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~ 27. EI principio de factibilidad estratégico-político.
Libertad . . . . .
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1. La razón estratégico-política [414J. . . .. . . . . . . . . .. . . . . 2. La Volunrad temporalizada: como disciplina (sophmsyne) y como fortaleza [416J ..
470
3. EI Principio de factibilidad estratégica [419J............ 3.1. EI Principio de factibilidad y ia possibilitas potenliae [419J . . . . .. . .. . . . .. ... . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . 3.2. PrimaCÍareductiva de lo estratégico sin normatividad [420J . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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475 478
3.3. Enunciado normativo Jel Principio de factihilidad es. tratégica [421J ... . 3.4. La fundamentación deI Principio estratégico [422J. . . 4. Postulados políticos. Libertad [424] . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5. La aplicación deI Principio de factibilicladpolítica: la pretensión política de eficacia [425]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5.1. EI éxito estratégico [425] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5.2. Eficaz manejo de la escasezempírica. Normatividad de los medias [425]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5.3. Gobernabilidad: manejo posihle y eficaz de la compicjidad institucional [426] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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E!. OROEN
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~ 28. Pretensión políticLl de justicia [428] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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1. {En qué consiste la pretensión política de justicia? [430J . . 2. Permanencia deI orden político [432J. . . . . . . . . . . . . . . . .
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Bibliogmfía citada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Índice alfabético de algul10s temas y autores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Índice de esquemas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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CONCl.USIÓN
DE LA AKQUITECTONICA:
la
ONTOLÓGICO-POl.íTICO.
PRÓLOGO
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En la Arquitectóllica de esta Política de la Liberaciól1 nos toca trat'lr el 1l1()JDeI1toont()lógico.ynormativo de la...política(como praxis cumplida en un campo específico estructurado por instituciones). La fiJoso..fia originaria -desde Mesopotamia o Egipto, desde los fenicios, los griegos, chinos o indostánicos, o los relatos míticos de Mesoamérica o los incas- ~ié:!I1jJLLtuvO_ªJªP9Jíçiça.c(m1.Osuppntode partida. Pensaban cosmopolitamente: la realidad era observada como un inmenso sistema político-astronómico. Emprendamos pues nuestra tarea reconstruetiva. En esta Arquitectóllica expondremos de manera abstracta, y corno introducción ai volumen de la Crítica1 de mayor complejidad, más c(mereta, una descripción fundamental, ontológica, de los momentos que tienen relevaneia para una polírica global, planetaria, pero observada de manera especial desde la periferia, desde el Sur, y particularmente desde América Latina. Será todo un ª~~p'jieKl!_e._4~Lp.Q~f!.r..P.9Iític!.))que irá ocupando el campo político hasta llegar aI final de la Arquitectôllica habiendo dado cuema suficientemente, teniendo <;:ncuenta los momentos necesarios, de un «orden político vigente';, el que fuere, de manera abstracta y sin contradicciones todavía; sin conflictos, metódicamente postergados para la sección Crítica siguiente. ~()_qt,J.e_~ya!l!9~_º~~.qit.9 te.ÓIica1J1~l]t~~.I). (st.ª.pªg~s~r?sist(';.n1á~i.ca.ln5~nt<C ...º~.C.9!1~t!_':I.i9.0 ..<C1!.Ja-parte Crítica, partiendo, como hemos indicado, de una Il.~ªY.ºL<::911J.R.ltiÚjª_d, £9nflicti~.1.para dar cuenta así de las estructuras mínimas de una Política de la Llberacióll. Será una:«ascensión de lo abstracto a lo concreto". Karl Marx, para sintetizar la labor que emprendiera en cl campo .. -Teconómico, escribió que la tarea que había que cumplir consistía en <<\a ' ! crítica general (allgemeine Kritik) de todo el sistema (Gesal1zts)'stems) -.'-de las categorías económicas [burguesas]»2. Esa crítica la desarrolló por medio de la construcción de un nuevo sistema de categorías econômicas cuyo orden estaba regido por erijiItocfõit~ãrii~~.~d-é-!á--êxiei1o~L(!~9. dei sistema.z._olo excluido oculto (el trabajo vivo, y desde é1 el p7usvalar) para describir las categorías fenoménicas fundadas más superficiales (como las de valor de cambio o ganancia). Lo fundado es lo que aparece. EI fenómeno que se presenta, si no se funda adecuadamcnte, se fetichiza. La ganancia que dice proceder dd capital (y no dei trabajo vivo) se 11
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fetichiza. Es decir, pretende fundarse en sí mismo (eu cl capital), cor-, tando toda relación con su fundamento (e! trabajo vivo que es la fuente creadora dei pluvaJor). En la economía política burguesa lasÇil.tc:g()rías usadas por JoseconomiSiasestabaiifetichizadas; se pasaba sin orden de üi1"ãaotras, daI-i'do'sa1tos;'éometienao-concrãC!icciones. Era un discurso puramente ideológico3• Lo mismo es posible ahora cumplir en la fj!Qs,ofía.PQlí,ri<:,ª-.,.J;uardando la analogía epist~Q1iç_anecesaria. Podríamos decir, entonces, que en este volumen, y en eI siguiente, lo que emprendemos es la.coJ:/$tnlcciól1' crítica general de todo el sistema de las categorías de las filasofías palíticÇ1sburguesas modernas., En la políticl, como es evidente, el punto de referencia fundamental desde e! cu ai se irán construyendo las categorías más pertinentes no será ya eI mismo que en el campo económico. ~De qué categorías parte ahora e! discurso? Así como la crítica de la economía política de Marx partÍa de la «comunidad de vivientes» de los que trabajan, ~ donde cada trabajador era, considerado como «trabajo vivo», lo que permitía precisar la primera distinción: entre trabajo vivo y trabajo objetivado (el cual, en su desarrollo, funda la distinción entre valor de uso y valor de cambio, en cuya disyunción originaria estribaría toda posibilidad de fetichismo o explotación económica), de la misma manera la crítica de la filosofía política de la' liberación parte de una categoría fundaIJI~I1..!ilJque organizará todo el sistema de las categorías restantes. Esta categoría es la de! poder político, que se escinde por la diferencia ontológica originaria entre lo que denominaremos potentia4 (el poder político todavía en sí, en la comunidad política oel pueblo) y potestas5 (el ejercicio delegado dei poder político institucionalizado). La potestas, por su parte, se escinde nuevamente entre e! ejercicio obediencial de! poder delegado, ejercicio realizado por las acciones y en cumplimiento de las funciones de las instituciones políticas que responden a las exigencias de la comuni9ad política, deI puebl06• Sería eI poder obediencial institucionalizado. Este se escinde por su parte en la posibilidad dei ejercicio dei poder que se afirma a sí mismo sin referencia a la potentia. La auro-referencia, como última instancia de la potestas, es el ejercicio fetichizado o corrompido dei poder político. 'i Cuando eI actor político, que ejerce el poder institucionalizado (sea Ul1 rey, un representante, una elite política), se afirma a sí mismo como la ' sede de la soberanía, de la autoridad o C0l110últim3 instancia dei ejercicio de! poder para su beneficio, el de su grupo, su cbse o su fracción, " es decir, cuando se desliza dei ejercicio obediencial a la auw-af1rmación dei poder desde sí, se origina ontológica mente la fetichización, la co. rrupción, la desnaturalización de! poder como domin3ción. despotismo, tiranía. La autonomización u oposición de la potestas (la apariencia fenoménica) de la potentia (su fundamento ontológico) es la disolución de la política como taF. Puede entenderse entonces que en los p_a.f~~s s:otolli3ies opo~~~ºlo~ niales, antes de su emancipación, sus_eli.te"sp<;>IL~i9~si.e11.1pl'e_ eJ~_rcie~an el po{lcr en bendiria de las metrópolis extranjeras, de josgrup9s domi-
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nan~es, pera PUl1.c,:a. cO.!l1q,ejf:rci~i-º,qe.legac!.o dei poder obediencial con respecto a la misma comunidad política o dei pueblo dei cua] aparecían como gobernantes. La estructura de corrupción política moderna, que reiná durante cinco siglos, fue eI colonialismo europeo, y recientemente de Estados Unidos, que enseflaban y obligaban a las elites políticas periféricas a traicionar a sus comunidades política, a sus pueblos, para ejercer el poder para otros (como rccientemente, en una situación de dependencia neoliberal, Carlos Menem o Carlos Salinas de Gortari). La potestas (e! Estado, en último término) era un mecanismo fetichizado de poder despótico contra su propia comunidad política, contra su pueblo (contra la potentia). . Si debiéramos anticipar en un solo enunci3do lo que sealo polí~ico, diríamos simplemente que es el cl!!.spJjfgue dei p-ºd...eLP.2Ht.(a/ (tal como 10 iremos describiendo) en todas SllS dimensiories, niveles, sistemas, esferas, fundamentalmente como potentja (eJ poder de la comunidad política, o críticamenre dei puebla), expresada como potestas (como la determinación institucional de laprimera), disyul1ción (Entzweiung o Diremtion) necesaria, ine.vitable y ambigua por excelencia de toda la política. •. Se trata de una Al'quit'ectánica. Con ellono proponemos un sistema teórico cerrado; por el contrario, se trata de un marco teórico de los temas más urgentes, más pertinentes, exigidos por la experiencia global, planetaria ai C<Jmienzo dei siglo XXl, organizados suficientemente dentro de una cierta lógica ad hoc, a fin de poder orden'!d9:Ai2.ç!:1~ó!? a.rglJ.1P.~!:1)2A~ (ante los especialistas), elª~J??:t:.~yJ~~~a!,za (entre los militantes) y la lectura instructiva (para eI ciudadano culto). Es una al'qJlitçctóI'1..i£a~ªb[(£iã."ã'nlle\:Õ'sten1as, nueva posibilidad de construcción de conceptos o categorías interpretativas, de acuerdo a la novedad que la histaria nos vaya deparando. Por e! momento, pensamos esta arquitectánica Iqcalizados en la periferia mundial, desde u_~'.:gi~_o,Ae~olonizadop> (r:ecordando el «giro lingüístico» estudiado por R. Rorry o el «giro prag"mático» de un K.-O. Apel) que exige una nueva descripción de rodos los momentos de la filosofí:l política, que ha sido pensada hasta e! presente desde Europa y Estados Unidos, y además eurocéntricamente -que'indica, no sólo eJ lugar desde donde se piensa, sino el modo de pretender elevar la perspectiva europe.â como la interpretación universal, válida para todos los otros lugar.es hennenéuticos-. Estaremos sumamente atentos a recordar sie'll1pre eJ IlIgar deconsrructivo que adoptaremos en nucstr:l descripción político-categoria!. A esta Arquitectónica le seguid una Crítica (volumen 1lI). Esta división de la materia de rellexión, cn la construcción de las categorías políticas, se nos fuc' imponicndo lentamente a medida que queríamos ordenar ehnateriaJ para la exposición, tarca que nos tomó varios anos. En la Arquitectónica, metódicamcnte abstracta y por lo tanto descartando la complejidad requerida en una consideración más concreta, se constitui. rán las categarías fundamentales, desde un vocabulario ontológico básico, para saber lo que deconstruiremos en la Crítica, Il1ctódicamentc más
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LIBERACIÓN PRÓLOGO
concreta, más compleja, y por lo tanto enfrentando contradicciones, condemocracia, para poder idear nuevos modelos, para investigar los sisflictos y mayor dificultad en la descripción empírica. Sin embargo, esta temas concretos y las posibiJidades de su transformación, teniendo en distinción metodológica nos ahorrará entrar directamente en la Crítica, cuenta los condicionamientos sociológicos, económicos, históricos, etc. sin antes haber establecido aquello que se critica. Es entonces pedagóLa filosofía política permanece en un nivel fundamental y abstracto (que gica, metódica y eficazmente necesario ir de lo simple a lo complejo, de nada tiene que ver con lo simplemente irreal). lo abstracto a lo concreto. Nos dice K. Marx que elmétodo consiste en Esta Política de la Liberación, entonces, ayudaría en la clarificación ~~<:ender de lo abstracto a lo conçr~tQ.>?~.>-Y lo tendremos estrictamente (y dando. material para el debate, la discusión) de las categorías más en cuenta. En la Arquitectónica se evitará tratar las contradiccioncs, los abstractas, primeras, básicas, que sería conveniente que el ciudadano conflictos, eI ejercicio dei poder como uominación. Desplegaremos un de la calJe, el militante de los partidos, los representantes que ejercen el sentido ontológico deI poder político positivamente. En la Crítica, con poder d.elegado hubieran problematizado aunque sea inicialmente. Nos mayor complejidad, la potestas se cscindirá. Cuando «los que mandan sentiríamos plenamente compensados de tantos sacrificios sobrellevados manden mandando» aparecerá e! fetichismo de la dominación. Mientras en la elaboración de esta obra, que de todas maneras hemos gustado y que cuando los «que mandan manden obedeciendo», se tratará dei pleno entusiásticamente desarrollado, si a algunos les sirviera en el sentido despliegue de la potestas como ejercicio delegado legítimo en favor dei apuntado: lO fortalecimiento de la potentia , lo que denominamos ejercicio obedienAl1tela.cºrEI}J23~.!~A.<:...I~_~~r..?-~.~c:~a~ p_~I~t~~~s. (continuamente tentacial de! poder. das por las burocracias burguesas privadas econômicas en e! plano global Seguimos, analógicamente, una arquitectónicas~n1eja_nte. aja usada o en e! de los Estados particulares), s_ehac~_~~~...!.1~c::t:s~~iº.9~_e.n..!:ll~(;.a_reen la Etica del{l L.i~I!.r.il0.!ónl\cuyos primeras capítulos trataban deI orden ontológico-fundamental, mientras que desde el capítulo 4 (Segunda l~ parte) se entraba en la exposición de una ética crítica desde la extede esta Arquitectónica y Crítica, donde abordaremos la cuestión. Toda rioridad dei Otra, desde los explotados y exclui dos. Analógicamente, c.Q!Illi>..£ió~. es el fruto de una «inversión>~.º~t~!~gic::.?Jl!.n.9~E.~<::!~£~I: cl tocumpliremos los mismos pasos metódicos en e! campo político, en 'Ia mar a la potestas (o1era ejercicio delegado der poder de un representante arquitectópica global de una política de la liberación. Remitimos entonpor medlõOeúna in.stitución) como_e1lugeJ.! dOflde reside la au~o1?º.!'.1i?.> ces a esa Etica en la que se describen los principios y categorías prácticas la -ª\!todetermin'!£~9B~J~.~.!2~f<.t!!~,-.L'!_~ t.o.!.Lcl~d... c::o.~g_~t.~':.icio_ 9~1.ponecesarias básicas para com prender esta Política, que no es sino eI eje.rcide_~_CJl1~_p'~r!~fle (;~_.'11..!"..~p_r5:~e f.1 !.an!~,_e.n~Itim<linsta.p: ci~~ti chizán dose, cio de la praxis y de la orgaI1ización institucional en un carnpo práctico ~!.I:I.!ef~.r..<:~Ü!:i1J,ª-p-ºtenti~jcl poder cuya sede es e! pueblo, dcl cual emaparticular. De paso, debemos indicar que metodológicamente estamos na el poder institucional de la potestas). Fetichizado cl poder delegado mostrando cómo cada campo prác'tico (econpmico, ecológico, cultural, de la representación, toda otra corrupción es posible (desde el placer racial, de género, familiar, deportivo, religioso, militar, etc.) se las arregla patológico por su ejercicio egolátrico o despótico, hasta el uso de dicho para subsum~r las categorías éticas en su campo respectivo. De manera . que f!ue~tra..Efic;q 12Sç~ía.eI niveLa.º".tra..s:.!º1_eLa.I@J9..&!.ci9..l2riT)..QpJ!!.,-Q.~£o-ejercicio dei poder para el propio beneficio o enriquecimiento). Por ello, los principios normativos son necesarios para clarificar, recordar y expli_dos los campos prácticos. En esta Política de la Liberación desplegaremos car esta originaria «inversión» o desplazamiento de la referencia última un niarcáléorico mÍmmo para poder pensar filosófica o radicalmente la de! poder . .íproblemática política (debajo de las ciencias políticas, ya que puede penVn cierto ~1ltjfun_cji!.Ç.i.Ql1.ªljNn-º ...Q_ªmi.::P.rjllQpj~I!!º.P"ºg!"ll9.ge.r.po-, _h~ , . sarse su fundamento o principios epistemológicos primeros). Una vez criticado la_J2osiQjli.4~_~ __ ª.~CJ.l!.e.la_p.ºJ.íti.c:a. ..!e.!11g~.p~jncip'i9Sv:á1i.d()s uni- ) '. concluida esta Arqtlitectónlw y la Crítica, e! lector, el estudioso crítico ~rsalmS ..m.~'Y si hubiera principios, éstos só o pourían ser particulares \' de esta obra, t~ndría (ése es ai menos mi propósito) ese marco teórico o sólo reglas estratégicas de validez regional. Esto lleva a los agentes, a mínimo para poder pensar cualquier problema político empírico, conlos cÍuuadanos y principalmente a los representantes, a no advertir el creto, debiendo, es evidente, hacerse cargo de las mediaciones necesarias momento en que se cae en la corrupción, a no poder claramente discerepistémicas, técnicas específicas, bibliográficas, para poder articubr e! nir en dónde y cuándo se encuentra cl origen mismo de la corrupción. nivel abstracro de este marco teórico Ç0l1 el sub-campo específico de! Cuando un político prafesional intenta identificar a (a) la mera legalidad tema singular sobre el que intente reflexionar. Si, por ejemplo, intentara dei no cometer un «errar técnico» (errar dcl que roba sería el haberse estudiar de manera más detallada la cuestión de la democracia, no só lo dejado filmar en un video y por ello haber permitido la existencia de una deberá echar mano en esta Política de la Liberación de los .H' 23, 25, prueba cuando fuera acusado; evitar cl error hubiera sido no haberse 34 Y 41, sino que debería igualmente referirse ai tema tal C0l110lo trata dejado filmar, y gracias a ello aparecer como inocente ante la opinión la ciencia política, la teoría de la comunicación informática, la historia pública, aunque haya robado) con (b) e! cumplimiento de la exigencia institucional, etc., para poder estudiar mejor los modelos existentes de normativa (que le obliga como representante a ejercer eI poder en fa-
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PRÓLOGO POLíTICA
DE
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vor de la comunidad que representa, y por ello no robar nunca, sea o no sea filmado), significa que ya ha corrompido el ejercicio dei poder. Es por esto por lo que la cuestión de los "principias normativos» se ha transformado en una problemática central de la política actual. Pera, frecuenrel11ente, la fundal11entación de dichos principias se intenta efectuar sobre inciertos "valores» o en exigencias puramente externas, Icgales o formales -sin 1110tivaciónprofunda en la subjetividad dei actor- y por ello no tiene consecuencias reales. Por om: parte, no hay que confundir la incertidumbre prapia de toda acción estratégico-política inevitable -por la finitlld de la con- . dición humanacon la existencia de un3 nonn:!tividad universal que legitima la acción o la institución política ante los actores, ame las instituciones legales y ante la histaria, y por ello, como veremos en el capítulo 3, comtituye intrínsecarnente la consistencia dei poder, la acción y las institucioncs políticas. Hay demasiadas aporías mal planteadas. Por lo tanto, y repitiendo, un cierto escepticismo en el campó polí, tico niega que la política tenga principias normativos (y no digo éticos) ante el peligro de caer en una posición dogmática, que defendería, por orfa parte, una certidumbre imposible de toda acción política. Principios universales e incertidumbre en la decisión política no se oponen. 2Sería acaso posible la Iucha por la hegemonía si se asesinara aI «3ntagonista» (en la terminología de Ernesto Laclau)?, o 2sería posible la permanencia de lo político si se impidiera toda libertad física aI «enemigo» político (tal como lo entiende Carl Schmitt)? ..~! res~a..!:.k~i~ dei ~n,~9..!1jsta político, deI que no es un enemigo totaIT\ permite que el campo estra. tégi ~g-E91i!~Q..9.~. e.<:l~.aJ?i ~~~Q..~.la ..aççi9.1J.R91!ricª-=.2i.,'ieasesiiúra aI antagonista (en referencia ai primer principio) o se lo privara de su libertad y participación simétrica (con respecto ai segundo principio) se intentara una acción empíricamente imposible (como en el caso de un cierto anarquismo extremo: temática dei tercer principio), el campo político quedaría anulado, se cerraría, o se transformaría en otro tipo oe campo; sería un horizonte d~ acciones totalitarias, áutoritarias, manipuladoras, etc., que han dejado de ser "políticas» en sentido estricto. EI call1J!.o 2~jt~<?p~esl}P9ne. ontológicamente siel11pr~ti,prif)ri ciert.as.co.11ê1iciones 11..niv~,r~3:Le.~.no~mativas, eScleçir,.necesarÜlsparaqu~ la acción. política y la institución sean políticas y no otra cosa. Admitiendo la importancia de rccono'ê-crTi'ilie\;iiãIli1idãddê b-'co/ziíiígencia, de la incertidumbrc ante un Richard Rorty, Javier Mugue"Í"za'o Carlos Pereda, afirmaremos por ello mismo los .2Ei.!}<iP.!os. nOrI11~tiyos.comonla~'.c9s. de J3ªcción, p3ra que en cl nivel de la contingencia (que lo denominaremos el nivel A) dicha incertidumbre sea políticamente posible, es decir, razonable, coherente cn e1largo plazo (en el sentido de la virtú 14 que permite ai príncipe establecer en la duración deI tiempo un estado de cosas sostenible ante la pura fortuna, como propone N. Maquiavelo), y no puramente caótica, contradictoria () destruCtlva,--l.Jlliy_eJ~ªlidjlci(en e1niuel C) ei.nc:~giçll)n)~ bre (en eI A y B) no se excluyen, sino que se articulan y se codeterminan Cil.política. ,-, . - ,- ..... ~.. __... '''--.''_.
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De la mism3 manera, ante las diflcultades de fundal11cntación de la filosofía políticn con contenido material (co~o la de la política tradicional dei to koinón aga.1hón de Aristóteles, deI bOI/um C01n111lmC de Tomás de Aquino, dei Estado orgánico como Sittlichkcit en Hegel, dei utilitarismo, de los valores de un Max Scheler, o dei <,Estado de hienestar»), una cierta tradición neokanti:ma, sea b filosofí;l política liheral (neocontractuãTlsti'ê(ililO la-de ]Ohli- Rawls o anarquista conserv;ldora COlDO la de Roben Nozik) o una procedimental discursiva (como la de ]ürgen Habermas), se han il).diI:t.ª-d2P..Q!~sech~!..!Q.9_:1_PC!I_[~j_c.~m~1tc.,:ial ~osten~d.<:y()~..IS;..~tI:1l:~1Por.ejemplo), s~a, por p:Jr~iCllla~istao il~lpr;1ct!.£ãPIe_p;;!r_a_.~I.eJerclclo ,de un~de.l11ocracla plurahsta y tolerante) sea ~~5..0_I!f.~~9ir la.neces?ria ac~i~n política con la pura determinación económica (distinción exigida entre otros por Max Weber \' aluliz;1(b por Erl1e"s-toLaclau en favor de la social democracia). AI erradicarse dei .campo político las deterl11inaciones ecológica, económica o cultural (que son campos materiales que cruzan e! campo político), se reclu)'e la po. lítica exclusivamente en la esfera de Ia legitimidad form:J1del11ocdtica, d_,,-.Iª,~,~~ffllcluúsíil-~:~ít.úcigi:1~~i dei' de~ecI1.o,'deia 'l~lcrã-partí(~ipación conJEç.r~.a1 (J. Rawls),()..<:l.~~lIt:.siV:J (J. Habermas) d(':'- ..ámbi,to_pflhlico. Esto.R.º9..r11~e.r.Açc;p.IªhlçLq~!Lz-ª,~npai~~s.d~I .ccntrC!dei Clpitalisnlo t~rdíQ.,.con 1m «est3do de derecho» suficiente, que por ser altal11enre desarrollados, garantiz:lIl por ello la sobrevivencia, ai menos suficientemente, de la totalidad de los ciudadanos. Legítimo sería lo que cUl11ple con las exigencias legales o procedimentales deI sistema político, deI ejercicio dei poder .tol11unicativo en un «estado de derecho<>.,.Per.o,.csto parece S$:rinsuficiente para una filosofía política que reflexione desde hu;iri.t~ción ó~ãléfdplan'ei-âTI-errà,.delo5':Pa(sespobres y periféricos, subdesarrollados, que 50n la gran mayoría de la humanidad presente. Én 'Affi€rlcãTãúnà;Arrlcã: AsÍil.Y- li Európ'aõrTêrlhiT raêsdc--19R9)él «estado de aerecho» es sumamente precario y la mera sobrevi vencia no está de ninguna manera garantizada par:! la mayoría de la población en los Iímites territoriales de cada Estado. En este contexto descubrimos la necesidad de una rdlexión crítica dentro dei horizonte de la filosofía política actual. ~n.i!l~no ~~_p'~a, en México, sostenía un principio m:.J..l:eri?LJl~)ljt.ic6 claro, decisivo, que le permitía juzgar normativamentc a las acciones, a los amigos y encmigos, a las instirucioncs: «iLa tierra para los que I.~!~a!>.aj~t:I_.~(~J'_l!.S,!~,~nos!». Este principio, ligado a la vida desnuda y concreta de los campesinos de More!os, que se originó con luchas centenarias de los Tlauicas --etnia de los Zapata, que ya h:Jbían luchado por sus tierras contr:J los azrecas-, en Anenecuilco (no lejos dei Oaxtepec donde escribo esta Política), legitimado por códices amerindios, reales cédulas y escrituras de tiempo de los liberales dei sigla XIX, se hizo ef-Icaz, política y técnical11cnre mediado, cuando E. Zap"ta, para tener una honesta pretcnsiÓ71política de ;usticia, el11punó las armas para defender ese mismo principio. Desde este principio normativo tan simple, eI casi analfabeto E. Zapata, pudo juzgar clara y políticamentC' las acciones e 17
• POLiTICA
DE LA
intenciones de tres presidentes de México (Madero, Huerta y Carranza), de sus lugartenientes, de Sll puebh Los principias normativos, siempre implícitos (aunque fueran en el caso de Zapata formulados explícitamente), eran luz normativo-política en la acción estratégica y en la creación, estabilización o transformación de las instituciones de! Caudillo deI SUL Dicen que su hermano Eufemio, alllegar a la ciudad de México (la de los antigllOS nahuas) y ai entrar en el Palacio presidencial junto ai Zócalo, la plaza mayor, no lejos de la gran Pirámide de los Aztecas, buscó afanoso la silla presidencial intentando quemarla, y exclamando: «iEsta silla está endemoniada; en ella se sicnta gente honesta y se corrompen!». £1 que se sentaba por primera vez nunca había ejercido el poder. Una vez sentado en ella iniciaba el ejercicio delegado deI poder deI pueblo. De tanto sentarse en ella comenzaba a habituarse en su ejercicio y olvidaba que debía ser una ejercicio delegado. En ese momento se fetichizaba el poder, y la si lia endemoniada transformaba aI actor en un político corrupto. La política sin principios normativos produce necesariamente esa alquimia invertida, la potestas se transforma en dominación, con~ra la potentia, a la que debilita para l1?aneja.,d~: Pero aI eliminar LI fuente dt su regeneración, la misma potestas se corrompe, pierde fuerza y termina por derrumbarse. La estatua cuya cabeza y tronco es de oro, de bronce y de hierro (Ia potestas) tiene sus «pies de barro» (Ia potentia corroída de! pueblo se restabIecerá un dÍa y dejará caer a la esta tuas hecha pedazos, como e! populo italiano que destrozó eJ cuerpo mismo de Benito Mussolini). Deseamos hacer una última acIaración. £n nuestra lecrura de los clásicos, en e! volumen I de esta Política de la Liberación, descubrimos problemas, temas, categorías. Por ejemplo, B. ~lÚI1.QJ<1"'pudosugerimos la distinción entre potentia y potestas;, lo mismoJ\.ºlJ,i?i?~?P, en e! caso de la, Válonié geiiérale, el tema deI p_º4_~r,çºr.ng_XºLl}Jltad; pero siempre tendremos en cuenta e! estado real, aqyal,empíri<::9dç: l'U~lJe~tiQl1que tratamos en- Am-é-iíca-'Làiinao eii' er mundo contemporáneo, cobrando pordlo las palabrãS-d'e-losclásicos en nuestro discurso otro significado, Así, e1 concepro"ãepOã'ú;'a-de-riiJs delas sügerenCiás deSpirioia-ü Rousseau, incluye e! concepto de Voluntad-de-vida, pera que no será idéntico aI de A. Schopenhauer, y, adeI11Ks~mcluyetambién a la razón cjiscprsivª.)' a la fa£.t.i~jlidad ins.truBlen!?J~n un sentido propio. No es la mera expresión de una correcta lectura o interpretación de los clásicos (propia dei erudito conocedor de b historia), sino dei despliegue de la sugerencia en }::I tratamiento de la cuestión que se origina en un clisico. NiJ'!Z!!.!!!1 cate.gQ!fª-º-e_eg<l_ <lrql!i!.~!<}!,!is.<l_p9.Iítis:a"~~ tonces,responderá. cºn~xtrema \," el'a<:~.itud_a ninguna. categoría tal como la det1IJe algún cl~sics):en el in,;' \ terior deI discurso de la Política de la Liberaciún todas las categorías ad,o. \''j/ quierenniievoslgnificádõ:'Se 113b-c'áprád'üciâõen -tcl6as-e!Iásulla resigni-_ _r •• fiCãCIõll semântIca en nuestro discurso. EI c1ásico nos sugiere problemas, •.... \" temas, distmclones; 'P(;ro no nos obliga a tomar dichas categorí31 c1ásica \ 'oen el sentido que tuvieron en e! pasado en su discurso singular. Nó se nos \>. debiera atacar por haber efectuado una exégesis incorrecta de un c1ásico "
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•
PRÓLOGO
LIBERACIÓN
(porque una tal exégesis no es nuestra intención, que sería algo así como ir cociendo muchas posiciones eclécticamente reunidas en un discurso incoherente), sino por no haber usado adecuadamente la sugerencia de! clásico, o de haber desaprovechado alguna de sus posibilidades actu3les, pera siempr'e teniendo C01110 punto de referencia a la realidad política presente latinoamericana, periférica o global contemporáneas, y no sólo a los textos de los c1ásicos. Recomendamos tener a la mano mi pequena obra 20 tesis de política!S, libro que he escrito después de realizar la investigación que ha quedado expresada en esta Arquitectónica. De la tesis 1 a la 10 se in., dica eI desarrollo de la cOllstrucción de las categorías de este volumen. Iremos remltiendo a la tesis correspondiente a medida que avan,ce la exposición. ENRIQUE
DUSSEL
Departamento de Filosofía Universidad Autónoma Metropolitana lztapalapa (Ciudad de México), 2002-2007
NOTAS L Se trata dei próximo volumen III de esta Po/ítíca de la Liberaciól/, En cíerta manera !la sido anticipado en las Tesis 11 11 1" 20 de 20 tesis de política (Dussel, 2006). 2. Mal/uscritos dei 61-63 (Marx, 1975, li. 3, p. 1385; ed, cas!., J 975, vaI. 3, p. 226), 3. Hemos esrudiado esre lema ell nucstras obras de filosofía econômica (Dussel, 1988 y 191)0). 4. Expondrcmos esta cuestión cn los f~ 14 Y 30. 5. Véanse los H 14, 20,4, 30 Y 40. 6. Sobre eI col1cepto critico de p"e"/o véasr ri ~ 3N de la Crítica (volul11el1 III de est3 Política de
la Liberación). 7. Véanse las 20 tesis de política (Dussel, 2006). 8. Hegel indicaria que es "ei desarro/lo dei ccmcep/o dei poder ••. rero no se trata solamente de un concepto teórico, una ddinición, sino de una realidad que va ocupando todo eI campo político, co diversos niveles, esferas, sistemas, que entrarán en conflic[Q y se trascenderán históricameme. La palabra .••despliegue» (Entfaltllllg) quiere indicar rodo esto. 9. Grundrisse, Cuaderno M (Marx, 1974, 22), 10. Véansc los H 13-14, más adelante, y Dussel, 2006. IL Dusscl, 1998, 12. Ihid. 13. EI crirerio que diferencia cI cncmigo púhlico o político dei encrnigo total en la guerra. es justamente eI no-poner co riesgo la vida y Uni.l cierta lihcrtad dei otro. En la políri('a eI (dNo mararás ai antagonista! ••es constitutivo Jt"b política como política: no es só lo un momento ético extrínseco, sino que es constiruii~'o Jc lo esrrJrégico como csrraregico (de lo contr.Jrio iJ .ll..:ción estratégico-política se transformaría c.; UIlJ accióll meramente técnico-militar de la razón instrumental), como veremos m;Ís adelante. Desde anriguo, la /éklme milit,lr (razón instrumental) se difercnciaba de la phróHcsis política (razón práctico-esrratégic~l); esta l'lIrima incluía en el antagonismo político una derta frarernidad patriótica. 14. Sería en nueStro caso las insriruciones y los principios (lliucles B y C, como se ved m~ls adelante). ' 15. Dussel, 2006,
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• Introducción DESPLlECUE ARQUITECTÓNICO
DEL PODER POLÍTICO
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~ 13. EL PODER POLÍTICO EN LA MODERNIDAD. MOMENTOS ANALÍTICOS DE UNA ARQUITECTÓNICA DE LO POLÍTICO
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[242]1 En este parágrafo inicial abordaremos !!:~ ten1ª,~: 1) Por una parte, e! despliegue de un modo propio dela Modernidad de! ejercicio dei poder aalíti.co, q~~'s~'i;ni;ondrã 'coITi~'f:l'llátüi-ãiéiã-'ciér inismô'desde Ginés e Sepúlveda o Th. Hobbes, pasando de alguna manera a través de Kam hasta Ilegal' a M. Weber. Deberemos deconstruir esa conceptualizacióll reductiva deI poder, y por lo tanto de lo político en cuamo tal. 2) Por otra parte, intentaremos <!.escri~.!:~!g.~~~~~.i!:1.t.e,ryr.e..t<l~i().ne~9~ g!:l(t:sJ.()_políti~()e}1;)Igu.1105.. ~ló.s?f().s,que ae manera equívoca caen en lo que dominaré una falacia reduetivista; es decir, describen lo político desde alguna de sus determinaciones, que ciertamente indican un aspecto de! asunto, pel'o pretellden que es la determinación esencial, fundamentaI, única de la definición. Pierden así la complejidad de lo político, .,, impidiendo ver aspectos ante los cuales muestran una ceguera específica. La nuestra, inevitablemente, podrá caer igualmente en unilateralismos, pero intentaremos siempre abrimos a una complejidad necesaria (mínima entonces) pero suficiente (considerando los momentos requeridos ai menos para descubrir los aspectos políticos que una política postcolonial, periférica, de autodeterminación de los pueblos, es decir, que la liberación exige). 3) Por último, indicaremos las c.ate£2.rías, I<.?,s_ ni:.t:~~) !.a.~.e.!'J<;E<l~Loi..S!l}!1.p.~s.1.12.S.~i~t.t:gI;).S,e..t_c:;~ ín~?!...C!..s..L1!:ecl!..s!!!i~s para entender desde un comienzo la arquitectónica que intentaremos describir en esta Polítiw de la Liberación, obra que intenta desplegar un marco teórico suficie/lte para reflexiones más concretas y complejas cn el campo político.
