destrezas del bailarín, que hoy por ho¡r siguen apareciendoen los ojos de quien 1o vio, 1o que nutre el conocimiento de lo que un cuerpo es capaz de expresar?

Esencialmente, el ojo que se abisma en la desnudez de un cuerpo descubre y revela, modifica puntos de vista, transgrede o codifica estereotipos. En suma. luelvememorable lo que cotidianamente ¡ros habita, lo que somos. El abismo que

se teje entre la mirada y la palabra desaparece, cuando lo que los ojos han visto puede plasmarse en una imagen. La fotografia de JulioHugo Figueroa sabe, casiporinstinto, del vehiculo ente larevelación y labúsqueda de ella. Algo de los humores del cuerpo, sus gustos y dolores, imposibilidades y fragmentaciones están en su forma de verlo. Sus desnudos no son imágenes que se conformen con la expresión del esterebtipo, la idealización del cuerpo femenino, o el esteticismo puro. Exploran la con-

tención, el esfuerzo descomunal de una natu¡alezayiva abriéndose espacio entre ventiladores, cables. leños, bancos de restirador, maletas, lárnparas y lacabeza inerte de un maniquí.

En este universo, que parece evocar una atmósferra hostil para la desnudez, los ojos de estejoven fotógrafo se esfuerzan por dejar ver la presencia de 1o que el cuerpo es más allá de lapiel. Así, descubre las vértebras deunaespalda, cuya cabeza busca inclinarse hasta el suelo, para confrontarse con la de un ser inan i-

mado. Manos que se extienden abiertas como alas a la altum de las rodillas- y parecen, desde su timidez, querer detener o abrirse al mundo. El detalle es la clave de un universo donde el cuerpo es unatotalidad en presencia, aunque, esencialmente, busca mirarse como una gran escisión.

Las circularidades son pendientes a la luz, o a la vorágine del movimiento quecaractedza aun objeto; sin embargo, cuaado la piel, el cuerpo fragmentado, se conlronla con el estatismo metálico de urt ventilador, provocauna sensación todavía más perturbadora.

Y tal vez ése sea el adjetivo que las palabaras todavia no encuentran, en el cual se desgranan inútilmente, tratando de traduci¡ lo que las imágenes dejan ver: la fotografía de Julio Hugo Figueroa es perturbadora, por todo lo que de desamparo guarda el cuerpo desnudo ante los objetos y su frialdad, ante la imposibilidad de mostrarse a sí mismo más allá de lo que la piel permite, ante laprisión que es el mismo cuerpo en sus límites y su belleza. A final de cuentas, un cuerpo que no puede fundirse con los objetos, pero tampoco puede saberse separado de ellos.

Tal vez, es así como Julio Hugo Figueroa da testimonio de su generación en las fotografías que hace, en su visión del cuerpo y el mundo. Quizá, inquiere sobre los paraísos perdidos que la revolución sexual tanto como la revolución social- de los sesenta no pudo consolidar. Él asiste atodo lo conÍario. al cuestionamiento de ideas, teoriasy absolutos -incluido el arte como vanguardia y transgresión-. rambién asu banalización. Y, sin embargo, en sus imágenes, es este cuerpo el mismo que se goza, se sufie y se vive cuando su cámara lo describe conlaluz.El impulso vital de la c¡eación sigue abriéndose camino.V

en nosotros los sentimientos que nos conduzcon o descubrir el mensoje vivenciol de lo obro ortfst¡co.

en olgunos de ellos vemos el onsio del ortisto por vencer ol tiempo, por ordenor el coos y otropor uñ pedozo de existencio, seo éste el ser omodo o lo muerte. Y entonces, el contenldo pujo por sl mismo hocio uno formo deflnido. El orte, oquf, no es sólo lo percepción del objeto hollodo en lo reolidod y luego, quizó, estilizodo; sino tombién un octo creot¡vo.

En esto muestro lo que menos importo es lo bellezo formol y lo purezo de los líneos; sino obsorber con deleite lo donzo de los colores, los conciones de luz y el profundo ocompoñomiento de lo formo, Aquf, lo mismo el pintor, que el dibujonte y el fotógrofo, encoron lo búsquedo del tiempo perdido poro revivir su experiencio en un nivel especiolmente profundo, y ol mismo tiempo llevorse consigo ol espectodor. Aquf está uno mu€stro de orte en imógenes, y cuolquier invosión de ideos vo en detrimento de lo obro dodo.

Ahoro nos toco o nosotros subir lo escolinoto lorgo y empinodo del pensomiento visuol ontes de llegor ol primer desconso de lo experiencio estético,

Mercedes López Borrero

Sin tltulo. Toller de Documentoción Visuol
The Poncho Pisfo/os Revenge in Gringolond, Jesrls Flores Villegos. F.
Cuondo el st¡ess oplieto lonzo un líquido ozul por las ingles. Ano Korino Lemo Astroy.
Libro en tres tiempos Leticio Arroyo.
Sin tltulo. Toller de Documentoción Visuol.
Sin tftulo. Doniel Lezomo
úis Aguirre
T d
So/. Luz del Cormen Vllchls.

Los hij del Diablo S

Rafael Arriaga*

Dibujos de Benito Gaytfui

ue el sol se ahogara detrás del cerlo Centinela y que el Chanate, el Churchill o cualquier otro no vinieran al lote en todo el día, eso, realmente era algo insólito. A los chicos de la calle dieciocho, las ausencias les inspiraban temores. "¿Y fulano?", se preguntaban. "¡ha d'estar en el bote, se lo ha de haber levantado una patrulla por ahí, decían los más optimistas. ¿Y si no, preguntémosle a su jefa, 'hey doña, ¿y futano?"' y la madre de aquel muchacho pasaba de largo, enfurecida, balbuceando cosas ininteligibles, quizás renegando de la hora en la que concibió a su hijo que le hacía pasar desvelos y mortificaciones, quizá arrepentida de haber sobrevivido con el hijo pegado a la falda, a las inundaciones que arrasaron con su casa, allá en los bajos del río Nuevo, quizás maldiciendo el año, el mes y el mismo dÍa que fueron realojados junto a una desgraciada alambrada fronteriza y *l eilisddDr d¿l hrhuto de lÚestigucionc! Socittus, u,!B(.

entre tanto bandido. Pero no siempre una misma madre tenía la suerte de indignarse y balbucear maldiciones. A veces, aflijidas, buscan en el lote un eco a sus penas. Así era cuando la búsqueda concluia tristemente en el hospital, o todavía peor, er el depósito de cadáveres, como fue el caso del Machacas... del fuchi... o en el manicomio, como sucedió con el Yuny, un caso por demás rocambolesco

Ese día los muchachos oyeron las dolencias de la madre del Yuny con la cabeza agachada. La mujer se quejaba de haber buscado a su hijo en todas partes, en la comandancia, en la policia judicial, en el hospital, sin resultado alguno; que había ido como quien se hunde poco a poco en un pantano hasta la misma morgue. Estaba desesperada, las ojeras delataban la vigilia de una noche ente¡a.

-No se preocupe, doña, en una de esas la migra lo tiene preso, usté ya sabe como es el Yuny, a ese cada rato le da por brincarse la línea le decían los muchachos sin.atreverse a verla de frente, como si desconñaran de sus propios ojos. como si en sus brillosas membranas se pudiera trasluct la fünesta fosa y su cruz que Ie habían hecho en sus mentes: temian lo peor para el Yuny. Te¡rian razón.

Un día, después de un par de meses, cuando menos se Io esperaban, el Yuny se apareció en el lote. Eran unos quince chicos los que se reunÍan diariamente en este terreno baldío. Allí estaban casi todos. pero sólo unos cuantos nola-ron su presencia: lo veían como si viniese a ellos flotando sobre la misma estela de polvo que dejara a su paso un autobris. Los demás ni cuenta se dieron. Los que no escudriñaban el inhnito, rastreaban embelezados el suelo. Siguieron contemplando sus quimeras bajo un crepúsculo sangriento. EJ Yuny, que los veia furioso, les arrebaló las bolsas con mano enérgica.

Si allá en el cielo ven prodigios y acá en la tiera señales, en verdad os digo: ¡la hora ha llegado, desgraciados, arepentíos y creed en el evangelio! -les dijo el Yuny con la Biblia en las manos, mostrada en alto.

El Chu¡chil, un chico no muy cuerdo, más bien algo perturbado por el vicio- fue el primero que medio se despegó del letargo. Le pidió que se explicara.

-¿Qué chingados trai, ftorzy? ¿Cuál es su verbo? le preguntó.

-Mi verbo es luz, luz verdadera que iJumina a los hombres -replicó el Yuny.

¡Cálmela! ¡Cálmela homyl ¡Aquí en el banio el verbo soy yo! ¡Yo soy el que tira el verbol -replicó indignado el Churchil:

-¡Simón, el Churchil es el del verbol -replicaron en coro todos.

--Si no entendéis Io que digo, es porque sois hijos del Diablo -replicó el Yuny, no menos exasperado.

¡Ahora si, ya se nos quedó arriba este ó¿7rol sentenció el Churchil.

¡Qué! ¿lo bajamos a palos? -se burló uno de ellos.

--¿Pues si digo la verdad, por qué vosotros no me creéis?

