Mayo - Junio de 2010
Utopol!s
Bioy Casares
Fantástico Fantástico
Cuento
“La mujer congelada” de Adolfo
Mazariegos
H. Müller Muller Nobel 2009
2010- 0506- 0001 RU-2010-0506-0001
ROGELIO ROGELIO Una vida de letras
SALAZAR
EJEMPLAR GRATUITO - PRECIO NORMAL: GUATEMALA Q15.00 - ESTADOS UNIDOS Y OTROS PAISES US$2.50
REVISTA LITERARIA
AÑO I, No. 0001
SUMARIO
Edición: Mayo - Junio de 2010
Utopol!s
Donde las Utopías se vuelven realidad...
Müller 01 Herta Premio Nobel de Literatura 2009
Consejo Editorial Adolfo Mazariegos Director General y Presidente del Consejo Editorial Dennis Colindres Director Ejecutivo y Comercial Christian Salvador Investigación Literaria
Rey Rosa 01 Rodrigo Grandes letras centroamericanas
Salazar 02 Rogelio Una charla con el autor de “Legajo Anudado”
Bioy Casares
05 “La invención de Morel”
Una de las más reconocidas novelas de la literatura fantástica
Jaime Gonzáles Valeria Muñoz Redacción Marcela Benitez Distribución y Suscripciones Luis Fernando Ruiz Mercadeo - Ventas Utopolis Revista Literaria, es una publicación de UTOPOLIS EDICIONES de Guatemala. Publicación bimestral. Todos los derechos reservados. All rights reserved. ©Utopolis Ediciones. Guatemala, 2010.
Utopolis Apartado Postal 142-F Edificio Géminis 10, Zona 10 Guatemala, Guatemala, 01010 E-Mail: revista.utopolis@gmail.com www.utopolis.blog.com
Adolfo Mazariegos
07 Cuento:
“La mujer congelada”
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Utopol!s Herta Müller ...Y su polémico Premio Nobel Herta Müller es de nacionalidad alemana pero de origen rumano (Nitzkydorf 1953). Estudió literatura rumana y alemana en la Universidad del Oeste de Timisoara, formando, desde entonces, parte de un grupo de escritores defensores de la libertad de expresión en el régimen del dictador Ceaucescu. En sus inicios, se ganó la vida como traductora, dando clases de alemán y trabajando en distintas escuelas parvularias. En 1987 se exilia en Berlín, donde comienza una carrera como profesora invitada en varias universidades y como residente en la Universidad de Berlín. Actualmente es miembro de la Academia Alemana de la Lengua y Literatura. En América Latina, sin duda, recién se le empieza a conocer —y con toda seguridad un resultado de haber sido galardonada con el Premio Nobel de Literatura 2009—, caso contrario, es muy probable que sus libros poco o nada se venderían en nuestros países, y no porque fueran malos ni mucho menos, sino porque sencillamente no habrían venido. Algo similar ocurrió incluso en España cuando se supo la noticia de la concesión del Nobel a Müller. En España, no obstante la cercanía continental con Alemania, al preguntarle a los dependientes de algunas librerías sobre las obras de la recién nombrada Premio Nobel, decían conocer sólo algunas, mismas que, en la mayoría de los casos, tampoco se encontraban disponibles. Eso ha dejado de ocurrir en cierta medida hoy día. Ahora Herta Müller es muy conocida en España y en otros países de tradición literaria, no así en países como los centroamericanos, donde apenas empiezan a conocerse algunos de sus libros traducidos al castellano. Algunos de ellos son: “En tierras bajas”; “El hombre es un gran faisán en el mundo”; “La piel del zorro” y “La bestia del corazón”.
Las únicas obras de Herta Müller, traducidas al castellano.
