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Voces de la Naturaleza

Las Voces de la Naturaleza

El que escucha de la Naturaleza su voz en el sentido, se inspira, porque la comprensión es sentido en función, que al Alma ilumina.

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En una de esas mañanas suaves y melancólicas que parece que traen mucho de misterio, vagaba yo a campo traviesa, sin rumbo y sin halago por entre cascajos y escarcha. Había leído mucho, pero los libros comunes poco o nada habían sabido darme acerca de la razón o el porqué de la existencia. Caminaba cabizbajo, ensimismado en turbios pensamientos que como negros búhos se agitaban en mi cerebro. Mi cabeza estaba convertida en un dinamo, próximo a salirse de su círculo de rotación y romperse en mil pedazos. Me había interrogado muchas cosas que yo no podía responder. Esas mismas preguntas las había hecho a otros, pero nada había podido contestarme y si me contestaban, la respuesta no satisfacía mi sed insaciable, mi afán de investigación.

Decidido a encontrar una respuesta que brindara algo de sosiego a mi torturado ser, recorría una campiña, como os digo, en una de esas mañanas que traen algo de misterio; iba a buscar una respuesta, que los humanos no habían podido darme..., que tampoco los libros profanos habían podido hacerlo y que por lo tanto no había podido encontrar en parte alguna.

Rendidos mis pies por el cansancio, me senté a descansar sobre la raíz de un árbol gigantesco y, cuando casi me dormía…, oí una voz que me dijo: ¡APRENDE!”. Levanté la cabeza, abrí los ojos y no vi nada a mi alrededor. Recorrí el paraje y encontré un hormiguero cuyos habitantes, en continuo vaivén, entraban a él cargadas con hojas verdes. Me acerqué, y hacía mucho rato las contemplaba, cuando vi que una hormiga muy grande subía por mi rodilla; y si en una época me ocasionaba fastidio el animalito, este día no me impresionó y lo dejé trepar. La hormiga no me hizo ningún daño y la acaricié. Cuando la acaricié, le vi feliz y se me ocurrió preguntarle: --Tú sí sabes, ¿acaso... lo que yo nunca he sabido y lo que ningún ser humano ha podido decirme? --Sí, me contestó. --Sé que la misión en el mundo es cumplir nuestro deber, cada uno en su puesto. --¿De manera que tú cumples con tu deber? --Sí, me respondió. --Yo cumplo con mi deber en la parte que me corresponde. Nosotras las hormigas, como usted ve, somos unidas, nos amamos todas y lo que una no podría hacer nunca, como atravesar la tierra,

lo hacemos todas. Tenemos nuestro sistema de gobierno y nuestro sistema de vida. En verano recogemos el alimento que en épocas de invierno no nos es posible salir a recoger; y otras muchas cosas que podríamos enseñarte, sobre todo si dedicas tu atención a conocernos. Y se marchó hacia el hormiguero a cumplir con su deber.

Acababa de recibir una lección sublime y práctica de un ser que, como nadie, hubiera podido dármela tan cabal; una lección que nunca había encontrado en libros sin orientación espiritual, ni en los labios de ninguno de los humanos.

Satisfecho y lleno de alegría por la enseñanza recibida, tomé una senda sin saber a dónde iba, pero con la alegría y el gozo del nuevo estado de comprensión.

De pronto llegué a una zanja seca que no tenía sino arena. Me detuve y le pregunté a la arena: --¿Cumples tú con tu deber? --Sí, me contestó. --Yo, unida con el agua y con la piedra, que el hombre calcina en sus hornos, sirvo para convertir en roca los grandes monumentos y los grandes edificios. También sirvo para detener el golpe majestuoso de la ola ondeante del océano… y, muchas otras cosas que tú aprenderás si me observas con verdadera reflexión.

Seguí ascendiendo una colina, y de pronto, sin haberme dado cuenta, estaba en la cima de ella. El sol estaba en el cenit, la brisa jugueteaba a mi alrededor trayendo el hálito que refrescaba mis sienes, confortaba mi cuerpo y animaba mi espíritu.

Sobre la colina, a un lado, había una gran piedra a la que daban sombra unas enredaderas que crecían sobre los escombros de un árbol. Me senté sobre ella y empecé a meditar en todo lo que por esta senda y en esta peregrinación había aprendido. Sobre todo, había logrado hacer el descubrimiento comprensivo de la acción y del deber, al través del lenguaje de los seres y de las cosas que nunca habían dicho nada, y que nunca me había tomado el trabajo de interrogarlos, imbuido como estaba en la creencia errónea de que nada podrían decirme, cuando ellos en verdad todo lo dicen, porque siguen el ritmo eterno de las cosas. Pregunté a la piedra en la que me hallaba sentado: --¿Cumples tú con tu deber? --Cumplo con mi deber, me contestó. Para mí el tiempo no existe y, si relativamente existe, yo no hago ningún caso de él. Yo aguardo serenamente el paso de los años.