1. EI poder político como estrategia de dominación 2
La Modernidad, como hemos observado en la descripción histórica , es e! momento cn cjúe la Cristiandad latino-germánica, sitiada por eI mun21
DESPlIEGUE
ARQUITECTÓNICO
DEL
PODER
POLíTICO
do musulmán, eI Imperio otomano en concreto, se encuentra aislada dei centro productivo-poblacional dei antiguo sistema (el Estadio lI! dei sistema asiático-a(ro-mediterráneo). Por ello, debe abandonar eI acogedor Mediterráneo y lanzarse ai inhóspito Atlántico. Europa latina, la deI Sur, es la que puede continuar la experiencia de Venecia y Génova -y de los chinos cuyos mapas de sus descubrimientos navales llegaron a Portugal por Estambúl y Venecia- y comenzar la conquista dei Océano incógnito, el Atlántico. El <2'0~~~9~:i.~!O»3 podrá ejercerse sólo sobre poblaciones conun grado de defensa militar menor que la más desarrollada Europa .,.-desde milenios domesticadora dei caballo y sabiendo usar ,!rmas de hierro desde antiguo-. La conquista, P2Telt~, 110 será fácilen Africa o en Asia, donde el arte militar estaba tanto o más desarrollado que en la Eúropa 'latina. Pera en elocontinente cultural americano la situación erádifei-ente. No existÍaJ1 es~;sdos mediaci6nes'guerreras fundamentales. Fue entonces posible ejercer sôbre las poblacwnes ameriI1dias uri 'dominio militar primero, y político, econóII1ico, cultural y religioso después4• La expresión ontológica cartesiana (ego cogito) dei siglo XVII fue anticipada por e! ego conquiro, o aún más políticJmente por el ego domino ai Otro, ai indio. EI europeo, blanco, macho, posesor rápidameÍ1te de riqueza's"übtenídas por el dominio sobre indios y esclavos africanos, culto en las «ciudades letradas», hizo presente en la periferia colonial primero, pero posteriormente en el interior de la misma Europa, la autocomprensión de ser el «senop>: (dominus es el que manda en «Ia casa», domus). EI mundo comenzó a ser el hogar dominado por e! eurapeo -que durará todavía tres siglos, hasta la revolución industrial a finales dei siglo XVIII, para doblegar igualmente a Asia (con excepción siempre de China, aunque en algún momento dei siglo XIX estuvo a punto de perder aun su milenaria auto-detenninación). Es en este contexto de una experiencia existencial de no tener ya ningún senor sobre lego eurocéntrico comosei'raformUlanélo unãCoflcepción dei poder exclusivamente CO!Tl()-!!.Q!!Ú!Íación. El ego dominans pasa - a ser la définiCióndércjúé ';<puede» hacer lo que le plazca ya que no tiene límite en otra voluntad que le ofrezca tanta resistencia como para tener que acordar un pacto con simetrÍa. Las metrópolis europeas organizan un mundo colonial asimétrico, donde la reIación político-metropolitana se concretaba como una relación social de dominio. La dominación dei sujeto poderoso ante el impotente era interpretada como la definición misma de! poder político. EI1 197] escribimos las líneas siguientes, presentadas como ponencia en e! II COl1greso Nacional de Filosofía en Argentina:
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13,
EL PODER
POLITICO
EN
LA
MODERNIDAD
mos pensar filosóficamente[...] EI poderoso aI universalizar su polo dominante oculta ai que sufre su poderio la situación de oprimido, y con ello lo torna irreal (...] La ontología dei sujeto -que intenta superar Heidegger- se ha concretado histórica,práctica y políticamente (lo político como existenciario o modo fundamentaId~ ser-en.el.mundo) en la dialéctica de dominación5• Desde Hern3n Cortés, eI primer conquistador -si no contamos la conquista accidentada de Panamá-, que se constituye en 1523 como «el Senor de México,Tenochtitlan», hasta la guerra de Irak, !!.~Voluntad de poder se ha extendido sobre el planeta Tierra, definiendo eI poder políticocõ'mo.;dominaCi6i1": Qlié 'rneJol:que'bâes-ci'ipción de M. Weber:
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Poder significa probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una rela'<!iónsocial, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea eI fundamento de esaprobabilidad. Por domillaciôn debe entendersc la probabilidad de encontrar obedienciaa un mandato de determinadc contenido entre personas7•
[243] A esta descripción negativa dei poder político reaccionará siempre eI anarquÍsÍno; 11egari d õ" e'i-iroiices-Ia'-Ilecesidid 'de una «toma dei podcf>,H. EI mismo Platón, pretendiendo exponer un sentido positivo dei p<'lder,debió inrernarse en un modelo casi-anarquista9• La dificultad dei tema no nos evitará el afrontaria directamente en esta obra, porque 1~~_I12~Y!,n2i,<:!!.~~ ..sQ~i~l~s~,I1_.~Lp,r~~e!1~e (como los que constituyen el Foro Social Mundial de Porto Alegre) necesitan otra descripción de! poder que les permita ejercerlo con derecho-propw-y"conclencía-nor~': , m~~i.~<1j~s.t<10,~~r~;!:~~J?~~~~!:I~. ELc.QI1~P£9.!..ng.Mr~'<L~te_.p.9.4er:£cú~õ - \" Jo mina~Ión.I1.().sirve ea rau lIa poJíti ca no rma.ti\,a, ,oep rin<::i p,i()~,,c:2J!I,o" veremos. ' ' .---Hen1os visto en la parte histórica de esta Política de la Liberación, " que a mediados dei siglo XVI, cuando surge en la obra de Bartolomé de
Cuando en la provincia de Yonne, uno se acerca a la antigua iglesia romana de Vézelay,una cruz indica baja el monte, donde según la tradición, Bernardo de Clairvaux habrÍa predicado las Cruzadas. Cuando uno Ilega, en las explotacio. nes bolivianas dei Comibol, hasta los 600 metros de profundidad y descubre hombres, mineros, que con instrumentos primitivos pierden su vida antes de los quince arlOSdei ejercicio de su profesión, a menos de un dólar de salario por día, se encuentra el reverso -siglos después- de un largo proceso que debe-
~~n~a~~'deL:p:lfrlJ{d6I~t.1~f~~~.Iii¥~~~j'df:-lf~~~~~~~~~:::~sá~~ pueblo» (consensu populi), que posteriormente será la doctrina ensefiada por F. Suárez en Salamal1ca y Coimbra. EI poder procede dei pueblo. EI poder, todavía en manos de las instituciol1es (el Rey, los nobles que representan por sangre las «naciones» hispanas), no tiene a los ciudadanos singulares como última referencia, sino a Ia comunidad de la nación que es considerada eI pucblo (CastilIa la Vieja, Catalufia, Aragón, Vascongadas, Andalucía, Extremadura, Galicia, el Estado de las Indias occidentales, etc.)~ De todas maneras había un sentido positivo de ejercicio de una voluntad política. , Deberemos esperar hasta Amsterdam, provincia independizada de Espafia, para lIegar a una descripción positiva dei poder pero partiendo de los ciudadanos singulares de una ciudad prato-burguesa, comercial, y lo har.emos siguiendo los pasos de B. Spinoza en alguna de sus descripciones sobre la potentia, que seguidamente Ilenaremos de un nuevo contenido semántico para poder usarIo en el recorrido de toda la obra. Nos recordaba en Porto Alegre, discutiendo este tema una indígena gua.
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DESPLIEGUE
ARQUITECT6NICO
DEL
PODER
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temalteca maya quiché aquella expresión popular de la política latinoamericana: <dEIpueblo unido jamás será vencido!». En esta fOlmulación se encuentra ya un,a indicación ltosif£~£1_c _ ?~l.P?~e~ ,desde abajo, de la comunidad política (~onvertida en pueblo cuando áaopta tina posición crítica 1") C0l110potentia. ° Cuando en el EZLN, los Zapatistas expl'esan °que no es lo mismo que: a) «los que mandan mandan mandando» (que °en llUestra termino.' 'Iogía será-éxprési6n de la potestas !Zegativa o el podet institucionalizado. que, siendo delegación dei ejercicio que viene de la cOI11unidad política, se fetichiza independizándose y pretendiendo soberanía por sí misl11a), a que b) «los que mandan mandan obedeciel1do» (que significa que la potestas se funda en'la potenHã), nos dai) claras indicaciones para saber pensar la esencia dei poder político, contra el modelo rnoderno dei poder comodornii1áción. ." .. ... £'saden1as iIiteresante que Weber incluye a su descripcilll de poder como dominación e! hecho de «encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido entre personas» -cita anterior-o EI «mandato» eneuentra «obedientes», es dccir, «manda mandando». En cambio, eI que «manda obedeciendo» parte de un grupo de perSOllas que le han dado el eontenido como mandato aI que manda. Cu ando manda cumple eI contenido de! mandato recibido de! que se obedece a sí mismo. Es la inversión completa como veremos repetidas vcces de la descripción weberiana, mucho más democrática, y además positiva: el poder ya no es dominación sino auto-referenciasoberana. -",' Contra la VolüntCid de Pôder (feri Modernidad, desde el tiempo de la conquista, deberemos describir un modelo dei poder político positivo, que puede to[cerse (y de hecho se tuerce constantemente), pera cuyo concepto negativo no debe entrar en su definición, sino en Sll defección. La cuestión es esencial para poder defender «el noble oficio de la política» por parte de los movimientos sociales, de los partidos políticos crfticos.o progresistas, de los ciudadanos que desde la sociedad civil mi, litan en asociaciones de bien común. Si un cierto economicismo de leyes necesarias dei marxismo estándar negá la necesidad de la política (como ha mostrado Ernesto Laclau en sus primeras obras), una descripción exclusivamente negativa de! poder como dominaciól1, quita nuevamente la posibilidad de la honestidad, de la justicia, de la necesidad dei compromiso político . .:Quién desearía comprometersc cn lIna responsabilidad política si es intrínsecamente perversa, corrupta, un verdadero pacto fáustico con el diablo -c,omo lIega a expresarlo Weber? 2.
Interpretaciones
13,
EL PODER
POLíTICO
EN
reduCtivas de lo tJOlítico
[244] Hay tantas «falacias reductivas» de lo político como determinaciones o momentos'ae Iãarqi.i'irectonica cõ'nipleja de este fenómeno. En general, los filósofos políticos se empeõan en querer describir e! «concepto» de lo político, considerando un momento (freellentemente necesariõ e irrenunciable), pero que no pllede de manera unilateral explicar toda
MQDERNIDAD
la comp1ejidaq dei tema: Como en la ética, el utilitarismo de J. Bentham o }ohn Stuart Mill, intentaban describir toda la fundamentación práctico-moral contando con un solo principio. Ciertamente el dolor y e! placer tiene que ver con e! mal y el bien, pero nunca podrán limitarse y definirse de manera directa, ni fundarse ni deducirse éstos con respec' to a aquéllos. Es una «falacia. reductivista» intentar definir el todo por una parte; es <;reducir,:él<;conccpto,;'êfe-'lô'p'õllfíco a-i.ííi-aspecto, repito, fr'ê'étiei1temente necesario, pera de ninguna manera suficiente. La «s\dl' ciencia» dei concepto exige otras detcrminaciones que deben articularsc simultánea Y diacrónicamente sin fijar eI proceso descriptivo afirmando un aspecto, Y no manteniendo en vilo la mutua determinación de los diversos momentos, que se relacionan con 10s'deiriás'ffiOmentos del «COI1' CePto,;'cõnstitliyendo:,~~ac?ll1pl~j3 ~~t.r~~tlJr~~1. Prácticamente hay tantos filósofos políticos como descripciones reductivas de la política, porque cada uno adyierte sobre la importanci3 de un aspecto de la política, pero ai proponerlo como el momento esencial cae en una falacia reductivista. ~,o podremospor ello tomar ninguna definición como ejemplar. A todas déberemos poiiúbs"én movimiento diaíéetieõ;' geÍler'ã'naC;un sistema abierto de determinaciones que tiene conCiênc'i'iíde suinevltãbIe inàúbaniientõ: x: Zübíri ii1dicaba correeta. ment'e éjüé'1as'notas êS'enciales'ddsef hümano podrían «cerrarse» en un sistema constructo sustantivo ai fin de la historia, cuando supiéramos todo lo que el ser humano es, es decir, puede hacer. Un tal observador de esas notas finales, por definición, no existe, de manera que la esencia humana siempre está definitivamente abierta en sus notas constitlltivas. De la misma manera lo político. Un «concepto de lo político» -a la manera de C. Schmitt- es una tarea imposible, pero, la que él lIevó a cabo, ciertamente, cae en una reducción voluntarista, exclusiva del nivel estratégico, sin advertir los cri terias y principios que están en la base de la constitución de algimos como «amigos» y otros como «enemigos». En realidad, en una descripción que pretendiera agotar la esencia de \o.político con la dialéctica amigo-enemigo, no es sólo inaceptable, sino inútil. Pero, por el contrario, muestra, si no se tiene pretensión de nota esencial única, ser una determinación necesaria de un cierto nivel dei concepto mucho más complejo de lo político, pero no suficiente. La suficiencia se adquiere en la codeterminación de otras instancias con las que hay que saber articular los momentos necesarios. Nuestro método consiste, en este punto, en repetir una)' otra vez: un3âerermíiiaCíóí1.pue'desC'[ nêcesana~.púO-ií;:;ú-cãessúfiéientcTo abstiácto habrá que integrarIo en rõ-iilú1tíP1ec6iic'reto~"" -,' ,.' .. ... " .. Véã:mos "aIgürias'-descripciones unilaterales de la política, es decir, análisis que han caído en una «falacia reductivista», tomando la parte por el todo. Son sólo algunos ejemplos que podrían ampliarse con muchos otros, evidentemente. Lo que deseamos sugerir es que una definición simple de pplítica es imposible, Y abarcar sus determinaciõ'i1csesenCíá1es essüm!~c:..nte _~_~~pJ~lo~-'-' ....__... ' ,--,,_..._-'-' ---,- -_....--' .
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LA
POLíTICO
DESPLlEGUE
ARQUITECTÓNICO
DEL
PODER
POLíTICO
2.1. La política sólo como acción estrategia Si en algo se .diferencia de otras culturas, la tradición china de filosofía política estuVQ enmarcada antes de su origen por eJ arte de la estrategia, gracias aI tratado de la guerra, el Sunzil2, que d;lfá para siempre a este mundo cultural una muy particular manera de enfrentar la política, hasta el presente, y deI rodo diferenciable de la tradición occidental. La p()lítica es eI arte deI engaJlo, elel aUSenGlrSecU~ll1dose está presente, y de aparentar presencia cuando se ha ausentado; de debilitar aI fuerte sin enfrentarIa, y de destruir aI débil enemigo cuando se encuentra desprevenido. La acción estratégico-militar deI nunca enfrentar aI enemigo, sino de rodearia como en la "gran marcha» es una definición ele la política. La filosofía ético-confuciana se levantó crÍticamente contra este cinismo de eficiencia a corto plazo. EI orden dei imperio y los rnandarines exigieron otra estrategia. En la tradición c1ásica occidental, por eI contrario, en cuanto regida por un hábito o virtud (areté en griego), la (rónesisl1 preparabo oi político para cumplir con inteligencia práctica las acciones estratégicas propias dei ágora, es decir, la adecuada discusión retórica de los argumentos para tomar las decisiones públicas, y, ante la responsabilidad de la acción misma, daba ai actor político capacidades particulares (velocidad en formarse una idea de la compleja situación política que enfrentaba, adecuado juicio de las fuerzas en juego, juicio práctico acertado de lo que hay que efectuar, etc.). Era una virtud dei actor singular, que podía compartirIa con otros que la tuvieran. No había otro parámetro objetivo que eI feliz desarrollo de la acción re~:i1izada.Nacía así la noción de acción estratégicamente cumplida. En la antesala de la Modernidad, gracias a N. Maquiavelol4, la virtud política dei Estadio III deI si3tema interregional asiático-afro-mediterráneo --<uyo gran ejemplo será La ciudad virtuosa de al-FarabiJi-, se modifica por otro tipo de virtit, que más.se parece a la astllcia que ..a la sabiduría práctica de los griegos, latinos y árabes. La débil Florencia -entre el Imperio germánico, la república veneciana y el Estado pontificio (aI que pertenecía territoriaJmcnte)debía usar las artimanas de una hábil política de los pactos, alianzas, aporos medidos (que podían cambiar de mano de un momento a otro), etc. La políticJ como inte!igencia de Ia sobrevivencia, sin embargo, se distJnciaba Inucho de la gran política de Venecia, por cjcmplo, que con inslitllciones estables había sobrevivido setccientos arios, casi sin revuc1tas socialcs o militares, demostrando que la «estrJtcgia» es parte de la política, pero quc sin illstituciones de poco sirve J largo pbzo. La acción estratégica es ciertamente parte de b dcfinición de la política, es un momento necesaria, pero está lejos de ser suficiente.
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~ I).
EL PODER
pOLITICO
EN
LA
MODERN1DAD
2.2. La política sólo como teleología instrumental medio-fin La Escuela de Frankfurt realizá una crítica en regia contra las pretensiones de Ia «razón insrrumental>,16. Por el contrario, Max Weber define la açción racional como aquella que formalmente controla medias en vista a fines!? Es verdad que la razón política debe igualmente intentar valores, por lo que !lena a los fines de cantenida cultural, e! de! orden vigente que no puede ponerse en cuestión (porque es e! punto de apoyo dei compromiso político como tal). La política es una acción estratégica que debe cumplir fines concretos dei sistema existente que se acepta por consentimiento tradicional de las costumbres, siendo ai final una «cuestión de fe». La racionalidad de Ia acción política se mide entonces en el sentido de que los medias sean adecuados a los fines; fines que son, por otra parte, incuestionables. Paradójicamente si la racionalidad consiste en la adecuación deI media aI fin, pera los fines no tienen fundamento racional, todo se torna irracional (o simplemente aceptadopor una actitud tradicionalista, legal o carismática que no cuestiona nipuede cuestionar el fundamento). La política irracional se torna una apuesta con Mefistófeles; estamos en un horizonte fáustico y trágico. La política, sinprincipios normativos naufraga en las manos de una razón política formal medio-fin sin fundamento. En este caso no sólo tenemos una definición parcial de la política, sino destructiva de su esencia normativa. Con una tal descripcián de la política Ias elites políticas de los países periféricos pueden servir a los intereses de los imperios de turno sin contradicción de principias. EI formalismo sin contenido no es sólo unilateral sino errado, en cuanto deja a la política sin motivaciones fuertcs para un compromiso a favor de las comunidades políticas o los pueblos dominados de la periferia postcolonial. 2.3. La política sólo como competencia amigo-enemigo QUizá el más famoso intento de definir Ia política 10 ha realizado C. Schmitt, en su conocida obra El cancepto de lo políticoJ8• Sin embargo lIama la atención que un especialista en derecho constitucional (siendo la Constitución la carta magna de la institucionalidad dei Estado) haya querido dar una definición suficiente con un aspecto, por otra parte secU[ldario, de la acción estratégico-política. El «amigo/enemigo» es ciertanlentc una cierta relación de fuerza que se establece entre los actores deI campo político, en el nivel de las acciones políticas (que llamaremos nivel A), que estructura dicho campo como indicando la agrupación de los agentes en grupos de! ejercicio deI poder. Pero, antes y como criterio de la propia organización de asociaciones o agrupamiento de «amigos» contra «enemigos», habría que haber aclarado los criterios de la «amista.d» o «enemistad,), que son el fundamento de este tipo de relac"ioiles. Como no se ha definido qué es campo político, ni poder político, ni las m{)tivaciones fundamentaIes (los fines que permitirían advertir a aIgunos actores como »amigos), o «enemigos» para el £in concreto intentado), lo
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DEL
PODER
13.
EL PODER
POLíTICO
EN
La política sólo como hegemol1ía
Desde A. Gramsci, el concepto de «hegemonía» ha cobrado una importancia insoslayable, que evidentemente asumiremos como un momento de relevancia en esta Política de la LiberaciólL Pera como en las anotaciones anteriores, siendo en efecto e! ejcrcicio delegado deI poder político cumplido en acciones hegemónica la manera más políricamente adecuada, valga la expresión normativa: en la que se cumplen las exigencias complejas de la «pretensión política de justicia»20, o en lo que llamaré el «ejercicio obediel1cial deI poder», sin embargo toda la estructura de la propuesta de una reivindicación (demand) equivalencial o que represente todas las restantes reivindicaciones de las identidades colectivas dei pueblo (como plebs que intenta ser un populus)!J, que llenan e! campo vacío que se organiza inesperadamente desde el antagonista político, no logra cumplir con la exigencia de agotar el sentido de lo político, Piénsese en un solo aspecto. 2Puede la política hegemónica, o eI acto político hegemónico (o populista) que se lo identifica con e! acto político en cuanto tal, sostenerse sin instituciones presupuestas y sin organizacióli de nuevas institucÍones que asegurcn en e! largo pbzo la vitalidad histórica de un régimcn apoyado en la hcgemonía? 2Habrá que reinventar en cada acontecimiento hegemónico de nuevo toda la política? Y, si son necesarias Ias instiruciones, ecómo se plantea la relación entre las instituciones y las acciones hegcmónicas? Adcmás, describiéndose toda la problemática a un nivel narrativo, lingüístico, falta eI momento sociológico, e! momento material o de contenido (ya que las reivindicaciones son insatisfacciones de necesidades hechas demandas sociales o políticas). eDónde se encuentra una tcoría de las necesidades para fundamentar el sentido de las reivindicaciones? EI formalismo narrativo de la política de E. Laclau, que ha efectuado una tan adccuada crítica dei apoliticismo dei economicismo marxista cstáildar, cae ai final en un politicisl11o formalis-
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ta (que tiene en J. Lacan, evidentemente, la fuente de sus aciertos, por eierto muchos, y de sus dcfectos). Se cae entonces en una falacia reductiva de tipo formalista, como en un idealismo de la narración: Ia política no es un texto, como para Paul Ricoeur (otra reducción, tan valiosa por orra parte), sino la l1arraciól1 política de acciones, instituciones, principios. 2.5. La política sólo como consenso discursivo [245] La propu esta habermasiana, de inspiración apeliana2!, peru am2 pliamente desarrolla eu su clásica obra Facticidad y validez " sigue en 24 algunos aspectos el trabajo previ o de H. Arendt sobre todo en aquello dei poder comunicativo (que asumiremos en profundidad en nllestra exposición, modificándola). Es quizá lo más elaborado en política discursiva en la segunda parte dei sigla xx en-filosofía política eurapea. En eI nivel normativo de los principios su aporte es insustituible, y lo tendremos siempre en cuenta. Pero, como en todos los casos anteriores, la falacia rcductiva se hace masiv:1mente presente en un formalismo coherente, y por ello sumamente unilateral. EI ]. Habermas que en su juvenrud, hasta 1970 aproximadamente, se refería a Marx, Freud, Nietzsche en la Escuela de Frankfurt, da: el giro pragmático (un giro Iil1güístico de segundo grado), tan útil en política --porque la política nunca dcia de ser retórica-, pel'o con ello tiene dificultad se reintegrar la esfera material (en especial la economía y e! psicoanálisis) c, inevitablemente, caerá en política en un nuevo reductivismo formalista, ahora racional discursivo, observando las condiciones formales o procedimentales normativas.de la legitimidad política (aspecto que es necesario), pero no sabiendo C61)10 integrarlo en la esfera material (he dicho, principalmente económica), y por ello, de crítico en su juventud de! capitalismo por ser miembro de la Escuela de Frankfurt, pasa a una cierta ccguera de la euestión económica. Su tímida crítica ai liberalismo, desde un republicanismo social-demócrata, ciertamente más relevante para una filosofía política postcolonial que la de los]. Rawls, R. Nozick, etc., no deja de inc1inarse por un legitimis1l10 abstracto, que no considera los condicionamientos centro-periferia (el problema colonial de las mctrópolis eurapeas), capital-trabajo (habicndo abandonado definitivamente las críticas todavía vigentes de K. Marx), la dominación cultural eurocénuica (y hoy americano-céntrica)-estudiad:1s por la sociologíasobre las culturas «primitivas» objeto de la antropología cultural. Todo dlo hace que la política de Habermas consista só!o en IIna filosofía dei derccho (porque su formalismo le impide analizar otra dimensióll de lo político); le falta una clara descripción dei poder político, deI Estado, de las instituciones en general, y, cuando habla de los principios normativos sólo puede hacerlo dei principio de legitimidad o dei derecho -como igualmente queda atrapado en su formalismo K.-O. Apel cuando hace algunas incursiones en la aplicación de los principios democráticos o deI derecho25• 29
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de «amigo» y «enemigo» es una trivialidad que nada aclara por su grado «intensivo» de cumplimiento. En un partido de fútbol ha)' "amigos» y «enemigos» en eI campo deportivo, de tanta intensidad que hasta pueden darse muerte unos partidarios de un equipo contra ono, lo cual no define lo que de deportivo tenga tal «amistad» o «enemistad». Es de retenerse el intento de crítica de la fría lejanía de la legalidad dei «estado de derecho» liberal, que ha vaciado a la política de su contcnido voluntaristas, y por ello partiremos en la descripción deI poder político desde la «voluntad,,19, peru, por desgracia, ni se define bien a la voluntad, ni aI poder en su mínima complejidad, y menos se articula la acción estratégica en el nivel institucional. Nuevamente, es inevitable que en política haya una "al11istad» y «enel11istad»política (que no es la militar, ni las dei box, ni otros tipos de "amistades» o «enemistades»), pel'o para saber en qué consiste la amistad o cnemistad políticas, halxá qUt describir antcs eso de político, que Schmirt no efectúa adecuadal11ente. 2.4.
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Además, una estrecha concepción de la argumentación, que pareciera ser exclusiva. y explícitarnente según una racionalidad de tipo estándar (entendiendo por dlo la propia de la episternología, la lógica o de la filosofía), quita la posibilidad política de dar razones, en las teatralizaciones populares, música folklórica o popular, cuentos, narrativas míticas, expresiones estéticas de todo tipo, que supondría entrar en otro horizonte argumentativ02ó• EI imaginaria popular (referencia necesaria de las propuestas políticas, de los grupos, partidos o -elites, y hasta líderes políticos) siempre está vigente en 'la opinión pública y en la formación deI juicio práctico de la comunidad política (aun de los Estados más desarrolIados técnicamente, como Estado Unidos27); por lo que la argumentación simbólica, mítica, sigue teniendo un papel fundamental en política. Un cierto racionalismo abstracto disminuye la capacidad de comprensión de lo que sea la argumentación política. 2.6. La política sólo como el espacio de negociación de acuerdos para resolver cOl/tIictas [245] Siendo el campo político algo mu)' diverso que el campo estratégico-militar, donde el enemigo absoluto debe ser derrotado, aun físicamente, donde un cierto horizonte de «fraternidad» da lugar a la «enemistad» deI anrâgonista polític028, la política pareci era ser, exactamente, eI procedirniento por eI cuaI los rniembros de una comunidad política logren razonables acuerdos a los conflictos que se establezcan entre las partes. De esta manera, el lIamado realismo político, expresión ciertamente ambigua29, se presenta como la esencia de lo político, ante posiciones idealistas o de principios que suponen que la virtud o la buena intención deberían regular la posibilidad de los acuerdos. EI realista es el que, teniendo como he indicado "Ias manos libres de los principias» -como expresaba Rosa Luxemburg-, puede con mayor facilidad y -amplitud Ilegal' a positivas negociaciones que dejen saldadas de alguna manera los intereses de las partes. EI mejor político lograría consensos mayores, negociaciones exitosas de conflictos políticos a veces de gran importancia. Esto es un hecho, y nadie puede negarIo; es necesario que los conflictos lleguen a positivas negociaciones para crear paz social y gobernabilidad política. Pero esro no es suficiente. Porque las preguntas que inl11ediat::unente surgtn son como algunas de las siguientes: 2Cuáles son los tipos de conflictos que pueden presentarse? ,Son sólo conflictos políticos o son conflictos sociales que penetran reivindicativos y agresivos en cI campo político? ,Cuáles son los criterios de la negociación de los conflictos? ,Todos los conflictos son negociables o los hay que son innegociables? ,Cómo se confrontan los conflictos innegociables en una política a largo plazo? 2Los co,nflictos innegociables no son políticos? Estas preguntas, y muchas otr~s, serán contestadas en la parte Crítica de esta Política de la Liberación. £n esta Arquitectónica iremos descri30
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biendo las categorías, los niveles, las esferas, etc., que nos permitan entender en una complejidad suficiente el orden político vigente, poniendo entre paréntesis la existencia de conflictos. Esta parte, de alguna manera abstracta y prapedéutica, aparecerá ai lector como demasiado pacífica, sin contradicciones, sin tensiones. Será así para seguir aque! enunciado metódico de «ascender de lo abstracto a lo concreto» de K. Marx. Cuando hayamos descrito mínima pero suficientemente el orden político vigente, en la Critica (eI siguiente volumen), abordaremos, en un nivel más concreto, complejo, las contradicciones fundamentales, que nos permitirán encontrar el fundamento ético-metafísico (más que ontológico30) de todos los conflictos parciales, en el campo, los sistemas, los niveles, las esferas, etc., políticas. Desde la «fuente metafísica» o «ética» de las víctimas, oprimidas o excluidas, tendremos la razón fundamental de todos los conflictos deI orden político vigente. Los conflictos, entonces, no «aparecen» en e! horizonte fenoménico, superficial, fenomenológico, como acontecimientos inexplicables, infundados. Hay conflictos inevitables, fundados, necesarios; y cuanto más estructurales y profundos son más innegociables. Es decir, los conflictos estructurales son aquellos que exigen transformaciones del orden institucional. Cuando Miguel Hidalgo se levanta con su ejército de indígenas, campesinos y criollos decididos a aIcanzar la independencia de los espafioles que ostentaban e! poder en México y desde la Península en 1810, creaba un conflicto, que en el mismo orden político vigente era innegociable. La negociación o la solución de! conflicto acontecerá, de manera ambigua, en 1821. Derrotados Hidalgo y los espafioles, triunfará una clase hegemónica, los criollos mexicanos, que en 1810 habían sido vencidos, y que vencieron por Sll parte a Hidalgo, y lograron el acuerdo con los espafioles conservadores, contra los liberales de las Cortes de Cádiz. La solución dei conflicto tuvo una negociación inesperada, insospechada en 1810, pero se trató de un conflicto innegociable con e! antiguo régimen coloniall ya que supuso la independencia. Fue un conflicto innegociable cuya solución requirió e! pasaje dialéctico a otro orden, porque de querer resolve rio en el orden colonial hubiera seguido siendo un conflicto innegociable. La liberación fue la condición de posibilidad de la superación deI conflicto, aItriunfar una de las partes y ser derrotadas la otra. Lo importante de! caso no es tanto enunciar que la esencia de la política es la negociación o solución consensual de los conflictos, sino de estudiar sus causas, el tipo de conflictos, la manera de sus soluciones, todo lo cual depende deI análisis que realizaremos de la compleja estructura de la existencÍa política. Pero, además, y es esencial igualmente, hay principios normativos que iluminan por dentro, y que son las condiciones constirutivas de las soluciones a los conflictos. Dichos principios políticos normarivos3\ implícitos, son los que permiten discernir sobre las causas, los tipos de estructura y de soluciones de los conflictos. Sin dichos principios normativos el realista (como el cínico o el que ejerce e! poder fetichizado) puede solucionar algunos casos concretos, pera cuando la complejidad 31
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aumenta, y en e! mediado y largo plazo, comete neces:lriaIl1ente contradicciones -o debe ejercer un poder cada vez más despótico, cavando sü propia fosa. EI realismo crítico de! político con capacidad estratégica, que le permite la eficacia también administrativa, debe alcanzar gran profesionalismo en su acción táctica (no renida con la militancia responsabJe y coherente), prudente manejo de las instituciones, ateniéndose a principios (tal como los describiremos), no exento de obligaciones que pueden !levario a transformaciones parciales o radicales (inclusive :1revoluciones políticas, cuando las circunstancias excepciones lo ameritaren). Ciertamente la política negociá soluciones a conl1ictos, pero lejos de ser la determinación esencial de la política es una medi:lción para cumplir con Ja racionalidad de la acción hegemónica, con las instituciones políticas y los principios, todo lo cual habrá que deconstruirlo desde los conflictos, frecuentemente innegociables, que el proceso históricó presenra.
i.7.