GRANDES LETRAS DE CENTROAMÉRICA
Rodrigo Rey Rosa (Guatemala) En la actualidad es uno de los autores latinoamericanos de mayor prestigio a nivel internacional. Catalogado por la crítica especializada como el maestro de la novela corta. Vivió en New York, donde, además de escribir estudió cinematografía. Luego se trasladó a la ciudad de Tanger en Marruecos, donde hizo estupenda mancuerna literaria con Paul Bowles. Actualmente radica nuevamente en la ciudad de Guatemala. Sus obras pueden encontrarse hoy día traducidas a diferentes idiomas; entre ellas se cuentan: “El material humano” (Anagrama, 2009); “Caballeriza” (Seix Barral, 2006) y “El tren a Travancore, cartas indias” (Mondadori, 2001). .www.utopolis.blog.com
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Utopol!s Una charla con
Rogelio Salazar Siempre es un placer conversar con alguien cuya charla resulta amena y por demás interesante. Recientemente Utopolis conversó con el escritor guatemalteco Rogelio Salazar, autor de la novela “Legajo Anudado”, obra ganadora del Premio Monteforte Toledo 2006. En la actualidad, Salazar es el director del Instituto de Investigaciones Políticas y Sociales de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala. En un espacio que amablemente hizo para atendernos, aprovechamos para hacerle algunas preguntas. UTOPOLIS: Normalmente se diría que es común
preguntarle a un profesional de una disciplina determinada, cómo fue que se inició en la profesión a la cual se dedica —aunque la pregunta pueda parecer trillada—, no obstante, en su caso resulta interesante formular la pregunta, dado que usted, además de ser un escritor de mucho éxito, es también un profesional de las ciencias sociales. ¿Cómo logra concatenar una cosa con la otra. O mantiene distancia entre ambas disciplinas? ROGELIO SALAZAR: La pregunta en realidad contiene dos indagaciones; en relación a la primera creo que el deseo de escribir me surgió de la lectura, llevo muchos años leyendo e insistiendo de forma cada vez más obsesiva en la lectura y supongo que ese hábito de algún modo, que no termina de estar claro, va imponiendo el de la escritura; en relación a la segunda, puedo decir
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que me resisto y rehúyo ser profesional en algo, porque me parece más noble hacer algo por el gusto de hacerlo que por el gusto en la profesionalidad, éste me puede ayudar a ser puntual o a vestirme adecuadamente —por ejemplo—, pero no a hacer algo bien y desde dentro; y por último, procuro no separar a la literatura y a las ciencias sociales porque, según yo, ambas tienen en el fondo una estructura que me atrevo a llamar narrativa y, por lo tanto una expresión que para ambas es lenguaje. Utopolis: Cuando a un autor se le concede un premio tan importante como el Monteforte Toledo de Novela, es normal escuchar comentarios del jurado calificador acerca de las razones por las cuales se eligió determinada obra para la concesión del premio, pero muy pocas veces se le pregunta al autor porqué escribió la novela premiada, es decir, no desde una perspectiva puramente literaria, sino más bien, desde la perspectiva del contenido de la misma. ¿Cuál fue su caso al escribir “Legajo Anudado”? ROGELIO SALAZAR: Por un lado me interesó
escribir una novela de formación, lo que los alemanes llaman bildungroman, es decir, tratar de narrar el proceso por el que transita la vía que lleva a alguien a convertirse en un hombre, dicho así tal vez suena como algo fácil o como poca cosa, pero ciertamente no lo es; y me interesó hacerlo en un tono que se acercara a la confesión, porque pensé que así la narración de lo propio podía alcanzar más intensidad o, si se me permite, más temperatura. Utopolis: Usted ha utilizado a Nietzsche como parte de su obra. De forma personal, ¿qué piensa de él? ROGELIO SALAZAR: Pienso que Nietzsche es
más que un filósofo, entendido esto en un sentido ortodoxo, él es alguien que alcanza otros niveles, como el de poeta o, incluso como el de profeta; basta con apreciar la influencia que ha tenido en
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Utopol!s el pensamiento posterior para confirmarlo; de modo que por eso creo que Nietzsche es un innovador y, además alguien que por eso mismo estuvo dispuesto a pagar el precio más alto. En fin, un personaje que frente al abismo no se asusta ni se amedrenta. Utopolis: Recientemente usted publicó una colección de cuadernos de filosofía. Visto desde un ángulo puramente académico, ¿qué significa realizar este tipo de publicaciones en un país centroamericano? ROGELIO SALAZAR: Debo decir, ante todo, que esta es una muestra de inconmesurable generosidad de la Escuela de Ciencia Política de la USAC y de su actual directora, Licenciada Geidy de Mata, además es muestra de lo que muchos políticos y politólogos carecen: aprecio por la Filosofía. Yo debo agradecer esta oportunidad porque, a través de mis libros, siempre he buscado un tono intermedio y combinado entre el narrativo y el ensayo, y la escritura de la Historia de la Filosofía me lo sirve en bandeja; lo que decía antes sobre la distancia corta y cercana entre la literatura y la ciencia social, tiene que ver con esto.
