Hombre del campo yuretzis garcia (libro digital 2014)

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Yuretzis GarcĂ­a

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Hombre del campo

Editorial Giraluna R.L. Casa del Poeta Peruano Venezuela


Reservados todos los derechos, el contenido de esta obra esta protegido por la ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística, fijase en cualquier tipo de soporte o comunicación a través de cualquier medio, sin la respectiva autorización. © 2014 – Editorial Giraluna, R.L. Primera edición: 2014 (100 ejemplares) Derechos Reservados – Es propiedad de la Editorial Edición al cuidado de: Rey D’ Linares reydlinares69@hotmail.com Imagen de la portada Autora: José Reyes armgedon199@hotmail.com Diseño de la portada: Carolina Linares artesgraficas20042009@gmail.com Impreso en Venezuela por: Cooperativa Taller Editorial y Literario Giraluna, R.L. www. editorialgiralunarl.blogspot.com editorialgiraluna2008@gmail.com


A mi padre, Cirilo GarcĂ­a, por ser el gran amor de mi vida



Prólogo La vida muchas veces es tan estructurada que hay días, momentos, circunstancias que te desequilibran, ese un ejemplo de la estructura genética del hombre. Hay un libro que leí hace tiempo, llamado los Cinco Amores, pareciera que al leer esta prosa poética, revivo la secesión de recordar el amor a los padres, a los hermanos, a los hijos, al esposo y al amigo. Puedo sentir, algunos de ellos, ese amor que nunca se puede ocultar, al padre tenido, al padre olvidado, al padre desencarnado, al padre deseado. Simplemente a ti, sublime enunciado que emana un sinfín de valores, padre. El amor es como Dios, sin respuesta, solo sabemos que existe, que es inexplicable y que profesamos una fe ciega a ese sentimiento, en los diferentes matices en la que se puede ver reflejado el amor. Cuantos amigos de chocolates blancos, cuantas amigas que son hermanas, cuantos padres que son el amor eterno de una hija, cuantas madres que son la virgen María y aquel amor de pareja que en ocasiones es anhelado, platónico y real. En esta mañana, donde las orquídeas de mi casa florecen y adornan como una bella diadema a mi familia, quiero cambiar mi estilo de escribir, aquella prosa crítica, lógica y objetiva. Hoy, quiero escribir una carta a un poemario con sello de mujer. Escrita por la mano de una bella doncella de caballería, la Don Quijote del siglo XXI, en estas prosas de diversos temas, se ven reflejada la cultura de un pequeñito pueblo llamado el Rincón, en el estado Sucre, donde nació una niña igual que Pocajonta, educada en los mitos y leyendas de abuelos, de amores viejos y de amigos inolvidables.


Decir cómo escribir un poema en verso o en prosa, es encarcelar a un colibrí que por naturaleza es libre y necesita del aire fresco de un jardín para sobrevivir. Así es la literatura, como Whitman, Neruda, Benedetti, Bécquer, Martí, Yuretzis García, libre y diferente como el lirio, la rosa, la gardenia, la orquídea, el tulipán, la flor de loto, la cayena, son flores, quién puede dudar que son flores, diferentes en belleza, en aromas, pero siempre serán flores que deleitan a la humanidad. Amiga, cuándo dejará el hombre de pensar en el punto y en la coma, en la grafía mal puesta, en el análisis crítico de una corriente literaria u otra, de la estructura de un verso y de una prosa. Amiga, cuándo será el día en que sea la literatura la dialéctica que enseña al espíritu para la elevación del hombre, cuando de ella, se puede obtener el néctar del conocimiento y no estudiarla como un concepto etéreo, si no una fuente de vida a la realidad humana en los diferentes contextos, en lo social, sentimental, político y cultural. La escritura es gracias a la musa que lleva cada poeta en el alma, las inquietudes, las decepciones, las caricias de placer de nuestros instintos, esas ganas de gritar en bellas palabras lo que el espíritu cuando encarna quiere dejar en la transcendencia de la humanidad, la historia del sentir del hombre. Hombre del campo, que labra la tierra por las mañanas, hombre del campo que duerme con la mujer deseada construyendo hogares, hombre del campo que canta canciones al amor; a la vida; a la decepción; a los sueños y deseos. Hombre del campo, de tu sangre brotaron los más sublimes versos y prosas poéticas de un erotismo sutil a la belleza de la esencia de la vida, de la mujer, del hombre y de la tierra. Amiga, tú eres el hombre del campo con


piel tostada y en tu vientre la entraña de una nueva vida, el amor en la idea. ¡Dios bendiga la poesía en sus diferentes formas de expresión!

Julia Ruiz



Hombre del campo ¿Qué hago con lo que siento? si es que tengo que hacer algo. Todo el tiempo tengo un nuevo nacimiento en ti ¡Qué sublime! Hermoso humano con ojos de luz. Te amo, simplemente te amo, desesperadamente te amo, irremediablemente te amo, inagotablemente te amo y te sigo amando, más por la mañana, te amo por las noches y al mediodía ¡Qué susto tan valiente! En ti encuentro todo lo que busqué, todo lo que pretendí ignorar y ahora me llama. Voces de gozos, esta libertad de amarte y de ser viento. Me pierdo en tu sonrisa y, al mismo tiempo, me encuentro, amor que usa colonia, corbata y ojos de águila. Esta felicidad grita tu nombre como una consigna, en mi imaginación guardo paisajes creados con los deseos de mi alma ¿Correrás huyendo de mí o aceptarás tu destino?

Libertad absoluta es lo que te ofrezco, tú me elegirás, nuevamente recitarás mi nombre y yo sabré que me has escogido. Tu amor es como la respiración que recorre mi cuerpo, permitiéndome sentir satisfacción, el control ya no forma parte de mí. Hemos creado otro lenguaje y otros códigos, solo nosotros nos entendemos y entre claves. La rosa ha dejado ver sus pétalos, orgullosa por la aurora. Te besaré, prometo que te besaré. Se detendrán las estaciones, florecerá en invierno, que se detenga el mundo porque me he enamorado.

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No quiero que pierdas nada por mí, quiero que lo encuentres todo ¡Oh, cuántos besos te daré! Estás lejos y sin embargo te siento, estás en el campo, en la hacienda, junto al río. Seguro me imaginas correr entre las piedras y lanzarme a la aventura, pero me digo: - Ingenua, ingenua ¿Cómo sabes eso? Inexplicablemente lo sé, estás pensando en mí, me añoras, me añoras en el agua, en la montaña, en la cosecha, me añoras comiendo pomarrosa. Te imagino sentado bajo sombra después de una larga jornada y me digo: estará sudado, cansado y hambriento, pero su terquedad le permite quedarse hasta que el sol se despida. Y yo quiero ser agua ¡Y yo quiero ser agua!… Sé que, a esta hora, tienes sed.

