EL COLLAR1
E
1884 GUY DE MAUPASSANT (francés)
ra una de esas lindas y encantadoras muchachas nacidas como por un error del destino, en una familia de empleados. No tenía dote, ni esperanzas, ni el menor medio de que un hombre rico y distinguido la conociera, la comprendiera, la amara y la llevara al altar; y dejó que la casaran con un empleadillo del Ministerio de Instrucción Pública. Al no poder engalanarse, fue sencilla, pero desgraciada como si hubiera venido a menos; pues las mujeres no tienen casta ni raza, y su belleza, su gracia y su encanto les sirven de nacimiento y de familia. Su natural finura, su instintiva elegancia, su agilidad de espíritu constituyen su única jerarquía, e igualan a las hijas del pueblo con las grandes señoras. Sufría sin cesar, sintiéndose nacida para todas las delicadezas y todos los lujos. Sufría por la pobreza de su hogar, por la miseria de las paredes, por el desgaste de las sillas, por la fealdad de las telas. Todas esas cosas, en las cuales otra mujer de su casta ni siquiera habría reparado, la torturaban e indignaban. La visión de la joven bretona que le servía de criada despertaba en ella añoranzas desoladas y sueños enloquecidos. Pensaba en antecámaras mudas, acolchadas con colgaduras orientales, iluminadas por grandes hachones de bronce, y en dos altos lacayos de calzón corto durmiendo en los anchos sillones, amodorrados por el pesado calor del calorífero. Pensaba en grandes salones revestidos de viejas sedas, en muebles finos con chucherías inestimables, y en saloncitos coquetos, perfumados, hechos para la charla de las cinco con los amigos más íntimos, los hombres conocidos y buscados cuya atención ambicionan y desean todas las mujeres. Cuando se sentaba, para cenar, ante la mesa redonda cubierta por un mantel de tres días, frente a su marido que destapaba la sopera, de-
1 Tomado de De Maupassant (2012).
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