Utopolis: Entonces, basándonos en esto, a usted ¿qué lo impulsa a escribir, es decir, cuál es la necesidad expresiva o intención estética que lo motiva? ROGELIO SALAZAR: Seguramente, cada quien
tiene una respuesta para esto, la mía es quizá la más sencilla: yo creo, y en mi caso sucede así, que uno debe identificar, en la medida de lo posible, aquello frente a lo que se mueve y conmueve la propia sensibilidad; todos tenemos gusto por algo, puede ser cualquier cosa, desde la Filosofía hasta el fútbol, desde la música hasta el boxeo, o desde los atardeceres hasta la guerra; si identificar eso es posible creo que está dado el ámbito de libertad que se necesita para escribir. De cualquier modo, ya se sabe que escribir es algo que se hace frente a una carencia, es buscar algo que, a lo mejor debe comenzar por uno mismo.
Utopolis: ¿Cómo definiría el trabajo de un escritor? ROGELIO SALAZAR: Como una tarea siempre
inconclusa, como algo que se parece a lo más común, es decir, a la vida misma en la que siempre hay algo por hacer y cosas pendientes; escribir es una tarea para llenar los días y las noches sin tregua, como lo es la vida. Creo que en la medida en que uno llega a la conclusión de que todo está hecho se llega a una actitud que, de algún modo, convoca a la muerte; tal vez escribir es algo que se hace frente a un miedo tremendo y atroz a la muerte. Utopolis: ¿Cómo percibe a la literatura centroamericana y particularmente a la literatura guatemalteca (dado que es usted guatemalteco) en la actualidad? ROGELIO SALAZAR: Reconozco que es mea
culpa, que no la conozco mucho; sin embargo, eso tal vez obedezca a que los roces a veces son molestos e incómodos, y a que tal vez de forma casi injustificada se prefiere la soledad y el aislamiento. Utopolis: Si pudiera retroceder el tiempo y tuviera la oportunidad de publicar nuevamente su primer libro, ¿qué le cambiaría y por qué? ROGELIO SALAZAR: Yo empecé a escribir, y más
aún a publicar, bastante mayor, hará cosa de diez años, con lo cual considero que el estilo no ha cambiado mucho, aunque ciertamente, siempre hay cosas qué cambiar, en mi caso creo que suprimiría algunas exageraciones, reduciría algunos excesos, tal vez eliminaría algunas hipérboles; y sin duda algunas reiteraciones las limaría para no dejarlas tan evidentes y, acaso tan ingenuas. Utopolis: ¿Cuál cree usted entonces que es el cambio más notorio en su forma de escribir, comparando sus primeras publicaciones y las actuales? ROGELIO SALAZAR: Pienso que con pocas cosas
se llegan a conocer tanto y de forma tan evidente .www.utopolis.blog.com
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Utopol!s los propios límites como escribiendo, de modo que el cambio más notorio puede ser el aprendizaje de ir obedeciendo a ellos cada vez de una forma más sumisa; tal vez todo esto pueda nombrarse con la palabra prudencia, uno o, al menos en mi caso, creo que se va volviendo más prudente como consecuencia del autoconocimiento o autoconciencia que conlleva el acto y el oficio de escribir, y si esto resulta posible de llevar al texo, al menos es una ganancia y un lucro en sinceridad.
¿Lo sabía?
Utopolis: Finalmente, ¿qué opinión le merece la utilización de nuevas tecnologías en la difusión de la literatura? (Libros digitales, revistas digitales, etc.)
ROGELIO SALAZAR: Mi opinión es favorable,
porque facilita todo, la lectura, el contacto, la consulta, etc.; a quien le gusta la expresión a través de las palabras no creo que le importe mucho el medio, y a quien no le gusta, a lo mejor si las cosas se le hacen más fáciles y baratas le para gustando. Utopolis: Ha sido un verdadero placer conversar con usted, le estamos muy agradecidos por el tiempo que nos ha brindado y le deseamos toda clase de éxitos. Muchas gracias y nuestros mejores deseos. *Entrevista realizada el día 16 de abril de 2010 en Ciudad de Guatemala.
Investigadores de la Universidad Estatal de Pennsilvania, Estados Unidos, aseguran que el uso de los motores de búsqueda en internet se ha integrado a nuestros procesos de aprendizaje. Al analizar el proceso cognitivo de 72 voluntarios, Jim Jansen, profesor asociado de ciencias de la información y tecnología, halló que los motores de búsqueda son empleados principalmente para verificar datos que el usuario ya conoce.