Así empezó a hablar el Yuny desde ese día que, en un rincón oscuro del cine California. un enviado de Dios le revelara su elección. Se jactaba que desde entonces, en los ojos vagos de sus amigos, distingue la prisma maligna con la que salpican el cielo limpio de imágenes satánicas escapadas desde las sentinas de sus almas desviadas: deliquio perverso, infernal, y no sublime, divino, como él mismo lo había creido todas aquellas veces que, junto con ellos, había rastreado extasiado Ia bóveda celeste con los ojos en blanco. De ellos decía que sus cuerpos alojaban a la misma Iegión de demonios que lo habían dominado durante años y que el Espíritu Santo los había erorcisado para que su alrna sanara.

-¡Porque sois hijos del Diablo, por eso vosotros no me creéis! -replicaba el Yuny enfurecido cada vez que alguien contestaba su testimonio e intentaba hacerle malamente comprendei que se había "quedado arriba", que la supuesta revelación no habia sido otra cosa que un encuentro fortuito con el Trompas.

Efectivamente, la conversación radical del Yuny había sido el logro involuntario del Trompas, un

jovencito de la calle diecisiete que deambulaba en las calles con el propósito aparente de ganar prosélitos para el "Ejército de salvación". ¡Pobres de aquéllos que no dieran señales de vida cuando el Trompas, con la Bibliabajo el brazo les tocaba a sus casas! Los muchachos de la calle dieciocho lo veían que iba y venía, siempre con su Blólia bajo el brazo, pero nuncajamás se imaginaron que un día sería capaz de poner los pies en [a calle dieciocho, mucho menos en la casa de un vecino, el del Chanate para el colmo de todos- El vecino no buscó responsable más allá de dos pasos, desde el cerco de su casa le düo al Chanate que é[ no quería saber "donde quedó la bolita" que lo que queria era la parte del paÍimonio robado ¡ y ya!

-¡Peine, peine a la calle diecisiete, hasta no dar con esa rata! -blandía el Chanate su enorme, grasiento y desdentado peine para darle mayor enfásis a su proposición.

Como siempre, cada vez que el Chanate expresaba un deseo, a la ocurrencia, el de encontrarse con el Trompas, lo hacía con la cabeza desplomada sobre su pecho desnudo, sobre su virgen tatuada, para que ella fuera testigo de su flaca plegaria.

Pues un buen dia la Virgen de Guadalupe escuchó sus n¡egos, les puso al Trompas en su camino, ¡Nada más que hablar!, su voz mísera habla llegado a los oídos de la virgen ¡pobre de aquel que dtdara, alzara los hombros o tomara aquel hecho como una ordina¡ia vicisitud! Tartamudo, el Chanate era de pocas palabras, especialmente cuando alguien lo contrariaba. El caso es que el encuentro con e1 Trompas se dio más o menos en las siguientes circunstancias:

o a

Ese día, el Frank, un chico excéntrico de Calexico, regresó de Los Ángeles con una gran novedad, le mostró en la palma de la mano cuafo bolitas, una amarilla, una anaranjada, una blanca y una cristalina.

-Oigan esto, nomás se me tallan bien los ojos no se les vayan a quedar cuad¡ados: con un cuarto de un "cristo" que es esta bolita cristalina, se ttan un /r¡p de seis horas. ¿Cómo la vez Chanate? éste es un buen ázssfues, yo las importo y tú las vendes, juntos podriamos hacer de toda esta bola de trogloditas inflabolsas, locos decenles -l Frank, como siempre, se desternillaba de la risa, especialmente cuando se trataba de reírse a costilla de ello"s.

De repente, una contienda limitada a empujones y puntapiés estalló a los pies del Frank. El Frant, asombrado no acababa de entender que sus amigos se disputaban el "cristo" que se le había escapado de la maro mientras se rela. El Yuny logró, con sus largas y diestras piernas, apartar a todos por lo menos un metro de diámetro en rorno a la bolita cristalina que se veía en el suelo. Luego entonces la recogió y se la tomó. Saltó todo alborozado, repetidas veces.

*¡Conmigo se sientan, putos! -les dijo airoso con ademanes soeces.

¿Que el "cristo" lo podía desquiciar?, el Frank exageraba, subestimaba su fuerza mental, decía. La idea de quedarse "arriba" seis horas, sin "bajar" un sólo segundo, lo puso todo eufórico, corrió hasta Ia camioneta, apuró a todos a que lo imitaran, el Frank les había prometido un paseo espacial: "Odisea 2001 del espacio".

Frente a la pantalla, el Yuny lamentaria mucho no haberla devuelto, como el Frank se lo había sugerido prudentemente. Sentía que la sala entera lo espiaba y que con yoz ronca, despiadada, 1o intimidaban a erguirse con cólera y perseverar en el mal. La sala dudaba de su lealtad, pues una nueva y extraña vocación empezaba a aflo¡a¡ en su alma. Con golpes resonantes el martillo del proceso lo llamaba a comparecer ante el tribunal. El Yuny horrorizado, se cojió del Frank, le suplicó que lo ayudara a "bajar" para no tener que comparecer) para no confesar su infidelidad.

El Chanate y los demás, desesperadamente lúcidos, asistían aburridos al desenlace de la odisea espacial. Se sentían ridículos, de pie, clavados en primera línea frente a una inmensa pantalla, espiándose unos a obos, preguntándose a cada minuto si acaso el otro no habia logrado cruzar el umb¡al de la ordinaria realidad. De vez en cuando se quejaban a voces de la charlatanería del Frank. El Frank replicaba indignado, mostraba al Yuny desamparado a punto de desplomarse de pánico a sus pies. Argüía que lo meior se Io había mandado el

Yuny, que una octava parte del "cristo" que ahora lo enloquecí4 hubiese sido suficiente para darle un toque decisivo a la mezcla que les había preparado. Detrás de ellos, a un paso, había un chico que con un cigarrillo en la boca esperaba modestamente entrar al fabuloso mundo de gigantes que se animaba en sus narices. De vez en cuando la tos lo doblegaba, generalmente después de una ruidosa chupa desm esurada.

-¡Chitónl -les llamó la atención a todos. Los muchachos se volvieron exasperados.

-Y este güey, ¿qué anuncia? -se preguntó el Chanate en voz baja.

-Pa'qu.e estrile así, ha de tragr "lo suyo" -aseguó. El Yuny lo observó embebecido. Sus ojos brillaban en la oscuridad, extraordinariamente vivos, maliciosos. "¿Será el ángel maldito, príncipe de la mentira y de la calumnia que me viene a condenar?" se preguntó con el aliento en vilo.

Un grano de luz rebotó e iluminó una cruz grabada en una carátula negra que el extaño llevaba ceñida a la cintura. -¿Será un enviado de Dios que me viene a salvar?" se preguntó enrusiasmado.

El Yuny sabía que las fuerzas del bien le disputaban su alma a las del mal, que el haz de la luz se suspendía perpendicularmente sobre sus cabezas y se desparramaba ante sus ojos en mil colores, era una maravillosa espada de colores divinos que el Dios padre esgrimía desde su trono contra las tinieblas que el infiemo tendía sobre la sala. Al cabo de una breve contienda, Lucifer retiró su manto negro de la sala, despiadadamente destrozado; desde el infierno vomitó una queja horrenda sobre la sala súbitamente iluminada:

- ¡Suelta la pacha: cácarol Sus vasallos, encandilados, invocaron su regreso, orquestaron una furiosa sinfonía, gama de insultos indecibles y chiflidos abyectos.

El Yuny respiró aliviado, convencido de que las fuerzas del bien empezaban a gaaarle la partida a las del mal, empero, sus malditos adeptos, furiosos de veIse unos a otros a la luz, levantaban sus puños y calumnias sobre la cabeza de aquel pobre chico que no podia ser otro que un santo emisario de Dios.

¡ Ése es el Trompas, sobre el Trompas! -vociferaron casi a la una los demonios que rodeabaa a su emisario, enfurecidos de haber perdido una parcela más de infiemo.

Pero, para ta gloria de Dios, su emisario hab¡ía de conjurar la amenaza con Ia pura Biália (la que llevaba grabada una enorme cruz dorada a lo largo de su portada negra). Se la sacó de la cintura como quien desenvaina un arma sagrada y la alzó solemnemente Por encima de todos.

El Yuny cayó de rodillas ante Ia cruz dorada. Orquestados desde el infiemo, los vasallos del Diablo blasfemaban ruidosamente contra la gran oblea blanca consagrada que el enviado de Dios mostraba dentro de una custodia de cobre.

-Agneus Dei qui tollis peccata mund¡, mi§ercre nobis, Agneus Deí qui tollis pecata mundi, donec venias, domine bqlbuceó el enviado de Dios Dicho esto, una paloma extraordinariamente blanca picoteó desde adentro de Ia custodia el viril esferico hasta hacerlo pedazos. Primero sacó su cabecita vivaracha, luego su pecho redondo y sus agitadas alas, al final eran todas sus plumas aterciopeladas las que volaban liberadas del minúsculo receptáculo. El Yuny la veia bajar sobre su cabeza, poco a poco hasta sentir cómo sus patas enjutas le enmarañaban el cabello negro. Con el pico pegado a su oído izquierdo, Ia paloma le decía: ¡Sal de este hombre, te lo ordeno, espíritu impuro!