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Ya no tengo dieciséis años. Ahora pienso en el trabajo, en la organización, en la disciplina. Todo bajo pautas, la ciudad es absorbente, pero extraño estar allá cuando hay neblina, en la temporada de lluvia y cuando el sol está dispuesto a entregar lo mejor de sí. Entregar… esa palabra, me he entregado al trabajo y escribo nuevamente las reglas. Sin darme cuenta me voy al pueblo, mis fantasías son tan reales y me veo corriendo por la cascada con los pies congelados. Sé que, después de bañarme, me dará frío, pero no me importa, solo quiero dejar de pensar en los estatutos. Ya sabes que vine de la ciudad sin que te avisara ¡Qué pueblo tan pequeño! Sé que nos encontraremos, quiero verte, pero no salgo de casa ¿Qué pretendo? ¿Por qué no dejo de sonreír? Y me digo: -¡Ya, para! Mi abuela se dará cuenta, la experiencia la ha hecho perspicaz. Aún guardo el pañuelo que me diste, intacto el recuerdo, emergente la nostalgia. Cuando sonríes, me siento desvanecer, me derramo ante tu nombre, Hombre de campo. Tus manos están marcadas por el trabajo arduo y, sin embargo, tus caricias son suaves. Tu boca está seca por el sol ardiente, pero encuentro manantiales de sonrisas y tu cuerpo es cada vez más fuerte, más tostado y protector. Salgo de la casa rumbo a la aldea, parece que nunca me fui, pero sí lo hice. La gente me recibe con palabras de bienvenida, las tomo con amor y… estallo ¡Ya no puedo más! ¿Dónde está Amador? Rompo el silencio, se corta el aire, todos ya lo sabían, me he enamorado y la mayor del grupo señala en dirección al río.

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Debí saberlo, fuiste a nuestro lugar de infancia, tomando el primer caballo. Le ordeno buscarte, ahora mi desesperación se ha vuelto la de Chocolate y éste, convirtiéndose en mi cómplice, me revela el misterio… Él piensa en ti, me dice el caballo. Pero… ¿Cómo lo sabes? Ya no me importa la furia del sol a plena tarde.

Se lo dijo al turpial y éste, indiscreto, realizó una fiesta en el jardín, convocando a las orquídeas, amapolas y azucenas. El ruiseñor hizo acto de presencia, presumiendo que ya lo sabía, y las rosas disimulaban su alegría. Pero, su color se hacía cada vez más rojo. Mi mirada se adelanta pero no alcanza la forma del hombre que busco. Bajo del caballo, camino al río y me reflejo en el agua. He llegado tarde, me duele saberme así: tardía ¡Oh! Tardía. Solo me quedará imaginarte, cierro los ojos y empiezan las hojas a mecerse con el viento. Tu mano toca mi cuerpo frío, sé que no estás, sé lo que eres: el más bello producto de mi imaginación, decido continuar entonces, ya no tengo nada que perder. Ahora, tus manos entrelazan mi cuerpo: es el abrazo, pero me detengo. Todo esto me causará dolor, llegué tarde, ya te fuiste, es mejor aceptarlo. Así que abro los ojos para volver al mundo real ¿O será este? Pero mi decisión ya está tomada. Voy abriendo lentamente los párpados y… de repente… te encuentro. Estás aquí, eres real, y tu sonrisa me dice todo lo que he querido escuchar. No necesito que hables, ni que me expliques, no necesito nada, en este instante, que no seas tú, tú y tú. Veo como te aproximas, tus ojos me han leído, ahora empiezas a temblar ¿Por qué el temor? Mi mano acaricia tu mejilla, veo como te aproximas. Y, entre el mar de dudas, la dirección está clara: mi boca. Ocurre lo remediable, lo inevitable, lo visible… llega el beso, siento

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como se rompe todo en mí para volver a construirse. Parece que estuviera empezando a nacer, a conocer el mundo y, por primera vez, despierto. Mi mano no deja de sujetarte, aunque estoy segura que no te irás, sé que no te irás, si has venido a quedarte, el tiempo se ha detenido, ni el viento se atreve a mover las ramas y el sol que iba bajando se detuvo para observar cómo, de nosotros, se desprendía una luz que lo encandilaba. Ya no escucho el agua, el río ha detenido su corriente para cambiar de dirección y, en vez de anochecer, se está volviendo de día. Ahora ¿Cómo detenemos esto? Mi respiración cada vez se hace más lenta ¡Tantos testigos! El campo se va pintando con canciones de niños y, sigue el beso ¡Qué delirio! Ahora ¿Cómo detenemos esto?

Me alejo lentamente solo para mirar tus ojos. Tú sonríes como quien encontró una respuesta, como si hallaras tu propia alma.

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Mi vida sin ti no ha sido más que una costumbre, una rutina, un sin fin de normas, adelantadas a los hechos; cuerpo sin alma, ojos sin brillo, río sin agua, nubes sin cielo, voz vacía sin eco.

Te he descubierto, de tus ojos salen lágrimas de alegría y empiezo un camino de besos: uno en la frente, bajo a tu pómulo, otro beso, sigo hasta tu mejilla a la altura del labio y doy otro beso, tú no dejas de verme. Sí, mi amor, estoy aquí, ahora sí me crees, tomándome de la mano me diriges al araguaney, nos sentamos bajo el árbol. Es curioso, mientras más unida estoy a ti, me siento más libre. Dentro de mí se debaten dos mujeres, una te dejaría ir si fuera necesario. Para la otra eso no es una opción, ella sabe cómo inquietar tu corazón, cómo ruborizarte, cómo dirigir tu mirada sobre mi hombro. ¡Ay! Se mueve la tierra y escucho el crujir de las hojas con la presión de mi cuerpo. Ahora pienso en el futuro, en los que dependen de mí, en las presiones cotidianas, en las miradas de los extraños, en tu paciencia que me deja sin aliento. -Ya no pienses en eso, me dices. Has escuchado mis pensamientos. Vuelves a pronunciar - yo sé cómo detener los días, cómo desvanecer el frío. Mi alimento es la generosidad del alma y limpio los corazones tristes con el primer rocío. Ese ambiente no es tu realidad, has confundido los mundos. Tu susurro está conmigo, has dicho las verdades de mi vida. Eso pienso sin dejar de mirarte. Abrazados nos quedamos dormidos y el viento fue generoso, el árbol abrió sus ramas para darnos mayor sombra y los peces repiten en los mares nuestra historia.

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Ahora hasta el mar forma parte de nosotros. Yo despierto primero sintiéndome afortunada, tengo el privilegio de observarte soñando, indefenso, apacible, y me dan tantas ganas de cuidarte, de protegerte. Mientras estés conmigo nada te pasará, estás seguro. Pasa la primera hora, la segunda y la tercera, te sigo viendo. Llega la lechuza y, con ella, la noche. Entonces, tú despiertas al mover tu brazo sin encontrar mi espalda, te levantas exaltado y al mirarme vuelve tu aliento con el color de tu rostro. Pensé que todo había sido un sueño, me dices, con alivio de que no fuera así. Y yo te beso una y otra y otra vez hasta perder la cuenta, para que corrobores que soy tan real como que en tus ojos existe un cielo pintado por un niño morenito comiendo un algodón de azúcar.