La política como supraestructura de lo económico
Ésta es una de las tesis más conocidas, y que Ernesto Laclau ha sabido criticar adecuadamente. Un cierto marxismo estándar, que comprendió mal a las <<Ieyesde la economía» como «Ieyes físico-naturales», !levó a pensar que de manera necesaria la historia superaría el capitalismo e instaurarÍa e! socialismo. {Para qué entonces la acción política si el triunfo estaba ya garantizado, como que e! sol sale cada manan:1? Los social demócratas alemanes, como e! «traidor Berstein» por ejemplo, intentaron mostrar que el campo político no era e! campo económico, y que no era de ninguna manera ineluctable e! triunfo político dei socialismo. Sin tal triunfo la revolución anticapitalista era imposible. Esta posición fue rechazada por «revisionista», «reformista», etcétera. EI economicismo ingenuo y metafísico negó la posibilidad de la política. La política era una instancia supra-estructural secundaria. Era necesario usar la política para aumentar las contradicciones dei capitalismo, ya que cuanto más pronto llegara la «etapa» capitalista a su cul.' minación se podrÍa pasar necesariamente ai socialismo. EI economicista era antipolítico. Y lo era a tal grado que, cuando hubieron realiz:ldo bs revoJuciones socialistas, desde 1917, como era nccesario instaurar unif planificación lo más completa posible (hasta eliminar el mercado) de la, economía y la sociedad (ideal moderno y cartesiano llevado aI paroxismo de lo cómico), la política se tr:.lIlsformó en la administración total de la comunidad social. No sólo desaparecieron los partidos políticos, sino que fueron eliminados los proyectos políticos antagónicos. La hegemo~ nÍa fue reemplazada por el pensamienta único de! comité central (cuyo «centralismo democrático» tenía todo de centralismo y nada de democrático). EI campo político fue aniquilado, y con eUo lo político. Esta dio resultados durante cuarenta anos, pero en 1960 aproximadamente comenzó a manifestarse el anquilosamiento, el retraso, la imposibilidad 32
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de avance tecnológico. La falta de libertad política y democracia (00 habJamos de la democracia liberaP2) produjo un burocratismo igualitarista que enajenó incluso la producción tecnológica, momenta determinante de Ia producción econômica. EI socialismo real es la prueba, el1 contrario, de la necesid:lJ de la autonolllÍa relativa de! campo político y la exigencia deI respero de la libertad democrática para que la Icgitilllidad tenga posibilidades de establecer un régimen con gobernabilidad en eI largo plazo . EI economismo anti-político es una experiencia a no olvidar. L:I histaria es «maestra de b vida», y setenta aflos son pocos para aprender grandes verdades, si es que la izquierda puede aprender. La política no es ninguna supraestructura. La política se juega en uo campo de 'r.elativa autonomía, propio, insustiruible, sin última inst,lIIcia. La vida humana es la sola última instancia de rodas las instancias o campos. EI campo económico es un campo material que hay que saber articular, en mutua determinación con eI campo político, campo (armaI (aI menos en la esfera de la Iegitimidad, pera teniendo intervención igu:llmente en los campos materiales y de (actibilidad, como veremosJ1). Propugnamos entonces !J 3rticuJación compleja en la que cada campo o instancia determina a los otros a partir de su propia naruraleza. La esfer:l material deI campo y los sistemas económicos detcrminan el campo y sistemas políticos, no como última instancia sino como instancia material o de contenido. EI campo y los sistemas políticos por su parte determinan aI campo y los sistemas económicos, en su (ormalidad, otorgándole legitimidad; en SU colltellido, permitiendo su manejo gobern3ble (en la repraducción de! c3pital en eI corto pIazo o de un trans-capitalismo, por ejemplo), en su (actibilidad, haciendo posible eI desarro!lo económico (e igualmente ecológico, cultural, etc.). Mutua determinación determinante determinada. 2.8. La política como cOll1pletamenteindependielite deI campo económico La posición liberal, por el contrario, podría ser juzgada como de un politicismo ingenuo en relación ai campo economico. Decretando una total independencia de uno con respecro ai otro, eI liberalismo cae en otro economicismo allti-político por exceso. El campo y los sistemas económicos ticnen sus leye!>,y «meter mano» (fuera de la mano smithiana dei dios neoesroico o cristiano) en e! mercado es destruirlo. Toda intervención política en eI campo econômico desarticula el complejo, sutil y frágil equilibro espondneo dei mercado. Si en eJ socialismo real hay un anti.politicismo que le asigna a la política un papel administrativo (aunque el Estado planificador es un «Estado máximo», completamente anti-anarquista), en e1liberalismo, y más cn e! neoliberalismo, e! anti-politicismo le asigna a la política el papel de guardián y protector accesorio y secunda rio de! mercado, con la concepción de un «Estado mínimo», siendo, paradójicamente, un anarquismo de derecha.
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Desde J. Locke, A. Smith, J. Rawls o F. Hayek (guardando las distancias) se tiene extremada confianza, optimismo, en las virtudes naturales de! mercado, que tiende ai equilibrio y que evita las injusticias que la intervención explícita política en él produce en mayor medida que dejal1do dicho mercado moverse por sus leyes propias. En el socialismo real la política es administración de la planificación perfecta; en e1liberalismo la política es cuidado para permitir el funcionamiento de la relojcría dcl mcrcado económico de compctencia perfccta. Ambos dcstruyen la política; ambos son economicistas34• • No es que haya prioridacl.de la libertad (primer principio rawlsiano) sobre la justicia (e1segundo principio socio-económico), o vicevcrsa. La libertad, la autonomía, la participación simétrica dei afectado es esencial para e! campo político en su a~peeto de legitimidad. La justicia econó mica en la reprodu.cción de la vida de los ciudadanos es igualmente esencial. No es cuestión ni de prioridades ni de últimas insrancias. Es necesario articularias en la distinción y la complejidad, sÍn dejar ninguna de las instancias en la oscuridad. 2.9. La política como la relBrencia exclusiva ai Estado (como «toma dei poder» o como lucha por la disolución dei Estado Identificar la políticacon e! Estado fue la postura criticada por M. Foucault, que mostró que eI poder se ejerce diseminadamente en el cuerpo político en muchos niveles, en miC(o~instituciones que disciplinan el cuerpo oprimido: la cárcel panóptica, el psiquiátrico, la escuela, etc. Paradójicamente concuerda con la posición de A. Gramsci, ya que igualmente incluye en e! Estado ampliado o la sociedad civil todas esas micro-instituciones consideradas políticas. La falacia reduccionista se haría nuevamente presente si se postulara que el poder se ejerce sólo en esas micro-instituciones de la dominaCÍón y no en eI Estado. EI marxismo estándar (en especial e! francés) caía en una concepción de la política en la que e! Estado era e! centro de la estrategia. De allí la necesidad, y fin último, de la «toma dei poder del Estado». Contra esta posición nació la política anarquista: EI pensamiento anarquista (...) es bi-polar. Tiene (...) como centro a la realidad empírica, pera ésta-no es ya una realidad precaria e institucional en el sentido conservador, sÍno'UlJa rcalidad material de trabajo para la satisfacción de las neccsidades sojuzgada por el sistema institucional, en particular cl sistema de propiedad y el Estado.H•
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toda institución como opresión, y la política consistiría en su aniquilación), ronda en torno a una teoría de la institución. La política no es sólo acción estratégica, es también constitución de estructuras institucionales36• Es tan reductiva la concepción de la política que declara no transformables a las instituciones como eI que las concibe únicamente como instancias de opresión. Una visión más compleja, necesaria y suficiente de la institución nos permitirá sortear las posiciones unilaterales de muchas teorías políticas. Ante los anarquistas deberemos desarrollar el concepto de postulados (lógicamente posibles, aunque empíricamente imposibles), que permiten descubrir ei senrido de criterios de orientación. La disolución dei Estado es un postulad03?, útil y necesario, pera no suficiente. Tomado a la letra como un objetivo estratégico es irracional y políticamente imposible. Escribe Bakunin: No vacilo en decir que el Estado es el mal, un mal histórico necesario, ran necesarioen el pasado como será, tarde o temprano, S11 extinción completa, tan necesariocomo ha sido la bestialidad primitiva y las divagaciones teológicas de los hombres. EI Estado no es la sociedad, no es más que una de sus formas históricastan brutal como abstracta.18. Esta negación de las instituciones como e1 «ma!», significa caer en lo que F. Hinke!ammert denomina una «ilusión trascendenta!»: intentar realizar lo empíricamente imposible por la razón de ser lógica, ética o idealmente pensable, posible. Ante los conservadores, admitiremos la necesidad de las instituciones (desde motivaciones materiales, formales o de factibilidad), pero demostraremos la necesidad de su transformación en el momento de su agotamiento entrópic039• Ante el marxismo estándar que habla de la «toma deI poder», analizaremos una descripción dei poder y dei Estado que mostrará e1sinsentido de esa fórmula: el poder '<DO se toma», y e1Estado hay que reconstituirIo en una política de liberación y no simplemente «usarIo» como un instrumento de dominación (aun contra [as clases y los grupos de! «antiguo régimen»). Es una visión instrumentalista que aunque anti-anarquista guarda demasiadas semejanzas en su concepción de la institución política. Para los conservadores esta Política de la Liberación se asemejará ai anarquismo; para los anarquismos ai conservadurismo reformista. No es una ni orra cosa, sino, nuevamente, algo mucho más complejo y mutuamente determinante en Sll complementariedad dialéctica. 2.10. El comunitaris11lO dei republicanismo conservador
Este tipo de reduccionismo, a) de la derecha conservadora (que declara las instituciones vigentes intocables, perennes), b) de la izquierda estatista (que fue quizá una veta leninista ambigua, que declara las instituciones como inevitables instrumentos políticos de dominación, como ••dominación» justificada en tanto «dictadura dei proletariado»), o c) de la izquierda extrema o de! idealismo ético-anarquizante (que concibe
Hay un cierto republicanismo conservador que exalta la importancia de la comunidad, de los derechos de1 pueblo, que desconfia de la representación, de! Estado, de las instituciones intervencionista~ liberales en la vida dei grupo. Sin embargo, contaminados por ciertos presupuestos capitalistas, se admite este sistema económico comocasi-natural. Además
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se tiene sólo una experiencia metropolitana (no colonial o periférica). Un Rousseau puede inspirar ese movimiento que habla de «soberanía popular>' (como J. Habermas). Otra vertiente apoya un anti-estatismo en cuanto a la disminución dei pago de impuestos, de contribuciones para cl fortalecimiento dei Estado benefactor, que es visto como la ampliación de una supra-estructura que debilita la vida comunitaria de la base, que empobrece a los ciudadanos con tanta burocracia, programas socíales inútiles que producen clientelismo. Piensan que a los pobres se los ayuda gracias a la potenciación global dei capital de una nación creando nuevos empleos para todos. Todo lo cual se presenta como un «conservadurismo compasivo». Ese republicanismo se ha tornado francamente conservador, socialdemócrata o meramente eurocéntrico (americano-céntrico) y usa sus argumentos para desacreditar mov'imientos políticos que también parten de la co1nrmidad, pero ai situarse en la periferia postcolonial adquieren tintes populares, indigenistas, anti capitalistas, de liberación, y entonces son rechazados por «populistas», neonacionalistas, etcétera.
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2.11.
La política sólo como la afirmación o como la absoluta Ilegación de principias normativos
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Otra faJacia reductivista se cUl11ple en dos posiciones extremadamente opuestas. Una, como la de K.-O. Apel, que da exclusiva il11portancia a la cuestión de los principios normativos (morales, y su aplicación en la política), siendo atacados de principialista o fundacionalista (por su pretensión de intentar una fundamentación de los principios) -posición con diferencias que defiende Habermas-. Otra, por eI contrario, como la de un R. Rorty o un E. Laclau (hace afios), niegan que puedan haber principios normativos en política, o que éstos consisten en regias procedimentales ai que la normatividad no agrega ninguna cualidad de importancia (Bobbio). De hecho, todos dlos se inclinan de tal manera hacia una de las tesis extremas que nuevamente afirman una ci~rta falacia reduccionista. Habrá que dar importancia a los principios sin exclusivismos; descubrir su aspecto normativo sin descuidar su procedimentalidad constitutiva. Hay l11uchas otras falacias reductivistas, pera cem las indicadas queda sugerida la cuestión dei intento de muchos pensadores de reducir lo político, la política a alguna de sus dimensiones, cayendo así en unilateralismos contradictorios. La cuestión, una vez más, sería esrudiar la complejidad de lo político y las mtHuas relaciones co-constitllyentes. Así la necesidad de los principios normativos puede articularse a la contingente incertidumbre de la acción político-estratégica y a la necesidad de las instituciones (y también la necesidad de su transformación en eI momento debido), mostrando la estructura compleja y mutua ç1eterminación de los tres niveles: acciones, instituciones y principios. Este será nucstro intento. Observar cómo los principios inspiran las acciones e instituciones, sin quitarles lo de contingente mente creativo d~ las ac-
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ciones y la permanencia y gobernabilidad Mutua determinación sin última instancia.
que permiten
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3. Complejidad arquitectónica necesaria, mínima y suficiente [246] Deseamos poner sobre la mesa, claramente, la categorÍ3s para armar el «rompecabezas» en cl que va a consistir esta Arquitectóllica. La política de la Liberación tiene la pretensión de tratar un número suhciente de temas, aquellos que sean m:1S pertinentes para iluminar a los políticos profesionales, a los ciudad:mos en sus luchas cotidianas, :. tn último término, para entablar -si se lograun debate entre los (olegas especializados en filosofia política. Era necesario para ello poder efectuar un recorrido de las categoríasnecesarias,las mínimas posibles, pero, ~~~~9 __tj.e,mp_~,--'~"~_ s~~.<::"~~~_tes_pMa poderc?rÍlpletarC0l110 un marco teonco ITIllllmO que âé una idea de la compleJldad de Ia filosotía política. Muchos anos de estudios, meditaciones alejadas dei ruido de los debates públicos filosóficos, me hanpermitido madurar las siguiemcs líneas que presento para la.discusión, lo más amplia posible, para poder mejorar de ahora en adel;n;te las hipótesis de trabajo que expongo.
3.1. El horizonte ontológico: el «orden político vigente» Desde un punto de vista analítico y metódico, en aquello de que la <<lógica de la exposición» no es idéntica a la «lógica de la explicación», deberé distinguir abstractamente ciertas categorías que, de hecho siempre, se encuentran integradas en la complejidad concreta. En un sentido próximo aI heideggeriano, opino que la descripción de lo que nos enfrenta (los «entes», los «fenómenos») se encuentran siempre formando parte de un todo, una totalidad, una referencia de " conjunt040• Por ello, en Ia política deberé ec11ãr-mãno's de categorías tales como campo, sub-campos, sistemas, sub-sistemas, ámbito, etc., que dan ideâ de la totalidad dentro de la cual se encuentran los fenómenos que se analizan en cada caso. Lo político, la vida política se da siempre en un mundo de sentido donde todo cobra significado, valor. Las mediaCÍones que nos enfrentan son posibilidades que empu,fiamos desde un pasado recordado (la historia, la tradición de un pueblo) desde donde se abren provectos futuros que permiten q~e nos enfrenten dichas posibilidades polít"icas. Lo cieno es que todos esos momentos constituyen siempre e inevitablemente UI1 ordel1políti!:QYi.gr:..'l..f.!, dentro deI cu ai nos encontramos y dei que podemos contar para reproducirlo, repetirlo o innovarlo (hasta la revolución estructural incluida, que de todas maneras es de un orden vigente que puede vari~r a atro en gran parte distinto). La Rusia zarista se transformará en Ia Unión Soviética sin dcjar de ser, cn numerosos aspectos políticos tr~diciol1alcs, lo que era antes. Modo que renace desde] 989. Aun las más grandes revoluciones sou órdenes nucvos implantados sobre tradiciones populares que cambian poco en los ciclos largos de la historia.
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La vida política transcurre entonces en órdenes políticos de los cuales parten todos los agentes e instituciones, y con los que e! filósofo debe siempre contar como punto de partida. EI concepto de potentia indicará e! nuevo nombre de una concepción positiva, ontológica y última rderencia de la política (y deI campo político como tal). Es e! fundamento, e! ser de lo político, lo oculto por exce!encia. EI «acontecimiento" fundacional41 quiere sugerir el momento en que se origina un orden político que !legará a ser e! vigente tiempo después. El nuevo orden fenoménico. Toda la Arquitectónica intentará mostrar los momentos estrueturales mínimos, pero suficientes, de todo orden político posiblê; aparecerá como todo el ámbito de la potestas. . . ...
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3.2. La segunda categoría: de la Arquitectónica a.la Crítica, de la Totalidad a la Alteridad Dado un «orden político vigente», analizado metódicamente en abstracto como totalidad, observaremos de inmediato que, en realidad, nunca puede cerrarse completamente como totalidad. Toda totalidad es irÍãêã-:' bada. Pero además tiene inevita.bleaêctos11e-gat~os~-;1--ercõrro, media: no o largo plazo. Partir desde sus efectos negativos, de aquellos dorrú- ' nados y excluidos que no tienen parte en el «orden vigente» lanza todo un proceso de lucha por e! cumplimiento de las reivindicaciones que los grupos excluidos exigen. Desde la alteridad o exteriQridad dei sistema, deI «orden vigente» se origina un movimiepto crítico que il'laugura propiamente la política de la liberación, que es el objeto de esta obra. En realidad la Arquitectónica ha sido como una parte propedéutica. EI tema que nos interesa se inicia en los 30 y siguientes de! próximo volumen. EI puebl042 se transformará, más que la m.era comunidad política, en e! actor de! proceso crítico de una política de la liberación. Ese será e! momento de explicar en qué consiste el método analéctico desde la lógica analógica. Subsume a la dialéctica y opino que la supera, no es totalizada (p.uramente ontológica) ni equívoca (como Lévinas), sino que se abre a un ámbito, 'donde la hiper-potelltia re!anza el proceso político hacia Im actos políticos anti-hegemónicos y que transforman las instituciones. El «acontecimiento creadop, (m,ís aliá dei mero «acontecimiento» fundacional de A. Badiou) supera el orden vigente y abre e! camino hacia e! nuevo orden futuro.
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3.3. Los tres niveles de lo político: la acción estratégica (A), las instituciones (B) y los principias implícitos (C) Tanto e! orden ontológico vigente (de la Arquitectónica) como e! nuevo orden que se abre desde la Alteridad (que se tratará en la Crítica), tiene niveles que deseamos ahora indicar. En nuestro debate con K.-O. Ape! se nos fueron imponiendo cier-
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toS niveles necesarios analític'}mente para organizar la estructura de la políticá. Apel propone en su Etica discursiva una «parte A» y «B". En la «parte A" (Teil A) se encuentra el principio discursivo, y en él se trata su fundamentación en eI nivel trascendental o universal. La «parte B» es e! momento de los otros principios subalternos, de la aplicación de los principias a la economía, la política, etc.; es e! momento hermenéurico, de las mediaciones. Si generalizamos esta división de un «nível A" )' en otro "B", puede rápidamente comprenderse que todos los principios se mueven dentro de! primero de dichos niveles (A) y se aplican en el segl,lndo (B). Sin embargo, Apel no ha imaginado siquiera un "nivel C' (porque le interesa solamente la «fundamentación" de los principios o su primera «aplicación", pero no el desarrollo suficiente de una ética completa, y mucho menos de una política), que debería incluir e! nivel de las acciones y de las instituciones políticas concretas, empíricas, actualidad de! proceso estratégico de la razón política. Por ejemplo, el «<lcto polírico que estab-Iece la hegemonía» no se sitúa en un "nive! B" de la política, ya que no se trata de las mediaciones "particulares» (la «particularid:ld" [Besonderheit] hegeliana), sino de la «singularidad" (Enzelheit) -eI hecho incierto de ser «único» o con unidad numérica-, tratándose así necesaria y sistemáticamente de otro nivel (por ello exige otra denominación en la política). lohn Rawls43 senala tres niveles en el mismo orden que Ape! (por inspirarse igualmente en Kant): a) los principios, b) las instituciones y c) los fines de la acción. Nosotros, por razones de método, invertiremos la exposición y llamaremos <<nivelA» a la «parte" inexistente en Apelo tercera parte de Rawls. «Nivel B" a la parte de igual nombre. Y «nivel C» a la "parte A" de Ape! y primera parte de Rawl~. No nos interesa por motivos racionalistas apoyar las posiciones fundacionalistas, principialista$ o neokantianas; nos interesan los principias por exigencias políticas de lucha contra la corrupción, y por el deterioro dei <<llobleoficio de la política» -como diría un político mexicano-o Los principias implícitos animan a los niveles A y B, y por e!lo se exponen aI final. Los nuevos movimientos sociales coordinados en e! Foro Social Mundial. por ejemplo, si «entran" en la política, lo harán si captan la honestidacÍ de los principias normativos y si se redefine el sentido deI ejercicio de! poder político. De lo contrario la "sucia» política seguirá contando con e] concurso de los corruptos, inescrupulosos, hipócritas, cínicos ... pero no con líderes saci ales que pueden lIegar a ser igualmente líderes políticos (como el dirigente de los cocaleros boliviano que ha llegado a la presidencia dei Estado de su país). Los principios de los que hablamos (nivel C) son l'!i~~!ri.<?~.RºJi!içºs n.9rmativo~ implícitos (como lo explica R. Brandom44), que de hecho los políticos nunca explicitan, aunque los grandes y honestos políticos (como Emiliano Zapata, por ejemplo) lo practican de hecho. Es decir, en esta obra, "ascenderemos de lo abstracto a lo concreto» (como nos recomendaba Marx teórica o dialécticamente), ya que de
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alguna manera la acción política es más abstracta y simple que las institllciones, que son más complejas y que, además presuponen a la acción estratégica que las funda, las alienta o destruye por dentro.
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3.4. Las tres esferas de los niveles B y C: lo material, lo formal y la factibilidad
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[247) Hemos dicho que la política se despliega en un campo propio, como todas las demás actividades humanas. Los m:ís variados campos no sun totalmente independi entes, sino que se crUZaiI, se detenninan mutuamente -la palabra inglesa ouerlapping deja entender bien eI concepto-. Hay entonces cruce de campos con campos; de campos con sistemas; de sistemas con sistemas, etc. La complejidad queda siempre abierta a la aparición de nuevos campos o sistemas, a la desaparición de alguno, a la mutua determinación (nunca absoluta) que cambia en el tiempo y en el espacio. Las esferas políticas son ámbitos de cruce entre campos. Esto explica que tanto las instituciones como los principios normativos de la política deban ser abordados teniendo en consideración aI menos tres esferas dentro de las cu ales se entrecruzall con el campo y los sistemas políticos utros campos y sistemas que no son intrínsecamente políticos, pero que determinan muchos aspectos de IJ política, y, viceversa, que la política influye en la realización de las acciones e instituciones de esos campos ecológico, económico, cultural, de! derecho, de la administración, etcétera. Hegel en su Rechtsphilosophie, cuando trata el tema de la «sociedad civih>,divide su materia en tres esferas45: a) cl sistelna de las necesidades, que es la esfera material; b) e! sistema dei derecho,que es el nivel de la legitimidad, de lo formal de la política; y c) las corporaciones y la policía, en las que consiste la esfera de la factiblidad estratégica. Para superar el economicismo deI socialismo real (anti-anarquista) y e! economicismo de! liberalismo y neoliberalismo (anarquismo de derecha), pero igualmente e! politicismo de algunos (E. Laclau, J. Ranciere, etc.), es necesario, como ya lo hemos en demasía indicado, articular la complejidad de la mutua determinación sin última instancia. --Eífõrmãlíi;mó -regallstal<an-tlãno-oerTe-gitrmlst~ -rieokantiano son otras reducciones que intentan definir la política desde la esfera dei sistema, las instituciones y acciones (como la actividad de los jueces) dei derecho, y e! legal monopolio de la coacción de! Estado. La esencia de la política scría instaurar un «estado de derecho». Contra este form:1lismo vado se levanta C. Schmitt y con razón. , . M,ís criticable e5 eI puro procedimentalismo (que p.e. podría enunciarse: «La democracia es un conjunto de procedimientos para alcanzar acuerdos negociables», que un N. Bobbio tiende a proponer), más vado aún que e! mismo neokantismo. Lo que se aprende de ellos cs que, efectivamente, el momento procedimental (y normativo) es una determinación cscncial por excelencia de lo político, esfera fund:1mental que tendremos muy en cuenta sin caer cn legalismos.
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De la misma manera el cinismo deI realismo político puramente factibilista, mal lIamado «maquiavélico» (cn donde los medi os dei éxito justifican los fines) cuyo único criterio es la razón instrumental «<Loque pucde técnica mente hace.tse es posible, por lo tanto es político», tan criticado por M. Horkheimcr), es atro ejemplo de la importancia de la eficiencia en política pero dentro dei horizonte posibilitado por las esferas material y de legitimación. La pura factibilidad no es politicamente efic:1z el1 cl largo plazo, ni tampoco la pura gobernahilidad sin cOl1tenidos. 3.5. ArmaI/do el rompecabeza [248) Como se ha visto se intenta superar numerosas unilateralidades, falacias reductivistas, que afirman un término de la re!aciól1 dialéctica y nieg:'11los otros. Es necesario retener c! qrJiasmo tan apreciado por MerlC.f]u-Ponty:lo material y lo formal, lo material-formal y la factibilidad; la 'acción y la institución (c! dilema anarquista y conservador), )' la accióninstitución y los principios; afirmando la univers.11idad de los principios y la contingencia de la incertidumbre de las decisiones, etc. NuestraPolÍtica de la Liberaciól/ deber~ como el artista dei circo (en equilibrio sobre una fina cuerda) o el andinista en el filo de las montafías (sin caer en ninguna de las àQs lader.as) mant~rl(~rse,_~_n.J.,:!_a!Ji~~I<lSiQ~l, dialé~tica _de los opt!.~to~par,<l al~a.!1:tar1I!l3rica diversidadque supera 10,5blsos dilemas reductivistas. Complejidad de las determinaciooes necesarias, mínimas y sufiCie'iites-p:1ra una política desde la periferia mundial. 3.5.1. L~ Arquitect61/ica En este volumen, que corresponde a la categoría abstracta de <Tot:l1idad»,.trararemos la eStructura mínima de un orden político vigente, esbozando los tres niveles de la complejidad de lo político en su positividad COllstructiva inicial, como lo hiciera a su manera John Rawls en la Teoría de la justicia. Para cumplir con dicha exposición se divide la materia en tres partes, con una breve introducción (fundamental para todo e! desarrollo posterior) En la II/troducción analizamos cl concepto de poder, que es eI hilo conductor de toda la filosofía política. Las categorías de pote/ztia (el poder de la cOlllunidad eu st) y la potestas (el poder delegado ejercido por las acciones o en las instituciones) expresan la disyunción que se desplegará co toda la política. Se trata de las categorías generadoras primeras, como las de trabajo vivo y trabajo objetivado en la económiea de K. Marx (aun anterior aI valor de uso y valor de cambio, segunda disyunción categorial). En el capítulo 1, desde e! 5 16, analizaremos eJ primcr nivel (A) ya indicado, dentro dei campo político, que consiste en los diversos momentos de la acción estratégico-política propiamente dicha, en su aspecto concreto, complejo. EI poder político comienza su despliegue en este 41
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nível que para la tradición, y par~ muchos filósofos contemporáneos, constituye el tema exclusivo de la política. En el capítulo 2, desde el S 20, se expondrá'el segundo nível (B), el de las instituciones políticas, límites o marcos que delimitan funcionalmente la acción política dentro dei indicado campo político, constituyendo las mediaciones sistémico-funcionales en sus diversas esferas. Es aquí donde deberemos abordar Ias tres esferas o tipos de instiruciones: Ias materiales, de legitimación y de factibilidad o eficiencia administrativa. Es un capítulo mayor, porque tanto la creación de nuevas instituciones como su transformación (parcial o revolucionaria) atane muy inmediatamente aI que ejerce delegadamente el poder. El tema de la fetichización es central en este nivelo En el capítulo 3, desde el S 24, trataremos el tercer nivel (C) de los principias implícitos en los dos niveles antes enunciados, que consÍsten en ser los límites, marcos o fronteras dei campo político como tal, pera, y principalmente, son el impulso intrínseco normativo de la acción política y de las instituciones en sus esferas codeterminantes, es decir, son principios políticos implícitos y decisivos de toda política porque motivan, aseguran y estabilizan aI poder en sus componentes esenciales, lo mismo en la acción política que en las instituciones por dentro. Contra la posición moralizante que habla de ética y política, o de los que ensenan que la política es puramente procedimental, eficiente y sin principias (ni normativos ni estratégicos), defenderemos una posición suí generis: la subsunción de los principias éticos en eI campo político los transforma en principios normativos políticos que, de no cumplirse, se destruye a la acción política y las instituciones, es decir, se fetichiza el ejercicio deI poder, lo que conlleva la imposibilidad deI ejercicio ohediencial de la política, que es el único que cumple con las exigencias de la reproducción y desarrollo de la vida de los ciudadanos (material), con la legitimidad (formal) y con la eficiencia política que tiene en cuenta las dos anteriores exigencias normativas (Ia razón estratégico-instrumental põlítica se integra igualmente a la normatividad de la «pretensión política de justicia»). La reflexión sobre eI «orden político vigente» cierra esta ArquitectÓllica como fruto de la institución de una totalidad política legítima, verdadera, gobernable.