Ya a la venta! “LOS MAESTROS DE RYAN WEILL” El nuevo libro del escritor chileno
Víctor Arias DISPONIBLE EN LIBRERÍAS y librerías on-line
Editorial
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DuQuets
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Utopol!s Bioy Casares
El último piso* Adolfo Bioy Casares
Indiscutiblemente, uno de los grandes maestros de la literatura fantástica contemporánea es el argentino Adolfo Bioy Casares (1914-1999). Amigo íntimo de muchos años de Jorge Luis Borges, con quien incluso, publicó algunas obras en mancuerna literaria usando el seudónimo de H. Bustos Domecq. Dentro de sus magníficas obras destaca particularmente la novela “La invención de Morel”, no obstante, siempre se le ha considerado como un verdadero maestro de los cuentos de corte fantástico. Estuvo casado con la también escritora argentina Silvina Ocampo, con quien contrajo matrimonio en 1940. La impecable construcción de sus relatos es, quizá, la característica que la crítica siempre ha destacado de él.
La comida sería a las nueve y media, pero me encarecieron que llegara un rato antes para que me presentaran a los otros invitados. Llegué apresuradamente, sobre la hora, y, ya en el ascensor, apreté el botón del último piso, donde me dijeron que vivían. Llamé a la puerta. La abrieron y me hicieron pasar a una sala en la que no había nadie. Al rato entró una muchacha que parecía asombrada de mi presencia. —¿Lo conozco? —Me preguntó. —No lo creo —dije. —¿Aquí viven los señores Roemer? —¿Los Roemer? —Preguntó la muchacha, riendo. —Los Roemer viven en el piso de abajo. —No me arrepiento de mi error. Me permitió conocerla —aseguré. —¿No habrá sido deliberado?, —Inquirió la muchacha, muy divertida. —Fue una simple casualidad —afirmé. —Señor... —Dijo. —Ni siquiera sé cómo se llama. —Bioy —le dije. —¿Y usted? —Margarita. Señor Bioy, ya que de una manera u otra llegó a mi casa, no me dirá que no, si lo convido a tomar una copita. —¿Para brindar por mi error? Me parece muy bien. Brindamos y conversamos. Pasamos un rato que no olvidaré. Llegó así un momento en que miré el reloj y exclamé alarmado: —Tengo que dejarla. Me esperan para comer, los Roemer a las nueve y media. —No seas malo —exclamó. —No soy malo. ¡Qué más querría que no dejarte nunca!, Pero me esperan para comer. —Bueno, si preferís la comida no insisto. Has de tener mucha hambre. —No tengo hambre —protesté —pero prometí que llegaría antes de las nueve y media. Los Roemer estarán esperándome. —Perfectamente. Corra abajo. No lo retengo aunque le aclaro: no creo que vuelva a verme. —Volveré —dije —le prometo que volveré. Podría jurar que antes nos habíamos tuteado. Pensé que estaba enojada, pero no tenía tiempo de aclarar nada. La besé en la frente, solté mis manos de las suyas y corrí abajo. Llegué a las nueve y treinta al octavo piso. Comí con los Roemer y sus otros invitados. Hablamos de muchas cosas, pero no me pregunten de qué, porque yo sólo pensaba en Margarita. Cuando pude me despedí. Me acompañaron hasta el ascensor. Cerré la puerta y me dispuse a oprimir el botón del noveno piso. No existía ese botón. El de más arriba era el octavo. Cuando oí que los Roemer cerraban la puerta de su departamento, salí del ascensor para subir por la escalera. Solo había allí escalera para bajar. Oí que había gente hablando en el palier del sexto piso. Bajé por la .www.utopolis.blog.com
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Utopol!s escalera y les pregunté cómo podía subir al noveno piso. —No hay noveno piso —me dijeron. Empezaron a explicarme que en el octavo piso vivían los Roemer, que eran, seguramente, las personas a las que yo quería ver... Murmuré no sé qué y sin escuchar lo que decían me largué escaleras abajo. *FUENTE: Una magia modesta Adolfo Bioy Casares Editorial Océano (México, 2000).
Poesía Hispanoamericana que se arrolla en sus calles.