El Yuny ahogó los ojos en un éxtasis inequívoco Desde el oído derecho, la paloma blanca Ie hizo saber

que si quería liberarse de la fuerza maldita que le envenenaba el alma, tenía que inflar la burbuja de ;aliva negra que ahora se suspendía entre sus labios. Con su aliento y saliva el Yuny acabó la forma de un demonio espantosamente negro, de talla humana. Flotaba acostado, con la lengua bifurcada pegada a sus Iabios sellados. Luego entonces, como un globo, el demonio se desprendió de sus labios y comenzó a elevarse lentamente por encima de las multitudes que lo aclamaban enardecidos. De vez en cuando se detenía y giraba soberbiamente boca abajo. La paloma blanca, graciosamente parada sobre la cabeza del muchacho arrodillado, voló detrás del ídolo maldito y de un picotazo lo reventó. La detonación estremeció la sala entera, la multitud enmudeció, cesaron bruscamente de vitorear al Diablo. Un silencio insoportable se prolongó en segundos, uno, dos, tres, cuatfo...

¡Se está quemando el cine! -gritó el Diablo desde una de sus más aborecibles trincheras.

La paloma blanca revolot€ó airosa a lo la¡go y ancho de toda la sala iluminada, por encima de las tropas del Diablo amontonadas en la angostas puertas de la salida. A ta desbandada, pasando unos por encima de los otros, todos buscaban desalojar la parcela de infiemo reconquistada por el espíritu santo.

La paloma blanca volvió de nuevo a la cabeza del Yuny, todavía arrodillado.

-Si quieres que tu alma sane, todavía falta que tu boca proclame que Jesús es tu señor ledijoaloído derecho.

Y mientras el Yuny loaba con fervor ciego el poder de un Dios tinico, Padre todopodetoso, creador del cielo y de la tierra, su emisario, el Trompas, deÍás del Chanate, a la rezaga, volaba literalmente por encima de las butacas en busca de una puerta que lo salvara de las llamas y del humo que ganaban rápidamente la sa1a.

Al mismo tiempo, hermosas criaturas celícolas, agrupadas en tomo a un fabuloso butafumadeiro suspendido con cadenas de estrellas, soplaban graciosamente alborozadas sobre el incienso y la mirra, y altos dignatarios de la iglesia católica, apostólica y romana, llegaban con hisopos descomunales.bajo el bmzo y rociaban de agua bendita la parcela de infiemo recién conquistada. Dos prelados de musa guinda y mitra admirablemente bordadas de oro, le cubrieron las espaldas con una especie de alba muy ajustada, luego Ie santiguaron con el dedo pulgar [a frente, los ojos, los oídos, los Iabios, el corazón y la espalda.

Eres una nueva creación, vistes como Cristo, por eso llevas este camisón blanco. Ahora etes luz en Cristo, se fiel a la fe de tu bautizo -le dijeron.

La paloma blanca alargó de nuevo el pico y le dijo lo que tenía que hacer para que su nombre fue¡a inscrito en el libro de los vivos y borrado del obituario.

El Yuny le dio la espalda al cerro del Centinela, "altar de crépusculos saagrientos" y corió en busca del sendero recto que lleva al sol naciente. A la luz del alba, el Yuny se intemó dentró en un desierto poblado de cirios boquiabiertos y en donde coyotes y viboras se disputaban feroznente las flacas sombras de los cactos desde que el sol rayaba en el horizonte. Acele¡ó el ritmo sobre la carretera hasta dar con el sendero del sol naciente. Y mientras un sol gigante se levantaba frente a él y enrojeciendo media bóveda celeste, santos y querubines anunciaban la puesta del sol con una /ocal/a sublime. El Yuny cayó de rodillas con la emoción hecha una bola en Ia garganta y a punto de soltar el llanto. Se cubrió la cara con las manos. Ileno de vergüenza. Del cielo cayó una voz:

-Éste es mi cuerpo, ésta es mi sangre, mi luz no somete a los ciegos. los ilumina. abrid los ojos desdichado y bebed, que de tus entrañas pustulosas echaré los gusanos y de tu cuerpo aseado haré un templo. Bienaventufados los muertos que, como tu, osan darle la espalda al mal, al infierno y a sus crépusculos sangrientos, porque de ellos es la vida etema.

a o a

-,Padre, mea culpa de haber animado el cielo con quimeras infemales, no merezco tu llamado

-¡Tropa de hijos pródigos!, he aquí una oveja perdiáa mrís que regresa a mi rebaflo, he aqul un hijo perverso más que welve a la vida. ¡Tropa de hijos pródigos! acercaos todos, salid de vuesÍas celdas, iestejimos, tirad el mantel sobre la mesa, ornadla con ramás de cilantro, manojos de rábanos y cebollas tiemas, tirad las cames maceradas al asador, moled los liijoles, preparad guacamole, que molcajetes y janasiebalsen, aquéllos de chile verde y colorado, éstas de aguas frescas, de cebada, tamarindo, orchata' ¡Tropa de hijos pródigos! rescatados todos de las llamas del infiemo, acercaos a la mesa y servros a discreción.

El Yuny cenó con hombres justos, sobrios de palabra y obra, teólogos empíricos, buzos en áescenso al fondo del alma sin otro equipo más que la lámpara de la especutaciÓn y la escafanfua rígida de la humildad Y la caridad.

De repente una lucha feroz estalla en el otro extremo de la mesa. Todo parecía indicar que se disputaban los restos de una fuente Pero no' nada de

eso. el Yuny podía estax tranquilo, porque aquellos hombres peleaban, efectivamente, pero no por miserias de esa índole. El Chato Reversas con su larguÍsima trenza intentaba estrangular al Pirata

Un sabio le dijo al oído que el Chato Reversas se había dejado crecer los cabellos hasta los tobillos para cumplir con una misión implacablemente justa: ia de acabar con los vanidosos que se resistían a desprenderse totalnente de la ordinaria realidad y con los pusilánimes que se paniqueaban en pleno descensl, al fondo de la reatidad última, indivisible, infinita; en una Palabra, divina

Como todos, e1 Yuny hizo votos de humildad, caridad y pobreza. Su primera demostración la hizo el día que le propusieron una celda tapizada con esponjósas almohadas blancas, en premio al vertiginoso descenso espidtual que experimentó en unos cuantos dias. El gesto. tuvo resonancia ditirámbica dentro de la comunidad de hijos pródigos, rescatados todos de las llamas del infiemo il yriry rectrazO el privilegio con todas las fuerzas de sus largas y diestras piemas. Pena jnútil Como una pelotita de caucho, el Yuny se puso a rebotar dentro ie,u cubo acolchonado 295 veces Aunque al frnal el muchacho se salió con Ia suya. Se las arregló para hacer valer su voto de pobreza: se fugó de su confortable celda, se regresó al mundo de los muertos, allá con los hijos del Diablo, a ta calle dieciocho a conseguL tropas de hijos pródigos'

mí, creaturas malignas, parias seculares' esclavos de deberes pasados! les dijo a su regreso' -Y usté ¿qué medicina anuncia, güey? -se burló el más insolente de todos

-Anuncio la luz del mundo, el reino de un Dios único. En adelante separaos y arrodillaros, condenados, que ya no habrá que pelear, habrá que orar, si en verdad queréis que nuestro señor os encienda, ya no la antorcha celeste que baña de luz el mundo, despreocupaos de eso, sino la vela que os habrá de alumbrar el sendero áspero por el que cada uno de vosotros tendrá que caminar en este valle de lágrimas. Si en verdad queréis conseguir lo que os digo, "amad al señor tu Dios, de todo corazón, con toáa tu alma y con todas tus fuerzas"" ése es el mandamiento que vale más que todos 1os holocaustos y los sacrificios de estas tie[as '

Pero los hijos del Diablo, fieles a su padre, al cerro Centinela y sus crépusculos salgrientos, preferían escudriñai al infinito, rastrear embelezados el suelo, siempre en busca de nuevas quimetas'

-¡Porque sois sordos de espíritu, por eso no me oís... bola de putos! -[e daban ganas de agregar' pero mejor se mordia tos labios antes que pronunciar una grosería.f

EIla es rxr volcán

Javier González*

Fotografía de Rocío Alejandra Villanueva

a Erre, por una noche tan especial como " Ésfa".

I volcán es un rostro incrustado en la faz de la Tierra. yo soy la nube y en ese descanso aéreo admiro sus labios, la firmeza de su cuerpo y el fuego que descansa en el interior de su boca. Desde sus entrañas brotan las palabras, r.uelan como almas sin dueño y en el cielo las veo pasarJ negras, convefiidas en cenizas titubeartes. Cuando estoy sobre su boca, me cubro de esos humos que despide y mis gases se confunden con los suyos, respiro y bebo de su aliento. La miro intensa, larga y profundamente hasta quedarme dormido en sus pupilas, el humo se transforma en un ángel, sus cabellos descansan en su espalda: con una mano etérea, la brisa de la que estoy compuesto, le humedezco las mejillas. Pero ella sólo puede hablar del fuego: puedo sentir otra vez sus palabras, sus

flamearrtes reflexiones, su caminar de piedra y esas insinuaciones deretidas que se escunen desde su ardiente boca hasta los dedos de sus pies. Sueiio despierto como una nube en la mitad del cielo, sobre el infinito de su fuda volcánica me evaporo, redimo su voz y su total esencia de aquellos infiernos que permanecen en su iaterior; "sí", le digo, sin cuestionarla, sin alargar una respuesta. Sus oios palpitan como dos corlvones cubiertos por mantos de piel: sus piírpados. Una luz va persiguiendo al viento y Ia palidez de la Luna es tan brillante como el interio¡ de su boca. Ella es un volcán, es dueña de un hechizo capaz de convertir mi gas en piel de ser humano. capaz de converlir mi lengua en ave, mi ombligo en besria. y micuerpo en grito elemo.