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Esquema 13.01. ARTICULACIóN ARQUITECTÓNICA DE LOS NIVELESA, B Y C, CON SUSESFERASY PRINCIPIOS DIFERENCIADOS.EL SILOGISMO POLÍTICO
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A Aclaraciones ai esquema. A: nivel de las acciones estratégicas. B: nivel de las
instituciones O mediaciones; BM: esfera material; BL: esfera de legitimidad formal; BF: esfera de factibilidad estratégica. C: nivel de los principios implícitos. eM: principio material; CL: principio formal democrático; CF: principio de factibilidad. 3.5.2. La Crítica [249] En el siguiente volumen se estudia el tema más aliá de la categoría de totalidad. Allí se abrirá un nuevo discurso, crítico-deconstructivo, . gracias a la categoría de «alteridad,,46. Más aliá de toda totalidad consti- \';.-". tuida -por la praxis política y las instituciones estructuradas históricamente~, de todo «orden vigente» se encuentran siempre aquellos que sufren en su subjetividad corporal (material en cuanto relacionada a la vida) las injusticias, los «errares» deI orden vigente. Los efecros negativos de un orden político son inevitables por la finitud de la acción y las instituciones aur'!.COH las mejores «pretensiones políticas de justicia», porque toda decisión, en todo nivel (en la praxis y en las instituciones), son inciertas, imposible de tener clarividencia absoluta, y, desde su finitud inevitable, los efectos negativos son igualmente inevitables. Dicen los Proverbios: "El justo peca siete veces por día», y como es justo puede permanecer en «pretensión política de justicia» corrigiendo sus errores. El injusto, en cambio, no comete ningún errar. Es decir, no tiene conciencia ni está dispuesto a aceptar que se le atribuya 'ningún error. En la 43
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irresponsabilidad para con los efectos no intencionales negativos de sus acciones estriba su injusticia. " Siendo inevitables los efectos negativos dei orden vigente político, es apodíctico y universal que existen dichos efectos. L1amaremos vÍctimas políticas a los que los sufren. Desde Ia subjetividad negada, singular 9 comunitaria de las víctimas surge el punto de apoyo de la crítica. Sed ahora el pueblo (plebs) en sentido técnico: el bloque social de los oprimidos (de A. Gramsci) y exclui dos en el presente masivamente en cl proceso de globalización. Desde Ia categoría de alteridad (levinasiana redefinida), desde la exterioridad dei Otro, de la otra (la mujer oprimida y excluida), desde la raza no blanca, desde los obreros dei capitalismo, las colonias dei imperialismo, los indígenas, etc., desarrollaremos el discurso crítico de 1'a Política de la Liberación de IT,anera sistemática. Ell b IlItroducciólI deconstruiremos el concepto de poder (potcntial potestas) expuesto en la Arquitectónica desde la categorí.l de hiper-potentia que surge desde un pueblo que emerge desde eI seno de la tomunidad política -o desde su exterioridad analógica-. Son los nuevos movimientos sociales, identidades colectivas con reivindicacion~£pro: pias que luchan porvivii;porp:liticipaÇcclIlcõristriíiieficazme'iite lás din1ensioúcspólíricas dé sú exisrenciii comunitariâ e histórica.EI «acontecimiento» que crea un nuevo orderi esmás i:jüefüi-idãCiüllãT;es metafísico, trascendental. Pablo de Tarso tiene que ver con esta segunda ma~ nera de interpretar el «acontecimiento~ en e! Imperio romano -más aliá de Ja interpretación de A. Badiou, S. Zizek, G. Vatrimo o G. Agamben, entre otros. En eI capítulo 4, desde el J 32, continuaremos el tema de los princi~ pios implícitos, pero ahora críticos, desde la hipótesis de que e! comienlO de! proceso de transformación (parcial o revolucionario según Ias circunstancias), de liberación depende en gran parte de una clara conciencia crítica normativa, donde el sujeto se transforma en actor gracias ' a principios políticos que obligan e! comprometer sus acciones a favor dei pueblo, de los excluidos, deviniendo actor coIectivo en la coyuntura propicia. La praxis anti-dominadora hace entrar en crisis Ia hegemonía de! orden político vigente y desencadena e! proceso de liberacián política, en la construcción de nueva hegemonía. En el capítulo 5 de Ia Crítica, desde eI J 36, que dice relación con d capítulo 1 de la Arquitectónica, no trata la acción política estratégica en abstracto sino la praxis de Iiberación política bajo otros parámetros, los que constiruyen âTopri nlTdos y exdüidos .políticos como aetores anti-dominadores que tienden a instaurar el nuevo ordeno Es la praxis creativa, innovadora, transf~rmadora (y, en los momentos límites, - põcãs- veces âllràíi.te'-siglos~'revolucionaria): es eI motor de la historia, de su desarrollo, dei crecimiento de la humanidad. Estamos en el momento deI ----'.--con fl.IctO. -- --En el capítulo 6, desde eI J 40, se pasa ai segundo nivelo Ahora no se trata de com prender el sentido de Ias instiruciones, ni su estructuración 44
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en sistemas materiales, formaIes o de factibilidad. Ahora se trata de la ' . transformación de las instituciones y los sistemas que han ido envejecien- " do por una entropía inevitable en eI largo plalO.,Lo creado para respon-;der a la reproduccián y crecimiento de la vida se han modificado'en fásiles burocráticos que preservan los intereses de los funcionarios contra los ciudadanos. Deben cambiarse las instituciones en todos los sistemas, y por ello apàcece la 'Pertinencia de los postulados políticos, par~ evitar falsas antinomias. Es h cuestión de la reforma o transformación' . La conclusiones intentan reabrir el debateháclãTütUrãs"obras, analizando lo que pueda ser la «pretensión política crítica de justicia», de una justicia no desde el çlrden, las estructuras, el sistema dei derecho vigente, sino una. justicia de los oprimidos y excluidos; de ilJs_t~~_£ol,_~~I:l.!'_' de cumplimiento de las reivindicaciones de los movimientos popubres; de justicia con respecto ai orden futuro: solidaridad más aliá de la fraternidad present~. .
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~ 14. LA VOLUNTAD COMO FUNDAMENTO. LA POTENTIA Y LA POTESTAS
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Más acá deJa Voluntad
de Poder. Schopenhauel;
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Las.filosofías políticas actuales -y me estoy refiriendo preferentemente a las que se e1aboran en Europa y Estados Unidos, aunque también en la periferiano abordan por lo general este tema fundamental. Algunos autores, como Carl Schmitt, bajo la influencia de S. Kierkegaard y posteriormente de M. Heidegger49, tocaron el tema parcialmente, pera, como veremos, e1udieron aspectos de mayor prafundidad que hllbieran dado a su posición una más amplia fllndamentación ontológica. Además, como el pensamiento moderno (pera también griego y occidental en general) ha dado prioridad ai nivel cognitivo, deseamos comenzar por mostrar la !!:!!p.9_rtancia, y mayor pertinencia en la política, dei tema dela voluntad. La política se teje en torno a la cuestión dei «poder» .(Macht en aleman, po-uvêjir--enfranCés~--kra-tós-engriego, pote.súis-en-Iãtín). EI «poder», en última instancia, como veremos, tiene que ver con la voluntad. Ya entre los e.gipcios, el dios originario Ptah tenía una doble dimensión: Horus, que se manifestaba como el corazón, e indicaba el poder, la voluntad, el afecto50, y Thot, que siendo la lengua, se refería ai momento lingüístico, racional, de la sabiduría, de las ciencias, la matemática y la filosofía, pera igualmente de la producción artística y las técnicass1. Es ahora el momento de Horus. Una definición semita de lo divino dice también: "Dios es amor>' (expresión de 1 Juan 4, 8 y 1652). La otra definición se enunciaba: «En eI comienzo era b Palabra» Uuall 1, 1) (Ia dabar hebrea o el /ógos griego continuaban la tradición dell1Jo! egipcio). Los semitas la pensaban como la Sabiduría; también los cristianos (como el Verbo), y éste fue el punto de partida e inspiración dei Idealismo alemán, de Fichte, Schelling y Hegel (y, en general, de toda la filosofía moderna). Una filosofía política crítica debería saber remontar la indicada primera corri ente o •. estilo filosófico hasta sus últimas consecuencias, en una tradición que podríamos denominar de la voluntad: Platón, AgustÍn53, Mu'tazilitas , islámicos54, Buenaventura, Escoto.15, SchopenhauerS6, Nietzsche, y mu-
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chos otros, para después integraria a la corriente de la razón práctica, e! lógos praktikós, la lengua: Thot, la tradición más cognitiva, discursiva. [251] La reflexión ontológica no se ocupa primeramente de los entes, de los objetos, de las cosas (que es lo meramente óntico), sino de! fundamento o de aquello que sustenta, que otorga eI ser, que abarca a la Totalidad de los entes como su ámbito propio. La pregunta ontológica en nuestro tema se enuncia asÍ: 2Cuál es eI fundamento (Grund) de todo lo que lIamamos político? 2Cuál es la última referencia irrebasable que explica a la acción polírica, a las instituciones políticas y a los principios implícitos políticos? Esa última instancia puede alcanzarse ascendielldo dialécticamente en la Totalidad compleja de los entes, mediaciones, momentos políticos hasta el fundamento simple que los abarca y los funda; para después, por la vía descendente epistémica, explicar los momentos ónticos de la políticaS? Necesitamos un fundamento positivo último que nos permita describir la_V:9Iunta4L~oâerl?õlltiCõerlsúseiitldÕ-fUerte, con pretensión de verdad y legitimidad, desde donde sea posible criticar las descripciones defectivas, reductivas de dicho poder. Sigamos el hilo de la cuestión comenzando por Schopenhauer lIevados de la mano por la reflexión de Michel Henry, cuando escribe:
[250] Lo político, que se abre a un campo prapio, tiene un íundamento ontológico. Se trata ahora de dilucidar dicho íundamento de lo político, es decir, desarrollar analiticamente una ontorogía de lo político. Desde-ya, y por tratarse de una Política de ia Liberaciófl, lo que aql.lí se construya será deconstruído desde el 30 de la Crítica. Recomendamos por tanto aI lector, después de detenerse en este .~ 14, pasar aI j 30, para tener una visión de conjunto sobre el tema tal como lo inrentamos en esta política filosófica crítica, porque 'desde el mero horizonte ontológico se podría formar prematuramente una impresión equivocada de lo que intentamos"'. 1.
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Schopenhauer la Voll1ntad [...] designa la vida. Voluntad quiere decir vo! /<.\ Para luntad de la vida para vivir [...] 2Qué significa querer-vivir? [... ] En la Voluntad
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,;:- {,:\ de Schopenhauer no es la voluntad el principio, el naturante, no es ella la que '.{Y . quiere, sino que es la vida. La vida es lo primera, que constituye la realidad, que determina la acción [...] EI querer-vivir se quiere a sí mismo no en tanto querer sino en tanto que vivir, él no desea nada fuera de la auto-afirmación de la vida I...] En el querer-vivir schopenhaueriano lo que se quiere es la vida, lo que ella quiere es la vida58•
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.~a voluntad. es eI «querer-vivir» de la vid~_.de I~ vidaJfu!!!~IJ~' La polltIca ronda Slempre eI tema dei poder. La esenCla deI poder es la ~oluntad, siendo que Ja E~!fc~_(J~J.?~L~t.?A~:J.ê vid~_-eomo afirma M. Hemy a partir de Schopenhauer-. En este punto, eI "primer»\, Schopenhauer, el maestro (que después se contradice), va más aliá que eI discípulo (Nietzsche). Por nuestra parte queremos recuperar aquello de que más acá que la <<Voluntad de Poder» nietzscheana se da todavÍa una' primigenia «Voluntad_A.~\t}y.i~. -y de la que la «Voluntad de Poder», cuando se cierra sobre sÍ misma o domina aI otro, es una determinación defectiva: .
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que la Voluntad (Wil/e) ql1iere es siempre la Vida (Leben) [...] Decir Voluntad (Wil/e zum Leben) es lo mismo que decir lisa y llanamente Voluntad, y sólo por pleonasmo empleamos aquella frase I...] Allí donde hay Voluntad hay también Vida. Por consiguiente, a la Vo/untad de vivir (Lebenswil/en) le est,l siempre asegurada la vida (das Leben gewi(5), y mientras ella aliente en nosotras, no debemos preocupamos por nuestra existencia I...] EI nacer y el morir son cosas que pertenecen ai fenómeno de la Voluntad y, por lo tanto, a la VidaS'
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Nietzsche pareciera f\egar aparentemente el' querer-vivir, cuando ontológica, conforme a b cual la Vida designa ahora el modo de donación a sí escribe: «No ha encontrado ciertamente la verdad quien habla de que-.O1ismode este querer, modo de donación en eJ cu ai se experimenta a sí mismo inmediatamente y que lo cOll\'iene en esta experiencia de sí, no como un sim pie rer-vivir. Este querer no existe. Porque el que no e'9 no puede querer, y querer-vivir sino como Ull querer-viviellteM• 2cómo podría todavÍ3 desear Ia vida eI que ya está en la vida? Donde se encuentra la vida, allí solamente se encuentra eI querer»fiO. Se niega aquí f EI seT \Hlmal~O como ser viviente65, es decir, como corporal idad 1 UI1 querer que quiere ser viviente como futuro (desde el no-ser, pera el i concreta que es cada uno, es la reaJidad misma de la que parre:-fb que no es 110 puede querer), o desde el ya ser viviente (y esta sí es posií ~_aetêne-rse en cuenta que esa corporalidad «es una realidad constituida ble), cuando se afirma aI menos que cuando hay vida puede «encontrarse esencialmenre por la falta de realidad l... ] Su realidad es una realidad el querer». Schopenhauer afirma ese querer que se encuentra en la vida, ._.hambrienta, una sed incxtilrguible»6fi. EI ser viviente aI que se refiere la pera se encuentra como querer permanecer en la vida, vida que se va ! voluntad, por ser finito, vulnerable, llecesitado, tiende a su ilralcanzablc inevitable y continuamente perdiendo, y cuyo querer la sostiene. O aI realizaGÍón -el petit point a de ]. Lacan-. Ese anhelo, ese afecto, esc revés: sólo el viviente puede querer (Ia realidad deI querer no es posiblc sentimiento, ese deseo fundamental de la vida que intenta, que quiere en los seres no-vivientes), y se tiene este querer para poder sobre-vivir. permanecer en la vida y en el rlus de vida inscrito en la esencia de la corEs decir, se quiere seguir viviendo (en el futuro) la vida que ya se es poralidad humana es la voluntad. Schopenl~uer captó adecuadamente (desde eI pasado en el presente); el querer, así, une, liga la vida presente que la corporalidad humana cs elIugar de la voluntad: con Ia vida-futura, con la subre-vivencia como permanencia de Ia vida. Mientras haya queret (mientras exista este puente, esta tensión) la vida La acción de la corporalidad (Leibes) no es otra cosa que el aero de la Voluntad está «asegurada». ,-. .objetivado [... ] El objeto inmedi:lto será denominado aquí la objetividad de la (252) Esta Vo.~1!-&!C!.C{4e.y~vir ser:i <:!_C:~<:!:J!lL~~!:1_~_p~~r~_u_n_~_l1!:!.e-"a fun'\'1oluntad67• Además, la identidad de la corporalidad y la Voluntad se maninestan damentación de la política crítica. Por eI momento, sólo podemos indit ,~'también en que cada Illovimiento vivo y pronunciado de ésta, es decir, cada car que en esta Arquitectánica, o en una «ontología política fundament :lI. afecto, conmueve inllleoiatamente el cuerpo y su mecanismo interior"'. La Votal" (a ser deconstruida en la parte Crítica), la voluntad se juega como !-. _:'.,:: lumad, que considerada puramente en sí es un°impulso inconsciente (erkelll1l1/isVoluntad de Vida, y defectivamente como mera Voluntad de Poder (en .::l' loss Drallg), ciego e irresistible, como la vemos rodavía en la naruraleza [... ], así el sentido de Nietzsche y Heidegger). EI «primeT» Schopenhauer (que • ' como en la parte vegetativa de nuestra propia vida, adquiere, con la agregación deI mundo de la representaciún, que se ha desarrollado para su uso, conciencia todavía afirma la vidll, ya que eI «segundo» Schopenhauer negará la vida de su querer y de aquello que quiere, que no es ocra cosa que este mundo, la para eliminar el fundamento dei principium individuationis y con ello el I. vida tal como se nos present:l. Por eSQ ai Illundo visihle le lIamamos su espejo, dolor) y M. Henry, y mucho más radicalmente E. Lévinasfi1, nos darán f su objetividad"9. la posibilidad de 1~~J'~racj_~I~_._~Lc:Lp'od~E me~~e_I"!..~e_.peg~g_~~_.~omo dominación. Porque si cf funaamentode la política es la voluntad, eI La vida es el modo de realidad de la corporalidad humana, el ser dei estado-ae:iesuelto, traducida como la decisión schmittianafi2, sólo podrá Tser humano. «Con Schopenhauer y Nietzsche el ser recibe [... ) de manera entenderse la política como un modo de dominación, como comando, explícita el sentido de ser la vid:l>,7°. EI ser corporal humano en cuanro como control, expresado en aquel <<losque m3ndan mandan mandando» t.. vivi ente pane los entes como sus mediaciones, como su objetivación en. deI movimiento zapatista. Es decir, tiene sólo un sentido ontológico neF el mundo, como momentos de su misma realización inalcanzable. La vagativo (y aún, como veremos, no es siquiera eI fundamento primero deI luntad es exactamer:!.~_~Lqt~ge!jt.Jnd!1~nel]r_~ll~c....Q~:..<!<:-'cC?.!1JO J~o0.1tjq: poder). Además, ese fundamento como <Noluntad de Vivir», si arrancara [ Fu_erz,!-_oJ)Qqf!..rlJll] ir _<:::~.lllQ._~e.!! (!~~<:i ()~_QQ.~_£91~~~d_<;1.(~..!~1~~I~l..~ :_\a v ida desde la posibilidad de la Volunrad de vivir dei Otro, dei que no puede qge se es l' la vida por venir. EI mundo ~c abre entre e50S extremos de la vivir porque cs una <<Voluntad impotente», por ser la víctimar", sería ya tempõrãTid:ldvlvlente, y lãS entes pueblan eI mundo como posibilidades un más aliá dei fundamento, sería una «fuente creadora» y estaríamos i para la vida. así en otro ámbito totalmente distinto. Pero no nos adelantemos, y de/' (253) Dejémonos lIevar como hilo conductor de nuestra reflexión jemos esos temas para la parte Crítica. Por lo tanto, retournont à notres por una vía ~l11l)igua de la filosofb política reductiva, defecriv3, negativa, Jl'/outons -como Ie gusraba escribir a Marx en sus manuscritos. dominadora, po"r la emprendida por la meditación de la Modernidad, y Si Ia esencia dei poder es la voluntad, la esencia de la volunrad en t en último término por el misll10 Heidegger sobre Nietzsche (cuando último término es la vida. Leamos otro texto de M. Henry: , pretendía separarse71 de la interpretación superficial de Nietzsche conte. nida en la ideología en boga dei nazismo), cuyas lecciones universitarias [Pera] eJ conccpto dc Vida se escinde: a) a la determinación primera, ingenua todavía y cn cierto sentido óntica, según la cual la vida reside en el querer-vivir cubrieron un largo lapso de tiempo desde 1934 a 1946 -época cicrta)' se proponc como dcsco.y desco sin nn, b) se agrega la determinación esencial, f mente tormentosa en política en Alemania.
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Est,ar en estado-de-resuelto por-sí-m'igmo es siempre querer ir más aliá (über sich) d<;.si mismo (...] Estado-de-resue/to por' el que el querer instituye (gestiftete) su ,dominio sobre el que quiere y lo querido, y lo ejerce a título de decisión institucional, permanente, definitiva [...] En este estado.-de-resuelto, por el que el querer se pane más aliá de sí mismo, reside el hecho de ser-seiíor-sobre (Herrsein über)'~ [...) La Volunrad es en si misma Poder (Macht). Y el Poder es la permanencia dei querer en-sí-mismo. La Volllntad es Poder, y el Poder es Voluntad'o. Porque el estado-de-resuelto ,por si misl110dei ser-sclíor de la Volllntad es un querer ir más aliá de sí mislllo, es por lo que la Volunrad es Porencia (Machtigkeit)'J que se poreneia (ermJchligt) C0l110Poder (Macht) (1,52). El «Poder» de la <Noluntad de Poder» no enuncia entol1ces una consecuencia o un complemento, sino <<laesencia de la Voluntad» (des Wesens des Willens) (p. 53). Es la última instancia dei fundamento mis1110. Podríamos aún preguntarnos con Heidegger por «la esencia deI Poder» (das Wesen der Macht) (p. 76), y entonces llegamos aI tema de la «tuerza»:
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VOLUNTAD
COMO
FUNDAMENTO,
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POTENTIA
Y LA
POTESTAS
---Estamos el}tonces en plena ontol<:Jgia. La votU.~E_d es._!~_p!!.~e!~~ia p!!gJera que in~tituye y abre el ámbito todo lo queriàõaesae un porsí-mismo como eI que maneja y controla lo que pone y en cuanto quiere ponerlo desde su soberanía, su ser-seno r, su Poder-poner. La diferencia estribará entre dos maneras de «P~_e.E~P.9E.e..!:.~c~JP.2_~~iación, ~e_ I~p'e~I!l_~.neQ£i.~.E~.Q~nto _de I~_YLda (eI «primer>' Schopenhauer), o c2!TI...s>_.:<Poc!~.!::J2.0ner» sobre la volunt~_c!. .9~!-ºIE9 (como «ser-senor» o , domjnación). Esta segunda manera de ejercer el poder político lo lIamamas reductivo, defectivo, negativo, segundo y distorsionado, y es la casi exclusiva clescripción de! poder político en casi la totalidad de la histQria de la Modernidad, y hasta de los filósofos políticos más recienteso Pero esto exigirá todavía algunas distinciones para ser claramente com prendido. [254] EI tema deI «valor político» se abre desde este horizonte. \/.,' "Nietzsche expresaba: «Los valores y sus transformaciones están en reIa- . , j:ión aI aumentQ de Poder (Macht-Wachstum) dei que pone los valores»S! . Los entes dei mundo tienen valor. EI mundo se abre como eI «espacio» que se despIiegá entre la vida-dada o la vida-permanencia y la por darse. Los entes, en cuanto son mediaciones para cumplir fines fundados en la vida; por eUo las mediaciones valen. Su valor es puesto por la potentia, poder o la capacidad de! querer-vivir: la voluntad. La voluntad quiere, y su poder se ejerce poniendo las mediaciones, que en cuanto taIes (en cuanto mediaciones-para) portan valor. Es por ello por lo que «e! punto T de vista dei valor es e! punto de vista de las condiciones (Bedingungel1) ! de Permanencia, Aumento en referencia a la formación compleja de la .~-duración re!ativa.a la Vida aI interior deI devenir»B3. Como puede verse, los entes (e! momento óntico) tienen valor en tanto son puestos por eI Poder de la Voluntad (una Voluntad que no só lo quiere84, sino que puede, que tienen la eapacidad o (uerza, de poner las medi aciones como posiibilidades). Pero-son puestos en la temporalidad, la «duración (Dauer) de ":'Ia Vida (des Lebens)". Duración que une las tres instancias de la tempo- ' raIidad: de la vida-dada en el pasado, de la querida como permanencia (Erhaltung) en él presente, y de! aumento (Steigerung) de la vida (como ; sobre-vivenciaLen e! futuro. Esos «valores SOI1las condiciones con las :-que e! Poder (Maeht) debe conta[»~5. La vida sin la voluntad moriría, no t~!!clería a su permanencia; la voluntadsin sü. poder nO.Obraría~adap-õ~" dda fiacer ..EI p,?der síi1fãS posibwaadeS, los entes-=mediãcione-s-quÚidós y puesros en la existencia como «condición" de su propia realización, no podría ejercerse. Sería un poder en el vacío, sin poder contar con nada para nada operar. Los entes-valiosos son las «condiciones" de la realización de la propia vida, de la voluntad y de! poder. La voluntad también puede destruir, superar lo dado (en este sen~ido \i \ es Voluntad de Nada [Wille ~um Niehts])86. Por otra parte, el poder que
ae
La'pregunta decisiva es precisamente: éCómo y sobre cuál fundamento (Grund) lo querido (Gewollte) y el que quiere (Wollende) pertenecen impIícitamente aI querer que quiere (im \Y/ollen zum V?ollen)? Respuesta: Sohre el fundamento dei querer y por el querer. EI querer quiere ai que quiere (das Wollen wil! den .Wollenden) en tanto que tal, y ei querer pane (setzt) a lo querido en tanto que tal. Querer es estado-de-resuelto (Entschlossenheit)'5 por-sí-mismo, pera por-símismo (zu sich) en cuanto que eI que quiere pane lo que quiere en tanto que querid076• La Voluntad agrega siempre desde sí una determinación continua en su querer. Si no se sabe lo que se quiere no só lo no se quiere y no se sabría absolutamente querer, sino que no habría siquiera querer en generaF7. Aquí Heidegger cita a Nietzsche: «Pues la Vohmtad en tanto queafeeto deI comando es la marca decisiva dei autodominio (Selbstherrliehkeit) y de la fuerza»7X. Heidegger continúa:
LA
La fuerza es la capacidad de reunir en ella misma y de efectuar el ser-en-estado\ de (Imstandesein zu) (...), lo que los griegos, ante todo en Aristóteles, se designa \ por dynamis [... } por enérgeia [...], por entelékheia [...] (pp. 76-77).
En primer lugar, hay como un repaso, como un tratamiento rápido de la <NoIuntad en la metafísica tradicional>,n. Pera de inmediato se aboca aI tema central: "La Voluntad en tanto Voluntad de Pode[>,73, en tanto que es «e! carácter fundamental (Grundcharakter) de todos los entes». Para Heidegger siempre se liga el tema de la vida con la voluntad, aunqueestán ambiguamente entrelazadas. Cuando se refiere aquí a «de todos los entes'> (Seienden), toca eI aspecto que nos 'interesa, porque no se trata de entes «sabidos», sino de entes «queridos», prácticos, mediaciones que en nuestro caso serán momentos de lo político, porque el campo político tiene ya siempre presupuesto como fundamento a la voluntad. No se trata de la «comprensión dei sep,74 -como momento cognitivo en Ser y Í;iel11pcj'-, sino de j~()luntad como fundamento dei mundo de los entes queridos, de los entes prácticós (ii.ómerãri1ente COilOCidos, interpretados o cõm-prendidos), de los entes políticos (para sugerir eI tema de nuestra reflexión):
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~ DESPlIEGUE
ARQUITECTÓNICO
puede poner entes-valiosos es poderoso. eI poder que puede sobre-ponerse:
DEL
PODER
II
POLíTICO
Pero es más poderoso
todavía
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La esencia dei Poder (das Wesen der Macht) es la Voluntad que tiene más-Poder (Mehr-Macht), y lo es cuando el Poder ejerce el poder como Poder-que-se-sobrepasa (Uebermiichtigung) [...] Lo que debe sobrepasarse es lo que ofrece resistencia y que es estable y sólido, que se mantiene y permanece y se conserva. Por el contrario, eI que sobrepasa tiene necesidad de poder salir de sí hacia un grado más elevado de Poder, lo que por su parte exige una posibilidad de aumento (p.105).
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Se entiende ahora que «Ia esencia deI Podw' contienc la necesidad de! «sohre-pasarse», de tener la ca-pàcldad -ae;-<lrInás all:í de sirillsmo», , simultálH';amentecomo permanencia y como aumento de vida, Po~r , -e~,poder-poner fas mediaciones de ese permanecer y crecer de la vida, -;;-Lopuesto,;'aésôê la--Y-olunraâque- 'puede~poner, <Noluntad de Poder», está puesto no só lo como querido (desde eI querer fundamental de la voluntad desde la vida que quiere permanecer y aumentar), sino como posibleH7 (como contingente), Hemos llegado ai hontanar buscado de una ontología política (aun-' que todavía no de una metafísica política). Et mu~do o campo político se abre desde la realidad como viviente, como corporalidad humana; se abre desde el fundamentodê-Iavidã humana cOmo voluntad, como el querer ontológico' de la vida, que tiene eI poder (cuando lo tiene y no es Impótente, que sería políticamente defectiva) de poner los entes, las mediaciones, las posibilidades éOmo condiciones (Bedil1gungen) de la permaiú:ncia y aurnento dela vida. «C0111Ovoluntad» significa poder sobre-pasarsé désde porsriTIisma (como autonomÍa). Para Heidegger, siguiendo a Nietzsche, como «capacidad de ser-Sei1or (Herrsein)'" y poder dominar (Befeblen-Koennen}>', como «centros de dominación» .,' (herrschaftliche Zentren)88. Por ello, «los valores son esencialmente con- -' diciones condicionadas» (bedingte Bedingungen) (p. 108) de la vida y por, la vida. Es decir, y aplicánd()J(),ªlçq!1'lPo.pol.ítico~,todas lasJTIe9i;ICi0'les , p.~!~ticas (actos, estrate&~~~gc:~~n~c~s, cU,e!-"P9<:1e)eyes,micro-instir.ucio_n~?,Y.p1~_c::_r:..~:~~t1tu<:!Q!1~_~1_p.:l:r:..t!-º-o..S_1?~lí tic9S" opini ónpú b lica" soci e" dad civil, Estado, principios políticos, etc.; todas las categorías políticas q,-!e débéiéiü-6"S -desáibir preéision)tienéniín valor (político) o son en tesO(po!íiíéos);-e-n-tan fóposibilidádes .JJar'fi..~Lt';fei-cici oÍl opera ci ónô e la «Voluiúad "de-Pode-i;,8"I:'dín1ensic)õ'qüe emana de.la tendencia a la realiz_,!~~n__ tc:.n~:p'oiãL9~:~Lv}A::,~~_~_aJ.1a._Qicho en palabras de Heidegger:
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VOLUNTAD
COMO
FUNDAMENTO,
LA
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Y LA
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Se trata, entonces, de la totalidad de los entes prácticos (entre los que noS interesan los entes políticos). En tanto totalidad los entes no tienen ya valor, porque e! valor es portado por un ente en tanto ocupa un lugar en el circuito de las mediaciones, por lo que Nietzsche escrihc ~ en el número 708 de La Voluntad de Poder: «E! valor total (Gesamtwert) de! mundo es invaluable (lInabwertbar), por consecuencia el pesimismo filosófico es e! nombre de lo cómico" (lI, 107). [255] Cómico es el que se espanta ante el no-valor deI fundamento. por ello, Heidegger indica que «Ia proposición: e! ente (das Seielldc) en su totalidad no tiene ningún valor, expresa, en el sentido de la metafísica de la Voluntad de Poder, la negación más clara de la creencia de que el valor valga en-sí, sobre el ente en su totalidad como valioso" (I I, 107). Los entes valiosos valen como mediaciones de Ia vida; no valen en-sí, totãiídaéf tle'ilen'la 'di de' la vida. Ya, indicaba COll aeierto que eU_rª_bªj(l..YJª-tjers_ª_I1Qjj.~nel1J!ª,qr_fÇO,~Q.111iç~UI.(g'U1J.9J\'alor " de cambio), porque ,sonlª-fllel1t~_cr~a.q()!-",a d_t:Lv.~lor: tjen~n,eso Sí,liignidad. De la misma manera Nietzsche nos recuerda ahora que e! v,llor es la posición práctica de la «mediación en tanto mediación» (expresióll de \ X. Zubiri) para la vida. La _vida1.<:()E1()Ia.!i.~e!t~dJallng~lel~ p,ese a Agnes Heller), notienen valor, porque son eI fundamento de los valores; tienen dignidad (que es 'muchü mAs <jiiê'êfnlero' v'álor)90'-'-' -- -- ,-' , " --Tõ-cre-põHrÍcü--que-reng-a c-ilã1qüie-;'-eniê-, cosa, objeto, sistema, posibilidad tiene que ver COll el hecho de «portar» un valor polític091, que se adquiere por estar integrado a una cadena de condiciones condicionantes en referencia de última instancia, en el nivelmaterial92, a 13 vida humana, en tanto queridos (por b voluntad) y puestos (por e! poder) por el Poder de b Voluntad para el servi cio de la vida humana como sobrevivencia. La voluntad, en tanto tal, quiere vivir y por ello pane, C01110 poder, a dichas mediaciones bajo el modo dei ejercer eI control, deI serSeno r o del tener un comando en el sobre-pasarse de la vida, que tiene a la misma voluiltad como una dimensión propia, que, por su parte, puede imponerse como poder. Lo propio dei poder es «poner-valor» (Wert-setzul1g), instituir el valor, p~_~~cJ r:.,l_'::'.~~~!!~i.~!~e~p.~r:..a_I~.I?~!!11~n~~0_a_X"a~I~~,íiJ~~e-_l'ã-Yl~a: I
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La Voluntad de Poder y e!pol7er-valor (Wcrt-setzul1g) son idénticos, en tanto la Voluntad de PoJer prospecta eI punto de vista dc la permanencia y aUlllento [de VidaJ. Por esro b instirución91 deI valor no puede referirse a la Voluntad de Poder COIllOalgo diferente dei primero"4_
Las estructuras de domínio (Hcrrschaftsgebilde) son figuras (Gestalten) de la Vohllltad de Poder. Frecuentemente Nietzsche denomina no solamente valores (Werte) a las condicioncs de estas estructuras de dominio, sino talllbién a esas estructuras mismas [... ] Ciencia, arte, Estado, religión, cultura, todos valell igelten) como valores en tanto que condiciones por las cuales se cUll1ple el orden (Ordm/l1g) dei devenir de lo úllico real (des allein Wirkliche)_ Esros valores, por su parte, en tanto que estructuras de Poder (Machtgebilde), presuponen ciertas WI1diciones que aseguran su propia consistencia y su propio despliegue (lI, 1(7),
La tot:1lidad de las acciones y de las instituciones políticas est:ín puestas QQr_L9_~_~~~.~Lp_qª~~_~~I~-.~<?~l!l1t~9,(la potestas, ya veremos su
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significado posteriormente, tiene por ello valor). En la voluntad las mediaciones políticas quedan fundadas, religadas, referidas, unificadas en un mundo (<:n un campo político) en tanto político. La totalidad de los e~e.spolíticos son estas mediaciones (4. de! Esquema 14.01 siguíêilte)~' condicÍüÍles'í1ecesariãsdC"l1" permáílencia y aumento de Ia vida humana.