VEO MI PATRIA Veo mi patria, es triste, incrédula, asustada, como una gota de agua perdida multiplicando arrugas, antigua y desusada y en un mundo que no le pertenece como una vieja honda entre fusiles. Y me duele su día arrinconado y sucio, su color de sepulcro perfumado, y el sabor a blasfemia
El Soneto PINTURAS De Montufar, de Liendo, de Rosales dejadme ahora hablar, dejad que ahora en su noble pintura inspiradora, llene los ojos míos, a raudales. Mezclaron los colores con fanales de rica luz, que el rostro dora en cada hombre que al señor implora el dulce alivio de sus grandes males.
Solitaria, parece el lamento extraviado de un planeta remoto, de un planeta amasado con el odio y el fuego de todos los infiernos presentidos, de un planeta que nos hizo semejantes al hombre y a la tierra.
Juegos de luz y sombra, los artistas, en sus cuadros de noble contenido no quisieron ser simples retratistas
TULIO GALEAS (Honduras)
ERNESTO CHINCHILLA AGUILAR
para luego caer en triste olvido: ¡Y sorprendieron todas las artistas del alma humana en vivo colorido!
(Guatemala 1926 -1996)
“Politicamente Hablando” Escúchenos todos los Jueves de 17:30 a 18:30 Horas Radio Universidad 92.1 FM www.radiousac.tk Política
CH AR LA S
Invitados
a on
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Temas Análisis DEBATES
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Un programa de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala Coordinación: Lic. Rubén Corado Conducido por: Dennis Colindres
Utopol!s Adolfo Mazariegos
La mujer congelada* Adolfo Mazariegos
Adolfo Mazariegos (Guatemala) Ha realizado estudios de ciencia política en la Universidad de San Carlos de Guatemala y derecho en la Universidad Rural de Guatemala. Dentro de sus obras publicadas se cuentan “Régimen de Convención, el caso suizo” (Editorial LER); “Engranajes” (Editorial DuQuets); “El Espejo” (Editorial DuQuets) y “La Ventana” (DuQuets). Adicionalmente ha ejercido la docencia (a nivel medio) y realizado algunas investigaciones y publicaciones acerca del ejercicio de poder en fenómenos sicréticos latinoamericanos. Actualmente colabora con algunas revistas culturales y literarias, además de formar parte del Consejo Editorial de Revista Utopolis.
Puede que convenga, antes que nada, hacerte notar que estoy consciente de que muy probablemente no vas a creer lo que voy a contarte —le dije a mi hermano, quien también conocía a Sam, aunque no era tan amigo suyo como yo—, no es algo común de escuchar, es más, no me molestaría si pensaras que lo estoy inventando. Yo mismo me resistí a creerlo en un principio, pero te garantizo que tan sólo estoy repitiendo lo que Sam me contó aquella tarde y lo que yo personalmente pude ver. Me llamó por teléfono rozando el medio día, se escuchaba nervioso y un tanto agitado, rápidamente intuí que algo le sucedía. Le pregunté qué pasaba pero me contestó que no quería contarme por teléfono, que prefería hablarme de ello personalmente. Acordamos entonces reunirnos esa misma tarde en aquel pequeño Starbucks que solíamos frecuentar en el Boulevard Atlántic, cerca de la Avenida Garvey, en el área de Montereypark. Sam llegó antes que yo. Estaba sentado en una de las mesitas del fondo y bebía café en uno de esos vasos descartables con tapadera que usan hoy día en los cafés modernos. Llamó mi atención verlo bebiendo café, dado que por costumbre él suele tomar té, como la mayoría de chinos que conozco, y en eso, él hace honor a su origen asiático. Tenía el semblante de quien no ha dormido bien. —Qué bueno que llegaste—, dijo agradecido al verme —tengo que contarle esto a alguien de confianza sin que me crean loco. Ordené algo de tomar y me senté a escuchar a mi amigo, éste comenzó a hablar de inmediato: «Anoche —empezó a narrar —me llevé el susto más grande de mi vida. Al llegar a casa me dirigí a la cocina, puse a calentar agua para el té y coloqué una taza sobre la mesa, luego me dirigí al cuarto de baño (normalmente voy al cuarto de baño antes, luego pongo a calentar el agua para el té). Súbitamente, un frío extraño recorrió mi espalda al tocar la manija de la puerta, la giré despacio y abrí, pero no entré, me quedé en el umbral. El cuarto de baño estaba oscuro y helado. Un olor extraño y desagradable venía de adentro. Tuve la sensación de que alguien me observaba desde la oscuridad, en total quietud, como esperando el momento en que yo entrara a lavarme la cara y las manos como hago cada noche. Extendí la mano palpando