*Ndtd.lot tiju@eñc, ¿rlitotd! Id ¿rlirni.¡l i d¿p. dt¿ntu tjtp¡tú¡ Dtú.tdl.

lastimoso, expuesto inñnidad de veces en un sendero ecoico donde viajan los gemidos celestiales del universo. El eclipse, abrazo (encuentro) que se da entre la noche y el día, es un signo, una señal, un espejo oscuro que imita el momento de nuestra fusión. La noche circula en nuestÍas venas, ella, el volcán, se abre, toda fuego, toda luz cegadora, mi cuerpo es mi ojo y mis ojos son el tacto con el cual recorro la sedosidad de su cuerpo-

El voic¡í,n lleva su nombre, lleva su incendio intemo que prolonga la agonía de quien lo toca. Ella es un volcán, yo soy el viento que la rodea, que se adhiere a ella, que se respira en ella, soy un oxígeno que muere en sus pulmones, una luz inútil, una noche entera soy bajo el encanto luminoso de su erupción. Soy el aire que se dispe¡sa entre su dulce furia, la acaricio desde su inocente rostro hasta la malicia de su cuerpo.

Soy la tierra en la que se mantiene firme, soy la tiera que pisa, la tierra mojada con Iágrimas de fuego, empapada de fugaces suspiros y anhelos permanentes. Ella me recorre, como sangre, circula en mí, nace y muere en ml, despierta y duerme en mí, duele, por todo el cuerpo, arde, se incendia como una sombra en la densidad del paraíso, prende como el centro de una galaxia, toda ella, inñnita. Su prisión es el instante de la erupción de su cuerpo, su libertad es el sempitemo fuego y su sed insaciable nace al desear la tierra derretida, la noche incendiada. Ella no busca una esfella sino el universo entero de la noche.

Los ángeles vuelan desde mi booa y cantan sobre el inmenso cráter del volcán, el insaciable cráter que me deja ver aquellas llamas. Entar en ella es no salir jamás, es decir adiós al infinito, es clavar las uñas en el aire y aferrarse ai vacío. Sus labics son eI beso, su rostro es la caricia, su cuerpo es el oceáno en liamas y su sombra es el sueño que veo todas Ias noches. Ella es un volciín, una mujer asida a mi iengua, una manzana en mi garganta, un demonio enfie mi cuerpo, un grito atrapado en mis ojos, un aleteo en el interior demis oidos. Ella dice mi nombre y su voz hace erupción sobre el cielo abierto, las estrellas se prenden y se apagan como guiños divinos, la voz del ángei cosquillea en el ombligo de Ia noche y la luz de la Luna, como si fuera un ave, se lleva una sombra entre sus garas. Ella se escurre toda, desde su interior de fuego hasta los labios de su cráter, se desliza como un reptil entre mis venas y sonríe, inocente y peligrosa como la Luna, escala las colinas, los cipreses se empapan de furia y cuesta arriba se apresura el tiempo, con el hacha desgaffante de sus manos. Cunde el piánico en 1os cipreses y la colina se desploma como una cascada de tiena.

Soy la nube, otra vez, soy el gas que se transforma en agua. Esta noche mi cuerpo llueve sobre su boca. Enteramente lluevo, precipito, bajo la mancha celestial del cielo, lluevo sobre su cráter, me escurro desde su boca hasta su fuego, me deslizo ente sus rocas. Ella es un volci{L¡r, ella es una historia que Dios no se afevió a escribirjamás.Y

La mariposa vuela entre los autos

La mariposa vuela entre los autos. Es más bella y frágil en su extravío.

2Regresa acaso¡ para reencontrarse con el bosque? Por esta calle que transito pasaba el río.

Hoy es un tubo subterráneo que abastece de agua a los condominios, oficinas y centros comerciales.

Sus colores destellan entre el esmog.

La fatiga y el aire envenenado

le confieren la gracia de la ebriedad. Y luego acontece el milagro: en la antena de mi auto se detiene la mariposa

2Es Chung-Tzu? uno nunca sabe. En la radio Vivaldi toca la primavera.

*Poeta chihuahuense.

Alfredo Espinosa*

En la sangre tu presencia camina conmigo

ya eres otro hueso de mi esqueleto

parte del polvo que dejaré cuando me vaya.

Noé Carrillo Martínez*
aPaeta ti¡uanense, etlitat de la erl¡torial independiente Esp¡na Darsal

Se multiplican mis manos en ti la suma de una caricia es igual a no dividirnos

somos dos que se restan a sí mismos para dejarlo todo como antes en silencio

los cuerpos ya dormidos después de la lucha por saber quién ama a quién.

Sin decir una palabra, sólo observar cómo en el silencio nuestros rostros desaparecen/ porque cuando guardamos nuestra voz es para nombrar las cosas con el alma, dibujarlas con el viento. lmaginar; eso es el silencio imaginación.

Desierto habitado

Fundar esta ciudad fue un error una pésima broma de casi cien años, 2qué clase de hombres y mujeres viajan tan lejos para morir aquí?, 2Qué sentido tiene esta proeza? Aquí gobierna el sol, lo demás es espejismo. Hay algo de exilio en nuestras vidas, algo tenemos de perseguidos, de refugiados, de esclavos.

Procreamos árboles en el desierto para compartir nuestra fatalidad: sed, abandono, nostalgia de lluvia, la noche como tregua.

*Poeta, maestro e invest¡gador cie la facuhad de C¡encias t-lumar)as.

Nuestra pequeña salvación: sus follajes dormidos. Nuestra pequeña salvación: el lapso en que los árboles se infartan.

Mis padres llegaron a esta tierra huyendo de la pobreza. 2Hemos encontrado el bienestar?

zCuál ha sido el precio?

áA quién le cobramos el reembolso?

Aquel día la temperatura alcanzó los 50 grados a la sombra.

Pero sólo recuerdo el desfile de tu cuerpo entre mis manos.

Despedida

(a mi padre, a un mes de su muerte)

El viento mueve, dulce, las palabras que caen, una a una del cálido árbol de tu boca, como hojas que el sol marchitó y al morir disiparon tu voz, sin aliento, con sabor de sal.

Suave el final, dulce el adiós: palabras desprendidas, desvanecidas, en un instante, en la neblina azul de mi tristeza.

Tu boca, suave. Dulce tu voz. Angustiosa, la fría ausencia de tus brazos, perdida entre la bruma, la luna amarga de tu adiós.

*Esc¡¡tora, coordinadora de act¡v¡dades cultu¡ales en la fscuela de ln9enie¡¡a, u^Bg Tecate

AngelinaTang*

Prometeo

Me consumo en otro fuego en la furia de sus alas y en la forma de la roca abajo el mar y el laberinto arriba el ojo del Titán

Si mi rabia los tocara prenda de jabalí serían

Padezco, dios como soy, por obra de dioses

En el principio era la llama y el mar y el aire se encuentran y confunden

El águila vuela la carne siempre sangra Dividida está la herida los seres de un día lo saben:

No quiero a los hombres quiero lo que los devora digo y sueño con el ave

Maricruz Jiménez Flores* § g (, ,ó =

*Estudiante de posgtado en /a fscüe/a Nacional de Artes Plást¡cas, LtNAM, México, D f

fletnas primas

Los huarachitos de Rosita

Belén Adriana LóPezY aldeza (A los 7 años)

Dibujo de Sofla V. Di Bella Murillo (8 años)

cinco años que vivla en un Pueblito cerca del mar. Un dla, al regresar su papá del trabajo, trajo de la ciudad dos regalos, uno para Rosita y otro Para su mamá.

A su mamá le Íajo un Precioso vestido y a Rosita un Par de huarachitos que le gustaron tanto que se los puso enseguida y echó a correr llena de alegrla.

La siguiente mañana se fue a la playa a darse un baño en el mar Y dejó sus huarachitos en la orilla.

Mientras gozaba del sabroso baño en el mar, sin que se diera cuenta, se acercó una ardillita donde estaban sus huarachitos y los tomó entre sus dientes y se echó a correr. Cuando Rosita se dio cuenta de que Ya no estaban sus huarachitos, se Puso a llorar pataleando sobre la arena hasta que decidió ir a buscarlos. Caminó tanto que el cansancio la hizo caer agotada sobre la arena, mientras que sus padres, preocuPados Porque no regtesaba, salieron a buscarla siguiendo sus huellas.

Rosita sólo Pensaba en encont¡ar sus huarachitos. Tenía miedo de regres:r a su casa y ser castigada pol haberlos perdido. De pronto Rosita miró una ardillita que b ncaba entre los árboles en un ranchito cercano. Se acercó y se dio cuenta de que una niña más o menos de su edad, Pero muY humilde, brincaba muy contenta porque estrenaba huanchitos. Rosita sólo agachó su cabecita y sollozando,

con un nudo en la garganta, se decía a si misma: "No puedo quitárselos".