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PODER
POLiTICO
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EI poder-poner en la' existencia a los entes políticos es e! tener poder (potentia) (3.); es decir, e! poder es el poder-poner los entes políticos: la potestas. EI poder ejercer: e! poder se origina en e! querer en e! que consiste la voluntad; es decir, sin voluntad no hay poder,}'a que lavoluntad es la fuerza, la potencia, eI motor,bcondición Cid pocler(2.).'Ser:yoTillitad es el qüúú por síde" lá vida humàii.a ei-i'supermanecer y aumentar (1.). EI querer de la voluntad asegura a la vida humana en su sobre-vivir95 en la duración de! tic:mpo (5.). Si la vida pierde el querer-vivir queda a la deriva, se eIlcuentra en situación de suicidio. Las mediaciones que constituyen eI nlvel óntico de la política (4.), o la totalidad de los entes políticos en tanto políticos, quedan así fundados ontológicamente en la Voluntad de Poder, en el Poder de la Voluntad -en una primera instancia abstracta y general. •
Esquema 14.01. DIVERSOS MOMENTOS
1. Vidahumana desnuda 5. Lasobre-vivenda (Ueberleben)
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2. EI querer VI.,vir: Voluntad
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DE FUNDACIÓN DEL PODER
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4. Lasmedidas vaI'losas
de lasestructuras políticas (potes tas)
3. EI pbder-poner las mediaciones:
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[256] Abora puede entenderse lo que intenta explicar CarI Schmitt.
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Eo eI «estado de derecho» la vida política pareciera depender de las leyes, que son «posibilidades valiosas» o «ente políticos» (4.), y éstos aparecen como última instancia de lo político, de la legalidad, de la le'., gitimidad de las acciones políticas. Schmitt, ante los liberales, y con una intención y voluntad ontológicas, quiere recuperar eI fundamento material de lo político (l. y 5.). EI «estado de excepción» deja las leyes en suspenso, y el observador puede dirigirse a un momento anterior o posterior ai «estado de derecho». AI dejar las leyes de ser la última instancia política es necesario pregunrarse por el nivel en eI que se deberÍ3 situar el fundamento último de lo político. Con Kierkegaard, y posteriormente con Heidegger, Schmitt encuentra que e! «estado de excepción» remi te por último a una «decisión» (Entscheidung, como ya hemos visto), a un «estado-de-resuelto", a una voluntad (2.) como voluntad originaria, instituyente (para C. Castoriadis) en referencia a todas las instituciones política~ y constituyente (para C. Schmitt) con respecto a Constitución de un Éstado (4.), voluntad anterior aún a la Asamblea constituyente 54
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COMO
VOlUNTAD
FUNDAMENTO,
LA POTENTIA
Y LA
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de un sistema político empírico%. Intenta así llegar aI horizonte último. ontológico de lo político, que es la «Yoluntad de! pueblo», que es exac- . ramente eI tema que hemos comenzado a tratar. En efecto, la «decisión» es un momento dei ejercicio deI poder de @a volu I1l~9.:-1s~~~~~eIQ]~jnic:.i'.l.eLil~r,<:~ª'õ~1ect!~j~aealchã'-vôTÜ-I1 (a-d._., Schmitt tiene razón en buscar en la voluntad unTunaamento ontológico material de la política97• Ciertamente no lo hace de la manera analíticamente adecuada, pera su intuición primera es certera y merece atención. SU error estribad en otras momemos de su argumento anti liberal, en su irracionalismo, porque no logra situar adecuadamente el momento formal de 'la razón práctica, que dará ai poder político su sentido, su dirección, su unidad9H, ya que aI final es la voluntad deI líder la que ejerce e! poder en una ambigua relación con la voluntad deI pueblo, que debiera ser la fundante, y dicha relación se institucionaliza por una aclamación, que de ninguna manera da cuenta de las mínimas exigencias de legitimidad. Lo mismo podría decirse de Ia <Nolllntad general" de Rousseau, que no puede formular adecuadamente su contenido, pera cuya referencia a la voluntad originaria, ontológica, indeterminada, intersubjetiva indica igualmente, como en Schmitt, el tema que nos ocupa. Esa <Noluntad general» no es una formulación mítica o metafórica, sino que es la indicación de la voluntad como eI fundamento material de todo lo político (potentia) anterior a su lI1stttuciOi1aTizaClón(jJotestàsrTás.'iíi.éâia6Ónes que esc momento ontológiCO eXige nâpudie'rânser-articuladas explícitamente por Rousseau99• Pera, de nuevo, su intuición es correcta. Adelàntándonos en mucho a lo expuesto, deseamos indicar en un esquema lo alcanzado hasta ahora y lo que deberemos ir analizando posteriormente. ClIando Hegel comienza su Filosofía deI Derecho desde la «voluntadlibre"lOO (en cuanto voluntad indeterminada o todavía no volcada . " aI inundo dei «ente [Dasein J" práctico, legal, político), está igualmente \" ' indicando no sólo el sujeto singular que se aparece como el «ser-prác-
Esquema 14.02. DIVERSOS MOMENTOS DE I, VOLUNTAD Y DEL PODER POLÍTICO (POTENTIA)
a. EI soberano: la cornunidad política. " Intersubjetividadcorporal viviente libre y autónoma ~
(potentia)
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b.l. Voluntadgeneral
b.2.Razónconsensual
(lo material)
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c.Poder consensual .----(articulaciónde lo material y lo forman 55
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DESPLIEGUE
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ARQU1TECT6NICO
DEL
PODER
POLITICO
tico» sin determinación alguna (y por eUo, todavía, la «nada práctica»), sino igualmente a la ~Y91l!!.1t.ad~>50mo eI últimohot:iz:,<>nt~_9}ltQIºzjco indeter~il~~40.d.el.«m.l!!!do p.~~~ti<:O», dei ll].undo legal, político, históri.c:o,l!!lJ!1_<iiªlHegel se refiere entonces a una instancia primera, simple, absrracta todavía, origen de todas las demás mediaciones dei «mundo político». Cuando esa voluntad libre -en la reflexión hegeliana- se determine ante algo y devenga propietaria, y por lo tanto «ente» (Dasein), habrá perdido su abstracción indeterminada ontológica. Podemos entonces ver que Hegel también «comienza» por una ontología de lo práctico, deI derecho, de la política. La Totalidad de los entes dei mundo práctico, pofírico, funâãn-en-la Yoluntad indeterminada «<Iibre» de determinaciones). Pero Hegel no ve tanto eI Poder de la Yoluntad, sino más bien las delimitaciones disciplinarias que se impone la voluntad a la voluntad misma para que, «poniendo» las instituciones (el segundo momento de la dialéctica dei sujeto práctico, por media dei «contrato»lOl; la intersubjetividad de los dos contratantes pucde intercambiar los bienes apropiados previamente, en la lectura hegeliana de Adam Smith), se vaya estructurando la Totalidad óntico-política: la potestas. En efecto, el «contrato» restringe la voluntad, que de voluntad ontológica fundamental se determina a sí misma como la voluntad finita que «pone» instituciones limitantes de su infinitud primera. Es eI nuevo «pasaje» (Uebcrgehen) dialéctico de la ontología de la «Yoluntad» indeterminada (potentia), como en el caso dei «Ser» de la Lógica, a la «voluntad óntica» (pu testas) que enfrenta a los entes o mediaciones prácticas, de donde surge el horizonte de los entes satisfactores de las necesidades (economía), los entes legales (el derecho), es decir, la política (desde la Sittlichkeit, no propiamente de la familia que se encuentra en un orden privado, sino desde el horizonte público de la «sociedad burguesa» y eI «Estado», momentos políticos por excelencia para Hege!)I02. [257] EI tema político dei poder:,desde su esfera material, es la cl!estión ya refe~~dade lavoluntad,Çomo ya hemos indicado, míticamente, cl gran dios egipcio de Menfis, cI antiguo Ptah, no se agotaba en su primera manifestación, en Horus, la voluntad. AI mismo tiempo era igual( mente TIJot, el Verbo creador. Aplicada la metáfora a nuestro tema, deI :.:' poder político, como poder-poner mediaciones, obtiene su fuerza en eI .,querefctl-erqilc'Ta volilíitãa'c-üJiSísiE,-perosc-debilita hasta eXtlngúirse, -'sÍ 'êrpodcr cac en contradicción consigo 1l1ÍSll1o.La voluntad no-puedepane,- o instituir las mediaciones si se encontrara C011 las fuerzas contrarias de otras volunt3des que la 3nulan. L3 voluntad escindida se torna
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El poder político no es atributo exclusivo de un individuo solipsista . .(como en el Leviatán de Hobbes, el soberano de J. Bodin, tan anorado por Schmitt); no es nunca una voluntad narcisÍsta ..mpoder..p.9líti~o es Ur:!_!lloll].entode una comunidad política, cuanc!.<2)~J~lur_alid_<0(feVõ-'Iuntaâes se ligâiilnters'übjdiv::Ünenré-cõlllõsorros ini<:~!:.o~A~1 ~.s.1!?O .$rupo: Lairit:ersüôjcfivíailaCünsfifüye -ã7JríoriTá sUbjetividad (fé cada , nlicmb"ro. EIla crea una red constitutiva que posibilita la unidad de 1l1U-
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POTfSTAS
chas voluntades. Si la voluntad de cada miembro lucha contra las otras voluntª9~s.;._si.~L.<itJiIer-vi,:ir 5!:ê=[~~vEJ.a.êl~ras cõrpôrali'dãdesdeóJ;l' miem jJfQ.Ii~Il~k_h~ç!?A!'y'~~s<ls..qitCô~<j.on.ês, contrad iCtorias, e! poder de I;Zõ'munidad se torna impotente. La potentia de cada \'oluntad se vuelve contrala_s:9ifaÚ2Eln:iii.ClesY:s.~.~~Ij.lI.tali:rr~utuamente. ' ' . En el Arqueosistema paleolítico 10' la humanidad debió superar la arganización esterilizante deI macho dominante cn la organización de la vida entre los primates (orden jerárquico entre los miembros que sólu permitía un pequeno grupo de primates en muy poco número, porque no contaban con la posibilidad de «organizar» eI querer-vivir con la complejidad 'que exigía una comunidad mayor). Es posible que la especie hamo en su origen lograra «organizar» entre los miem bras dei grupo un sistema de caza mucho más complejo (con funciones heterogéneas, con armas, trampas, obstáculos, etc.), simplemente para alimentarse, para sobre-vivir. Si no se logr3ba e! alimento d grupo moría, se extinguía. «Organizar» los voluntades de los múltiples miembros de la comunidad de aquella primitiva vida humana era condición de permanencia y aumento de la vida, o el enfrentar la inevitable muerte. La capacidad inteligente práctica de la nueva especie, por la que podía «darse razones", el desarroIJo de Ia posibilidad lingüística como medio de comunicación, debió permitir llegar a «acuerdos» para dirigir todas las voluntades, con funciones heterogéneas (uno dirigía el grupo, otro cubría un campo de huida de la presa, otrO la atacaba frontalmente, etc.) hacia un mismo objetivo, sin contradicciones. EI poder «ponep> se hizo más potente, poderoso, fuerte. Aunó las voluntades, no como simple suma de identidades, sino como organización funcional heterogénea, disciplinada,
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jerarquizada. EI «poder discursivo" U. Habermas) o e! «poder comunicativo» (H .. , Arendt) indica la dimensión no sólo material, sino también formal, pro- ' cedimental, racional, normativa, práctica dei poder, y por ello es también un momento esencial de lo político -sin última instancia 104. Se puede desde ahora comprendet lo redúctivo dela propuesta de Hobbes105, por ejemplo. Para que e! poder-poner o instituir mediaciones para la permanencia y e! aumento de la vida humana fuera posible, y no como negación de la lucha mutua sin límites entre los miembros de Ia comunidad (en cI «estado de naturaleza»), imaginó Hobbes una solución desacertada, pero ai final una solucián, aunque precaria, para permitir e! ejercicio dei poder_poner-medios-para-la-vida, ya que la muerte era el resultado de voluntades opu estas en lucha sin acuerdo alguno. Si se permitía a una sola voluntad, a un solo actor, aI soberano (eI Rey en las monarquías absolutas) ejercer su Vohmtad de Poder, decidiéndose todos los demás a anular sus voluntades particulares en favor de dicho soberano, e! ejercicio de! poder era posible, pero debilitando el poder desde abajo _y por eUo su fundamentación debía venir desde arriba: la autoridad venía de dioS106; UH fetiche-o Esta inadecuada solución es, sin embargo, una organización posible dei ejercicio dei poder, ya que el poder despótico de un solo actor, aI no tener fuerzas contrarias de otros
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POLíTICO
poderes antagónicos, puede-instaurar los medi os para la permanencia y aumento de la vida humana de toda la comunidad. El ejercicio deI poder dei Rey es permitido pasivamente por las otras voluntades, sin poder contar el Rey con su participación activa. Es un poder débil, que de:, porencia e! poder de la comunidad. La potentia debilitada impide una potestas efectivamente poderosa. Es decir, eI momento racional práctico o discursivo, inrersubjetivo y argumenrativo de la política se maniflesta como una dewrminación fundamental OIItológica de! poder político, porque el que todos anulen su voluntad para permitir el ejercicio.de la voluntad deI soberano es una posibilidad práctica {desde el aprendizaje dei peligro deI caos, efecro de la contradicción beligerante entre volunrades opuestJs). Pero, para que el poder pueda efectivamente pont:r o instituir los medios políticos realmente fundados en la I'articipación activa de los ciudac!~n.2s, es necesario e! consenso raciona7 (no por eI imperio de la mera fuerza dominadora de u-riavolunrad s-õbí-eIa de los otros, es decir, deI ejercicio deI poder de uno sobre Ias vollll}tades impotentes de los otros, porque en el mejor de los casos sería anuJación de la fuerza de los atros, cuando no mera . contradicción aut.o-aniquilanre de todos en la lucha sin cuartel) a fin de ,/ unificar la juerza.o p.ot~ncia efectiya_eI11tnac;ierta dir~cción. Cuando le . " falta esta urI1clád el Poder de la Voluntad se torna impotente; eI poder se auto-aniquila; la vida humana aunque quiera-vivir, aunque quiera ser una voluntad, se torna una voluntad sin voluntad políticap . [258] La política se ocupará, exactarne'nte, de! manejar la articulación de las voluntades de todos los miembros de una comunidad política en su mutuo ejercicio, para lograr la institucionalización, la cOIlstitución y la efectividad deI poder, es decir, para que pueda poner-ejercer las medi aciones prácticas para la permanencia y aumento de la vida humana de esa comunidad, en última instancia de toda la humanidad. EI Poder de la Voluntad es un momento material, de contenido; es la fuerza dei poder político. La razón discursiva como acuerdo intersubjetivo-es el momento formal; es Ia manera de dar realidad en la cohesión de Ias voluntades como fuerza deI poder. El primer aspecto es el Poder de la "''folunta!J., el segundo es el Poder delibcrati.Z!0de la razón práctico-poIíticp. Las dos determinaciones dei poder son necesarias para fundamentar .aClecuadamente la .esencia deI poder. Las posiciones vitalistas caen frecuentemente en eI Irracionalismo de Ia mera voluntad sin mediaciones r~cionales. Las posiciones Iiberales o racionalistas caen igualmente en la i"mporencia de la mera razón discursiva, sin la motivación fuerte de la vo\"; /Juntad. Aunque estas últimos hablan frecuentememe de la necesidad de " la «formación de la voluntad» (Habermas, por ejemplo) no saben situar .} la potentia motora de la voluntad, y, por eUo, no pueden tampoco saber ,,\~/ cómo se la educa, cómo se la «forma», cómo se Ia disciplina (no digo: se r, '."_,,', la reprime), cómo se institucionaliza a la volunrad. \ \,\-:.' La vida humana, eI modo de la realidad de la corporalidad intersubjetiva y comunitaria, quiere-vivir; ese _':9uerer» es la voluntad como la «r0enci~~~~~~a~'_. Pera Ia vIda humanããebe también S_~!!-~,!-i~ir? ya L.
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que la razón práctico-política es la «astucia de Ia vida». Sin voluntad la vida se inmoviliza, se aniquila, se vacía, no tiene poder como fuerza. Sin razón práctico-política la vida se desune, se contradice, es ciega, no sabe adonde va, no tiene poder como orientación, como dirección. Ptah (Ia vida)107se manifiesta armónicamente como Horus (Ia Voluntad) y como Thot (la Razón práctico-política). En esta Política de la Liberaóón nos cuidaremos de caer en los dos reduccionismos extremos. Uno, consiste en la posición meramente vitalista, fascista, darwinista. El otro, defiende la posición liberal, racionalista, fundacionalistil, consensualista, procedimentalista, legalista o positivista (kelseniana) sin contenido material. Las posibilidades de reduccionismos ollnilateríalismos son numerosos, pera poseyendo la brújula de la complejidad mínima y suficiente, se pretenderá superar los exclusivismos, bajo ellema de afirmar lo que sea necesario, pero co-articulándolo con otros momentos cuando no sea suficiente. Deseamos resumir lo expuesto recordando que, desde la referencia en última instancia a la vida humana en comunidad (con pretensión de abarcar a toda Ia humanidad), surge el querer de la vida como voluntad, anterior a toda Voluntad de Poder como dominación «<dominación" que consideraremos una caída en una fijación represiva que produce muerte), que se despliega como Poder de la Voluntad en cuanto ejercicio deI poder-poner las mediaciones queridas, los entes con valor político . .E-?i~ V91_~I!!-~_de Vivir, en su momento {~!:~J~Ç:.~i~s!~l.£!.Q~i1J.1Q, ~ºh~_l11~_gL,
(0ir:~~rtr~~a~;;~-~:n:~--1~~fn~~iJ~-~~~~~tâ~~~i£~ ?<::) -- ------- c-------------------------- ... --.--._-....--.-..--.. --. q -.--.-..---....-- ....
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De la potentia a la potestas: 2un concepto ontológico positivo de poder?
[259] Deseamos ahora abordar el tema que guiará toda esta obra. Deberemos dis!inguir ente potentia (el ser oculto, el poder de la comunidad política misma) y potestas (el fenómeno, el poder delegado por representación, ejercido por acciones políticas a través de instituciones) 110.
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Se trata de una distinción inicial, de la diferencia ontológica de! fundamento mismo deI campo político como tal. Para Hege!, en e! comienzo de su L6gica 111, e! «ser» es lo absolutamente «in-determinado», y en este mismo sentido se explica en e! comienzo de Ia Filosofía deI Derecho que la «voluntad es Iibre» ..de toda determinaciónlJ2 -como hemos indicado más arriba-o En este sentido e! «ser» es <<nada"-sin contenido alguno de ente (Da-sein)-; la «voluntad;, todavíal1o'es voluntad concreta; es sólo una voluntad abstractamente vacía «<nada» en concreto). La «escisión» ontológica 1 13 determina, (initiza, transforma ai «ser» en un - ;<ser-ahí» (Da-sein):un ente. De la mismamanera, debe entenderse que Ia potentiá (élpôder origlnario, in~escindido, in-determinado, refeie'ncia última en la construcción de 'todaslas categorías, bãjo pénã de caer el1 fetichismo) de Ia comunidad política (origen y lugarde Ia regeneración de la flotestas) es como el «ser», eI fundamento abismal de la política (de lo político, dei campo político como político). Todo lo que se liame «político» tendrá que fundarse en última instancia en esta potentia. Pero, en cuanto tal y si no fuera determinada de ninguna manera (es decir, heterogéneamente institucionalizada) permanecería «vacía», como una «nada» política: pura potentia sin realización aIguna, sin perfarmatividado La comunidad política antes de todo obrar político es pura potentia, que se manifiesta, más que en el «estado de excepción» schmittiano, en lo que denominaremos: «estado de rebelión» (que puede dejar aI «estado de derecho» y ai «estado de excepción» en suspensa)lJ4. Dicho en pocas palabras, la: potentia es e! poder de la comunidad política misma; es (a) la pluralidad de todas las voluntades (momento material)IlS o de la mayoría hegemónica, (b) aunada por el consenso (momento formal discursivo), y que (c) cuenta con medias instrumenta'les para ejercer su poder-poner mediaciones (momento de las mediaciones, de factibilidad) 1 16. $on entonces, por ahora, tres determinacionés esenciales de! poder como pote/dia. En las revoluciones centroamericanas de los anos ochenta se hizo popular una expresión que dice: <dEIpueblo unido jamás será vencido!». La unidad es e! momento discursivo; e! pueblo mismo indica la comunidad de vida; Ia lucha nos habla de los instrumentos, de Ia estrategia; eI grito expresa una voluntad. La fuerza, eI poder desde abajo, es potentia, es positivo, es la vida que quiere vÍvliYsé dilõsmeclios' para sobre-,;ivir. Eli10der n'o 'esaõ"iiilnacióii~- íi6es'i;ólciopresiói< rio es sólo d poder C()'mo lo entiende la Modernidad colonialista. Los nuevos movimientos sociales, y los antiguos movimientos clasistas y populares, ne('esit~nte_Óricamente esta descripción 'positiva deI poder. Desde N. Maquiavelo a M. Weber o J. Habermas, cruzando pc)r algunostcxtos ambiguos de K. Marx y ciertamente por Lenin, el poder fue descrito como algún modo de dominación. EI poder político como potentia no es dominacióp; no es determinación negativa, sino que es positivo: e.safirmación de la vida de la comunidad para vivjr. Escribe Spinoza:
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VOLUNTAD
COMO
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Sidos individuos se ponen de acuerdo para unir sus fuerzas, tienen más poder y, .::portanto, más derechos juntos dei que tenían, en el seno de la naturaleza, cada ,,'uno aisladamente. Cuantomayor sea el número de los que se unen, mayor será el derecho de que gocen todos unidos. En la mcdida cn que los hombrcs se ven (...] arrastrados hacia direcciones diferc11tcsy, por tanto, en pugna unos (on otrOS(pierden poder...] Son tanto más temiblcs cuando más poder tienen )' más superan en habilidad y 'lstllcia a los demás [...]'17. Pero est:1 pura potentia inmediata, el mero poder político de la comunidad política indifercllciado, sin I1lcdiaciones, sin funciones, sin heterogeneidad es anterior a toda extcriori7..ación. Es el «ser en-sí" de la política; es el "poder ell-sí". Es la cxistencia todavíairrealizada; cs una imposibilidad empírica. Sería el caso de una comunidad en el ejercicio de una democracÍJ direeta que detcrminarí:l en cada instante todas las mediaciones para b vida y todos los procedimientos imánimes de las tomas de decisiones. Como esto eS imposible, acontece la «escisión ontológica» originaria, primera. La pote'l1ti~ e! poder político de la comunidad, se ~ constituye como voluntadconserÍsllar-iíi:Stiiuye;"1ie:-seâ'ã instiiuCJeji,es ' parã'êjlie'n1e'dlatã~-l-ietcrogél1ea~ 'dífúéncúàân1ellté 'jlueda e;ercerse eI poder (la potestas de los que mandan) que desde abajo (la potentia) es el fundamento de tal ejercicio (y por ello el poder legítimo es el ejercido por los que mandan obedeciendo a la potel1tia): P-Qger_QQ"di?11cia-':AI poder político segundo, como mediación, institucionalizado, por medios de representantes, le lIamaremos la potestas. Spinoza distingue aproximadamente entre estas dos dimensiones dei poder político cuando escribc: £1 p!Jder de la República [que nosotros lIall1arell1ospotestas] queda definido
par el poder general de la mllltitud [que denominaremos potentia]; es cierto, \\ igualmente, que el poder y el derecho de la República disminuye en la medid~ que ésta empuja con su actitud a lln ll1ayornúmero de súbditos a que conspiren contra ella11'.
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Cu ando Ia f!!Jtestas se fétichiza, es deeir, se «corta», se «separa» de . Sll fundamento (Ia potentla),-;a,sÍíiinuye» su poder, aunque su ejercicio despótico pareciera aIcanzar el paroxismo de la fuerza (como en cl caso de A. Hitler o A. Pinochet). EI poder ejercido Ror delegaciól1 institucional por los representantes (sea un rey, Ul1 senad('J oligárquico o aristocrático, un gobierno democrático, etc) es el "ente», es eI «ser» político «determinado» (DI1-sein: eI poder político dado ahí, ante los ojos, a Ia mano), el momento político fundado en el ser de la política (Ia pote1ltia). La in-determinación vacía (potenfÍa) ha pasado a una determinación plena (potestas). En ese «pasaje» dialéctico estribarán todas las posibilidades de acicrtos y actos de justicia política, pero igualmente de todos los desaciertos, injusticias, fetichismos y dominaciones posibles. EI poder institucional y delegado hace su aparición fenoménica: d poder 6nfÍco (a diferencia dei poder ontol6gico: la potentia). 61
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DESPLlEGUE
ARQUITECTÓNICO
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Esquema 14.03. DE LA POTENTIA
(negativa) _4_d__ Poder fetichizado
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POLITICO
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[Apariencia fenoménica] Potestas (como ejercicio delegado dei poder) EI ente determinado (Da-sein) Poder político institucional
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• (positiva) Poder «delegado» u obediencial
f, Potentia (como poder consensual, auetoritas) Ei ser in-determinado (Sein) en-sí [Fundamento] ticlaración ai Esquema. a. Disyunción o desdoblamiento originario (ontológiCO)119 dei poder primero (potentia) de la comunidad política que instituye la de!egación de! ejercicio deI poder por instituciones y representantes (potestas) ("los que mandam.). b. Ejercicio positivo dei poder como fortalecimiento de la potentia. c. Los que «mandan obedeciendo» (poder obediencial). d. Fetichización . de Ia potestas (se afirma a si misma como origen soberano dei poder sobre la potenfia). e. EI poder se ejerce como dominaciólI o debilitamiento de la potencia: los que «mandan mandando». a-b-c: circulación dei poder como regeneración. a-d-e: circulo corrupto dei poder.
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VOLUNrAD
COMO
FUNDAMENTO.
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deI fundamento de! propio poder político (potentia) lo debilita. En este caso, <<1osque mandan» debe comenzar a «mandar mandando» (flecha e dei esquema 14.03)121 -para expresarnos como los mayas de Chiapas; y su EZLN-. Mientras que: cu ando el poder institucional fortalece eI poder de la potentia, "los que mandan mandan obedeciendo» (jleeha c)m. En esta última posibilidad, e! poder político-institucional cumple con mayor capacidad, fortaleza, fuerza sus fines (como en los tiempos clásicos de la Republica romana o eI primer siglo dei sistema democrático norteamericano tan exaltado por A. de Tocqueville o H. Arendt). No se piense que esa escisión ontológica entre jJOtentia y potestas se produce como dos extremos nítidos, claros, perfeclamente diferenciaT dos. Nos dice M. Foucault: «[EI poder político] no se trata de un apara: to de Estado, ni de la clase en el poder, sino un conjunto de pequenos .._ poderes e instituciones situadas en un nivel más bajo».2'. ~n_~~ctS?L~} P2gel está di.seI!.1iI1.!1~o_e_n_~~)90 eI <:uerpopoIític.<?, tanto en las di:e~s.as. articulaciones comunitarias (en la base) (Ia diversidad de la potentia) cQmô.'de insrituciones' las-rrias variádás ql](::ejeféendelegadaiTlente el poder apoyándose unas sobre otras (la diversidad de la potestas). Y con-
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No quiero decir que el Estado no es importante; lo que quiero decir es que las relaciones de poder, y por eUo el análisis que debc hacerse de eUas, necesariamcnre sobrepasan aI Estado. Y esto en dos sentido: primero, porque e! Estado, por más " que pareciera tener aparatos ol11niporentes, está lejos de ser eI que ocupa todo el \.' campo de las relaciones de poder acruales, y, en segundo Iugc1r,porque el Estado í ' , :' sólo puede operar sobre la base de todas las relaciones de poder pre-existenres . • : EI Estado es supra-estru.crural en relación COI1 toda la seric de redes de poder ,j:' que dom,inan e! cuerpo, j~ sexualidad, Ia familia, la niiiez, el conocimiento, la f i .'. tecnologIa, etc., [...] pero este meta-poder COI1 todas sus prolublclOnes puede f sólo asegurar su domínio cuando tiene sus raíces implantadas en la múltiple serie indefinida de relaciones de poder que aportan la necesaria base para esta forma f extrema negativa dei poder!24.
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- [260] Escribe Spinoza:
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Se muesrra que eI poder institucional (potestas) ejerce por designación un poder (imperium) que por su naturálCi;1~sã~7ezado. Si se pretende que la potestas es soberana se comete una inversión fetíChista. En este caso se ha absolurizado a la instÍtución, y para.poder pretender ejercer el poder desde sí deb~ «debilitar>. el poder de la comunidad (potentia). Con ello «disminuye» realmente el poder institucional (potestas), aunque ai ejercerse despóticamente puede aparecer como una fuerza política mayor (por ejemplo, en los casos de J. Stalin, B.. Mussolini o J, Videla). Su disminución consiste en la imposibilidad de unir todas las voluntades a favor de una empresa; además, cuando comience la entropía dei po. der será imposible la regeneración dei poder desde abajo; el alejamiento
En efecto, el poder político se encuentra disperso en todo el campo político y en sistemas concretos, en la comunidad política y en todas las comunidades, asociaciones, organizaciones subalternas, como potentia, que se despliega regenedndo continuamente a todas las actividades, ideologías, saberes de las diversas agrupaciones sociales y de la sociedad civil, y aun de la sociedad política, como expresión de la energía de abajo hacia arriba que emana de la pluralidad de las voluntades unidas por diversos tipos de consenso; y también como potestas, que se expande también en todas las instituciones (de arriba abajo) llenándolas de voluntad de participación, de fraternidad con respecto aI servicio pro pio dei ejercicio delegado del poder en todos los niveles (flechas b y c, de! esquema 14.03), o, por e! contrario, desarrollando técnicas, mecanismos, epistemologías, instituciones de control, de do mini o, de debilitamiento de la potentia -nivel en el que se sitúa M. Foucault, dando importancia casi exclusiva ai poder como dominación (jlechas d y e).
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EI derecho [...] por eI poder de la multirud [potentia] se denomina generalmente auroridad polírica (imperium). Lo ejercé (... ] aquella persona que ha sido designada por consenfimiellto g~neral para cuidado de la cosa pública [potestas]llo.