Llegó el caballo para indicarnos que es hora de volver. Tomados de la mano, nos remontamos a los recuerdos de niños, yo con mi lazo azul y mi cabello rizado, largo hasta la cintura, y tú con tu gran sombrero y camisa de botones. Recuerdo que siempre te hacía reír, tu sonrisa es la canción más hermosa. Ahora, montados a caballo, nos dirigimos al camino de vuelta. Yo, dirigiendo a Chocolate, tú detrás con tu cabeza descansando sobre mi hombro, oliendo mi cabello y tus dos manos tocando mi cintura. Mi corazón se torna inquieto con el calor de tus manos ¡Qué olor tan delicioso desprende de tus brazos! Me hipnotiza tu presencia de hombre fuerte, protector y decidido. Cabalgamos y miramos la luna llena, cual princesa provocativa. Ahora entendemos muchas cosas, no dejaré que se consuman las horas, sin buscar tu mirada.

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Hombre del campo. II Parte Amador, tú eres todo lo que soñé, todo lo que busqué y ahora se me revela, quieres desojarme, te has convertido en una de mis extremidades, soy fácilmente perturbada por tus ojos de cielo mañanero, con olor a campo, a hombre fuerte, decidido y algo de salvaje. Convénceme de esperarte bajo el árbol, convénceme de esperarte cerca del río, convénceme de descubrir dónde termina el beso y donde empieza la entrega, me miras y no sé cuándo estoy vestida o desnuda. Descubrí que el arte es más que una palabra. Amador, Amador, Amador, no ignores mi llamado, ya no me opongo a la omisión, quiero beber de tus manos el perfume de la joven inocencia ¿Dónde empiezas tú y donde termino yo? ¿Tú me dirás la respuesta? Si hablas se acentuará el momento, el amor no se limitará entre estas cuatro paredes, me gusta cuando me llamas La dama de tus ojos. El respeto es la dogma que dirige nuestro actuar, se filtran las hojas en el cielo y apacienta mi calor el agua fría ¿Sabes cuántos atardeceres he guardado en la almohada? Inclúyeme en el mecedor de tu casa y deja que me alcance la luz de la ventana de tu habitación. Amador, no voy a renunciar a tu voz, a tus canciones, al sabor de tu boca, al calor de tus manos, a sorprenderme todos los días descubriendo los misterios de tu cuerpo y de tu carácter hermosamente complejo. Tú no discriminas mis escritos, no catalogas mis palabras, no juzgas mis composiciones, ni clasificas la manera como hablo de ti. Necesito aprender más de tus actos, tú me enseñas el valor de mis ojos, la diferencia de los años y desperté del silencio. Mi decisión eres tú.

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Sin desconocer la nueva mujer te daré mis amores, estoy libre de hacerlo, con la convicción de formar y construir lo que vi en ti. Me duelen las manos cuando no toco tu pecho. Acariciar tu piel es como tocar las nubes. La lucidez de tus pasos revela el corazón que late en tu pecho ¿Cómo me distingues entre el mar de gente? Labrador, has aprovechado la tierra, la semilla guardó la esencia de gracia para el nuevo nacimiento. Te revelaste ante lo injusto, te opusiste ante los impulsos, me levanto todos los días con esta sed infinita y alcanzo el sueño con la misma sed, la sed de ti, me confieso sublimemente, suavemente, delicadamente, enredosamente enamorada de ti, eres un hombre completo: mi amigo, defensor, confidente, protector: mi amado… Te digo que sí en una forma total, en la intimidad de las corrientes de mis pensamientos, en las voces que dejaron de ser susurros, en lo que nos identifica como cuerpos en movimientos. Amador, repite las palabras de las noches sin luna, de las tardes coloreadas y de las mañanas llenas de esperanzas del nuevo hombre. Me sentaré a escucharte en la casa de tus padres, junto al recibidor. Me sentaré a escucharte, estas horas son tan tuyas como mías. Tu voz es el ungüento que sana mi corazón, repite las palabras, y el reloj se paralizó a las seis.

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Mujer Quiero ser esa mujer… esa que sabe llegar a tiempo, que vela prudentemente los momentos oportunos, que vigila los sueños sublimes, que canta alegría contagiada de sonrisa. Aquella que toca el piano, la que volverías a escoger, para acompañar tu vida, con la que te sientes completo y seguro, con la que te vuelves volcán, la que alimenta a tus hijos, a tus nietos. La mujer de trigo, la de los vasos de miel, la del buen vino, la mujer, simplemente la mujer. Quiero hacer de esta manera de amarte, una forma de vida.

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Huele a tierra Miro al abuelo montado en el burro subir a la hacienda por la montaña con el sudor bajando por su frente, con los ojos llenos de satisfacción por la excitante jornada. Todos los días se acuesta con la noche y se levanta con el sol, al canto de un gallo, para sembrar la tierra con las semillas de fe, futuros y esperanzas. Con una tierra fértil de abundantes fragmentos, de letras que conforman Venezuela. El abuelo, aunque de edad avanzada, tiene más fuerza que cualquier jovencito del pueblo, arreando el ganado, bañando los caballos, y desenvainando el machete para defenderse de la maleza, de un llano claroscuro. Su nombre es conocido por las casas de aquel valle, conoce el tiempo de la lluvia ante su precipitación y su oído está atento a la danza de la coral, que, desde joven, ha tratado de morder a aquel señor de gran carácter con la voluntad más fuerte que el acero, que lleva siempre colgando de la cintura, y con los tobillos más tercos del mundo. Ama al campo, le ha dado su vida, pero, más ama a la abuela, a la mujer que le dio el vigor de su juventud, los frutos de un vientre lleno de trigo, con los labios de casabe, piel de maíz, con el pecho de vino, con las manos de miel, los ojos de amazonas, y olor a mango piña. Y mi abuelo, hombre de familia fe y bendición, propuso a aquella mujer, ahora su esposa, que lo honrara llenándole la casa de ángeles que cantaran tan fuerte, que hicieran salir a la soledad de esas cuatro pareces por la ventana de cedro, y convirtieran en hogar, el lugar donde habitaban. Siempre me decía que la abuela era su gran fortaleza, que ella trabajaba con la misma intensidad que él tenía. Que

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muchas veces se quebrantó delante de ella cuando la sequía azotó el conuco que, con tantos celos, él cuidaba. Que no se rindió cuando la plaga destruyó aquella cosecha de la hacienda “La gran señora”. Me decía: Tu abuela es un macho de mujer, y cómo olvidar la historia cuando la abuela salvó al venado de morir por la inundación del río, y de la manera en que hacía las cosas con tanto cuidado, que a pesar de haber tenido doce hijos nunca se le escapaba un detalle.