De regreso a casa se encontró con sus padres y les contó lo que sucedió. y la tomaron en sus brazos y llorando junto con ella le dijeron: 'No te preocupes, pequeña hijita. Hiciste muy bien. Mañana te Yamos a comPrar otos huarachitos, pero no llores más".Y

rchula Vitta, Coryoñia

Sección a cargo de Sergio Rommel Alfonso

n"o íntirm.o ante no o ffix[menso

La bufadora

Una mujer y un hombre. Un crimen ya lejano- Un vórtice marino. Con estos tres integrantes, Hugo Salcedo nos propone esta vez, frente a la"coralidad" de gran parte de su obra(Elviaje de los cqntores, Bárbqre Gandiaga, por cttar sólo dos nombres) un drama íntimo, que no intimista: dos seres unidos en el pasado porun amory separados por una muerte que los ha alejado aún más en el espiritu que en el espacio, se dan cita f¡ente a la inmensidad del océano, algo más que testigo de su drama. y acaban emprendiendo nuevaÍrente un cam ino común.

Aqui reside, en nuestra opinión, la primera y estupendamente paradójica característica de esta cautivadora obra: unahistoria que casi nos atreverlamos a defi nirtrivial, un avatar, pese a lamuerte, al fin y al cabo recoleto y familiar (he aquí lo intimo) que se despliegay desarrolla sin embargo fiente a lo inmenso, y aún más, donde este inmenso, encamado en el diabólico vórtice bautizado como La Bufadora, cobraauténtica grandeza y dimensión de protagonista

Huso. Estruhada al 20 de ¡unn ¡lc 1996 ¿k Ll Tedtro ( Ikit, ¿ rsi ¡ari o ¿e Ln \. n a.l¡l.

(acefiadamente puesta en evidencia por el auto¡ al titula¡ la obra).

Este acierto, al mismo tiempo que impide a la intimidad decaer en intimismo, contribuye nopoco a conferir al drama una dimensión humanauniversal y por ende comunicativa, conshuctiva, didáctica y moral (tomando estos mal traídos términos en sus más puras y ahistóricas aceptaciones): dimension universal que es, según confesión del propio autor, cifta y cumbre de todas y cualesquiera de sus obras. De esta ma-

nera, La Bufadoratiene, no menos que las obras de más amplio retpiro del joven dramaturgo mexicano, altura y profundidad auténticamente universales.

Ahora bien, lo que sí distingue, en esta misma dimensión universal. a Ia Bufadora de otras obras salcedianas, es el acento del "mensaje", que aparece aqur más cenrado en el complejo universo de los sentimiento5, en Ia e\lraña dialécticadel amor, más que en la demrncia social, tan presente en las obras ya citadasy en otras (piénsese en,4.resinalo en los parques). Denuncia que no deja por ello de aparecer en La Bufadora. casi como un contraPunto, en un segundoplano que a veces pugnaporsalir a flote: así Ia reiterada referencia de Ia mujer a su pasadd historia carcelaria

SALCEDO,
llotas, reseñas, co0enhriss

con la recurrencia del término "enclerro", o sea, amargamente irónica peromta contra "las leyes" en el precioso monólogo con el que se abre la pieza: "Vaya con las leyes. Hay que aprender a cuidarse de cruza¡ las calles por las esquinas, de no desear a la mujer de tu prójimo, de no robar en Ios supermercados--."

Teniendo como telón de fondo y coltrapunto la supetficial y ruidosa felicidad de Ios turistas que arriban al impresionante paraje costero, se presenta en todo su conhaste la silenciosa historia de infelicidad del hombre y de la mujer, cuyas vidas, tras el drama que pocoapoco su diálogo va descubriendo, han procedido por 'endas- si bien separadas, paralelas en sufrimiento y soledad: la cárcel de ella, el hospital de é1. De la recíproca confesión de los propios fracasos ante la ambivalente presencia de La Bufadora, va surgiendo cuanto más inesperada ¡anlo más fuerte una perspectiya a todas luces inr iable de una nueva h istoria en común. de unanueva felicidad compartida: "Por la playa. Descalzos. Con los zapatos adentro de mi bolsa. Los tuyos y los míos. Muy juntos. Caminando con la arcna entre los dedos. Con el agua salada en los tobillos, como cuando solíamos hacerlo".

Testigo con honores de protagonista. motor de la infelicidad de antaño y miste¡ioso sancionador de la nueva dicha, el tremendo vórtice marino, al principio de la acción caliñcado por la

mujer como 'inf'emal", "del diablo", va no obstante adquiriendo -ahondando en esa ambivalencia antes apurrtadaunas dimensioles y características positivas; "Quienes la llan visto, cuentan que es muy hermosa... Xtabay, la Luna, Alrodi¡a. la Mlrene... Bajo esta ambigüedad denombresesco[desuauténtica naturalezay esencia el fenómeno natural que de foma tan misteriosa como inequívoca va realizando el milagro de devolver la ilusión y la esperanza a los dos corazones desencantados y estériles. Al final de esa silenciosa "comunión" de los dos seres con La Bufadora. solos ante éstay la inmensidad del océano y el cielo ya próximos al crepúsculo, hay una confesión emocionada en boca de la mujer: "Nada tengo contra los rugidos. Olvide los rencores del pasado". El m ilagro se ha cumplido, y el público, no menos sorprendido que los dos prota!:oni5las. sienle sin poderlo deñnir todo el peso y el papei que La Bufadora hatenido en este final que no es más que el principio de una nueva felicidad. Muchas lecturas de tipo metafórico podrán llevarnos muy lejos, y por caminos seguram'ente preñados de cautivadoras reflexiones: ¿no será La Bufadora una concreación simbólica de lo divino, contoda su ca¡ga aun tiempo negativa ypositivasobre lafrágil corteza de Io humano? 'Mas talvezesos mismos caminos no: alejarran dc lo genuinamente teatral para adentramos en Io filosófrco, y la enseñanza salcediana nos parece ir más bien por caminos

vitales, de acción y sentimiento, que por sendas exclusivamente intelectuales. Ya cerrando éstas tal vez demasiado Iargas líneas, permÍtasenos un apunte, en esa misrna línea existencial antes apuntada, sobre el papeijugado por la fantasia en los años del "encierro" padecido por la mujer: el "viajar con la memoria". el invenlar convetsaciones "con las hojas de los átboies", "hacer rodeos y construir imágeres" y, de manera especia[, la ficción de las cartas que imagina recibir del honbre y a las que se dedica a contestar... Todo ello, por confesión explícita de la mujer, fue "la forma" que encontró "para saiir de aquelsitio", "delenciero y de lamugre". Y nótese que no \e c\rá hablando aqtti de Ia mera evasión imaginativa e imaginaria de una realidad hostil, sino de una especie de iniciación, de noviciado a Ia vjda libre ¡r feliz desde el pozo oscuro de la privación de libertad y de felicidad. En este sentido, la labor ilusionada de la fantasía acaba modifi cando Ia misma realidad. pues permite a la mu.icr no sucumbir ante la derolacion que la rodea y pugnarpor salir a la luz. Pues bien, en la descripción emocionada con que la mujer rememora esos ardides de su fantasía, Ilega a encont¡at la escritura teatral de Hugo Salcedo esa encantadora aura poetica que hace acto de presencia en todas y cada una de sus obras, incluso en las más descarnadas, y que suele ser patrimonio exclusivo de sus cautivadores personajes femeninos... Al escucha¡ los ¡ecuerdos conmovedotes de sus mil viajes por los dominios de la fantasÍa y por los precios de la ilusión. lambién crece en nosotros, en vitud de una honda emoción poética, Ia fuerza para luchar contra la realidad que nos aprisiona, esa ambigua y enigmática Bufadora que, paradójicamente, permite a nuestros pies cansados y heridos por las espinas del camino anda¡ "con Ia arena entre los dedos... con el agua salada en los tobillos",juntos por Ia playa de una felicidad reconquistada. Y

Pablo Herrero Hernández

Casi seman¿lmente un grupo de indolentes se aglomera en domicilio común para acribillar los últimos sucesos de la urbe. Asf se gesta una terhrlia. Nos convidamos alrededor de una mesa escuetamente adomada por unos cuantos bocadillos y una gran botella de tequila, misma que irá muriendo según el brlo de nuestras gargantas. Ya sujetos cada cual a susilla, empezamos adesenvainarnuestros clavües poéticos, y entre el bullicio citadino apabullado por el grosor de las paredes y un par de ronrroneos y maullidos soslayados, damos rienda suelta a nuestra verborrea discursiva que concluye, las más de las veces, en algaradas suspendidas por el crepitar de un doritonacho (crack)en la boca de cualquiera de los comenzales, que al verse intemrmpidos, toman la

Estrangulanio

(Presentación de la lectura del Taller de Literatura de la uABc).

Los maderos de San Juan, piden pan y no les dan, piden queso y les dan un hueso, se les atora eñ el pescuezo.

Canción popular

discusión por [a grupa y la prosiguen al garete.

Cuando los efectos del licorse hacen latentes. no falta el poeta que piripi. ensalza, Iisonjea o agrede la escritura del más próximo, desbocando nueyamente en arengas salpicadas por las pobres muestras de erudición quesaltan a la vista con colores llamativos.

Así, podemos empeza¡ a describir a los supuestos:

José Manuel Guerero es el poeta ñesco, el de las imágenes disparatadas, el gunman batiéndose en un duelo de retórica. Escritura que presta oídos a la pasión edípic4 al contexto aburguesado, lugar de desarrollo del poeta y sus demonios.

Martha Verdugo. poetiza de incógnitas, acertijos y expresiones sepias. Poemas de estribillo inconsciente que crean una atmósfera lúgubrepero suave, pero viva. pero lenue. pero solitaria pero sin estar sola. Imágenes de otoño resbalando de laramaal suelo estéril de la hoja en blanco.