la pared para alcanzar el interruptor de la luz y lo accioné varias veces. La luz no encendió. Supuse que la bombilla se habría quemado. Regresé a la cocina para buscar la linterna que guardo en el cajón del fondo, ese que está incrustado en la pared, cerca del refrigerador; la tomé y volví al cuarto de baño. Pude sentir nuevamente aquella presencia helada que sentí cuando abrí la puerta instantes antes, la percibí incluso sin haber entrado. Abrí la puerta completamente y encendí la linterna, la luz con que alumbró no fue muy fuerte, pero de algo sirvió, las pilas debían de estar ya muy gastadas. A simple vista no se veía nada extraño, no obstante, intuí que algo había detrás de la cortina plástica que cubre el área de la bañera, esa horrible cortina de grandes rombos azules y amarillos que compré por emergencia hace tan sólo unos días. No sabía qué era, pero esa sensacion .www.utopolis.blog.com
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Utopol!s de estar próximo al encuentro de algo desconocido aceleró repentinamente mi corazón, mi respiración se agitó y una enorme gota de sudor helado recorrió mi frente. Avancé hacia el interior muy despacio. En un principio temí que algún ladrón hubiera logrado entrar por la ventanita que dá a la terraza, luego recordé que esa ventana está protegida por un balcón de hierro que haría muy complicada la tarea de un ladrón. Aún dudando, con temor, avancé hasta aquella desagradable cortina, la ví y volví a dudar, hasta estuve a punto de ir a la sala para llamar a la policía por teléfono, pero me contuve, me armé de valor y la descorrí violentamente. Lo que ví me dejó perplejo, paralizado, sin habla y sin respiración. A pesar de la poca luz con que la linterna alumbraba el interior del cuarto de baño, pude ver perfectamente aquello: un enorme cubo de hielo que cubría por completo la bañera y en cuyo interior había una mujer congelada que parecía observarme y seguir mis movimientos, amenazante, con esos grandes ojos azules y desorbitados que ahora veo en todas partes. No parecía ser muy vieja, hasta me atrevería a decir que no fue fea mientras vivió, pero esa desnudez tan pálida y esa expresión de terror en su rostro es lo que más me ha mortificado durante las últimas horas. Casualmente, su cara fue lo primero que alumbré con la linterna al descorrer la cortina. Me he preguntado una y otra vez quién era esa mujer y de dónde pudo haber salido. Y lo que es más, cómo llegó a mi cuarto de baño en ese gigantesco cubo de hielo, es imposible que haya pasado por la puerta. No he dormido desde ayer, toda la noche la he pasado en la calle, vagando, sin saber qué hacer, sin dar crédito a lo que está en mi casa. ¡No sé cómo eso fue a dar ahí! Lo peor es que hoy por la mañana, cuando regresé, el hielo había empezado a derretirse, se derrite rápidamente. Sé que todo esto es muy extraño pero... Tienes que verla. Tienes que ayudarme, no sé que hacer...Por favor». Ante la desesperación de Sam y ante su insistencia, no pude menos que aceptar acompañarlo hasta su casa para ver aquello. Él vivía entonces en la Avenida Sastre, no muy lejos de donde estábamos. Llegamos en pocos minutos. En un principio me negué a creer la historia, pero Sam no bromeaba, el tono de su voz y el semblante que tenía me decían que hablaba con la verdad, él no estaba inventando aquello. Al bajar del auto, Sam caminó delante mío. Visiblemente afectado y temeroso abrió la puerta de entrada. Yo le seguí de cerca, hasta el interior de la sala. Al entrar, el olor que poco antes me había descrito se dejó sentir con fuerza, instintivamente me llevé la mano a la cara para cubrirme la nariz. Seguimos caminando hasta llegar al pasillo. Allí me percaté de un agua rojiza que cubría el suelo —es el agua del hielo que se ha derretido —me dijo, señalando la parte inferior de la puerta del cuarto de baño. Se detuvo, me miró y me pidió que pasara primero. Así lo hice. Abrí la puerta sin dejar de cubrirme la nariz con la mano y miré hacia el interior, inmediatamente me dí la vuelta y regresé a la sala para evitar vomitar. Sam y yo salimos de la casa deprisa. La mujer congelada ya no estaba, pero el hielo se había derretido completamente mezclándose con una masa humana, putrefacta y sanguinolenta que ahora estaba en el piso y de la que sobresalían dos enormes ojos azules. *FUENTE: El Espejo Adolfo Mazariegos Editorial DuQuets (Los Angeles, California, USA, 2007).
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