Ese abuelo, cómo nos contaba toda clase de historias, su tema favorito sin duda alguna, era la abuela. Y ese amor era tan correspondido como el de las flores a la primavera. Sus ojos, al verla, destilaban tanta ternura, que las estrellas celosas titilaban para llamar su atención. Pero él no se distraía. Se hallaba perdido en la bondad y la sabiduría de la abuela. La única que sabía cómo apaciguar el carácter de mil rayos que él tenía. Le decía: Pancho, tranquilo viejo, no me explico cómo, hasta molesto, sigues teniendo los ojos de caballo purasangre que domina al viento. Y él, al oír tal piropo, escondía un rostro más rojo que el tomate más fresco del conuco. La abuela también sabía cómo hacerlo reaccionar, con un simple: Luis Francisco García, el señor inmediatamente escuchaba. Yo no entendía el misterio, ese misterio de pronunciar el nombre completo. Después de muchos años, murió la abuela. Le dijo al viejo que llegó al mundo para aprender a amar y que esa enseñanza la había tomado de él, de esa voz de río, de su amor tan limpio, de esas lágrimas cristalinas. Pero, sobre todo, de esa generosa manera de dar. Unos días después, el abuelo también se fue. Nos dijo que nunca había entendido eso de la misión que tenemos en la vida, hasta

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que murió su esposa y novia. Y, en ese instante, supo que había sido, ¡amar a la abuela!

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Implacable agua Es hermoso ver a los niños jugar bajo la lluvia, creando un mundo imaginario donde solo ellos pueden salvarlo. Hay que dejar al niño jugar, crear, descubrir, dejarlo pensar. Esa es la tarea del pequeño, ¡Ser feliz! La de nosotros, escuchar, ¡Parece tan sencillo! Está ahí, bajo el Araguaney, que gotea hojas, que inventa un nuevo amarillo, que adorna este espacio de tierra verde, con el pasto tan suave. La pequeña Rosalinda adorna con flores su cabello rojo, y su rostro lleno de tantas pecas, que parece que le hubieran caído los destellos de una estrella pulverizada. Su mejor amigo, un año mayor que ella, la acompaña con un celoso cuidado para que nada lastime a la que quiere como una hermana. Niños jugando bajo el agua, disfrutando del mundo que aún está vivo, de esas dos sonrisas que siguen intactas, del brillo deslumbrante que provienen de unos ojos azules y otros negros.

Llueve felicidad, bendición y perdón, del suelo sale el humo del calor de un sol que se había sembrado en la tierra ¡Qué hermoso sábado! Y empieza el concierto del Arrendajo, el Colibrí, el Turpial, el Azulejo y el Ruiseñor, cada uno posado sobre una flor, vistiendo de calor el canto obsequiado a los niños del pueblo. Mientras, el viento acaricia los Claveles llenos de rocío. Cerca de la mata de lechosa que ha alimentado a aves viajeras, con apetito de una nueva melodía. Sigue lloviendo, ya se va la mañana y el sol no aparece. Las madres llaman a sus hijos, a Rosalinda María y a Jesús

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Tomás. Vuelve cada uno a los brazos de su madre. Ahora la lluvia no parece tan divertida, cae la noche y el agua empieza a subir de tono, la brisa se enoja con el cielo, desquitándose con los techos débiles de tantos hogares sencillos ¡Sucre! ¿Por qué lloras? Para tu lamento ¡Detente! ¡Detente cielo! Que la gente se te ahoga por la fuerza de tus truenos, que el niño, en la cuna, llora ante el estruendo del cielo, que a la gente se le inunda el alma. La esperanza huele a miedo, y así no sujeta las paredes de los cielos ¡Se van a caer las estrellas! Dice un joven, dice un abuelo, a quien el frío se le mete en los huesos, sin aliento. Rosalinda se pregunta ¿Cómo estará mi Jesús? En su techo de papel, en su casa sin la luz. Ni una vela hay siquiera por todo el camino azul, solo un azote de agua cae, cae, me faltas tú. Y la niña llora tanto por Jesús que, desde arriba, la oyeron y la furia se aplacó. Ella se pone contenta y, a lo lejos, se oyen voces de piedad, distinguiendo la mirada de su amigo que ahí está.

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Noche de bodas Secuestraré tus ojos, señor dulce, de mirada perfecta, coraje y pasión. En tus manos encuentro un nuevo nacimiento, y en el calor de tu pecho florece mi alma desnuda. Cálido temblor de cuerpos, unión entre pensamientos, el mismo abrazo, el mismo beso, mis pechos son como dos grandes montañas que cubren tus besos. En tu boca encuentro libertad. Te necesito. Tu voz hace huella en la cavidad superior entre mis piernas. Fiesta de dones, generosidad y amor, más que carne desenfrenada, suave coctel de hormonas, confúndete en mi juventud, mientras aún la conserve. ¡Qué olor tan envolvente! Y siguen los temblores. Me rosas con tus dedos para conocer mi espalda. Siempre hemos tenido historia. Hombres como tú hay que apartarlos desde vidas anteriores. He muerto incansablemente sin tenerte, caemos ante la insinuación de la noche, arrullándonos con el canto de la luna. ¡Oh, cómo resbala el beso! ¿Hasta dónde llegará? En mi mente trazo cómo será el secuestro. He planificado lo espontáneo, y en la luz no se encuentra más voz que la tuya, un beso, una caricia,

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otro beso, tu mirada se fija en mí, y, mientras resbala mi vestido blanco, tu mirada es mía, mía, solamente mía ¡Si me vieras como yo te veo! ¡Qué hipnotismo! El sudor resbala para provocarnos, se va escapando la noche, dejemos la pausa. Veo cómo la niña se escapa para dar paso a la mujer, la que entró a la habitación no es la misma que se va. Tú no dejas que me aleje ni un instante, está bien, dilo, te lo he escuchado antes… yo también te amo.

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Aniversario Te amo en la abundancia y en la escasez, en el desierto y en el oasis. Te amo en el calor del abrazo y en el frío de la tempestad. Te amo en la pesada costumbre del día a día, en los días que quieren parecerse a otros. Te amo cuando me llamas Ángel y cuando te muerdo los labios, te amo en la oscuridad de la alcoba y en la luz de nuestro lecho. Te amo con los enojos y con las excitantes reconciliaciones. Te amo en la calma y en la pasión desmedida. Te amo en la inocencia anunciada y las caricias espontáneas. Te amo en tu mirada suave, en los secretos que llevas diseñados en la piel, en la agonía de la distancia, cuando nuestras sábanas se vuelven arena y también cuando la bañamos de un sudor incontrolable. Te amo en ese enojo infundado y en esa sonrisa de sol naciente. Te amo con cada latido de este humano corazón, con la fuerza de una mujer que se hace viento cuando pronuncias su nombre, que se hace fuego cuando recibe tus manos de seda, que se hace agua cuando tienes sed, que sería capaz de traerte en fragmentos el cielo y la montaña más alta solo para que apoyes en ellos, tus sueños de hermoso soñador. Se están rompiendo los límites que esperaban frenar tantos pensamientos. Ahora todos hablan y en coro entonan tu nombre. Delicioso es sentir tu aroma, amado esposo, en un aniversario como este.