Alejandro Sánchez es la expresión profana y lib¡e de la poesía grotesca. Allf se acuchillan pétalos y se deraman néctares sanguinolentos, preciosos ramajes de espinas. Sin duda Alejandro

es el poeta en la descripción de lo indescriptible, desenvolviéndose entre imágenes y metáforas de nimiedad, cinematógrafo de encantos crueles.

Gloria Talamantes es una narrado¡a excelente, de rigores minuciosos y con amplio conocimiento de su arte. Su narativa destella en lo cotidiano, en lo bucólico y campirano donde se manifiesta su hermosísimo ingenio en cuartillas palpitantes de sabor dulzón, que cosquillea el vientre con sus jocosos pasajes, desenvueltos en una escenografi a detallada sabiamente. §o es común que se hable de uno mismo, pero valiéndome de las críticas,

Corazón valiente, una cinta del reconocido actor Mel Gibson, cuya producción y actuación estelar están a su cargo, fue ganadora de varios premios en la entrega de los Óscares. Es una películabasadaen lahistoriade William Wallace, escrita por el escocés Randall Wallace, en donde se ¡elatan hechos verídicos sobre la liberación deEscocia det imperio inglés.

Lahistoria pinta al rey de Inglatena como un tirano y despiadado conquistador. Wallace -plebeyo , lucha junto con unosrebeldesporla liberación de supueblo cuando su corazónrebelde responde al crimen de su amada. En una cruenta lucha, Wallace es traicionado por los propios nobles de su pals, al ser entregado para su muerte al rey de Inglatera, aclamando hasta su último suspiro ¡libertad!

En el reparto aparecen grandes actores como Sophie Marceau, Patrick

retomo la perspectiva que se plantea a mi poética).

Jorge A lvaradoes el poeta hermético y tenue, guardián de las formas tradicionales en imágenes contempo¡áneas, que prestan vida a la soledad. Poeta de la noche que abstracciona lo concreto. al insomnio y su geometria. Asi se incendia en descripción minuciosa los malaba¡es de estos saltimbanquis que han caído "in servitü di parole" y sus amargas veladas que se extinguen con lanoche enprecisión. Al rasgar la manecilla lamediamadrugada, y al ir cayendo uno a uno en el sopor de un suave sueño como rocío resbalando

Corazón

Valiente

de pétalos, aparejamos; rumbo a la puefa empezamos a preparar la próxima lerrulia. siempre prometiendo un mejor licor y sracis más suculentos (aunque al fin y al cabo sólo sean mentias). De tal forma, que desde el auto todos nos decimos adiós ente risas y versillos mal plagiados, despidiéndonos de la junta, de la noche, de [a fantasla que es el perímetro de la literatura, y de la única cosa que posee vida nocturna: la ciudad. Y

McGoohan y Catherine Mccormack. Conforme la trama se desarrolla se puede percibir el toque de comicidad ya reconocido de Gibson, el cual hace que lo trágico y sangdento no sea captado tan burdamente por el espect¿dor.

Mel Gibson logra transmitir con espacios muy bien ambientados a una Escocia real del sigto xn; mucho se debe a la aluda del director de folografla John Toll; suspaisajes, historias y excelentes actuacioneshacen de estapelícula una verdadera joya cinematográfica, cuyo contenido y aparente realidad escénica logran captar la atención de los espectadores, Sin lanecesidad de ser cinéfilo, sólo contando con la sensibilidad de un ser humano, se reconoce la calidad de esta cinta digna de verse. Y

Jorge Alvarado
Diana L. Yáñez

Son varias las lecturas que [a novela Demasiado qmor de Sara Sefchovich nos permite. Es en primer lugar un recuento exhausto de la geografía flsica y cultural del México de nuestros días. En un itinerario repleto de olores y sabores, la autora nos hace descubrir México através de la mtada cargada de ingenuidad y simpatía de Beafiz, la protagonista. Pero es también, fundamentalmente una historia de amor y desamor. Del deseo disfrazado de ternura, locura y amor, de la obsesión por agotar "todas las posibilidades", "todos los excesos" y finalmente, arribar al desencanto y concluir que "ya no quedaban lugaresque visitar, niposturas en el amor por inventar, ni palabras por pronunciar y que el gran amor es imposible de soportar. Porque no se le puede permitir que s€ muestre indigno de los espléndidos sueños que se forjan para é1. Porque no se le puede permitir que caiga en la rutina, en la costumbre" (p. l8a).

Dernasíado aÍnor

Sill.t S(il(llovicl l'. I . ,, tsá.,ár ¡aánt i i , r ;;{$ff+-1, *i[ )

SEFCHOVICH, Sara, Premio Asusliñ Yafrez, México, D.F., 1990. Aguslílr \'áñez

Sefchovich, con unaprosa impecable y ágil, retoma eltema de laimposibilidad del amor, para obtener como resultado "un logro literario, un relato que fluye y regocija" (Carlos Monsiváis). "Una descriptiva geográfi ca espléndidamente matizada" (José Agustín).

La protagonista ignora -y en esto está su condena- que el mayor peligro para el amor se encuentra en el amor mismo, como bien lo escribió Anais Nin en la rtovela Corqzón cuqrteado.

"Todos los peligros... los peligros para el amor venían, o eso creían ellos y lo creen todos los amantes, de afue¡a del mundo y jamás hubieran sospechado que la simiente de la muerte del amor pudiese hallarse en ellos mismos".

En una tercera vía de lectura, Denasiado amor narra las circunstancias en que Beatriz asume la prostitución de una manera fácil de ganar dinero hasta una evocación de vida: "ya está visto que a mí me gusta este trabajo y que no lo hago sólo por el billete" (p. 166), dice. En esto, la autora no hace concesiones a su oficio de socióloga. No hay lugar en la novela para discursos cientificistas sobre las razones, porque algunas mujeres encuentran en ser "trabajadoras del sexo su proyecto de vida".

Premio Agustín Yaiez 1990 Demasiado amor es una novela para reenconüar el gozo intenso de la lectura. Y

Sergio Rommel Alfonso Guzman

Esto no es una salid¡t: post cards de ocio y odio de Rafael Saavedra, constituye una apuesta (probablemente accidental) por reflejar los procesos cotidianos de vida de la generación de jóvenes más jóvenes, aquéllos para quienes Tlatelolco 68 y los Beatles son solamente piezas en la museografia anímica de sus hermanos mayores.

Pa¡a "The atari generation" a los "Plastic babies sin ilusión" (como los llamaSaavedra) eltiempo de los discursos y los contradiscursos ha terminado. Muy atrás dejaron el idealismo sesentero con su cuotadiariade crisis existenciales y utopias mañaneras. A jenos a cualquier bandera o ideología se asumen apáticos, cansados de vivir y aburridos. "Jamás quisimos ser héroes y nunca lo fuimos" sentencia.

"Soy tan desapasionado con las cosas que quiero, que no me importa si realmente laspierdo o las conservo", señala uno de los personajes. Al ñn, da lo mismo sentir algo más fuerte que el amor por una chava y luego perderla para siempre por escribirle "puta" con un plumón rojo en su camisa blanca.

Esto n0 es afia salida

SAAVEDRA, Rafael, Editor;al Espina dorsal, Tijuana,8.C., 1995

Aliviar el mal de amores con tequila y mariachi; además de ridiculo resulta caro; con el "Fantomas semanal y unos churritos con mucho chile" basta. Pam estanueva generación, la madre de todas las culturas del Mrv y la vcR, se reconocen admtadores de los Chemical Brothers y diestros en el manejo de la computadora. los libros los lienen sin cuidado pero se vuelven adictos a los fanzines.

Cristo -en el mejor de los casos no es más queun pacheco madreado al que

hay que instruf "sobre política, deportes, moda, sexualidad, cultura, sueños, carteles, videos, guerras y deberes".

"Yo que desde hace tiempo le he diagnosticado el cero positivo a la literatura, -€scribió Guillermo J. Fandellihe encontrado en los relatos de Rafael Saavedra una buena dosis para clavarme en las venas una ironía propia del exiliado que parece estar en todas partes pero siempre está lejos de todo, del adicto a la sobredosis de símbolos y signos, una ironía que por momentos se vuelve compasión y que vahaciendo de sus personajes un montón de huérfanos cuyo origen y destino ya no está en ninguna parte".

Literatura ajena a los mausoleos y las mafias. Escritapara los círculos muy especificos. Extraña a Ios academicismos eruditos y ampulosos. Las pos, cards de ocioy odio de Rafael Saavedra son verdaderas notas de tránsito, invitaciones a recorrer atoda velocidad el freeway d,e la experiencia humana.Y

Es¡o naes ñú sdl¡¿ü ?ü.\t cuflk dc otio r odio-

ZIMNERMAN, Fred

y Emilia Gómez Muri€l, Méxiso, t934

El 14 de agosto de 1 896, se efectuó en nuestro pais, la primera función pública del recién inventado cinematógrafo de los he¡manos Lumiére.

Gabriel Vayre y Claude Ferdinand Bemard fueron enviados de Francia a México, por Auguste y Luis Lumiére para promocionar su invento. El 6 de agosto de 1896 ofrecieron una función privada a Porfirio Díaz y su familia, también fue don Porfi¡io la primera estrella del cine nacional, ya que las primeras escenas filmadas en México se avocaron aretratarsu figura, yafuera entrando a pie al castillo de Chapultepec o paseando a caballo.