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POTESTAS
Por otra parte, Giorgio Agamben, comentando a C. Schmitt, habla de! Stato di eeeeziOlte125, dentro de una semántica propia dei derecho romano, donde auetoritas es el momento dei poder que puede poner en suspensión a la potestas (o poder instituido). Nosotros querríamos lIamar la atención sobre una necesaria atribución diversa de la auetoritas. Se debe pasar de un actor individual que tiene autoriJaJ (como momento de! ejercicio institucional deI poder, como potestas) a un actor colecrivo: la comunidad política o e! pueblo misl11o,En ese caso, cuando éste rasa a ser aetor, y se autoriza a sí mismo sereTpoder institll)'enre (la 'autoridad última), no como eI que declara el «estado de excepción», sino eI que declara la necesidad de una transformación de la potestas como toralid:ld si fuese necesario, su voluntad aparece con mayor clariJad :lún que la «decisión» de la autoridad dei líder en Schmitt (líder carismático en 1\,1. \'\'eber, que goza entonces de una legitimidad ap:lrente). No hay tal. La «decisión» es la de una comunidad política, de un pueblo, de tomar nuevamente de manera directa e! ejercicio deI poder como potel1tia, y se autoriza a transformar la potestas, nombrando nuevos representantes, dicrando nuevas leves o convocando a una nueva Asamblea constítuyente. Es el «estado de' rebelión» como veremos12ó• [261] En América Latina, desde e! derecho de Castilb en la Cristiandad hispana, el «estado de rebeIión» (que en este 2006 se está dando en Bolivia o Ecuador), es algo más que un «estado de excepción". EI segundo es correlativo ai orden jurídico establecido (potestas), y lo decreta una función dei poder constituido (aI menos un poder legitimado carismáticamente); el primero, en cambio,es b acci_ónmism:l orgil1J.ria de b voluntad consensu~'- de lac()mu,nicia,c1_PQlítica(potel1tia) y nos habla de UI}_momento ontológico, más acâ cle.J~lvQluntad que decreta el «estado de exce'pfí6n;;-scl1mirriano, 'EI<;estado de rebelión» \27 deI pueblo puede dejar sin efectó-un'~;estàaà de excepción» -como en Argentina, como ya hemos indicado, donde la ya referida movilización popular dei 20 de diciembre de 2001 contra e! presidente Fernando de la Rúa, lo destituve por e! hecho de haber decretado un «estado de excepción», emanado de la auctoritas de la institución de! Poder ejecucivo, que era visto como un nuevo acto represiv,o de la potestas-. Desêle la potentia el pueblo provoca a la potestas: <<iQuése vayan todos!» -es decir, se les recuerda quiénes ostentan la última instancia de la auctorítas. , En este comienzo deI siglo XXI, definitivamente, la suctoritasl2", que en e! derecho romano correspondía ai padre de famiIia(enCl derecho privado) y en el derecho público aI príncipe, ai senado o ai emperador ,(y que después pasará a los reyes y hasta eI Führertum nazi), que era quien podía declarar eI «estado de excepción» (Ia dietadura como institución jurídica o extra-jurídica) 129,debe hoy re-atribuirse a la comuni9,ad po/.ítifa. (c~l1_instituciones tales eamõ.-irpleb-is0i:_o-,:ef!~Té~~iiaC?~ la consulta, la revocaci6naermâ-n'darõ; -el-üso'ae--m'edios electrónicos para m_edíi1aõpiliión;1iinstituciónií1i:iãéi6-n-é-onsriru.clon'ãI legal de ia partidpación diieCti'pÔr-asambleãs-ae~<-éablldos abiert~~»), la organización de un Poder Ciüda'dano deétivO:-eqiiiVãIêÍ1te'y"dístinto de los tres Po-
deres habitual,~~,~~I_F~t~.c!~]}"<2.ck~p_o, 0, por último y de manera límite, -pormeâio de re5cliones, revs>lucio!l,cs, g()lP.e.s.~e Esta.do dados por la comunidad política misma"como auetor anterior'al sistema dei derecho, para restringir,reordena~".ha~_er. ,crecero ~ran~f<?~marradicalmente a la potg~~as(Ias in~tituciones ~e la socieda? política) d,esde la sober'â:1Ía de la auetorttas v/tae (<<autorldad de la Vida») dei mlsmo pueblo, ultima referencia. De manera que habría: a) una anomia anterior ai orden jurídico (de la potestas) de b comunidad política misma como poder originario (potentia como poder instituyente, constituyente), que se dará las instituciones (auetoritas ante festu111)jb) un nomos u orden donde la potestas puede ser puesta en cuestión como «estado de excepción» (auetoritas in (estumllO); y, por último y como veremos en la Crítica (próximo \'olumen), c) una auctoritas post festum dei pueblo, o algunos de sus seetores, que ponen en cuestión eI orden legítin10 vigente desde el consenso crítico de la vida de las comunidades que luchan por el reconocimiento de 'nuevos derechos (en eI mejor de los casos, o, simplemente, como rebelión1J1). Siempre la potentia, el poder de la comunidad política, dei pueblo, que ahora queda investida de auctoritas (y por ello autorizá ai gobierno, ai Estado, a todas las instituciones delegadas de los repre'sentantes), es el poder político en última instancia, fundamento dei ejercicio delegado dc la potestas (su aparición fenoménica), es decir, de todas las instituciones soeiales, áe la sociedad civil y de! Estado en sentido esrricro -lo mismo que deI gobierno, ya que el representante ejerce poder por delcgación como poder determinado, heterogêneo y parcial (funcional ai o(icium, diría Cicerón) cuya porción lo designa por consenso la comunidad política desde su potentia: el poder político propiamente dicho. La tare.a de la filosofía política arquitectóniea, y en mayor medida de la crítica (o de liberación), consiste, como ya lo hemos apuntado, en exponer el sistema comple.to de categorías fenoménicas de la filosofía política bttrgues~l32, a fin de desarrollar teóricamente eI despliegue real dei poder político (potelltia), e! fundamento, en el campo político global, teniendo en euenta Ia acción política estratégica que se fija, se objetiva, deviene real en la potestas o poder delegado en todas las instituciones. L~s ca~_ggrías_~~_~~!~s()ii?E.?l~i':-'!É~~g~.e.~,a_~~ 1~~!!1~~(~b,!z;}2,o~Se pasa de una categoría superficial o fenoménica (en el nivel de la potestas) a otra sin buscar su fundamento. De lo que se trata para nosotros es de construir cada categoría por referencia a su fundamento ontológico; es decir, fundarias COIlcoherencia lógica, para relanzar deconstructivamente dicha crítica de todo eI sistema de categorías desde la exterioridad de los oprimidos o excluidos (en el volumen Crítica). Esto nos lIevaría a exponer el concepto de hiper-potentialJ3 de una comunida9_º~(:mrjmi_do~O excluidos,.(eLp1J.çQfº,Ç.,ll.,~~I1~19º_r~ª~Ell_i-ª~) _~~Lº.r.~. ~n .político vige~~ (la po?esta:~_dg I!Jj.!1,ª!.!.t~-,.sIir:íª A ,,Çr~m~çjLq1J.d lJ,cQa.ríanpara,si! r~.a..~~f<?EI~~_ció~Q~,_~ ~~va,PE..t~~t.'!~ f~!~~).
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[262] Se trata de dar un paso decisivo. La «estructura de dominio" (Herrschaftsgebilde como la denomina Heidegger), o el ordenpolítico dado, la potestas, se ha originado en una experiencia fundacional; e!. pasaje deI «ser" aI «fenómel}Q".:Jn el lugar más sagrado dei foro romailo'se ocultaba bajo eI piso (en eI fundamento) la pietra nigra; una piedra negra que recordaba eI origen dei pacto originario deI populus romallus, deI mismo senado, como piso sobre el que se edificaba la auctoritas deI pueblo romanol34. En la Meca, de manera semejante, se venera en la sagrada mezquita la antigua piedra Ka'aba en la que el profeta renovó la alianza con AlIah. En eI pueblo azteca, igualmente, la existencia política se refería a un fundamento último: «2Acaso son verdad135 los seres humanos? 2Por tanto ya no es verdad nuestro canto136? 2Qué está de pie 137 por ventura?»13R.Estar en la verdad es estar fundado en la piedra firme de la tierra, en eI origen. Pero este origen cósmico es aI mismo tiempo cosmopolita: eI imperio azteca ha sido fundado en un pacto COI1 HuitzÍlop.ochtli, el pequeno dios colibrí que necesita la sangre de los jóvenes para poder vivir. EI imperio se funda sobre un pacto cosmológico expresado por Tlacaelel; era una verdadera teología política139• En una primera tradición, la filosofía política moderna, y especialmente la de la Ilustración y eI liberalismo, desde Hobbes y Locke, se - pregunta por el tema siguiente: 2cómo nace eI «estado civil» o «estado político», es decir, el orden político? Para ello imaginaron una situación «contractualista»14o. EI contractualismo tiene el defecto fundamental de s13:0rmalismoI41. Se i~~giriauna situaciól1. donde la conciencia (r~ducción consensualista) establece una alianza (que en la cultura occidental tiene su lejano inicio en eI caso de Abraham en eI pueblo judío, y en eI crjstiano se habla de una nueva Alianza, firmada por eI profeta fundador), simplificando así eI origen de manera unilateral. Por el contrario, en una segunda tradición, la filosofía política dei marxismo estándar, imaginó e! origen de! sistema político como fruto inevitable de los mecanismo necesarios de las leyes económicas -posición que E. Lac1au criticá con suma c1aridad 142_, y conceprualizá aI Estado como ellugar privilegiado de la política, deI ejercicio deI poder de la clase burguesa -reducción contra la que se Ianzará críticamente eI pensamiento foucaultiano-. En este segundo caso se cae en un materialismo unilateral. Ante la crisis deI marxismo, especialmente en Francia, un grupo de filósofos althusserianos (como E. Balibar, A. Badiou, J. Ranciere y otros), y también como reacción de la anunciada «muerte dei sujeto» (de origen analítico-popperiano, pero muy en boga en eI pensar de L. AJthusser), deben repensar la cuestión deI .«sujeto histórico» (Ia clase obrera), convertido en una sustal)cia metafísica. ca des-sustancialización del sujeto, b necesidad de encontrar un actor político que pudiera ser descubierto desde exigencias filosóficas más in!erdisciplinarias, más críticas, y hasta
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postmodernas en algunos aspectos, sitúan el problema dei origen dei orden político vigente desde una mucho mayor complejidad. La pregunta por los «sujetos» que originan e! orden político, o los «actores» de! campo político, deberá ser respondida practicando una descripción filosófica, a lo que deberíamos agregar eI colapso dei socialismo real y la derrota delliberalismo tradicional infringido por eI pensamiento neoconservador y fundamentalista (religioso y del mercado) que se presenta como si no tuviera ante sí ninguna otra alternativas' (como el neoliberalismo dei mercado total y global), que parta de nuevos supuestos. Surge así la discusión actual sobre una redefinición dei «sujeto» de la política. Y es dentro de este horizonte que tomaremos como punto de partida la posición de Alain Badiou. EI orden político vigente se origina desde una referencia política primera que la denominaremos eI «acontecimiento»143, que por ser la última instancia la describiremos como «fundacional». EI mismo Rousseau144 --desde una posición contractualista, aunque crítica- escribe, en 'referencia a Grocio y ai hech<l>de que un pueblo puede «darse un rey", lo siguiente: Estemisl110don'4' es un aeto político; presupone una deliberaciónpública. Antes de examinar el aeto por el cual un pueblo elige un rey, sería bueno examinar el acto por el cual un pueblo es 1111 pueblo (un peuple est un peuple); pues este aeto, siendo necesariamente anterior ai otro, es el verdadero fundamento (fondement) de la sociedad 14(,.
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Para Rousseau ese fundamento es eI «contrato socia]", pero dei que ., se acepta que «nunca ha sido formalmente enunciado, [y por eUo] son siempre los mismos [en su contenido], en todas partes tácÍtamente admi-. tidos y reconocidos, hasta que dicho pacto social es violado»l4? En efecto, cuando se lo niega, o se lo debilita, aparece entonces exp!ícitamente e! contrato como ]0 ya siempre dado y que hay que proteger. Esta posición, como hemos indicado, puede derivar en un tipo de visión formalista. Un tema semejante, será tratado por Alain Badiou desde un punto de vista ontológico (aunque desde una ontología definida dentro de! horizonte dei saber en último término como matemática, en lo que no le seguilllo~), lo que nos permitirá q.~s_çl!.bIiI-ª_.1LVoLLI.!1Iª~Lç_QIDº..PJ!.QI9. .<leemergencia, corno unPoder que «aparec~>~2i~!l~g (desde un «sitio» y en una «situación»), como elmo.mento onto!~gic<;>.~~!?:c:r~~?.LQ!..igi!1il.r.i.':? ciu2siQ. «orº.ffi..12Q.ljli£Q~!iL<!hlí:~çi.do,seª.s:I_ql!.'~.JJ!r.rª,_91,K~Ç.r.iÍ..f.9.n..~i.c1 eI.a49.ç.OIJ).9.JSL4EclQ (objeto de esta Arquitectónica), que deconstruiremos posteriormente (en la' Crítica, desde eI 5 30). MetoélolÓg,.camente par=-tlremo.sdesde-una comunidad, un grupo, una estructura intersubjetiva que se encuentra ya siempre en una Totalidad política dada, sin juzgar1a todavía de manera crítica (y por ello nos sirve la actitud en parte ingenua, no-crítica, como la de Badiou148,según podremos observar). Es toda la cuestión de la «aparición» dei ser (potentia)' en eI mundo fen2..rg~nico (piififtliSj-:.-' -.- .. ...-_... ..-._.. _.. -.-.;- ..-.- .....---- ... 67
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En e! comienzo de todo orden político está de alguna manera e! caos, , lo anterior ai orden, en el tiempo pdmero en -que se produjo el «acon-.: tecimient0», ai cual inevitablemente con «fidelidad» se remitirán todos. los ,lCtores políticos de una cierta comunidad como lo dado obviamente,' como e! fundamento dei consenso tácito siempre presente, como la ausencia que todos presuponen y que, cuando se pone en cuestión, todo se debilita, ,'se viene abajo». [263] Para entender el sentido muy particular (que aunque inspirándonos en Badiou no nos atendremos estrictamente en el contenido que le.dará este autor francés postalthusseriano) que le otorgaremos al~' término «acontecimiento», podríamos iniciar nuestra reflexión desde la descripción dei «mundo» (Welt) tal como nos la.propone Heidegger en Ser y tiempol49. • EI ser-en-el-mundo cotidiano, fáctico, eI de todQslQsdías es.el punto. de partida. Es la Totalidad dentr J de cu~ hOQz~!LViIi!!!º~l_ enfrenta- : mos los elites «a la mà;lo>~;'lo.s-íli."terprétamos primeramente de manera ~ práctica. Ese mundo es siempre espacial (no en el sentido obvio en tanto ~ que tiene o está en un lugar, en un lugar geográfico determinable, sino ~ en cuanto espacializa todos los entes que le enfrentan dentro de él). Ese., mundo, además, es siempre temporal (no en cuanto está determinado por una fecha, sino en cuando temporaliza las posibilidades que se debe emplllíar cotidianamente). En ese mundo, en un cierto lugar, en UH sitio con un determinado sentido, puede darse una situación:
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EI término sítuaóón (Sítuation) [es) un concerto exisrenciario (exístenzialen) [...] AI ser-en-el-mundo le es inherente una peculiar espacialidad [...] EI ser-aht espacializa l...] Pera la espacialidad peculiar deI ser-ahí, sobre la base de la cual se asigna la exisrencia en cada caso su lugar (Ort» se funda en la consrirución dei ser-en-el-mundo. EI ingrediente primaria de esta constitución es eI estado ... de-abíerto (Erschlossenheit). Así como la espacialidad dei ahí se funda en el es- tado-de-abierto, así tiene la situación su fundamento eIl el estado-de-rcsuelto. (Entsch/ossenhcit)
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Según hemos visto, en e! pensar heideggeriano, que se manifesta en los textos sobre Nietzsche, este «estado-de-resuelto» es e! modo como' la Voluntad se pane sobre sí misma y supera sus límites en e! horizonte «abierto» de! mundo. «Aparece» en e! mundo. No se trata de un mero estar perdido en el"impersonal «se dice» (el «se>'como signo de! sub-jecro _ pasivo que no es actor, y por ello no es el «sujeto» que se está buscando después de la «1l111ertedei sujeto»). Para ser '<acto[» en estado-de-resuelto, el mero pasivo sub-jecto masivo, de! «se», aparece cuando se convulsiona en algún lugar (un sitio) un tal estado de cosas que e! mundo entra en crisisoEn el mundo se configura una «situación» crítico-existencial, caótica; la estabilidad deja lugar aI «en río revuelto ganancia de pescadores»; los' pescadores serán en este caso los «actores» en dicho mundo. - Badiou piensa el tema dei ,<acontecimiento» desde este contexto heide~g~riano -p~ro, igualmente ante Althusser, ya que eI horizonte-.'l_ ontologlCo de BadlOu nos habla dei saber, que ocupana el lugar de la 68
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"ciencia» en Althusser .(res~rvando ante eI nivel de la «ideología», ahora completamente. redefiqida, toda la problemática que se denominará con la paIabra «acontecimiento»)-. En efecto, eI <'ser»de la obra EI ser y el acontecimiento de Badioll es, por una parte, el mundo heideggeriano repensado desde la tradición althllsseriana, y, por otra, su identificación COI1 un saber matemático tal como lo expresa el propio Badiou. De es~a manera e! concepto de «acontecimiento,> tiene ahora Ul13 7' complejidad desconcertante: «En la construcción dei concepto de acol1\ tecimiento (événement)~ la pertenencia deI acontecimiento a sí mismo, o quizás, "más bien, la pertenencia dei significante dei acontecimiento a su __significación, desempena lIn papel crucia],,151. Para Ilegal' ai concepto de acontecimiento, Badiou parte (como Heidegger) de un lugar (sitio) que determina por su parte una compleja situación existencial. La situación es la es.tructuración de maduración extrema y concreta, como una coyuntura crítica deI mundo, en UI1 momento de transformación de su historia. En la lógica de la complejidad el concepto de caos puede servimos. Por caos se entiende el ~_t?çl.º_çl_e --un_i-~Qgalj.ªi:Ci!i-e~5jiã~.ejl:~n proceso de '<pasaje»_c1~t.!.n. ~st~do físico a...Q.t!:Q, Por ejemplo, en el caso deI agua, el paso de! estado sólido ai líquido, y de éste aI gaseoso. AI acercarse a los cien grados centígrados de temperatura e! agua entra en ebullición. Hay como un cambio de pa- rámetros, una desestructuración de un cierto orden que pareciera hacer saltar en pedazos el estado de cosas consolidado hasta ese momento. ' Antes aún, cuando e! hielo comenzó desde menores temperaturas a ilegal' aI grado cero, se iniciá la disolución de cristales, la resistencia mutllJ de las moléculas aminora su recíproca dureza, y lentamente comienza a filtrarse por entre sus intersticios gotas dei líquido, e! elemento nuevo e inesperado. EI fuerte igloo dei esquimaI, que resistía como una piedra, comienza a derretirse. Esta situación, que anticipa un cambio radical, no puede preverse en eI proceso histórico. Ni tampoco tienen por slljetos privilegiados a los héroes. Se trata de «actores» unidos por una red intersubjetiva, que constituyen algo así como una comunidad generacional. Los participantes pasivos deI orden, los sub-jetos, se desorientan, no .captan, no pueden interpretar e! sentido de la situación caótica. Sólo algunos son empujados a comprometerse como actores (sóJo la militancia constituye a este observador como ,<interior» a la situación) en el proceso de transformación que producirá en su aquietamiento momcntáneo un nuevo orden de cosas. AIgunos puede'interpretar el nuevo sentido de la «situación'> de! mundo como Totalidad. EI «acontecimiento>, será así 'un tipo de estructura dinámica no prevista en la que ciertos «sub-jetos» (de alguna manera objetos funcionales de! sistema, mero miembros pasivos) devendrán actores, en media de la refriega que para los observadores objetivos es el caos mismo. Sólo los que pueden sacar la cabeza sobre la corriente de agua que arrastra a todos en la situación caótica son los que comienzan a hacerse expertos en natación gracias ai torrente mismo. EI «acontecimiento» será ciertamente un hecho, pera un hecho muy particular, un hecho histórico, última referencia de la reorganización dei
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mundo, de la fundación de un nuevo mundo. Ese «acontecimiento» se descubre claramente aI observador externo de manera retroactiva, gracias a una mirada hacia atrás, hacia eI origen, desde la perspectiva de estar habitando en otro mundo. [264] En Nueva Espana, por ejemplo, en 1810 (un sitio en un tiempo) se produjo un hecho que ha sido denominado el estado de rebelión de una de las colonias deI Imperio espanol (Badiou obviamente está pensando en su «Revolución francesa»). Esc hecho puede ser descrito por e! historiador narrando muchas posibles determinaciones concretas (la existencia de los crioHos, de los mestizos, de los indios; la burocracia borbónica, los virreyes, las logias masónicas, los elevados tributos que exigían los intendentes, etc. 152), pero todos estos momentos aislados no tocan lo que es e! acontecimiento de una tal Revolución emancipadora de las colonias ibéricas, ni permite que se interprete (desde un observador externo imparcial) e! sentido de lo vivido po, aqueHos actores históricos, y lo que para ellos significó ai hacer memoria retrospectiva de aquella situación: Lo que marca un punto de detención para esta diseminación [de significados]es eI modo según el cual la Revolución constituye un término axial de la Revolución misma, es decir, la manera en la que la concíencia dei tiempo -y nuestra intervencíón retroactiva- filtra todo el sitio [y la situacióll] a través de lo 11I10'5] de su calificaciónde acontecímientol.i4• Badiou, como Étienne Balibar o Jacques Ranciere, era discípulo de Althusser155• El «sef», hemos dicho, es el orden ontológico deI saber, de la matemática (y no de la filosofía). Por su parte, en ese mundo u orden ontológico se estructura una «multitud consistente particu!af», que Badiou categoriza como situacióll. Cuando la situación es captada como tal'en una «estructura simbólica» (y aquí nos acercaríamos a dos de los tres vértices de! triángulo lacaniano, ante «Ia Cosa real» y «lo simbólico» -nps faltaría lo «imaginario») se pasa a un «estado de situación». Explica Zizek:
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Ésta es entonces la estructura dei ser. Sin embargo, de tiempo en tiempo, de un modo completamente contingente, impredictible, fuera dei alcance dei saber sobre el ser, se produce un acontecimiellto que pertenece a una dimensión totalmente distinta: es precisamente b dimensión delno-serI5ó• Este nuevo tipo de racionalidad, este nuevo nivel de la existencia, emerge desde la situacióll. Para comprender aproximadamente de qué estamos hablando, dcberíamos entender que no se trata de \ln sujeto que se situaría como un°observador imparcial, sino que ocupa el lugar de! aetor de! acontecimiento como sujeto comprometido, «interno» a la situación en e! mundo, y que se encuentra «enredado» en una intersubjetividad (y en referencia a un inconsciente que frecuentemente le impide conceptuar claramente la situación) que lo determina. Alguien pudiera justamente criticar que se habría perdido la antigua «objetivi-
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dad» (de! marxismo estándar) de! poder explicar el hecho desde estructuras «científicas» (como las categorías de clase, formación social, etc.). Lo que acontece es que esa «objetividad» de las .estructuras económicas, jurídicas,. políticas (que en cualquiercaso nos interesan de manera muy especial) no ejercen su eficacia social o política como meramente categorías abstractas «objetivas». Las instituciones, las clases sociales, etc. (categorías sociológicas, económicas, etc., que no podemos ni debemos abandonar), son, simultánea y genéticamente, constituyentes de la propias subjetividad, de la intersubjetividad de cada participante solidario dei acontecimiento. Es decir, dicho acontecimiento, evidentemente, tiene determinaciones que pudiéramos denominar «objetivas», pero que son vividas, interpretadas, ejercidas desde un actor comprometido en el «interior» de un proceso histórico que se le escapa ai observador «externo», por no ser un actor de! acontecimiento. EI acontecimiento no queda necesariamente determinado por e! sitio física ni por una mera situación posible de ser narrada, sino que se origina en un significar la situación en primer lugar denominándola, como punto de referencia de los múltiples actares. Partiendo de Pascal, Badiou nos dice que «decidir [ser participantes en el acantecimiento, una vez que ha estallado] es una apuesta que no se asume desde la posibilidad de que algún día será reconocida como legítima, en la medida en _ que la legitimidad remite a la estructura de la situación»l57. La decisión d~LQ-ªrticipar~ el ori~_~_~~}~git.iipiª?~l. X .. t.~!1!g!!~.~~!~i~~~<?-~:~~~ bilidad y.J.~la fide!i.Q~.9 ..~l ªcontecimien~o, entonces, es la intersecci.ón d~_U}2ª_situación (no sófo objetiva, sino de una objetividad componente inevitable de la intersubjetividad) c.2.!!...unmodo muy especial de trans-' formación por el que un mero observador pasa de ser un pasivo sub-jecto a ser un aC.!2~.1apotentia se fenomenaliza como potestas, o ai menos estamos en su «origel1». Estaríamos en e! origen de! acto de subjetivación -para usar ahora la terminología de Alain TouraineI58-. Y esta es, estrictamente, el «poder-ponerse» (Poder) de la Voluntad en estadade-resuelto como posible participante. Es un riesgo, es una «apuesta» (de la que se puede ser perdedor). Cuando la generación .de Migue! Hidalgo, cura de Dolores, se decide a hace sonar la campana deI templo deI cual e! cura era responsable, y gracias a la cual convocaba ai pueblo colonial para participar en una guerra de Emancipación anti-metropolitana, todos arriesgaban la vida en esa «apuest3» que llevará ciertamente a muchos de eUos a perderia por fidelidad a la causa (la causa aquí es «la Cosa real» imposible de Lacan, que Badiou denominará: «régimen de verdad»): la «verdad» como la libertad de! Anahuac, que se instauraba desde e! acantecimienta que comenzaba a desplegarse intersubjetivamente, sin garantías objetivas de su realización efectiva histórica, y que sólo existía en las voluntades de los actores como posibilidad que se iría construyendo en la fidelidad a la «apuesta» que tenÍa como única garantÍa su propia acción, que aparecía como <docura» ante e! poderoso y armado mundo cuerdo hispánico. Los aclares se comprometen en una situación que e!los mismos en su decisión, en su «apuesta» efectiva, 71
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constituyen como acontedmiento. «Uamo interverzción -escribe Badiou~ a todo procedimiento por el cual una multifud (lfn múltiple) es "reconocido como acontecimiento,,159. • / [265] Hay, entonces, ciertos aspectos que hemos podido ir discer.niendo en lo que lIamaremos acontecimiento. En primer lugar, hay hechos que como tal no constituyen el acontecimiento, pero que son sus condiciones. Los actores van cobrando conciencia del acontecimiento aI nominado, ya que la designación otorgada por ellos simboliza su propia actividad. En tercer lugar, los actores van a intentar una meta, la cosa real imposible (la libertad dei Anahuac, de México, que ni aun ai comienzo del siglo XXI se ha logrado; asÍ como imposibles fueron los ideales de la I Revolución francesa, en aquello de la igualdad, fraternidad, libertad). • Además, el proceso dei acontecimiento necesita un,«operadop>, una geí' neración de patriotas, un partido o un movimiento político, etc.160.Y, ! por úLimo, eI sujeto, eI actor que «en nombre dei acontecimiento-verdad : interviene en eI múltiple histórico de la situación y discierne/identifica en ella los signos-efectos del acontecimiento,,161. EI acontecimiento abre un mundo futuro, abre un régimen de verdad «<verdad" sería aquí el devenir dei acontecimiento desde la lógica que se ha instaurado a partir de la ruptura con el mundo-sido), que arranca desde lo oculto y desconocido (la potentia). La «verdad» oculta se revela ... como hecho históriI" co, como acontecimiento, aunque: «Siempre seguirá siendo dudoso que -1- • haya habido un acoIlJecimiento, salvo para eI que interviene que decide' , su pertenencia a la situación»162. '' Son como los «milagros» de Pascap63; es el acto contingente que rompe el orden establecido deI ser, pero que igualmente se sitúa en una misma historia: -''C'"
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EI debate, filosóficamente reconstituido, apunta -a tres conceptos. La interrupción (~qué es lo que un acontecimiento interrumpe, qué es lo que preserva?). La fidelidad (lqué es ser fiel a una posible interrupción de un acontecimiento?). EI marcaje (lhay marcas o signos visiblesde la fidelidad?) En la intersección de estos tres conceptos se construye la interrogación fundamental: iquién es sujeto dei proceso de verdac!?164.
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Todo estos autores oscilan entre proponer un marco fornlal neutral que describa el funcionamiento dei campo político sin ninguua toma de partido específico, y la preeminencia acordada a una particular práctica política izquierdista [...] Foucault presenta su concepción dei poder como una herramienta neutral que describe eI modo cómo funciona todo campo de las estructuras de poder existentes y de las resistenciasa ellas [... Pera], por otro lado, es inevitable la impresión de que Foucault estaba de algún modo apasionadamente dei lado de los oprimidosl67•
Aquí podría abrirse como una sospecha. <No será que ai final Badiou se encuentra apresado en un cierto formalismo, en un subjetivismolós, ya que el acontecimiento no tendrÍa referencia a una estructura propia~-mente real, porque <<laindecibilidad dei acontecimiento significa que éste no tiene ninguna garantÍa ontológica, no puede ser reducido a una situación (previa) ni deducido de ella, ni esJampoco generado por eUa? Surgen de la nada (Ia nada que era la verdad ontológica de esa situación _anterior)>>169. Este como formalismo subjetivista se deja ver en la expre,sión siguiente: <<laverdad [dei acontecimiento] es enteramente subjetiva : (es dei orden de una declaración que testifica una convicción en cuanto _-ai acontecimiento)>>17o. Y por ello «Ia fidelidad [ai acontecimiento], a la declaración es crucial, ya que la verdad es un proceso, y no una ilumi__nación» (p. 16). Tomar como ejempIo a Pablo de Tarso, como converso religioso, sin saber situarlo dentro de Ias estructuras de dominación económica y política dei Imperio romano supone un cierto subjetivismo. ~ ha separado,_. dei objetivismo althusseriano para caer en un subjetivismo _. __ .• -----, 7' ".... -.----.(. ..... , ..- -..- ..__ .•.. ,._- •...----r:-..- ..------- "'"'---"-'''''-postmarxista 1 I. Dicho suojetivismo se acentúa uespués: , Para pensar [Ia fidelidad]son necesario tres conceptos: eI que nombra ai sujeto ':enel punto de la declaración [...) (conlJicción); el que nombra aI sujeto en el ,', .. punto de la dirección militante de su convicción [...] (amor); el que nombra ai sujeto en la fuerza de desplazamiento que le con/iere la suposición deI carácter .. terminado dei proceso de verdad [...] (certeza). Una verdad es por sí misma indiferente ai estado de la situación (p. 16).
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Y refiriéndose aI que de alguna manera iniciá esta tradición francesa, Zizek se refiere a Michel Foucault:
Estas definiciones nos dejan profundamente confundidos, o, por otro lado, nos aclaran sobre la posición dei filósofo francés. En efecto, cI acontecimiento de Badiou <no habrá terminado por ser una experiencia . meramente subjetiva de actares políticos comprometidos con una pura ilusión cuya referencia a la realidad (la situación) acaba por esfumarse? EI sujeto como actor acabaría por aparecer como una producto imaginario, nó [(;al cn la historia. <Cuáles pucden ser los criterios de un cierto realism<5 crítico dei acontecimiento que, guardando muchos de los momentos bien ganados por Badiou, evitaran caer en un formalismo vacío -en el que habrían caído muchos filósofos.{ststalthusserianismo, habiendo sido discípulos dei connotado maestro172? Por nuestra parte, deseamas terminar de situar la cuestión a partir de nuestra propia conceptualización. Es decir, el tema que hemos querido comenzar a esbozar consiste en mostrar que todo or~_enQ2!itico emerge_
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Sobre Badiou, pero igualmente sobre cierta manera sobre E. Laclau, se dice:
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EL «ACON'TECIMIENTO.