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Amada Te amé con toda mi alma antes de que existieras. Escribí, sobre ti, las canciones más bellas y los poemas más sublimes. Te di por nombre la palabra que más se acerca a ti, ¡Amada! ¡Qué dulce eres! ¡Qué hermosa eres! ¡Qué bendición! Tus manos son frágiles y suaves, y tus ojos se abren para conocer el mundo.

Descansa, mi dulce niña, duerme, que yo velaré tu sueño, yo cuidaré tus noches y tus días ¡Hija, bienvenida al mundo! Trabajo todos los días para hacerlo mejor para ti. Elegí las mejores flores para colocarlas en tu cuna. Mi amada princesa, mi dulce niña, mi hija deseada, al tenerte entre mis brazos, veo materializado mi más valioso sueño en ti. Ahora, mi vida está completa, todo lo que necesito lo encuentro en tus nobles ojos. Tenerte en mi pecho fortalece mi corazón, el cual entona una melodía con cada melodía. Te amo, te amo, te amo, y sé que nada de lo que escriba, diga o haga, va a expresar en su totalidad lo que siento por ti.

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Esta manera de amar No necesito tocar tu piel para llegar a tu alma. Esta necesidad sedienta llena mi cuerpo de mar. Quiero la constancia de la ola en el cauce de tus labios. Nunca nos hemos tocado. Sin embargo ¡Cuántas veces me has hecho el amor! Y esta noche vuelvo a pensar en mi amor inocente y te vuelvo a llamar, ¿Sabes? Me debes un beso.

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Relatos de papá Papá siempre contaba que enamoró a mamá, regalándole cacao, obsequiándole amistad. Y ella, rojita se ponía, como el cielo cuando el sol, deslizándose aparece, una tarde como hoy. Cuando sentados los cuatro: padre, madre, hermano y yo, nos brindamos cariño, nos enviamos amor, nos agarramos las manos, nos regalamos calor, cocinando chocolate, con el espléndido sol.

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No puedo ser infiel No puedo ser infiel porque tu amor me llena de una manera absoluta. No puedo ser infiel porque va en contra de lo que pienso, de lo que siento… de lo que soy. No puedo ser infiel porque rompería nuestro pacto de cuidados y sueños, porque jamás podría lastimar esa vehemente admiración que sientes por mí, no puedo ser infiel porque mi corazón me alerta, mi alma no me lo permite y mis manos no responden. Jamás lastimaría tus suaves palabras, la manera como me tratas, como respetas mi vulnerable mirada, mis incansables suspiros, todos dirigidos a ti. Y hoy te digo, amor, que ayer tuve mil oportunidades pero te elegí a ti. Sabes ¿Por qué? ¡Porque te amo!

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Inolvidable Olvidarme de ti es una oraci贸n muerta, es frase prohibida, es el poema que jam谩s escribir铆a, olvidarme de ti es la conjunci贸n de la ingenuidad con la inocencia consumada.

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Te he besado en pensamientos Tienes la piel de durazno, no te imaginas cuántas veces te he besado en pensamientos una y otra, y otra vez, el corazón se me ha vuelto frío e inhóspito, en él se refleja mi cara de lluvia. Yo nací para tus ojos y la nube que me veía, se detuvo quedándose fija, igual que tu mano al acariciar mi cabello, no quiero nada que no puedas darme, antes de irte, solo déjame reflejarme en los espejos de tu rostro, que son como agua en un destello de luz. ¡Qué llanto tan amargo! Mis lágrimas se han vuelto sal y me lastiman los ojos, se han vuelto piedras y duelen al bajar por lo frágil de mis mejillas, y mi voz se proyectó más allá de lo posible, mientras escribía el sonido de una sonrisa en un papel blanco pálido, con un lápiz que no me obedecía. Solo espero que me abrumes con tus besos, en un día claro, en el mismo terminal.

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Tu sonrisa

Tomo con determinación el lápiz y le pido que me ayude a seguir los movimientos de mis manos, guiadas por la fuerza dominante de mi corazón. Quiero hacerte un regalo, darte un presente, me siento en la plaza y tomo los colores para dibujarte montañas, paisajes, agua y pájaros. Pero solo consigo hacer un intento de principiante. Solo Dios consigue mezclar así los colores, crear en proporciones majestuosas los más bellos diseños. Solo él creó tu sonrisa que encaja perfectamente con lo que quiero ver cada vez que palpas el viento, que Dios toque un alma, que cambie una vida, que trasforme una mirada, que palpite el corazón de un arrepentido. Amador, no necesito tu permiso para dedicarte pensamientos, para extrañar tu voz, ¡Oh! Tu voz… Nada ha sido más dulce, a mi oído, que escuchar las palabras más tiernas con las que pronuncias nuestro acuerdo de amor. El amor es libertad, Amador, y yo soy viento. Pero, a veces el aire también quiere anidarse, quiere colocarle, a algún sitio, el título de hogar. Déjame alzar mi carpa en la frontera de cada uno de tus suspiros, cada rostro extraño me recuerda a ti porque mis ojos insisten en engañarme, pero ningún mortal tiene tu fisionomía. No sonrías, Amador ¡Imploro!

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Cuando lo haces se van derrumbando las barreras, se agrietan las piedras, se desploman los muros, y si eso ocurre, nada impedirá el anhelo del dulce beso. No sonrías, Amador ¡Imploro!

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El beso Tus labios son de frutas, la boca me sabe a piña después de pasar mi lengua por el borde de ellos quedando impregnada de ese deleitoso sabor. Debajo de tu lengua existen exquisitas fresas bañadas en chocolate. Tus labios son de pan dulce, me voy a comer tu boca de una forma lenta y prolongada, y mientras yo disfrute, tú disfrutarás también. Será delicioso saborear la humedad que hay en la entrada al cielo.

Hombre del campo / 41


Lluvia Y me encuentro mojada de pies a cabeza por correr bajo la lluvia, el agua se dibuja en mi piel, como suaves pétalos rodeando de aroma la emoción que arropa con lágrimas mi rostro, y me repito ¡Estoy viva! ¡Estoy viva! Lo sé porque el corazón ha cambiado su ritmo y marcó su propia melodía, lo sé porque mis pies decidieron seguir su propio camino y no el que le indiquen las estrellas. Quisiera ver tu mueca eterna, esa que atormenta mis soledades con mil preguntas, esa que es solo tuya, el calor recorre mi frente y me llega a la cintura, parece que ya es verano, pero tú solo sonríes y no respondes mi precipitada conversación ¡Quisiera saber lo que estás pensando! Quiero besar tus mejillas dulces, señor de ojos soñados.