Este idilio enÍe el cinemalógralo ) el poder perduraría muchos años. En 1904, Carlos Mongrad ftlma Hermosos cuqdros sobre episodios nqcionales

Redes

donde la cámara transita de la vida cotidiana a Iahistoria oficial de los héroes y acontecimientos de la patria. Sin embargo, estatónicacambia drásticamente durante elgobiemo de Lázaro Cárdenas. En 1934, Fred Zinnerman y EmiliaGómez Muriel filman una yerdadela obra maestra del cine mexicalo: Redes. Redes narra el conflicto desatado entre unos pescadores veracn¡zanos y sus explotadores. El filme evidencia la opres ión inj usta a que estos trabajadores y sus familias son sometidos. "Todos sabemos sentenciael protagon ista- q ue no esjusto, pero debemos saber que no es jnevitable" y concluye contundente ''la pobreza no es ley de la na¡uraleza. ni ley de Dios".

Varios son los elementos que hacen de este trabaio una verdadera joya cine-

matográfica: una bella e incisiva fotografÍa que consagra de manera obsesir a los detalles: el brazo tensado del pescador, su camisa rota, las escamas maltrechas del pescado. Actuaciones de gran realismo, puesto que todos los personajes son lugareños, actores improvisados, con excepción del que hace el papel del acaparador; y música de gran intensidad y dramatismo escrita ex profeso para el lllme por el compositor Silvestre Rel.ueltas.

Sin embargo, rRede,§ no ha sido valorada suficientemente como una de las grandes cintas del periodo cardenista. probablemente el éxifo de Vámonos con Pancho Villo (1935) Allá en el rancho grande (1936) la opacaron o probablemente, su decidida orientación i4quierdista le generó un buen número de dehactores. Si esto último ocuffió, bien tuvo razón Henry Miller al escribir que el cine "más que cualquier otra forma an Íslica. se ha con r en ido en una industria controlada, en una dictadura en la que se domina y silencia al artista'Y

Carta a Víaton )Espinoza

Vanne

a pnopésito de su libro fu[iradas y qwerencías

Miratlas

Recibí con alegria el ejemplar de tu libto Miradqs y querencias q\e ta¡ amablemente me hiciste llegar. Lo leí emocionado y a la expectativa, y es que a pesar de nuestras diferencias generacionales (tu terminaste la universidad cuando yo apenas la secundaria) y geográficas (ni vivías al este y yo al oeste de la tienda "El Piri"), también es mía la necesidad de explicarme este pueblo al que pertenezco y me pertenece, este "ombligo del universo" (como escribió Reynaldo Vázquez) al que asediamos y el cual nos asedia cotidianamente.

"Los Vikingos del callejón Madero" me pareció un texto excesivamente circunscrito al barrio y ta pandilla, lo que dificulta una lectura intelegible a quienes no formaron parte de ese club de adolescencia. Sin embargo, como ejercicio memorístico, recupera personajes y anécdotas, que forman parte de este Tecate imaginario, va como ejemplo, el inigualable don Vica¡io.

"De Jóvenes imberbes", bien puede ser el prefacio a la microhisto¡ia de Ia secundaria Madero, texto autobiográfico, casi confesional, donde lo cotidiano asume su dimensión justa. Homenaje entrelíneasaunaescuelapor la que muchos pasamos y dejamos nuestro nombre grabado en la paleta de sus mesabancos.

"UABC 1976 - 1980, ejercicio de memoria generacional". más que la crónica de tus años universitarios, es una reflexión profunda y aguda sobre Ia irrupción de una generación intelectual en Baja Califomia, a la que el escritor mexicalense Gab¡iel Trujillo Muñozha denominado como la "generación de la ruptura'.

Bienescribes que "la nuestra fue una generación empeñada en superar las desventajas intelectuales de la vida provinciana" (p. 42). Yo añadiría, que también fu e una generación empecinada en elretomo, aunque algunos se fueron, la mayoría, inemediablemente, empacaron de regreso al temrño.

Por razones de localismo in¡ransigente, fuerontres las crónicas anteriores las que disfruté más ampliamente. Sin embargo, tu ejercicio de observación participante "Pasaporte no lo tengo porque nunca me lo han dado", me pareció un texto que viene a enriquecer eldebate sobre lacuestión migratoria, a trayés de una visión más personal y por lo tanto más humana de un tema, que además de números y cifias se refiere en primer término a hombres y mujeres de came y hueso.

Finalmente la sección sobre España confirma tus dotes de profeta. Probablemente fuiste de los primeros en señalar la ola xenofóbica que se dejaba

Mnadú ) ttu¿t¿hciosESPINOZA, Víctor Aletandro, Instituto de Culturá de B.C. Mexicali, B.C., 1995.

venir sobre Europa. Hoy desafortunadamente en crecimiento dramático, atentando cont¡a los principios más elementales de convivencia humana, abriendo heridas que ilusamente muchos crelmos ya estaban cerrados para siempre.

Si et La procesión lavier Villarreal realiza el viaje mítico Monterrey-Tecate: ct Mirqdas y querencias , desempacas el baúl de recuerdos y vivencias. para tratar de explica(e este hueco lleno de palabras" (Marco Morales) que es Tecate.

En tu intento das luz a muchos de nosoros para leer nuesEo pasado.

Un abrazo afectuosol Y

wT01 AtEJ{Jl0fr 0 $Bl10A yAUt

Los niños prohibidos, pieza negra en tres cuadros, de Jesús GonzálezDávila, puesta en escena por el Taller de Teatro del Cent¡o de Extensión UniversitariaTecate, bajo la dirección de Femando RodrlguezRojero, permite por lo menos dos lecturas, aparentemente contradictorias, sobre [a violencia contra los niños. Porun lado, documentalarealidad terrible del ejercicio cotidiano del poder sobre y contra los niños, de parte de sus padres, tutores o adultos en general, síntoma fehaciente de la descomposición de las estructuras sociales en est€ hn de siglo, aunque no exclusivo de é1, ya que el abuso de los niños ha sido compañero permanenle de la especie humanal desde Abraham extendiendo el cuchillo para sacrificar a Isaac, su hijo, en obediencia aun dios iracundo y absurdo; o Aristót€les enseñando que "un hijo y un esclavo son propiedad de uno, y nada que uno haga con sus propiedades puede ser injusto". El a ículo "El niño maltratado: una aproximación a su estudio" de Claudia González Jiménez, publicado en el número l0 de la revista Semillero, abunda en datos sobre este fenómeno desconcertante.

Por otro lado, González Dávila levanta una interrogante sobre la pretendida inocencia de los niños, puesta a laluz en nuest¡os días por Mario Vargas

llos niños protai'hidos

A usted parece que se le olvidó ,ni hohlbrc y sólo me dice tonta, tonta

Una niña.

Llosa en la novela Elo§o de la madrastra, donde los niffos son seres crueles que bajo la máscara de inocencia y dulzura, encierran su verdadero rostro de manipuladores de lasreglas deljuego, trampa en la cual sistemáticamente caemos los adultos.

El primer cuadro abo¡da el tema de las mentúas de los niños y la impaciencia adulta hacia ellos. Pero la mentira infantil no es como en los adultos, un intento de tergiversar la realidad para obtener un beneficio, sino de tratar de hacerla más congruente con la vivencia intema. Los "fantasmas" y "tiburones en la bañera", no son en los niños dislocaciones de la verdad, sino procedimientos para hacer posible la

existencia. Ante esta recodificación de la realidad, Ios adultos reaccionan con violencia, nadie debe atentar contra su visión, la única visión verdadera y aceptable del mundo.

El segundo cuadro, se desanolla en una institución psiquiátrica, donde enfermera y en lermaj u egan un b inom io dramático, que pone en evidencia por un lado las contradicciones que entrañan las instituciones totales. donde el discurso clínico hace estallar al paciente hasta reductlo en el diagnóstico y por otro, la lucha de poder entre adulto y niño, donde ambos son víctimas y verdugos a la vez, desembocando inevitablemente a la violencia.

"La violencia surge en el momento en que el diálogo llega a ser imposible" escribió L. Casamayor t Los niños prohibidos de Jesús González Dávila ponen de manihesto la imposibilidad del encuentro entre niños y adultos en una sociedadmarcada por las fracturas. Con las acruaciones de Isaac Medina, Agustín Morgan, Celeste Weber y Cinthia Gastélum. Fernando Rodrieuez reafirma el papel preponderante que juegaen ladramaturgia bajacalifomiana, de "Esta patria tan maltrecha, tan fustigada... tanta pasión dilapidada" (Gustavo Mendoza González). Y

S.R.A

Para Gabriel Trujillo Muñoz -al igual que a Poe la poesia no ha sido un propósito sino unapasión. Pasión que lo ha agobiado y asediado prácticamente todos los días de su vida, de la cual los libros Percepciones, Moridero, Tras el espejismo, Mandrágora, Atisbos, A plena luz y más rccienfementg Don de Lertgtas (PremioE,statal de Poesía I 994) son un ejemplo.

Donde lenguasestn libro donde "la palabra despliega sus poderes", porque al igual que en el fenómeno místicoreligioso de la glosolalia o el hablar en lenguas, la poesía es lenguaje que trasciende al lenguaje, dejando atrás a aquel que sóloporconvención seguimos llamando a su autor:

las palabras gotean hasta aquí hasta estas líneas

¿Cuál conjuro las hizo posíbles?