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Ranciere y E. Balibar, y en
EI problema consiste en quebrar el campo ontológico cerrado e/I sí mismo como una descripción dei universo positivo165; la dimensión que socava el cierre de la ontología tiene un carácter ético; concierne aI acto contingente de decisión contra eI fondo de la multiciplicidad indecidible dei ser; en consecuencia, [dichos] autores intentan conceptuar un modo nuevo de subjetiviCÚId,poscartesiano, que corte sus vínculos con la ontología y gire en torno a un acto contingente de decisión166. v
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En esta Política de la Liberación podremos, entonces, distinguir los siguientes aspectos. En un momento dado (a) e! mundo entra en crisis (e! caos), aI menos para un grupo de actores. Dicho mundo tiene su ttadición, la positividad de su antiguo tiempo de constitución que ahora es puesto en cuestión. En una consideración ontológica es e! ser, la comunidad en e! caos como pura pôsibi!idad: e! ser como nada. EI acontecimiento (b), ai que estamos refiriéndonos, surge de ese caos, que de alguna manera bifurca caóticamente diversas posibles soluciones. Metafóricamente, expresa este hecho Th. Hobbes coh aguel famoso homo homini lupus, que ahora no recordamos como una definición metafísica de! ser humano, ni como una situación hipotética o histórica contractualista, sino como la mera referencia simbólica a un desorden primigenio: e! «estado de naturaleza>, como guerra. EI acontecimiento como eclosión, como erupción, supone un lugar, que abre una situación crítica. EI sub-jecto pasivo cac inevitablementc en un cierto escepticismo, en un nihilismo ante el antiguo ardeu cuyos valores se derrumban ante sus ajas; se trata de una ruptura. A esto le sigue, cuando hay efectivamente un acontecimiento que es creador (<<aparece»la potestas), un «poner nuevos valores» (usando la expresión deI Zarathustra de Nietzsche), como eI poder de una Voluntad que tiene la capacidad-de-inaugurar intersubjeti-
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FUNDACIONAL
vamente, como generación originante, una tradición distinta, un orden nuevo (c), hacia el cuaI los actores tienden y en cuyo proceso deberán saber guardar fidelidad a la verdad descubierta en eI sendero de su propia construcción (de la construcción de su propia subjetividad política en la constitución de la verdad deI nuevo orden; es una mutua constitución objetivo-militante, ya que, por una parte, «Ia Cosa real» se va realizando en la propia construcción dei sujeto práctico-político, y, por otra parte, nunca ninguno de los dos llega dei todo ai pleno cumplimiento y se proyecta como un postulado). / <' [266] Veamos dos ejemplos que nos ayudarán a reflexionan sobre eI aço.n.te..c.i1!!:i!!!!:!oJJ:!!JilC!.0.Q.1!C!1 bajo el nombre de _~revolucióJ:!.».EI primero, parte de la tradición llamada ~omunitarianista, y está representado, por Michae! Walzer en su obra Exodo y revolución173; y, e! segundo, Hannah Arendt, que en su obra Sobre la revolución intenta efectuar una clara distinción entre el sentido de la Revolución francesa (de la que parten tradicionalmente los filósofos franceses) y e! de la Revqlución norteamericana174• • Para Walzer, e! acontecimiento fundacional se describe mediante la re!ectura de un texto que trata la cuestión que nOs ocupa: el Éxodo que narra la salida de la esclavitud de Egipto de Moisés y de su pueblo. Su re!ectura, como judío norteamericano, se inspira en la tradiciónde su propia comunidad, pero también, entre otras fuentes, en la teologia de la liberación latinoamericana (citando varias veces ai argentino Severino Croatto175). La narrativa va dirigida principalmente a clarificar e! significado deI origen dei sistema político norte americano en el sigla XVIII, hacia atrás, y, cuando, piensa e! presente, se refiere a la fundación de! Estado de Israel. EI Exodo sirve para com prender un acontecimiento fundacional pasado (en el sentido de este 5 14, Y no dei 5 31 de la parte Crítica de esta Política de la Liberación) o para fundar un arden dado -ya que no se piensa en una revolución presente o por venir en vista de un futuro que intente negar las negatividades materiales176 de los oprimidos177_. Es por ello necesariamente una interpretación conservador.E..De todas maneras es una obra llena de sugerencíãi;díVldíaãéi.itrês capítulos178 que pudieron dar ai autor la sugerencia de que se trata de momentos categoriales fundamentales (de hecho, los de la filosofia de la liberación latinoamericana). En efecto, en 1) se encuentra el «pueblo» como esclavo en Egipto. Walzer no intenta constituir a «Egipto» como categoría filosófica, ya que efectivamente puede efectuarse a partir de la metáfora una categoría interpretativa filosófica, que hemos denominado "Totalidad» (desde Aristóteles, Hegel, Marx, Lukács o Lévinas). En la narrativa de Walzer, la rebe!ión de los esclavos de Egipto es referida alegóricamente y con frecuencia a la revolución inglesa179, a la fundación política de Estados Unidos180 o a la de Israep81. Descubre adecuadamente los momentos materiales de la opresión, como causa de la «revolución» de aquellos esclavos, pel'O como no tiene una clara intención «categoria]" nunca aplicará en sus obras posteriores dichas distinciones. No se imagina aplicar la
,desç5-.-JJ!!..f1cf-º!Jtec{mif!t!..tSLjundador, de una comunidad de actores que tiene'n conciencia militante intersubjetiva, que les cupo en la historia, imprevisiblemente, eI haber instaurado una nueva estructura epocal que tiene sentido pleno sólo en la «objetividad» de alguna manera ya siempre subsumida en la propia intersubjetividad, pero que no puede dejar de tener «referencia» a una realidad, material, desde el criterio último de verdad (la vida humana) y eI criterio de validez formal, con referencia a una razón discursiva de la comunidad, en nuestro caso política. Atengámonos, "ehtonces, a algunos elementos mínimos supuestos en todas las interpretàciones de lo que e! acontecimiento pueda significar, que nos permitan avanzar en la cuestión.
Esquema 15,01. DEL CAOS ALACONTECIMIENTO
EL "ACONTECIMIENTO"
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metáfora a la «explotación capitalista» (o lo hará muy de paso y superficialmente) o a la situación de los palestinos hoy en Israel. En 2), «e! sujeto de la marcha, [que] es e! pueblo de Israel»182,cumpie e! acontecimiento, rompe los «CÍrculos fijoS»183,deja atrás la tierra de la opresión y se lanza ai «desierto"ls4. Es'la larga estrategia de la funda~ ción dei nuevo ordeno En medi o de! «desierto» (es decir, de! acontecimiento) se produce la «alianza'), e! «contrato», e! «pacto') (en donde se inspiran los contractualistas modernos). Por e!lo correctamen~e concluye: «EI pacto (covenant) es la invención política dellibro de! Exodo» 185. «Ellos están entre Egipto y la tierra prometida,)186. Es el momento de la «donación» de la ley, de la fide!idad (e infide!idad), de! fetichismo, de la estrategia ... En 3) es la llegada a la <<Tierraprometida», la de Josué cruzando el Jordán y atacando Jericó de los canaaneos; la de los Pilgrims que reciben la comida de los indígenas (Thanks giving day) ... que son después masacrados; de los palestinos en toda la tierra de Israe! (desde e! Mediterráneo ai Jordán). Es la ambigüedad originaria, es la muerte de! padre de Freud187, de! hermano como «chivo emisario» de Girard188, la sangre sobre la que se construye e! «pacto»189. Vemos entonces que cuando se trata de «ocupar la tierra», organizar el nu.evo orden, la cuestión se torna ambigual90. De la misma manera H. Arendt, en Sobre la revolución, obra escrita en 1962 (posterior a su nacionalización norteamericana), manifiesta un cambio en la visión política de la autora. Si en la primera parte de su vida, como por ejemplo en Los orígenes deI totalitarismolY1, especialmente en la Segunda Parte sobre EI imperialismo, habíase inspirado no sólo en Marx o en Rosa Luxemburg, sino hasta en Lenin, y se veía un ilustrado interés por lo tecnológico y económico, ahora, en cambio y de manera definitiva, manifiesta una cierta ceguera por el aspecto material de lo político, en e! famoso capítulo segundo sobre La cuestión sociall92, ai que haremos referencia en otros lugares de esta obra. Lo cierto es que Arendt, ahora instalada en Estados Unidos, intenta mostrar la diferenCia de dos «revoluciones»: una, la curopea Revolución francesa; la otra, .Ia Revolución americana193. Esta última, opinaba Arendt, dado que en la Confederación no había tantos signos de pobreza como en Francia194, pudo, en prime( lugar, no ser una revolución que intentara una «Iucha de Iiberación» (struggle for liberation) 195de la pobreza (como en Francia), es decir, que hubiera usado la miseria de las masas como resorte político (manipulación de dicha negatividad), que terminará en Europa en e! terrorl96. En segundo lugar, la Revolución americana intenta «Ia fun- .... dación de la Iibertad" (foundation offreedom)1Y7, pero, negativamente, contra la indivisibilidad de! poder de! Estado (nacional o confederado) o «aboliendo la soberanía [absoluta] de! cuerpo político de la república [confederada], entendiendo que en e! reino de los asuntos humanos soberanía y tiranía [de! Estado] es lo mismo»l9S, es decir, compartiendo la ...' soberanía de los diversos Estados regionales con la Unión. Interesante es notar, y creo que Arendt lo ignoraba (o ai menos no lo he visto men-
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NOTAS
cionado por e!la, y esto se ve por e! uso de! pensamiento de Jefferson pero no e! de Franklin), que la inspiración de la Unión confederada de diversos Estados tuvo por origen la «Confederación de las seis naciones iroqueses» (y no las Provincias Unidas de Holanda o los cantones de Suiza), de la cu ai confederación amerindia extrajeron además el emblema de! águila con las trece (seis en los iroqueses, una por cada nación) flechas de! escudo nacionaJ1Y9.Además, y es otra originalidad de oponcr el poder ai poder para lograr un poder mayor, se dividió la «autoriclad» de la Suprema Corte de Justicia, como un Poder legal de juzgar sobre la constitucionalidad de todas las leyes o decisiones de los otros dos pode .. res, de! «poder» por e!los ejercido. EI «ser constitucionaj" (no contrario a la Constitución) de un «aumento" (una nueva ley o decisión) como ejercicio de la potestas de los otros Poderes, permite que el momemo fundacional (perpetuaI foundation) descanse sobre la auctoritas de la Su-1- prema Corte: «Esta noción de coincidenda de fundación y preservaciól1 (joundation and preservation) por virtud de! aumento (augmentation) [...] estaba profundamente enraizada en e! espíritu romano,,200. EI criterio de «fundar la Iibertad» en una institución política es el que permite discernir e! sentido de las «revoluciones», no sólo de la Revolución francesa, que terminará para nuestra autora en e! fracaso, sino, y sobre todo, de las «revoluciones» de! siglo xx (en especial la leninista), que colapsarán por no «encontrar su institución apropiada» (appropiate institutión ):01. Es decir,'e! acontecimiento fUllda.~io!!altermi~£!"_?.!2t~Eiy_at:.~eJ in~- . !.i!u_cionali.?<1E~~.>J~_~li.~ª[~~.<:n ..un «or(fe.n.polí.~i<:o'!_ vigeI1t~,.ªaªo. Pera Arendt no ha pensado en e! «estado de excepción» que podría poner en cuestión a la Suprema Corte de Justicia, y mucho menos en eI «estado de rebeIión». ~Lfetichismo institucional es difícil de ser superado. Podemos ahora comenzar nuestro análisis de los diversos niveles deCste «orden político c(lnstituido». NOTAS
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1. La numeraci6n de los parágrafos entre corcheres es conrinuación de la dei volumen i de Política de la Liberación (Dusse!, 2007) . 2. Véase la parte histórica de esra obra (vaI. I [68 ss.]). 3. En lJ.tín c01rquiro significa cl cl1mplir la «comisión dt' buscar rec!utas)) p:un una C3mp:lnJ militar. «Conquistador» es el que ha formado un cuerpo expedicionario de soldados cn fllnci6n de algun~l [arca militar concreta. 4. Hemos descrito ese proceso ascendente de dominio eo nuestra obr3 1492. EI e1Jcubrim;el1to deI Otro (Dusse!, 1995). 5. -Mera física dei suje to y liberación. (Dusse!. 1994, 315-317). 6. Véuse e! traramiemo dei tema, inicialmente cri. e! parágrafo [14], pero, además a los lar~o de toda esra Política de la Liberación. 7. Et:onomía y sociedad, 1, I, S 16; Weber, 1944,43. 8. Véase, por ejemplo, Holioway, 2002. 9. Considérese la descripción de la problemárica en Hõffe, 1991, 177: .Un monde de rravaH sans dominatiol1>f, en cuanro comunidad primitiva. Ya como comunidad dcsarrollada (quizá pensando en la egipcia Menfis), I'Iat6n propone eliminar la causa de la dominaci6n por la virtlld de los gobernantes-sabios. Una lltopía propia de! siglo.l~ a.c.
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10. Véase eiS 38 de esta Política de la Liberación, vaI. 111. 11. Puede considerarse mi Ética de la Liber""ión (Oussel, 1998), donde los aspectos material, formal, de factibiJidad y críticos deI acro humano, las instituciones, etc., sin reclamar ninguno de ellas una «última instancia~ fetichizante, se cocleterminan cada uno de manera diferenciada. Ahara, co esta Política de la Liberación, la «arquir;crónic3)) es mucho más compleja, porque nos encontramos cn uo horizonte más concreto. 12. Véase lo dicho en la Historia de esta Política de la Liberación, vaI. 1, [13 sS.J y [69 ss.]. 13. Véase más adelanre S 2J.5. Cabe desracarse que la «cstrarcgia» era para los griegos uo arte (tékh"e) militar. Tomamos aquí a 4>palabra en eI sentido actual práctico-político (para distinguiria de la mera razón ".instrumental»). • 14. Véase lo dicho e!j'los parágrafos [87 ss.] de I.Historia. 15. Véanse los parágrafos [46 ss.]. 16: Véase mi Ética de la Liberació", [227 ss.] (Ousse!, 1998,326 >s.). 17. Véase en esta obra eiS 17.1. 18. Schmitt, 1963. Véase lo que diremos en 517.2 [280 ss]. 19. Véase eI próximo 5 14 [250 ss.]. 20. Véase más adelante 5 28. 21. Véase lo que expondremos en los 55 17.3 [283 ss.] y 38. '22. Véanse mis trabajos Apel-Oussel, 2005; Dussel, 1998,55 2.3 y 2.4; en esta obra 55 18,23.1, 24.3.a, 25.3, y en muchos otros lugares. 23. Habermas, 1992, que aplica a la polírica su obra anterior (Habermas, 1981). 24. Véase más adelante, 517.1 [279], y S 18 [291 ss.]. 25. Véase Apel, 1998. En esta obra quedan confirmadas mis sospechas sobre eI formalismo apeli:mo. AI aplicar a la economÍa su principio moral discursivo lo hace sin ninguna conciencia crítica de! sistema en el que se aplicará el principio, que de hecho se efectúa en el capitalismo, que no puede poner eri cuesrión por no rener criterios materiales. Lo mismo acontece ai aplicar dicho principio co la política; lo hace eo eI sentido de aplica rio eo un slstema liberal (que nuevamente no puede criticar por la misma razóo). Teniendo 5610 crirerios y principias formales acepta la realidad material (los sistemas vigentes eo los campos ecológico, económico, cultural y aun político) sin poder reorientarlos o transforma~/os crítica mente. No pudiendo la ética orientar la discusión en su contenido (sino sóla definiendo condicione~ formales), acontace lo mismo ahora en la política. 26. Véase Reygadas, 2U65. 27. Es sabido que la reelección de George W. Bush se debió a cuestiones de érica rradicional en la familia, contra la homosexualidad, el evolucionismo darwinista, las expresiones cristianas en las escue.las, Y.todo orquestado por secras fundamenralistas. Ese pueblo está inmerso en un imaginario popular muy particular, y ciertamente ajeno, o aun contrario, a la Jlusrración deI sigla XVIII. En otra vertiente totalmente opuesta, los mayas de Chiapas igualmente cuentan con un imaginario popular donde relatos .antiguos ju~tifican su lucha de liberación. La «argumentación política», enronces, está muy lejos de s.er uná_pura abstraeta académica argumemación silogística aristotélica -aI menos los de sus ttarados lógicos. 28. Véase J. Oerrida, 1994. Y más adelante, en la Crítica vol.lll de esta Politica de la Liberación, en el 5 33, sobre la superación de la fraternidad en la s()Jidaridad. No se olvide que aun una «banda de ladrones» (para tomar el ejemplo de Platón) debe respetar una cierta "fraternidad •. fundamental o no sería posible como «banda» o como una cierta comunidad eficaz. La frarernidad Jd grupo no ga~ rantiza el cumplimienro de principios políticos normativos, sólo enuncia principios de sobrevivencia a corro plazo: eI cumplimiento inmediato de los intereses comunes (que habría que disringuirlos dei bien común). 29. (Quê significa CI1 este (aso «realista"? (El que opera teniendo como ú.nico horizonte la coyumura concreta sin ataduras que lo liguen a principias? Pera, en este caso, puede adaptar decisioncs contradiclOrias en el mediano y largo plazo. Si «realidad. es lo de SIlYO de la cosa misma, es "realista» el que se atiene a las exigencias normativas (si la normativicbd es definiaa desde las estructuras constituti\:"asde lo político, intrínsecamentej véase más adeIante j' 24.3.b). Un ingeouo en política es el que no enfrenta la realidad.de la coyunrura eo toda su complejidad. Pero ellIamado (.realista», que opera sin principias, ejercerá necesariamente un poder fetichizado, corrompido o ~(auto.refetente», y por lo tanto no es «realista" -en su sentido fuerte-, sino, muy por el comrario, confunde la realidad a la que se enfrema con una ilusión rrascendental o un falso juicio de lo real, Ilevado por eI propio imerés, o por el de su grupo, de su clase u de otras morivaciones destructivas de lo político. Volveremos sobre eI rema en eI S 14, y ~ lo largo de coda esta obra. Inteligencia práctica estratégica, eficacia, y principias
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NOTAS
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normativos no se oponen. Poca inteJigencia política y principias no constituyen un buen político (los principias no suplen la inteligencia). Mucha inteligencia práctica sin principias siempre, a Ia larga, afronta eI precipicio insalvable dei fracaso. 30. Abórdaremos en seguida, en este S 13.3.b, las dos prirneras categorías arquitectónicas: Totalidad-Alteridad, eltema que estamos enunciado. 31. Que expondremos en los próximos capítulos 3 y 4 de la parte Crítica. 32. Véase más adelante eI capítulo 3, 5 25. 33. Véanse los 55 21 y 22, y 26 y 27. 34. F. Hinkelammert (1984) ha demostrado el error de ambas posturas en su obra Critica de la razón utópica, analizando las posiciones de L. V. Kantorovich en la URSS (capirulo IV) y de F. Hayek y K. Popper en el capitalismo europeo (capítulos li y V). 35. Hinkelammert, 1984, 97. En este capítulo 11I, Hinkelammert critica eI pensamiento anarquisra, en concreto, a Flores Magón. 36. Véanse los ca,.,ítulos 2 de la Arqllitectrmica y de la Crítica, y capítulo 6. 37. Véase eiS 43, dei capítulo 6, 38. Dias Y el Estado, Prólogo (Bakunin, 1974, 66). 39. Véase eIS 40. 40. Oesde los dos primeros capítulos, pero especialmente en el sexto, de Para una ética de I" liberació" (Oussel, 1973, vais. I y 11), lo mismo que en Método para u"a filosofía de la liberació" (Oussel, 1974c), o en Filosofia de la liberació" (Oussel, 1977, parágrafo 2.2), la «totalidad" fue la categoría ontológica que me perrnitió comenzar a desarroUar rodo roi pensarniento filosófico. En Ética de la Liberación (Dussel, 1998), la totalidad ocupa toda la Primera parte, y los tl:'esprimeros principias expuesros. 41. Véase el rema eu eiS 15. 42. Véase 5 38. 43. En esa conocida obra Teoria de la Justicia (Rawls, 1978), divide ellibro en tres partes: en la primera, se ocupa de la problemática de los «principias»; en la segunda, de las «instiruciones», que soo estrueturadas desde los principiosj en la tercera, de los «fines» de la acción. 44. Véase Brandam, 1998. 45. Véase más adelante eltema en el S 20.5 [313J. Estas tres esferas fueron lentamente imponiéndoseme enla lenta elahoración de la Ética de la Liberació" (Oussel, 1998), y los principias éticos (ahora subsumidos <CU los políticos) responden a estas tres condiciones de la «pretensión de bondad •• (ahora «prerensiones políticas de justicia»). 46. Todo lo que he escri~o durante los últimos rreinta y cinco anos ronda esra categoría crítica, ética, ahora política. Esta categoria de alteridad define a la Politica que intento pensar como Política de la Liberacióll. Desde mis obras de lo~ anos setenra (Dussel, 1973, capo 3 ss.; 1977, 2.5 ss.) vengo enriqueciendo esta temática . 47. La revolución es la ttansformación extrema. Una transformación parcial no es necesariamente reformista. 48. Véasc la Tesis 2 de 20 tesis de política (Oussel, 2006, [2.1]). 49. Es l!1UYsabido que en la década de 1930 tanto 5chmitt como Heidegger coincidieroncon eI nazismo. Importante es e1libro de Oomenci Losurdo, Heidegger and the Ideology ofWar (Losurdo, 2001). Véase la obra dei filósofo chileno Víctor Farias, 1998. Oe todas maneras, la postura de Heidegger habtá que saber situaria, sio de ninguna manera aprobarla, co la circunstancia ptecaria sufrida por Alemania en la Primcra Guerra denominada «(mundial», y por un «retorno» a los orígenes dei país vencido: retorno a las "fuemes» histórico-populares (que gran repercusión tuvo por ello en la periferia, por ejemplo en el pensamienro de CarJos Astrada y Nirnio de Aquín en Argentina). Véase Du~scl~.1003. 16~19:(Existcntia! Olltologp'. Diferenciarse de este «retorno» fascista a las «fuenre&')populares es.tarea critica de una filosofía de la liberación. 50. Horus, Hor, Horos o Harakhre (Breasted, 1939,25 ss.) es el «corazón" de Ptah; es tamhién un halcón .Hijo dei Sol. (Re-Harakhte o Re-Arum); es considerado la «fuente de la vida. (ibid., 26), eI «Poder» de la naturaleza (rayos, tormentas, Iluvias rorrenciales), desde 4000 a.C., dias nacional de Heliópolis <Ia «Ciudad dei sol" de los griegos). Es también la "estrella de la maõana" (ibid., 91); .hiio de Osiris., .Horus [corazón] de los dioses.; .Horus dei Este •• (ibid., 111). «In .arly Christian time this birthday of the Sun had become that of the Roman Emperor identified with the Sun-god. The appropriation by Chrisrianity of this old Solar feast held on the 25th of December. (ibid.). Siendo Horus el t<corazón••significa que era los ~deseoslt (ibid., 136). «fuerza», tlpotencia» (como 'e1toro), t<ternura», ~amor)t, t<rectitud., «fraternidad ..., «vivir según Matat» (1a ley cósmico~universal, la «ley natural •. de los
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PODER
pOllTICO
NOTAS
griegos, la Moira). En la «balanza» de Osiris eu eI «juicio final. se coloca eI «corazón» dei muerto, donde residen sus deseos, para ser juzgado en sus obras «huenas» o «malas" ante Anubis, Thot; «corazón» que «recuerda (como la «conciencia moral .•) coo honrado mérito o coo triste remordimiento rodas las aceiones de la vida. 51. Véase Dussd, 1998, [5]. Además, se nos dice que -There is no douhr rhar rhe Egyprian (M3't) Ma'at (truth, accuracy, justice) was cenrral 'o borh soei aI and natural spheres in rhe same way as the Greek Moira (generally 'ranslared Fate), which dcrived from ir erymologically. (Berna I, 2001, 272). 52. En esre mismo texto Icemos: <.LaVida se hizo visible» (ibid. 1,2), se «ceve16", se «manifestÓ)), se «encarná». La «vida. y la «voluntad" 50n correlativas. Para Schopenhauer, según expondremos, eI «cuerpo ••es _manifesración. (Erscheillullg) de la Voluntad, y ésra de la Vida.
modo dei ser, sino, a la inversa, lo vivientc es lo real concreto
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53. H. Arcndr ha mostrado la importancia para la filosofía polírica dei pensador de Hipona (Acendt, 1978,11,8455.). Es decir, Arendt se ocupa de la voluntad en toda la (,Segund:l Parte)' de su The Life of the Mind. 54. Véase lo indicado en la visión hisrórica de esra polírica en el parágrafo [47]. 55. Ya hemos considerado de manera muy especial su filosofía en los parágrafos (63-65], algo más que H. Arendr, que se deriene en el Doctor Suril (Arendr, 1978, 125 sS.). 56. Véase lo ya expuesto en mi Ética de la Liberación, parágrafos 3.3 [242-258]. 57. Véanse entre mis obras 1973,11; 1973b, 1974c, ercérera. 58. Généalogie de la Psychallalyse, V (Henry, 1985, 164-165). 59. El mundo como volulltad y representacióll, Libra Iv, capo 54 (Schopenhauer, 1960, I, 380; Schopenhauer, 2000, 218). Quiraremos aI concepro de Volunrad en Schopenhauer eI sentido trágico de la necesidad de imponerse sobre arros seres vivos. 60. Also spracb Zarathustra (cit. Henry, 1985,254; de Nierzsche, Oeuvres pbilosopbiqu{!s CO/llpletes, Gallimard, Paris, 1971, 134). 61. £1 concepto de VolU1rtad debería en verdad escindirse. Si eI «querer-vivir)) no puede ser para Lévinas sino eI «querer» (eI -«deseo metafísico)} como «solidaridad» por el ((querer-vivir-del.Otro», no es entonces mera cona/io auto-referente sino «amor" que «ama-Ia-realización» dei Orro. En este caso la voluntad voleada de cada uno aI Orro consriruye una eO/llullidad, donde cada ur.o ama aI Otro por el Otro. En su eseneia esramos .de.fundando. fi sentido de la Voluntad en Spinoza, Schopenhauer, Nietzsche o Freud. EI rema será replanreado desde Lévinas en el S 30 de la parte Critica de esta obra (vaI. /li). 62. La Elltseheidllng heideggcriana adquirirá un sentido polírico en Schmitl, y por ello usamos orra palabra para tradueirla (véase Krockow, 1990). Veremos que Schmirt comere una falacia reducrivo-voluntarista (ai no saber articular el momento racional-práctico, formal, dei consenso) de la razón discursiva, que no es necesariamente liberal o burguesa). 63. Si la eseneia de la Polírica es la -Voluntad de vivir. no será una -Volunrad de guerra., sino una _Volunrad de paz' (postulado de la razón polírica, como veremos más adelanre). 64. Henry, 1985, 167. 65. Véase lo dicho en el capo 1 de mi Ética de la Liberacióll (Dussel, 1998). Ese -s,,-viviente' no es solipsista sino comunitario, no vive eo un horizonte singular (que pucde totalizarse egoístamente), sino que tiene prerensión universal, de abrazar roda la humanidad. 66. Henry, 1985, 166. 67. Schopenhauer,op. cit., Libro 1, capo 18 (Schopenhauer, 1960, 1,158; 2000, 91). 68. Ibid., 1.59; 92. 69. Ibid., Libra IV, capo 54; 380; 217-218. 70. Henry, 1985,257. 71. -Separación. que nunca pudo aclarar (por cuanto era m,embro dei partido nazi hasra 1945), por coincidir con los nazis en muchos aspectos de su propio proyecro conservador, telúrico, populisra y hasta rcaccionario. Esto, sin embarHo, le permitió, por otra parte, acertar en OtroSaspectos en su crítica a la ~10dernid.1d. ai liberalismo, ai capitalismo ~mcricano y, cn parte, ai socialismo re3.1. 72. Traduciré directamentc dei texto alemáo, dei que citaré exclusivamente; cn este caso: Hei. degger, 1961, I, 44 ss. En esre parágrafo Heidegger se refiere a Leibniz, Kant, Schopenhauer, Schelling, Hegel, que serán rambién nuesrras referencias obligadas. 73. Heidegger, 1961, 1,46 ss. WiJIe ais WiJIe lur Macht es la fórmula nierzscheana en alemán. Véase la expresión, por ejemplo, en Nierzsche, WiJIe lur Mae"t, S 696 (Nierzsche, 1922, XIX, 145, ell Nietzsehe, 1962, IV, [S 690], 264). 74. EI acro de «comprender,. es, de alguna manera, siempre, cognitivo. EI «ser" es lo abstracto. Ahora nos referiremos 3.1«querer de lo viviente,,: el «querer" es práctico, volitivo; la •.vida" es, no un
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C011
respecLOa lo cual d ser es una abstrac-
ción de dicho viviente. No nos referimos a un: «pienso luego {descubro que} sor"; sino a un: «quitro luego (descubro que) vivo •. 75. En el sentido definido en Sein Iind Zoeit, S 60 (Heidegger, 1963,297-301; 1968, 323-32~). Véase Bourdieu, 1975. Esre "estado-de-resllelto' (Elltschlosse/lheit) derermina roda la .política. de Heidegger. Recuérdese esta descripción: •.L, resolución (Entschlup) es exacta r únicamente la apertura deI proyectar y dererminar la posihilidad fácrica dei caso. (Heidcgger, 1963, 298,324). Pera ese «estado. de-resuelto~ se articula necesari3mente con eI «estado-de.abierto>l (Erschlossenheit) como :ímbito de b Verdad. No es en Ser)l tiempo primera ni exactamcnte un momento de la Volllntad, sino más bien de la «comprensión'); no .asi en el Niet;:.sciJe que estamos comentando, Aqui se refiere Heideggcr igualmente aI conceptO de «situaêión» sobre el que tr~thaia Badioll, como veremos en el S 15. 76. No en ta mo "conocido". 77. lbid., 1,51. Aqui se dejJ ver un cierto ('cogniti\'ismo .. en HeideAger. Tiene miedo de afirmar que es eI querer eI que ...fij.t .. el âmbito () eI círculo subre cI que cI «saher» se Ianz.apara aprehender o caprar analíricarnente. Claro que hal' un previ o coufuso apatL'cer de un objeto probable (como cuando la oveja parece derectar un lobo, )' queda -paralizada.: su estrucrura afecriva ha sido inmovilizada e impide que cominlle su tarea ..cognitiva-). De la mio;ma manera c1 sistema neocortical lanza unns sefiales aproximativas, r cl sistema Iímbico "eva!tíal) la Sirt.l3ción aketivamente. lo que permite lIn nue\'o momento cognitivo más an31ítico (véase Dussel, 1998, [62J; ademis Dam.3sio, 2003), EI querer debe: ser articulado ai saber, pero no corno segunda instancia, sino como instancia origirraria codetermin.1nre, 78. Die froehliehe \,(/issenscha{t. 5 (cir. Heidegger). Véase suhre Nierzsche: Dussel, 1998, [246251]. 79. Ser dOIl1;"us y Herrscill (ser-seilor) significa entonces -dominar •. 80. Heidegger, 196J, I, 51 ..52. 81. En lado se denominaria poterrtia) que es el término que rerendremos en toda nnestra re. flexión posrerior. 82. Volulltad de Poder, n.o 14 (eir. Heidegger, 196J.II, 100). 83. Voluntad de poder, n.o. 715 (Nierzsche, 1922, XIX, 158; Nierzsche, J 962, IV, 271: cir. Heidegger, 11, 101). 84. Sin eI «querer~ de la Volunrad nada se «pucde». Pero la Voluntad que quiere quizá no «puedal> poncr nada, porque es Imporeme. Volunrad de Poder es Voluntad que quiere y que puede poner. 85. Heidegger, 1961, 11,103. 86. La VolUl,tad de poder, S 401 (Nierzsche, 1922, XVIII, 281). 87. Recuérdese lo dicbo por Duns Scoto (en los padgrafos [63-65)) sobre la Volulltas divina antes de la creación que eJigc libremente entre la~ ldcas creadas aqueUas que serán reales) y en tanto queridas libremente por Dias no son sólo posibles sino igualmente cOlltillgelltes, por ser su causa libre, indeterminada. 88. Heidegger, 1961,11,106. 89. Veremos en la S 30, que en realitlad se trara de una -Voluntad de Vida. como -fuente creadora. de la transformación de rodos los eM'S polírico (en su singularidad o como sisremas). --'i 90. Por esto no hay tampoco derechO a la vida humana. Es sob~ la dignidad de la vida humana, no merecida nunca (por definición) por nin~ún sujeto vivi ente, sohre lo que eI vivi ente humano tiene '.~ derechos a la~ mediaciones, r aun derecho a la ,'sobre~-vi\'enci3 (el momento 1. no es cl momento 5. dei próximo esquema 14.01). . 91. Deoo indic3f que no hemos visto cI uso de este concepto: v:llor oI<políricO)I. Se habb de vaJo=--res estéticos, económicos, ('tc."pcro dcsemnos ahora inaugurar el tema dei valor «político)) en cuanto \; tal. Cuando se cruza el rema de la mediación con el poder se sitúa eI problema polírico, ral como Nietzsche y M. Foucaulr lo descrihen (nunca con exrrema daridad). Es esa -c1aridad. Ia que esramos intentando. 92. «Materi~lh t31 como )0 hemos definido en el capo 1 de Étit:a de la Liberaôón. 93. Setletr puede tradueirse por -poner' (y Hegel nos ha hahiruado a usar la fórmula de: el ser pone los entes). Pero ese POFl" es como institución, corno hábito o permanencia de las acciones que se repiten y crean expectativas. Por dia puede traducirse por instituir. 94. Heidegger, 1961, 11, lOS. . 95. Deseamas dar UI1 signihcado fuerte ai componente «sobre» de la palabra «sobrevivir .. Cen alemá•• el iiber tan usado por Nic:rzsche}. «Sobre,,~vivir sería, dentro ddla narrativa de este libra, algo as{ como una «vida-que-se-trasciende .•, que pasa sobre sus 1ímites. La «sobre»~vivencía indicaria una, dimensión temporal de la duración de la vida, como «permanencia», pero también como .aumento~, En.