42 / Yuretzis García



Yo soy las dos En mis labios hay vino, embriágate de mí hasta llegar a la uva. Soy fuego, prometo llevarte a la locura mientras fantaseas con el ritmo de mi cintura. En cambio yo soy agua, sumérgete en la calma de mis ojos, en el rocío del mar de mi boca, prometo darte ternura, amor y trigo. No esperes que me detenga en tus manos de templo, no pienso adorarte, no sueñes con controlarme o atraparme, yo soy viento. En cambio yo soy tierra, siémbrate en mi pecho, sueña entre la firmeza de la esperanza fértil que se pronuncia en mi vientre. Amor, me enamoré del amor porque tú me enseñarte a dar y recibir. No le tenía miedo a nada hasta que te conocí porque ahora temo no verte. Mi amado, te amo. Me enamoré de tus ojos antes de ser mujer una noche entre tus brazos de palmera y tu boca que no se acaba, tú descubriste el secreto, tocaste lo intangible, lo que a nadie le mostré, el alma que nadie descifró. Amor, muchos había antes materializado sus fantasía en mi cuerpo, sus lujurias en mi piel, sus deseos en mis piernas, pero tú tocaste y amaste mi alma, mi vida la dejé en tu orgasmo, en el suspiro de la victoria que pronunciaste al decir te amo, y para mí fue nueva esa palabra, y para mí fue nuevo encontrar tu cuerpo aun en la mañana, que te quedaras a desayunar. Mi amado, ven a arrullarme, ven a abrazarme mientras entonas canciones de nuevos sueños de la mujer que te espera, que te sueña, que te anhela en la fidelidad de un acuerdo bajo el alba. Tú me llenas besando el vientre de la mujer que lleva a tu hijo, pidiendo que te vuelva loco, que te desespere en un beso mientras me miro al espejo en mi susurrante confesión, que me recuerda que yo soy las dos.

44 / Yuretzis García



Adicta Tus ojos dicen tantas cosas que tus labios callan, yo solo te observo y empiezo a llamar a mi cordura. Déjame pensarte con la fuerza de mis 23 años ¿Has sentido un amor que se te mete en el cuerpo y te va cortando como hielo punzante? Hierve mi sangre, se desesperan mis manos. Necesito tu mirada. En un solo lugar encuentro ternura y pasión ¿De dónde eres peregrino? ¿Quién te ha confesado mi ilusión? Te grito a ti. El dolor se escurre por mi mejilla como una lágrima ¿Por qué no me escuchas? Mírame que te estoy amando, te sigo amando por siempre, para siempre.

46 / Yuretzis García



Seducción Bendita sea la forma en que miras, mi cuerpo no responde si no son tus manos las que me tocan, solo responde a tu huella digital. tú tienes la puerta abierta al manantial de besos, yo solo quiero el aliento de esa boca, quiero tallarte el cuerpo hasta que no exista un solo rincón por donde yo no haya pasado, no importa que se vean marcas, las de otras mujeres, no habrá reproches tú naces de nuevo en mí y por ti me cambie de nombre, ahora soy mar, porque la inmensidad de esa mirada no se pierde en el horizonte, amo tus ojos, mi amor, soy tuya y nunca me has tenido es tan irónico, tal ilógico, vivo una locura, vuélveme loca una de estas noches, quiero salir de este cuerpo en forma de aire y meterme por tu boca hasta llegar al alma, estoy tratando de negarme, pero no puedo, no puedo y me duele duele tener esta ansiedad ¿Dónde estará mi cordura? Tengo que reinventarme para resignarme a vivir sin esa magia, la magia de tu existencia mi cuerpo no responde, si no son tus manos, si no es tu boca, escucho el silencio y vuelan las mariposas. Mi corazón está más vivo que nunca. Gracias mi amor, para ti no tengo reproches por ti conozco el mar, el cielo, las estrellas, por ti escribí, el alma del verso.

48 / Yuretzis García



El hombre más importante Mi papá me dice: tú me enseñaste a ser padre. Eres la primera vez que cambio pañales, que me desvelo cuidando sueños, la primera vez que amo tanto a alguien. Y yo le digo: ¿Tú no te vas a ir, nunca verdad? No mi niña ¿Por qué? Porque esta es la primera vez que le pido esto a alguien.

50 / Yuretzis García


Mi mejor libro

Tú eres mi mejor libro, la manifestación de amor en éxtasis, el mejor de mis poemas, la evidencia mortal de devoción, el pergamino por donde quiero deslizar mis manos, mi excesiva pasión, la más poderosa de mis razones, mi dulce demencia, mi fascinante debilidad, mi exquisita tortura, tú eres más que todo lo que puedo decir…

Hombre del campo / 51


Cicatrices Todos alguna vez en la vida hemos sido heridos, en algunos las heridas son más fuerte que en otros y penetra hasta lo más profundo buscando desangrar el alma. En muchas ocasiones he sido herida de muerte por aquellos que más amaba, pero le doy gracias a Dios porque él me ha dado la fuerza para que yo encuentre en cada experiencia, por más difícil que sea, una bendición. Las cicatrices las tomo como recordatorio, porque ellas son la evidencia de que sufrí agudo dolor, sin embargo, sigo viva y aprendiendo cada vez más. Para mí las cicatrices son el recordatorio de una victoria, de una caída donde nos levantamos y seguimos batallando tanto, que ahora vemos los frutos de superar aquellas pruebas que parecían aplastar nuestro corazón en un horrible muro de decepciones y desesperanzas. Hoy miro mis cicatrices, esas que me han hecho hermosa y fuerte, esas que me han dado, más que quitarme, hoy le doy gracias a Dios por aquellas victorias.

52 / Yuretzis García



¿Cómo ignóralo? Te amo demasiado como para ignóralo porque con ello ignoraría a la vida misma, y esto es tan grande que no hay dimensión terrenal que lo abarque. Imaginemos que estamos solos en el mundo y ¡Bésame!

Lees mis poemas que también son tuyos…

54 / Yuretzis García


Te extrañan hasta mis huesos Te extrañan hasta mis huesos, te prometo que daría lo que no tengo para que mi alma pudiera salir de la cárcel de mi cuerpo y, solo por un segundo poder contemplar lo bella que eras, en un intento fallido de devolver el tiempo.