¡Quún las invocó sin que yo he

Si en laglosolalia, "Bajo la influencia de una emoción inlensa. por lo común de carácter religioso, individuos hasta entonces de apariencianormal, comien-

Don de nengwas

TRUJTLLO, Gabrie], Premio Estatal de Poesia 1994. l¡stiluto de Crltura- M€xicali. 1995.

zan a pronunciar, en una lenguaextraña, discursos inflamados" (Anibal Ponce) la poesia, que no se queda atrás, "es un resucilar a los muertos / es un devolver vida a la vida/ es una apuesta a favor de lo que somos / un as bajo la manga". Declaración y definición de fé, testi monio ineludible de un hombreposeído por el lenguaje.

Además de su poetica. Gabriel Truj illo nos dejaentrever en este libro, aquéllos temas que son recurrentes en su literatura, "estos versos de arena y viento", escribió en la dedicatoria del ejemplar que me hizo llegar, pero no es unicamente el desierto (presencia permanente y definitoria en su quehacer poético) quien se deja mirar en estas páginas, también están el acontecer clclico, la luz, el asombro cotidiano, el

desencanto del amor, el mar y en la sección "Diálogo de los tiempos" el discurso dolido e incisivo sobre elpoder y sus excesos:

No quiero líderes que m¡efitah Noquiero fiesías en automóviles de luio No quiero hombre de negocios Que vendan al país

Como si ésteíuera una putd

Pero más allá de los desencantos de este fin de milenio, del cual Trujillo Muñozes un testigo lúcido, lapoesía es un lenguaje incendiario, un "alfabeto de sllabas quemantes", fuga o acaso único paraíso posible, negación de la muerte y apuesta por Ia vida, registro cotidiano de desgarraduras y colapsos, don de lenguas que multiplica los sentidos; agua, viento, fu ego...Vehículo para el espiriru. estrategia para consrru ir una pedagogía de la esperanza.

Pero nosoÍros cont¡nuamos (Qué otra cosa nos queda por hacer, Qué otra cosa podemos hacer) I

GABRIELTRUJILLo MUÑoz

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pu licar

Yubat

La revista Yubai, del área de humanidades, es una publicación trimestral de laUniversidad Autónoma de Baja California, destinada a establecer un puente de comunicación entre la comunidad artística y cultural de la universidad y el público en general.

Los artículos propuestos serán evaluados por especialistas, a través del Comité Editorial de la revista, y deberán tener las siguientes caracterf sticas:

1. Todo artículo debe ser inédito.

2. La extensión debe ser enÍe seis y quince cuartillas a máquina, escritas a doble espacio. Si se tiene una colaboración más extensa podría publicarse en dos partes. Envíe su artlculo por duplicado.

a) En el caso de colaborar con poesía, si el poema es muy extenso pueden enyiar un fiagmento que no exceda de dos cuartillas. Si su envío consta de más de tres poemas, todos serin tomados en cuenta para publicaciones posteriores de la revista, pero sólo tres podrán publicarse en un número.

b) Si se trata denovela, envíe fragmentos autónomos (que no excedan de 15 cuartillas), que puedan leerse como independientes.

c) Igualmente si se trata de cuento, que su extensión sea de 15 cuartillas como máximo.

3. Para la edición de yubai, cofitamos con el programa Page Maker, por lo cual, si usted tabaja en computadora, le pedimos nos envíe su colaboración grabada en ASCII y acompañada de dos impresiones.

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estrictamente necesarios, ya que eso entorpece la lectura y cansa al lector.

6. En caso de ariotar la referencia del artículo, ésta deberá indicarse con un superíndice, iume¡ado en orden creciente conforme se citen en el texto.

7. La bibliografía deberá citarse de la siguiente manera: GARCÍA Diego, lavíer, Esteban Cantú y la revolución c ons t ítuc ional ¡s ta en el Distrito Norte de la Baja California, mecanografiado inédito, pp. 6, 10, I 1, 15.

SBNiTEZ, Fematdo, El libro de los desastres. México, Era, 1988, p. 35.

MORENOMena, José A. "Los niñosjomaleros agrícolas: un futuro incierto'', Semillero de ideas, núm. 3. junioagosto, 1993.

8. En relación con lostítulos es preferible seleccionar uno corto y que sea accesible y atractivo para todos los lectores. Considere que un buen títuloy el uso de subtítulos constituyen una forma infalible de captar [a atención del lector. El comité técnico-editorial de Yubai se tomará la libertad de sugerir al autor cambios en el título del artículo y adecuaciones en su formato cuando lo considere necesario.

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1 1. Los artículos que se proponen para su publicación debenenviarse al editor responsable delzóaio a la coordinación general de la Revísta Universitaria et el sótano norte del edificio de Rectoría, Av. Obregón y Julián Carrillo, s/n. Tel. 54-22-00, ext. 3274 y 3276, en Mexicali, B.C.

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Baja California: Nuestra historia

(coedición SEP-UABC)

Del Grijalva al Colorolo.

Recaerdos y vivencias de un polítiro

Milton Castellanos Evemrdo

Al escribir Del Grijaba al Colorado, su autor, Milton Castellanos Everardo, nana sus experiencias dentro de la política en su estado natal {hiapas- y en el que ha sido durante los últimos cuarenta años su lugar de residencia: Baja Califomia.

ln frontera ni¡ionnl dominica en Baja Caüfornia

Peveril Meigs, III.

Peveril Meigs aporta en este libro un caudal de información de primera mano. Sus pesquisas documentales Ias realizó sobre todo en archivos de Califomia donde se conseruaron no pocos testimonios pertinontes.

Historia de la coloniución de la Baja Caüfornin y decreto del l0 ile mano de 1857

Ulises Uóano Lassépas

Este libro trata sobre las cuestiones de tenencia de la tieffa en la región, desde la época prehispánica hasta mediados del siglo xrx, cuando fue escrito.

Apuntes de un viaje por los tlos océanos, el inteiar de América y ile una guenocivil en el norte ile k Baja Calitomia

Herry J. A. Alric

Este lib¡o es una amena descripción de algunas de las experiencias del pa&e Henry J. A. Alric, en laregión fronteriza de Baja Califomia, a la que por lejana y casi desconocida, se le llamaba La Frontera.

Ma¡ Roxo de Corth, Biografín ile an golto Fernando Jo¡dán

Incansable navegante enamorado de la península de Baja Califomia, Femando Jordán y Pilo, su fiel amigo, a bordo de una pequeña embarcación reconieron la costa peninsula¡ del golfo de Califomia, descubriendo sus islas, bahías, poblaciones y riquezas naturales y humanas.

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Diuuhs0rg

Pelo de cochi (l):

Una alga manna de importancia económica

Raúl Aguilar Rosas, Luis Aguilar Rosas, Carlos Gutiérrez Villáseñor

Y los Fluidos FlLryen

Ricardo §alvador Castro Méndez

Miguel Angel Milanez Santillán

Herbario scN{sx

Norma Herrera

La langosta. ¿lSabia usted que,..?

Daniel Ortiz Viveros, Antonio Silva Loera, Mario Roberto Rama de Villanueva

Lo cognoscitivo del cerebelo Alfredo Padilla López

Octubre-diciembre de 1996

§enú$at|

Yo voto... ¿Yo elijo?

Enrique Priego Mendoza

"Ciudadanización" ¿Qué es eso?

Javier Pereda Ayala, Luis Irineo Romero

Democracia y seguridad: Una relación entre el pueblo y gobierrro

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Una mirada a 1as prisiones

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La memoria sí... de memoria no Gloria Tripp de Mancillas

La función social de los medios y foros populares

JaYier Esteinou Madrid

Resumen histórico de las matemáticas

Selene Solorza

Día Mundial del Medio Ambiente Secciones

Cápsulas. Preguntas a la ciencia, Pasatiempos

Suplemento infantil )asis 29

Economía, deuda externa y crisis sexenales

Martín A. Ramírez Urqüdy

Innovación tecnológica y desarrollo sociocultural

Miguel Ángel Romero Miranda, Juan Manuel Medina L6pez

La reforma al27 Su repercirsión en las agroasociaciones de paja Cali fornia José Zavala Alvarez

Ley de inversión extranjera de 1993

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Empresas comercializadoras a través del sistema multinivel

Jorge Bust¿¡mante Montejo, Jorge A. Moreno Catellanos

Privaüaciones: ¿Dónde están los beneficios?

Roberto Yalero Berrospe, Guadalupe Villaseñor A.

¿Tendrá éxito mi empresa?

Juan Lorenzo Estrada Calderón

Utilidades: Heramientas administrativas para su planeación

Responsabilidad, protección y mejoramiento del medio

Prudencio RodrÍgtez Díaz, ' Leonor Maldonado Meza

Existencia del de¡echo social Aúiora Lacavex Berumen

Notas

Yubai',.

l,a Btfodora. Una colversaciór'r a dos tiempos Sergio Rommel Alfonso Guzmán

Rumbo a la puesta en esceta de La Bufadora Virginia Hernández

La. Bufadora

Hugo Salcedo

La fragmentación y la luz, e1 universo del cuelpo

Maricruz Jiménez Flores

Afluencias

Rafael Arriaga, Javier González

Manantial de voces

Alfredo Espinoza, Noé Carrillo Martínez, Fernando Vizcarra, Angelina Tang, Maricruz Jiménez Flores.

Letuas primas

Belén Adriana López Yaldez

Cauces: Notas. reseñas y coment¿rrios

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