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DESPlIEGUE
ARQUITECTÓNICO
DEL
PODER
POLITICO
nuestra Ética de la ~iberación, a la mera permanencia la denominamos c(producción y reproducción)l, y aI aumento Ol'desarrollo» de la vida humana. «$obre)t-vivir sería así desarrollo de la vida, mayor realiza~ dón, proceso de la vida hacia la felicidad plena que siempre se desplaza como la'sombra dei caminante. Sería el inaleanzable «lo Real», "Ia Cosa real» de]. Lacan o S. Ziiek. 96. En su Teoría de la Constitución (Schmitt, 1996d), roca nuestro auror el tema profusamente. En especial en los capítuJos sobre 5 8, Poder constituyente (pp. 93 ss.), y S 18, EI pueblo y la Consti. tuóón democrática (pp. 234 55.). ceEI Poder c~nsrituyente es la voluntad política cuya fueeza o autoridad es capaz de adaptar la concreta decisi6n sobre el modo y forma .-'e la peopia exisrencia política). (p. 94). La «forma de la existencia política» serían las figuras institucio~s concretas que se adoptan. Es imeresanre que Schmirt aquí pasa dei poder collsrituyente divino a la de la Asamolea de lo Revolución' francesa (pp. 93 ss.), salrándose la doctrina tradicional de la potestas populi (presente en €I pensamiento ' Iarino.germânico lIamado «medieval,,), y explícito, como hemos visto en la parte histórica dei volumen I de esta Política de la Liberación, en Barrolomé de Las Casas, parágrafo [105], o F. Suárez, parágrafos [116.119]. 97. Claro que no es materialmente la voiuntad el fundamento último, sino la vida. humana. 98. La pura voluntad sin consenso se anula, como bieo 10 viera eI mismo Hobbes, y aun Schmitt (pero sin advertir explícitamente el tema). Pera para que las voluntades plurales de una comunidad tengan un mismo objetivo es necesario el consenso ralJional práctico-político, llámesele pacto, contrato, acuetdo tácito o constirución .•Sin el aunar de las voluntades que puede lograr la argumentación política (cn la forma que pueda adquirir), la voluntad es cicga, contradictoria c impotente, sin orientación que le evite cl círculo vicioso. • 99. Véase lo expuesto en la Histm'ia de esta Política de la Liberación [165 ss.]. 100. Cuando Schopenhauer:critica a Hegel ignora estas textos. Hegel, en su Enciclopedia, después de haber recorrido el cosmos inorgánico y orgánieo, r de haber analizado la vida vegetal y animal, !lega aI ser humano. En primer lugar, estudia el «Espíritu subjetivo» que culmina en el «Espíritu teórico)) y en el «Espíritu prácrico',. Aqui nos enfrentamos no coo el Espíritu como Razón, sino con el Espiritu como Voluntad: «EJ Espiritu en tanto'Voluntad (W;/Ie) se sabe como cerrado en él mismo y como completándose a sí mismo» (Enryklopiidie, S 469; H~gel, 1971, X, 288). EI tema hegeliano de la ,Noluntad libre» (/reie Wille; ibid., S 481; p. 300) o eI "PUntO de partida [es] la VohlOrad, que es libre" (Rechtsphilosophie, S 4; Hegel, 1971, \'II, 46), quiere indicar la última instancia ontológica dei "Yo prácrico-político" como indeterminado, como todavía S;11 determinaciótI práct;ca alguna: es eI «Ser» dei «mlJndo» práctico (inicio de la ontologia política). Se reflere a la libertad ya la autonomía dei sujeto práctico en su origcn (sería eI momento 2 dei Esquema 14.01). Cuando el sujeto indeterminado (lo ontológico) se determina, se «pane)) (momento 4 dei mismo Esquema) en el «Dasein» (eI ente, lo óntico), pasamos ai derecho abmacto. EI derecho (estructura óntica; momento 4 deI E9<juema) es una construcción objetiva de Ia Voluntad ra determinada por el mismo Dasein 'puesto" (Ia cosa física ahora poseída es dererminada corno apropiada -nueva determinación óntica-, pero simultáneamente determina a la Voluntad como esta voluntad propietaria, siendo la «propiedad privada), la primera determinación de la Voluntad que ha dejado de ser indeterminada). La segunda detcrminación de la subjetividad práctica será el «con. trato», como intersubjetivo y consensual. Para Hegel, de manera muy articulada y compleja (aunque siempre desde la primada deI Pensar sobre el Querer), <elareal y libre Voluntad es la unidad dei Espíritu reórico y pdctico» (Enrykl., ~ 481; p. 300) (momentos b.lr b.2 dei Esquema 14.02). 101. Rechtsphil., SS 72 ss.; 155 ss. 102. Véase Jo expuesto en la Historia de esra Pnlítica de la LiberaciólI [185 ss.]. 103. Véanse en la Historia de esra Política de la Liberación, los parágrafos [2-3 J. 104. Como hemos explicado ampliamente eo la Ética de la L.;beración, eI momento material determina ai formal, y ésrc a aquél., sin ser ningllno de los dos última instancia, sino co-dctermin.:tciones originarias. 105. Véase lo dicho ell [131 ss.]. i06. La cuestión má~ extensa eo Lev;atáll es tratada eo la Tercera parte, y toca el tema de la fundamenración teológica'de la auroridad real. La debilidad dei poder dei Rey absoluto necesitaba IIl1a teología política muy podetosa para suplir 5Ufalta de legitimidad desde abajo. 107. Entre los aztecas eI «Dias viejo», Teotl, es e1 «dador de la vida»), y en torno a este principio se organiza 'tOda la exisrencia náhuarl. 108. Véa5e lo explicado en [153 ss.]. 109. Véase lo indicado en [171 ss.]. 110. Véan5e las Tesis 2 y 3 de 20 tesis de política (Dussel, 2006, [2.35-3.34]). 111. Véase Dussel, 1974c.
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NOTAS
., 112.
Rechtsphilosophie,
S 34.
,113. Es la Entzweiung (<<devenir-dos»),Diremtion (inrraductible) o Explicatio (término usado por ~egel de origen neoplatónico latino) primera, por la que el Absoluto deviene uo «ente) (concepto ambiguo de "creación': -se derermina a sí mismo,,). Véase los detalles dei asunto en la obra cirada DllsSel, 1974c. 114. En Argentina, cuando eJ presidente Fernando de la Rúa declaró el <eestado de excepción) para derener la movilización popular, eI pueblo salió a las calles eI 20 de dieiembre dei 2001 en ral número que imposibilitó el ejercicio dei indicado «estado de excepcióo). No sólo eso: cayá el gobierno y debió nombrarse uo nuevo presidente. EI «estado de rebelión» dei pueblo es la última instancia desconocida por la voluntad schmittiana, pero manifestada de manera efecriva, no a partir dei líder sino desde eI mismo poder de la comunidad: la potentia que se manifestó como puro e indererminado poder político, pero activo e indicando quién ostenta la auctoritas, el poder político; es la «voluntad general» de Rousseau como presencia, ooplO exposición en el sentido levinasiano. 115. Sobre eI sentido preciso de «material)), véanse Dussel, 1998) caps. 1 y 4, Y más adelanre 5521,26,33 Y42. 116. Este aspecto cobra hoy cada día mayor importancia. Véanse Humberto Galimbecri, «La politica nel1'età contemporanea: lo Stato amministrativo e la politica come organo esecmivo della comperenza recnica", en Galimberti, 2002, 446 sS., y M. Castells, «La política informacionalr la crisis de la democracia», en Casre!ls, 2000, 11,345 ss. 117. Tratado político, capo lI, S 13-14 (Spinoza, 1985, 151). 118. Ibid., 9; 161.
119. Hegel hubiera lIamado, como lo hemos ya sugerido, a este distanciamieriro la Diremtion. Entzweiung O Explicatio dell'oder polírico. EI poder originario (potentia) en cuanto ral es indererminado (todavía no-algo) y como ral sin "falra» algllna, pero rambién sin existencia real ni empírica. EJ simple paso a la mínima institucionalización, organización de aIguna función heterogénea de un miembro coo respecto ai arco produce ya una «determinación») (el «ser-ahí»: eI Da-sein) y comienza la posibilidad de la existencia real, pero, ai mismo tiempo, la posibilidad de la «distancia.) dei representante ai representado, de la insrirución aI institucionalizanre, dei ejercicio delegado del poder (potestas) que no es ya simpJemente el poder consensuaJ "de abajo" mismo (potentia). 120. Tratado político, capo m, S 7 (Spinoza, 1985, 158). 121. Véase Tesis 5 en 20 tesis de política (Dussel' 2006, [5.1-5.3]). 122. Vêase Tesis 4 (ibid., [4.1-4.3]). 123. La verdad y las formas iurídicas, V (Foueaolt, 1995, 139). 124. -Trurh and Power», en Foucaulr, 1980, 128. Véase la invesrigación de Honneth soore Foucault en Kritik der Macht (Honnerh, 1989, 121-223). 125, Agamben, 2003, 126. Véase más adelante el S 31.
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127. ~..jTodo eI poder a los soviets!», consigna lanzada por Lenin, no es exactamente eI «estado de rebelión». Se trata más bieo deI intento de organizar una institución (potestas) de plena participación sin estructuras representativas. De proponerse como modo de gobierno a largo plazo se transformaría { í:;j en un proyecto anarquista que caefÍa inevitablemente eo una «ilusi6n trascendental_ (se intentaria em( ... píricamente cfecruar realmente un postuJado; véase el tratamiento de la cuestión en el S 35). EI "estado de rebelión» se expresa adecuadamente en Ja frustrada revo!ución del 1905 en la Rusia zarista. La flecha a dei esquema 14.03 indica esa puesta en cuestión desde abaio, desde eI fundamento, de la potestas. 128. Agamben, op. cit., en especial en el capírulo sobre «Auctoritas e Potestas», 95.113. H. Arendt trató el tema muy inicialmente, pero te faltó las distinciones que Agambcn resalra con precisión. Sin embargo, no nos explica que en una sociedad oligárquica como la República romana la auctoritas era una dimensión dei poder ejercido en última instancia por elsellatus, y posteriormente por el mismo Augusto (nombre que dice relación ai ser Ja auctoritas -<lei veroo augere de donde procede "acruar,,- que atribuye eI poder ai pueblo y ai senado). Miemras que en una sociedad democrática, participativa, crírica, decolonizada, debe transferirse dicha función dei poder polírico ai pueblo mismo. _ 129. EI <esrado de excepción. es dicrado (a) por una instirución gubernamental (eI senatus, eI re)", eI poder ejecutivo, el parlamento, ellíder, etc,), mieorras que (b) la rebeJión, ellevantamiento popular lO' contra eJ orden establecido (ante eI .estado de derecho» como toralidad) es eI ejercicio emanado desde la aUroridad de la comunidad política misma. No es una -aclamación" (afirmativa, confirmativa), es la j irrupción de una voluntad consensual aurorirativa: se hace presente la autoridad en última instancia. ,'-;" Hay mucha diferencia entre ambos .e:estados-, que C. Schmitt o G. Agamben no delimitan adecuada. i:,: J:.r mente por no estar en una situación de _giro decolonizador» desde la periferia; no son t3n sensibles
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NOTAS DESPLIEGUE
ARQUITECTÓNICO
DEL
PODER
POLíTICO
espeeial en su obra sobre Pablo de Tarso; Badiou, 1999; compárese con lo que hemos escrito más arriba en [33-37] y en [58-60]). Volveré sobre esta cuestión frecuentemente. 149. Heidegger, 1963, S 14,63 ss.; trad. esp., 76 ss. 150. lbid., S 60, p. 299; pp. 325-326. 151. Meditación 18 (Badiou, 1988,211; trad. esp. 1999,213). 152. Badiou nos hablar:í de .Ios campesinos dei Gran Miedo, los sans-m/oltes de las ciudades, los clubes de jacobinos, los soldados dellevantamiento en masa, [•..]la guillotina. (ibid .• 201; 203). . 153. Aqui Ba.diou, desde su comprensión ontológica-matemática, indica que la multiplicidad no
como nosotros a la neeesidad de afirmar la soberania de la eomunidad política posteolonial (es decir, la que nunca ejerció' u.na tal :o~erania con autoridad; ya que la autoridad siempre esruvO fulJ.ra de
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comumdad y dei prop'o retrltorlo). :. . ~ I~O. La auroridad de un Poder ejecutivo, por ejemplo, que puede decretar el .estado d~ excepción" es jnrra-institucional (momento de la potestas), y actúa por represcntación (nunca motu proprio). siempre en refereneia a la potentia dei pueblo mismo: es una autoridad delegada. . 131. Cuando G. Washington o M. Hidalgo conducen a la comunidad en un ptoceso de emancipación anticolonial, que surge de la auctoritas popu/i, no se trata de una «Iucha por eI reconocimienro'l (A. Honneth), ni de ,in .estado de excepción. (C. Schmitt), sino de un .esrado de liberación.',(que es anterior, a priori, y puede condenar a posterior; ai «estado de derecho» colonial). Veremos la .cuestión en la parte Crítica de esta Política de la Liberación. EI rec<mocillliento (de Hegel o Honned1) es un momento que se dirige a la autoridad delegada de la potestas. La rebelión es la subjctividad coniljnitaria dei pueblo que se presenta corno la úlrima instaneia de toda au(/oritas y exige eI cumplimienro de los requerim'icntos que la potentia determina. ~Rebelión» es mucho más activo meta~físico y polírie.o que el mero pedido de ~reconocimiellto-. 132. Seda la ••Crírica de la filosofia polírica.
a la manera como Marx pracricó la .Crítica
puede aleanzar el concepto hasra no ser subsumido
de la
economía política-. . 133. Véase m:ís adelante eI H 30 ss. 134. Es interesante que mundus (de donde viene «mundo» en nuestra ICllgua románic~) signilicaba en latín ellugar de la conexión ente los dioses celestes y los dei inframundo: era ellugar de la .unidad ••. Entte los griegos eI ombligo (omphalos; Pausanias X, 16,2), represenrado por una piedra, ••pr.Ótege los muertos (como los megaliros neolíticos, por ejemplo), es eI lugar temporario dei alma de los muertos, y testimonio el pacto realizado entre los dioses y los humanos o entre los humanos mismos» (<<Piedras sagradas ••, en Eliade, 1959,205; véase Eliade, 1963). ,-: 135. En n:íhuatl Neli; (verdad) es .10 fundado ••, lo que resiste las tormentas porque está enraizado en la piedra, no en eI cambiante suei o de harto dei lago de Tezcoco. Pregunrarse por la ••verdad ••es
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para entender la problemárica dei flsuje;Q;). 156. ZiZek, 2001, 141. 157. MeditaciónlO (Badiou, 1988,.223; 225. 158. Para Tortaine, la subjetivación es eI hecho de devenir sujeto activo. 159. 160.
«estar eo la verdad., dei Omcteotl
(véasc Dussel.
1995, S 7.2). . 138. Manuscrito de los Cantares Mexicanos, foI. 10v (cir. León I'ortilla, 1979,61). 139. Véase Dussel, 1996, S 7.2: .EI imperio quedaba ahora f"ndado como servidor de lã existen-_ cia J' la vida dei Sol. Por ello eI movimiento (dei Sol y de toda la realidad cósmica), la vida y eI corazón tienen relación con la sangre (chalehibuitl): la vida dei Sol-Huitzilopochtli depende de los sacrificios bumanos [... ] Tlacaelellogra así [... ] hacer dei imperio un colaborador de la subsisteneia dei ~!liv.\'r;o... 140. Véase en la parte histórica de esta obra, parágraios [131 ss.] y [145 ss.]. 141. Para las categorfas de lo fonnal (cap. 2) y de lo material (cap. 1) vbse mi ÉtIca de la Liberación (Dussel, 1998). Lo a!lí enunciado para la ética aquf se aplica a la política. -. 142. Véase eo Laclau la interesante reivindic:tci6n política de la social-dcmúcraci:l ante cl marxismo estándar, y eI modo como funda la nccesidad de la política anu eI economici:;1l1o dl; bs teyes
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necesarias de la historia (Laelau, 1977)" 1985; llussel, 2001,188-205). 143. En francés évéllemclIt (como lo denomina Badiou), cn alem:ín Erei?,Jis (para Heideggcr) .. 144. Recuérdese lo escrito más arriba, en la Historia 1165 ss.]. 145. Lo propio de la 41volllntad>o(el querer de la vida), lo hemos visto en el.{ 14, t's t"1"pi.jdcr~po. ner .. Ias mediacionesj es decir, el .podcr-darse» el modo de la pcrmancncia y alimento de la \'id:l. Esc . "poder-darse. es 01 .don ••dei que habla Rousseau en este texro. 146. Du Contrat Social, Libro I, capo 6 (Rousseau, 1963,59-60). Repite la posieión de- F. Suárez sobre la democracia como hecho originario anterior a los orros tipos de organizaci6n política. 147. lbid., p. 61.' '" 148. Nos referimos a la ohra J:être et /'événemel1t (Badiou, J;!88). Badiou ex pane la p~)stura de E. Lévinas (.La ética en 01 sentiao de Lévinas.; Badiou, 1995,33 ss.), pero estí lejos de extraerle los resultados políticos que presupone. Se encuentra .arcapado. dentro de la ca,e~oría de Toraliâad, y aI no vislumhrar la Alteridad (en su sentido real), se le escapa eI conteni~o últi"l0 de su inrerpretación (en
84
Ibid.,224; 226. En 01 ejemplo preferido
de Badiou, en eI caso de Pahlo de Tarso, eI operador
es la iglesia
cristiana. Véase Badiou 1999; sobre esre tema volver:í S. Zizek (2002).
cuestiol1arse por eI ~(fundamento», lo que es «firme'J, lo que ((resiste). 136. '"Flor y canto) es l:l narrativa teórica de los tlamatinimes, los ttfilósofos)\ aztecas'; son las composiciones explicativas de la omnitudo realitatis cosmopolita: dei «impcrio ~zteca» com"o s05tén (fundamento, verdad) dei universo celeste. EI 'sol ••(Huitzilopochtli) podia transmitir vida (e.n cuanro fuente dei calor vivificante) gradas a1 imperio, ya que por 5USsacrificios humanos (en la «teolof~.Í"a política» de Tlacaelel) se renovaba la ,"vida» dei astro. Se trataba de una fundamenración política dei cosmos astron6mico. 137. «Estar de pie- significa 41estar fundado»,
en lo .uno'.
154. lbid. ISS. Laelau fue igualmente de los que adoptó categorías althusserianas en su juventud, para poso teriormente redefinir ai sujeto C0l110.operador de la hegemonia •. Véase Zizek, 2001,137.259, sobre éste y muchos etros temas relacionadas a esta «escue1a>ocontemporánea frari<;esa. Sobre Badiou escribe Ziiek que _Ia oposición que traza enrre eI saber (relacionado con el orden positivo dei ser) y la verd.ld (relacionada con el acontecimiento que surge deI vacío que hay en. medio dei sc:r) parece invertir la oposieión althusseriana entre ciencia e ideologia»; p. 138). Es una .inversión' ya que para Altbusser 01saber era 01 tipo privilegiado de racionalidad, .en tanto.ciencia; mienrras que ahora para Badiou la verdad propiamente dicha es práctica, histórica, no cienrUica 1:!, ontol6gica (matemática), y se asemeja a la 41interpelación ideol6gica>o de Althusser, que es ahora lo que realmente interesa eo úldmo término
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161. Zi7.ek, 2001,140. 162. Badiou, 1988,229; 1999,231. 163. Badiou, IgS8, 237-248 .•. EI milagro -como eI azar de Mallarmé-, es eI emblema dei acon. tecimiento puro eu tantO fuente de i:l verdad [... } EI milagro es símbolo de una interrupción de la ley en la que se indica la capacidad de inrervenciôn» (p. 241). El acontecimiento cristiano, lo mismo que Pahlo de Tarso, lo elige Radiou porque sugiere mejor que ningún otro ejemplo la instauración de un mundo. que involucrando militamememe a una comunidad histórica, irrumpe desde un régimen de verdad que exige fidelidad ai acontecimiento (como eI 'tiempo mesi:ínico' del}etzt-zeit de W. Benjamin) más aliá de la 'iJl:I!duría mundana', para la cual es 'Iocura' ~n palabras de Pahlo de Tarso-. Radiou escribe: .Lo que Pablo se propone no es, evidentemente, abolir la parricularidad judía, a la que no cesa de reconocer como el principio de hisroricidad dei acontecimiento, sino animaria desde el interior con todo aquello de lo que dia es c~paz con re1ación aI nuevo discurso, y, por tanto, ai nuevo sujeto. Para Pablo, e1 serjudío en general, y el Lihro en particular, pueden y deben ser re-subjetivados» (Badiou, 1999, 112). 164. Badiou, 1999, 25. • 165. La .positividad ••de Horkheirrier o Adorno. Véase Dussel, 1998, S 4.2. 166. Ziiek, 2001: J85. Evid<'t1temente, también la étic;;, en eI sentido de Lévinas se sitóa com" una post-ontología (lo mismo que mi Ética de la LilJeración), pero no deseamos todavía situar aquf la rup' tura radical de la s.uhjetividad de liberaciól1, que trataremos eo la Critica, SS 30 ss., posteriormente. Por ahora, deseamos tratar ia ontológico como el caos, }' el nuevo orden instaurado por el acont('âmiell!(j
como eI orden político dei que podamos partir metódicamente. 167. Ziiek, 2001,186. : 168. Y cntiéndase que. ai haberse upuesto generacionalmente ai «sujeto hist6rico.) sustanciailsr.a deI proletariado -dei marxismo est:índar, pareciera que cae eo lo contrario: eo 110 sujero que se debilita a tal puma que pierde referencia a lo extra-inrersubjetivo. Sería como un sujeto subjetivista. en eI interior de un campo construidu desde lIn 3conteómicnto íon ningun3 objetividad. iNi tanto ni ran poco! ,169. ~iek, 2001,147. '. 170. Badiou, .1999. 15.. ./' 171. Véase la obra de Eisa T:ímez, Contra loda condena. La justificación por la fe desde los ex- :: c1uidos (famez, 1991), que muestra el senrido del mensoje de Pablo de Tarso dentro de la explotación esc1avista dei Imperio romano, cuestión que A. Bad,ou y otros que hablan de Pablu tienden a olvidar sistcmáticamente._Pablo era un .arresano» Ipp. 55 ss.), era un .pdsionero. (pp. 62 ss.). Después de una descripción desgarradora de las injusticias eo eI !mperio, de un3 elite esclavJsta, inmisericorde coo los
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DESPLlEGUE
ARQUITECTÓNICO
DEL
PODER
POLíTICO
NOTAS
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campesinos y las calúnias, de expJoración econômica (por tributos, intereses en los pré-stamos, etc.) conduye: i«(Es posible Jeec la Carta de los Romanos sin escuchar la voz de uo prisionero inocente, o sin sentir e! dolor y la rabia de los miles de eselavos crucificados injustamente por leyes romanas que esconden la verdad en la injusticia, o sin ver los miles de desfavorecidos por eI progreso de la civiliza. dóo, o sin aÍr los gritos de una etnia arrasada por las invasiones romanas? No, Ia Carta que ha sido objeto de discusiones absrracras, a veces sin sentido, se nos presenta ahora coo uo nuevo mensaje sobre la revelación de la injusticia [... ] actualizacla eo Ia justificación por la fe como afirmación de vida" (ibid., 75). Libra recomendable para situar la obra de Pablo eo eI contexto econômico-político. 172. Éste será eI tema de los «principios implícitos'} de lo político, que analizaremos en el capítulo 3. 173. Walzer,1985. 174. Arendt, 1965. Sobre Arendt véanse las obras de Benhabib, 1996, 155 ss.; Courtine-Denamy, 1994,338 ss.; Canovan, 1994,23055.; Passerin, 1994; Sahuí, 2002; Ettmger, 1996; ere. 175. Walzer, 1985, desde 4 55. 176. ~Materiah) en el sentido de nuestra Ética de la Liberaóón (Dusscl, 1998, capo 1). 177. Ésta es la otTa posible lectura dei Éxodo, ral como la de Ernsr Bloch o la que hemos pracri. cada desde antes en América Latina (véase mi articulo .Exodus as a Paradign1>', en Beyond Philosoph-j, Dussel, 2003b, 115-126). El uso en América Larina de la relecrura de! Éxodo en un semi do polírico, comprometido coo la Iucha contra la dictaduras militares impulsadas por Estados Unidos eo la segunda parte deI sigla xx, puede observarse eo mi obra de 1972 Caminos de liberación latinoamericana (Dussei, 1972, 11 ss.). 178. Hay un cuarlO capítulo, emre eI segundo y cuarto, .The Covenam: A Free People» (pp. 71 ss.), que explicita un aspeclO dei .pasaje por e! desierlO» (en e! proceso dei acontecimiellto, para expresarnos como Badiou). 179. Walzer, 1985, referencias eo pp. 3 «(Puritan revolution"), 77 «(the House of Commons in 1642»),78-79 (.English Puritans»), 93, 127, 146. 180. Ibid., 11 (~American Great Seal»), 82 Uoho Wimhrop), 84 «(tMassachusscrs constirution of 1780»),89,106,127-128. 181. ibid.,6 («{rom the Maccabean revolt to the Zionist movement»), 137.145. 182. Walzer, 1985, 12. 183. ibid., 15: iserán las «esferas de justicia» fijada por la tradición? Creo que a Walzer no se le ocurre la comparacióo. 184. Bamidbar (<<coeI desierto}) pucde ser construida como una (categoría)' filosófica, como hemos demostrado en una obra publicada hace más de rreinta atlos (DusseI, 1973, vaI. 2, caps. 4-5; también en DusseJ, 1977: «EI ser humano de la periferia fue en este caso el pobre beduinp dei desierto arábigo [... ].Ese beduino forma un día los reinos de Acad, Asira, Babilonia, Fenicia. Un grupo de ellos eran eselavos; lIamados apiru. La liberación de esos esclavos, míticamente liderados por un tal Moisés; se convertirá cn una na"aôó1l de frecuentcs re-lecturàsJ) (S 1.1.7.1). La de Walzer es una oueva relectuca, muy apropiada. • 185. Walzer, 1985,74. 186. Ese ~en[re»(in betweenness) es eI momento b, entre eI a y eI c dei Esquema 15.1. 187. «Un acontecímiento cOlTIola supresión dei padre originario (Urvaters) tenía que dejar hue!b. imperecederas en la historia de la humanidad,.(Totem y tabú, 4, vii; Freud, 1974, vaI. IX, 438; trad. esp., 1968, vaI. 11,596). 188. Véase Girard, 1982. «EI asesinato fundante es parte de la constitución deI poder. A través dei asesinato fundanre se legitima eJ poder frente a los dominados, pera asimismo frente a quicnes ejercen el poder. EI asesinando puede ser un héroe inocente. En este caso el poder se percibe como reencarnación de! héroe frente a los asesiilos, enemii;Ps dei poder [... ] EI asesinato dei chivo expiatorio acontece como consecuencia de una crisis de una comunidad Como resultado dei impacto dei asesinato so~re los asesinos, ellos ahora I'meden reconstituir e! orden» (Hinkebmmert, 2003, 188.189). Volveremos en. la parte Critica sobre este tema deJ imaginario político. 189. Walzer tiene dificultad en tratar el tema (ibid., 137 ss.). La diferencia entre «sionistas dei Éxodo. y .sionistas mesiánicos. o religiosos (ortodoxos) no evita la contradicción: «the conquest of
yo PO"!?omi atención igualmente -escribe Walzer- sobre este aspecto (interior) en mi libra» (p. 142). iHemos visto en la exposición histórica de la política que siempre lia sido así en la filosofía política eurocéntrica: desde Ginés de Sepúlveda en eI siglo XVI (que partía dei helenocentrismo de Aristóteles), John Locke en eI XVII, Momoe en eI JIlx, M. Walzer, H. Arendt o George W. Bush (guardando las distancias, evidentemente) en los siglos xx y XXI! La atención se pane ad intra, nunca ad extra. Pero, se preguntaría un filósofo mundial, global: iel a(uera de Espana, Inglaterra o Estados Unidos no es uo adentro de la humanidad? (Marx explicaba que el mercado externo de cada nación es un mercado internO aI mercado mundial, que es el único mercado concreto). Los canaaneos, los indios americanos, los palestinos y todas las naciones dei Sur están eo ese afuera que trataremos desde el S 30 de la parte Crítica de esta obra. 190. Le pregunté a Walzer en ocasión de mi professorship en Harvard en el2000, en una conferen. cia que dictaba sobre eI sionismo en Israel, qué opinaba sobre la situación de los palestinos. Y se negó a dar alguna explicación. Es conocido eI fuerte debate que dramáticamente entabló con Edward Said. 191. Arendr, 1974. 192. Arendt, 1965,59-114: «(Nada, debemos afirmar en el presente, puede ser más obsoleto que intentar liberar a la humanidad de la pobreza por medias políricos» (p. 114). 193. Es evidente que eI ellrocentrisrno de Arendt no sospecha que hay «otra)) América, «(nuestra)} América de MartÍ o Sal azar Bondy, la «Latinoamérica». 194. Claro que la misma Arendt indica que había en eI sigla XVIII en USA unos 400.000 eselavos, pero no eran considerados por la filósofa entre los «pobres», lo cual no es aceptado, corno puede supo. nerse, por S. Benhabib (1996, 160), quieo muestra que esta conrradicción sodal (econômica, material en eI sentido de nuestra Ética de la Liberación) producirá eI estallido de la Guerra Civil (1861-1865). 195. On Revolution, capo 2, 1; Arendt, 1965, 142. 196. La diferencia emre "liberación" (liberation) y "Iibertad. (jreedom) es esencial para Arendr (cap. 1,2; 29.35): «Pero la dificultad de dibujar la Iínea que separa liberación de libertad en toda ciro cunstancia histórica no significa que liberación y libertad sean lo mismo» (p. 33). 197. lbid. 198. Ibid., capo 4, 1; p. 153. 199. Este tema, por lo general no referido, tiene la mayor importancia. Véase la obra de Wayne . Moquin y Charles van Doren sobre los iraqueses (Moquin, 1973), en donde bebieron el concepto institucional de Confederación los fundadores dei Estado Norteamericano. Véase más adelante en [347J. 200. lbid., capo 5, 2; Arendt, 1965, 202. Valga un comentaria accidentaL Seguramente Arendt no sabe que usa las naciones nietzscheana y heideggeriana de «permanencia" (o "preservación)}) y ~aumento», que hemos denominado'en nuestra Ética de la Liberaci6n el aspecto material de «producción, reproducción y desarrollo" de la vida humana en comunidad. 201. lbid., capo 6, 4; 280. Paradójicamente aquí Arendt plamea una cuestión central, como veremos en eI capítulo 2 de esta Arquitectó/lica, y que es absolutamente necesaria: la inc!usión dei problema de las «instituciones" en la definición de lo político, cuestión a la que Arendt prestó debida atención.
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the land. (p. 141). Es eI mismo problema .of the Amerícan Puritans confronting t'he Indians of New EngIand. (pp. 141-142), los Boers en Sudáfríca, Cortés ante 10s aztecas o Pizarro ante los Incas (agrego yo los dos últimos ejemplos). Y como excusa cscríbe Walzer: .Si e! movimiento de Egipto hacia Canaán es tomado como una transformación políri~ su atenci6n se centra eo la guerra interna y no en la externa, eo las purgas de los israelitas recalcitrantes y no cn la desrrucción de las naciones Canaaneas. Y
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