Hombre del campo / 55


Lo único que tengo No dejo de escribir aunque ya no te tenga, aunque ya no me tengas, aunque nunca nos tuvimos. No dejo de escribir aunque ya no me beses, aunque ya no te bese, aunque nunca nos besamos. No dejo de escribir a pesar de ti y muy a pesar de mí, a pesar de todos y de todo porque lo único que tengo son mis versos, mis estrofas, mis poemas, porque lo único que me quedan son las ganas y con estas ganas me inspiro y escribo por los dos, por tus miedos, por los míos, por nuestro pudoroso dolor. Que soy libre, que eres libre, la reja está abierta, las cadenas rotas, y no salimos. Si saltas toma mi mano porque los recuerdos son las nubes que llueven vidrios en los pensamientos de inocentes. Ya no quiero ser la tonta ingenua ni la espectadora de la vida de los demás, solo necesito una palabra ¡Sí!

56 / Yuretzis García


Lo que ha hecho tu amor en mí Si supieras todo lo que se ha hecho con los poemas que un día, sin darme cuenta, te escribí. Aquel impulso, casi innato, se volvió melodía e inspiración para muchos y me enseñó, un mar de aventuras y aprendizajes. Aquellas palabras que pensé ocultar del mundo y guardar solo para mí o quizás solo para nosotros, ahora tienen otras voces, las voces de aquellos que recitan esos versos para ti, escritos por mí, siendo tú, mi gran inspiración. Gracias a ese amor que sentí por ti, a esa fuerza de solo pensarte, me recuperé de mí misma y ahora escribo y escribo. Y tú estás en mis letras, en mis pensamientos, como un indeleble suspiro que lleva a cabo una revolución. Y así es como te amo: con libros, en verso rimado, en prosa, en fábulas, cuentos y novelas. Y así es como te amo, lejos, cerca, feliz, tormentosamente triste y ligeramente desorientado. Y así es como te amo, sordo y risueño, débil y fuerte. En esta incertidumbre que me abraza y me cubre de tantas interrogantes. Enamorada como una niña, siendo mujer y escribiéndote cartas que jamás vas a leer y que convertirán este amor, tan grande, tan puro, tan noble, en un inmenso anonimato. Mi persona favorita en el mundo. Tú has sido todo y has sido nada, pero siempre serás, porque tú eres, eres verbo y yo soy la voz que te conjuga. Tú eres pensamiento pero yo soy la que te piensa. Tú eres provocación, pero soy yo la que te deseo. Mi persona favorita, la voz que más me gusta, los ojos que más busco, los brazos que más anhelo.

Hombre del campo / 57


Espero, con fervor, que pase el tiempo y después de amarte, te olvide. Porque quiero volver a ser tu amiga. Te sigo admirando porque a mi corta pero valiosa edad no he conocido hombre tan recto. ¡Con razón las doncellas te aman! Lo sé, y nada es más correcto que amarte. Solo una incoherente vería tus ojos sin encontrar el destello de la luz del cielo, como un tatuaje en tu noble esplendor de señor. ¡Ni siquiera el consuelo de un beso, adorna mis deseos! Porque tu boca es desconocida para mí y eso hace que te desee más. Me despido, querido amigo, persona favorita, entre miles. Te mando un beso, esperando que cuando aterrice el enviado, sientas la ternura que de él se derrama y, en un momento de descuido, digas mi nombre. Pensándote, tu mejor amiga.

58 / Yuretzis García


Mensaje en una botella

Al Profesor Dioni Valladares Llevas en tus manos empuñadas, fuerzas para aferrarte a la vida, tu corazón espera a ser alcanzado, mientras te conduces al tictac de un reloj que te anuncia que es tiempo de empezar a vivir. Has aprendido a distinguir los sabores agridulces de un destino escrito a lápiz, tu mano acaricia lo áspero, lo suave, tu boca prueba sabores que no se asemejan entre sí, y tus ojos observan dimensiones pintadas que desaparecen el cris que no puede enraizarse, en un alma que se torna noble ante la generosidad del amor que recibe. Intelectual, tímido y un poco confundido, reservado y celoso ventarrón, apasionado a causas transcendentes, te miran una vez ¡Si te miraran dos veces! Tu rostro de seriedad guarda el misterio de un hombre que sin querer idealiza en una danza, a una mujer hermosa que baila y escribe.

Hombre del campo / 59



Mi amigo “El Poeta” A mi amigo Arnoldo Ruiz Yo tengo un amigo con manos de carboncillo, que donde asienta su huella deja marcas en los corazones de opalina más severos, apasionado de las letras, bendito de inspiración. Sutil manojo de sutileza y energía en pasiones rimadas en versos y prosas, profundos sentimientos, corazón descifrable y alma hambrienta de una esencia diferente; así es mi amigo Arnoldo, “El gran Poeta”. Su poesía muestra el erotismo de historias desenfrenadas, al mismo tiempo que la ternura de sentimientos con la calidez de tantas almas, que narran historias que él plasma con naturalidad y dicha. Sabe combinar fuerza con sutileza, la efusión con lo sobrehumano, el ardor con lo blando, y es por eso que es recordado y su lírica retumba en los pensamientos de todo aquel que tiene la dicha de escuchar algunos de sus poemas. Benditas sean tus manos que se encargan de plasmar lo que hay en tu mente, siendo este reflejo de ese hermoso corazón que llevas, y que no pierde oportunidad de manifestarse en una creación artística.

Hombre del campo / 61



Artista es como te llaman A Fernando Escalona

Hay momentos en los que desearíamos detener el tiempo, porque son tan mágicos, tan hermosos ¡Tan grandes! Que anhelamos que sean eternos. Esos son los momentos en los que estoy con mis estudiantes. Mañana, te irás de mis aulas a conocer el mundo, a volar con las alas de los colores que llevas en tu corazón de pintor. Artista es como te llaman. Yo era tu profesora y también aprendía tus lecciones, que emanaban nobleza y bondad, que muchos no comprendieron al encandilarse bajo la sumisión de pertenecer a un montón. Hijo, tu alma es noble, eres mi estudiante y mi amigo. Ve, emprende el vuelo y busca un cielo de hermoso esplendor o una noche oscuramente brillante, donde, en un lienzo tejido con esperanzas y sueños, construyas el futuro con las sonrisas de tantas personas que tengan la dicha de pasar por tu vida, en la verdad absoluta de tu don innato ¡Ser feliz! Y hoy te digo, pintor, caballero amable, joven gentil, que bendigo tu voz golpeando en lo profundo, diciendo que el trabajo de los que te queremos no ha sido en vano, que en tu camino está la firma de glorias y victorias porque “tú, no serás” ¡Tú eres! Realmente, mi orgullo es saber que existes, que eres un pedazo de cielo con ojos y pasos y que tu don será alimentado con los frutos de tu duro trabajo. Extrañaré no verte llegar a la hora de las letras, pero sé, hijo, que tú estás por el mundo dando pasos de gigantes.