Con el tiempo yo seré dos o más piedras o la mano del hombre me habrá triturado para servir de fundamento a algún soberbio edificio que sirva de amparo a aquellos que se dedican a interrogar a la naturaleza para encontrar sus leyes, o en una simple casa en la cual una armoniosa y noble familia, al calor de la vida y a la sombra del amor, pasa tranquila las horas cumpliendo con su deber.

Sobre mí se han cernido, en muchísimas ocasiones, las críticas, absurdas muchas veces, con que los hombres se atacan, no para construir armoniosamente sino para destruir y producir por esta causa el dolor en la Naturaleza que al fin, no lo olvidemos, es el Gran Maestro que enseñará a la raza a ennoblecerse y a ser buena.

Aquí terminó la piedra y no volvió a hablar, porque ya otro viajero se acercaba a descansar en ella.

Ser y servir, cumpliendo nuestro deber, es el gran ideal de la vida, en el proceso infinito de la evolución.

Francisco Caballero L.

El intelectual pierde el sentido de las cosas y se queda con su razón, que suya es, pero de la razón caprichosa al sentido real hay un abismo.

- - - Cuando la necesidad manda el ente como lacayo obedece, porque si no, se le crece el poder que lo manda. Raghozini

No hay espada más filosa, que la palabra; ni mejor escudo que el de la serenidad; ni tinieblas más oscuras, que las de la ignorancia; ni miel más dulce, que la de la sabiduría.

Buda

Libros recomendados

Si el lector desea superar las condiciones actuales de su evolución y ennoblecer su vida, lea y estudie los libros que recomendamos en esta sección. Tenga presente que quien estudia aprende, quien aprende sabe y quien sabe puede. Adquiera el hábito de leer, porque ilustrarse es progresar.

Israel Rojas Romero - Viva Sano - La Salud de la Mujer - Manual Rosacrucista - Cultura Íntima Infantil - Cultura Íntima del Joven - El Sentido Ideal de la Vida - El secreto de la Salud y la Clave de la Juventud Annie Bessant - Bhagavad Gita - La Sabiduría Antigua - El Sendero de Iniciación - El Poder del Pensamiento - Las Leyes de la Vida Superior - Los tres Senderos de Perfección

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El Hombre

¿Qué es el Hombre?

“El Hombre es un ser inteligente y corporal, hecho a imagen de Dios y del Mundo, uno en Esencia, triple en Substancia, inmortal y mortal”. Esta es la soberbia definición que da el Rosacruz Kabalista Wronski al objetivar, en modo sorprendente, la naturaleza múltiple de la entidad humana.

No es el hombre una entidad simple sino compleja y, por tal, su conocimiento no está al alcance, sino única y exclusivamente, de aquellos que sin duda, temores ni vacilaciones, dedican su entera existencia y sus existencias y reencarnaciones a estudiar al Microprosopus y al Macroprosopus, el hombre frente a la Naturaleza y frente a la Vida.

Se han escrito muchas obras con esa finalidad, e indudablemente todas aportan alguna sabiduría, pero sobre esos muchos ensayos, aparece un libro único en su género, porque aunque elemental, según su autor, presenta los fundamentos sólidos de una estructura filosófica, científica y mística de grandes valores; ese libro está al alcance de todo ser humano deseoso de comprender y saber.

Tal libro se llama Concepto Rosacruz del Cosmos del señor Max Heindel. Sus primeras lecturas no le dicen mucho al estudiante, pero a medida que lo estudie, lo medite y lo compare con las fuerzas reales de la Naturaleza, encontrará un precioso tesoro de sabiduría, al ir comprendiendo la naturaleza del hombre.

Alguien con un lógico sentido eufórico, dijo: “Esta será la Biblia del porvenir”, porque la Biblia está organizada con un conglomerado de textos derivados de las costumbres de tribus, pueblos y naciones; cada texto tiene a veces un sentido ambiguo y, su aplicación en la vida práctica, suele ser un tanto difícil y a veces imposible; frente a grandes verdades, posee tremendas aberraciones no muy éticas; en cambio el Concepto Rosacruz del Cosmos, es un manual debidamente organizado y concatenado, en tal forma, que es una verdadera guía de la inteligencia, para el que desea comprender los misterios de la Vida y del Ser. Además le permite al estudioso, al investigador de lo trascendental, saber de dónde viene, dónde se encuentra y hacia dónde va.

Que la Luz, la Verdad, la Belleza y el Bien guíen al hombre en el sendero de la evolución consciente y sensoconsciente, ahora y por siempre, es el deseo sincero y fraternal de quienes huellan ese maravilloso sendero, infinito y eterno. Israel Rojas Romero

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