Hombre del campo / 63


Por almas como la tuya, mi lucha se vuelve canción y la entono todos los días, esperando la fértil lluvia en las vanas sequías. Olvidarme de ti sería como pedirle a un hombre que beba toda el agua del mar, que cuente cada una de las estrellas o las hojas de los árboles, en todo el mundo. Olvidarme de ti es una oración muerta. ¡Gracias por tanto! Dios te bendiga.

64 / Yuretzis García


Sábado 3 de agosto del 2013 a las 10:39 am Tercera Carta para Dios Hola Dios, ayer me sucedió algo mágico mientras estaba en el templo, desde hace mucho tiempo siento que en ningún lugar tengo una casa, que a ningún lado pertenezco, sin embargo ayer tuve este sentimiento que ya daba por desconocido: sentí que estaba en mi hogar, con mi gente y que yo pertenecía a algún lado, me olvidé de las preocupaciones futuras y dejé que cada día tuviera su propia preocupación. Hoy miro atrás y te doy gracias por todo lo que perdí, porque al perderlo todo gané todo lo que no imaginé jamás: mi libertad. Soy libre gracias a ti, porque tú respondiste mis peticiones, no como yo quería sino de la mejor manera, como querías tú. Sigo siendo un diamante en bruto ¿Pero sabes cuál es la mejor parte? (Claro que la sabes eres Dios, pero igual te la diré) la mejor parte es que sigues moldeando esta piedra, sigues esculpiendo a tu hija, tu trabajo conmigo no ha terminado y te doy gracias por ello.

Me da gusto escribirte cartas porque sé que por más ocupado que estés tu siembre las lees, para mí siempre hay tiempo, aunque estés enojado no me ignoras, realmente tu maravilloso amor es más fuerte que todo y conoces a su plenitud la palabra bondad, tú la creaste, por ti fue configurada cada letra porque era necesaria que existiera homenajeando tu nombre. Este año fue de continuo crecimiento y aprendizaje, este año marco un antes y un después en mi vida, el año en que Dios me despojo de tanto escombro y me dio movilidad, gracias por todo lo que me has dejado ver y

Hombre del campo / 65


sobre todo gracias por lo que no me has permitido ver, gracias por lo que me has dado y sobre todo gracias por lo que no me has dado, porque tĂş sabes el tiempo de todas las cosas y tienes el control. Desde La tierra te escribe tu hija, despidiĂŠndose con amor.

66 / Yuretzis GarcĂ­a


Noche de agonía

Se me está desgarrando el alma ante la injusticia de la vida. Nunca quise escribir de ti porque para mí, tú sólo eres un hondo silencio. Llegaste al mundo siendo inocente y te dejaste vencer por los obstáculos de los días. Me cuesta escribir líneas a quien me ha hecho más daño en esta vida. Me quitaste la luz de los días, el brillo a los atardeceres, el calor a la noche y pintaste, de blanco y negro, el arcoíris donde me columpiaba. Trato de recordar lo bonito de ti, con la esperanza de que mi tiempo no fue perdido, pero sólo recuerdo gritos, miradas torpes y dudas hirientes. Lo que más me duele es no admirar ni una sola de tus huellas en mi tiempo. Me tocaste tratando de lastimar mi carne y agrietaste mi corazón. Sangré en mi lecho, vistiendo de negro aquella obsesión malsana que tú llamabas “amor”. Estuve, por días, siendo zombi, por tantos gritos, injusticias y corrupción. Y, después de dejarme moribunda, seguía torturándome el temor de que algún día regresaras por mí y no tuviera oportunidad y apresurarme a cerrar la puerta. ¿Sabes que fue lo mejor de ti? Cuando te fuiste ¡Qué noche tan sangrienta! qué día tan amargo, cuántos gritos atascados en mi pecho, con tus amenazas de hombre con máscara de cabal, bajo la mirada de aquellos que ignoraban tu capacidad de lastimar, teniéndote por singular tesoro.

Se cierra este capítulo con el único poema que te he dedicado, porque los dos primeros que te escribí, solo fueron accidentes. Y se cierra ya, sin rabias, odios o temor.

Hombre del campo / 67


Temor, esa palabra… temor. Era el paralizante que me detenía entre las espinas de tus manos, entre el olor hiriente de tu boca, de mil huellas y de tu cuerpo de mil manos. Te vi, en realidad, la noche cuando conocí tu furia. Ya se acabó, ahora puedo avanzar. Tú no puedes atormentarme, si yo no lo permito. Gracias por enseñarme lecciones tan poderosas, Como tú, no hay nadie, te lo aseguro. Tomaré los momentos de paz y seguiré mi camino.

68 / Yuretzis García




Autores de las ilustraciones

Poema Hombre del campo

Ilustrador: Evelyn Espinoza

Hombre de campo II Parte

Evelyn Espinoza

Mujer

Génesis Gómez

Huele a tierra

Evelyn Espinoza

Implacable agua

Evelyn Espinoza

Noche de bodas

Génesis Gómez

Aniversario

Génesis Gómez

Amada

Agneidis Enciso

Esta manera de amar

Génesis Gómez

Relatos de papá

Evelyn Espinoza

El beso

Génesis Gómez

Lluvia

Naomi Gómez

Yo soy las dos

Génesis Gómez

Adicta

Génesis Gómez

Seducción

Génesis Gómez

El hombre más importante

Geraldeene Barrios

Cicatrices

Andrea Gómez

¿Cómo ignóralo?

Naomi Gómez

Te extrañan hasta mis huesos

Génesis Gómez

Lo que ha hecho tu amor en mi

Génesis Gómez

Tercera carta para Dios

Eliecer Rivero

Mensaje en una botella

Génesis Gómez

Mi amigo “El poeta” Artista es como te llaman Noche de agonía

Hilda Borja Fernando Escalona Génesis Gómez



Índice Hombre del campo / 11 Hombre del campo. II Parte / 19 Mujer / 22 Huele a tierra / 23 Implacable agua / 26 Noche de bodas / 28 Aniversario / 31 Amada / 33 Esta manera de amar / 34 Relatos de papá / 35 No puedo ser infiel / 36 Inolvidable / 37 Te he besado en pensamientos / 38 Tu sonrisa / 39 El beso / 41 Lluvia / 42 Yo soy las dos / 44 Adicta / 46 Seducción / 48 El hombre más importante / 50 Mi mejor libro / 51 Cicatrices / 52 ¿Cómo ignóralo? / 54 Te extrañan hasta mis huesos / 55 Lo único que tengo / 56 Lo que ha hecho tu amor en mí / 57 Mensaje en una botella / 59 Mi amigo “El Poeta” / 61 Artista es como te llaman / 63 Tercera Carta para Dios / 65 Noche de agonía / 67



Otras obras de la autora publicadas por Editorial Giraluna:

2013

2014


Este libro se termin贸 de imprimir en el mes de junio de 2014, en los talleres de Editorial Giraluna R.L., Caracas, Venezuela. Son 100 ejemplares. Impreso en papel bond de 75 gr.




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